LA COMUNA 20 DE CALI: LA PRECARIEDAD DE LO URBANO

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Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES

LA COMUNA 20 DE CALI: LA PRECARIEDAD DE LO URBANO Erick Abdel Figueroa Pereira Arquitecto y licenciado en filosofía, Universidad del Valle. Profesor Asistente, Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. Profesor Asistente, Facultad de Artes Integradas, Escuela de Arquitectura, Departamento de Proyectos, Universidad del Valle. Profesor Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño, Universidad de San Buenaventura. Cali. efigueroa@correo.icesi.edu.co

RESUMEN Esta ponencia se concentra en la comuna 20, sector del occidente de la ciudad de Santiago de Cali también conocido genéricamente como Siloé o “la ladera”. El propósito es mostrar que una parte importante de lo que consideramos precario en la ciudad informal es producto de la limitada visión de las acciones de agentes públicos.Dicha actitud desconoce abiertamente la necesidad del espacio público urbano como el lugar por excelencia para el intercambio social. La presentación se divide en tres partes. En la primera se revisan algunas disertaciones sobre la naturaleza de la ciudad y lo urbano, en el contexto de la informalidad. En la segunda se exploran los enfoques de la literatura producida sobre el tema de la informalidad urbana en Cali, con énfasis en la comuna 20. Finalmente se desarrollan dos casos de aplicación de la concepción descuidada y llena de prejuicios sobre lo urbano informal que han tenido sucesivas administraciones municipales en dicha comuna.

1. PRECISIONES SOBRE LA INFORMALIDAD URBANA Imagen 1 Pero donde se ha podido, se levanta una casa. Encima de una inmensa roca, en medio de las grietas de la montaña, donde se pueda sostener una vivienda allí está. Gildardo Vanegas Muñoz, Cali tras el rostro oculto de las violencias, p.67.


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Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES Por convención se asume que “La experiencia de la pobreza nace tan solo (sic) en el momento en que se comparan dos formas o estados de vida, siendo uno de los dos, según definición, inferior al otro” 1 . E ingenuamente se entiende que la pobreza, cuando se manifiesta en la ciudad, se concentra en los sectores que hoy denominamos como “informales”:

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El origen informal, que generalmente corresponde a estos asentamientos, incluye algunas características sociales que, tal como ocurre con las condiciones físicas de los barrios, van en contra del “orden” existente en otras zonas de la ciudad. La delincuencia, la participación en trabajos informales, los bajos niveles de educación y las condiciones de salud, se asocian directamente con la población residente en estos barrios y se atribuyen en gran parte a la situación de pobreza. Las formas más comunes de nombrar a las zonas deprimidas hacen alusión a dichas asociaciones. Los términos “barrios marginales”, “barrios piratas”, “invasiones”, “cinturones de miseria”, “ollas”, “huecos”, “barrios pobres”, entre otros, se refieren no sólo a las condiciones físicas de los lugares sino también a sus habitantes. Generalmente, para las personas de estratos más altos, estos barrios hacen parte de una ciudad desconocida, de la que tienen noticia a través de los medios de comunicación o de relatos de terceros, los cuales contienen tergiversaciones provenientes de la aplicación incondicional de los prejuicios antes mencionados. Se podría afirmar, entonces, que el imaginario predominante sobre las áreas deprimidas de la ciudad, más que concordar con la situación real de estas zonas, genera recelo y desconfianza, 2 convirtiéndolas en territorios inexplorados y temidos .

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Como veremos más adelante, esta serie de ideas están en la base de las sociedades urbanas formales. Sin embargo no podemos olvidar que la ciudad formal es una idea cuya imagen física se resuelve de manera informal, transitoria, hasta que se consolida y sus habitantes se sectorizan social y espacialmente. La ciudad informal no es contraria a la ciudad formal; pensar de esa manera o plantearlo siquiera como hipótesis a refutar es un error 3 . Las ciudades hispanoamericanas del siglo XVI, como las republicanas de comienzos del siglo XX en el territorio que hoy ocupa Colombia, eran formales en intenciones mas informales en su infraestructura. En ambos casos es claro que las ciudades tienden a formalizarse en lo físico, pues se trata nada menos que de una aspiración enraizada en la idea misma de ciudad. Sin esta reflexión previa, sería intrascendente contemplar la simultaneidad de estados de evolución de las viviendas informales, pues Imagen 4

La gran ilusión por poseer una vivienda, vivir en un barrio urbano y sentirse parte de la ciudad, hace que en el proceso de autoconstrucción se concentren los esfuerzos, la capacidad de inversión de recursos y el trabajo físico de los habitantes de los sectores marginales 4 .

Es obvio que esta circunstancia hace de los asentamientos urbanos informales atractivos a la especulación disciplinar. Pero hay fuerzas que van más allá de toda especulación posible e imaginable, pues son tremendamente realistas:

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Nicolás Rueda García y Diego Rueda Sinisterra, Desarrollo Urbano y Pobreza en Bogotá D.C., p.37. Ibíd.,p.35. 3 David Millán Orozco, “De la generación espontánea a la formalidad planificada”. En: La recomposición de la Ciudad Informal, p.56. 4 Martha Rocío Varela, “La reproducción de la informalidad. El caso de Cali”. En: La recomposición de la Ciudad Informal, p.87. 2


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Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES La ciudad informal es en muchos aspectos la antítesis de la oferta comercial y es la única alternativa para grandes grupos de población. La urbanización clandestina mantiene una oferta permanente de tierra dispuesta precariamente par ser urbanizada. El usuario puede adquirir [o hacerse a] un predio de mayor tamaño que el ofrecido por el comercio formal. Ese predio le representa, más que la posibilidad de contar inmediatamente con una vivienda terminada, varias opciones tales como la construcción por etapas de una edificación que puede albergar una o dos viviendas, un local comercial o un espacio de taller, en fin, algo para habitar y algo para obtener ingresos (…) ¿Qué quiere decir todo lo anterior? Sencillamente que la ciudad informal es una opción difícil de sustituir y, en el estado actual de cosas, es la mejor solución para el 5 usuario, aun cuando no lo sea para la ciudad en su conjunto .

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De esta cita es particularmente sensible e incluso chocante lo que sugiere la parte final: la ciudad informal ¿es en realidad una opción? Quien decide arriesgarlo todo al someterse a infames condiciones que no podemos llamar “de vida”, ¿elige ser informal? ¿Se piensa en la conveniencia de la ciudad en su conjunto al tomar esta decisión? Estas cuestiones nos llevan a otras más trascendentes pero no por ello menos importantes: ¿debemos valorar la ciudad informal porque nos recuerda el momento incipiente de la ciudad formal? ¿Hay que hacerlo porque esta forma de asociación humana constituye, guardadas las proporciones, la prehistoria de la ciudad formal? Imagen 6

Antes de responder a estas preguntas debemos tener claro, como lo señala el antropólogo Ulf Hannerz, que al escudriñar el carácter urbano de los estilos de vida, mal haríamos en contribuir a convertir en exótico lo que nos es familiar 6 . Hannerz admite que la aproximación de la antropología a la ciudad considera a ésta más como escenario que como foco de atención. Al mismo tiempo este autor advierte que hay fenómenos que si bien ocurren en la ciudad no son exclusivos de ella, como la etnicidad y la pobreza 7 . Sin embargo no por familiares y cotidianos, por estar acostumbrados a ellos, dejan de revestir un alto grado de complejidad mediado por un sinnúmero de prejuicios y confusiones. Atendamos primero a éstas. Imagen 7

En su ensayo inédito ”Diez fragmentos sobre la ciudad, el espacio público y lo urbano”, el sociólogo Felipe Van der Huck señala la diferencia y el vínculo esenciales entre la ciudad y lo urbano: Movimiento, intercambio, red de relaciones, la ciudad, en su sentido moderno (siglo XIX), está definida ante todo por un modo de vida, una forma de existencia, un tipo de experiencia y relaciones sociales particulares que aquí llamaremos urbanas (…) De esta perspectiva resulta que la ciudad no es equivalente a lo urbano, aunque estén unidos. La ciudad es la forma, lo urbano la relación (…) La ciudad -con sus acontecimientos, sus contrastes, sus relaciones y sus espacios- es el lugar por excelencia donde lo urbano se configura y despliega sus contradicciones. Sin embargo, lo urbano, como modo de vida, puede ocurrir más allá de las fronteras de la ciudad, como lo plantea Manuel Delgado. Del mismo modo, tendríamos que admitir que en las ciudades hay lugar para relaciones e intercambios no urbanos, característicos de un modo de vida

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Alberto Saldarriaga Roa, “La Ciudad Informal en Colombia: ¿problema o solución?”. En: La recomposición de la Ciudad Informal, p.49. 6 Ulf Hannerz, Exploración de la ciudad, pp.18,24. 7 Ibíd., p.13.


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Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES que, por contraste, podemos llamar -de nuevo basándonos en Delgado- comunal. Un modo de vida que sería característico de las zonas rurales, basado predominantemente en la tradición, la autoridad y la costumbre, compuesto por grupos relativamente homogéneos, estables y coherentes (Delgado, 1999: 26, 27), pero cuyas manifestaciones podrían trascender igualmente ese ámbito. 8

Y es esa experiencia de las otras relaciones lo que muchos no están dispuestos a aceptar o que, de hacerlo, se niegan a compartir. Por eso nuestro conocimiento de lo urbano, y en consecuencia de la ciudad, es tan limitado. Sobre esa plataforma teórica que destaca lo comunal sobre lo individual debemos comprender el presente ensayo. He de aclarar que no es eso lo que ocurre en las formas de ocupación urbana de corte informal: nos encontramos a mitad de camino entre el análisis urbano y arquitectónico de dicho universo, y las relaciones que tejen las personas que interactúan en él. Es de la fragilidad de estas relaciones de lo que hablo cuando me refiero a la precariedad de lo urbano. Imagen 10

2. LA LITERATURA DE LA CIUDAD INFORMAL Y LO URBANO INFORMAL EN CALI Santiago de Cali, capital del departamento del Valle del Cauca, es la tercera ciudad de Colombia en población e importancia socioeconómica después de Bogotá, capital de la nación, y de Medellín. De acuerdo con el censo de población de 2005, Cali tiene una población de 2.075.380 habitantes, es decir, el 50% del total del departamento, estimado en 4.052.535 habitantes. La población de la ciudad equivale a cerca del 5% de los 41.468.384 habitantes que residen en el país 9 . Cali ocupa un territorio de 560,3 km2, de los cuales 2,2 km2 conforman el área de protección del río Cauca, borde oriental de la ciudad, 437,2 km2 pertenecen a las 15 divisiones rurales (los corregimientos), y 120,9 km2 a las 22 divisiones urbanas (las comunas) 10 . En éstas reside un total de 2.039.626 habitantes, según la misma fuente. Imagen 11

La comuna 20 se localiza en el piedemonte de la cordillera Occidental, y su población estimada hacia 2005 alcanzaba la cifra 67.935 habitantes 11 . Agrupa a la parcelación Mónaco, la urbanización Venezuela y los barrios Belén, La Sultana, Lleras Camargo, Tierra Blanca, Brisas de Mayo, El Cortijo, Cañaveralejo, Pueblo Joven, Siloé y Belisario Caicedo. Su origen se remonta a la década de 1950, cuando se dio inicio a la explotación de carbón, mineral abundante en la ladera donde hoy se asienta el barrio Siloé. Su infraestructura de servicios es bastante limitada en cuanto a la existencia de equipamientos públicos, alguno de ellos bastante descuidados, aunque es posible encontrar unas cuantas entidades no gubernamentales con sede en la comuna. Todos aquellos que conocemos a Cali hemos oído hablar de Siloé: Imágenes 11 y 12

Diluvio humano que desde luego excedió las previsiones y desbordó el cuadro físico e institucional establecido. Hasta romper los equilibrios relativamente

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Felipe Van der Huck, ”Diez fragmentos sobre la ciudad, el espacio público y lo urbano” pp.4-5. Alcaldía de Santiago de Cali, Cali en cifras 2006, p.9. 10 15 corregimientos y 20 comunas de Cali existen desde 1988. En 1998 se crea la comuna 21, y en 2004 la comuna 22. Op. Cit. p.1. 11 Alcaldía de Santiago de Cali, Cali en cifras 2005, p.10. 9


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Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES estables que habían enmarcado y tutelado la armonía de la ciudad hasta el cuarto centenario de su nacimiento. Lo cierto es que Cali se llenó de extraños. Que se quebró la vieja ecuación o igualdad entre la población y las necesidades y aspiraciones de la gente, por un lado, y los recursos y bienes disponibles, por el otro. Que una masa grande y creciente de sus moradores careció del techo, del empleo, del ingreso, de los servicios y, en una palabra, de la ciudad que necesitaba para poder sobrevivir y, desde luego, para vivir y convivir de verdad como seres humanos. Que los tugurios proliferaron y con ellos los marginados de todas las condiciones y orígenes. Con la consiguiente quiebra de los tradicionales medios de unificación control y presión social, como la familia amplia, la parroquia y el vecindario, y la subsiguiente erosión de la seguridad en todas sus formas 12 .

Basta con volver a la cita 2 para advertir que sobran los comentarios. Aunque no es un secreto que son los sectores informales de la ciudad los que aportan la mayoría de los votos en las elecciones, por lo que consignas oportunistas como “legalizar la ladera”, el “Miocable”, o los agradecimientos por supuestas obras de mejoramiento de barrios. Algunos apartes de la literatura producida en la ciudad de Cali y su mirada sobre las zonas en cuestión, señalan concepciones como las siguientes: Muchas personas migraron a las lomas. Siloé, como se conocen de una manera genérica estas laderas, ha jugado un papel importante en la conformación de la ciudad. A principios de la década de los setenta [ellas] constituían el lugar de paso para los recién llegados migrantes. Allí estaban uno o dos años y luego se dirigían a otros espacios con mejores condiciones. Muchos partieron, pero también muchos se quedaron y empezaron a domesticar y a transformar esas lomas de carboneros y mortiños y las convirtieron en lo que es hoy, ese enorme conjunto de luces, que cada vez se hace más grande y que semeja un inmenso pesebre navideño 13 .

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Pesebre. Una denominación apropiada para el lugar de la pobreza. ¿Sería denominado igual si se tratara de un barrio residencial de estratos altos? Esta ambivalencia frente a la informalidad urbana hace que sea relativamente fácil encontrar posturas que cuestionan los enfoques que defienden la belleza de la pobreza. En el ensayo “La reproducción de la informalidad. El caso de Cali”, la arquitecta Martha Rocío Varela advierte que (…) hay que andarse con precaución y no dejarse seducir por esos discursos voluntaristas que hacen apología de la estética de las edificaciones construidas en condiciones infranormales y azarosas. La precariedad en las condiciones físicas iniciales y la escasez de recursos, produce la mayoría de las veces construcciones inadecuadas y de dudosa calidad 14 .

La autora se refiere a algunos arquitectos, para quienes “las casas que se construyen en los sectores marginales resultan por lo menos atractivas, constituyendo para ellos la variedad su principal valor estético” 15 . Pero los sociólogos también sucumben ante el precario encanto de lo informal: Imagen 14

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Cali 450 años, p.55. Gildardo Vanegas, p.74. 14 Martha Rocío Varela, Op. Cit., p.87. 15 Ibíd. 13


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Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES Las casas reflejan una pobreza material, pero también la grandeza y persistencia de estos pobladores urbanos. Un ejemplo precioso son las innumerables casas construidas con mil artificios, sostenidas y armadas con todo lo imaginable. Existe por ejemplo un chalet que pareciera la vivienda de algún cronopio cortazariano, enclavado en un pequeño cañón que hay entre los barrios La Sultana y Brisas de Mayo, construido quién sabe cómo, en tres pisos y con buhardilla, con un reluciente color azul y un letrero que anuncia, (sic) Bella Suiza. Cuando se le detalla se observa que todo allí ha estado antes en otros lugares, en otros usos, con otras historias 16 .

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Pintar estas casas de colores o de blanco no las hará mejores vivideros; sólo hará a la comuna menos indeseable. Por un momento, y de rendirse ante el peso de la contundente evidencia, es bueno preguntarse cuál es la intención de estos discursos que defienden la belleza de la precariedad informal. Podemos tildarlos de ingenuos, pero tienen la indiscutible pretensión de llamar nuestra atención sobre fenómenos urbanos que fácilmente tendemos a descalificar, pues no hacen parte de nuestros estándares de vida. Y lo logran. Miremos por un momento dos ejemplos que se salen de nuestros cánones de vida urbana digna. Imágenes 16 y 17

3. DOS CASOS DE INFORMALIDAD PLANIFICADA EN LA COMUNA 20 Para probar la precariedad de la acción gubernamental en un contexto local he recurrido a experiencias de campo en la comuna 20 de Cali 17 . Un recorrido por parte de ella muestra una sorprendente simultaneidad de formas de ocupación del suelo, que van desde el pasaje hasta la manzana pasando por los callejones, teniendo en cuenta la topografía o haciendo caso omiso de ella. Igualmente se observan sin dificultad gran variedad de tipos edificatorios y etapas de evolución de las viviendas. Por un lado se destacan los tugurios recién levantados por los recién llegados; algunos de ellos exhiben sin ningún recato su trofeo, un nuevo material de cerramiento: partes de las mallas plásticas que delimitan la obra del Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM) de Cali, el Masivo Integrado de Occidente (MIO). Por el otro, varias construcciones que desafían la gravedad al edificarse sobre terrenos de grandes pendientes; hacia la diagonal 51, principal acceso de la comuna, viviendas más estables y de mayor tamaño, “de material”. Es un elemento común la presencia de calles pavimentadas, con uno que otro espacio verde de carácter público. La mayoría de estos procesos se verifica sin que se vean comprometidos los recursos del municipio. Veremos que a veces cuando éste interviene, no lo hace de la manera más afortunada. Imágenes 18 a 21

Uno de los lugares elegidos en la comuna 20 como campo de trabajo para verificar la precariedad de las intervenciones del municipio es la diagonal 51, principal acceso vehicular hacia la comuna y paso obligado de las rutas de transporte público urbano que entran y salen de ella. A pocas cuadras de distancia entre sí, y relacionados con esta carrera, se encuentran los dos casos que deseo analizar: el primero tiene que ver con un puente peatonal; el segundo, con la repavimentación de parte de la Diagonal 51. Aquí hago eco del concepto de “informalidad planificada” que sugiere el arquitecto David Millán, y que se refiere a Imagen 22

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Gildardo Vanegas, p.78. Los recorridos por el sector fueron realizados en septiembre de 2007 con el arquitecto Óscar Ballesteros Gaviria, compañero de estudios universitarios y quien desde hace 36 años habita allí. 17


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Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES procesos ligeramente planificados. Creo que es posible adaptar dicha noción para señalar la falta de calidad de una intervención técnica promovida por agentes públicos 18 , defecto que se hace evidente en los dos casos que se citan a continuación. Caso 1: un puente peatonal que no salva vidas Hace unos años, con el fin de optimizar el flujo vehicular en el sector, la administración municipal de turno determinó la colocación de un puente peatonal que atraviesa la Avenida de los Cerros, en cercanías de la carrera 52. En términos de su diseño y ubicación, el puente en mención manifiesta cuatro errores de consideración. Imagen 23

En primer lugar, por su extremo occidental el puente invade el andén por medio de la rampa y la escalera de acceso, reduciendo el espacio de circulación peatonal. En segundo lugar, este extremo occidental está mal ubicado, pues no permite a los peatones llegar al otro lado de la diagonal 51, que es una vía de alto tráfico y por lo tanto potencialmente peligrosa para los transeúntes; en tercer lugar, la rampa y la escalera de acceso al puente por el costado oriental caen directamente sobre la calzada vehicular de servicio que pasa frente la Plaza de Mercado de Siloé. Para quienes vienen de la carrera 52 e ingresan la Avenida de los Cerros, dicha calzada evita el ingreso a la glorieta ubicada en la intersección de las calles mencionadas. La calzada vehicular clausurada por un error de diseño, y el correspondiente andén, han sido invadidos por vendedores ambulantes con tendencia a estacionarios, quienes se aprovechan de la interrupción del tránsito que provoca el diseño del puente. La paradoja del caso es que la presencia de la autoridad municipal, que se evidencia en la construcción del puente peatonal, incita a la ausencia de la norma, es decir, de la ley misma. Y no porque ella no esté presente: a una cuadra hacia el oriente se encuentra la estación de policía de Siloé. Finalmente hay que sumar el poco uso que los habitantes del sector le dan al puente, debido a la presencia de un semáforo peatonal media cuadra más hacia el norte. Imágenes 24 y 25

Caso 2: una calzada vehicular nueva con andén viejo Entre las obras complementarias del Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM) de Cali, el Masivo Integrado de Occidente (MIO), fue incluida la repavimentación de la carrera 52. Tuve la oportunidad de observar la intervención durante dos meses, día de por medio, e intuir dos cosas: primero, que ante la lentitud de la obra y la gran cantidad de material de relleno a compactar, no se podría esperar el uso de pavimentos de concreto reforzado; la segunda, que la intervención no contemplaría la reposición de los andenes, sorprendentemente anchos aunque ampliamente invadidos y en estado aceptable. El primer caso se cumplió según mis expectativas: se utilizó asfalto en vez de pavimento de concreto reforzado. Para mi sorpresa sí se realizó la reposición de andenes, aunque de la manera más burda imaginable: los contratistas sustituyeron sólo un metro de andén a lo ancho en toda la extensión de la obra, sin respetar las normas de diseño contempladas para el tratamiento del espacio público en el SITM. Imágenes 26 y 27

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David Millán Orozco, Op. Cit., p.57.


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Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES Eso no debería sorprendernos si tenemos en cuenta que el valor del kilómetro lineal en el SITM de Bogotá, Transmilenio, es del orden de dieciocho millones de dólares, enfrentados a los cuatro del MIO. ¿Dónde está la diferencia? En que para el caso de Cali no se contempla la realización de la subterranización de redes eléctricas, la reposición de redes de acueducto y alcantarillado más allá de lo necesario, la colocación de nuevos postes y luminaras para alumbrado público, así como la construcción de ciclorutas, andenes amplios y con ayudas para invidentes y discapacitados, puentes peatonales, y mobiliario urbano 19 .

4. A MODO DE CONCLUSIÓN La ambivalencia que existe hacia la comuna 20, como frente a todo asentamiento informal en Cali, muestra una actitud mojigata de parte de un sector de la sociedad caleña que no desea su presencia pero que en este caso la tolera a medias, pues por un lado hay quienes ambicionan su ubicación por las espectaculares vistas que se tienen de la ciudad desde la ladera; esto lo comprobé en mi época de estudiante de arquitectura. Por el otro, lo perturbador de su presencia no impide que los fines de semana se observen en la parte baja de la ladera flamantes vehículos cuyos precios equivalen al de tres o cuatro míseras viviendas de interés social y escaso interés arquitectónico. ¿La razón? La presencia de la plaza de mercado de la La Nave, ubicada en la parte baja del barrio Siloé y reconocida por el bajo precio de sus productos, gracias a la ausencia de intermediarios entre productores y consumidores. Sin embargo esa sociedad que repudia la ocupación de hecho de la comuna 20, en las noches de diciembre admira su apariencia de arbolito de navidad coronado por una estrella. E identifica la ladera con un pesebre, el único recuerdo cotidiano de la pobreza que es admitido por la tradición judeocristiana y católica de los estratos 5 y 6 de la ciudad. Imagen 28

Por otro lado hemos visto que la presencia del Estado a través de la municipalidad ha sido bastante desafortunada. El problema de la marginalidad de la comuna 20, como es el caso de otras comunas de la ciudad formadas por asentamientos informales, no es sino la muestra de criterios oportunistas de segregación que no son consecuentes con las diversas realidades de los barrios que las conforman. No todos los barrios de la comuna 20 se encuentran en igual nivel de transformación, o de recursos de sus habitantes; uno de los aspectos que ayudaría en gran medida a la construcción de la formalidad parte de la revisión de esta nueva forma de segregación. Imagen 29

Si entendemos lo urbano como un sistema de relaciones entre las personas, entonces tendremos que concluir que tristemente no existe la voluntad política de los gobiernos locales por producir una integración real entre las dos ciudades, la formal y la informal, mediante el diseño de un espacio público de calidad, que estimule los encuentros entre las personas y no que los disuada y separe. Y la comuna 20 seguirá siendo un pesebre, del cual sólo nos acordamos en las noches de diciembre.

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La información fue suministrada por el arquitecto Carlos Botero durante el seminario “Panorama de los estudios urbanos en Colombia”. Cali: universidad Icesi, junio 7,8 y 9 de 2007.


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BIBLIOGRAFÍA ALCALDÍA DE SANTIAGO DE CALI, DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE PLANEACIÓN MUNICIPAL. Cali en cifras 2005. Cali: Impresora Feriva S.A., 2006. ________________________ , Cali en cifras 2006. Cali: Impresora Feriva S.A., 2007. Cali ciudad de América. Cali solicita la sede de los VI Juegos Panamericanos. Cali: Carvajal & Cía, 1967. HANNERZ, Ulf. Exploración de la ciudad. Hacia una antropología urbana. Primera reimpresión. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1993. (Versión castellana de Isabel Vericat y Paloma Villegas, Exploring the City. Towards an Urban Antropology. Nueva York: Columbia University Press, 1980. PALACIOS BURGOS, Álvaro (coordinador). Cali 450 años. Cali: Propal S.A., 1986. PINÓN, Juan Luis (coordinador). La recomposición de la Ciudad Informal. Tomo 1. Valencia: Centro Internacional Ciudad Informal, 2001. RUEDA GARCÍA, Nicolás; RUEDA SINISTERRA, Diego. Desarrollo Urbano y Pobreza en Bogotá D.C. Bogotá: Javegraf, 2005. VAN DER HUCK, Felipe. Diez fragmentos sobre la ciudad, el espacio público y lo urbano. Documento inédito. Cali, 2006. VANEGAS MUÑOZ, Gildardo. Impresora Feriva S.A., 1998.

Cali tras el rostro oculto de las violencias. Cali:


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