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Tarek W. Saab: es un corrupto

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de la muerte

de la muerte

Tarek William Saab A la corrupción hay que caerle a patadas

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Poeta. Abogado. Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela. Antes fue defensor de los derechos humanos, diputado, constituyentista, gobernador del estado Anzoátegui.

— ¿Cómo conciliar la poesía con la Fiscalía General de la República? — Conciliar el trabajo de la Fiscalía con la poesía a veces es dramático, porque casualmente mi labor como Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela es liderar la acción penal; es decir, ver expedientes que tienen que ver con homicidios, atracos, estafas, violaciones a los derechos humanos, delitos de corrupción, todo lo que pudiera significar la atrocidad más inhumana que pueda tener un ser vivo, que va desde el narcotráfico al feticidio, las violaciones. Imagínate tú la tensión mental y la fortaleza que uno puede tener, yo creo que no me he convertido en un burócrata y en cada cargo he tenido un toque diferente, porque mi alma de poeta ha sido alimentada por muchos poetas, que me han salvado y me han mantenido y van a mantener hasta el día de mi muerte mi esencia de poeta. — Hay quienes dicen: “para que haya paz, es necesario que haya justicia”. ¿Se está haciendo lo necesario para que haya justicia? — Pudiéramos decir que es casi imposible que con impunidad, sin justicia, y sin que haya sanción ni castigo a quienes delinquen, a quienes cometen violaciones expresas a la ley y a la Constitución, pudiera simultáneamente a eso haber paz; por lo tanto, es totalmente cierto, verificablemente cierto, como diríamos nosotros, algo dentro del marco de la ley, pero también dentro del marco de la convivencia, de la civilización actual. Para que pueda existir un mínimo de estabilidad política democrática, para que haya un mínimo de concordia tiene que haber una lucha incansable, permanente, diaria, en pro de los derechos humanos, y por cierto eso es parte de la consigna de nuestra gestión en el Ministerio Público, por la justicia y los derechos humanos, eso trae paz. — El poeta Rimbaud escribió: “Una noche senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié. ¿Dónde sentaría el poeta Tarek a la corrupción? — En este caso, a sentar a la corrupción, yo no diría en las rodillas, yo diría que hay que sentarla en los pies, para caerle a patadas, en los puños para caerle a puños, para demolerla, para triturarla, porque en verdad la corrupción es la que daña, porque al lado de un funcionario corrupto hay un empresario corrupto, un policía corrupto, y tú ves entonces diseminando todo eso hacia abajo, y esa mala vibra de corrupción va a permear en todos los tejidos de una sociedad, hasta destruirla, que es lo que les conviene siempre a los grandes centros de poder para sojuzgar a los pueblos, porque fíjate que los grandes imperios históricamente crecen de la mano de la corrupción en todas sus formas, dentro y fuera de las naciones que ellos sojuzgan; por lo tanto, no es la corrupción solamente del asalto al erario público nacional, es también la corrupción moral. Por ejemplo, un traidor a los principios éticos es un corrupto, ponte que no se robe un centavo, pero ya su mala conciencia pudre su sentido decente y lo convierte en todo lo contrario, en un inmoral, en una persona que puede dañar inclusive familias, grupos humanos donde esté. Por lo tanto, yo creo que a la corrupción hay que colocarla en el piso y entrarle a patadas. — Después de haber ejercido como defensor de los derechos humanos, ante la realidad que vive el país, ¿siente que valió la pena, porque ahora hay más respeto por la vida? — Esa tarea siempre será viva, permanente y ha valido la pena, porque, sin cuartel, el Estado venezolano persigue, sanciona, más allá de los informes que puedan hacer fuera del país a quienes violan derechos humanos, quien torture, quien mate, quien viole la integridad física o la libertad personal de un ser humano, por ser un torturador, un criminal, sabrá que bajo el imperio de la ley será sancionado con la privativa de libertad que le corresponde, por lo tanto siempre va a valer la pena. — ¿Qué poema se le puede escribir a lo que está pasando con la oposición en la Asamblea Nacional. — Yo creo que no merece un poema, ni un solo verso, lo que hace ese sector apátrida que adversa al Estado venezolano, que prefiere entregarle nuestra riqueza a un psicópata que hoy dirige el imperio del norte, que prefiere que nos invadan, que nos ocupen, que nos masacren. Por lo tanto, no merecen un solo verso, un solo poema, si acaso pudieran merecer la crónica de una muerte anunciada.

El campeonato mundial de ajedrez que se celebró en Reikiavik, capital de Islandia, en 1972, paralizó el mundo del deporte y el mundo político. Porque se estaban enfrentando Bobby Fischer y Boris Spassky. Un estadounidense y un ruso. Desde el 1° de junio de 1972 y hasta el 2 de septiembre, el mundo hablaba de Bobby Fischer, quien no tenía nada que ver con la política, como él mismo lo declaró: “Juego honestamente y juego para ganar. Si pierdo, tomo la lección”. El 2 de septiembre se convirtió en campeón mundial al vencer a Spassky en 21 juegos: 12,5 puntos a 8,5 puntos. Con 29 años, Fischer se convirtió en campeón mundial desde 1972 hasta 1975, cuando se negó a defender su título frente a Anatoly Karpov. Fischer, a partir de ese momento, se encierra y no sale a competir. A los 14 años había ganado el campeonato de Estados Unidos y se convirtió en Gran Maestro Internacional. Para muchos ha sido el jugador más brillante del mundo del ajedrez. Su madre le regaló un juego de ajedrez y a los seis años aprendió a jugar. Nació el 9 de marzo en Chicago, y murió a la edad de 64 años, el mismo número de casillas que tiene el tablero de ajedrez, el 17 de enero de 2008, en Reikiavik, Islandia, donde había ganado el campeonato mundial de ajedrez.

LA PÁGINA | DE AQUILES

La semana pasada publicamos un primer grupo de poemas de Aquiles Nazoa a los que diversos compositores han puesto música, convirtiéndolos en muchos casos en canciones emblemáticas del repertorio popular venezolano. Con esta segunda entrega completamos una selección que consideramos bastante representativa de esos poemas musicalizados, aunque sabemos que son muchos más los que han

CANCIONES (Y II)*

estimulado la creatividad de numerosos compositores, para darle un bello acento musical a la ya bella poesía de Nazoa. Con estas canciones seguimos la fi esta que desde CiudadCCS venimos anunciando para el centenario del nacimiento de nuestro Ruiseñor de Catuche, y que celebraremos en grande el próximo 17 de mayo de este año 2020.

El último pandehornero

Música de Omar Acosta

Para Enrique Bernardo Núñez

Va el pandehorno, va el pandehorno, va el pandehorno abicochao, el que comen lo muchacho ¡cuando etán enamorao…!

Calle arriba y calle abajo, diciendo el viejo pregón por el que canta el recuerdo de un tiempo que ya pasó; calle abajo y calle arriba, furtivo como un rumor, con un cristal de nostalgia quebrándosele en la voz, va el último pandehornero por esas calles de Dios. Las roscas en el canasto -¡tan tostaditas que son!- tienen la color morena y hasta la misma calor de la mano campesina que en oro las modeló, y del mantel que las cubre -blanco mantel de algodónfluye un aroma casero -leña, maíz, papelóncon que olorosas las calles va dejando el vendedor a lejanísimos campos con maizales bajo el sol.

Va el pandehorno, va el pandehorno, va el pandehorno abicochao, el que comen lo muchacho ¡cuando etán enamorao…!

Esperanza

Música de Eduardo Serrano

Cuando los barcos rotos y desiertos sueñan bajo la luna con zarpar, por las calles nocturnas de los puertos va mi canción al mar.

Yo soy tu amor viajero, mi capitán, en mi vela más alta va tu recuerdo y mi voz por la brisa te busca en el mar.

Beso largo de espuma te daría para ser en tus brazos como el mar y hechizarte de bruma y lejanía y ensoñación lunar.

Yo soy tu amor viajero, mi capitán, en mi vela más alta va tu recuerdo y mi voz por la brisa te busca en el mar.

Serenata a Rosalía

Música de Xulio Formoso

o sin ella Rosalía.

Levántate, Rosalía, a ver la luna de plata que el arroyuelo retrata y el lago fotografía…

Levántate, vida mía; ¡anda, pues, no sea ingrata! Levántate con la bata, Ay, levántate mi nena: sé complaciente, sé buena y ¡levántate, por Dios!

Levántate, pues, trigueña, que esta cama es muy pequeña y no cabemos los dos! La ciudad vuelve a su infancia cuando escucha su pregón y las antiguas ventanas tornan a abrirse en su honor y en el ojal del pasado revive la vieja flor, en tanto que el pandehornero va de portón en portón como el último recuerdo de un tiempo que ya pasó. ¡Viejo tiempo en que Caracas, vestida de tradición, al Ávila se asomaba como a un florido balcón para escuchar las romanzas que le cantaba el amor, y los domingos se abrían como abanicos de sol para gentiles paseantes con modales de salón que con helados de fresa se quitaban el calor o asistían a retretas donde en la parte mejor los niños en los tranvías pasaban diciendo adiós, en tanto que el pandehornero desgranaba su pregón:

Va el pandehorno, va el pandehorno, va el pandehorno abicochao, el que comen lo muchacho cuando etán enamorao…!

Calle arriba y calle abajo, diciendo el viejo pregón por el que canta el recuerdo de un tiempo que ya pasó, va el último pandehornero por esas calles de Dios.

ILUSTRACIÓN: CLEMENTINA CORTÉS

Las lombricitas

Música de Juan de Jesús Aguilar

Mientras se oía desde una rosa la deliciosa marcha nupcial que con sus notas creaba un ambiente completamente matrimonial.

Dos lombricitas de edad temprana, cierta mañana del mes de abril solicitaron en la pradera al grillo, que era jefe civil.

Al punto el grillo con dos plumazos ató los lazos de aquel amor. Las lombricitas se apechugaron y se mudaron para una flor.

Tras una vida dulce y risueña, con la cigüeña las premió Dios. Y cuando abrieron las margaritas, las lombricitas ya no eran dos.

La primorosa recién nacida pasó la vida sin novedad. Y al cuarto día de primavera ya casi era mayor de edad.

Quiso ir entonces a una visita, y su mamita le dijo:-¡No! Mas de porfiada salió a la esquina y una gallina se la comió.

Canción con una estrella

Música de Juan Carlos Núñez

Al cielo de diciembre le ha nacido una estrella; por las calles del alba juega un niño con ella.

Como el mundo es tan grande, y él tan pequeño, ella lo lleva en brazos, como en un sueño.

Y con rumbo a la luna del peregrino, los escolta un cocuyo por el camino.

Al pasar por la casa del niño dios, un pañuelo de nube les dice adiós.

Por las calles del viento cantando van una estrella y un niño de nombre Juan.

Al cielo de diciembre le ha nacido una estrella; un niño entre la noche va cantando con ella.

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