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Serge Herbiet Sovet. Carrés. 2016

Floralia, la palabra que no existe.

No, esta palabra no existe, la inventaron los romanos y todos la conocemos, pero esta palabra no existe, no existe ni en inglés ni en castellano ni en francés. Cuando la leemos todos la entendemos y todos la vemos, ella atraviesa los idiomas y los lenguajes tal cuál una gran dama de la Roma milenaria desplegando sus pétalos de colores iridiscentes y formas volátiles. Extraña palabra aquella que entendemos, que podemos ver y que nos pone a soñar.

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Autorretrato de una nariz con la máscara de una mujer sol.

Las máscaras no tienen olor ni sabor, sólo tienen dolor, el dolor de quienes se encuentran detrás de ellas. Las máscaras son el retrato del reinado de los desfigurados cuando salen a probar la luz, cuando se atreven a buscar otras máscaras para reconfortarse, para calmar sus ansias de tener un alma, un alma limpia, aunque sólo sea por un momento.

Perplejidad.

Perplejidad, nuestra eterna acompañante, madre de la duda y hermana del inconformismo. Siempre esta allí, es inmortal, existe desde los tiempos de los tiempos y existirá hasta el final de los tiempos. Ella es el tiempo.

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