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Introducción

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Fuentes

Fuentes

El hallazgo de nuevos documentos e, incluso, el descubrimiento a través de distintas fuentes tanto españolas como portuguesas, de nuevos datos biográficos de doña Mariana Manrique Enríquez de la Vega, han acrecen tado nuestro interés e incluso nos han generado una mayor curiosidad por conocer el itinerario de la vida de esta mujer singular, que irrumpió en la sociedad del archipiélago canario a fines del siglo XVI y que mantuvo las riendas del marquesado de Lanzarote casi hasta los momentos anteriores a su óbito en el año de 1633.

La Marquesa, como le gustaba llamarse y titularse, llegó a Canarias joven, si la comparamos con el Marqués, que era ya un hombre maduro. Las idas y venidas de don Agustín de Herrera a la Corte, así como a la isla de Madeira, de donde procedían los Teves, hicieron que el Marqués entrara en contacto con dicha familia, que procedía de la isla portuguesa, donde tenían propiedades y habían creado un mayorazgo, además de servir empleos importantes en la corte de Felipe II.

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Doña Mariana llega a Lanzarote después de su matrimonio, celebra do en Madrid en 1588, y, aunque tuvo algunas ausencias de la isla mientras vivía su marido, una vez fallecido se incorpora de manera acti va al señorío, pues una de las preocupaciones más importantes que te nía don Agustín era que los titulares del señorío residieran en las islas.

En Canarias, su vida se desarrolla a caballo entre Lanzarote y Gran Canaria, pues en ambas islas poseía posada, lo cual le permitía estar menos aislada, especialmente para una mujer acostumbrada al bullicio de la Corte.

En los primeros años de su gobierno, ejerciendo como tutora y cura dora de su hijo, mantuvo el control de sus posesiones sin intermediarios; sin embargo, a partir de sus ausencias, algunas a la Corte, otras a Gran Canaria y otras a Madeira, se ve en la necesidad de poner al frente del mar quesado a personas de su confianza, tanto en el gobierno como en la hacienda.

El control del estado1 la llevó a enfrentarse a los problemas derivados de la herencia de su marido, el Marqués, así como a la defensa de los derechos de su hijo frente a los acreedores que cayeron como aves de presa sobre los bienes del señorío, razón por la cual mantuvo pleitos con sus parientes y con distintas instituciones, siempre con el deseo de salvaguardar la independencia del territorio frente a intromisiones externas.

La Marquesa se mantuvo activa incluso después de la celebración del matrimonio de su hijo, el marqués efectivo, con doña Luisa de Guzmán, pero, a la muerte de su vástago en 1632, abandonó el estado y esta ble ció su residencia en Las Palmas, lugar donde otorgó su última voluntad y tuvo efecto su óbito en 1633.

1 Cuando hablamos del estado, lo hacemos en sentido del territorio sobre el que tenía posesión y derechos el titular del marquesado. En lo sucesivo, se usará dicha palabra en tal sentido.

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