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Isidra Martínez: empresarismo con sentido para nuestros mayores

Segundo de una serie de perfiles sobre mujeres emprendedoras en el Mes de la Historia de la Mujer

Metro Content Lab Hay ocasiones en que la búsqueda de tus sueños y de un mejor futuro puede resultar en alejarte de tu casa, de tu tierra y de tu parentela. Y la distancia siempre lleva consigo en la maleta la melanco- lía y provoca que nos perdamos momentos únicos de la vida de esos seres queridos que tuvimos que dejar atrás. La lejanía tiene esa particularidad de agravarlo todo cuando toca la muerte de una madre, estando uno lejos de ella, y a partir de ahí la vida claramente te cambia para siempre. “Vine a Puerto Rico bien joven, dejé a mi mamá en Santo Domingo y no le di ese calor que merecía. Cuando quise compar- tir con ella ya era tarde y falleció en Santo Domingo. Me quedé con eso en mi corazón y me dije que pondría un cuido de envejecientes para darle cariño a los viejitos que a sus hijos les pudo haber pasado lo mismo que a mí”, expresó Isidra Martínez.

Era el 2015 cuando Isidra abrió las puertas de la “Casa Hogar Victoria” en San Juan.

Pero antes de ver materializado su anhelo los retos y las dificultades tocaron a su puerta.

“No tenía mucha idea (sobre lo que era ser empresaria), pero vine aquí (al Centro para Puerto Rico Fundación Sila M. Calderón) a tomar los talleres (del Programa de Desarrollo Empresarial para la Mujer). Tuve una dificultad porque a mi esposo le dio un derrame cuando llevaba tres semanas tomando los talleres y pensé que no podría seguir, pero aquí me apoya- ron. Éramos sólo mujeres y nos dieron educación financiera y me ayudaron con la permisología. Me enseñaron cómo llevar el negocio”, recordó.

En octubre de 2015 Isidra recibió a su primer residente. Recuerda a aquella anciana mujer que estuvo bajo su cuidado seis meses. Luego se quedó sin nadie y el desespero de ver inoperante su negocio la abrumó.

“Pensé que no iban a llegar más viejitos. Me desesperaba hasta que en febrero de 2016 me llegó otra residente y ahí comencé a ver la luz. Continuaron llegando viejitos hasta el sol de hoy que tengo 27 residentes y estoy llena a capacidad. Es una maravilla que todo me ha ido bien. He tenido dificultades como todos, pero no me rindo porque abrí (el centro de cuido) por motivo de mi mamá y quiero seguir adelante”, puntualizó.

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