Daniela Pastrana

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Violencia

MĂŠxico Periodismo en fuga

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n la mañana del sábado 24 de septiembre de 2011, la policía de Nuevo Laredo, Tamaulipas, informó del hallazgo de un cuerpo decapitado de una mujer, junto al cual había dos teclados de computadora, cables, un reproductor de discos y una cartulina con un mensaje en contra de los usuarios de redes sociales. Horas más tarde, las autoridades informaron que se trataba de la periodista Elizabeth Macías Castro, jefa de redacción del diario Primera Hora, un diario propiedad de Benjamín Galván Gómez, el alcalde de esa ciudad fronteriza con Estados Unidos. Macías Castro había desaparecido desde la noche anterior. Hasta entonces, nadie sabía que la periodista era también la moderadora del sitio www.nuevolaredoenvivo.es.tl, en cuyo concurrido chat utilizaba el sobrenombre de “la NenaDLaredo”.

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La noticia se esparció por las redes sociales. Los medios nacionales e internacionales relacionaron al crimen con el asesinato, dos semanas atrás y en esa misma ciudad, de dos jóvenes que presumíblemente colaboraban en el Blog del Narco1, cuyos cuerpos aparecieron colgados de un puente, junto a una manta que ponía en la mira a los blogueros. En el caso de Macías Castro, la fiscalía de Tamaulipas emitió un comunicado de dos párrafos en el que expresaba “sus más sentidas condolencias” a los familiares. Para el estadunidense Comité para la Protección de Periodistas, este asesinato marcó un hito en las redes sociales, pues “muestra que frente a grupos delictivos tan influyentes y todopoderosos, el velo del anonimato en internet ya no ofrece protección”2. Lo cierto es que el crimen resume varias modalidades de ataques a la prensa inauguradas durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón: ataques a medios de comunicación con explosivos y armas de alto poder; periodistas desaparecidos, engullidos por la “guerra”; periodistas obligados al exilio, agresiones graves a mujeres periodistas y a trabajadores de medios de comunicación, e intervención directa de los criminales en las redacciones, especialmente de medios impresos. Todos son fenómenos que no existían en México antes de diciembre de 2006 y que tomaron desprevenida a una prensa mal preparada, sin herramientas de

Los periodistas hojear los periódicos nosBasta convertimos en o pasar por los canales corresponsales de noticiosos encontrar una guerra enpara nuestros enorme territorios, cantidad de noticias propios insustanciales, pero también,irrelevantes, en innecesarias. objetivos de guerra.

investigación, y en muchos lugares corrompida por los políticos y alejada de la sociedad. Los periodistas de muchas regiones quedaron atrapados en esa guerra, que no fue contra las drogas, como se nos dijo, sino por el control de los territorios. Sin preparación alguna, los periodistas nos convertimos en corresponsales de guerra en nuestros propios territorios, pero también, en objetivos de guerra. El saldo, al final del sexenio, fue de medio centenar de periodistas asesinados y al menos 19 desaparecidos, una cifra que triplica los ya terribles números del sexenio anterior. Hoy, las agresiones a la prensa en México son un poliedro de muchas dimensiones. La falta de confianza de los periodistas hacia las instituciones gubernamentales es un fuerte obstáculo para la documentación; la no colegiación del gremio y la ausencia total de investigaciones de las agresiones provocan que cada organización que monitorea estos ataques tenga sus propios criterios de registro y, por lo mismo, cifras distintas a las demás. A partir de 2010, comenzó a registrarse un nuevo elemento de complejidad que distingue a México de otros países de la región: el “control riguroso” que los grupos criminales tienen sobre la actividad de los periodistas en varias regiones3. La batalla ganada en un territorio. Tamaulipas es uno de los cinco estados del país que reporta las tres formas más graves de agresión a la prensa (periodistas asesinados, desaparecidos y ataques con explosivos a medios de comunicación). Ahí, el crimen instaló una suerte de “gobierno paralelo” y el estado se convirtió en una extensa zona silenciada por el miedo. Ejemplos sobran. En los primeros días de marzo de 2010, The Dallas Morning News alertó del secuestro de al menos ocho periodistas mexicanos en la ciudad de Reynosa. Solo se presentó una denuncia por uno de ellos y el CPJ logró documentar otros tres casos4. Del resto no se sabe nada. Ningún medio mexicano ha publicado sus nombres y los periodistas en el estado se niegan a hablar de lo que pasó, aunque aceptan que la nota es cierta. En agosto de ese mismo año, el alcalde de un municipio cercano a la capital del estado fue emboscado cuando viajaba con su hija de 10 años. Todos los diarios de la capital del estado publicaron esquelas, pero ninguno publicó la noticia. Ese mismo día, una balacera en la región del río Pánuco, al sur de Tamaulipas, que duró más de nueve horas, tan solo pudo conocerse a través de Twitter. ¿Por qué extrañarnos? Dos días antes, la principal televisora de la región había amanecido con la señal apagada, luego de que un coche-bomba estallara frente al canal. Un ataque que, como en 9 de cada 10 casos, sigue impune.

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Las señales del monstruo que se estaba gestando y que casi nadie quiso ver comenzaron en Ciudad Juárez, Chihuahua, con el asesinato de Armando Rodríguez Carreón, reportero de la fuente policiaca del Diario de Juárez, en noviembre de 2008. El Choco, como le decían sus compañeros, fue acribillado en la puerta de su casa, cuando llevaba a su hija a la escuela. Desde el inicio, sus colegas y familiares señalaron el posible involucramiento de autoridades en el asesinato, pero esa línea de trabajo no se exploró en las investigaciones, que cinco años después siguen sin registrar ningún avance. Lo que sí se multiplicó fue el número de periodistas asesinados en el país. El Diario de Juárez sufrió una segunda baja en septiembre de 2010, cuando fue asesinado -en una plaza comercial- el fotógrafo de 21 años, Luis Carlos Flores, quien realizaba prácticas profesionales. En esos días, la tasa de homicidios en Juárez había llegado a 229 por cada 100 mil habitantes, lo que la ubicaba como la ciudad más violenta del mundo. El 19 de septiembre, los directivos del Diario lanzaron en su editorial un controvertido mensaje a las bandas criminales, reconociéndolas como “autoridades

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de facto” en la ciudad: “Queremos que nos expliquen qué es lo que quieren de nosotros, qué es lo que pretenden que publiquemos o dejemos de publicar, para saber a qué atenernos”5. El mismo camino siguió, meses después, el periódico Vanguardia, en Coahuila6, y otros diarios como El Noroeste, en Sinaloa y El Imparcial, en Sonora, se vieron obligados a hacer pública su postura frente a la cobertura del narcotráfico, tras los ataques armados contra sus oficinas. La interlocución de medios y victimarios no fue la única frontera que se cruzó en 2010. El 19 de abril, las bandas criminales impusieron una suerte de toque de queda en Morelos, estado colindante con la capital del país; ese mismo día circuló un correo electrónico anónimo con nombres de 27 periodistas “traidores”, como respuesta al asesinato del narcotraficante Arturo Beltrán Leyva, abatido meses atrás en esa ciudad. A finales de julio, la violencia alcanzó por primera vez a medios nacionales, con el secuestro de tres camarógrafos del Grupo Multimedios y Televisa, la televisora más poderosa del país. La condición de sus captores para liberarlos era que los dos medios transmitieran tres videos de un narcoblog en sus noticieros locales. Los reporteros fueron liberados tras seis días de cautiverio y tiempo después huyeron a Estados Unidos, donde solicitaron asilo. La presión de las organizaciones de la sociedad civil forzó al Gobierno federal a tomar medidas para la protección de periodistas y defensores de derechos humanos, que se concretizó en una ley en julio de 2012. Un año después, las organizaciones participantes admiten que las medidas adoptadas son pobres e insuficientes7. No hay voluntad política para atender la emergencia –y sí es una emergencia-, y en todos los informes de la sociedad civil siguen siendo los agentes del Estado los principales agresores de la prensa8. Tampoco propietarios y concesionarios de medios de comunicación nacionales están dispuestos a cambiar sus prácticas, sacrificar sus ganancias o asumir un compromiso para la protección de sus trabajadores. El 24 de marzo de 2011 más de 700 medios de comunicación firmaron el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia9 impulsado por las televisoras. El acuerdo de 10 puntos contemplaba, entre otras cosas,

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Daniela Pastrana México

Periodista especializada en derechos humanos y conflictos sociales. Es corresponsal en México de la agencia IPS y directora ejecutiva de Periodistas de a Pie, una organización que promueve la profesionalización de periodistas y la defensa de la libertad de expresión. Crónicas suyas aparecen en diversas antologías. Ha sido becaria de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y de la Fundación Prensa y Democracia (Prende), y forma parte del colegio de profesores de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.

Las señales del monstruo que se estaba gestando y que casi nadie quiso ver comenzaron en Ciudad Juárez, Chihuahua, con el asesinato de Armando Rodríguez Carreón, reportero de la fuente policiaca del Diario de Juárez, en noviembre de 2008.

no prejuzgar culpables, desechar información que provenga de grupos organizados, hacer coberturas conjuntas y no firmar notas ni hacer enlaces en vivo en zonas violentas. Pero no llegó a cumplir un día de vida. Antes de 24 horas, la cobertura del asesinato de un conocido animador de televisión en el norte del país, mostró que ninguno de los firmantes estaba dispuesto a seguir las reglas. Así, mientras en el país se van extendiendo las zonas de silencio forzado, en las que los grupos delictivos deciden qué se informa y qué no, las investigaciones de los crímenes de periodistas están detenidas o -en el mejor de los casos- siguiendo pistas ajenas a la labor periodística. Los expedientes de los reporteros desaparecidos reposan en un limbo jurídico y los funcionarios trasladan la responsabilidad de aportar pruebas a familiares y colegas. Muchos periodistas han optado por el silencio o la soledad del exilio (hay al menos 12 periodistas desplazados y 14 exiliados fuera del país). Y los gobiernos regionales, cada vez más, caen en la tentación de promulgar leyes para controlar la información que se difunde en internet y en las redes sociales, que habían funcionado como válvulas de escape de información en las zonas controladas por grupos criminales. En la Red de Periodistas de a Pie, cada día recibimos un SOS de un compañero en peligro. Quien sabe cómo, de ser una organización de periodistas que promueve la capacitación, nos hemos ido convirtiendo en una central de atención de emergencias. Y cada día vemos cómo el periodismo de investigación sucumbe y las franjas de silencio se extienden. “Estamos perdiendo el pulso y la

señal de algunas zonas que ya son territorios vedados para todos”, como dijo hace poco Marcela Turati10 a periodistas en Estados Unidos. De fondo, lo que prevalece es un enorme desprecio por la labor periodística y por el valor que tiene el periodismo libre para una sociedad democrática. Esa es, quizá, la mayor aportación que pueda tener la terrible experiencia mexicana para los países de la región que sufren agresiones contra la prensa. Quizá por eso, en la presentación del Reporte Especial sobre México que hicieron los relatores para la libertad de expresión de la ONU y la OEA, en abril de 2011, Catalina Botero urgió al Gobierno mexicano reconocer el valor de la labor periodística “desde las más altas esferas del Estado” y a construir un discurso que legitime el ejercicio periodístico e inhiba a quienes estigmatizan a la prensa. Porque la prensa independiente y profesional no es enemiga del Gobierno, sino aliada de la democracia. Y es urgente entenderlo, antes de que el silencio del miedo se siga tragando territorios enteros.

Notas

1. Un blog creado en 2010 para documentar los acontecimientos de la “guerra contra el narcotráfico” que se volvió muy popular por publicar imágenes y videos sin editar de decapitaciones, ejecuciones y torturas. Fue cerrado en mayo de 2013, tras la desaparición de uno de sus administradores y la huída de su creadora, que responde al seudónimo de “Lucy”. 2. Rafsky, Sara. Crimen de reportera marca hito para redes sociales. Blog del Commitee to Protect Journalists (CPJ). Publicado el 30 de septiembre de 2011. Disponible en: http://www.cpj.org/es/2011/09/crimen-de-reportera-marca-hitopara-redes-sociales.php#more 3. CEPET, 2010. De la autocensura a la interlocución con los victimarios. Disponible en: http://www.cepet.org/wp-content/uploads/2011/02/informe_2010_br.pdf 4. Silencio o muerte en la prensa Mexicana. Apéndice II: Periodistas desaparecidos. Blog del Commitee to Protect Journalists (CPJ). Publicado el 8 de septiembre de 2010: http://www.cpj.org/es/2010/09/silencio-muerte-prensa-mexicana-apendice-2.php 5. ¿Qué quieren de nosotros? Editorial de El Diario de Juárez. Reproducido en Radio Nederland International. Publicado el 20 de septiembre. Disponible en: http://www.rnw.nl/espanol/article/%C2%BFque-quieren-de-nosotros-articulo-de-eldiario-ciudad-juarez 6. Entre sombras. Editorial del periódico Vanguardia. Publicado el 13 de noviembre de 2010. Disponible en: http://www.vanguardia.com.mx/entresombras-589883-editorial.html 7. Díaz, Gloria. Alertan por fallas en Ley para Protección a Periodistas y Activistas. Revista Proceso. Disponible en: http://www.proceso.com.mx/?p=345837 8. Rosagel, Shaila. Autoridades, los mayores agresores de periodistas. Artículo 19; DF, Veracruz y Oaxaca, los más violentos. Publicado el 13 de marzo de 2013. Sin embargo. Disponible en: http://www.sinembargo.mx/13-032013/557660 Doble asesinato. La prensa entre la violencia y la impunidad. Artículo 19. México D.F., marzo de 2013. Disponible en: http://es.scribd.com/doc/130105381/Doble-asesinato-La-prensa-entre-la-violencia-y-la-impundad. 9. Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, (2011). Disponible en http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/HQ/CI/CI/pdf/media_standards/Art%2019%20memorandum%20on%20the%20mexican%20draft%20 federal%20act%20Acuerdo_Medios_23_marzo_2011.pdf 10. Discurso de Marcela Turati en la conferencia anual del IRE. Nuestra aparente rendición. Publicado el 6 de julio de 2013. Disponible en: http://nuestraaparenterendicion.com/index.php/blogs-ok/red-de-periodistas-de-a-pie/item/1856discurso-de-marcela-turati-en-la-conferencia-anual-del-ire#.Ud1L7flg-So

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