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LA GUERRA OLVIDADA
La Victoria Peruana en el Caquetá (12 de Julio de 1911)
Cap Tulo I Antecedentes Del Conflicto
Presencia peruana en la región amazónica
La presencia peruana en la región amazónica se da desde la época de la Colonia, a través de expediciones científicas y con fines de colonización que se organizaron con la participación activa de civiles, sacerdotes y militares. Es luego del valioso y documentado Informe del Intendente de Tarma Don José Urrutia y Las Casas al Virrey del Perú Don José Fernando de Abascal y Sousa, en 1808, sobre las grandes ventajas que resultan de la apertura de un camino a las montañas de Chanchamayo, siguiendo la ruta de lo que hoy es San Ramón y La Merced; motivando que las autoridades tanto eclesiásticas como militares propiciaran nuevas expediciones denominadas de Colonización, en las cuales, el Ejército contribuyó de manera preferente, como lo manifestara Urrutia en su informe: “Mediante el obsequio de herramientas para los pacíficos y el uso del cañón para los rebeldes” .
Desde la gesta emancipadora y surgimiento de los Estados republicanos en nuestro hemisferio, subsistía una controversia de límites entre el Perú y Colombia. Consagrado el principio del Uti Possidetis como norma general para determinar las fronteras de las nuevas naciones, o sea la prevalencia de la demarcación vigente en las respectivas circunscripciones coloniales, se resolvió acatar las disposiciones sobre linderos dictados por la corona española antes de 1810, fecha en que se inicia la eclosión libertaria.
El nacimiento de las diferentes naciones suramericanas como repúblicas independientes del dominio español, motivó que surgieran discrepancias entre éstas por los límites fronterizos, particularmente con los territorios amazónicos. Así Colombia y años más tarde Ecuador justificaban sus reclamos aduciendo que los antiguos territorios de Maynas, no habían sido efectivamente transferidos del Virreinato de Nueva Granada al Virreinato del Perú por la Real Cédula de 1802, a pesar que así lo disponía este documento oficial; por lo que se consideraban herederos de ese territorio al momento de la Independencia.
El referente histórico más antiguo entre Perú y Colombia es el Tratado de Guayaquil, firmado el 22 de Septiembre de 1829 entre la Gran Colombia y el Perú. Este tratado, también llamado Larrea-Gual, por haber sido suscrito por los ministros plenipotenciarios José de Larrea y Loredo (Perú), abuelo materno de Oscar R. Benavides y Pedro Gual (Colombia), no fue como se cree comúnmente un tratado de límites; sino un Tratado de Paz y Amistad.
El objetivo de este tratado, era poner oficialmente fin a las hostilidades entre la Gran Colombia y el Perú, que se habían enfrentado en una guerra entre 1828 y 1829. En cuanto a las fronteras, solo reconoció de manera general que el límite entre las dos naciones debía ser el mismo que existió entre los Virreinatos de Nueva Granada y del Perú, con las variaciones que ambas partes, de común acuerdo, juzgaran convenientes.
Es decir, dejó establecido que la antigua frontera virreinal sería solo una base referencial para un futuro trazado de límites. En definitiva, no hubo cambios territoriales, al mantenerse la situación previa al conflicto (statu quo), quedando pendiente la realización del tratado de límites. Esto último no se concretó, pues poco después la Gran Colombia se fragmentó en tres estados (Venezuela, Colombia y Ecuador), lo que implicaba la caducidad del tratado de Guayaquil, que quedó sólo como punto de referencia, realizándose a partir de entonces diversas negociaciones que al cabo de casi un siglo culminaron con el tratado que precisaba los mecanismos para la solución de los diferendos.
El Compendio de la Historia General del Ejército del Perú narra las principales expediciones con participación del Ejército, indicando que: “Luego de la independencia, se reanudan las expediciones militares y científicas. En 1834, el Sargento Mayor EP Pedro Beltrán apoya la exploración de los ríos Pachitea y Ucayali, por el estadounidense Andrés Mathews. Se hace un levantamiento detallado del río Huallaga hasta la desembocadura del río Chipurana, entre los ríos Huallaga y Ucayali” .
“En 1844, el Teniente EP Damián Nájar encabeza una expedición al río Santiago. En 1847, como respuesta al informe del Prefecto de Junín el antropólogo y naturalista arequipeño Eduardo de Rivero y Ustáriz, el gobierno de Castilla comisiona al General EP Fermín del Castillo y al Ingeniero Gregorio de la Rosa para la construcción de un fuerte en el valle de Chanchamayo, el cual llevará el nombre de “San Ramón” Expedición que sirvió de punta de lanza para la incursión en la selva.
Tratado Herrera – Duarte entre Perú y Brasil
El proceso de desmembramiento del territorio amazónico peruano se inicia en 1851, durante el gobierno de Don José Rufino Echenique, Con este Convenio perdimos un territorio de 56,507 Km2. El 23 de Octubre de 1851 se firmó en Lima la “Convención de Comercio y Navegación” con Brasil, entre el ministro interino de Relaciones Exteriores del Perú, don Bartolomé Herrera y el ministro plenipotenciario del Brasil, señor Duarte Da Ponte Ribeyro, convenio que incluyó un parcial acuerdo de límites de la parte norte de la frontera de ambos países; razón por lo cual también se le conoce como “Tratado Herrera – Duarte”
Esta Convención fue muy criticada porque el Perú aceptó el criterio del Uti Possidetis, por el cual renunciaba a territorios amazónicos ocupados poco tiempo atrás por población brasileña, a cambio del libre tráfico de mercaderías, productos y embarcaciones por la frontera y los ríos de ambos países.
Se fijó una línea de frontera imaginaria que partía de la población de Tabatinga hasta la desembocadura del río Apaporis por el norte y el Yaraví por el sur. La frontera del sur del Yaraví no fue entonces tocada, por ser territorio desconocido.
Este acuerdo se cuenta entre los actos internacionales más discutidos de la historia diplomática peruana, porque para llegar a un acuerdo con un país vecino se entregó territorio nacional. Otro punto de vista considera sin embargo que era necesario un entendimiento con Brasil, ante la amenaza potencial de los otros países limítrofes, Ecuador y Bolivia. La libre navegación por el Amazonas la obtuvo el Perú recién el 22 de Febrero de 1858, con la firma de una Convención Fluvial, ya bajo el segundo gobierno de Castilla.
El 10 de Marzo de 1853, el gobierno peruano creó el Gobierno Político y Militar de Loreto, asignándosele como capital la ciudad de Moyobamba. Abarcaba los territorios y misiones situadas al norte y sur del Amazonas y sus respectivos afluentes, conforme a la Real Cédula de 1802.
Ante este hecho, el ministro plenipotenciario de Nueva Granada (Colombia) en Lima, Mariano Arosemena, y el de Ecuador, Pedro Montayo, elevaron una protesta. José Manuel Tirado, por entonces canciller del Perú, sostuvo que, conforme al Uti Possidetis iure de 1810, esos territorios pertenecían a su país. Se basó en la Real Cédula de 1802 y la libre determinación de los pueblos.
Nuevas expediciones al oriente peruano
En el afán de incentivar la colonización, la legislación militar de 1863 prescribe que los militares y empleados de mar y tierra, en servicio a orillas y aguas del río Amazonas, acumularan el doble de tiempo de servicio”
“En 1864, el Teniente Coronel EP Mariano Delgado de la Flor, Jefe del Fuerte Militar de San Ramón, encabeza una expedición hacia los ríos Chanchamayo y el Najandaris. Su misión es apoyar el desarrollo de la agricultura y confección de puentes a la vez que darle seguridad. En ese año, el entonces Sargento Mayor EP Pedro Ruiz Gallo, realizó una expedición al río Cahuapanas. Esto permite visualizar nuevas tierras para el cultivo y la ganadería así como contar con una nueva trocha a Chachapoyas” .
“En 1865, el Coronel EP Francisco de Paula Secada, Prefecto de Loreto, encabeza una expedición y abre el camino de Moyobamba a Balsapuerto. Demora 22 días. En 1867, una Comisión Hidrográfica comandada por el Almirante de la Armada de los EE.UU. N. Tucker, los marinos Távara y Werhermann, explora los ríos de la Amazonia; forma parte de la expedición el Alférez de Fragata AP Leoncio Prado Gutiérrez, con apenas 14 años de edad, quien se pierde completamente solo en la selva del Pachitea, siendo rescatado por los nativos y entregado al sabio Antonio Raymondi e incorporado hasta 1868, en la Flotilla Fluvial del Amazonas, y que años después en 1883, se iba a constituir en héroe de La Breña.
En el libro “El Ejército del Perú en el siglo XIX” del Tte. Crl. EP Víctor Velásquez Pérez-Salmón indica: “El 25 de Abril de 1867 se establece el Puerto de San Antonio en la frontera peruano-brasileña. Este punto iba a ser en el futuro el Fuerte Militar “Gran Mariscal Ramón Castilla” , tomando un fundo allí existente. Estaba situado en la quebrada del Amazonas por la izquierda, cerca de Leticia, provincia de Bajo Amazonas, distrito de Loreto En ese lugar se inicia la línea fronteriza con el Brasil al Apaporis”
“Dicho Puerto, por disposición de la Comandancia General de Loreto, estuvo a cargo del Capitán EP graduado Benigno Bustamante, Gobernador del distrito de Loreto. El 15 de Junio de 1867, dicho oficial fue relevado por el Capitán de Corbeta AP Luis Sandi. Como es usual, en este tipo de terreno selvático, se iniciaron los trabajos con el desmonte del terreno y la construcción de un ramadón. Dirigió la obra el ingeniero Maximiliano Lievert, quien tuvo a su cargo a 30 peones, 10 procedentes del distrito de Loreto y 20 de Pebas” .
“Según relato de Raimondi, que en su itinerario de Chachapoyas a Tabatinga visitó el Fuerte en 1868, nos describe que: “Se hallaba a 600 metros de la población de Leticia y distante una milla de la quebrada de San Antonio, que sirve de raya entre el Perú y el Brasil. Tenía la forma de un hexágono alargado de 103 metros de largo”. El Fuerte fue construido para 20 cañones rayados de 18 a 32 libras. En él podía parapetarse la tropa pues estaba defendido el interior. Los ladrillos se fabricaban en Iquitos y la cal era traída del Brasil en barriles”
“En 1869, se realiza la expedición del Alto Marañón y el Pongo de Manseriche. Toman parte el Capitán de caballería EP Timoteo Smith, el Capitán de infantería EP Juan Manuel Tirado y seis Soldados de tropa. Hacia el río Huallaga explora el Teniente Coronel EP Manuel Mori Ortiz. En ese mismo año, prodigo en expediciones, el Capitán graduado EP José María Chang con el auspicio del Prefecto de Loreto explora los ríos Urubamba y el Ucayali. Otros oficiales desempeñan similares comisiones. Así vemos que el Teniente Coronel graduado EP Roberto La Rosa, es nombrado jefe de las fuerzas exploradoras de los ríos afluentes del Amazonas”
“A mediados de 1870 se realiza una expedición con el objeto de reconocer si son navegables los ríos Nieva y Alto Marañón, así como el Pongo de Manseriche y el Puerto de San Borja. Compone la expedición el Sargento Mayor EP Gregorio Carbajal, el Cabo EP Briones y el Soldado EP Lamas. Asimismo en apoyo a la Comisión Hidrográfica del Amazonas se nombra al Sargento Mayor EP Ramón Herrera y seis individuos de tropa” .
“Por otro lado, el Ejército, para dar ocupación provechosa a todos los jefes y oficiales en condición de indefinidos, que así lo soliciten, organizó una expedición destinada a explorar la parte septentrional de los ríos de Alto Amazonas y a fundar establecimientos en los lugares más alejados. El Ministerio de Guerra, solicitó al Congreso que éstas sean estables. Como jefe de dicha expedición es nombrado Benito Arana.
Éste surca en las lanchas "Napo" y "Mayro" el torrentoso río Morona así como el río Napo, en 1875. Integran la primera expedición el Capitán EP Malbino Fernández y los Tenientes EP Tadeo Juanito, Mariano Rodríguez y Francisco Heredia”
“El General EP Andrés Avelino Cáceres al asumir la Presidencia de la República, anunció en su primer informe al Congreso que a los jefes y oficiales que habían quedado sin colocación se les daría la oportunidad de explorar y colonizar la región amazónica.
“Al respecto, por Decreto del 20 de Abril de 1888, se creó la Comisión Especial del Departamento de Loreto, cuyos miembros, luego de un arduo y abnegado trabajo, remitieron un informe denominado “Estudio sobre Colonización” presentado al Supremo Gobierno en 1890 por el Coronel EP Samuel Palacios Mendiburu, Presidente de dicha comisión. Dicho informe tiene como tema preferente el de la colonización del Departamento de Loreto. Como dice el autor, un asunto de vital importancia, única forma de dar vida estable a aquellas regiones, no solo por las inagotables riquezas allí encerradas, sino también, por las ingentes sumas invertidas”
Colombia y la “Comisión Corográfica” del Crl. Agustín Codazzi Bartolotti
En 1830, comenzó la ruptura de la confederación colombiana (Gran Colombia). A pesar de los intentos de Bolívar de mantener esta unidad geopolítica, el 06 de Mayo de ese mismo año, Venezuela se declaró autónoma y eligió como presidente a José Antonio Páez. Ecuador haría lo mismo el 13 del mismo mes, eligiendo como jefe del gobierno a Juan José Flores. El mismo Bolívar moriría en Santa Marta, el 17 de Diciembre. En 1832, el Distrito del Centro se convirtió en la República de Nueva Granada, con Francisco de Paula Santander como su primer presidente.
Tras la separación, Colombia se constituyó territorialmente de acuerdo a la división de 1810. Así pues, el 17 de Noviembre de 1831 se creó la Provincia de Popayán, que tenía como límite al sur el río Napo y su confluencia con el Amazonas; con el reclamo del Perú por los territorios comprendidos hasta el río Caquetá.
El 02 de Mayo de 1845, Colombia separa de la provincia de Popayán, el territorio del Caquetá. Se designó como capital la ciudad de Mocoa, abarcando los territorios bañados por los ríos Caquetá, Putumayo, Napo y Amazonas, desde la frontera con Ecuador hasta el Brasil; nuevamente el Perú hizo el reclamo correspondiente por los territorios hasta el río Caquetá.
En 1849 Colombia trata de establecer su carta geográfica por lo que contrata al Crl. Agustín Codazzi para esta colosal tarea. “Agustín Codazzi Bartolotti fue un Militar y geógrafo italiano. Después de participar en las guerras napoleónicas, se trasladó en 1826 a la Gran Colombia, poniéndose a las órdenes de Bolívar. Levantó una serie de mapas y la carta geográfica de la república de Venezuela”.
“Al pasar al exilio por razones políticas de Venezuela a Nueva Granada (Colombia) en 1849, fue contratado por el Gobierno de Nueva Granada para realizar la cartografía de toda la república con su correspondiente descripción física, económica y demográfica, para lo cual se formaría una comisión llamada “Comisión Corográfica”.
“A diferencia del trabajo casi individual que se realizó en Venezuela, la “Comisión Corográfica” pretendía ser un trabajo colectivo y especializado: geógrafos, cartógrafos, botánicos, pintores y escritores, todos ellos dirigidos por el Coronel Agustín Codazzi. Junto a este se encontraban Manuel Ancízar como descriptor e historiador, José Jerónimo Triana como botánico, Carmelo Fernández, Manuel María Paz y Henry Price como dibujantes y cartógrafos”.
“Fue así como el 01 de Enero de 1850 se iniciaron los trabajos y estudios de la comisión que se desarrolló en diferentes etapas, siendo la última las realizadas a las llanuras de San Martín, Casanare y Caquetá en 1856, del cual escribió un libro: Descripción del territorio del Caquetá en 1858…”. Donde describe claramente que en el río Caquetá solo había encontrado poblaciones peruanas particularmente en la margen derecha, estableciendo que el límite fronterizo de la Nueva Granada con el Perú, era el río Caquetá.
“Uno de sus grandes problemas al momento de cartografiar la Nueva Granada fue, sin duda, el constante cambio de divisiones administrativas de la república y los límites entre estas. Es así como de 1850 se pasan de tener 31 provincias a tener unas 36 en 1855, y ese mismo año; estas, se fusionaron para formar ocho estados soberanos, con el correspondiente cambio del nombre del país a “Confederación Granadina”.
El 15 de Junio de 1857, en el seno de la “Confederación Granadina”, se creó el Estado Federal del Cauca. Se designó como su capital la ciudad de Popayán y sus límites al sur se extendían desde la boca del río Mataje hasta la desembocadura el río Yavarí en el Amazonas, con el consabido reclamo del Perú por incluir territorios hasta el río Caquetá, que le pertenecían.
“Estas nuevas reorganizaciones políticas del Estado le daban a Codazzi bastante dolores de cabeza, ya que debía trazar nuevos diseños cartográficos, hacer nuevos cálculos y extender nuevas estadísticas; también surgieron desacuerdos entre Estado y Estado acerca de sus linderos, problemas que retardaban necesariamente la terminación de la obra”.
“Aunque su obra en la Confederación Granadina quedó incompleta, correspondió a sus asistentes y seguidores completar y publicar los mapas de la república. El primer resultado de esta labor se vio en 1865 con el Atlas de los Estados Unidos de Colombia de parte de Manuel Ponce de León y Manuel María Paz y cuyas cartas se basaban enteramente en las dibujadas por Codazzi durante la comisión… ” . En la cual figura el río Caquetá como límite con el Perú, al haber solo poblaciones y autoridades peruanas en esa zona.
“ En 1890 fue publicado el Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia, con la cartografía por parte de Manuel María Paz y con el texto explicativo de parte de Felipe Pérez…”. Donde nuevamente se establece que el límite con el Perú es el río Caquetá, en vista de no haberse encontrado poblaciones ni autoridades colombianas entre los ríos Caquetá, Putumayo y Amazonas.
El 22 de Diciembre de 1890, con la finalidad de subsanar los informes geográficos e históricos de Manuel María Paz y de Felipe Pérez, el Congreso colombiano expidió una ley por la cual se dio autorizaciones para crear misiones y servicio policial en las regiones bañadas por los ríos Caquetá, Putumayo, Amazonas y sus afluentes.
El canciller peruano Alberto Elmore elevó su protesta, el 08 de Abril de 1891, por considerar que la ley lesionaba derechos territoriales del Perú, conforme a la Real Cédula de 1802 y la posesión de su país, pues los pobladores de esos lugares obedecían las leyes, los reglamentos y a las autoridades peruanas del Departamento de Loreto. Su par colombiano, Marco Fidel Suárez, indicó que: “ …consultando la armonía y a fin de no menoscabar intereses ya creados, no extenderá su acción sino a los territorios que actualmente se hallan faltos de misiones y de colonización hasta el río Caquetá (…) que tal respeto no sea interpretado como el reconocimiento de verdaderos títulos de dominio y soberanía territorial” .
Reclamos en la región amazónica
El 11 de Octubre de 1894, en la ciudad de Lima; Perú, Ecuador y Colombia conforman la “Convención Tripartita” con la finalidad de dar solución a los límites en la región amazónica, y es en esta oportunidad que, por primera vez, Colombia reclama derechos en la Hoya del Amazonas y del Putumayo. Según el Tratado Herrera – Duarte de 1851 firmado con el Imperio del Brasil, Perú tenía posesión sobre el río Caquetá hasta la desembocadura del río Apaporis.
A inicios del siglo XX, el territorio entre los ríos Putumayo y Caquetá se vio afectado por continuos incidentes entre peruanos y colombianos, debido a que era una zona de producción cauchera. Algunas empresas como la “Casa Arana de Perú” , que se convirtió en la década de 1910 con la entrada de capitales ingleses en “Peruvian Amazon Company Ltda.”, Empresa del caucho “La Chorrera”, Empresa “El Encanto”, etc. Se internaron en territorios selváticos legítimamente peruanos, donde se dedicaron a la explotación del árbol del caucho
Además, eran numerosos los centros de acopio de jebe y otros productos selváticos que se fueron creando con el correr del tiempo, como: Indiana, Chuquipundo, Tacna, Tarapacá, Leticia, Arica, Indostán, Puerto Junín, entre otros; y que constituyeron avanzadas de activo comercio en esa región. Por ello, los gobiernos de ambos países firmaron una serie de convenios sucesivos tratando de llegar a un acuerdo de límites.
En Agosto de 1902, próximo el final de la “Guerra de los Mil Días”, guerra civil que azotó a la República de Colombia y a Panamá (que en ese entonces era un Departamento de Colombia), entre 1899 y 1902, un artículo en el diario colombiano “El Nuevo Tiempo” denunció: “Cómo se habían efectuado el año anterior inmensas exportaciones de caucho, explotado en las plantaciones colombianas del Putumayo y del Caquetá por las empresas caucheras del Perú, sin permiso del Gobierno y sin que a la nación colombiana se le diera ningún beneficio”.
Para el historiador colombiano Mariano Ospina Peña en su libro “El Conflicto Amazónico” manifiesta: “La traición y explotación económica fue el diario vivir. Desde las altas esferas del gobierno de turno, estas vastas regiones fueron entregadas dolosamente para su explotación, sin que existiera ninguna clase de presencia del estado. Existen toda suerte de testimonios documentales, hay solicitudes para un comisario de policía que ayude a impedir los constantes abusos desde 1902”
“Hay acusaciones de la *entrega* de estos territorios en concesiones cuyo fin era traspasar los derechos a la Casa Arana del Perú, estas incluyen y prueban la participación directa de la familia del General Rafael Reyes y al mismo Reyes se le abrió una investigación por *traición a la patria*, en consideración a esos mismos hechos, todos ocurridos durante su gobierno. Se demostró su participación y de otra serie de colombianos quienes estaban dispuestos, a cambio de sumas de dinero, entregar la soberanía a la nación vecina”.
El colombiano Carlos Zarate en su obra “La Amazonía de los Cónsules” indica: “Un estudio de la Cancillería colombiana revela que algunos de los Cónsules, antes o de manera paralela, tuvieron intereses comerciales con la explotación de recursos en la región del Caquetá” Al año siguiente las denuncias colombianas fueron más alarmantes. Los diarios colombianos colocaban en primera plana grandes titulares manifestando que los peruanos dominaban por completo las plantaciones de caucho en el Caquetá y que era un hecho la usurpación de territorio colombiano por parte del Perú
En Julio de 1903, con datos suministrados por el General colombiano Rafael Reyes y el presidente del partido Liberal Rafael Uribe Uribe abogado, político y militar en situación de retiro, se denunció por parte de Enrique Olaya Herrera, en su periódico “El Comercio” de Bogotá: “Que el Perú había establecido una dominación militar sobre los ríos Napo y Putumayo, con amenaza a la soberanía colombiana en el río Yavarí”
Antes de que los ciudadanos colombianos digirieran estas informaciones que los habían tomado por sorpresa; se informó, por despachos enviados al diario colombiano “El Relator”: “Que los colombianos en Loreto eran cazados como fieras, y que en el Caquetá los indígenas vivían en calidad de esclavos de los caucheros peruanos; todo, a ciencia y paciencia del Gobierno colombiano presidido por el escritor y político José Manuel Marroquín Ricaurte, que no se preocupaba por dar protección a los ciudadanos colombianos”.
El ciudadano colombiano Justiniano Espinosa, contratista de extractores de goma para la firma cauchera “Casa Suarez”, provisto de testimonios y documentos proporcionados por la empresa cauchera colombiana del Caquetá
“Mejía y Jaramillo”, denunció sin ambages que: “Colombia había sido invadida por el Perú”; el Ministro colombiano de Relaciones Exteriores, Luis Carlos Rico, fue citado por el Senado para que explicara la situación, pero sus explicaciones no tranquilizaron a nadie.
Para 1904 ya se hablaba en Colombia del “conflicto amazónico”. A raíz de todas estas desinformaciones, dieron origen al primer acuerdo entre el Perú y Colombia para evitar un conflicto en la zona de litigio, fue el “Convenio de Arbitraje ante el Rey de España” del 06 de Mayo de 1904. Este acuerdo fue aprobado por el Congreso peruano, pero no por el colombiano, por lo que quedó sin efecto.
Colombia ocupa territorio peruano en el río Caquetá
El 27 de Septiembre de 1901, se suscribió el Protocolo Abadía Méndez – Herboso, entre el canciller colombiano Miguel Abadía Méndez y el plenipotenciario chileno en Bogotá Francisco J. Herboso, que establecía una alianza entre Chile, Colombia y (presumiblemente) Ecuador. Continuaron las negociaciones colombo-chilenas, que incluía la venta de un Buque blindado de la armada chilena; la cual era, por aquella época, una de las más poderosas de América y el mundo, siendo frustrada por el descubrimiento y la publicación de estos documentos por parte del plenipotenciario peruano en Colombia Alberto Ulloa Cisneros.
El Gobierno colombiano de José Manuel Marroquín en sus últimos meses se esforzó por superar las tensiones y consiguió que Clímaco Calderón, sucesor de Luis Carlos Rico en el Ministerio de Relaciones Exteriores, concertara con el gobierno peruano un “Convenio de Arbitraje ante el Sumo Pontífice”, firmado el 12 de Setiembre de 1905 por los Cancilleres de ambos países (Clímaco Calderón de Colombia y Hernán Velarde de Perú) y por el Ministro colombiano en Lima (Luis Tanco Argáez), que se denominó “Tratado Calderón-Velarde-Tanco”
En dicho Tratado, por primera vez y ante el asombro de propios y extraños, fijaba como línea divisoria provisional el río Putumayo y no el río Caquetá, como tradicionalmente se había considerado. En este caso, el acuerdo no fue aprobado por el Congreso del Perú. El mismo día se firmó un acuerdo para mantener el statu–quo en la zona en conflicto; es decir, el Perú mantenía sus posiciones en la margen derecha del río Caquetá, mientras que Colombia lo hacía en la margen izquierda. Además, se plantearon varias condiciones comerciales en la zona.
En 1906, se firmó un nuevo “Acuerdo de statu–quo” y se acordó establecer un modus vivendi sobre el río Putumayo, declarándolo neutral. En Junio de 1907 Colombia negocia un acuerdo de límites con Ecuador, en la que se reconocían mutuamente territorios que ambos países disputaban al Perú.
Ante esta situación, el Congreso Peruano no aprobó el acuerdo sobre el río Putumayo y en Octubre de ese año, Colombia declaró anulado el modus vivendi, dando lugar a choques sangrientos entre caucheros de ambas naciones. Se firmaron algunos acuerdos, pero no se llegó a una solución definitiva, en espera de la decisión arbitral sobre límites entre Perú y Ecuador.
Mientras esto sucedía en el ámbito político, el gobierno del General Rafael Reyes procedía a preparar el campo militar. Por medio del Decreto 793 del 06 de Julio de 1907, crea la Escuela Naval Nacional, que inicia sus actividades a bordo del vapor Marroquín que, junto con los cruceros Pinzón y Cartagena y las cañoneras Hércules y Boyacá, constituían la Marina de Guerra colombiana de la época. Fue nombrado director de la naciente escuela el Teniente Alberto Asmussen de la Armada de Chile y como subdirector el señor Guillermo Holguín Lloreda.
En 1909, instauró el modelo chileno (fundamentado a su vez en el prusiano) gracias a una misión especial venida de tierras australes, para el adoctrinamiento y educación correcta de los oficiales de las Fuerzas Armadas.
En 1909, el Ministro de Relaciones Exteriores peruano Melitón Porras y el representante colombiano Tanco Argáez, sostuvieron conversaciones en Lima. El 21 de Abril firmaron un Tratado de Amistad y Arbitraje llamado “Tratado Porras-Tanco Argáez” en el que se acordó arreglar el diferendo limítrofe luego de que el Rey español emitiera su fallo acerca de la frontera peruano–ecuatoriana. En caso se presentaran desacuerdos, estos serían sometidos a arbitraje. Se acordó asimismo un nuevo modus vivendi en la zona en discusión.
Según Jorge Basadre Grohmann en su libro “La Historia de la República” manifiesta: “El Tratado Porras-Tanco Argáez de 1909 y su Convención Complementaria del 13 de Abril de 1910 pretendieron poner fin a la violencia en el territorio litigioso peruano-colombiano para lo cual se acordó en esta última el nombramiento de una comisión investigadora y la indemnización a las víctimas. Se anunció un nuevo “Modus Vivendi” y un arreglo de límites una vez que el árbitro español expidiera su sentencia sobre la frontera del Perú con Ecuador. Pero no hubo ni modus vivendi ni arreglo de límites y nuevas divergencias surgieron en ese año.”
Ante la ausencia de autoridades peruanas o colombianas en los ríos Putumayo y Caquetá y las continuas denuncias de abuso y explotación de la población nativa por parte de los caucheros de esa zona fronteriza, el diplomático ingles Sir Roger Casement fue comisionado en 1910 por el secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Sir Edward Grey, para establecer la verdad de las denuncias contra la compañía cauchera Peruvian Amazon Company, de capital británico, pero cuyo presidente era el peruano Julio César Arana del Aguila, quien dio su nombre a la que fuera conocida como Casa Arana.
Casement reportó una por una, las atrocidades y brutalidades cometidas por la Casa Arana contra los indígenas de la región del río Putumayo (los Huitoto, los Nonuya, los Muinane, los Andoke, los Bora y los Miraña). Asesinatos, torturas, despojos, persecuciones, desplazamientos y trabajos forzados. No hubo iniquidad que los caucheros no perpetraran en su propósito de obtener mano de obra, ya no barata, sino gratuita, para exprimirle el caucho a los árboles del Amazonas.
Este documento conocido como “El Libro Negro del Putumayo” (The Putumayo Black Book) o también conocido como “Los Escándalos del Putumayo”, responsabilizó como autor intelectual del genocidio a Julio Cesar Arana El Prefecto de Iquitos dicto orden de prisión contra todos los jefes de esa empresa, a los que acusó de autoría y complicidad en los crímenes y asesinatos denunciados en el Libro Negro de Sir Roger Casement.
El tribunal de Iquitos expidió otra orden de prisión contra todos los empleados de la Casa Arana, cuyo jefe Julio Cesar Arana fue procesado judicialmente en Lima, pero el inicio de la 1ra Guerra Mundial frustro la investigación y su posterior ingreso al Congreso como senador de la república, terminó por impedir cualquier otra investigación judicial, falleciendo en plena libertad en 1952.
El gobierno Colombiano de Carlos Eugenio Restrepo presionado en parte, tratando de detener el abuso contra la población nativa o el temor latente por la reciente separación de Panamá (03 de Noviembre de 1903) y en parte, por el aumento de denuncias de ocupación peruana de tierras colombianas o para consolidar sus reclamos de soberanía en el Caquetá, decidió establecer una Aduana y enviar entre 1910 y 1911 expediciones militares que ocuparon la margen derecha del río Caquetá reclamado por el Perú
Según el informe oficial del ex cónsul de Colombia en Manaos Sr. Eleodoro Jaramillo indica: “Que la aduana por Decreto Supremo debía situarse en boca Apaporis (límite tripartito reconocido oficialmente entre Brasil, Colombia y Perú), pero que hizo todo lo posible para instalarla en la margen derecha del Caquetá”.
El historiador colombiano Augusto Gómez López en su libro “Caucherías y conflicto colombo-peruano 1904-1934” manifiesta: “El sucesor de Eleodoro Jaramillo como cónsul de Colombia en Manaos, Santiago Rozo, hizo efectivo el traslado de la aduana del Apaporis a la margen derecha del Caquetá, sobre el que se pronunció así: *Pensar en que la aduana debía instalarse en el Apaporis es un adefesio que únicamente se le pudo ocurrir al General Reyes para garantizar a los peruanos que sus límites llegan hasta la margen derecha del Caquetá”
Los colombianos establecieron en Diciembre de 1910 una aduana bajo la dirección del Gral. José María Valencia, con el cargo de “Comisario Judicial Especial del Caquetá” en la ribera derecha del río Caquetá, a la que llamaron “Puerto Córdoba” con 30 hombres entre gendarmes y personal de Aduanas, y al cual reforzaron el 27 de Enero de 1911 con un destacamento militar en el sector denominado “La Pedrera”, al mando del Gral. José Isaías Gamboa y el Crl. Miguel Acosta, con 130 hombres del ejército colombiano (10 Oficiales y Sub Oficiales y 120 de tropa), con fusiles Máuser Mod. 1891 cal. 7.65 mm. donde construyeron un campamento permanente, abrieron una trocha de 6 Km. entre ambos puestos, habilitaron un sector de 3,000 metros cuadrados para cultivos y organizaron el terreno para su defensa mediante un conjunto de trincheras y la colocación de grandes empalizadas en la orilla del río.
El puesto militar de “La Pedrera” estaba situada en una elevación rocosa del terreno que domina completamente el río, en la margen derecha del Pure, afluente del Caquetá. Aguas abajo del campamento colombiano, el terreno era bajo e inundable, aguas arriba del río era abordable. Frente a la guarnición había una “cashuera” formada por una línea de rocas unidas por un fondo bajo y pedregoso, haciendo que el agua adquiera gran velocidad al pasar entre ellas, formando fuertes remolinos en los extremos. Esta “cashuera” no había sido pasada hasta entonces por ninguna embarcación. El campamento se hallaba despejado y rodeado de vegetación alta. En los alrededores de la guarnición colocaron minas para reforzar la defensa.
Creación del “Destacamento Caquetá – Putumayo”
Ante la decisión colombiana de ocupar la margen peruana del río Caquetá, el Prefecto del Departamento de Loreto Ingeniero Francisco Alayza Paz Soldán en coordinación con el gobierno central de Lima, dispuso inicialmente el 20 de Febrero de 1911, el establecimiento de un Sistema de Vigilancia de la frontera con Colombia en base a la creación del “Destacamento Caquetá – Putumayo” para vigilar y controlar los sectores de los ríos Caquetá y Putumayo, organizándolo con nueve (09) Puestos de Vigilancia (PV). Su composición era la siguiente:
“Destacamento Caquetá – Putumayo”
Jefe: Sgto. Mayor EP Cesar Tizón (3er Jefe del Batallón de Infantería “Guarnición de Loreto”), teniendo su Puesto de Comando inicialmente en el PV “La Chorrera”, y que posteriormente fue cambiado al PV “La Unión”, para un mejor control de la zona.
1. PV “La Chorrera”
Jefe: Tte. EP Guillermo Romero
Composición:
• Stte. EP Francisco Bartet
• Tte. San. EP Alfredo Gutiérrez
• 35 personal de tropa con fusiles Máuser (MOP-1909) cal 7.65 mm.
• 50 civiles (reservistas entregados por los gerentes de la Empresa del caucho “La Chorrera” Sr. Juan Antonio Tizón y Sr. Víctor Macedo; armados con fusiles Mannlicher cal. 8 mm.)
• Dos (02) ametralladoras Maxim mod. 1901 cal. 14.7 mm.
2. PV “Boca del Cahuinarí”
Jefe: Cap. EP Carlos Rojas
Composición:
• 50 civiles (reservistas entregados por la Peruvian Amazon Company Ltda.; armados con fusiles Mannlicher)
3. PV “El Encanto”
Jefe: Tte. EP a designar (A cargo provisional del gerente de la P A C Ltda.)
Composición:
• 50 civiles (reservistas entregados por la Peruvian Amazon Company Ltda.; armados con fusiles Mannlicher)
4. PV “La Unión” (Puesto de Comando del Destacamento)
Jefe: Sgto. Mayor EP Cesar Tizón
Composición:
• Tte. EP Yáñez
• 10 personal de tropa con fusiles Máuser
• 50 civiles (reservistas entregados por la Peruvian Amazon Company Ltda.; armados con fusiles Mannlicher)
5. PV “Junín” o “Florida”
Jefe: Tte. EP Enrique Perruzo
Composición:
• Stte. EP Julio E. Peralta
• Sgto. 2do Sanitario EP N. Pallardelli
• 30 personal de tropa con fusiles Máuser
• 50 civiles (reservistas entregados por la Peruvian Amazon Company Ltda.; armados con fusiles Mannlicher)
• Una (01) ametralladora Maxim
6. PV “Las Delicias”
Jefe: Cap. EP Teodoro Álvarez
Composición:
• 30 personal de tropa con fusiles Máuser
• Una (01) ametralladora Maxim
7. PV “Boca del Yubinato”
Jefe: Cap. EP Cesar Delgado Noguerol
Composición:
• Tte. EP Gavilano
• Stte. EP Carrera Arias
• 20 personal de tropa con fusiles Máuser
• 25 civiles (reservistas entregados por la empresa “El Encanto”; armados con fusiles Mannlicher)
8. PV “Tarapacá” (Boca del Cotuhé)
Jefe: Tte. Art. EP Marcial
Composición:
• Tte. Art. EP Váscones
• 30 personal de tropa con fusiles Máuser
• Dos (02) cañones Maxim Nordenfelt cal. 37 mm. Modelo 1890
9. PV “Santa Clara” (Previsto instalarse el 15 de Marzo de 1911 a 4 horas de Tarapacá)
Jefe: Tte. Art. EP a designar
Composición:
• Dos (02) Ttes. Art. EP, a designar
• 30 personal de tropa, a designar
• Dos (02) cañones Maxim Nordenfelt cal. 37 mm. Modelo 1890
Para mantener las comunicaciones entre el poblado “El Ultimo Retiro” y el PV “La Chorrera” se emplearía la lancha “Veloz” de la Peruvian Amazon Company Ltda. (P.A.C. Ltda.) y entre el PV “El Encuentro” y el PV “La Unión” se utilizaría la lancha “Callao” que habitualmente recorre constantemente el río Caraparaná. La lancha “Audaz” sería empleada en las comunicaciones entre los puestos del río Putumayo.
La Cañonera Fluvial “América” había llegado al puerto de Iquitos el 09 de Febrero de 1911 después de más de un mes de navegación por el río Pichis, ante los requerimientos del Prefecto para desplazar al personal de tropa para cubrir los Puestos de Vigilancia en el Putumayo y Caquetá, se dispuso el alistamiento de la pequeña flotilla fluvial, siendo la Cañonera “América” la única nave de guerra, ya que las demás unidades eran transportes pequeños.
La Cañonera “América” reparó sus calderas y se le instalaron dos (02) ametralladoras Maxim cal. 14.7 mm mod. 1901 en la segunda cubierta y se le bajo el montaje de popa de esa cubierta a la principal. Se le cambió los fusiles Máuser mod. 1891 de la marinería por fusiles modernos Máuser Original Peruano mod. 1909 (MOP–1909), este fusil Máuser fue reformado y modernizado por el Tte. EP Julio Cesar Guerrero para que pueda disparar la nueva munición con cartuchos de bala “S” y se le modificó el alza; fusiles que luego se fabricaron en Bélgica con las reformas realizadas
La labor de transporte entre Febrero y Junio de 1911 del personal, carga, víveres, medicinas, armamento, municiones, etc. para el establecimiento de los Puestos de Vigilancia, fue realizada por la flotilla Fluvial de la Marina de Guerra del Perú, organizada en base a la cañonera fluvial BAP “América” y las lanchas de transporte “Requena”, “Iquitos” y el aviso “Puno”. Con el retorno de la flotilla fluvial a Iquitos el 23 de Junio de 1911, se tuvo la información precisa sobre las tropas colombianas en el Caquetá y además de la salida en Junio de 1911 de otra expedición militar colombiana al mando del Gral. Carlos Neira, que se dirigía por el Amazonas para reforzar las guarniciones colombianas del Caquetá.
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Territorio en disputa entre la Gran Colombia y Perú
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Guarnición Militar “La Pedrera”
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Capitulo Ii
Consideraciones Historicas
El Ejército del Perú en el Siglo XX
El Compendio de la Historia General del Ejército del Perú señala al respecto: “El Ejército del Perú inicia el siglo XX con renovados y optimistas bríos. Una vigorosa transformación comienza no sólo en la institución sino también en el conjunto de la sociedad peruana. En ese siglo, apreciamos en el desarrollo del Ejército dos momentos bien diferenciados, el primero de actualización institucional que se inicia en 1896 y el segundo de modernización institucional 50 años después hasta nuestros días” .
“La actualización comprende los esfuerzos realizados, en forma conjunta, por los oficiales peruanos y los asesores militares franceses que a lo largo de las cuatro primeras décadas de este siglo, permitieron forjar un Ejército donde los valores de la profesión militar: honor, lealtad, disciplina, honestidad y profesionalismo, adquieren la dimensión que sus creadores de la gesta libertaria le fijaron” .
“Firmado el 19 de Marzo de 1895 el armisticio entre el gobierno del General Cáceres, cuya fuerza militar se encontraba intacta, y los insurgentes acaudillados por Nicolás de Piérola, la Junta de Gobierno Transitoria presidida por Manuel Candamo reorganiza el Ejército. El 08 de Setiembre de 1895 al asumir Piérola el mando constitucional, profundiza esa reorganización seleccionando su personal en todos los niveles, reinstalando sus servicios, reconstituyendo y aprovisionando sus dependencias y parques” .
“En los primeros decenios del siglo, los cambios operados no sólo en el Ejército sino en todo el aparato estatal, marcharon acordes con el significativo incremento de nuestras exportaciones agrícolas y mineras y un incipiente desarrollo industrial, permitiendo una etapa de bienestar nacional, que en términos políticos se denominó la “República Aristocrática”. Este desarrollo económico trajo consigo la presencia de nuevos grupos sociales y, por tanto, la aparición de nuevos partidos políticos con novedosas tendencias ideológicas y con lo que ocurría también en el escenario mundial”
“El Ejército no quedó al margen de este proceso hacia la modernidad y decidió actualizarse a tono con el nuevo desarrollo técnico y científico. El arte militar es, sin duda, el principal exponente de ese avance tecnológico, y nuestro Ejército tuvo que adquirir, cada vez más, un carácter profesional acorde con su altísima responsabilidad frente a la sociedad y el Estado. La primera tarea en esta profesionalización fue la académica. En este aspecto el gobierno de Nicolás de Piérola contrató en 1896 a la Misión Militar Francesa con fines de instrucción” .
“Desde entonces, sucesivas misiones, realizaron nuevos procesos de instrucción y doctrina, llegando en algunos períodos a ejercer el comando del Ejército”
“Entre sus principales logros tenemos: la creación de la Escuela Militar de Chorrillos (1898), de la Escuela Superior de Guerra (1904); la organización del Estado Mayor General del Ejército, como el ente que realiza los trabajos de preparación para la guerra; y la definición del Comando del Ejército, representado en ese momento en la figura del Inspector General del Ejército” .
“Durante los gobiernos de Eduardo López de la Romaña (1899-1903), Manuel Candamo (1903-1904), Serapio Calderón (1904) y José Pardo (19041908) comienzan a organizarse los actuales servicios; se abandona la legislación militar española, se reemplazan los viejos reglamentos del Siglo XIX por la nueva doctrina francesa, se reorganizan los escalafones militares; aparece el uso del fusil Máuser, adquiriéndose una moderna fábrica de cartuchos en Alemania; comienza la instrucción civil en los cuerpos de tropa; el tiro adquiere carácter nacional y se realizan las grandes maniobras de 1905,1906 y 1907” .
“El inicio del siglo XX significó comenzar a demarcar nuestras fronteras y ocupar racionalmente nuestro territorio. Por necesidades propias, y fortaleciendo la presencia del Estado en nuestro vasto país, se inició la regionalización militar, emprendida durante el primer gobierno de José Pardo en 1905. En cada una de ellas, de manera estable, comienzan a ubicarse unidades de todas las armas. Además, hubo que realizar preparativos bélicos ante los posibles conflictos limítrofes con Bolivia (1908) y Ecuador (19091910).
Organización del Ejército del Perú
En la región Oriente del Perú, recién en 1853, se organiza en Maynas una guarnición militar, en ese mismo año se crea el Gobierno Político – Militar de Loreto y en 1855, dos Compañías de fusileros del Batallón “Yungay” permanecen en Nauta. En 1869, se establece una guarnición militar cerca al río Chuchungas, tributario del río Marañón; su composición era de un Sargento Mayor como Jefe, 2 Capitanes, 4 Tenientes, 2 Sub Tenientes, 2 Sgtos. 1ros, 4 Sgtos. 2dos, 8 Cabos de 1ra, 6 Cabos de 2da y 40 soldados. En 1893 se conforma un Destacamento Militar en Andoas.
El 27 de Diciembre de 1898, se aprobó la Ley del Servicio Militar Terrestre que entro en vigencia a mediados de 1900. Ese mismo año, siendo necesario garantizar la integridad territorial, la soberanía nacional y el orden interno, ante el accionar del movimiento federalista de Loreto, obligó al gobierno a establecer en forma permanente, una guarnición militar en la ciudad de Iquitos, compuesta por dos Compañías de fusileros del Batallón de Infantería Nº 11; y en 1901 otra guarnición en Puerto Bermúdez.
Al comenzar el siglo XX el Ejército tenía como armas de dotación fusiles Mannlicher Cal 8 mm. y en el parque había fusiles de los antiguos sistemas Remington, Grass y Peabody. La totalidad de este armamento fue renovado durante el gobierno del presidente Eduardo López de la Romaña, quien envió al General Andrés Avelino Cáceres en misión reservada a Europa para la adquisición de armas.
Para este fin utilizó los fondos destinados al rescate de Tacna y Arica, provenientes del impuesto de la sal y de la venta de bienes nacionales. Cáceres adquirió en Alemania rifles del sistema Máuser calibre 7.65 mm. modelo 1891; ametralladoras Maxim modelo 1901 y cañones Krupp de último modelo y tiro rápido. La Infantería uniformizó, así, su calibre.
También compró en la Casa Deutsche Waffen and Munitionen Fabriken de Karlsruhe, de Berlín, la maquinaria necesaria para instalar una fábrica de cartuchos metálicos para rifles y ametralladoras. Entre 1904 y 1908 se construyó el local para esta fábrica cerca al cuartel de Barbones; su instalación estuvo a cargo del ingeniero D.F. Dunkelberg de la Casa Krupp y 14 armeros peruanos, que desde 1898 fueron enviados a especializarse a Bélgica. La capacidad de producción de la fábrica era 25 a 30 mil cartuchos en 10 horas. Disponía, además, de maquinaria para la fabricación de matrices y útiles para la reparación de armas.
Fue en este rubro de armamento y equipo, donde nuestra institución realizó la más significativa actualización y modernización de su material de guerra. Tal vez no en los términos de cantidad y diversidad deseados, seguramente por razones de estrechez fiscal. Para poder negociar con cierta capacidad, en esos años difíciles en que estaba pendiente la situación de las provincias cautivas y el arreglo de límites con los otros cuatro países vecinos, el Perú necesitaba un adecuado parque de guerra para poder garantizar la integridad territorial.
El 16 de Marzo de 1905 se crearon cuatro Regiones Militares: Región Norte con sede en Piura, Región Centro en Lima, Región Sur en Arequipa y la Región Fluvial o del Oeste en Iquitos. En 1906 asumió la Jefatura del Estado Mayor del Ejército el General Pablo Clement, Jefe de la Misión Militar Francesa, hasta 1910.
En 1906, al organizarse la Artillería en unidades denominadas “Grupo de Artillería de Campaña” y “Grupo de Artillería de Montaña y Zapadores”, el material necesario para la Artillería de Campaña se encargó a la casa francesa Schneider - Canet, en calibre 75 mm. modelo 1904; y en 1908 se adquirió a esta misma casa francesa para las Baterías de Montaña, las piezas Schneider de 75 mm. modelo 1908, con el fin de uniformizar el calibre de las armas de Artillería. La caballada para este grupo, se adquirió en Argentina. También se adquirió cañones de costa Schneider- Canet de 240 mm.
El peligro de guerra con Bolivia obligó en 1909 a una nueva adquisición de armas. El presidente Leguía era partidario de la adquisición de fusiles japoneses Arizaka, por la ventaja de que en caso de guerra, vendrían por mar abierto. La opinión de la mayoría parlamentaria era continuar con el fusil Máuser, empleado desde el inicio de la reorganización francesa. Y en tal sentido se volvió a encomendar al General Cáceres la compra de 10,000 fusiles Máuser y parte de las municiones en la fábrica de explosivos Hirtenbergeren de Alemania.
En 1910, ante el peligro de un conflicto con Ecuador, el efectivo del Ejército fue fijado en 7,000 hombres aproximadamente, pero llegaron a movilizarse hasta 23,000. Además en ese año se creó el Batallón de Ingenieros, arma considerada hasta ese entonces parte de la artillería como “Compañías de Zapadores y Comunicaciones” .
Organización de la Fuerza Naval y Fluvial
La Fuerza Naval después de la guerra del Pacífico, tuvo que comenzar de cero, adquiriendo pequeños buques de transporte, entre ellos el “Vilcanota” en 1884 y el “Perú” en 1885 a bordo del cual volvió a funcionar la Escuela Naval en 1888. En 1889 llegó el crucero “Lima” mandado a construir secretamente con un gemelo en Alemania en 1880, pero retenido en Gran Bretaña mientras duró el conflicto.
En 1906 el gobierno peruano contrata a la empresa inglesa Vickers Armstrong Limited, la construcción de los cruceros protegidos tipo Scout “Almirante Grau” y “Coronel Bolognesi”, que llegaron al Perú en Agosto de 1908, buscando con estos dos buques la reconstrucción de su poder naval. Además ese año se adquirió de la misma empresa cañones Armstrong de 150 mm. para fortificar las costas de Lima y Callao.
A principios de la década de 1910 y durante el primer gobierno de Augusto B. Leguía, el Perú ordenó la construcción de dos sumergibles tipo “Laubeuf” en Francia, el “Tte. Ferré” y “Tte. Palacios”, que llegaron en 1912. Tenían un desplazamiento de 290 toneladas en superficie y 435 en inmersión, con apenas 46.25 mts. de eslora; contaban con 4 tubos lanzatorpedos, 2 en proa y 2 en popa, con un total de 08 torpedos “Schneider” de 450 mm. que se disparaban desde unas mesas plegables y podían descender a un máximo de 30 mts. de profundidad
La Marina se hace presente en la Amazonía peruana a partir del 07 de Enero de 1861, cuando el Mariscal Ramón Castilla, en su segundo gobierno, dispuso que en la provincia litoral de Loreto se estableciera una factoría, una grada de construcción, una escuela náutica y después un dique En 1863 llegan al poblado de Iquitos los vapores “Morona” y “Pastaza”, meses más tarde la lancha “Arica” transportando a los exploradores “Napo” y “Putumayo” y posteriormente el bergantín “Prospero” y la goleta “Teresa”.
A fines de 1901 el Coronel EP Pedro Portillo, prefecto de Loreto contrató a través del cónsul peruano en Liverpool (Inglaterra) la construcción de la Cañonera Fluvial “Loreto” a la firma Tranmere Bay Development, fabricada en acero y con una pieza de artillería de 37 mm. En la primera etapa de su viaje cruzando el Atlántico, el 23 de Enero de 1903 la cañonera naufragó frente a las costas de Irlanda
Ante ese imprevisto la prefectura de Loreto insistió con la construcción de una segunda cañonera. El 26 de Enero de 1904 se firma el contrato con la misma firma inglesa
En esta oportunidad, la Cañonera Fluvial “América” superó todas sus pruebas sin contratiempos, e inicio el cruce del Atlántico el 29 Noviembre de 1904, llegando a la ciudad de Iquitos el 11 de Mayo de 1905 y dado de alta en la Marina del Perú el 12 de Agosto de 1905. Sus características eran: 135 pies de eslora, 20 de manga y 6 pies 6 pulgadas de puntal, un calado de 3 pies 2 pulgadas en popa y 2 pies en proa, desplazaba 240 toneladas brutas y 182 toneladas netas.
Dotación: 35 hombres y podía transportar hasta 50 personas. Velocidad de 15 nudos, capacidad de carga de carbón: 30 toneladas y contaba con dos anclas con 30 brazas de cadena. Su armamento consistía en dos (02) cañones Armstrong Whiteworth de 37 mm., una ametralladora Madsen de 20 mm., 48 fusiles Mannlicher cal. 8 mm. con sus respectivas bayonetas, y 48 sables de abordaje. ---
Fusil Mannlicher cal. 8 mm. del Ejército del Perú
Fusil Máuser mod. 1891 cal. 7.65 mm. del Ejército del Perú
Fusil Máuser Modelo Original Peruano (FMOP-1909 Cal. 7.65 x 53)
Ametralladora Maxim Mod 1901 cal. 14.7 mm. del Ejército del Perú
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![](https://assets.isu.pub/document-structure/230610205649-23efba2feaf4a87b71a67df725c26cfd/v1/f205d754cede6cef481f105bb9f1d292.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
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Cap Tulo Iii
Mision En El Rio Caquet
Desplazamiento del Btn. Inf. Nº 9 a la Región Oriente
El Presidente peruano Augusto Bernardino Leguía y Salcedo, enterado de la ocupación colombiana de la ribera derecha del río Caquetá por tropas colombianas, ordenó a inicios de Febrero de 1911, al Teniente Coronel EP Oscar R. Benavides, Jefe del Batallón de Infantería Nº 9, de guarnición en la ciudad de Chiclayo, se encargue de la recuperación del territorio invadido.
El Tte. Crl. EP Oscar Raimundo Benavides Larrea, era un distinguido jefe del Ejército del Perú, nació en Lima, el 15 de Marzo de 1876. Fue hijo de Miguel Benavides y Gallegos, Sargento Mayor de la Guardia Nacional, natural de Lima; y de Erfilia Larrea, natural de Chincha. Cursó estudios en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, y egresó en 1893 como Espada de Honor de la 2da Promoción del Colegio Militar (años después se le cambió el nombre por Escuela Militar de Chorrillos) con el grado de Subteniente de Infantería.
En 1894 formó parte de la Brigada de artillería “Dos de Mayo”. En 1902 fue ascendido al grado de Capitán y en 1906, a la edad de 30 años, se graduó de Sargento Mayor y con este grado fue alumno de la Escuela Superior de Guerra y obtuvo el número uno en la promoción de oficiales del Estado Mayor General, con las más altas calificaciones; por lo cual, el Gobierno lo envió a Francia a fin de que completara su formación militar, donde el gobierno Francés lo distinguió con la Cruz de la Legión de Honor.
El Batallón de Infantería Nº 9 tenía la siguiente composición: una plana mayor constituida por el My EP Manuel Ramírez Hurtado como 2do Jefe; My EP Pablo Rossell como 3er Jefe; Cap. EP Felipe E. Mejía como Ayudante y el Tte. EP Cesar Pinglo como Oficial de Detall; cuatro (04) compañías de fusileros y una sección de ametralladoras, en total 21 jefes y oficiales y 280 de tropa entre clases y soldados
El itinerario de la marcha, iniciada el 25 de Febrero de 1911, fue la siguiente: Chiclayo - Eten (en ferrocarril); Eten - Pacasmayo (en buque); Pacasmayo - Chilete (en ferrocarril); Chilete - Cajamarca (a pie, 89 Kms.); Cajamarca - Celendín - Balsas (a pie, 101 Kms.); Balsas - Chachapoyas (a pie, 115 Kms.); Chachapoyas - Molinopampa - Rioja (a pie, 112 Kms.); RiojaMoyobamba - Balsapuerto (a pie, 118 Kms.); Balsapuerto - Yurimaguas (en canoas, 175 Kms.); Yurimaguas - Iquitos (en la lancha “Loreto”, 1,100 Kms.).
Arribaron a esta ciudad el 13 de Mayo de 1911, tras una larga y sacrificada travesía de 2,031 Kms. en 77 días. Esta marcha fue muy instructiva para los Jefes y Oficiales de dicho Batallón, quienes dirigidos por su Jefe el entonces Tte. Crl. EP Oscar R. Benavides, hicieron estudios topográficos, estadísticos y de las condiciones generales de esa vía para la marcha de tropas.
En Iquitos, se produjo manifestaciones entusiastas por la grata satisfacción de ver entrar al Batallón de Infantería Nº 9, como si regresara a su guarnición después de un ejercicio en las afueras de la población, cuando en realidad había hecho una marcha larga y penosa. Se enfrentaron a todo: al quemante sol del trópico y al frío de la cordillera, a los mosquitos que los atacaban incesantemente, a las correntadas de los ríos, a las enfermedades en sus múltiples formas (fiebres, disentería), pero avanzaron, sin detenerse.
Hasta esa fecha todas las tropas mandadas de Lima llegaban a Iquitos habiendo perdido entre deserciones, enfermedades y accidentes de la marcha, del 30 al 50 % de su efectivo; y el Batallón de Infantería Nº 9, solo perdió un soldado que se ahogó en el río Huallaga, al caer de una balsa por no haber seguido las instrucciones que se habían dado para la seguridad de las tropas (salvavidas de topas) en la navegación de los ríos.
Situación de las tropas colombianas en el Caquetá
Conocida la llegada de las tropas peruanas a Iquitos, el cónsul colombiano en Manaos (Brasil) Santiago Rozo y los Generales Gamboa y Valencia jefes de la Expedición colombiana al Caquetá, remitieron sendos telegramas con carácter urgente al gobierno colombiano solicitando el inmediato envío del crucero de guerra “Cartagena” al Caquetá para reforzar a las fuerzas colombianas en ese sector, indicando que desde Abril hasta Setiembre el río Caquetá permitía la navegación para embarcaciones de hasta 15 pies de calado; y se gestione ante el gobierno de Ecuador para que movilice sus tropas sobre el río Napo; así mismo, solicitaron al gobierno colombiano organice una nueva expedición, esta vez desde Pasto sobre el Alto Putumayo.
Al poco tiempo, se tuvo noticias en Colombia que la expedición que había mandado el gobierno al Caquetá, se hallaba en serias dificultades de todo orden y expuesta a ser liquidada por las tropas del Perú, dueños de una superioridad abrumadora en organización y en número. Así lo pregonaba en las calles de Bogotá, el Doctor Eduardo Arias en unos panfletos que él mismo redactaba, imprimía y repartía, tal como lo hizo en los días en que Panamá quería separarse de Colombia, episodio doloroso y todavía muy sensible en la epidermis colombiana, preguntándose ¿Sería Caquetá otro Panamá?.
La revista colombiana “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico”, indica: “Podría sospecharse que la enconada oposición adelantada por el Partido Liberal contra el gobierno republicano de Carlos E. Restrepo, llevó al director de ese partido, Rafael Uribe Uribe, y a sus más importantes seguidores, a denunciar la forma cómo se había improvisado la expedición al Caquetá, y a pronosticar un desastre inminente. Uribe fue calificado por el Canciller Olaya Herrera, y por la prensa republicana, de enemigo de la Patria y de colocar sus intereses políticos por encima de los sagrados intereses nacionales; pero lo cierto es que la expedición al Caquetá fue un desastre”
Preparativos para desalojar al invasor
Al poco tiempo de encontrarse el Batallón de Infantería Nº 9 en Iquitos, recibió orden de entrar en campaña hacia el río Caquetá, con la misión de reconquistar la orilla derecha de dicho río, que había sido ocupada por fuerzas colombianas. La preparación de las tropas y el acopio del material logístico para el cumplimiento de la misión se hicieron rápidamente, gracias a la actividad y facilidades prestadas por el entonces Prefecto del Departamento de Loreto Ingeniero Francisco Alayza Paz Soldán.
Francisco Alayza Paz Soldán era un hombre extraordinariamente activo, vehemente, de vigorosa personalidad; junto con el Comandante de la región el Coronel EP Gerardo Álvarez y el Jefe del Estado Mayor de la región el Teniente Coronel EP Antonio Castro, cooperaron al igual que todos los comerciantes de la ciudad y de la ciudadanía en general para el buen equipamiento de la expedición.
Benavides incorporó a su Batallón a gente del trópico, acostumbrada al ardiente clima de la selva; pero en proporción extremadamente pequeña: el 5%, ya que increíblemente, el 75% estaba conformado por hombres de la sierra y el 20% de la cosía. Aun así, a todos se les sometió a un riguroso entrenamiento militar, a fin de adaptar al personal al sofocante clima de la región, a la alimentación y los peculiares hábitos tropicales. Al Batallón se le cambió su antiguo fusil Máuser mod. 1891 por el Fusil Máuser Original Peruano modelo 1909 (FMOP-1909) cal. 7.65 mm.
El Comandante Benavides reunió cartas geográficas de la región, información y las naves para la navegación por el Amazonas. Las embarcaciones eran: la Cañonera Fluvial "América" como nave insignia, de 182 Ton. y un blindaje de ¼ de pulgada, un andar de 15 nudos y armada con un cañón Armstrong de 37 mm. en la proa y una ametralladora Madsen de 20 mm. en popa; en la segunda cubierta disponía de dos ametralladoras Maxim de 14.7 mm. y como armamento menor 48 fusiles Máuser (FMOP-1909) de 7.65 mm. y 48 sables de abordaje; disponía además de dos (02) botes salvavidas de acero La nave era comandada por el Teniente 1ro AP Manuel Sixto Clavero Muga y como 2do comandante el Teniente 2do AP Héctor Felipe Mercado Silva, con 37 tripulantes
Se contrató las lanchas de transporte: "Loreto" de propiedad de la casa Kahn y Polack, al mando del Patrón de Lancha José Domingo Barreto con 23 tripulantes. “Tarapoto” de propiedad del Sr. Toledano, que fue acondicionada como Lancha Hospital, al mando del Patrón de Lancha Isaac Suarez con 19 tripulantes; y la “Estefita" de propiedad del Sr. Adolfo Morey, al mando del Patrón de Lancha Manuel Benítez Flores con 21 tripulantes. Llevando cada lancha y la cañonera una “chata” de remolque, en las que se embarcó el Batallón menos una Compañía de Fusileros dejada de guarnición en Iquitos. Se compró víveres secos, ganado en pie y aves, leche condensada y agua mineral; también se adquirió medicinas por un valor de 208 Libras peruanas y botiquines para cada lancha. Para disponer de alimentos frescos se contrató a cazadores y pescadores loretanos.
El efectivo de la expedición: 343 personas; de ellos 103 tripulantes de la flotilla (37 de la cañonera fluvial “América”, 24 de la “Loreto”, 20 de la “Tarapoto” y 22 de la “Estefita”) y 240 hombres entre oficiales y soldados del Batallón de Infantería Nº 9 organizados en tres compañías de fusileros con fusiles Máuser (FMOP-1909), una sección de ametralladoras Maxim cal. 14.7 mm , dos cañones de artillería Maxim Nordenfelt cal. 37 mm. modelo 1890 de 4,000 mts. de alcance y la banda de músicos del Batallón. La expedición partió la noche del 28 de Junio de 1911 rumbo al Caquetá.
Para el mejor éxito de la expedición, el Comandante Benavides solicitó y obtuvo del Prefecto del Departamento de Loreto, que se guardara completa reserva sobre la misión encomendada al Batallón de Infantería Nº 9. Con tal fin, todos los bultos que formaban la impedimenta del Batallón fueron marcados con la dirección "Río Putumayo".
Como en Iquitos no se pudo conseguir un médico que acompañara a la expedición (el Servicio de Sanidad Militar no estaba aun debidamente organizado), el Comandante Benavides hizo que las lanchas atracaran en el pueblo de Caballococha en donde el Doctor Erasmo Vivar, a instancias del referido Comandante y a pesar de encontrarse enfermo con beri-beri, aceptó acompañar a la expedición con un sueldo mensual de 70 Libras y con la expresa condición de que se le haría regresar después de los combates que pudieran tener lugar.
Sabiendo el Comandante Benavides que una 2da expedición de 130 tropas colombianas al mando del General Carlos G. Neira habían pasado por territorio brasilero, con autorización del Gobierno del Brasil, y que llevando por misión reforzar a las que habían ocupado la margen peruana del Caquetá, se encontraban navegando por el río Amazonas en dirección a la isla brasilera llamada “Teffé”; ante tal situación, el Comandante Benavides tomó la decisión de evitar la unión de esos dos Grupos de Fuerzas colombianas y batirlas, llegado el caso, separadamente. De aquí la necesidad de que durante la travesía, nadie conociera el empleo que iban a tener sus fuerzas.
Para esto, era absolutamente indispensable se consiguieran las condiciones siguientes:
1º. Que el Comandante de la Guarnición militar brasilera (Tabatinga) en la frontera con el Perú, quien debía pedir declaración del rumbo que iban a seguir las embarcaciones con la tropa que conducían, no supiera que se dirigían al río Caquetá, lo que se encontraba en oposición, con el sentir y deseo del Comandante Benavides, de no cometer la falta que hubiera implicado hacer una declaración apartada de la verdad, y
2º. Evitar, igualmente, que un vapor trasatlántico que debía salir de Iquitos tres días después que de dicho puerto partió la expedición, encontrase a ésta en el Amazonas, cuando hubiese pasado la boca del río Putumayo (lo que claramente indicaría que las lanchas peruanas se dirigían al río Caquetá) a fin de que no pudiera dar aviso al refuerzo colombiano que se encontraba en la isla Teffé.
Planes de Engaño y Hermandad Masónica
Al llegar las lanchas en la noche a Tabatinga (frontera peruana-brasilera) el Comandante de la expedición invitó al Jefe de la Guarnición militar brasilera a pasar a bordo de la cañonera fluvial “América” a donde se le había preparado una recepción.
Después de los honores y presentación de toda la Oficialidad de la expedición formada con tal fin, en la cubierta de la cañonera, pasaron todos al comedor de la embarcación, donde el Comandante Benavides al hacer el brindis de honor, pronunció una alocución en la que se refirió a los grandes hombres y las glorias del Brasil, y al terminar, la banda de músicos del Batallón que había sido colocada fuera de la vista del agasajado, toco el Himno Nacional brasilero, lo que produjo gran sorpresa y profunda e incontenible emoción en el Jefe brasilero, quien según su propia declaración, hacía muchos años que no había oído el Himno Nacional de su patria, siendo la primera vez que, una banda de música, se encontraba en esos lugares.
En seguida, dicho Jefe contestó la alocución del Comandante de la expedición, poseído de la misma intensa emoción que casi no le permitía hablar, tocando, después, Ia banda de música, el Himno peruano. El Jefe brasilero desembarcó sin haber solicitado del Comandante de la expedición, declaración alguna sobre el rumbo que seguirían las lanchas con las tropas que llevaban, y en tierra hizo formar a su guarnición y que los cornetas tocaran dianas mientras las lanchas pasaban por delante del puesto militar.
Se hace esta referencia, al paso de la expedición por Tabatinga, porque la ignorancia en que estuvo el Gobierno brasilero de la expedición al Caquetá, hasta que se llevaron a cabo los combates en dicho río, dio lugar a un cambio de notas entre las Cancillerías brasilera y peruana, influenciada, sin duda, la primera, por alguna infundada queja de la Cancillería colombiana.
Para salvar a la expedición de ser vista por el vapor trasatlántico que debía salir de Iquitos, el Comandante Benavides tuvo la idea de hacer fondear las lanchas en alguno de los pequeños ríos que desembocan en el Amazonas o detrás de algunas islas que pudieran cubrirlas convenientemente.
Este punto, tuvo una solución mejor aún, porque al tocar la flotilla expedicionaria en un “puesto” (chacra) del río Amazonas llamado “Roma”, con el fin de proveerse de leña para las máquinas, su propietario, un italiano, bajo el secreto y mutua protección que se prestan los componentes de las Logias Masónicas, ofreció al Jefe de la expedición por su condición de Masón dos prácticos, uno brasilero y otro portugués, para que las lanchas surcaran un pequeño río que, uniendo el Caquetá al Amazonas, acortaba en cuatro o cinco días el viaje que habría sido necesario hasta llegar a la desembocadura del Caquetá, al mismo tiempo que se evitaba el encuentro con el vapor trasatlántico.
Sólo había el serio inconveniente, que ese pequeño río de muy poco fondo, solía con frecuencia disminuir el caudal de sus aguas, y las lanchas podían quedarse varadas. A pesar de esto, el Comandante Benavides hizo surcar con toda facilidad ese río; durante les tres días que se emplearon hasta llegar aguas arriba del río Caquetá.
En ese mismo pequeño río, el Jefe de la expedición pudo conseguir, mediante agasajos y la influencia que en todos esos lugares ejercía la banda de músicos del Batallón, que un brasilero de fortuna, apellidado Nacimento, a quien se le había señalado como el mejor práctico en la navegación, del río Caquetá, acompañara a la expedición.
Al llegar a la boca del río Apaporis (límite entre el Perú, Brasil y Colombia) el Comandante de la aduana brasilera allí establecida, prestó muy buenos servicios al Jefe de la expedición, gracias a una carta de recomendación, escrita por el italiano dueño del puesto “Roma” y dirigido al Comandante Brasilero que pertenecía también a la Hermandad Masónica. En la mañana del día siguiente, salió la expedición de la boca del Apaporis, en dirección hacía “La Pedrera”, que se encuentra a tres horas, más o menos, de navegación de la citada desembocadura del Apaporis.
Propuestas Diplomáticas para evitar el Conflicto
Mientras esto ocurría en el Caquetá, los cónsules de Perú y Colombia en la ciudad brasilera de Manaos, pidieron telegráficamente a sus Cancillerías la desviación de las expediciones de ambos países. La del General colombiano Neyra, que avanzaba por el Amazonas, se debía detener en Manaos y la del Comandante Benavides en el Putumayo.
Esta propuesta quedó aceptada por ambas partes. El 19 de Julio de 1911 fue firmado en Bogotá un convenio que suscribieron el Canciller colombiano Enrique Olaya Herrera y el Ministro Plenipotenciario peruano Ernesto De Tezanos Pinto. Colombia se comprometió a no aumentar su guarnición en “Puerto Córdoba” y “La Pedrera”, a mantener allí un máximo de 110 hombres incluyendo personal de aduanas y resguardo y a no avanzar; así mismo, aceptó detener la expedición del Gral. Neyra en Manaos.
El Perú asumió el compromiso de dar a sus fuerzas y colonos órdenes para que se abstuvieran de atacar “La Pedrera” y de desviar hacia el Putumayo la expedición enviada al Caquetá. Esta situación debía durar hasta la firma de un “modus vivendi”. El acuerdo y la permanencia de tropas de una y otra parte en la región disputada no Implicaba el reconocimiento de derecho alguno por el colitigante.
A pedido del Perú se agregó una cláusula según la cual, en el caso de que “dificultades derivadas de tiempo y distancia” impidieran que las órdenes para evitar choques armados llegaran oportunamente, siempre tendrían vigencia las estipulaciones del convenio.
Pero ya el combate se había producido, en vista que las disposiciones de dicho convenio llegaron al Caquetá recién en Agosto, esto debido a que no existía un tráfico de comunicaciones permanentes entre Iquitos y la región del Caquetá, y que cualquier comunicación del gobierno a través de la Prefectura se tenía que hacer fletando especialmente una embarcación cuyo viaje duraba más de tres semanas.
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A la izq. el Mayor EP Pablo Rossel, 3er Jefe del Btn. Inf. Nº 9
En el centro el Tte. Crl. Oscar R. Benavides Jefe del Btn. Inf. Nº 9
A la der. el Mayor EP Manuel Ramirez Hurtado 2do Jefe del Btn. Inf. Nº 9
Las lanchas comerciales “Loreto” , “Tarapacá” y una “Albarenga”, al partir de Iquitos, transportando a la Expedición Peruana al río Caquetá
Cap Tulo Iv
Fuerzas Peruanas Rumbo A La Gloria
Inicio del Combate: 10 de Julio de 1911
La flotilla expedicionaria llegó al mediodía del 10 de Julio a “La Pedrera”, ante el asombro de las tropas colombianas mandadas por los Generales José Isaías Gamboa y José María Valencia. Tenían ellos bajo sus órdenes, además de los 120 hombres de tropa y 30 gendarmes y personal del resguardo, aunque algunos de ellos enfermos o desnutridos; a más o menos cincuenta (50) nativos de las etnias Hultotos, Boras y Uruhuaris, que habían sido armados con fusiles Winchester y utilizados como contingente auxiliar.
“La Pedrera” estaba situada en una elevación rocosa del terreno que domina completamente el río, en la margen derecha del Pure, afluente del Caquetá. Aguas abajo del campamento colombiano, el terreno era bajo e inundable, aguas arriba del río era la única zona abordable.
Situada la cañonera fluvial "América", en la que estaba embarcado el Comandante Benavides, frente a "La Pedrera", mandó en un bote como parlamentario al Subteniente EP Alberto Bergeríe, con las banderas peruana y blanca, un corneta y bogas correspondientes, quien llevó un ultimátum escrito de dicho Jefe para el Comandante del puesto militar colombiano en la que le decía:
A bordo de la cañonera América, 10 de Julio de 1911.
Señor General Comandante de las Fuerzas colombianas:
Habiendo encontrado el Caquetá peruano, o sea la margen derecha de este río, ocupada por fuerzas colombianas que usted comanda, véome en el caso de notificarlo para que dichas tropas desocupen la margen citada, en el término de dos horas, que comenzarán a contarse desde el momento de la entrega de esta intimación. Transcurrido el plazo sin que se haya procedido a la desocupación que exijo, me veré precisado a emplear la fuerza para hacer respetar la integridad nacional de mi patria.
Creo que solo un error involuntario haya podido dar lugar a que usted y sus tropas ocupen la margen derecha del Caquetá y no la izquierda, pues los derechos de mi patria sobre la primera, por no ser posible ni siquiera discutirlos, han sido siempre y son reconocidos por todas las demás naciones.
Advierto a Ud. que todo movimiento de tropas en su campamento que pueda hacer suponer preparación para resistir a la intimación que hago, lo consideraré como un acto hostil y procederé en consecuencia.
Comandante Oscar Benavides
Como puede observarse, el Comandante Benavides trató de darles una salida pacífica y honorable a las tropas colombianas que ocupaban la orilla derecha del río Caquetá, considerado y reconocido en el ámbito internacional como territorio peruano, atribuyendo la presencia colombiana en dicho lugar a un error involuntario, que debería ser subsanado con su retiro a la orilla izquierda, que era reconocida como territorio colombiano.
El General Isaías Gamboa era un hombre de honor y naturalmente, rechazó el “ultimátum” Pero en vista que había destacado tropas a “Puerto Córdoba” al mando del Gral. José María Valencia, aguas arriba de “La Pedrera” y a un día de camino de ese lugar, quiso ganar tiempo para reunir a sus tropas; por lo que le indicó al Subteniente EP Bergeríe que le daría su respuesta por escrito al Jefe peruano a través de un parlamentario, como efectivamente lo hizo A las 15.00 horas se presentó como parlamentario el médico de la guarnición colombiana Doctor Yomita, quien al presentarse al Comandante Benavides y antes de entregarle el documento de respuesta, le solicitó a nombre del General Gamboa que se postergara el plazo por dos días para dar una respuesta definitiva.
El Jefe peruano expresó que la proposición era inaceptable y que por consiguiente al expirar las dos horas señaladas, se procedería hacer uso de la fuerza para la desocupación y hacer respetar la integridad del territorio patrio. Fue entonces que recién el Doctor Yomita entregó la respuesta escrita. En esa respuesta decía dicho General:
Guarnición “La Pedrera” del Ejército de Colombia en el Caquetá, Julio 10 de 1911
Señor Comandante de las Fuerzas peruanas
La ocupación de la citada margen hace más de un año que se verificó, estableciendo en ella una aduana que la han reconocido en Brasil y Colombia La ocupación militar la he verificado por orden del gobierno de mi patria, sin cuya orden no podré desocuparla, porque desobedecería sus órdenes y faltaría por consiguiente al cumplimiento de mis deberes.
Creo sin embargo que por medios diplomáticos de las cancillerías de nuestros países, se puede llegar a un arreglo favorable y honroso para las dos repúblicas hermanas.
La parte final de esta entrevista la relata el Ingeniero Juan Rumciman en su libro “Campaña del Caquetá” donde manifiesta: “Después de leer la misiva del Gral. colombiano, Benavides le dijo al Parlamentario: Si hasta las cuatro de la tarde no veía movimiento de desocupación en el puerto, empezaría los fuegos. La respuesta del parlamentario fue: Señor, moriremos todos”.
Momentos después a las 16.20 hrs. se rompieron los fuegos y principió el 10 de Julio de 1911 el primer día de combate. Siguiendo el Plan de Operaciones del Comandante Benavides, que consistía en:
“La Fuerza Expedicionaria Peruana realizará un asalto fluvial, contra las posiciones del enemigo en “La Pedrera”, mediante un desbordamiento con la lancha “Loreto”, desembarcando a las fuerzas antes o después de la guarnición enemiga; fijando al enemigo en sus posiciones defensivas con los fuegos de la cañonera fluvial “América”, manteniendo las fuerzas de la lancha “Estefita” en condiciones de apoyar el ataque, y a la lancha hospital “Tarapoto” en condiciones de dar apoyo sanitario a nuestras fuerzas; para conquistar la posición enemiga de “la Pedrera” a fin de restablecer la soberanía sobre la orilla derecha del Caquetá”.
La lancha "Loreto" teniendo embarcado al Mayor EP Manuel Ramírez Hurtado 2do Jefe del Btn. Inf. Nº 9, inició la exploración de la ribera derecha del río Caquetá, en las proximidades de "La Pedrera", con la misión de determinar algún lugar apropiado para el desembarque de las fuerzas, mientras la cañonera fluvial "América" situada frente al puesto militar colombiano protegía esa exploración batiendo con los fuegos de su cañón de proa y la ametralladora de popa las posiciones enemigas, aproximándose hasta 150 mts. de la orilla, hundiendo a una pequeña lancha colombiana que servía de enlace. La lancha "Estefita" con el Mayor EP Pablo Rossell 3er Jefe del Btn. Inf. Nº 9 a bordo, secundaba, a mayor distancia, la acción de la cañonera "América", y la lancha hospital “Tarapoto” estacionada en la cabecera de la isla “Mongubas” se preparaba para tener a punto el apoyo sanitario.
Las fuerzas colombianas tomaron posesiones en trincheras trabajadas en la espesura de los bosques que rodean a "La Pedrera", invisibles para los atacantes y bien emplazadas. Las tropas peruanas estuvieron obligadas a combatir en una situación muy desventajosa, porque embarcadas en las lanchas, en un río que tiene un ancho de 800 a 1,000 metros en las inmediaciones de "La Pedrera", y con una "Cashuera" (cascada peligrosa formada por una línea de rocas unidas por un fondo bajo y pedregoso, haciendo que el agua adquiera gran velocidad al pasar entre ellas, formando fuertes remolinos a los extremos) que limitaba el radio de acción de las lanchas y presentaban a las fuerzas colombianas, un blanco magnífico para sus fuegos.
Para evitar en lo posible, tan desventajosa situación, se había hecho colocar en varias filas, grandes troncos de madera que reforzaban las bordas de las lanchas, y las tropas fueron situadas en las bodegas, quedando sobre las cubiertas, sólo el número de hombres necesarios para batir las posiciones enemigas.
En esos días una creciente de las aguas del río Caquetá había producido en sus riberas una inundación tan grande que según lo aseguraron los moradores de esa región no se tenía recuerdo de otra igual desde hacía 20 años. Por esta causa, resultaron infructuosos los esfuerzos hechos en la lancha "Loreto" para encontrar un lugar que permitiera el desembarque de las tropas.
De los diversos puntos a los que se dirigía esa lancha en su exploración, daba con su sirena las señales convenidas al Jefe de la expedición, que no encontraba sino terreno completamente inundado imposibilitado para el desembarque.
Después de cuatro intentos fallidos por la lancha “Loreto”, a las 18.30 hrs. y ante la imposibilidad de hacer desembarcar las tropas, lo que era indispensable para que las Fuerzas Expedicionarias pudieran combatir sin las desfavorables condiciones en que se encontraban, frente a un enemigo invisible y atrincherado. El Comandante Benavides dio la orden de replegarse, lo que se llevó a cabo hasta una pequeña isla situada a. unos 2,000 metros de "La Pedrera", y al abrigo de ella, fondearon las lanchas.
En ese primer día de combate, murió valientemente en la cubierta de la cañonera "América" el Subteniente EP Alberto Bergeríe, a quien una bala hirió en el cuello destrozándole la carótida. Ese bravo Oficial, adjunto del Comandante Benavides, demostró gran valor y valentía, pues al caer herido, se le acercó el Comandante Benavides y al preguntarle por la condición de su herida, le contestó, apretándosela con las manos "No es nada mi Comandante; viva el Perú", falleciendo al instante. En esa misma embarcación falleció el Soldado José Grandes del Batallón de Infantería Nº 9 y resultaron heridos el marinero Samuel Piña Amasifuen y dos (02) soldados del Batallón de Infantería Nº 9.
En la cubierta de la lancha “Loreto” murió también valerosamente el Teniente EP Cesar Francisco Pinglo Chunga por una bala que le atravesó el corazón. Como justo homenaje a la memoria de estos oficiales las guarniciones peruanas de “Pinglo” en el Marañón y de “Bergeríe” en el Putumayo llevan sus nombres. Igualmente hubo que deplorar la muerte del Soldado Saturnino Guerra del Btn. Inf. Nº 9 y las heridas recibidas por tres (03) tripulantes: marineros Isidro Juasave, Francisco Pisango y Jesús Mori, además de tres (03) soldados del Batallón de Infantería Nº 9
En la tarde del mismo día fueron enterrados en un cementerio provisional en la margen derecha del río Caquetá, todos los que habían muerto defendiendo la frontera de la Patria. A los heridos se les traslado a la lancha hospital "Tarapoto", la que con tal fin había sido preparada por el Jefe de la expedición, para que en ella fueran atendidos por el médico, Doctor Erasmo Vivar Ese primer día de combate las Fuerzas Expedicionarias Peruanas sufrieron las bajas siguientes:
Bajas Ofls Tropa EP
02 02
05 04 09
Total 02 07 04 13
Según las fuentes colombianas, “El día 10 de Julio rechazaron el ataque peruano de cuatro lanchas artilladas con 500 hombres, tras dos horas de combate, la avería de la lancha América dio pie a la retirada de Benavides”
2do Día de combate: 11 de Julio de 1911
En las primeras horas del día 11 de Julio, el Comandante Benavides hizo reunir en la cañonera "América" a todos los prácticos que dirigían las lanchas, y con ellos avanzó hasta las inmediaciones de "La Pedrera", con el objeto de que reconocieran con más detención y calma la margen derecha del río, y dieron su opinión sobre la posibilidad de encontrar algún punto que permitiera el desembarco de las tropas. En ese reconocimiento, todos los citados prácticos señalaron al Jefe de la expedición, algunos lugares en los que creían que había tierras altas, y por consiguiente, libres de la inundación, y accesibles para el desembarque de las fuerzas.
De regreso a la isla “Mongubas” en que se abrigaban las lanchas, el Comandante Benavides dio las órdenes del caso para tratar de conseguir el deseado e indispensable desembarque en los sitios que se habían señalado. A las 11.00 horas tuvo lugar entonces, el segundo día de combate. La cañonera "América" y las lanchas "Loreto" y “Estefita” recibieron las mismas misiones que el día anterior, solo la lancha hospital "Tarapoto", con los heridos, se quedó a mayor distancia de "La Pedrera".
Se combatió casi cinco horas, durante las cuales la "Loreto" repitió con su sirena las mismas señales del día anterior, indicando que los lugares que se le hablan señalado, así como otros que reconoció, estaban tan inundados como el resto de esa ribera, con el agravante que en uno de sus intentos por tocar la orilla para el desembarque de las fuerzas, sufrió un desperfecto en el sistema de gobierno de la lancha, la cual gracias a la esforzada labor de los mecánicos fue reparada durante la noche.
Ante esta situación, sumada a la tenaz resistencia que hacían las fuerzas colombianas, el Comandante Benavides dio nuevamente la orden de replegarse hacia la isla “Mongubas” que había servido el día anterior de abrigo a las embarcaciones.
Los heridos de ese día fueron en número menor que en el combate anterior. Sin embargo; hubo que lamentar la baja del Sgto. 2do EP Bernardo Villalta Luna del Batallón de Infantería N° 9 quien dio su vida por la Patria, dándole sepultura al lado de los que habían caído el día 10, y los heridos fueron llevados a la lancha hospital "Tarapoto"; el contramaestre José Navarro Solano, primer apuntador de la ametralladora de popa, el marinero Lizardo Pezo, el grumete Faustino José Guivin y el voluntario Julio Gaudín todos de la Cañonera “América”. En el segundo día de combate las Fuerzas Expedicionarias Peruanas tuvieron las bajas siguientes:
Por los combates de esos dos días, el Comandante Benavides tuvo el convencimiento de que era imposible, dada la completa inundación de la ribera derecha del río Caquetá, hacer desembarcar las tropas a sus órdenes, y como esto era indispensable no solo por las condiciones desfavorables en que combatían las fuerzas peruanas, sino lo que era de mayor importancia, obtener un resultado definitivo, adoptó un nuevo plan para el combate del día siguiente.
Al otro lado de la "cashuera" que se encuentra frente a "La Pedrera" se veía lugares bastante elevados que daban la seguridad de no estar inundados y permitir por consiguiente un desembarco. Pero esa "cashuera" por su fuerte corriente, no había sido nunca, hasta esa fecha, surcada por ninguna lancha, y los habitantes de esa región, creían que esto era imposible. Sin embargo el Comandante Benavides, como recurso supremo, resolvió forzar ese paso.
El nuevo plan establecía: “Atacar la Guarnición colombiana fijando al enemigo frontalmente con los fuegos de la cañonera “América” y realizar una maniobra envolvente aguas arriba de la posición colombiana, forzando el paso de la “cashuera” con la lancha “Loreto” que permita el desembarco de las tropas peruanas, a fin de atacar el flanco izquierdo de la posición enemiga y conquistar “La Pedrera”.
Como acto preparatorio, se planificó un Plan de Engaño que se ejecutó haciendo avanzar a las doce de la noche a la cañonera "América", llevando ésta todas las luces apagadas y tratando de hacer el menor ruido posible hasta colocarse frente al puesto militar colombiano de "La Pedrera", sorprendiéndolo con fuegos de hostigamiento que hizo la “América” con su cañón de proa, la ametralladora de popa y de la tropa peruana embarcada, acción que se realizó durante algunos minutos; retirándose después en la misma forma en que había avanzado.
El objeto que se propuso el Jefe de la expedición, fue obligar a las tropas colombianas a permanecer alerta en sus trincheras, toda esa noche, que fue muy oscura y con un aguacero diluviano, a fin de que el día siguiente se encontraran fatigadas y con la moral disminuida.
Por las declaraciones posteriores de los prisioneros, se pudo saber, después, que había tenido éxito lo previsto por el Jefe de la expedición peruana, porque los jefes colombianos habían ordenado que sus tropas permanecieran en sus trincheras, temerosos de que se proyectara hacer un desembarco en la noche. Cosa imposible, por cierto, debido a los inconvenientes qué se habían encontrado en los combates de día.
Ametralladora Madsen de 20 mm. de la Cañonera Fluvial BAP América
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