Ventanas

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V E N TA N A S Shinna Gaitรกn

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El lagarto azul


Ventanas

© Shinna Gaitán, 2014 Diseñado por Shinna Gaitán Queda estrictamente prohibida su reproducción total o parcial por cualquier sistema o método electrónico sin la autorización expresa de la autora para ello. Impreso en Incolors S.A Bogotá, Colombia


No hay ventana igual, todas inspiran de entrada una impresiรณn diferente; pero quizรกs en el fondo no lo sean del todo... Detrรกs de ellas habitan hombres y mujeres. Shinna Gaitรกn


A mis abuelos, seres de amor incondicional.


d “Ventanas” es un proyecto que se centra en resaltar la verdad que se esconde detrás de la apariencia, el éxito, la seguridad y el poder que solemos transmitir hacia los demás. Se trata de descubrir el interior de cada quien entrando por la ventana del lugar donde los miedos, las frustraciones, los pasados y presentes, la vida y las (des)esperanzas pueden salir a flote sin ningún reproche ya que la soledad jamás ha de retener su mirada con el ánimo de juzgar. Cada ventana brinda una primera impresión tal y cual las personas recién las conocemos. Sin embargo, cada una de ellas contiene una gran historia; dicho de otro modo, detrás de cada fachada existe algo qué contar pero que muchas veces nos rehusamos a compartir. Las historias escritas en este libro son reales así que cualquiera lector puede estar inscrito en cualquiera de ellas. Las identidades de los personajes han sido modificadas para proteger su identidad.



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David, que gran tipo…

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ntes de cumplir 14 años, mis papás salieron de viaje y me dejaron con mis tíos y abuelos. Ellos me llevaron a una finca enorme cerca del Lago Calima. En la finca estaban familiares míos y también otras personas que eran conocidos de mis tíos y compañeros de trabajo de mi papá. Yo era muy pequeña y la mayoría de asistentes eran personas mayores. Sabía que no era interesante para nadie. Todos hablaban de David; todos eran “David esto, David lo otro”… “David viene con una fractura en su pierna”, decían. Cuando al fin supe quién era David, me pareció encantador. A primera vista fue de esos tipos de los que todas se enamoraban a pesar de ser delgado, narizón y orejón… ¡Ah! Y como para rematar, tenía brackets. Yo vigilaba lo que él hacía y cómo hablaba, pero siempre me hacía la desentendida; la edad me ayudaba un poco a pasar desapercibida. Sin embargo, después de ese corto tiempo en la finca no volví a saber nada de él por mucho tiempo. Mi tío falleció y él era el más cercano a David, así que perdí la esperanza de volverlo a ver. Un año después de la muerte de mi tío, volví a escuchar hablar de David; pero esta vez hablaban del platal que había empezado a ganar, se había

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operado la nariz, se hizo juntar las orejas, le habían quitado los brackets… en fin todo lo habido y por haber; hasta dijeron en una ocasión que ahora hasta tenía buen gusto para vestir… Sinceramente, para la mayoría sólo se trataba de cuchicheos; pero para mí, eran cosas que realmente me interesaban y deseaba corroborar. Poco después cumplí 18 años. El mundo para mí empezaba a ser diminuto. Como ya era mayor de edad y quería tener platica en las manitas, me fui a trabajar con mis padres. Mi papá era el único que tenía Backberry debido a los múltiples negocios que debía manejar y sabía que tenía a la mayoría de los contactos de su trabajo en el PIN. Un buen día acompañé a mi papá a la peluquería y en el transcurso del viaje yo le cogí el celular para saber si David tenía PIN. Empecé a preguntar persona por persona sólo para saber si alguno de ellos era él y lograr al menos ver una foto suya. Dentro de los contactos de mi papá encontré un tal “Tutti Fruti”. Es difícil describir lo que sentí pero me pareció demasiado peculiar… no me aguanté y le pregunté a mi papá quién era, a lo cual me contestó con una sonrisa en la cara “Aaa él es David, es que se pone así porque ese es el apodo que le pusimos en la empresa” La satisfacción que reflejaba mi cara era única, apreté las nalgas en son de victoria desenfrenada pero contenida y pensé “por fin lo encontré”. Llegamos a la peluquería y mi papa se bajó. Me quede con su celular en el carro y haciéndome pasar por mi papá le escribí: Papa: Hola parcero. David: Hola parcero ¿qué más? Papa: Bien, ¿en qué anda? David: Yo por acá trabajando y ¿usted? Papa: Saliendo de trabajar con Diana David: ¿Si? vea pues, pues trabajando mucho

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Papa: Sí David: Dígale a su hija que busco novia Papa: jajajajajajajajajaja (literal) David: Parcero no se ría David: Usted sabe que no estoy molestando Papa: Es que me da risa porque hablas con Diana David: Uy ¿cómo así? Diana, que pena Papa: No, no pasa nada tranquis David: Mmmm ok Papa: Y ¿cómo vas? ¿Qué me cuentas? La conversación continuó hasta que llegue a mi casa, al final me pidió mi número celular e inmediatamente me llamó. Empezamos a hablar bastante por celular y nos escribíamos por PIN cada vez que mi papá llegaba de trabajar; al final de cada conversación, borraba todas las conversaciones con una sonrisa invaluable. Transcurrieron las cosas así durante 3 meses pero una vez me regalaron celular con PIN para hablar mejor, nos volvimos a alejar. Sin embargo, tras acceder a ir con una amiga a que nos leyeran las cartas para el tiempo de amor y amistad, mi tía me invitó a pasear a Barranquilla y yo sin pero alguno le respondí que sí. Para mi sorpresa iban también mi hermano, mi papá, mi primo y David quien terminó en la colada. Estaba gorda y eso me hacía sentir nerviosa. En ese viaje hubo una fiesta de cumpleaños en la que él me textió; estaba al otro lado del salón. Quería que saliéramos a comer y le dije que sí, pero aclaró que para no levantar sospechas lo hiciéramos cuando volviéramos a Cali. Cuando se cumplió el día del encuentro y llegué al restaurante, me encontré con que estaba completamente lleno. Al poco tiempo él llegó en su carro y me dijo que nos fuéramos a otro lugar. Ubicados en el restaurante nos vio alguien conocido lo cual lo

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molestó mucho; pero para mí no fue tan grave como cuando empezó a hablarme de su ex. ¿Hablar de la ex? Ese es el peor tema de conversación que alguien puede ponerle al sexo opuesto, por Dios, es lo más rebuscado que existe y todavía peor expresándose como si él fuera una porquería que no pudo enamorarse en 2 años de la vieja. No entiendo que tiene que ver eso conmigo. Empecé a sentirme patética. Una vez salimos del restaurante, cogimos para un sector donde todo mundo llega a tomar, específicamente terminamos en una discoteca reconocida de la ciudad donde van las típicas amigas del quirófano, esas mismas mujeres de vitrina que todos miran pero que no son tocadas... En mitad de la fiesta le digo a David que necesito entrar al baño a lo que me contestó que me prestaba el baño de su apartamento. No me pareció nada raro hasta que en el camino me dijo “¿La vida hay que disfrutarla no?... Estamos solos, es amor y amistad, hagámosle el amor a la amistad ¿no? Y viendo como seguíamos avanzando en medio del nerviosismo le contesté “Yo no te he dado ninguna respuesta” con un pequeño chascarrillo se defendió y finalmente llegamos al lugar. Entré con urgencia al baño pero después se sintió el calor en el apartamento. Salí y en poco tiempo estábamos acostados en la cama. Me colocó la mano en su miembro y me susurró “¿Dianita será que todo esto si le cabe a usted?” Sinceramente, cuando se quitó el pantalón y se lo vi, quería soltar una carcajada: lo tenía chiquito y flaquito, creo que hasta me había asustado por un momento de pensar que me iban a dar con el pene más frondoso que jamás haya podido atravesar en la vida; pero no sabía qué era más ridículo si verle el

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pene o ser testigo de la satisfacción que reflejaba su cara. Era increíble como el “amor de mi vida” no me hacía parar ni un pelo pero aún esperaba que las cosas tomaran otro rumbo. “Que rico como la estoy chuzando Dianita” ...Fue todo lo que supo decir mientras teníamos sexo y yo ni fui capaz de fingir un orgasmo. De un momento a otro paró, le dio malgenio. Me paré de su cama y le dije: “¿eso es todo?”; con sólo ver la expresión de su cara había obtenido las respuestas que quería saber. No hablamos más, me metí al baño y al poco tiempo salí. Bajamos al parqueadero. Le pedí que me llevara a la casa, respondiéndome “Vamos que voy a la casa de mis papás y allá te pido un taxi” no sabía que pensar, me sentía mal y decepcionada de este tipo, quien toda la vida me había echado los perros y ya teniendo la oportunidad de así sea de quedar como un perro seductor pero caballero, queda más bien como un patán. En el camino, quedamos de no contarle a nadie lo sucedido. Llegando a la casa de sus papás y cortando el silencio que había en el carro me dice “Dianita hoy no pasó nada, no nos gustamos, yo no le puedo ofrecer nada a usted porque a mí no me llenan las mujeres…” en eso interrumpo y le digo “sos gay?” “Y me dice no, me encantan las mujeres pero no sé, es raro, valórese.” Los brujos, los que te leen las cartas, o como se llamen te pueden decir el futuro ¿cómo lo hacen? No lo sé; pero no te dicen “puedes cambiar las cosas porque la vas a cagar”. Supongo que a veces el nivel de estupidez es incalculable. Ni siquiera fue capaz de pagarme el taxi. Y sí, creo que es marica.

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ángela figueroa

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staba sentado en la cama de mi habitación cuando entraron, en realidad no los esperaba. Empezaron a decirme varias cosas sin sentido, dando vueltas mi cabeza, hasta que finalmente me dijeron: “Andrés te vamos a internar en un manicomio, será lo mejor para todos.” No sabía si lanzar una carcajada o desesperarme; pero de igual forma no puse resistencia alguna. Para ese momento ya había iniciado mis rituales, era pionero en un arte conocido como el mimetismo y tenía muy presente que si lograba finalizar mis prácticas me convertiría en el ser más poderoso sobre la tierra, sólo necesitaba el apoyo de mis allegados pero ninguno había sabido entender. Quería demostrar que a través del contacto físico y espiritual con los elementos naturales podría adquirir sus cualidades con el fin de convertirme en un maestro al dominarlos a la perfección, y para ello comencé con el agua. Me dirigí varios kilómetros lejos de mi hogar a una montaña rocosa que posee un arroyo caudaloso natural. Sabía que si moría dentro de la corriente, el cuerpo mortal se llenaría de su esencia para volver a la vida como un maes-

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tro del agua; pero no era simplemente eso, primero debía inicializar mi alma en el camino de la adoración a Poseidón, seguido por un tributo de sangre al grandioso Hades. Los guardias del lugar me sacaron de inmediato al notar lo que sucedía y contactaron a la policía con el fin de llevarme a la estación más cercana. Obviamente ellos lo llamaron intento de suicidio, que requería una evaluación médica, pero no podían estar más equivocados, eran unos ignorantes de la verdad. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para estar libre de nuevo, pues mi padre es político. Al volver a mi casa, me encerraron con llave en mi cuarto; allí, planeé mi próximo intento para lograr mi gran hazaña. Era tiempo de manipular el aire. Me las ingenié para salir por la única ventana y repetí el ritual espiritual, sólo que esta vez invoque la magnífica habilidad voladora de Hermes, iba a saltar para captar todo el aire por mis poros, pero rápidamente fui interceptado por mi hermano antes de hacerlo y desde ese momento no volví a ver mi cuarto. Mi madre adora a Jesús, mi padre parece que da su vida por el Uribismo y yo… No logro comprender por qué me hacen esto a mí. Ahora ya no tenía opciones, siempre me vigilaban y generalmente estaba en la sala familiar a merced de todos, eso sí era un infierno. Me dirigí a la cochera buscando un respiro, pero divise la presencia de un tanque de LCD prácticamente nuevo, era mi momento, me bañe en esa olorosa sustancia pidiéndole a Hefesto y Hades sus bendiciones, y me prendí en fuego. Lo siguiente que recuerdo era una sala blanca, me dolía absolutamente todo el cuerpo pero se sentía bien, había logrado mi cometido. Por tiempos prolongados el doctor hablaba de las quemaduras de

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segundo grado, las delicadas sesiones de curado y la lenta recuperación hasta el punto de molestarme, no me dejaba pensar en mis próximos intentos y en poco tiempo volvimos al punto donde inicio mi relato. No me permitían hacer casi nada, sólo una caminata diaria, visitas los domingos, tres comidas y generalmente era pacífico por doquier. Aunque los privilegios se acabaron al descubrir que ingerí un par de rocas con el fin de obtener los poderes de la tierra de la diosa Gea. Después de la intervención quirúrgica de emergencia que se requirió para remover aquellas rocas, estuve en reposo unos instantes en la sala completamente solo. Era mi última oportunidad, a mi izquierda se encontraba un desfibrilador de emergencia, prepare todo en segundos y empecé a hacer descargas en mi cuerpo. Rogué a Zeus por sus poderes El doctor me encontró casi muerto al minuto de haber ocurrido varias descargas y dio una orden inmediata de contención al director. Ahora me encuentro totalmente aislado del mundo, muchas veces drogado en este cuarto acolchonado; pero jamás perderé la fe de que en su debido momento todos mis esfuerzos serán recompensados obtenido mis poderes para librarme de este manicomio.

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ángela figueroa

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odo comenzó cuando tenía once años, la relación con mi familia no era buena. Mi madre era todo lo contrario de una mujer digna, trasparente y cariñosa; llevaba una vida de excesos… sin contar que la maternidad para ella jamás fue una prioridad. Mi padrastro era en mi concepto un patán vicioso, agresivo y pervertido. Siempre esperé que cuando mi papá biológico volviera fuera algo distinto, pero al parecer mi madre ni siquiera sabía quién era. No había ni convivencia ni amor y aun siendo tan sardino ya no quería soportar más abusos, así que decidí fugarme. A mi parecer, mendigar en la calle era mejor que vivir en ese intento de hogar; pero fue algo que sin darme cuenta, fue dominando mi vida. Los primeros días después de la fuga fueron muy difíciles; pero la convicción me permitía seguir adelante, no rendirme. Hice lo posible para sobrevivir, pase semanas enteras con sólo un pan en el estómago, comía de la basura, ¿si me entienden? de las migajas de los demás, dormía debajo de los puentes, dentro de callejones y en las aceras donde normalmente transitaba la gente. Robé a gente inocente con tal de conseguir dinero primero para comer y luego para las drogas las cuales consumí primero para evitar sentir hambre y luego por vicio. Trabajé en los buses y luego avancé al tráfico de armas lo

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cual me dejaba un poco de más liga. Sabía que eso no era vida, sólo estaba sobreviviendo. Para mi sorpresa y luego fortuna durante mi estadía en las calles conocí a quién yo llamaría mi salvador, mi mano derecha, mi mejor amigo… Manuel. Ése man es de esa clase de personas que no te inspira la menor confianza. Era reservado y peligroso. Lo solían llamar “la escoria de la sociedad”. Sin embargo, al conocerlo descubrí las ideologías más interesantes que jamás había podido conocer tan de cerca, era un verdadero líder político de ultra derecha. A medida que pasaba el tiempo, más aprendía de él, la fuerza necesaria para lidiar con la vida a diario, el rol primordial que representa la familia en la formación de sus hijos; es decir, todo lo que podría ser distinto en nuestro país solo empezando por la casa. Me enseñó la importancia de sentir orgullo por nuestro país y las etnias y del daño que causamos a la comunidad cuando robamos, distribuimos droga, somos intermediarios de la venta de armas; somos la escoria porque esas acciones sólo afectan la integridad en general. Poco a poco logre salir del agujero en el que me encontraba, encaminar mi vida en lo que ahora creía, y funcionó de maravilla, me esforcé hasta quedar sin aliento por salir adelante, y aún es el momento en el que no me arrepiento de lo que pasé, todo es aprendizaje. A veces, como decía Manuel, hasta cagando podemos hacer crecer una flor. Sin embargo, creo que nada fue más difícil como cuando decidí buscar de nuevo a Luz Dary, una vieja a la que en su tiempo no podía ver más que como un pasatiempo pero que, tiempo después de haberla abierto supe que había estado embarazada de mí. No sabía si había tenido al crío; pero no sabía por qué la necesidad de saberlo después de 7 años. Me introduje a las calles donde solía andar pero me dije-

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ron que no habían vuelto a saber nada después de que la vieron mercando. Tenía 5 meses de embarazo. No me rendí, algo me invitaba a seguir buscando. Cuando al fin la encontré no pude acercarme inmediatamente. Necesitaba saber si ella se había vuelto a enamorar y si la niña que cogía de la mano era mi hija. Hice cuentas, me fijé en la fisionomía de la niña en una ocasión; pero no supe si se parecía a mí. Pasaron 2 meses y aún no me decidía. Hasta que un día regresando a la casa me encontré de cara a Luz Dary. No pude evitar el encuentro. Ella me reconoció de inmediato y volteó su cara. Intentó seguir su camino pero sin pensar le dije: -“Luz te he estado buscando” -“Qué quiere?, no decía que yo era una bandida y un estorbo?” -“No Luz, las cosas cambiaron. Esa niña con la que anda todos los días es mi hija cierto?” -“…. Y a usted por qué le puede interesar eso? Sería muy descarado después de 7 años.” -“Entonces si es mi hija” Con recelo aceptó mi invitada a comer una empanada. Al final confesó que si era nuestra hija y me contó un poco acerca de ella, pero no todo era bueno… la niña ya llevaba enferma hacía años y por más de que Luz Dary trabajaba mucho no le había podido comprar las medicinas y mantener la alimentación que ella requería para que la enfermedad no siguiera avanzando. Estaba muy preocupada de perder a su chiquita y al escucharla, sentí que también perdía a la mía. Le ofrecí ser el padre para ella y sin pensarlo rechazó mi oferta. A lo mejor, o no a lo mejor, yo fui un perro con ella. Le podía leer el odio en su mirada pero aún encontraba el indescriptible encanto cuando la vi por primera vez.

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Meses después de llevarle detalles, mercado y flores, me dejó entrar a la casa. La niña estaba haciendo sus tareas. Sus ojos podían robar toda la atención de cualquiera, eran iguales a los de mi madre, que en paz descanse. Y al fin me conoció. Qué día tan feliz; y a pesar de que Luz Dary me pidió que no le dijéramos tan rápido, en poco tiempo la niña llegó con una tarjeta que decía “regresaste papá” la cual aún conservo limpia a pesar de estar mantener lleno de la grasa de los carros. En ese pequeño instante supe que ya había encontrado mi lugar y sin querer recordé esos días en que quería fugarme, tenía las fuerzas suficientes para luchar por mi nueva esposa y por mi chiquita. Pero, al tiempo, las cosas con Luz Dary empezaron a decaer y yo no quería separarme de la niña, así que me dió en arriendo un cuarto en la misma casa. Vi crecer a Juliana y eso quito toda humillación de encima. Cuando Juli cumplió 22 años decidió casarse; pero desde que volvió a la casa no sale de su cuarto. Le dejan la comida en la puerta y jamás dice una palabra. Una buena noche le dejé un papel por debajo de su puerta. -“Hija preciosa. No se por lo que pasas pero confía en mí. Sé que son cosas que las niñas jamás cuentan a sus padres pero hay cosas que no sabes de mí. Quisiera que habláramos” Pasaron los días, pero ella no contestaba. En un intento más arriesgado le escribí -Conocí a tu madre debajo de un puente. Pensé que saldría a preguntar, pero en vez de eso escuche la primera burla en lo que llevaba en casa. Poco a poco le conté lo que ustedes ya saben. Apenas dejaba el papel ella lo recogía; incluso a veces sentía que me lo jalaba. Cuando no quedaba más por

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contar aproveché que Luz Dary había salido a la tienda por leche y le escribí quizá una última nota: -“No sé si aún tengas dudas de mí, de la persona que fui y la que soy, sólo espero que sabiendo esto sepas valorar lo poco que tienes, puedas aprovechar todas las oportunidades y construir la vida que quieres tener a tu alrededor. Sé que te sientes sola pero yo también lo sentí, sé que has perdido la esperanza en muchas cosas pero yo jamás las tuve hasta que te conocí. Jamás permitiré que tengas que vivir lo que yo viví, ni hacer las cosas que hice; no fuiste hecha para sobrevivir, sino para vivir.” Ya habían pasado dos meses y nada había cambiado; así hubiera contado mi patética historia. No sabía más que hacer, Luz Dary nunca se había metido en nada con respecto a ese tema porque según ella Juliana se había labrado su propio destino y que sólo dependía de ella misma salir de semejante embrollo en el que parecía estar; pero a mi parecer a ella no le importaba en lo absoluto la niña con tal de verla viviendo y aportando finalmente en la casa. Para mí no se trataba de nada más que del bienestar de Juliana, de saber en realidad lo que vivía, cómo pensaba y qué sentía, no valerme simplemente de las habladurías de la gente al poco tiempo de la separación con el pelmazo ese; pero sinceramente ya me sentía vencido. Así que fui a la cocina por la caneca de “Nectar” y me encerré en el cuarto con llave. Pocos minutos de haber cerrado la puerta de mi cuarto me golpeó a través de la pared. -Papi, aún quieres hablar?

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s h i n n a g a i tá n

Hogar, dulce hogar.

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os años después de mudarme de ciudad, decidí volver a la que me había acogido por más de 10 años. Allí había dejado principalmente a quienes habían sido mis amigos durante mi corto tiempo en la universidad. Katherine, mi mejor amiga hasta entonces se había distanciado un poco pero no era algo que me extrañara, ya que el tiempo y la distancia suelen separar un poco a las personas. Cuando ella supo que viajaría, se ofreció a brindarme su casa para alojarme el tiempo que me quedara en la ciudad. Estaba muy contenta de haber regresado después de tanto tiempo. Sin embargo, la alegría fue disminuyendo con el paso de los días, al ver que quienes habían sido mis amigos se encontraban llenos de obligaciones que para hace dos años se veían muy lejanas. Ya no se sentía el mismo ambiente, todos estaban en un canal distinto y especialmente, sentía que la conexión que solía tener con Katherine se había perdido; inclusive en algún momento habló por teléfono con alguien y la nombro como “mejor amiga”. Me sentía como pez fuera del agua.

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Al llegar el día del retorno decidí regalarle a la familia Katherine unos chocolates y el poco dinero que logré tazar para agradecer por las atenciones y el buen trato. La señora de la casa se sonrojó diciendo que jamás habían esperado que yo les diera algo a cambio por el alojamiento; sin embargo, Katherine le arrebató el billete a su madre diciendo: “Ma, si a usted no le sirve a mí sí” a lo que con cara de disgusto ella le respondió: “Kathe, no sea grosera”. Al final ella se quedó con el billete en el bolsillo. Me despedí de todos en la casa y al salir de la casa Katherine se ofreció a acompañarme para embarcarme en un bus. Llegamos en pocos minutos al paradero y dijo, “todos los que digan Terminal te sirven y de ahí cogés el micro que te lleva al aeropuerto” a lo que yo contesté “vos me decís cual y yo me embarco en ese”. Cuando al fin pasó un bus con la característica que ella había mencionado lo paró en seguida y dijo “chao” le di un beso en la mejilla y miré hacia el bus. Estaba completamente lleno pero igual pude subirme por la parte de atrás. Al voltear mi rosto hacia Katherine ya no estaba. Al poco tiempo de estar parada me dieron asiento, acomode todo el equipaje esperé. De repente, miré el reloj. Llevaba una hora en el bus y no había llegado al terminal. Quise preguntarle al hombre que se había sentado a mi lado; pero algo me decía que no debía hablarle. Decidí no hablarle y seguir mis instintos pero al poco tiempo no lo pude aguantar más. -“Señor, falta mucho para el Terminal?” -“Uy no amor, eso le queda como una hora más de camino” Me quedé muda intentando pensar qué hacer, me encontraba en un lugar que no conocía y parecía peligroso. Tenía equipaje y en él tenía muchas cosas de valor…

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-“Y para donde es que vas”, Preguntó con la intención de entablar una conversación. -“Para el Terminal” -“No si pero para donde” - “PARA EL TERMINAL” - “Umm, tú no eres de aquí, o eres de las que viene de vez en cuando cierto?” - “…. Si, si” -“Y estudias o trabajas?” -“Eh, no! Trabajo…” -“Yo soy de aquí si quieres cuando vuelvas yo te puedo dar un tour por acá, se nota que no conoces bien la ciudad” - “En realidad sí, solo que este sector no lo conozco, además tengo alguien quien me recibe aquí, muchas gracias” -“Me decías que ibas para el Terminal?” -“Si” - “ Y por qué te subiste en este bus? si pasando a la otra acera de donde estabas podías coger uno que te llevara directo, te demorabas como una media hora” Me quedé helada. “... Si, si y ese cogía por la calle tal y listo” -“…No se… no sabía que había otro…” -“No que si conocías?” -“…SI CONOZCO, sólo que una amiga me embarcó en este” -“Pues entonces quienes te reciben no conocen o no saben que acá hay como tres buses que te llevan directo” Me empecé a sentir impotente o con mucha rabia, no sé, eran sentimientos encontrados, lo cierto era que maldecía a Katherine en silencio pero a lo mejor se había equivocado.

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-“Si quieres te doy mi teléfono para que me contactes cuando vuelvas, así no te pierdes” - “Umhum, pero no tengo donde anotar” dije en un tono desconfiado. Sacó un papel y escribió su teléfono y al final dibujó un beso. Apenas se bajó del bus enrollé el papel y lo metí debajo del asiento. Llegue al Terminal a la hora que debía estar en el aeropuerto para hacer Check-in. Corrí sin parar hasta llegar al lugar donde se pagaba para abordar el micro bus. Pregunté que en cuanto salía el micro, “en 20 minutos” replicó la cajera. En un tono más desesperado le dije “ y cuanto se demora en llegar al aeropuerto?”, alzó una ceja y dijo “en 30”. Sin ninguna otra opción, pague el boleto y salí azotando la puerta. Me senté a llorar. El vuelo salía en 45 minutos y estaría en el aeropuerto en 50 por lo visto. En cuanto me calmé, me subí al micro y llamé a Katherine. No pude evitar reprocharle por haberme embarcado mal, si no hubiese sido así ya estaría en la sala de espera; pero no pude controlar la ira hasta que le dije: -“Kathe, y si no logro irme, vos me podrías volver a recibir? … Es solo hasta mañana mientras soluciono irme, no importa que sea en bus…” Y después de unos 3 segundos dijo: “Ummm pues sí, dale”. Le pedí que intentara hablar con alguien de la aerolínea y colgué de inmediato. Me sentí traicionada. Llamé a mis padres quienes habían quedado de recogerme y les conté lo sucedido, y dejándolos preocupados colgué. Al fin habían pasado los 20 minutos y el conductor ingresó al micro. Junto a él se subieron los demás pasajeros y entre ellos un señor de más o menos 40

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años quien se sentó a mi lado. El conductor era excelente manejando, esquivaba y avanzaba a grandes velocidades pero aun así yo seguía preocupada. -“ Le pasa algo? Me dijo el señor -“No, o bueno si, ya debería estar en el aeropuerto” -“No se preocupe, el conductor me dijo que estábamos en el aeropuerto en 15 minutos. ¿A qué horas tiene su vuelo?” Y con una sonrisa falsa le respondí “en 10 minutos” volteando la cara hacia la ventana -“Umm ese vuelo ya lo perdió, coja el siguiente. Para dónde va? -“Para Bogotá” -“Ah vamos para el mismo lugar solo que yo si voy bien, mi vuelo es a las 9 pm” -“Ummmm” -“Pero no se preocupe, tal vez le ayuden allá, yo perdí un vuelo hace algunos años y me embarcaron en el siguiente... ” Habló y habló durante todo el camino, quizá para distraerme un rato pero yo sólo podía escuchar algunas palabras “criminalística”, “abogado”, “identificaciones falsas”; es más recibí una de sus tarjetas de presentación pero a pesar intentar verla no pude entender lo que estaba escrito. De repente me preguntó algo y no supe contestarle, se quedó mirándome y me dijo sonriendo: -“Hagamos una cosa, si no logra abordar y no le solucionan nada yo le pago el próximo vuelo, así nos vamos juntos” -“No como se le ocurre, yo no tengo como pagarle, ni aquí ni allá” -“No, tal vez no me cobren nada yo acumulo puntos con la aerolínea en la que viajo, y dependiendo de cierto número de puntos

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acumulados me dan pasajes gratis” -“De verdad? muy bueno eso; pero igual yo no le puedo recibir” -“Si fuera usted quien me viera a mí con la cara que tiene usted, estoy seguro de que haría lo mismo por mí” Sonreí pero no respondí a la propuesta. Llegamos al aeropuerto pero había una larga fila de carros antes de la entrada. El señor pidió al conductor que abriera la puerta y me ayudó a bajarme. Salí a correr como alma despavorida y entré al aeropuerto. Seguí corriendo sin sentido cuando escuché “por ahí”, volteé y el señor corriendo detrás mío con ánimos de ayudar. Salte una carcajada y seguí corriendo hasta que encontré la sala de revisión de equipajes. Ingresé de inmediato volteando hacia atrás y el señor solo alzó la mano para despedirse. Corrí como jamás había corrido hasta que llegue a la sala de abordaje. Intenté buscar la puerta de mi vuelo pero no la encontraba hasta que intercepté a la señora que anunciaba el último llamado para mi vuelo. Llegue hasta ella y le rogué que me dejara entrar. La señora estaba un poco indecisa hasta que de repente llegó otro señor corriendo para el mismo vuelo. La señora se convenció y nos dijo que corriéramos hasta el avión. Bajamos y empecé a correr pero el señor ya estaba cansado; aún así lo cogí de la mano y lo halé hasta que subimos al avión.

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a r m a n d o g o n z á le z

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erdón por interrumpir su lectura, pero hay algo que debo explicar. No contrato actos de imitadores en mi bar. Mis clientes no lo entienden, pero tengo mis razones. Todo ocurrió en la noche del 17 de junio en mi bar, Manu’s Bar Discoteca. Mi nombre no es Manuel, ese era el nombre de mi mejor amigo, el antiguo dueño del bar. Mi nombre es Diego, pero todos me llaman “Papi”. No es glamoroso, pero es popular. Durante mi carrera he administrado toda clase de negocios nocturnos en el norte de la ciudad; sea cantina, grill, viejoteca, discoteca, bar-restaurante, bar-discoteca; usted lo piensa, yo lo he administrado. Nuestra atracción principal para esa noche era Nino, ganador del segundo puesto en un concurso musical de imitadores. Nino era un imitador peruano en el ocaso de su carrera, su acto consistía en un popurrí de canciones de Mauro, el cantante argentino. Cuando contacté a Nino, él me confesó que no cantaba en público hace varios años y que nadie se arriesgaba a contratarlo. A mí no me importaba, yo sabía cómo capitalizar cualquier cosa negativa, podía vender leche podrida como queso crema y salirme con la mía. Es más, ni siquiera pago impuestos. El rumor en la escena, según me comentaban los dueños de otros bares entre juegos de dominó, era que Nino era un hombre dedicado a perfeccionar su

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arte y que por eso estaba alejado del espectáculo. ¿Presentar el regreso de Nino, en mi bar? ¿Sonaba bien, no? Yo estaba muy motivado con la idea de presentar a Nino en mi bar. “Habrá sobrecupo, venderemos todas las entradas”, pensaba. Estaba tan motivado que mandé a colgar un cartel de bienvenida sobre el escenario. Nunca había hecho algo parecido para nadie. Era un cartel enorme, necesité que cinco personas me ayudaran a colgarlo. Antes de la presentación de Nino, programé a una banda de soft rock nacional que contraté esa misma tarde. Eran cinco muchachos de Manizales que rogaron por un espacio para presentar siete canciones originales y vender su música. “Pueden tocar tres canciones, el resto tienen que ser covers”, les dije muy serio, con la cara de piedra. En la noche, un empleado se me acercó con una nota escrita en una servilleta que decía: “Papi, los clientes dicen que está muy duro, que no pueden conversar y que no conocen las canciones”. Estaba furioso, nadie iba a arruinar mi noche, entonces me dirigí a la banda y les dije: “¡Hey! Si no se llaman Sanalejo, no canten sus canciones originales en mi bar. Canten More Than Words otra vez, no me importa si ya la tocaron. Los clientes quieren covers”. Y así fue, tres covers más y estábamos listos para Nino. Debo aclarar que a tres calles de mi bar, Mauro estaba internado en un hospital. Mauro, la inspiración del acto de Nino, es infame entre algunas personas por expresar sus pensamientos en sus conciertos y en la calle. El tipo es impulsivo, ese es su problema. Años antes, causó una polémica cuando pasó

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en su Alfa Romeo frente a un negocio frecuentado por inmigrantes cubanos y exclamó: “¡Viva Fidel!”. Yo no contrataría a una bomba de tiempo así, mis clientes son personas susceptibles. Es la hora del show. Diez minutos antes de que saliera Nino, había un centenar de personas aglomeradas en las tres primeras filas. “Es lindo ver espectáculos como este, que no tienen nada para decir”, le confesé a mi asistente. Es decir, ¿cuál era el riesgo de contratar a un buen imitador? No tiene su propio material y no expresa sus propias ideas, al contrario de actos como el de Mauro. Además, todos saben que Nino es un imitador, y uno bueno, entonces, ¿a quién decepcionas? Tienen que entender algo, yo levanté a este negocio de las cenizas. Meses antes, un incendio consumió al antiguo bar; varias personas murieron, incluyendo al antiguo propietario, mi amigo Manuel. Todo salió en las noticias. Nadie quería volver. Un imbécil esparció en Internet la idea de que en el bar había fantasmas. Todo se salió de control cuando la adaptación de un reality show de cazadores de fantasmas me pidió el permiso de grabar un episodio en mi bar. Nada de eso me importó, trabajé 17 horas al día renovando a este agujero. Meses después lo reinauguré y mientras estaba presentando a un espectáculo, centenares estaban afuera viendo quién salía del bar a tomar aire, todo para poder entrar y tomar el lugar del que salía. Para su regreso, Nino llevaba días preparándose en su apartamento. Cuando lo vi en la tarde del show, me dijo que pensaba llevar su acto de imitación a otro nivel. No lo entendí. Nino subió al escenario entre aplausos, envuelto en destellos violetas. Se acercó lleno de mística al micrófono y dijo sin bacilar: “Aquí todavía huele a carne asada”, mientras cubría su nariz con los dedos.

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Nadie podía creerlo. “Fuera de Colombia, peruano indeseable”, gritó la viuda de mi amigo Manuel. Entonces, Nino descendió del escenario entre insultos. Era mi ruina. Tomé una mesa del bar como escudo para detener los botellazos y llevé a Nino a mi oficina para protegerlo de un linchamiento. Estaba decepcionado. “Nino, estás acabado. Nadie quiere contratar a una persona sin sensibilidad que no puede ponerse en los zapatos del otro. No voy a recomendarte con nadie. No vuelvas”. Esas fueron mis exactas palabras. Nino no aceptó lo que le dije y no bajó su cabeza. “Yo solo me dedico a imitar, Papi”, dijo sin ninguna modestia. Lo entendí todo. Nino era un gran imitador. Podía ser tan impulsivo como el mismo Mauro. No volveré a contratar imitadores. Punto.

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s h i n n a g a i tá n

Me tiemblan las manos…

E

staba listo para mi primera entrevista de trabajo. Había terminado mi curso en el SENA la semana pasada. Estaba muy pero muy nervioso. En menos de lo que canta un gallo, te das cuenta de que tu vida se ha desbordado. En mi caso, la corta amistad que había tenido con Lucho me había cambiado la vida de una manera definitiva. Era uno de los bandoleros más buscados del barrio donde vivía; todo el mundo le temía, incluso los mayores. Jamás salía de día y siempre vestía de negro. No recuerdo muy bien cómo pasó todo; pero en definitiva terminé refugiándome en él, hasta el punto de contar las horas para el siguiente encuentro. Me convertí en el cómplice de los múltiples atracos a los locales cercanos, en los cuales, demostraba un nivel de profesionalismo aparentemente infalible; siempre quedaba impresionado. Su astucia y sus grandes tácticas de robo reflejaban tanta inspiración que con el tiempo, yo también termine aplicando. Éramos el dúo perfecto, los capos del lugar al que llegábamos; hasta que nos agarró la policía. Eso sí que puso a prueba nuestra hermandad.

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Me echó el agua sucia y no tuvo cargo alguno. Jamás lo volví a ver ni a él ni a mi familia. Dos años después de internado en la cárcel, salí por buena conducta y la señora Tulia, una culta señora pensionada, se ocupó desinteresadamente por mí y me enseñó lo que hoy sé. Con los años me convirtió en un gran tejedor y un experto en arreglar computadores; aunque la mayoría de veces los vecinos me llamaban para que reparara ductos del agua y cortara el pasto de los antejardines. Nunca antes intenté buscar un trabajo formal de pensar que se darían cuenta; y por eso me sacaran como un perro sin ninguna consideración. Me pasaron una cartilla de aptitudes profesionales y otra de actitudes empresariales. Me dejaron sólo pero sabía que me observaban. Empecé primero con las preguntas de actitud empresarial, parecían ser más fáciles. Sin embargo, a medida que leía las preguntas me daba cuenta que muchas decían lo mismo pero de forma distinta y sin querer había contestado tal y como contestaría un ladrón: “Tengo todos los principios que necesita esta empresa; pero si tengo necesidades muy personales muy urgentes pensaría en tomar sin pedir permiso un dinerito prestado”. Parecía ser que no había cambiado y me decepcioné. Sin embargo, por más de que tachaba y volvía a elegir una de las opciones me seguía sintiendo contradictorio con mis respuestas. Luego, me llevaron a un test psicológico con una joven muy simpática. Hablamos un poco del lugar en donde vivía, de la señora Tulia, del curso del SENA y de mis trabajos ocasionales. Por momento me puse nervioso pero no me preguntó nada que me pudiera hacer pensar en la cárcel. Luego pasé

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a unos exámenes médicos y a una revisión de un médico general. Me imaginé una respuesta inmediata pero me dijeron que me llamarían la semana siguiente. No pude presentarme a ninguna otra entrevista. Ya tenía suficiente con los pequeños ataques cardíacos de ese día. Pasaron los días muy lentamente. No comía ni dormía mucho. Los estragos de mi pasado por estúpido seguían teniendo efectos en mi vida y ni siquiera tuve por un momento la intención de quitarle algo a alguien. Quería ser aceptado y venerado, no me importaban cómo, sólo quería conseguirlo. Me había costado muy caro; además de quedar como una rata que solo merecía el desprecio hasta de mi madre; había perdido mi libertad y ahora mi tranquilidad hasta quien sabe cuándo. Sin embargo, a pesar de que no entendía el por qué la señora Tulia sin conocerme había decidido darme refugio, comida, un hogar y una nueva oportunidad; sentía que era la única con la que podía contar sin ser juzgado. Ayer sonó el teléfono tres veces y no fue capaz de contestar. Sin embargo, la señora Tulia logró agarrar el teléfono a la tercera timbrada. Solo asentía con la cabeza y al final se despidió cordialmente. Colgó mirándome fijamente, al parecer esperando que le dijera algo; así que entre pausas le dije: -“¿Quién…. quién era?” - “Era una señorita que trabaja donde presentaste tu entrevista” - Y… Qué paso? - Dijo que tienes que ir, que necesitan hablar contigo, quizás te den el trabajo… Pero Arturo, por qué pones esa cara, no te preocupes tanto muchacho, todo saldrá bien.

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No podía entender por qué seguían sin responderme si era tan sencillo como decir “muchísimas gracias pero no lo queremos en nuestra empresa”. No quería ir a ningún lado, quería que me tragara la tierra. La señora Tulia me acompañó hasta el bus y me despidió con un abrazo. Y aquí sigo... Sentado con las manos temblorosas.

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s h i n n a g a i tá n

♪ Tu eres mi amor del alma Mi reina mimada La mujer que mas quiero Y ella es pasión desatada La mujer más deseada Que alborota mi cuerpo Tu me inspiras la ternura Y ella pone la lujuria dentro de mis venas No puedo decidirme por una Prefiero aunque sufra Ni tú ni ella ♪ Canción: Manolo Lezcano - “Ni tú ni ella”

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aura es mi novia desde hace mucho; pero si me preguntan exigiendo gran sinceridad, pensaría que lo que hay entre ella y yo igual a lo que tiene García Márquez con el cine. “El cine y yo somos como un matrimonio mal llevado, no puedo vivir con él ni sin él”. No puedo decir que la idolatro ni que la odio... pero supongo el amor es así. Volvemos y luego terminamos.., en esa nos la pasamos; pero por más

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que lo intento, no puedo vivir sin ella. Obviamente, sé que hay cosas que de fondo no están bien, y sí, también creo que en gran parte es mi culpa por haber generado gran desconfianza en ella; mis múltiples infidelidades, las cosas que me han pillado y algunas situaciones más son prueba de ello. También admito que soy consciente de que nada justifica la infidelidad y tantas cosas que he hecho; pero si tengo motivos para hacerlo. Su frialdad, las constantes peleas hasta para salir a algún lado o comer algo y la poca o nula satisfacción sexual que recibo de parte de ella son la verdad cosas que a estas alturas me emputan. He hecho de las mías porque con Laura vivo como un esclavo. Las coladas, las viejas y las embrutecidas por completo hasta llegar al punto de dejar la tarjeta de crédito en ceros son sólo mecanismos que me han devuelto un poco esa libertad que a veces siento tan ajena a mí. Pero eso jamás ha durado, al poco tiempo vuelvo a esa vida de pobre diablo, que lo tienen bien amaestrado. Y si, es así; prácticamente tenemos sexo cuando a ella se le da la gana, salimos cuando se le da la gana, y hacemos lo que a ella se le da la gana. Hace poco han venido sucediendo varias cosas inesperadas. Después de ocho meses volví a hablar con Verónica, mi ex-novia. Me había mandado a la porra porque ya no aguantaba ser la otra cuando ya la había dejado seis años antes por Laura. Se había conseguido un negro; me imagino que en ese tiempo le había empezado a gustar la morcilla, que se yo. El caso es que me buscó porque se sentía muy mal, estaba pasando por muchos problemas. Me pidió que si nos podíamos ver después del trabajo, que ella iba a donde estará y me recogería y en seguida acepté como un maldito perro callejero. Nos tomamos un café, luego compartimos un helado y al

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final nos estacionamos en un parque. Después de un corto silencio ella cerro mis ojos en un juego de ¨ver parpados¨. No puse peros y en menos de nada me besó. Una vez más revivimos el pasado, la pasión, el agite y el deseo que siempre se había mantenido antes de separarnos y que el tiempo, la distancia y el negro no habían podido borrar. Me sentía excitado y dispuesto a una nueva aventura pero con alguien que conocía ya muy bien. Durante varias semanas seguimos en la misma tónica, hasta que un día nos pusimos de acuerdo: Compramos varios gramos de Ganja y las empacamos junto con un Bong, una botella de OldParr, Nutella y unas esposas; luego, pagamos 24 horas de motel. No seré descriptivo, pero solo puedo decir que fue como perder de nuevo la virginidad, pero esta vez sin miedos. Eran tantas las ganas, que a ambos nos temblaban las piernas. Sentíamos el orgasmo pero jamás parábamos. Sinceramente… esas horas fueron la respuesta a tantas preguntas. Me había dejado llevar por el qué dirán; la había cambiado por Laura porque mis amigos me molestaban mucho, la carita no le favorecía mucho, pero su cuerpo… su cuerpo siempre me había hecho perder el control y aún seguía enloqueciéndome a pesar de los años. Después de ese día lo repetíamos cada vez que se podía. Debo de aclarar que soy un adicto al sexo, y digo adicto no porque sea un pajizo empedernido, ni un hedonista perdido; sino porque simplemente me encanta, parece un arte; bueno, de hecho el mejor de las artes que por cierto deberíamos saber y aplicar todo el tiempo.. Eso sí, con responsabilidad y sin limitaciones mentales. Además de que había sido envuelto en múltiples escenas sexuales y

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de infinidad de libros eróticos a escondidas durante toda mi vida. Por otro lado, también empezaron a pasar algunas cosas con mi suegra. Al principio no parecía representar nada, hablábamos mucho por chat pero de cosas muy casuales; pero con el tiempo, cuando iba y la veía, empecé a sentir que ya no la estaba viendo como la suegra, sino como una amiga más, y esa confianza hizo que nos acercáramos, tanto emocional, como de alguna u otra manera físicamente, sin ser anormal. Antes la llamaba Doña Ana Teresa, ahora le decía Annie. Nunca le dije suegra, pero ahora por momentos le decía suegrita. Y cosas así. Días después de volverme a hablar con Verónica, Annie me besó, y yo no hice más que tirarme hacia atrás. Trate de actuar como si no hubiera pasado y salí de la casa. Sabía que estaba re mal, porque era la mamá de Laura y no podía ser tan hijueputa. No voy a negar que aunque lo hice así, desde ese preciso momento no podía verla sin que dieran ganas de hacerle muchas cosas; de hecho, me llegué a masturbar pensando en ella; no sé, quizás porque entre otras cosas me excitaba el pensar en su prodigiosa experiencia sexual tras haber tenido 6 hijas y el conservarse tan…to a la edad de cincuenta y pico. No volví a saber de mi suegra hasta un viernes. Ella me pidió el favor de que la recogiera del trabajo, y la curiosidad y las ganas no dejaron que me resistiera ante dicha oportunidad. Nos besamos loca y apasionadamente, y mi deseo sexual se triplico. Llegamos a su casa y lo hicimos; no me importó en lo absoluto haber dejado el carro afuera con el motor encendido, correr el riesgo de que nos pillaran y obviamente se llevaran el carro, ni hacerlo en la cocina y en ropa de trabajo. Fue una experiencia única con todos los factores juntos y eso que fue un “rapidito”. Al salir de su casa me besó y sólo dijo:

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“Chao mi gordo hermoso” Me sentí espectacular, Annie había más que llenado mis expectativas... Sin embargo, al día siguiente tuvimos una celebración por el día del padre y Laura me llevó con su familia. Qué día más incómodo; todo el tiempo se la pasó golpeándome las piernas por debajo de la mesa. En donde putas había puesto la cabeza, ahora son tres. Mi suegra había salido muchísimo mejor amante de lo que yo me había podido imaginar... sinceramente, yo lo volvería a repetir aún estando con las otras dos. Sé que no es justo, y que muchos de ustedes me dirían que yo soy un hijueputa en toda su expresión, y si, lo soy, y en verdad lo siento mucho; pero soy de los que piensa que lo que no le dan a uno en la casa, uno va y se lo consigue en la calle. Por un lado esta Laura que la quiero mucho; pero que por las constantes peleas y la frialdad que ella ya se acostumbró a manejar conmigo desde hace mucho tiempo nos han hecho una mierda el ambiente; aunque admito que si la dejo muy posiblemente llegaría al borde del suicidio. Vero, que me encanta, es ella y sólo ella la que me hace pasar noches enteras de pasión, la que me ha vuelto multi-orgásmico (no es fantasía, es verdad), la que me enloquece con sus dotes, con sus palabras, con sus mordidas, con sus besos, con sus ganas de querer matarme en la cama a punta de orgasmos, y que no le importa ni donde ni cómo ni cuándo; pero que quiere que le haga el amor sin escondernos por ningún motivo; y mi suegra, con la que ahora sí puedo decir que metí las cuatro y llegue al límite.

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Tal vez sea raro o tal vez un poco descarado de mi parte; pero realmente ya pensé muchas veces con cual quedarme y soy un iluso, porque sé que con ninguna de las tres voy a poder estar sin que las otras dos se den cuenta. Sin embargo, siento que sea lo que sea que pase debería arriesgarme con una y en serio ponerme juicioso; porque de hecho ya hable con las tres, y todas quieren algo serio. No se qué hacer, estoy realmente jodido. ¿Sera que mejor, como dice la canción, ni tú ni ella? Y en mi caso, ni ninguna?

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s h i n n a g a i tá n

E

ra un día normal de trabajo. Salí a las 5:30 am. Me necesitaban en un nuevo proceso quirúrgico. No se oía absolutamente nada en casa; sólo alcancé a divisar por debajo de la puerta que la luz de la alcoba de Rafael se encontraba prendida. Sabía que no había dormido en días pero quizá se enfrentaba a un nuevo parcial. La cirugía no resultó nada mal, la señora de mediana edad tendría una recuperación normal y satisfactoria. Cuando salimos del quirófano la secretaria me esperaba. Intentó abordarme en varios intentos pero no le prestaba mucha atención. Siempre había sido respetuosa pero esa vez en particular me sacudió de la bata y en seguida me dirigí a ella queriendo recibir una explicación. No alcancé a hablar cuando me dijo “Por favor Doctor, lo necesitan en su casa, su esposa no ha dejado de llamar”. De inmediato la llame y como sólo lloraba sin decirme nada más que “Vente Marcos, vente” me dirigí a la casa rápidamente. Nunca podré sacar esa imagen de mi mente. “Querido padre: Es difícil empezar a escribir una carta y más si es para ti y para decir lo que debo decirte.

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No sé cómo empezar, hace más de cinco meses llevó con esta gran pena. No se trata de Marcela, resultó siendo la mejor mujer que he tenido la oportunidad de conocer. Es muy dolorosa la soledad y nunca entendí su razón de ser. Tu cariño, el de tu esposa, el amor incondicional de mi madre a pesar de estar tan lejos y la protección y dulzura de Marcela era todo lo que yo necesitaba, nunca me faltó nada de parte de ustedes. Llevo mucho tiempo sin dormir, a veces me acuesto y solo lloro. Me siento vacío, incompleto, sin motivos para seguir haciendo lo que hago, ni de ser lo que soy. Ya no sé qué me define y qué no. Me dí cuenta de que intenté por muchos años tapar la verdad. Nunca dejé de sentirme así a pesar de que sabía que te sentías tan orgulloso de mis logros y de mis grandes capacidades. Sé que esto sería inaudito para ti, solucionar de esta manera las cosas; pero siempre lo supe y ahora admito que todo lo que hice era para buscar un de escaparme de mí mismo. Pensé en arreglarlo, intente de todas las maneras; pero luego entendí que ni Marcela, ni tú, ni mi mamá tenían que hacerme sentir como me debía sentir y por eso llegué a la conclusión de que no habían más opciones. Todo está listo. Haré uso de un hipotensor. Tiene 60 cápsulas y vencen en 2015. Ingeriré dos cada 30 segundos. Como sabes, son medicamentos que bajan el flujo de la sangre, bajando así la presión. Los laxos cortos de tiempo permiten que las cápsulas bajen y vayan disolviéndose de manera rápida. Al comienzo sé que será difícil pero para eso

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daré PLAY a la primera lista de reproducción que creé y que nunca cambié. Me sentaré en mi estudio a escucharla. Te aseguro que estoy tranquilo, pues sé que no sentiré nada más que sueño. A medida que voy consumiendo las cápsulas sé que me relajaré aún más, así que todos los remordimientos, sentimientos de culpa y sesiones de llanto se irán al fondo. Pronto terminará todo y quiero que te alegres por mí. La vida me ofreció todo lo que me podía ofrecer, y eso lo agradezco; pero ya no puedo más con mi propia existencia. Conmigo me llevo todas las tristezas, los disgustos y los malos momentos a donde nadie nos siga. Te amo. Rafael”. Verlo tendido en los brazos de Luciana fue traumático. Pero en seguida me tumbé en el suelo. Aún seguía vivo pero inconsciente. Le di los primeros auxilios de emergencia. Jamás había sentido mi corazón latir de esa manera, intentaba reanimarlo pero cuanto más fuerte lo hacía, más fuerte se hacía mi llanto. Alcancé a sentir su corazón pero no por mucho. La sangre había cesado. Nunca me sentí más impotente. Soy un médico estudiado, he salvado miles de vidas ajenas y no pude salvar la de mi propio hijo.

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s h i n n a g a i tá n

Siento que he cumplido más años que Jesucristo.

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esde pequeña jamás creí en la amistad a primera vista y mucho menos en el amor. Los constantes sermones de mi madre me crearon la convicción de ser una mujer exitosa y llena de dinero. Siempre me dijeron que era voluntariosa y orgullosa pero eso me hacía sentir fuerte. Crecí y me desarrolle. Nada fue peor. Mi madre había dado a luz por primera vez a los 16 y eso bastó para aterrarme de que me pasara lo mismo durante toda mi adolescencia. Mis amigas más cercanas decían en un tono jocoso que el espíritu santo me iba a embarazar. En realidad, toda mi vida le tuve miedo a la maternidad. Conocí a un hombre a mis 19 años, era un poco prepotente pero era muy inteligente. Al principio, no era especial para mí, era una persona común pero al poco tiempo me enamoré sin saber por qué exactamente. Le gustaban las plantas pero detestaba los vegetales en el plato de su comida. Se bañaba una vez a la semana, pues no toleraba gastar más agua de la que necesitaba gastar. Paradójicamente cada vez que le tocaba el baño, terminaba encerrado 2 horas con la ducha abierta.

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Al principio, como todas las cosas, el amor estaba en el aire. Había sido escéptica pero no sabía qué era lo que estaba ocurriendo… me sentía feliz. ♪ Tiene gracia cuando te miro Y no nos decimos nada Sé que he bebido un par de copas Pero eso no es lo que se me ha subido a la cabeza Me río y cuando recuerdo nuestra juventud Pensarás que soy un grosero Pero ya es hora de que sepas Como me haces sentir Y lo que nos depara el futuro Porque ya no aguanto más ¿Por qué tendría que ocultar Lo que siento en mi interior? Mientes, maldices y provocas Y luego dices que es una broma A veces vas demasiado lejos Incluso delante de mis amigos ¿Cómo podríamos arreglar esto? Te has descuidado demasiado Menuda pinta tienes Tus medias están caídas Y tu vestido desteñido Tu pelo esta hecho un desastre ¿En que estaría pensando? ¿Fue de ti de quien me enamore? ¿Eres tú la mujer que puede llenar Un corazón lleno de pasión y de deseo como el mío? Te miro desesperado Veo a tu madre en ti Delante de extraños eres igual Te da igual avergonzarme Replicas cada palabra que digo Si yo digo blanco, tu negro

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Te gusta herirme siempre que puedes Me siento como un trapo, no como un hombre Me ha tocado el premio gordo, si Hasta has perdido los papeles A veces tu crueldad no tiene límites No tienes corazón, no tienes alma Y cuando repaso mi vida Recuerdo que eres mi mujer Tan solo esforzándote un poco Todo volvería a ser como antes Podrías adelgazar un poco Si cuidases tu alimentación Un poco de estilo y gracia Intenta sonreír un poco No te odiaría si lo intentase Solo te quiero a mi lado Así que intenta ser la chica que conocí Comencemos nuestro amor desde cero Quiero tenerte en mis brazos Y rendirme a tus encantos Intenta encender mi corazón Acércate a mí y déjate llevar. ♪ Canción: Charles Aznavour: “Tu t’laisses aller”

Siempre esperó tantas cosas pero ninguna ocurrió, al poco tiempo decidió irse. Seguí planificando durante 6 meses pero jamás volvió. Nunca quise hacerlo sentir como se sintió pero al final lo lograba con tres frases bien dichas. No supe en realidad qué debía cambiar, desde siempre había sido igual. Tampoco entendí por qué amándolo tanto siempre terminaba disgustada por lo que hacía, decía, compraba y decidía. Sin embargo, fue sin lugar a dudas mi amor. Nunca olvidare su expresión de derrota.

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Desde hace mucho tiempo me había sentado a pensar en las personas que conozco y las que no; preguntándome entre otras cosas si lo que me ha pasado les ha pasado a ellos o si por un momento lo que yo he sentido también lo han sentido; no con el ánimo de comparar, sino para no sentirme tan sola. Tas una conversación inusual con una conocida recordamos cosas vergonzosas que nos habían sucedido y de inmediato le sugerí que estas y más historias merecían ser contadas, quizás a lo mejor a alguien más también le había sucedido. Conocí a muchas personas a las que les comenté acerca el proyecto y también me abrieron su corazón sin ninguna restricción. Todos y cada uno de ellos se sintieron confiados de que su anécdota fuera contada tal y como pasó, a pesar de que a la vista pública se pudiera ver como vergonzosa o mal vista; porque es cierto, todos sufrimos, tenemos miedos, sentimos dudas y hemos estado solos y sin un apoyo alguna vez. La vida está libre de censuras y sin embargo, reservamos parte de nuestras vidas a las cuatro paredes que enmarcan nuestra privacidad por miedo al señalamiento. Somos seres humanos después de todo. Agradezco profundamente a quienes hicieron parte de esta publicación. Bendiciones. Shinna Gaitán

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