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Lo que conservo
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recí en una familia en donde la frase “guárdate eso por si acaso te hace falta” era sumamente común. Al punto de que un día, mientras estudiaba en la universidad, escuche a mi padre decir: “no se si debamos tapiar esta casa y dejarla como almacén y buscar otra para poder vivir”. Claro que las familias de mis padres vivieron una época extremadamente difícil. Época en donde, literalmente, si no trabajas no comes y,
Abuelita María (1950)
por: Nydia A. Préstamo Torres, Ma. Arq Planificadora Estatal GRACIAS a mi familia por ayudarme “a buscar en yagüas viejas” como dicen en la montaña, entre Comerío, Corozal y Barranquitas, para poder ilustrar este escrito.
muchas veces, aunque trabajes, tampoco comes. Una situación que a muchos de nosotros nos resulta chocante, pues vivimos en la era de la abundancia y de las ayudas económicas. Mi abuelita María contaba historias fascinantes sobre la vida de su familia. Relatos de matrimonios y nacimientos, de huracanes y reconstrucciones, de epidemias, muertos y aparecidos que queríamos escuchar una y otra vez. Entre estas historias, recuerdo con particular interés las que se desarrollaban en casas con piso de tierra, con pisos y techos de “tablas” de palmas y las que hablaban de las mudanzaseventos que ocurrían con frecuencia (ya fuera de barrio en barrio o de pueblo en pueblo) para estar cerca de las obras de construcción en donde mi bisabuelo Antonio trabajaba como carpintero. Para mí, una mudanza implica coordinación, en aquel momento para mi bisabuelo significaba recoger y llevar “de lo poco que tengo, que puedo montar en el caballo, que pueden cargar mis hijos, mi esposa y yo”. Un proceso de selección que se basaba en la importancia del objeto en la vida diaria, su tamaño, además de quién lo había construido o a quién había pertenecido. En cada mudanza se dejaban cosas para que otros las usaran y se llevaban otras tantas que eran sumamente necesarias. Hoy día hacemos lo mismo y no nos damos cuenta del porqué conservamos cosas y porqué desechamos otras.