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Arbitraria compilaci贸n del tiempo que he vertido en Facebook

Fabio Morasso

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26 de agosto de 2014

Estoy varado en esta lluvia que no cesa en esta distancia de agua vertical que todo rechaza en esta coherencia de no hacer nada, de no decir a nadie de mirar como llueve de mirar como la vida sigue, mojada y testaruda forzándose a no atender la lluvia como si no lloviera milímetro a milímetro desde hace nueve centurias.

Dicen que el dólar cotiza a tanto y que no sé quién dijo tal cosa que allá se matan los unos a los otros con necedad brutal (e impermeable) que hay que meterlos presos por ineptos y corruptos que la culpa innegable y dolorosa es del Director Técnico que hay que llevar agua a Nigeria desde Holanda que todo es mentira en la primera página de los periódicos 3


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(y de la tabla periódica) tantas cosas dicen y a la lluvia le da lo mismo sigue cayendo y hace charcos y lagunas y barro y sigue cayendo indiferente e imperturbable hasta llegar a las diez centuria y treinta y seis minutos hasta los cien años de soledad hasta que nos crecen branquias y no nos damos cuenta y seguimos y seguimos y seguimos como la misma lluvia, cayendo, cayendo y haciéndonos barro.

1 de octubre de 2014

Esta singular anarquía podría expresarse como si llovieran piedras desde los siete vientos de las diez distancias. O como sentirse un agujero en la tierra y todas las estrellas de la noche amenazaran con llenarlo hasta explotar de luz en una fatal fractura entre la exuberancia y la poca profundidad de ese agujero dispuesto para el juego de bolitas.

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Este caos tiene su orden si se busca, se razona, se separa, se explica, se proyecta, se deduce, se lavan los dientes, se camina cuatro veredas a la redonda, se sacan las manos de los bolsillos, se cierran los ojos o se silva bajito.

Pero de poco sirve, hay que decirlo. La perturbación sigue siendo desconcierto por mucho que se explique. Todo es ahora y ahora es nada aunque ocurre, mientras ocurre, finge desaparecer para transformarse golpea, toma distancia y vuelve, gira nos enreda, nos separa deja un hilito de araña que nos teje nos vuelve a destejer. Esta desorganización perfecta no acepta la ilusión de los consuelos dorsales de las promesas a cumplirse en otro vértice ni la experiencia de los desengaños viejos con sus dientes flojos. 5


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Esta eternidad del ahora esta nada de siempre forma y sin forma del caos al cosmos y viceversa podría expresarse como aquel hombre en una silla que fuma, fuma, fuma nada espera y se deja ocurrir hasta la muerte incapaz de otra cosa y sin contradicción.

27 de octubre de 2014

No se trata de esto ni de aquello. No se trata, en líneas generales, de algo que por específico obligue oscuridades filosóficas, representaciones matemáticas, nada que resista el tiempo. Se parece, mejor, a la trayectoria que cruza al hombre de lado a lado lo atraviesa como aire comprimido lo perturba, lo recuerda y descorbata,

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lo revuelve, desdobla y refleja -en vano, generalmente-. Semeja melodĂ­a o ritmo incierto silbato de locomotora a vapor percusiĂłn candente o caĂ­da desde un quinto piso manual de instrucciones contradictorias y absurdas escalera sin descansos vino tinto atardeciendo en verano. Hay que estar atento, sin demasiadas presunciones observar, sentir, dejar macerar y si no se siente ofrecer la espalda entregarle el repudio agrio soltarlo para que siga, se vaya, caduque.

Pero si se siente, si se sospecha, si se escucha secretar hay que seguirlo ver como luego de traspasar al hombre se sumerge en agua verde da contra impasibles piedras milenarias llama a la noche con un aullido furioso levanta torres de ventanas ciegas deviene ciruelas amarillas agita la balsa inestable de los amantes sucumbe a su poder y se desguarnece como un domingo sin fiesta, sobre los techos. 7


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No es un embuste ni un dolor de muelas ni la pía intención de un alma bondadosa ni un ciego tocando el acordeón por monedas ni algo evidente, satisfactorio y sin consecuencia capaz de ser confundido con el almíbar frío de los genitales tristes. Es como aire comprimido sutil y no sin violencia como invisible aguja que perfora la realidad vulnera todo lo que se le opone hasta llegar al silencio y vuelve a empezar.

30 de octubre de 2014

Comprate una vida, le dijeron. Salí a la calle a ver gente, le instaron. Andá a ver el mar, le apremiaron con violencia a punto de ebullición. Bajó la cabeza y no dijo nada. Acostumbrado al peso de la culpa y poco dispuesto a lastimar a nadie, se calzó los viejos zapatos que aprendió a detestar, tomó 30 pesos en tres billetes de diez y se fue. Fue al mar. Lo miró moverse y llegó a convencerse que ese movimiento era sincrónico con su respiración. Miró el horizonte que desde niño lo intrigaba. Miró a lo lejos la ciudad empeñándose en ser alta y deforme. Sintió el viento irritándole la cara. Vio gente correr con esfuerzo y otros que corrían como 8


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masa de músculos entrenados para correr. Se dio cuenta de que corriendo no iban a ninguna parte y experimentó un poco de pena por sí mismo y por lo corredores. Caminó y vio gente. Mucha gente. Apurados, con caras hoscas, mal trazados, desproporcionalmente parecidos por el rigor de las modas, bruscos en su movimientos e indiferentes en líneas generales. Vio gente gorda, baja, mujeres en altísimos zapatos de monstruo, jovencitos con gorras ridículas e infladas sobre sus cabezas, gente que hablaba a los gritos con sus celulares, Hombres con trajes cortados por un borracho, hombres con largos zapatos puntiagudos y pantalones chupados a la rodilla. Vio gente con bolsas, carritos, carpetas, mochilas, cargando cajas de cartón. Vio gente y le pareció que como los corredores no iban a ninguna parte. Pero no sintió pena, sintió un desinterés infinito, un desgano semejante a la tristeza de no sentirse gente entre la gente. Como con treinta pesos nadie logra comprarse una vida, se compró un café y alquiló una mesa en la calle. No pidió el diario prestado porque desde hacia años evitaba entintarse el cerebro con noticias que violentaban su escaso sentido común. A mitad del café prendió un cigarrillo. Pensó en varias cosas de poca importancia. Pensó en una maquina que mueve las vidas de millones de personas que se repiten en certezas de Perogrullo extraídas de Internet. Pensó que pueden comprarse muchas cosas con la ilusión de comprarse una vida, pero que en general uno vende su vida para cosificarse; para no desentonar. Y se dio cuenta de que desentonaba, como los viejos zapatos que había aprendido a detestar. Se dio cuenta que no necesitaba el mar ni el mar a él. Comprendió que ver gente no lo convencía de ser gente. Se 9


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confirmó, en los hechos y la teoría, que no podía comprar nada con lo que se mintiera un lugar donde no encontraba su lugar. Volvió despacio a su casa, a su mesa, a su silla, a la ventana que daba a los árboles del vecino, al gato que se sube a sus piernas, y prendió otro cigarrillo. Se propuso hacer algo, quizás cortar el pasto o acomodar los placares, pero desistió de hacerlo. Lo que sí hizo, después de poner la pava en el fuego para tomar mate, fue darle dos vueltas de llave a la puerta. No tenía ganas de que nadie le volviera a decir qué tenía que hacer por su bien.

1 de noviembre de 2014

Vendo un triciclo rojo con su viaje de esquina a esquina una noche con su dolor de muelas otra con su dolor de oídos la siesta en verano con perfume de mandarinas una escalera para bajar que no sirve para subir tres cortinas de gabardina de algodón estampado para esconderse hasta los zapatos 10


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imperdible saco gris de casamiento talle cuarenta y cuatro con divorcio en la solapa abuela Singer a pedales y rodete gris casi en la nuca 24 copas sin uso por temor a roturas y esperando la ocasión oportuna que aún no ha llegado Vendo partes de demolición, rezagos de guerra, picaportes, llaves, puertas, quemaduras en la piel amplia variedad de conjeturas, tres recelos en fundas de celofán un telegrama prescindiendo de sus servicios dos broches de madera, una percha, una roldana Vendo a la mejor oferta semanas, meses, almanaques un cenicero de acrílico con 16 horas de colillas el humo, la tos matutina y el dolor de espalda. Bastón blanco y anteojos negros haciendo juego caridad, vergüenza, apatía, verdín en las paredes Ofertón: Cubrecama de dos plazas, juego de sabanas almohadas, treinta dos pesadillas, amor y orgasmos

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Vendo por necesidad, por viaje inmediato, por urgencia, por deterioro, por cansancio, por renovación y cambio, porque la plata no alcanza, por que hay hacer negocio, sacar ventaja, optimizar los recursos, ganar a cualquier precio en cash rabioso con furia y sin piedad uno sobre el otro peso sobre peso vendo la vida hasta la muerte y la vuelvo a vender [sobre la mesa con más antigüedad y más tristeza o permuto por pan, queso y tabaco para pipa sin exigir recibo de sueldo ni certificado buco dental Acepto canjes tomo por menor valor lo que a otro le sobre lo que a acá al sur y a precio dólar casi siempre falta en las mejores ferias americanas, mercados de pulgas y hervideros de miseria. Tomo Ballester Molina aceitada y con municiones y sigo vendiendo, financio, entrego en cuotas bajo el interés, no pido garantías ni que el afecto sea eterno Vendo vendo ahora y siempre, ahora o nunca reviento y tiro por la ventana Vendo el Vaticano, la Capilla Sixtina el tuétano de los huesos hervidos la piel de esa mujer que olía a pachulí la corbata de la escuela secundaria el cinturón del ahorcado hoy en la mañana Vendo la responsabilidad, la confianza, la sonrisa. 12


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Escucho ofertas, llantos, tesis políticas, secretos de alcoba, propuestas ecológicas. Por cualquier consulta enviar mensaje privado.

6 de noviembre de 2014

En el pueblito de Arroyo Largo hoy es el día. Comenzará con el primero que se levante y, poco a poco, cada habitante del manso poblado se ira sumando. Desde hace años, al inicio de la primavera y finales de otoño, el día se recrea sin faltas y sin perezas. Nadie hará nada distinto a lo que se hace en cualquier otro día. Nadie faltará a las labores fuera o dentro de las casas, al plato de comida, a la infusión tibia, ni al fuego que por la noche es circundado por los que buscan el calor del fuego y el calor del hombre. Lo único extraño del día es que nadie emitirá una sola palabra, se evitará todo contacto visual entre las personas y, por causa o consecuencia, cada acto que se realice será moldeado por afectuosa dedicación y delicadeza.

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Durante el día la palabra descansa y la voz se acopla con su amante el silencio. Todos saben qué hacer y cómo hacerlo, todos van a moverse sin roces y sin apuro, sin inquietud. Durante el día los instrumentos se hacen uno con la mano que los usa y el clavo que se golpea. Los trastos de cocina, los alimentos a cocinase y la cocinera, se hacen pacto de integración indivisible. No hace falta hablar ni mirar para saber que el otro, cualquier otro, está allí. La presencia se hace más fuerte, más poderosa en medio del silencio y sin que intervenga la vista sobre los rostros. Más presente es el otro cuando sin indicación alguna realiza el gesto acorde, el movimiento necesario, para que cualquier labor se cumpla. Sin lenguaje, estar atentos es tan natural como respirar. 14


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Se comerá en silencio, se descansará en silencio, y los niños serán llevados a un corral de juego para que no molesten, aunque en realidad nadie les prestará atención. A mitad del medio día la ausencia de voces humanas se habrá impuesto sobre los golpes, el paso de los animales o carretillas, el agua que cae, los pájaros, y el aire en la copa de los árboles. El silencio llegará poderoso hasta el corral de los niños y, los niños sin dejar sus juegos y su naturalidad de cachorros, gritarán y llorarán menos que de frecuente. Cualquier sensación de soledad o urgencia de lo humano se disolverá en la ausencia del idioma. Todo se vuelve acto y en su propia naturaleza de acción o no acción la existencia se convierte en certidumbre, sin necesidad de razones más complejas. No hace falta ninguna explicación, ni ninguna duda, cuando no hay voces humanas pujando con el aire, entrometiéndose con la mano que empuña la pala, creando el tiempo que inquieta el espíritu. El día se desarrolla por sí mismo y sin necesidad de nadie. Nadie humano, al menos. La tarde se inclina sobre los cuerpos cansados y este cansancio lo sabe cada uno y al mismo tiempo todos. Entonces una voluntad de amabilidad se expresa en acciones de modesto alivio: ofrecer una jarra con agua, levantar algo que ha quedado caído, acercar un rastrillo porque se pasa por allí y se comprende que el otro lo necesita. Cuando cae la palabra, cae, también, lo subjetivo. Esa interpretación más o menos arbitraria y personal que el hombre crea sobre todas las cosas y sobre sí mismo. Queda entonces la realidad desnuda. Queda entonces el hombre con la fragilidad de sus huesos y lo corto de su existencia expuesto al cielo como el alto árbol o la tierra negra. Detenido el idioma, las personas no pueden otra cosa que el instante. 15


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Ya la noche y frente al fuego, la comunión es profunda, como si un gran abrazo invisible los reuniera confirmándoles un afecto que, efectivamente, no necesita expresión oral alguna. Les dará un poco de tristeza volver cada uno a su casa, a su lecho, sin una despedida de este existir sin voces, pero serán fieles al día. Mañana tendrán mucho que decirse, pero serán cautos, cuidadoso de la voz y de lo que dicen y sugieren con ella.

10 de noviembre de 2014

Sencillo

y leve es decir: “Tome usted el ejemplo del pobre Vicente. Hombre rechazado hasta la burla por sus imágenes “infantiles”, deformes y de brutal perspectiva, trazos bruscos y gruesos y colores exagerados. Hombre vapuleado por su tiempo y sus congéneres hasta la humillación cruel. Hombre que no vendió ni un puto y miserable cuadro en su desafortunada vida. Pero, fiel a sí mismo, no dejó, en el medio del horrible sufrimiento que trae la soledad, el rechazo, la incomprensión y la miseria material, de crear una maravillosa obra hoy valuada en millones de dólares”. Sencillo, leve e irresponsable es hablar de la gloria póstuma, del arte y del genio. 16


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Más razonable, quizás humanitario, pero igual de sencillo y leve, sería decirle al buen Vicente que mientras ve si su sus cuadros encuentran compradores, por qué no trata de buscarse alguna changa o trabajito independiente, algo que lo ayude en su mísera y sufriente existencia. Incitarlo a que sea un poco más razonable y menos caprichoso y acepte que del arte nadie vive y que la mano viene dura. Hacerle ver que se está haciendo mal con ese empecinamiento que le vuelve el humor amargo y el trato social tan difícil. Avisarle que va a terminal mal si sigue intolerante a la realidad y escapando de ella gracias al ajenjo. Sencillo, leve e incoherente es insistirle a alguien deje de ser lo más maravilloso que es para convertirse en lo que nunca podrá ser. Más capitalista y proactivo pero igual de sencillo y leve, resulta proponerle a Vicente que haga un marketing de su imagen de artista, que use las redes sociales para darse a conocer. Que se una con otros pintores y organicen exposiciones colectivas, aunque muchos de esos colegas de infortunio no le lleguen 17


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al botón de la bragueta. Que vea si logra la atención de la prensa especializada y del mundo de los chimentos obscenos. Que pruebe de escribirle al Cónsul del canal de televisión, que ha ayudado a muchos artistas emergentes. Que vea de analizar qué demanda el mercado de decoración de interiores y que vea ahí de explotar un nicho comercial virgen. Sencillo, leve y brutal es reducir la pasión creativa, y quizás el arte, a la persecución de ganancia y éxito material como validación de su naturaleza y valor para el hombre. Más sanitario y psicológico pero igual de sencillo y leve, es decirle a Vicente, en tono perentorio y firme, que se deje de joder con esa vida de mierda que está llevando. Que ya está grande y no hay justificación para tantos pajaritos en la cabeza. ¿Qué mierda estás esperando, Vicente? ¿Quemarte la cabeza bajo el sol? ¿Seguir dando coses de burro con esos mamarrachos que pintas? ¿Cagarte la vida cuando podrías ser un hombre feliz, con un hermano que te quiere? ¿Querés terminar loco, pedazo de pelotudo? ¿Qué querés, terminar cortándote una oreja?. Sencillo, leve y cruel, terriblemente cruel, es el sano raciocinio y el atributo del superviviente que pide que todos se acomoden a lo que la mayoría se acomoda como si eso fuera la felicidad y el arte una complicación innecesaria. Mucho más espiritual y hasta poético pero igual de sencillo y leve, implica proponerle a Vicente un curso de yoga y el encendido constante de sahumerios. Es posible que las condiciones astrales de su natalicio impongan en él un trabajo interior de serenidad, de un encuentro profundo con su naturaleza, para crear un reflejo positivo en su entorno, para 18


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armonizar con la gente a la que no le gustan sus cuadros, para lograr una energía que promueva la venta y así equilibrar las potestades subatómicas que si bien desde lo creativo y artístico son claras y definidas, desarticulan en cuanto a relacionarse con la esencia misma de las clases proletarias y la siempre intolerante burguesía y clase media donde Vicente no logra, aún, encontrar su lugar de pertenencia afectiva. Sencillo, leve e ilusorio hasta la calamidad es dejar de ver lo evidente y conjurar magias como parches a una realidad que la creación artística casi logra remendar. Siempre será complicado, terriblemente complicado, saber, con exactitud, qué hay de distinto entre los cuadros de Doña Eutanasia y los de Vicente. Será casi imposible, si la sociedad no lo dispone, establecer la clara diferencia que hay entre Vicente y ese muchacho que ahora está de moda en la casa de los mediáticos. Será confuso e irritante la ausencia de una certeza confirmada de por qué ese tipo que pinta y pinta como un loco que va a terminar loco no es lo mismo que esos muchachos egresados de bellas artes que buscan un premio en la bienal y una cátedra en alguna escuela secundaria. Quizás nunca se sepa. Miles, o millones, de Vicentes no logran esa discrepancia anecdótica que se realiza después de la muerte. Desaparecen doloridos y anónimos con cualquier otro mortal, como el mismo Vicente, antes de ser un genio.

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16 de noviembre de 2014

Una fruta eléctrica expulsa seca luz sobre la mesa, atrae al hombre que va se aplica a la morfología de una silla y encorva la espalda como triste animal de tiro. Allí desteje su existencia ese módico acontecer entre tantos esa insobornable condición de testigo esa buena o mala fe con que se delata sin poder hacer otra cosa que lo que hace. ¿Quién lo manda? ¿Quién el impone esta labor al borde de la eutanasia? ¿Quién le pide las palabras y el pan nuestro que busca como un energúmeno coleccionista entre la sangre, los tendones, el dolor de espalda? ¿Quién le ha pedido la belleza? ¿Quién le reclama el horror, las puertas sin salida, la mierda fresca con que los ángeles se delinean los ojos, la tentación del cuerpo adolescente y prohibido el tango que bailan dos elefantes en un cenicero? Ese hombre se vive a pesar suyo y sin fe en nadie y dudando de sí mismo se interroga para darles a todos una respuesta lisiada que a quién le importa, que nada cambia, que ocupa poco espacio entre tantos otros objetos. Sensiblerías de la tarde, osamenta de alambre oxidado, arroz con manteca, el temporal triunfo y el perseverante olvido, la estrangulación del prójimo, la falta de fin productivo, las ganancias, las pérdidas, los quebrantos y el bruxismo, 20


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lo que cae, lo que no vuelve a encontrarse, y otra vez la noche.

La camisa, sus ojales, el rencor asomando del bolsillo, los bolsillos vacíos, la billetera sin billetes, el café de la amargura, las bocas en el hambre, en el beso o el consuelo, Las noticias del destino en el horóscopo político, Y otra vez el día, la ciudad, sus camiones y el comercio. ¿Quién lo ha convencido? ¿Quién lo ha llamado? ¿Por qué mesiánico delirio hace lo único que hace? ¿Quién le pide la voz, el quejido, los bandoneones desplegados, el informe metafísico, el licor de peras, la penumbra del sexo, el trazado ferroviario de la nostalgia con destino al último domingo? Todo lo inservible lo ocupa para deshilvanar, punto tras coma, todo ese módico ser nada y nadie donde no te llaman, ni te buscan, ni te ubican, como a ese jarrón sin flores, los platitos en las paredes, el pañuelo de cuello, el calzado tan egomoderno y deportivo. 21


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Todo lo inservible que rejunta y colecciona que rehace bajo la luz de una fruta eléctrica y encorvado, ese hacer lo único que hace enfermo y consecutivo como triste animal de tiro que se delata en su insobornable condición de testigo. ¿Quién lo manda? ¿Quién el impone esta labor al borde de la eutanasia? ¿Por que no profesa un buen empleo? ¿Un sueldo digno? ¿Por qué no hace un show con una mujer barbuda, dos enanos y éxito? ¿Por qué y para qué insiste en eso qué él llama poesía?

20 de noviembre de 2014

Abrió lo ojos, aceptó que la luz escasa entrara en ellos, giró la cabeza y el Dragón estaba allí. Estiró el brazo llevando la mano cuan lejos le era posible del cuerpo. El Dragón estiró 22


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pausadamente el cuello, mientras olisqueaba con cautela. Llegó a la mano y comenzó a lamerla. Movió lentamente dos dedos y comenzó a frotar con ellos, sin presión, el hueso escamado que terminaba en las fosas nasales del Dragón. 06:30, busca alguna idea que lo vuelva humano y no la encuentra. Siente el cuerpo extendido en la cama, el desgano que recorre el cuerpo, las escamas duras del Dragón en sus dedos, y ni un solo pensamiento viene en su ayuda para humanizarlo. No logra pensar, se siente apenas esto que es y que siente que es. Trae brazo y mano de nuevo a la cama, bajo la manta. Reacomoda la cabeza en la almohada y mira sin mirar el cielo raso. 06:33, la costumbre de orinar reclama su ejecución. La desatiende y sigue mirando la superficie blanca del techo. Sabe que el Dragón se mueve lentamente y al saberlo gira la cabeza. El Dragón ha reacomodado su cuerpo para que al estirar su largo cuello la cabeza logre apoyarse en el costado de la cama con la fosas nasales casi encima de su pecho. Libera el brazo de la manta y pone la mano sobre la cabeza del Dragón. Sigue sin poder pensar, todo el universo, todo lo real y posible que posee es el cuerpo tendido, el calor de la cama y ese contacto y vínculo fraterno con el Dragón. 06:37, La costumbre de orinar reclama imperiosamente su ejecución. Se levanta, da los dieciocho pasos hasta el baño, siente el cambio de temperatura, orina con la naturalidad del cuerpo que hace lo que debe y es acompañado en ese deber. No ha necesitado ni podido pensar para caminar, orinar, mirarse en el espejo e ir hasta la cocina. La personalidad impone las ganas de tomar café. Desarma y lava la cafetera italiana, vuele a cargarla de agua y café molido, enciende la hornalla y pone la cafetera al fuego. Resopla. Ha cumplido sin esfuerzo la disciplina que se ha impuesto: no prender el cigarrillo antes de que el 23


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desayuno esté en el fuego. El Dragón espera sentado ante su plato. Va hasta la heladera y extrae de ella el gran bol naranja de plástico. Dentro del bol hay cubos de zapallo, dos cabezas de hinojo, ramas de apio, zanahorias peladas y trozadas, hojas de acelga y tres cebollas chicas. Sirve al Dragón que desde hace siete meses se ha vuelto irreductiblemente vegano y proselitista entusiasta.

Con el segundo cigarrillo acompaña al café perfumado, fuerte y denso. Comienza a pensar como sistema para incorporarse al mundo que le imponen. El Ministerio le ha asignado que hoy 24


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comience su labor como corredor de fórmula uno, durante los tres meses pasados fue remero, con otros diez y siete vikingos, en un Drakar. El Ministerio dispone la organización y continuidad de la producción, la fabrica marcha generando nuevos empleos y nuevos productos, la adquisición de los nuevos productos imponen que se apliquen más horas y más personas a los empleos, para que tantas personas sigan gozando de estabilidad laboral se crean nuevos productos que para ser consumidos demandan más empleo y más producción. No hay tiempo que perder. 06:46, prende otro cigarrillo y contempla el sol a la derecha de la ventana. Piensa en la felicidad, trata de definirla, de saber qué es exactamente, dónde suele situarse, con cuáles coordenadas matemáticas puede incluirla en un límite gráfico que permita su comprensión lógica. No lo logra y se lleva un nuevo cigarrillo a la boca. El Dragón, cómplice, suspira cariñosamente y se lo enciende. 06:55, Se pregunta si los asesinos, los irresponsables al volante, los deportistas de elite, los abusadores de menores, los aspirantes a gobernaciones y feudos, las meretrices populares, los caníbales de la vida privada masticada y salivada en público habrán hecho su cuota de trabajo a reglamento, si con ese material fértil e instructivo sobre la sensible condición humana se habrán alimentado las prensas, las radiofónicas y las estaciones de imagenremota. Se pregunta si la realidad va cobrando la forma del día de hoy bajo este sol que se ha movido un poco hacia el centro de la ventana. El Dragón da coletazos recurrentes y peligrosos contra la puerta pidiendo que la abran para salir al patio. Allí lo espera su pelota de goma y el resto de los objetos que ayer estuvo incendiando. Con el traje enterizo e incombustible, de color violeta con casco haciendo juego, se siente satisfecho, festivo incluso. Se ve más alto, estilizado, en largo espejo que aún largo lo mutila por 25


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debajo de las rodillas. 07:19, Por la ventana arroja varias cosas que ha comprado tanto por la presumible utilidad como por obtener satisfacción. Algunas eran útiles, sí, pero ninguna causaba una satisfacción que pudiera tomarse en serio o que durara más de 30 minutos después de retiradas de su paquete. El Dragón las recibe en el patio, las pisa, las patea y luego las incendia con infinito y brutal placer. Mientra se libra de adminículos piensa en la distancia en millas náuticas que hay entre utilidad y necesidad. Demasiada cosas útiles no le han hecho la vida más fácil y eso le hace comprender que en verdad nunca las necesitó. 07:24, lo que ahora necesita es otro cigarrillo y más café. Piensa y sabe que es una persona grande en edad, seria, responsable, sentimental e, incluso, con cierta cultura. Lo que no sabe es por qué a veces se le instala en el ojo izquierdo una tristeza de saxo tenor, que gime un blues de negros de América del norte. Tampoco sabe porque se fuerza a pensar esas cosas. 07:35, silva del modo establecido por la usanza y el Dragón viene corriendo pesado y con animación de ser reclamado. Se frota contra su pierna. Le frota el cuello con vigor y camaradería viril. El Dragón le pega topetazos con la cabeza devolviendo el afecto. 07:45, sale a tomar el colectivo que lo llevará a la fábrica, el Dragón lo mira irse asomando la cabeza por encima de la medianera del patio. Camino a la parada de colectivo se vuelve una persona entre tantas, uno más entre las estadísticas del Ministerio, otro que se informa de lo que ocurre en la ciudad, el país y el mundo; uno que produce y consume como corresponde, en tiempo y forma, a todo adulto en pleno uso de sus facultades mentales y físicas. Ya en el colectivo nadie podría sospechar que es el hombre, uno de los pocos, sino el único, que comparte su vida con un Dragón con alas de niño. 26


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1 de diciembre de 2014 1- La cosa es fácil. Le serruchan el piso a Gancedo que es un flor de tipo, demasiado limpio para estos facinerosos. Gancedo cae y se lo lleva de arrastre en la caída a Contursi. Contursi ni fu ni fa, pero se podía razonar con él. A Gonzáles Gripa lo mandan a Siberia a contar canguros; porque el tipo todavía tiene sus créditos y no es ningún idiota. Por las dudas que moleste le dan cartera de cónsul y adiós. Kamervick se va sólo, harto y sin poder para dar batalla. La nueva ola se llaman ellos, manga de viciosos que se creen que inventaron la pólvora sin humo. Modernitos y con el discurso del loro como todo argumento. Acomodan a los amigos y a los flojos. A los que no, los dispersan o los joden como pueden. Y a mí me joden, me joden bien jodido, me friegan el culo con aceite caliente y me mandan a patinar con el culo. Diecisiete años en la Corporación, diecisiete, y se creen que les basta ponerme a hervir para que me ablande. ¡Hijos de una puta y dos enanos! Se van a llevar una sorpresa conmigo, se van a llevar, ya van a ver. Departamento de Tristeza, la remilputa que los parió, ¡Departamento de Tristeza! Ahí me mandan, al agujero negro del que nadie salió nunca, pero yo voy a salir, voy a salir y les voy a partir la cabeza con un fierro, van a sangrar por el ojete cuando se los deje cuadrado. Van a sangrar pedazos de mierda. 2- Cuatrocientos folios de letra chiquita, la miserable letra de las trampas en los contratos. Cuatrocientos folios como si fuera una novela. No tengo dos años para leer todo esto, no tengo ganas de leer todo esto. Resumiendo y a los saltos que el 27


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Departamento de Tristeza desde principios de los sesenta que no sirve para nada. Da pérdidas y dolores de muelas, lo dejan allá al fondo lo más lejos posible. Nadie dura ahí, nadie ha hecho nada porque no se supo, no se intentó, o no se puede. Le reducen presupuesto, le quitan gente y lo dejan estar porque por alguna razón que todavía no sé no lo pueden cerrar. Y me ponen el fardo en las manos, sin que pueda siquiera decir que me lo dan caliente. Parece frío como un muerto al que congelaron y se olvidaron en la heladera. Eso me dan para rematarme ¡hijos de una chiva y un cura borracho! Eso me dan y se creen que me asustan, que les voy a pedir clemencia.

3- Equipo de Investigación se hacen llamar estos tres pobrecitos. El flaquito de barba sucia, el otro de anteojos y camiseta negra con calavera blanca, y la tontorrona pelirroja que parece sacada de un cuento de Lewis Carroll. Mi primera reunión y ya tengo nauseas. ¿Qué me dan? Que no hay nada, cero más cero igual a cero. La tristeza como materia prima se ha eliminado de todo producto. No tiene buen sabor, ni buen color, ni apetece a las nuevas tendencias. Desde que el tango tuviera su último crescendo y estertor nadie volvió a necesitar la tristeza. Los románticos del siglo XVIII parecen haber agotado todos sus recursos, antes de que los surrealistas llevaran a su propio extremo la exaltación del Yo. Lo que fue producto nacional por excelencia, la tristeza Argentina, hoy es algo de lo que nadie quiere ver ni oír. Pienso un poco en lo que estos mocosos me 28


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están diciendo, pienso despacio y mientras pienso me duelen los pies y la cintura. Les veo las caras de “yo no fui” y me dan ganas de darles la cabeza contra la pared. Pienso y viene la muerte a golpearle la puerta a Beethoven con autoritaria insistencia y tristeza violenta, en la dulce y apasionada tristeza del réquiem de Mozart, y en la tristeza desolada y atroz en los autoretratos de Frida Kalo y en la tristeza infantil y de infantil inocencia de Juanito Laguna de Berni. En la tristeza tan profunda y amorosa de la Elegía de Miguel Hernandez y en todas las tristezas tan humanas, tan modestamente humanas, de Cesar Vallejo. Pienso en la risa y sonrisa que deja en la boca la tristeza de Charles Chaplin y no puedo creer que estos pendejos que tengo delante sean personas de verdad. Son muñecos de vidrieras criados por McDonals. Animalitos sintéticos y al paso. 4- Se llama Sandra Ruys, tiene un par de ojos fascinantes y dos piernas largas y conmovedoras. Además se ríe, como si su risa fuera el regalo más maravilloso y simple que todo interlocutor merece porque a ella se le dan las ganas. Es la responsable de Análisis de Conductas. La experiencia le ha inculcado completo desinterés por el destino que se le da a su trabajo. Me explica con voz convencida y paciencia colindante con la completa falta de entusiasmo: “Se trata de una serie paralela de cambios de valores, modificaciones conceptuales escalonadas y creación de nuevos estereotipos. La felicidad, ese concepto que alguna vez se asoció a alguna forma de permanente aspiración, no podía ser tal en la evidencia y realidad de la exclusión del otro. La felicidad, o realización de algún modelo de felicidad, incluía al otro, fuera familia, vecinos, amigo, compañero de trabajo… o esa imagen lejana de “menos afortunados” que se sintetiza en la pobreza y sus variables. No se podía postular ninguna forma de felicidad que no incluyera cierta sensibilidad hacia el otro y sus desdichas. La tristeza era entonces un denominador común compartido por toda la sociedad y por cada ser humano. Porque la tristeza individual no difería de una tristeza semejante en el otro y los otros. El amor imposible o roto, la mala fortuna, las pequeñas tragedias domesticas, la imposibilidad de cambiar el 29


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curso de reacciones propias del existir y, por ello mismo, la existencia de otros que estaban tristes, causaban simple empatía. Aceptar y reconocer la tristeza era una forma de aceptar y ver la realidad; porque la tristeza era algo propio de una realidad que aspiraba insistentemente a la felicidad que, tal vez, podía llegar o no, y de la que se era –y debía sermerecedor. Pero una felicidad siempre frágil, siempre susceptible de la tristeza. Eso es todo”. Dejo de mirarla para poder pensar en lo que me ha dicho. Es tan claro como su voz y sin embargo hay algo que no puedo atrapar. De pronto se me ocurre la pregunta que le manifiesto: ¿Me está diciendo que ya no se aspira a una forma de felicidad compartida? “No, no, no. No se trata de eso, se trata del cambio de la aspiración como tal, a una felicidad de concreción efectiva, real o ficticia. De una felicidad realizada y siempre presente en un permanente presente”. Vuelvo a pensar y a hundirme en mis hombros. Al levantar la vista ella me mira interrogadora pero comprensiva. Sonríe, bellamente, y hay algo abatido en la comisura de sus labios. Por último me dice cuando me despido: “Es paradójicamente triste no poder estar triste”. Continuará>>>>>>>2 de diciembre de 2014 5- Kružni tok es el café propiedad de un bosnio que se escapó de allá con una pierna menos y sin familia porque todos fueron asesinados. Sasa es gentil con sus clientes, pero distante ¿Quién podría culparlo por temerle a la especie humana? El lugar es limpio y curiosamente cálido porque no hay motivo tangible para que lo sea. Voy con frecuencia y me gusta perder el tiempo ahí. Gorgatti me envía un mensaje cada cuatro minutos. Quiere resultados y quiere mi cabeza clavada en una pica. Es un pobre monito práctico que baila al compás del organito al que le dan manija más arriba. En el Olimpo de La Corporación. Baila el idiota y quiere ser modernito pero no le sale, siempre será un sobreviviente servil. La Corporación y sus miles de tentáculos juegan con la realidad o la crea si hace falta. Introducir un estímulo que organice una tendencia no es una principio limitado a Light Amplification by Stimulated Emission of 30


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Radiation o simplemente LASER, es lo que hacemos en nuestro negocio. O detectamos el estímulo o lo creamos, organizamos las reacciones humanas en una coherencia espacio-temporal de rango estrecho. Un juego de espejos. Entonces adecuamos productos para esa tendencia y vendemos el producto como articulo de fe. Mi producto es la tristeza y es rechazado antes de que funcione el estímulo y se organice la tendencia o moda.

6- Le ruego a que me acompañe a comer. No soy su amigo pero lo respeto hasta la admiración. Bonifacio Malkovich llevó Operaciones Visuales a su fenomenal potencia actual. Es el padre de todo lo que vemos tal como lo vemos. Con el perfume fresco de los laureles en las sienes, cuando nadie lo pensaba posible, se retiró con elegancia de gato satisfecho de aniquilar ratones. Se ríe a carcajadas y sin pudor de mi situación. El chaleco rojo sangre, que lleva debajo del saco blanco, manifiesta las sacudidas de su vientre de sibarita al reírse. Cuando termino mi relato se dedica con dramatizada lentitud a su copa con vino oscuro. Cuando parece que ha logrado el más excelso y epicúreo pacto entre su boca y el vino, me mira y dice: “estas cagado, hermano”. Lo que no me asombra porque ya lo sé. Me pregunta: “¿Sabés cuál es el más terrible negocio qué he hecho en mi nociva vida?” -y no espera mi respuesta- “Evitarle el trabajo de soñar a la gente… la industria de los sueños, mi querido; la gran maquinaria al servicio del final feliz para el siempre jamás, que yo perfeccioné. Porque para soñar, dar ese 31


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salto de la imaginación, experimentar ese sueño verdadero y noble que transforma a un simio encorvado en posibilidad inmanente, o ser humano al decir de Spinoza, se necesita una realidad que reclame del sueño como procedimiento alternativo. No sólo les dí los sueños prefabricados, perfectamente montados e iluminados, sino que les quité vida, sufrimiento, desgarro. Eliminé la realidad y el curso de las estaciones. Hice ganar siempre a los buenos, a los lindos, a los fuertes. Le di un final asegurado y cuando no fue suficiente di un paso más y los distraje, les inyecté la adrenalina que no soportarían en la vida real. Explotaron helicópteros, se fracturaron en mis pedazos las carreteras mientras una camioneta, indestructible, esquivaba las grietas de un terremoto cinematográfico. Los disparos se multiplican y las explosiones son majestuosas. Maté a miles para que mi bello protagonista sobreviviente y musculoso, junto a su preciosa chica, idealizaran la justicia, la libertad y por sobre todo ¡por sobre todo! el éxito individual. Nadie pierde en la pantalla, sólo los extras y los malos. Los merecedores de la derrota. Los nobles no tienen tiempo para la tristeza, están viviendo a mil por hora, enamorándose, dándole lucha implacable a la adversidad y van a ganar. Los escritores del guión lo saben y yo lo sé. El espectador lo sabe, lo desea y le gusta que así sea. Volví sus vidas reales muy pobres, muy patéticas, muy dolorosas; entonces quieren vivir un film… y como no pueden, prescinden del film y se aferran al final feliz que nadie les ha escrito”. Vuelve al vino y a la gran copa de cristal. La comida ha terminado y no hace falta decirlo. 7- Llevo cuatro días de mal dormir y de automedicarme. Lo único que puedo hacer por mí mismo es bañarme, afeitarme y usar una agradable loción tras la que intento disimularme. Mandé a cagar a Gorgatti y ha entendido el mensaje. Ahora se cree mí enemigo en vez de comprender que es un sórdido insecto de dos patas deformes culminadas en zapatos muy elegantes. Me ayudan por descuido a descubrir que uno de mis subalternos es un genio olvidado. Voy a entrevistarlo. Paco Goebbels es técnico en comunicación pública. Antes de caer en el Departamento de 32


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Tristeza recopilaba triunfos profesionales como si fuera un condenado fumador que dilapida cigarrillos. No logro informarme cómo cayó aquí y no voy a preguntárselo. Tipo flacuchento con nariz de pájaro melancólico, tiene mirada despierta e inteligente que advierte que hay que tener cuidado con él. Sabe a que voy y no pierde el tiempo: “Cualquier producto es felicidad. La vida mejora, se dispone de algo que no sólo nos rinde un servicio o utilidad, sino que nos acerca o semeja a otros que presuponemos ya felices. Todo producto nos hace como aquel otro, modelo de lo que debemos ser. Sí, consumimos para dejar de ser quién somos, ahí la raíz de toda insatisfacción que debe saciarse por medio del consumo. Los que no pueden consumir, por definición, son infelices y perdedores… materialmente pobres. Nosotros nos encargamos de crear esa imagen de perfección al uso del fotoshop. Gente que sonríe, se broncea, juega con sus hijos y accede a créditos bancarios tan blandos que solo un necio no se endeuda. Si no es cierto ¿a quién le importa? Cualquier mentira con sólo un cinco por ciento de racionalidad, y repetida la suficiente cantidad de veces, se convierte en una verdad. ¿Qué meta más perfecta podemos proponer que la felicidad venida de afuera? Una felicidad comprada, asequible, al alcance de la mano, y que no demanda para su apropiación otra cosa que dinero, que por sí mismo ya es triunfo. Entonces todo problema se reduce al dinero que permita comprar la felicidad… y en proponer, al mismo tiempo, el modelo de que si usted no tiene dinero es porque no ha vencido, no ha tenido la tenacidad, el talento, el arrojo y la inteligencia de lograrlo. Usted no es apto para ser feliz, está fallado, es débil… y triste. Triste para usted y triste para mí que, esencialmente, me parezco a Ud. y no quiero parecerme. Yo busco Tener –con mayúsculas- mi felicidad, y mi felicidad ¿cómo podría admitir la tristeza, ese sentimiento de fracasados y perdedores? Pero para esto hubo campañas previas, Se necesitó desacreditar la tristeza y exaltar la alegría. Hacerla manifestación plural de la felicidad, asemejar la humana pena y la gris tristeza con las “malas ondas”, con la “amargura pesimista”, con el “pensamiento toxico 33


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y negativo” que debilita la auto determinación en el conquista personal. Ver el lado positivo de las cosas es nuestra ordenanza. Como aquel rey desnudo que decía estar ricamente vestido, así los hemos convencido de que la tristeza es una mala palabra. Algo que no debe admitirse frente a ningún espejo… y hemos triunfado”. El muy hijo de una puta descerebrada y un cerdo con triquinosis conoce su trabajo. Por años lo ha hecho a la perfección, por eso ha caído aquí. >>>>>>>Continuará >>>>>>>3 de diciembre de 2014 8- Sasa trae el café, lo deja sobre la mesa frente a mí, y hace un gesto que me sorprende hasta el mareo. Antes de retirarse pone una mano en mi hombro y aprieta con escrúpulo como si me dijera “te comprendo”. Quedo suspendido en ese simple gesto inesperado y solidario. En esa expresión que no ofrece soluciones, pero que hace presente el consuelo o la camaradería. La última resistencia ante la tristeza, ante el cansancio, ante la impotencia. Se lo agradezco en silencio. Pienso en las articulaciones lógicas del mundo y sus sociedades injustas, en los mutilados de guerras, los caídos del sistema laboral, los enfermos maltratados por el procedimiento de salud, las familias rotas, los hijos distantes y ajenos, los maestros mal pagos y malos maestros para enseñarle nada a nadie. Pienso en los que viajan como reses en el transporte público, en los que explotan a sus empleados, en los que sobreviven en países de hambrunas, en los quedan prisioneros de los litigios de Medio Oriente. En los banqueros y políticos, en los industriales y la contaminación ambiental… me pregunto, inevitablemente, cómo es posible que de allí no emerja una tristeza de murga de locos que redoblan tambores afligidos. Víctimas del sistema que ven caer a los vecinos y a los parientes al mismo tiempo que ellos mismos caen. Y si no caen es porque dejan sus vidas enteras en conseguir no caerse. Cómo es posible que no fluya una tristeza solidaria entre animales heridos, entre hombres y mujeres caminando entre las calamidades de un mundo humano, y humanamente injusto y brutal. De dónde esta risa de privilegiados, estas fiestas de mediáticos top en revistas de 34


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papel satinado, de exitosos que son simple y caricaturesca minoría, excepción a la regla universal que se propone como regla general. Cómo no hay tristeza donde las grandes mayorías son el ganado del sistema corporativo que unos pocos manejan. Cómo se ha llegado a aceptar ésta realidad como la única realidad posible. Y aceptarla, para peor, con la carencia de la mansa, equitativa y plural tristeza de los hombres y del arte más delicado de los hombres.

9- Desde arriba me apremian a que busque la salida fácil y económica. La forma corporativa de decir: salida popular. Salida para muchos sin distinción. Los del Departamento de Estética me mandan a freír rabanitos. Llevan años imponiendo el concepto de show para suplantar lo que alguna vez fue arte licuado en la cultura. No quieren saber nada conmigo. El show es la mejor expresión de salida popular, el acontecimiento social y masivo donde la concurrencia fogosita al individuo ¿Quién quiere estar fuera del conjunto? Gerardo Zuckerberg me lo dice muy simple “Pudiendo mentir nadie va a decir la verdad. Una vez 35


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creada la tendencia o moda nadie quiere ser diferente. Entonces hay que parecerse como sea, incluso, y necesariamente, mintiendo. Saltarán de felicidad al momento oportuno, se reirán porque hay que reírse, cada momento de sus vidas será digno de hacerse público. Cuando se tiran un pedo, cuando encuentran una verdad del Dalai Lama, cuando se sacan a sí mismos una fotografía que los atestigua, cuando comen exquisito pedazo de maravillosa polenta con queso, cuando sea que haya que mostrar que no desentonan, que la vida es digna de ser vivida y saben vivirla con exultante optimismo. ¿Por qué conformarse cuando se puede fingir e incluso llegar a creerlo? Cómo decirles a otros que el tiempo nos envejece, que las cosas nos salen torcidas, que no se sabe, no se puede, no se contesta. Nunca, jamás. Ganadores, todos apostamos a ser ganadores y a actuar como ganadores. Se es ganador hasta cuando se va al psicólogo y se está jodidamente tocado del bocho… pero ¿viste? gracias a la terapia nos vamos superando y dejando lastres, le ponemos pilas y salimos adelante. Espiritualmente enriquecidos por experiencias demoledoras. Fuertes, dignos, ganadores, ya se ha dicho. Y sino la cosa espiritual, la serenidad para no ser salpicado por la mierda, las crisis, el huevón que te afana la moneda, el guacho mal parido que te tira el auto encima, la conchuda que te maltrata como a un idiota en la oficina oval de sacrificios públicos y municipales. No, no, eso no existe. Por eso hacemos el show after office -en inglés, que suena más cool y aunque curremos en un galpón y jamás en una oficina- y nos exhibimos luminosos y plenos. No jodas más con la tristeza… a vos te vacunaron y embarazaron para siempre con ese departamento. Te enfrentas a los tres monitos: uno se tapa las orejas, el otro la boca y el tercero los ojos” >>>>>>>Continuará >>>>>>>4 de diciembre de 2014 10- Antes de ser un número de la Corporación fui uno de los tantos tontos que creían en esa máxima que simplificaba el nuevo contrato social: Igualdad, fraternidad y justicia. Animales gregarios al fin, alguna vez debíamos comprendernos animales y gregarios. Crear una composición donde esa necesidad 36


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colectiva y natural diera satisfacción a todos y cada uno; al menos en cuanto a humana justicia refiere. ¿Por qué no creer en un orden que nos diera equitativa pertenencia en vez de ser animales enfrentados en luchas depredatorias? El hombre necesitaba tiempo libre, ocio, para crecer y refinarse espiritualmente. Tiempo fuera del yugo laboral para alcanzar nuevas cotas de la cultura, el pensamiento, la sensibilidad, que lo hermanara comprensivamente, fraternalmente, al próximo. Creía con candor que la información, el conocimiento, la independencia múltiple de las ideas, y su suelta al aire como palomas en fiesta, llevaban, sin desvíos, a la concreción de ese contrato social. Me convertí en editor de sueltos, revistas, libros. Predicador paciente de proposiciones intelectuales o artísticas que dieran al ser humano otra dimensión de la vida, otra perspectiva de su ser. En el manubrio del triciclo siempre está latente la cornamenta del toro, pero hace falta que llegue Pablo Picasso y nos enseñe a mirar lo que siempre estuvo ahí. Perfectamente razonable es pensar que el planeta es plano porque no nos caemos de él. Hasta que alguien demuestra para todos que es una esfera cuyo centro nos atrae y nos permite caminar cabeza abajo. Desde Spencer en adelante, el positivismo nos dejó pretender que el desarrollo material de la humanidad estaba al servicio del crecimiento sensorial, cognoscitivo y profundo del individuo y su comunidad ¡torpe y feo error! Y hemos muchos los enfermos de esa ilusoria premisa o promesa. Como fui joven y pedante silvestre, juzgué que si no demostraba mi talento en los grandes equipos de primera división, en el gran mundo de los reconocidos, mi apostolado no surtiría su curativo efecto. La Corporación me abrió sus puertas. Fui todo lo que tuve que ser para ser lo que suponía que debía ser. La gran maquinaria se alimenta de sí misma y se reinventa. Mi cometido juvenil se redujo a comida chatarra. A lo fácil y rápido, fácil y enfermizamente abundante, fácil y para todos los que quieren entrar en el maravilloso mundo de lo fácil y rápido. Las ideas, el arte, la belleza, son los primeros que caen en el combate. No son rápidos ni fáciles. La gran maquinaria se 37


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alimenta de masificar individuos y extraer de ese gran cuerpo informe la sustancia vital de su conducta de autómata que finge racionalidad de estadísticas. Dejémosle creer a todos que son libres y esperemos que no sepan qué hacer con esa inmensa libertad en el transcurso del tiempo. Serán esclavos de cualquier cosa o proposición que los disculpe de la singularidad. Porque la singularidad de cada animal gregario es también la gran incertidumbre del “qué hacer, cuándo hacerlo, cómo hacerlo y con quién hacerlo”. La corporación es el gran padre de niños que nunca dejan de ser monos caprichosos matándose, con perfecta explicación y contradicción, por una banana… y mientras se matan brusca y apasionadamente mejor es taparse los ojos, las orejas y la boca. Llegué a convencerme que se merecían lo que les dábamos. De la justa ganancia obtenida por eso que les dábamos. Todo se reduce a hacer negocios.

11- Acordamos en encontrarnos en Kružni tok y allí la estoy esperando. Entra con un vestido liviano, estampado de flores azules y rojas. Parece tan joven, tan flexible, que me sorprendo y no le dedico a sus piernas el estudio minucioso que merecen. Se siente y sonríe. Sonríe con tanta naturalidad que la conjeturo incapaz de mentir. Me recuerdo, como un alerta, que pertenece al complicado gremio femenino. Al mismo tiempo sé que la 38


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advertencia que me hago me produce poco efecto. Los ojos de Sandra Ryus me incapacitan de toda habilidad en la defensa propia. Como si fuera poco Sasa sonríe, sin que yo sepa cuándo aprendió a hacerlo, mientras deposita los cafés y las graciosas copitas con espeso licor de anís sobre la mesa. Sencillamente y sin esfuerzo le digo que estoy fregado, que no puedo dar resultados y que mi cabeza terminará en la pica que la está esperando. Sonríe y me mira como si yo fuera un pequeño Cuasimodo en vías de desarrollo. No me desagrada esa piedad maternal que me dedica. Me ayuda a atar cabos, me escucha y me deja discurrir. Ofrece perspectivas, opiniones inteligentes. No deja de recordarme los cuatrocientos folios, leído sin detenimiento, que fueron todo lo que me dieron al enviarme a este maldecido Departamento de Tristeza. Creo que no lo han cerrado para tener un medio y remedio de eliminar personajes molestos. Ella niega esa creencia y sugiere que busque otros modos de abordar la faena. No quiero confesarle que estoy harto. Harto e inenarrablemente triste. >>>>>>>Continuará >>>>>>>5 de diciembre de 2014 12- A instancia de Sandra Voy a Ver a Dragón Austral, un monje Budista y Maestro Zen al que no sé qué voy a decirle ni qué ayuda puede darme. Delgadísimo, de cabeza afeitada y amable sutileza al moverse, tarda muy poco en imponerme su serenidad distante y en cierto modo indiferente. Con mirada inquisidora me insita a hablar. Hablo con prudencia e intencional precisión. Manea la cabeza y sonríe con ese luminoso mohín de niño que he descubierto en algunos hombres patriarcales. Permanece en prolongado silencio que exterioriza la búsqueda paciente de qué decirme. Por fin habla: “Adherir o rechazar nunca termina bien. Nada es tan malo ni tan bueno y cada fenómeno es en un momento y en un lugar tal como es, sin necesidad de ponerle valor agregado. A veces llueve por unos minutos, otras veces todo el día o varios días consecutivos. Lo mismo el sol, o la bruma, o el viento. La tristeza es un fenómeno humano como la lluvia o el viento un fenómeno del clima. Son lo que son durante un instante, así ese instante decidamos llamarlo minuto, hora, 39


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día o semana. Agotador sería rechazarlo. Más agotador aún, abrazarse a ello pretendiendo que no se trasforme, que no sea remplazado por la bruma, o por el sol, o por cualquier nuevo fenómeno que podría ser la nieve. Aceptamos que el clima, en alguna de sus manifestaciones, incluye la lluvia ¿Por qué no aceptar la tristeza, la alegría, la felicidad, el encono, el hambre o la sed, en la mutable fenomenológica humana? Cuando es de noche todo es noche, así usted tenga una linterna eléctrica. Cuando es el día todo es día así usted cierre persianas y corra cortinas. Ser completamente humano, íntegramente humano, es entregarse y vivir todo estado fenoménico por completo, sin intentar huir puesto que no hay donde huir. Si usted propone la tristeza como una panacea, está usted completamente loco. Tan loco como aquel que quiere, en plena noche, la alegría valiéndose de una vela. Pero lo que a usted parece importarle es la manera de aplicar algo que en realidad es propiedad intransferible de cada uno. ¿Existe tal cosa que podamos llamar todos nosotros tristeza? Quizás lo que usted busca es un sentimiento que, sin ser agobiante, se aplique a alguna manera de manifestar sensibilidad. Delicada sensibilidad que, inevitablemente, pasará por nosotros como cualquier otro fenómeno. Quizás lo que lo perturba es la voluntad colectiva y torpe de buscar placer o autosatisfacción egoísta, enmascarada en eso que, por darle un nombre, plantea como felicidad sin tristeza. Si usted fuera un discípulo, y yo lo conociera mejor, me preocuparía que usted identifique la tristeza como una forma de compasión. Algo así como un tenue dolor necesario que nos manifiesta frágiles y nos da conciencia de la fragilidad e impermanencia de todo los que nos rodea… y del sufrimiento que nos rodea. Si así fuera, nunca olvide que es su manera de sentirlo. Nadie tiene porque entenderlo tal como usted”. Al final de esas palabras, juntó las palmas de sus manos frente a su mentón, hizo un leve gesto de inclinación, tomó luego una campanita, la agitó, y me mandó a volar de allí. 13- Miles Vanilli es el líder absoluto de la Unidad Medular de Construcción Discursiva. Todo el mundo dice de él que es un 40


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inaguantable mentiroso. Él alega que eso es una forma alusiva de calificar, dentro de ciertos patrones filológicos, alguna parcial y emergente característica de su trabajo, nada personal. Llegó a su puesto después de una fabulosa tesis. Afirmaba en ella que la realidad no es tal si no se sostiene en una red discursiva. Según su principio, la realidad mantiene su índole concreta gracias a uno o varios artefactos discursivos opuestos o interactúantes. Sin ellos, el hombre pierde la concepción de tiempo y la realidad deja de ser tal para ser la continua variación de un único momento y lugar. La realidad existe, en una forma demasiado simple de condensar su tesis, por la organización de cualquier estructura alegórica capaz de crear la concepción de un pasado y la suposición de un futuro. Lo que se genera en medio de ello es el cordaje de significaciones etimológicas que sostiene eso que llamamos: dinámica de la realidad. Su consejo profesional es bien simple: “¿Quereres cambiar la realidad de tu departamento? Muy bien, creá un discurso con que los otros sean capaces de sentir identificación. Pero no los hagás pensar demasiado, no les indiqués que son parte del problema. Convertilos en beneficiarios de una certeza que obra por sí misma como solución –aunque ni por putas sea cierto- y que los pone del otro lado del problema. Un simbolismo conciso, del que se puede apropiar por afectividad empática. Nunca propongas algún propósito que demande intelectualidad compleja o acción trascendente. Esa certeza simple es lo que crea “adherencia”. Si lográs que esa adherencia se propale podés generar los patrones de una tendencia o moda. La gente no adhiere al progreso epistemológico en el cual, por medio de la concatenación racional, se cobra conciencia de que es el propio pensamiento el que nos define como capaces de dilucidarnos personas. La gente adhiere a “pienso, luego existo”, aunque jamás sepa cómo se ha llegado a tal conclusión, ni se propongan llegar a ella por su propia experiencia”.

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14- Confirmo que Sasa ha aprendido a sonreír. Luego compruebo que el único destinatario de este nuevo saber es Sandra Ryus. Frente a ella aprendo, por mi parte, que todas mis preocupaciones se disipan en su mirada. Ella me premia con una de sus sonrisas frescas, flexibles como su cuerpo. La razón por la cual el Departamento de Tristeza no se cierra, a pesar de todo lo que se hace en su contra, no obstante todas sus pérdidas y fracasos, es porque La Corporación sabe que no hay modo de eliminarla, enmudecerla o arrancarla de raíz. La tristeza está siempre al acecho, en alguna esquina más o menos nostálgica, frente al teatro grotesco de la vida con sus colores sepias o el crudo blanco y negro. Está en los muelles o andenes donde hay una despedida, en los domingos de otoño, en las cuerdas de una guitarra donde el hombre va a convertir en belleza sus penas más íntimas, en las promesas incumplidas. La tristeza está allí desde que un simio se alzó sobre sus miembros traseros y al hacerlo perdió la inocencia animal. La tristeza, en sus muchas formas y variaciones, como las partituras superpuestas de Ravel, es a veces esa intraducible saudade portuguesa, o el silencio frente a una ventana donde esperamos que alguien llegue. La tristeza es invencible en este universo de hombres y mujeres que nacen sabiendo que la extinción los espera en el otro extremo del pasillo. No es un fin ni un medio, 42


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es el condimento áspero, con su particular perfume, que no podemos evitar y que no tiene sentido evitar. ¿Qué importancia tendría cualquier fiesta si al final no sintiéramos la tristeza de lo que concluye, de la alegría que ha pasado por nosotros y se ha disuelto en el tiempo y en nosotros? ¿Qué sentido tendría el pasado que con la memoria reconstruimos en el presente, si no sintiéramos algo de tristeza por lo que hemos sido, o creemos que ha sido, alguna vez? ¿Qué significado tendría el más ínfimo y pequeño regocijo si no nos supiéramos capaces de sentirnos tristes? Sandra me pregunta qué voy a hacer y me tomo mi tiempo para contestarle. Le pregunto si cree posible que mi furia, mis sueños, pudieran asociarse cada día, de aquí en más, con su sonrisa, con su flexibilidad, con la frescura que me regala cada vez que estamos juntos. Sus ojos se hacen más fascinantes ahora que se mojan y contrastan con una nueva sonrisa sorprendida. Me responde que lo cree posible, muy posible. Entonces le digo que volveré a ser editor, pequeño perdedor o gana pan que sigue creyendo que alguna vez libertad, igualdad y justicia habrá de cumplirse. La Corporación es una gran fantasía donde he confundido el trabajo, el obtener beneficios, la lógica implacable de la industria, con el simple vivir mi vida de hombre entre hombres. Le pregunto si, a pesar de ese cambio, sigue creyendo que podemos compartirnos. Ella responde que de muy posible hemos pasado a casi seguro. Nos quedamos un largo momento en silencio. Sasa, sin que lo pidamos, trae nuevas copitas de anís. Me mira y me concede una tierna mueca cómplice que nace y se funde, mágicamente, en la impenetrable tristeza de sus ojos.

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30 de diciembre de 2014

Que no me entero de nada que no caigo ni levanto vuelo que no me informo ni me enfermo que no sé, no contesto no me doy por avisado. Que no corro bajo el sol de enero no ardo bajo su crueldad ni busco el mar, los empujones los miles de cuerpos abandonados las sombrillas obstinadas contra el viento los que intentan vender algo los que compran como posesos los que poseen la arena y la defienden como cruzados como animales brutales y mugrientos. Que no participo de este negocio de los meses prósperos de la agonía del año viejo de los regalos, los privilegios los litros de cocacola líquido saborizado o sus atenuantes marea de gente en las veredas que comen, acechan la comida las zapatillas, las carteras las cuentas de vidrios los retazos de colores los helados de chocolate los anteojos oscuros los torsos sin pudor 44


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esa satisfacción ensalada ácida como el vinagre.

Que no, no sé, no supe no tengo ganas de enterarme del maltrato animal en el transporte público de los que viajan con heladerita y reposera de los que transpiran en los comercios por esas monedas de limosna y sueldo negro de los que se acumulan en las rutas los automóviles, los departamentos estilo conejera los que se merecen y se afanan en este descanso estival en el infierno. No sé, no quiero saber avísenme cuando llegue el invierno.

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1 de enero

Esa voluntad de ser sensibles instruidos, cultos, delicados de exponer la inteligencia de fraguar rompecabezas de apilar palabras (cuanto más desarticuladas mejor). Esa obcecación voraz de exhibirse de exponer con generosidad de subdesarrollo -en ceremonia paganala belleza fundada y al creador que reclama, más bien exige, la aceptación, la exaltación y el aplauso la vana gloria del ego, digamos, de ser autor, Poeta, ciudadano especial personaje insigne de la cultura urbana adalid de la resistencia lírica refinado conservador del arte su arte, arte de autor de fin de semana. Este proliferar libros de poesía que cada literato se paga, trata de vender regala a mansalva y presenta una y otra vez junto a los hermanos del gremio que hacen lo mismo y juntos se amparan se recitan, se aplauden, se palmean unos a otros, una y otra vez sin que nadie se entere sin que al lector le importe sin que el pueblo se de por aludido 46


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y en las librerías no haya un solo libro de poesías por ausencia de comprador, interesados o curiosos.

Esta voluntad de ser sensibles y reunirse los unos con los otros en círculo de iniciados que siempre son pocos y selectos que casi siempre se celan y compiten por una medalla que no existe por un lector que los elude y ante su ausencia lo inventan, o fingen por una gloria que se prestan y se roban a falta de otra cosa que tampoco existe. Esta voluntad de ser sensibles artistas, poetas, plumas de sangre prolifera en todos los barrios y en cada esquina reúne el empecinamiento tosco el lenguaje trabalenguas la lectura, declamación, del sexto grado de egregios optimistas, ganadores de concursos 47


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recluidos al suplemento cultural de los domingos que sonríen para la foto del prestigioso evento donde todos los concurrentes son siempre ellos obcecados, voraces, solidarios y menesterosos. Esta voluntad de ser sensibles los impulsa a salvar y difundir la poesía y fracasan, fracasitan, fracasean hasta que la poesía hace silencio enferma de diabetes, entra en coma y antes de desahuciarla de ofrecerle la extremaunción le ponen la radio cerca y a las chapas para ver si setenta y dos horas de Reguetón la alivia de tan insoportable suplicio.

30 de enero

Este cansancio de ser mañana tarde y noche. Desnudo, vestido dormido, despierto. Este nunca saber de dónde se viene este nunca llegar a descanso alguno. Este ser cansancio hasta la indiferencia 48


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el yerro, su secuela, el maquillaje, la maniobra del gesto lo inconexo, la rutina la lluvia demorada la fermentación bajo el sol el viento tajando la nuca. Este cansancio como pared y sin explicación. Planta rastrera y trepadora que paciente se expande y adhiere ocupa la sangre, los tendones, cada dedo, hasta la espalda y sigue, se prolonga desde algún día después de la infancia tal rumor de un enemigo fantasmal, perseverante que por tenacidad se vuelve familia cercano compañero, adversario fiel comprensivo confidente y sincero hastío. Este cansancio de ser esta confusión de ser cansado hasta la ilusión de rendirse de caer finalmente y para siempre sin voluntad y sin ganas. Este cansancio mañana tarde y noche como una pared y sin explicación que nadie puede atravesar 49


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sin el yerro, su secuela, el maquillaje, la mec谩nica del gesto lo inconexo, la rutina la lluvia demorada la fermentaci贸n bajo el sol el viento tajando la nuca y otra vez empezar otra vez cansado de ser hasta el cansancio.

28 de febrero

Ante la evidencia y aceptando: Que buenos y malos mueren sin distinci贸n que les valga Que el fr铆o en los pies hace inaguantable la soledad y el desamparo Que al verde movido por la brisa le importa tres carajos la mirada contemplativa del sensible ser humano 50


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Qué se puede desear o necesitar poco pero ese poco implica, siempre, cierta cantidad de dinero Que las llamas del fuego son de belleza hipnótica Que la letra con sangre entra, el miedo educa, y aun con ellos en cada ser humano hay un salvaje arbitrario y adverso Que el cuerpo se gasta con el paso del tiempo Que presumiendo de nuestra notable inteligencia y cultura en las vidrieras nos engañan y engañamos con el 99,99 Que algunos perros cimarrones, después de una caricia casual, nos siguen por varias cuadras Que desde hace mucho nos matamos lo unos a los otros entre otras crueldades e indiscutibles injusticias Que requerimos el abrazo y la cópula para no sentirnos irremediablemente incompletos e innecesarios Que el amor es irracional, subjetivo y voluble Que de tan razonables todos tenemos razón y jamás llegamos a un acuerdo precisamente por tenerla Que saber que el agua es dos de hidrogeno y uno de oxigeno no tiene mucha utilidad cotidiana ni mengua la tristeza o facilita clavar un clavo Que todos saben cual es la solución que jamás se aplica porque nosotros mismos somos el problema Que desabotonada el alma a la orilla de la noche, es innegable que el ser humano sufre, se duele, llora, se aferra a 51


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la vida y de nuevo se levanta y ejerce el egoísmo, la miseria y pasa sobre los otros a quien tanto se parece Que la belleza, salvo excepciones, tiene efecto y duración limitada Que un plato de comida al fin del día, si el televisor está apagado y la compañía es noble, alcanza el rango de obra de arte Que las virtudes, los santos, los héroes y los mitos son excepciones y nunca regla Que cualquier animal carnívoro, en su habitad natural, nos comería si tuviera hambre y nos encontrara cerca Que donde fuera que hayamos ido y entre todos los que hemos estado, solo encontramos hombres tan falibles y frágiles como nosotros mismos, deduciendo que ni la genialidad, el talento, la inteligencia, ni la santidad, ni la sabiduría, ha logrado que el ser sea otra cosa que humano ejerciendo múltiples imposturas y contradicciones Que los perfumes de la infancia vuelven cuando menos los esperamos Que aunque no tengamos ganas llueve, que aunque encendamos luces es la noche, que lo mil veces limpio se vuelve a llenar de polvo, que el ayer persiste aunque ya se ha ido Entre otras cosas que se omite detallar Asumimos: Reírnos con nostalgia de nosotros mismos 52


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Entregarnos a la vida que nos toca Omitir explicaciones innecesarias y sin efecto verdadero Aceptar que los otros son otros y tenerles compasión Hacer lo que se puede si se puede Equivocarnos inevitablemente Aceptar el temor a la incertidumbre Pedir disculpas si amerita hacerlo Rechazar o dejar ir a quién corresponda Comer lo necesario y gozar de lo que se come Dejar que los otros sean otros aunque nos causen soledad No creer demasiado en nada, especialmente en uno mismo Aceptar que el universo se mueve a su arbitrio Disfrutar y sufrir la perfección de ser imperfecto Nadar donde haya agua Tomar mate cuantas veces se tenga ganas (y yerba mate) Tomarse en broma casi siempre Tomarse en serio pero por poco tiempo Decir buen día, gracias, hasta luego… y no volver si no hace falta Volver si no hay alternativa 53


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Vivir hasta la muerte, que no hay otro remedio

25 de marzo

Todas las palabras que nadie va a escribir o pronunciar esas melodías con su donaire y tristeza que no voy a fecundar Todas estas esquinas que quedan detrás Todas las pieles rotas, olvidadas o suplicando el olvido Toda esta sangre que va y viene y vuelve a ir y el pan, siempre el pan, para comer para llenarse la boca y callar para no morder como un lunático feroz para llenar la panza y sonreír porque hubo pan y hubo sudor Todas estas invenciones de arena y este viento que nunca acaba siempre más real y decidido que cualquier palabra melodía, artificio de polvo o piel abandonada en el camino Todo esto que no va a nacer es más triste, infinitamente más triste, que lo que va a morir o ya murió.

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6 de abril

Hoy me llegó el invierno.

Dejó las amables concesiones los gestos cómplices y me mandó a buscar la gorra de lana. Hoy llegó sin necesidad de decir tonterías, explicaciones, descargos o consuelos. No responsabilizó al gobierno no acusó a los empresarios no insinúo una maniobra de los corruptos no propuso otro éxito de Hollywood ni alegó que su dolor en mis huesos fuera ejercicio para la fortaleza de mi alma. Absoluto y sincero en su presencia sabiendo que ambos sabemos: 56


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Ahora es invierno todo lo demás es el ayer que decrece, cambia de color y cae porque debe caer. Este invierno voy a morir un poco como en todo invierno. Un poco más cada invierno. Antes que fuego creo que necesitaré nuevas palabras significados en racimos expresiones de un color que no conozco oraciones con el filo de una cimitarra sarracena. Antes que abrigo me urgen los amigos esos que no tienen soluciones para el invierno para las expiraciones, para ellos mismos y menos para mí. Mejor que el ejercicio de la fe y la obstinación sería conveniente un poco de dinero en efectivo y no buscarle la razón a la quinta pata del gato que ya bastante tenemos con el pelo en el huevo al plato. El invierno sabe lo que entierra y moja para podrirse, cumple con lo suyo. Así como nosotros persistimos al frío esperando o queriendo aguantar hasta la próxima primavera.

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7 de abril

Llovieron sapos ásperos y gordos sapos de levitas verdes. Cayeron de una humedad de sopa crema de arvejas. Algunos con la mirada amable otros, con ojos preocupados... dicen que varios descendían fumando pero no hay que creer en fantasías sin prueba científica. Llovieron sapos y se supone que hasta algún camaleón. Llovieron y lloraron los sapos durante toda la superficie de la tarde por las líneas blancas de las rutas en sentido horario y a intervalos regulares. Lloraban lágrimas de alcanfor de telenovela de la tarde de tomate en conserva de borrachos que no saben por qué llorar. Llovieron y lloraron los sapos de risa delicadamente, sin exageración con un mohín de ironía intelectual o con un toque de cobardía necesaria. Lloraban de risa o lloraban de llanto y llovían y llovían sobre las ramas de los sauces

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de los álamos, de los tilos… evitando las confieras con precisión de kamikases ninja. La humedad de sopa crema de arvejas impregnó la paredes de los altos edificios cubrió los techos de tejas rodó en tirabuzón por las chapas acanaladas mientras seguían lloviendo los sapos impulsados por el viento sudeste animados por un cuarteto de cuerdas que rechinaba quejidos de muebles tristes y lamentos de dentaduras postizas.

Llovieron sapos y las niñas gentiles y bien alimentadas buscaron entre ellos algún príncipe u obispo que respondiera al sortilegio de sus besos colorados. Los perros sorprendidos y aterrados se refugiaron en las iglesias, los municipios y las salas de bingo. Los paraguas atrajeron rayos y se difundieron los rumores alarmistas a los que se dedica el periodismo de corbata y traición. Llovieron y lloraron sapos como si fueran las cinco en sombra de la tarde. 59


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Como si el gobierno asegurara los derechos civiles y se diera a investigar hasta las últimas consecuencias. Como si los futbolistas concretaran goles desaforados contra un ejército de centauros ortodoxos y terroristas. Como si alguien tejiera una bufanda de tallarines al dente. Como si nos hubiéramos quedado sin Internet y sin cigarrillos. Como si fuera el fin del día en el último mundo llovían y lloraban los sapos verdes y gordos cayendo y cayendo sin fin y de punta desde una humedad de sopa crema de arvejas justamente hoy, precisamente hoy, que tanta falta nos hace un milagro y todos andamos con tenedores en las manos.

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