jimena olmos asar esteban franceschini
ciencia que baila saltos, piruetas y fĂsica para el bailarĂn cientĂfico
Índice
Sobre el Concurso Ciencia que ladra-La Nación
9
Este libro (y esta colección) 11 Acerca de los autores 16 Agradecimientos 17 19 Se abre el telón Breve (brevísima) historia de la danza 22 La revolución en el arte de la danza 24 Física… ¿de la danza? 25 Primer acto Equilibrio (y otras yerbas) 27 1. Una actividad muy física 31 ¡Momento! Es hora de hablar del momento… 34 Luz, cámara… ¡acción! (y reacción) 35 Centro de gravedad (o de cómo hallar el propio centro sin hacer yoga) 37 Con los pies en la Tierra 39 Porque esa es la ley primera 40 Use the Force… 41
6 Ciencia que baila
2. Mantener el equilibrio 45 En busca del equilibrio perdido 47 ¡Yo quiero girar! 49 Un momento de rotación 51 La danza de Taz 53 En resumen... 54 Segundo acto Bailar solos 57 3. ¿Cómo nos movemos? 61 Un pequeño paso o un gran salto. Movimiento horizontal y vertical 62 Correr es más complicado de lo que parece… 63 Y daba vueltas y se sonreía… 66 Todo comienza con un salto 67 Un momento crítico: el aterrizaje 71 Correr, saltar, frenar: conexión entre los movimientos 73 ¿Y a la hora de girar? 74 ¡A no marearse! Controlar la velocidad de los giros 76 4. La sensación de despegar los pies del suelo… ¡y a volar! 79 Los primeros giros 80 Los 32 giros (continuados) de Pierina 85 Una pirueta extrema (para personas extremamente flexibles) 87 La ilusión de flotar (porque la física también puede ser aguafiestas) 90 5. Girar en las alturas. ¡A volar se ha dicho! 93 Saltos y giros en el aire 94 El truco del gato en el tejado 95 La ilusión de girar en el aire 97
Índice 7
Y poco a poco fue ganando altura… 99 El que quiere celeste… 102 Tercer acto Bailar de a dos 103 6. ¿Bailamos? 107 ¿Qué rol asume cada uno? (o el famoso “no sos vos, soy yo”) 108 ¡Pose, pose! 110 Acelerar los movimientos 111 Pose final ¡y a no caerse! 112 7. Cuando de girar se trata 115 ¡Y se viene la vueltita! 117 Dejalo en mis manos (o guía para confiar en el otro) 118 ¡Basta de girar, que me mareo! 119 Dame la mano y vamos a darle la vuelta al mundo 120 Giro final 121 8. Bailar en las alturas 123 Cuando salgas a volar… ¡hay un amigo en mí! 125 Si el centro no está en el centro 127 Atrápame si puedes (y más vale que puedas…) 127 9. Cualquiera puede bailar 129 ¿Quién dijo que todo está perdido? El efecto de la forma del cuerpo 130 Cuando hay que correr algo más que un colectivo. El movimiento horizontal y el cuerpo 132 Altura de salto vertical 133 Poderoso el chiquitín. Cómo girar si no somos una secadora 134
8 Ciencia que baila
Interacción física entre la pareja (porque no todo se trata de química) 135 Cuarto acto Tango: la física del 2 x 4 139 10. Un baile arrabalero 143 Entenderse sin hablar 145 Ingredientes esenciales: equilibrio, postura… y abrazo 146 Seguir tus pasos (la caminata) 148 Disociación (o cómo partir el cuerpo en dos sin truco de magia ni motosierra) 150 Corte y quebrada (el pasito del indeciso) 150 Pivot (atención: no apto para robots) 151 Así se baila el tango 152 Se cierra el telón
153
Glosario 157 Bibliografía comentada 163
Sobre el Concurso Ciencia que ladra-La Nación
Este libro obtuvo el primer premio del Concurso Internacional de Divulgación Científica Ciencia que ladra-La Nación 2015 por decisión unánime del jurado, integrado por Diego Golombek, Nora Bär, Valeria Edelsztein y Jorge Volpi. El concurso fue organizado por Siglo Veintiuno Editores y el diario La Nación, y el Conicet como organismo invitado. Agradecemos especialmente a la Fundación OSDE y a la empresa DOW, que de inmediato se entusiasmaron con este proyecto y decidieron auspiciarlo. El editor
Este libro (y esta colección)
se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean. Oliverio Girondo, “12”
Y giran, saltan, se agarran, se paran en puntas de pie, se inclinan, juegan con su centro de gravedad, se elevan, se equilibran, se marean, se aceleran, se cortan, se quiebran, se disocian… bailan. En otras palabras: hacen ciencia. Porque, ¿qué otra cosa sino una ciencia es el movimiento sincronizado, la mirada atenta, los sistemas motor y sensorial puestos al servicio de los cuerpos? Todos lo hacen… aun los investigadores más solemnes, como los que en 1939, en un congreso de la Asociación Química Americana bailaron como átomos de carbono e hidrógeno, que junto con alcohol etílico se combinaban para formar benceno. Coreografías sobre el infinito, sobre la física cuántica, sobre el big bang, sobre el número de oro son y han sido presentadas en escenarios de todo el mundo. Incluso hay competencias, y quizá la más famosa sea “Baila tu doctorado” (Dance your PhD), que organiza la revista Science y en la cual los doctorandos deben representar el tema de su tesis con una danza. También la tecnología ha dicho presente en el mundo bailarín. Zapatos con sensores que determinan con preci-
12 Ciencia que baila
sión los movimientos, capturas de imágenes en 3D, estudios sobre las articulaciones e inlcuso imágenes cerebrales del danzante ayudan a comprender mejor de qué se trata esto de mover el esqueleto. Hasta se han identificado las diferencias biomecánicas básicas entre los bailarines y los pataduras. Una pregunta nos convoca: ¿por qué nos gusta bailar? (bueno, en este caso debiera decir por qué “les” gusta bailar) y, sobre todo, ¿por qué podemos (pueden) hacerlo? Algo es seguro: tanto bailando como mirando a quienes bailan se experimenta cierto placer que viene acompañado de la estimulación de las áreas de recompensa del cerebro. Las regiones motoras se activan, así como los circuitos del placer, incluso las neuronas espejo que son sensibles a lo que hace, mueve o siente el otro. Tal vez heredamos con la danza un ritual evolutivamente ancestral de seducción, que se pone en juego en la pista de baile, aun de manera inconsciente. Para lo que sea que sirva, vale la pena estudiarlo y entenderlo. Porque no es trivial dar un salto y no caer despatarrados en el piso, o girar y no terminar como en el tango “Los mareados”. Efectivamente, hay una física de la danza, útil y necesaria para los bailarines, los mirones y los científicos; y este libro nos deleita con un concierto de movimientos, posiciones, fuerzas y velocidades, parejas, solitarios y apasionados (con esa pasión que sólo pueden describir los químicos, como los autores de este texto). Ya sea para quienes experimentan el vértigo de los giros y los saltos como para los que nos asombramos con la visión de uno o varios cuerpos acompasados, esta ciencia que baila nos invita a sacudir los huesos y, claro, las neuronas. Esta colección de divulgación científica está escrita por científicos que creen que ya es hora de asomar la cabeza por
Este libro (y esta colección) 13
fuera del laboratorio y contar las maravillas, grandezas y miserias de la profesión. Porque de eso se trata: de contar, de compartir un saber que, si sigue encerrado, puede volverse inútil. Ciencia que ladra... no muerde, sólo da señales de que cabalga. Diego Golombek
SE ABRE EL TELÓN
Las expresiones más auténticas de la gente están en su baile y en su música. El cuerpo nunca miente. Agnes de Mille
La danza es movimiento, expresión. Nuestro cuerpo es su herramienta principal. Bailamos para crear, para transformar nuestros sentimientos más íntimos en algo visible y exterior. Sin embargo, la danza, al igual que la ciencia, es una disciplina rigurosa. Es cierto que cualquiera puede bailar, disfrutar del movimiento, de la música, de compartir con otros (amigos y desconocidos) un buen momento, o muchos. Pero la danza también requiere pasión, compromiso y perseverancia. Usualmente vista como una disciplina abstracta, a la que la mayoría le escapa, la física puede, sin embargo, ayudar a los bailarines a comprender más profundamente cómo moverse, cómo aprovechar el espacio e incluso el tamaño y la forma de sus cuerpos. Más allá de los estereotipos sobre cómo “debe” ser un bailarín, todos los cuerpos, según su tamaño, presentan ventajas y desventajas. Así, por ejemplo, a una persona alta le llevará más tiempo iniciar un movimiento que a una de menor estatura; mientras que un bailarín demasiado bajo deberá esforzarse mucho más para alcanzar una determinada altura de salto. Comprender cuáles son las ventajas de nuestro propio cuerpo nos ayudará a centrarnos en nuestras fortalezas y avanzar por sobre nuestras limitaciones.
22 Ciencia que baila
Breve (brevísima) historia de la danza
Los pueblos primitivos se relacionaron con la naturaleza a través del pensamiento mágico y la religión. Por desconocimiento y temor, asociaron los procesos naturales a fuerzas y seres sobrenaturales responsables de las lluvias y tormentas, del día y la noche, de la vida y la muerte. Por eso, en sus orígenes la danza tuvo un carácter ritual. Se bailaba para apaciguar los desbordes de la naturaleza, para propiciar la caza y las cosechas, como ofrenda a los dioses. Hay evidencias de la existencia de la danza previa a la escritura: en España y Francia, se han encontrado dibujos de figuras que bailan de más de diez mil años de antigüedad, pero se estima que esta forma de arte tiene más de sesenta mil años. Tardamos siglos en comenzar a entender la naturaleza y organizarnos. Fue en la antigua Grecia, cuando ya no hubo que preocuparse por buscar refugio de las inclemencias del tiempo, que la danza cambió su propósito. Las poblaciones crecieron, las tareas se dividieron, y de la misma manera en que había pescadores y recolectores, había personas que se dedicaban a desarrollar las artes, y el baile, que hasta entonces se utilizaba en fiestas y celebraciones rituales, se modificó para reflejar esta nueva realidad social. Fue allá por el siglo VII antes de Cristo que se descubrió que el cuerpo es bello más allá de sus funciones básicas, que puede ejercitarse y cuidarse, y se entendió a la danza como un arte y no sólo como un medio de comunicación. Hubo personas que empezaron a dedicar su tiempo a bailar y a mantener su cuerpo ágil, de modo que se convirtieron en lo que ahora llamamos bailarines, y actuaban en los teatros para que todo el mundo pudiera verlos. Esta nueva idea de la danza se extendió rápidamente por distintos pueblos, y cada uno buscó reflejar sus propias his-
Se abre el telón 23
torias, sus dioses y sus realidades. Aparecieron de este modo diferentes concepciones de la danza. Por un lado, surgió la danza teatral, llevada a cabo por bailarines que dedicaban su tiempo a perfeccionar sus técnicas; por otro lado, persistió la danza con un sentido ritual y festivo en la cual todos participaban. Pero la danza, como la mayoría de las expresiones humanas, también tuvo enemigos. Algunas religiones consideraban que el cuerpo podía despertar pensamientos y actitudes que ofendían a su dios. Eso llevó a que las danzas rituales desaparecieran de la vida cotidiana, y los pueblos que seguían practicándolas fueron considerados paganos y herejes. En la época medieval, la Iglesia cristiana impuso que lo más importante debía ser Dios, y que lo que él había creado no debía explicarse ni entenderse. De este modo, se prohibió tanto el estudio de la naturaleza, la matemática o la astronomía como la práctica de la danza. Con el Renacimiento, la ciencia y el arte volvieron a ser bien vistos. Apareció entonces un nuevo tipo de danza, el ballet, en un intento de separar los bailes populares de los que se practicaban en las cortes europeas. A diferencia de los bailes populares, donde lo importante era simplemente expresarse, en el ballet se buscaba la belleza de cada paso; la gente empezó a estudiar los movimientos y se estableció la forma “correcta” de realizarlos, lo que dio origen a las técnicas de baile. El ballet se transformó entonces en un baile clásico, que sufrió pocas modificaciones durante los siguientes cuatro siglos, hasta que…
24 Ciencia que baila
La revolución en el arte de la danza Si pudiera expresarte lo que se siente, no valdría la pena bailarlo… Isadora Duncan
Considerada la creadora de la danza moderna, Isadora Duncan comprendió que el baile nace de la necesidad de expresarse, de comunicar lo que no se puede decir con palabras, lo que no se puede escribir. Isadora nació en San Francisco, California, en 1877. No tenía muchos amigos y su fiel compañero era el mar. Solía pasar tardes enteras sentada sola en la playa mirando sus movimientos, como si fuera el más hermoso de los seres vivos. Para ella, el mar estaba vivo por la misma razón por la que era hermoso: porque era libre. Isadora vivía con su madre y su hermana. Los problemas económicos sobraban y eso las obligó a mudarse muchas veces a lugares muy diferentes. Vivieron en Chicago, Nueva York, Londres, París. Lo único que no cambió durante esa época fueron sus grandes esfuerzos y los de su familia para que pudiera estudiar ballet. Pero el ballet era rígido y estructurado, y ella quería ser libre, necesitaba expresarse. Estudió literatura, historia, danza, música y todas las formas de expresión que llegaron a sus manos. Quería ser libre: bailar descalza, sin maquillaje y con el pelo suelto (una transgresión para la época y una ruptura con la danza clásica). Esto implicó la descalificación, el abucheo y que sus pares se negaran a bailar con ella. Pero siguió adelante, firme, con un lema en mente: “Fuiste silvestre una vez. No te dejes domesticar”.1 1 Contrariamente a los deseos del Zorro, que quiere ser domesticado por el Principito, la frase de Isadora muestra su espíritu libre.
Se abre el telón 25
Siguiendo los pasos de Isadora, la danza volvió a ser libre. Muchos bailarines escucharon sus ideas, aprendieron a ver la belleza de sus movimientos y buscaron su propia manera de bailar, nuevas formas de ser libres. Empezaron a bailar con otros tipos de música, o sin ella, e impulsaron la danza moderna. A mediados del siglo XX, nació la danza contemporánea, centrada en el cuerpo y su lenguaje, sin los adornos que distraían la atención de la belleza del movimiento genuino.
Física… ¿de la danza?
La física se muestra, para los que la ven de lejos, como una disciplina abstracta con pocas aplicaciones en la vida diaria. Quienes estudian mecánica, salvo contadas excepciones, aprenden a sumar “fuercitas” para saber a qué altura llega una bala de cañón disparada desde un tren en movimiento. Cosa de todos los días para los cañoneros motorizados, pero no para nosotros. Hablar de la física de la danza nos ayuda a entender qué pasa mientras bailamos, cómo se producen los movimientos y qué fuerzas los provocan, qué factores alteran el equilibrio y cómo se restablece. También qué ventajas y desventajas tenemos considerando las dotes con que nacimos, qué habilidades podemos adquirir y qué limitaciones tendremos que superar; es decir que cualquiera puede bailar, pero, al mismo tiempo, deberá superar adversidades para hacerlo. Pero hablar de la física de la danza también es una excusa para traerla de vuelta a la realidad, a lo que hacemos todos los días; para mostrar cómo se puede aplicar en nuestras actividades, y cómo nos puede ayudar a salir adelante, entendiendo nuestras fortalezas y superando nuestras limitaciones.
26 Ciencia que baila
Como en un espectáculo de danza, los capítulos están organizados en cuatro actos. Los capítulos que integran el primero se centran en los conceptos básicos de equilibrio, postura y movimientos simples con el propósito de entender cómo nos relacionamos con el mundo exterior y obtenemos de él las fuerzas necesarias para bailar. El segundo acto se dedica a los movimientos que el bailarín realiza en el piso, y la forma en que estos se conectan para dar lugar a las diferentes figuras de danza. Luego, estudia sus saltos y piruetas voladoras. El tercer acto se ocupa del baile en pareja o en grupo, y evalúa las ventajas y las desventajas de contar con un compañero de baile. En el cuarto acto, finalmente, intentamos aplicar algunos de los conceptos al tango, ¡nuestro tango! Rioplatense por derecho, este baile en pareja se ganó los corazones de muchos alrededor del mundo. Y aunque su romanticismo nato se lleva casi toda nuestra atención, esta danza, como todas las otras, tiene mucha física escondida. A partir de este momento, se levanta el telón para empezar a aprender bailando.