Comorbilidades psiquiátricas en el TDAH La comorbilidad en psiquiatría infantil y del adolescente es muy frecuente. Conviene diferenciar entre comorbilidad, rasgos asociados o síntomas asociados, aunque también a veces la comorbilidad es una consecuencia del propio TDAH. Una detección no precoz, un mal tratamiento, pueden aumentar el riego de desarrollar otros trastornos, es decir, un rasgo asociado al TDAH como puede ser una baja autoestima, puede degenerar en un trastorno afectivo: Depresión, ansiedad, pánico, fobia, etc., incluso un niño con TDAH puede, de adolescente, tener un doble diagnóstico de TDAH y abuso de drogas. Rasgos asociados al TDAH son: •
Comportamiento desafiante, oposicionista, antisocial.
Problemas en las relaciones interpersonales (compañeros, amigos, familiares, profesores, etc.). • •
Problemas de aprendizaje.
•
Problemas en el desarrollo psicomotor.
•
Mayor propensión a sufrir accidentes.
Pero todo ello se debe a factores inherentes en el TDAH: La existencia de leves disfunciones neuropsicológicas que impiden al niño enterarse y aprender, provocándole un malestar por no ser capaz de responder a las demandas escolares, que resulta de la pérdida de atención y del control de su propia actividad, en signos neurológicos, que suponen rasgos de inmadurez neuroevolutiva como lentitud en la adquisición de la psicomotricidad fina o en la coordinación general y la dificultad para inhibir impulsos. Hasta un 60% de los niños con TDAH muestran patología psiquiátrica asociada.
Los trastornos comórbidos que más frecuentemente coexisten con el TDAH son: Trastorno de conducta: negativista desafiante, disocial: Es el trastorno psiquiátrico infantil más frecuente, con una prevalencia aproximada del 4%,y que en el caso de los niños que padecen TDAH es de entre un 40-60% de ellos. Los últimos estudios indican que la hiperactividad es el factor de riesgo más importante para la aparición de trastornos de conducta de inicio temprano. Los patrones más relevantes son los de agresividad, oposicionismo y conductas antisociales (agredir a personas, robar, mentir). Un estudio epidemiológico realizado por Eyestone y Howel (1994) reveló que el 25% de los presos presentaron el diagnóstico de TDAH. Siempre que haya problemas de conducta tanto en casa como en el colegio, hay que intervenir con programas de modificación de conducta específicos. •
Trastornos afectivos: Ansiedad y depresión. Se manifiestan en un 2,5% de los niños hasta los 8 o 9 años y de un 8% en adolescentes. Entre un 15-20% de los niños que padecen depresión sufren recaídas durante la edad adulta. De los niños que padecen TDAH, se considera que entre un 20-25% sufre además de estos trastornos. El suicidio es la tercera causa de mortalidad en niños a partir de los 10 años, después de los accidentes de tráfico y el cáncer. Un diagnóstico certero y un tratamiento adecuado pueden evitar mucho sufrimiento de los pacientes y su entorno. No se sabe por qué coexisten más frecuentemente de lo esperable los TDAH y los trastornos emocionales y de ansiedad. Pero probablemente tiene que ver con el desarrollo de inseguridad y baja autoestima secundarios a sus conductas y a la relación con el entorno. •
Trastornos de tics, trastorno de Gilles de la Tourette: Los tics son movimientos o producciones vocales, bruscos, repetitivos y estereotipados y de carácter involuntario. Los tics pueden ser transitorios, apareciendo en un 4-16% de los niños en algún momento y crónicos en un 0,1%. Los trastornos de Gilles de la Tourette son tics motores y vocales de carácter crónico y aparece en una frecuencia de 3-5 por 10.000 niños. La aparición de estos trastornos de tics en niños TDAH es de un 25-50%. Alrededor del 70% de las personas que presentan el trastorno de Tourette padecen TDAH. •
Abuso de sustancias tóxicas: El TDAH es un factor de riesgo para el uso/abuso de drogas Barkley y Fisher (1998). Un estudio reveló que un 21% de los adolescentes derivados a los servicios psiquiátricos tras desintoxicación por drogas tenían un diagnóstico de TDAH. Según Biederman (1997), el 40% de adolescentes con TDAH reunían criterios de dependencia o abuso de sustancias. •
Última modificación: viernes, 15 de enero de 2016, 12:34
Programas de control de la conducta Es indiscutible que para que un docente pueda mejorar la conducta de un alumno con TDAH en el aula es preciso, primero, que conozcan el trastorno, para tener toda la información relativa a lo que se van a encontrar en el aula, y segundo, que sepan que estrategias y recursos tienen a su alcance para poder modificar la conducta del alumno.
Son muy numerosas, variadas y flexibles las pautas y estrategias que podemos seguir en el aula con los niños con TDAH, y por ello, conocer qué tipo de percepción tienen ellos, como se comportan o cómo reaccionan ante determinadas circunstancias nos será de mucha ayuda para aplicar la metodología más adecuada en cada caso. En este artículo presentamos dos programas para mejorar el control de las conductas en el aula. Debemos tener en cuenta que el aula es un entorno dinámico, en constante cambio, po lo que la aplicación de los programas completos, e de ciertas pautas o estrategias, deberán irse adaptando a medida que el aula lo solicite, estando en un continuo reajuste para adaptarnos a los cambios.
Por un lado tenemos el COMP (Classroom Organization and Management Program) basado en la investigación del Dr. Carolyn M. Evertson y desarrollado por esta misma. Este programa ofrece a los profesores las herramientas para aprender pasos hacia un aula bien organizada, teniendo como objetivo ayudar a mejorar a los docentes sus habilidades generales de gestión de instrucción y de comportamiento a través de la planificación, implementación y mantenimiento de prácticas eficaces en el aula. Para cada una de estas estrategias se dispone de un cuestionario de autoevaluación, un resumen de la investigación relacionada, sugerencias e ideas, casos prácticos y actividades para ayudar a aplicarla en clase. El Good Behavior Game es otro programa de control del comportamiento, que se basa en el refuerzo positivo de las conductas adecuadas durante la clase. Emplear el refuerzo positivo nos ayudará a aumentar poco a poco las conductas que deseamos mantener y eliminar las que resultan disruptivas. Esto, evidentemente, es algo que se puede trabajar también de manera grupal. Para ello, se divide a la clase en dos equipos, se establecen unas reglas y se concede un punto cada vez que uno de los alumnos de ese equipo se salta una de las reglas. Al final del día, el grupo con menos puntos gana una recompensa, pero si los dos equipos tienen menos puntos que el límite que se haya establecido, ambos comparten la recompensa. Para implantarlo se siguen unos pasos: Decidir en qué momentos del día se va a aplicar el juego. Lo más común es hacerlo durante las explicaciones, el trabajo personal o el tiempo de lectura individual. Definir con claridad qué comportamientos reciben puntos. Son muy habituales: levantarse del sitio, hablar sin permiso o interrumpir la clase. Es importante dejar muy claro en qué consisten esos comportamientos y si hay alguna excepción (por ejemplo: hablar para responder a una pregunta del profesor). Establecer las recompensas: algunas posibilidades son: un rato al final del día para dedicarlo a juegos educativos, colocarse los primeros en la fila para la comida, poner sus nombres en un cartel de ganadores,… Se recomienda que la recompensa esté muy relacionada con las actividades de clase. Presentar el programa: se explica a los alumnos, se forman los equipos (normalmente los alumnos que están sentados en la parte izquierda de la clase y los que están sentados en la parte derecha), es habitual que los equipos busquen un nombre que les dé un poco de sentido de grupo. Se dejan claros los comportamientos que puntúan (los propios alumnos pueden preparar demostraciones de los adecuados y los inadecuados), se prepara un cartel o un lugar de la pizarra donde se registren los puntos.
Poner en marcha el programa: se sigue trabajando en clase con normalidad, pero se anotan los puntos cuando aparece un mal comportamiento. Es importante ser sistemรกtico en la puntuaciรณn y en la aplicaciรณn de las reglas, y no cambiar nada (criterios para dar puntos o recompensas) sin haberlo expuesto antes a toda la clase. Las normas se repasan con frecuencia, y es importante evitar que haya discusiones cuando se dan puntos por no seguir las reglas. Estas son solo algunos programas que podemos emplear, pero lo mรกs importante es conocer a nuestros alumnos, separar las conductas a mantener de las que deseamos eliminar y plantearnos un proyecto para llevarlo a cabo. BIBLIOGRAFIA: Cruz J. `Dos programas para http://educaciontdah.wordpress.com/
el
control
del
comportamiento
Vaello Orts, J. "Cรณmo dar clase a los que no quieren". Editorial Grao (2011). http://www.comp.org/AboutCOMP.html http://goodbehaviorgame.org/
en
el
aula`