LA MADRE (POEMAS DE CARIÑO Y AÑORANZA)
SILVINO PASCUAL MARTÍN
DEDICATORIA A la memoria de nuestra madre, Mª Socorro Martín Velasco, Modelo de cariño y abnegación.
¿Por qué canta el ruiseñor Y por qué liba la abeja? Uno canta por amor Y otra porque nunca ceja De hacer de la pena añeja Miel con néctar de la flor. Yo canto y libo a la par Por amor y por ternura, Porque no puedo olvidar La vida de un alma pura Y por hacer de la pena Una dulce cantilena. Dice el trino en la hoja verde: “Se canta lo que se pierde”.
INTRODUCCIÓN La muerte de nuestra madre Socorro Martín, acaecida el 20 de septiembre de 2012, ha introducido para siempre en nuestras vidas un antes y un después. Siempre había estado ahí, siendo centro de la familia, convocadora de todas las reuniones, desde que en 1973 muriera nuestro padre. Siempre, sí, y no sé por qué razón pensábamos que todavía íbamos a tenerla con nosotros unos años más. Pero la realidad se impone. El tiempo pasa incesantemente, y con él, nosotros. El desgaste producido por los años, acompañado por las enfermedades, desemboca finalmente en la muerte, esa realidad tan cotidiana como incontestable, aunque no queramos verla. Madre decía, en efecto, unos versos memorables: Desde el día en que nacimos/ A la muerte caminamos,/No hay cosa que más se olvide/ Ni que más cierta tengamos. Y sin embargo no era una persona obsesionada con la muerte, era muy vital y muy positiva, y con poco se alegraba e ilusionaba. A raíz de su deceso escribí una semblanza, un correo destinado a familiares y amigos que intentaba ser a la vez un elogio de sus cualidades y virtudes y una consolación. Pero a mis hermanos les pareció que era un texto apropiado para leerlo en su funeral corpore insepulto y así lo hice intentando contener la emoción, después de la comunión, con el beneplácito del celebrante. La verdad es que la tristeza nos embarga, pero, más que lamentarnos por la pérdida, debemos agradecer el que haya estado con nosotros todos estos años, dando siempre lo mejor de sí misma. Ver el paulatino deterioro de sus últimas semanas ha sido muy duro. Era un ejercicio cotidiano de emoción y ternura, intentando en todo momento contener las lágrimas. Pasado el funeral, y para ir asimilando el duelo de forma positiva, escribí los poemas que forman este opúsculo. Si Bécquer dijo “poesía eres tú” refiriéndose a su amada, yo también podría decir que poesía era ella, abnegación personificada y paciencia y cariño sin límites. Estos versos intentan recoger pinceladas de su vida, difícil donde las haya, y también los sentimientos que me invadieron durante su hospitalización y después de su muerte. Es seguro que no son grandes poemas, que la crítica más exigente pondrá en duda, incluso, que sean propiamente poemas, pero si alguien lee estos textos y le invitan a reflexionar y despiertan alguna emoción en su alma, el cometido de los mismos quedará satisfecho. Encabezando el poemario está la semblanza a la que he aludido antes. Otras muchas cosas no contenidas en estas páginas podrían haberse escrito. Estas tienen como objetivo mantener viva su memoria y reflexionar sobre sus grandes virtudes que hacen de ella una candidata al altar de nuestro corazón y un modelo a imitar. Yo no puedo decir, como Horacio, monumentum exegi aere perennius (he concluído un monumento más duradero que el bronce), pero me gustaría que estas páginas durasen, al menos, tanto como la lápida que cubre su tumba. En las últimas páginas se recogen refranes tradicionales o frases propias, que solía decir nuestra madre, con el título de “El refranero de la abuela”. Puede que falten, pero no creo que sobren. Cada refrán es una llamada al equilibrio y a la sensatez, o un resumen de la sabiduría popular atesorada en siglos de experiencia.
SEMBLANZA DE Mª SOCORRO MARTÍN VELASCO (Texto leído en el funeral de Socorro, nuestra querida madre)
Corría el mes de mayo del año 1926. En el pequeño pueblo de El Vivar de Fuentidueña (Segovia), en el curso bajo del río Duratón, todo florecía tras el crudo invierno. Era el día 21 y nació una flor singular, destinada a dar el perfume de la bondad, de la ilusión y de la paciencia, a la que bautizaron con el nombre de María Socorro. Un icono del Perpetuo Socorro sigue existiendo sobre el arco de acceso al presbiterio de la iglesia del pueblo. Era la quinta de seis hermanos, supervivientes de los ocho que fueron, pues dos murieron siendo bebés. Entre el año 1932 y los años de la guerra civil fue a la escuela, donde aprendió las primeras letras con un maestro que fue destituído tras la guerra. Y con aquel aprendizaje básico, pasado el tiempo, escribiría cientos y cientos de cartas. Fueron sus padres Longinos Martín y Petra Velasco. El abuelo Longinos murió durante los años de la guerra, pero no a causa de la guerra, sino de una pulmonía o neumonía, en una época en que no había antibióticos en los pueblos. Todos los hermanos se unieron como una piña en torno a la abuela Petra, y, al poco de morir el padre, murió un hermano de pocos meses, como si el abuelo lo reclamase para tenerlo consigo en el “lugar del consuelo, de la luz y de la paz”. Incontables fueron los trabajos y penurias de aquellos años. Socorro, siempre bien dispuesta, aprendió bien y muy rápido, tanto de su madre Petra como de sus hermanas mayores, todo lo relativo al gobierno de una casa, desde hilar, tejer, coser y bordar hasta cuidar de los animales (pues entonces había bastantes vacas, ovejas, gallinas, patos, gansos, conejos, cerdos, burros y mulas en el pueblo), lavar la ropa en el río, cocinar y las mil faenas que trae consigo la vida rural, y más en una época como la guerra y la posguerra. Pero sobre todo aprendió las grandes virtudes que había de practicar con excelencia a lo largo de su vida. Aprendió la humildad y siempre decía: “El que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”. Aprendió la generosidad y sobre todo la paciencia. En los últimos días de su hospitalización, a pesar de su extrema debilidad y de sus luces y sombras, comentaba conmigo: “La vida es una larga paciencia”. Aprendió la sobriedad, aprendió a saber vivir con poco. Y por eso solía decir: “Con muchos millones hasta el más tonto sabe vivir, pero, cuando hay poco, el ingenio se agudiza y busca mil agarraderos para salir adelante”. Aprendió la caridad, pues un pobre siempre puede ayudar a otro más pobre. Aprendió la diligencia y el sentido del trabajo bien hecho. Siguiendo el refranero de la abuela decía: “Contra pereza, rejonazos”. Tuvo siempre coraje para superar la pereza, incluso en los últimos meses, cuando estaba tan débil, decía: “Si no puedo hacer mucho ni rápido, como antes, algo puedo aunque sea despacio y poco a poco”. Con gran temple y fuerza de voluntad mantuvo esa actitud hasta el final. Mantuvo la fe y la esperanza, pues siempre confiaba en que, al final, se sale de todo y que donde una puerta se cierra otra se abre. Era una confianza radical en la vida, que es tanto como decir en Dios. Fue todo para todos y, en los peores momentos, decía: “El mal se vence con abundancia de bien”. Nunca se dio a la crítica ni
a la murmuración y siempre tenía una palabra exculpatoria para lo que los demás consideraban una desatención o una falta de delicadeza. Y así, si le decían “fulano no te ha hecho lo que debía”, ella respondía: “Quizá tenga algún motivo, aunque yo no lo entiendo; quizá no haya podido”. Nunca miraba hacia atrás para dar vueltas a las cosas negativas, pues consideraba que lo malo, cuanto más se revuelve más malo parece. Fue como una matriarcal encina que acoge bajo su sombra a todos, principalmente a sus hijos y nietos. Siempre tenía la puerta abierta y la luz encendida para todos, recibiéndonos con ilusión y alegría cuando íbamos a verla. Visitaba a los enfermos y siempre tenía una palabra de consuelo. También le tocó asistir a los moribundos de la familia, haciéndolo de forma ejemplar. De hecho, la tía Gertrudis murió en su casa y la abuela Josefa dio su último suspiro estando ella presente. Si podía echar una mano, allí estaba ella; si notaba que podía ser un estorbo, se retiraba… Sí, ¡cuántas virtudes aprendió y practicó y de cuántas nos dio lección, que ahora, cuando acaba de dejarnos, parece más clara y nítida! Con este bagaje de saberes y virtudes llegó al matrimonio cuando tenía 20 años de edad, y se celebró en una ceremonia doble, pues el mismo día y en la misma iglesia se casaron ella con Florencio Pascual, de Tejares, y una hermana de este, Matilde, con un hermano de Socorro, llamado Aniceto. Tras el matrimonio pasó a vivir a Tejares, un pueblo de secano, en el que siempre echó en falta el agua abundante de El Vivar. Pero la juventud, la ilusión y el ingenio todo lo superaban, pues tanto ella, como todas las mujeres de su generación, cuando no lavaban el el Charco, lavaban en la pila, cogían agua del gotereo en bidones o iban, atravesando peñascos, a lavar a La Maluca. Cuando había pozo, como en casa de la abuela Josefa, todo parecía más fácil. Y todo esto, que hoy parece tan duro, lo hacían con la mayor naturalidad y casi siempre cantando. ¡Cuántos cánticos he oído salir de su garganta mientras lavaba, fregaba o hacía otras labores! Crió cuatro hijos y los tres mayores, cuando tenían unos 10 años salieron del pueblo a estudiar en colegios religiosos y con becas, lo que les hizo progresar a través de la vía académica, con una formación integral. El más pequeño, llamado José Ángel, vino años después y, tras ser acogido con alegría desbordante, tuvo que sufrir la temprana muerte del padre y un sinfín de situaciones difíciles, pues aquel mismo año de 1973 suprimían la escuela de Tejares y los niños fueron llevados a la Escuela Hogar de Carbonero el Mayor. La comunicación con los hijos ausentes era por carta, de las que, como he dicho, escribió centenares con su mejor caligrafía y ortografía. ¡Lástima que, por ser papel volandero, no se hayan conservado! Recuerdo que siempre tenía ganas de superarse y preguntaba si tal o cual cosa se escribía junta o separada, con b o con v, con h o sin ella, etc. Yo le decía: “El caso es que se entienda”. Pero añadía: “Claro que sí, pero si escribes con muchas faltas es como si te presentaras ante alguien llena de lamparones en el vestido”.
No dejó de ser dura una viudez tan temprana. Unas religiosas que asistieron al funeral por el padre y marido muerto escribieron un artículo en una de sus publicaciones comparando la actitud resignada y orante de Socorro con la de la Virgen al pie de la cruz. Un puñado de tierra se añadía a la fosa, según era costumbre, una lágrima contenida y una oración sincera. “Un golpe de ataúd en tierra es algo/ perfectamente serio”. Fue entonces, e intentando superar el duelo, cuando Socorro, con gran decisión y tratando de salir airosa de la mejor manera, se vino a vivir a Segovia, donde cocinó durante 20 años, para unos 200, en el Seminario. Allí conoció a don Antonio Palenzuela, obispo fallecido, a muchos sacerdotes como don Jesús, don Juan Ramón, don Jesús Sastre... y muchísimos más, a las Misioneras de acción parroquial, como la madre Paz y la madre Ana María, a señoras que trabajaban allí como Máxima, Carmen y otras, cuyos nombres no recuerdo. Tras un tiempo de dificultades, pudo traer a José Ángel de Carbonero, para que continuase la EGB en Segovia. Cuando tenía algo de tiempo libre bordaba, hacía ganchillo o cosía y también le encantaba jugar a las cartas. Fue siempre muy vital y muy positiva. En ella se aliaban la austeridad y la elegancia, esa que nace del interior. Solía hablar, en ocasiones, de forma sentenciosa, ya fuera usando el refranero tradicional, ya con frases de su propia cosecha, lo que le valió que, en una ocasión, una señora dijera de ella: “Esta mujer es una filósofa”. Leía lo que podía, pues siempre se lamentaba de sus pocos estudios, lo que no le impidió leer a Jorge Manrique y a Antonio Machado. “¡Qué verdades dice en Las coplas y qué bien dichas!” Y así le gustaba repetir: Así que no hay nada fuerte, Que a papas y emperadores Y prelados, Así los trata la muerte, Como a los pobres pastores De ganados. Y de Antonio Machado repetía: Nada eterno: Ni gobierno Que perdure, Ni mal que cien años dure. En el último año se fue debilitando poco a poco. Y ella se iba haciendo consciente de su situación, por lo que solía decir: “Soy como una velita que se va apagando”. Y un domingo, hablando con ella por teléfono después de salir de misa en la iglesia de San
Millán de Segovia, me comentó: “Han leído un evangelio que decía más o menos cuando era joven yo mismo me ceñía e iba donde quería, cuando sea viejo otros me ceñirán y me llevarán donde no quiera… ¡Pues eso me va a pasar a mí en breve!” Yo intentaba animarla en todo momento, intentando alejar negros presagios. Solía repetir a menudo: “Me gustaría morir después de dejar todas las labores hechas, acostarme y dormirme en el sueño del que ya no se despierta. No quisiera dar guerra…” Durante el durísimo mes que ha pasado después de su última hospitalización, aun con sus luces y sombras, ha estado lo mejor que se puede en esas circunstancias. Incluso en un estado tan crítico, cuando tenía clara la conciencia, nos animaba, decía lo mucho que nos quería y lo bonito y lo positivo que era todo… La velita iba dando sus últimas llamaradas, el río se abandonaba en un amplio estuario, presto a fundirse con el océano; la que fue fuerte como una roca, dura y matriarcal como una añosa encina era una débil carrasca y una roca que se resquebrajaba. Las ansias crecían, las esperanzas menguaban. Solo teníamos el consuelo de saber que, gracias a la morfina, no sufría. A momentos lúcidos seguían otros de tinieblas. La hoja, ya amarilla, esperaba la más leve ráfaga de brisa para entregarse a ella. Ya tenía un pie en el estribo, ya estaba a bordo y ligera de equipaje... Una mezcla de pena y ternura se apoderaba de mí. Salvo un milagro, no había nada más que hacer, sino esperar el final. Yo no paraba de "acariciar su alma" para que partiera tranquila: "Sabes lo mucho que te quieren y admiran tus hijos y nietos", "eres como un ángel del cielo que vino a este mundo para hacer el bien a todos”... A veces entendía... Todo le parecía bien y bonito... Recordaba a toda la familia, principalmente la de su infancia y adolescencia. Era la misma actitud positiva mantenida a lo largo de los años y manifestada en momentos tan cruciales... Una mañana, después de una noche inquieta, abrí un poco la persiana y no dejaba decir lo hermoso que era el cielo azul… Hoy, día 20 de septiembre de 2012, después de unos días con calmantes y paliativos para evitarle los dolores, nos ha dicho adiós o hasta luego. Pues, parafraseando a San Pablo, podemos afirmar que la representación de este mundo pasa, ¡y mucho más rápidamente de lo que nos imaginamos! Y yo bien puedo decir, después de haber sido testigo de una vida ejemplar, y siguiendo el ritual cristiano, que la muerte de los justos es hermosa a los ojos de Dios. ¡Y de los hombres!, añado yo. También puedo recordar el final de las coplas manriqueñas que tanto le gustaban: Dio el alma a quien se la dio, El cual la tenga en el cielo, En su gloria, Y aunque a la vida murió, Dejónos harto consuelo Su memoria. ¡Socorro, ayúdanos: Que sepamos recoger tu testigo e imitar tu ejemplo!
FLORECILLA DE MAYO Mayo llenaba el campo de colores, Y llenó aquel hogar con la alegría De la flor singular que allí nacía Para dar más aroma que las flores. ¡Aroma del cariño y los amores, La bondad, la paciencia y la armonía, La templanza, la fe y la valentía, La esperanza alejada de temores…! Corría el río con fluir sereno Y, grande en tu humildad, allí crecías, Atesorando cuanto es noble y bueno. ¡Flor que bebiste penas y alegrías, Que diste a nuestra vida fruto ameno, Ya eres feliz recuerdo en nuestros días! SOCORRO Llamada a socorrer, a ser amparo Y refugio en las horas de fatiga, María del Socorro te llamaron Y seguiste los pasos de María. Una vida abnegada fue la tuya, Paciente, alegre, acogedora y tierna, Valiente luchadora en las desgracias, A lo inefable con el alma abierta. Buscando hacer el bien, el mal venciste, Sufriste la aflicción con fortaleza. Combatiste el combate de la vida Y has llegado triunfante hasta la meta. Hoy que la pena moja mis pupilas, Me socorres dictando esta sentencia: “Ten esperanza en las tribulaciones, Hay que dar tiempo al tiempo, todo llega, Y todo pasa como fugaz nube, Rápida nave o sombra pasajera”.
EL RÍO Eres calma de la sed, Corriendo sin detenerte. Como la sed te renuevas, Siempre igual y diferente. Hoy me acerco a tu ribera A aliviar en tu corriente Esta sed de mi tristeza. Pero el agua cantarina Me dice: “El tiempo que lleva El agua a la mar divina También llevará tu pena”. Duratón, río de vida, La gotita de tu orilla Goza de la mar inmensa, Per, ¡ay qué ciegos y tristes Entre lágrimas nos deja! ¡Cuánta gratitud sentimos Al tiempo de su presencia! ¡Cuánta nostalgia en el alma Por su partida y su ausencia! Ayuda al río del tiempo Desde la memoria eterna.
LA LAVANDERA Junto al murmullo del agua, Sobre la verde pradera Lleva la cesta de mimbre Con ropa la lavandera. ¡Cómo limpia, cómo frota, Cómo humedece y restriega! Allí está la humilde niña Aprendiendo la tarea: Lavar en el agua clara, Tender en la verde hierba, Regar de nuevo la ropa Cuando con el sol se seca. Agua y sol, jabón y río: ¡Cuánta frescura y limpieza! Canta un cantar junto al río Que cantando se lo lleva. Allí aprendía la niña A purificar las penas Y hacer fecunda alegría De la circunstancia adversa. ¡Qué dura y tierna a la vez, Hija de la amable piedra! ¡Cuánta agua mojó tus manos Que hoy mi recuerdo venera!
LAS VACAS Vuelven las vacas del pasto Y beben en el pilón. Rompe la paz de la tarde Su mugido atronador. Va la vaca hacia el establo Y el ternero retozón. Ubre turgente dispuesta A dar cálido blancor. Escena de cada día, Constante repetición. Ya no hay vacas junto al río. La niña que aquello vio Aprendió que se recoge Lo que antes se cultivó. Ya tampoco está la niña, Porque un día se ausentó; Más de treinta mil pasados, Dijo para siempre “adiós”. En tantos miles de días, Mostró su abnegado amor. Gracias por tanto cariño, Recibe hoy esta canción.
LAS GALLINAS Sois perpetuas inquilinas Del establo y del corral, Cacareáis día a día, Y sin razón especial, Pues bastante es tener vida, Es bastante ser y estar. Domésticas compañeras, Que en correr y en escarbar, Pasáis la jornada entera, Y en picar y rebuscar. Y eso, amiguitas, no es todo, Pues hay todavía más: Sois ponedoras sin tregua, Sois las reinas del corral. Lo que os echan engullís, Porque nada os viene mal, Y cuando es trigo o cebada, La alegría es sin igual. “¡Ca, ca, ca, ca!”, todo el día, Todo el año “¡ca, ca, ca!” Más sonoro es vuestro canto, Cuando salís del nidal. Como un huevo vale tanto, Con canto lo hay que anunciar. ¡Cuántos ponen mucho menos, Pero cacarean más! ¡Ca, ca, ca, ca, gallinitas! ¡Gallinitas, ca, ca, ca! El gallo siempre vigila Y a todas convocará: Ha encontrado un grano grande Y os lo quiere regalar. ¡Estampa de un tiempo ido, Que tanto pudo enseñar A una niña que aprendía Lección que no iba a olvidar! En la ciudad se hace el ruido Y cosas para admirar, Pero es difícil que se haga Lo que en la humildad rural Hacía una gallinita Cantando su “ca, ca, ca”: Poner un huevo sabroso, ¡nada menos, nada más!
LA CLUECA Y LOS POLLUELOS La clueca recogía a sus pollitos, Diciendo “clo, clo, clo”, bajos sus alas. Tan tiernos, con su dulce “pío, pío”, Del frío de la noche los guardaba. Cuando les daba el grano nutritivo, Con su cloqueo al sol los numeraba. Del gato predador los protegía Y ahuecando sus plumas lo retaba. “Venid, venid, pollitos, que he encontrado, -clocló-clocló- tesoros en la paja, Ricos manjares para vuestros picos, Y atacaría a quien os los quitara”. Cuando echan los cañones de las plumas, La gallinita observa y se distancia, Pues los tiernos polluelos han crecido Y no precisan tanta vigilancia. ¡Oh maternal gallina que recoges A tus pollos y a todos das ganancia! -¿Qué aprendiste en la infancia, bella niña, La misma a quien hoy vi llena de canas, Cuando veías la gallina clueca, Tan fuerte, cariñosa y entregada? -Hijo mío, no hay símbolo más claro Que una clueca acogiendo a su pollada De lo que es una madre con sus hijos, De lo que quise ser: madre abnegada.
LAS OVEJAS Bajo el sol y sobre el polvo Avanzáis en el verano, Y cuando el invierno llega, -Viento frío y pelo canoEntre balidos y escíbalos Vais por caminos de barro. Los días más borrascosos Os quedáis en el establo. Cuando trashumantes erais Por tantos caminos largos, Rudamente caminabais Atravesando los campos, Desde los pastos de invierno A los pastos de verano. ¡Cómo os adaptáis sin lucha A lo bueno y a lo malo! Dais el vellón si os esquilan, París corderos preciados, Si os ordeñan leche dais Para hacer quesos prensados. Si cae un sol de justicia, La sombra será un regalo; Si tenéis sed y no hay agua, Aguantáis la sed balando Y al ver el abrevadero, Gozáis como ante un milagro. Si la hierba es verde y nueva, Retozáis con tanto pasto, Pero cuando es rala y seca, Que no os pidan entusiamo; Bastante hacéis con comer, La sequía soportando. Vuestro destino de ovejas Lo asimiláis sin rechazo… Dime, niña, ¿qué aprendiste Al contemplar los rebaños? Que hay que luchar por cambiar, Cuando es razonable el cambio; Aceptar lo inevitable Y tratar de superarlo, Y aprender a distinguir Entre conceptos tan varios.
EL BURRO ¡Borriquillo paciente, Que llevaste en tus lomos tantas veces Por caminos de polvo o enlodados, Al labrador cansado y laborioso! ¡Oh borriquillo humilde y abnegado, Estampa de los campos bajo soles y lluvias, Que llevaste cargadas las alforjas, Y acompasaste alegre Tus pasos a los pesos De los rudos aperos de labranza, De la talega henchida O de las aguaderas con los cántaros! ¡Paciente y dulce asnucho, Que subías laderas y peñascos, Que nunca tropezabas En una misma piedra por dos veces! ¡Oh jumentillo que llevaste a lomos La ilusión que ponía Alas sobre tus patas andariegas! ¡Cuánto nos enseñaste Y qué ingratos contigo algunos fueron, Cuando el pago a tan grandes prestaciones Eran tal vez los palos, Tan ásperos, tan hoscos, Tan rudos e inhumanos! Tal vez de ti aprendía (y no era poco) Aquella jovencita El trabajo paciente y aquel cariño misericordioso que le hacía exclamar: “¡Animalejo! ¡Pobre animal, merece una caricia!”
LOS MULOS Uncidos tiran del carro, Cuando no tiran del trillo O arrastran el corvo arado Sobre el rastrojo amarillo. Como lo suyo es tirar Son animales de tiro Y trabajan sin parar Y no conocen retiro. Hoy acarrean la mies, mañana sacos de trigo, otro día traen leña y otro, uvas para vino… ¡Qué vida tan laboriosa! ¡Qué animales tan sufridos! ¡Cómo los mira la niña Con sus ojos compasivos! EL CERDITO ¡Gorri, gorri! ¡Gorri, gorri! El cerdito, ¿dónde está? Se ha salido de su corte Y campea en el corral. Levanta la paja hozando Y comienza a olfatear… ¡Gorri, gorri! Por aquí, ¡Gorri, gorri! Por allá. A veces come patatas, Cebada también le dan, Hojas verdes de las berzas, Melón, harina integral… De todo puede comer, Todo le va a alimentar. Transcurriendo las jornadas, San Martín se acerca ya, Van a empezar las matanzas: ¡Qué horrendos chillidos da! ¿Habrá otra ley en la vida, La de comer sin matar? ¿Por qué a una vida tan buena Sigue una muerte fatal?
LOS PATOS Oro vivo, los patitos Salieron del cascarón. Comenzaron a parpar, Todo es nuevo, ¡qué ilusión! Nueva el agua y en el agua Se pegan un chapuzón, Nuevo el aire y en el aire Alzan alas y plumón, Nueva la tierra y en ella Van andando con torpor… Mamá pata los protege Del ataque predador. ¡Qué hermosa la vida empieza! ¡Todo es nuevo bajo el sol! ¡Qué malo es acostumbrarse Y decir: “Ayer es hoy”, “hoy es mañana”, “ya nada Da vida a mi corazón”! Los patos, siempre lo mismo, Lo mismo en renovación, Cada día es un estreno, Una grata bendición… “¡Cuá-cuá, cuá-cuá!” junto al río, “¡Parr-parr! ¡Parr-parr!” bajo el sol… Patos, que sin ser muy diestros, De agua, tierra y aire sois, Dadme en los tres elementos Vivir con grata ilusión. “Hoy es siempre todavía” Y las verdades son dos: Todo cada día es nuevo, Nada es nuevo bajo el sol. Niña, que tanto aprendiste, Sin salir de tu rincón: Que hasta el final mantengamos Tu buena disposición.
LOS GANSOS Acres graznidos dan mientras avanzan En manada del río a la ribera. Entran al agua por la cañavera Y con la rítmica corriente danzan. Gozan de lo inmediato, se abalanzan, Bucean, andan sobre la pradera, Cruzan con paso torpe la chopera Y con la niña su guarida alcanzan. El coro discordante de los gansos Llena de ecos el aire, ya atardece: Ocaso en suaves arreboles mansos. Y poco a poco todo se adormece, Buscando silencioso los descansos Que la luz tenue de la luna ofrece. LOS PAVOS Con su vara arreando la pavera Atraviesa la calle con sus pavos Y los conduce a una verde pradera Al son de rudos glugluteos bravos. Allí comen semillas, brotes, hojas, Frutos, hierbas, orugas y gusanos… Cuando ya hay nubes en poniente rojas, Orondos vuelven a la granja ufanos. Rojas carúnculas, cola en abanico, Bravo graznar, comer granos de tierra, Al trigo y al maíz lanzar el pico… La niña en sus establos los encierra. Ya es de noche. Rumor de río y fuente. Rompe el silencio algún bronco ladrido. Duermen los pavos y sueña la gente. En el aire, un susurro dolorido. Duerme también la niña, que es pavera Y empieza su camino ilusionada. La anciana está despierta y aún espera. Por ello, tras morir, es encumbrada.
LOS CONEJOS ¡Monis, monis! Conejitos, Medrosos, siempre dispuestos A buscar un escondrijo, Un sitio oscuro y discreto. Libres en el campo fuisteis, Y ahora que sois domésticos, Estáis comiendo en la jaula Y no corréis, estáis presos. -¿Dónde va la alegre niña Con su azadilla y su cesto? -Va al campo a buscar ballicos, Amapolas, azulejos, Alverjana, mielgas y otras Hierbas para los conejos. La conejera hoy se alegra Con diez gazapitos bellos. ¿Se entristecerá mañana Cuando vayan al puchero? Mamá coneja dirá: “¡Esto no tiene remedio! ¡Qué fecunda y perseguida Es la vida de un conejo!” -Niña de pelo canoso, El mismo que ayer fue negro: “¿Qué has aprendido en tu afán De criar a los conejos?” -Que en la vida hay tiempos malos, Pero también tiempos buenos: Que no nos abata el mal Ni el bien nos haga soberbios; Que superemos lo malo Y aprovechemos lo bueno.
LA OLMA Entre la iglesia y el cementerio Creció una olma tan corpulenta Que el pueblo entero Podía cobijarse bajo ella. Tan grande era su sombra que un rebaño Allí mismo podía echar la siesta. Creció con increíble exuberancia, Pues, según dicen, su anchurosa copa, Su grueso tronco y sus fornidas ramas Se alimentaban de la gente muerta. Pero la olma un día fue atacada Por un escarabajo que llevaba Las esporas funestas Del hongo que produce la grafiosis. Se puso tan enferma Que terminó muriendo. Sobre la muerte se elevó su vida, Pero luego Otros hicieron de su vida muerte. -¿Qué aprendiste de aquella olma lozana, Querida niña, al empezar tu senda? -Que el mayor esplendor de lo que vive Puede caer un día tristemente. ¿Cómo pudo caer aquella olma admirable? Como estaba allí siempre, Creímos que podría seguir por largo tiempo. Pero un día nos dijo “adiós” definitivamente. Como tú, madrecita, Que te has ido, y estamos De noche y esperando las estrellas.
LA CIGÜEÑA ¡Alma de la pétrea torre, Sobre la casa de leña, Enigmática cigüeña, Que vuela, corre y socorre! Vuela de la torre al río, Corre junto a la ribera, Socorre a su prole entera Y goza de su albedrío. En el aire suspendida, Planea rasgando el cielo Y con majestuoso vuelo Llega al nido enardecida. Tuerce el cuello y con el pico Sonoramente crotora, Pues se ha cumplido la hora De entregar su yantar rico. ¡Cómo cuida maternal A sus ansiosos cigüeños! Los mismos que hoy son pequeños Serán gloria celestial. Antes de darse a soñar -cae la tarde- la cigüeña Majestuosa y hogareña Vuelve ufana a crotorar. La niña de ti aprendió Que el hijo que va a volar Nunca debiera olvidar El nido del que salió. Y yo, madre, no te olvido. ¿Cómo te puedo olvidar? Ayer fuiste dulce hogar Y hoy, recuerdo dolorido.
LA FUENTE Blanda y dura es la canción Del agua sobre la piedra, Del caño sobre el pilón, Del pilón que la celebra Con su susurro ondulante, Del cántaro resonante Que con la canción se llena Y del agua que, serena, Entona siempre un cantar, Que para unos es llorar Y para otros risa amena. -¿Qué has pretendido enseñar, Fuente, a mi niña querida? -Que en la vida hay que luchar Con una lucha aguerrida, Mas sin que cese el cantar. LA NORIA Unos cangilones suben Para descargar el agua, Otros tornan hasta el fondo Para besar y abrazarla. ¡Rueda eterna de la vida, Que al dar vueltas sube y baja! El burro humilde girando Tiene oculta la mirada: Unos cangilones suben, Otros cangilones bajan. El agua riega la huerta Y vivifica las plantas; Mientras el sol se la lleva La tierra seca la abraza. -¿Qué aprendiste, niña hermosa, Niña que te hiciste anciana? -Que la vida es una rueda Que nunca queda parada: ¿Es orgullo estar arriba? ¿Estar abajo es desgracia? Pues deja que pase el tiempo, Que el tiempo todo lo cambia.
LA FIESTA En el aire del verano La música resonaba. Los puestos de chucherías De noche se iluminaban: “¡Pirulíes, caramelos, Almendras garrapiñadas, Globos, máquinas de fotos Que al dar el botón disparan Un gatito que al salir dice “miau” con mucha gracia…!” Mientras la música suena Se va animando la plaza Y en el extremo del pueblo Se oye la alegre charanga. Los cohetes explosivos Suben con furia atronada Y aventan a las cigüeñas De la torre de espadaña… La música resonante Tal vez atrae a las ánimas, Pues mientras unos se ríen, Otros suspiran y callan Y se marchan cabizbajos A recluirse en su casa. -¿Qué aprendiste de la fiesta, Mocita de la esperanza? -Que es un gozo el bailoteo, Que la diversión es sana, Que las penas vienen solas Y a la alegría hay que atarla, Que cuando unos ojos ríen, Otros se arrasan en lágrimas; Los que ayer reían tanto, Quizá llorarán mañana…
EL COCEDERO Allí estaba aquel horno con bóveda de barro, Que el calor enjaulaba tras quemarse la leña. Allí estaba la harina, que, amasada en la artesa, Puesta la levadura y tapada con un paño, Fermentaba y se heñía para formar hogazas. Ya estaba el horno a punto para cocer el pan, Y un agradable aroma impregnaba la casa. ¿Acaso alguien comía pan de la ociosidad? ¡Cómo supiste, madre, lo que es sembrar el trigo, Esperar a que nazca, quitar cardos dañinos, Contemplar cómo crece y cómo amarillece, Segar a golpe de hoces, acarrear los haces, Trillar pacientemente, beldar con alegría, Poner el trigo en sacos, llevarlo a la panera, Dárselo al molinero para sacar la harina…! Quizás haya quien coma ociosamente el pan, Pero tú lo ganaste hasta la última miga, Y de lo que ganaste comiste la mitad. A la vista de tantos trabajos y fatigas, Llevados con paciencia y tanta dignidad, Esbozando sonrisas y buscando alegrías, Pregunto a los oyentes: “¿Mereces un altar?”
LA SIEGA Surco arriba, surco abajo, Dorada monotonía. La hoz de la afilada muerte Es hoz que al cortar da vida. Surco arriba, surco abajo, ¿dónde está aquí la armonía? Parece la eterna rueda Que sin cesar gira y gira. Tedio, cansancio, calor, Sofoco esperando brisa. Pero en medio del sudor, Del polvo y de la fatiga, Hay un rescoldo de amor, Hay una suave sonrisa Y una canción en el aire Que la tarea mitiga. ¡Oh esforzada segadora, Cuando el vivir lo exigía! Si hay mérito en el esfuerzo Y recompensa divina, ¡qué galardón te habrán dado En la meta de tu vida!
TRILLAR, BELDAR, METER EN EL GRANERO Las mieses acarreadas Se hacinaban en la era. Luego se desbalagaban Formando una parva hueca Para que el trillo pasara. Después de dar muchas vueltas, Bien triturada la parva, Gracias a las finas piedras, Que el trillo en la parte baja, De filos agudos, lleva, se hace un cónico montón, que día tras día aumenta. Y pasadas las jornadas, Los cereales se bieldan: A un lado queda la paja Y el grano a otro lado queda. Luego se meterá en sacos Y se pondrá en la panera. Trabajos muy fatigosos, Del campo duras faenas. Así, ¿quién no iba a apreciar El pan que había en su mesa?
RESUMEN DE MI VIDA DESDE EL MATRIMONIO HASTA HOY A menudo entramos donde no sabemos: No conocemos todas las consecuencias de la decisión que tomamos. Si volviera a nacer y las circunstancias fueran las mismas, Volvería a hacer lo que hice. Todo comenzó en aquel momento, En que sin dar demasiadas vueltas, Al “¿me quieres?” respondí: “¡Te quiero!” Un hermano mío se casó también aquel día Con una hermana de mi marido. Dos bodas a la vez. Las mujeres vestíamos de negro para la ceremonia. En el banquete no podía faltar el buen cordero asado. La dulzaina y el tamboril amenizaban las bodas. Luego la vida de casada me llevó al secano Y echaba en falta el río con tanta agua. Había que vivir, aguantar a la suegra Y esperar a que vinieran los hijos. Había que intentar entender al marido y ser paciente. Aprendí a callar y a conservar muchas cosas En el silencio del corazón. Al final tuve cuatro hijos como cuatro soles, Que fueron mi alegría y mi corona. El pequeño fue la gloria de mi madurez, Pero se murió el padre, Dejando huérfanos y viuda. También tuve seis nietos A los que quise entrañablemente. Aunque ya era viejecita Y me veía como una velita que se iba consumiendo, Me gustaría haber seguido un poco más a vuestro lado Y haber visto tal vez a algún biznieto. Pero la muerte vino a llamar a mi puerta Y tuve que abrírsela, Pues querer hombre vivir, Cuando Dios quiere que muera, Es locura. Recordadme con cariño, que os prometo Que mandaré una lluvia de bendiciones sobre vuestras vidas. Y vivid cada instante como si fuera el único, Con grandeza de alma y perspectiva eterna.
LAVAR ROPA EN EL SECANO Unas veces esperábamos la lluvia Para llenar bidones. Las más, llenábamos las alforjas Y atravesando peñascos Íbamos a la Maluca, Laguna clara y serena, A lavar la ropa sucia. Entre chistes y cantares Allí echábamos el día. Con la colada ya hecha, A lomos del borriquillo, Nos volvíamos a casa, Cansadas, pero contentas, Trayendo todo bien limpio. Así era la vida entonces, Y sin nada intentábamos ser felices Y a menudo lo conseguíamos, Y cantábamos Como si cada día fuese el único, Como si no existiese pasado ni futuro.
CRIAR POLLOS Ya lo sabéis, pero os recuerdo Que a lo largo de mi vida, Larga o corta según como se mire, Tuve que hacer casi de todo: Faenas del campo, coser, bordar, Barrer, fregar, lavar, cocinar, limpiar zapatos, Criar pollos y gallinas… Cocinar fue mi oficio durante veinte años, Pero hoy quiero contaros Lo que era criar pollos. Ya se habían pasado los bucólicos tiempos De la gallina clueca, Y había que ensayar nuevos caminos Para producir pollos en cantidades para los mercados. Venían desde Reus dos mil pollos, Preparábamos el horno y allí eran tan bonitos, Se espanzurraban al calor del horno Y los cuidábamos con mimo. ¡Qué bonita es la vida en sus inicios! Poco a poco crecían o tal vez mucho a mucho, Pues en solo dos meses, Debían estar listos para el matadero. El trabajo era duro, Había que vigilar para que no se muriesen, Ya fuese por asfixia o por la coccidiosis, Pues cada pollo muerto era una pérdida. Había que ayudar a coger tantos pollos, Para llevarlos al camión. Y luego…¡a limpiar y desinfectar bien el gallinero Para la próxima remesa! Y después de dos meses de fatigas, Las ganancias eran bien escasitas, Solo para ir tirando… Quienes se los llevaban y vendían Y los intermediarios Ganaban mucho más, Sin matarse a trabajar durante dos meses. Así era la vida, Íbamos a duras penas saliendo adelante, Y a pesar de todo Buscábamos el gozo en cada instante.
LIMPIAR ZAPATOS Yo nunca he sido dada a contar batallitas, Pero ahora, que ya tengo todo el tiempo del mundo, Pues el tiempo ha pasado Y ha comenzado para mí lo eterno, Os voy a hablar de la zapatería. Sabéis que vuestro padre y abuelo era un manitas, Y como estaba cojo a causa de la polio Que sufrió cuando niño, Aprendió el oficio de zapatero Y a él dedicó su vida. Los zapateros, Más polvo que dineros, Bien lo dice el refrán. Hacía zapatos y botas a medida Y sobre todo montones de composturas Para que el calzado Pudiese durar otra temporada. Y el retoque final era limpiarlo, Pues todo se entregaba lustroso y reluciente, Y de eso casi siempre yo misma me encargaba. Cepillón, cepillando, Cepillón, cepillaba… Así, durante años, Semana tras semana. Son cosas del pasado, Mientras la vida avanza. ¿Adónde va la vida En su loca carrera apresurada?
VIUDEZ La misma vida, que nos lo da todo, Todo nos lo arrebata. Estaba enfermo sí, mas no supuse Que ya no retornara. Salió de casa vivo Y muerto volvió a casa. Al Hospital de la Misericordia Otro enfermo ingresaba. Otro paciente más, Que para mí era la mitad del alma. Agosto era de fuego Y todo se agravaba. Yo, sola, pues mis hijos En Suiza aquel verano trabajaban. En este duro trance, Me aliviaron hermanos y cuñadas. Insuficiencias graves Sobre el paciente se precipitaban. Y estaba moribundo, y quise entonces Traérmelo hasta casa Para que diera el último suspiro, Asistido en su cama. Pero la muerte, que es imprevisible, Que es hosca y fieramente arrebatada, En medio del camino A su oscura morada lo llevaba. Ya desde niña supe Que en esta vida estamos de pasada, Pero nunca supuse Que la muerte tan pronto lo llevara. ¡Qué mal nos pillas siempre, Adusta, horrible Parca! Mi marido moría, Y mis ojos de llanto se llenaban. Precipitadamente mis hijos regresaron. Tarde de agosto cálida. El polvo de la fosa abierta en tierra El aire lentamente se llevaba. Un puñado de tierra yo añadía, Siguiendo una costumbre inveterada. El polvo vuelve al polvo
Y al cielo vuela el alma. Paciencia, así es la vida, Una vez más paciencia resignada, Y una vez más, la sobriedad del gesto, Mientras una plegaria musitaba. “Ya se abrirá otra puerta”, Susurraba la voz de la esperanza.
LA COCINA ¿Puede en esta palabra resumirse una vida? ¡Qué vivencias contrarias detrás de los fogones! A veces son el tedio de la monotonía -Dictadura del vientre, ley que esclaviza al hombre-, Pero otras son el gozo de la familia unida Degustando sabores y percibiendo aromas, Mientras bulle una olla en la lumbre encendida… ¡Antiguo hogar de leña donde humeó la llama O moderna cocina de gas rojo azulado! ¡Toda una vida, madre, haciendo hogar, que es mucho Más que hacer fuego o preparar guisados! Cocinaste en la casa día a día, mes a mes, año a año, Y en esa casa grande, llamada Seminario, durante cuatro lustros. Y para consolarte te decían, según Santa Teresa, Que Dios también está entre los pucheros. Pues tú pusiste tantos que por fuerza Lo tocaste a diario. Desde que tú te has ido, Está vacía y sola la cocina, En la que cocinabas el amor y el cariño, Que es la más importante salsa de la vida. Ya se acabó la hartura de manejar sartenes, Que llegó a ser en ti plenitud de la entrega. ¡Ay mi niña querida, mi ancianita adorada, La que cocinó tanto al final no podía Beber un sorbo de agua…! La vida, que todo nos lo presta por un tiempo, Luego nos lo arrebata. Otro encenderá el fuego, Otro pondrá la llama… Y ese fuego será como una vela, Que alumbra en tu recuerdo. ¿Qué fuego has encendido en el reloj de hielo? El del amor eterno, Por el que harás caer sobre nosotros Una lluvia de rosas desde el cielo.
JUEGO DEL ESCONDITE Jugaba al escondite con la nieta, Que decía: “¿A dónde está? ¿Se ha ido?” Pero al poco salía Y la nieta decía: “¡Aquí está! ¡Ya ha venido!” Hoy de nuevo pregunta dónde está. Decimos: “¡Se ha ido al cielo!” Y la nueva pregunta Es: “¿Cuándo volverá?” Nadie responde, Porque nadie se atreve a contestar. No vayas a buscarla, Que el tiempo a donde fue te llevará. NAIPES Entre los juegos de cartas, La brisca es el que prefiero: Me divierte cuando quiero Y nunca de ella te hartas. Unas veces, a la caza De tantos estoy atenta, Y otras, por más que lo sienta, Solo de paja es la baza. -“¡Echa pinta, el as si puedes!”, Dices a la compañera, Pero responde: “Aunque quiera, No llego a tales mercedes”. -“¡Calla, no seas cazurro! ¡Mira y observa, que luego, Como se declare el juego, Cogemos paja pa´l burro!” -“¡Huy, cómo ha guiñao el ojo!” -“¡Sé quién tiene el cortapechos!” -“¡Pues sacaremos provechos, Y sin ningún trampantojo!”
-“¡Esta sí que ha sido buena! ¡Y nos llevamos la baza! ¡Cómo zurras con la maza! ¡Estás con suerta y en vena!” -“¡Coge las cartas y cuenta, No te azares al sumar, Porque vamos a ganar, En pasando de sesenta…!” Así, partida a partida, se va pasando la tarde. -“¡Huy, chica, esto va que arde, Qué ronda más divertida!” -“¿Echamos un reo más?” -“¡Otro solo, pues avanza La noche y dice la panza Que hay que llenar el cabás!” -“¿Levantamos ya la mesa?” -“Sí, mañana seguiremos, Y la revancha queremos, Que hoy la suerte ha sido aviesa”. -“Unos pierden y otros ganan, Así es la vida, señor, Y es de todo lo peor Perder quienes más se afanan”. -“¡Y qué bien se pasa el rato, Entre convivencia y risa! Atrás se queda la prisa, Jugando por lo barato”. ¿No es la vida, que nos lleva, De naipes una partida, Que, cuando está concluída, Se abre a una dimensión nueva?
LAS ÚLTIMAS ALMENDRAS En un valle abrigado de los hielos, Fieles al toque de la luz cimera, Que anuncia la salida del invierno Y el orto de la suave primavera, Florecieron con pétalos de albura Los almendros cargados de esperanza, Flores que transmutaron nieve pura En frutos del retorno y la añoranza. Almendras otoñales abundosas En su bolsa llegaron hasta casa Con dureza de cáscaras leñosas, Ya sin su antigua clámide esmeralda. Bajo una fina manta de piel parda Sueñan en duro estuche las almendras. ¿Quién romperá una a una las carcasas? ¿Quién sacará una a una las estrellas? Fueron tus manos de temblor cansadas, Fueron tus dedos que torturó el tiempo, Pues decías: “Con manos ocupadas, Se apacigua la mente y el cerebro”. Una por una con tu martillito Sobre una piedra las cascaste todas. Y hoy son regalo póstumo, bendito, Recuerdo de tus manos laboriosas. ¡Machaca que machaca las partiste! ¡Cascando, cacha, cacha, las sacaste! Ya descansan tus manos, pues te fuiste Y un vacío en el alma nos dejaste.
ESPEJO DE VIRTUDES Humildad La humildad practicaste, te creías Mínima flor y cántaro dispuesto A llenarte del agua generosa Que la sed calma y que fecunda el huerto. ¡Qué sumisa y humilde, dulce y débil Discurriste como agua en el roquedo! ¡Cómo rompiste, al parecer, sin lucha, Lo soberbio, lo duro y altanero! ¡Mínima flor del prado de la vida, Perfumaste el ambiente sin saberlo, Invisible, entre hierbas escondida, Desdeñada por gustos opulentos! ¡Carreta silenciosa, caminaste Lenta y constante con tu carga de heno! ¡Hierba recién cortada que te diste Como alimento con aroma nuevo! Nunca fuiste carreta que, vacía, Va avanzando con ruido postinero. Viste el humilde origen de la vida Y de la misma el más humilde término: -“Si todos procedemos de la tierra Y algún día a la tierra volveremos, ¿Por qué ser orgullosos, presumidos, Vanidosos, fardones, faroleros? Pues para cuatro días que vivimos, ¿por qué no ser humildes y fraternos?” Por mejorar luchaste y aceptaste Los límites que impone espacio y tiempo. No pensaste en ti misma demasiado Y a los demás te diste con denuedo. Nada tenemos verdaderamente: De paso estamos y vivir es préstamo. Una torre encumbrada y prominente Más hondos necesita los cimientos. Dignamente a la afrenta respondiste, Sin hacer nunca de la afrenta un duelo. Intentaste ser siempre dialogante: Si el interlocutor era soberbio, Perdida la humildad y roto el diálogo,
Entrabas en la casa del silencio. Tu humildad ante la injusticia era Pedir lo justo con valor y esfuerzo. Fuiste lluvia serena y silenciosa, Penetraste hasta el más profundo suelo Y la raíz oculta y soledosa Del árbol la nutrías con tu riego. Y si alguien humillarte pretendía, Firme evitabas avasallamientos… ¡Flor escondida de perfume llena, Cántaro de agua para los sedientos, Agua que mansa a su caudal se pliega, Carreta silenciosa llena de heno, Buscaste la verdad que es conocerse Y encontrar de la vida el punto medio Y saber lo que somos, pobre tierra, Seres de paso que llevará el tiempo A un estado temido e ignorado Más allá, más allá del universo!
Generosidad Como una fuente dabas siempre el agua De tu ayuda, tu tiempo y tu trabajo. Del bien común buscabas el venero, Entrega que no quiere nada a cambio. Como deja un manzano sus manzanas Al alcance y, quizás, al hosco palo Entregabas tus frutos generosos, Por trabajos y soles sazonados. ¡Qué noble, desprendida y dadivosa, Sonrisas y cariño regalando! Dabas con gozo y con desprendimiento, Generosa cadena originando, Como la luz que nace cada día, Como la lluvia, riego de los campos.
Amiga de la dádiva en silencio: Lo que hace una, no sabe la otra mano. Dispuesta a dar palabras de consuelo A quien dejó la vida destrozado. “Parece larga, mas la vida es breve: Para vivir muy poco es necesario. No codiciéis, sed siempre generosos, Sed desprendidos, desinteresados… Tacañería y avaricia crean Un mundo inhabitable y desolado”. ¡Frugífero manzano en verde valle, Fuente del pueblo siempre tu agua dando, Lluvia que riega todo sin distingos, Luz familiar del alba hasta el ocaso, Violeta escondida en el parterre, Lirio junto al arroyo perfumado!
Castidad Blanca azucena en el rincón del huerto, Fiel a la abeja que susurra y liba, Aroma de agua, nieve de luz viva, Al amor puro corazón abierto. Tu fecundo cariño no se ha muerto: No es crisantemo, lágrima furtiva Ni rocío fugaz, mira hacia arriba Donde todo se espera claro y cierto. Laboriosa, paciente, generosa, Tu donación constante te hizo pura Y al dar viviste de la luz gozosa. Sumidos hoy en esta noche oscura, Buscamos tu templanza cariñosa, Que nos hará vencer tras lucha dura.
Paciencia Aunque el agua parece inagotable, Puede acabarse si se despilfarra: Hay quien tiene tesoros de paciencia Y si se tiran, la paciencia acaba. ¡Agua paciente que perfora rocas, Paciencia que abre impenetrables almas! ¡Resiste todavía, no te seques Como venero de agua malgastada, Fuerte paciencia, galardón que el cielo A los buenos otorga como gracia! No da el árbol sus frutos de inmediato, Mas llega un día –ya la flor lejanaEn que los da maduros, sazonados, Colmando la paciencia y la esperanza. La roca que parece dura y fuerte Rueda veloz cuando se resquebraja. Fortaleza del débil, la paciencia; Debilidad del fuerte de alma airada, La impaciencia que quiere coger fruto Sin que haya habido flores en las ramas. Tolera adversidades sin lamentos, Que aun la tormenta más feroz se pasa. Árbol de fruto dulce es la paciencia, Aunque su honda raíz resulte amarga. No tengas impaciencia por la meta: No volverá el camino que ahora andas; Punto final la meta, y el camino, Pequeñas metas llenas de esperanza. No pretendas vencer, sino vencerte, La más dura de todas las batallas Y la victoria menos resonante,
Mas la que da las más sublimes alas. Bello esperar y sonreír es bello Antes de dar una respuesta airada. Paciencia y tolerancia son la senda Que en busca de la paz siguen las almas. La calma del paciente es fortaleza, Adquirida con la perseverancia. El camino que rápido conduce Al poder, al dinero o a la fama Es el que lleva hasta los precipicios Donde muere la paz que se anhelaba. ¡Madre, sublime ejemplo de paciencia, Gracias por inspirarme estas palabras! ¡Gracias por comentarme, al despedirte, Que la vida es una paciencia larga! Templanza Intemperancia es un corcel fogoso, Que va pendiente abajo sin la brida. Templanza es la mesura de la vida, Parapeto en abismo peñascoso, Brida amarrada por jinete airoso, Control de la pasión, justa medida, Ciudad de fuertes muros guarnecida, Valor de rechazar lo que es dañoso. Lengua, mente y deseos controlados Por la razón, buscando la cordura, Placeres todos bien atemperados. Ni calor agobiante ni friura, El saber y el valor como aliados, Sometido corcel, justicia pura.
Caridad Amor a Dios y amor a los humanos, Principio y meta, fin al que aspirabas, Afán continuo en el que reposabas, Fúlgida perla, laboriosas manos. Contra la envidia y la soberbia lanza, Y contra la mentira y la injusticia, Palacio del servicio y la justicia, Del perdón, la verdad y la esperanza. Ojos abiertos al necesitado, Para escuchar el corazón atento, Voz que consuelo da, grato alimento, Corazón por amor siempre afanado. Con tu prudencia y actitud discreta, En el huerto interior bien cultivabas La flor de luz por la que suspirabas: El amor, alto fin y excelsa meta.
Diligencia Tú fuiste laboriosa y abnegada, Incluso cuando estabas ya sin fuerza, ¡oh madre, que te ocultas tras las nubes, Para poder llover tu diligencia! Plenitud diste al tiempo de tu vida, Que siempre estuvo de trabajos llena, Y en la ardua lucha por vencer al tiempo, Aun sabiendo que siempre nos supera, Triunfaste de la abulia y la apatía, De la ignavia, la acedia y la indolencia, Y como eras castiza, prescribías Los rejonazos contra la pereza. “Corta es la vida, limitado el tiempo, Y si lo pierdes no se recupera; Llénalo haciendo cosas provechosas Y llénate de espiritual riqueza. No seas inactivo ni indolente, Mas tampoco te des al ansia huera De activismos sin gozo ni reposo, En que no hay reflexión clara y serena. Actúa con cuidado y con esmero, Abandona desgana y negligencia, Pues las cosas bien hechas bien parecen Y se descansa en las labores hechas. Pon entusiasmo en todos tus trabajos Y solo para el vicio ten pereza”. Madre, te fuiste como tú decías: Dejando todas las tareas hechas, Te fuiste poco a poco como el río Que por su estero en ancho mar se interna, Te fuiste y esa nube que te oculta Resignación nos pide en la tristeza.
Fe Cuando todo es impenetrable noche Y el alma está perdida en las tinieblas, Sin hallar el sentido de la vida, Surge, segura y fiel, una alta estrella: Imbatible ilusión, luz que enardece Y que en lo más recóndito penetra, Convicción de que en todo hay un sentido, Aunque entre dudas crezcan las certezas. Hasta la muerte queda iluminada, Siempre hay para la fe una puerta abierta, Guía a la paz, no busca imposiciones, Es de la vida la invisible fuerza, Acicate en la búsqueda diaria, Porque no tiene todas las respuestas. Busca para encontrar y cuando halla Sigue buscando para ver si encuentra. Tuviste siempre firme confianza En que todo a la vez nunca se quiebra, Una fe en quien es fiel, luz encendida, Y una fe humana anclada en la prudencia. La noche impenetrable se termina: Luces y sombras tejen la creencia, Pero desaparecen cuando fulge El sol excelso de las obras buenas.
Esperanza Cuando llegó la muerte hasta tu puerta Y en la vida acabó toda esperanza, Te entregaste a la Vida que nos tiene Para entrar en la vida que no acaba. En la desesperanza tú esperaste Y llegaste al final de la jornada. Fue tu vida esperar en la alegría Y esperar en los días de borrasca, Esperar en el medio del desierto Y en los oasis que atesoran agua… Decías “lo que vemos esperemos”, Cuando observabas la conducta humana, Pero en ti vimos generosa entrega Y con entrega fuiste compensada. La trascendencia misma de la vida Fue tu actitud abierta y confiada; La esperanza en la mar marcaba el rumbo, Era vela y timón con que avanzabas. Superaste el dolor y el sufrimiento, El bien supremo siempre deseabas. Constantemente dabas con el mazo, Con los brazos cruzados no esperabas. Te desvivías por prestar ayuda Desde el hombre a la más humilde planta. El presente viviste hacia el futuro, Donde se acabará el valle de lágrimas. No esperaste en riquezas ni en honores, Aspiraste a los bienes que no pasan. ¡Goza tú la visión, la luz, la gloria Y acrecienta en nosotros la esperanza!
Prudencia Por el bosque intrincado de la vida Caminaste a la meta con prudencia, Evitando el engaño y la apariencia, Buscando el equilibrio y la medida. Andabas con la lámpara encendida, Huyendo de la astucia y la imprudencia. Veías de la acción la consecuencia, De moderada sensatez vestida. Las obras y palabras sopesabas, De los pasos errados aprendías Y con tu pura luz siempre alumbrabas. El consejo del sabio recibías, En bien decir y obrar te solazabas… ¡Fin prudente a la senda de tus días! Justicia Brota del corazón como imperioso grito La palabra justicia, hambre del ser humano Y sed nunca calmada, porque es sed de infinito, Mientras se beben aguas de hontanar cotidiano. El eco de ese grito corre de peña en peña, Baja al profundo valle y asciende a la alta torre: “A cada cual lo suyo hay que dar”, nos enseña, Y el ser humano siempre tras la justicia corre. Si fuere inevitable la injusticia en el mundo, Cometerla sería innoble y despreciable, Y más noble sufrirla, pero el sentir profundo Es luchar por lo justo y por un mundo amable, Buscar el bien de todos con firme voluntad, Pues la paz, la justicia y el amor van unidos, Y donde no hay justicia se ausenta la verdad. ¡Que pasemos la vida por la Justicia ungidos, Llevados por el río que va a la eternidad!
Fortaleza -“¡Encina centenaria, de imponente belleza, Anclada sobre el tronco y las hondas raíces! Dime cómo has llegado a tanta fortaleza Sobre la que gorjean los pájaros felices. ¿Tuviste vida fácil? ¿Fue siempre primavera? ¿Hubo dulce bonanza, feliz canto armonioso? ¿Llegó el agua a su tiempo o fue larga la espera? ¿Hubo niebla y celajes? ¿Fue todo luminoso?” -“En mi vida he buscado el bien que ves y admiras, Venciendo día a día con firmeza y constancia Los fríos inclementes, las destempladas liras, La tormenta terrible, la hosca intemperancia, Los días nebulosos y los tórridos soles… ¡Cuántos días de lucha, de afincarme en firmeza, De borrasca en silencio o suaves arreboles! Perdí el miedo en la lucha y obtuve fortaleza”. Parecías pequeña, pero eras grande y fuerte. Un trozo de mi vida te has llevado contigo, -¡Madre, que superaste el temor a la muerte!Y un trozo de tu vida se ha quedado conmigo.
RECUERDO INFANTIL Era una tarde de otoño En la sala de poniente. Del sol la luz mortecina Creaba un lúgubre ambiente. Tan niño era que vivía Sin saber qué era la muerte. Para saberlo, jugando Tú me dijiste: “¡Estoy muerta!” Ojos y boca cerraste, Inclinaste la cabeza Y tan inmóvil quedaste Que me entraba angustia y pena. ¡Ay, qué minutos tan largos! Yo te decía: “¡Despierta!” Inmovilidad, silencio. Creí que era muerte cierta. Prorrumpí en amargo llanto, Y se acabó la quimera: Todo volvió a ser como antes, Pues el juego ficción era. Hoy, muchos años después, Llega la muerte de veras. Dormida estás para siempre, Aunque te diga: “¡Despierta!” Lágrimas, dolor, silencio: ¡No hay verdad más grave y cierta! MADRE ANCIANA Y ENFERMA Madre, te he visto bella, Sin tener apariencia de hermosura. He visto la belleza De tu vida y tu alma buena y pura. He visto tu cabello, Cubierto por la nieve de los años; Tus ojos que, cansados De ver y de mirar por tanto tiempo, Se te cerraban como en dulce sueño. ¡Oh bellos ojos llenos de ternura! ¡Oh cabellos canosos por tu tiempo y el nuestro!
Tus labios que nos dieron tantos besos Se han hundido en tu boca y hoy no pueden Besar como besaban, mas los he visto bellos Por la vida gastada que contienen. He visto deformadas por el tiempo Tus manos que jamás fueron ociosas, Que nos dieron caricias, Que hilaron y tejieron, Que hicieron las comidas tan sabrosas, Que fueron laboriosas sin medida… ¡Benditas esas manos amorosas! ¡Bendito vientre que nos llevó un día! ¡Pechos benditos que nos sustentaron! ¡Benditos pies que tanto caminaron Por nosostros y que hoy andar no pueden Ni apenas sostener tu cuerpo frágil! Tú, que eras fuerte roca Y matriarcal encina acogedora, Hoy, cual débil carrasca Con la segur al tronco, Esperas sin querer ser derribada, Y cual roca atacada por los hielos No puedes evitar resquebrajarte. ¡Madre, te he visto hermosa, Porque he visto del alma con los ojos Y más allá de la engañosa forma! TU MIRADA ¿A dónde se marcharon El brillo y la alegría de tus ojos Y tu mirada acogedora y tierna? Hoy miras al vacío con tristeza, Quizás al infinito Para ver más allá de lo que abarcan Los ojos limitados. Hartos de tanto ver, de vivir tanto, Se te cerraban En dulces duermevelas y al abrirlos, Estaban silenciosos e implorantes. “¡Mira que verme así! Instante tras instante, el tiempo terco Me ha traído hasta aquí.” A las luces suceden las tinieblas.
A un rayo de consciencia, Sigue la noche oscura, La oscuridad de la que tú decías, Cuando éramos niños: “¿Qué es, qué es… Que cuanto más grande y grande es Menos se ve…?” Hoy la melancolía se adueña de tus ojos, Ojos de niña anciana buena y voluntariosa, Que quisiera seguir, pero no puede… Tampoco ven mis ojos por las furtivas lágrimas. Y quisiera decirte: “¡Dame, niña, la mano Y vayamos al parque a dar un paseíto…!” Pero ha pasado el tiempo, corre el río, Ya se acerca al océano Y la campana del final se acerca. Se apagaron tus ojos para siempre, Pero siguen mirándome. MIL NOVECIENTOS VEINTISÉIS Cansada de la lucha, Hoja ya preparada a darte al viento, Paciencia concentrada, Resignación, perdida la mirada, Conformidad en las gastadas manos, Voz delicada y trémula… Dudaban De la luz de tu lámpara. -“¿En qué año nació usted?”, te preguntaron. Y dijiste certera: -“Año mil novecientos veintiséis”. -“¿En qué año estamos?” Y ya no hubo respuesta. ¿Estabas estrenando quizás el año eterno Y el año en curso era irrelevante? Pero en mi corazón quedó grabada Tu voz y aquella fecha, Ya para mí sagrada.
CIELO AZUL Abrí al amanecer las celosías De la leve persiana. Yo no sabía que faltaban días Para que el viento tu hoja se llevara. Viste el cielo a través de la ventana, El cielo alto y azul. Avanzaba septiembre y el calor no cesaba. “¡Qué bonito es el cielo, Qué bonito el azul, azul del cielo!” Tu admiración crecía Por algo que a la gente parecía Tan normal, cotidiano, irrelevante… Pero no delirabas, presentías Tu cercano final, Y tal vez aspirabas A ese estado del siempre, siempre, siempre Que otrora al pronunciarlo te abrumaba, Como caer en insondable abismo, Como pensar en algo que anonada. Más allá del azul tu vista iba, Esa vista cansada, Que deseaba la luz inmarcesible, Que el ojo nunca vio, tan esperada. LA NOCHE Y EL ALBA DESDE EL HOSPITAL DE SEGOVIA
Noche inquieta en el lecho de la enferma. Afuera, brisa ausente, todo es calma. Álamos blancos velan en la noche. Lejos, la sierra negra o azulada. La Mujer Muerta se perfila nítida. Aunque larga, la noche siempre acaba. Línea del horizonte, noche apenas, Un tenue resplandor anuncia el alba. Hacia el cielo se eleva la blancura, Ríe luego la aurora sonrosada. No es eterna la noche. ¿Será eterna De los cielos la luz resucitada? Hay alegría sobre el horizonte Y angustia por la noche tan cerrada, Pues el alma navega entre zozobras Por una oscura noche aborrascada. Hay ansias de la luz inmarcesible Y mengua al mismo tiempo la esperanza.
Ocho chopos enhiestos, vigilantes, Vida verde en magnífica atalaya. Aún vendrá otra noche más oscura, Pero también más clara otra alborada. ¡Noche de ingratitud y desamores! ¡Alba del amor puro y de la gracia! Es la hora del poder de las tinieblas, Pero en medio hay un rayo de esperanza. MADRE HOSPITALIZADA
Quedaba atrás la noche y otra noche Más honda sobre el alma se cernía. Cuidados paliativos. ¡Qué congoja Esperar que se acabe la agonía! Sacaba a su bebé una madre en brazos, Cuando del hospital me despedía. Con dulzura y arrobo lo miraba, Lo colmaba de besos y caricias. Saltó mi corazón en el espacio Y hacia atrás doce lustros recorría: “Madre, yo fui ese niño en otro tiempo, El momento en que Dios lo disponía, Y tú eras esa madre cariñosa, Dispuesta a la ternura y la caricia. Hoy, sufriente, no puedes abrazarme, Pero te abrazo yo, ¡madre querida!” Me desbordan la pena y el cariño, En lágrimas se arrasan mis pupilas. AGUA DE LIMÓN GELIFICADA Incluso deglutir te era difícil, Y el agua de limón gelificada Era para tu sed único alivio. Con voz dijiste apenas perceptible: “¡Qué fresquita! ¿Es muy cara?” -“Madre, esta gelatina Seguro que es barata”. -“Pues si me pongo buena, Ya me la compraré: ¡Es tan suave y blanda!” ¡Una vez más la pena y la ternura Me anudan la garganta! Navegas río abajo hacia la muerte Y nadie puede detener la barca.
UN CUADRO DE LA ALHAMBRA Faltaba poco para estar sin sombra, Para cerrar tus ojos asombrados, Que aún se abrían para la belleza: “¡Qué hermosa habitación! ¡Qué bien me cuidan! ¡Qué guapos sois! ¡Qué cuadro tan bonito!” Pesadamente se desgrana el tiempo: Se hace largo si es corta la esperanza. “¡De la Alhambra es el cuadro, de la Alhambra!” Con tu rayo de luz entre las sombras Lo viste claramente. Como siempre, Abierta a la belleza, generosa Para alabar y parca en el reproche. ¡Ojos abiertos para la belleza, Cerrados a la luz ya para siempre! ¿Cerrados? ¿Se han abierto A la belleza antigua y siempre nueva?
GRACIAS A TODOS ¡Cuánto agradezco que vengáis a verme,
Antes de que el reloj se vuelva hielo! ¡Hoy ya no puedo ser vuestro consuelo, Pálida, fatigosa, muda, inerme! ¡Cerrados ya mis ojos, todo duerme, El recelo cesó, cesó el anhelo! Niños os quise con cariño y celo. ¿Os socorrí? ¿Venís a socorrerme? Hoy quiero agradeceros los cuidados
Y en esta soledad, la compañía. ¡Qué lejana la meta parecía, Vida de instantes raudamente alados! ¡Hijos y nietos, disfrutad el día! ¡Ven, esperanza, a los atribulados! EXPIRÓ Dio el último suspiro, Temido y esperado. Se terminó su lucha Y nos sumió en el llanto. ¿Se llevaba la brisa La hoja débil del árbol? No, se entregó la hoja, Ya con el limbo pálido. El río se fundía Con el mar tan buscado. Consumida la vela, Quedó el fuego apagado. Se fue el último aliento, Llegó el duelo más largo. ¡Adiós, querida madre! Y mientras caminamos, Que llenemos la vida Con tus ejemplos santos Y que en la eterna gloria Un día nos veamos.
GRACIAS A TODO EL PERSONAL SANITARIO “Gracias os doy”, con lágrimas lo digo. Sé que ganáis innúmeras batallas, Pero la guerra, pues así es la vida, La perdéis siempre, aunque sea larga. Gracias por los cuidados y atenciones Cuando la noche interminable avanza. Gracias por las rutinas cariñosas, Por las dietas tan bien planificadas, Por el cambio de ropa y el aseo, Por la visita médica diaria, Por el saludo de los sacerdotes
-puerta abierta a la luz y la esperanzaY por el celo de los celadores En mover al paciente para evitarle escaras… ¡Gracias! Si sois un día los enfermos, No han de faltar personas entregadas, Que igual que hoy, os cuiden a vosotros, El día, cerca y lejos, de mañana. VIVIR Y MORIR
Vivir es navegar en el presente Como si fuera eterno, Cruzar con frenesí la mar cambiante Y apurar el momento. Vivir es recordar lo que ha pasado Sin que pese el recuerdo. Es disfrutar el viaje en cada paso, Que, lejos de rutinas, siempre es nuevo. Es amontonar piedras Para volver a dispersarlas luego, Ser eslabón de una cadena inmensa Que viene de la noche de los tiempos Y hacia un futuro incierto se proyecta, De muerte y vida con vaivén eterno. Ganar batallas y perder la guerra, Tener recuerdo de los que murieron. Aunque al final nos vence, Es una lucha por vencer al tiempo. ¿Habrá no tiempo? ¿Habrá memoria eterna De todo lo que ha sido bajo el cielo? Vivir es anhelar lo que no pasa, Estando en la vorágine del tiempo, Y más allá del cosmos y la muerte, Aspirar a lo que parece un sueño.
ANFITRIONA Estaba todo a punto, pero estaba Aún más dispuesto el corazón alegre: Una risa y un grito de acogida, Admiración hacia los guapos nietos, La mesa preparada, la olla al fuego… La vida te llevaba En un vuelo ligero Y desbordaba de alegría el vaso Y de ternura el corazón. El tiempo
Ha pasado como una nube rauda, Y en la añoranza siento tu cariño Y tu alegría ahuyenta, al recordarla, Mi tristeza, e intento una sonrisa Y ser como tú eras y estar como tú estabas. Espero contra la desesperanza Y siento que invisible estás a nuestro lado, que allá donde te encuentres, en manos de la vida que nos lleva, serás nuestra anfitriona para siempre. Y NOSOTROS NOS IREMOS La Nochebuena se viene,/ La Nochebuena se va Y nosotros nos iremos/ Y no volveremos más. (Villancico tradicional)
I Alegría, ternura y añoranza. Tiempo de Navidad, es Nochebuena. Nostalgia indefinible, que en la cena Falta quien dijo en duda y esperanza: “¡Que a otro año lo veamos!” Hoy la pena Oprime el corazón, la remembranza Esboza en la tristeza una alabanza E intenta una alegría al fin serena. Como se va esta noche de ternura Nosotros nos iremos sin retorno, Buscando en las tinieblas la luz pura. Flores de luz sobre la losa oscura Son hoy de un corazón sensible adorno, En llorosa y doliente singladura. II -¿A dónde se dirigen tus pies en este día En que todos entonan villancicos? -Mi corazón entona un aria triste De amor y de añoranza, que me mueve A desear la Nochebuena eterna A quien vive en mi alma Y a decirle: “¡La paz sea por siempre Para ti que la paz siempre nos diste!”
Unas flores, un llanto contenido, Una oración de aceptación y queja, Un amor más allá de la ceniza Y por ti un corazón atribulado. AUSENCIA Si llamo por teléfono, Sé que no te pondrás: Queda en el aire un eco, Pero tu voz no está. Imagino tu efigie Y la toco al soñar, Pero cuando despierto, Veo la realidad: Aquí quedan tus cosas, Pero tú ya no estás. Cuando oigo un ruido, creo Que pronto llegarás, Que estás en la cocina O en la sala de atrás… Y esa silla vacía ¿a quién esperará? Ilusión expectante, Razón lisa y cabal: Aquella dice: “¡Viene!” Dice esta: “¡Nunca más!” De donde fuiste, madre, No se vuelve jamás. EL MUNDO GIRA El mundo gira en su carrera loca Como giraba ayer, Como sin duda girará mañana. La rosa desmayada Ha perdido el aroma. Violines lejanos Dejan fluir su quejumbrosa música Y son niebla los ojos arrasados en lágrimas, Pero hay labios gozosos con un eco de risas. Sigue fluyendo el mundo. Nada pasa. La nube peregrina avanza por el cielo, Como siempre. Nadie es imprescindible,
Tampoco necesario. Y sin embargo, ¡cómo se desgarra Y gime el lacerado corazón, Como si no quisiera Proseguir con la inercia del latido! ESTÁ EN SOMBRAS LA CASA Está en sombras la casa, aun siendo luminosa, Vacías las estancias, aunque estén amuebladas, Los armarios son sombras y recuerdos Y abrirlos me da miedo. Sé que la vida sigue, que hay que saber vivir Con las hojas que vuelan, con las nubes que pasan, Con cada despedida y cada pérdida. Pero la olla al fuego está gimiendo, Chilla la puerta y el sillón espera, Llora el agua en los grifos. ¿Está mi corazón recorriendo la casa? ¡Oh qué extraños sucesos en medio del silencio! ¿Qué sucede en la sombra de la ausencia? El corazón se oprime. Más silencio. ¿Quizá ese icono calmará mi pena? En esta soledad tan lacerante, ¿quién me va a acompañar al sentimiento? LLUVIA Llueve sobre el encinar, Llueve sobre el alma mía: La Parca vino a cortar La encina que más quería. ¡Encina que cobijabas Bajo tu copa anchurosa A la familia gozosa Y tus frutos nos brindabas! Esta lluvia fecundante Es para mí llanto frío. ¿Adónde te llevó el río? ¿Gozas de la mar triunfante?
NUBES Nubes grises y azuladas Como palomas al viento, Que lleváis mi pensamiento A regiones ignoradas, ¿qué ocultáis tras esas masas De algodón, nieve y ceniza? Neblina de oscuras gasas Entre la lluvia inverniza, ¿qué se oculta en el misterio De esta mañana otoñal? La nube de rostro serio Y el neblinoso cendal Dicen que hay un alma pura Que quiere darme consuelo, Y al mirar lloroso al cielo, Se va abriendo la espesura, Y de la nube al trasluz Veo tu rostro de luz Que mitiga la amargura. NIEBLA ¿Han bajado las nubes o ha ascendido la tierra? La magia y el misterio envuelven la natura. Los árboles parecen idea de sí mismos Y los hombres avanzan cual fantasmas sin meta. Hoy todo queda envuelto en este manto acuoso, La luz no se vislumbra, el sol es un recuerdo. Y tú que ya emprendiste el viaje sin retorno, ¿atravesaste acaso la densa oscuridad? ¿Es cierto que encontraste el lugar del consuelo, Estado luminoso, perpetuo amor y paz? Y mientras caminamos en este oscuro día, Sabiendo que en lo alto se oculta el claro sol, Mientras lágrimas frías se posan en las ramas Y el corazón se oprime con ojos de dolor, Invoco tu memoria, me lleno de esperanza Porque la luz quisiera de nieblas alejada Que ardiente iluminara mi pobre corazón. Por el camino avanzo y el alma se arrodilla. La neblina no cesa, pero crece el amor.
ARMONÍA A Nausica y sus compañeras, por su cuarteto de cuerda y piano, en la misa de privilegio por la abuela Socorro.
¿A dónde elevaré mis ojos esta tarde? ¿A quién levantaré mis ojos suplicantes? Sobre los altos montes se han posado las nubes. Algodonosos cúmulos impiden ver el cielo. ¡Oh tarde del recuerdo dolorido! ¡Oh tarde del recuerdo esperanzado! Tú, que siempre buscaste la armonía, Y que a veces la hallaste en los silencios, ¿la has encontrado al fin en los coros angélicos? Escucha aquí esta tarde La armonía que nace del corazón lloroso Trasladada a las cuerdas del dulce violín, Del chelo resonante, La vibrante viola Y el piano que medita. Recibe este homenaje: La agradecida música de manos de tu nieta Y este recuerdo orante de cuantos te queremos. ¿Escuchas ya la no perecedera Música que es de todas el origen? Como respuesta, aplauso en el silencio, Bajo las altas bóvedas románicas. Tú lo empezaste, abuela, querida y añorada, Y toda la asamblea de los santos Secundó la armonía de tus palmas…
UNA VELA ENCENDIDA EN EL ALFÉIZAR Lloran las nubes en la noche oscura, No se ven las estrellas, llora el alma, El corazón se anega y en la calma Silenciosa se enciende una luz pura. Quiere un amigo compartir mi pena, Que a su madre perdió y al recordarla, Muerta la mía, decidió llorarla, Y de vacío y emoción se llena. Sobre su alféizar arderá una vela Hasta agotarse como se agotaron Nuestras madres, que amor nos entregaron, Y deseamos proseguir su estela. Gracias por esa luz que me consuela Y me hace desear la inmarcesible. Sereno el corazón, hoy tan sensible, Las estrellas verá que tanto anhela.
LA MUJER FUERTE Glosa del Libro de los Proverbios (31, 10-31)
¿Quién pudo hallar a la mujer virtuosa, Que no supo lo que es aburrimiento, Mujer emprendedora y laboriosa, Roca de su familia y fundamento? ¿Quién halló a la que nunca estuvo ociosa, Más que piedras preciosas estimada? Ganancias por sus manos hacendosas Aportó a su marido y a su casa.
¿Quién halló a la que bienes aportaba Día tras día en su esforzada vida? ¿Quién a la que afanosa trabajaba Y con lana y con lino ropa hacía? Trajo el pan cada día hasta la mesa, Al alba buscó el agua de la fuente, Blancas harinas amasó en la artesa, Sembró el huerto con mano diligente… A mil tareas aplicó sus brazos, Ropas tejió para el invierno frío, Sus manos alargó al necesitado, Por la noche el candil tuvo encendido… Abrió su boca con sabiduría Y en su lengua habitaba la clemencia, La senda de su casa dirigía, Su marido aprendió de su paciencia… Su vida ajena fue a la veleidad, Y hoy la llamamos bienaventurada, Nunca comió el pan de la ociosidad, Dejó la flor del bien bien arraigada… ¿Quién pudo hallar a la mujer virtuosa? Nosotros la encontramos y hoy lloramos. La beldad y hermosura es engañosa, Pero es hoy su virtud lo que alabamos. Pues tuvo amor de Dios y amor humano, Elogiamos sus hechos en la plaza. Recibe, oh Dios, el fruto de sus manos Y otórgale la eterna bienandanza. PANTEÓN Ya descansas en paz tras tanta lucha, En un rincón humilde y silencioso. Una imagen orante y trascendida Preside tu silencio y tu reposo Y un relieve de místicas palomas habla de grácil ascensión al cielo. Allá van nuestros pies, los corazones
Llorosos crisantemos depositan. Allí estás para siempre, ya sin sombra. Una música tierna y melancólica Canta el violín del alma en tu recuerdo. Rompe el silencio el trino de los pájaros, Posados en los álamos cercanos, Y el graznido indolente de los patos En el espejo undoso de la charca. Allí estás donde tú misma quisiste, Con vecinos que ya también se fueron, Donde hace cuatro décadas le dieron Tierra a tu esposo bajo el sol de agosto, Y al lado mismo de tu buena amiga, Pródiga en atenciones y favores… Si buscaste unos ojos para llorar tu muerte, Aquí tienes los nuestros arrasados en lágrimas, Pero hoy las enjugamos para elogiar tu vida Y exaltar sin trompetas tu memoria Y tus proezas de heroína anónima. Blancos gladiolos, crisantemos blancos, Depositados hoy sobre la tumba, Son un canto de vida y esperanza, Mientras una plegaria sube al cielo.
VOZ POPULAR DE PÉSAME ¡Oh voz amiga, en tradición anclada, Que dijiste sincera al condolerte “que en gloria la veamos tras la muerte, Y tengamos salud muy prolongada Para rezar a Dios por la finada Los muchos años que nos dé la suerte”! Dulce señora, hoy quiero agradecerte Tu pésame, tu lágrima enjugada
Y esa oración tan honda musitada Más por tu corazón que por tu boca. Sea muy largo el tiempo que te toca Para que haciendo el bien seas amada Y entres un día en la simpar morada, Que Dios reserva a quien tan fiel le invoca. CRISANTEMOS Mientras avanza el año en la natura Y el otoño se adueña de las hojas, Mientras mueren las flores y las rosas Que en el verano fueron hermosura, Cuando ya nada queda, cuando caen En bandada las hojas como lluvia, Cuando las gotas de agua nos perfuman De olor a tierra en que los hongos salen, Cuando un gélido viento racheado Atraviesa los páramos del alma, Y se elongan las sombras, muerta calma, En el atardecer arrebolado, Cuando pasan los cúmulos de plata, Cuando ya se prepara la natura Para soñar bajo la escarcha dura, Y el bosque de hojarasca se colmata, Cuando ya recordamos y no vemos El florido jardín esplendoroso, Conminando a la muerte silencioso Surge bello y durable el crisantemo. ¡Flor que en noviembre luce majestuosa Como ofrenda del sol a los difuntos! ¡Llevemos crisantemos todos juntos A quien nos dio su vida virtuosa!
REQUIESCAT I Lugar de los que yacen, cementerio, Donde descansan las generaciones, Turbados hoy aquí los corazones Con lágrimas contemplan el misterio. Este rincón del mundo, mudo y serio, Da la medida de las ilusiones: ¡Oh muerte, sorda a las imprecaciones, Nada resiste a tu total imperio! Que descanses en paz, madre virtuosa. ¡Cómo me oprime tu maciza losa, Abriéndome, al cerrarse, la esperanza! ¿Gozas la eterna bienaventuranza? Contigo algo de mí queda en la fosa, Velado el cielo en niebla y añoranza.
II El suelo, estéril hoy por el cemento, Fue ayer la santa tierra, el campo santo, Donde crecían los morados lirios Y las tenaces y azuladas vincas. Todos ayer durmieron, inhumados En las entrañas de la madre tierrra. Pequeños panteones Sustituyen las lápidas de antaño, Y aquellas cruces simples, de hierro, de madera, Tal vez de mármol blanco, Son hoy cruces más altas, menos pobres, Pero en el fondo El sentimiento de dolor y ausencia, Con una puerta abierta a la esperanza, Es lo mismo hoy que ayer. Pero tú, que llevaste tantas cruces Dignamente en tu vida, Has querido una imagen de la Virgen, Orante, resignada, trascendida… Aquí descansan las generaciones, Quienes vivieron como los que estamos, Quienes tuvieron sepultura y nombre, De quienes hoy no queda ya ni rastro… Cuando ya nada, nada, nada quede, ¿habrá en el cosmos inconmensurable Memoria eterna de esta nada nuestra?
AÑORANZA Ayer primavera Cargada de flor, Y luego verano De verde fulgor. Otoño amarillo Las hojas llevó Y hoy quedan los frutos Que engendró tu amor. ¡Hojita amarilla Que al viento voló, Tal vez en el viento Percibo tu voz! Cuando el crudo invierno Trae su temblor, Tus dulces recuerdos Son vida y calor. ¡Luz de la esperanza, Puerta del amor! Tú, que fuiste fuerte, Frágil eres hoy, ¡Dulce niña buena, De afán luchador! ¡Madrecita hermosa, Lloro tu dolor! Mas la adusta Parca Corta sin rubor El hilo esforzado Que el vivir tejió. ¿Qué se ha roto, madre? ¿Qué se nos quebró? El gozo de estar A tu alrededor. Descansa segura En la paz de Dios, Descansa en el fondo De mi corazón. ¡Velita amorosa, Que tanto alumbró! Cuando te apagaste -último estertor-, Se encendió la llama De un perpetuo amor.
APÉNDICE SENTENCIAS Y REFRANES DE SOCORRO MARTÍN O EL REFRANERO DE LA ABUELA Se incluyen aquellos refranes y proverbios que ella solía decir, transmitidos durante generaciones de boca en boca, así como algunas frases de su propia cosecha o aprendidas en sus lecturas. Para quienes presumen de lo que no son o exageran lo que son: En dinero y santidad,/ La mitad de la mitad,/ Y si es de comerciante,/ La mitad de la cuarta parte. De pico se hacen muchos jarros en Peñafiel. La soberbia a caballo fue,/ Volvió descabalgada y a pie. El que se humilla será ensalzado, pero el que se ensalza será humillado. Si de la tierra saliste,/ Y a la tierra has de volver,/ Ese orgullo, ¿por qué? El que se alaba a sí mismo es porque no hay quien le alabe. Del que presume de llamar al rey “compadre”/ No se fíe nadie. Sobre casamientos Madre, casarme quiero,/ Que ya sé freír un huevo. Madre, al vasar llego,/ Casarme quiero. Solo tocan a casar./ ¿Qué veríamos si tocaran a descasar? Una vez te casarás/ Y cien te arrepentirás. A la luna de miel/ Suceden muchas de hiel. Un matrimonio sin hijos es como un jardín sin flores. El casado casa quiere. Tarde en casar/ y mal casar/ son a la par. ¡Cuántas veces se da/ el casarse pronto y mal! Sobre dinero El que tiene dinero/ Zumba el pandero. El que presume de que tiene dinero no tiene mucho. Las grandes fortunas,/ en silencio y ocultas. El que tiene dinero/ no lo va diciendo. Nadie da duros a peseta. Cuando la limosma es mucha, hasta el santo desconfía. Por el interés/ te quiero, Andrés. El que presta dinero a un amigo pierde dinero y pierde amigo. El dinero no da la felicidad, pero ayuda. Los zapateros,/ más polvo que dineros.
Si es vieja doña Irene,/ su plata joven la vuelve. Sobre hacer el bien Haz bien/ y no mires a quién. Si vas a hacer el bien y te lo rechazan, no insistas demasiado. Las almas nobles/ Por el mal que les hacen/ Vuelven favores. La gente innoble/ Por el bien que recibe/ Devuelve coces. Sobre la muerte La muerte es la última tarea que hacemos en la vida. -¿De qué ha muerto fulano?/ -Pues del último mal. ¡Pobre del que se va, que el que se queda/ Tarde o temprano se consuela! Los que se van se van, y no sabemos que haya vuelto nadie. La muerte viene sola, no hay que llamarla. Tenemos que morir, pero no nos corre prisa. Desde el día en que nacimos/ A la muerte caminamos,/ No hay cosa que más se olvide,/ Ni que más cierta tengamos. Madre muerta,/ casa deshecha. Los lutos, en vida. Después de muerto el burro,/ la cebada al rabo. A burro muerto,/ la cebada al rabo. Muerto el burro,/ la cebada al rabo. (Tres versiones de lo mismo). (El remedio hay que ponerlo antes de que ya no haya solución).
El muerto al hoyo/ y el vivo al bollo. Tienes salvia en el huerto/ y el niño muerto. (La salvia es una hierba medicial con muchas propiedades terapéuticas, lo que no obsta para que, si la enfermedad es aguda, no pueda curarla).
Los duelos con pan son menos. Sobre la experiencia La experiencia/ es la madre de la ciencia. No hay nada que enseñe tanto/ como el correr de los años. Sobre la familia Una madre es para cien hijos, pero cien hijos no son para una madre. ¿Familia? La sagrada/ Y en un cuadro y colgada. (Cuando se llevan mal o surgen rencillas y malos rollos).
De la familia, decir, / pero no oír. (Aunque uno comente defectos de sus familiares no le gusta oírlos en boca de los demás).
Parientes y trastos viejos,/ pocos y lejos.
Entre padres y hermanos/ no metas las manos. De padres gatos,/ hijos michines. De tal palo,/ tal astilla. Una madre y una hija/ caben en la misma camisa. Una madre y una hija/ usan la misma camisa (la de la madre). Sobre pleitos y abogados Más vale un mal arreglo que una buena sentencia. (Variante: …que un buen pleito). De testarudos y descuidaos/ viven los gatos y los abogaos. Sobre los juegos de azar Jugar mucho es de locos,/ No jugar nada es de tontos. En la mesa y en el juego/ se conoce al caballero. Hay que jugar para ganar,/ pero hay que tener buen perder. Afortunado en el juego,/ desgraciado en amores. Escala de valores El que pierde dinero no pierde nada; el que pierde salud pierde algo; el que pierde la paz lo pierde todo. Sobre herencias Ni se muere padre,/ ni comemos la olla. (Lo dicen quienes tienen ganas de heredar y el viejo, enfermo, no se muere tan rápido como creían).
Se han puesto a mal por la herencia. ¡Ni que fuera la hacienda de Romanones! Sobre la mentira Una mentira/ madre es de cien hijas. Antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Para hilvanar mentiras hace falta muy buena memoria. Engañóme porque no me mintió,/ que si me mintiera,/ engañarme no pudiera. (Se dice de los que tienen fama de que siempre mienten).
La mentira bien compuesta/ mucho vale y poco cuesta. (Siempre que sea puntual, y hasta cierto punto piadosa, pues, de lo contrario, los refranes anteriores entrarán en acción).
Realismo Lo que vemos/ esperemos. (Los demás son una imagen de lo que nosotros seremos, y si vemos lo que hacen con otros, eso mismo harán con nosotros. ¡Y mal haríamos con no remediarlo si lo que vemos es malo o inhumano!).
Más vale pájaro en mano/ que ciento volando. (Ver “Más vale”). Una cosa es predicar y otra dar trigo. Paciencia No hay que abusar de la paciencia, porque puede agotarse. Entre cabrearse por todo y no alterarse por nada está la paciencia. La paciencia todo lo alcanza. En la paciencia hay paz y ciencia. El que la sigue/ la consigue. Avaricia La avaricia rompe el saco. San Martín, santo francés,/ partió la capa con Cristo,/ y los ricos avarientos/ tienen cuatro y quieren cinco. Gula y comida Muera Marta,/ pero muera harta. El que come con navaja/ como más que trabaja. Comer para vivir,/ no vivir para comer. Para comer, hace buen obrero. (Se dice de quien come mucho y rápido). Como mejor está el estómago es comiendo poco. Come poco y cena más poco,/ porque en la oficina del estómago se fragua la salud del cuerpo. Por el pan baila el perro. Con pan y vino/ se anda el camino. Del cielo para abajo,/ cada uno come de su trabajo. Donde no hay harina,/ todo es mohína. De la panza/ sale la danza. Uvas con queso/ saben a beso. El pan con ojos, el queso sin ojos, y el vino que salte a los ojos. Cuanto más vieja es la gallina, mejor caldo da. El que come berros, chupa espárragos y besa a una vieja, ni come, ni chupa, ni besa. El melón por la mañana es oro, a mediodía plata y por la noche mata. El que come ajos, cebolla o morcilla/ en la boca los tiene todo el día. (Pues a muchos les repite por su fuerte sabor).
Ajo hervido,/ ajo perdido. (Pues pierde algunas propiedades curativas como hipotensor).
De grandes cenas/ están las tumbas llenas. (Algunos añaden: Y también, de pocas y malas).
Del mar, el mero/ y de la tierra el cordero. No comer por haber comido/ no es tiempo perdido. No comer por haber comido/ nada nos hemos perdido. Más vale una buena dieta/ que una famosa receta. (Valor curativo de la comida adecuada).
Alubias y coles/ pedos a montones. (Son alimentos muy flatulentos). Una manzana al día/ del médico te libraría. Dormir Una hora duerme el gallo,/ dos el caballo,/ tres el santo,/ cuatro el que no lo es tanto,/ cinco el capuchino,/ seis el peregrino,/ siete el caminante,/ ocho el estudiante,/ nueve el caballero,/ diez el pordiosero,/ once el muchacho y doce el borracho. Esperar y esperanza El que espera desespera. Habrá que esperar. Es difícil llegar y besar el santo. La esperanza es lo último que se pierde. Mientras hay vida, hay esperanza. Bebida El que va a la bodega y no bebe/ burro va y burro viene. (Un poco de vino quita la burricie, mucho la aumenta).
Lo que hace el vino no lo hacen las patatas. Al catarro,/ con el jarro. (Se cura bebiendo vino. Creencia popular no muy cierta). El vino en exceso, ni guarda secreto ni cumple palabra. Hambre Al hambre no hay pan duro. A buen hambre no hay mal pan. Al hambre no hay pan negro. A falta de pan,/ buenas son tortas. Por el pan baila el perro. El que hambre tiene/ con pan sueña. Pan para hoy y hambre para mañana. (Se dice de una solución puntual, un parche para salir del paso, pero que no arregla bien las cosas a medio plazo).
Es más listo,-a que el hambre. (Se dice de quien es avispado, comparándolo con el hambre, que para paliarla se aguza el ingenio al máximo).
El hambre aguza el ingenio. Meteorología y calendario Para Reyes,/ lo conocen los bueyes. (Pues las tardes han crecido unos 15 minutos). Para Reyes,/ paso de bueyes. (Reyes: 6 de enero. El tiempo de luz ha crecido tan lentamente como el paso de unos bueyes).
San Antón, la gallina pon. (San Antonio Abad: 17 de enero). Por San Sebastián,/ una hora más: Lo conoce el labrador en el arar/ la lavandera en el lavar/ y el arriero en el andar. (San Sebastián: 20 de enero. Otros dicen este mismo refrán, refiriéndolo a San Blas: “Por San Blas/ una hora más”).
Todo lo que pasa de enero pierde de ajo el ajero. (A partir de enero se van perdiendo los ajos que quedan del año anterior. Y si se sembraran en época tan tardía, poco o nada se recogería).
Si la Candelaria plora,/ el invierno ya está fora. Ni que plore ni que cante,/ el invierno va adelante. (La Candelaria: 2 de febrero. Las lluvias por esas fechas presagian el fin del invierno).
Por San Blas/ la cigüeña verás,/ y si no la vieres,/ año de nieves. (San Blas: 3 de febrero).
Febrero el loco,/ de todo un poco. En febrero,/ busca la sombra el perro. Por San Matías/ se igualan las noches con los días. (San Matías: Se celebraba el 24 de febrero, pero actualmente, el 14 de mayo. El refranero parece un poco despistado o adelantado, pues el equinoccio de primavera es el 21 de marzo).
Por San José/ las golondrinas veré. (San José: 19 de marzo). -Marzo marcero,/ tú te vas y yo me quedo/ con mi rebañito entero. -Pues con un día que me queda/ y otro que me preste mi compañero/ no quedará sano rabo de cordero. (Es el diálogo entre un pastor y el mes de marzo, el día 30. La leyenda dice que un temporal del 31 y del 1 de abril diezmó el rebaño y que un cordero que llevaba el pastor arropado con la capa, como llevase el rabo fuera, el fuerte granizo se lo cortó).
-Marzo marzueco,/ guárdame este para morueco. -Yo te lo guardaré,/ pero el rabito le cortaré. (Es otra versión del anterior). Cuando marzo mayea,/ mayo marcea. Marzo ventoso/ y abril lluvioso/ sacan a mayo/ florido y hermoso. (También se dice con la variante “abril aguanoso”).
Si en marzo truena,/ cosecha buena. San Marcos,/ rey de los charcos. (San Marcos: 25 de abril). Por San Marcos el melonar/ ni nacido ni por sembrar. En abril, aguas mil/ y todas caben en un barril. (Pues no suelen ser lluvias torrenciales sino aguarradillas o zuruzas).
Agua de mayo,/ pan para todo el año. Mayo pardo,/ mucho grano;/ pero no tan pardo/ que ni paja ni grano. Hasta el 40 de mayo/ no te quites el sayo./ Y para estar más seguro/ hasta el 40 de junio. (Con el llamado “cambio climático”, la segunda parte parece una exageración).
Agua por San Juan/ quita vino y no da pan. (San Juan: 24 de junio). Ni en invierno ni en verano/ olvide la capa el amo. Por San Pedro,/ se coge el ajo y se planta el puerro. (San Pedro: 29 de junio). Quítate la capa/ de Santiago a Santa Ana. (En las altas tierras de la Meseta norte, puede refrescar de forma imprevista. Santiago: 25 de julio; Santa Ana: 26 de julio. El refrán aconseja tener siempre la capa a mano, salvo esos dos días).
En agosto,/ frío en rostro. Agosto, por el día fríe el rostro; / por la noche, frío en rostro. Septiembre,/ o seca las fuentes,/ o hunde los puentes. (Puede venir seco, pero como, debido a la hoy llamada “gota fría”, venga con lluvias torrenciales, son seguras las inundaciones y peligran algunos puentes).
Por San Miguel,/ los higos son miel. (San Miguel: 29 de septiembre, fecha en torno a la cual se da el famoso “veranillo de San Miguel”).
Octubre,/ ara y cubre. Por los Santos,/ la nieve en los altos. (Los Santos: 1 de noviembre). -Ajo, ¿por qué fuiste ruin?/-Porque no me sembraste por San Martín. (San Martín: 11 de noviembre).
Por San Andrés,/ la nieve en los pies. (San Andrés: 30 de noviembre). Si la Pascua de Navidad pasas al sol,/ la de Resurrección, al rincón. Por Santa Lucía, / menguan las noches y crecen los días. (Santa Lucía: 13 de diciembre. Durante la Edad Media -antes de reformarse el calendario Juliano- la fiesta de Santa Lucía era el día 23 de diciembre; con la reforma de 1582 esta fiesta pasó a celebrarse diez días antes. Así podemos afirmar que, antes de la reforma gregoriana, sí comenzaban a menguar las noches y a crecer los días más o menos a partir de Santa Lucía; pero es un error creer que eso ocurre ahora cada 13 de diciembre. Puede contribuir a esta confusión el que la gente aprecie que a partir del día 13 sí crecen las tardes, lo cual es cierto, pero aún menguan más las mañanas; lo que hace que, en el cómputo total, los días sigan menguando. Entre el 13 y el 21 las tardes crecen dos minutos, pero las mañanas menguan cinco. Ítem más: entre el día 21 de diciembre y el 9 de enero, las tardes habrán crecido quince minutos, pero las mañanas aún menguaron cuatro. Ciencia astronómica pura e irrebatible es que las mañanas no comenzarán a crecer hasta el 10 de enero. Es indubitable que los días ni crecen ni menguan entre el 20 y el 26 de diciembre, no empezando a crecer realmente hasta el día 27. Por lo tanto, olvidémonos de una vez del refrán que dice: “Por santa Lucía mengua la noche y crece el día y por navidad cualquier burro lo verá”).
La primavera/ la sangre altera. De Virgen a Virgen/ el calor aprieta de firme. (Desde la Virgen del Carmen, 16 de julio, a la Asunción, 15 de agosto).
Una golondrina no hace verano. Mañanita de niebla, tarde de paseo. Si después de otoño seco,/ llueve por Santa Bibiana,/ lloverá 40 días y una semana. (Santa Bibiana: 2 de diciembre). Solo nos acordamos de Santa Bárbara, cuando truena. (Santa Bárbara: fiesta, el 4 de diciembre. Según la leyenda recibida de Metaphrastes (siglo X), Sta. Bárbara es una joven conversa de los primeros siglos de la era cristiana. Su padre, pagano, la encerró en su castillo para forzarla a la apostasía. Al no conseguirlo la asesinó y él murió fulminado por un rayo.
Según el Misal Romano previo a 1970, su martirio ocurrió en Nicomedia bajo el emperador Maximinus Thrax (siglo III). Tradicionalmente se la considera protectora contra rayos, truenos y centellas, fuego, muerte repentina e impenitencia. La tienen como patrona los mineros. Era invocada durante las tormentas).
Cuando el grajo vuela bajo/ hace un frío del carajo. Año de nieves,/ año de bienes. Cielo [con] color [de] panza de burra,/ nieve segura. (Panza de burra: locución adjetiva, aplicada al cielo cuando presenta un color entre gris y blanquecino, propio de los momentos previos a las nevadas o granizadas).
Cielo aborregado,/ a los tres días mojado. Cielo empedrado/ a las 24 horas mojado. (Cielo empedrado o aborregado: Se dice cuando se forman cirrocúmulos y altocúmulos).
Cuando llueve y hace sol,/ sale el arco del Señor. Cuando llueve y hace frío,/ sale el arco del judío. (El “arco del judío” tiene menos intensidad lumínica y menos distinción en los colores que el arco iris, llamado “del Señor”).
Educación Buen porte y buenos modales/ abren puertas principales. Borroncitos en la plana,/ azotitos en la nalga. (De cuando se escribía con pluma y tintero).
Donde fueres/ haz lo que vieres. Lo cortés no quita lo valiente. Lo poco agrada/ y lo mucho enfada. Enseñar al que no sabe/ es obra de caridad;/ enseñar al que no quiere/ es una barbaridad. Vicios El que tiene un vicio,/ si no sale por la puerta,/ sale por el quicio. Al que no fuma ni bebe vino/ el demonio le lleva por otro camino. La paja en el ojo ajeno Dijo la sartén al cazo: “¡Quítate de ahí, que me tiznas!” Murmura la vecina de la casa ajena/ y no de la suya que se le quema. Dichos y hechos Obras son amores/ y no buenas razones. Del dicho al hecho/ hay mucho trecho. A Dios rogando/ y con el mazo dando.
Hipocresía
Carita de jueves santo,/ hechos de carnaval. Buenas palabras, pero malos hechos. ¿Dice el hipócrita que se arrepiente?/ Pues, si es hipócrita, miente. Envidia La vaca de mi vecina/ da más leche que la mía. Al envidioso dale qué envidiar. (Su castigo es la envidia).
Pereza y diligencia Contra pereza, rejonazos. Cuanto menos se hace menos se quiere hacer. La lumbre y la levadura/ hacen andar a la mujer aguda. Curiosidad malsana Te pareces a la Tomasa/ que siempre quiere enterarse/ de todo lo que pasa. Pueblos De Pinillos a Escobar, poco va. (Entre dos cosas casi iguales poca es la diferencia). En Fuentesaúco/ canta el cuco,/ y en Cozuelos/ el mochuelo. (Cantan esos pájaros por exigencias de la rima).
Lagunilla para peces/ y El Vivar para manzanas. El que conoce Tejares/ conoce todos los lugares. El que conoce Abades/ conoce todos los lugares. Refranes para “chinchar” a otros pueblos: De Segovia,/ ni la burra ni la novia. De Escalona,/ ni borrico ni persona. Fuentesoto,/ culo roto. Villovela de Pirón,/ en cada casa un ladrón. (Y algunos añaden: Y en casa del alcalde, dos).
Aguilafuente,/ buen pueblo, pero mala gente. (Todos se pueden decir al contrario: Aguilafuente,/ buen pueblo y mejor gente; De Escalona,/ buenos borricos y mejores personas; etc.).
Más vale…
Más vale un “toma” que dos “te daré”. Más valen patatas con buena cara/ que tajadas con mala. Más vale llegar a tiempo que rondar un año. Mejor solo que mal acompañao. Más vale saber que haber,/ que el haber no compra ciencia/ y el saber nunca se acaba. Más vale pájaro en mano que ciento volando. Más vale un burro vivo que un obispo muerto. Consejos Ni casa cerca del río,/ ni viña junto al camino. Si tomas un mal camino/ no esperes un buen destino. A quien madruga/ Dios le ayuda (si madruga con buen fin). No por mucho madrugar amanece más temprano. Casa con dos puertas mala es de guardar. No se puede decir: “De esta agua no beberé”. No te fíes: No es oro todo lo que reluce. Fallos por repetición El mejor escribano echa un borrón. Tanto va el cántaro a la fuente/ que acaba por romperse. El que carretea/ vuelca. Te pareces al herrero de Yanguas, que de tanto machacar se le olvidó el oficio. Saber El saber no ocupa lugar. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Más vale saber que haber… (Ver “Más vale”). Mide las consecuencias En caza, guerra y amores,/ por un placer, mil dolores. El que con chicos se acuesta cagao amanece. (Versión culterana: Quien con infantes pernocta excrementado alborea).
Más moscas se cazan con miel que con vinagre. Hazte de miel y te comerán las moscas. No vayas por lana y vayas a salir trasquilao.
Gatos
Gato con guantes no caza. Gato con guantes no caza,/ pero amenaza. (Otra variante: …pero alcanza). Cuando el gato no está, los ratones bailan. Cuando el gato está ausente,/ los ratones se divierten. Que no te metan gato por liebre. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Gato dormilón/ no pilla ratón. Gato escaldado/ del agua fría huye. No busques tres pies al gato,/ sabiendo que tiene cuatro. ¡Qué más quisiera el gato/ que lamer del plato! ¡Hasta los gatos/ quieren zapatos! (Se dice de quienes aspiran a cosas para las que no tienen cualidades o que tienen una imagen desmedida de sus méritos).
Tajada que lleva el gato/ no vuelve al plato. De noche todos los gatos son pardos. Perros ¡A otro perro con ese hueso! (A mí no me engañas). A perro flaco todo se le vuelven pulgas. Por el pan baile el perro. Perro viejo no aprende a ladrar. Perro ladrador,/ poco mordedor. El perro del hortelano,/ que ni come la berza,/ ni se la deja comer al amo. Predicar a curas, confesar a monjas y quitar las pulgas a un perro:/ tres formas de perder el tiempo. ¡Échame pan y llámame perro! El perro y el niño,/ donde encuentran cariño. Quien da pan a perro ajeno/ pierde pan y pierde perro. En febrero/ busca la sombra el perro. Muerto el perro, se acabó la rabia. No tiene padre ni madre ni perrito que le ladre. Hay mucha diferencia entre decir “¡tuso!” y decir “¡Anda a por ella!” (Es muy distinto animar a alguien a hacer algo que disuadirle de que lo haga, del mismo modo que al pero se le estimula a buscar la presa con “¡anda a por ella!” o se le espanta diciéndole “¡tuso!”).
Cada cosa a su tiempo Cada cosa a su tiempo/ y los nabos en adviento. No quieras vender las aceitunas antes de plantar los olivos. No quieras vender la piel del oso antes de cazarlo. Trabajo
Del cielo pa[ra] abajo,/ cada uno come de su trabajo. El que algo quiere algo le cuesta. El que de joven no trabaja/ de viejo duerme en la paja. El que hace un cesto hace ciento,/ si le dan mimbres y tiempo. El que mucho abarca poco aprieta. En esta tierra tierruca,/ el que no trabaja no manduca. Hace más el que quiere que el que puede. Hombre de muchos oficios,/ pobre seguro. No hay mejor lotería/ que el trabajo y la economía. No hay atajo sin trabajo. Amistades y compañías Dime con quién andas y te diré quién eres. Dios los cría y ellos se juntan. El que a buen árbol se arrima/ buena sombra le cobija. El que con lobos anda/ a aullar se enseña. ¡Qué bien me guarda el secreto mi amigo!/ Pero mejor me lo guarda si no se lo digo. Es bueno tener amigos hasta en el infierno. Amigo en la adversidad,/ es amigo de verdad. Amistad por interés/ no lo es. Amor En caza, guerra y amores,/ por un placer, mil dolores. Amor con amor se paga. Obras son amores/ y no buenas razones. Del amor al odio solo hay un paso. Alegría Todo mi gozo,/ metido en un pozo. Mi gozo,/ en un pozo. Con tripa vacía,/ poco alegría. De la panza/ sale la danza. El huésped dos alegrías da,/ una cuando viene/ y otra cuando se va. ¡Qué poco dura la alegría en casa de los pobres! Los ricos también lloran, y hay pobres alegres.
Miel
No está hecha la miel para la boca del asno. Por San Miguel/ los higos son miel. No es lo mismo miel que miel con r (O sea: mier…). Consejos de salud Caga duro, mea claro y pee forte/ y lo demás no te importe. Para estar bien procura tener la cabeza despejada, los pies calientes y el estómago no demasiado lleno. Una manzana al día/ del médico te libraría. Palabras A palabras necias, oídos sordos. A buen entendedor, pocas palabras. En boca cerrada no entran moscas. El que calla, otorga. Hablando se entiende la gente. Las palabras se las lleva el viento. No hay palabra mal dicha, sino mal entendida. Por la boca muere el pez. El que mucho habla, mucho yerra. El que habla, siembra; el que escucha, recoge. Una buena palabra/ está por encima de la mejor dádiva. Gente Ande yo caliente y ríase la gente. -¿Dónde va Vicente? –Donde va la gente. Agua corriente/ no mata a la gente;/ agua detenida/ mala bebida. Según como te presentes,/ así te verá la gente. Locos De poetas, músicos y locos/ todos tenemos un poco. Los locos y los niños dicen las verdades. Médicos Donde entra el sol no entra el médico. Un médico cura,/ dos dudan/ y tres, muerte segura. Hay médicos matasanos.
Otros refranes (Por orden alfabético) A caballo regalao,/ no le mires el diente. ¡Ahora sí que escampa…y sin llover! (frase que indica sorpresa y estupefacción ante algo inesperado, absurdo o ilógico).
A todo cerdo le llega su San Martín. A la cama no te irás/ sin saber una cosa más. A las diez/ en la cama estés/ y si puede ser antes/ mejor que después. Al pan, pan y al vino, vino. A mal tiempo, buena cara. A río revuelto, ganancia de pescadores. Arrieritos “semos”/ y en el camino nos encontraremos. Aunque la mona se vista de seda,/ mona se queda. Burra, buche y leche no puede ser. Cada maestrillo/ tiene su librillo. Cada oveja,/ con su pareja. Cree el ladrón/ que todos son de su condición. Cría cuervos y te sacarán los ojos. Coge buena fama y échate a dormir. Cuando el río suena,/ agua lleva. Cuando las barbas de tu vecino veas pelar,/ echa las tuyas a remojar. Dos no regañan,/ si uno no quiere. Del árbol caído/ todos hacen leña. Echa el freno,/ Madaleno. (Es una llamada a la calma, cuando alguien va desbocado y monta en cólera).
El hombre propone/ y Dios dispone. El ojo del amo/ engorda el caballo. El que canta/ los males espanta. El que no llora no mama. El que ríe último ríe mejor. El que se cobija debajo de hoja/ dos veces se moja. El que se enfada en la boda,/ la pierde toda. El que tenga hacienda/ que la atienda/ y si no, que la venda. El que tiene padrino se bautiza. El que tuvo y mantuvo, retuvo y guardó para la vejez. En el país de los ciegos, el tuerto es rey. Ese gallo que no canta/ algo tiene en la garganta. (Variante: …que mal canta). Es rico, es guapo y a mí me lo dan… ¡tarantantán…! Alguna pega tendrá. Gallo que no canta/ algo tiene en la garganta. Genio y figura/ hasta la sepultura. Hacienda, hacienda,/ que tu dueño te vea (Pues “el ojo del amo/ engorda al caballo). Hacienda, hacienda,/ que tu dueño te atienda/ y si no, que te venda. Mal de muchos, consuelo de tontos. Mala hierba nunca muere.
Martes:/ Ni te cases, ni te embarques. Más caga un buey que cien golondrinos. (Golondrino: cría de la golondrina). Mujer enferma,/ mujer eterna. No se puede repicar e ir a la procesión. No se puede nadar y guardar la ropa. No todo el monte es orégano. No voy a Misa porque estoy cojo,/ pero voy a la taberna poquito a poco. Otro vendrá/ que a mí bueno me hará. Poco a poco,/ la vieja hila el copo. (Copo: Porción de cáñamo, lana, lino, algodón, etc., en disposición de hilarse).
Que cada palo aguante su vela. Que viva la gallina,/ aunque sea con la pepita. Sarna con gusto no pica. Sarna con gusto no pica,/ pero mortifica. Si quieres ver cuánto se avanza al andar,/ párate a mear. (Cuando se va andando en grupo y uno se para a hacer lo que nadie puede hacer por él, se da cuenta de lo mucho que han avanzado los compañeros en tan breve lapso temporal).
Sopas y sorber,/ no puede ser. (Variante más antigua: Soplar y sorber/ no puede ser). Un grano no hace granero,/ pero ayuda al compañero. Unos tienen la fama/ y otros cardan la lana. Uva a uva,/ la vieja llena la cuba.