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Fundador: Arturo van den Eynde (Anรญbal Ramos)
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El debate sobre una V Internacional Redacciรณn SIN MURO (p. 2-3) Alfons Bech
(p. 4-7)
Redacciรณn SIN MURO (p. 8) Franรงois Sabado (p. 9-11) Pedro Fuentes (p. 12-14) MST de Argentina (p. 15.16) Olmedo Beluche (p. 17-20) Propuesta participativa (p. 21-24) Corriente Marxista Internacional (p. 25-26) Guillermo Almeyra (p. 27-28)
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EL DEBATE SOBRE UNA V INTERNACIONAL Desde que el Manifiesto Comunista de 1848 lanzara la consiga de “Proletarios del mundo entero, uníos” la organización de una Internacional ha sido una de las prioridades del movimiento obrero. La extensión del capitalismo por todo el globo y la unidad de intereses de la clase capitalista obligan a la clase trabajadora a reunir fuerzas, a coordinarlas, a conocer las experiencias de otros países y continentes, a organizar la solidaridad internacional. En el largo proceso de lucha del movimiento obrero, esa necesidad de la Internacional se ha expresado de diferentes maneras, desde una organización amplia, de unidad de diversas tendencias como fue la Primera Internacional, hasta la de una Internacional centralizada para la batalla revolucionaria como fue la Tercera Internacional. Cada una de esas expresiones, incluida nuestra Cuarta Internacional, han representado una expresión particular del proceso de maduración, de avance o de retroceso, de la lucha de la clase obrera a nivel internacional. La última etapa del capitalismo, en la que ha globalizado su extensión y ha logrado una mayor concentración del poder económico a través de poderosas multinacionales, hace aun más necesaria una Internacional. La creación de alianzas político—económicas continentales, como la Unión Europea, obliga a dar un contenido continental a las respuestas del movimiento obrero. Siguiendo el ejemplo europeo, es difícil responder a las decisiones de los gobiernos nacionales, sean del color que sean, sin tener en cuenta que muchas decisiones se toman a nivel de la Unión Europea. Sucede lo mismo a nivel mundial, la globalización capitalista ha entrelazado tanto las relaciones económicas y las políticas que son vitales respuestas internacionales a los problemas internacionales de la lucha de clases. Sin embargo, el movimiento obrero está muy por detrás de esa exigencia. El fracaso de las ante-
riores internacionales y la debilidad y dispersión de la Cuarta Internacional han debilitado el contenido internacional de la lucha de la clase trabajadora. Pero esa debilidad subjetiva, de conciencia y organización, tiene su base material en que la globalización ha permitido la acumulación de suficiente poder económico y político para que la clase capitalista tenga la iniciativa. Por eso es importante la propuesta de Chávez de crear una V Internacional. Esta propuesta surgió en una reunión celebrada en Caracas en noviembre del 2009 y, aunque todavía está pendiente de concretarse los previos necesarios: quién debe participar, quién ha respondido positivamente, qué programa, cuáles deberían ser los objetivos de la nueva Internacional..., al menos en ámbitos de vanguardia se vuelve a debatir sobre la Internacional. Para nosotros es evidente que hay que dar una respuesta positiva a esa iniciativa. Se trata de un intento abierto para reunir fuerzas antiimperialistas a nivel mundial; de un esfuerzo para responder con políticas antineoliberales a los desafíos de la crisis capitalista; de quitar, o al menos restar iniciativa, a las políticas de las grandes multinacionales y los gobiernos que las ponen en práctica y de definir como objetivo lo que se ha venido en llamar el socialismo del siglo XXI. Son todavía elementos muy generales que necesitarán concreción en todos los ámbitos, pero es un punto de partida que se apoya en la respuesta de los pueblos venezolano, boliviano, ecuatoriano y de las luchas de la clase trabajadora y otros pueblos para sacarse de encima el peso de la dominación capitalista sobre el conjunto del planeta. Desde su fundación el POR ha formado parte de la lucha por la IV Internacional, por construir partidos revolucionarios como herramienta para la lucha por el socialismo, por la expropiación de los capitalistas y la organización de la sociedad en
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beneficio de los que trabajan y no del beneficio privado de unos pocos. En la actualidad la IV Internacional es un movimiento minoritario y disperso. Sin embargo, su programa sigue representando el esfuerzo consciente por dotar a la clase trabajadora y los pueblos del objetivo de la lucha por el socialismo. La propuesta de crear una V Internacional surge del Presidente Hugo Chávez, en el contexto de una revolución democrático—nacional y anti—imperialista, cuya vanguardia dirigente se proclama socialista. Lo hace en un contexto de iniciativas anti—imperialistas regionales en América Latina, cuya principal expresión es el ALBA, a la que se han sumado otros procesos de refundación republicana democrático—nacionales en Bolivia y Ecuador. Sería una ilusión pensar que el llamamiento a una nueva Internacional, realizada en estas condiciones, puede resolver por si misma las contradicciones de un proceso de estas características, cuya naturaleza de clase, por la propia dinámica de la revolución permanente, está en disputa. Pero el objetivo declarado de situar la construcción de la V Internacional en el corazón de esa lucha, contra el imperialismo y por el socialismo, son ya de por si un elemento positivo, tanto en la situación interna de esos países como en el contexto internacional. En ese sentido, las fuerzas que se reclaman de la Cuarta Internacional —que comparten las líneas generales del programa de lucha por el socialismo y que han respondido positivamente al llamamiento de Chávez—, deberían hacer el esfuerzo para representar una fuerza común en defensa de ese programa, que básicamente consiste en:
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a/ partir de las necesidades actuales de las masas trabajadoras para definir un programa de reivindicaciones transitorias, defendiendo a todos los sectores explotados y oprimidos, que prepare las condiciones para derrocar el capitalismo; b/ la defensa de un frente único de las organizaciones obreras y populares; c/ la independencia organizativa y política de los estados y los gobiernos; d/ la defensa de la libertad y la autodeterminación de los pueblos; e/ la igualdad de derechos entre hombres y mujeres; f/ la defensa de la naturaleza; g/ la defensa de las libertades ciudadanas y de un modelo republicano socialista democrático. Una Internacional no es simplemente el llamamiento a una reunión, es el proceso a través del cual se conforma un programa al calor de las luchas y de las respuesta a los problemas que plantea la lucha de clases. Por eso, si se dan pasos hacia una V Internacional, se necesitará el concurso y sobre todo la acción para definir qué fuerzas y qué objetivos. Un primer paso podría ser conformar un frente antiimperialista de todas las organizaciones y fuerzas políticas, en defensa de los pueblos que se oponen al neoliberalismo, así como una propuesta de medidas para luchar contra la crisis capitalista a nivel internacional. [Ver en Sin Muro, 28, diciembre del 2007, “Análisis sobre Chávez y el proceso revolucionario en Venezuela”.]
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LAS INTERNACIONALES Alfons Bech
El carácter internacional de la lucha entre la burguesía y la clase trabajadora ha obligado a lo largo de la historia a afrontar la formación de una organización internacional de los trabajadores. Estos son algunos trazos desde el nacimiento de la I Internacional hasta nuestros días.
La primera asociación internacional La I Internacional surge a partir de los primeros choques de la clase obrera francesa e inglesa con la burguesía tanto en el terreno de las reivindicaciones como de la misma lucha política. Es 1864. Lo característico de la Asociación Internacional de Trabajadores es que abarca todo tipo de organismos obreros y las más variadas tendencias que existen en aquel entonces. En la AIT participan desde las Trade Unions inglesas, las diversas asociaciones sindicales y obreras francesas, hasta la emigración alemana, francesa o italiana. Desde el puro sindicalismo de reformas hasta el comunismo, pasando por el anarquismo y el socialismo utópico. Pero ¿por qué surge esa necesidad? Sin duda lo que determina y empuja en ese sentido es la ruptura de la clase obrera con la burguesía. Las jornadas sangrientas de junio de 1848 en París marcan un foso a partir del cual se delimitan las dos clases más activas y opuestas: la burguesía y el proletariado. Ahora bien las diferentes concepciones que se expresan en la AIT expresan a su vez un nivel de ruptura con la burguesía, ideológico y político, diferente. Ese nivel va desde el trade—unionismo que se ocupa sólo o principalmente de arrancar concesiones económicas y sociales a la burguesía, al anarquismo y los demócratas radicales que expresaban los intereses del artesano y su resistencia a adoptar la concepción del moderno proletariado, hasta la corriente del socialismo científico, la marxista. La AIT logra atraer a sus filas a una amplia vanguardia y extenderse a toda Europa hacia finales de 1869.
En 1871 estalla la insurrección en París. La experiencia de la Comuna de París, si bien fue derrotada, confirmó las tesis de la corriente marxista sobre las medidas a adoptar por el nuevo Estado proletario (los representantes revocables y con el sueldo medio de un trabajador, el carácter a la vez ejecutivo y deliberativo del parlamento como órgano de poder, el armamento directo del pueblo) así como aquéllos en que la Comuna no se atrevió, particularmente el apropiarse de la banca. La Comuna fue el primer embrión de un Estado obrero. La derrota de la Comuna toca de muerte a la AIT. No es formalmente disuelta pero en los hechos se extingue su actividad.
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La construcción de grandes partidos obreros La siguiente etapa en la evolución del movimiento obrero, la que conforma la II Intyernacional, es la de formación de grandes partidos políticos obreros, especialmente en los países donde el proletariado está mas avanzado, Inglaterra, Francia y Alemania. Esta es la lucha de la corriente marxista: «la consagración de la preponderancia del partido en tanto que forma superior de organización y acción obrera». Esta época, finales del siglo XIX, es la del desarrollo industrial en toda Europa La burguesía, en plena expansión, tiene sin embargo que ir cediendo libertades, derechos y mejoras ante la lucha de la clase obrera. Gracias a esta presión y luchas crecieron los sindicatos, multitud de asociaciones socialistas y de cooperativas obreras. La lucha esencial era pues una gran batalla de educación y organización de las amplias masas obreras hasta llevarlas a la construcción de su propio partido político frente a los de la burguesía. La expansión del capitalismo hacia las colonias y su explotación, así como la concentración del capital internacional inician una nueva fase, la del imperialismo. El capital demuestra tener una capacidad de adaptación no prevista que tiene grandes repercusiones políticas pues compra a toda una capa superior del proletariado dándoles las migajas de la sobreexplotación.
La formación de esa capa, la aristocracia obrera, compuesta por sectores profesionales privilegiados, junto con la propia burocracia del movimiento obrero en los sindicatos y parlamentos abren en esa segunda etapa una intensa lucha ideológica en el seno de la II Internacional. Esa capa ya está bien instalada en la sociedad burguesa. Muere su idea revolucionaria: la lucha de clases tendería a desaparecer, se humanizarían las relaciones sociales; el socialismo vendría de una evolución progresiva y pacífica del capitalismo; en definitiva el partido obrero debería serlo sólo de reformas sociales y democráticas. Sin embargo cuando se produce el estallido de la primera guerra mundial se abren las grandes contradicciones del capitalismo ante los ojos de la masa obrera. Frente al pacifismo de los que quieren «impedir» la guerra se alza una izquierda (Lenin, Rosa Luxemburg) que defiende la preparación de la revolución en medio de la guerra como el único medio de conseguir la paz. En Francia y Alemania votan en el parlamento créditos en favor de la guerra. La guerra que no querían y que combatían de palabra pasa de la noche a la mañana de una guerra de rapiña a una «guerra justa», de defensa de la patria burguesa. Los principales dirigentes y partidos socialistas rompen la unidad internacional de la clase obrera y se ponen al lado de «su» burguesía imperialista.
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La Internacional revolucionaria La III Internacional comunista surgió directamente de la respuesta revolucionaria del proletariado frente a la primera gran crisis histórica del capitalismo. El hecho de que esa Revolución proletaria comenzara en Rusia, el «eslabón más débil de la cadena imperialista» de aquel entonces y que fuera el partido bolchevique ruso el más preparado subjetivamente, el que se había formato y nutrido teóricamente del «último grito» de la vanguardia socialista mundial, el que a través de una dura, variada y muy rica experiencia combinada de lucha legal e ilegal, tuviera una fusión completa con el proletariado industrial y la masa campesina, no cambia que las tareas que afrontaban los revolucionarios eran internacionales. El nacimiento de la Internacional comunista ante una situación revolucionaria en toda Europa era la respuesta para aprovechar esa ocasión histórica. Construir una Internacional revolucionaria en ruptura con la adaptación y traición de los jefes y aparatos de la socialdemocracia Internacional que se habían pasado al orden burgués para hacer la revolución europea. A pesar de todas las dificultades la III Internacional, proclamada en 1919, contó rápidamente con la simpatía del proletariado internacional. Amplios sectores de la juventud socialista pasó a la causa comunista y hacia 1923 puede decirse que contaba ya con la más sólida implantación del proletariado de las metrópolis y se extendía hacia las colonias. En el terreno objetivo pueden distinguirse dos fases: hasta 1921 donde el impulso revolucionario fue en ascenso hasta agotarse por sucesivas derrotas, particularmente del proletariado alemán. A partir de ahí el aislamiento de la revolución en Rusia y el reforzamiento de las ilusiones obreras en los viejos partidos socialdemócratas obligaron a una gran elaboración táctica de los comunistas orientándose hacia el frente único obrero. Sin embargo en el terreno subjetivo el hecho de ese aislamiento internacional fue superior a la propia vanguardia. La URSS sufrió un proceso de aislamiento que sólo su estructura social y económica pudo aguantar. Pero al mismo tiempo la
reacción interna, el thermidor en Rusia mismo, tuvo su principal punto de apoyo en la burocracia indecisa y oscilante del mismo aparato del partido quien, con Stalin a su cabeza, empezó primero una purga política y luego una brutal represión y exterminación de la vanguardia del partido bolchevique. A diferencia de la etapa que transcurre entre 1917—24, los errores y derrotas del proletariado internacional no fueron debidos a la inexperiencia o débil formación de cuadros y partidos comunistas, sino a la política marcada por Stalin a toda la Internacional, cuyo objetivo era ante todo preservar el dominio de la burocracia en la URSS por medio de pactos con el imperialismo y acuerdos diplomáticos. Ese es el contenido de la teoría del «socialismo en un solo país». La política de la III Internacional en 1933, facilitando la victoria de Hitler al romper el frente único con la socialdemocracia, se convierte en un cáncer para el movimiento obrero. Trotsky y la Oposición de Izquierda, que hasta entonces actuaban como fracción de la III Internacional, declaran su derrota y se orientan a construir la IV Internacional.
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Un centro comunista frente al estalinismo La IV Internacional fue fundada por León Trotsky en 1938 y surgió no de victorias sino de «las más grandes derrotas del proletariado». Su objetivo era convertirse en el gran Partido Mundial de la Revolución Socialista en el transcurso de la guerra mundial imperialista que se avecinaba. Sin embargo su propia proclamación es ya toda una batalla. Antes de 1933 contra los impacientes que quieren declarar la quiebra de la III Internacional sin esperar que sean los acontecimientos quienes lo determinen. Después contra los oportunistas que quieren retrasarla. La creación de la nueva internacional es pues ante todo una defensa del programa revolucionario frente a una época histórica marcada no sólo por grandes crisis y convulsiones sino también por las más grandes traiciones a los objetivos revolucionarios del proletariado. La confianza en que «las leyes de la historia son más fuertes que los aparatos». Sin embargo la feroz persecución y exterminio de los más valiosos cuadros por el estalinismo juegan un papel destacado antes de que esos núcleos revolucionarios logren implantar las ideas entre la clase trabajadora. Es una de las razones más importantes por la que la Cuarta no ha llegado a ser un partido de masas como la II o la III Internacional. La represión y el aislamiento de los revolucionarios de las fábricas, su calumnia y desprestigio organizado por el estalinismo juegan un papel de cinturón de seguridad
que impide el progreso de las ideas y organizaciones revolucionarias. La oleada de huelgas y movimientos populares que supusieron los finales de los sesenta y los setenta del siglo pasado en Europa occidental y del Este, en América, permitieron un fuerte crecimiento de los partidarios de la IV Internacional. Pero ese crecimiento no logró restablecer una verdadera Internacional quedando los núcleos nacionales revolucionarios con sus propios centros o áreas de influencia, a menudo enfrentados entre sí. Las divisiones, recaídas en el oportunismo o el comportamiento sectario ante las organizaciones obreras reformistas, la falta de elaboración de alianzas y de la táctica de frente único, son la otra cara de la débil relación con el movimiento obrero.
La internacional en la era de la globalización La caída del muro de Berlín abrió nuevas posibilidades de replantear una unidad en términos más amplios, de romper las viejas fronteras entre revolucionarios que provenían del trotsquismo o de otros orígenes y experiencias, entre ellas las que provenían de un balance y reflexión del estalinismo o del socialismo. Estos acercamientos se han producido al calor de movimientos más amplios que intentan dar respuesta a la globalización capitalista, como los Foros Sociales Mundiales. Dentro de esos movimientos, paralelamente a
ellos, en forma de Conferencias Anticapitalistas, Encuentros o Seminarios, se reúne una vanguardia con ideas más o menos revolucionarias, con programas más o menos parecidos. El reto sigue estando en su unidad internacional y en su implantación entre los explotados. Una unidad que ya no puede basarse en “autoridades” reconocidas, sino en la búsqueda consciente en común de los problemas que todos tenemos en hacer avanzar el movimiento, la conciencia y la organización para el socialismo en nuestros países.
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RESPUESTAS POSITIVAS Presentamos diversas respuestas a la propuesta de una V Internacional. Todos los textos, excepto el titulado —Propuesta para una Quinta Internacional Socialista Participativa— reflejan las posiciones de partidos o tendencias que se sitúan en el ámbito del trotsquismo, de la Cuarta Internacional. Reproducimos la de François Sabado, dirigente de la tendencia que engloba al Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) y a Izquierda Anticapitalista en el Estado español. También la de Pedro Fuentes, del PSOL, importante organización brasileña surgida del PT de Lula. Posteriormente el lector encontrará un artículo publicado en la revista del MST de Argentina, una aportación de un militante trotsquista panameño, la de la Corriente Marxista Internacional y la de Guillermo Almeyra. Lo interesante y común de todos ellos es la valoración positiva de la iniciativa de Chávez,
su disposición a participar en el proceso, la reflexión de que el proceso debe ir ligado a la definición de un programa, que para todos ellos debería ser el de la superación del capitalismo y que, como punto de partida, esta iniciativa debería servir para conformar un frente antiimperialista de lucha y solidaridad de los pueblos. La confluencia de esas posiciones podría y debería ser también un punto de partida para la propia confluencia de las tendencias que se reclaman del trotsquismo y de la Cuarta Internacional. El lector podrá sacar sus conclusiones de la lectura de los documentos pero hay uno que parece evidente: si desde diferentes organizaciones, experiencias y continentes se es capaz de definir una base de trabajo común y una base de iniciativas parecidas, ¿por qué no se dan pasos prácticos para confluir realmente entre todas estas tendencias?
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Ante la propuesta de una V Internacional François Sabado
En una reunión internacional de los partidos de izquierda celebrada en Caracas del 19 al 21 de noviembre de 2009, Hugo Chávez ha lanzado un llamamiento por una V Internacional Socialista que, en su opinión, debería reagrupar a partidos de izquierda y movimientos sociales. Según el presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, la V Internacional debe constituir un “instrumento para la unificación y la articulación de los pueblos para salvar este planeta”. En una situación política mundial marcada por una crisis global del sistema capitalista, es un hecho suficientemente importante como para subrayarlo. En efecto, los responsables o partidos que plantean la cuestión de la Internacional no son abundantes, es el primer mérito de Chávez. Tanto más cuanto que este llamamiento va acompañado de una declaración que denuncia el carácter sistémico de la crisis capitalista, más allá de sus dimensiones financieras y bancarias, y reafirma la perspectiva del socialismo del siglo XXI. Llama a la urgente movilización contra la nueva ofensiva imperialista en América Latina, de la administración norteamericana y de la derecha latinoamericana. Sobre la base de este llamamiento, se puede constituir un amplio frente antiimperialista mundial para marcar su solidaridad con la lucha de los pueblos por sus derechos sociales y políticos, para oponerse a las nuevas bases norteamericanas en Colombia, para apoyar en particular la movilización del pueblo de Honduras contra el nuevo régimen dictatorial. En el pulso que opone las potencias imperialistas a las luchas de los pueblos, tal frente
mundial constituiría un instrumento importante para combatir el poder de las clases dominantes, no solo en América latina sino en el mundo entero. Estamos dispuestos, como lo hemos hecho desde el comienzo, en la solidaridad con la revolución cubana, la revolución bolivariana, con las experiencias de Bolivia y Ecuador, a comprometernos plenamente en el combate común contra los ataques imperialistas y a ocupar todo nuestro lugar en este frente antiimperialista mundial. Es también en este marco en el que se plantearía el proceso de construcción de una nueva Internacional. Chávez llama a la constitución de una V Internacional Socialista. Esto vuelve a poner en el orden del día la discusión sobre una nueva Internacional. Chávez sitúa la constitución de una V Internacional en la continuidad de la IV Internacional. Por nuestra parte hemos declarado en numerosas ocasiones que no importan las etiquetas, si hay convergencia sobre el contenido. Pero la constitución de una nueva Internacional implica todo un proceso alrededor de un programa, una política, una organización, que debe ser realizado sobre la base de una amplia discusión con todos los protagonistas. Hay, en efecto, un nuevo período histórico, en el que las distancias entre diferentes corrientes revolucionarias pueden ser superadas sobre la base de una "nueva comprensión común de los acontecimientos y de las tareas". Desde este punto de vista, no se trata de discutir sobre balances históricos de unos u otros, pero es decisivo sacar conjuntamente las enseñanzas del estalinismo y de la social-
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democracia para que las tragedias y los errores del pasado no se reproduzcan. Cada partido, cada organización, cada corriente, cada militante debe contribuir a este debate. En lo que concierne a la IV Internacional, ya ha formulado, en numerosas ocasiones, sus proposiciones: — Un programa de reivindicaciones de urgencia antiimperialista y anticapitalista, que parta de las reivindicaciones y de las necesidades sociales de las clases populares, proponga un nuevo reparto de las riquezas, la apropiación pública y social de los sectores clave de la economía y desemboque en la transformación revolucionaria de la sociedad. — La unidad de acción de todas las organizaciones, corrientes, militantes contra los ataques de los gobiernos y las clases capitalistas. — La independencia de los movimientos sociales, de las asociaciones y de las organizaciones sindicales respecto a partidos y estados. — La solidaridad con todas las luchas de los pueblos contra todas las potencias imperialistas. — La lucha contra las opresiones y la defensa de los derechos de las mujeres, de los
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homosexuales, de los jóvenes y de los inmigrantes. La lucha por gobiernos de los trabajadores y de las clases populares que satisfagan las principales reivindicaciones sociales y ecológicas, se apoyen en la movilización de la población y su control sobre los principales sectores de la economía. Esta perspectiva implica no participar en gobiernos de gestión del estado y de la economía capitalistas con los partidos de centro izquierda o de la socialdemocracia. El carácter central de la autoemancipación y de la autoorganización de los pueblos en el proyecto de derrocamiento del capitalismo. Un proyecto ecosocialista que combine la satisfacción de las necesidades sociales así como el respeto y el equilibrio de nuestro ecosistema. En este sentido, tenemos mucho que aprender de los pueblos indígenas de América del Sur y de su relación con la tierra. La democracia socialista como proyecto de sociedad: autogestión de la economía, democracia y pluralismo de los partidos y movimientos sociales.
Estas son algunas pistas de discusión para avanzar en la vía del reagrupamiento de todos
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los anticapitalistas a escala internacional. Son las primeras ideas que defenderemos en un proceso de constitución de una nueva Internacional. En fin, el llamamiento de Chávez a una V Internacional constituye también un punto de apoyo cuando plantea la cuestión de una nueva Internacional independientemente de la II Internacional de la que son miembros organizaciones como los partidos socialdemócratas, el PRI mexicano, o asociados como el PT brasileño. Pero hay también que clarificar una cuestión en la construcción de una nueva Internacional, que es la diferencia entre las políticas de estado y la construcción de un proyecto político. Una cosa son los acuerdos económicos y comerciales realizados por estados dirigidos por gobiernos
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antiimperialistas con otros estados, incluso dotados de regímenes reaccionarios, u oponerse a ataques del imperialismo contra determinados países, otra cosa es el apoyo público otorgado a regímenes como los del Partido comunista chino o el de la República Islámica de Irán... El proyecto de una V Internacional no puede en absoluto ser asociado a esos regímenes. Una vez más, este llamamiento crea las condiciones de una nueva discusión internacional, indisociable de la solidaridad con la revolución bolivariana. Es en este espíritu que la IV Internacional, sus organizaciones y sus militantes responderán, ¡presentes! [François Sabado es miembro del Buró Ejecutivo de la IV Internacional.]
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El llamado de Chávez a formar la V Internacional Pedro Fuentes
En la reunión de partidos políticos de izquierda y socialistas realizada en Caracas, en vísperas del comienzo del congreso del PSUV, Chávez llamó a formar la V Internacional. En un intenso discurso en donde recapituló las historias de las internacionales, Chávez dijo que “frente a la crisis capitalista y la amenaza de guerra que pone en peligro el futuro de la humanidad llegó la hora de que convoquemos a la Quinta Internacional, a la unidad de los partidos de izquierda y revolucionarios dispuestos a luchar por el socialismo… como una instancia de los partidos y corrientes socialistas y los movimientos sociales del mundo para armonizar una estrategia común para la lucha antiimperialista, y la superación del capitalismo por el socialismo”... En esa reunión de marcado carácter antiimperialista sobraban partidos; entre ellos el PRI mexicano, el PC Chino y mismo el PT de Brasil, y faltaban otros como el PSOL de Brasil y el NPA de Francia, el Frente de la Resistencia de Honduras, la Tendencia Revolucionaria del Salvador entre otros. El llamado fue aceptado rápidamente por un sector de la reunión; el MAS de Bolivia, el partido Nuevo País de Correa, la combativa canciller Patricia Rodas en representación del gobierno de Zelaya y otros grupos de izquierda presentes como la Alianza Socialista de Australia. Hubo un expreso rechazo de los PCs —exceptuando el cubano— y del PT de Brasil, para quien está vigente el Foro de Sao Paulo. Más allá de todas las contradicciones que podamos apuntar al bolivarianismo y en particular a la crítica situación actual del proceso venezolano producto del peso de la burocracia
que luego tocaremos, Chávez ha colocado una propuesta que para nosotros es progresiva frente al vacío internacional hoy existente; un avance que puede transformarse en un salto para crear una alternativa a la situación actual que vivimos de profunda crisis capitalista para dar una respuesta a la política imperialista. La respuesta del PSOL a ese llamado, como de todos aquellos que se reclaman antiimperialistas y socialistas, y como ya lo hicieron otras fuerzas socialistas como el NPA de Francia, tiene que ser decir “presentes”; estamos y estaremos allí porque queremos participar en la construcción de ese proceso que recién ha comenzado y que tiene como próxima fecha la reunión de finales de abril en Caracas. Esta propuesta, si se concreta, tiende a llenar una contradicción aguda que hoy día existe en la situación mundial. Por un lado, la aguda crisis del capitalismo globalizado que vivimos ha colocado en forma concreta y urgente la necesidad de la coordinación internacional y una organización internacional. Pero al mismo tiempo, lo que hay hasta ahora es un vacío en ese terreno internacional. Este vacío existe porque hoy en día no hay ninguna organización internacional que sea o pueda ser un polo real para la vanguardia mundial y los sectores más radicalizados del movimiento de masas. Los Foros Sociales Mundiales, que fueron en su momento un lugar progresivo de coordinación de acciones del movimiento antiglobalización y anti guerra, han ido perdiendo fuerza ya que pasaron a ser cada vez más controlados por partidos como el PT u otros aparatos e instituciones internacionales burocráticas.
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Para nosotros tampoco lo es ni lo fue el Foro de São Paulo que hegemonizado por el PT Brasilero terminó, como no podía ser de otra manera, siguiendo el curso pro burgués de ese partido. Tampoco lo son los frentes o coaliciones de los Partidos Comunistas que existen en Europa, interesados esencialmente en recuperar cargos parlamentarios o gubernamentales. Ni tampoco lo son las organizaciones trotskistas que si tienen una práctica internacionalista. La autodenominada IV Internacional que responde a lo que fuera la escisión del Secretariado Unificado, así haya desarrollado algunos trabajos de masas como alentar desde la LCR la creación del NPA, no es ese polo. Y tampoco lo son las varias organizaciones internacionales que se reclaman de la IV y el trotskysmo no pasan de pequeños grupos esencialmente autoproclamatorios de sus posiciones internacionales. Seguramente habrá quienes en nombre de la “pureza programática” van a rechazar el llamado de Caracas, o van a exigir a este encuentro un programa acabado para la revolución socialista internacional como el que tuvo en su momento la III o la IV. Allá ellos, para nosotros tiene mucha vigencia la frase que dijo Marx criticando el extenso pero ambiguo programa de Gotha alrededor del cual iban a unirse las dos corrientes socialistas alemanas, “más vale una acción común que media docena de programas”. De lo que se trata alrededor del llamado de Caracas es construir un reagrupamiento en donde se encuentren el nuevo nacionalismo radical bolivariano, las nuevas corrientes antiimperialistas, indigenistas y anticapitalistas, con la izquierda socialista revolucionaria. Uno de los requisitos para que este proceso avance es que tenga el criterio de una organización amplia de frente único, que posea muchos más parecidos a la primera de Marx, la Asociación Internacional de Trabajadores, que a las otras internacionales. El gran revolucionario ruso David Riazanov en su excelente libro sobre Marx y Engels, hizo una muy buena definición de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Decía Riazanov “que Marx en el manifiesto que terminó siendo escrito por él mismo, dio un ejemplo clásico de táctica de “frente unido”. Formuló las
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demandas poniendo de relieve todos los puntos en los que la clase obrera puede y debe unirse para desarrollar el movimiento obrero. De esas demandas inmediatas del proletariado formuladas por Marx, lógicamente la mayor demanda del Manifiesto Comunista vendría después. (David Riazanov Marx Engels Capitulo 7) En efecto, la primera estuvo lejos de hacerse sobre la base de un programa acabado como el que contenía el Manifiesto Comunista escrito por Marx y Engels para la Liga de los Justos. Para Marx fue más importante agrupar a “trade unionistas”, ex cartistas, ex owenistas, prudonhianos, bakuninistas, y a los militantes y seguidores de la Liga de los Justos. En el caso concreto del llamado actual creemos que el término más apropiado de lo que puede surgir en la reunión de Abril es el de un frente único antiimperialista continental y/o mundial. Porque los posible y lo más probable es que esa nueva organización internacional pueda surgir alrededor de un programa de lucha antiimperialista y anticapitalista, un programa de frente único que agrupe a diferentes partidarios de la lucha contra el imperialismo, desde el nacionalismo radical a las corrientes socialistas revolucionarias.
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Las propuestas políticas surgida de la reunión de Caracas La lectura política de la reunión en su conjunto como su declaración final tienen propuestas que hay que suscribir cien por cien; muchas de ellas similares a las que se formularon en el Seminario Internacional organizado por el PSOL en Sao Paulo. En el terreno político concreto las acciones están centradas en el rechazo de las bases gringas en Colombia y al golpe de Honduras, incluso con propuestas de jornadas en la segunda semana de diciembre. Tres caracterizaciones, centrales recorren los textos y declaraciones: a) la crisis estructural del capitalismo; b) la de una ofensiva guerrerista continental y mundial del imperialismo yankee. c) y un tercer tema es el enunciado del socialismo del Siglo XXI o la lucha por el socialismo. Estos puntos también podemos considerarlos en líneas generales como correctos. Ahora bien, estos son temas, en especial el segundo, sobre los cuales nos tenemos que
detener. Adelantamos que si bien es real y objetiva la caracterización de la ofensiva imperialista, pero transformada en elemento central de la política latinoamericana tiene elementos unilaterales y tiende a ser utilizada para perder de vista las limitaciones que tiene el proceso en curso en nuestro continente. En una excelente nota aparecida en Brasil de Fato, García Linera vicepresidente de Bolivia, decía que son procesos que están todavía dentro del capitalismo, en donde solo hay esbozos de otro proyecto o del socialismo del siglo XXI. Y si bien por un lado, esta situación tiene que ver con la actual correlación de fuerzas que hay en el continente y a escala mundial, no se puede dejar de señalar las responsabilidades de las direcciones para profundizar el proceso y más en concreto los fuertes elementos burocráticos que se han enquistado en el proceso venezolano que lo limitan y traban. […]
Presentes en la reunión constitutiva de abril en Caracas Señalar estas contradicciones no significa de ninguna manera minimizar la importancia de la construcción de la nueva organización internacional. Por el contrario el objetivo de señalar estos problemas es fortalecerla. Por eso mismo reafirmamos nuestro apoyo a la construcción de una nueva organización internacional que de concretarse va a nuclear las fuerzas reales que hoy enfrentan al imperialismo. Se trata como ya dijimos de construir una organización de frente único en donde participen todas las corrientes que consecuentemente enfrentan al imperialismo desde el nacionalismo radical, el indigenismo revolucionario y las organizaciones socialistas. Una organización de ese tipo tiene que ser una herramienta para impulsar el proceso revolucionario en nuestro continente y en el mundo.
En ese sentido tiene que establecer una clara distinción de la política gubernamental y las relaciones económicas y diplomáticas entre gobiernos con la política de impulsar la lucha antiimperialista en cada país, apoyando a los movimientos sociales y las organizaciones políticos que la lleven adelante. No dudamos que si se constituye de esta manera no solo servirá para impulsar la lucha, evitar nuevas Honduras, como para combatir la burocratización de cualquiera de los procesos en curso. Estas son aportes e ideas para la histórica próxima reunión que se realizará en Caracas y en la cual pondremos todo nuestro empeño. [Pedro Fuentes es el secretario de relaciones internacionales del PSOL.]
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La propuesta de Chávez MST de Argentina
A mediados de noviembre, en la noche de Caracas, muy arriba, en los salones del Hotel Humbolt, en la cima de El Ávila, al que solo puede accederse a través de teleférico o por caminos de montaña, Chávez anunció a los representantes de partidos políticos que participaban de una cumbre de supuestos “partidos de izquierda”, su voluntad de impulsar la creación de la Quinta Internacional. En El Ávila, la temperatura es al menos diez grados menor que en Caracas, pero no fue eso lo que provocó el rostro congelado de la absoluta mayoría de los participantes del evento, incluidos los organizadores: ministros del gobierno chavista y dirigentes del PSUV.
Como en la tarde calurosa de 2005 en Porto Alegre cuando Chávez volvía a poner a rodar por el mundo la palabra socialismo de manera alternativa al actual sistema, aunque esta vez sumándole un apellido confuso como el de Siglo XXI, ahora le metía un debate a la izquierda mundial sobre la necesidad de crear una organización internacional para “superar al capitalismo por el socialismo”. El marco no era el propicio. Los invitados, en su mayoría, estaban más interesados en hacer negocios con la boliburguesía local o la burocracia estatal “roja rojita”, que hablar de internacionales y menos escuchar los nombres de Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Marx o
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Engels. Rápidamente el representante del PRI mexicano, aliado al PJ argentino en una variante de internacional democratacristiana, interrumpió a Chávez y lo invitó a sumarse a esa organización. Los representantes del PT de Brasil afirmaron que prefieren mantenerse en el marco del Foro de Sao Paulo, una especie de rejunte de socialdemócratas neoliberales. Y los partidos comunistas de América Latina, a excepción del cubano que aun hoy no se ha pronunciado, defendieron su tesis de frentes antiimperialistas ya fracasados a lo largo de décadas. Ellos (los PCs) no pueden tolerar el
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reconocimiento de la Cuarta Internacional, prefieren que se mantenga oculta para no tener que explicar los crímenes contra la revolución mundial cometidos por el estalinismo. Ni los invitados, ni el escenario, lo ayudaron. Chávez insistió en el Congreso del PSUV y puso a consideración de los delegados del Congreso, el debate sobre la Quinta Internacional. Pero tuvo que reconocer que en todo caso avanzaría con quienes estuvieran dispuestos a acompañarlo, aunque fueran pequeños partidos. Y anunció una futura reunión de un comité promotor para Abril de 2010.
La crisis, la nueva etapa mundial y la necesidad del reagrupamiento de los revolucionarios El discurso y la propuesta de Chávez expresan una realidad internacional ya inocultable. La crisis estructural del capitalismo imperialista no tiene vistas de solución. El sistema es cuestionado en su centro mismo, Estados Unidos. Terminó la etapa en que el imperialismo avanzaba con su ideología de fin de la historia. Y el mundo está sacudido por un proceso donde la salida a las atrocidades del sistema y la barbarie consecuente que provocará el imperialismo de mantenerse, es cada vez más claramente el socialismo. Pero justamente lo que hace inconsistente el llamado de Chávez es el auditorio elegido y lo difuso de la propuesta. Esos invitados en su gran parte prefieren mantener el curso de barbarie que provoca la permanencia del sistema del capital. La propuesta tampoco cuenta con un marco que delimite, más allá de recoger la tradición histórica de las internacionales anteriores y de las críticas al stalinismo, la propuesta es confusa al menos como la de socialismo de siglo XXI. Sin embargo expresa la necesidad de reagrupamiento de fuerzas para enfrentar en
mejores condiciones al imperialismo y a los enemigos interiores del pueblo trabajador. En ese sentido es una propuesta a tener en cuenta, a evaluar su evolución, y a entrar de lleno al debate que propone. No es un debate que pueda despacharse con adjetivos calificativos. Es necesario tomar en cuenta la realidad internacional y la necesidad que de ella se desprende. Que la propuesta de Chávez no sea la salida que propugnamos los que sostenemos la actualidad de la IV Internacional y su programa, no significa que debamos despreciar el espacio de debate e inclusive de acciones unitarias que pueda generar. Por eso vamos a participar en las reuniones y eventos donde estos temas se debatan, llevando nuestras propuestas políticas y programáticas. Y en ese sentido, es una obligación de las fuerzas que luchamos por un reagrupamiento internacional de los revolucionarios, buscar tácticas y políticas comunes para participar de este debate. [Publicado en Alternativa Socialista, revista del MST de Argentina, Nº. 513 del 17-12-2009.]
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Pensando en voz alta acerca de la V Internacional Olmedo Beluche
El pasado 20 de noviembre, en el marco del Encuentro Internacional de Partidos de Izquierda, realizado en Caracas, el presidente Hugo Chávez puso sobre el debate una propuesta osada: se requiere crear una V Internacional para luchar por el Socialismo del Siglo XXI. Propuesta que generó entre los presentes y no presentes un revuelo de apoyos y críticas, pero que merece una reflexión cuidadosa de parte de la vanguardia obrera y popular de todos los países. De salida, la propuesta del presidente Chávez tiene el mérito de ponernos a pensar sobre un asunto que había caído en el más profundo subconsciente de la clase trabajadora desde que, a mediados de los años 40 del siglo pasado, José Stalin disolvió la III Internacional o KOMINTERN para convertir al movimiento comunista internacional en simple
instrumento de conveniencia de la política exterior de la Unión Soviética. Desde entonces nadie discutía el asunto abiertamente, salvo las minúsculas y fraccionadas corrientes trotskistas que se esforzaban en sostener la idea de la IV Internacional fundada por León Trotsky, quien procuró salvar los principios revolucionarios que inspiraron al movimiento obrero internacional de la exterminación física de una generación de revolucionarios acosados entre la represión stalinista y fascista que recorría el mundo en la década del 30. El presidente Chávez nos obliga a preguntarnos: ¿Se requiere una V Internacional en este momento? ¿Para qué es una Internacional? ¿Qué debemos entender por una Internacional? Dadas las experiencias pasadas: ¿Qué debe ser y qué no debe ser la V Internacional, en caso de que la primera pregunta sea afirmativa?
Enfrentar la globalización neoliberal, requiere una Internacional Si uno relee el Manifiesto Inaugural de la I Internacional, redactado por Carlos Marx en 1864, encontrará un análisis de la situación vital de la clase obrera europea e inglesa, en la que se demuestra que el período de crecimiento económico capitalista de los años anteriores no se manifestó en una mejora del nivel de vida de los trabajadores, sino todo lo contrario. Análisis que
también es acompañado de una sinopsis de la política de saqueo colonial que practicaban las potencias de entonces y la represión a las organizaciones obreras con posterioridad al fracaso de la Revolución de 1848. Sin duda hoy, casi 150 años después, podríamos hacer un análisis similar (como quedó esbozado en el Compromiso de Caracas aprobado por el encuentro antes mencionado)
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para comprobar que las casi tres décadas de globalización neoliberal, pese a los números positivos en términos de “macroeconomía”, sólo aumentaron la miseria de los trabajadores y pueblos del mundo, el saqueo económico y el recorte de las libertades democráticas. Dada la profundidad de la crisis capitalista actual, no hay perspectiva de mejoramiento de las condiciones de vida para la humanidad bajo el actual sistema económico y social. Por el contrario, está en peligro el futuro de la especie gracias a los subproductos del sistema: la guerra y la destrucción sistemática de la naturaleza. Entonces, haciendo un repaso de las los cambios políticos de esta década, principalmente en América Latina, podríamos casi copiar el texto de aquel Manifiesto Inaugural: “La conquista del poder político ha venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera. Así parece haberlo comprendido ésta, pues en Inglaterra, en Alemania, en Italia y en Francia, se han visto renacer simultáneamente estas aspiraciones y se han hecho esfuerzos simultáneos para reorganizar políticamente el partido de los obreros. La clase obrera posee ya un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber. La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países y que deben incitarles a soste-
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nerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados. Guiados por este pensamiento, los trabajadores de los diferentes países, que se reunieron en un mitin público en Saint Martin's Hall el 28 de septiembre de 1864, han resuelto fundar la Asociación Internacional. Otra convicción ha inspirado también este mitin. Si la emancipación de la clase obrera exige su fraternal unión y colaboración, ¿cómo van a poder cumplir esta gran misión con una política exterior que persigue designios criminales, que pone en juego prejuicios nacionales y dilapida en guerras de piratería la sangre y las riquezas del pueblo? …han enseñado a los trabajadores el deber de iniciarse en los misterios de la política internacional, de vigilar la actividad diplomática de sus gobiernos respectivos, de combatirla, en caso necesario, por todos los medios de que dispongan; y cuando no se pueda impedir, unirse para lanzar una protesta común y reivindicar que las sencillas leyes de la moral y de la justicia, que deben presidir las relaciones entre los individuos, sean las leyes supremas de las relaciones entre las naciones. La lucha por una política exterior de este género forma parte de la lucha general por la emancipación de la clase obrera. ¡Proletarios de todos los países, uníos!”
¿Frente Antiimperialista o Internacional centralizada? Una de las primeras reacciones contrarias a la idea de fundar una V Internacional, fue expresada por boca del representante del Partido Comunista francés y, posteriormente otros PC’s, argumentando que más que una estructura de este tipo, se requiere la creación de un gran Frente Antiimperialista mundial. Un frente de este tipo daría mayor libertad y auto-
nomía organizativa a la vez que propicia acciones en común. Sin decirlo, este resquemor de los Partidos Comunistas parece expresar inconscientemente una aversión a que se repita la experiencia de la III Internacional, manipulada desde su centro político en Moscú, donde emanaban líneas e imposiciones organizativas y políticas que
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había que acatar en nombre del mal llamado “centralismo democrático”. Si este es el móvil real del argumento, merece ser respaldado y asumido en toda su letra, pues uno de los deberes de la presente generación es aprender de los errores del pasado. No se puede estar de acuerdo que se impongan criterios amparándose en un pretendido “centralismo democrático”, cuando la amplia variedad de organizaciones, partidos y tendencias expresan la diversidad real de nuestros países con culturas e historias propias. Después de todo, los procesos sociales y las revoluciones, ni se copian, ni se exportan. Jorge Abelardo Ramos, en su Breve historia de las izquierdas en Argentina, rescata una intervención de Lenin en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista (1921), en que deja entrever sus dudas respecto a que la Internacional siguiera al pie de la letra la experiencia rusa: “Esta resolución es excelente, dijo. Pero casi enteramente rusa, es decir, que ha sido tomada en base al desenvolvimiento ruso. Este es su lado bueno. Y también el malo.
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Es su lado malo porque casi ningún extranjero –es mi convicción, acabo de releerla— la puede leer..; aún si la leen, no la pueden comprender, precisamente porque es demasiado rusa…; si, por excepción se encuentra un extranjero que la comprenda, no la puede aplicar…”. No corresponde aquí hacer un balance histórico de las Internacionales, en especial de la III, balance por lo demás necesario y urgente para la vanguardia obrera del siglo XXI. Pero baste señalar que, en todo caso, debemos seguir el modelo político, organizativo y metodológico de la I Internacional, la que fundara Carlos Marx, que en gran medida funcionó como un gran Frente Obrero, con multiplicidad de grupos y tendencias (marxistas, bakuninistas, etc) sin ambiciones centralizadoras, ni repudiables burocracias, ni imposiciones disciplinarias. En ese sentido, creemos que de adoptarse este criterio concientemente, la V Internacional sería el gran Frente Antiimperialista del que se habla, saldándose esta legítima inquietud.
Una Internacional para luchar por el socialismo, ¿pero cuál? Otro aspecto en debate, expresado desde el otro espectro de la izquierda, el trotskismo, es el problema programático que debería unir tan diversas vertientes bajo la bandera de una misma Internacional: ¿Qué modelo de socialismo se propone? A renglón seguido se cuestiona el modelo político del gobierno bolivariano de Venezuela, el de Evo en Bolivia y el de Correa en Ecuador, señalando: ¿cómo esos partidos de gobierno van a dirigir una Internacional socialista, si dirigen gobiernos burgueses? Cuestionamiento plenamente legítimo, aunque el propio presidente Chávez ha reconocido en la inauguración del Congreso del PSUV que Venezuela no se encuentra aún en su fase socialista. Este problema va ligado a las consideraciones anteriores, pues en una internacional en
que prevalezca la unidad de acción antiimperialista, por encima de cualquier hegemonismo centralista, tampoco habría espacio para dogmatismos doctrinarios. La médula sería un amplio y necesario debate sobre el socialismo, con espacio para la diversidad de opiniones. Debate que sólo el tiempo y la experiencia podrán saldar. La fórmula, también creada por Chávez, “el Socialismo del Siglo XXI”, justamente por ser algebraica, en la que cada quien puede llenar los contenidos según su criterio, tiene de progresiva el que: 1. coloca en la conciencia de las masas la necesidad de luchar por “otro mundo posible”, que es el socialismo; 2. permite una crítica constructiva y necesaria sobre los “socialismos” que realmente existieron; 3. sostiene abierto el debate de qué socialismo quere-
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mos construir y, con ello, la posibilidad de la crítica y autocrítica de los procesos actuales.. Se le puede criticar al “socialismo del Siglo XXI” que lo abarca todo y a la vez no dice nada, pero hay que reconocer que ha permitido superar la crisis ideológica de los años 90 y la falsa creencia de que “el capitalismo venció” y la historia se detuvo en el capitalismo neoliberal. La V Internacional puede convertirse en realidad y jugar un gran papel en la historia
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presente, educando a una nueva generación de revolucionarios compuesta por millones de personas en todo el planeta, siguiendo el simple criterio de una gran unidad en la acción antiimperialista y enfrentando las consecuencias del sistema capitalista para la humanidad y la naturaleza, junto a un amplio debate sobre el socialismo que debemos construir. Corresponde al Presidente Chávez, y al PSUV, sus proponentes, convocarla con amplitud de miras y criterios teniendo el cuidado de no convertirla en correa de transmisión de la política interna de Venezuela, o en mero instrumento de la política internacional de su gobierno. Hay que aprender de las experiencias negativas. Ello permitiría galvanizar la lucha de la humanidad por superar la miseria, la explotación, el saqueo, las guerras que el sistema capitalista esparcen por todo el mundo, a la vez que sistematizar la experiencia política avanzada en estos 20 años de lucha contra la globalización neoliberal, construyendo un instrumento que superaría notablemente el referente que fue el Foro Social Mundial. [Olmedo Beluche, de Alternativa Popular de Panamá.]
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Propuesta para una Quinta Internacional socialista participativa Nosotros, los abajo firmantes, endosamos la idea para convocar a una nueva Internacional y urgimos que su definición incluya la evaluación, mejoramiento e implementación de tantos
temas como sean considerados importantes, necesarios y convenientes por sus constituyentes. A título de sugerencia nos permitimos señalar los siguientes:
1. Una nueva Internacional debe ocuparse estratégicamente, como mínimo, de: · ·
·
· ·
La producción económica, consumo y distribución, incluyendo relaciones entre clases. La atención de la familia, socialización, trabajo de hogar y procreación, incluyendo género, sexualidad y edad. Relaciones culturales entre comunidades, contando con las que abrigan razas, nacionalidades y religiones. La macro política y la micro política, también los proyectos de leyes y reglamentos. Relaciones internacionales, recogiendo los asuntos de solidaridad, intercambio y migración.
·
Ecología, contemplando las relaciones con el medio ambiente y todas las especies que habitan el planeta.
La nueva Internacional debe tratar estos temas sin dar más importancia a unos sobre los otros, dado que (a) todos ellos van a afectar el carácter de una nueva sociedad, (b) si un tema no es considerado, esta omisión puede subvertir los esfuerzos para crear una nueva sociedad, y (c) las comunidades más afectadas por cualquiera de los temas omitidos se alienarían si aquello que los afecta pasa a tener un rango secundario.
2. Nuestra visión para un futuro socialista participativo incluye, como mínimo, los siguientes aspectos: ·
La producción económica, el consumo y la distribución que debe lograr una sociedad sin clases, necesariamente refiere al acceso equitativo para todos a educación de alta calidad, asistencia médica, comida, agua, salud, vivienda, trabajo digno y significativo, así como el aporte de los instrumentos y condiciones para la satisfacción personal.
·
Relaciones de género, de sexo y de familia que no privilegien por edad, preferencia sexual o género a un grupo más que a otros, lo cual incluye la eliminación de todo tipo de opresión de mujeres y la garantía de la atención de niños y ancianos, la asistencia médica, y la sustitución voluntaria del ocio con programas recreativos y formativos, etc.
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Las relaciones culturales y comunitarias entre razas, grupos étnicas, religiones, y otros grupos culturales deben proteger los derechos e identidades de cada comunidad bajo condiciones de respeto mutuo, lo cual incluye la supresión de estructuras racistas, etnocéntricas o cualquier otro tipo de intolerancia, mientras simultáneamente se asegura la prosperidad y los derechos de los pueblos indígenas. Las decisiones políticas, resolución de conflictos y la implementación de programas gubernamentales deben dar “poder al pueblo” sin privilegiar a grupos o sectores, lo que incluye la participación igualitaria y el acceso a la justicia para todos. El intercambio, la comunicación y demás métodos de interacción internacional deben lograr la paz con justicia y la actividad debe abocarse a desmantelar todos los vestigios de colonialismo y de imperialismo, lo cual incluye la cancelación de la deuda de las naciones del Sur con los centros financieros mundiales y la construcción de un nuevo orden normativo internacional que promueva relaciones justas y equitativas entre las naciones. Las políticas ecológicas deben ser sustentables, pero siempre orientadas a cuidar el medio ambiente en concordancia con
nuestras más altas esperanzas de supervivencia para nosotros y para el planeta y su biodiversidad. Esto también incluye los temas de la justicia climática y la innovación energética.
3. Los valores y los principios que guíen las deliberaciones internas de carácter estratégico y programático de la Internacional deben tener los siguientes fundamentos: ·
·
La solidaridad para alinear movimientos y proyectos en todo el mundo en procura de ayuda mutua y beneficio colectivo. La diversidad de opinión en la discusión para impulsar la innovación creativa. Respetar el disenso y reconocer que los puntos de vista de las minorías que en el presente se pueden apreciar como inconvenientes e inaplicables
· ·
también tienen potencialidad para devenir en algo brillante en el futuro. La aplicación de la equidad para encontrar justicia en ingresos y posesiones. La realización del principio de paz con justicia, para crear las condiciones de una justa satisfacción de los intereses de las naciones en el ámbito internacional.
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·
La sustentabilidad ecológica implementada con sabiduría, para lograr la sobrevivencia humana y la interconexión de nuestra especie con la biodiversidad planetaria.
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·
Inspirarse en los conceptos de “democracia”, “poder popular”, “democracia participativa”, y “auto-gestión”.
4. Para que una nueva Internacional sea más que la suma de sus partes y rechace una sola línea política que encapsule todos los puntos de vista en una única matriz, la Internacional debe: ·
·
Incluir y aceptar “corrientes” que sirvan de vehículo para distintos puntos de vista, con el objeto de evitar el sectarismo y, a la vez, ayudar al crecimiento de la organización. Establecer que las corrientes se respeten entre sí, entendiendo que las diferencias entre las políticas de las corrientes son sustantivas (políticas e ideológicas) y no el resultado de otras motivaciones, permitiendo el debate interno como una parte importante del proyecto.
·
·
Dejar que cada corriente se visibilice para engranar con otras corrientes e intentar avanzar hacia nuevas ideas políticas y programáticas. Garantizar que mientras cada corriente acepte los principios básicos de la Internacional y funcione en concordancia con sus normas y métodos, sus posiciones minoritarias tendrán espacio para debatir y, si no logran una mayoría, podrán continuar exponiendo sus puntos de vista para establecer sus méritos o descubrir sus deficiencias.
5. Los miembros de la nueva Internacional serían los partidos políticos, movimientos, organizaciones, o proyectos, en los cuales: ·
·
·
·
Los integrantes, empleados o personal de cada grupo que es miembro de la internacional también tendrán membresía en la Internacional. Los individuos que quieran participar en la Internacional tienen que unirse a un grupo que ya es miembro de la Internacional. Cada partido, movimiento, organización o grupo que es miembro de la internacional tiene derecho a mantener su propia agenda nacional o local para sus actuaciones, la cual sería inviolable. Al mismo tiempo, cada grupo que es miembro será exhortado vigorosamente
·
para que sus normas, prácticas y agenda nacional o local sean consistentes con las de la Internacional, en el sentido de compaginar el principio de solidaridad con autonomía. Sin importar el tamaño de sus miembros, las decisiones de la Internacional no los obliga excepto para la agenda colectiva de la organización. Una buena manera para llegar a decisiones prácticas y ejecutables debe ser a través de discusiones y exploraciones serias, seguidas por encuestas informales entre todos los miembros de la Internacional para ver las tendencias, a par-
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tir de lo cual se podrán mejorar las propuestas y lograr mayor aceptación de las
mismas y, seguidamente, culminar con una votación final de toda la membresía.
6. Por supuesto, programáticamente, lo que la Internacional resuelva será el producto de la voluntad de sus miembros y para su ejecución dependerá de los contextos nacionales y locales de cada miembro. Pero, unos ejemplos podrían ser: ·
·
·
La nueva Internacional podrá hacer un llamado para eventos o días internacionales de disidencia, con el fin de apoyar a sus miembros con campañas de lucha en desarrollo o para apoyar a miembros o grupos de miembros que hacen frente a acciones represivas o para involucrarse en debates y amplias jornadas de entendimiento y conocimiento mutuo. De manera más ambiciosa, la Internacional podría también decidir la masiva participación en campañas sobre la migración internacional, contra la guerra, la reducción mundial de la jornada de trabajo o para evitar una catástrofe climática, entre otras cosas. La Internacional podría preparar materiales para educar, realizar actividades de calle, hacer boicots, apoyar esfuerzos locales, etc. Los miembros decidirán cómo relacionarse nacional o localmente con el programa general de la Internacional, pero necesariamente siempre habrá un importante impulso colectivo para que cada grupo miembro participe y contribuya lo mejor que pueda, en las campañas y proyectos de la organización. Una razón de principios para una Internacional es ayudar a organizaciones, movimientos y proyectos en todo el mundo para evitar la soledad de los temas únicos. Hay que propender a sacarlos del aislamiento y unirlos con un proceso más grande que involucre diversos ejes, mediante acuerdos que permitan mantener la unidad y compartir la implementación de los esfuerzos.
Algunos de los firmantes de esta propuesta: Ezequiel Adamovsky, Michael Albert, Ronnie Almonte, Gordon Asher, Jessica Azulay, Omar Barghouti, Michel Bauwens ,C.R. Bijoy ,Bulent Bilmez ,Aura Bogado ,Carl Boggs ,Peter Bohmer ,Patrick Bond ,Shannon Brincat ,George Burchett ,Leslie Cagan ,Daniel Chavez ,Noam Chomsky ,Tony Christini ,David Cromwell ,John Cronan , Steve D'arcy ,Ben Dangl ,Marcus Denton ,Xavier Dias ,Chris Dixon ,Cliff Durand ,Steve Early ,David Edwards , Eric Eingold ,Hester Eisenstein ,Jill Soffiyah Elijah ,Joe Emersberger ,Laurel Evans ,Mark Evans ,Ann Ferguson ,Bill Fletcher jr. ,Richard Franke ,Jerry Fresia,Zeynep Gambetti ,Heather Gautney ,Susan George ,Justin George ,Neve Gordon ,Bruno Gulli ,Richard Greeman, Peter Hall—Jones ,Shabnam Hashmi ,Howie Hawkins ,Edward Herman ,Marcus Hill, Francois Houtart ,Caragh Iles ,John Kane ,Dimitri Konstantinou ,Pat Korte ,Saul Landau ,Meaghan Loughley ,Michael Lowy ,D. Maheshvarananda ,Mandisi Majavu ,Dave Markland ,Yotam Marom ,Rob Marshall ,Raoul Martinez ,Michael McGehee ,Francine Mestrum ,Trevor Ngwane ,Ilan Pappe ,Cynthia Peters ,Francis Fox Piven ,Justin Podur ,Milan Rai ,Badri Raina ,Nikos Raptis ,Marla Renn ,A. Daniel Roth ,Matt Rothschild ,Anders Sandstrom ,Lydia Sargent ,Ali K. Saysel ,Teodor Shanin ,Devinder Sharma ,Vandana Shiva ,Keith Harmon Snow ,Alfred Sola ,Chris Spannos ,Paul Street ,Nicholas Stylopoulos ,James Suggett , Michael Tanzer ,Doug Tarnopol ,Fernando Vegas ,Marie Trigona ,Andre Vltchek ,Gregory Wilpert
http://ruby.zcommunications.org/newinternational.htm
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Por la Quinta Internacional Corriente Marxista Internacional
El llamamiento del presidente Chávez a organizar una nueva internacional revolucionaria, la Quinta Internacional, ha provocado discusión apasionada en las filas del movimiento obrero en América Latina y en todo el mundo. Los marxistas no podemos mantenernos indiferentes ante esta cuestión. ¿Qué actitud debemos tomar? La primera pregunta que debemos responder es: ¿necesitamos una Internacional? El marxismo es internacionalista o no es nada. Ya en los orígenes de nuestro movimiento, en las páginas del Manifiesto Comunista, Marx y Engels escribieron: “los trabajadores no tienen patria”. El internacionalismo de Marx y Engels no era un capricho, ni el resultado de consideraciones
sentimentales, sino que se derivaba del hecho de que el capitalismo se desarrolla como un sistema mundial –de las diferentes economías y mercados nacionales surge una sola unidad, indivisible e interdependiente– el mercado mundial. Hoy en día, ésta predicción de los fundadores del marxismo ha sido demostrada de manera brillante, se podría decir que en condiciones de laboratorio. La dominación aplastante del mercado mundial es el factor más decisivo de nuestra época. Ningún país, por grande y poderoso que sea –ni los EEUU, ni China, ni Rusia–, puede mantenerse al margen de la poderosa atracción del mercado mundial. De hecho, esto fue uno de los motivos de la caída de la URSS. […]
¿Qué actitud debemos adoptar los marxistas? ¿Cuál debe ser la postura de los marxistas? Como marxistas estamos incondicionalmente a favor del establecimiento de una organización internacional de masas de la clase obrera. Actualmente no existe ninguna Internacional de masas cómo tal. Lo que fue la Cuarta Internacional fue destruida por los errores de sus dirigentes después del asesinato de Trotsky y, en la práctica, sólo vive en las ideas, métodos y programa que defiende la CMI. La Corriente Marxista Internacional defiende las ideas del marxismo en las organizaciones de masas de la clase obrera en todos los países. Es precisamente dentro de estas organizaciones donde hay que promover la discusión sobre la Quinta Internacional de manera urgente. Es demasiado pronto para saber si el llamamiento a una Quinta Internacional llevará en la práctica a la formación de una auténtica Interna-
cional. Eso depende de muchos factores. Sin embargo, lo que sí está claro es que el hecho de que este llamamiento venga de Venezuela y del presidente Chávez significa que va a encontrar un eco entre muchos jóvenes y trabajadores, empezando en América Latina. Este llamamiento va a generar muchas preguntas en las mentes de los trabajadores y la juventud sobre el programa que debería tener la Internacional, y sobre la historia de las anteriores Internacionales, los motivos de su auge y su posterior caída. En este debate los marxistas tenemos el deber de participar activamente. La CMI, que ya se ha ganado un reconocimiento por su papel a la hora de organizar la solidaridad con la revolución venezolana y analizarla desde un punto de vista marxista, debe tomar partido. Y así lo hemos hecho. En la reunión del Comité Ejecutivo Inter-
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nacional de la primera semana de marzo, con la presencia de más de 40 camaradas representando a 20 países de Asia, Europa y América (incluyendo Canadá y los EEUU), la CMI votó por unanimidad participar en la construcción de la Quinta Internacional. Declaramos abiertamente nuestro apoyo a la formación de una internacional revolucionaria de
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masas, y vamos a hacer propuestas concretas sobre cuáles creemos que deberían ser el programa y las ideas de la nueva Internacional. No queremos imponer nuestros puntos de vista a nadie. La Internacional y sus componentes elaborarán sus posiciones políticas a través del debate democrático y también sobre la base de la experiencia común de lucha.
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La Declaración de Caracas y la Vª Internacional Guillermo Almeyra
La reunión en Caracas de los partidos de izquierda (muchos de los cuales, como el PRI mexicano o el PC chino, no lo son) terminó con una declaración que convoca a una absolutamente necesaria y urgente acción común contra los planes del imperialismo ante la cual ningún antiimperialista puede quedar sin responder. En la misma reunión, Hugo Chávez, llamó a formar la Vª Internacional, cosa que, en cambio, debería ser considerada con cautela para no quemar etapas por apresuramiento dañando incluso la construcción de un amplio frente antiimperialista y antibélico y crear trabas a la creación, sin duda necesaria, de un organismo político unificador socialista que hoy todavía no aparece en el horizonte político. Conviene al respecto observar la experiencia histórica. Cuando Hugo Chávez fundó el Partido Socialista Unificado de Venezuela, éste surgió de su decisión –lo cual no es incorrecto— pero no se basó en una discusión amplia de un programa y de unos estatutos antes de concretar las estructuras partidarias y de elegir la dirección. El Partido Unificado no surgió, pues, de la unificación de los partidos que apoyaban el proceso revolucionario, y sus ideas socialistas no nacieron de una definición previa de qué se entiende por socialismo, sobre qué no fue socialismo en el pasado reciente, sobre cómo se conjugan socialismo y democracia, de qué relaciones habrá entre el partido y el aparato estatal revolucionario, ni de cómo asegurar una amplia democracia interna que permita evitar el peligro de burocratización del partido recién fundado mediante una resolución presidencial.
La breve historia, hasta ahora, del PSUV, desgraciadamente confirmó las opiniones de los críticos de izquierda que dijeron que su formación debía ser el resultado, en vez del comienzo, de un proceso de elaboración de ideas y que el partido no podía depender del Estado, independientemente de que a la cabeza de éste el presidente –y su fundador— fuese un militante abierto y revolucionario. Por eso en el PSUV conviven actualmente tendencias ideológicas contrapuestas y hay fuerzas oportunistas y burocratizantes, enemigas de la democracia interna, que chocan todos los días con los sectores democráticos y revolucionarios, que trabajan para la autoorganización de los trabajadores y hasta para la autogestión. El partido no ha podido definir su programa socialista y sus objetivos, más allá de algunas consignas antiimperialistas generales, ni tiene claros cuáles son los objetivos en la actual situación nacional e internacional que vive la revolución venezolana. […] La indispensable y amplia discusión sobre cuál debería ser el programa de una Vª Internacional socialista, precisamente, mostraría en cambio si existen las condiciones para no forzar la fase de unidad antiimperialista con el programa contenido en la declaración de Caracas de los partidos de izquierda y, al mismo tiempo, para elevar el nivel político de partidos muy heterogéneos y de sus bases en sus respectivos países, de modo que la Vª Internacional propuesta tuviese un apoyo y una fuerza real y no se rompiese en la primera coyuntura complicada. Un período de
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acción común en una organización permanente de Frente Antiimperialista amplio y democrático podría favorecer la discusión y la elaboración programática y seleccionar los cuadros. Por último, aunque una Internacional Socialista, por supuesto, puede estar formada por partidos que están en sus respectivos gobiernos, no puede sin embargo depender de ninguno de ellos sin correr el riesgo de morir asfixiada por las necesidades políticas y los virajes de los mismos. La Internacional y los partidos deben, por el contrario, garantizar con su independencia y con su crítica que los gobiernos que apoyan mantengan una línea democrática y revolucionaria, en la vía de la construcción del socialismo. Obviamente, aún es muy temprano para una definición clara ante una propuesta que debe ser todavía concretada. Si la Vª Internacional propuesta naciese como un Frente Mundial Antiim-
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perialista y el adjetivo “socialista” marcase solamente una caracterización teórica, todos los revolucionarios tendrían la obligación de incorporarse a la nueva organización mundial. Si pretendiese, por el contrario, encuadrar desde arriba, desde los Estados, los movimientos sociales antiimperialistas y anticapitalistas, el apoyo, en cambio, debería ser puntual, a tal o cual posición o llamado. Es de esperar, por consiguiente, que el proceso de construcción de la tan indispensable Vª Internacional no coloque la carreta delante de los bueyes, ni quiera apresurar, por voluntarismo, el tiempo de maduración de las conciencias en la lucha por el socialismo [Guillermo Almeyra es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso www.sinpermiso.info]