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Tenemos derecho a la violencia

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Amigo Hombre

Amigo Hombre

6 # N Ó L L E B A P

ST |AGOSTO 2021 AMIGOAMIGO HOMBRE:HOMBRE:

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GABRIELA LEDEZMA

Estimado hombre, no perpetúes algo existente solo por tu causa. Te pido que sientas empatía y no uses a ninguna mujer como mercancía, piensa en la inseguridad con que vivimos, alguna mujer que amas podría acabar en ese infierno. Si guiado por la tentación, de pronto te hayas en la habitación de un hotel y observas temor, no te vayas con el pensamiento de que ella te debe algo. Ninguna mujer te debe nada en esta tierra y piensa que hay una familia llorando su ausencia ante un lugar vacío en la mesa. No incentives a que a una niña se le pinte la boca y se le pongan tacones grandes para tu goce, mientras ella soporta el despojo de su dignidad e infancia. Ninguna mujer debe ser usada como objeto para satisfacer tu placer por unos instantes y que ella continúe en una vida de dolor, obligada por otras mujeres que al haber experimentado lo mismo han perdido su empatía, por ello no son capaces de terminar con esa industria clandestina que tú tanto disfrutas. Aprende a llenar tus vacíos sin necesidad de acudir a puertas falsas, el alcohol ni el sexo te ayudarán de manera permanente a resolverlos. Únicamente estarás inmortalizando la trata sexual siendo un cliente frecuente a quien le gusta adquirir el servicio sin importar los sentimientos o el valor de un ser humano. Hoy quiero pedirte que no seas cómplice de que a alguien se le arrebate su dignidad, solo porque buscas llenar tus vacíos de manera genital.

Tenemos derecho a la violencia

L U I S A L B E R T O C A R M O N A S Á N C H E Z U N I V E R S I D A D N A C I O N A L D E C O L O M B I A Una anécdota de guerra cuenta que un mercader romano se vio presionado por soldados germanos a tener que entregarles el oro que poseía. Ante la negativa del mercader, los soldados resolvieron ocupar su casa mientras éste cedía ante la petición hecha.

Con estrategia, el mercader junto a su hijo, planeó cómo liberarse de los soldados: les dijo que el oro pretendido se había ocultado en una isla del Tíber; que su hijo los conduciría en embarcación y allí revelaría el lugar exacto.

Teniendo que atravesar el río, y llegados al punto, el hijo del mercader botó los remos, saltó al agua y nadó hasta la orilla emprendiendo la huida. Los soldados, por su parte, fueron a dar al fondo del río.

De este hecho, ¿puede decirse que el mercader y su hijo cometieron asesinato? Y por lo tanto, ¿debieron pagar una pena que los privara de la libertad, incluso de la vida, por el acto cometido? O quizás, ¿la muerte de los soldados cuenta como consecuencia natural por los hechos perpetrados contra la población y la familia del mercader? Esta discusión, con matiz de dilema, exige tomar partido: denuncio la violencia de los soldados. Cuatro hechos propios de nuestra realidad latinoamericana aportan a la discusión en este sentido entre el mercader y los soldados. En el año 2013 en Brasil, se registraron protestas en diferentes estados contra el aumento de la tarifa del transporte, los diarios denunciaron el actuar delictivo y violento de los “vándalos” que protestaban. El gobierno de Macri en Argentina en el año 2017, logró meter en la agenda del Congreso la discusión del proyecto de reforma de las pensiones. Los diarios de inmediato alertaron sobre los disturbios vandálicos de los protestantes, lo que decían contrastaba con la contención pacífica por parte de la policía.

En el 2020, México aporta al vandalismo latinoamericano, tras la violencia desaforada por parte de quienes reclamaban por la muerte del joven Giovanni López, quien se encontraba bajo custodia policial. Más recientemente, en el 2021 en Colombia, los diarios fueron la voz transparente de los hechos: vandalismo, violencia, destrucción de bienes públicos, agresión a las fuerzas policiales, saqueos, violencia, protesta y vandalismo. Y otro más, el asesinato del afroamericano George Floyd en la patria de la tolerancia democrática a manos de policías, desencadenó manifestaciones violentas. Queda claro que el asunto en cuestión no son los medios impresos, digitales, radiales o televisivos; pues a ellos hay que entenderlos con la máxima de Bernard Shaw: “Todo déspota debe tener un súbdito leal que lo conserve cuerdo” .

Un mínimo de consenso entre lectores desprevenidos, basados en la opinión, y solo en ella, acentuaría el rechazo a toda forma de violencia: física, psicológica, verbal, sexual, y cuantas más denuncie el agraviado que la padezca. Así las cosas, el vandalismo señalado en estos países ha de ser condenable. Sin embargo, note el lector que he apelado a la opinión como criterio de acuerdo porque, como lo advertía Platón, es un falso juicio que solo toma lo aparente de la realidad para emitir su doxa. Con algo de entendimiento más detenido, puede darse una vuelta de tuerca sobre lo condenable del vandalismo anterior y evidenciar que hay formas de violencia de mayor arraigo y peligro para el individuo y la sociedad; sobre estas, es que me propongo llamar la atención para su denuncia. El meollo es cuando la población protesta con o sin actos vandálicos, amedrenta a las fuerzas policiales o saquea almacenes, pinta una pared pública o destruye un bien material privado, no está dando inicio a actos violentos, no son personas violentas, tan solo responden a la violencia que se les ha impuesto institucionalmente por parte de los gobiernos, con el supuesto del “uso legítimo de la fuerza” .

ST |AGOSTO 2021 Cuando los ciudadanos protestan lo hacen como respuesta necesaria a la violencia que los monopolios económicos privados, en arreglo con los gobiernos, imponen a la población caracterizada por sus bajos recursos económicos, defectuosa formación académica, segregados de las decisiones políticas y quienes han de morir a las puertas del hospital que niega su atenciónLos ciudadanos no inician la violencia en las calles, tan solo responden a la que les ha impuesto su gobierno y los sectores económicos particulares. La diferencia radica en que, alterar el orden, estabilidad y quietud del gobierno benefactor del sector económico privado, es a lo que este llama, inconfundiblemente, “violencia” . La paz para ellos es su victoria por la derrota del otro, y violencia son los actos que combaten esa “victoria” . O acaso, cómo llamar sino violencia a la realidad de las cerca de 25.000 personas que mueren en el mundo cada día a raíz del hambre o sus efectos, como lo documenta Martín Caparrós en su investigación El hambre; violencia al hecho que las personas naturales “controlen” más riqueza que los gobiernos, lo que imposibilita cada vez más la respuesta de estos para “enfrentar” la desigualdad de las riquezas, según demuestra Oxfam; cómo llamar sino violencia los desahucios de millones de familias en Portugal, Grecia, España por la usura de un mercader como Shylock llamado bancos; violencia la desaparición forzada y asesinatos de jóvenes campesinos por parte de fuerzas militares (falsos positivos en Colombia) o de estudiantes en México. ¿Llamamos a esto violencia? ¿O solo a los actos de los “vándalos” que registran los diarios? A mi modo de ver, esta es la violencia que hay que denunciar, la de la exclusión de la escuela, el hambre, la explotación laboral y de recursos naturales, la privatización del agua y un largo etc., etc., violento. Quizás estos condenados (violentos) de la tierra solo muestren con “su vandalismo” que tenemos derecho a la violencia que combata a la inhumana “paz” de los dominantes. Así, Franz Fanon sigue siendo una voz extendida: “la violencia de los argelinos es el hombre mismo reintegrándose” . El mercader y su hijo, por lo tanto, quedan absueltos.

DdeDíaz

Mamá,Mamá, quieroquiero estarestar segurasegura

P O R M A P I D Í A Z

Toda mi vida he vivido en la misma ciudad, he viajado a diferentes países y conocido distintas culturas. Nunca me siento segura. Tengo este juego extraño de imaginar escenarios caóticos. ¿Qué pasaría si en el antro en el que estás comienza un tiroteo? ¿Qué harías si llega un narco al restaurante en donde estás comiendo? ¿Y si, al ir a tu casa, un grupo de hombres te sigue? ¿Cómo te defenderías con una llave, y si no tienes llaves, si solo tienes una pluma, cómo la usarías?

¿Qué hacer?

¿cómo defenderse?

Supongo que soy tan insegura porque desde pequeña estuve cerca de un hombre violento, aquel que no temía golpear las paredes o a su esposa e hijos. Desgraciadamente, mi caso no es el único, ya que según el INEGI en México, más del 70% de la población sufre o ha sufrido de violencia intrafamiliar, en donde los padres, tíos o abuelos son los agresores principales.

Mi segundo contacto con la violencia fue cuando intentaron comprar a mi hermana. Ella tenía 5 años, estaba con mis abuelos en el centro de Puebla, cuando una señora se acercó a mi abuela y le dijo “cuánto por la niña, está muy chula” . Al parecer es algo común en México, ya que a mi nana la vendieron a un hombre cuando tenía 16 años;se casó con él y antes de que cumpliera 20 ya tenía 5 hijos. Siempre que me cuenta esa historia, me llena de coraje y hasta la fecha no entiendo por qué lo hacen. Me da miedo. Solo en el 2020 se registraron 620 víctimas de trata de personas. Temo salir a la calle y terminar en una bolsa de plástico. El tercer golpe, un ex novio celoso, me prohibía cosas y me agredía emocionalmente. Podría dar una estadística de casos como este, pero la cifra mentiría porque cada vez hay más mujeres (en algunos casos hombres) que están en relaciones peligrosas y temen hablarlo, ya sea por pena o porque creen que es amor. Estar en una relación así es tener neblina a tu alrededor. Por miedo de no ver más allá, te aferras a lo que está más cerca de ti. Hasta que llega un faro de luz y sin importar que tan destrozad@ estás, te guía para mostrarte el mejor paisaje.

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