TRADUCCION NO OFICIAL ETC Análisis Fecha: 23-10-2015 Autor: Lars Palmgren
En camino hacia la derecha Al mismo tiempo que Cuba y EEUU establecen relaciones diplomáticas y Barack Obama y Raúl castro se dan la mano, la ola de izquierda latinoamericana, según muchos, está en crisis y comienza a menguar. ¿Está quizás relacionado? La respuesta depende un poco de lo que entendemos por izquierda. Ante las elecciones presidenciales en Argentina el domingo, por ejemplo, es difícil ver una crisis de izquierda. Y si Cristina Fernández de Kirchner pudiera presentarse por tercera vez, ella, según las encuestas, ganaría fácilmente. Pero por otro lado ...¿es Cristina Fernández de Kirchner de izquierda? ¿Y Michelle Bachelet en Chile y Dilma Rouseff en Brasil, son de izquierda? Ciertamente pertenecen a partidos de izquierda pero sus gobiernos están basados en amplias coaliciones con partidos que tiran hacia la derecha. Y el Presidente Tabaré Vázquez en Uruguay - ¿no está él en realidad un paso más a la derecha comparado con su antecesor Pepe Mujica y por lo tanto es una confirmación de la crisis? En realidad ni Tabaré Vásquez ni ninguna de sus colegas femeninas tienen muchas ganas de definirse como de izquierda, sino que prefieren el concepto de progresivo. Pertenecen a los políticos de izquierda un poco cautelosos que rehúyen de lo que llaman inflación ideológica. Y en vez de sincronizarse con la ola izquierdista continental, prefieren mantenerse en la específica de su propio país.
Tan argentino como el tango El peronismo es tan argentino como un tango; "la nueva mayoría", una ampliación de la UP que está detrás de Michelle Bachelet es tan chileno, o casi, como Violeta Parra; El Frente Amplio, con su floreciente democracia interna, solo existe en Uruguay el PT, el partido de los trabajadores en Brasil, tiene su propia historia. Pero a la mayoría que habla de una ola de izquierda en Latinoamérica no le importa esto mucho, sino piensan más en los países que no solo se describen como de izquierda sino que también, con orgullo y énfasis sostienen que están realizando revoluciones con el propósito de construir el socialismo. Aquí está "la revolución bolivariana" en Venezuela iniciada por Hugo Chávez y ahora dirigida por Nicolás Maduro, "la revolución solidaria, cristiana y socialista" en Nicaragua bajo la dirección de Daniel Ortega y "la revolución ciudadana" en Ecuador con Rafael Correa a la cabeza y "la revolución cultural y democrática" de Evo Morales en Bolivia. Un grupo heterogéneo de países y líderes cuyas diferentes versiones se unen en una historia formulada hace más de diez años atrás por dos hombres hoy día ausentes: Hugo Chávez y Fidel Castro.
La joya neoliberal de la corona Se echo a andar en conexión con la Cuarta Cumbre Panamericana en el balneario Mar del Plata en Argentina en octubre del 2005. La idea era que allí se firmase un acuerdo de libre comercio panamericano, una especie de joya neoliberal en la corona, propuesto once años antes por Bill Clinton. Pero no se firmó ningún acuerdo. Hugo Chávez en contacto telefónico con Fidel Castro no invitado, inspiró a masivas manifestaciones con activistas de todo el continente que habían viajado allí para detener los planes. En lugar de ser la cuna del acuerdo de libre comercio más grande del mundo, Mar del Plata se convirtió en el lugar de una devastadora derrota para EEUU y sus aliados al mismo tiempo el lugar de una excepcional victoria para la ola de izquierda, o por lo menos la historia de la misma, comenzó a desplegarse por todo el continente.
Ya antes de la reunión en mar del Plata Hugo Chávez y Fidel Castro habían sentado las bases de ALBA - una especie de acuerdo comercial cuyo propósito era compensar la asimetría entre los países. En vez de competencia, la solidaridad sería la fuerza impulsora del comercio. Un contraste casi vertiginoso con las tesis del neoliberalismo -una propuesta atractiva y original respaldada por los recursos petroleros de Venezuela. ALBA se convirtió en el eje en torno al cual se movieron las nuevas revoluciones. Constantemente impulsadas por la magia verbal de Hugo Chávez -eco del apogeo de Fidel Castro -que hasta pudo colorear el viejo y aburrido capitalismo de estado basado en el petróleo venezolano de color rojo. Porque hablar del socialismo lamentablemente todavía es más palabras que realidad, no solo en Venezuela sino también en Nicaragua, Bolivia y Ecuador.
"Un estilo de liderazgo autoritario" Y hoy día pareciera que además el eje revolucionario se ha corroído nuevamente. La caída del precio del petróleo es una de las causas. Otra es que ALBA, ya desde su fundación, ha funcionado más como un plan de salvación para Cuba que como un proyecto solidario de comercio en general. Fue ALBA, o mejor dicho Venezuela y Hugo Chávez los que salvaron a Cuba económicamente al mismo tiempo que hizo que Fidel Castro nuevamente pudiera entrar al escenario político latinoamericano como una especie de abuelo. Hoy día cuando Hugo Chávez está muerto y Fidel Castro senil es un poco trágico observar que los nuevos líderes revolucionarios, aprendieron sobre todo un estilo de liderazgo autoritario -ser caudillo, absolutismo ilustrado, a ceder nunca- a ser el más guapo, el más duro de todos. Que todos ellos- Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega y Nicolás Maduro - traten todo el tiempo de cambiar la constitución para poder ser reelegidos todas las veces que quieran motivado en sí porque sus misiones históricas exigen más de uno, dos o tres periodos presidenciales. Pero que ninguno de ellos participe en debates cuando hay elecciones, por ejemplo, y que expliquen más concretamente cual es su misión histórica, ya no se ve como una fuerza sino más bien como una debilidad.
Perturba todo el plan de juego Mientras Hugo Chávez vivía y Fidel Castro estaba en su esencia, siempre se podía culpar al imperio. Pero ahora cuando Raúl Castro habla de que los problemas de la revolución cubana tienen que ver con los cubanos mismos, no solo con el bloqueo de EEUU, y cuando Cuba y EEUU restablecen las relaciones diplomáticas, entonces se perturba todo el plan de juego. Pero quizás es justamente eso, un plan de juegos distorsionado lo que la izquierda latinoamericana necesita. Una crisis es también una posibilidad. Y cuando la tarea ya no es defender a Cuba contra el imperio, entonces se abren también posibilidades de liberarse de la historia sobre sí mismos y en su lugar abrazar las experiencias únicas que la revolución cubana ofrece. Aprender de sus errores en vez de repetirlos.