Consulta popular

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DE LUZ Y SOMBRAS (O) TANIA TINOCO @TINOCOTANIA || TTINOCOM@GMAIL.COM

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¿Hacia una consulta popular?

E

spaña llora a las víctimas de su última tragedia en Barcelona y los ecuatorianos, sin dejar de rechazar el terrorismo, nos seguimos enfureciendo en cambio con nuestra propia tragedia, consecuencia del vendaval de corrupción que corre como aguas putrefactas cayendo en alcantarillas recién destapadas. No alcanzamos a digerir la trama delictiva, llena de mentiras y millones, porque resulta imposible entenderlo todo, cuando los escándalos de corrupción tienen ramificaciones que se cruzan y se descruzan. Impacta, sorprende, apena, asquea, contemplar el desmoronamiento de proyectos políticos y la caída de líderes y personajes que simplemente tenían pies de barro y bolsillos gigantes. En la seudonovela de vergüenza que vivimos por capítulos, ya parece lo mismo una peculiar devolución de 2 millones y medio de dólares por parte de una empresa telefónica, que 14 millones entregados por Odebrecht a un famoso tío, o 1.500 millones que se habrían botado en la fallida refinería del Pacífico. Un millón más, un millón menos; 100 millones más, 100 millones menos, parecería que darían lo mismo en esta década pasada en la que Fernando Villavicencio calcula una pérdida total para el Ecuador de 23.000 millones de dólares solo en el sector

LA PROPUESTA

Una consulta popular es la respuesta. No es idea mía, obviamente. Solo coincido y recojo el eco de esas voces que están proponiéndola como una salida, que nos permita saltar del atolladero, acelerar el paso, corrigiendo errores y distorsiones que han pasado tan alta factura.

petrolero. Lo que me pasa a mí, y seguramente a muchos de ustedes, es que hemos perdido la capacidad de asombro con tantas cifras de la corrupción. Solo que no podemos seguir detenidos y entretenidos con esta serie real de asalto vergonzoso al país. No es posible mantener la situación política sometida a un escándalo tras otro. ¿Cómo avanzamos entonces hacia la verdad y la justicia con autoridades de control gravemente presionadas, a veces con reacciones incomprensibles, otras con decisiones polémicas? ¿Y cómo dejamos de atender la urgencia de enfocarnos y hallar un programa económico que nos permita salir del atolladero? Una consulta popular es la respuesta. No es idea mía, obviamente. Solo coincido y recojo el eco de esas voces que están proponiéndola como una salida que nos permita saltar del atolladero, acelerar el paso, corrigiendo errores y distorsiones que han pasado tan alta factura. Escuché decir que una consulta popular costaría 100 millones de dólares. Es mucho dinero, sí, más aún en tiempos de austeridad, ¿pero qué significa ese monto en el vertedero infame de la coima institucionalizada, que venimos descubriendo?

Así como la dolarización fue una tabla de salvación en su momento, ahora puede serlo una consulta popular que permita, entre otras cosas, acabar con ese cuarto poder (que se nos vendió como de Participación Ciudadana) que eligió y reeligió al contralor, fiscal, ministros, jueces y más, ahora directamente señalados en la trama de la corrupción. Al devolver esa facultad a la Asamblea, los candidatos a las dignidades de control pueden estar sometidos al escrutinio ciudadano, al exponerse públicamente sus perfiles. Una consulta popular puede cambiar además las estructuras del país que se nos prometió como nuevo, refundado, renacido y que nunca fue tal y donde fracasó estrepitosamente un modelo político y económico sostenido por un boom petrolero desperdiciado y una oprobiosa propaganda. Después de leer los periódicos, ver los noticieros y revisar las redes sociales parece que me desespero con lo que ocurre en el Ecuador, pero una frase del gran Víctor Hugo me devuelve el optimismo y la esperanza: “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”. Confiemos en la oportunidad, confiemos en el futuro.


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