Columnista (I)
12 | Febrero | 2017 Edición 1176
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DE LUZ Y SOMBRAS (O) TANIA TINOCO @TINOCOTANIA
TWITER
Retirarse en paz
E
n algún momento creí, sin pensarlo demasiado, que el presidente Correa estaba listo para una retirada en paz. Que se había calzado una estrategia utilitaria para el futuro en la que armaría una figura cálida y gentil, que empezara a extrañarse aun antes de dejar el cargo; una figura acaso evocadora de ese Rafael Correa que nos conmovió más de una década atrás cuando nos hizo soñar a muchos en una gran transformación del Ecuador, a través de un gobierno de manos limpias y corazones ardientes. Creí que era posible que bajara los escalones del poder con la dignidad de quien, aun sin haber alcanzado sus promesas, se sentía seguro de haber cumplido con esos tres millones y medio de ecuatorianos que le dieron su respaldo en las urnas la primera vez, cuando le ganó en una segunda vuelta a Álvaro Noboa Pontón. Lejos de mis creencias, y seguramente de las de muchos, pareciera que justamente paz es lo que no tiene a la hora de decir adiós. Su participación tuitera en el debate del pasado domingo en El Comercio de Quito es un prueba inequívoca del mal que padece el presidente Correa. Con bromas de mal gusto para los
LA ACTITUD
✒Recientes
apariciones públicas del presidente muestran falta de serenidad. Riéndose “a mandíbula batiente” de la propuesta de un candidato; cuestiona el carisma de otro e insulta si le ponen el dedo en la llaga de la corrupción.
presidenciables; calificativos impropios para un jefe de Estado; intentos de denigrar a un candidato joven, al enviarle la foto de su perro, ¡al que lo delegaba a debatir con él! Casi parecía que el presidente de la República tenía un estrado invisible pero con voz propia en las instalaciones del diario. ¿Eso es lo que se espera de un jefe de Estado a punto de cerrar las puertas de su mandato? Sus recientes participaciones públicas son una muestra de su estado en el que, es evidente, le falta serenidad. Riéndose “a mandíbula batiente” de la propuesta central de un candidato; cuestionando el carisma de otro y tornándose indignado e insultador cuando le ponen el dedo en la llaga (la llaga de la corrupción, en la que ha tenido que admitir la participación de exfuncionarios e incluso de colaboradores actuales). Sin mantener su altura de jefe de Estado, se puso los guantes de pugilista para convertir a la red social Twitter en un ring para intercambiar golpes con Carlos Pareja Yannuzzelli. Un peculiar boxeo que abrió una peligrosa puerta de exhibición de correspondencia privada, donde, a decir de los abogados, se admiten acciones irregulares en el manejo petrolero. Talvez algunos comprendan la situación del presidente. Seguramente su círculo íntimo lo justifica al conocer la presión
a la que está sometido, entre otras cosas por el avance del escándalo de corrupción de Odebrecht. En Perú, el fiscal pide prisión para el expresidente Alejandro Toledo, tras embargarle su casa. En Colombia, un diputado está preso; un excandidato presidencial es investigado y hasta el propio Juan Manuel Santos fue salpicado por el supuesto ingreso de un millón de dólares a su campaña de reelección presidencial proveniente de Odebrecht. “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”, dicen nuestros mayores. Más pronto que tarde sabremos de la lista en Ecuador, aunque haya quienes se esfuercen por retrasar su difusión. Talvez sea esto o más lo que mantiene casi sin dormir al presidente Correa (y esa es una imaginación mía), al sentir y acaso espantarse con el fantasma de la corrupción acechando a su gobierno en la hora final. Nadie puede detener la cuenta regresiva. En una semana habrá seguramente dos presidenciables listos para asumir el gobierno. Y aunque no hubiera segunda vuelta, que lo dudo, Rafael Correa será el presidente saliente, con los días contados para dejar el poder. Me pregunto si aún le será posible una retirada en paz.