Cuatro noches, tres días Tania Tinoco

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Columnista (I)

26 | Febrero | 2017 Edición 1178

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DE LUZ Y SOMBRAS (O) TANIA TINOCO @TINOCOTANIA

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Cuatro noches, tres días

F

ue lo que duró la plantonera en las afueras del Consejo Nacional Electoral. El acto era masivo en Quito y se replicaba en Guayaquil, aunque con menor participación de indignados. También salieron a protestar en Cuenca, Machala, Loja e incluso en poblaciones más pequeñas como Chimbo. No eran manifestaciones a favor del finalista Guillermo Lasso, aunque muchos de los que estaban allí habían votado por él. Eran en verdad el reflejo del hartazgo de un gobierno saliente del que se sospechaba hacía trampas para intentar retener el poder.Las dudas empezaron con el padrón electoral, con numerosos casos de fallecidos figurando como votantes hábiles. Luego aparecieron cientos de nombres de extranjeros residentes en Ecuador que no habían cumplido el mínimo de cinco años y sin expresar su decisión de participar en los comicios (sé de esto por estar casada casi 25 años con un extranjero que se puso muy feliz cuando la Constitución de Montecristi le dio acceso al voto, con la condición de acercarse a una mesa del tribunal electoral e inscribirse como votante). Se sumaron las suspicacias por el número tan alto de electores hábiles, ¡más de 12’600.000 ecuatorianos! Lo que pasó el día mismo de

las elecciones no me pareció fuera de lo común. Fue la noche la que trajo con la oscuridad la duda, en el momento en que Participación Ciudadana, a través de su titular Ruth Hidalgo, denunciaba públicamente que el conteo rápido al que estaba legalmente autorizada se demoraba por obstáculos inexplicables, tanto de personal del CNE como de las fuerzas del orden. ¿Por qué se obstaculizaba el conteo rápido de Participación Ciudadana? ¿Y por qué se ocultaba el otro conteo rápido contratado con la Politécnica Nacional? Ladeando esas inquietudes el CNE empezó a dar resultados reales con una velocidad digna de aplauso. En verdad era la primera vez que el organismo transmitía la misma noche los resultados reales, que en proyección eran bastante similares a los del exit poll de Cedatos usado por Ecuavisa y Teleamazonas (vamos a dejar de lado el exit poll de la empresa de Santiago Pérez contratado en 140.000 dólares por los canales incautados y que reflejó 8 puntos de error). Entonces vino el anuncio de Participación Ciudadana que marcaba claramente un balotaje, al haber estabilizado la muestra en el 85 % del conteo, avanzando al 87,4 para tener más seguridad… Juan Pablo Pozo no se refirió a estos resultados y sorprendió con un último

informe, a las 22:30 aproximadamente, con el 78,5 % de las actas escrutadas que daban el 38,84 % al binomio MorenoGlas y el 28,57 % al de Lasso-Páez. Coincidentemente, la televisión había cerrado casi todas sus transmisiones y el CNE levantaba la sala donde se concentraron prensa y delegados políticos, apagando los monitores y desalojando a quienes permanecían en los salones alquilados del hotel Marriott de Quito. Algunos creen que esa era la señal para concretar una manipulación de las cifras, de manera que Ecuador amaneciera con Lenín Moreno como virtual presidente electo. Yo no puedo saber si era un plan real, lo único cierto es que se armó un plantón ciudadano, autoconvocado por los indignados a través de Twitter. A la medianoche eran apenas un puñado. A la una y media de la mañana se contaban por cientos. La madrugada y el frío no los sacó de allí, ni siquiera el contingente de militares y policías que fue dispuesto para resguardar el CNE. “Quito Luz de América” se escuchaba gritar entre la gente que seguía llegando dispuesta a defender el voto. Ya eran miles. En las horas siguientes ocurriría el milagro de una oposición unida tras la bandera tricolor. El resto no tengo que relatárselos en esta columna. He sido una más de los

ecuatorianos orgullosos del espíritu de lucha que se evidenció en los plantones, y no exactamente en defensa de un candidato. Claro que había muchos con banderas de CREO (el movimiento político de Guillermo Lasso), pero los autoconvocados demandaban mucho más que los votos del segundo finalista. El grito de la calle fue ensordecedor, al punto de torcer todo intento de proclamar triunfador al postulante oficialista. Es mi opinión y la de muchos, sorprendidos luego por las denuncias de fraude desde el lado gubernamental, incluyendo insultos y descalificativos como los de una de las vicepresidentas de la Asamblea contra el titular del Poder Electoral. La historia se encargará de juzgar a Juan Pablo Pozo, si es el caso. Pero les comparto un mensaje con el que respondió a otro mío: “Jamás me traicionaría, ni traicionaría a mis hijos. Lo único que puedo dejarles es mi ejemplo, como lo hizo mi padre conmigo. Y por eso estoy aquí, aún de pie”. Es imposible anticipar si Pozo saldrá o no por la puerta grande tras proclamar al sucesor de Rafael Correa. El mañana no llega por mucho que apuremos el hoy. No podemos asomarnos aún al 2 de abril, pero sabemos que otra historia se escribirá en esa jornada, gracias a cuatro noches y tres días en que el grito de la calle logró validar la voluntad de la mayoría.


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