CUANDO LA ARQUITECTURA ENCUENTRA LA CIUDAD
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COMO UN PUEBLO DE PALOMAS ESCUELA DE ARQUITECTURA Y DISEÑO, UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAISO.
Torneo Cortejo 1975 (c) Archivo Histórico José Vial Armstrong, EAD, UCV.
Pre-Texto: Hermandad de la Orquídea En ese teatro un joven escenógrafo [habitué del Amarilinho], descendiente de italianos y en consecuencia paulista, nos presentó a Jair do Britos. Un pintor mestizo que conocía la técnica china de la pintura en seda. Un hombre que atravesa- ba su talento con una voracidad conmovedora para deshacerse sin tregua y conmovedoramente, hasta su muerte. Y Jair tenía pintado en el dintel de su cuarto el mismo proverbio nuestro “O caminho nao é o caminho”. [...] Salimos de Manaos con el regalo que el gran amigo nos trajo a bordo. Un tallo de orquídeas con cinco ejemplares. La santa hermandad de la orquídea, pendiendo, parásita, inútil de los árboles de Manaos. Acaso la poesía es sólo esta viva obediencia sin centros, continuamente enmudecida. Ni pueblo ni mundo aún. Aumenta el peso de la tierra para hacer grávidos otros centros ajenos, nunca estando. Una y una y una y otra estrella o galaxias por cuyas separaciones el cielo despierta como añadidura. ¿No es la palabra, entonces, mero incidente? Prólogo I , Narración de la Formación de la Santa Hermandad de la Orquídea, Iommi M., Godofredo, 1945.
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Contra-Texto: Pueblo de Palomas Lugar para Hablar
Conmemora a Henri Tronquoy fallecido en Noviembre 1968. El dis-curso (aquello que da curso) es disyuntivo respecto a la acción. Mas no excluimos la posibilidad de un pueblo que se configure según lo que Rimbaud tocó cuando dijo « Un peuple de colombes » libre y abierto Tratamos, así, de asumir nuestra apertura americana –Océano Pacífico y mar interior– Exposición 20 Años Escuela de Arquitectura UCV [Ciudad Abierta, Pizarrones], Valparaíso 1972.
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Je sais les cieux crevant en éclairs, et les trombes Et les ressacs et les courants : je sais le soir, L'Aube exaltée ainsi qu'un peuple de colombes, Et j'ai vu quelquefois ce que l'homme a cru voir ! ¡Yo sé los cielos reventando en relámpagos, y las trombas y las resacas y las corrientes: yo sé la tarde, El Alba exaltada como un pueblo de palomas, Y yo he visto algunas veces eso que el hombre ha creído ver! Le Bateau Ivre [El Barco Ebrio], Arthur Rimbaud. Charleville, 1871.
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Texto Estornino (Leandro ¡mapa muerto!) Lluvias tras propios recuerdos, – a cada lugar cose y mi propio saludo desconcierta (hay una firma).
Estornino Azules bajo ficciones tendidas (y otras narraciones pendulares construyen las direcciones. Sin amigo, ni enemigo; adverbio) en hierbas la ínfima del día delinean ¡los mismos! Ruina tibia aducen estanques. Cuidados en el hecho. Otro espacio escurre en el sonido. La elusión nos ama.
Estornino En sí la voz se teme supón: ¿quién horada? - fuese el rubor tal lejanía – pájaras deshechas en la admisión del muro. Ni halar
Estornino Entera su vela silente (De antaño a los desconocidos…) Arbóreos rueda en la penumbra cuanto modulan - ¿osen? - ¿entonces el sombrero? A placeres canteados fugitivos invierten, emulan el viso Estorninos , Iommi M., Godofredo. Escuela de Arquitectura UCV, Taller de Investigaciones. Viña del Mar 1986.
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Sin-Texto: Abertura del Acto […] He visto al poeta que muestra el mundo porque él se desnuda. Su acto revela el paisaje, las gentes, las relaciones de hombres y cosas. Portador de fiesta, él es portador de probabilidades porque, con su presencia desencadena relaciones imprevistas y provoca la participación activa en los Juegos a fin de dar cumplimiento a lo que nos fue dicho: “La poesía debe ser hecha por todos. Y no por uno”. Y puesto que su acto es libre de toda dependencia al mundo, es siempre el regalo, presente poético que conmueve y consuela. El soporta la alienación del hombre contra sí mismo. La poesía en acto surge y se inserta verdaderamente en la realidad. Desvela la posibilidad que funda toda existencia efectiva y al mismo tiempo se hace acto en el mundo. He visto entonces al poeta salir de la literatura, sobrepasar el poema, y aún, abandonar la escritura. […] He visto al poeta que no escribe sino que hace su poesía provocando la fiesta con su voz, su cuerpo y su presencia en un chorro espontáneo. Pero, entonces ¿su acto no deja huella en el tiempo? No, no deja una “obra”; pero él se inserta en una vía más profunda y escondida que el libro: en la leyenda. Aún si se equivoca, porque “el error es la leyenda dolorosa”. Muchas cosas que no están escritas nos llegan por la leyenda. Expresiones, gestos, lenguas y sabidurías que vienen en el aire y quedan en el aire cuando nosotros desaparecemos. Ellas persisten en las tradiciones que forman un pueblo. Para la poesía, la escritura, aunque posible, no es necesario. Y como algunos en otro plano, el poeta puede abandonarla. “Volvamos a Confucio, a Buda, a Sócrates, a Jesucristo, moralistas que andaban por los pueblos padeciendo hambre!”.
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[…] No se hace lo que se puede, sino lo que se quiere. Hemos ya partido repetidas veces con jóvenes actores, con poetas que leían o improvisaban, con pintores y escultores construyendo al borde de las rutas. Allí hemos reconocido la importancia de la máscara que uno se vuelve, de la sorpresa de aparecer como aparecidos sin jamás convocar, sin llamar a nadie; de el verdadero anti-teatro por la participación de todos en el juego poético y la utilización insólita del espacio. Allí se aprendió que la poesía se comunica también por la música de los sentidos y no solamente por la melodía de los sonidos o las significaciones de las palabras. Allí se ha reconocido la vida amenazante y amenazada a campo raso, la verdadera purificación que se produce en nosotros, y otros horizontes antes apenas sospechados. Allá se entrevió también la posibilidad para aquellos que escriben - el pintor y el escultor - a fin de que nos devuelvan no el paisaje, sino el signo del lugar, que se descubre en la celebración. Y también... pero callamos lo que aún no hemos experimentado totalmente. Y aún si el prejuicio del “poema”, ese fantasma de la obra, existía en nuestras improvisaciones, se percibió que la fiesta no lo exigía, porque lo que cuenta es el poeta vuelto por entero presencia, gesto y voz - instrumento de la poesía que lo sobrepasa. Entonces la palabra como en las gestas antiguas de la caza, de la guerra, del amor, es solamente una parte, tal vez una cierta cima de una ceremonia más vasta que no es el poema. Carta del Errante , Iommi M., Godofredo. Ailleurs N. 1, Paris 1963.
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CUANDO LA ARQUITECTURA ENCUENTRA LA CIUDAD
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ESCUELA DE ARQUITECTURA Y DISEÑO, UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAISO.
Edición: SKFandra /. Ma. Pilar Pinchart Saavedra. Diseño Gráfico: Isaac Gimeno Pujabet
Proyecto Financiado por Fondart Convocatoria 2015
COMO UN PUEBLO DE PALOMAS
Auspicia