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EL PERDON

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EL PERDON

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EL PERDON

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EL PERDON

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eliminado sílabas o letras. El significado del texto no tiene importancia, ya que sólo es una demostración o prueba, sino que es el aspecto tipográfico y de la maquetación lo que importa. Lorem ipsum es el texto que se usa habitualmente en diseño gráfico en demostraciones de tipografías o de borradores de diseño para probar el diseño visual antes de insertar el texto final. Se emplea como texto de prueba y relleno desde el año 15001 , cuando debió ser empleado por un impresor desconocido.


EL PERDON

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EL PERDON

REPARANDO MIS RELACIONES perdonar a quienes me han hecho daño Hay varias razones por las cuales la falta de perdón impedirán que logres vivir permanentemente en libertad del pecado sexual: El rencor y la amargura tienen el poder de mantenerte repasando y revisando el pasado y te impiden soltar los recuerdos y el deseo de que las historias (sexuales o no sexuales) que viviste hubiesen sido distintas. La falta de perdón consumirá toda tu energía y no podrás dedicarla a buscar la victoria permanente sobre tus hábitos; sin perdonar a otros por lo que te hicieron será muy difícil para ti creer que Dios te ha perdonado. Y finalmente, será imposible establecer nuevas relaciones con patrones sanos, si aún no te deshaces de los patrones antiguos de amargura. ¿Entonces cómo aprender a perdonar? ¿Cómo puedes afirmar tu libertad del pecado sexual a través del perdón? Pues no es fácil y no hay una serie de pasos o fórmulas, pero hay acciones conjuntas que pueden servirte como un mapa para llegar hasta ese punto en el camino. Estas acciones se definen por las palabras exponer, soltar y reemplazar.

1. Exponer tus heridas Hay varias opciones para tratar una herida: Puedes reprimirlas y pretender que no existen, o minimizarlas dando explicaciones de por qué sucedieron. Puedes devolver la herida a quien te la provocó – y todas estas reacciones son inútiles porque serán un dolor que siempre se reflejará en alguna compulsión o en un hábito persistente, o en un dolor continuo en tu interior… y en tu salud física:

Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Salmos 32:3 NVI Pero también puedes admitir que has sido herido. Exponer o revelar una herida significa primero aceptar y reconocer que te duele, en vez de vivir negándolo. Luego necesitas contárselo a alguien más. Tan pronto como hayas revelado una herida, estarás en posición de perdonar el daño.

2. Soltar al ofensor El segundo paso para perdonar es dejar ir a tu ofensor, liberarlo del ciclo en el que te mantienes atado a él. Aclaremos algunas dudas que pueden surgir al respecto de este tema.

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PRIMERO, debes reconocer que solamente tú puedes decidir si dejar ir o no a tu ofensor, independientemente de cómo éste reaccione contigo. Hazlo por tu propia sanidad y por tu libertad, no para hacer que tu interlocutor se sienta culpable o avergonzado. Dejarlo ir significa renunciar a pensar constantemente en él como tu victimario, y renunciar a los sueños que tienes de herirlo de vuelta. Significa impedirle que su ofensa siga robándote vida, tiempo y relaciones, y empezar a correr en la dirección opuesta, con libertad. ¿Cuándo debes soltar a tu ofensor? Ahora mismo, durante esta lectura o en un tiempo en calma al final de la misma. No hay razones de peso para volver a posponerlo. ¿Cuántas veces tienes que hacerlo? En este punto creemos que la actitud bíblica es perdonar continuamente y actuar en consonancia con ese perdón una y otra vez, una y otra vez hasta que la herida empiece a sanar. Esto lo decimos porque hay quienes opinan que el perdón es un solo momento, quizás al pasar al frente en el púlpito de la iglesia o al decirle a alguien “te perdono”. Aunque Dios puede hacerlo así si es su voluntad, estamos conscientes de que perdonar es un acto mucho más complejo y que aunque uno exprese verbalmente que ya ha perdonado, el calor del resentimiento permanece dentro del corazón por largo tiempo. Es por nuestra tendencia humana a repasar nuestras heridas que Jesús responde a Pedro cuando éste le pregunta acerca del número de veces que debe perdonar:

21 Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús: —Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete? 22 Jesús le contestó: —No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Mateo 18:21-22 DHH Probablemente lo que Jesús quería decir es “un gran número de veces perdonar a la misma persona”, y es que eso es lo que nos toca hacer. Podrás perdonar a tu cónyuge que te fue infiel o al familiar que abusó de ti y al día siguiente amanecer con el mismo rencor. Y es en ese siguiente día cuando vuelves a expresar que sueltas a tu ofensor, y que no vas a vivir el día amarrado al rencor. Y lo vuelves a hacer al otro día y al otro, hasta que se haga una verdadera creencia en tu mente.


EL PERDON Y luego tienes que actuar en forma congruente con ese perdón. Si has liberado y perdonado a tu cónyuge que te traicionó, ya no debes actuar con rechazo o frialdad, ni debes reclamar por centésima vez su pecado. Poco a poco necesitas esforzarte para que las palabras de perdón que salen de tu boca coincidan con las acciones de tu vida diaria hacia el ofensor. ¿Cómo sabrás que has soltado y liberado verdaderamente a tu ofensor? Lo sabrás cuando puedas pensar en ese hombre o en esa mujer sin sentir dolor. Lo sabrás cuando puedas orar por tal persona y empieces a ver y entender el dolor que a su vez siente.

3. Reemplazar

tu herida con la paz de Dios Tu llamado es a vivir en paz con todos, incluyendo a tus ofensores:

Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. Romanos 12:18 NVI Sólo así harás tu corazón disponible para continuar la sanidad. Necesitas dejar que Dios se haga cargo de las consecuencias que debe enfrentar tu ofensor; esa es la única manera de alcanzar un estado de paz. Puede parecer irónico o injusto que sea uno el que deba perdonar y que aparentemente la otra persona se salga con la suya. Pero al final siempre es Dios quien tiene las mejores estrategias de justicia, y puede hacerlo mejor que nosotros – y en eso puede basarse nuestra paz. Su naturaleza y su ser son la justicia misma, y por eso nunca faltará a su propia esencia dejando que un acto de ofensa no tenga consecuencias.

Porque no me afrentó un enemigo, Lo cual habría soportado; Ni se alzó contra mí el que me aborrecía, Porque me hubiera ocultado de él; 13 Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, Mi guía, y mi familiar; 16 En cuanto a mí, a Dios clamaré; Y Jehová me salvará.

17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz. 18 El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, Aunque contra mí haya muchos. 23 Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición. Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días; Pero yo en ti confiaré. Salmos 55 RV Se llegará el día en que Dios pague a cada uno según sus obras, pero para entonces no será necesario que estés presente en ese juicio. Tú estarás ya lejos, habiendo empezado una vida diferente, sin rencor.

HACER ENMIENDAS

A QUIÉN DAÑE La reparación de tus relaciones es un proceso extenso y complejo, pues muy probablemente no solo has sido lastimado sino que también has lastimado a otros. Una de las razones por las cuales no puedes soltar algunos dolores, superar complejos o matar un hábito es porque te mantienes aferrado a situaciones no resueltas y la amargura te regresa una y otra vez al punto de inicio. Sin paz con otros, no es posible tener paz con uno mismo ni con Dios. Si hemos herido continuamente a otros y no hemos hecho el esfuerzo por desagraviarlos, entonces tenemos un montón de gente, personas, lugares y situaciones que viviremos evitando. El pecado sexual nos ha cerrado grandes porciones de la vida, pero cuando estás dispuesto a hacer enmiendas, tu vida se abre de nuevo y no tienes que esconderte más de las personas. Hacer una enmienda significa restituir el daño causado a otros de la mejor manera posible. Es un principio bíblico que ves repetido numerosas veces a lo largo de las Escrituras; refleja la naturaleza justa y amorosa de Dios para el agraviado, y su interés por que vivamos una vida abundante y en paz.

16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:16-18 RV Por ejemplo, si robaste de un amigo $20 para pagarte una prostituta, y ahora regresas a tu amigo a decirle “Oye, nunca te dije que tomé de tu billetera $20 y lo gasté en sexo, y lamento mucho haberte quitado ese dinero” eso es pedir perdón. Hacer una enmienda sería darle el dinero de vuelta. En muchas situaciones, pedir perdón no es suficiente. Una enmienda tiene como propósito restituir un sentido de justicia de la mejor manera posible para reflejar la naturaleza de Dios. Hacemos una enmienda de manera directamente opuesta a como hemos quebrantado o dañado a otros, o haciéndolo de manera simbólica e indirecta si no podemos hacerlo directamente. Bíblicamente no es suficiente DEJAR de pecar, sino que es necesario empezar a ACTUAR en la dirección opuesta, con conductas que construyan y beneficien al prójimo.

26 «Si se enojan, no pequen.»[a] No dejen que el sol se ponga estando aún enojados,27 ni den cabida al diablo.28 El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados. 29 Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. Efesios 4:26-29 NVI

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EL PERDON formas en las que esperas compensarlo. Hazte responsable y nunca digas “pero tú también hiciste…” Busca ser genuino y hazlo corto y directo; mientras más hables corres el riesgo de enredarte y decir algo torpe y ofensivo. 5. BUSCA EL MEJOR MOMENTO Y LUGAR. Evita las sorpresas desagradables como abordar a alguien cuando va a salir al trabajo o antes de que de un discurso importante. Si es necesario acuerda de verlo en un lugar neutral y abierto donde esta persona no se sienta amenazada. Lo mejor es hacerlo cara a cara pues demuestra buena voluntad – si fuera excesivamente difícil escribe una carta a mano, no un email. El ejercicio de escribir en papel ayuda mucho a ser genuino y a reflexionar. 6. BUSCA Y OFRECE SOLUCIONES CONCRETAS.

Hay ocasiones en las que será imposible hacer una enmienda. Quizás destruiste un matrimonio o abusaste de alguien, y ya no puedes regresar el tiempo y devolverles el matrimonio o la inocencia perdida, o quizás ni siquiera querrán saber de ti. Pero puedes hacer una enmienda indirecta comprometiéndote a trabajar por los matrimonios de otras personas, o a prevenir el abuso de adolescentes. En ocasiones extremas te tocará enfrentar consecuencias en el sistema legal de tu país y eso también es parte de la restitución.

1. ENFRENTA TUS PROPIAS EMOCIONES PRIMERO.

En la mayoría de ocasiones tu enmienda no será una sola acción o una recompensa física. Si vas con tu esposa y le dices “cariño estoy siguiendo este proceso de 60 días para ser libre del pecado sexual y quiero comentarte que te fui infiel hace cinco años pero quiero regalarte este anillo como señal de que no vuelve a suceder”, eso es más limpiar tu consciencia y hacerla sufrir… y suena casi como soborno. En este caso tus enmiendas tienen que ser el abandonar cualquier infidelidad, y traer tu corazón, tu energía y tu atención de regreso a casa a donde pertenece.

No te distraigas pensando “es imposible buscar a esta persona otra vez”. Sólo pide al Espíritu Santo que te guíe y escribe.

En este caso, aparte de las enmiendas directas e indirectas, hay otras del tipo ‘estilo de vida’, las cuales son las mejores. Esto significa simplemente vivir una vida distinta y mejor, un cambio genuino de actitud, pensamiento y conducta en vez de sólo pedir perdón. Si crees que es factible buscar a la persona que heriste para ofrecerle restituir el daño, puedes seguir estos consejos en el momento de tomar la decisión:

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Si descubres que deseas hacer esto solo para aliviar tu culpa, para impresionar a alguien o para no perder tu reputación, recuerda que no estás en este proceso para tu gloria sino porque así reflejas el carácter de Dios y Su propósito para tus relaciones. 2.. LABORA UN LISTADO DE LAS PERSONAS A QUIENES HAS HERIDO Y EL DAÑO QUE LES HICISTE.

3. ACEPTA TU RESPONSABILIDAD. Aunque hayas compartido la culpa con otras personas, o aunque tu mente te diga que fue sexo “consensual y de mutuo acuerdo”, reconoce que dañaste la confianza de alguien más, o que obstruiste una etapa de su vida o mataste alguna relación. Busca en qué formas fue tu decisión y no menciones como la otra persona tuvo la culpa; no estás aquí para hacerla de Espíritu Santo y convencer a otros de pecado sino para restituir vida a quien heriste. 4. PREPARA LO QUE TIENES QUE DECIR. Ensaya si es necesario. Explica por qué estás convencido de que debes restituir el daño y cómo crees que pudiste haber hecho las cosas de distinta manera, y las

Si lo consideras apropiado, pregunta a tu interlocutor acerca de cómo cree que podrías enmendar el daño. Si no es apropiado, ofrece tú las opciones. Sobre todo, asegura que estás buscando en tu vida cambios permanentes y un estilo de vida diferente para aliviar el dolor que causaste, no solo crear un momento incómodo. 7. REENFOCA TU VIDA Y DECIDE AVANZAR. El buscar a quien has herido puede exponerte a convertirte en esclavo de esa persona a través de manipulaciones para que te sientas siempre culpable. No esperes abrazos y una reacción dulce, es un proceso difícil para quien te escucha y quizás lo mejor es que te retires después de haber hablado. Comprende si no quieren volverte a ver o si obtienes una respuesta con ira; no tienes que forzar las cosas. Sobre todo, perdónate a ti mismo y decide seguir con una vida diferente. Seguramente no terminarás con este proceso hoy mismo sino que te tomará tiempo. Sin embargo puedes hacer un plan y empezar con una persona a la vez, ¡Ten fe en que puedes lograrlo en Cristo!

Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva. Filipenses 1:6 NTV


EL PERDON

PERDONAR UNA INFIDELIDAD NO SIGNIFICA… Al no perdonar tendemos repasar y revivir las circunstancias en nuestra mente, una y otra vez. Nos convertimos en prisioneros de nuestra propia historia y nos atoramos en el pasado. Nos lastimamos de nuevo a nosotros mismos y a aquellos que amamos. No podemos regresar a un estado de conexión si nos resistimos al perdón. Pero antes que nada, ¿qué es el perdón? Podemos definirlo como el proceso que nos trae a un estado de paz en el corazón y de aceptación de un pasado que ya no se puede cambiar. Esta aceptación nos libera para avanzar. Sin embargo, a veces una falsa actitud de perdón puede esconder actitudes venenosas que prolongarán el dolor. Por eso conviene definir lo que SI es el perdón y diferenciarlo de lo que NO lo es. Lee con nosotros:

LO QUE NO SIGNIFICA

EL PERDÓN • Perdonar NO es condonar. Condonar significa pasar por alto una ofensa obviándola sin interferir y sin tomar acción. • Perdonar NO es olvidar. Las experiencias del pasado nos enseñan mucho, aprendemos de los errores por los cuales fuimos responsables en la relación y las formas incorrectas para lidiar con el adulterio.

• Perdonar NO es ajustar cuentas, ni cobrar favores hasta que el condenado sienta que terminó de pagar por su falta. • Perdonar NO es una muleta espiritual. No significa refugiarse en las estructuras religiosas para pretender que todo está bien. • Perdonar NO es un momento único. Es un proceso a largo plazo que necesita constancia, cada día. • Perdonar NO es obligatorio, ni puede forzarse. Es una decisión voluntaria resultado de la convicción del Espíritu Santo. • Perdonar NO se asocia con cambiar conductas, sino com cambiar la actitud del corazón.

• Perdonar pone el pasado en perspectiva. Aprendemos de él pero nos movemos y avanzamos. Perdonar es desarrollar sabiduría a través de nuestras heridas. • Perdonar es aceptar que ninguna conducta o actividad compensará el dolor. Significa enfrentarse de lleno al sufrimiento para atravesarlo y salir de él. • Perdonar es sólo una etapa del proceso de sanidad. Necesitamos sumergirnos en el proceso completo para que el perdón obre en nuestras vidas. Otras etapas que lo complementan son la sanidad de heridas no relacionadas con la infidelidad, reconectar la relación con Dios y dar testimonio de los logros que van sucediendo en nuestras vidas.

• Perdonar NO siempre significa reiniciar una relación o dejar pasar al ofensor de nuevo a tu vida. Esto depende de muchas cosas.

• Perdonar es renunciar a la ilusión de que tenemos la capacidad de castigar a nuestro cónyuge.

LO QUE SI SIGNIFICA

• Perdonar es dejar de entretener fantasías de venganza. Nos libera de la mentalidad de ojo por ojo y diente por diente, y nos permite buscar Gracia para nosotros y para nuestro cónyuge.

EL PERDÓN • Perdonar es abandonar la identidad anclada en el pasado, dejar de ser el herido o la herida o la víctima, y en ve de eso formar una identidad sana y productiva.

¿Cuáles de las definiciones anteriores tienen sentido para ti? ¿Con cuáles estás batallando ahora?

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EL PERDON

RECIBÍ EL PERDÓN

DE DIOS Y DE MI

ESPOSO!

Estar en libertad este año ha traído muchas bendiciones a mi vida. En el 2010 hice el curso de 60 días en Libres en Cristo y realmente cambió mi vida dando un giro de 180 grados ; luego de vivir esclavizada en el pecado sexual, ahora puedo vivir en libertad y esto ha mejorado todo en mí; mi relación con Dios primeramente, ahora puedo sentir su presencia y saber que Él me está escuchando, sentir su Espíritu Santo de nuevo. También puedo hablar de mi relación con mi esposo que superó todas mis expectativas y me ha llenado de alegría, esto mejoró mi estabilidad familiar y creo que por nada del mundo cambiaría eso. Ha sido un año de retos emocionales, sentimentales y sobre todo un año de restauración en todo sentido, no ha sido nada fácil pero lo he logrado gracias a Dios, toda la Gloria y Honra se las lleva él, yo solo he tenido que dejarme llevar por sus promesas y misericordias cada día. En años anteriores no podía hacer planes a futuro, ahora puedo decir que puedo planificar y saber que Dios y mi esposo estarán a mi lado ¡siempre! Este año aparte de la restauración que hemos tenido como pareja, Dios nos bendijo con un nuevo miembro para nuestra familia, tenemos un hijo de 3 años y ahora tendremos otro bebé. De esto se lleva el crédito solo Dios, Él me ha perdonado y también recibí el perdón de mi esposo que aún quiere estar a mi lado y nuestra relación íntima ha mejorado muchísimo. Mi esposo está feliz que pertenezca al ministerio de Libres en Cristo. Él sabe que este ministerio cambio nuestras vidas y no fue para empeorar sino todo lo contrario nos ha dado esperanza, unión y sobre todo ¡libertad! Actualmente soy mentora del ministerio ayudando a otras mujeres a tener libertad, esto inició hace poco y me siento muy feliz de ser útil en el reino de Dios; sé que no soy yo la que traerá a libertad a estas mujeres sino Dios es el que hace la obra en cada una de ellas al igual que lo hizo conmigo. ¡Ahora veo mi mundo desde la perspectiva de Dios y quiero seguir a mi Cristo! El ver hacia la Cruz tiene otro sentido para mí, ya no veo esa cruz como la veía antes ahora la veo y me miro llena de misericordia, redimida, aceptada, amada, en ¡Libertad! No puedo dejar de agradecer haber encontrado este ministerio y ahora ser parte de él. Como la Biblia dice, puedo confesar ahora que “a libertad fui llamada”, ¡no más esclavitud, no más vergüenza!

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EL PERDON

UNA HISTORIA DE AMOR: EL CAMINO PARA RECUPERAR A MI ESPOSA / Por Luis Ochoa 5 años más tarde estaba en un restaurante con mi esposa y ella puso sobre la mesa las hojas impresas de una conversación que yo había tenido con otra mujer vía correo electrónico, una conversación que inclusive llevaba frases que hace 6 años atrás yo le había dedicado a ella, yo había caído en adulterio y en mi vergüenza y aturdimiento escuché que ella mencionó la palabra divorcio.

Me recuerdo a mí mismo y me veo a las 3:00 de la tarde del día 10 de noviembre del año 2001. Me encuentro en la sala de mi casa con mi familia y estoy empacando: es el último día que estaré con ellos ya que hoy me caso. Escribíamos una historia de amor única, y este día haríamos un pacto delante de Dios para amarnos por el resto de nuestras vidas. No había duda de que estábamos enamorados y seguros del paso que daríamos. Sabíamos que era una decisión importante, nos amábamos y eso nos daba la fuerza para unir nuestras vidas en matrimonio. Unas horas mas tarde en el altar, le juré serle fiel, honrarla, amarla, respetarla, protegerla hasta que la muerte nos separara y estar allí para ella en las buenas y en las malas. Al salir de la iglesia, tomados de la mano, recuerdo cuando le dije “¡Mi amor, hoy es para siempre… te amo!”

¿Qué sucedió en esos 5 años? ¿Cómo llegamos hasta ese momento? ¿Cómo pude decir aquellas cosas a otra mujer si yo amaba a mi esposa? ¿Era así como validaba mi promesa en el altar? Durante los años previos poco a poco fui cediendo mis sentimientos al pecado, cedí el liderazgo de mi casa, perdí credibilidad ante ella al no cumplir con las cosas que prometía, y así me encontré siendo un hombre que no se parecía en nada al hombre del que mi esposa se enamoró y que juró amarla por siempre. Cinco años después estaba frente a ella reconociendo haber roto todas las promesas que habíamos pactado. Ahora reconozco que durante ese tiempo descuidamos juntos una vida devocional, descuidé los detalles y el detenerme para verla a los ojos y decirle cuanto la amaba, dejé de acercarme poco a poco a ella y permití que mi orgullo dejara que el sol se pusiera sobre nuestro enojo. Con cada una de mis acciones HABÍA DECIDIDO

IMPLÍCITAMENTE NO AMARLA.

Buscamos ayuda, fueron días difíciles que marcaron el resto de nuestras vidas. Dios nos dio una nueva oportunidad, puso perdón en el corazón de mi esposa

y tomamos la decisión de no dar marcha atrás y recuperar nuestro matrimonio. Buscamos juntos las “excusas” que tuve para pecar, lo hablamos claro y descubrimos que el plan del enemigo había empezado años atrás. Luego vino lo más difícil y duro de la restauración: recuperar la credibilidad, el amor y la intimidad con mi esposa. ¿Porque fue difícil y duro? Porque no es de un día para otro el que pudiera lograrlo, reconozco que quise darme por vencido, pensé que no la recuperaría, que mi pasado me perseguiría siempre; sin embargo no cedí, ¡pues yo había decidido recuperar mi matrimonio!

¿cómo puedes

lograrlo?

Comparto contigo lo que he aprendido:

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Termina radicalmente con el adulterio.

Debes terminar con toda comunicación que tengas con el pecado. Revisa tus motivos para no hacerlo solo emocionalmente por el dolor de haber sido descubierto. Solamente en Cristo encontramos la fuerza para tomar decisiones permanentes de no volver atrás. Nada de lo que podré exponerte a continuación tiene validez si no terminas radicalmente con el pecado.

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HISTORIA HUMANA

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Acepta que Dios sigue confiando en ti.

Yo fui el primero que acepté que Dios depositaba su confianza en mí nuevamente para cuidar de ella: Dios seguía creyendo en mí, seguía confiando en que tomaría las decisiones correctas. Yo comencé a validar día a día esta idea tomando acciones que evidenciaran que Dios me consideraba confiable: haciendo buenas inversiones para asegurar nuestras finanzas, renovando el llamado ministerial que Dios tiene para nosotros, cumpliendo con todo compromiso adquirido, sin importar el tamaño del mismo. Dios jamás hubiera puesto en ella perdón hacia mí si Él no creyera en que yo sería el hombre que la llevaría a cumplir el propósito que Él tiene para ella.

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Revalora sus reclamos.

Cuando tu esposa vuelva a reclamarte (porque te aseguro que sucederá) no pienses que su perdón no fue real, sino comprende que ella necesita escuchar que tu entiendes que están viviendo un proceso de perdón continuo, y que tú no pienses que con haber pedido perdón una vez ya no tienes que esforzarte. Escúchala, acércate y amala, entiéndela, demuéstrale con hechos que ya no eres el mismo hombre; expresa verbalmente que entiendes que ella te necesita a su lado. Esos reclamos solo dicen lo importante que eres para ella y que necesita que le asegures que siguen adelante en el proceso de restauración.

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No te hundas en culpa.

Si Dios te perdonó, si tu esposa te perdonó y tienes una nueva oportunidad, no cedas ante un pensamiento de culpa o lástima, no pienses que mereces que te traten mal o que hay una cierta cantidad de sufrimiento que debes pasar hasta “nivelar” o “pagar” por todo lo malo que hiciste; es cierto que al caer perdiste liderazgo en tu hogar, pero no lo recuperarás actuando como acomplejado. Debes ser valiente, levantarte y luchar, y demostrar con acciones sólidas que sigues siendo el primero en buscar la restauración sin miedo.

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Busquen a Dios juntos.

No descuides tu vida devocional junto a ella, si tu esposa no se acerca a Dios los primeros días o semanas, entonces toma tú la iniciativa y retoma el liderazgo en leer Su palabra, congrégate en tu iglesia, ten comunión con otras parejas que sabes que están sólidas espiritualmente. Pero sobre todo, sé consistente en este hábito, de lo contrario transmitirás el mensaje de que era solo una apariencia de piedad y no un liderazgo espiritual genuino. Acércate a ÉL y Él se encargará de que ella se acerque a ti nuevamente, ¡ánimo!

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Sé paciente en cuanto a intimidad sexual.

Aunque al principio sea un motivo de conflicto o desconfianza, tal intimidad llegará. Reconoce que ella está emocionalmente lastimada y que su valía como mujer fue puesta en dudas por causa de tu pecado pero no te alejes, acércate a ella y procura con paciencia recuperarla. Toma tiempo para escucharla, para habla del tema con ella abiertamente y no des por hecho que todo será “como antes” pues de muchas maneras las cosas cambiaron sustancialmente. Cuando vuelvas a tener intimidad sexual con tu esposa no pienses que te lo ganaste con tu esfuerzo sino más bien reconoce que fue una decisión difícil pero intencional de ella para permitirte de nuevo un nivel gigantesco de confianza.

Recupera la actitud de 7 conquista. ¿Cómo la conquistaste originalmente? ¿Qué has olvidado hacer que a ella le sorprendía y le gustaba de ti? ¿Qué nuevos gustos y preferencias ha desarrollado ella que tú no habías notado? Recuerda de quién te enamoraste y agrega todas las experiencias y cambios que han vivido juntos, y convierte eso en una nueva actitud de conquistarla y enamorarla. Hazlo con sinceridad y genuinidad, una y otra, y otra vez.

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Habla solo la verdad.

Di la verdad en todo, no mientas pues tu credibilidad está en juego, y debes validarla hasta en los pequeños detalles. Comprométete con la verdad por muy incómoda que sea. No incurras en conductas dudosas acerca de las cuales tengas que dar después explicaciones nerviosas que resucitarán las dudas en ella. Hoy tengo el privilegio de ser pastor de matrimonios de la iglesia donde me congrego, mi esposa sirve a mi lado, su pasión por ayudar a otros hoy es el reflejo de una decisión a no rendirse y creerle a Dios ¡que el hombre que hoy está a su lado la ama! No soy perfecto, mi matrimonio no es perfecto, hemos pasado por muchas luchas durante el proceso de restauración pero puedo asegurarte que he sentido como hay amor verdadero una vez más en nuestro matrimonio, cómo la misericordia de DIOS es abundante para nuestras vidas y que estamos viviendo una vez más buscando el propósito que Dios siempre tuvo para nosotros.

¡QUE DIOS TE BENDIGA Y TE DE FUERZAS PARA EMPRENDER TUS PROPIAS BATALLAS POR LA RESTAURACIÓN DE TU MATRIMONIO!


anclada en una relación pasada

HISTORIA HUMANA

/ Por Andrea Osuna

/ Por Andrea Osuna El Señor fue bueno conmigo, como lo fue con su pueblo Israel en el Éxodo: me sanó y liberó de una mala relación llena de miedos, heridas y desesperanza. Pero la verdad es que no me creía capaz de dejar esa relación a pesar que era muy dañina. No me creía capaz de vivir sin mi novio pues para mí ya el futuro con él “estaba resuelto” aunque en realidad no fuera tan esperanzador. Analizando un poco la historia de los israelitas y cómo el Señor los había rescatado, entiendo lo mal agradecidos que fueron con Dios, pues a pesar que Dios los liberó de la esclavitud pasaron buena parte de su recorrido por el desierto quejándose y arrepentidos de haber dejado Egipto:

Pero Dios siguió diciéndole: Yo sé muy bien que mi pueblo Israel sufre mucho porque los egipcios lo han esclavizado. También he escuchado sus gritos pidiéndome ayuda, y he visto que sus capataces los maltratan mucho. Por eso he venido a librarlos del poder egipcio. Los voy a llevar a una región muy grande y rica; ¡tan rica que siempre hay abundancia de alimentos! Es Canaán, país donde viven pueblos

que no me conocen. Así que prepárate, pues voy a mandarte a hablar con el rey de Egipto, para que saques de ese país a mi pueblo. Éxodo 3: 7-10 Luego de muchas luchas pude terminar con la relación, el Señor llegó en el momento preciso y puso a Libres en Cristo en mi camino; pude ver como Él iba restaurando mi vida y le iba dando sentido a todo lo que había pasado, y pude empezar a caminar en Libertad.

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EL PERDON Un año y medio después de terminar mi caótica relación llego a la puerta la oportunidad de un nuevo noviazgo. Yo no creía merecer estar con este hombre; al principio tenía mucho miedo y me negaba rotundamente a empezar una relación de noviazgo así que pedí consejo, oré y revisé en mi corazón lo que había estado pidiendo al Señor que quería encontrar en un novio, y mi asombro fue que todo coincidía, este hombre tenía las características que yo estaba buscando – y era un hermoso regalo después del caos. Pero la verdad es que los primeros meses de la relación fueron terribles. Yo no tenía muchas ganas de trabajar en mis heridas, las cuales solo iban saliendo a flote al estar en una nueva relación, y yo no había reconocido que estas crisis eran parte de la obra que el Señor quería seguir haciendo en mí. Lo más terrible de estos meses fue que cuando algo iba mal siempre entraba el desánimo a mi corazón y racionalizaba pensando que yo sabía desde el principio que íbamos a fracasar, por lo tanto no necesitaba ni preocuparme de buscar resolver conflictos porque todo terminaría horriblemente. Jugaba en mi mente con los recuerdos bonitos de mi relación pasada, aún y cuando yo en mi interior sabía que había sido una muy mala relación. Me di cuenta de que tendía a pensar como las películas me habían enseñado: mi patrón dañino se parecía al guión en “The Notebook”: ella siempre espera a una relación pasada, siempre guarda la esperanza, es incapaz de recordar las cosas que los separaron y cuando la oportunidad se le presenta ella ya está lista

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para irse con “el amor de su vida” y dejar la relación comprometida en la que está. De la misma manera, una parte de mí esperaba a mi ex novio, esperaba a que viniera cambiado tal como yo lo quería y me pidiera perdón y así podríamos iniciar la nueva relación perfecta, y pues tendría que disculparme con mi actual novio y dejarlo dejándole saber que no era su culpa y que él eventualmente iba a encontrar el amor de su vida como me había pasado a mí. Cuando me di cuenta de mi forma de pensar supe que comportándome de la misma manera que el antiguo pueblo de Israel, incapaz de apreciar el proceso de restauración y conformándome con lo poco que tenía en el pasado en medio del dolor.

El faraón iba acercándose. Cuando los israelitas se fijaron y vieron a los egipcios pisándoles los talones, sintieron mucho miedo y clamaron al Señor. Entonces le reclamaron a Moisés: — ¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros? ¿Para qué nos sacaste de Egipto? Ya en Egipto te decíamos: “¡Déjanos en paz! ¡Preferimos servir a los egipcios!” ¡Mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto! Éxodo 14:10-12

Cuando pude ver con claridad, le pedí perdón al Señor por haber sido tan mal agradecida, por no disfrutar de su libertad y de las bendiciones que Él me estaba dando y sobre todo por no valorar al hombre de Dios que Él me había dado ahora. Fue un momento que cambió mi actitud con mi novio y él percibió el gran cambio – incluso él sentía que le habían cambiado a su novia para bien. Es bueno poder recordar como clamábamos al Señor en medio de la aflicción y como Él nos rescató; en la medida que tengamos esto presente vamos a poder disfrutar con agradecimiento cada una de las bendiciones que él nos dé, y dejar de anhelar el pasado –que ya no existe, y que fue tan nocivo.

Ustedes han visto cómo castigué a los egipcios. También han visto que a ustedes los he traído con mucho cuidado hasta el lugar donde estoy. Los he traído con el mismo cuidado que tiene un águila cuando lleva a sus polluelos sobre sus alas. Éxodo 19:4


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