W244 El desarrollo de la personalidad en la infancia

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DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD EN LA INFANCIA. SILVIA FERNÁNDEZ PRADA Bloque: Psicología Evolutiva Infantil Etapas: Educación Infantil

La personalidad es la forma particular y relativamente estable, cómo una persona expresa sus sentimientos, pensamientos y comportamiento.

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La infancia juega un papel decisivo en el desarrollo de la personalidad del adulto, y cualquier trastorno de la afectividad va a repercutir de manera negativa en el autoconcepto y la autoestima, así como en el desarrollo cognitivo en general y en las relaciones interpersonales. En estos primeros años la familia y la escuela juegan un papel relevante. De ahí la importancia de rodear a la infancia de un clima de afecto sin caer en proteccionismos que limiten su autonomía y su seguridad. En la configuración de la personalidad del niño/a intervienen dos aspectos básicos que son la maduración y la experiencia. Respecto a la maduración, podemos decir que aunque la mayor parte de los recién nacidos son muy parecidos, algunas de sus características que luego los harán distinguibles se encuentran ya presentes en ese momento. Estas características son las que forman el temperamento. Son de tipo filogenético. El otro factor que interactuando con la maduración da lugar al desarrollo de la personalidad es la experiencia, que es de tipo

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ontogenético, y que se va adquiriendo a lo largo de la vida, aunque la infancia es una etapa decisiva, y según sean positivas o negativas darán un tipo de personalidad diferente. Los bebés dependen de otras personas para que cuiden de ellos y satisfagan sus necesidades, como alimento y protección. Son las experiencias iniciales de los niños las que les enseñan a confiar en que sus necesidades van a ser satisfechas. Desde la infancia hasta los 18 meses tiene lugar la etapa del desarrollo que el psicólogo Erik Erikson llamó confianza básica frente a desconfianza básica. En estos meses, los bebés aprenden en qué personas u objetos de su mundo pueden confiar. Necesitan alcanzar un equilibrio adecuado entre confianza (que les permite tener relaciones íntimas con los demás) y desconfianza (que les sirve para protegerse). En un desarrollo normal predominará la confianza, que les permitirá desarrollar la creencia de que pueden satisfacer sus necesidades y alcanzar

sus deseos. Si predomina la desconfianza, los niños verán el mundo como un lugar amenazante e impredecible y tendrán problemas para relacionarse. Para ayudar a los niños a desarrollar la confianza es importante que la madre (o persona que cuida del niño) le brinde un cuidado sensible, atento y continuo. Por otro lado, debemos tener en cuenta la elaboración de la autorregulación, que es el control que tenemos sobre el propio comportamiento para ajustarse a las expectativas sociales. Los padres les dicen a los niños lo que pueden o no pueden hacer. Conforme los niños van absorbiendo esta información empiezan a regular su propio comportamiento, pasando del control externo hacia el control interno o autorregulación. Erikson llamó a esta etapa autonomía frente a vergüenza y duda. Si se han desarrollado de forma ideal, los niños han pasado por la primera etapa con un sentido de confianza básica en el mundo y un despertar del sentido de sí mismos. Esto les permite empezar a confiar en su propio discernimiento. En esta etapa surge una voluntad firme y

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no es raro que la palabra favorita de los niños en sea ¡No! como un modo de probar los límites y desarrollar su autonomía. Por este motivo, a este nuevo comportamiento se le llama a veces negativismo. La vergüenza y la duda también influyen en el modo en que los niños aprenden a controlarse. Un poco de duda y autodesconfianza les ayuda a admitir que no están preparados para hacer ciertas cosas, y un sentido de vergüenza les ayuda a convivir con los demás. Los niños en la etapa de los primeros pasos necesitan que los adultos les pongan límites. Sin embargo, muchos o demasiados límites pueden hacer que los niños se vuelvan compulsivos para controlarse, y el miedo a perder el control puede llenarlos de inhibiciones y hacer que pierdan su autoestima.

luntad más fuerte y pueden ser obstinados, lo cual es completamente normal. Los niños necesitan poner a prueba el nuevo conocimiento de que son seres individuales con algo de control sobre su mundo, pues esto es importante para su normal desarrollo. Ya no se sienten cómodos cuando los demás deciden en todo momento lo que deben hacer y quieren guiarse por sus propias ideas y buscar sus propias preferencias. A menudo esto es interpretado como un comportamiento negativo, por su tendencia a decir no y a resistirse a la autoridad, pero es un comportamiento saludable y normal, que conducirá a resultados positivos. Para concluir deberíamos de hacernos la siguiente pregunta.¿ Se puede entonces, hablar de personalidad de los niños y niñas en estas edades?. La respuesta correcta es que más bien tendríamos que hablar de su desarrollo y de las tendencias que debemos ir observando, como timidez, introversión, tendencias agresivas…

Conforme los niños se van volviendo más capaces de hacer entender sus deseos, se van volviendo también más independientes. Alrededor de los dos años se manifiesta su necesidad de autonomía. A esta edad surge una vo- La palabra personalidad procede, del

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vocablo latino paersona, con el que se designaba la máscara utilizada por los actores dramáticos. Tratando de tener en cuenta los distintos modelos explicativos de la personalidad, podemos hacer la siguiente síntesis de la misma. - La individualidad o globalidad. Aunque estando configurada por diversos componentes y de distinta naturaleza psicológica, como la inteligencia y la afectividad, entre otros, la personalidad es un todo. Un todo que se cualifica y determina en cada individuo cuantitativamente y cualitativamente, ya que dichos componentes varían de un sujeto a otro. - La estructuración. Los distintos elementos de la personalidad no constituyen un cuadro desorganizado y caótico, sino una mutua ordenación y reciproca influencia, tanto en lo que pudiéramos denominar estructuración interna, como en la intervención individuo- ambiente. - La continuidad o constancia. El ser humano sufre cambios, pasando por la niñez, adolescencia, edad adulta, y vejez, pero al mismo tiempo sigue siendo el mismo ya que hay en él unos parámetros fundamentales de identificación personal y perdurabilidad.

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- La dinamicidad. A pesar de los rasgos perdurables, la personalidad no es estática, sino que esta posee una extraordinaria riqueza de actividad psicológica. Las motivaciones, los cambios afectivos, constituyen una auténtica perspectiva dinámica de la misma La personalidad del niño/a, el logro de un equilibrio emocional, la conquista de su autonomía, se ven desarrolladas a partir de cualesquiera de las situaciones sociales (en el contexto familiar, social, comunitario) con independencia de los contenidos o de las conductas

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de interés para esta etapa de educación infantil. Ya que estas interacciones se veN limitadas por el desarrollo madurativo de las estructuras y funcionamiento fisiológico del niño/a en particular y especialmente, por el tipo de materiales disponibles acorde a las exigencias o creencias sociales.


BIBLIOGRAFÍA • José Luis Gallego Ortega, Educación Infantil, Ed. Aljibe. • V.V.A.A.(1999), Didáctica de la educación infantil. Editex, Madrid. • A.A.V.V. (2006) Psicología del desarrollo en la edad escolar. Ediciones Pirámide, Madrid. • Palacios, Marchesi y Coll, Desarrollo psicológico y educación, Editorial Alianza, Madrid. • Piaget e Inhelder, Psicología del niño. Morata. Madrid.

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