EL "SICA-SICA": UN OLEODUCTO Y UNA PLANTA PETROLERA DE BOLIVIA ENCLAVADOS EN PLENO TERRITORIO CHILENO -Ampliado y actualizado en julio de 2004-
“Sólo saben lo que es Chile, quiénes lo han perdido” - Padre Jesuita Fray Manuel Lacunza en el desierto –
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MUCHOS DESCONOCEN QUE EN ARICA YA EXISTE DESDE 1965 UN ANTICIPO DEL FRUSTRADO PROYECTO DE COMODATO Y CONDUCTO DE HIDROCARBUROS PARA BOLIVIA EN TERRITORIO CHILENO: EL OLEODUCTO "SICA-SICA", CUYOS MAGROS APORTES EN MATERIAS DE INTEGRACIÓN, DESARROLLO O BENEFICIO LABORAL PARA EL SECTOR, PERMITEN PREVER LOS RESULTADOS IRRELEVANTES O DERECHAMENTE NEGATIVOS QUE PODRÍAN ESPERARSE DE LAS POLÍTICAS DE INTEGRACIÓN ENERGÉTICA QUE SE BUSCARON CON EL ALTIPLANO. EVIDENCIA, ADEMÁS, LO POCO QUE EN REALIDAD LE REPORTA A UN PAÍS EL ESTAR DISPONIENDO DE FRAGMENTOS DE SU TERRITORIO PARA QUE OPEREN ALLÍ PROYECTOS ECONÓMICOS EN AUTONOMÍA Y RELACIONADOS CON LA ADMINISTRACIÓN DE OTRAS NACIONES. Un negocio explosivo: Bolivia y la situación energética Los entreguistas chilenos no parecen tener claras las dimensiones precisas sobre implicancia o importancia internacional y estratégica de los oleoductos y los gasoductos en nuestros tiempos. Mientras el proyecto que en esta materia quiso realizarse con Bolivia para sacar el gas natural desde las reservas de Tarija por un puerto chileno, fue presentado como una excelente e imprescindible oportunidad de integración y de aprovisionamiento energético para la región nortina de Chile, tenemos el caso de conductos de materia energética que han desatado la guerra entre países con gran participación de intervención de potencias extranjeras, en tiempos espeluznantemente recientes. Además, los peligros de depender de un país adversario y eventual enemigo -como es Bolivia- en el abastecimiento energético son bien conocidos en el mundo, salvo, por supuesto, entre las deficientes huestes americanistas e integracionistas que alojan en la clase política chilena, cuyos permanentes y reiterados fracasos históricos en materias diplomáticas y estratégicas no parece haberles inspirado grandes lecciones. La presencia de conductos de hidrocarburos necesariamente pone intereses internacionales y estratégicos por encima del territorio en que se encuentren y con poca valoración de las fronteras que atraviesan. Sino, recuérdense estos casos que aún siguen generando ríos de tinta entre los analistas internacionales: •
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La presencia que los oleoductos de Medio Oriente tuvo en la primera Guerra del Golfo Pérsico, en 1991. Irak, por encontrarse en mediterraneidad en la mayor parte de su territorio, siempre debió sacar sus enormes reservas de petróleo por países vecinos, particularmente por Kuwait, a través de enormes oleoductos. Lejos de significar esto algún grado de amistad o "integración" entre ambos países, la situación generó en Irak fuertes pretensiones sobre el territorio de la pequeña nación árabe, la que, a su vez, tuvo la prepotencia de cortar unilateralmente el paso de estos oleoductos hacia 1990, desatando la ira del los iraquíes y dando la excusa de la invasión que involucrara la intervención de las fuerzas de los Estados Unidos y la OTAN, al año siguiente. Una de las razones de la fuerte presión de Rusia por evitar el separatismo de Chechenia se encontraba en la existencia de un oleoducto de gran extensión, que transportaba el crudo desde Bakú hasta Novorossiks pasando por la región de Grozny. Sin embargo, luego de iniciada la guerra independentista, la resistencia local puso una gran cantidad de llaves clandestinas para robar el petróleo del oleoducto, razón por la cual los rusos decidieron clausurarlo y elaborar la nueva ruta inaugurada hasta el Mar Negro en 1999 (a pesar de no ser la más económica) en su deseo de controlar el abastecimiento de buena parte de Europa con las reservas del Mar Caspio y de Kazajstán. Durante la invasión norteamericana de Afganistán y contra el régimen talibán, tras el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, una de las posesiones más valiosas que fueron tomadas correspondía a la zona donde se venía proyectando la construcción de un poliducto hasta Karachi (pasando por las ciudades afganas de Herat y Kandahar y la pakistaní Quetta), que abastecería gran parte de las necesidades del mercado estadounidense e internacional. Se
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recordará que las compañías norteamericanas habían negociado entonces con representantes talibanes la construcción de este conducto, a fines de 1997. Sería por esta razón que el Presidente George W. Buch decidió enviar como su representante directo para la reconstrucción del país del Medio Oriente a su antiguo asesor en la compañía petrolífera UNOCAL Oil Corporation), el afgano Zalmay Jalilzad, a principios del 2002. UNOCAL había formado parte del consorcio Centgas, que tenía el proyecto de sacar el gas natural de Dauletabad, al Sureste de Turkmenistán, por dicho poliducto. Colombia ha sufrido innumerables intervenciones internacionales en los últimos años, provocadas principalmente por el cáncer de las guerrillas. Un aspecto poco conocido en estos conflictos lo reviste la importancia del oleoducto de Caño Limón-Coveñas, al Noreste del país, cuyas 480 millas de longitud pertenecen a la compañía norteamericana Occidental Petroleum. Durante el año 2001, miembros de las FARC consiguieron tomar varios tramos del oleoducto cortando el suministro hasta avanzado el año siguiente. Por esta razón, los presupuestos para la intervención internacional de Colombia en la lucha antiterrorista fueron aumentados en casi 100 millones de dólares, asignados por los Estados Unidos para permitir el resguardo militar del oleoducto. El año 2003, Israel comenzó a dar señales de apoyar una ofensiva diplomática norteamericana contra Siria, luego de la invasión de Irak. La razón que la oposición y muchos críticos del Primer Ministro Ariel Sharon le imputaron al Gobierno de Tel-Aviv es que éste último estaría proyectando un gasoducto que abastezca sus necesidades energéticas de Haifa desde Mosul, en Irak, pero debiendo pasar necesariamente por territorio sirio para poder abaratar los costos de una obra de semejante envergadura, ya que la segunda opción, correspondiente a Jordania, resultaría demasiado onerosa. El proyecto fue reconocido poco tiempo después por el Ministro de Infraestructura de Israel, Yosef Paritzky.
Saltando a la vista que el negocio de los gasoductos y oleoductos implica una gran cantidad de riesgos y de aspectos geopolíticos de alcances internacionales, también debe considerarse que, junto a los fundados temores que pudiesen acarrear esta clase de contactos (entre países donde la confianza y la amistad es bastante más retórica que real), está el problema práctico de si el negocio de disponer de un territorio para salidas de gas o petróleo desde un país vecino es conveniente, o bien si es irrelevante; o si, a la larga, resulta peligroso y controversial. En el caso de Bolivia y Chile, hasta ahora los ejemplos han resultado inútiles para la parte chilena. Y es aquí donde debemos recordar que ya existe un caso a menor escala que podría anticipar lo que realmente podía esperarse en relación al comodato-gasoducto y la "integración energética" que planearon los entreguistas en territorio chileno durante toda la mitad de la primera década del presente siglo. La instalación a que haremos referencia expone grandes y curiosas analogías con tal situación, al punto de que reporta un magnífico antecedente sobre las verdaderas proyecciones que podría tener el negocio gasífero, más allá de las expectativas cargadas de optimismo o de sensiblerías americanistas. ¿Por qué un oleoducto boliviano en territorio chileno? En 1955, el Presidente de la República de Chile, General Carlos Ibáñez del Campo, invitó a su par boliviano, el Nacionalista Revolucionario Víctor Paz Estenssoro, a visitar la ciudad de Arica y realizar allí una reunión de mandatarios. Paz Estenssoro se encontraba entonces preocupado de los problemas internos de Bolivia, especialmente después de la aberrante revolución indígena de 1952 y la ola de agitaciones sociales, por lo que la monserga de la "mediterraneidad" quedó de lado por algunos años, lo que permitió al Palacio Quemado aceptar gustoso la invitación de La Moneda, a pesar del clima de beligerancia que persistía en algunos grupos altiplánicos. Se recordará que en 1953 la propia Cancillería boliviana había firmado un acuerdo que ratificaba la vigencia del Tratado de 1904, más tarde desconocida por La Paz. Reunidos en la ciudad del Morro, se firmó el Tratado de Complementación Económica del 31 de enero de 1955 y el Protocolo Complementario, que incluían bases de autorización para que Bolivia sacara por Arica parte de su producción de petróleo crudo cruceño, que hasta entonces debía desplazarlo por enormes www.soberaniachile.cl
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distancias a través del territorio brasileño. Siguiendo la prosa del historiador Oscar Espinosa Moraga, en la ocasión se aprovecharon de ampliar las facilidades de tránsito dadas en territorio chileno a Bolivia, por el Tratado de 1904, "hasta lo inverosímil". Sin embargo, no se habló una sola palabra sobre la demanda portuaria en estos encuentros, algo nada de extraño si recordamos la carta que el propio Paz Estenssoro le escribe desde su exilio en Uruguay a su lugarteniente Hernán Siles Zuazo, con fecha 25 de noviembre de 1950:
"En cuanto a la cuestión portuaria, permítanme decirles, con la franqueza que debe ser norma constante entre nosotros, que no conceptúo completamente acertada la declaración que hicieron, explicándome su formulación más como un ardid, aunque en tan sentido su finalidad era fácilmente perceptible..." "El argumento de no desperdiciar la oportunidad que se presenta para lograr una salida al mar, a mérito de la cordialidad de las relaciones existente entre los dos gobiernos, carece de verdadero valor. A más de las razones indicadas en el párrafo anterior, que hacen presumir que una negociación en las actuales circunstancias ha de ser necesariamente desfavorable para Bolivia, hay otras de carácter permanente. Para nosotros, el problema del puerto no figura entre los de primera fila que confronta Bolivia. La afirmación que a menudo se hace de que nuestro atraso proviene principalmente de la falta de una salida al mar, a más de pueril, es tendenciosa, pues busca desviar la atención pública de las verdaderas causas del estancamiento de Bolivia". Paz Estenssoro había cumplido estrictamente con su filosofía sobre las verdaderas necesidades de Bolivia, al aprovechar la oportunidad que se le presentaba al país para construir el oleoducto hasta Arica marginando la monserga de las pretensiones litorales. Complacido, Ibáñez del Campo retribuyó su visita viajando a La Paz en agosto del mismo año, en medio de las fiestas de independencia boliviana. Su recibimiento es, hasta ahora, el mejor y quizás el único bueno que haya tenido una alta autoridad chilena en ese país, a lo largo de toda su historia.
Quema de bandera chilena en protestas callejeras de La Paz convocadas por gremios de transporte en contra de la decisión de pasar gasoducto por Chile para vender el producto a los Estados Unidos, en julio 12 del 2002. La imagen circuló por todo el mundo a través de la cadena de Yahoo News y otras.
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El intercambio de notas entre las Cancillerías tuvo lugar en 1957, ya estando en el poder boliviano el Presidente Siles Zuazo, el ex mano derecha de Paz Estenssoro. El borrador del proyecto continuó siendo discutido entre Chile y Bolivia, basándose en el derecho de libre tránsito otorgado por Chile a Bolivia en virtud de Tratado de 1904, curiosamente, el mismo que este país pretenderá desconocer después con sus reclamos por "derecho a mar", a los que renunció de porvida según el texto de aquel acuerdo. En 1965, la compañía norteamericana Golf Oil instaló en Arica la salida del enorme oleoducto proveniente desde Santa Cruz, bautizándolo "Sica-Sica". Recorre 595 kilómetros, además de un empalme de otros 483 kilómetros que lo conecta a Santa Cruz (diario "El Mercurio" del 5 de agosto 2002, pág. C-5). El combustible sale desde Arica hasta los Estados Unidos, Brasil y Argentina. Curiosamente, cuando fue inaugurada esta obra -que comprueba por sí sola la inexistencia del "enclaustramiento" boliviano y confirma las infinitas facilidades que Chile le ha otorgado a esa nación en materias aduaneras y de libre tránsito-, Bolivia había vuelto a caer en un feroz período de odiosidades antichilenas y de restitución de su gastado reclamo portuario, especialmente como consecuencia del discurso revanchista que Paz Estenssoro inició durante su desastroso segundo período presidencial de 1960 a 1964, donde la única solución para evitar el colapso político y la ingobernabilidad fue echar mano ruidosamente al asunto de la "mediterraneidad" y las infundadas protestas por el caso del río Lauca. La inutilidad del Sica-Sica para el interés de Chile La desembocadura del "Sica-Sica" cuenta con una planta y oficinas, sobre un terreno en servidumbre (¿comodato?) que le fue entregado gratuitamente a la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia, YPFB, por todo el tiempo que duren los trabajos de embarcación del crudo, y que consta de 25 metros de ancho más todo el largo del oleoducto, desde cordillera a mar. Otras 13,7 hectáreas le fueron otorgadas para oficinas administrativas, bodegaje y reservas, más un terreno en la zona céntrica que debía ser usado para apoyo de las faenas de embarque. Sin embargo, actualmente este recinto está desocupado, a pesar de que la empresa no paga impuestos ni rentas por él. Seis estanques de almacenamiento junto al Pacífico completan la obra, con capacidad para 700 mil barriles. Para la construcción total, se emplearon 205 trabajadores, de los cuales menos de la mitad eran chilenos. Al igual que aquello que quiso proyectarse con el frustrado comodato-gasoducto para Bolivia, su construcción fue realizada con materiales libres de impuestos y, además, las propias actividades en la planta están libres de tributación al fisco chileno, exactamente como se buscó después con el negocio del gas. Y tal como en el caso del gasoducto, el "Sica-Sica" también produjo algunas alteraciones medioambientales de importancia. Sin embargo, la YPFB sólo compensó a los propietarios de terrenos por los cuales pasaron los conductos. Con toda esta tremenda inversión y consideración para Bolivia, muchos ingenuos podrían adelantarse a especular sobre las utilidades o beneficios que obtendría Chile por tener una planta extranjera de esta envergadura operando en su propio territorio... Sin embargo, el aporte es nulo, inexistente. En una sola palabra: NADA. Las compras de crudo continúan siendo desembarcadas por Arica e Iquique, mientras que la ENAP rara vez ha recurrido al "Sica-Sica" para necesidades de petróleo, algo digno de tomar en cuenta cuando se habla de la posibilidad de un gasoducto boliviano como posible solución al problema de abastecimiento energético del Norte de Chile. El oleoducto constituyó cero impacto en la economía de la zona y en el desarrollo de la industria petroquímica. Hacia el año 2002, en la planta trabajaba una modesta cantidad de ocho personas: la mitad de ellas chilenas, y la otra bolivianas... En fin: una semilla que no dio brotes. No deja de sorprender que, además, mientras Bolivia firma convenios comerciales tan odiosos como el de abastecimiento de gas para la Argentina en mayo de 2004, condicionado a no desviar "ni una molécula"
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hacia Chile, éste, en cambio, respete y mantenga plenamente vigentes los derechos bolivianos de tránsito de su petróleo por territorio ariqueño, en otro cumplimiento unilateral de los acuerdos entre ambos países.
Aviso a página completa y a todo color publicado en varios medios de prensa nacionales por orden del Alcalde Jorge "Choro" Soria, de Iquique, financiado con dineros municipales, el 5 de mayo 2002. Este carísimo y ambicioso aviso intentó convencer a los bolivianos de que la mejor opción de salida del gasoducto se encontraría en las cercanías de Iquique, en Patillos-Patache, haciendo en su texto afirmaciones sutiles pero peligrosamente entreguistas. Las diferentes "ofertas" de terrenos para el mentado gasoducto boliviano (en Antofagasta, Mejillones, Tocopilla e Iquique) pretendiendo competir con las hechas por Perú en Ilo, estuvieron rodeadas de situaciones altamente oscuras y sospechosas, que incluían propuestas formuladas por autoridades regionales sobre terrenos litorales de su propiedad, lo que explica por qué no se consideró el caso del Sica-Sica como un antecedente sobre el escaso margen de beneficios para Chile que reportaban estos gobiernos. Afortunadamente, parece ser que La Paz decidió sacar definitivamente su gas por territorio peruano y no chileno. Conviene recordar también, que la experiencia no ha brindado a Chile grandes razones para mantener o implementar oleoductos o gasoductos que pretendan garantizar alguna parte de la energía que requiere el país, desde países vecinos. Sino, recuérdense los siguientes ejemplos: •
Durante el verano del año 2002, movimientos sindicales argentinos amenazaron con provocar cortes de gas en el suministro que se había garantizado a Chile en forma continua en ininterrumpida, y que había sido la razón de la participación chilena, dos años antes, en la apertura de la planta de extracción de gas licuado de petróleo o LPG en Cañadón Alfa, al Norte de la Tierra del Fuego argentina, del Consorcio Cuenca Marina Austral I, a través de la ENAP que construyó el poliducto que abastecería al extremo austral del país.
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El Presidente Néstor Kirchner de la Argentina, decidió durante marzo y abril de 2004, materializar los primeros cortes de gas en el suministro a Chile alegando que las "empresas privadas" no habían sido capaces de lograr los volúmenes necesarios de extracción que permitieran a la Argentina garantizar el Protocolo de 1995, por el cual Buenos Aires se comprometía al suministro permanente de energía para Chile. La verdad es que el propio Gobierno de Kirchner había permitido que se ampliaran irresponsablemente las cuotas de venta interna de gas para poder inyectar dinero fresco a las vacías bóvedas fiscales, debiendo meter manos en las raciones reservadas para Chile. Poco después, en mayo, el mismo Kirchner debió firmar con Bolivia un acuerdo gasífero en el que La Paz le exigió que "ni una molécula" del gas que ahora recibirían, fuese desviado hacia Chile, como hemos dicho. Este caso pone en evidencia las complicaciones y variaciones que puede sufrir un contrato cuando se involucra un tercero. A principios de junio de 2005, manifestantes indígenas que buscaban derrocar al Presidente Carlos Mesa, se tomaron la planta petrolera Tapacarí y cerraron sin ningún problema las válvulas de paso del oleoducto que ingresaba desde Cochabamba a Chile, como una forma de exigir la nacionalización de los hidrocarburos. Esto da una señal de las precarias y poco fiables garantías de abastecimiento energético que podrían esperarse de países vecinos sumidos en el caos político y en el histórico incumplimiento de acuerdos.
Por todo lo anterior, y aún cuando las proporciones y los dineros relacionados con el gasoducto sean considerablemente superiores, las analogías con el caso del "Sica-Sica" hablan completamente en contra del optimismo que muchos de los negociantes han manifestado a lo largo de las conversaciones de "integración energética" entre Chile y Bolivia, o cualquier otro vecino.
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