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BLANCO fanzine #01 poesĂas prestadas por la S.P.A. www.sociedadpoetasalbinos.tumblr.com Marzo, 2013 Buenos Aires, Argentina
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“Daniel se sacude para espantar a un enjambre de avispas de frío y casi la empuja a Hilda fuera del taxi. Hilda resbala y se cae en la nieve. Como en los dibujos animados, como si alguien hubiera tirado de una alfombra y pirueta en el aire para atrás y boca abajo. Hilda piensa que quizá se quede así para siempre, con la cara fría y blanca y escondida. Quizá la gente que pase y la vea ahí tirada piense qué le pasará a esa nena tan linda, piensa Hilda.”
_____________________________________________________________________ Fragmento de “La velocidad de las cosas”, Rodrigo Fresán.
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Michelle Nieva (1954-2030): hija de un militar de una familia aristocrática y tradicional de Medellín, recibe educación eclesiástica desde la infancia hasta que a los 15 años, espantada por la posibilidad de convertirse en monja, huye de su casa y se instala en la ciudad de Cali. Allí se relaciona con círculos bohemios y conoce a Andrés Caicedo, con quien años más tarde funda el grupo literario Los dialogantes. A los 25 años inicia un largo viaje por Latinoamérica, primero en auto y después en moto, durante el cual, en circunstancias aún no esclarecidas, se la acusa del asesinato de nueve hombres. Su familia interviene y la interna contra su voluntad en el Hospital Mental de Antioquia, a fin de evadir la investigación de la justicia. Es en esa reclusión donde compone su vastísima obra maestra, Papelera de reciclaje (un intento de fusionar el Ulysses, Leaves of Grass y On the road, en clave femenina y latinoamericanista) del que aquí reproducimos un fragmento.
ODA AL APELLIDO GÉLIDO (fragmento)
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nieva, siempre hoy ya nieva como un dios en la espalda cayendo en mí la llevo me susurra Michelle soy ese rostro detrás del otro que los espejos te reflejan ese pasado puro a tus yoes acechando un embarazo imposible que parirás jamás con o contra mí nunca sin mí la nieve me dice y es que nunca me abandona, helada una voz que no es mía pero es mía un sendero que trazaré ay pero yo no tracé nieva, siempre hoy ya nieva una máscara condenada a ser una cara es esa mentira urdida en mi nombre los copos los fractales me la recuerdan la Ley que el Otro me dictó como una sombra: nieva, siempre hoy ya nieva
i.desperté sin aire con la ventana abierta, iba camino a la playa. él me había regalado una luciérnaga adentro de un frasco de vidrio con agujeritos en la tapa. la luciérnaga no encendía, apenas flotaba sobre el merengue italiano de mi torta de cumpleaños.
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ii.peino mi pelo con agua de violetas lo adorno con pรกjaros y brillantina ordeno la casa, las flores, espero sentada que no vuelvas. 09
Belen Iannuzzi
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SI UNA NOCHE CAE SE LEVANTA OTRA hasta que el verano se termine no me quedan vidas por dar siento deseo por ella, hay una fiesta en mi cama y no estoy invitado fuera del barco, nuestras cabelleras blancas y blandas las delicadas ropas abandonadas y desaparecido en acción no hay otoño para vos desde que te amputaste mi cuerpo
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TE CAVÉ LA TUMBA no queda otra que remontar el ejercicio para leerte poesía siendo el tentempié de tu boca cada palabra intentando ser refugio en este momento de vulnerabilidad derroche en el exceso de ropa y la sequía la tenés adentro cada ceremonia en la que chupamos y acabamos el vino tinto de la noche me desnudo llenándote la cara de pañuelos blancos para salvar la piel no queda otra que abrazarse y ser juntos la mancha en las sábanas no queda otra que ser oscuros y retomar las armas
Enzo Campos Córdoba
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DANIELA
Claudio Burguez
No sé si la adoptaron o es una sirvienta de confianza. Sólo veo que come con ellos en el bar Expreso, que está aburrida y que apenas les dirige palabra. Están enfrente a mi mesa y escucho que le dicen Daniela. Es muy joven, tiene rasgos negros, la piel oscura y perfecta. Contrasta en color y calidad con los ancianos que la acompañan. De hecho todo a su alrededor es blanco pálido. Me dirige miradas certeras, eructa y se comporta grosera con sus acompañantes, hace gala de un desagrado profundo, cinematográfico. No imagino que está pensando pero le envía una sonrisa forzada al que parece ser amigo de la pareja de veteranos. Este señor, llamemosle RS,
tiene el aspecto de un dandy viejo y no para de tamborilear un anillo de oro con las enormes iniciales en relieve contra su vaso de whisky. Le habla sobre Punta del Este y la mira con ese talento que tienen algunos para enrarecerlo todo. De la señora que está a su lado recibo palabras sueltas como: “Portezuelo”, o “jazmín”. Ordenan por ella un refresco, le hablan, Daniela me mira o mira para cualquier lado que no sea su mesa. Acepta todo, odia todo. Busca otros ojos en el local para regalarle su fastidio a alguien menor de 60, no encuentra, solo en un rincón están mis ojos cansados pero dispuestos a odiar, si la causa lo merece.
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COUNT YOUR LITTLE FINGERS
Eclipse
“Oh wah wah ah sit there, hmm, count, ah, count your little fingers, my unhappy oh little girl, little girl blue, yeah.” Janis Joplin - Tenés los brazos tan, tan blancos. - Convengamos que no he tomado tanto sol, nena. -¡Pero tan blancos! - decía con una voz de ensoñación que propiciaba el calor, el aire del ventilador de techo amasijando el ambiente. Eran a medias, tumbados sobre la cama, cabeza con cabeza, en sentidos opuestos. Todavía quedaban resabios de ternura, restos de conversaciones acerca de manías varias, frases por la mitad, interrupciones a medida. Lo que fuera que tuvieran los encontraba así cada tanto, conversando acerca
de la blancura de alguna parte del cuerpo, la canas prematuras o nuevos lunares. La calma era aquello, la seguridad de arena era aquello, cinco o seis minutos, o toda la tarde, o una mañana después de quién sabe cuántas cosas. Las palabras se arrastraban con sonrisas y la poca trascendencia de las conversaciones era una dulzura que flotaba en el aire enclaustrado del cuarto, como un perfume relajante, como una tregua con el tedio del día que acababa de pincharles los ojos. Así quedaban, así eran, jugando a contarse los dedos de las manos en cada silencio, mirándose cada tanto y deseando secretamente un beso. Hasta que alguno hablaba de las canas, los lunares o qué tan blanca tenía alguna parte del cuerpo.
RUIDO BLANCO me gustaría verte en la ruina entre las ruinas erosionadas por el viento que sube desde la rambla. el día que te caíste de mi partenón me dijiste que ya habías construido a tus dioses. yo me imaginé el naso de dylan saliendo desde el mármol definitivo y blanco tallado por tus ojos de halcón, tus manos de mujer.
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ESTALLA
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el ruido del mar es como el ruido de la lluvia de la tele me duele la cabeza sĂłlo se me pasa si me sumerjo, de repente todo es silencio. son las tres de la tarde, podrĂa estar durmiendo la siesta. quiero que te calles y estrellarme contra la luz.
SofĂa Calvano
FUMANDO Nacen colchones de su boca... Se desvanecen en el aire. Colecciono en un minúsculo bolsillo aquello: el blanco de la nada. Soy un trapo con semillas, la pus que aparece entre las uñas... Y ella sin embargo me habla... siempre ululante. Da unas vueltas Susurra a Ludwig van Pone la película y se enoja de mentira No me río en el momento en que debo reír, solo hago una mueca. De sus suspiros sale humo De sus ojos una cara Una almohada le nace en la mano. Y yo colecciono aquello: el blanco la nada.
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NIEVE DENTRO Una vieja, con su ataúd a cuestas, sostiene una bolsa con pelo de su cabeza. 17
Lo tira al pie de un árbol y se va... Desde acá parece un paquetito con nieve dentro.
Juan Pez
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CARBON Y HUESO Lucas Ariel Mercado
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La cosa fue así y hay gente que no me dejará mentir: en esa época todavía se le decía Laguna de los curas o Lago de los curas. Yo solía ir con mi hermano a reventar sapos a pedradas, saltábamos vestidos de indios y agarrábamos palos, nos pintábamos insignias, y estrellas, tomábamos agua de a traguitos... fue lo más parecido a un explorador que pude estar en toda mi vida. Por aquellos lugares jamás vi un cura, pero como había una capilla cerca y se decía que los curas criaban ahí caballos, animales de pastoreo y plantaban árboles frutales, le pusieron ese nombre a la laguna para atraer al turismo religioso y darle un toque pintoresco a la región. Una vez me fui hasta un pueblo porque una novia me había dicho que era re lindo y resultó que ese pueblo era horrible (por lo menos el día que yo estuve) y formaba parte del recorrido de turismo religioso y era un bajón importante, encima ya era de tardecita y me tuve que comer una noche entera en ese lugar pasado de frío. Me gustaba ir a la oficinita que había atrás de la capilla, que estaba cerca de la laguna, para colgarme leyendo unos libros viejos de actas de nacimiento del año 30, trataba de encontrar a mis abuelos o familiares lejanos, tejer historias de pueblo y fantasear con liceos, seminarios e internados. Bueno, entonces fuimos con dos amigos a hacer el recorrido por el arroyo que desembocaba en un diquecito perdido con la vigencia en baja, porque ahora traen el agua de otro lado, de camino estaba el famoso Lago de los curas, queríamos tirarnos al agua en pelotas porque no iba nadie. La cosa es que ya lo habían pensado antes que nosotros: Carbón y Hueso. Ese día tuvimos que pasar de largo, nosotros éramos mucho más jóvenes y
teníamos vergüenza de nuestros cuerpos, así que nos metimos un toque, compartimos trago y seguimos camino. Luego de eso no volvimos por un tiempo, pero, nos contaron que unas semanas después se estaban bañando en bolas Carbón y Hueso y de golpe apareció una procesión de monjas o laicos consagrados o personas que dirigen escuelas privadas religiosas. Ellos no se imaginaban que por ahí podrían pasar unas monjas, y para disimular se hicieron pasar por esta- tuas, y se quedaron quietos en unas poses de lo más raras porque la única vez que vieron una estatua fue en una revista vieja. Como tres días estuvieron tiesos, porque resultó que las monjas se quedaron a acampar, sacaban sanguches y gaseosas y anafes y mecheros, llevaban cosas para un año entero y los vagos aguantaron, aguantaron, tres, siete, veintitrés días de lluvia y granizo y fuego y se solidificaron y su sangre se fue secando y la piel se les fue secando y sus corazones se fueron secando y luego el resto del cuerpo, una vez seco el corazón, les fue más fácil secarse. Y las monjas se fueron y ahora hay dos estatuas: una de carbón y otra de hueso. El recorrido al dique lo hacíamos todos los años tipo ritual, este año en particular no porque se largo a llover fiero y no llevábamos las zapatillas adecuadas.
17 alguien canta en mi garganta
mordiéndole el corazón a la nada
el que está vivo soy yo
drogándome con el corazón de la nada
el sol me quemó la espalda
o soy el muro?
me vi sin rostro
la señora rubia cuelga la ropa,
alucinado por el astro
los ojos de vidrio
siento el llamado
mas hermosos que vi alguna vez
me acerco
en el campo abierto
acá se puede estar solo
donde los pájaros dan conciertos
todas las tardes vuelvo a fallar
de seducción
y así entiendo la felicidad
sobre los cables, en los arbustos
soy el que camina el silencio
me veo dentro de doscientos años
soy el que camina la espalda de un ángel
el paraíso es la memoria
es cierto
dios es todo mis ojos
las alas brillaban con el cielo y yo bebía es hermoso que nuestros sueños se rocen es hermoso encontrarte en la gran mente donde habitan nuestras mentes soy un pequeño pájaro blanco virgen y me veo en doscientos años sentado rodeado de enredaderas
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18 me conecté nada mas para decirte uf tantas cosas conseguí un auto para que escapemos acá ya está floreciendo el verano y cae ardiente sobre mis hombros 21
me escapo al baño y te siento lejos miro por la ventana y pienso: no me alcanza junto a mis manos pájaros de oro frente a mis piernas ríos vírgenes arriba de mis ojos la frente pálida
Patricio Forlani
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TEXTOS Michel Nieva Belen Iannuzzi Enzo Campos C贸rdoba Claudio Burguez Eclipse Sof铆a Calvano Juan Pez Lucas Ariel Mercado Patricio Forlani ARTE Juan Pez
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delEscorpi贸n