13 minute read

El combate singular en El Señor de los Anillos: Boromir vs. Aragorn

Una de las escenas típicas de las tramas épicas es la aristía heroica, el enfrentamiento en el cual un héroe demuestra su superioridad realizando una hazaña fuera del alcance de un mortal. De sus múltiples variedades, el modelo supremo es el del combate singular entre dos héroes, que sirve para determinar cuál es el favorecido por los dioses. Por ejemplo, en la Ilíada, el enfrentamiento de Héctor y Aquiles, y en la Eneida, entre Turno y Eneas. Se trata de una escena con origen en la realidad, pues en la Antigüedad, en especial en los períodos más arcaicos, muchas guerras se dirimían con el combate entre los dos guerreros más señalados de los respectivos bandos. De forma que, el bando cuyo guerrero venciera la lid ganaba, si no la guerra, al menos el día.

El Señor de los Anillos, como obra de marcado carácter épico, posee al menos una escena de este tipo; aunque, por tratarse de una novela, género que subordina la fuerza de las escenas épicas a la resolución de la trama principal, su papel no es tan determinante como en una epopeya. Una segunda posición que refuerzan el tratarse de una novela coral (hay al menos 9 personajes definibles como protagonistas con sus propias subtramas), el ser el argumento principal un enfrentamiento de claro trasfondo moral a varios niveles entre el Bien y el Mal, y el no estar personificado el Mal en una gran figura equiparable a sus contrincantes, sino por un ente uniforme que parece concretarse en la corrupción del alma individual del héroe o de la comunidad a la que este pertenece. Sauron es un fantasma cuyo deseo es la dominación y el poder absoluto que todo lo iguala, los Nazgûl, reyes que renunciaron a su individualidad por ser siervos de Sauron y por ello mera presencia. Por su parte, Saruman y Denethor personifican modelos diversos de seres caídos o instantes distintos de la caída. Por otro lado, el claro peso moral que encierra esta confrontación obliga a una adaptación del modelo primigenio de la aristía, pues la victoria podría adjudicarse a la posición moral del vencedor y no a su capacidad marcial, como sucede con los combates entre los Ents, Merry y Pippin frente a Saruman, o Eowyn y Pippin contra el Señor de los Nazgûl, que responden a la reivindicación de Tolkien en favor de los seres más humildes.1

Advertisement

De este modo, Tolkien se ve obligado a desplazar la aristía a otro espacio, a aquel en el que se encuentran los dos únicos personajes que representan el ideal

1 Hay a priori otros enfrentamientos catalogables como aristías: Gandalf contra Saruman y Theoden contra el Señor de los Nazgûl. Sin embargo, la naturaleza no-humana de alguno de los contendientes lo impide. caballeresco heredado de la tradición medieval, es decir, aquellos cuya virtud heroica consiste en la asunción de los deberes que su comunidad les impone para su existencia: Aragorn y Boromir. Este rasgo obliga, pues ambos forman parte del mismo bando, a una nueva transformación, que el duelo sea incruento. Una confrontación que, además, posee un claro sentido alegórico, pues Tolkien está presentando a aquellos jóvenes que pensándose Aquiles acudieron a combatir en la primera Guerra Mundial sucumbiendo allí, y a aquellos que tuvieron la suerte de superarla por poseer una visión más realista de las circunstancias, con lo que se les ofreció la posibilidad de renovar la visión del mundo. Y lo hará mediante la confrontación entre el modelo de héroe trágico-arcaico: Boromir con sus fracasos, y el de héroe épico-moderno: Aragorn con sus hazañas.

Se trata de dos tipos de personajes unidos por la concepción de que la condición natural del ser humano, de la que son propios el esplendor del Kleos (la fama) y la angustia del pathos (el sufrimiento), caras complementarias del destino heroico, es la guerra. La paz, por su parte, no es sino un mero descanso. Aunque, en realidad, esto solo se cumpla en el caso de Boromir; pues, para Aragorn, la condición bélica de la existencia es el tránsito necesario para alcanzar una paz que surgirá tras el fin de la Guerra del Anillo y que, con su asentamiento en el trono, deberá de regir. Un hecho que restringirá su libertad, ya que se verá en su comportamiento obligado a mostrarse moderado y respetuoso con la ley sin querer ser más fuerte y más digno de gloria que los demás. A diferencia de Boromir que no tiene porqué inhibir su espontaneidad y ni adoptar el punto de vista comunitario. Se establece así otra distinción heroica entre ellos, mientras Boromir representa el arquetipo de héroe arcaico, y Aragorn -y con él Faramir-2, el moderno. Y resulta inevitable que la coexistencia de estos dos tipos de héroes en la misma trama termine en un enfrentamiento que se vislumbra desde su primer encuentro en la escena en que se produce la entrada en la obra de Boromir, el Concilio de Elrond.

En dicha escena, es muy significativo que ambos ocupen posiciones externas al círculo, por lo que resulta inevitable emparejarlos. Especialmente llamativo es el caso de Aragorn, a quien ya conocemos desde Bree. No es así en el caso de Boromir que se encuentra donde debe, pues es un

2 Por ello, cuando se produce el encuentro entre Aragorn y Faramir no hay una aristía similar, al constituir variantes de héroe moderno, ver Brett Carter (2012).

personaje que entra en la historia y, por tanto, es desconocido para casi todos, lectores y personajes, excepto para Elrond, que es quien lo presenta. A ello hay que añadir que, como embajador en misión diplomática, ha de ser presentado el último. No ocurre lo mismo con Aragorn, de quien refiere Frodo y a quien presenta con los mismos nombres y viejos ropajes que en el Pony Pisador.

De ambos personajes conocemos primero los datos referentes a su aspecto, es decir, sus rasgos físicos, su vestimenta, etc., y finalmente sus nombres. Aunque, curiosamente, no por la misma voz. Mientras Boromir es introducido al lector y a los presentes en el Concilio por Elrond, el único que sabe su nombre, origen y razón de ser —con lo que queda marcado como una figura extraña (como lo son el resto para él, que es el único que no habita en ese mundo de seres fantásticos propios de historias y leyendas de su tierra natal)—, a Aragorn lo presenta Frodo, que lo hace con el nombre que sabe de él: Trancos. Así se nos oculta a los lectores, igual que hacen sus ropajes, su identidad completa. Un engaño que llega a su fin cuando Elrond se ve obligado a revelar la identidad oculta del norteño por la reacción extemporánea de Boromir que lo piensa un vagabundo sin la categoría suficiente para dirigirse de igual a igual a un primogénito del Senescal de Gondor. Ante este descubrimiento, ambos quedan ecualizados como seres con igual dignidad caballeresca, al tiempo que se sugiere el comienzo de un enfrentamiento soterrado, cuyo inicio se sitúa en la aceptación del gondoriano de formar parte de la Compañía del Anillo y que se prolongará hasta la aceptación de su derrota tras el paso por Moria.

Y la colisión, a pesar de la buena voluntad de Boromir de cumplir con sus deberes, es inevitable, porque surge de la distancia existente entre la autopercepción de las responsabilidades exigidas por sus respectivas culturas y la posición real en la que se encuentran con respecto a ellas cada uno de ellos. Y en el caso de Boromir, esta es inmensa. Y lo es porque es incapaz de percibir que los requerimientos del mundo en el que y para el que fue educado ya no existe. Él está preparado para desenvolverse en el mundo de sus ancestros, de los modelos recogidos en el legendarium de Gondor, no en uno en el que el rey, Aragorn, oculta su dignidad por el bien común. Razón por la cual, Boromir duda de su talla. Y por eso, el primer enfrentamiento directo y explícito entre ellos se produce ante las primeras dificultades, en cuanto la nieve les cierra el paso en las laderas de Caradhras. Ahí Boromir, convencido de que físicamente es el más poderoso, reta al resto con la proposición de que sean los más fuertes del grupo, es decir, él y Aragorn que aceptará el desafío, quienes hallen la ruta a seguir. Aquí resulta vencedor Boromir, a quien el texto describe como de menor talla, pero de mayor corpulencia y fuerza. Es él quien abre la vía que sigue el rey y es él quien se sabe vencedor al ver que son Aragorn y Frodo en sus brazos quienes cierran el grupo.

Tras este episodio, Boromir se engaña y cree que vencerá, pues además el combate parece igualado tras el enfrentamiento posterior contra los wargos o cuando Frodo ante la duda de la ruta a seguir poseen la misma autoridad. Tras estos episodios la aristía va a alcanzar su clímax en el paso por Moria. El reino de los enanos va a ser la piedra de toque de las virtudes de ambos, pues va a exigir la puesta en práctica de habilidades que, por desgracia para Boromir, están fuera de alcance. Sus virtudes, orgullo, practicidad y resolución, no van a ser suficientes ante la capacidad de Aragorn para entender lo que se encuentra en juego a cada momento y adaptar su comportamiento a ello. De hecho, ya en las mismas puertas de Moria, Boromir inicia su camino a la derrota al ponerse al grupo en contra por primera vez, dudando incluso del propio Gandalf porque no es capaz de descubrir la contraseña de acceso al reino de los enanos. Una conducta opuesta a la de Aragorn, que confía siempre en las capacidades de todos.

Una vez dentro, el grupo comenzará su travesía en hilera y con este orden: “Gandalf, Gimli, Frodo, Sam, Legolas, the young hobbits, Boromir. In the dark at the rear, grim and silent, walked Aragorn (310).” En la fila, destacan por su posición Gandalf y Aragorn, que ocupan los lugares más determinantes por su autoridad. Aunque destaca la del último porque es el único personaje cuya actitud se muestra. Su conducta delata el rasgo determinante para su victoria frente a Boromir: su capacidad de reflexión en la adversidad, que se verá de nuevo cuando queden atrapados en la Cámara de Mazarbul. Allí, mientras Boromir se apresura a cerrar la puerta para intentar retrasar un desenlace seguro, Aragorn busca una salida alternativa. Y, mientras la impulsiva reacción de Boromir resulta peligrosa, pues va contra los intereses del grupo al impedirles, como lamenta Gandalf, saber a quién

The Last Words of Boromir por Ted Nasmith ©

y cuán grande es el número de quien enfrentan; además, es inútil ya que la puerta se abre hacia el interior; la aparente inacción de Aragorn les provee de esperanza ya que ofrece una vía alternativa, convertir la sala en un bastión tan inexpugnable que los orcos teman acercarse, con lo que ellos dispondrán del tiempo suficiente para dirigirse a la escalera que se encuentra en el lado opuesto del salón de entrada. Con ello, se le abre a Boromir la puerta para derrotar a Aragorn en lo que cree ser superior. Sin embargo, a pesar de su valor y destreza, su lucha será infructuosa. Boromir pierde, no por matar un menor número de enemigos — de hecho, no hay indicación alguna del número de caídos por uno y otro—, sino por su estado tras la contienda. Una información que Tolkien ofrece con la metáfora de la condición en que se encuentran sus respectivas armas. Mientras la de Boromir, que se califica de filo, se ha mellado y carece de filo, Anduril resplandece e infunde fuerza y esperanza a la Compañía. Aún así, para el orgulloso y noble Boromir no se ha producido la derrota definitiva, pues el duelo se prolongará un poco más, hasta el encuentro en el puente de Khazad-dûm entre Gandalf y el Balrog. Allí, ante la inminente derrota del mago, Boromir y Aragorn reaccionan con igual valor, resolución y habilidad y se precipitan en su ayuda. Sin embargo, este pasaje supone la derrota de uno y la apoteosis épica del otro que, tras la muerte de Gandalf y lo vivido hasta entonces, se da cuenta de que ha de dejar de ser Trancos y ser Elessar. Aragorn toma el mando el mando de la Compañía y certifica su victoria frente a Boromir, como lo refleja el texto que lo muestra liderando al grupo, mientras Boromir lo cierra. De la posición del resto no se dice nada, no es relevante, solo lo son aquellos que han protagonizado la lucha.

Se trata de un duelo cuyas consecuencias resultan de gran importancia para el desarrollo ulterior de la trama, pues la victoria y consecuente transformación de Aragorn, supone un cambio en Boromir, quien una vez derrotado, como se lo reconoce en la despedida de Lorien a Celeborn al decir que no es el líder de la Compañía, ha comenzado de alguna manera a corromperse, ha perdido su función en la sociedad, el líder será quien le ha derrotado en su lucha por ser el guía. A partir de este momento, el enfrentamiento de Boromir se torna trágico, contra sí mismo.

bibliografía:

Amstrong, H. [2007]. “Aragorn” en Drout, D. C. Michael (ed), J.R.R. Tolkien Encyclopedia. Scholarship and Critical Assessment, Oxford, Routlegde, 22-24.

Auden, W. H. [2015]. El arte de leer. Ensayos literarios, Juan Antonio Montel (trad.), Debolsillo, Barcelona.

Auerbach, E. [1983]. Mímesis. La representación de la realidad en la literatura occidental, F. C. E., México.

Bajtin, M. [1989]. El problema de los géneros discursivos, México: Siglo XXI.

Barfield, O. [1973]. Poetic Diction. A Study in Meaning, Wesleyan University Press, Middletown, Co.

Bartolomé Gómez, J. [2004]. Lucano. Farsalia, Madrid, Cátedra. Letras Universales.

Branchaw, S. [2015]. “Boromir: Breaker of the Fellowship?”, Tolkien Studies, Vol. 12, 123-140 DOI: 10.1353/tks.2015.0006 available at http://muse.jhu. edu/article/604564

Brett Carter, S. [2012] “Faramir and the Heroic Ideal of the Twentieth Century; or, how Aragorn died at the Somme”, Mythlore, 30: 3 / 4 Spring, Summer.

Brisbois M. J. [2008]. “The Blade against the Burden: The Iconography of the Sword in The Lord of the Rings”, Mythlore 27: 1 / 2, Fall, Winter.

Chance, J. [2016]. Tolkien, Self and Other: “This Queer Creature”, Austin Texas. The New Middle Ages, Palgrave Mc. Millan.

Clark, G. [2008] “J.R.R. Tolkien and the True Hero” en H. Bloom (ed.), Bloom’s Modern Critical Views: J.R.R. Tolkien, New Edition, 43-58. downloadable at: www.scribd.com

Davis, A. [2007]. “Boromir”, en Drout, D. C. Michael (ed), J.R.R. Tolkien Encyclopedia. Scholarship and Critical Assessment, Oxford, Routlegde, 74-75.

Fdez. Corte, J. C. [1989]. Virgilio. Eneida, Madrid, Cátedra. Letras Universales.

García Gual, C. [2016]. La muerte de los héroes, Turner Noema, Madrid.

Garwoski, Chr. [2014]. “Evil”, Stuart D. Lee (ed.), A Companion to J. R. R. Tolkien, John Wiley & Sons, Ltd., Oxford.

Gomá Lanzón, J. [2015]. Aquiles en el Gineceo, Taurus, Madrid.

Kovar [2006]. Good and Evil in the Imaginary World of J. R. R. Tolkien, Major Thesis, Brno.

Lewis, C. S. [1997]. La Imagen del Mundo. Introducción a la Literatura Medieval y Renacentista, Carlos Manzano (trad.), Barcelona, Ediciones Península.

Melatinski, E. M. [2001]. El mito. Literatura y folclore, López Borja de Quiroja (trad.), Akal, Madrid.

Redfield, J. M. [1992]. La tragedia de Héctor. Naturaleza y cultura en la Íliada. Antonio J. Desmonts (trad.), Barcelona, Ensayos Destino.

Simonson, M. [2006] “An Introduction to the Dynamics of the Intertraditional Dialogue in The Lord of the Rings: Aragorn’s Heroic Evolution” en Hoengger Th. Weinreich F. (eds.), Tolkien and Modernity 2, Cormarë Series No. 27, Walking Tree Publishers Zurich and Jena, 75-112.

Simonson, M. [2012] “Tolkien’s Triple Balance: A Redemptive Model of Heroism for the Twentieth Century” en J. Klinger (ed.) Sub-creating Middle-earth. Constructions of Authorship and the Works of J.R.R. Tolkien, Cormarë Series No. 27, Walking Tree Publishers Zurich and Jena.

Tolkien, Chr., [2006]. J. R. R. Tolkien. The Monsters and the Critics and Other Essays, London, Haper Collins.

Tolkien, J. R. R. [2009]. The Lord of the Rings, 50th Anniversary Harper Colins e-books.

Vaughan, Geoffrey M. and Vaughan, J. [2015], “The Hobbit Redemption: Christian Heroism & Humility in the Work of J.R.R. Tolkien.” Touchstone: A Journal of Mere Christianity, vol. 28 no. 5 (Sept/Oct 2015): pp. 27-31. http://www.touchstonemag.com q

This article is from: