Crimen como Arte

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Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina

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“…cada uno en su boceto, con sus latas, su espacio... parecería tratarse de un acto puramente egocéntrico e individualista, lo creo, lo es. No veo nada de malo en eso. Pero la otra parte es que lo disfruto muchísimo si estoy acompañada de personas que quiero…” (S)


Esto no es algo lindo Todo lo que pueden llegar a encontrar en estas hojas, pretenden ser mucho más que un libro de fotos y textos. Se trata más bien de un análisis profundo desde adentro con voces propias de quienes somos protagonistas de nuestras propias aventuras e historias, que bajo ningún concepto son elegidas al azar. La autonomía rige nuestros hechos como así también nuestros relatos, y desde ese lugar es que podemos decir que no necesitamos ningún vocero, ningún representante, ni la televisión que hable por nosotros, porque contribuye de muchas maneras a un poder hegemónico que destruye las ideas de un movimiento y que hace de esto una mercancía.


Estando en contra de la mercantilización de lo que amamos, y estando conscientes de una participación activa de algo que esta manifestando un comportamiento cultural y social de una época (la nuestra) es que pretendo elevar estas líneas, estas fotos y estas ideas a un lugar importante dentro de una historia que siempre fue contada por los vencedores. Este libro es una invitación a pensar que, con esas letras, esas palabras y esas frases con las que convivimos todos los días, podríamos ser participes de una rebelión silenciosa y sumamente poderosa que muchas veces pasa desapercibida. Esa necesidad del ser humano, que recorre el tiempo y el espacio, de sentir una Identificación con algo, una firma, una huella, una letra, un color, lleva a pensar que no se trata de un acto inofensivo. Y más sabiendo que somos parte de un continente que sufrió graves lesiones en cuanto a la identidad, ya que fue robada, rota y que faltan partes para poder ser comprendidas.



“…estoy en esto debido a esa terrible necesidad de vivir esa compleja, divertida y arriesgada experiencia. Todo esto me lleva enfrente del vagón, donde se genera un clima colmado de adrenalina y alegría, decido romper el hielo frente a él contándole como me llaman algunos otros enfermos y enfermas que comparte el mismo sentimiento. Nuestros sentidos permanecen alertas, muy agudos, son nuestro sensor ante cualquier inconveniente durante la pintada. Luego la salida victoriosa ansiosamente esperada…” (m)



“…estaba empezando a pintar, arrasaba con todo lo que podía, y en menos de un año me había petado mi ciudad, todo el mundo conocía la firma pero nadie sabía quién era…” (P)


El graffiti es una contrapartida a lo impuesto que parte desde una imagen, y genera diálogos sumamente íntimos entre los creadores, que no será encontrado en ningún manual, no será defendido por medios de comunicación y mucho menos avalado por leyes. Y la razón es justamente que se trata de una manifestación subversiva, es decir, este código se enfrenta a lo dogmático de un sistema que teme a lo desconocido. No creo que haya clases donde aprenderlo, ni tampoco pretendo explicarlo o promoverlo, sólo creo que cada uno que lo busque lo puede encontrar, de muchas maneras, en muchos idiomas y en muchos lugares. Muchas cosas me parecen increíbles del graffiti, una de ellas es que existen en distintos lugares personas que realizan las mismas acciones, en el mismo momento, y que hasta tal vez no se conozcan entre sí.


No existe la manera de saber cual es la actitud para llevar a cabo el graffiti, yo no creo que todas las personas tengan las mismas ideas o las mismas convicciones, al contrario, pienso en lo diverso que puede llegar a surgir en las mentes al pintar. Sé que existen personas que pintan que ni siquiera se plantean estos temas, son los que ven pasar sus días sin pensar de que manera les gustaría vivirlos. Yo considero esencial el hecho de llevar a cabo una vida con ideales o con convicciones que tengan relación directa con los más profundos deseos. Las ideas son las que nos permiten concretar muchos sueños, se trata de la búsqueda de placer, de jugar un juego que se juega en las calles y que pone en alto a la imaginación, donde el gran escenario es la gran ciudad. Lo vivo como un pequeño olvido de responsabilidades y una vuelta a un mundo imaginado donde sólo lo que importa es el sentir. El mundo de cuando era niña.



“…no necesitamos de nada ni de nadie para crecer, ni de radios, ni de televisión, ni de la ayuda del gobierno, porque tenemos la habilidad de autogestionarnos de diversas maneras, tenemos las noches y el cerebro como para movernos por todos los rincones, no necesitamos nada de nadie, sólo de nosotros mismos…” (c)



“…una razón por la cual me considero enamorada del graffiti es por su dimensión infinita en el espacio que se supera ampliamente, como así también deja tiradas a un lado diferencias raciales, de clases, religión, sexo. Es una actividad internacional, muchos en distintos lugares del planeta, mediante el graffiti, tienen la posibilidad de vivir situaciones similares, transformando a las personas en jugadores de un juego lleno de amor y odio. Siendo cómplices o enemigos…” (S)


La belleza del graffiti la veo en ese espacio que estuvo vacío tanto tiempo y que alguien se detuvo en algún momento a llenarlo, esa pared que visitamos cada vez que salimos de casa. En ese tren nuevo llegado de otro país, que da su primer recorrido en una nueva ciudad y trae consigo historias plasmadas en sus vagones, que miles de personas observan y ven con intriga. Esa fábrica abandonada que nadie jamás imagino que sería portadora de firmas, nombres y frases llenas de color. Todo lo material y físico que implica llevar a cabo este acto vandálico que tanto nos gusta es la parte bella del graffiti. Son pequeños actos que hilan una historia mundial, con pequeñas vivencias que se hacen grandes por la intensidad con que son vividas.


El sentir no se puede razonar, y por lo tanto no se puede describir con palabras. S茅 que la oscuridad de la noche, lo er贸tico de no saber, imaginar m谩s de lo que vemos, lo que supera nuestra sensibilidad, lo que nos deja expectantes del misterio es tan poderoso como un paisaje que nos atrapa o un insecto que nos aterra. Eso que se genera en nosotros es lo que no podemos describir, eso que detiene todos nuestros pensamientos es lo que nos entrega al sentimiento sublime de estar apasionados, y nos entrega por completo a eso que queremos, deseamos, y que no podemos poseer. La Noche representa para el graffiti el placer de no tener descripci贸n alguna, ya que no existen palabras para definirlo.



“…la policía no llega a entender qué es lo que hacemos, ni para que lo hacemos, porque la mayoría de las veces intentan clasificarlo dentro de los delitos comúnmente conocidos en esta ciudad, y nosotros sólo queremos recorrer espacios y trascender con nuestros nombres. Reconocer, odiar, amar a otros que vamos viendo en el camino… jugar en el graffiti sólo se puede entender y disfrutar estando dentro…” (s)



“…es un gusto especial que tiene la aventura de permitirse lo prohibido que nunca deja de agradarme…” (s)


La policía como principal enemigo de lo bueno es la que se encarga de llevar todo el orden, aunque lo que genera es desorden, no importa lo que hagan, siempre llevan razón y la verdad de los hechos. El policía es el que quiere que te calles, el que quiere que no pienses, el que quiere comprarte, el que reprime, el que invade. Es el ente regulador, que sin fundamentos se permite el maltrato de personas. En el caso del graffiti la situación es extraña, no creo que tengan claro cuál es el delito que cometemos exactamente, sólo sé que somos perseguidos por escribir nuestros nombres. Lo paradigmático está en el significado que lleva el hecho de ser perseguidos por firmar nuestros nombres (reales o inventados), es una persecución simbólica que se hace material en causas, detenciones, maltrato, golpes, abusos, etc. Como si nuestra identidad no pudiera ser expuesta públicamente, la policía se enfrenta a un acto cultural y social que es mundial.


Dentro de un sistema en donde lo que se impone diariamente es el miedo, se pretende que por ser perseguidos demos un paso atrás con lo que queremos y con lo que pensamos, que nos detengamos y que hagamos nuestras vidas “normales” sin graffiti. No sé el porqué de la necesidad de plasmar en las paredes como nos llamamos, pero pienso mucho acerca de eso. Lo más peligroso es que la policía puede cobrar varias formas, tamaños y colores. Su esencia no está en la apariencia sino en su actitud y es por eso que se puede sospechar de cualquiera en realidad. Entonces con el graffiti surgen nuevas formas de opresión, de las más inhóspitas, como por ejemplo galerías de arte, o lo que comúnmente conforma el mercado del arte.



“…era casi inevitable que venga la policía, cuando nos dimos vuelta estaban ahí, empezaron a empujar a los chicos y a decirnos cosas horribles, yo casi estática de miedo me negaba a presenciar ese hecho, porque estaban maltratando a dos de mi familia. No recuerdo como fue que nos dejaron ir, sólo sé que me quedó un gusto amargo desde esa noche, y creo que nunca van a entender lo que hacemos y tampoco queremos que lo entiendan…” (s)



“…esperamos que sea el momento para salir, es cuando todos quedan guardados en sus casas, y el único testigo de nuestros actos es la luna, ella puede leer nuestros nombres en cada pared, en cada persiana, en cada vagón y en cada esquina. Somos conscientes de que en cada rincón de este mundo en ese mismo instante miles de personas salen a poner sus nombres en esta ciudad. Conquistando espacios los nombres enaltecen determinados lugares, dándole un sentido completamente distinto…” (s)


Lo salvaje siempre formó parte de nosotros sin saberlo, porque existe en estas tierras un aire bárbaro que se apoderó de nuestra esencia, y de la parte mas oscura de nuestro ser, es esa parte que no deja que nos conformemos con nada, la parte que nos pide a gritos dentro nuestro salir a las calles a gritar nuestros nombres en las paredes y a enfrentarnos a lo que sea. No se trata para nada de un acto aislado históricamente, porque podríamos buscar datos acerca de este tipo de manifestación o de esta característica arquetípica que se apodera de nosotros en tiempos de conquista en Latinoamérica, por ejemplo. Eran tiempos en que las imágenes ejercían la presión sobre las cosmovisiones indígenas, a través de éstas se imponía un único dios, la gente local era obligada a reproducir imágenes cristianas, tanto en pinturas como en las construcciones de monumentales iglesias.


Aunque la gente local fue incrementando en esas imágenes pequeños códigos que, subversivamente, permitía mantener vivo el espíritu inca, con algunas formas o colores utilizados. No lo creo inofensivo el hecho de por ejemplo representar una virgen dentro de una montaña, de alguna manera se trataba de una imagen sagrada profanada, pero también era la manera de ver o de entender lo que estaba pasando en ese momento de la historia. De esta misma manera, dentro del graffiti, prevalece el hecho de considerarnos testigos de nuestra propia época. Se declara entonces la guerra a lo impuesto en todos sus sentidos, porque nos resistimos a aceptar ciertos estereotipos.



Es en este momento cuando decidimos hacer las cosas a nuestra manera. Una manera muy particular e individual, ya que ninguna se parece a la otra. Como las mismas personas, jamás conocerán dos iguales. Los intentos de civilizar al graffiti o de encerrarlo en galerías de arte (negando que existe en las calles, que somos perseguidos y que no queremos agradar y vender nada a nadie) no resulta conmigo. Porque esta es una guerra de imágenes, y las nuestras se caracterizan por ofender al adversario, ese que quiere destruir lo que hacemos y a quienes lo hacemos.

“…se esconden miles de historias detrás de cada firma…”




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