De Fondo
Más de Cananea
La ciudad del cobre, de la mina más grande de México, del primer campo de golf, de la primera liga de beisbol, de la primera industria ganadera internacional mexicana con capital extranjero. Esa ciudad que los forasteros aún no entienden y los turistas no conocen porque no se las hemos sabido vender como destino turístico aunque tiene más historia que Hermosillo y que Cd. Obregón y que muchas otras ciudades de Sonora: cuentos de apaches, de gambusinos, de arrieros, de rancheros y cazadores, de revolucionarios, de bandidos y del viejo oeste son parte de esa tierra porque es parte de esa misma región pero del lado mexicano; es también un emporio de la Revolución Industrial que tiene en su bagaje cultural la generación de energía, la importa-
8
ción de tecnologías de transporte, de molienda, de fundición, de herrería, de carpintería y de muchas otras industrias menores que evolucionaron junto con la gran minería. En ese baúl de historia que en parte aún está vivo en fachadas y callejones, además de los museos de la Lucha Obrera en la Cárcel de Cananea y de la Compañía Minera, (bajo resguardo), están colecciones particulares, muebles, herramientas, utensilios, libros, documentos y testimonios materiales de la minería de un siglo y lo que antes y junto con ella ha vivido esta ciudad. Tiene también Cananea más oferta turística y con más originalidad que muchos pueblos juntos y otras ciudades de Sonora. Tiene para el visitante: el clima, el paisaje que va desde encino, bellota y pino en las alturas, hasta álamos y alisos en sus cañones del río, sin hablar de los grandes pastizales naturales de los ejidos rumbo a Agua Prieta que cambian de color en cada estación del año. Tiene diversidad biológica en su reserva de la Sierra de Los Ajos, en las laderas de la Mariquita y la Elenita, junto con vestigios de misiones en Cocóspera y grandes aventuras en las corridas rumbo a San Pedro Palominas, el Cañón de Evans y el Ojo de Agua. Tiene agua que escurre a tres cuencas diferentes que brota de sus peñas con sabor incomparable, tiene en invierno el paisaje de fantasía y cabañas en la ladera que en la nieve lucen de ensueño y de postal. Tiene Cananea,
también, buena gastronomía y hospedaje; cercanía con la frontera, costumbres y conocimiento de idioma y gustos norteamericanos, instituciones educativas y tecnológicos, comunicaciones y es, además la sede del INAOE, el instituto que opera en lo alto del cerro de la Mariquita uno de los observatorios astronómicos más importantes de México. Esto, original y único, y más que se ha perdido, tiene Cananea para invitar y compartir con visitantes; pero antes que nada, para estudiar y armar estratégicamente desde adentro y transformar el pueblo en un destino de viajeros amantes de lo bueno, lo fino, el arte, el buen gusto y más, como lo que alguna vez fue su colonia americana, la Casa Green, el Cine Alameda, el banco, la ganadera, el Círculo Social y otros, sin hablar de El Ronquillo y su aroma de perfumes caros y automóviles último modelo y vida las 24 horas. No lo tienes que imaginar, lo puedes hacer y si tienes cómo invertir, estudia el caso, alguien pondrá los ojos en ese filón que se puede compartir mejor que el cobre de sus tajos. E. Yescas E.