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VIVIENDO DE LA TECNOLOGÍA U

na persona cercana a su familia le dio la oportunidad de ingresar al mundo de la tecnología, donde descubrió su habilidad para las ventas. “Recuerdo que me dieron un lote de 50 routers y los vendí todos a un señor de origen chino en cuestión de media hora. No sólo me gané mis primeros $2.000, sino que me di cuenta de que tenía un gran potencial para vender ese tipo de productos”, nos cuenta Juan David.

A los 22 años, sin tener estudios universitarios, empezó a buscar oportunidades laborales sin éxito alguno. Fueron años de trabajo duro, de muchos “no” por respuesta, sin embargo, sus ganas de salir adelante y con la convicción de que ese era el sector en el que quería desarrollarse profesionalmente, Juan David Ortiz, quien robaba internet en un Dunkin Donuts para poder trabajar, decidió abrir su camino a la independencia.

El inicio no fue fácil. En épocas donde las redes sociales y el Internet no estaban tan desarrollados como lo son hoy en día, este empresario pasó horas ofreciendo productos por medio de páginas amarillas, llamando a todos los países, buscando conectar con posibles clientes. La constancia, dedicación y sobre todo su fe en Dios, llevaron a Juan

David, en el año 2009, a crear el primer negocio de sus sueños: Ambar Distributors, una distribuidora de productos de tecnología y electrodomésticos para el Caribe y Centroamérica de marcas reconocidas a nivel mundial como Samsung, LG, Sony, Whirpool, GE, Frigidaire y Electrolux, entre otras. Hoy la compañía supera los 10 millones de dólares en ventas anuales.

Y luego, en el 2018, cuando este visionario se dio cuenta de que en el mercado había una necesidad de distribución de electrodomésticos a nivel local, se lanzó a abrir Woodcoks Appliances. La empresa ofrece todo un mundo de diseño y tecnología para el sector inmobiliario en 48 estados de Estados Unidos y vende a través de puntos de ventas físicos en el sur de la Florida, Naples, Tampa, Jacksonville y próximamente en otros estados como Texas y Georgia.

Cuando le preguntamos a qué se debe el éxito de sus empresas, Juan David Ortiz lo explica sin titubeos: “tener un sueño grande donde impacte socialmente y que me obligue a salir de la zona de confort, pues sé que muchas personas dependen de mí. Quiero que la empresa siga creciendo y trascienda por generaciones”.

Juan David es consciente que los planes muchas veces no resultan tal como se esperan. A aquellos que se desesperan por no ver resultados inmediatos y abandonan sus sueños, les brinda un mensaje de perseverancia, “es importante tener una visión clara y, si el plan no funciona, se debe ajustar, pero nunca abandonar la meta. El tamaño de los sueños y metas determina la dificultad del camino, pero no debe ser motivo para rendirse”.

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