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Foto de portada: vista del barrio de la estación desde el obrador Bizkarra.

Autores: Igone Bilbao y José Manuel Blasco Edita: Servicios Periodísticos Bilbao S.L para Panaderías y Pastelerías Bizkarra Diseño y Maquetación: Servicios Periodísticos Bilbao S.L, Primera edición: Septiembre 2005

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del autor.

I.S.B.N.: 84/609/7145/7 Depósito legal: BI-2215-05 Impresión: RGM Impreso en España


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INDICE “Su tozudez me sirvió para conocerle”............................................ 5 “La calidad humana de un fabricante de pan”.............................. 7 “Del presente al futuro”.......................................... ......................... 9 “Muchas vidas en pocas páginas”................................................... 11 “En primera persona”....................................................................... 12 Colaboraciones................................................................................ 13

1. Los Ingredientes Cuando el Magistrado Fernando Ferreiro se entrevistó por vez primera con Luis Mari.........................................................................................................15 Esteban Bizkarra jamás hubiera dado de comer a un cliente un pan caliente....25

2. Una antigua receta El 31 de Enero de 1920 en Burdeos, 241 personas esperan embarcar en el “Chicago”......................................................................................................33 En 1921 Esteban Bizkarra no podía haber elegido en todo el mundo una ciudad más opuesta a Mountain Home.........................................................43 El camino de reconstrucción que lleva al árbol genealógico, es un camino de no retorno............................................................................................53

3. La elaboración La noche del 3 al 4 de Diciembre de 1964 Luis Mari se encuentra en la panadería, realizando las primeras barras........................................................67 Corría el año 1985 cuando Luis Mari conoce por primera vez a Iñaki Goiri........81 Si alguien hubiera puesto en entredicho la necesidad del pan para comer o merendar en 1934..............................................................................................93

4. El toque personal Dos hombres pasean por la calle conversando animadamente. Uno de ellos sigue con la mirada un.....................................................................105 A Mari Artetxe, Mª Angeles Azkueta y Arantxa Bizkarra se le cruzan, en distintos momentos de su vida, .......................................................................121

5. El resultado Navidades del año 2005. Como todos los años por estas fechas hay una locura de postres y panes en las dos...................................................................137 Si la actual generación tuviera que escoger uno de los aspectos fundamentales de herencia que............................................................................145

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SU TOZUDEZ ME SIRVIO PARA CONOCERLE Me invitan a que trace, en mi condición de Alcalde, unas cuantas líneas para hablar de mi amigo Luis Mari en el prólogo de este libro que se va a publicar para “festejar”, por fin, su jubilación. Es como si me hubieran invitado a sentarme a su mesa, siempre dispuesta para los amigos, con una persona a la que de forma cariñosa le suelo llamar el “alcalde de Usánsolo” Y es que con Luis Mari tuve oportunidad de entablar amistad a raíz de las numerosas llamadas que me hacía para decirme que todo estaba mal y que nada funcionaba en Usánsolo. Ese interés, a pesar de su obvia “visión distorsionada” de la realidad me sirvió para darme cuenta de su profundo cariño a “su” pueblo. También su tozudez me sirvió para conocerle en las distancias cortas como un hombre entrañable, campechano y muy amigo de sus amigos. En cuanto a su empresa, los Bizkarra hace tiempo que se dieron cuenta de que no hay nada fácil en esta vida. Ellos han hecho del esfuerzo personal, el sacrificio, la humildad y la inteligencia la viga maestra para crear primero, y luego sostener, una empresa y así conseguir ahora que se celebre su 50 aniversario. Es por todo ello (jubilación, aniversario…) que es un buen momento para dar valor a la aportación de Luis Mari a su pueblo. La decisión que tomaron en su día los Bizkarra siguiendo el consejo de Mari (“…para hacer fortuna no hace falta irse muy lejos”), nos ha ofrecido la oportunidad de disfrutar de un ciudadano y una familia que ha dado mucho y que, sin duda, seguirá haciéndolo en generaciones futuras. Eskerrik asko danagaitik. Galdakao, septiembre de 2005 Joseba Escribano Alcalde de Galdakao

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LA CALIDAD HUMANA DE UN FABRICANTE DE PAN Homenaje a Luis Mari Bizkarra

Comer es un placer y comer con pan es un placer superior. Nosotros pertenecemos a la cultura del pan, los asiáticos a la del arroz y los centroamericanos disfrutan con sus tortitas de maíz. El pan, pura cocina mediterránea, tiene siempre un lugar obligado en nuestras mesas, junto con el aceite de oliva y el vino. Pero no ha sido fácil. El pan ha sufrido incomprensión e inconvenientes; el último cuarto de siglo alguien dijo que era alimento prohibido “porque engordaba”, y lo mismo se dijo del aceite de oliva -era malo para el corazón, todo lo contrario de la realidad científica-, y el pescado azul -también perjudicial- cuando sabemos que es una mina de salud. La ciencia dice que para no engordar no es preciso abandonar el pan, sino moderar la ingesta de grasas y comer todo con equilibrio. El profesor Grande Covián lo decía muy bien, que por eso era un sabio: “Engorda todo lo que se come excepto el agua y lo que queda en el plato”. El buen pan se pone poco a poco otra vez de moda. Vuelve porque la calidad actual es excelente y debido a que cada día más los consumidores quieren comidas saludables. El pan es salud, comer es un placer y a estas alturas del siglo XXI interesan mucho la salud cardiovascular, la diabetes, la obesidad, el tránsito intestinal, alrededor de lo que se llama calidad de vida. Y el pan tiene mucho que decir. Con el consumo de este alimento se puede combatir el estreñimiento, azote de los últimos años, debido a que el grano de trigo o de centeno tiene en su interior algo tan providencial para el organismo como es la fibra. Plinio, que no pretendió escribir un tratado sobre la movilidad intestinal, observó que los esclavos que comían pan moreno visitaban los aseos regularmente, y es que el salvado de los cereales es la mejor forma de tomar fibra y prevenir el estreñimiento. Pero no terminan aquí las virtudes del pan para una sociedad moderna. Las orientaciones de los expertos indican que la fibra alimentaria evita el desarrollo de cálculos biliares y como telón de fondo previene el cáncer de colon. También juega un papel importante contra la obesidad, porque permite reequilibrar una alimentación rica en grasas y compensarla con hidratos de carbono de los que estamos necesitados, e igualmente está indicado para reducir el nivel de colesterol en sangre y con ello la arteriosclerosis coronaria. En la diabetes no insulinodependiente, hay que adelgazar comiendo menos grasas y más carbohidratos. Para algunos científicos el secreto de la longevidad está en el consumo de hidratos de carbono. Vienen años importantes para el pan. Bilbao, septiembre de 2005 Dr. Jesús Llona Larrauri Experto en alimentación y nutrición Premio Nacional de Gastronomía

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DEL PASADO AL FUTURO Cuando me plantearon realizar una introducción a este libro, tomando como punto de partida el 50 aniversario de la panadería de Luis Mari Bizkarra y su próxima retirada, pensé reducir mi opinión a la amistad que nos une desde hace más de 25 años, por nuestra pertenencia a CEOPAN, ya que era, a priori, lo que más teníamos en común. La resolución de estas páginas me ha sacado de esta idea inicial, ya que en ellas se mezclan vida y profesión con otros aspectos diversos del entorno geográfico y del tiempo histórico en el que los Bizkarra desarrollaron su negocio, constituyendo un trozo de historia viva de una época, y siendo un ejemplo de muchas otras historias como la suya, o de otras con las que guarda semejanzas evolutivas. Desde este punto de vista, comparto con Luis Mari la trayectoria de un hombre de la época, que ha desarrollado un proyecto empresarial propio con todos los condicionantes que esto conlleva y, sobre todo, con los escasos medios de los que disponíamos. Hoy son todo facilidades y herramientas de distintos tipos para la gestión de un negocio, pero en aquel entonces ésta se hallaba, en gran medida, en función de la propia intuición y olfato personal, caracterizada, en el caso que nos ocupa, por la esencia del autodidacta y propulsada por la intuición y categoría innata de un empresario de éxito. Además de esto, soy también panadero de profesión y, como Luis Mari, he sido testigo presencial del enorme cambio que ha experimentado nuestro oficio; tanto en los procesos y medios de fabricación como en el producto que elaboramos. Podríamos decir que lo hemos sufrido en nuestras carnes. ¡Cuantas veces hemos compartido nuestras reflexiones profesionales hacia aquellos años, llenos de anécdotas, como un contrapunto a lo que hemos logrado hoy! En este libro se plasman éstas y otras vivencias que me identificaron con Luis Mari, sin haberlo conocido entonces, y que expresan en buena medida nuestra propia evolución en los últimos 50 años: desde los consorcios de zona de principios del siglo pasado o las largas décadas de control estatal, donde nos convertimos en parte del funcionariado controlando la distribución impuesta por el estado, hasta las diversas batallas por defender nuestros productos ya en época de la liberalización. Y lo que considero más importante: todo ello con un punto de vista que huye de la nostalgia y que vuelve hacia el pasado sólo para comprender el presente y afrontar el futuro, un futuro en el que seguiremos apostando por la excelencia, por la buena calidad del pan y por la mayor satisfacción del cliente final, que es, en definitiva, la expectativa que nos mueve a seguir evolucionando. Pamplona, a 22 de Julio de 2005 D. José León Taberna Ruiz Presidente del Grupo Panasa-Berlys Miembro del Comité Ejecutivo de CEOPAN

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MUCHAS VIDAS EN POCAS PAGINAS Desde niño recuerdo las historias que contaban mis abuelas como puertas a otro mundo del que yo apenas sabía cosas. Sobre todo me fascinaban las leyendas sobre los viejos mitos y creencias y prestaban escasa importancia a las otras historias, las verdaderas, sobre sus vidas y las de su congéneres, que identificaba siempre con cierta intención didáctica –“que te sirva de ejemplo, hijo”-; algo que en la primera juventud siempre causa un rechazo esquivo. Con el tiempo, ellas mismas han pasado a ocupar el primer plano de mi interés y con ellas, mis propios padres y su generación. Reconozco que mirar hacia atrás, siempre ha despertado mi curiosidad, pero ha sido la llegada al negocio familiar la que me ha hecho entrar en contacto con una faceta de ellos que desconocía, y mi propia experiencia profesional me ha llevado a admirar su trayectoria, aún sin saber a ciencia cierta cómo se había llegado hasta aquí. Mi intención con la realización de este libro ha sido rendir un homenaje a todos ellos, pero especialmente a mi padre, Luis Mari Bizkarra, en las puertas de su jubilación, que ha sido “el motor” de lo que hoy es Panaderías y Pastelerías Bizkarra. La “excusa” de la próxima celebración del 50 aniversario ha sido, finalmente, el desencadenante, en tanto que se podía recoger en él parte de la historia vivida por los fundadores del negocio, que es también parte de mi propia historia familiar. Con ella he descubierto también una pequeña porción de la historia de nuestros vecinos y conocidos de Usansolo, y en concreto de nuestro barrio: el barrio de la estación. Está hecha de la misma materia que la de miles de vizcaínos y vizcaínas de la época y forma parte, por tanto, de la historia de la “gente de a pié” de nuestro país, a la que prestamos habitualmente tan poca atención. Parte de esas vidas salpican las páginas de este libro. Son vivencias muy cercanas en el tiempo pero todavía guardadas exclusivamente por sus propios protagonistas, que a veces las cuentan en sesiones familiares a otros niños como lo era yo, con tan escaso resultado como mis abuelas tenían conmigo…. pero cuando todos ellos vayan desapareciendo…entonces, ¿quién las va a contar?. Galdakao, 1 de Septiembre del 2005 Eduardo Bizkarra Azkueta Gerente de Pastelería Bizkarra S.L

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EN PRIMERA PERSONA Este libro nace de la inquietud de la familia Bizkarra por recuperar una parte de su historia y del interés periodístico que vimos en ella como parte integrante de una sociedad, la vizcaína, que es está tejida con hilos de múltiple gramaje como los que se van desmadejando en esta pequeña historia, contada prácticamente en primera persona por sus protagonistas. En Bilbao a 1 de Septiembre Igone Bilbao González José Manuel Blasco Luz

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COLABORACIONES Queremos expresar nuestro agradecimiento a todas las colaboraciones que hemos recibido para la realización de este libro, ya que no podría haber visto la luz sin sus valiosas aportaciones.

Colaboradores: Vitori, Juan Gallego, Gabriel Carvajal (“Pande”), Pedro Apellaniz, Tere Intxaurza, Andrés Crespo, Juan Antonio Burdano, Jose Barrentos, Manuel Acedo, Juan Antonio Acedo, Iñaki Goiri, José Mari López Lindoso, Jesús Montaña (presidente Panderías “La Vitoriana”), Luis Mari Elguezabal (Presidente de la Asociación de Fabricantes y Expendedores de pan de Vizcaya), Julián Arruabarrena (Presidente Panaderías Arriaundi), Maria Jesús Martín (Secretaria durante 40 años de la Asociación Fabricantes y Expendedores de pan de Vizcaya), Juan Carlos Laiseka (Secretario de la Asociación Fabricantes y Expendedores de pan de Vizcaya), Aingeru Zabala (Vicepresidente por Bizkaia de Eusko Ikaskuntza), Alfonso Yurrebaso (Promotor de la Web www.usansolo.com), Koldo Mitxelena, Gloria Totoricaguena (Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Reno, Nevada), familia de Domingo Aguirre, Patty Miller (Director del Museo y Centro Cultural Vasco de Idaho), Peg Owens (Oficina de Turismo de Idaho), Sharma Shackleford y Donna Metz, (Oficina de Turismo de Chicago), Kevin Boyer (Director de los Juegos Alegres de Chicago), Ayuntamiento de Galdakao. Fuentes documentales y gráficas: CEOPAN (Confederación Española de Organizaciones de Panadería), Museo y Centro Cultural Vasco de Idaho, Museo de Chicago, Oficinas de Turismo de Idaho y Chicago, Librería Pública de Chicago, Universidad de Nevada, Ayuntamiento de Galdakao, Biblioteca de la Diputación Foral de Bizkaia, Archivo de la Asociación Provincial de Fabricantes y Expendedores de Pan de Bizkaia, Eusko News & Media, “El automóvil en Bizkaia”, Miguel Martín Zurimendi. “Pan en la guerra”, Carlos Bacigalupe. “El Pan nuestro: elaboración, formas, ritos, gastronomía y glosario de los panes de España” José Carlos Capel. “Historia del Atletismo en Galdakao”, Alfonso Tutor Larrea. “Galdakao, Etxebarri y Zarátamo: estudio histórico artístico”, Fernando Malo Anguiano. “Demografía e industrialización en un municipio vasco: la población de Galdakao, 18501984, Arrate Landaeta. “El Pan y su trayectoria Vasca”, Silvia San José. “Molinos y panaderías tradicionales”, Javier Escalera y Antonio Villegas.

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Cuando el Magistrado Fernando Ferreiro se entrevistó por vez primera con Luis Mari lo tomó por el continuador del provechoso acuerdo que unía sus intereses con el negocio familiar de los Bizkarra. En una relación empresarial donde no hay nada escrito, quien más sabe más gana, y el Sr Ferreiro, representante de la empresa harinera Imaz, daba por supuesto que en aquella relación ganaba él. No hubiera podido imaginar que su entrevistado iba a ser a día de hoy miembro de la junta directiva de la “Asociación de Fabricantes y Expendedores de Pan de Vizcaya” y cofundador de la “Federación Vasca de Panadería”, ni mucho menos integrante de la dirección ampliada en la organización de panadería más importante a nivel nacional. No había animadversión ni soberbia en este prejuicio, sino la constatación de varios hechos: que Imaz era quien ponía las condiciones, que Imaz era quien más dinero ganaba, que sus dueños eran personas de reconocido prestigio en la sociedad bilbaína y que el hijo de su socio era apenas un chaval de 25 años recién salido de la mili, que había estudiado Comercio en Maristas. Todo ello, en la década de los 50 y en un sector como la panadería, copado por las grandes firmas como Zollo, Harino Panadera o Puente Nuevo era prácticamente una sentencia en firme a favor de una de las partes de esta relación, y nadie en su sano juicio hubiera dudado de cual era. Hoy podemos decir que se equivocarían todos, porque nadie contaba con Luis Mari, ni con los objetivos que le habían llevado ante la puerta de aquel Magistrado. 17.


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Todo empezó en un barco que iba a EEUU en 1919 llevando a bordo a un joven que huía de un futuro más que cierto entre las cuatro paredes de un seminario en Murgia. Esteban Bizkarra tenía por aquel entonces17 años y muchas ansias de aventura. Seguía la estela de otros vascos que ya habían cruzado el Atlántico y que se habían establecido en su mayoría como pastores en el Estado de Idaho, y esa era también su idea inicial. Volvería al cabo de más de una década, en 1932, con el fruto de su viaje:10 trajes, una maleta llena de historias variopintas y un espíritu colmado de aventuras. Después de una breve etapa como pastor fue contrabandista de Whisky durante los años de la ley seca y se jactaba de haber tratado personalmente con Al Capone; estuvo de maquinista, empleado en un hotel…pero no trajo ni una perra gorda. Bien es verdad que en su ánimo nunca estuvo el amasar fortuna, porque como diría Mari, la que sería posteriormente su esposa “para hacer fortuna no hace falta irse muy lejos”. Efectivamente, Esteban haría su “fortuna” en Usánsolo a pocos kilómetros de su localidad natal. En 1957 Esteban Bizkarra y su familia llega a Usánsolo con la intención de abrir una panadería, aunque esta decisión era resultado de un intenso debate familiar que se había desarrollado entre idas y venidas desde Septiembre de 1955. Esteban había estado ligado al oficio de panadero ya desde su vuelta del gran viaje, trabajando con su hermano en el molino y el horno que éste tenía en Larrabezua. En esa localidad conoció a Mari, que tenía un taller de costura. En sus visitas diarias para llevarle el pan, los jóvenes se enamoraron y se casaron en 1933. Esteban aprovechaba su entrada en el taller para establecer relaciones con la chica, bromeándole sobre si le haría unos pantalones. Mari, mujer de carácter y humor socarrón, eludía la cuestión hasta que selló su destino con su respuesta definitiva “si, a ti te voy a hacer unos pantalones.... con la bragueta para atrás”. El matrimonio se instaló en Larrabezua y tuvo dos hijos: Luis Mari y Arantxa, y allí siguieron amasando pan durante la guerra, así como en los años posteriores. Cuando sus hijos eran todavía pequeños, Esteban había alquilado en Usansolo un local que preparó como panadería pero sin decidirse a abrir. Al cabo de los años, empezó “la lucha”. Su hijo Luis Mari y Mari, su mujer, veían en este negocio un proyecto de futuro para la familia, Esteban y Arantxa, sin embargo, se mostraban reticentes de que funcionara como preveían. Finalmente ganó la postura favorable a la apertura.

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1 La noche del último día de Febrero del 57 llegaron los Bizkarra a Usansolo. Arantxa tenía 20 años y Luis Mari 16. Aquella noche, nadie en el barrio pegaría ojo. La cuadrilla “los luises” siempre recordarían esta llegada como referencia de un hecho que celebrarían posteriormente. Esa

EL AÑO DE LA LLEGADA A USANSOLO

noche los mozos hicieron un “acto de gambe-

En Febrero de 1957 la familia Bizkarra al completo se traslada a esta localidad para abrir un obrador de panadería que habían montado varios años antes. Estaba compuesta por Esteban Bizkarra y Mari Artetxe y sus dos hijos, Arantxa y Luis Mari. A los pocos meses, ésta se casa en Larrabetzu.

rrismo”, a pesar de que esto se pagaba con una visita al cuartelillo. Cogieron un enorme pellejo de vino en la estación y fueron en Vía Crucis hasta el puente, empapando las calles a su paso. Animales, árboles y paredes que se topaban, todo era regado en vino entre medias de los tragos largos que los mozos daban. Al llegar al puente lo echaron al río, pero continuaron la ronda, siendo detenidos al día siguiente por escandalosos. Al otro año, fueron donde Esteban a preguntarle el día de su llegada para poder celebrar el aniversario de aquella noche de juerga al estilo años cincuenta. En aquel entonces la llegada de una nueva familia no pasaba desapercibida para nadie. Usansolo apenas eran 20 casas diseminadas en torno a la estación del tren, la principal vía de comunicación junto al tranvía de Arratia. En los años cincuenta, la población total de Galdakao se estimaba en cerca de 8.000 habitantes. A día de hoy supera los 30.000. Los Bizkarra se instalan muy cerca de la panadería, en el barrio de

EL BARRIO DE LA ESTACION AYER Y HOY

“la estación” , formado por media docena de ca-

La panadería se encuentra en el barrio de la estación, formado entonces por unas cuantas calles y caseríos situados alrededor de las vías del tren. Hoy, está en pleno proceso de transformación, aunque conserva su fisonomía. Unos 50 años separan estas dos imágenes.

seríos y muy pocas casas de vecinos en las inmediaciones de la calle Oletxe. Hoy, la zona

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está en plena reestructuración, siendo el edificio de la vieja panadería uno de los próximos en desaparecer para la construcción de una rotonda de acceso, que va a cambiar definitivamente la fisonomía de este pequeño núcleo. Entonces, éste albergaba una pequeña red de comercios entorno a los que latía la vida en sus aceras: la panadería Bizkarra, al cruzar la calle, la Carnicería de Margari y el Bar Angelita. Un poco más allá el taller de Pedro Apellaniz, la tienda de San Pedro y la sierra de Etxebarría... todo ello en una docena de casas. En aquellos pocos metros a la redonda, los trenes procedentes de Bilbao marcaban el ritmo vital en su transporte diario de pasajeros, en su inmensa mayoría trabajadores de “la Dinamita” (Unión de Explosivos Riotinto) y “La Josefina”, que destacaban entre la industria de la zona. Muchos hombres y mujeres de Usansolo y Galdakao han trabajado en uno u otro momento de su vida en alguna de estas dos fábricas, como Mari Tere, que tuvo que dejar “La Dinamita” porque “se ponía amarilla”, Juan, que trabajó durante 42 años, al principio en “La Josefina” y luego cuando fue “Firestone”, lo mismo que su mujer y dos de sus hijos, Josefa, que trabajó 27 años en “La Dinamita” o Mari Angeles y Karmele, que ayudaron a su madre a llevar el comedor de esta empresa. Estas dos empresas, entre otras, han sido la enseña industrial de Galdakao y el principal motor del crecimiento del municipio, que en los años 50-60 aumenta un 35% de población y en los 60-70 alcanza un incremento del 80%. Cuando la familia Bizkarra llega a Usansolo, el municipio está inmerso en el proceso de industrialización que lo transformaría en profundidad, imprimiendo una huella determinante en la configuración actual en cuanto a nivel de población, composición social, organización política, costumbres, y hasta el paisaje. Josefa o Tere, de 94 y 84 años respectivamente hablan de un Galdakao de caseríos diseminados. Ambas vivían en este tipo de explotación agrícola con sus padres, la primera en “La Cantábrica” y la segunda en el barrio de la estación. Si se les pregunta cómo ocupaban su tiempo libre cuando eran niñas, se paran a pensar, descolocadas, para continuar con un rotundo “no teníamos tiempo libre”. Josefa afirma haber trabajado “desde los 6 años”, porque era la hermana mayor de 8 hermanos y ayudaba a sus padres, que no podían con la casa, los animales, la huerta y los chiquillos. La escuela de Galdakao era para ellas una de las “obligaciones”, después de ordeñar la vaca, coger los huevos, hacer 20.


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la comida…..como dice Josefa “igual cuando llovía podíamos ir, si no había otra cosa”. La diversión entraba en la agenda en la adolescencia tardía y era sinónimo de Domingo; el Domingo de romería y ésta de caminata kilométrica y vuelta a las 9, “como muy tarde”. Las 2 damas recuerdan cómo hubo unos años en los que empezó a llegar muchísima gente a la localidad, “no sabíamos como habían encontrado esto viniendo desde tan lejos”. El marido de Tere iba a repartir pan Bizkarra a los montes “ a gente que había venido a trabajar con un par de alpargatas y una maleta y se echaba al monte a cortar pinos”. Vivían en el

El ritmo de vida en las calles de la estación estaba marcado por la llegada de los trenes, que iniciaban de madrugada el traslado de los trabajadores con destino a las grandes industrias del momento. Los panaderos eran, junto con los que atendían los dos bares del entorno, los únicos testigos de este incesante trasiego al alba. A su alrededor, el resto de Usansolo dormía. Esta actividad fabril coexistía con un sistema de vida rural, propio de la explotación de los caseríos que existían en el entorno, que se contaban por docenas.

monte y vecinos como el marido de Tere les llevaban el aprovisionamiento. Por eso, algunos todavía hoy le paran y le dicen “Ay, si nuestros padres fuisteis vosotros”. Hoy, “todos somos de aquí, y aquí hemos dejado nuestro trabajo. Entonces el pueblo tenía una dimensión de saludo universal, hoy “nadie conoce a nadie”, aunque Tere no puede dar dos pasos sin hablar con algún vecino. La hija de Tere, Carmen, está al frente del Supermercado “San Pedro”, el fruto del esfuerzo de dos generaciones. Conoce a Eduardo, Rodolfo y Fernando Bizkarra, de ser vecinos. Ninguno de ellos sabe que el marido de Tere repartía en burro pan de Bizkarra y que tienen unos años de historia común.. En la Calle Oletxe sucede así. Si los jóvenes pusieran en común algún dato de su pasado reciente y esti-

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raran del hilo, aflorarían sin duda las historias entrecruzadas, saltando de uno a otro portal. Las mañanas en el barrio de la estación en el final de los 50 eran del tren de las 5 de la mañana, que llegaba a tiempo para tomar el café en el Angelita antes del cambio de turno. Competían en estruendo los burros de la panadería que rebuznaban desde su cuadra a las 5 y a las 6, tan puntuales, que servían de reloj para los vecinos. El único día al año que Esteban blanqueba las cuadras y los trasladaba, al día siguiente se retrasaba la misa de las 7, porque el párroco vivía enfrente y sin los burros se dormía. Los 3 animales se sabían de memoria los caminos de Galdakao y los barrios de alrededores, porque eran el único vehículo de transporte para llevar el pan a domicilio por las casas, como se hacía en aquella época. Los cabalgaban Mari Bizkarra, Juan, su yerno o Pande, que cuenta que un día se quedó dormido a lomos del burro en medio del reparto y se despertó en la panadería, todavía sobre el animal, unas 3 horas después. Lloviera, nevara o hiciera sol, los burros salían al reparto para que llegara el pan a su destino. Quienes han pasado así tantas jornadas recuerdan “que estaba todo el día lloviendo” y cómo los clientes los acogían en sus casas procurándoles unos minutos de abrigo y descanso antes de continuar el camino. El arranque de la panadería se hace contando con todos los brazos familiares y sumando algunos otros de personas cuya historia quedaría marcada por su participación en el negocio. Inicialmente, Esteban, Mari, Arantxa, su marido y Luis Mari se emplean a fondo en la elaboración y reparto del pan. Posteriormente se le unirían Mari Angeles, la mujer de Luis Mari y personas como “Pande”, que entró a trabajar a los 13 años, en pantalón corto, su madre, o Vitori, que realizaba los repartos desde los 24 años. La vida de todos ellos se organizaba en función de la marcha del oficio panadero, tanto en los horarios como en los trabajos necesarios para su buena marcha. Trabajaban de noche haciendo el pan, a partir de las 8 de la tarde, y continuaban su jornada repartiéndolo a lo largo de toda la mañana y elaborando otros productos como magdalenas o pasteles. Al mismo tiempo tenían que coordinar la vida familiar y atender a los hijos que iban llegando, uno de parte de Arantxa y dos de parte de José Mari. Para Luis Mari el negocio empezó a los 15 años, cuando acaba sus estudios de Comercio Libre en Maristas de Durango y pasa unos meses en una notaría trabajando. 22.


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En ese momento se da cuenta de que su vida no quiere pasarla encerrado entre cuatro paredes haciendo papeles. Pone entonces su punto de mira en la panadería sin estrenar y comienza a “calentarle la cabeza” a su padre para abrirla. A pesar de que Esteban se resistía y de que no había nada decidido, el joven se puso a aprender el oficio durante un mes en Durango y a los pocos meses se estaban rehaciendo las instalaciones y preparándolas para la futura apertura en Usansolo. Este persistente empeño en conseguir los objetivos marcados ha sido un

Esteban se apoya en toda la familia para sacar adelante la panadería, y especialmente en Luis Mari, que le ayudaría a tomar importantes decisiones que afectaría a su buena marcha

rasgo definitorio de Luis Mari a lo largo de toda su vida, y sería éste uno de los motivos que le empujarían 10 años más tarde a llamar a la puerta del despacho del Magistrado Ferreiro.

A su llegada de la mili, Luis Mari tomaría las riendas de la panadería deshaciendo un acuerdo establecido con una importante harinera de Durango, Imaz, que les dejaba muy poca maniobra para desarrollarse en el futuro

Sería el año 1965 cuando Luis Mari y Fernando Ferreiro se encontraron cara a cara. Ambos formaban parte de una especia de sociedad en cierto modo “heredada”: Luis Mari por parte de su padre y Fernando de parte de su relación con Rosario Imaz, dueña de la empresa harinera Imaz. Ambas empresas habían suscrito un acuerdo no firmado en el que Bizkarra ponía el trabajo e Imaz la harina. El sistema de cobro por parte de esta segunda se realizaba, sin recibos ni facturas, ni precios de mercado, sino en base a un calculo de las ventas de la panadería, dejando un margen de maniobra muy escaso. La panadería llevaba así varios años, en una situación que conducía inevitablemente a la precariedad, hasta que Luis Mari vuelve de

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la mili y toma las riendas. Su objetivo, recuperar el negocio para los Bizkarra, deshaciendo una sociedad que les suponía un lastre económico y plantearse su desarrollo con plena capacidad de decisión. En su contra tenía la envergadura económica de sus socios y la posición social que ocupaban por su trabajo y condición, ambas muy por encima suyo. En su favor esgrimía un tremendo olfato para los negocios y el atrevimiento de no desistir en sus metas, por muy inalcanzables que parecieran. Las negociaciones duraron varios meses en los que Luis Mari insistía una y otra vez para llegar a un acuerdo provechoso, hasta que finalmente lo consiguió, junto con al ayuda de Jesús Montaña, gerente de la fábrica de harina “El Ancora”, de Abetxuco, Vitoria. Jesús era un hombre muy bien relacionado con los grandes del sector en la época a través de su trabajo de años en esta harinera. Trataba habitualmente con los gerentes de las firmas panaderas más importantes de la provincia, acordando precios y condiciones de venta, por lo que no era fácilmente impresionable. Y sin embargo Luis Mari le impresionó, hasta el punto que se implicó con él en el proceso de hacerse con el control total de la panadería. Jesús hacía llamadas de Bizkarra a Ferreiro y de éste a Bizkarra, actuando presuntamente de intermediario pero realmente de parte de este último. Jesús diría posteriormente de aquel momento “Ahí ví el enorme potencial de un hombre que se hizo valer con ventitantos años frente a todo un Magistrado de Trabajo, que era de armas tomar. El se enfrentó, lucho y triunfó a pulso.” Pero la situación no quedó nada fácil. Luis Mari compró la parte de Imaz de la panadería, estableciendo unas condiciones de pago y unas cantidades que inicialmente no estaba claro que pudieran salir de un negocio tan pequeño. El auténtico reto empezaba ahora, que era el momento de levantar la empresa. Luis Mari se encontraba ya casado, con dos hijos y con una pequeña panadería de la que dependía el sustento de 8 personas.

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Esteban Bizkarra jamás hubiera dado a comer a un cliente un pan caliente. En primer lugar porque transcurrían horas desde que la barra salía del horno hasta que lo llevaban a su casa. En segundo lugar porque tenía el convencimiento de que esto resultaba pernicioso para la salud. Esta creencia pertenecía al ámbito del “conocimiento popular”, ya que no se sustentaba en ningún análisis médico, y se desconoce el origen de la misma, pero resulta indudable que algo que era materialmente imposible no podía ser un hábito recomendable. Y por supuesto, a ninguno de quienes trabajaban en la panadería vieja se le ocurría comprobarlo. Aún hoy les resulta algo “que no se debe hacer”, pese a que es una de las características más valoradas por los consumidores de pan. Así opina “Pande”, uno de los primeros trabajadores de la panadería: “Ahora la gente dice, pan caliente, y eso es lo peor para el cuerpo. El pan caliente para el estómago es lo peor que hay. El pan de un día para otro tiene más alimento. Yo, cuando trabajaba allí me hacía un bocadillo, me llevaba un chorizo y lo metía en la masa del pan, el chorizo quedaba envuelto y no se veía, y lo metía en la hornada. Pero siempre lo dejaba en la calle para que se enfriara. Mis sobrinas van a Bizkarra, cogen el pan caliente y se lo comen así, y yo les digo que así no se puede comer, hombre.” El desarrollo de la vieja panadería Bizkarra en estos 50 años es un claro ejemplo del drástico cambio que ha experimentado este oficio, en todos sus aspectos: el producto, el sistema de elaboración, los propios ingredientes, el concepto de negocio, las condiciones laborales, la mano de obra, el tipo de trabajo, el sistema de ventas….. y

también nos25.


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otros mismos en nuestros gustos y hábitos. “Cuando empezamos en los cincuenta lo normal era que una familia comprara todos los días una “octana” y dos barras de medio. La octana pesaba 800 gramos y las barras 500 gr cada una. Así que calcula, 1 kilo y 800 gramos todos los días. Bien es verdad que las familias éramos más grandes, no bajaban de 5 o 6 personas como media, pero ahora eso no se lo come ni una casa de vecinos entera. Ahora parece que el pan “ es malo” y que hay que comerlo con miedo”. Para Luis Mari, este es uno de los principales aspectos negativos en la evolución del negocio; el descenso del consumo y el motivo del mismo, que no es otro que la creencia de que “el pan engorda”. Actualmente se consume en España una media de 58 kg de pan por persona y año. O sea, 7 octanas y 4 barras. En el año 1964 se consumía 135 kg. Entre ese año y 1999 el consumo ha descendido un 57% y la tendencia sigue a la baja, aunque de manera sostenida. El gasto de pan per cápita en los hogares no llegó el año pasado a 88€ en todo el año, lo que representa un 7% del consumo total alimentario de una persona. Si alguien hubiera dicho esto a Luis Mari el día oficial de la apertura de la panadería vieja igual se lo hubiera pensado dos veces, porque en aquel momento no había familia que no llevara pan abundante a casa, en la creencia de que “si había pan, había comida”. La merienda y el almuerzo era de los bocadillos y la comida y la cena del “pan para mojar”, así que había pocos momentos del día en que éste no tuviera presencia. La llegada del pan de molde y la nueva dieta en los años 60 y 70 presionaban hacia el cambio: la no dependencia de ir a comprar el pan, dado que el de molde tiene más duración, y la difusión del pan como elemento perjudicial en la alimentación empieza a hacer mella en los consumidores. Aunque hoy nadie sustenta médicamente ni nutricionalmente la tesis de “pan igual a gordura”, muy al contrario, la organización Mundial de la Salud considera aconsejable el consumo de unos 80 kg por habitante y año, son de esas creencias y esos hábitos difíciles de contrarrestar, y todavía hay hogares que viven sin su “pan de cada día”. También gusta ahora otro tipo de pan. Además de la temperatura, propiedades como la dureza, el tipo de corteza o la cantidad de miga son apreciadas de manera muy dispar a lo largo del tiempo. En época del abuelo Bizkarra y del propio Luis Mari el concepto “pan 26.


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EL CAMBIO EN LOS GUSTOS

de media cocción” era como decir “pan medio crudo”. Podía uno acertar en mayor o menor

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El último estudio realizado en relación a los gustos del pan, elaborado por Sigma dos, refleja la diferencia de valoración entre los jóvenes y los mayores, lo que significa que nuestros gustos han cambiado a lo largo de 30 años.

medida sobre el punto justo para considerarlo hecho, pero nunca se sacaría cuando la masa estuviera a medias. Un reciente estudio sobre los aspectos más valorados del pan por parte del consumidor, arroja una radiografía clara de la evolución en los gustos. Entre las características más valoradas por los jóvenes de 18 a 29 años se encuentran, muy por encima de las demás: que sea del día (9,41 valor de media) y que esté recién hecho (9,17). En menor medida que esté crujiente ( 7,77), que tenga miga (6,34) y que esté tostado (5,46). Sin embargo entre la población de más de 65 años las preferencias se reparten a partes muy similares entre que sea del día (8,7), que esté recién hecho (8,6),

A los jóvenes entre 18 y 29 años les gusta sobre todo que el pan sea “del día” y que esté “recién hecho”. Muy por detrás, valoran propiedades como que este crujiente o que tenga miga. Sus hábitos de consumo están ligados a los nuevos formatos de panes como el de media cocción o la baggette.

que esté crujiente (8,1) y que esté tostado (7,5) y mucho más atrás (4,8) el que tenga miga. Los primeros son hijos del pan de media cocción o la baggette y los segundos del pan típico de pueblo. Así que dependiendo de quien vaya a la panadería se llevarán de un tipo u otro: si acude el nieto lo pedirá no muy cocido y con mucha miga; si es el abuelo, bien hecho y con corteza crujiente. El aspecto exterior también ha cambiado: antes el pan era de corteza más oscura y gruesa, con la miga más pesada, menor volumen y más densidad. Ahora es estrecho, con la miga muy poco prieta y corteza ligera. El acabado del

A los mayores de 65 les gusta tanto que sea “del día”, como que “esté crujiente” y valoran prácticamente por igual que el pan esté “recién hecho” como que esté “tostado”. Sus hábitos están más ligados a los panes de pueblo y con más corteza que miga.

pan Bizkarra en los años 50 era muy irregular Fuente: CEOPAN

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derivado de su elaboración trabajada completamente a mano, el del 2005 es completamente igualado según el tipo de pan de que se trate. Cabe preguntarse si hoy la gente mayor pueden encontrar fácilmente el pan que les gusta, porque en el ranking del consumo, después de la barra pistola dominan especialidades de las que Esteban Bizkarra no hubiera sabido ni cómo pronunciar su nombre; la baggette con más del 10% del consumo total y el pan de Chapata con un 6,5%. Sin embargo el presidente de CEOPAN (la confederación Española de Organizaciones de Panaderías), de las que Luis Mari es vocal en la Junta Directiva ampliada, alertaba recientemente del peligro de desaparición de los 315 tipos de pan autóctono que existen en España. Esta organización los tiene seleccionados y caracterizados según el sitio de la península donde se producen: pan de cachos, pan de rizo y oreja, pan de trigo duro, pataquetas, pan de riñón, pan de Lechuguino, Albardillas….cada uno con una forma, un color, una textura, un gusto y una historia diferentes. Echar una mirada al mural que han editado con las fotos y nombres de 90 tipos de pan es un recorrido por los hábitos y gusto de nuestra memoria reciente. Si hoy en el obrador de panadería Bizkarra se elaboran más de 30 tipos de pan, al principio hacían sólo una masa, que cortaban en diversos tamaños, y a la que posteriormente se irían añadiendo el pan blanco, el pan sin sal…etc. “A pesar de la gran cantidad de pan que vendíamos, vivíamos fundamentalmente de los productos que hacíamos nosotros porque entonces el pan era controlado por el Estado como artículo de primera necesidad y nos dejaba márgenes muy estrechos. Cuando comíamos, bajábamos a la panadería mi madre, mi hermana, mi mujer y yo para hacer magdalenas. 200k de magdalenas. Mi mujer pasaba todo por la manga. Ahora con las máquinas se hace fácil, pero imagínate, 200k por la manga. Poner las cápsulas una a una, llenarlas con la manga y a cocer. Antes teníamos que hacer la masa en las batidoras, y de cada batidora salían solo unas 4 mangas. Y una vez cocidas, a echarles el azúcar que llevaban encima, una a una, que lógicamente hacíamos a mano. Como era tanto trabajo, al final dejamos de ponerle azúcar, y también lo hicieron el resto de compañeros. Y todo eso a las tardes, después de haber estado de madrugada haciendo el pan y por la mañana repartiéndolo.“ Todo lo que Bizkarra hacía, había que realizarlo en su proceso íntegro desde el inicio, por lo que la repostería se hacía “como en casa”, solo que con batidoras o amasadoras 28.


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COMO LLEGA EL PAN A LA MESA

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que ayudaban a trabajar las grandes cantidades de masa. Esto, que parece una obviedad, es hoy un proceso casi en extinción profesional porque existen productos intermedios o semielaborados tanto en panadería como en pastelería, que acotan el proceso al mínimo o tan sólo al horneado. Con el pan congelado o precocido se acaba el trabajo de noche y la necesidad de servir sólo a nivel local por la poca duración del producto. Suponen una mayor comodidad,

Durante los años 50 y gran parte de los 60, las panaderías reparten el pan a domicilio en caballerías. En el caso de Bizkarra, lo hacen a lomos de burros, que irían desapareciendo a medida que se imponían los despachos. El último sería el de la foto superior “Cuco” , que aparece junto a los repartidores, uno de ellos “Pande”.

menor coste, y una rentabilidad muy alta, pero para los que son panaderos antes que empresarios “no es igual” que el que se elabora de manera tradicional, aunque los estudios realizados sobre sus propiedades no difieran comparativamente con aquel. Luis Mari lo tiene claro: la empresa, la gestión, las tiendas, la tecnología y los procesos de trabajo están completamente al día; el pan, sus ingredientes, su elaboración, son como los de antes. El avance tecnológico hace del oficio de panadero una profesión casi “sin mácula”, ya que los principales procesos están automatizados. “Hoy se puede ir a trabajar en traje”, dice Pande. “Entonces, nada más empezar, nos poníamos hasta los ojos de harina, levadura o masa”, hasta tal punto que este rastro blanco le delataría de mozo más de una vez en sus “fechorías”. Como cierta vez que, para preparar un almuerzo, “cogió” varios palomos de una cuadra al otro lado de las vías, y ante su asombro la Guardia Civil se presentó en la panadería para llevárse-

Después del despacho tradicional han venido los establecimientos de venta de cada marca. En ellos encontramos el pan recién horneado, no importa el momento del día.

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lo, porque eran del jefe de estación y este había visto todo lleno de harina. “Esto son los panaderos” había sentenciado. En aquella ocasión, la firmeza de Luis Mari “Este no ha salido de aquí”, una y otra vez, le puso a salvo del cuartelillo y una multa segura, pese a la desconfianza de la pareja que había visto el rastro blanco del “ladrón”. Ese mediodía en el horno de la panadería se cocía un almuerzo de palomos sazonado con la sensación de triunfo que da haber burlado a la autoridad. Cuando empieza en el oficio Luis Mari y su familia, el proceso de hacer pan ocupaba todo el día y era completamente hecho a mano. Se empezaba a las 8 de la tarde con las hornadas, pero había que preparar anteriormente la leña para el horno, empezar a calentarlo, bajar los sacos de harina de 50 kilos para hacer la masa, dejar el tiempo de fermentación necesario. Después que estaba la masa en su punto se iba cortando en trozos y se pesaba para que fuera el oficialmente estipulado. Posteriormente había que darle la forma y varios cortes superiores. Luego, “entablarla” (poniéndola en filas en tablas) para meterla después con la pala al horno y cocerla el tiempo que el hornero estimaba el adecuado. Cada vez que se acababa una hornada, había que vaciar el horno completamente, dejarlo enfriar y volver a empezar con la hornada siguiente. Las hornadas se acababan sobre las 7 de la mañana y desde entonces hasta las 2 o las 3 del mediodía se hacía el reparto hacia diversas rutas. De todo esto, la única parte que no se hacía a mano era el amasado, aunque cuando se estropeaba la amasadora “lo que la máquina hacía en 10 minutos entre 4 o 5 personas hacíamos en tres cuartos de hora”. El proceso se controlaba completamente con la práctica, ya que en gran parte estaba basado en la estimación. Las piezas se “pesaban a mano”, pero “ de 10 trozos que cortábamos en 9 no nos equivocábamos”; y la cantidad de levadura natural, la temperatura del horno o el tiempo de hacer el pan cambiaba según el tiempo que hiciera. “Lo peor era el frío. Si hacía frío tardaba la masa más en fermentar y si hacía mucho calor, pues había que echar menos levadura…teníamos que calcular todas estas cosas y jugar con las variables”. El pan salía feo y mucho más imperfecto que ahora, pero contaba con dos cualidades que le daban un sabor único: estar cocido en horno de leña y haber sido realizado con levadura natural. El pan realizado con levadura natural es el que se fermenta sin levadura prensada y sólo con masa madre. La masa madre se obtiene de la fermentación natural de la harina, 30.


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UN PAN PARA CADA PLATO

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por lo que de cada masa se guardaba un trozo que reposaba el tiempo adecuado y hacía de “masa madre” para la masa del día siguiente. Este proceso aparentemente sencillo presenta

Aunque superan la centena los tipos de pan existentes en nuestro país, las posibilidades de elección son muy poco conocidas. Además, con el pan sucede como con el vino, que hay una modalidad idónea para cada tipo de comida que vaya a acompañar

sin embargo multitud de problemas si no se realiza en las condiciones adecuadas de tiempo o temperatura para que la masa suba hasta el punto necesario, pero si excederse y alcance la suficiente fuerza, pero no demasiado. “Siempre nos hemos planteado preservar las cualidades de lo que consideramos el mejor pan”. Si el horno de leña es inviable en la panadería del siglo XXI, “aunque le da un sabor especial inigualable” para Luis Mari Bizkarra seguir la tradición de hacer el pan con masa madre tiene más sentido que nunca. “Yo no les

Para los aperitivos, se recomiendan en general los panes crujientes como los picos o las tortas finas. Si se trata de quesos o embutidos conviene combinarlos con pan de trigo ligero y hogazas rústicas de miga hueca. Si son patés o foa, panes ligeramente dulzones de trigo o maiz.

voy a dar a mis clientes panes congelados o precocidos, que considero inferiores, por evitarme ir todos los días varias veces a las tiendas a llevar las barras de masa fresca. Nosotros apliPara las verduras. lo mejor son los panes integrales y elaborados con mezclas de trigo y centeno. Los pescados se pueden acompañar con modalidades de trigo esponjosas, con poco peso y bien tostadas, o con pan de miz y de trigo blanco.

camos la tecnología como herramienta para facilitar la elaboración del pan pero la naturaleza del proceso de hacerlo sigue siendo el mismo que cuando mi padre empezó el negocio, porque es el mejor que conozco..”

Para las carnes, las piezas de trigo candeal o panes de miga dura y trabajada, de masa muy blanca son la elección idónea. También panes ligeramente ácidos, con mezcla de trigo y centeno.

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El 31 de Enero de 1920 en Burdeos, 241 personas esperan embarcar en el “Chicago”, el barco que les conduciría a Nueva York después de casi un mes de navegación. Entre ellos se encuentran 3 Bizkarra: Esteban, su hermano Tomás y su primo. Cuentan con 17, 19 y 18 años respectivamente y como la mayoría de sus compañeros de viaje esperan encontrar en los EEUU una oportunidad de ganar dinero y cierta dosis de aventura, aunque en el ánimo de Esteban pesa sobre todo el ansia de experimentar las vivencias que le puede ofrecer el nuevo mundo, y de alejarse de la vida que sus padres habían previsto para él. De hecho, Esteban huye literalmente a los EEUU. Es el sexto entre 7 hermanos, 5 chicos y 2 chicas, a los que sus padres orientaron hacia la ordenación religiosa. Las dos hermanas serán monjas, una Carmelita y otra Clarisa, y a él le internan en Murgia para hacerse también Carmelita. Esteban, aparentemente de acuerdo, entra en el seminario convencido de que no va a ser cura. Cuando su hermana Socorro ingresa en el convento acude a despedirse de él y le expresa el deseo de que ambos fueran buenos carmelitas, Esteban le responde con un rotundo “lo serás tu, por que yo no”, adelantándole unas intenciones que Socorro se guardará para sí. Las comunicaciones de entonces facilitan que Esteban realice su fuga bajo la apariencia de plena normalidad de cara a sus entorno más cercano. El joven abandona el seminario sin avisar y va a su casa sin que sus padres tengan modo de saber lo que estaba 35.


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pasando, ya que transcurrirían bastantes días hasta que les llegara una carta avisando de que su hijo faltaba a las clases. Oficialmente éste estaba en casa con pleno permiso de los curas, y durante su corta estancia lleva a cabo todo el papeleo necesario para realizar su viaje. No sólo hace los trámites sino que le da a su padre a firmar los documentos que le permitan la salida del país, ya que tanto él como su hermano son menores de edad. Según contaría él mismo a sus hijos, cuando su padre, Vicente Bizkarra, le preguntó para qué tenía que firmar aquellos papeles, él mismo le contestó claramente

“para ir a

Americas”, algo que su padre se tomó sin ninguna duda como una de sus bromas. Cuando sus hijos ya se habían ido y recibió la notificación del seminario, el padre se daría cuenta de que Esteban le había comunicado realmente aquel día el rumbo que iba a dar a su vida. Esteban, Tomas y Ruperto viajan hasta Burdeos para coger el barco que les llevaría desde este puerto hacia su nueva vida. Se trata del “Chicago”, un navío fabricado en St Nazaire, Francia en 1908. Pesaba 9.350 toneladas y medía 508 pies de largo y 57 pies de ancho. Su velocidad máxima era de 16 nudos y tenía capacidad para 1.608 pasajeros –358 en primera clase y 1.250 en tercera. Esteban, Tomas y Ruperto debieron de realizar un viaje “como en casa”, a juzgar por el elevado número de personas que procedían de pueblos cercanos a Abadiano: Gregorio Alberdi, Estanislao Berriartua y José Arrube, de Iurreta; Timoteo Ariznabarrieta y Andrés Beguistain de Durango; y José Barazar de Mañaría figuran entre la lista de pasajeros, además de otros de Ajanjiz, Ispaster, Amorebieta o Lekeitio. Realizar la travesía a EEUU entonces era complicado en más de un sentido. Además de pasar prácticamente un mes en alta mar cruzando el océano, a la llegada se desembarcaba en una isla cercana a la “gran manzana” “Ellis Island”, donde se pasaba la cuarentena y un reconocimiento médico para acreditar que el pasajero no portaba ninguna enfermedad. En los controles que se realizaban figuraban los datos básicos de cada pasajero, así como la última ciudad de residencia, profesión a desempeñar, la ciudad de destino y los familiares o amigos que se tenían de referencia en los EEUU. Además, una serie de casillas destinadas a controlar el aspecto sanitario del visitante y las enfermedades a destacar, tanto en origen como en el transcurso del viaje y otros aspectos “de relevancia”, según las autoridades. 36.


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EL VIAJE AL NUEVO MUNDO

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El 28 de Febrero de 1920 a Esteban Bizkarra le dan entrada en Nueva York constatando las autoridades los siguientes datos sobre él: “Esteban Bizcarra, 17 años, varón y soltero, desempleado, sabe leer y escribir, habla español, de nacionalidad y raza española, última residencia Abadiano. Persona de referencia en su lugar de origen, Vicente Bizcarra, su padre. Estado al que se dirige, Idaho; ciudad o pueblo, Mountain Home; no tiene billete para su lugar de

La travesía que realizó Esteban Bizkarra desde Burdeos hasta Nueva York fue como la de miles de emigrantes vizcaínos que acudían desde finales del siglo XIX para labrarse un porvenir en la “tierra de las oportunidades”. Se estaba aproximadamente un mes en altamar y en unas condiciones muy duras.

destino final. Persona que ha pagado el pasaje, el mismo; Posee más de 60$ , en concreto 250$. No ha estado anteriormente en EEUU. Persona de referencia en los EEUU: Domingo Aguirre, Hotel Mountain Home, Idaho. No es polígamo ni anarquista. Se encuentra en buen estado de salud físico y psíquico y sin ninguna deformidad de nacimiento o adquirida. Medidas: 5 pies o 6 pulgadas - lo que equivale a 1 metro y 52 centímetros y medio-; complexión blanca; Color del pelo negro y color de ojos verdes. Sin ninguna marca de identificación. Lugar de naci-

Esteban partió junto a su hermano y su primo en el barco Chicago. Estaba construido en 1908. Pesaba 9.350 toneladas, y medía 508 piés de largo y 57 de ancho. Su velocidad máxima era de 16 nudos y tenía capacidad para 1.608 pasajeros: 358 en primera clase y 1.250 en tercera, entre los que estaban los Bizkarra.

miento, Abadiano, España.” Idaho era entonces el destino de la inmensa

Los barcos arribaban entonces a la Isla de Ellis, a la sombra de la estatua de la libertad.

mayoría de los vascos que iban en el “Chicago”. De su población actual, unas 7.000 personas o sea un 0.5% del total, tiene ascendentes vascos y sobre todo de Bizkaia. En su capital, Boise, existe actualmente un “Bloque vasco”, un grupo de edificios situado en la calle “Grove Street” que agrupa al “Centro Vasco”, “La

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Pensión Jacobs-Uberuaga”, “El Museo Vasco”, “el Fontón” y el Pub “Gernika”, y muy diversas organizaciones y asociaciones culturales y recreativas que son el fruto de una emigración que data desde el año 1.800. Idaho se encuentra en la región americana de las Montañas Rocosas, en la frontera con Canadá y su tradición ha sido eminentemente agrícola y ganadera, en concreto, ligada a la producción ovejera. En los 133.200 km2 de extensión que ocupa, equiparable a más de un cuarto de la superficie de España, no llegan a 1.400.000 las personas que viven a día de hoy. Su densidad de población es de 10 habitantes y medio por kilómetro cuadrado, muy alejada de los 271 habitantes por kilómetro cuadrado que tenemos en el País Vasco. En 1921 este Estado contaba 432.000 habitantes, un tercio de la población que actualmente tiene, y en cada kilómetro cuadrado vivían 3 personas. El pueblo al que se dirige Esteban, Mountain Home, esta poco habitado y se encuentra en plena naturaleza salvaje. Se ubica en el condado de Elmore, a 913 metros de altitud, tiene una extensión de 13 kilómetros y medio y carece de agua. Esteban Bizkarra entra a trabajar a las órdenes de Domingo Aguirre, propietario de una compañía ovejera que se llamará “Domingo &Sons”, “Domingo e hijos”, pero que entonces sólo aludía a la primera parte, ya que se encontraba sin descendencia. Precisamente a las pocas semanas de entrar éste a trabajar, Domingo y su mujer, Juanita Urquidi, anuncian que están esperando su primer hijo, que nacerá el 23 de Febrero del siguiente año. Esteban nunca llegaría a conocerlo, porque para entonces, ya había decidido que aquel modo de vida estaba muy lejos de las expectativas que se había forjado al inicio de su viaje. Como la mayoría de vascos que llegaban entonces a trabajar con las ovejas, Esteban no estaba preparado para lo que se iba a encontrar. El cuidado de las ovejas consistía en rebaños de una media de 200 cabezas que pastaban, entonces libremente, a lo largo de las tierras comunitarias del Estado excepto en invierno, que permanecían en los valles. A Esteban le dieron el rebaño, un perro y le despidieron con un “te veré en un mes”. Esteban se tenía que adaptar a una vida nómada, de acampada, comida y bebida imprevistas en una zona completamente desconocida. Su misión incluía matar a los depredadores que había en la montaña para los que las ovejas significaban un suculento manjar, entre los que destacaban como enemigo número uno los osos. Aún hoy Domingo Aguirre hijo da 38.


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charlas en los colegios de la localidad explicando como ponían trampas y cazaban los osos, y como después tenían que presentar su piel a los Guardabosques para registrarla. En tiempo de su padre, Esteban le pediría a Domingo encarecidamente que le diera “algo”, un arma, la que fuera, para hacer frente a semejantes peligros. Además del riesgo y el miedo, la soledad era también otra constante en la vida del ovejero, que tenía que afrontar largos meses sin intercambiar palabra alguna con otro ser humano. Esto significaba una dura prueba para alguien como Esteban, habituado a desenvolverse en otro tipo de condiciones sociales y laborales, extrovertido y con un nivel educativo importante para su época. El ovejero cobraba alrededor de 30 dólares al mes, mas casa y comida, lo que representaba un salario bastante elevado, aunque a costa de un elevado desgaste personal. Muchos pre-

Entre 1892 y 1954, más de 12 millones de inmigrantes entraron a los EE.UU. a través de la Isla de Ellis, un islote de dimensiones muy reducidas donde estaban instalados los efectivos de inmigración. En él los recién llegados tenían que pasar exámenes físicos y médicos exhaustivos y guardaban “la cuarentena” como prevención sanitaria de posibles enfermedades contraídas tanto en el lugar de origen como en el transcurso del viaje.

ferían el sueldo en cabezas ovinas para hacerse con pequeñas explotaciones y montar futuros negocios que les retiraran del pastoreo. Ese fue el caso de Domingo Aguirre, el patrón de Esteban, y muchos otros de sus congéneres. Domingo había llegado de Mallabia en 1907 y tras trabajar de pastor de ovejas en diferentes sitios, se puso a trabajar en un rancho de Mountain Home, que adquiriría posteriormente. La evolución vivida por este vizcaíno es paralela a la de muchos de los emigrantes que deci-

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dieron que EEUU era su mejor opción para establecerse: empezar su propio negocio, casarse con una compatriota, consolidar la empresa y tener hijos a los que transmitir su herencia en todos los sentidos. Cuando no estaban en el monte, los pastores vascos pasaban su tiempo en las “bordinghouse”, en un ámbito lo más cercano a su lejano hogar. Estas eran pensiones regentadas por familias vascas en torno a las que se agrupaba la vida social de esta comunidad. En Idaho, el vasco que llegaba, iba a trabajar y se relacionaba fundamentalmente con otros vascos, y lo hacía visitando estas posadas o pensiones en las que podía desenvolverse en su idoma, cantar y bailar las melodías propias, conocer noticias de su tierra y entablar amistades. Las “bordinghouse” eran a la vez la casa u hospital de los vascos del entorno, así como el lugar habitual de alumbramiento de los niños de la comunidad. El primer sitio de referencia de un recién llegado, así como su conexión con el nuevo emplazamiento geográfico, la nueva sociedad o el nuevo trabajo al que se tenía que adaptar era la pensión vasca. Esteban Bizkarra se alojó en una de los hoteles o pensiones que existían entonces en Mountain Home: el Hotel de Bengoetxea, llamado también “Mountain Home Hotel”, hoy todavía en pié. Este establecimiento era propiedad de José Bengoetxea Anduiza, natural de Bedarona, Bizkaia. José había trabajado a su llegada como ovejero en varias ciudades hasta que se estableció por su cuenta en un rancho en Bruneau, que regentó con éxito. Se trasladó a Mountain Home en 1913 y construyó el “Hotel Mountain Home”, llegando a ser Vicepresidente del Banco Comercial de la localidad. El Hotel adquirió posteriormente el nombre de Bengoetxea, y fue vendido en 1937 al matrimonio Bideganeta, que a su vez lo vendió en 1974 a sus actuales propietarios. Hoy es conocido como “Hotel La Pat”, aunque se alude popularmente a él como Casa Bengoetxea, recordando sus fundadores. Junto con el Basque Hotel o la pensión de los Anchutegis, este establecimiento era uno de los que proliferaron a partir de 1910 a lo largo de todo el estado. Aunque se alojaba en esta, sabemos que Esteban las conocería y las visitaría todas mientras las ovejas estuvieran pastando en el valle, y que en ellas jugaría al mus y a la brisca con otros compatriotas. Fue en esas pensiones donde se originaría una segunda generación de americanos de origen vasco, ya que en su inmensa mayoría la emigración al Estado de 40.


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DE NUEVA YORK A MOUNTAIN HOME

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Idaho fue de hombres que se trasladaban en solitario y que conocieron en las pensiones a sus futuras mujeres, y cuyos hijos nacerían también en las camas de estos establecimientos, asistidos por parteras euskaldunes. Un ejemplo de ellos fue la familia Aguirre, el patrón de Esteban. Domingo y Juanita Urquidi se conocerían en la posada Arregui, en este caso en Nueva York donde habían estado trabajando ambos durante un tiempo. Su hijo Domingo, entró en contacto con su futura mujer Dolores Barinaga en los salones de la pensión Anchutegi. Precisamente la joven había nacido en 1921, en una de sus habitaciones, asistida por la Sra Anchutegi que era partera. Su padre era Valentín Barinaga, natural de Markina y propietario de la compañía de ovejas “Barinaga e hijos”. Valentín conocería a su futura esposa Eulalia Ugalde, en la pensión Anchutegi, como luego también le pasaría a su hija al cabo de varias décadas. Valentín y Domingo padre acabarían siendo consuegros después de un ciclo vital prácticamente en paralelo. La comunidad vasca en Mountain Home vivía al lado oeste de las vías del ferrocarril y se organizaban de manera que era autosuficiente, plantando huertos y criando alguna vaca para la provisión y productos lácteos, así como de carne, y alguna oveja con el mismo fin. Allí los niños acudían a la escuela con otros miembros de comunidades procedentes de diversos paí-

El 28 de Febrero de 1920 le dan permiso de entrada a EEUU a Esteban y sus compañeros de viaje con el deseado sello en su visado (foto interior). Tras dos meses de requisitos desde que salen de Abadiano por fin pueden pisar las calles de Nueva York. Tan pronto como llegan a la “Gran Manzana”, los Bizkarra toman destino a Mountain Home, al otro lado del país, donde va a empezar su nueva vida.

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ses. Mayoritariamente aprendían “inglés sobre la marcha” y se desenvolvían completamente en Euskera, idioma que en su mayoría legaron a la siguiente generación, aunque no se ha transmitido de igual manera debido a las dificultades que esta segunda generación, ya americana, experimentó en la escolarización con el idioma oficial. Independientemente de esto los descendientes de aquellos que se quedaron, ya de tercera o cuarta generación se conciben como pertenecientes a una comunidad vasca con una cultura e idioma diferenciados, aunque ocurren casos como el hijo de Domingo Aguirre, que relata su visita al País Vasco en 1995 con su esposa y su hija explicando cómo se quedó “desconsolado” porque le resultó difícil encontrar gente en Bilbao con la que poder hablar en Euskera, y como se encontró con una realidad que poco tenía que ver con la idílica comunidad que se había imaginado. A Esteban Bizkarra le ocurriría lo contrario. Marchó de Abadiano con la cabeza llena de planes y el pecho ávido de aventuras hacia unas “Américas” que eran entonces sinónimo de un espíritu libre y se encontró con una realidad opuesta, una imagen en negativo expresada en el sacrificado modo de vida del pastor. Ante sí se le plantea una nueva elección de futuro, a los escasos meses de llegar, en la que decide sin ningún género de dudas pasar otra página en su vida e ir a por lo que había ido a buscar a ese nuevo mundo. Así pues, abandona el Estado de Idaho sin mirar hacia atrás, dejando de este tiempo amigos que reencontraría más tarde en su tierra natal y otros, como Domingo Aguirre, con los que nunca volvería a cruzarse en el camino, a no ser en las páginas de este libro. La mayor afluencia de emigración vasca al Estado de Idaho tuvo lugar entre los años 1900 y 1930, propiciada por la libertad del pastoreo en las tierras públicas, entre otros muchos factores, y aunque continuó a lo largo de muchas décadas y hoy todavía continúa, el sujeto, el motivo y la profesión de destino de esta emigración ha variado de manera muy notable. Hoy las múltiples entidades: universidades, museos, departamentos, organizaciones sociales y recreativas cuyo tema de estudio o ámbito de actuación es relativo a todo “lo vasco” tiene entre sus profesionales destacados hombres y mujeres con apellidos vascos, como punta del iceberg de cómo nuestra comunidad se ha enraizado de manera profunda con la sociedad americana de Estados como Idaho, California, Nevada, Montana, Oregon…

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2 En 1921 Esteban Bizkarra no podía haber elegido en todo el mundo una ciudad más opuesta a Mountain Home que Chicago, su siguiente destino. Había optado por un cambio de vida y consecuentemente se dirigía, a través de un viaje en el que tenía que atravesar varios Estados, hacia Illinois, donde se encuentra esta metrópoli. Chicago es hoy la tercera ciudad más importante de los EEUU, con 2.890.000 habitantes, y una población que supera los 8 millones. Pero si la actividad, la cultura y la vida que bulle en sus calles la destaca entre las grandes ciudades en este tercer milenio, en 1921 hacían de ella un referente único durante toda esa década y años posteriores. Chicago se encuentra al borde del lago Michigan, en un lugar estratégico entre los ríos Illinois y Misissipi, lo que ha contribuido a favorecer la afluencia de emigración desde finales del siglo XIX. En 1830 vivían en esta ciudad tan sólo 100 personas. En 1870, el 40% de sus habitantes eran nacidos en el extranjero, y ya en 1890 superaba el millón, algo extraordinario para la época. En los 30 años posteriores su población se triplicaría. En 1920 tenía 2.700.000 habitantes y se encontraba en plena efervescencia poblacional, con el 90% concentrado en las calles de la urbe. En los 85 años posteriores que lo separan de la actualidad ésta se incrementaría tan sólo 190.000 personas. Su densidad de población es hoy inferior a la de las primeras décadas del siglo XX y actualmente está más diseminada en los barrios de los alrededores de la metrópoli.

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Cuando Esteban llegó del rancho de Domingo Aguirre a las calles de Chicago en 1921, el choque debió ser completo, ya que sus habitantes, la multiculturalidad y sobre todo, la fisonomía como metrópoli no tenían par en todo el mundo, y mucho menos comparándolo con el que este nuevo visitante había conocido jamás. Pasear por sus aceras obligaba entonces a mirar hacia arriba, ya que éstas estaban llenas de rascacielos. Si el visitante de hoy puede ver allí el edificio más alto del mundo, la Torre Sears con 110 plantas y 443 metros, Esteban pudo admirar al llegar el primer rascacielos que se construyó nunca (1864), el edificio “Homme Insurance”, de nueve pisos, hoy ya desaparecido porque fue demolido en 1929. No nos equivocaríamos al pensar que, de los dos casos, la admiración y sorpresa de Esteban sería la mayor. Chicago fue durante esos años el centro de la prestigiosa “Escuela de Chicago” de arquitectura, una corriente en la forma de concebir y crear los edificios de esta ciudad, compartida por un nutrido grupo de profesionales. Ellos iniciaron un estilo propio tras haber sido la ciudad devastada por el fuego en el gran incendio de 1871, lo que dio como resultado, tras varias décadas de urbanización, un auténtico museo de hormigón, vidrio y metal: el Edificio Marquette, el edificio Santa Fe, El Centro Federal, El edificio Auditórium, que contenía un hotel de 400 habitaciones, una torre de oficinas de 17 plantas y un auditorio para 4.300 personas…la lista era interminable, y la capacidad de asombro del visitante no tenía límites ante tanta maravilla. Además, la ciudad había sido diseñada como una cuadrícula rectangular con el centro en medio, lo que le añadía singularidad. La Avenida Michigan era en 1921, como lo es hoy, unos de los centros comerciales más importantes del mundo. En ella estaban la antigua Torre del Agua y la Estación de Bomberos, dos edificaciones emblemáticas que sobrevivieron al gran incendio, que arrasó la ciudad y dejó a un tercio de su población sin hogar. Entremezclándose con ellos, un sin fin de establecimientos comerciales y financieros situados en modernos bloques, que completaban su corazón industrial. En el inicio de los años 20 en la ciudad converge un importante ejercicio empresarial a todos los niveles: es el mercado de cereales y el centro de industrias cárnicas mayor del mundo, y miles de cabezas de ganado llegan diariamente procedentes de todos los puntos del Estado con destino al matadero. Esta incesante actividad trae consigo una avalancha diaria de población flotante con necesidades insatisfechas y dinero reciente. 44.


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UN PEDAZO DE BIZKAIA

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Esteban tardó poco tiempo en darse cuenta de que, si bien su apreciación de cambio había sido acertada, su vida en Chicago tenía algo en común con la de su anterior domicilio: los peligros de desenvolverse en un territorio salvaje. Efectivamente, Chicago en los años 20 era “una ciudad sin ley”. En 1920 había entrado en vigor la ley “Volstead”, que será funestamente conocida para todos nosotros como la “Ley Seca” y que dará lugar a una serie de importantes transformaciones que van a hacer de Chicago el epicentro de un imperio sin ley. La

Las pensiones vascas eran el punto de referencia social de los emigrantes en Mountain Home. Allí, el visitante se podía reencontrar con la gastronomía, la música, los bailes, el idioma y las costumbres de su tierra natal. El tiempo libre de que se disponía se utilizaba para visitarlas y juntarse con su entorno. Esteban se alojó durante su estancia en la localidad en el “Mountain Home Hotel”, regentado por la familia Bengoetxea, un edificio todavía en pié. (en la foto superior).

cara más amable de la realidad de esta ciudad es la de los “felices años 20”, un término que

Vascos en diversas pensiones de Mountain Home de la época

acuña la arrolladora ola de vida social que atraviesa las calles a partir del anochecer: una avalancha humana de hombres y mujeres que acuden a los locales para gozar del vicio de lo ilegal, juego y alcohol, amenizado por la irrupción musical del jazz, el blues, y el baile del Charlestone. Su imagen ha llegado hasta nosotros en películas que han tomado como ingredientes los Bares, el humo, el Jazz, la moda, la prosperidad, el baile, el alcohol, el juego, la juerga, la locura…….y el sonido de las balas como fondo. Detrás de la alegría de esta vida nocturna la década transcurre como una sucesión de crónicas negras de asesinatos, extorsión y chantaje que tienen como protagonistas a personajes como Al Capone o Lucky Luciano, y en las que Fuente y fotos: Idaho Basque Museum

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se va a ver envuelto Esteban Bizkarra durante los años de su estancia. La aparición de la prohibición propicia que la mafia conjugue de manera “natural” en sus locales sus tradicionales “negocios” , la prostitución y el juego, con la fabricación, la venta y el consumo ilegal de alcohol. Ellos ven de inmediato la oportunidad del dinero fácil y montan una inmensa red de contrabando en la que está incluida flotas de camiones, buques, lanchas, guardacostas, policías…ya sea en operaciones de compra o extorsión. Esto multiplica por mil los ingresos de esta casta, que se organiza en bandas que compiten entre sí por tan suculento mercado, con la consecuente explosión de violencia. Esteban Bizkarra se mueve como pez en el agua en la sociedad de Chicago. Desempeña los oficios más diversos y goza del ambiente de las noches en esta cosmopolita ciudad, pensando para sí cuánto mejor vivía él entre aquellas calles que sus compatriotas en su sacrificado oficio de Mountain Home. El volvió a casa con 10 trajes y algunos de sus compañeros de Idaho trajeron más de un millón de pesetas, pero siempre trasmitiría a su entorno que lo que él había vivido equivalía a más dinero que cualquier cantidad ahorrada en tan pésimas condiciones. Así pues, Chicago fue para Esteban la ciudad ideal. Esteban se internó en aquel modo de vida en todos los aspectos. Visitaría los establecimientos más selectos y sería en uno de ellos donde conocería a Rodolfo Valentino. Este hecho le impactó de tal manera que al nacer su hijo Luis Mari, ya en casa, quiso ponerle este nombre aunque finalmente no lo pudo llevar a cabo. Su tercer nieto se llama Rodolfo por este deseo del abuelo, que pudo ver cumplido en el último momento, ya que fallecería cuando este tuviera meses. Además, también visitó el “lado oscuro”, puesto que trabajaría en el contrabando de licor, trasportando cargas nocturnas en un camión hasta otros puntos del Estado. En Chicago, por su situación de puerta al río Missisipi se daba entrada y salida a miles de toneladas de wisky, ron y otros licores de diversas calidades, la mayor parte de pésimo sabor y con algunos ingredientes tóxicos. Mientras desempeñaba estas tareas trataría a Al Capone personalmente. Un hombre del que señalaba que era “impresionante, y cuyo nombre sacaba a relucir cada vez que recordaba sus andanzas americanas.

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UNA FORMA DE VIDA

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Cuando Esteban Bizkarra y Al Capone se conocieron, era para el segundo su época dorada como amo de la ciudad, y su presencia era, como

mínimo,

para

causar

inquietud.

Atravesada su mejilla derecha por una larga cicatriz que le valió el apodo de “cara cortada”, Capone reunía las características de un avispado hombre de negocios, un eficaz gangster y cierta vocación de filántropo. En 1927, siete años después de su llegada a la Ciudad de Chicago, tenía ésta a sus pies: un hombre a su sueldo ejerciendo como alcalde y unos ingresos anuales que superaban los 100 millones de dólares, el 60% aproximadamente procedentes del contrabando de licor. Además, en sus horas como “ciudadano ejemplar” había establecido en la ciudad comedores y centros diversos para atender gratuitamente a los más desfavorecidos. En esta tremenda máquina bien engrasada

El modo de vida del ovejero era muy desconocido para los emigrantes, y suponía un fuerte choque con lo que estos habían vivido. En una tierra muy despoblada, escasa de agua y muy salvaje, cuidar a las ovejas significaba vivir prácticamente en el monte y en completa soledad, defendiendo el ganado de los animales salvajes como los osos, que abundaban en la región. Unicamente en los meses de invierno se bajaba al pueblo y se llevaba una vida normalizada. Esteban pronto se desengañó, comprendiendo que aquello no era para él.

y formada por miles de engranajes participó Esteban sin contratiempo aparente, puesto que

Fotos arriba: Escenas de ovejeros Foto abajo: Mountain Home hoy

no relató jamás a nadie episodio alguno que dejara traslucir peligro o miedo, salvo los referentes a su vida inicial como pastor de ovejas. Sin duda, Esteban no se planteaba el modo de vida en el que se desenvolvía ligado a las portadas de los periódicos, en los que los crímenes de esta mafia eran noticia. En los primeros 5 años de la prohibición los asesinatos se cifraron en 500, y las muertes relacionadas con el alcohol aumentaron un 600%, la mayoría causadas por las bastas adulteraciones que se Fuente y fotos: Idaho Basque Museum

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realizaban en la fabricación. Al Capone cerró la década de los años 20, como organizador de la matanza de “San Valentín”, el 14 de Febrero de 1929, en el que sus “esbirros” acribillaron con docenas de balas a 7 personas de otra banda rival en un garaje. Hoy, los 414 ladrillos con marcas de bala de este garaje se pueden ver en un museo particular en el que se reconstruye el crimen con figuras de cera. Mientras Esteban estuvo en Chicago se hospedaba en la posada de unos compatriotas oriundos de Durango. Cada mes hacía algunos miles de kilómetros con su valiosa carga hacia otros puntos del país, y luego se dedicaba “a vivir” con el generoso sueldo. Siendo los vascos un círculo bastante cerrado en EEUU, su fama como “juerguista” trascendió pronto de su entorno más cercano, de modo que posteriormente, cuando algunos conocidos volvieron a Bizkaia, sabían de un tal Bizkarra que “vivió mucho por allí”. La propia Arantxa en 1957 tendría ocasión de saber de esta fama, por pura casualidad. A su vuelta de viaje de novios fue a visitar a Durango a la familia del marido y al lado vivía un matrimonio vecino con el que coincidieron, estando de visita el hermano de la mujer. Hablando un poco de todo éste comenta que acaba de venir de América y entre sus vivencias y conocidos de allí destaca el recuerdo de “uno pequeño, muy moreno y muy golfo de Abadiano”, que resultó ser Esteban Bizkarra. Cuando Arantxa le dijo quien era, el hombre le dijo: “ese sí que supo vivir la vida. Nosotros en el monte, poniendo un palo con un pañuelo en la cima para ver si veíamos otro palo en otro monte que nos dijera que había gente”. Cuando en el verano de 1930 Esteban viaja a Bizkaia, lo hace para visitar a sus padres, a los que había estado enviando obsequios desde su nueva vida. No piensa en quedarse, puesto que tiene novia en EEUU, una joven estadounidense de familia adinerada, según comentaría a sus padres, hija de un industrial. Cuando llega, se dirige a Urkiola, al Hotel Bizkarra, propiedad de sus primos, donde su madre pasaba habitualmente los 3 meses de verano, y pregunta por Venanci. A la madre le dan el recado de que pregunta por ella “la persona que más le quiere en el mundo”, expresión que su hijo había dicho literalmente como seña de identidad. La visita por sorpresa del “hijo pródigo” decide a Venanci a luchar por que éste se quede de manera definitiva en casa, y con suspiros, peticiones y carantoñas de “Amatxu” logra su objetivo sin que Esteban oponga gran resis48.


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LA METROPOLI POR EXCELENCIA

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tencia. Su aventura americana terminaría tan imprevistamente como empezó, dejando a los que esperaban al otro lado del Atlántico tan atónitos como en su día había dejado a los de este lado cuando se fue. Para Esteban, volver a su antigua vida en Abadiano no tuvo que ser nada fácil. Con 32 años y un futuro profesional incierto, los lazos familiares le llevan a trabajar por primera vez en una panadería, con su hermano Alfonso. Este se había casado con una joven, cuyo padre tenía un molino, panadería y sierra en Matiena, y el matrimonio era continuador del negocio familiar. Esteban empieza a trabajar con Alfonso repartiendo pan hasta Larrabezúa, donde sus años como “chicoviejo” tocarían a su fin al conocer a Mari, “la costurera” y casarse con ella en 1934, yéndose ambos a vivir a Matiena junto con Venanci, la madre de Esteban. Esteban se

El siguiente destino de Esteban es Chicago, una de las ciudades más grandes, más pobladas y con más movimiento de la década. Allí se encuentra todo lo opuesto a Mountain Home, siendo una de las metrópolis más impresionantes de ver a causa de los rascacielos que habitan sus calles, construidos después del incendio que asoló la ciudad a finales del siglo XIX. Para alguien llegado de Abadiano, aquello representa toda un aventura, y más a principio de los felices años 20. Fotos superiores, escenas de la época. Fotos inferiores, Chicago hoy

desliga poco después y definitivamente del destino profesional de su hermano, aunque sus trayectorias marcharían bastante parejas. Por su parte la panadería de Alfonso Bizkarra sería uno de los inicios de la actual panadería Arriaundi, en la que confluyen una serie de panaderos de la zona. Hoy, los hijos de Alfonso siguen en esta sociedad, dando continuidad al apellido Bizkarra como un exponente de la panadería en Bizkaia. El inicio de la guerra coge a Esteban y Mari en el último mes de embarazo de su hija Arantxa. Esta nacería el 21 de Agosto de 1936

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en Larrabezúa, ya que el matrimonio se trasladarían a casa de los padres de Mari para dar a luz, buscando el respaldo familiar en un momento de tanta incertidumbre como el que plantea el inicio de la contienda y la llegada del recién nacido. Los padres de Mari tienen 7 hijos y viven en un caserío de Larrabezúa que está todavía hoy en pié. Allí tuvieron una larga historia posterior, criando primero a sus hijos y después a los hijos de su hija Genoveva, que muere de forma prematura dejando 5 niños por criar. Esteban sería su tutor hasta la mayoría de edad, y prohijaría al pequeño, Romualdito, que fallecería siendo niño. El caserío de sus suegros y las circunstancias de la guerra empujarían al matrimonio hacia la profesión panadera definitivamente. En la casa había un horno que se utilizaba para la producción propia y que supone para el joven matrimonio la posibilidad de iniciar su propia actividad de panadería, actividad en la que Esteban ya se había formado con su hermano Alfonso. Además, la guerra trae consigo desde sus inicios la necesidad del avituallamiento, ocupando el pan un lugar de gran importancia por ser artículo de primera necesidad. A finales de los años 30 Esteban empieza con un socio de Garay, Jesús Aretio, a elaborar pan en el horno del caserío de Larrabezúa con el antiguo sistema del reparto a domicilio. Paralelamente entrarían en el comercio de extraperlo que se prolongará durante la posguerra. Desde septiembre de 1936 se imponen en Bizkaia las cartillas de racionamiento para los primeros alimentos: Azúcar, aceite refinado y patatas, lista a la que se irían incorporando progresivamente muchos otros productos. El pan se raciona desde noviembre del mismo año a la cantidad de 250 gr por persona. En cada cartilla familiar se constatan el número de raciones que le corresponde al titular y se entregan 100 cupones valederos para otros tantos días, que es lo que el panadero distribuye. Con la guerra vendría la carestía y con ésta el pan negro, que era el que se hacía de manera “integral”, con el grano, la cáscara y el bálago del trigo, y suponía un “azote” para los estómagos y los paladares. Se comía poco y malo, por lo que el mercado ilegal de comestibles o extraperlo se desarrollaría rápidamente, aunque fue una de las prácticas más perseguidas por las autoridades y multadas con miles de pesetas. Esteban recordaría entonces el tiempo del contrabando, ya que transportaba diaria50.


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ROZANDO EL PELIGRO

mente 100 o 200 kilos de harina a su casa de Matiena; allí Mari separaba el salvado con un cedazo durante largas horas y la dejaba lista para que su marido lo llevara a la panadería, en Larrabezúa; todo esto en el más absoluto secretismo. Para ello tenía una furgoneta con doble fondo y la complicidad del párroco de la localidad, que le había cedido un lugar para el almacenaje en las viejas escuelas de la iglesia, terreno consagrado en el que no podía entrar la

Gangster y Al Capone

guardia civil; ayudas que envidiaría cualquiera de sus “compañeros” del Chicago de los años 20. Una vez que se elaboraba el pan, éste se transportaba en sacos, muchas veces, en bicicleta y siempre de noche, ya que era la hora de las actividades clandestinas. La tensión de estos viajes era mucha, ya que si te sorprendían tenía graves consecuencias, y ante cualquier duda lo fundamental es que no hubiera pruebas de la actividad que se estaba desempeñando. En una ocasión Esteban y Jesús realizaban su habitual viaje con el pan, cuando vieron a lo lejos la luz de una linterna. Convencidos de que tras ella se oculta una pareja de la Guardia Civil, tiraron el saco de pan fuera del camino y siguieron andando hasta llegar hacia ella. Pero detrás

En los años 20 Chicago es una ciudad “salvaje”. A principios de la década se aprueba “la ley seca”, y las mafias aprovechan para integrar la bebida a sus otros negocios ilícito- el juego y el alcohol. Proliferan los tumultuosos bares, creciendo el negocio de estas “familias” a medida que se suceden los años de prohibición. La clave, el contrabando de licor. Durante su estancia en la ciudad Esteban realizaría muchos viajes nocturnos transportando licor ilegal, en unas camionetas a lo largo de cientos de kilómetros. En ese ambiente conoce al famoso gangster Al Capone, emperador absoluto de la ciudad hasta su encarcelamiento por evasión de impuestos.

de la luz había dos vecinos que volvían de robar gallinas con su bicicleta y habían tirado su botín al camino, alertados por “otra linterna” frente a ellos que resultó, a su vez, ser la bici de los panaderos. Así que en la madrugada, algunos co-

Foto: Aparato de destilar

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mentarían extrañados pero con gran alegría, que habían comido, ¡qué bendición!, ¡pan y pollo gratis, que había tirados por todo el camino!. El hambre entonces era mucha en tiempos de racionamiento, y el pan era un manjar muy apreciado. Algunos jóvenes acudían puntualmente al amanecer al camino por el que Esteban llevaba su producto, sólo para robar un bollo. Muchos años más tarde Esteban le diría a alguno de ellos que sabía perfectamente que cogían pan de la cesta, pero que alguien que por un trozo de pan era capaz de tomarse tantas molestias, lo necesitaba de veras, así que acudían puntualmente a su cita. Por entonces Arantxa y Luis Mari eran muy pequeños, y Esteban tenía ya la panadería de Usansolo comprada pero cerrada y sin actividad, porque no veía el momento de darle empuje a ese proyecto. Al acabar el extraperlo, se dedicaría con el mismo socio al trato de ganado con su furgoneta, y en él haría viajes de una a otra localidad, hasta el momento en que Luis Mari ya es adolescente y junto con su madre se proponen resucitar el viejo negocio. Esteban se revela en la educación de sus hijos como un hombre avanzado que considera prioritario el estudio, así como la adquisición de un oficio y una cultura. Pero si él se definía como alguien que “ha vivido”, aplicaría con ellos los estrictos criterios de lo que consideraba ahora un adecuado modo de proceder. Si a los 17 años se había fugado a otro continente a espaldas de sus padres o a los 20 trasportaba de noche alcohol ilegal, no consentiría que su hijo de 18 volviera de noche después de las 12 o que su hija fuera a pasar el día de romería con unos amigos; criterios que ni Arantxa ni Luis Mari pondrían jamás en cuestión. Ambos contemplan con orgullo su herencia, bromeando en su círculo familiar sobre las aventuras del “Aita”. Cuando el menor de los nietos de Esteban fue a estudiar a EEUU, le advertirían “mira a la cara a la gente, no sea que encuentres a alguien que se parezca a nosotros”…..

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El camino de reconstrucción que lleva al árbol genealógico,es un camino de no retorno Esta afición de Eduardo Bizkarra le ha llevado a encontrarse con 12 generaciones de sus antepasados. Se cimenta en una mezcla, a dosis equitativas, de curiosidad familiar, inquietud histórica, apego a las propias raíces, vocación documental y paciencia. Quienes empiezan a reconstruir su propia genealogía, afirman que es una tarea que no termina jamás, porque la necesidad de saber crece a medida que se consigue completar la información. También que el objetivo que se persigue nunca es el mismo cuando se inicia la tarea que cuando se está finalizando. El trabajo de investigación es tan minucioso y lleva tantos años de rastreo, que la propia percepción del “para qué” varía ostensiblemente cuando el objetivo ya está avanzado. Cuando uno sabe el nombre y los apellidos de su “Decabuelo” (abuelo de 11ª generación), te preguntas cómo vivía, qué oficio desempeñaba, cual era su casa, cómo se relacionaba.…. entrando en materias propias de la Historia. Eduardo empezó a interesarse por la genealogía a los 16 años, aunque sin un objetivo concreto. Hoy la define como una “pasión” que comparte con su hermano Rodolfo, y ambos se encuentran implicados de lleno en esta búsqueda a través de los siglos. Como muchas otras personas en relación a este tema, empezaron sólo con la afición, y los conocimientos los han ido adquiriendo conforme se han ido metiendo en el proyecto. Al principio, partiendo de la base, que luego averiguaron errónea, de que su apellido estaba muy 53.


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localizado y pertenecía casi en exclusividad a sus ascendentes. Hoy saben de “Bizkarras” en diversos lugares de Bizkaia y Guipúzcoa y de una importante presencia del apellido en Sudamérica, especialmente en México y Argentina. Entre sus diversas líneas de investigación abiertas está el empeño de encontrar alguna conexión entre su árbol genealógico y alguna de las líneas del otro lado del charco. Una búsqueda que a día de hoy ha resultado infructuosa, lo que no ha hecho más que avivar su interés. Eduardo esta familiarizado con la interpretación de partidas y certificados de muy diverso tipo y ha visitado las salas de los principales archivos donde se puede encontrar datos históricos sobre una persona. Extiende ante sí el resultado de su trabajo, completamente informatizado por Rodolfo: el libro de registro de las generaciones, donde ha reconstruido y enumerado de manera meticulosa en línea ascendente los nombres de los hombres y mujeres pertenecientes a su familia, entendida en el concepto más amplio, hasta llegar al siglo XVI. Desde el 1580 hasta 1410, el listado se vuelve más impreciso y lleno de interrogantes, en una posible teoría no confirmada, y que le mantiene todavía ocupado sin poderla dar como cierta. Avanzar más hacia atrás depende de descifrar correctamente este enigma, aunque internarse en la historia de una familia en siglos anteriores al siglo XV es una tarea prácticamente imposible, a excepción de algunos casos de familias de linaje ilustre, incluso para los historiadores y geneálogos profesionales. Las huellas de nuestros ancestros están ahí, a falta de que a lo largo del tiempo un pariente inquieto resuelva desenterrarlas como un objetivo importante en su vida. En el archivo Foral de Bizkaia, por ejemplo, de un solo clic se pueden encontrar cientos de referencias documentales en los que se menciona un determinado apellido. La cuestión a la que se enfrenta el aficionado es saber primero a qué fuentes ha de acudir. Siguiendo esta línea de investigación a través de los principales hechos de sus antecesores Eduardo ha llegado a dibujar las ramas de un copioso árbol genealógico que se remonta hasta Esteban Sagastagoitia Munchiate, nacido en Abadiano en 1587 y casado con Maria Pérez de Bizkarra Otalora Oroqueta, que parecen vinculados a una casa Torre e Infanzona en Muncharaz, Abadiano; y de éste matrimonio hacia atrás hasta 1410 en la persona de Pedro Bizkarra, en conexiones todavía no establecidas de manera fidedigna. Los rastros documentales que se pueden consultar hacen referencia a diversos he54.


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EL APELLIDO BIZKARRA

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chos vitales de una persona a lo largo de su vida; hechos que quedan registrados, según la naturaleza y la época en la que sucedieron, en determinados archivos, y que nos proporcionan datos e información sobre dicha persona y a veces sobre sus descendientes, sus antepasados o su cónyuge. En los archivos civiles, por ejemplo, es posible encontrar registradas las partidas de nacimiento, de matrimonio o de defunción de antepasados hasta 1870-1850. Paralelamente, y sobre todo para datos anteriores a esta fecha, se puede acudir a

En el árbol genealógica de los Bizkarra está documentada la existencia de antecesores de este apellido en la zona de Abadiano desde 1.410 a los que se aludía como señores “de Bizkarra y Muntsaranz”. El apellido lo aporta Maria Pérez de Bizkarra al casarse con Esteban Sagastagoitia hacia finales del siglo XVI e ir a la casa troncal de los Bizkarra, que pasa a ser el apellido de las líneas descendentes. El significado puede hacer referencia tanto a la “parte de atrás” de un monte, aludiendo al lugar físico donde se encontraba la casa principal o a “Bizkaia”, aludiendo la pertenencia de sus portadores a los “labradores censuarios”.

los archivos parroquiales

donde la información y los datos se encuentran en los diversos libros de registro que exigía la iglesia: los libros de bautizados, los libros de casados, libros de difuntos, libros de matricula, de fábrica,

libros

de

parroquianos,

los

de

Cofradías, los de Ermitas…..en ellos se da testimonio de los bautizos, matrimonios, defunciones, las comuniones, confirmaciones y otros sacramentos, acreditaciones de rentas, diez-

Las fotos más antiguas de los antecesores. Angel Arteche y Maria Antonia Atutxa, padres de Mari. Venancia González, madre de Esteban.

mos o donativos, participación en cofradías, etc.. Además, existe documentación sobre capitulaciones matrimoniales, testamentos, etc con una antigüedad de más de 100 años en los Archivos históricos de Protocolos notariales; listas de los pasajeros legales a las Indias en el Archivo General de Indias, datos sobre los integrantes en las ordenes de Caballeros en distin-

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tos archivos, datos sobre los integrantes en el ejército en el Archivo General del Ejercito….Un abanico muy amplio que se va estrechando a medida que se retrocede en el tiempo. Una fuente a simple vista insospechada, pero que ofrece una excelente ayuda a la genealogía son los archivos de la Iglesia de los Santos de los Últimos días, más conocida como la Iglesia Mormona. Según sus creencias todos los seres humanos pertenecemos a la misma gran familia y la investigación de los antepasados familiares adquieren para sus fieles carácter casi sacramental. Por ello realizan una labor constante de microfilmación de archivos y tienen multitud de árboles genealógicos de todo el mundo colgados de una página Web donde se puede consultar cualquier apellido. Fue precisamente en esta página donde Eduardo y Rodolfo han sabido que sus bisabuelos paternos, Vicente Bizkarra y Venancia González, se casaron en la Catedral de Santiago de Bilbao, un 18 de Enero de 1890, una partida de casamiento que no había manera de encontrar y que los Mormones tenían entre sus datos. Este matrimonio fue, al parecer, colofón de una curiosa historia que se ha transmitido a lo largo de más de 100 años a la presente generación, aunque no es comprobable documentalmente. Según contaba Esteban a sus nietos, Vicente Bizkarra se había casado en primeras nupcias con una joven de Izurza, Eustaquia Uribarri, y que muere al poco tiempo sin dejar descendencia. En ese momento Vicente se encuentra sin dinero para abonar los gastos del entierro, teniendo como único recurso la venta de una “chala”, una ternera, en la feria de ganado. Ante la falta de liquidez acude a una hermana de la difunta, recogida del hospticio, para pedirle adelantado el dinero del funeral con el compromiso de devolvérselo en cuanto vendiera el animal. Se trataba de Venancia González, que no ve inconveniente en prestarle la suma, pero le exige a cambio a Vicente contraer matrimonio con ella. Vicente le pone como condición respetar el luto y toma el dinero, con la esperanza de que el año de espera hiciera cambiar de opinión a Venancia. Así que vende finalmente la Chala y va a devolverle el dinero, haciendo caso omiso del compromiso verbal adquirido. El resultado de dicho encuentro es que Vicente contrae matrimonio en segundas nupcias con la decidida joven en 1890, un matrimonio del que nacerían 7 hijos, uno de ellos Esteban. Eduardo ha comprobado a lo largo de su investigación que comentarios y anécdotas familiares que en su día tomaba como cuentos y sin base alguna en la realidad le han apa56.


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PLEITOS DE HIDALGUIA

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recido posteriormente documentados sin haberlo buscado. Así le ocurrió con el padre de Vicente, el de la chala: el tatarabuelo Francisco Antonio Bizkarra Ocerin, nacido en 1815. Cada vez que iban en excursión a Urkiola, Luis Mari le decía a sus hijos que su bisabuelo había construido la fuente, y efectivamente Eduardo encontró por casualidad en Abadiano las actas de los trabajadores de la carretera que iba a Urkiola y estaba su tatarabuelo, que era caminero. En ellas aparecían detalladas las horas trabajadas por Francisco Antonio en Urkiola, y aunque no mencionaba la construcción de ninguna fuente, es muy probable que ese comentario fuera rigurosamente cierto.

A través de los pleitos de hidalguía se obtienen datos muy valiosos sobre nuestro árbol genealógico. A través de ellos, se obtenía el reconocimiento de una persona y sus ascendentes directos como “hidalgos o puros de sangre”, un privilegio que frecuentemente se tenía que demostrar. Por lo tanto aportaba los datos de la persona sobre la que versaba el litigio y sobre las cuatro generaciones anteriores. Foto superior: Real Chancillería de Valladolid, donde se pueden encontrar este tipo de pleitos, Inferiores: Algunos de los documentos que acreditan fechas y nombres de los Bizkarra

Entre las diversas fuentes a las que ha acudido Eduardo para documentarse sobre la saga que lleva su apellido, está la Chancillería de Valladolid, donde se ha sumergido de lleno en la Edad Media a través de monótonas formulaciones y argumentaciones en los pleitos de Hidalguía de sus antecesores. El pleito de Hidalguía era para quien lo presentaba un hecho de gran relevancia, de cuya resolución iba a depender la consideración que iba a obtener, tanto a nivel económico como a nivel social. La condición social de hidalguía era en Bizkaia universal para todo el nacido en el territorio histórico, lo que significaba una serie de ventajas económicas, fiscales, y de posición social. Cada cierto tiempo se realizaban padrones para distinguir esta condición entre los habitantes de un

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pueblo, por lo que cuando alguien cambiaba de lugar de residencia era frecuente que no se le reconociera y que tuviera que recurrir a la Sala de hijosdalgos de la Real Chancillería correspondiente en Bizkaia a Valladolid. Estos expedientes de hidalguia son muy valiosos para todo el que pretende hacer su genealogía porque en ellos se recogen datos no sólo sobre el que reclama su condición de hidalgo sino sobre sus padres y abuelos, de los que tiene que acreditar esta posición. A través de la demostración de hidalguía de dos de sus antepasados, Eduardo y Rodolfo obtienen algunas claves acerca de la naturaleza de su apellido: que es de hijosdalgos y que en su origen surge de otro apellido distinto. Sobre 1573 Juan Martinez de Bizkarra entra en la cárcel como consecuencia de haber llamado “judio” a un perteneciente a la casa Etxaburu, que demuestra en un pleito su “pureza de sangre”. Juan Martinez es liberado porque su abogado basa su defensa en su condición de hijodalgo y que como tal no puede estar en la cárcel por un pleito civil. A través de este documento, se citan las cuatro generaciones anteriores a Juan Martínez, de las que posteriormente Eduardo conseguiría las partidas de nacimiento, obteniendo la constancia de la presencia de antepasados en Abadiano en 1410. En el primer tercio del siglo XVIII Martín Hermenegildo Bizkarra nos da otro elemento en una demostración de hidalguía sobre este apellido al buscar datos sobre su origen, ya que no aparecía registrado en el libro de bautismo de su época. En la documentación encontrada explica cómo su apellido originario era Sagasta y no Bizkarra y aclara cómo Maria Perez de Bizarra, de la casería Bizkarra da origen a este apellido a su abuelo y este es quien lo ha ido pasando a las siguientes generaciones. Efectivamente, tanto Eduardo como Rodolfo no tenían que haberse apellidado Bizkarra, ya que por orden de sucesión de apellidos el de la mujer pasa a segundo orden y el Bizkarra lo aporta esta mujer, María Perez de Bizkarra. Pero la importancia de la troncalidad y la transmisión del apellido ligado a la casa originaria del mismo es determinante en el País Vasco. A finales del 1500 Esteban Sagastagoitia y Maria Perez de Bizkarra se casan, yendo a vivir a la casa de esta, la casa Bizkarra. En el hecho de ubicarse la familia en esta casa está el origen de que desde la siguiente generación, el hijo de ambos, Esteban Sagastagoitia Bizkarra nacido en 1624, se transforme el apellido quedando Bizkarra y despareciendo Sagastagoitia en este caso. De no haber sido así probablemente en la actual familia este apellido ha58.


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DATOS INSOSPECHADOS

bría desaparecido. Esta importancia de la casa troncal subyace hoy en cuestiones tan sutiles como la propia idea de parentesco con determinadas personas, como han descubierto los hijos de Luis Mari. Para ellos, como para su padre y su abuelo, los Bizkarra Legorra son “primos”. Siempre han tenido mucho trato, porque a su hotel en Urkiola

Fotos: www.familyserach.com con los datos del matrimonio Bizkarra

iba todos los veranos la abuela de Luis Mari, Venancia, y sus relaciones eran estrechas. Se llamaban primos, sí, pero no sabían de qué. Cuando Eduardo empezó sus investigaciones esperaba encontrar en seguida de dónde provenía ese lazo de parentesco. Pero pasó 1900 y no había conexión alguna, pasó 1.800 hacia atrás y tampoco…y llegó a la conclusión que aquella era una denominación que hacía más referencia al trato que a la consanguineidad de ambas familias. Hasta que fue avanzando su investigación y comprobó con gran sorpresa que, efectivamente, “eran primos”…pero ¡allá por el

Los mormones son una de las fuentes de información más exhaustivas sobre genealogía, ya que microfilman todos aquellos archivos que se les permite. Venancia, toda una mujer.

año 1.600!. Era en época de Esteban Sagastagoitia Bizkarra, que se casó tres veces, siendo ambas familias descendientes de dos matrimonios distintos de este antepasado. La fuerza de la casa troncal ha motivado que lo que fue un parentesco cercano en 1.600 se haya transmitido intacto en la conciencia de sus des-

A través de su página Web, se encontró el certificado de matrimonio de los padres de Esteban, Venancia González y Vicente Bizkarra, aportando algunos datos para reconstruir la curiosa historia de su matrimonio. Este se lleva a cabo porque la primera mujer de Vicente fallece y le pide prestado el dinero para el entierro a su “hermana de hospicio”, Venancia. Aquella se lo deja a cambio de la promesa de que al finalizar el año de luto aquel se casaría con ella. Y así ocurrió.

cendentes a lo largo de más de 400 años. Pasar del “qué” al “porqué” implica un paso enorme en el proceso de conocimiento de la his-

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toria familiar, que se entremezcla con la propia historia de la comunidad o comunidades donde una familia se desarrolla. De reconstruir los lazos de parentesco entre diversas generaciones a conocer cómo se ha gestado y se ha desarrollado esa unidad familiar a lo largo de los siglos, y por qué lo ha hecho en una determinada dirección hay un salto que todo aficionado a la genealogía quisiera saltar. Pero entramos de lleno en el campo de la interpretación histórica, donde todos los hechos y los documentos encontrados adquieren una mayor dimensión al ser puestos a la luz del momento histórico donde cada protagonista vivió. Entrando en este campo de nebulosas, el investigador e historiador Aingeru Zabala, vicepresidente de “Eusko Ikaskuntza”, asegura que se puede saber mucho de nuestra propia historia, detalles de cómo vivían nuestras familias a lo largo de los años, qué comían, que salud tenían, qué patrimonio, e incluso en muchos casos cómo eran personalmente. Se puede reconstruir una multitud de pequeñas historias personales en evolución conjunta hasta llegar al día de hoy, nuestro punto de partida, comprendiendo el cómo se ha llegado hasta aquí. El valor añadido de estas historias, aún por contar, está en que “contarían la historia de cual ha sido la vida normal en el País Vasco”, ya que conocemos, y sólo en parte, las vidas de algunas grandes familias cuyo poderío ha dejado huellas importantes en nuestro pasado y ha suscitado el interés común de los estudiosos. Por ejemplo, la mutación del apellido Bizkarra en Sagastagoitia “significa bastante” sobre la naturaleza el propio apellido, en tanto que éste es, en todo el País Vasco, topónimo, y fija la pertenencia a un lugar y a una determinada casa. Uno de los factores más importantes a la hora de hacer este camino inverso en la descendencia familiar es esta particularidad del apellido en el País Vasco, que es topónimo y se transmite de generación en generación. En Castilla, por ejemplo, es antropónimo y fija el nombre de la persona como “hijo de”: Fernández, de Fernando; López, de Lope; Gutiérrez, de Gutierre, Álvarez, de Álvaro…Además, allí se cambia a placer hasta que se fija en el siglo XIX el registro civil y por tanto se establece una norma. “En este caso el apellido inicial de la familia tiene como raíz “Sagarra”, manzana, y hace referencia a las primeras transformaciones de territorios ganaderos a territorios agrícolas. Sabemos que aproximadamente en el siglo XV, y quizá antes, que los viejos pastizales se transformaron en pomaradas o manzanales a causa del crecimiento de la 60.


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DE GENERACION EN GENERACION

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población. Estos proporcionaban por una parte comida para los animales y por otra resina.” La historia de la familia estaría en sintonía con la idea generalizada de que nuestros orígenes han sido ganaderos. Pero para analizar el significado y el origen del apellido hay que tener en cuenta múltiples factores, además de la toponimia. “ Bizkarra y Bizkaia son sinónimos, porque Bizkaia son las Bizkarras. En el testamento de Doña María de Haro, la primera señora de Bizkaia, se cita textualmente: “lego mis bienes en las Bizkarras”, refiriéndose a sus bienes en las Bizkaias. Así que en el caso del apellido Bizkarra hay que saber si procede de “la parte trasera de los montes, la espalda”, o es sinónimo de “Bizkaia”. En este último caso se puede tratar de una relación

El parentesco troncal muchas veces desafía el paso del tiempo. En el caso de esta familia hay una rama Bizkarra a la que han considerado siempre primos, aunque sin saber el origen exacto del parentesco. Cuando ya pensaban que el calificativo era debido más a un trato estrecho que a una cuestión de consanguinidad, se encontró el nexo que unía a las dos familias…..¡en el año 1600! Sin embargo el espíritu de haber pertenecido a la misma “casa troncal” ha sobrevivido más de 400 años.

con los “labradores censuarios”, es decir, labradores vinculados directamente al Señor de Bizkaia, con un estatus muy específico.” En uno u otro caso, las implicaciones sobre el modo de vida que llevaban aquellos antepasados son muy distantes. “Un señor que se llama Sagastagoitia tiene un caserío con un lagar orientado fundamentalmente a la producción de sidra, mientras un labrador censuario

Dstintas vistas de Urkiola

está sujeto a otras obligaciones, entre ellas determinadas formas de prestación de armas. Además, podemos aventurar también que ese caserío familiar, hacia 1624, entre Esteban Sagastagoitia y Lucas María Bizkarra se trans-

En el caso del bisabuelo Vicente Bizkarra ocurrió algo parecido. Entre la familia existía la idea de que “había construido la fuente de Urkiola”, una que se halla a medio camino. Investigando otras cuestiones, salió a la luz que efectivamente había sido caminero y había trabajado en la carretera de Urkiola, cuando se hizo.

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formó como consecuencia de la entrada del maiz, porque al poner el maiz tuvieron que sacar el ganado de los campos y meterlo en casa, necesitando pasar de una casa de madera a una casa de piedra.” “En el País Vasco, la casa es un elemento de cohesión familiar interna, y no era sólo una explotación agrícola, sino que solía tener asociado algún oficio que servía a la comunidad y que realizaba el segundo o tercer hijo de la familia. La mujer se encargaba del huerto y de mantener la casa en condiciones con el fuego central, en el que se quemaba de continuo leña para paliar la humedad del ambiente.” En este fuego se cocinaba la comida, fundamentalmente a base de “nabos” y “algo de carne”, hasta que se introduce el maiz en el siglo XVI y luego la patata en el XIX, y alrededor de su lumbre educarían a sus hijos por medio de las leyendas que nos han llegado hasta hoy, las Lamías, Mari, Basajaun….de donde el niño extraía una valiosa información de cómo bosques o montes eran lugares peligrosos para acercarse en soledad, por ser la naturaleza salvaje. Geográficamente hablando el Apellido de esta familia está ligado a Abadiano. En la generación número 10 Lucas Bizkarra se casa en 1683 con una originaria de Izurza y se establecen allí, situándose las siguientes 4 generaciones en esta localidad hasta que Francisco Antonio Bizkarra se casa en 1811 con una natural de Abadiano, y vuelve la línea familiar a esta localidad. Esteban Bizkarra, el abuelo, es el artífice del último cambio de “domicilio” familiar, por su traslado en 1957 a Galdakao, un traslado que se fijaría con el casamiento de Luis Mari con Mari Ángeles, nativa de allí, y el nacimiento de sus hijos y nietos en el municipio. Muchas pueden ser las causas de estos cambios, y el matrimonio aparece como la más obvias, pero si las generaciones posteriores tuvieran que analizar la llegada de los Bizkarra a Galdakao y lo achacaran únicamente al matrimonio de Luis Mari tendrían razón sólo en una parte y no en su totalidad. Porque son Esteban y Mari, y no Luis Mari, los gestores del mismo, y porque para que éstos tomaran la decisión de trasladarse concurren múltiples circunstancias, en consonancia con las pautas de vida y las condiciones de su tiempo. Entre ellas podríamos citar sólo algunas: No disponer Esteban y Mari como legado de ninguna propiedad familiar; Haber optado Esteban por ir a EEUU, como tantos jóvenes que se encontraban en su misma situación, en lugar de ir al seminario; Volver al cabo de más de 10 años sin patrimonio con que afrontar el futuro; El final del extraperlo y la necesidad de afrontar una nueva etapa vital...

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LA BUSQUEDA

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Después de esta cadena de acontecimientos y de decisiones tomadas, el traslado de la familia a Galdakao aparece como la opción más viable, y el hecho de que Luis Mari se case con Mari Ángeles como una consecuencia lógica de éste, que por otra parte, podría no haberse producido jamás si los contrayentes así lo hubieran querido. Además de su propia historia, cada uno de los nombres que aparecen en el listado de la familia participó a su nivel en los propios hechos que sucedieron en su entorno y en su tiempo. Las siguientes generaciones tomarían parte en otros acontecimientos con mayor o menor protagonismo. Y hoy, la anteúltima generación de este apellido ha hecho de él una marca de referencia en la panadería y la pastelería de

El proceso de realización de un árbol genealógico es un trabajo que cuando se inicia, se hace para toda la vida. Está hecho de mucha investigación documental, muchos viajes a los archivos y mucho tiempo descifrando letras ilegibles en documentos escritos hace siglos. Cuando uno le pone nombres y apellidos a más de 10 generaciones de la familia no acaba la búsqueda, sino que surgen otros interrogantes como: ¿cómo vivía?, ¿cuál fue su relación con su tiempo histórico? ¿cómo ha evolucionado esta familia?, entrando en materias propias de la reconstrucción histórica.

Bizkaia, y ha hecho también, desde su propia historia, su aportación a estos campos de actividad. ¿qué harán con este legado las siguientes generaciones? Ni la genealogía ni los historiadores pueden vaticinar el futuro, pero sabemos que “la herencia” que en su día Esteban y Mari no tuvieron, llegará a la siguiente generación, la que hoy es la número uno, y que ésta tendrá que añadir sobre esto su propia historia.

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LA LINEA BIZKARRA Los primeros Bizkarra de la familia se documentan en la primera mitad del año 1400, apero al no tener determinada cuál es la conexión que existe con el resto del Árbol Genealógico se comienza en 1555.

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2 LAS 6 ULTIMAS GENERACIONES Más de 170 años separan los extremos de estas 6 generaciones de familiares, que tiene como eje el matrimonio formado por Mari Artetxe y Esteban Bizkarra

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La noche del 3 al 4 de Diciembre de 1964 Luis Mari se encuentra en la panadería, realizando las primeras barras con el nuevo horno de gasoil que acaba de instalar y estrena esa misma noche. Al día siguiente es Santa Bárbara y a las 12 del medio día tiene una cita ineludible en la iglesia de Galdakao con Mari Ángeles para contraer matrimonio. Pero el pan no puede esperar y el nuevo horno tampoco; cuando termina el trabajo, almuerza una chuleta, se prepara y acude directamente a la iglesia sin dormir. Luis Mari tiene entonces 24 años y se halla en un momento determinante para el futuro de la panadería y de su propia familia. La panadería se había puesto en marcha con el trabajo del matrimonio Esteban y Mari y sus dos hijos, a los que se suman otros como Angel, Pande y su madre. A los pocos meses, en Agosto de 1957, Arantxa se casa con Juan, incorporándose este al negocio. Al año nacería su hijo Fernando. Al comenzar los años 60 el negocio funciona todavía sujeto a varias condiciones que hacen que no acabe de despegar: el suministro exclusivo de la harinera Imaz, el control estatal de los precios, y una organización todavía poco estructurada supone que la venta de pan por sí mismo, aunque sea en mucha cantidad, no sea suficiente para hacer florecer los beneficios. La familia Bizkarra, sin embargo, invierte en él todos sus esfuerzos, organizando su vida de acuerdo a los ritmos de producción del pan. Trabajo nocturno y

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diurno y pocas horas de descanso en los que atender las necesidades domésticas. Fernando, el nieto, pasaría muchas noches en la panadería, durmiendo plácidamente sobre un canasto, mientras la actividad se sucedía a su alrededor, con su madre y su padre implicados en ella. El año 61 Juan muere después de unos meses de convalecencia, dejando viuda a Arantxa con 24 años y al niño con 3. Por esa época, Esteban contaba casi con 60 años y un reuma que le impedía realizar su actividad como hacía años antes, y aunque Mari se encuentra completamente volcada en el negocio, el peso familiar recae sobre Luis Mari, que tenía 21 años. Sin embargo a los pocos meses es llamado a hacer la mili a Burgos, lo que supone un tremendo golpe para la estabilidad inmediata, tanto de la panadería como de la familia. A pesar de que estos hacen cuanto pueden para que se tenga en cuenta lo apurado de la situación familiar de Luis Mari, llamando a todas las puertas que están a su alcance, este tiene que acudir finalmente a la mili en Marzo del año 62, habiendo sido presentado ya en casa de su novia Mari Ángeles. Fiel a la máxima que le guía a lo largo de toda su trayectoria, “no mirar atrás”, Luis Mari se plantea en este tiempo un salto hacia delante que resuelva el delicado momento en el que se encuentra; todo confluye hacia dos objetivos: retomar el negocio para hacerlo rentable y reforzar el apoyo a los suyos. A su vuelta se aplica en ambas metas, metiéndose en negociaciones con el representante de la harinera Imaz y planteándole de manera inmediata a Mari Ángeles el matrimonio, ya que “no tenía ninguna duda de que era la mejor”. En ambos procesos requerirá de grandes dotes de persuasión, pues Fernando Ferreiro está curtido en acuerdos al más alto nivel y Mari Angeles tiene muy claro que sin tener una casa no se lanza al matrimonio, para el que, por otro lado, se siente completamente preparada. El 4 de Diciembre de 1964 representa de algún modo la síntesis de que ambos objetivos llevan una evolución favorable. Por un lado está fijada la cuantía y el plazo de los pagos que la panadería ha de hacer a la harinera y la instalación del nuevo horno es un paso más adelante para favorecer la entrada de más ingresos. Por el otro, él se va a casar con la mujer que ama, tiene una nueva casa completamente amueblada y una contribu70.


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UNA APUESTA

ción inestimable en el sostén del amplio núcleo Esteban y Mari en su boda

familiar. Podemos suponer que algunos de estos pensamientos se le cruzaron a Luis Mari durante la noche que tuvo que pasar en blanco el día de su boda y que algo tuvieron que ver en que a lo largo de aquel ajetreado día, misa a las 12 en Galdakao, comida en el viejo restaurante Lasa de Begoña en Bilbao y luego salida en tren hacia Barcelona, permaneciera completamente despierto. En aquel momento, cada uno de los integrantes de la familia había hecho ya su apuesta

Arantxa y Luis Mari

personal por la panadería como objetivo y proyecto propio, pero el tremendo empuje de Luis Mari es todavía, y así seguiría siendo en el futuro, un acicate más para impulsar todos los esfuerzos en una misma dirección. Ninguno de ellos ha cuestionado sus decisiones más importantes en la confianza de que iba a tomar el camino que más conviniera al negocio familiar y con la constatación de que éste iba en evolución ascendente. Si Luis Mari decidía comprar un horno, lo compraba y lo comunicaba a su familia. Al mismo tiempo el punto de partida de aquel

El origen de la panadería está en los primeros contactos de Esteban Bizkarra con el negocio a su vuelta de América, trabajando con su hermano en el molino que éste tenía en Matiena, una vez que ha conocido y se ha casado con Mari. Cuando sus hijos son todavía pequeños, monta una panadería completamente equipada en Usansolo, que no se decide a abrir, hasta que ésta constituye su principal apuesta de futuro. Habrían de pasar unos cuantos años para ello.

ha sido en todo momento que la panadería es propiedad, primero de los padres y luego suyo y de su hermana. Hasta 1966 toda la venta del pan se realizaba fundamentalmente en el reparto del día siguiente, ya que éste iba de la panadería directamente a manos del consumidor. Para ello Esteban y Mari

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tenían los 3 burros, una furgoneta y un carro que se llevaba a mano; todos ellos se ponían en marcha a partir de las 7 de la mañana, cuando el pan ya estaba listo. Desde entonces hasta prácticamente las 2 del medio día se llevaban los panes por el centro de Usansolo y por todos los alrededores: Erletxes, Ereño, el poblado de la Firestone….hasta Larrabezúa, Lemona…Es en esa fecha cuando montan el primer despacho de pan tradicional en Usansolo que pasa a atender Mari, que hasta ese momento hacía el reparto en burro. A partir de entonces se combinaría la venta en establecimientos con el reparto, que se realizaría en unos años sólo con furgonetas, pasando los burros y el carro a formar parte del comienzo de una historia. En 1967 el desarrollo del proyecto vital familiar sufre un tremendo revés con el fallecimiento de Esteban Bizkarra, quizás el único momento en el que todo corrió el peligro de venirse abajo. Los años anteriores habían sido de una intensa producción de pan y se había invertido mucho dinero…Luis Mari se encuentra, como el resto de miembros de la familia, en una situación personal de gran pérdida y empresarialmente en la necesidad de afrontar pagos muy importantes. Justo entonces se hunde el horno de la panadería, un horno relativamente pequeño al que se le había dado un uso demasiado intenso, y se encuentran una tarde sin poder hacer pan. Luis Mari tiene entonces el convencimiento de que aquello no da más de si y se plantea cambiar el negocio del pan por el del vino….. La familia había aumentado con el nacimiento de sus dos hijos, Eduardo y Rodolfo, que eran todavía muy pequeños y son momentos de gran incertidumbre en el que se da prácticamente por perdido todo el trabajo que se había invertido en la panadería. Aquella tarde la aparición de Jesús Montaña fue providencial. Por aquel entonces su amistad con Luis Mari se había afianzado enormemente en ambas direcciones. Jesús llega sobre las 7 a la panadería, donde ve el caos del horno hundido y un Luis Mari con el espíritu en consonancia, que le comunica su decisión de cerrar. A la par que intenta convencer a su amigo de no ceder cuando había hecho lo más difícil, mueve algunos de sus importantes contactos para conseguir suministro de pan y un nuevo horno para ponerlo en funcionamiento. El suministro de harina correrá de parte del “Ancora”, a cuenta y riesgo personal suyo. La decisión de Jesús de implicarse en los problemas de su amigo hasta este punto está justificada por la enorme confianza en la potencialidad de Luis Mari para hacer des72.


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La panadería requiere del trabajo de toda la familia, y al mismo tiempo representa para todos ellos una parte importante de su vida.

pegar otra vez el negocio. “ El estaba un poco bajo, yo le eché una mano y luego el volaba a

Sus horarios estaban marcados por los tiempos de las distintas hornadas, en unas jornadas que empezaban a las 8 de la tarde y acababan a las dos del medio día del día siguiente, después del reparto

3.000 revoluciones por encima mío”, explica, “la suma de capacidades y voluntad de Luis Mari le hacía un fenómeno”. “Luis Mari hacía con su cabeza lo que hoy se hace con un ordenador. El nunca apuntaba nada y luego le podías preguntar cualquier cosa del negocio: cuanto le debía un cliente o lo que fuera. Yo le llevaba con una secretaria las cuentas y él ya sabía el estado de todas ellas sin hacer un número. Tenía una memoria prodigiosa”. Jesús recuerda la vocación de negocio de su amigo identificándolo como un pionero, igual que muchos hombres que entonces se hicieron a sí mismos. “A mi me hace gracia que ahora te llega propaganda sobre “cómo llevar el negocio por teléfono”…¡si Luis Mari eso ya lo había inventado hace 40 años!. Como no tenía tiempo para nada, en los ratos que le quedaban hacía 6 o 7 llamadas y compraba, vendía, organizaba o daba órdenes…..el ha sabido siempre coger las novedades de todo tipo”. Luis Mari correspondería a lo largo de su vida a este y otros favores que cualquiera de sus amigos le pudiera hacer, ya que algo que todos ellos destacan es que “si le pides algo no pregunta para qué ni porqué, te dice “si viene de ti, cuenta con ello”. En una ocasión, cuando Jesús había cogido una representación de levadura que repartía en las tres provincias vascas

Incluso los nietos de Esteban se acostumbraban a este ritmo de vida en el que todos los parientes cercanos estaban envueltos en harina. En la foto de la derecha, Fernando, el primer nieto de Esteban.

a través de un transportista, éste tuvo un accidente y no pudo ir al reparto en Bizkaia. El tema

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salió en conversación entre los dos amigos, y Luis Mari se presentó con la furgoneta a repartir la mercancía, después de haber cumplido con su jornada de casi 20 horas de trabajo. Para él implicarse en un problema o actuar en su resolución es algo que va mucho más lejos que el ámbito puramente familiar, sin importar la envergadura que tenga ni las consecuencias que pudiera ocasionar semejante implicación. Su círculo de amigos tienen su vida salpicada por estas intervenciones, como Juan Gallego, su vecino de siempre, un trabajador de “La Josefina” con 8 hijos a su cargo, que durante la gran huelga que duró 75 días hace ya 30 años fue llamado por Luis Mari para ayudarle a repartir el pan y percibir alguna entrada, “y eso nos salvó la situación”. Iñaki Goiri, que fue Diputado foral y hoy es presidente de Transportes Colectivos de Bilbao, recuerda su vocación de amistad hasta en los detalles. “Mi hijo el pequeño jugaba al futbol en la ikastola, y ya sabes, el problema de todos los clubes, el equipamiento. Yo le pedí ayuda a Luis Mari y desde entonces el equipo no sólo jugaba con las camisetas de “Panadería Bizkarra”, sino que éste les llevaba Donuts cada vez que tenían partido….” Lo mismo ocurre con otros grandes amigos como José Mari López Lindoso, con el que ha compartido vivencias durante más de 20 años, siendo también su Asesor Fiscal. El caso es que en aquella ocasión de crisis, cuando el fallecimiento de su padre, el único que Luis Mari reconoce como momento en que estuvo a punto de dejar la profesión, la intervención de Jesús Montaña recondujo la situación, lo que sellaría para siempre una relación de estrecha amistad. A partir de entonces, Luis Mari no vacilaría en ningún momento sobre el camino emprendido, sino que emplearía todas sus fuerzas, como el resto de su familia, para desarrollar la panadería. En aquellos años su jornada de trabajo no se sabe cuando empezaba ni cuando terminaba. A las 8 de la tarde se iniciaba la elaboración del pan que continuaba con el reparto de la mañana siguiente. Después de comer iba hasta Vitoria a comprar 2.500kg de pienso y lo llevaba hasta una fábrica de Lemona; otras veces repartía el salvado, la cáscara del trigo, que le correspondía junto con la harina que compraba. Volvía sobre las 6 de la tarde a casa. Era el rato que le quedaba para dormir, muchos días sólo una hora y otros a lo sumo 4. En aquella época sacaba unas miles de pesetas cada tarde a costa de no dormir. Un poco antes de la muerte de Esteban, Mari Angeles empezó a tra74.


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bajar también en la panadería, así que estaban todos completamente integrados en el negocio, hasta el joven Fernando, el primer nieto de Esteban: “Yo recuerdo ir con el tío a repartir el salvado, después de haber echado media hora de siesta, para llevárselo a los aldeanos…. también nos tocaba ir todos los días a por la harina y cargar hoy 30 sacos y mañana otros 30….todo eso era aparte del horario habitual de trabajo.” Su semana constaba de 6 días de trabajo y el Domingo para ir a la cervecera de Deusto “a comer un pollito y a casa”. Iban en la furgoneta Luis Mari, su mujer y sus hijos, muchas veces con la familia de Juan Gallego, y volvían a tiem-

A finales de los años 60 fallece Esteban, dejando la panadería al cuidado de sus dos hijos, y una huella muy honda en su entorno, que todavía hoy recuerda su figura sentada y apoyada en el bastón a la entrada de la panadería. Su hijo toma el testigo, pero al poco tiempo surge un escollo que a punto esta de apartar a esta familia del negocio del pan.

po para empezar con el horno a las 8 de la tarde. “Una vez íbamos tres matrimonios y 5 chiquillos en la furgoneta y al pasar por Bolueta a la vuelta Luis Mari para el coche delante de una pareja que hacía autoestop y le dice “¿Dónde?”, y aquellos, “A Galdacano”, “No, si no les pregunto donde van sino dónde les meto…..”. Ibamos

Una tarde se hunde el horno de gasoil y se encuentran sin poder hacer pan para el día siguiente. La intervención de Jesús Montaña, gerente de la harinera, “El Ancora” de Vitoria, contribuye a la continuación del negocio. Eso sellaría su amistad hasta el día de hoy y una sociedad durante varios años como propietarios de la panificadora “La Vitoriana”. A partir de entonces en el horario de Luis Mari, durante varios años, apenas queda tiempo para dormir: de hacer pan, al reparto y de ahí a buscar pienso a Vitoria para venderlo entre algunos ganaderos.

11 en el coche.” Además, los Jueves solían ir con Juan y su esposa a Górliz, para llevarles a ver a una de sus hijas que estaba interna. Otros Domingos subían a Urkiola con las abuelas paterna y materna y los niños, a comer al aire libre. “la mayor parte de la excursión, Luis Mari se pa-

A la izquierda, antigua fachada de “La Vioriana. Abajo: Jesús Montaña y Luis Mari en uno de sus viajes.

saba durmiendo bajo algún árbol, porque siempre andaba falto de sueño. Pero no nos quedábamos en casa.” En estos años posteriores Luis Mari empren-

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de la modernización del negocio sustituyendo el horno de pisos que había instalado, tras el hundimiento del anterior al poco de fallecer su padre, por uno de cinta. En éste, prácticamente el proceso manual terminaba con la masa, ya que luego había una tolva en la que se ponía el peso a medida y cintas transportadoras que lo llevaban a una alargadora donde se le daba forma y salía todo igual. Con el mismo trabajo se multiplicaba la producción enormemente. Esta rentabilidad se complementaba con la que se obtenía con el resto de productos que se hacían: magdalenas, pasteles……A principio de los 70 llegarían a trabajar 10 personas en la panadería y se distribuían en los despachos tradicionales de pan, así como a supermercados, empresas de catering…..etc. Y la panadería vieja, una pequeña casa con menos de 100m2, se iba quedando pequeña a medida que avanzaba la década. En Octubre de 1978 la panadería se traslada a un terreno sobre el que se domina la estación de Usansolo. Hoy, el viajero que se baja del tren no puede evitar que sus ojos se topen con el letrero granate Bizkarra sobre el enorme edificio que alberga el obrador de pastelería y el de panadería. Entonces, conseguir montar el pabellón en aquel lugar fue toda una peregrinación de permisos, negociaciones, créditos y visitas al banco. El proyecto era muy ambicioso y la inversión necesaria, enorme. Se trataba de un terreno de 2.000m2 que costaba 3.800.000 pts, más la inversión de hacer el edificio, la instalación y el equipamiento necesario. El coste global ascendería a 60 millones de pesetas y Luis Mari, al frente de la panadería, sólo disponía de 3, que no llegaban ni para la compra del terreno. Lo adquiere contando con la confianza de Jesús Mari Ibarra, director dell Banco Central, y luego se encuentra con problemas para construir. El ayuntamiento no autorizaba la edificación a falta de definir la calificación del suelo, algo que no tenía visos de solucionarse a corto plazo, y que podía tardar en ultimarse más de una década. Era la época de la transición y no existía la figura del alcalde, sino una gestora que llevaba los asuntos municipales adelante. Luis Mari no olvida el trato de aquella gestora que vio que su negocio se atascaba en el viejo emplazamiento y le concedió finalmente el permiso para construir el pabellón. A partir de entonces el fuste sobre el que se asienta el negocio es principalmente el mismo de antes: trabajo, trabajo y trabajo para llegar a tiempo a todos los pagos. Aunque 76.


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EL TRASLADO

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a medida que transcurre el tiempo el problema pasaria a ser los cambios que experimenta el propio sector y, por tanto, por dónde y cómo se debia orientar el negocio. En los años 80 el pan se liberaliza y comienzan a abrir lo que se llamarían las “boutiques de pan”, que se regían por convenios a parte y, a diferencia de las panaderías, podían abrir los domingos. Estas se basan en un proceso muy cuidado y en una producción más limitada, por lo que el pan que realizan es acogido por el consumidor como muy bueno. Luis Mari asimila rápidamente la nueva situación y opta por realizar un nuevo cambio de hornos y elaborar un pan con el tiempo de fermentación idóneo, en un proceso muy cuidado, obteniendo un pan de calidad acorde a los nuevos tiempos y con el nivel de producción que requería un negocio de su envergadura. En cuanto a la venta del mismo, el despacho tradicional empieza a dejar de tener

En 1978 la vieja panadería se había quedado pequeña para el desarrollo del negocio, por lo que se trasladan a unas nuevas instalaciones. El lugar elegido no dista del antiguo más de 500 metros, y desde él se divisa todo el barrio de la estación. El planteamiento es dar un salto empresarial importante, por lo que las instalaciones requieren de grandes inversiones. Se abandonaba un sistema de producción donde todo era a mano, por uno mecanizado y mucho más moderno.

sentido frente a este nuevo tipo de establecimientos de alta calidad y la posibilidad de vender pan en cualquier sitio que no tardaría en llegar. En 1983 Luis Mari compra junto con su amigo Jesús Montaña la fábrica de harina “La Vitoriana”. Entonces Jesús estaba al frente de la Panadería Alberdi, y el cierre de la panificadora Vitoriana supone una oportunidad para ambos de comprar maquinaria barata a medias. Lo que empezó como una adquisición de hornos acaba

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siendo la puesta en marcha de un nuevo negocio, hoy floreciente: “nos vinieron los obreros, más de 100, y nos propusieron poner en marcha la fábrica. Ya habíamos llevado cosas a la chatarra y a priori aquello parecía inviable: era de 1913 o 1914 y estaba en un estado lamentable, no tenía fachadas, era todo interior y el tejado estaba medio caído. Había estado dos años parada y en los últimos 60 años no se había invertido en su conservación. Parecía que no había dinero suficiente para hacer arrancar aquello, pero nos animamos el uno al otro pensando que era posible su funcionamiento”. Con gran esfuerzo y mucha inversión ambos socios ponen en marcha una nueva panadería “La Vitoriana”, conservando el nombre y el espíritu de un negocio centenario. Luis Mari lo abandonaría al cabo de 7 años para emprender la expansión definitiva de su negocio, dejando en manos del segundo esta panadería que es ya una referencia en Alava, de la que Jesús lleva la dirección junto a sus hijos. A finales de los años 80 Luis Mari acude a una de las muchas ferias que visita de manera periódica para ver qué es lo que se “cuece” en el sector y qué nuevas ideas puede incorporar. En ella se apunta hacia un nuevo tipo de establecimiento donde el pan se cuece in situ, a medida que se va haciendo la venta al cliente. Con su olfato de empresario, Luis Mari vuelve a Galdakao convencido de que el sistema puede ser la respuesta que impulse el negocio y decidido a probarlo en seguida. Cuenta para ello con la colaboración de la firma Maquipan como promotora de esta nueva modalidad. En 1990 prepara la apertura de una tienda en Usansolo equipada con un horno pequeño a la que lleva el pan en masa, cociéndolo allí. Se trata del primer punto de venta de pan caliente de Bizkaia y uno de los primeros que se abría en España, según CEOPAN. El éxito es rotundo y confirma las previsiones de su impulsor, que emprende la nueva orientación de manera muy rápida. Entre 1990 y 1999 Bizkarra abre 20 establecimientos de venta de pan caliente, pasando a ser éstos el único canal de distribución de sus productos. Su sistema de apertura es en régimen de semi franquicia con el fin de buscar una responsabilidad y un criterio del negocio compartido con otros profesionales y poder abarcar un mercado más amplio. En 1990 Eduardo Bizkarra instala el obrador de pastelería apostando en la misma línea que su padre con el pan: la buena materia prima y una cuidada elaboración. Se integra en el “Gremio de Artesanos de Confitería y Pastelería de Vizcaya” y completa con 78.


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LA ULTIMA ETAPA

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sus productos la gama de los puntos de venta de la marca: pan variado recién hecho y bollería, pastelería…etc, en muchos casos combinados con servicio de cafetería en el mismo establecimiento. Con él se incorpora también su esposa, Nieves Cabeza, que se responsabiliza de la imagen y presentación de los productos, un aspecto vital para la nueva estrategia de expansión.

En la Panadería se encuentra Luis

Mari, al frente junto con su sobrino Fernando y su hijo Rodolfo. Junto a ellos, un núcleo de trabajadores compacto que supera los 30 años de antigüedad, y que entra en la década de los 70 en la panadería vieja. Todos ellos estan todavía al frente de la producción del actual obrador, bajo las órdenes del mismo “Sheriff” -así llaman a Luis Mari- con el que se iniciaron en la profesión en plena adolescencia, entre los 14 y los 18 años: Juan Antonio Burdano -”Txitxo”-, José Barrentos -”Pepe”-, Manuel Acedo -”Curro”-, Juan Antonio Acedo -”Txakur”- y Andrés Crespo. Con este equipo a bordo se llega a la etapa

A partir de los años 90 Bizkarra inicia una nueva etapa de desarrollo. Por un lado se amplía el negocio con un nuevo obrador de pastelería. Por otro, se comienzan a abrir unos establecimientos nunca antes vistos. Unos despachos con un horno propio donde se cuece el pan durante todo el día. Son los puntos de venta de pan caliente Bizkarra, pioneros en España y los primeros del País Vasco. Tras su éxito se incrementa el número de establecimientos, bajo una marca corporativa fuerte, por toda Bizkaia y alrededores.

de la expansión definitiva. En ella se crea la marca Bizkarra como tal y se configura un negocio a la vanguardia de un sector que no para de reestructurarse. Se pasa de la elaboración de pan en prácticamente una chabola a tener dos obradores - panadería y pastelería- en unas instalaciones de última generación. De 4 personas trabajando a un equipo de 35 y de un negocio

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familiar a una dirección familiar dentro una organización empresarial moderna. Todo ello en los 50 primeros años de un proyecto que actualmente cuenta con el empuje necesario para desarrollarse, por lo menos, otro medio siglo. Luis Mari está a punto de jubilarse, y cuando este año 2005 cumpla los 65 pasará a dedicarse a su otra vocación: la de “mecánico y chofer”. Con él termina la representación de la segunda generación familiar, ya que su mujer y su hermana habían dejado anteriormente el trabajo profesional en la panadería; y queda ésta en manos de los tres nietos de Esteban y Mari, quienes nunca soñaron con la posibilidad de hacer de su modesto obrador uno de los grandes, traspasando la entrada a un nuevo milenio.

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Corría el año 1985 cuando Luis Mari Bizkarra conoce por vez primera a Iñaki Goiri, en un momento en que este desempeñaba un cargo en Diputación, en Hacienda. Les presenta un amigo común, José Mari López Lindoso, y Luis Mari va a solicitarle un favor. En la conversación inicial se menciona la actividad de aquel como panadero, e Iñaki Goiri comenta inocentemente lo bueno que es el pan, y cómo suele ir los domingos a comprarlo a una panadería….Luis Mari apenas le deja acabar la frase, cortándolo con un escueto “!Esquirol¡” y a continuación le echa un rapapolvo sobre “que no se puede ir a comprar los domingos, que es el único día de descanso del personal…”. Iñaki se queda completamente cortado, sin saber en aquel momento la supuesta ofensa que había cometido, pero aquel hecho sellaría su amistad hasta el día de hoy, porque “hablaba con un hombre que ponía por delante lo que creía que era justo, independientemente de que eso le hubiera supuesto que le negara mi ayuda.” Además de ilustrar la manera de ser de Luis Mari, que dice lo que piensa, y lo hace prácticamente en todas la ocasiones en las que discrepa, esta anécdota demuestra hasta qué punto han vivido los panaderos en los últimos años momentos extremadamente delicados, en los que veían peligrar el futuro del sector. Julián Arruabarrena, miembro de la “Asociación de Fabricantes y Expendedores de Pan de Vizcaya”, hoy ya retirado de la panadería, resume las últimas décadas de la panadería como una época de convulsiones: “No creo que la siguiente generación vaya a 81.


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tener tantos sobresaltos como hemos tenido nosotros en los últimos 30 años: del horno de cinta a los puntos de venta de pan caliente, del pan de masa fresca al congelado, del descanso dominical a la apertura todos los días, la guerra de los precios…..”. Este mismo pensamiento recorre a gran parte de esta asociación, que representa a la panadería de Bizkaia y cuyos miembros llevan participando activamente a distintos niveles en todas las encrucijadas que se les han presentado. Nombres como Bizkarra, Ocio, Arriaundi, Baceta, Lemona….y muchos otros, salen al encuentro de los vizcaínos en cualquier municipio desde sus locales a pié de calle. En su inmensa mayoría son puntos de venta de pan recién horneado, y en ellos no sólo se cuece y se vende pan, también productos de pastelería. Detrás de ellos hay, dominantemente, dos o más generaciones de panaderos peleando por mantener la panadería en buen estado de salud y desarrollo, más allá de los intereses particulares de cada negocio. Si les hubieran hablado en 1985, en el momento del encuentro entre Luis Mari e Iñaki, de lo que ellos mismos iban a ser 20 años después, les hubiera parecido una versión inverosímil y un soplo de esperanza, ya que el panorama entonces se pintaba negro, muy negro…..

Entre 1985 y 1993 ir a comprar pan en domingo era prácticamente meterse en medio de una “guerra de guerrillas”, y no como expresión figurada. Durante 5 años se sucedieron graves tensiones que cristalizaron en la huelga de panaderos del 23 y 24 de Noviembre de 1992 y en no pocos enfrentamientos a la puerta de los establecimientos que elaboraban pan los festivos. Para los integrantes de la “Asociación de Fabricantes y Expendedores de Pan de Vizcaya” vender pan en Domingo era competencia desleal; para las tahonas y pastelerías que lo hacían era una actividad perfectamente legal, y muy bien acogida, dadas las colas que se formaban en sus establecimientos, para los trabajadores de panadería, suponía un retroceso en sus derechos, y para el consumidor….un terreno resbaladizo, entre la atractiva posibilidad de disponer de pan del día y la conciencia de que no era una necesidad y, ademas, podía suponer un perjuicio.

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LA BATALLA DE LOS DOMINGOS

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La “contienda” se había gestado más atrás en el tiempo, a principios de la década de los 80, cuando en 1982 se abre la primera “Tahona” o “Boutique de pan” en Getxo. Este tipo de establecimiento era novedoso en Bizkaia, pero en otras comunidades como Valencia o Barcelona era una modalidad muy frecuente y muy antigua. Se trata de un negocio de elaboración de productos de panadería, pastelería y derivados para su venta en el propio establecimiento, que cuenta con tienda y horno. Esta actividad se recoge en el IAE con una licencia fiscal propia que las define como gremio intermedio, comerciantes que hacen pan, pasteles y derivados, por lo que los convenios y normas establecidas para las panaderías no les afectan. Este tipo de “despachos” empiezan a proliferar por todas las localidades, abriendo también los Domingos y festivos, y elaborando una gama amplia de producto de calidad y recién hecho. El éxito, por tanto, estaba asegurado. Y la polémica, también, ya que el ánimo de los panaderos empieza a calentarse, ante la imposibilidad de competir al mismo nivel, siendo el tema de los domingos la gota que colmaba el vaso.

Desde que a principios de los 80 se abre la primera “tahona” en Bizkaia que elabora pan los domingos, la asociación de panaderos inicia una carrera de fondo para mantener intacto el convenio firmado en 1976 por el que se había acordado el descanso dominical. Los panaderos inician la década de los 90 organizando cada domingo grupos de piquetes al pié de puerta de aquellos. Lo que se ha puesto en cuestión realmente es la viabilidad del tipo de empresa panaderas tradicionales que han funcionado hasta ese momento.

Los panaderos se encontraban en un momento crítico, y eran plenamente conscientes de ello. Por dos motivos: porque la mayoría había empezado en el negocio en “pantalones cortos” y tenía una visión muy amplia sobre el mismo, y porque un gran porcentaje lo había heredado de sus padres, otros incluso de sus

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abuelos y, por tanto, su conocimiento del oficio trascendía a su propia experiencia. Efectivamente las empresas de este gremio son eminentemente familiares y bastante antiguas. Como ejemplo, un dato: de los 23 apellidos fundadores de la actual Asociación, que se constituyó en 1934 como “Federación Vizcaína de Fabricantes de Pan”, el 30% sigue en activo en la panadería, a través de su descendencia directa o familiares muy cercanos. Entre ellos, por ejemplo se encontraba Alfonso Bizkarra, el tío de Luis Mari y hermano de Esteban, con el que trabajó en su panadería de Matiena. Por ello, los panaderos habían vivido de boca de sus padres los años anteriores a la guerra civil y la propia posguerra, y llevan una historia a sus espaldas donde el pan era un alimento de consumo masivo, un producto perecedero, completamente regulado en precio y fabricación por el Estado, que primero sólo se podía vender a domicilio y posteriormente sólo en despachos de pan, cuya elaboración era nocturna….todas estas condiciones ha sido ya puestas en cuestión a día de hoy, y muchas ellas lo eran ya en los años 80 y también en 1985, donde hemos dejado a los panaderos sumidos en oscuros presentimientos. Y es que el pan había dejado ya de ser un producto de gran consumo: se había pasado de comer en 1964 unos 134 kilos de pan por habitante y año a comer 66 kg, menos de la mitad. El pan “había empezado a engordar” y los fabricantes de un nuevo tipo de pan, el pan de molde, aprovecharon el momento oportuno y el hecho de que muy pocos panaderos lo fabricaban, para atraer una parte del consumo con argumentos sobre sus buenos efectos en la dieta. Por otro lado, estaba muy próxima su completa liberalización, ya que en 1987 pasaría a ser un artículo sometido como el resto a las duras leyes del mercado, lo que recrudecía la competencia. Y mucho más con el horizonte no muy lejano del mercado único europeo de 1993. Además, los negocios se encontraban en un momento de reciente transformación hacia sistemas de producción masivos que eran mucho más rentables, y las panaderías de menor tamaño se agrupaban para poder competir en grandes tiradas. En su mayoría, habían realizado en estos años inversiones muy grandes para adoptar el sistema de elaboración con hornos de cinta: un tipo de horno con líneas muy largas que podía ser, por 84.


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LA ULTIMA HUELGA

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ejemplo, de 30 m de largo por 3 m de ancho, donde entraba el pan en masa y salía cocido. Era un sistema completamente automatizado, donde una sola persona podía producir 4.000 o 5.000 kilos de harina y por el que habían realizado inversiones millonarias que podían estar entre los 25 y 50 millones por una línea de producción, entre los hornos y las cámaras. El sistema estaba pensado para la cantidad, pero no para la calidad, porque no se podían controlar los diversos tiempos del proceso. El pan no salía en el estado óptimo, pero no había para comparar y la prioridad era abastecer la demanda. En cuanto a la venta, esta se realizaba únicamente en despachos de pan y en los incipientes supermercados, en un horario de Lunes a Sábado, con descanso dominical. Esta era una aspiración largamente deseada que los trabajadores habían conseguido, tras 20 días de huelga, el 20 de septiembre de 1976, en un acuerdo entre las Uniones de empresarios y trabajado-

El 23 y 24 de noviembre de 1992 se llevan a cabo dos jornadas de huelga por parte de los trabajadores de las industrias de panadería, convocadas por las secciones sindicales de CC.OO, ELA y UGT. A pesar de que resultó un éxito, ésta acabaría fracasando a largo plazo. Los ciudadanos habían entrado en la dinámica de la compra de pan los domingos, y de hacerlo como se estilaba en las tahonas: recién hecho. Al cabo de un año gran parte de las panaderías hacen y venden pan en domingo, por lo que la Asociación anuncia públicamente que sus asociados también elaborarán pan en este día. Esto supuso el inicio de la transformación de las empresas panaderas hacia otro tipo de negocio.

res de la Agrupación de Panadería. Con este panorama, la apertura de las “tahonas” cayó como un jarro de agua fría. Lógicamente, fueron muy bien recibidas por el ciudadano que, ajeno a las inquietudes de los panaderos, podía comprar pan el domingo -además recién hecho- y apreciaba la diferencia de este tipo de elaboración respecto a la del horno de cinta. Hasta tal punto esto era así, que la

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gente daba la vuelta al pan para verificarlo, porque las cintas de malla del horno dejaban unas pequeñas hendiduras en su base. Para colmo, los pasteleros empezaron también a elaborar pan en domingo, pues nada les impedía legalmente dar ese paso tras el pecedente de las tahonas, por lo que los panaderos, con la Asociación al frente, se pusieron en pié de guerra para salvar una situación que consideraban injusta para sus negocios. Si en lugar de 1985 Luis Mari hubiera conocido a Iñaki 5 años más tarde, a éste no se le hubiera ocurrido mencionar un solo comentario sobre la compra de pan en domingo, porque las portadas y primeras páginas de los periódicos de Bizkaia las llenaba este conflicto. A principios de 1990 aparecía una noticia en la página 26 del diario “Egin” que titulaba: “Panaderos de Bizkaia pasarán a la acción contra la competencia desleal de los domingos”, en el que se decía que un llamado “colectivo de panaderos” había hecho pública una nota en la que alertaban sobre la competencia desleal de Boutiques y pastelerías, llamaban a las autoridades para que impidieran la venta de pan ese día y anunciaban a partir del 4 de marzo que estaban “dispuestos a pasar a la acción contra los establecimientos que comercialicen pan”. Durante los siguientes 3 años, el tema del pan y los domingos no deja la actualidad. Los empresarios y los trabajadores panaderos, cada uno por su parte, tienen la ley de su lado y no dejan de instar al Gobierno Vasco para que intervenga en el asunto. En 1987 se publica una sentencia a favor de CC.OO. por la que se prohíbe elaborar pan los domingos y en la que se califica a las tahonas como “panaderías industriales”, porque elaboran más de 150 kg de harina diarios, tienen asalariados y venden pan fuera del local de producción. Por lo tanto, se les obliga a acatar el convenio colectivo de 1976. A pesar de esta sentencia, el Gobierno Vasco no interviene hasta el 22 de Abril de 1991, cuatro años después, en que el Departamento de Trabajo y Seguridad Social emite una circular en el mismo sentido de la prohibición. En ese momento los periódicos titulan “definitivamente se hará cumplir la prohibición de elaborar y vender pan en domingo”, dando por finalizado el conflicto. Era Junio de 1991 y “la pelea” no había hecho más que empezar. Ese verano se producen en Markina graves enfrentamientos que tendían a poner a la clientela en contra de la postura de la Asociación y estos resuelven, como medida de 86.


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DEL HORNO DE CINTA AL DE CARRO

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emergencia, elaborar y comercializar pan en domingo en esta villa, turnándose entre los asociados. Lo que parecía sólo una salida de urgencia se revela un año después como una vía que muchos panaderos empiezan a seguir, al constatar que el problema, lejos de solucionarse, alcanzaba mayores proporciones. En Mayo de 1992 abrían ya en domingo panaderos de Ondarroa, Erandio, Getxo, Leioa, Amorebieta, Santurzi, Portugalete y Barakaldo. Ante una situación que se les va de las manos, la Asociación anuncia que no firmará el próximo convenio y que habrá una “huelga salvaje” si no se cumple la ley ni se cobran las sanciones impuestas a quienes abren en domingo.

En la década de los ochenta las panaderías habían adoptado como forma de producción el horno de cinta. En ellos la masa entraba y pasaba por diversas cintas de malla hasta salir hecha. Eran instalaciones de mucha envergadura, tanto por el tamaño como por las inversiones millonarios que requerían. Sin embargo el consumidor identificaba este tipo de hornos con un pan industrial de menor calidad, por lo que se rechazaban los panes que tenían en su base las marcas que dejaban las mallas. El nuevo modelo de panadería pasaba por el cambio de esta costosa maquinaria y la introducción de otro tipo de elaboración en el que se pudiera controlar mejor los tiempos y la calidad. Aunque la decisión era arriesgada, se adoptaron los actuales hornos de carro, donde el pan se deposita en planchas y se mete a cocer.

A partir de este momento, los propios panaderos se organizan como piquetes y, domingo tras domingo, acuden a las puertas de los establecimientos para obligarles a cerrar. El Lunes 15 de Junio del 92, los vizcaínos inician la semana leyendo en “El Correo” una página que relata los incidentes del día anterior en el barrio de Zorroza, al que tuvo que acudir la Policía Municipal y en los que los panaderos consiguieron su objetivo. En Julio la Junta Directiva de la Asociación comparece en rueda de prensa para explicar su postura y “amenazan con armarla gorda en la calle”. En ese momento cifran en 15.000 los trabajadores de su sector a los que afecta el convenio sin firmar y argumentan cómo la apertura

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en Domingo representa un paso atrás para este colectivo. Por primera vez, empresarios y trabajadores aparecían defendiendo la misma postura. Los días 23 y 24 de Noviembre de 1992 se celebra la huelga convocada por las secciones sindicales de CC.OO., ELA y UGT. En ese momento se estima que el 25% del sector no respeta la prohibición relativa a los días festivos, y que llega a 90 el número de establecimientos, entre panaderías, tahonas, pastelerías, etc…que comercializan pan en domingo. A las 11,30 unos 300 trabajadores mantuvieron cortada la Gran Via durante una hora y media de protestas contra la actual situación. La jornada fue valorada como un éxito, pero la guerra ya estaba perdida. A pesar de que tenían las armas legales de su lado, a finales de 1993 son ya el 10% de las panaderías las que incumplen el convenio del 76 y en diciembre de ese año la Asociación anuncia que sus integrantes abrirán los domingos “para evitar la competencia desleal”. Las autoridades se habían “inhibido”, la competencia había incrementado y el consumidor se había acostumbrado paulatinamente a disponer de pan en domingo. No quedaba otra opción que adaptarse a esta nueva forma de venta de pan. Pero esto no fue una completa derrota, o al menos no para todas las partes. Los panaderos más avezados, entre los que se encontraba Luis Mari a la cabeza, vieron la necesidad de cambiar sus negocios a un tipo de producto y comercialización tipo “tahona”, pero en gran tirada, elevando a la enésima potencia la rentabilidad de la producción. En medio de este contexto, estos pioneros apostaron fuerte por la nueva forma de negocio, el punto de venta de pan caliente. Un sistema como el de las “tahonas” pero a gran escala, donde cada panadería disponía de sus propios puntos comercializadores, haciendo la elaboración del pan centralizada. Esto que parece más o menos fácil, generaba en primer lugar el problema de “tirar a la basura” las tremendas inversiones que se habían hecho en los hornos de cinta, sin la certeza de que el nuevo sistema fuera a funcionar en un mercado de libre competencia y con la próxima entrada en Europa. En este caso, el mejor resultado fue para quienes se decidieron primero y, como Luis Mari, para el año en que se decreta la apertura dominical ya tenía una red de establecimientos montada y un obrador de pastelería que surtía también de este tipo de productos a sus tiendas. Para ellos, la apertura en Domingo era ya la consecuencia lógica de un nuevo tipo de negocio, bajo unas nuevas reglas. 88.


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DE LA MASA MADRE A LA CONGELADA

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A Luis Mari le coge de lleno esta batalla, no sólo como panadero sino como integrante de la Junta Directiva de la Asociación, a la que entra como vocal en 1982, en el momento en que se abre la primera tahona. En 1991 Luis Mari pasa

Foto superior: masa madre

a ser Interventor y se renueva la dirección nombrando

como

presidente

a Txomin

Oar

(Pandería Oar de Gernika), Vicepresidente a José Mari Elguezabal (Panadería Ocio de Trapagaran) y Vicepresidente segundo a Victor Gutiérrez. Txomin Oar será probablemente el presidente de la Asociación más conocido por el ciudadano y el que mas ha aparecido en los periódicos en los más de 70 años de existencia de esta entidad, que han sido relativamente tran-

En los años 90 se introducen las masas precocidas y congeladas para la elaboración del pan. Esto supone un cambio en la forma de organización del trabajo, ya que se puede tener pan preparado para cocer en cualquier momento. Aunque este tipo de masas ha sido asimilada por muchos panaderos, hay diferencia entre los panes elaborados de una u otra manera.

quilos. Txomin fallece en 1998, año en que el Vicepresidente José Mari Elguezabal asume provisionalmente su cargo. En el año 2000 José Mari es ratificado como Presidente y Luis Mari

Cambian las técnicas, pero en Bizkarra mantienen los elementos fundamentales de la elaboración

pasa a ser Tesorero, puesto que ambos desempeñan actualmente. Probablemente el conflicto de la apertura de los Domingos ha sido uno de los momentos más duros al que la Asociación de panaderos se ha tenido que enfrentar en toda su historia, pre-

. El proceso con masa madre, que es utilizar un trozo de masa de la hornada anterior, da como resultado un pan con la miga más consistente, más sabroso y que se conserva durante más tiempo en óptimas condiciones.

cisamente porque lo que estaba en juego no era sólo la pérdida del día festivo, sino la propia reestructuración de las industrias en un delicado momento histórico. Además, supuso unos meses de graves ten89.


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siones con el “Gremio de Artesanos de Confitería y Pastelería de Vizcaya”, organizaciones muy cercanas en actividad y que hoy sostienen excelentes relaciones. Sobre todo porque el nuevo concepto de negocio trajo consigo que los panaderos abrieran en su mayoría obradores propios de productos de pastelería y que algunos de ellos, como Eduardo Bizkarra, estén integrados en este gremio trabajando por objetivos comunes. Lo que en su día pudo ser valorado como intrusismo por ambos lados se contempla hoy como una consecuencia lógica del giro que ha tomado el sector, un giro que les ha situado dentro del mismo campo de defensa de los productos artesanales frente al producto netamente industrial.

La secuencia de acontecimientos de los años siguientes volvieron a situar el pan como elemento de disputa. En su expansión, las grandes superficies comerciales empezaron a utilizar el pan como “gancho” para atraer al consumidor. En 1995 era noticia la bajada de precios por parte de algunas marcas de hipermercados de hasta 35 o 40 pts sobre el precio de venta habitual. La lógica de aquellas estaba en despertar el interés del público con un producto básico a un precio prácticamente ridículo sobre el del mercado, que motivara a entrar en el establecimiento a comprarlo. Una vez dentro, la rentabilidad para el supermercado está asegurada. Esto tenía para las panaderías dos importantes consecuencias: por un lado la pérdida constante de clientela que dejaba cada día de franquear sus puertas porque compraba el pan en el supermercado y, por otro, ver devaluado el precio de sus productos, ya que la venta de muchas panaderías dependía en gran parte del suministro a los supermercados, y estos negociaban precios ridículos. José Mari Elguezabal, actual presidente de la Asociación vizcaína, recuerda un largo periodo en el que Luis Mari, él y otros de la Junta Directiva se dedicaron a establecer rondas de conversaciones con las principales firmas de supermercados para hacer valer sus condiciones y los precios establecidos. En aquellos años, según José Mari, “Luis Mari fue el motor de este movimiento, con un empuje tremendo”. Como ocurrió con el tema de los domingos “primero parece que los convencimos, pero luego resultó que se volvía a las andadas….” . 10 años más tarde, el tema de los supermercados e hipermercados tiene un cauce relativamente normalizado: la mayoría de los que están situados en la ciudad disponen de un punto de venta de pan caliente independiente a la entrada del establecimien-

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LA ELABORACION DEL PAN

to, que está gestionado o surtido por una empresa panadera –en algunos casos es propio-, y

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Desde el inicio, la masa del pan se trabaja de manera natural, sin aditivos de ningún tipo. La única diferencia con el pan de marcas como Bizkarra es que hoy muchas tareas se realizan automáticamente, por lo demás se mantiene la misma esencia.

sólo en la gran superficie situada en las afueras la venta se hace dentro del establecimiento como una estantería más de producto. En cualquier caso la relación de la industria panadera con estos establecimientos ha cambiado; ya no son el cauce principal de distribución y venta de su producción, ya que este lugar lo han pasado El amasado

a ocupar los puntos de venta propios. Aunque si es cierto que todavía se mantiene cierto recelo derivado de las duras condiciones de precio y servicio que aquellos siempre tienden a impo-

Se le da el peso y la forma adecuda

ner. Aunque ya están resueltas en lo fundamental las anteriores etapas, se abren nuevas dificultades y nuevas situaciones que van a determinar el futuro del sector; como dice Luis Mari “esto hay que pelearlo todos los días o no se avanza para adelante.” El “pan de consumo diferido” , que se introduce en el mercado, y el desarrollo de las técni-

Después de fermentar durante unas 12 horas se prepara para hornear y se cuece.

cas de congelación y conservación, dan como resultado un nuevo paso en el alejamiento del oficio tradicional. Con las masas precocidas y precongeladas la producción se simplifica enormemente y el pan deja de ser un producto de elaboración y consumo inmediato y de fabricación nocturna, pasándose a trabajar a turnos para servir según conveniencia las barras a los puntos de venta. Este tipo de masas produjo al

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principio no pocas suspicacias entre los profesionales, que lo consideraban de calidad inferior al pan de masa fresca y una inoportuna competencia, puesto que cualquier establecimiento con un horno - bar, casa o restaurante- puede “hacer” su propio pan. Actualmente, la panadería ha asumido en gran parte este tipo de productos como propios, ya que la relación entre las ventajas que aporta y el nivel de calidad es más que satisfactoria para muchas empresas. De hecho, está en estudio un proyecto, en colaboración con el Gobierno Vasco, para implantar una empresa de este tipo participada por todos los panaderos de la Asociación que estén interesados. Para este y otros proyectos conjuntos han constituido en el año 2002 la “Asociación vasca de Panaderos de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa”, con sede en Vitoria, el organismo que agrupa al sector de toda la Comunidad Autónoma. Con este paso se pretende también incrementar la presencia vasca en la organización nacional CEOPAN, desde donde se emiten en junta general las directrices a nivel nacional. Hoy, la promoción del consumo del pan es sobre todo uno de los temas que más preocupa al panadero, y por ello, las organizaciones más importantes a nivel estatal, como CEOPAN, e INHCERPAN, han planificado diversas campañas de publicidad e información para fomentar el hábito de consumo entre la población, especialmente entre los jóvenes, a los que se les propone la vuelta al bocadillo. Actualmente todos los panaderos participan con una cantidad proporcional a su producción destinada a este objetivo, y ya son varias las Asociaciones provinciales de panaderos que han puesto en marcha iniciativas como invitar a los niños a una merienda “tradicional” de bocadillo, ligada con las fiestas y las actividades de sus localidades. Metidos en harina, los panaderos saben que recuperar el consumo del pan es recuperar una serie de hábitos que se han ido perdiendo, y por ello esta etapa de su historia se decidirá a largo plazo, concienciando a los jóvenes de hoy. A diferencia que en los años 60, cuentan de su lado con la opinión generalizada de médicos y nutricionistas a favor de “la vuelta” equilibrada al bocadillo, a las tostadas, al entrepan, los montaditos…..

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Si alguien hubiera puesto en entredicho la necesidad del pan para comer o merendar en 1934, fecha de la constitución de la “Federación Vizcaína de Fabricantes de Pan” -que se convierte en 1977 en la “Asociación Provincial de Fabricantes y Expendedores de pan de Vizcaya”- hubiera sido como anunciar que el hombre pisaría la luna, ya que el pan era entonces el alimento más consumido y apreciado. Incluso cuando hoy reflexionan sobre esto, muchos panaderos advierten el vertiginoso ritmo con el que se han sucedido los acontecimientos, acuñando una historia vivida en primera persona de la que sólo se es consciente cuando se cuenta. Como en otro orden de cosas -ya sea a nivel político, económico o social- la del pan y los panaderos es una historia que en relativamente pocos años ha experimentado grandes cambios. En el mismo año en que se crea la Federación, los Elguezabal ya elaboraban pan en la panadería del Valle de Trápaga, los Bizkarra fabricaban pan y harina en su molino de Mañaria y los Arruabarrena en el de Iurreta. Eran todavía tiempos de uso pleno de los molinos. Hablar con sus descendientes nos hace adentrarnos en esta aquella época, en la elaboración del pan con aquel sistema hidráulico. Un mundo del que sólo quedan en pié contados molinos en Bizkaia, la mayoría en mal estado de conservación. Se trataba de un modelo propio de la economía rural, en el que esta rudimentaria industria se ubicaba al lado de una presa. El salto de agua movía una turbina con una polea que transmitía la energía por correas a todo el sistema: una iba al horno, otra a la amasadora, otra al molino de trigo y si lo hubiera, al de maiz. La energía se aprovechaba al máximo para poder 93.


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abastecer toda la producción: harina, maiz y pan. El molino producía harina no sólo para sus dueños sino para una comunidad de clientes, por cuya molienda el propietario cobraba en especie. Podía ser un kilo por cada 10 que se molían. Con este “cobro” podían alimentar a los animales del caserío. En aquel tiempo, el pan se repartía con caballerías a domicilio durante largas jornadas de trabajo. Aunque todavía no existía la Federación, estos panaderos disponían de agrupaciones sectoriales para velar por sus intereses profesionales. Las organizaciones de panaderos tienen una historia que data de muy atrás, en algunos casos de más de 170 años. En Bizkaia, antes del 5 de Diciembre de 1934 existían 4 organizaciones gremiales, llamadas Consorcios: la que agrupaba a Bilbao, la de Las Encartaciones y Márgenes del Nervión, la de Durango, la de Gernika y la de Markina. Estas eran las que regulaban todas las cuestiones relacionadas con la panadería y participaban en las actividades programadas a nivel estatal en representación a sus zonas, así como en los Congresos Nacionales de Panadería, que se empiezan a organizar en los años 20. La figura de los Consorcios parece puesta en cuestión tras la caída de la Dictadura de Primo de Rivera, con la constitución del nuevo Gabinete, donde las diversas organizaciones intercambian consultas sobre el futuro ante la posibilidad de una supresión o de pasar a depender de los Ayuntamientos. Desde este momento hasta finales de 1934, en época de la república, los Consorcios ven la necesidad de reagruparse para fortalecer su capacidad de incidencia ante las autoridades, proveedores, y el propio consumidor. De esta creencia nace la Federación con 23 asociados iniciales, con su primera Junta Directiva Presidida por Angel Monasterio, con Andrés Miguel de Vicepresidente, Tomás Cuevas de Tesorero y Jesús Elizalde de Secretario. Prácticamente un tercio de los apellidos de aquella lista están a día de hoy activos en relación con la panadería, como: Alberdi, Astobieta, del Valle, Pinilla, Vizcarra, Irazabal o Huete. En aquellos años La Federación ocupaba un departamento en la calle Gran Vía 12 de Bilbao, en el actual edificio del Banco de Bilbao, por un alquiler de 125 pesetas al mes, que duró hasta 1949, cuando se van a la calle Buenos Aires, número 12. Allí continuaría su actividad durante casi medio siglo hasta 1998, año de su traslado a las actuales instalaciones en el Polígono Ugaldeguren de Derio. Cuando nace la Federación en 1934, tiene que abordar las principales cuestiones pro94.


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LAS ORGANIZACIONES GREMIALES

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fesionales y laborales ya planteadas en el sector. Una de sus preocupaciones estaba en dotarse de la máxima cobertura en la actividad profesional, por lo que la contratación de seguros de accidentes a todo riesgo y de responsabilidad civil, es uno de los primeros pasos que la incipiente junta directiva da. Además, hay un esfuerzo constante por fijar las reglas de competencia entre los propios panaderos de Bizkaia y

Hasta 1934 los panaderos de Bizkaia se agrupaban en diversos consorcios comarcales. A principios de los años 30 existen 4: el de Bilbao, de las Encartaciones y la margen izquierda, de Durango y de Gernika

también respecto a las diversas Federaciones o Asociaciones de otras provincias, estableciendo el margen de reventa recomendable y velando porque los panaderos de las provincias colindantes respetaran los precios cuando entraran

En el año 34 se constituye la Federación Vizcaína de Fabricantes de Pan, con su sede en Bilbao, en la calle Gran Vía número 12, En ese momento la Federación responde a las principales necesidades de la profesión: poder influir de alguna manera en las autoridades a la hora de fijar el precio estatal y acordar las condiciones del mercado con otros gremios del entorno.

en esta. Como patronal, una de las primeras convocatorias que reciben es de parte del Centro Industrial de Bizkaia a una reunión para tratar “las gestiones a hacer con el Gobierno para evitar la inmediata implantación de la jornada de 44 horas semanales”. Las exigencias de los trabajadores se encontraban entonces en el trabajo diurno y el abono del día de descanso semanal, reivindicaciones que se remiten a todas las Organizaciones de panaderos del norte bajo amenaza de ir a la huelga.

El auténtico terremoto que ha supuesto para la panadería los cambios sociales y políticos en todo el periodo del control y posterior liberalización del pan, no podía dejar inmune a la propia organización de las empresas del sector en

Foto superior: miembros de la Asociación en sus inicios. Foto inferior: Luis Mari Bizkarra (en el centro) junto al Presidente de la Asociación, Jose Mari Elguezabal, y otros miembros en el Stand de Expoconsumo 1986.

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Bizkaia. Efectivamente, en la propia historia del Gremio como Asociación, hay un antes y un después del primer relevo generacional, que se produce a finales de los años 70 y principios de los 80. En su constitución, la Federación establecía el número de representantes que cada consorcio existente aportaban a la junta directiva: 3 por parte de Bilbao, 3 por las Encartaciones y margen izquierda, 1 de Durango y 1 de Gernika. Consecuentemente, la capital era uno de los puntos con más posibilidad de decisión en el cómputo global, y lo era, además, en unos años en los que el sector vivía bajo la sombra de una o dos grandes empresas que dominaba el mercado, entre las que indiscutiblemente destacaba Harino Pandera. Durante varias décadas, hablar de panadería en Bizkaia y en toda España era hablar de Harino Panadera, aunque también en Bilbao se podía aludir a firmas como Ariz, Zollo o Puentenuevo. Hoy todas ellas han desaparecido. En los primeros 40 años de la Federación, con el pan como producto de primera necesidad controlado por el estado en producción y venta, las condiciones que se trataban y se aprobaban en el seno de ésta eran las favorables a las grandes empresas, que disponían de un volumen muy superior al resto. Además, el propio sistema de control implicaba procesos administrativos que saturaban a los pequeños y ocupaban a muchos oficinistas de los grandes. El actual presidente del gremio recuerda los tiempos en el que el participaba como simple asociado, cuando veía que “los grandes de Bilbao”, decidían la subida y los formatos del pan siempre como les convenía a ellos, aunque se contaba con la limitación del control estatal. ”Por ejemplo, subían 1 peseta la barra de 1 kilo, que era la que vendíamos nosotros, y la de media libra, que era la que vendían ellos, la subían 1,50 pts. Y muchas cosas como esta; los más jóvenes en seguida vimos claro que nos manejaban”. En otras cuestiones laborales también los criterios eran dispares y las decisiones se emitían a favor de los primeros, que contaban con gran influencia. “Al principio, cuando abríamos los domingos, muchos queríamos conseguir el descanso, pero Harino y los grandes se oponía sistemáticamente. Claro, como ellos tenían una organización en la que apenas les influía…sin embargo para nosotros era una paliza.” Eran momentos en el que los negocios implantados en el resto de la provincia eran mayoritarios pero incipientes. Muchos de ellos participaban, como los Irazabal, Urrestarazu, Elguezabal, Oar, Santiago, Mauri, Bizkarra, Elguezabal…., como simples socios en las reuniones en Junta General de la Federación. Hoy a la cabeza de la panadería en producción y venta se encuentran em-

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LA INDUSTRIALIZACIÓN DEL SECTOR Con la electricidad, los sistemas hidráulicos dan paso a grandes instalaciones industriales que revolucionan la producción hacia finales del siglo XIX.

presas

como

Bizkarra,

Ocio, Aurriaundi,

Lemona.. -y marcas fundadas por estos y otros apellidos- y ninguno de ellos está ligado originariamente a la capital. La evolución y el cambio de negocio en la panadería trajo consigo el auge y el ocaso de determinadas firmas, unas aupadas por su agilidad para adaptarse a las nuevas formas de actividad y otras en declive precisamente por lo contrario. Si en los primeros casos tenemos como ejemplo la audacia de Luis Mari Bizkarra, entre los segundos, está Harino Pandera, un gigante hoy desaparecido por “muerte natural”. Harino Pandera se funda en 1903 por una fu-

Fotos de instalaciones la la harinera “La Vitoriana” a principios de siglo.

sión de varios socios panaderos, entre los que destaca Juan José de Irala. Esta empresa agrupaba a trabajadores bajo tres convenios diferen-

Fuente: “La Vitoriana”

tes, ya que tenía fábrica de harinas, de pan y de bollería. Incorporaba los sistema de producción más avanzados del mercado a nivel europeo con todos los procesos completamente mecanizados y muy alejados del sistema de molinería hidráulica tradicional, y su evolución se hacía imparable a medida que avanzaba el siglo XX. Entre los años 60 y 80, su época dorada, llegaron a ser 1.000 trabajadores y a facturar más de 1.000 millones de pesetas. Tenían fábricas de harina en Alfaro y en Bilbao y fábricas de pan en Santoña, Baracaldo, Las Arenas y dos en Bilbao –la principal en Irala y otra en la calle Zabala-. Distribuía pan a toda España y en Bizkaia tenía

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más de 300 lonjas en propiedad que eran despachos de venta de pan. Esta marca está enraizada por los cuatro costados a la villa, ya que a parte del suministro diario a miles de familias, dio origen al nacimiento del barrio de Iralabarri con la construcción de diversos bloques de novedosos chalets con jardín exterior para que vivieran los trabajadores de la empresa a un coste económico, 30 pesetas al mes. Derribada la enorme fábrica de pan de “Vista Alegre” –oficinas, cocheras, carboneras, etc- a finales de los años 90, de todo aquel emporio queda hoy el recuerdo de los bilbainos y un último edificio de 6 pisos declarado recientemente como “Monumento histórico” de la ciudad. Tras un exterior completamente desvencijado y escondido entre calles, se encontraba la única harinera de la provincia que nos permitiría recrear este proceso de producción al completo. La liberalización del pan, los nuevos sistemas de elaboración y de organización empresarial, los nuevos hábitos de consumo….son nuevas condiciones a las que una organización compleja y “pesada” no puede responder ni adaptarse con suficiente rapidez. Sin embargo, las jóvenes empresas de la periferia, de carácter familiar y mucho más pequeñas, disponen de flexibilidad suficiente. Estas son las condiciones de partida porque, por lo demás, las mejores o perores decisiones estratégicas dependerían del olfato y la audacia de sus responsables. La quiebra de la empresa en los años 80 supone el principio del fin de Harino Pandera. A pesar de que se sigue produciendo, se van cerrando los despachos de pan y jubilando a los trabajadores, mientras se adivina su pronta desaparición, quizá porque otros intereses se cruzaran en las decisiones de su cúpula directiva. El caso es que poseyendo un tremendo patrimonio inmobiliario, en 1999 desaparece Harino Panadera y sus dueños crean un nuevo proyecto de panadería con los trabajadores que quedan, “Bredys Factory”, que responde al actual modelo de negocio. En el año 1982, cuando entra Luis Mari en la Junta directiva como vocal, lo hace sustituyendo al representante de Harino Panadera. Durante esos años se produciría el relevo al completo de aquellas “empresas tradicionales” por parte de jóvenes panaderos como él y otros, que llegaban dispuestos a marcar nuevos rumbos para el sector. Se abre una nueva etapa en la que la capacidad de cambio y de renovación va a ser una de las cuali98.


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LA EPOCA DEL CONTROL ESTATAL

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dades fundamentales para la consolidación y el desarrollo de cualquier empresa panadera.

A sus espaldas dejaban largas décadas de férreo control estatal que habían convertido el oficio en una actividad con grandes dosis funcionariales, que trascendía a la propia elaboración del pan; unas circunstancias que hoy apenas se conocen a pesar de su cercanía en el tiempo. Entonces, los panaderos debían rellenar innumerables impresos, con el consiguiente pago, para comprar primero la harina y posteriormente justificar su uso para la producción y venta del pan de su establecimiento. Hasta los años 70,

Hasta finales de los años 80 el pan estuvo sometido a un estricto control estatal como producto de primera necesidad.

en que empieza parcialmente la liberalización del pan, y en los 80, en los que este proceso se completa, parte de las energías del negocio tradicional de panadero estaba en cumplir y resolver adecuadamente todos los requisitos que suponía esta condición de “alimento protegido”.

Las autoridades –el Ministerio de Agricultura- estipulaba el precio de la harina y el trigo, y se tenía que justificar cada año la inversión de la harina suministrada. Se estipulaba el precio, el peso y el formato del pan, estableciéndose todo ello en carteles como estos, de exposición obligatoria en los despachos

Y las de la Federación también. Para cada campaña, el Ministerio fijaba los precios y el cupo de harina para cada provincia. A través de la Delegación Provincial de Abastecimiento se hacía la entrega y la justificación mensual de la

Durante la época de la posguerra se recibió en la Federación una circular como esta que establecía cómo despachar pan a los veraneantes que provenían de Madrid y Barcelona. Tenían que recoger cada día los cupones y comprobar que el cliente se había dado de baja en su panadería habitual en la ciudad de origen.

recepción e inversión de harinas del mes anterior. Además, se tenía que realizar la evaluación global para Bizkaia anualmente, que suponía hacer el cómputo de todos los gastos que repercutían en la panadería para que el ministerio los 99.


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tuviera en cuenta a la hora de fijar los precios del pan. El racionamiento de la guerra civil y la posguerra aún agudizaría más este asunto, ya que cada panadero debía recoger, por obligación de la Delegación de Abastecimientos, los cupones de pan de sus clientes. Había tres tipos: primera, segunda y tercera, que cada día tenían que meter en tres sobres distintos. Estos sobres se sellaban y luego el panadero los recogía de sus despachos y de los restaurantes y hoteles a los que suministraba. Todos los días tenían que entregarse en el Palacio de Echevarri, en la sección de cupones. Además, en las cartillas colectivas el panadero tenía que firmar mensualmente como proveedor, validando el resumen de consumo diario que el cliente tenía que hacer. La época de vacaciones significaba una preocupación extra, aunque eran bien pocos los veraneantes en esas fechas. En 1945 los que procedían de Madrid y Barcelona tenían que traer sus cartillas y un volante sellado por su panadería habitual que especificara que se había dado allí de baja. Sólo así se le podía vender pan en Bizkaia. A su vuelta, tenía que volver a darse de alta en su establecimiento para seguir consumiendo el resto del año. El control estatal no sólo fijaba el precio, sino el tipo y el peso del pan que se podía vender y qué precio correspondía a cada uno. Lógicamente, las presentaciones estaban acorde al nivel de consumo y se medían en kilos. Por ejemplo, en 1935 la hogaza de 2kg valía 1,25 pts y la de kilo a 0,65 pts. En los años 50 existía “pan familiar” (hecho con harinas del 80% de extracción y mezcla 10% de centeno) en piezas redondas de 1 kilo a 4,90 pts y de 500gramos a 2,50pts, y “Pan de calidad” (harinas del 75% y sin mezcla de centeno) en piezas alargadas de 1k a 5,60pts; de 500g a 2,80; de 250gr a 1,45pts y de 150gr a 0,90. Todos estos requisitos eran de obligado cumplimiento, en peso, composición, forma y precio, y periódicamente pasaban inspectores por los obradores para verificar bajo amenaza de multa, sobre todo, que el peso de las piezas fuera el adecuado. Esto tenía su dosis de dificultad, dado que la masa se cortaba a mano, y por tanto, se tenía que pesar pieza por pieza. Una dificultad que las propias facultades de los trabajadores afrontaban con total éxito: “nosotros no necesitábamos pesar las piezas y en contadas ocasiones nos confundíamos. Cortábamos la masa a ojo y la cogíamos para comprobar que daba el peso bien. Todos trabajábamos así, incluidos Luis Mari y Artantxa.” 100.


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3 En los años 70 había dos tipos de pan: “flama” (un tipo de pan como la barra actual), en piezas de 800gr a 7,50 pts y “Candeal” (un pan de miga prieta, tipo de pueblo y llamado pan español), en piezas de 800gr a 8 pesetas. En esa década se inicia la liberalización con la entrada en vigor de dos modalidades: “pan obligatorio” y “pan libre de peso y precio”, estableciéndose la obligatoriedad de respetar los dos tipos de formas y pesos y de vender ambos. La única diferencia entre ellos estaba en el peso, el tamaño y el precio, que eran mayores en el de venta

EL EJEMPLO DE HARINO PANADERA Entre los cambios de estos años destaca la desaparición de determinadas firmas que hicieron época en el sector, como es Harino Pandera. Esta empresa fundada a principios del 1900 supuso la mecanizacíón de esta industria frente al molino . Llegó a tener 1.000 trabajadores y más de 300 despachos de pan, pero no pudo adaptarse a los nuevos tiempos con suficiente rapidez. En 1998, tras largos años sumida en quiebra, desaparece.

libre. En cuanto al tipo de venta, además de la originaria venta a domicilio, se fue implantando la de los despachos de manera muy desigual en el tiempo y en la geografía de Bizkaia. En los años

EL RELEVO Desde su creación, la Federación Vizcaína ha vivido un primer relevo generacional caracterizado por la desaparición de las grandes firmas ligadas a Bilbao y el auge de panaderías radicadas en diversos pueblos de Bizkaia, que buscaban nuevas formas de llevar a cabo su oficio.

30 en Portugalete y en Bilbao se vendía regularmente en despachos pero en Santurtzi, por ejemplo, el ayuntamiento denegaba la apertura de varios establecimientos porque había acordado suspender este tipo de venta hasta que estuviera adoptada por la mayoría de localidades. En esas décadas salían las caballerías todos los días a los caminos entre los pueblos y localidades en interminables repartos a domicilio, donde se irían intercambiando al sucederse los años los animales por los incipientes automóviles. Sería sobre los años 60 cuando en la mayoría de las localidades de adopte la nueva forma de venta, proliferando los establecimientos hasta tal punto que en 1973 la Federación

Foto: La Junta Directiva de la Asociación el día del traslado a las instalaciones actuales, en 1999.

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acuerda establecer para las localidades de Bilbao y Baracaldo una distancia mínima de 150 metros entre los despachos, que entra en vigor a partir del 1 de Enero, y que hoy es inexistente. En esta década se siguen emitiendo órdenes por parte del Ministerio de Comercio para establecer las normas “relacionadas con la disciplina del mercado en el comercio del pan”. En 1976, por ejemplo los locales comerciales expendedores de pan estaban obligados a disponer de: Una balanza a la vista del público para comprobaciones de peso Un libro de reclamaciones Impresos tipificados de reclamaciones Así como la obligatoriedad de servir el tipo de pan que el cliente demandara, según los carteles de precios y modalidades expuestos en la panadería y la necesidad de responder el propietario ante cualquier infracción en este sentido. Avanzada la siguiente década, la liberalización total acabó con estas normas en los despachos. Este será ya el sistema de venta generalizado, hasta el punto de invertirse la situación inicial de principios de siglo, ya que en los 80 quedaría prohibida la venta de pan a domicilio, a excepción de localidades con características determinadas de ausencia de establecimientos. Para los actuales directivos del sector, en muchos casos como Luis Mari a punto de entregar el testigo a la siguiente generación de la familia, todo esto ha quedado muy atrás en el tiempo, aunque habrá sido un relato obligado en la formación de sus relevos para trasladarles la experiencia y el conocimiento adquirido. Aunque fueran sistemas de elaboración y de negocios muy desfasados ya en el tiempo, algunas panaderías como la de Julian Arruabarrena y su familia, la panadería “San Miguel” de Iurreta, abandonaron la producción en molino a principios de los años 70. Otros muchos profesionales, sin haber conocido el molino, aprendieron con los hornos de leña, como es el caso de Luis Mari. Todos ellos están hoy habituados a pensar y planificar en otra clave de negocio, pero no es de extrañar que para ellos los últimos 30 años hayan sido los más tumultuosos de este oficio tan antiguo como la historia pero que no para de evolucionar.

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EL PAN Y LA PANADERIA EN EL SIGLO XX EN BIZKAIA

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Más de 70 años han pasado desde la constitución de la organización que agrupa al oficio panadero en Bizkaia. Este es un recorrido, a vista de pájaro sobre la trayectoria y evolución de la profesión, sus procedimientos de trabajo, sus industrias y el pan como alimento básico de nuestra dieta. 1930

En 4 consorcios: Bilbao, Durango, ORGANIZACION Gernika y PROFESIONAL EncartacionesMárgenes Nervión

1940-1950

1960-1970

1980

1990-2000

Federación de Gremios de Bizkaia

Federación de Gremios de Bizkaia

Asociación Provincial de Fabricantes y Expendedores de Pan de Vizcaya

Asociación Provincial y Asociación Vasca de Panaderos de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya

Molinos/ hornos morunos. Trabajo nocturno. Apertura todos los días

Coexisten modelos anteriores con hornos giratorios de leña o gasoil. Empieza la mecanización. Trabajo nocturno. Apertura todos los días

Producción tradicional mecanizada en parte. Hornos de pisos de gasoil coexisten con los anteriores. Trabajo nocturno. Descanso dominical

Producción tradicional mecanizada. Hornos de Cinta de gran producción. Trabajo nocturno. Descanso dominical

Producción mecanizada con procesos de control de tiempos de la producción. Hornos de Carro. Tipos diferentes de masas Trabajo diurno. Apertura los domingos

DISTRIBUCION

A domicilio con caballerías

A domicilio en caballerías y camionetas. Despachos y tiendas, según normativa local.….

Despachos propios, tiendas, empresas, supermercados….

Puntos de venta de pan caliente propios, junto con otros productos de pastelería. También en supermercados y otras empresas, pero en menor proporción.

PAN

Controlado por el Estado en precio y peso

Controlado por el Empieza la liberalizaEstado en peso y preción cio

Liberalización total a final de los 80

Libre competencia

Pan obligatorio y pan libre de peso y precio. Barra, richi, viena, pan blanco…

Pan de masa fresca, de masa congelada, pre cocido. Barra, baguette y chapata los más consumidos.

FABRICACION

TIPO DE PAN

En despachos propios, despachos de pan, tiendas, restaurantes

Pan obligatorio y pan libre de peso y precio. Pan familiar y pan de Pan especial y pan Pan de molde, pan calidad. Pan de flama normal blanco, pan de pistoy Candeal la…

1972: 310gr a 5,5 pts.

ALGUNAS REFERENCIAS DE PESO Y PRECIOS

1952: 250gr a 1,45pts.

1979: 300gr a 17 pts.

1991: 305gr a 70 pts. 1981: 312gr a 23 pts. 1999: 300gr a 105pts 1989: 285gr a 55 pts. 2005 :280gr a 0,95 € 157 gr persona/día

334 gr persona/día CONSUMO

384 gr persona/día Consumo diario

367 gr persona/día. Racionado. Consumo masivo y muy aprecia- Consumo diario do en la posguerra.

181 gr persona/día. Consumo diario

El 25% de los hogares lo compran ocasionalmente

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El toque personal

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Dos hombres pasean por la calle conversando animadamente. Uno de ellos sigue con la mirada un movimiento

y vuelve la cabeza exclamando ¡qué preciosidad!. Si es Luís Mari

Bizkarra, seguro que ha visto un coche. Este hombre posee una importante colección de coches antiguos que se contabiliza por decenas. Los busca, los selecciones y los cuida con el mimo de un joven amante, dedicándoles su atención para que la conservación de las viejas maquinarias sea la óptima. Su relación con los coches es la expresión de su fuerte temperamento: si hace algo, lo hace a lo grande. A los 11 años Luis Mari ya conducía, y si alguien le preguntaba que iba a ser de mayor señalaba sin dudar “mecánico” y “chofer”. Recuerda haber tenido en casa siempre una furgoneta con matrícula M-21778. A los 14 años iba con un camión a ayudar a su padre, que trabajaba como tratante de ganado, a los 15 llevaba el pan a Bilbao, a Atxuri, y ya no pararía de conducir vehículos. Si la furgoneta no funcionaba, Luis Mari le desarmaba el motor y la arreglaba él mismo. Se movía con ella a todas partes. “Entonces habría 6 o 7 coches en todo Galdakao:..un camión de Aguirre que tenía ruedas bajitas, un autobús de Cirilo Picandi, un taxista, el coche del difunto Don Alvaro, el médico, algún director de fábrica y nuestra furgonetilla”. En Galdakao, Joven y motorizado, no habría otro que Luis Mari en su época, lo que le

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colocaba a priori en muy buena posición ante las féminas. El caso es que para la chica sobre la que puso sus ojos, la furgoneta era más un inconveniente que una ventaja, y Luis Mari no sabía que nunca podría conciliar entre sí estos dos amores. Mari Angeles era una de las pocas chicas de Galdakao que a los 16 años podía ir en furgoneta a las romerías, con todas las ventajas que significaba ahorrarse un camino de varios kilómetros de ida y vuelta, cuando se tenía que entrar en casa a las 10 de la noche. Ella salía acompañando a una amiga y a su amigo, que venía también con otro chico para ser cuatro. El otro chico traía una furgoneta que era el centro de atención de todos los jovenzuelos y que ella evitaba como si fuera la peste. Cuando quedaba con ellos les obligaba a dejar la furgoneta en Plazakoetxe y a que le salieran al camino hacia la Cantábrica, donde vivía, para encontrarse a la mitad, y si le llevaban a casa se bajaba en la iglesia y de allí a casa iba andando. Ella iba a la romería caminando con los demás y allí se encontraba con su amiga y sus dos acompañantes….todo con tal de que no la vieran montada en coche, convertida en blanco seguro de la curiosidad y los comentarios de los galdakaoztarras de finales de los 50. Por las curvas que conducen a Zugastieta va en una mañana indefinida de este segundo milenio un enorme Rolls descapotable que ocupa prácticamente toda la carretera, tocando el claxon con un sonoro ¡POOOOOO!, cada vez que entra en una curva, o sea, casi todo el tiempo. Al volante, Luis Mari, que se dirige con su mujer y unos amigos a comer a una taberna de la zona. Para Mari Angeles este trayecto representa exactamente lo mismo que ir en aquella furgoneta hace 50 años, algo opuesto a su temperamento discreto y su afán de “no destacar”. “A todo te haces, porque ya llevo muchos años casada con él, y ya se que le gustan esos coches y que hay que sacarlos; pero no me convence, prefiero ir en uno normal.” Y es que cuando Luis Mari o alguno de sus hijos “sacan a pasear” alguno de ellos, lo último que hacen es pasar desapercibidos ante cualquiera que se cruce en su camino, sea peatón o conductor. Todos ellos son, cada uno a su manera, coches muy especiales y muy difíciles de ver, como no sea en una de esas concentraciones de coches antiguos itinerantes que organizan las diversas asociaciones de aficionados que funcionan por toda la península. Verlos en movimiento nos transporta a otras épocas: en algunos casos despierta la nostalgia de los años vividos entre los 60 y 70, cuando los paisajes de la ciudad y de la vida de varias 108.


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LOS INICIOS DE LA FABRICACIÓN EN SERIE

generaciones estaban todavía “tomados” por los SEAT 600, o por los Mini Morris. En otros casos, nos evocan una historia de la que nos hemos empapado a través del cine, como los locos años 20, años de la popularización del automóvil, a través de modelos como el Hudson Super Six o el Ford A. O también nos asoma a los lujosos ambientes de las clases altas europeas y la nobleza árabe, a través de las ventanillas de los Rolls Royce y Mercedes Benz de distintas

Hudson Super Six- 1927 Fue el éxito de esta marca ya desaparecida. El motor es un compacto monobloque de seis cilindros, con la cabeza y el bloque de hierro fundido. Alcanza los 90 Km/h

épocas. Luis Mari cuenta con modelos de coches de todas las décadas desde los años 20 hasta hoy, por lo que su colección es una muestra viva de la evolución del automóvil desde sus inicios como industria. El modelo más antiguo es un Citroen 11 C 3, del año 1922, granate y con un baúl trasero sujeto por correas como equipaje. Citroen fue la marca que había fabricado 4 años antes el primer automóvil de serie en Europa, obteniendo

Ford A-1928 Es el segundo coche fabricado en serie Ford. Fue presentado en 1927. Motor de 4 cilindros, 3,3 litros de cilindrada, 40 CV y velocidad máxima de 100 km/h. Entre sus aportaciones destacan los amortiguadores hidráulicos y el parabrisas de seguridad.

un gran éxito. Se trataba del “Citroen A” presentado en 1919. André Citroen, fundador de

esta marca

había estado en EEUU aprendiendo de la incipiente industria del automóvil americana y posteriormente a la primera guerra mundial transformaría una fábrica de obuses en una cadena de producción de coches. Utilizaría como marca la imagen de los “engranajes helicoidales dobles”, que había descubierto mientras trabajaba como mecánico en otra factoría de automó-

Citroen C 3-1922 En pleno crecimiento, esta maraca lanzaba el Citroen C3: un biplaza con motor de 4 cilindros, 856 c.c., 5 caballos y velocidad máxima de 60 km/h.

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viles, y sobre los que levantó su propio emporio. A finales de los años 20 era la empresa más importante de Europa, con 450.000 coches producidos y 25.000 trabajadores, utilizando para llegar hasta allí novedosas técnicas publicitarias, como cubrir la Torre Eiffel de bombillas que formaban el nombre y logotipo de esta marca, o patrocinar diversas expediciones donde poner a prueba las propiedades de sus automóviles. Entre ellas se encontrarían la expedición Blanca, a través de la nieve del Canadá, la Negra por Africa o la expedición Amarilla por Asia Central, todos ellos realizados con vehículos de la marca expresamente diseñados para ellas. De la mano de Citroen se introducirían importantes novedades tecnológicas como la adopción de los frenos hidráulicos sobre las cuatro ruedas, la carrocería monocasco o la tracción en las ruedas delanteras, entre otras, que dan como resultado a principios de los años 30 una nueva gama de coches con cuyo lanzamiento la firma pretendía “adelantarse 20 años a su época”. De esta gama serían varios modelos, entre ellos el “C 15 ligero”, cuya producción se prolongaría desde finales de los años 30 hasta finales de los 50, uno de cuyos ejemplares descansa también en las cocheras de Luis Mari en versión de carrocería “ligera”, o sea, de batalla corta. Durante los años 20 y los años 30 madura la industrial del automóvil en todo el mundo, y eran múltiples los emprendedores que iniciaban su carrera en esta incipiente actividad. En 1920 había unos 4.000 coches matriculados en España y las ciudades más grandes, entre las que se encuentra Bilbao, están próximas a equiparse con una flota de taxis, como en otras capitales europeas. Hacia 1930 el número de coches de turismo en Bilbao ascendía ya a 2.400, multiplicandose su uso en el transporte público, comercial y privado. A pesar de que el nacimiento del automóvil se fecha a finales del siglo XIX, y de que por aquella época proliferaban los fabricantes, existiendo unas 600 marcas en Francia, más de 100 en Inglaterra, 80 en Alemania y unas 60 en EEUU, es a principios del siglo XX cuando Herny Ford transforma sustancialmente su fabricación, dando comienzo a lo que se ha denominado 2ª revolución industrial. Los primeros modelos de automóviles se basaban fundamentalmente en el modelo de carros tirados por caballerías, tratando de sustituir aquellos por un motor. Hubo diversos precursores que se simultanearon en los años 1880, pero su concepto de construcción del 110.


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4 automóvil distaba mucho al de hoy en día: el motor situado en la parte trasera del conductor, la permanencia del pescante, la elevada altura de las rueda, la fabricación completamente individualizada,……todo ello se va transformando con el comienzo del nuevo siglo XX y alcanzaría en manos de Henry Ford un desarrollo propio de una nueva época moderna. En 1908 Henry Ford presenta el For T, un automóvil que ha pasado a la historia por dos cuestiones, una consecuencia de la otra: haber sido el primer coche de la historia producido en serie y haber abierto sus puertas a la clase media americana. Cuando Ford funda la Ford Motor Company, introduce la cadena de montaje para la fabricación de los automóviles, estableciendo un sistema de trabajo unificado y colectivo que permite

Mercedes 300 C y Mercedes 300 D Adenauer- 1954 y 1959 En 1951 Mercedes Benz presentó el 300, lanzando en los años sucesivos diversas versiones de éste, cada una bautizada con una letra que sigue el nombre del coche. Recibió el nombre Adenauer porque fue utilizado como coche oficial por el canciller alemán Konrad Adenauer. El modelo D, más largo, cubicaba 3000 c.c, alcanzaba 180 km/h y su motor de 6 cilindros ofrecía 160 cv a 5.300 rpm. Se fabricaron en su día 3.100 ejemplares.

multiplicar la producción y obtener un producto de elevada calidad estándar y costes mucho más bajos. Con el modelo T se combina la sencillez y la calidad a un precio muy asequible, unos 290 $ (50.000pts) lo que supone que su comercialización se dispara. El Ford T ha sido la serie más vendida de la historia del automóvil con 15 millones de unidades a lo largo de 20 años. En 1928 Ford presentaba en el Salón de Nueva York de 1927 el modelo A, basado en la sencillez del T, pero con muchas más soluciones técnicas: doble cilindrada que el T, velocidad máxima de 100km/h, amortiguadores

Mercedes 350-1971 Se presenta en 1971, el primero de una larga serie de versiones. Se fabricaron hasta 1980 más de 15.000 modelos. Motor de 8 cilindros, 200 CV de potencia, 215 km/h de velocidad máxima y 1.540 kg de peso.

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hidraúlicos…este modelo incluía de serie un equipamiento de seguridad completamente novedoso: el parabrisas. Se comercializó en 1928 y se vendieron más de 5 millones de unidades Entre los modelos más representativos de la clase media americana se encontraba también el Hudson Super Six, fabricado por una compañía de Detroit que con este coche se aupó a finales de los años 20 al tercer puesto de ventas de automóviles. Se trata de un coche amplio, robusto y cómodo que se fabricó durante 14 años hasta 1930. Ambos modelos, el Ford A y el Hudson Super Six, descansan en Usansolo bajo los cuidados de Luis Mari, junto con otros coetáneos históricos. Sin duda, ambos coches han sido elegidos por su dueño por la antigüedad y por su buen estado de conservación, ya que ambos ronronean suavemente cuando son trasladados de un lado a otro y se mueven con completa agilidad. Los criterios de selección de un coche histórico pueden ser múltiples, pero la antigüedad, la rareza del modelo y la originalidad de todas sus piezas son alguno de los comúnmente más valorados. En su mayoría se traen del extranjero, teniéndolos que matricular en el lugar de destino y pasar la ITV para poderlos conducir, pero si su fecha de fabricación ha sido hace más de 25 años, pueden acceder a una matriculación categoría H, de “Histórico”, con la que la obligatoriedad de la revisión se establece cada 3 o cada 5 años. Estos tienen una serie de exenciones respecto a los requisitos legales que se exigen para su circulación, en función de mantener sus características tal y como salieron de fábrica ya que muchos, por ejemplo, carecen de cinturones de seguridad, de espejos retrovisores o tienen el volante a la derecha. Consecuentemente disponen también de ciertas limitaciones de fechas y horas para poderlos conducir normalmente por nuestras carreteras, entre otros motivos por la escasa capacidad de iluminación. De las más de 2.500 fábricas que han producido automóviles desde los comienzos, muchas de ellas fueron industrias de productos del metal, de armas o bicicletas que apostaron por este nuevo producto en base a que sus procesos productivos iniciales incluían alguna fase de utilidad en la construcción de un vehículo. Hoy sin embargo, los fabricantes de coches se cuentan con los dedos de la mano, aunque se comercialicen con nombre de múltiples marcas. Si bien en sus inicios esta industria se tuvo que abrir paso entre 112.


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4 Rolls Royce Silver Wraith (1947)

el ciudadano medio para que vieran el automóvil como un algo cotidiano y asequible en su modo de vida, también se desarrollaron de manera paralela firmas como Mercedes o Rolls Royce, esta última ya centenaria, que han optado por identificar su producto con la sofisticación y un alto nivel de vida. Se trata de fabricantes cuyo público está al lado opuesto del comprador de aquel primer Ford T o de lo

La estatuilla simbólica del capó, “el espíritu del éxtasis”, está de rodillas, lo que indica que perteneció a un miembro de la realeza. Motor de 6 cilindros, 4.257 c.c. 92,74 caballos, una velocidad máxima de 150 km/h

que sería luego el popular 600, y que tendrían como puntos fuertes la personalización del coche, la exclusividad y el lujo en todos los detalles. Mercedes Benz se inicia en 1926 como una fusión de dos socios con sendas empresas: Gottlieb Daimler y Karl Benz. Ambos pertenecían a la industria automovilística y tenían en su haber diversos prototipos anteriores. La empresa toma su nombre de la inscripción que su re-

Rolls Royce Silver Cloud II-1962 Del modelo “nube plateada” la firma creó tres versiones. La segunda versión tiene un motor de 8 cilindros y 6.231 cc. 187 caballos y velocidad máxima de 140 km/h.

presentante en la Riviera francesa hace en la semana automovilística de Niza con el seudónimo de su hija de 11 años: Mercedes. Bajo esta marca se han fabricado a lo largo de los años diversos modelos que, desde la posguerra hasta los años 60 se agruparon en dos líneas. Los “ponton” y los “colas”. A mediados de los años 50 la imagen de esta marca se identificaba con modelos de berlinas de formas redondeadas, que habían sido un éxito en ventas. Entre los modelos más característicos y más lujoso destaca el Mercedes Benz

Rolls Royce Camargue- 1986 Está basado en la plataforma del modelo “Silver Shadow”, y han sido carrozados por Mulliner Park Ward, el especialista inglés de la marca, exceptuando 500 ejemplares, que se hicieron en Italia. Este es uno de ellos. Tiene 5 metros y medio de largura y alcanza 180 km/h.

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300 Adenauer, que se presentó en la Feria del Motor de Francfort de 1951. Este modelo se llamaba así porque el canciller Alemán Herr Adenauer lo empleó como coche oficial, aunque fue utilizado por la mayor parte de los líderes mundiales. A finales de los años 50 las modas estaban cambiando y los estilistas habían hecho triunfar lo afilado y lo anguloso, dando como resultado que en los coches se empezaran a utilizar “las aletas” como expresión de lo último en diseño automovilistico. Mercedes se empapa de este influjo dando lugar a una nueva imagen de coches: más largo, más ancho y bajo, con líneas afiladas y una personalización de las alas más sutil, obteniendo como resultado los “Colas”. Delante tenían un nuevo tipo de rejilla y nuevos faros verticales. A este nuevo diseño se incorpora una estructura interna, dando lugar a un nuevo concepto de seguridad que abarca a todos los componentes del automóvil. A finales de los años 60 y principio de los 70 los modelos “Colas” desparecen, dando lugar a otros sucesores, aunque no variarían sustancialmente las líneas horizontales de los antenriores. Desde sus inicios hasta hoy, de esta marca han salido cerca de 100 modelos de coches diferentes. Seguridad, altas prestaciones, velocidad…. se puede citar el listado completo repasando estas características, pero si hablamos de lujo….en lo alto destaca con nombre propio el Mercedes 600, un impresionante automóvil presentado en el Salón de París en 1963 y que se empieza a comercializar al siguiente año. En el Mercedes 600 sólo se sentaban en su época unos pocos priviliegiados que disponían de un nivel adquisitivo suficiente como para comprarlo y después mantenerlo. Eran pocos y de reconocido prestigio, pues era un coche utilizado sólo por jefes de estado y altos mandatarios. Estaba pensado para impactar.... y lo conseguía, con sus más de 6 metros de largo en su versión de 4 puertas, sus cromados y su interior suntuoso con abundante cuero y madera. Sentarse en el 600 era el colmo de la comodidad: apoya cabezas en todos los asientos, calefacción y aire acondicionado independiente para asientos delanteros y traseros,

todos los elevalunas eléctricos, asientos regulables en

inclinación, apertura y cierre del maletero automático, apertura automática del depósito de combustible, todo con un sistema hidráulico de alta presión….eran incontables las prestaciones que incluía. Además estaban hechos a mano y permitían a sus compradores introducir cualquier tipo de suplemento individual: minibares, aparatos de televisión…Si a la fastuosidad de su equipamiento le añadimos una velocidad máxima de 205 km/h y una 114.


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DE LO MÁS EXCLUSIVO A LO MAS POPULAR La importancia de los coches históricos se establece siguiendo diversos criterios. Si la exclusividad le da al Jaguar MK-1 un gran valor; la popularidad del modesto SEAT 600 lo hace uno de los coches más deseados por los aficionados.

aceleración de 0-100km/h de 10,7 segundos en la carrocería corta, obtenemos el mejor coche de la historia del automóvil hasta el momento, sólo equiparable a los Rolls Royce en Inglaterra o el Cadillac en EEUU. Del Mercedes 600 se construyeron un total de 2.677 unidades, siempre por encargo, saliendo el último ejemplar de este modelo de la cadena de montaje en 1981. Además de un tremendo Mercedes 600 azul metalizado y un 300 Adenauer, Luis Mari tiene también varios modelos que van desde el año 1927 hasta los años 80, incluyendo algunos ejemplos de las gamas “Ponton” y “Colas”. Pero si hablamos de lujo, su sinónimo es Rolls Royce, otra de las marcas que circulan por Usansolo, en muchos casos transportando novios e invitados en las bodas. La mayoría de amigos de Luis Mari y su familia han acudido a una alguna boda, aniversario o celebración en alguno de sus Rolls Royce, a los que se enorgullece de dar uso en estas ocasiones, en muchos

Jaguar MK- 1- 1959 De este modelo, la marca Jaguar ha certificado que se construyeron tan sólo dos ejemplares. Los dos coches están numerados consecutivamente y aproximadamente hacia finales de los 90 fueron trasladados juntos a Inglaterra. Este es uno de ellos. Motor de 6 cilindros, 2.843 c.c, 112 caballos y velocidad máxima de 240 km/h.

casos como detalle especial hacia los protagonistas y conducidos por el propio Luis Mari o su hijo menor Rodolfo, el heredero vocacional de esta afición. Estos coches circulaban a principios de siglo con ocupantes ilustres, ya que los Rolls Royce son el símbolo del lujo por excelencia a lo largo de sus 100 años de historia: la familia real británica, el príncipe de Siam, la princesa Grace Kelly de Monaco, los sultanes de Brunei, maha-

SEAT 600- desde 1957 El contrapunto lo pone el conocido 600, el utilitario de las décadas de los 50, 60 y 70, que todavía se puede ver en nuestras calles. Motor de 633 cc, potencia de 21,5 CV. Velocidad máxima de 95 km/h en los primeros modelos. Los posteriores alcanzan hasta 105 Km/h. Los primeros se vendían por 71.400 pts, sólo accesible a la clase media-alta y con una lista de espera que llegaba al año.

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rajas, los últimos zares de Rusia… En 1904 se encuentran en Inglaterra dos hombres que darían lugar al nacimiento de esta marca: Hery Royce, ingeniero mecánico, y Charles Rolls, aristócrata y aventurero. Este segundo prueba uno de los automóviles del primero y queda impactado por su calidad. Sellan una alianza en la que la idea inicial era que Royce fabricara y Rolls comercializara, pero que irá mucho más lejos. En 1911 la marca incorpora como enseña de sus automóviles “el espíritu del éxtasis” o “dama alada” en EEUU, una estatuilla de pequeñas dimensiones que fue creada expresamente para ellos, dada la costumbre de los propietarios de estos coches a incorporar diversos adornos. Esta estatuilla representa una mujer inclinada, sujetándose con las manos hacia atrás una capa ondeando al viento y está realizada en bronce. Existe una versión de esta estatuilla arrodillada, reservada exclusivamente para los propietarios miembros de la realeza Esta marca tiene en su haber más de 25 modelos a los que imprime su espíritu romántico de principios de siglo a través de sus evocadores nombres: “Fantasma de Plata”, “Espíritu de plata”, “Impulso de plata”, “Nube de plata”, “Sombra de Plata”, “Excitación de Plata”, “Espuela de Plata”….Esta tradición de utilizar el prefijo “Silver”, “plata”, alimentó la creencia de que la estatuilla estaba realizada maciza en este material, dando más simbología a estos automóviles. La exquisitez de estos coches, tanto en equipamiento como en tecnología, ha pasado a la posteridad con algunas frases célebres de sus propietarios: En 1907 en un test realizado a uno de sus coches, se mencionaba “A 60 mph, el único sonido que se escucha en un Rolls Royce, es el tic-tac de su reloj eléctrico…pero estamos solucionándolo”. Su filosofía se expresaba así a principios de siglo: “Pequeños pensamientos hacen la perfección, pero la perfección no es un pequeño pensamiento”….“Sea lo que fuere, correctamente ejecutado, aunque sea modesto, es noble”….“La calidad permanece largo tiempo, luego que el precio fue olvidado”. Hoy, se pueden ver por las cercanías de Usansolo dos “Nubes de plata”, y un “Olvido de Plata”, paseando en silencio sus elegantes formas. Este último, el “Silver Wraith”, se

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4 presenta en 1947 y es el primer Rolls Royce de la posguerra, que se vende exclusivamente como chasis-motor, independientemente de la provisión de la carrocería, que se hace por encargo de cada comprador, por lo que casi se puede afirmar que no existen dos exactamente iguales. Cuando se inició su producción se hace con mucha cautela, porque la Inglaterra de los años después de la guerra no admitía grandes lujos, encontrándose además la gasolina racionada por cupones. Esto limitó su producción a menos de 2.000 ejemplares, construidos hasta 1959. Se trata del Rolls más antiguo que Luis Mari tiene, y su estatuilla se encuentra arrodillada, lo que indica que su inicial propietario era un jeque árabe.

Mercedes S26/120-1927 Estaba equipado con un motor de 6 cilindros. Lograba una potencia máxima de 180 CV a 3.000 rpm, su velocidad máxima llegaba a 150 km/h y el precio era de 30.000 marcos alemanes de la época. En 1982 fue utilizado para rodar varias películas en el Sáhara, y para ello le cambiaron el motor por uno de gasoil de 4 cilindros. Tiene 5 metros y medio de largo.

Los, “Silver Cloud I” y “Silver Cloud II”, datan de principios de los años 60, aunque fueron presentados oficialmente en 1955. Esta serie consta de 3 modelos, el 1, el 2 y el 3, en los que se van

introduciendo

innumerables

mejoras.

Alcanzaba los 190km/h y una aceleración de 0 a 100km/h en menos de 12 segundos. Disponía de todas las comodidades de los Rolls y un espacioso interior. El modelo II de Luis Mari tiene cristal de separación automático entre la parte delantera y la trasera. Al lado de estos elegantes y voluminosos vehículos en blanco y negro, destaca con personalidad propia un ejemplar, símbolo de otra forma de vida, que roza su chato morro azul con

Mercedes 170 –1936 Fue presentado en el Salón de Berlin de ese año. Su producción superó la de cualquier otro coche de antes de la guerra, y sentó las bases para la producción de la posguerra. Cuatro cilindros, 38 CV de potencia, alcanzaba los 108 km/h

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los brillantes cromados en color oro y plata de sus vecinos. Se trata de un SEAT 600. Este es el perfecto contrapunto al significado que la palabra automóvil tuvo para los propietarios de las marcas de élite, y representa en nuestro país la incorporación del ciudadano de a pié a una la nueva era del “utilitario”. En 1955 se presenta el nuevo Fiat 600 en el Salón de Ginebra. Se trataba de un coche de tamaño mediano, pensado para transportar a 4 personas a unos 85 Km/h, y que su filial SEAT empieza a fabricar en 1957 en Barcelona. En sus orígenes no fue un coche al alcance de todos, ya que su precio era 71.400 pesetas, y representaba todo un lujo. Pero era sin duda el modelo más “ajustado” respecto al modelo anterior, el SEAT 1.400, y se formaban listas de espera de hasta 1 año, incluso habiendo tenido que adelantar el dinero de la compra. En ese primer año se fabricarían más de 2.500 unidades. Con el transcurrir del tiempo, el 600 representaría la entrada definitiva de nuestro país en los nuevos hábitos de vida del siglo XX, donde el automóvil representaba una completa autonomía de movimientos que ampliaba los horizontes de los jóvenes del momento. Cuando a mediados de los 60 se deja de fabricar, todavía circulaban más de 300.000 Seat 600 por nuestras carreteras, y aún hoy no es extraño ver ejemplares de ellos con orgullosos conductores de mediana edad al volante, firmemente convencidos de estar montados en uno de los coches más míticos de la historia. Entre las múltiples asociaciones que existen, que tienen como objeto de culto el 600, se utiliza habitualmente la expresión de que “tener y conducir un seiscientos, es mucho más que tener un coche”. Otro clásico del siglo XX es el Mini. Originario de Inglaterra a finales de los años 50, el Morris Mini Minor estaba pensado para satisfacer las demandas del público joven, con un coste y un tamaño mínimo. Los primeros modelos estaban entre 90.000 y 125.000 pesetas. Sus medidas -3 metros de largo y 1,1 metros de ancho- estaban calculadas para albergar a 4 ocupantes y algo de equipaje. Cuando se presentó causó poca admiración, a pesar de que revolucionó la forma de diseñar automóviles, colocando el motor delantero de manera trasversal y utilizando novedosas técnicas para ahorra espacio. En los años 60 el Mini se popuralizó de mano de cantantes, diseñadores y estrellas de cine. En 1964 Mary Quant se basa en él para dar nombre a la “minifalda” y en 1965 sus ventas habían alcanzado ya el millón de utilitarios. En 1980 se deja de fabricar, pero la 118.


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LO MÁS LUJOSO DE LA EPOCA

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Mercedes 600-1969

marca Rover lo rescataría en los años 90 y actualmente, de la mano de BMW, este pequeño coche continúa haciendo su historia. Además del espíritu de los 600, los Mini, los Mercedes, Rolls Royce, Citroen o Ford, Luis Mari también cuenta otras historias sobre mar-

Se produce entre 1964 y 1981. Lo último en ingeniería de la época. Motor de 8 cilindros que producía 250 CV, de los que 50 se destinaban a mover todas las unidades hidráulicas con las que contaba el coche, multiplicando su confort: elevalunas automáticos, asientos delanteros y traseros regulables, climatización independiente, apertura y cierre automática del maletero, depósito de combustible…etc. Fue utilizado como limusina por jefes de estado en todo el mundo. 6 metros de largo. Velocidad máxima de 205 km/h. Aceleración máxima de O-100 de 10,7 segundos.

cas como MG o Jaguar. La de esta última es única en el mundo, puesto que del modelo Jaguar MK -1 que posee, sólo se llegaron a hacer dos. Se trató de un encargo exclusivo que hicieron dos doctores y amigos australianos en los años 50: J. Carvel-James y A. Wenner-Gren, de Sydney. Este dió como resultado un par de espectaculares automóviles rojos en 1959, que alcanzan una velocidad máxima de 240 km/h. Este ejemplar posee la elegancia y la velocidad del animal que da nombre a su marca, y es digno de participar como una bala encarnada en trepidantes aventuras con héroes cinematográficos como James Bond al volante. Su dueño afirma que su conducción, efectivamente, responde a estas expectativas.

Además, Luis Mari cuenta con otros modelos que esconden tras el polvo otros relatos fascinantes sobre sus constructores o sus dueños y que hoy han ido a parar a un verde paraje de Bizkaia en una de las colecciones particulares de coches históricos más importantes y desco119.


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nocidas de nuestro entorno. Todos ellos duermen en diversas lonjas, en espera de que se habilite un espacio exclusivamente para su descanso, donde Luis Mari y sus “ayudantes” puedan acceder y sacar con facilidad cada modelo para darle el paseo habitual que los mantenga en buena forma. ¿Para qué? “Para nada en concreto”. “Para cuidarlos cuando me jubile y para disfrutar de ellos”. Cuando se retire el panadero, Luis Mari sacará el mecánico entendido que lleva dentro.

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4 A Mari Artetxe, Mª Angeles Azkueta y Arantxa Bizkarra se le cruzan, en distintos momentos de su vida, la panaderia y Usansolo, modificando sustancialmente sus sueños, sus aspiraciones y sus planes juveniles, y quedando ligadas por motivos diferentes, pero igual de consistentes, a un mismo proyecto común. Para Mari y Arantxa ese momento fue el último día de Febrero de 1957, cuando se trasladan a vivir a Usansolo y abren oficialmente la panadería. Para Mª Angeles, el día de Santa Bárbara de 1964, cuando contrae Matrimonio con Luis Mari. A partir de entonces las tres mujeres se ven envueltas en los vaivenes que imponen las necesidades del negocio y las propias condiciones familiares, teniendo cada una de ellas un protagonismo muy destacado en que la marca “Bizkarra” pudiera llegar hasta lo que es hoy. Mari había nacido en 1910 en Larrabezúa, Arantxa en 1936, también en este municipio y Mª Angeles nacida en 1943 en Galdakao. Ellas comparten experiencia, puerta con puerta, con otras familias que han decidido emprender el mismo camino de levantar un negocio desde sus inicios en el punto cero, y que forman en el entorno de la estación de Usansolo un incipiente núcleo comercial en los años 60: “Panadería Bizkarra”, “La Tienda de San Pedro”, “El taller de Apellaniz”, la “Carnicería de Margari”, “La Tintorería”, “La Sierra de Etxebarria” , “La tienda de Isabelita” o “El Bar de Angelita”, eran sus principales representantes.

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Para todos aquellos promotores, la frontera entre la vida familiar y el trabajo era difusa, prácticamente inexistente, porque el ámbito del negocio y sus necesidades lo invadía todo. Si se estaba empezando, porque los principios requieren de un esfuerzo adicional; si ya se había arrancado porque había que darle estabilidad, si estaba consolidado porque había que adaptarse a nuevos tiempos…..los eslabones de esta cadena enlazaban uno con otro a medida que la empresa iba evolucionando. A esto se unía la amplitud del horario de atención o de servicio al público, un concepto que se aplicaba de manera “muy abierta” , siendo habitual el que la gente acudiera a casa del propietario porque necesitaba un artículo de su comercio. Además, los propios procesos de trabajo en los negocios eran tan complicados que ocupaban en muchos casos prácticamente todo el día. En estas condiciones, todos los partícipes de estas iniciativas empresariales se aplicaban en su desarrollo, pero eran las mujeres, en cuya responsabilidad recaían además el resto de tareas de ámbito familiar y doméstico, quienes realizaban auténticas “proezas”. En el caso de la panadería, estas tres mujeres han trabajado en ella largos periodos de su vida: Mari durante 20 años, Arantxa 38 años y Mari Angeles 12, pero no es el tiempo el factor que define su relación con el negocio. Arantxa, Mari Ángeles y Mari han sido, cada una a un nivel, tres piedras angulares que han dejado lo mejor de sí mismas en este recorrido de única dirección que han efectuado desde los años 60, y que va más allá del momento en el que dejan de trabajar en el obrador. Para Arantxa Bizkarra la panadería ha sido “su vida”, utilizando sus propias palabras. Es copartícipe del negocio junto con su hermano Luis Mari y sonríe cuando recuerda cómo la madre y Luis Mari “les vencieron” a ella y Esteban para abrir la panadería. “Algo de razón, ya tenían”, dice irónicamente. Para Arantxa, abrir la panadería supuso dejar su casa y su municipio, Larrabezúa, y trasladarse a Usansolo, donde no conocía a nadie. A los 20 años y con un carácter sensible, tuvo un inicio con lágrimas, a pesar de que tenía en proyecto su boda para varios meses más tarde. El 21 de Agosto, de 1957, en su 21 cumpleaños, se casa en Larrabezua con Juan Beaskoetxea, que se incorpora a trabajar a la panadería y abandona su trabajo en la papelera de Durango. De luna de Miel van a Barcelona, como todos los Bizkarra de la segunda generación, a ver a la tía Sabina. Entonces, su padre, Esteban, le dice que “con 6 122.


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UN CENTRO COMERCIAL DE LA EPOCA

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días es bastante” y ellos tardan casi un mes en volver, cuando se

les acaba todo el dinero.

Arantxa recuerda el acierto que tuvieron en dilatar su viaje, ya que sería el único que realizarían juntos. Al poco tiempo Juan cae enfermo, falleciendo 4 años más tarde. Para Arantxa comenzaría una época en “blanco y negro” que duraría 17 años. A los 25 años y con un chiquillo de 27 meses, se pone de luto hasta los pendientes, sin tener apenas tiempo para llorar a su marido. La misma noche que habían celebrado el entierro Arantxa iría a trabajar de madrugada al obrador para sustituir a su hermano que se había puesto enfermo. El dolor tenía que esperar.

En unos pocos bloques de casas se habían instalado varios negocios que cubrían las necesidades habituales de los vecinos de Usansolo. Establecimientos como la tienda de “San Pedro”, la tintorería de “Miren”, la carnicería de “Margari”, los bares “Angelita” y “Ereño”, la sierra de “Etxebarria”, piensos “Alonso”, el taller de “Apellaniz” o la panadería “Bizkarra” eran proyectos coetáneos y sus vidas transcurrían puerta con puerta en el barrio de la estación, constituyendo el centro comercial de la época. Fotos: barrio de la estación

El hecho de quedarse viuda impulsaría aún más el esfuerzo de Arantxa para sacar el negocio adelante ya que, sola y sin ingresos propios, la panadería era su apuesta de futuro, no solamente para su propia subsistencia, sino para la de su hijo. Este, Fernando, pasaría muchas noches en el obrador, durmiendo en un canasto de pan mientras Arantxa hacía su trabajo; otros días lloraba y “se colgaba” de su madre sin dejarle trabajar, y al final tenían que dejarle llorar hasta que se cansara porque la masa no se podía demorar. En los duros momentos de la enfermedad y posterior muerte de su marido, Arantxa contó con el total apoyo familiar, que se cerró en torno a ella como una piña en todos los sentidos. Sus 123.


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padres mandan traer de Barcelona las medicinas que Juan necesitaba para su tratamiento, a pesar de que costaban 1.000 pesetas y representaba entonces mucho dinero. Además se vuelcan en cuidar y mimar a Fernando para minimizar en lo posible los efectos de la enfermedad y posterior muerte del padre. Arantxa contaría también con la inestimable amistad de Vitori, una joven que había entrado a trabajar en la panadería al poco de nacer Fernando para hacer el reparto con el carro de mano. Ambas se encontraron en situaciones análogas, puesto que Vitori tenía su misma edad, estaba sola –se había separado del marido- y tenía 3 hijos, la pequeña de la edad de Fernando. La camaradería entre ambas jóvenes fue instantánea, y la alegría de Vitori arrastraba a Arantxa en sus repartos conjuntos. Ambas se desplazaban en ocasiones por todo Usansolo con el enorme carro de “transportes Elguera” que medía casi un par de metros de ancho y era difícil de manejar cuando salían a la carretera. Las dos estaban siempre juntas con sus hijos. Vitori compartía con Arantxa también su necesidad de sacar a éstos adelante: trabajaba desde las siete de la mañana hasta las 9,30 en el reparto y luego iba de interina al Palacio de “La Josefina” hasta completar la jornada. Las dos mujeres se apoyaban mutuamente en el cuidado de los niños para poder compaginar sus horas de trabajo, que se sucedían sin descanso a lo largo de todo el año, ya que solo tenían dos días de fiesta: Nochebuena y Nochevieja La familia pronto “adoptó” a Vitori como una más. “De la comida que se cocinaba en casa de los Bizkarra los festivos y los domingos, iban dos ollas a mi casa; el padre dijo que así sería mientras viviera” Además, Vitori considera a los Bizkarra como parte de su familia: “A los padres les contaba todo, y ellos te trataban como a una hija. Para mí Arantxa ha sido como una hermana y mi hija la mayor, que se ha criado con ella, siempre la han llamado tía”. Hoy ambas mujeres comparten paseo diario y excursiones, además de una historia común de vivencias ligadas a la panadería, actividad por la que Vitori se ha merecido el apodo de “panaderita” para aquellos que la recuerdan como una figura con un carro a cuestas. Si el modo de vida de una viuda marca la juventud de Arantxa, simbolizada en su largo periodo de riguroso luto, su trabajo en la panadería le permite por otro lado salirse de este 124.


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UN OFICIO PARA TODOS

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“modelo” e implicarse en un proyecto de interés propio. Su padre sería además el impulsor de que aprendiera cosas nuevas, ampliara sus horizontes y se desprendiera del negro una vez pasados los primeros años. Con él, Arantxa aprende a conducir a los 25 años, una rareza de la época, para repartir luego el pan con la furgoneta de la empresa. Arantxa va a examinarse a Amorebieta: la única mujer entre 33 hombres y acompañada de su padre no pasó desapercibi-

En la vieja panadería todos participaban del oficio. Familia, trabajadores y amigos que han perdurado a través de las décadas, acompañando y colaborando con ellos en el desarrollo del negocio.

da para nadie. Entonces pasaban un examen práctico y uno teórico oral, delante de todo el mundo. Cuando llega el turno de Arantxa las preguntas se hacen interminables. A la salida, el examinador saluda a Esteban, al que conocía, y al saber que había venido con su hija le comenta: “no me digas que es tu hija…coño, si llego a saber no le aprieto tanto, porque como mujer le he cosido a preguntas”…aún así, Arantxa sacaría el carnet a la primera. Con la furgoneta, Arantxa realizaría el reparto por los municipios de alrededor, entrando en contacto con muchas familias que todavía hoy

En la panaderia, Arantxa y Mari Angeles Abajo: Luis Mari, Mari Angeles y sus hijos.

recuerdan su visita al volante del viejo vehículo. Para ella fueron los años “duros” cuando había que “dejarse la piel trabajando” para que aquello saliera adelante. Para ello el negocio siempre ha contado con ella. Por lo demás, Arantxa se confiesa “como Aita, de buen conformar”, y ha apoyado siempre la gestión de su hermano Luis Mari, y los resultados que se han conseguido con la vieja panadería familiar, de la que se

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vio apartada profesionalmente a los 57 años por causa de una angina de pecho. “Siempre hemos tirado para adelante, muy fuertes, pero yo creo que al final el cuerpo lo paga y por eso ahora nos vienen los achaques”. Arantxa tiene como afición mimar los recuerdos familiares de los Bizkarra; a lo largo de toda su vida ha retenido muchos de los detalles e historias vividas por sus allegados. El recorrido por sus colecciones de fotografías, la mayor parte de ellas antiguas, ilustra estos lazos de amistad y de sangre en decenas de nombres que han entrado, más o menos ocasionalmente, en contacto con sus vidas, y de los que se acuerda perfectamente. Su regalo preferido para su hermano o sobrinos es rescatar en un cuadro alguna parte de estas historias en imágenes, sabiendo que va a obtener siempre la misma reacción de sorpresa y admiración “pero ¿de dónde has sacado esto?”. Las únicas fotos que quisiera tener y no tiene: “una de mis Aitas con los tres nietos y una de Aita con AlCapone”. Si Arantxa entra en contacto con la panadería por causa de una “batalla perdida” con su hermano y su madre, su cuñada Mari Ángeles lo hace por causa de una “batalla que creía ganada” con su futuro marido. Mari Ángeles acude al altar con dos convicciones que ya había acordado con Luis Mari: que iban a vivir en casa propia y que no trabajaría en la panadería. Y ninguna de ellas resultaría del todo cierta. Y no era precisamente que el trabajar le asustase. A los 16 años Mari Angeles daba con su madre de comer a 60 personas en el comedor de “La Cantábrica” y llevaba con su hermana una bodeguilla. Ambas eran hijas del matrimonio formado por Josefa y Pedro, que vivían en una casa en La Cantabrica. La temprana enfermedad de su padre, que estuvo 7 años enfermo de pulmón sin poder trabajar, nada más nacer ella, marcaría sus vidas, ya que sería Josefa la que tendría que sacar la familia adelante. Mari Angeles recuerda desde tuvo uso de razón a su madre trabajando frenéticamente mientras su hermana mayor que le llevaba 7 años, se hacía cargo de ella y de la casa. A medida que se hacían mayores, las chicas ayudaban a su madre para asegurar el sostén familiar, trabajando con ella y cuidando del padre, que aunque trabajó a temporadas como guarda en “la Cantábrica” ya nunca se repuso del todo. Si a Mari Angeles le hubieran preguntado de adolescente qué quería ser de mayor diría “Ama de casa”. Si le preguntaran que no querría hacer hubiera afirmado que “lo que tuvo 126.


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que hacer su madre: trabajar y trabajar todo el

Esteban y Arantxa con su hijo Fernando

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día fuera de casa ”. De aquí la firme decisión por su parte de organizar su vida en torno a parámetros completamente opuestos que los que había vivido desde pequeña. A pesar de esto, una vez volvieron de Barcelona, Luis Mari y Mari Angeles se instalan en la casa de Esteban y Mari donde viven también Arantxa y el niño. “Luis Mari me convención El matrimonio Bizkarra: Esteban y Mari

y yo tampoco me opuse, me pareció bien: Luis Mari trabajaba de noche y yo sola en casa, que no conocía a nadie en Usansolo…además les hacía falta alguien que atendiera las cosas de la casa porque todos iban a la panadería”. Así que Mari Ángeles realizaba las tareas de la casa, hacía la comida y llevaba a Fernando al colegio conviviendo en casa de sus suegros hasta que nace su hijo mayor, Eduardo, que es cuando se

Arantxa y su marido Juan

traslada a su propia casa. Aunque en hogares diferentes, muy cercanos, seguirían con el mismo sistema de convivencia y vida prácticamente en común durante todos los días. Una mañana, a primeros de Diciembre de 1967, poco antes de morir Esteban, Luis Mari

Esteban con Luis Mari, Mª Angeles y sus primos Noé y Rosario

llama a Mari Ángeles para ir a ayudar a la panadería, porque su padre se siente mal. Su segundo hijo Rodolfo tenía meses y Eduardo apenas pasaba los 2 años. Improvisadamente y sin prácticamente tiempo para pensar, Mari Ángeles va a trabajar por primera vez al negocio familiar, sin saber que esa sería su rutina a lo

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largo de los 12 años siguientes. Se acababa de truncar su segunda condición de casada. Durante esos 12 años Mari Ángeles reviviría su infancia en el papel de su propia madre, pensándose que sus hijos vivían lo que había vivido ella. Su jornada comenzaba a las 5 o 6 de la mañana hasta el medio día, en que tenía que ir a atender las cosas de casa. Durante el día realizaba el control de la producción y los pedidos. Tres días a la semana ocupaba las tardes haciendo bizcochos y magdalenas con las recetas que había aprendido cuando estudiaba cocina. El ritmo de trabajo no le dejaba mucho tiempo para pensar, pero a veces le asaltaba la incertidumbre sobre que pasaría con los 8 integrantes de la familia si el negocio fracasaba o sobre cómo podía sacar más tiempo para atender más a los niños. En aquellos años de gran avalancha de trabajo y deudas por saldar, una vez fallecido Esteban, Mari Ángeles descubre la tremenda ayuda de sus vecinos de arriba, que sería quienes se encargarían de los chiquillos a las 5 o 6 de la mañana cuando ellos se iban, sellando una amistad que todavía persiste. Juan Gallego y su mujer tienen 8 hijos, 7 chicas y el último un chico. Cuando los Bizkarra fueron al piso de abajo no tenía todavía el niño, así que tomó a Eduardo como propio con mucha ilusión. El trabajaba en “La Josefina”, trabajaría a lo largo de 42 años, haciendo después horas extras para obtener ingresos adicionales. Cuando se van al piso de arriba de Luis Mari y Mari Angeles, además de mantener a la familia con su sueldo tenía que pagar un crédito de 9.000pts al año, todo ello ganando 1.000 pesetas al mes. A pesar de que su jornada de trabajo sobrepasara las 12 horas, todas las madrugadas acogía a Eduardo en su cama y luego presumía “este me meó a mí antes que a su padre”. Con ellos el matrimonio Bizkarra acudía los domingos a la cervecera a comer “un pollito y luego a casa”, y sería una de sus hijas mayores quien posteriormente cuidara de Eduardo y Rodolfo. Mari Ángeles recuerda la alegría de las celebraciones conjuntas y de las primeras navidades que “celebré sin mis padres”, que disipó la nostalgia brindando con la familia de Juan. “Yo le admiraba mucho. Un hombre con un carácter siempre alegre, siempre para hacer un favor, y no importaba que hubiera trabajado 20 horas seguidas, era un gran apoyo para nosotros…”. Durante esos años de trabajo en la panadería a Mari Ángeles le parecía que todo iba a cien por hora: siempre iban corriendo, y cuando llegaba a casa no llegaba el tiempo apenas más que para hacer la comida o algo de la colada…. a pesar de que había visto poco 128.


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a sus hijos, estaba tan cansada que le hubiera gustado verlos en la cama. Además Luis Mari apenas pasaba una o dos horas durmiendo la siesta en su casa, porque el resto del tiempo estaba trabajando en el obrador y transportando pienso de Vitoria. Para pasar más tiempo juntos se solían meter todos en la furgoneta para ir y volver a Vitoria, “por lo menos durante el viaje estábamos toda la familia reunida” La jubilación de su madre, Josefa, supondrá más adelante un “respiro” para ella, que acoge a sus padres en su casa y deja a los niños a su cuidado todas las mañanas mientras acude al trabajo. El negocio va prosperando y Luis Mari ve la necesidad de más espacio para seguir desarrollándose. Cuando llega el momento del traslado de la vieja panadería, en 1979, Mari Ángeles ve la ocasión de retomar sus viejas premisas y quedarse en casa: “Ya no era imprescindible y para seguir tenía que hacerlo a costa

En los últimos años, la fisonomía de Usansolo se ha visto transformada. Como ejemplo de ello, podemos ver, de arriba abajo, algunas de las imágenes familiares del ayer: La iglesia de San Andrés, los caseríos de la Plaza Unkina y el tranvía de Arratia a su paso por la localidad. Todo ello ha desparecido actualmente.

de mi madre, que aunque jubilada se tenía que levantar a las 7 de la mañana para atender a los chicos…en ese momento tomé la decisión muy convencida de lo que hacía.” Después de dedicarse intensamente a disfrutar de sus 3 nietos, Mari Angeles mira hacia atrás con la lucidez de quien es consciente del camino recorrido y el asombro de cómo han salido adelante superando los contratiempos. “Debía ser la audacia de la juventud, porque nos metíamos y nos metíamos y había muchas Fotos facilitadas por www.usansolo.com

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cosas que no estaban seguras. Por ejemplo, no teníamos ni seguros ni nada, y yo fuí a parir a una clínica privada de aquí….sólo imaginar que algo hubiera ido mal…entonces ni lo pensábamos, y si lo hacíamos era sólo un minuto y ¡hala! A seguir para adelante” A Mari le ocurrió al final de su vida, respecto al negocio, algo parecido que a Mari Ángeles de joven: hizo lo contrario de lo que a ella le hubiera gustado. Mari había estado toda la vida trabajando. De joven y con su hermana mayor en el taller de costura que tenían en Larrabezúa, donde hacían ropa y vendían botones, hilos y otros artículos de mercería. Cuando se casa su hermana, queda ella al frente del taller hasta los 23 años, cuando a fuerza de entrar Esteban a llevarle el pan logra conquistarla. El 16 de Noviembre de 1933 se casa con él y se establecen en Matiena, desde donde se trasladarían pronto por causa de la guerra en el 36, a punto de dar a luz a su hija Arantxa. A Mari le sale clavado en semejanzas su hijo Luis Mari: los mismos rasgos, la misma figura y el mismo temperamento. Y en cuanto éste se plantea la apertura de la panadería, montada y parada en Usansolo, la madre le secunda en el objetivo, logrando ambos convencer a la otra parte de la familia, menos decidida para esos menesteres. Con la apertura de la panadería, Mari encuentra su vocación, volcándose en la empresa. Primero a fabricar y después a repartir en burro….solo con la apertura del primer despacho de pan en Usansolo logran sus hijos que se apee del animal, cambiando el reparto por la venta al público. Detrás del mostrador era feliz, tratando con sus vecinos, aunque estos la recuerdan sobre todo a lomos del burro por Galdakao. Cuando entra en la sesentena, sus hijos la convencen para que se quede en casa, al cuidado de los nietos. Pero ella jamás dejaría de pensar en el negocio. Se ponía con un chiquillo en brazos a mirar por la ventana, desde la que veía la panadería, calculando si los pedidos se retrasaban o el repartidor llegaba antes de la cuenta, habiendo cubierto la ruta de manera insuficiente. Aunque parecía seguir atentamente el ritmo de las labores domésticas, a su hijo le comentaba “Fulano llega media hora tarde con el camión”. Y siempre tenía razón en sus observaciones. Estuviera donde estuviera, Mari siempre tenía la cabeza en el negocio. Mari es de esa casta de mujeres de principios del pasado siglo que vivieron intensamente. Ella murió a los 76 años, pero pertenece a la misma categoría que Tere Intxaurza

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LA FIESTA DE LOS “NO VERANEANTES”

o Josefa Isasi, todavía en activo con 89 y 94 años respectivamente, con las que compartió época, vivencias y en el caso de ésta última, parentesco familiar por parte política. Ambas llegarían a ser consuegras y pasarían muchos domingos de comidas en Urkiola con sus hijos, Luis Mari y Mª Angeles, y sus nietos comunes. Hasta llegar a ese momento, Josefa recorrería un camino marcado por el esfuerzo y la necesidad de salir adelante junto con los suyos. Ella dice que trabajó “desde los 6 años hasta los 84”. Su vida, se divide en grandes etapas donde el concepto “los suyos” va cambiando conforme evoluciona su ciclo vital: A los 6 años “los suyos” eran sus 8 hermanos menores; a los 25 su marido enfermo y sus dos hijas pequeñas, y a los 60, sus nietos. Acorde a estas necesidades ha organizado su tiempo y sus energías, que parecen inagotables.

Puestos a innovar y a ponerle sentido del humor a las vacaciones, los vecinos del barrio de la estación instauraron durante más de una década la llamada “Fiesta de los no veraneantes”, pues sólo la disfrutaban quien se quedaba en Usansolo a pasar el verano. Estaba impulsada por un grupo de vecinos y por ambos bares de la zona. En las fotos superiores se puede apreciar una imagen de hoy y otra de aquellas entrañables fiestas, hoy desaparecidas.

Como muchas otras mujeres y hombres de la zona, Josefa entra a trabajar en la Dinamita a los 18 años, estando allí hasta que se casa 6 años más tarde. Su misión era recoger en cajas los cartuchos que las “cartucheras” cargaban y repartirles la dinamita para que la cargaran. Tras un periodo de varios años en los que forma su propia familia vuelve a la fábrica para hacerse cargo del comedor, al caer su marido enfermo, y ya no lo abandonaría hasta su jubilación. Durante 22 años dio diariamente de comer a los trabajadores de la Dinamita sin faltar un solo

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día, llevaba una bodeguilla y acudía puntualmente a otros trabajos complementarios. En la Dinamita, Josefa comparte destino con Tere, que fue cartuchera durante varios meses, haciendo turnos de 12 y 18 horas, hasta que tuvo que abandonarlo porque se ponía “completamente amarilla la piel, hasta el punto que después de 2 meses de dejarlo, todavía me señalaban por la calle porque decían que tenía ictericia”. Su trabajo consistía en rellenar los cartuchos de pólvora con un inmenso cuidado. Ambas mujeres recuerdan algunos terribles accidentes de explosiones en la planta y las rudimentarias precauciones que se tomaban con los explosivos. En el Galdakao donde Tere y Josefa habían nacido el modo de vida estaba ligado fundamentalmente al caserío y a las grandes industrias de los alrededores. Ambas mujeres vivían en sendos caseríos, el de Tere era el caserío “Etorri”, situado en el barrio de la estación de Usansolo, que fue derribado cuando contaba más de 300 años. El de Josefa era el caserío “Itzaga”, situado en La Cantábrica y hoy también derribado. Ambas familias conservan en un cuadro la estampa de ambos edificios como recuerdo de unas vivencias de las que hoy sólo quedan sus recuerdos, a pesar de lo cercano que está en el tiempo. Josefa no recuerda haberse puesto nunca enferma, y si lo hizo le hubiera curado su Aita aplicándole ortigas para hacer desaparecer “el mal”. Su hermana mayor falleció a los 13 años, quedando ella al cuidado de sus 7 hermanos menores con 6 o 7 años. En casa se abastecían prácticamente de todos los alimentos: “teníamos vacas para la leche, huerta y ganado, así que excepto azúcar, café o cosas así, lo trabajábamos nosotros: leche, huevos, queso, carne..Había dos o tres tiendas en los alrededores para comprar estas cosas”. Iban a la escuela “a veces, cuando llovía, porque siempre había cosas que hacer en casa. Incluso si llovía solíamos desgranar las mazorcas de maiz”. También Tere, mujer de su tiempo y de su municipio, tenía a los 11 años a tres chiquillos a su cargo. Tras haberse escapado de la escuela un día de bronca monumental con la maestra, decidió que se pondría a trabajar y dejaría los libros. Con otros 7 hermanos, el padre de Tere trabajaba en la Dinamita de carpintero en el taller. “Allí ganaba cada día 5,25 pesetas de jornal. Eramos 8 y las alpargatas costaban 6 perras cada par…seis por ocho 48, que representaba gastarse el jornal de un día en alpargatas. Mi Ama, cuando se estropeaban, las cosía y les daba la vuelta”. Desde joven, Tere tenía claro que su vida no 132.


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4 Arantxa con Vitori, que trabajó desde los 24 años en la panadería repartiendo con un carro de mano el pan a domicilio. Casa por casa, “la pasieguita” ponía la sal en los repartos de cada mañana

estaba en la explotación del caserío familiar sino en comerciar con lo que éste daba. Esta decisión fue el origen del actual negocio de supermercado “San Pedro” que dirigen sus hijas en Usansolo, un negocio que durante bastantes años ocupó puerta con puerta la misma calle que la vieja panadería Bizkarra, siendo por tanto con ellos vecinos de local y de vivienda, El hijo de Pedro Apellaniz es quien dirige hoy “Talleres Apellaniz”, situada en Erletxes. Se trata del continuador de otro negocio contem-

Arantxa con Margari, de la Carnicería, en el local de enfrente de la vieja panadería.

poráneo y vecino de la vieja panadería. Su padre también es octogenario. Nació en 1924 y a finales de los 50 monta este taller con un hermano como socio. En él se hacen piezas de plásticos y trabajos diversos, para particulares y empresas. El local estaba situado en la parte de atrás del edificio situado en frente de la panade-

Pande, jugando a pelota en sus escasas horas libres. Entró con 15 años a trabajar en la panadería junto con su madre.

ría. Pedro trabaja durante largas horas en el taller, compaginando su profesión con su vocación por el deporte. Pedro ha sido un destacadísimo Atleta, con una trayectoria deportiva impresionante: 13 veces campeón nacional de

A partir de los años 70 entraron a trabajar un grupo de “chavales” que hoy siguen “metidos en harina”: Andrés, “Chicho”, Pepe, “Curro” y “Txakur”.

lanzamiento de jabalina, capitán de la selección española de Atletismo durante varios años y participante en las Olimpiadas de Londres en 1948, siendo internacional en 22 ocasiones. Este apabullante currículo lo es más si tenemos en cuenta en las condiciones en las que se forjó. Pedro trabajaba la jornada habitual en su taller, anteriormente lo haría en diversos trabajos por cuenta ajena, y una tarde a la semana iba a enTrabajadores con Arantxa y Juan a la puerta de la panadería.

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trenar al campo de fútbol de “Santa Bárbara” de Galdakao, de modo completamente autodidacta. Allí recibía los consejos de Alfonso Tutor Larrea, destacado periodista de deportes de la época, lo más parecido a un entrenador que admite haber tenido. Por lo demás, el cronómetro y el conocimiento de su propio cuerpo hacía el resto. A pesar de que tuvo importantes lesiones practicando el atletismo y el fútbol, otra de sus pasiones, estuvo en activo, deportivamente hablando, hasta los 42 años. Mientras su esposa se dedicaba al cuidado de sus dos hijos, él acudía a las citas nacionales e internacionales, con la única compensación económica de recibir lo equivalente a las jornadas de trabajo que perdía, y “otras veces ni eso”. Ambos recuerdan vivencias con Esteban y Mari de la panadería, momentos que a veces su mujer, Eleni, revive con Arantxa Bizkarra en sus partidas de cartas de cada tarde. Al lado del taller se encontraba el viejo frontón, donde también iba a entrenar un joven de 13 años en los escasos ratos libres que le dejaba su trabajo. Compaginaba como podía su afición a la pelota, su necesidad de diversión y el oficio que desempeñaría durante 13 años y que daría origen al nombre por el que todo el mundo le conoce: “Pande” que viene de “panadero”. Pande entra a trabajar en la panadería Bizkarra en pantalones cortos, acompañado de su madre, que sería para Mari una de sus amigas más preciadas y para Ferando como una segunda abuela. Pande compartiría con la familia Bizkarra almuerzos y cenas entre una y otra hornada de pan, muchas veces improvisadas con una lechuga o un pollo ajeno y otras tantas preparadas a conciencia. Para ello salían a pescar él y Luis Mari y recogían del río grande barbos vivos que echaban en el tejado del edificio, que en una parte era todo un hueco lleno de agua. De su “piscifactoria” privada salían algunos suculentos pescados cocinados a las brasas, que degustaban en sus escasos minutos vacíos alrededor del horno de pan. De aquellos años Pande recuerda grandes momentos de diversión, y algunas locuras, como cuando fueron a cazar cerca de Pancorbo, mataron una perdiz en un Coto privado y el guarda les cogió con “las manos en la masa”, una situación de la que les salvaría Jesús Montaña. Pero aquellos eran también para él días de mucha falta de sueño, “siempre me dormía en todos los lados: en cualquier cesta de pan vacía…hasta encima de “Cuco”, el burro con el que hacía el reparto”. Y de trabajar duramente en un oficio que le ocupaba casi todo el día. A pesar de eso, robaba horas al sueño para escaparse al frontón, una gran afición que perduraría a lo largo de su vida, como jugador y como Presidente del Club de Pelota de Usansolo durante 10 años. “en aquel en-

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tonces hacíamos las pelotas de dos trapos y unos hilos…nos faltaba equipamiento y nos sobraba afición”. Cuando a los 26 años le propusieron entrar a trabajar en una empresa, “me lo pensé mucho, pero salir a las 5 y tener los fines de semana libre era para mí una maravilla…”. Allí terminarían sus días de panadero, aunque sigue en contacto con Luis Mari. “Me llevó a ver la nueva nave cuando se instalaron, y aquello es una maravilla….¡si se puede ir a trabajar con traje!”. Pande, Vitori, Juan, Jesús, Angel han sido la “familia ampliada” que ha acompañado a los Bizkarra en los diversos momentos de su historia personal y empresarial. Lo mismo que el grupo más veterano de trabajadores, las primeras dependientas de los despachos o Genadio, el encargado durante más de 20 años y hoy jubilado, que ha participado en la transformación del negocio, dejando su huella. Todos ellos están ligados a distintos niveles por lazos de amistad, compañerismo o colaboración que han ido mucho más allá que el intercambio de un trabajo por un sueldo, o un favor por otro. Estos hilos invisibles pueden remontarse a 20, 30 o 10 años; pueden ser conocidos o no por las siguientes generaciones, pero son irrompibles en tanto que son parte una historia que ya ha dado sus propios frutos.

Unos 30 años separan las imágenes superiores de las inferiores, y están todas tomadas en el municipio de Galdakao. Este hizo su entrada en el siglo XX con el tremendo impulso que supuso para su desarrollo factorías como “La Josefina” o “La Dinamita”, donde trabajaban cientos de personas de los alrededores, siendo un importante porcentaje mujeres.

Fotos actuales facilitadas por el Ayuntamiento de Galdakao Fotos antiguas por www.usansolo.com

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Navidades del año 2005. Como todos los años por estas fechas hay una locura de postres y panes en las dos grandes naves que albergan ambos obradores de Panaderías y Pastelerías Bizkarra en Usansolo. La actividad febril de las 35 personas que trabajan en ambas instalaciones se reproduce en la trastienda de cada uno de los 30 puntos de venta que la marca tiene en Bizkaia. Sin embargo, a los ojos del cliente, todo está bajo control, con más colorido, más donde elegir y más sofisticación que en todo el año. Se exponen en las vitrinas medio centenar de tipos de dulces distintos y otros 15 tipos de pan. Eduardo Bizkarra, al frente de la pastelería, presume de tener un postre para cada ocasión en las navidades, tanto si se celebra en pareja, en familia, si se es anfitrión o invitado, ya sea uno más aficionado al dulce o menos…Al otro lado de la calle, su padre Luis Mari, junto con sus dos colaboradores, Rodolfo y Fernando, animan al consumo de pan especialmente en estas fechas, igualando a Eduardo en su presunción de poder ofrecer un tipo de pan para cada plato: chapata, integral, de cereales, baguette, pan verde….Para todos ellos año tras año, las navidades son momentos de una gran carga de trabajo, donde se quiere llegar bien y a todos los sitios. Pero estas navidades son especiales, y los 4 son conscientes de ello. Estas son las últimas navidades en activo de Luis Mari, que se retirará cuando cumpla en Julio los 65 años, pasando todo el control del negocio a la siguiente generación.

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En la actualidad, prácticamente la totalidad de la producción de ambos obradores se destina en exclusividad al suministro de sus propios puntos de venta, bajo la marca Bizkarra. En ellos, se puede encontrar el pan o los postres artesanos de elaboración propia, así como otro tipo de productos y servicios como el de cafetería, por el que han optado varios de sus colaboradores. Antes de esto, la distribución y venta de pan seguía los cauces de la panadería tradicional suministrando a tiendas propias y a otro tipo de despachos, bares o supermercados, como un producto de “línea blanca”, sin marca. Bizkarra adopta su forma actual en los años 90, cuando se adelanta a todo el sector y abre el primer punto de venta de pan caliente de Bizkaia y uno de los primeros de toda España. Este no se trataba de otra cosa que un establecimiento en Galdakao al que suministraba el pan en masa y donde se cocía en un pequeño horno habilitado para hacerlo “in situ”, por lo que se podía despachar durante todo el día pan “recién hecho”. Este sistema, que hoy asumimos como habitual, supuso para las empresas del sector, empezando por la propia Bizkarra, una nueva manera de concebir su propia actividad y sus productos. La prueba inicial de Luis Mari fue todo un éxito y ninguno de los que aquel día de Mayo de 1990 compró el pan caliente estaba puesto sobre aviso de que aquella iba a ser la manera de degustarlo que se impondría en los años siguientes. El éxito de la primera experiencia lanza a Luis Mari a desarrollar esta línea en profundidad, viendo que “su intuición” había acertado plenamente y que ésta podía representar para empresas tradicionales como la suya ofrecer una alternativa muy competitiva a las “boutiques de pan”, que durante los años 80 habían surgido ocasionando a los panaderos múltiples quebraderos de cabeza. “Si es que este lo coge todo al vuelo...claro, como no es de los que se queda en casa esperando sino que no para de moverse, siempre va de los primeros. Fuimos juntos a una feria de panadería en Francfurt y vimos unos hornos para cocer pan en los mismos establecimientos de venta y enseguida dijo ¡esto es el futuro!. Cuando le vi reaccionar, supe que iba a ser un éxito, porque su olfato no le suele engañar”. Luis Mari asimila en seguida que el nuevo sistema que empieza en Europa ofrece múltiples ventajas, pero sobre todo permite poporcionar al consumidor un producto de calidad y recién hecho a lo largo de todo el día, una de los aspectos más valorados, y hacerlo con mucha rentabilidad para el empresario que lo pone en marcha a gran escala, ya que 140.


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BIZKARRA HOY

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puede organizar su producción de manera global y llevarla a sus puntos de venta planificadamente. Con un mismo esfuerzo puede atender una gran producción. En ese punto de inflexión de su trayectoria, los Bizkarra echan un “ordago” con la apertura del obrador de Pastelería, siendo los primeros en organizar su sistema de producción y distribución alrededor de un punto de venta propio donde se ofrecen productos de pastelería y panadería artesana. Y todo ello creando una marca fuerte: unificada, estudiada y corporativizada para llegar con la suficiente identidad propia al consumidor, en un momento histórico en que tanto el consumo de pan como de dulces

Ambos obradores reciben al visitante sobre la estación del tren de Usansolo, dominando el viejo edificio, donde todo tuvo su origen

está comprometido por ideas preconcebidas muy perjudiciales. En esta línea, apuestan por el producto propio frente al “producto blanco” y por una filosofía de elaboración artesana que puede resumirse en conservar lo mejor de la tradición y buscar la innovación. Eduardo se inicia en el negocio familiar al frente de la pastelería, después de unos años de trayectoria como cocinero y repostero. Su posición no era fácil puesto que ser un buen pastelero y estar reconocido en el sector, proviniendo de una empresa de panaderos, es prácticamente imposible; como lo sería si se planteara en sentido contrario. Ambos oficios comparten los roces, piques y desafíos propios de quienes están los suficientemente cercanos

Actualmente en la empresa trabajan un equipo de 50 personas y hay una treintena de establecimientos propios por toda Bizkaia y también en los alrededores.

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como para desarrollar la rivalidad. A pesar de conocer esto de primera mano, Eduardo se lanza a fondo a desarrollar una línea de productos basados en la calidad de las materias primas y los procesos de elaboración y en imprimirle personalidad propia. Por ello ingresa desde el primer momento en el “Gremio de Artesanos de Confitería y Pastelería de Vizcaya”, con cuyos integrantes comparte inquietudes, criterios, objetivos y preocupaciones sectoriales en el trabajo diario por diferenciarse y hacerse valer frente a las grandes empresas de pastelería industrial. Hoy participa desde la Junta Directiva de este gremio en el avance y el desarrollo de pastelería de Bizkaia a través de múltiples iniciativas para promover el consumo de los productos artesanos y divulgar los valores de este tipo de elaboración. Eduardo realiza bajo su marca todo tipo de productos: desde bombones sin azúcar o bombones salados hasta sofisticadas tartas, pasando por la bollería, los pasteles o las pastas…Además, cada cierto tiempo sus investigaciones dan como fruto nuevos dulces que incorporar a su oferta, casi siempre ligados a una costumbre y una fecha del calendario, y en ocasiones asociados también a un postre ya desaparecido, que Eduardo y sus maestros pasteleros renuevan en el obrador: Maris y Brasas de San Juan, Mokotsas de Pascua, Torta de chicharrón en época de matanza, Turrón de Intxaursaltsa en Navidad, Tostadas de Carnaval….El calendario de Eduardo está lleno de días señalados en rojo con suculentas propuestas para terminar una comida o empezar una merienda. De cada uno de ellos puede destacar sus cualidades, su pequeña historia y cómo su incorporación a unos hábitos sanos de alimentación resulta completamente saludable para todo el mundo, ya se sea mayor, adulto o niño. “Queremos que el consumidor conozca los productos que va a comer y que aprenda a distinguirlos. Que no se deje llevar por todo ese marketing engañoso que hay en esto de la alimentación: pues ni por tener colores más subidos de tono hay ingredientes más naturales, ni por mantenerse esponjoso es mejor el producto. Y con el pan pasa lo mismo. Las cualidades del pan no están en que sólo recién hecho este bueno, sino en que durante uno o dos días mantenga la frescura natural”. Eduardo se lamenta, como su padre, de la tremenda confusión que se ha sembrado en los últimos años en relación a los productos que fabrican. “El pan ha pasado de ser un producto de primera necesidad a ser considerado perjudicial para la salud, porque engorda, y a su nivel, a los pasteles les ocurre lo mismo: antes se celebraba cualquier fiesta con

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A PIE DE CALLE

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ellos, ahora casi hay que sentirse culpable por comprarlos” . Desde la cuidada imagen en granate de sus tiendas, los Bizkarra quieren transmitir que miman sus productos, en cada una de sus fases de elaboración. Eduardo se esfuerza en informar al consumidor y realizar una producción lo más transparente posible y Luis Mari “lee” en cada pan las claves de cómo y con qué está hecho: la textura, la configuración de la corteza, el color de la miga, si tiene alveolos.. todo eso le habla de masa natural o congelada, de coloran-

Establecimientos de la marca en Usansolo y en Galdakao, que fueron en su día los primeros puntos de implantación de despachos.

tes o levadura artificial y le imprime uno u otro sabor. “Hay que hacer las cosas bien, aunque a veces la apariencia de a entender al consumidor otra cosa. Con el tiempo, siembre se reconoce lo bueno”. Con sus dos obradores y sus tiendas salteadas a lo largo de toda la geografía de Bizkaia han unificado una marca con personalidad que los Bizkarra quieren llenar con el contenido de su propia historia profesional, y que Luis Mari quiere dejar a sus herederos como plataforma para otros 50 años. “ A ver qué hacen estos ahora, porque... si yo lo hubiera tenido tan fácil”, bromea con orgullo. La tranquilidad de su jubilación descansa no solo en lo conseguido, sino en que desde hace varios años, con la incorporación de los más jóvenes, ha habido una notable consolidación y se han establecido todas las bases para pasar 143.


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de una estructura empresarial y una dirección familiar a una gestión profesionalizada. En el año 2001 obtuvieron el Diploma Premie que les acredita la implantación de un sistema de gestión de calidad basado en el modelo europeo EFQM y recientemente ha sido la primera empresa de Bizkaia que ha renovado esta acreditación con una auditoria externa. Eduardo, Rodolfo y Fernando preparan el 50 aniversario como punto de partida de la nueva etapa. Ya se están dotando de nuevos medios y tecnologías, pero saben que para triunfar no pueden olvidarse de las enseñanzas del pasado. Releyendo su historia desde uno u otro punto de vista siempre aparece los mismos rasgos: un espíritu innovador, un rumbo firme, una gestión decidida, una capacidad de integración y grandes dosis de resolución y trabajo. A lo largo de las dos naves que forman los dos obradores, hay un pequeño terreno cubierto de hierba y árboles frutales donde gallinas y pavos se alimentan con relativa libertad de movimientos, animadas por los cantos de los pájaros que pueblan las ramas. Mientras en el interior de ambos edificios se piensa y planifica en clave de futuro, este pequeño micro ecosistema rural mantiene el pasado presente, para que no pueda olvidarlo la generación que va a recoger el testigo de Luis Mari. Los más jóvenes dicen que las gallinas, y esas cosas, son “cosas de Luis Mari”, pero Eduardo elabora cada año con los higos, los membrillos y las manzanas de estos árboles confituras de otoño que se encarga personalmente de preparar y que dan carácter a las tiendas. “Creo que la gente aprecia que las cosas estén bien hechas, y aunque me tiro unas tardes interminables pelando manzanas y diciéndome que este es el último año, siempre acabo repitiendo”. Aunque sus cabezas están centradas en profundizar en el sistema de calidad, en su nueva página Web, o en la posibilidad de comercializar dulces tradicionales vizcaínos a través de Internet, persisten los hilos del pasado, incluso en la simple existencia del pequeño huerto frutal que todo visitante a la pastelería contempla obligatoriamente. “Algún día tendremos que quitar” comentan de vez en cuando. “Si, algún día”….

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Si la actual generación tuviera que escoger uno de los aspectos fundamentales de herencia que ha recibido de sus padres, profesionalmente hablando, haría referencia al alto nivel de exigencia en relación a los productos que se elaboran en los obradores. Lo han vivido en casa y en el negocio. “Cada uno de nuestros productos está estudiado desde el punto de vista de qué podemos aportarle, aún siendo tan básicos como la barra de pan o el bollo de mantequilla”. Para darles el visto bueno en Bizkarra se juzga el sabor, la textura, el tono de las masas, el acabado…” En casa siempre hemos aprendido a no conformarnos fácilmente. Hay que ir más allá, al detalle de las cosas, para conseguir el punto de calidad deseado. No basta con que simplemente sepa bien.” Hablar con Eduardo de pastelería es internarse en un mundo de matices sobre colores, tiempos y puntos de masa. Los secretos de su profesión son múltiples, y están a veces basados en detalles aparentemente pequeños, pero que en su suma adquieren gran importancia. Si en todos los campos de actividad los detalles separan un buen trabajo de la mediocridad, en asuntos relacionados con la gastronomía son “la sal”, o en este caso “el azúcar” de la profesión. A veces la clave para el resultado final está en la elección de determinados ingredientes, como en el caso del bollo de mantequilla. Este tipo de bollo se ha elaborado en las pastelerías de Bizkaia desde siempre y sólo se puede degustar en este territorio. En el obrador hacen el bollo de mantequilla con una masa básica a base de harina, mantequi145.


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lla, azúcar, sal, leche y huevos, los ingredientes de siempre. A esta masa se le da forma, se deja fermentar, se hornea y se rellena de crema de mantequilla. Desiderio Paredes, el Maestro Pastelero más antingüo de la empresa, comenta que, pese a no tener ningún secreto, cogerle el punto adecuado a la masa y buscar el momento de cocción “al dente” es muy cualitativo. “Este es un tipo de masa muy especial, que sólo está bien hecha cuando queda muy fina pero no se rompe. Se tiene que estirar con los dedos y que quede como el papel de fumar pero permaneciendo ligada. Además es determinante que tenga la cocción justa para que no se seque; hay que darle mucho fuego y muy poco tiempo para que resulte tierno y jugoso al morderlo”. Siendo un producto tan característico su elaboración es sin embargo bastante sencilla, y por ello ha sido en muchas ocasiones menospreciado, dando por sentado que cualquier bollo de mantequilla está bueno, con tal de que esté “tierno”. La identificación de esta propiedad como una condición que se ha de mantener durante largo tiempo ha ocasionado una de las confusiones más monumentales que se tienen en relación al pan y la bollería en general, ya que se acepta como producto bueno el que está “siempre tierno”. Eduardo, como el resto de pasteleros asociados al “Gremio de Artesanos de Confitería y Pastelería de Bizkaia”, pueden argumentar a lo largo de horas por restablecer este “mito”, que tanto perjudica la percepción que los ciudadanos tienen de los buenos productos, y de los productos artesanos. “Un bollo, si está hecho como se debe, no puede estar siempre blando, porque la masa tiene su ciclo de vida. Estará el primer día excelente y al segundo “pasable” y luego se irá poniendo duro. Esto es lo deseable. La duración mayor de una masa sólo se consigue a base de conservantes artificiales, que le restan frescura.” Y si hablamos del sabor entramos ya en otro mundo. Los pasteleros artesanos defienden sus productos no sólo como los más sanos, sino también como los más sabrosos, pero advierten de la devaluación del gusto en los más jóvenes, que se han criado a base de bollería industrial. “Si uno está acostumbrado a comer un bollo o un pastel como podemos hacer cualquier pastelero del gremio, se aprecia inmediatamente como malo el sabor y la textura que imprimen las grasas y otros ingredientes artificiales. Pero si tu desayuno es todos los días una magdalena “de caja”, acabas asimilando este sabor como el deseable, desechando los demás. No es infrecuente que los niños prefieran unas natillas envasadas que unas hechas en casa, pero eso sólo es explicable porque no han crecido

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5 con natillas naturales. Para los que hemos saboreado éstas, lo de estos niños es una aberración.” A pesar de que auguran un panorama difícil a este respecto, confían en que como en otros casos, “lo bueno se acaba reconociendo”, y su empeño está en que sea lo más temprano posible. Por eso su labor de difusión entre los niños es muy activa, para que “reconozcan, prueben y sepan qué es lo que hacemos y los sabores que conseguimos”. Otro caso similar es el de la Carolina, el pastel bilbaíno por excelencia. ¿Qué puede tener una Carolina que no tenga el resto?. El realizarlo a base de claras de huevo, previamente separadas, sin recurrir a sustitutos químicos hace que el conjunto tenga consistencia, pero una textura suave y sabrosa, sin efectos extraños de

EL SECRETO DEL PAN No es otro que el utilizar los ingredientes de siempre: un trozo de la masa del día anterior, harina de trigo, agua y sal. Se elabora la masa y se deja que fermente de forma natural, con tiempo: unas 12 horas hasta que dobla su volumen. Para ello no se utilizan ningún aditivo, sino que la acción del tiempo es la que garantiza la textura y el sabor final.

que hay una “grasa que se pega al paladar”. O sea, el sabor. Pero además, también la apariencia externa. En Bizkarra se ha optado por realizar el acabado final a mano, dándole a todas las piezas un baño de chocolate y otro de huevo. En este baño está la clave de su imagen tradicional: una pirámide con varias caras recubiertas de cierto grosor. A fin de mantener esta imagen intacta se ha descartado el baño a pistola, que es uniforme y mucho más fino, consiguiendo otro tipo de estética que “no queremos identificar con nuestra Carolina”. En cada producto, Bizkarra ha hecho una elección, su elección, y cada cosa tiene un por-

VARIEDADES DE SIEMPRE El pan blanco o el pan de pistola eran modalidades que se consumían mucho hace décadas. La particularidad del pan blanco es que ha de pasar por un proceso específico, el heñido, con el que se le extrae el gas a la masa, así se consigue una masa prieta y compacta muy lustrosa. El pan de pistola está ligado a las sopas de ajo. Su particularidad se la daba la estrechez de su forma, que hacía que al cocer se quedara prácticamente sin miga y fuera ideal para echar en las sopas.

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qué, que están deseoso de explicar, para “hacer cultura gastronómica de la pastelería propia, que es también una parte importante del concepto cocina vasca”. Si hay pasteles que identifican a Bilbao, y en general a Bizkaia este es el pastel de arroz, para unos el más soso y para otros la delicia de los pasteles. El pastel de arroz no lo aborrece nadie, pero tiene una tropa numerosa de indiferentes que apenas le presta atención. Para los profesionales, si se hace bien, “tiene mucho arte”. Como en otras ocasiones, los ingredientes no son ningún secreto: azúcar, harina, leche y huevos, pero eso sí, no renunciar jamás a utilizar mantequilla, que le aporta todo el sabor y el tono oscuro característico al hornearlo. El “buen hacer” está en este caso en la mezcla de los ingredientes en el orden oportuno, “primero los líquidos y luego los sólidos”, para que no se hagan grumos y queden bien mezclados. Además, la mantequilla se debe añadir en “punto pomada”, como una crema. El resultado tiene que quedar consistente y muy homogéneo. Ni un mazacote, ni una parte de abajo más dura que se vuelve más ligera a medida que va ascendiendo. En el primer caso eso significa que no se ha mezclado bien la masa; en el segundo que la harina se ha ido al fondo y la grasa ha quedado en la superficie. “Un bocado de un buen pastel de arroz es cuando paladeas una masa suave, jugosa y muy homogénea, con un fondo hojaldrado…”. Así dicho, seguro que puede acompañar cualquier desayuno, comida, cena……o simplemente un buen café. El obrador de la pastelería funciona a golpe de calendario, y en él se ha impuesto la dinámica contraria a muchos negocios de alimentación que buscan servir “de todo durante todo el año”. En las tiendas de esta marca sólo se pueden encontrar “Txirloras” el día del Padre y como mucho, los días anteriores y posteriores; lo mismo pasa con las “Maris” o las “Brasas” que sólo se elaboran en los alrededores del 23 de Junio, para la celebración de San Juan; con los turrones en Navidades o las “Tortas de San Blas” en Enero….se quiere recuperar la costumbre de celebrar las fiestas con un dulce que sólo se puede degustar en determinadas fechas, que haya expectación por esperar al Lunes de Pascua para regalar una Mokotsa, que se desee la llegada del carnaval para probar las “Tostadas de Crema”….¿A quien puede interesarle algo que se puede comprar siempre? Eduardo Bizkarra quiere incentivar el interés del consumidor por las fechas y las celebraciones del calendario, y la capacidad de creación de su equipo se mueve entre las hojas de los meses de año para poblar cada vez más semanas con sus propuestas; unas veces res-

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5 catadas o recreadas del pasado; otras veces inventadas y desarrolladas en el propio obrador. La Tostada de Crema, la Mokotsa y el Turrón de Intxaursaltsa son tres ejemplos que sintetizan esta filosofía de temporalidad de los productos, así como de innovación y tradición. La Tostada de Crema es conocida en todo el País Vasco ligada a las fiestas de Carnaval. Entorno a esas fechas en las mesas de muchas

PAN DE CHAPATA La diferencia esencial de este tipo de pan está e el tiempo de cocción de la masa, que es de 3 días. Esto repercute en el aspecto exterior, de corteza consistente y miga oscura con alveolos irregulares.

casas se llegaba al postre con algún tipo de tostada, ya fuera de crema o de pan. En casa de Eduardo y Rodolfo su madre Mari Ángeles siempre las hacía de crema, porque así las había comido de su madre Josefa. A Josefa le enseñaron a hacerlas “las monjas de Zuazo”, donde se incluía entre la formación académica nociones de cocina, algo que era común en la época. Josefa y su cuñada Juanita las hacían como en la época de la postguerra: sin huevos,

PAN INTEGRAL Contrariamente a lo que se supone este tipo de pan no es marrón, y la única diferenciación con el normal está en que se utiliza un tipo de harina que conserva al 90% la totalidad del grano de trigo.

sólo con harina y leche. Sus tostadas eran completamente blancas pero con una textura inigualable. A estas manos se le unieron pronto las de Mari Ángeles, que aportó a la receta algunas precisiones extraídas de sus clases de cocina en la Academia “Casi” de Bilbao en los años 60. Estas son las fuentes de las que “ha bebido” la actual manera de elaborar las tostadas de crema en la pastelería, y de las que están especialmente orgullosos. Leche,

huevos,

azúcar,

canela

Variando harinas, tiempos de fermentación y cocción, consiguen multiples variedades de pan.

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maizena…decir esto para describir cómo se 149.


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consiguen unas estupendas tostadas es lo mismo que no decir nada. Primero hay que conocer en qué se materializa la exquisitez de la tostada de crema. Como en otros casos, se trata del “punto de la masa”. Esta no tiene que estar dura, pero tampoco demasiado blanda y que se pueda deshacer al freirla. Al mismo tiempo, para trabajarla no puede estar muy poco consistente porque se rompería. Pero si le añadimos demasiada harina quedará un engrudo…..la exactitud y la paciencia dan respuesta a estos inconvenientes. Exactitud en la proporción de los ingredientes adecuada para conseguir todo el sabor y una textura que se deshaga en la boca al comerla. Paciencia para realizar un proceso bastante largo con una masa difícil de trabajar, con la que hay que tener mucho cuidado para que no se quiebre. “Podíamos haber optado por cargarlas un poquito más de harina, para cogerlas con mayor facilidad e ir más rápido……pero no saben ni se saborean igual.”. Una vez conseguida la crema, se extiende en planchas con cierto grosor, para que el bocado sea generoso, y se dejan enfriar. Cuando están frías se cortan en cuadrados de unos 120 o 150 gramos, se pasan por harina y huevo y se fríen a fuego vivo durante poco tiempo. Al salir, les espera una ducha de azúcar y canela al gusto del maestro pastelero, y un chorrito de anis, quedando preparadas para degustar, ya sea calientes o frías. Esta propuesta de tostadas sustituye el pan por la crema por su delicado sabor, idóneo para acompañar el momento de “los licores”, en plena sobremesa, cualquiera de los días del carnaval. La costumbre mediterránea de regalar a los ahijados el Lunes de Pascua una mona de pascua, es conocida en toda la península. En otras zonas como Galicia, el regalo adquiere forma de un roscón….muy poca gente sabe que en diversas zonas del País Vasco existía una costumbre similar, con unos productos específicos: la “Mokotsa” y la “Opilla”. Ambos eran dos tipos de panes con un huevo en el medio. La Mokotsa era un pan con tres puntas que se regalaba en Bizkaia, en la zona del Valle de Arratia. La Opilla era redonda y propia de zonas de Guipúzcoa. Pan y huevo, el símbolo de pascua por antonomasia, para celebrar cada año un nuevo “renacer” en la persona del ahijado. En el obrador se ha rescatado esta costumbre ya olvidada del Valle de Arratia y se ha dado forma a una renovada Mokotsa, más adecuada a los gustos actuales, trasladando el producto a las materias primas de pastelería. Desde hace tres años, cada vez son más los niños que reciben su sabroso regalo de 150.


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5 BOLLO DE MANTEQUILLA Es una masa hecha con harina, mantequilla, azúcar, sal, leche y huevos, que quede muy fina pero no se rompa. Se fermenta en piezas pequeñas y se cuece a fuego muy fuerte, unos 10 minutos. Luego se rellena con crema de mantequilla.

pascua, transformado en un dulce a base de masa de bollo y decorado de manera muy vistosa con motivos de pascua. De la antigua Mokotsa se conserva su esencia: la costumbre ligada al Lunes de Pascua, el nombre, la forma de tres puntas y el huevo que corona el pastel. Por lo demás, se trata de tres bolas de masa de bollo, fermentadas, horneadas, rellenas de chocolate y coronadas en su centro por un huevo de chocolate. Por encima, más baño de chocolate, atractivas figuras y virutas de diversos sabores completan el efecto sorpresa para el que lo recibe. Si a eso le añadimos una presentación exquisita en tienda, está garantizado el éxito con el ahijado, que querrá repetir al año próximo. Viejas costumbres que se convierten en nuevos hábitos, un aliciente para una festividad, un

LA CAROLINA Sobre un pastel de arroz, se monta un merengue a base de claras de huevo separadas y batidas a punto de nieve. El distintivo lo pone el baño a mano, una a una, primero en chocolate y luego en huevo, que le da los colores y formas piramidales.

regalo para un allegado, un sabor recuperado….Estas son “las armas” con las que Eduardo defiende el trabajo de la pastelería artesana. Con estos sabores recuperados Bizkarra ha tocado la conciencia de más de una Amama y algún que otro nieto, que han podido traer a sus paladares algunos ya perdidos en la memoria. Y

PASTEL DE ARROZ Con azúcar, harina, leche, huevos y mantequilla se consigue la masa de este pastel. Los ingredientes se han de mezclar primero los líquidos y luego los sólidos para que quede consistente pero no un mazacote. El color tostado superior de la mantequilla quemada y el corte limpio mostrando una masa homogénea es la prueba de la calidad.

si hablamos de sabores perdidos, en la pastelería no hay otro más característico que la Intxaursaltsa. La Intxaursaltsa era un postre hecho a base de nueces machacadas, una punta de chocolate, azúcar y leche y que se cocía largamente 151.


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hasta adquirir una consistencia pastosa y un tono tostado propio de la nuez y el azúcar caramelizado. La intxaursaltsa ocupaba un lugar destacado en la mesa de navidad de muchas familias, y en la dieta de nuestros antepasados, si retrocedemos más en la historia. Hoy sólo algunos mayores lo recuerdan como parte de sus vidas, y pocos saben incluso de su existencia. Bueno, ahora son algunos más porque es el tercer año consecutivo que en el obrador de Bizkarra se prepara “Turrón de Intxaursaltsa”, y ya se llevan elaborados más de 400 kilos. La propuesta para todo el que quiere recordar o acercarse a un sabor tradicional y que se remonta a cientos de años atrás es esta Intxaursaltsa transformada en un nuevo turrón. Pocos alimentos hay en nuestra gastronomía más ligados a la Navidad que éste, y por eso sólo se puede degustar en estas fechas. La idea le surge a Eduardo del recuerdo de su propia niñez, en la que su Amama preparaba este postre, y del apego que tiene por los sabores propios. Aunque vislumbraba que con ella podía acertar, estaba el inconveniente de hacer llegar un sabor y una textura “completamente extrañas” a los paladares de hoy, y que sólo atraería a los escasos a los que este postre gustaba. En esta línea de creación, y en el afán de hacer algo apto para el gusto actual, recuperando un sabor que pertenecía al terreno del olvido, la intxaursaltsa se transforma en algo tan típico de navidad como un turrón: el turrón de Intxaursaltsa. Para hacerlo se utilizan los mismos ingredientes de la vieja receta, pero trabajados en la proporción y orden específicos que dan como resultado el turrón. En este caso sí hay algo de “secreto” en su fórmula y su procedimiento que se guarda celosamente en el obrador, en prenda por haber sido sus creadores. Un secreto que es más la anécdota del profesional celoso de su trabajo que el miedo a que se copie una receta, que por otro lado sabemos que se basa en el postre original. Como en otras ocasiones, la cuestión está en el detalle. Aunque para el que lo prueba, el Turrón de Intxaursaltsa es muy bueno, un poco distinto, pero no muy alejado de cualquier otro turrón, este turrón es muy distinto al resto, sobre todo en que se utiliza como base la nuez y no la almendra, como es habitual. Este hecho le confiere gran dificultad a la hora de elaborar el praliné, porque éste fruto es más 152.


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5 grasoso y muy difícil de trabajar. Para que quede una buena textura, el trabajo con cada uno de los ingredientes es muy costoso. A medida que se ha ido enterando de su existencia, mucha gente se acerca a probarlo por la curiosidad de poder degustar algo basado en este viejo postre. Para Eduardo, la opinión de aquellos que habían probado en su día Intxaursaltsa y que se han acercado a sus tiendas ha sido como una prueba de fuego; sabía que gustaba a quienes no tenían referente, pero ¿y a quienes habían probado anteriormente la intxaursaltsa? ¿satisfaría sus expectativas?. Los comentarios han sido siempre positivos, puede que por lo que se parezca al sabor originario o por lo que se haya enriquecido a éste. El

TOSTADAS DE CREMA Leche, huevos, azucar, canela y maicena en una proporción exacta. Se hace una crema pastelera y se deja enfriar. Se cortan se rebozan y se fríen y se les pone azúcar y canela al gusto. Si no se mantienen enteras ni se deshacen en la boca, es que no están en su punto cualitativo.

caso es que todos los años este turrón se agota en las tiendas, y que cada año hay más personas que ponen el broche final de su comida de Navidad o cena de Nochevieja con un postre inspirado en el de sus remotos antepasados……. pero con el toque del presente milenio.

MOKOTSA Una aportación a la pascua de nuestra tierra, que proviente de un antiguo tipo de pan que se regalaba el Lunes de pascua a los ahijados. Se trata de tres bolas de masa de bollo, rellenas y bañadas en chocolate. Están adornadas con un huevo, el símbolo de la pascua por excelencia.

Cada otoño hay una actividad que mantiene ocupado a Eduardo largas tardes, cuando el obrador está prácticamente vacío. Durante los meses de Septiembre y Octubre las cajas de fruta se acumulan en varias torres en una esquina del obrador: contienen manzanas, higos o membrillos, que se recogen de los árboles situa153.


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dos en el terreno familiar que transcurre a lo largo de los dos obradores. De esta fruta Eduardo elabora personalmente conservas otoñales bajo su marca, siguiendo la forma de hacer de su madre y sus abuelas, que con estos frutos preparaban suculentos postres para disfrutar durante el resto del año: higos en almíbar, dulce de manzana y dulce de membrillo. Sus ingredientes: frutas en su punto de sazón, azúcar, agua y tiempo…mucho tiempo. En una hilera de botes se almacenan los higos en almíbar. Al destaparlos se aprecia el color oscuro, el carnoso higo todavía entero y el jarabe de alrededor….sólo una elaboración que dura 3 días puede conseguir semejante resultado. Si a esto se le añade un higo cogido en su momento justo, cuando está completo pero no maduro, y tomado directamente del árbol, están todas las condiciones para obtener una conserva de primera. El proceso, pese a ser muy simple, es muy laborioso. Se pone el agua y el azúcar y cuando hierve se le echan los higos y se cuece durante media hora. Se apaga y se deja enfriar. Luego se cogen los higos, uno a uno, y se pinchan para que absorba el jarabe y a la vez suelte todo el jugo de la fruta. Se devuelven al puchero y se dejan hasta el día siguiente. El segundo día se vuelve a poner a cocer durante 15 minutos y se deja toda la noche reposando. Al tercer día se enciende otros 20 minutos hasta coger el líquido el punto deseado de densidad de jarabe. Este largo proceso, lógicamente, no es equiparable a poner los higos, el azúcar y el agua y dejarlos cocer durante una hora y media, ya que la calidad del resultado es directamente proporcional a los tiempos de espera y de cocción en los que los jugos y el néctar de la fruta se mezclan. Estos higos en almíbar poseen la dimensión espacio-tiempo propia de hace medio siglo, cuando la elaboración de los buenos alimentos se medía en largos días. En el caso del dulce de manzana o el dulce de membrillo, el tiempo y la cosecha propia son también elementos distintivos en la receta, que es igual en ambos casos: un kilo de carne de fruta cocida mezclado con un kilo de azúcar y puestos al fuego a cocer hasta que el dulce esté en el punto de textura seleccionado. Eduardo sabe en cada caso el

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UNA RECREACIÓN DE LO MÁS ANTIGUO

punto que quiere dar al dulce: no demasiado hecho para que conserve todo el sabor y las propiedades de la fruta. Al de manzana le da un tono muy caramelizado y una textura consistente que le aportan un sabor realzado por la acidez de la manzana reineta, la única que utiliza. Al de membrillo, sin embargo, un tono muy rubio y una consistencia “de tajada” idónea para acompañar con queso. En el caso de este dulce, su imagen “engaña”, ya que es muy difí-

El turrón de Intxaursaltsa nace con la idea de recrear un sabor añejo de nuestra cultura gastronómica: la Intxaursaltsa. Un postre tradicional de la navidad que ha vuelto a ella convertido en turrón.

cil conseguir este tono y una buena textura en un membrillo casero. Lo más habitual es que se ponga casi negro y bastante duro. A veces los clientes insisten en preguntar si está hecho en el obrador, porque la crema de membrillo más clara y blanda es la que se consigue en la producción industrial a base de espesantes y harinas. Para Eduardo el punto del membrillo es el habitual, porque siempre lo ha comido así en casa.

En el obrador de Panadería, el aroma no seduce tanto, pero el proceso de elaboración tiene mucho más misterio; el propio de una receta milenaria. Luis Mari, que es quien ha hecho impronta en este obrador, no ha dado cabida entre sus productos a masas precocidas o congeladas en la creencia de que el mejor pan- el más sano y el más sabroso- es el que se obtiene como resultado de una masa fresca y de un pro-

Tiene los mismos ingredientes que la Intxaursaltsa en una mezcla y proporción adecuada para adquirir la consistencia del turrón y conservar el sabor característicos de la nuez.

ceso de fermentación natural. En esencia, hace

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el pan igual que lo hacia su padre. O mejor dicho, ya que el desarrollo tecnológico ha permitido mejorar sustancialmente algunas partes del proceso manteniendo todas las propiedades del pan “de antes”. La masa madre es la forma que ha habido desde siempre para hacer que el pan aumentara su volumen tras el amasado. La alternativa es el empleo de levaduras prensadas que ahorran el trabajo y tiempo. Pero la diferencia entre ambas se nota sin embargo en el resultado final, ya que con la masa madre el pan mejora su duración al mantenerse tierno durante más tiempo. También se aprecia en el sabor, más rico en matices, y en su corteza, que tiene mayor coloración y resulta más crujiente. El secreto de la masa madre no es otro que utilizar para la realización de una nueva hornada un trozo de la masa de la hornada anterior, que hace el efecto de levadura natural. El resto de ingredientes: harina de trigo, agua y sal. Para la elaboración emplean una harina de trigo de elevada calidad que amasan con agua. La masa del pan se trabaja en las amasadoras y se le da la forma y peso actuales a través de diversas máquinas. Tras esto viene la fermentación de la masa, otro de los momentos claves del proceso. El pan según Luis Mari es de fermentación larga, que dura unas 12 horas hasta que dobla su volumen. Durante este tiempo, la masa adquiere el punto idóneo en textura, consistencia y acidez característico de Bizkarra. Antes del horneado apartan un trozo que se empleará como masa madre en la mezcla del día siguiente. Una vez fermentado, se suministra a los puntos de venta calientes unas cuatro veces al día. El elevado número de repartos garantiza su frescura, ya que el pan se amasa en el obrador pero se cuece en su totalidad en los despachos. En ningún momento se congela o precuece y esto supone según Luis Mari “que su sabor es mucho mejor que el de los panes tratados y que dura mucho más tiempo en buenas condiciones. Mientras que el de masa fresca permanece esponjoso hasta dos días después de salir del horno, los otros quedan ligosos entre las 6 ó 24 horas posteriores a su cocción completa”. Para este panadero, que el pan esté “recién hecho” no es ningún mérito a día de hoy; está al alcance de cualquiera gracias a la tecnología. Pero sí lo es que el pan tenga óptimas condiciones al pasar cierto tiempo, ya que hace referencia al tipo de masa que se utiliza. Luis Mari se enorgullece de utilizar la mejor materia prima para su pan, y por eso se rebela cuando le pregunta si su pan integral es “realmente integral” porque no es marrón. 156.


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LA GAMA DE OTOÑO

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Agua, azúcar y fruta recién cogida y seleccionada de propia cosecha son los ingredientes de estos postres otoñales tradicionales que se preparan como antes, pero con el punto de cocción de un profesional

Una vez certificado el proceso le explicará con todo lujo de detalles al cliente cómo el color marrón no es identificativo del pan integral sino del pan fabricado con harina blanca al que se le añade cáscara de salvado y/o colorantes como la achicoria. Él lo hace utilizando un tipo de harina que conserva prácticamente el 90% del grano de trigo, o sea que conserva integralmente el grano del trigo. Es imposible que utilizando como únicos ingredientes este tipo de harina, agua, levadura y sal salga una masa negra, porque no hay ningún componente negro en ellos.

LOS HIGOS EN ALMÍBAR Que el jarabe esté meloso y tostado, pero que el higo se mantenga entero. Esto sólo se puede conseguir a base de tiempo, en un proceso de cocciones sucesivas a lo largo de 4 dias.

Además del color del pan, el aporte de propiedades del trigo es mucho mayor, porque se conserva proporcionalmente al grano que se utiliza. Para la elaboración del mismo, sigue las máximas de la masa madre y la fermentación natural, presentes en todos sus procesos de elaboración. También en la panadería, aunque se trate de procesos de elaboración básicos, cuentan mucho los detalles y las materias primas. Entre la gran variedad de panes que amasan

DULCE DE MEMBRILLO Textura suave, consistencia de tajada pero un tono rubio…conseguir este resultado es conocer la masa para saber hasta qué punto idóneo llevar la cocción.

en el obrador destaca por sus particularidades y trabajosa elaboración el pan de chapata. Luis Mari comenzó elaborando la chapata hacia 1993 y para conseguir el mismo nivel de resultado que el resto de su pan, llevó a un maestro panadero italiano para que trabajara y les enseñara el proceso de obtener una chapata de es-

DULCE DE MANZANA La manzana reineta y el punto de cocción de la mezcla para conseguir un tono tostado y una buena consistencia es lo cualitativo.

tilo italiano, al modo original. Este proceso tiene,

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entre otras, una peculiaridad diferenciadora: el tiempo. La masa para la chapata fermenta durante 3 días, una larga espera que repercute en el aspecto, sabor y duración que son características de este estilo de pan. La verdadera chapata, cuyo origen está en el pan rústico italiano, es fácil de distinguir tanto por su aspecto exterior, de forma rectangular y corteza consistente, como por las características de su interior, una miga ligeramente más oscura y con muchos alvéolos de carácter irregular. En los establecimientos se solía exponer la chapata abierta para mostrar estas características, que sólo eran apreciadas por el ojo de un entendido. Hoy prácticamente nadie advierte el estado de una masa por su textura, olor o sabor, a no ser que sea de una pieza ostensiblemente inacabada o quemada. Entre las piezas de pan ya relegadas al olvido, pero que Luis Mari sigue fabricando está el pan blanco y el pan de pistola. El pan blanco tiene como fase diferenciadora del resto del pan; el heñido. Heñir el pan es pasarlo por una máquina heñidora; unos cilindros que extraen el gas de la masa. Con ello se consigue una masa de pan más prieta y más compacta que al fermentar y luego cocer se transforma en una miga de pueblo, anque ya no se hace en ningún pueblo por lo costosa que es. Además del heñido, el pan blanco se diferenciaba por un acabado brillante que se conseguía echándole vapor antes de meter en el horno. Este tipo de pan, que era originariamente el que se hacía en los pueblos, se llamaba “pan español” para diferenciarse del “pan francés”, que era mucho más hueco y con otra presencia, mucho más parecida a la actual barra normal. Junto al pan blanco se hacía otro tipo de pan, el pan de pistola, íntimamente ligado a los hábitos gastronómicos de otra época. Era el pan utilizado para hacer las sopas de ajo y las sopas de pan, en una Bizkaia en que ambos platos eran más que frecuentes. Se trataba de un pan sin miga, sólo corteza, que se conseguía con una masa de pan normal a la que se le daba una forma muy estrecha y larga. Al cocer se le quitaba toda la humedad y quedaba completamente torrado, idóneo como ingrediente principal de sopas y acompañamientos de cremas, purés y porrusaldas. En los años de las sopas de ajo, el “quita hambres” más popular del pasado siglo, el pan de pistola imponía su estética en la cesta de la compra del ama de casa, con una estilizada y larga figura que sobresalía entre el resto de artículos. 158.


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UNA FIESTA PARA CADA DULCE

Es la propuesta de la pastelería por marcar de rojo en nuestro calendario los días que hay que celebrar con postre especial.

Ha habido otros productos como estos que se han venido haciendo en los obradores desde

Enero Rosco de Reyes, Txintxortas

febrero Tostadas de crema, Caretas,Tortas San Blas

hace 50 años y simplemente han desaparecido junto con la costumbre, la fiesta o el plato al que marzo Txirloras de San José

acompañaban. El resto han evolucionado en la forma, el concepto, la presentación o el sabor, adaptándose a los gustos actuales. Otros se incorporarán a lo largo de los años venideros de orígenes diversos, y traerán consigo otras costumbres o vendrán derivados de nuevos platos y nuevos acompañamientos…….pero todos los

abril/mayo Mokotsas de Pascua Tarta de Amatxu

que se realicen en los 2 obradores propiedad de la familia estarán hechos desde una misma manera de concebir una profesión: un alto nivel de

Junio Maris y Brasas de San Juan

exigencia y de entusiasmo por lo que se hace. Se puede copiar sus recetas al pié de la letra, pero para obtener un resultado parecido es mejor copiar su filosofía. Se trata de adquirir el espíritu de cada receta.

Julio/agosto Mousse de verano

sep / octubre Dulces de otoño

noviembre Huesos y Buñuelos

diciembre Gama Navidad: turron Intxaurrsaltsa

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