Entrevista a Spinetta 1986
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En una tarde gris del año 86, una voz desde la otra orilla del río me había confirmado que debía viajar a Buenos Aires. Luego de colgar el teléfono comencé a pensar que estaba a dieciocho minutos del sol, que la vida tiene música; camino a su encuentro vería las golondrinas de la Plaza de Mayo. Ya tenía todo pronto desde hacía un buen tiempo, aguardaban conmigo las preguntas en un papel y el casete para registrar la melodía de sus cuentos.  Había esperado varios años y parecía todo muy distante, tanto como los 24 años -que hacen en el 2010-, de aquel encuentro. Durante el viaje a la capital porteña se me cruzaba el Capitán Beto, Laura, Figuración. Sin perder la cabeza, salí a la calle, ingresé en aquella selva, me subí en un colectivo, y busqué un banderín colgado. Finalmente llegué al lugar indicado; una pequeña oficina, que podía ser un consultorio, en un edificio de apartamento. Se abrió la puerta y nos saludamos con Alejandro, quien había coordinado el encuentro.  Hundido en un sillón estaba el Flaco, nos presentaron y al pararse comprendí que era más grande. Sobre el atardecer, llegó la hora de despedirnos. Regresé a la calle en plena noche y todo giraba bajo el sol. Caminé aceleradamente en busca de un taxi, rumbo al hotel, como buscando refugio en un lugar seguro luego de estar con lo irreal. Una vez en Montevideo, trabajamos en la edición de un programa de radio y en un medio de prensa escrita, pero nunca lo publicamos o emitimos.(hasta el 2006) Luego de varias semanas, decidí esperar para realizar una segunda parte. Pasó el tiempo, y con los años comprendí que no habría segunda parte. El encuentro había sido aquel. En año 2006  al venir a Montevideo a presentar su disco, pudimos registrar las fotos y unos meses más tarde publicamos la entrevista que compartimos con ustedes en la web. aldo novick
-Esto es una caricatura tuya de Fermín Hontou. -Muchas gracias, me encanta que venga de Uruguay. Amo Uruguay, te aviso loco. Hay argentinos que lo ven solamente como un lugar para turismo. Yo cuando voy a Uruguay me siento muy bien. Me gusta mucho la gente y el lugar. Me encanta que me manden cosas así. Muchas gracias. -Naciste el 23 de enero de 1950 en Buenos Aires. ¿En qué barrio? -En Belgrano. -¿Siempre seguiste en el barrio? -No, viví en Núñez, siempre. -¿Hijo único? -No, tengo una hermana mayor y un hermano menor: Ana María y Carlos Gustavo. -¿A qué edad trabaste contacto con la música por primera vez y cómo? -Mi padre cantaba tangos. Cuando yo era chico, lo escuchaba por la radio. Por lo tanto el contacto es inmediato. Los guitarristas de mi viejo a veces practicaban en mi casa, y yo agarraba una escoba y hacía que tocaba. Después cuando crecí un poquito, que ya sabía hablar y eso aprendía tangos y
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hacía un poco de payasito en las fiestas familiares. Después, el primer síntoma de independencia es querer escuchar cierta música –de toda la que llegaba a mi casa-. Encima, tenía la suerte de que mi tía –que fue casi una madre para mí en determinado momento-, laburaba en una compañía discográfica, la CBS Columbia, entonces me traía desde etiquetas de discos a discos nuevos. De esos discos, empecé a buscar los que a mí me gustaban y cuando aprendí a usar el tocadiscos a púa, de los viejos, eran los que yo ponía para mí cuando nadie ponía discos y yo tenía la oportunidad. Después de aprender tango, salió Ricardito y los Rocks, entonces me empecé a dar vuelta con el rock. Como que, tradicionalmente, ya estaba metido en la música. -¿Cuándo te incorporás a los Larkings o a Los Sbirros? -En Los Sbirros prácticamente pasé por ellos casualmente. Porque estaban Emilio del Güercio y Edelmiro Molinari que luego van a ser los tipos de Almendra. El embrión del proyecto de Almendra ya estaba encaminado, sobre todo entre Emilio y yo, por eso también me incorporé momentáneamente a los Sbirros. Mientras que los Larkings fue el primer conjunto en el que estuve. -En el ’67 se juntan para formar Almendra. -Nos juntamos a proyectarlo, como músicos que nos conocíamos por ir al mismo colegio y tocar en las fiestas del colegio, y escuchábamos ensayos de otros conjuntos. Me acuerdo que Johnny Allon ensayaba por ahí cerca y siempre nos parábamos en la ventana a escucharlo; íbamos a algunos conciertos de jazz. Empieza a proyectarse esa idea, ya desde el Secundario. -En la primavera del ’68 graban el primer simple, el tema de Pototo. ¿Cómo te sentís vos –después de tantos años- que por ejemplo hace poco lo volvió a grabar Juan Carlos Baglietto? -Siento que fue un momento mágico pero creo que si bien no esperaba que fuera tan rápido eso de empezar a hacerse profesional -de tener contratos, sacar un disco y que se vendiera-, ya lo estaba proyectando, porque sabía qué era. Confiaba en que mis primeras composiciones eran suficientemente idóneas como para que funcionaran, dado todo lo que había. Entonces me mandé «pra frente». Y me encanta que lo haya grabado Juan Carlos. Me gusta especialmente la versión que hizo él, muy lograda. -¿Cómo surge la grabación del primer lp de Almendra? -Surge después de haber editado el tema Pototo y Hoy todo el día en la ciudad, dos simples, o sea habíamos grabado en total cuatro temas, pero la idea de hacer un disco largo, con los temas que nosotros queríamos, manejando nosotros el arte de la tapa y todo eso, fue una exigencia bastante dura. Tal es así que el original de la tapa del primer disco de Almendra –que lo hice yo-, se pierde; el jefe de arte del sello discográfico lo pierde. Y el tipo ya tenía un dibujo que nos proponía y nosotros lo vimos y lo quisimos matar. Entonces, hice otro igual. Igual, loco. «Ahora perdé éste». El disco surge así, como un espadeo, un espadeo gigante hasta lograrlo. Incluso teniendo el disco pronto la compañía tardó en lanzarlo.
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-¿Recordás en qué estudio y con cuántos canales lo grabaron? -Sí. Grabamos en un estudio de cuatro canales, que se llamaba TNT. -Del primer disco de Almendra ¿hay una edición en stereo? -Sí, es mono-stereo. Originalmente está en stereo. -Hablame del tema Figuración. -Retrospectivamente es un tema al que le tengo muchísimo respeto. Lo escucho ahora y digo «Este tema me gusta». El tiempo no lo deterioró. El tema es bastante original. Quizás es porque está regido por A day in the life, de Los Beatles. Está sugerido por ese tema. -En esa época, ¿te considerabas un músico progresivo? -No, la época de los progresivos vino un poco cuando estaba Pescado Rabioso, Invisible, en el setenta y pico. -¿Y ahora? -Ahora pienso que soy... mito más. El otro día me dieron un premio a mi trayectoria; para que veas cómo me veo yo, me veo que tengo una trayectoria, qué sé yo. Ni buena ni mala. -¿Por qué desaparece Almendra? -Almendra no desaparece. Se disuelve. Porque le tiraron sal. Almendra se separa por intelecto y por ego. Se separa porque yo quería hacer ciertas cosas, porque quería buscar tal lenguaje, y también porque .... Almendra era un grupo de cuatro creativos, cada uno a su manera y formas de exteriorizarse diferentes, y entonces había otros en el grupo que querían hacer otra cosa... Se ve que no había un proyecto que pudiera generalizar las apetencias de las individualidades y que fuera -eso mismo- Almendra. Iba a dejar de ser Almendra y ninguno iba a ser, en definitiva, su mambo. Sumado a esto te digo que fue otro factor que fue importantísimo que fue –digamos- la decadencia que sentimos cuando comprobamos que Aníbal Gruart que había sido el representante de Almendra, nos había estafado, en mucho dinero, y que todo el tiempo habíamos confiado y compartido eso con una persona de la cual ignorábamos por completo que manejaba las cosas de esa manera. Fue un golpe tan bajo que, sumado a lo otro, directamente dijimos «Por lo menos separémonos». -Antes de hacerlo dejan un álbum doble y un libro. ¿Qué encierran esos temas del álbum doble, por ejemplo, Parvas, Florecen los nardos, Mestizo...? -Para mí implica un momento maravilloso de mi vida. Un momento en el que se cayeron los epitelios finales de la mascarada adolescente. Me enfrenté al ácido lisérgico, me enfrenté al hachís. Me enfrenté ante una sexualidad ya no reprimida... Sentí el vestigio del amor, de la pasión, del desencanto, de la traición, todo eso que mueve a los adolescentes y a las parejitas que nacen de esos primeros amores...
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Especialmente Parvas es un canto de impotencia: «Parvas, denme tiempo para huir pues ya no vivo ni existo...». Y a la vez un poco la figura del Angelus, de Millet, en el atardecer en el campo sembrado, la imagen de los dos campesinos... un poco las parvas representan para mí ese mediodía que representa la organización del trabajo. Porque yo me hice profesional y me ganaba la vida yendo a tocar mucho, mucho, todos los fines de semana. Me alquilé mi primera casita, me compré un auto 0 km y por otro lado, con la chica «protagonista» de Muchacha ojos de papel, con quien tuve un gran desvelo, una pasión agresiva... fue un momento de ruptura tremendo ese disco. En definitiva en la tapa está un poco todo el mambo real de lo que pasaba; una estructura que tendería a ser como la de un árbol y no como la de una cosa equidistante y perfecta hacia el infinito que se va acumulando. ¿Viste ese acertijo de salida sin salida que es todo el disco dos de Almendra? Que todo va así, todo desemboca en una almendra, en el dibujo de una almendra, que el corazón de ese grupo era la música. Ese es un momento de ruptura musical tremendo. Teniendo toda la ópera de Almendra hecha y se renuncia a ese material y, gracias a mi mala influencia, metimos temas de una violencia tremenda... La gente no entendía nada... Nos metimos en un mambo que después nos dimos cuenta que la gente.... ni porque nosotros supiéramos bien porqué hacíamos eso, como que no existía ya esa seducción que era Muchacha o A estos hombres tristes, o Plegaria para un niño dormido. Eso fue un encuentro con la ternura de la pubertad, el primer desprendimiento de eso. El segundo disco de Almendra se opone al disco anterior, ¿entendés? Yo insistí para hacer un disco doble, cargado de cosas muy fuertes. Es un disco violento, dirías, y sin embargo el disco es Almendra y no lo podés confundir con nada. Es increíble. Para mí es un disco maravilloso, siempre fue un disco mágico. El segundo disco de Almendra para mí representa entrar en otro mundo en mi música, en mi forma de ver la realidad, sobre todo. Me había cambiado la cabeza. Donde vi que me ofendía o que me hacía mal traté de buscar otras cosas... Nada que ver con mi vida actual, pero ese momento representa... Si en Almendra uno quise decir algo, ya en Almendra dos directamente lo que quise es rayar una piedra cosa de que no lo mueva nadie. Era mi propia ruptura. Y el grupo reflejó eso porque todos, un poco, entramos perceptivamente en otro mundo. -¿Y el libro? -Tiene un origen ambiguo y bastardo, porque no es el libro que yo hubiese proyectado hacer y, es más, el compromiso de haberlo aceptado previamente y ver que luego se escapaba de mi dirección artística hizo que para mí siempre fuera algo como que... me comprometí a hacerlo y cedí de mí todo lo que querían: me pedían dibujos... pero por ejemplo nunca toleré el hecho de que un tipo tan creativo en su momento como Marcucci –que más que nada era un actor que intentaba escribir- que agarró y llenó el libro de unos textos que no tenían nada que ver con Almendra, por más que él en ese momento se acercaba mucho a Almendra todos, y él mismo sabía, que eran diferentes rebaños. -¿Por qué nunca llega a estrenarse la ópera rock?
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-Porque Luis Alberto Spinetta se negó a darle la forma final. Me negué a darle el sí al proyecto final que era presentarla en vivo. Me negué a hacerlo porque eso es en el momento en el que era el gobierno militar, que de alguna manera nos hacía llegar la intención de presentar la ópera de Almendra como un evento prioritario cultural, y eso a mí me repulsaba. O sea, los tipos querían hacerlo directamente en el Colón y hacer como que... cuando nos explicaban el proyecto era como que el auto argentino era el Torino y la música argentina era Almendra. ¡Agarrate de acá! Aparte, fue en el momento de darse la cabeza contra la pared con el representante, que era dueño del proyecto y que nos iba a robar la «mosca» y en un momento en que yo tenía intelectualmente todo el bagaje de Almendra dos y más música, todavía, porque me acuerdo que yo rompí con el grupo y enseguida tenía otro conjunto. Tenía otros temas que yo les decía adiós inclusive a eso porque no quería... quería romperme la cabeza y en definitiva fue lo que hice. En aras de la salud. -Nombrame tres grupos de la década del ’60. -Los Beatles, los Rolling Stones y Los Who. -¿Qué recogiste de tu viaje a Europa en el ’71? -Recogí la dura experiencia de pedir plata de a un franco en las calles de París. Me sentía bien hippie... no quería laburar. No sabía de qué laburar. Me mantenía un restorán del partido comunista, donde había un tipo que había nacido en Córcega... era más pesado que Don Corleone (risas)... Era un restorán al que iban todos los comunistas ahí... y eran anarcos, en realidad. Me acuerdo que... Finalmente yo había abusado tanto de esa confianza que finalmente pedía plata. Tengo gratos recuerdos junto a Pomo, que ha sido un baterista muy ligado a mí. -¿Es cierto que regresaste sin equipaje y con un disco de Hendrix? -Así es, hijo. ¡Qué bien informado estáis! Un disco de Hendrix y uno de Jethro Tull –Acqualung-. -Al regreso surge Pescado Rabioso. ¿Por qué ese nombre? -Era una forma opuesta pero no simétrica, para mí. Era una forma reversible. Y a la vez era incorporar la facultad de diferentes dimensiones para un comportamiento que, en definitiva, es solamente el de la cabeza de los Hombres. Es decir, si por carecer del oxígeno del agua o de lo que sea... Siempre, cuando yo era chiquito, uno de los grandes terrores de mi infancia eran los perros rabiosos; me contaban historias espantosas de que morían gritando, con ataques de locura... El siglo de las luces es el que marca esa influencia de la Medicina en la cultura de la gente y a mi cabeza hipersensible le hacían creer que en cualquier momento me mordía un perro rabioso y yo iba a enardecer de locura. Como me había enardecido de locura sin eso, para mí un pescado rabioso no podía existir, no podía carecer de agua un pez, como para tener síntomas de la hidrofobia. Y, a la vez, hidrofobia es rechazo al agua. Todo muy confuso: la enfermedad se produce por la carencia de agua y termina con la intolerancia absoluta hacia el líquido por parte del animal (después lo leí, lo estudié). Me quedó muy marcado lo de la hidrofobia. Para mí la hidrofobia representaba la violencia de la locura bajo los ojos de la Medicina. Cuando me di cuenta que a mi cuerpo lo había estimulado un sinnúmero de veces, sin ningún afán medicinal, y yo realmente estaba rabioso sin tener síntomas de la locura de los perros. No rechazaba el agua ni tampoco me había enfermado de nada pero que estaba bien, bien loco y tenía ésa violencia del hidrofóbico... Entonces la idea del pescado rabioso es la paradoja lingüística, un poco... no existe.
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-Hablame del tema «Dulce tren nocturno». - «Deja tu miedo atrás...». El Dulce Tres era también era porque era un trío el que tocaba y para nosotros era como un tema cabalístico, un tema compuesto en colaboración con Fracino... -En un recital del teatro Olimpia apareciste con una baliza en la espalda, simulando ser un patrullero... ¿Qué importancia le daban a la teatralización en los shows que realizaban? -Yo sentí miedo de que fuera censurado, cuando hice eso. Pero como también siempre sentía miedo de que fuera censurado, aunque nadie me censuró radicalmente, siempre tenías miedo de que te llevaran preso a la salida de un concierto. Hacer algo manifestando el símbolo de lo que a uno le teme es tratar de apoderarse de eso; quise ser un cana, pero sabiendo que se cagaban de risa. Nunca alguien quiso ver un patrullero desde tan cerca... por ahí querían que yo me fuera por las butacas con la baliza al lado de los tipos... mientras que si veías un Falcon te cagabas de miedo porque te llevaban preso. -Cutaia y David Lebón en Pescado Rabioso. ¿Por qué ellos dos? -Bueno, Cutaia fue parte de un proyecto que se llamaba Tórax. Termina Almendra dos y antes del viaje a Europa yo venía ya tocando un material con un grupo paralelo que se llamaba Tórax, que era Carlos Cutaia, Pomo, Edelmiro Molinari y yo. Era el momento de la escisión de Almendra –que por contrato teníamos que seguir tocando juntos- y nos divertíamos en ambas facetas pero que realmente no había una prioridad de plan, porque Almendra ya se había separado, en teoría, ya habíamos hablado de la disolución. Lo único que faltaba era cumplir con ciertos compromisos. -¿Tocaron con Tórax en vivo? -No, con Tórax no; sí lo hicimos con una formación paralela que era: Pappo, Pomo, y yo tocando el bajo... Vos sabés que creo que tocamos una vez con Tórax, realmente no me acuerdo... tomaba tantos ácidos que no me acuerdo. -¿Cómo llega la separación de Pescado Rabioso? -La separación viene porque querían tocar Blues. Y nunca fue mi fuerte ni es la música que más me gusta. Yo tenía Cristálida para tocar y todos los temas de lo que es Pescado dos. Ya había compuesto esos temas y los habíamos grabado, por lo tanto ese material era el que teníamos que tocar, desarrollarlo y presentarlo en vivo. Para colmo el agente, que es muy conocido en nuestro medio –Oscar López-, se negó a producir cabalmente mi proyecto. Parecía como que el tipo también formaba parte del proyecto de ellos, como que quería hacer una cosa más simple y más rockera para seguir. Y yo creo que el material de Pescado dos tranquilamente era más fuerte y mucho más experimental. No quería condicionarme porque David siempre fue un super violero de blues, siempre tocó muy bien y él de alguna manera estaba descontento con solamente tocar el bajo y que yo tocara solamente el bajo en uno o dos temas, ¿entendés? Pero yo no podía resignar de tocar mis temas ni de ponerme a tocar el bajo para que él tocara blues. En última instancia ya habíamos compuesto juntos y sabíamos que él podía hacer muchas más cosas que blues sin necesidad de ser el primer guitarra, porque de última poníamos un bajista si él quería tocar la viola. El problema era que quería tocar la viola y querían tocar otro material.
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-Tu opinión sobre Jimmi Hendrix. -Dios. Jimmi Hendrix y Dios, un solo corazón. -¿Por qué elegís a Pomo y a Machi para Invisible? -Bueno, Pomo y Pappo tocaban juntos en Los Abuelos de la Nada. Pero de alguna manera como que nunca habían hecho un conjunto juntos, después de eso. Cuando le propuse tocar a Pomo fue de otra manera. Yo quería hacer un proyecto con Pomo, no coparme en tocar. Con los bateristas siempre fui muy... Me gusta un baterista y le di bola a ese y lo traté de seguir a más no poder. De todas maneras, es muy importante Pappo en esto, no solamente por cómo está ligado a Pomo, sino porque él después forma Pappo’s Blues que fue una formación siempre fantasmal que cambiaba permanentemente los músicos... y Pappo se juntaba siempre con los mejores bateristas, ¿no? Yo toco después con el negro Black porque también había sido baterista de Pappo. O sea, cuando vi a Pappo en trío tocando Sandwiches de miga y todo ese material y yo tocaba con David, el negro Black... me quedó tan grabado esa tarde que se hizo un festival al aire libre –que nos comieron los mosquitos-, que el grupo de Pappo sonaba impresionante. Entonces, cuando yo separo Pescado Rabioso y estoy terminando de grabar el álbum Artaud –que es un álbum solista-, me llama Pomo para ver si queremos hacer algo. Entonces la idea mía es tocar con Machi porque era el otro músico que yo había visto tocar y así, en trío, poder hacer un nuevo proyecto. Y bueno, ahí surge Invisible. -¿Qué comenzabas a buscar en esa época? -Crecer musicalmente. La influencia de una cantidad de cosas me marcó como para que complicara un poco más algunas cosas. Traté de reunir un poco la voracidad de Pescado Rabioso con la calma que tuvo Almendra organizadamente; es decir, el Pescado era todo muy exabrupto porque en parte era la fuerza la que se imponía cualesquiera fueran las canciones que tocáramos. Pero yo estaba un poco en desacuerdo; el hecho de tener un teclado –si bien era muy cómodo y sonaba «grande»- convertía muchas veces las tonalidades en... la organización de las notas se hacía rara. No estaba totalmente de acuerdo. Me hubiese encantado manipular más organizadamente- eso, los arreglos de diferentes instrumentos. -Hablame del tema de Tanguito «Amor de primavera». -Maravilla. Se lo escuché cantar a él. Se lo escuché cantar a Lito Nebbia. Cuando pude traté de hacer una versión que realmente me diera vuelta. -Nombrame tres grupos del ’70, ahora. -Del ’70 tenés a Led Zeppelin... A David Bowie. El primer disco del tipo me rompió el bocho. -Invisible toca por última vez en el Luna Park en agosto del ’76. -Sí. Nace mi primer hijo el día anterior. -¿Por qué volvés a separar otro grupo de los que habías formado? -Es que se separaban solos; es producto de mi lenguaje pero también de los tipos con los que compartíamos eso. No era solamente yo el que estaba motivado a desligarme de ellos; ellos
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también estaban preparados en ese momento a desligarse de mí. Obviamente, por las composiciones, etc. el liderazgo de esos grupos lo tenía yo, evidentemente, entonces quizás yo incliné la balanza siempre a lo que me convino a mí, a lo que me interesaba seguir haciendo a mí. Es así, pero siempre sin perjudicar a nadie y tratando de que la cosa vaya para adelante. Siempre pasa en esos grupos que se desarman así, ¿entendés?, diferentes finalidades en cada uno... -Hablame del tema El anillo del Capitán Beto. -Representa extrañar lo querido y lo no querido. Lo que se quiere y lo que tampoco hemos querido nunca; porque nos rodea, lo extrañaríamos si estuviéramos en la soledad en la que está el personaje. -Había un personaje que aparecía en casi todas las actuaciones: Elmo. Contame algo sobre él. -Elmo es una cabeza de un metro por un metro, con arnés, hecha en telgopor. Con ojos móviles, con la boca abierta; lo usaba un actor que era uno de nuestros «plomos», que se disfrazaba de Elmo y que adquiría diferentes personalidades. Elmo era Elmo...lesto. Interrumpía el show con su presencia mientras nosotros tocábamos el tema El Molesto –que es un tema que está en el primer disco de Invisible- y era una forma de montar una escenografía, de montar un personaje del show. Con un poco de luz estroboscópica, esa cabeza tan exageradamente deforme, con una oreja mirando hacia arriba y otra normal –en la anormal llevaba un aro, además-, tenía la boca abierta, preparada para echar humo con un cigarrillo gigante... Convertirse en cualquier personaje, ¿entendés? Entonces, por ejemplo, El Molesto hizo de Superman, de boxeador, de referee –sacó una tarjeta roja del tamaño de un... y quería sacar al conjunto del escenario mientras tocábamos su tema. El tema era una zapada, medio rockera, experimental, con un leit motiv de entrada y salida y entonces en el medio aparecía el tipo. Por ejemplo, hicimos un espectáculo en el Coliseo donde nosotros aparecimos de una caja y entonces aparecían petardos y fuego y él aparecía como de Super Elmo, con unas botas de goma, blancas, horribles. Todo muy satirizado. El famoso héroe era un molesto, un cabezón gigante. Recuerdo a ese personaje de Elmo con mucho cariño. -¿Qué pensás de Piazzolla? -Genio de la música. Genio. Para mí es un genio. Su música es muy grossa. Probablemente haya pocas cosas tan grossas como Piazzolla, en la música. -Nombrame a tres bajistas. -Paul McCartney, Stanley Clarke y Jaco Pastorius; Y Jack Bruss –es único en la historia del instrumento. -¿Cómo surge tu amistad con Guillermo Vilas? -Viene a través de que él manifestó con los periodistas que le gustaba mi música; un día quiso encontrarse conmigo; me llamó, nos encontramos. Después nos hicimos amigos. Me propuso proyectos. Después medio como que nos alejamos un poco, diferentes personalidades que no se pueden combinar. Él siempre está viajando, yo nunca tengo un mango. Si quisiéramos, tendríamos que inventar el momento de vernos. -A dieciocho minutos del sol.
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-Lindo disco. Quiero a todos mis discos, pero hay algunos que los quiero más, ése es uno. El disco de la decisión, de ese disco en adelante, de ser Spinetta. De no ser más Los Pescado Rabioso o Los Almendra. De no más el grupo hacia el conjunto, el conjunto del barrio. Se separa Invisible. Nace mi primer hijo el día anterior al último concierto. Se inicia otra etapa en mi vida y ese cambio está dado también porque yo adopto mi propio nombre para salir al frente y ya no más usar nombre de conjuntos. Yo veo que Spinetta soy yo y tengo que llamar al proyecto como me llamo yo. Al que le gusta bien, y al que no... chau. Aparte es un disco que me vuelca hacia el jazz, a mí. Me junto con un músico que se llama Diego Rapoport -que es un músico que me influencia mucho-; después de Pappo él es por quien siento una gran influencia y que toco con él. Me hace escuchar jazz y realmente me siento más adulto con mi nuevo hijo, me pongo a escuchar jazz como un loco y me doy vuelta. Entonces empiezo a cambiar los acordes. Me enseña cosas, tomo cosas y reinvento cosas. Es un disco plagado de lirismo. Es muy lindo. Mucho cariño. Aparte, la foto de la tapa es hermosa; la hizo un personaje que sufrió mucho, sobre todo en la última etapa de su vida. Fue un fotógrafo genial, llamado Hidalgo Boráneo. -¿Cuál fue tu primer auto, y en qué año? -En 1969... fines del 69 principios del 70. Un Citrôen 3 CV con embrague centrífugo. -¿Cómo conociste a Alberto Ohanián? -Lo conozco de una manera insólita. Él era Letrado y vino –justamente- a expropiarme mi auto. De ahí nos hicimos amigos. -¿Te lo expropió? -Sí, sí. Me reintegró una suma, con la cual me compré una guitarra. Después Ohanián se convierte en representante, amigo, abogado. Durante mucho tiempo fuimos muy grandes amigos. -¿Boca o River?-River. Aunque no hay River sin Boca. No soy anti Boca; amo a Boca, pero mi corazón está en River. -¿Sos bueno jugando al fútbol o, como buen músico, un patadura? -No, me defiendo. -Ohanián propone –en el ‘79- reflotar Almendra. ¿Fue positivo? -Sí, muy positivo. -¿Por qué? -Porque Almendra tenía muchas ganas de tocar, nuevamente. Habiendo pasado todo ese ciclo de tantas cosas diferentes que hizo uno, siendo amigos muy cariñosos entre nosotros, que habíamos superado las diferencias conceptuales de una etapa del pasado, nos dispusimos a hacer un proyecto en otra dimensión. Una dimensión que nunca antes habíamos tenido en nuestro espectáculo. Eso lo hicimos gracias a Ohanián. Y lo hicimos tanto nosotros como Ohanián. Porque él era virgen en este negocio y tuvo en sus manos a un grupo que realmente, cuando volvió a tocar, removió Cielo y Tierra. Creo que todavía no ha sido superada la taquilla de Almendra, en Obras. Para darte una idea de la convocatoria.
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-¿Cómo es tu relación con tus hijos? -Diría... divina. Una relación maravillosa. No hay nada más conmovedor que cuando –no solamente con los niños- en particular, con tus hijos, suceden cosas increíbles cuando se habla en serio y hay comunicación. -¿Cuántos hijos tenés? -Tres. Dante, de 11, Catarina, de nueve y Valentino, de siete. -Nombrame a tres guitarristas. - Hendrix, Lennon y McLaughlin. -Un recuerdo. -(Pausa) Tantos hay que no sé cuál elegir. ¿Querés que te cuente un recuerdo? -Uno, cualquiera. -Recuerdo a Valentino Spinetta tocando el teclado, hace tres años, y haciendo una escala con la mano izquierda y que, de golpe, llegó a las dos manitos juntas y entonces después ésta la mantuvo así y siguió con la otra. Eso es alucinante. Maravilloso. Nunca antes él había tocado teclados. Yo lo vi hacer eso y me pareció maravilloso. Sentí que era un músico, más allá de cualquier lenguaje, que el tipo... Tengo otro recuerdo de Valentino con respecto a la música. Era muy chiquito y casi no hablaba. Decía cosas, pero no se sabía expresar del todo. Me acuerdo de estar con Mariano, probando una consola, y él estar con el micrófono. En un momento determinado -creo que estaban también sus hermanos Dante y Cata gritando por el micro- y entonces les decimos: «Bueno, se van para afuera que estamos grabando». Y bajamos el volumen. Valentino, silenciosamente, se quedó y se puso como a canturrear en el micro. Y cuando se dio cuenta de que habíamos cerrado los niveles, nos miró así y nos dice: «¿Quién cantar, papá?» (Risas). Él quería que le dieran volumen, entonces dijo ¿quién cantar? Un recuerdo muy lindo, ligado a los hijos, de ver que una persona se estimuló con eso y se dio cuenta de que había algo que no estaba igual. Quería cantar y escucharse por el parlante como hasta recién. -La etapa de Spinetta en Jade, ¿es el mejor de tus trabajos? -No, no creo eso. Por un momento me pareció eso. Siempre me parece que lo mejor es lo último que estoy haciendo. Siempre. Más vale así. Lo que estoy haciendo ahora me gusta cien veces más. -Recién me contabas un recuerdo. Ahora, una anécdota que se te ocurra. -Son infinitas. Pero tengo... Te puedo contar... Hace poco estuve en un escenario. Estábamos en un lugar al aire libre. Había llovido y la gente se quedó a esperar, estoicamente, la actuación mía -que era la que cerraba el show-. Como paró la lluvia, continuó el espectáculo. Cuando yo salí a tocar medio que lloviznaba. Entonces le dije a la gente que eran milanesas de soja -como que uno los podía poner a remojar- y que los amaba por haberse quedado a esperarme. -¿Con quién te gustaría tocar?
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-De hecho ahora voy a ensayar y tengo muchas ganas de tocar con el Mono Fontana, el batero J. Morelli. -¿Una amargura? -No vale la pena. -¿Influencias recibidas en tu música? -Varias: Los Beatles, Hendrix, Led Zeppelin, McLaughlin. -¿Vas a recitales? -Sí, a muy pocos. Voy a los que me gustan. Pocas cosas. -¿Por ejemplo? -Fui a ver a Chick Corea. Me pareció impresionante. También vi a Van Halen. Me gusta ver números extranjeros. -¿Qué pensás del actual rock argentino? -Me gusta mucho lo que hace Fito Páez –para darte un nombre, simplemente, de los que para mí suenan muy bien-. El concierto de Fito es otro de los que vi y que me partió la cabeza. Pienso que con él estamos salvados, aunque no haya otros más. -Tres grupos argentinos. -Manal, Soda Stereo... -De los grupos que has visto en vivo –pueden ser extranjeros también-, ¿cuál te ha impactado más? -Joni Mitchell, cuando la vi en California. Y acá, John McLaughlin. Cuando viajé me perdí de ver a muchos grupos. A Ponty tenía muchas ganas de verlo y acá me lo perdí. Luego lo vi en otro lado y me gustó mucho. Weather Report en el Luna Park ¡Dios mío! El de Van Halen. Muy buenos conciertos. -Kamikaze. -Es un disco solista, con algunos temas viejos –inéditos- que los refloto. -Privé ¿te conformó? -Sí, me gustó mucho. Me encantó. Es mi primera grabación en la que utilicé instrumentos midi donde el sincro se hizo con sistema midi. Es el primer disco en el realmente mezclé digital. Eso en cuanto a lo técnico. Además, es uno de los pocos discos en el que de alguna manera traté de utilizar tiempos rápidos, en general. -Barro tal vez. -Es una sábana vieja. Tiene muchos años, como 16. Un día la llevé al colegio...
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-¿Por qué se frustra hacer un disco con Charly García? Había un proyecto de hacer un disco juntos. -No sé. Charly no estaba como para hacer ese proyecto. Dijo que quería pero... no estaba. -En el ’86 grabas el álbum con Fito, La, la, la. Es lo más reciente. ¿Cómo analizás el trabajo? -Muy satisfecho quedé con ese disco. Trabajar con Fito fue de una intensidad tremenda. Artísticamente nunca me junté con otro tipo que tuviera semejante talento y poder hacer cosas juntos, disfrutarlo, y cagarnos de risa y no tener dramas, de egos boludos... -¿Quién diseñó la tapa del disco? ¿Qué importancia le das vos al diseño en las tapas? -Traté siempre de diseñar mis tapas. La única que no diseñé o que no participé en ello fue la que se hizo en Estados Unidos. La de La, la, la tiene algunas ideas mías que las hicimos con Dilan y Eduardo Martí que es el fotógrafo que hizo la composición fotográfica de las dos caras. Me parece, después de ver esa foto, que el asunto de la diagramación y lo demás era un problema menor, porque teniendo ese material ya, artísticamente, la tapa estaba hecha. Eso se lo debo a un gran amigo mío, que ha sido fotógrafo de muchas tapas y que lo va a seguir siendo. -¿Qué defectos notás en la creatividad de los grupos de rock de los últimos cinco años, en Argentina? -Veo que la creatividad ha crecido enormemente en toda la gente. Sobre todo desde que se fueron los militares. Y creo que si bien por otro lado, por los efectos de una presión económica que la gente por ahí no tiene tantos medios, creo que la abundancia de grupos musicales, poetas, artistas, plásticos... el teatro, el cine argentino mismo que se ha revalorizado un poquito a sí mismo, todo habla de un proceso de que creativamente, en estos años, la cosa está mejor. Con respecto a la música, la salida al extranjero de muchos grupos –Soda Stéreo, Virus, Zás, G.I.T., La Torre, Fito Páez, Charly García-, han marcado puntos muy críticos; nunca antes se logró imponer esa música en el mercado latinoamericano. Un montón de cosas muy positivas. Por lo tanto, los productores están más dispuestos a proponer cosas, entonces se mueve más todo. A todo esto, también, hay un proceso paralelo que es el que también todo se estandariza según normas del mercado. Por ahí se hace más duro vender discos absolutamente artísticos que discos prediseñados para vender. Pese a que ambos discos –supuestamente- tomados como ejemplo pudieran representar niveles artísticos bien realizados cada uno. -¿Soda Stéreo o Virus, como grupo? -No puedo establecer así... Yo me quedo con parte de los dos. Me gustan cosas de los dos. Soda Stéreo tiende a excitarme un poco más que Virus. -¿Qué está haciendo Spinetta, actualmente? -Estoy haciendo un disco nuevo que se llama Tester de violencia, con todas canciones nuevas. Debuto en la producción independiente del disco. Lo hago en mi propia casa. Es la primera vez que hago un disco así. Éste es el primer disco netamente hecho con mis propias herramientas, lo cual me da una libertad y un timing muy flexible para producirlo. También estoy tocando en vivo, haciendo algunas giras y conciertos. No muy metódico, porque no es tan fácil vender mi música,
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pero donde está todo como tiene que estar voy y toco. Sueno bien, gusto, llevo gente. Vivo con mi mujer y mis hijos. Los levo al colegio. Hago un montón de cosas cotidianas... -¿Por qué lo de la producción independiente? -Me garantiza ser el dueño de la cinta, por lo tanto compartirlo con una empresa discográfica es simplemente un lapso. Me quedo yo después con ese disco. -De todos los temas que grabaste desde la época de Almendra, elegí tres. - (Pausa). Organismo en el aire, La luz de la manzana y Lejísimos. Son tres temas del último disco. -A partir de qué momento ganaste dinero con la música, si es que la ganaste. -Más o menos a partir de la salida del primer disco de Almendra. -¿Actualmente se puede decir que vivís de los royalties? -Sí, vivo en parte de eso y en parte de los... bueno, si vos llamás royalties a los derechos de autor... Royalties de discos no me sirven para vivir. Aporta algo, pero con eso no solamente no vivís, a veces no cobrás. Pero con los derechos de autor me va mucho mejor. -Un libro. -Las lágrimas de Eros. -Una película. -Tommy. -Un disco. -Synchronicity. -¿Te interesa la política? -Sí, me interesa. Me permite ser apolítico. Me interesa para oponerme a ella y para oponerte necesitás ser político, si no, no podés. -¿Qué te molesta de los políticos? -Su Edipo. -¿Cómo sentís la música rock en tu actual proceso? -Siento estereotipadas un montón de cosas que utilizan el rock pero como forma de música, como género, pero que se convirtieron en una estandarización brutal de moda, que te da la sensación de que es frío, eso. Toda una cantidad de música inglesa, por ejemplo, que no podés saber quién es quién porque son todos iguales; los videos son iguales... Y todos esos tipos venden. Quiere decir que en la gente esa indeterminación... o sea, se diferencian por ser casi iguales esos grupos, están en una misma tendencia y ponen la misma voz y hacen los mismos gestos. Pareciera que le gustan todos al mismo público, y no veo que esté bien o mal. Simplemente me aburre.
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-¿Qué tratás de trasmitir con tus temas? -Si es posible, aquello que casi es imposible de trasmitir. -Cuando estás creando un tema ¿te basás en un placer personal o está relacionado y juega un papel importante lo que pueda estar esperando el público? -Cuando uno compone un tema, lo único que cuenta es esa ebriedad. -¿Qué pasó con tu disco editado en Estados Unidos, cantado en inglés? -Acá no gustó y allá tampoco. No pasó nada. Es mi peor disco, seguramente. -¿Es necesario un diálogo con el público entre tema y tema, en las actuaciones en vivo? -Sí, es necesario cuando el público ante el que tocás quiere hablar con vos y quiere tanto esperar a decirte algo como esperar el nuevo tema. En ese sentido siempre fui muy comunicativo con el público y él conmigo. -En el ’70 ya se hablaba de violencia en el rock. ¿A qué se debe eso? -La violencia es una parte indiscernible con respecto al ser humano. Está en todas las cosas. Puede ser para crear muerte, sangre y destrucción como puede ser para amar. Por lo tanto no puede estar desprendido de una cosa tan cruda como ha sido el rocanrol, que se ha establecido sobre la base de la posguerra y un montón de factores tribales. -¿Cómo conociste a Borges? -Tuve oportunidad de estar en su casa charlando 10 minutos con él, haciéndole algunas preguntas. Sentí cómo me miraba sin mirarme... Y a través de leer algunos de sus textos. -Según Charly, conversando no hace mucho, me comentaba que actualmente sos el chico bueno del rock, que te dedicás a tu familia... ¿Qué pensás vos de eso? -Charly es un pelotudo, eso es lo que pienso. Con eso te contesto. -¿Tu primera guitarra? -Es una guitarra española a la que le puse cuerdas de acero sin marca. -¿Qué guitarras tenés actualmente? -En este momento estoy usando una guitarra marca Steinberger modelo de tres micrófonos de bobina simple, con vibrato, con palanca. -¿Equipo? -Estoy usando un equipo Roland Jazz Chorus. -¿Qué sistema de sonido utilizás, en tus espectáculos? -Generalmente parlantes JBL o Electrovoice, amplificadores Crown, micrófonos Shure, consola Yamaha.
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-¿Seguís afirmando que todo tiempo pasado no es mejor, que el mañana es mejor? -Sigo pensando en eso. Nada más que ahora ni siquiera lo digo porque estoy yendo hacia adelante. Ahora no me preocupa pensar si antes era mejor o peor. Sé que lo único que tengo es mañana, o este inmediato que va transcurriendo en nosotros. -¿Cómo ves a la prensa que está metida dentro de la música? ¿Le das importancia o ves defectos grandes en ella? -Le veo los mismos defectos –estructuralmente- que tiene en general la crítica de arte en cualquier lado. Inclusive la crítica de cualquier cosa. Veo que se puede mover tanto con la coima como con el lirismo absoluto. Se puede mover con una forma anárquica o con un método irrestricto. -¿Hubo alguna revista o algún medio de música que te haya llamado la atención porque te gustara acá, en Argentina? -No, pero porque los odiara sí. -¿A quiénes? -A los de la revista Pelo. Porque sentía que me odiaban. Ellos dicen que no es así, pero... Por las dudas no lo pongas, que capaz empiezan otra vez a escribir mal de mí. (Risas)
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