THUNDERCAT.
BANDA SONORA PARA LA EDAD DORADA DEL APOCALIPSIS Ciertos momentos históricos resultan inseparables de la música que los acompaña a modo de banda sonora. En 2013 empezó a utilizarse el hashtag #BlackLivesMatter en las redes sociales después del asesinato de un afroamericano llamado Trayvon Martin en Florida. Un año más tarde, este movimiento se propagó por los Estados Unidos y organizó diversas marchas pacificas para protestar contra las muertes de Michael Brown en Ferguson y de Eric Garner en Nueva York, ambos a manos de agentes de policía blancos. En pleno apogeo de aquellas reivindicaciones a favor de la igualdad racial apareció el álbum “To Pimp a Butterfly” de Kendrick Lamar, una obra valiente y transgresora que contaba con la participación de los músicos más relevantes de la escena soul, jazz y hip-hop actual. Entre ellos destacaba el bajista y productor Thundercat, que se ha convertido en uno de los nombres propios de esta oleada de artistas negros que se han criado escuchando a los clásicos de antaño, pero que no tienen miedo a pervertir las normas con sus composiciones vanguardistas. Como ejemplo de esta incontinencia creativa, encontramos sus discos en solitario que nos trasladan a un universo de harmonías pop arraigadas a las calles de Los Ángeles, pasajes con ritmos funk 100% adictivos y melodías que nos obligan a cuestionarnos todo lo que hemos conocido hasta ese momento. Aprovechando el lanzamiento de su último trabajo discográfico, titulado “Drunk”, hemos hablado con esta estrella del underground para bucear en sus colaboraciones más destacadas, descubrir su afinidad con Flying Lotus y reflexionar sobre el poder de la música para sobreponerse a las injusticias sociales. Una entrevista que nos demuestra que la historia se escribe en estricto presente y sin mirar hacia atrás.
74 • STAF CUARENTA Y SEIS
Naciste en Los Ángeles a principios de la década de los 80 y tu padre era un reputado batería que actuaba junto a estrellas de la era dorada del soul como Diana Ross, The Temptations y Gladys Knight. ¿Cómo recuerdas tu adolescencia y cuándo surgió tu pasión por la música? Simplemente puedo decirte que siempre he sentido la misma pasión y el mismo entusiasmo por la música. Aprendí muchas cosas cuando era joven gracias a mi padre, sobre todo cuando lo acompañaba a los conciertos. Entonces, lo que acostumbraba a pasar era que me quedaba dormido en la caja donde transportaba el bombo de su batería porque iba muy cansado. Si te soy sincero, no acababa de entender aquella música, pero lo intentaba. Y no me sumergí en su vertiente social hasta que fui adolescente, casi al mismo tiempo que me di cuenta de que debían pagarme cada vez que tocaba en directo. Fue importante tomar conciencia de que es un trabajo y que debes ganarte la vida con ello. La primera vez que me pagaron fue cuando toqué en la canción de un amigo y recuerdo que experimenté con varios sonidos. Pensé que era algo genial y actuábamos por la ciudad, aunque al ser tan jóvenes no nos pagaban demasiado bien. En aquella época conociste a Kamasi Washington y montasteis una banda de jazz que se llamaba Young Jazz Giants. ¿Cómo ha evolucionado vuestra colaboración musical desde entonces? Kamasi es uno de mis mejores amigos y no podría imaginar mi vida sin él porque ha estado presente en todas las etapas. Le estoy muy agradecido por haber contado conmigo en sus proyectos personales y puede que él ahora sea un poco más conocido. Además, puedo ver toda su trayectoria