Muros de historia

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Edición numero 2, año 2013. 2.500 impresiones, Derechos reservados año 2010 ©, impreso en Santiago, Chile. Impresiones SA. ISBN 1972 - ISO 2108-1972


7 Agradecer a una persona es un gesto muy humano y que habla bien de aquél que lo hace. Por más que suene lógico y hasta habitual, no siempre nos detenemos a retribuir, al menos con algunas palabras, a aquel que se ha comportado bien con nosotros y merece dichas gracias. Es por eso que quiero dedicar algunas palabras a quienes me ayudaron a sacar este libro adelante. Mi prima, que se comportó como mí 2° mamá me alimento se quedó conmigo hasta tarde y me preparo café para pasar las noches. A mi Mamá que me entendió y me defendió de quienes no me creyeron capaz. Gracias “Para ser viejo y sabio, primero hay que ser joven y estúpido”


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A la manera que el río hace sus propias riberas, así toda idea legítima hace sus propios caminos y conductos. Ralph Waldo Emerson


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Este libro es un recorrido histórico y arquitectónico por un barrio poco conocido del casco de nuestro querido Santiago, pero sin duda, es un lugar que deben conocer y visitar. Concha y Toro no solo es un viñedo o la avenida principal de Puente Alto, también es un barrio y un palacio. Al ir recorriendo las páginas de libro quiero que logres entrar en este mundo, que conozca su historia, lo que era y lo que es, que veas sus muros y que contemples lo que queda de aquella que fue la propiedad de una de las familias más reconocidas de Santiago. ¡Disfrútenlo!


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El Barrio Concha y Toro se encuentra entre las calles Alameda, Erasmo Escala, Ricardo Cumming y Brasil en el sector Poniente de la ciudad de Santiago de Chile. Se caracteriza por sus calles empedradas y antiguas mansiones que reflejan la elegancia y riqueza de principios del siglo XX. Su acceso es fácil ya que está a pasos de la Estación República del Metro y cuenta con movilización por el eje de Avenida Alameda.

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La arquitectura gótica es la forma artística sobre la que se formó la definición del arte Gótico, el estilo artístico comprendido entre el Románico y el Renacimiento, que se desarrolló en Europa Occidental —cristiandad latina— en la Baja Edad Media, desde finales del siglo XII hasta el siglo XV, aunque más allá de Italia las pervivencias góticas continuaron hasta los comienzos del siglo XVI. El vocablo «gótico» es el adjetivo correspondiente a

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godo y fue utilizado en este contexto por primera vez por el tratadista florentino Giorgio Vasari (1511–1574), quien en su famosa obra de biografías de pintores toscanos, incluye varios capítulos sobre el arte en la Edad Media. En sentido peyorativo usó este término para denominar la arquitectura anterior al Renacimiento, propia de los bárbaros o godos, cuyos componentes le parecían confusos, desordenados y poco dignos, por contraste a la perfección y racionalidad


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del arte clásico. En su propia época, se solía denominar como opus francigenum (estilo francés), por referencia al origen de la innovación. Paradójicamente, en la España del siglo XVI se calificaba al gótico final (isabelino o plateresco) como la forma de construir a lo moderno, mientras que la arquitectura clasicista que introducía el renacimiento italiano era vista como una forma de construir a la antigua o a lo romano.1 La arquitectura gótica puso especial énfasis en la ligereza estructural y la iluminación de las naves del interior de los edificios. Surgió del románico pero acabó oponiéndose a los volúmenes masivos y a la escasa iluminación interior de sus iglesias. Se desarrolló fundamentalmente en la arquitectura religiosa (monasterios e iglesias), teniendo su mayor

éxito en la construcción de grandes catedrales, secular tarea en que competían las ciudades rivales; aunque también tuvieron importancia la arquitectura civil (palacios, lonjas comerciales, ayuntamientos, universidades, hospitales y viviendas particulares de la nueva burguesía urbana) y la arquitectura militar (castillos y murallas urbanas). Los dos elementos estructurales básicos de la arquitectura gótica son el arco apuntado u ojival y la bóveda de crucería, cuyos empujes, más verticales que el arco de medio punto, permiten una mejor distribución de las cargas y una altura muy superior. Además, la parte principal de estas son transmitidas desde las cubiertas directamente a contrafuertes exteriores al cuerpo central del edificio mediante arbotantes. El resultado deja a la

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mayor parte de los muros sin función sustentante (confiada a esbeltos pilares y baquetones), quedando la mayor parte de aquéllos libres para acoger una extraordinaria superficie de vanos ocupados por amplias vidrieras y rosetones que dejan paso a la luz. La arquitectura gótica tuvo su origen en las regiones de Normandía e Isla de Francia, desde donde se difundió primero a todo el reino de Francia y posteriormente (ya a mediados del siglo XIII), sobre todo por la extensión del arte cisterciense y las rutas jacobeas, por el Sacro Imperio Romano Germánico y los reinos cristianos del norte de España (que durante ese periodo de la Reconquista se estaban imponiendo a los musulmanes del sur). En Inglaterra penetró pronto el estilo francés, aunque adqui-

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rió un fuerte carácter nacional. A Italia llegó tarde, no tuvo mucha aceptación, y su impacto fue muy desigual en las distintas regiones, y muy pronto fue sustituido por el Renacimiento. El medievalismo suscitado por el romanticismo y el nacionalismo del siglo XIX hizo reelaborar como arquitectura historicista un neogótico que reproducía el lenguaje arquitectónico propio del estilo con formas más o menos genuinas, destacando la labor restauradora y reconstructora del francés Eugène Viollet-leDuc.


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Declarado barrio típico por sus fachadas neoclásicas, góticas, art deco y beaux arts. Las viviendas, poseen todas una estilo ecléctico historicista y fueron diseñadas por los grandes arquitectos de la época entre los que se cuentan Larraín Bravo, González Cortés, Siegel, Alberto Álamos, Smith Solar, Machicao y Bianchi, logrando gran armonía, a pesar de las diferencias individuales (se recogen formas neo-góticas, neoclásicas, barrocas y académicas). El objetivo fue reproducir un barrio europeo, de tal modo se construyó un barrio de calles cortas y curvas entre cruzadas entre sí con viviendas en fachada continua organizada

en torno a la ex-plazoleta Du Pont (hoy de la Libertad de Prensa). Teatro Carrera. Remata el acceso al barrio desde la Alameda el Teatro Carrera, obra de 1927 de los arquitectos Gustavo Monckeberg y José Aracena, hoy monumento Nacional (D487 de 1989), cuya fachada principal –hacia Alameda- es una composición modernista con algunos elementos clásicos.


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Para entender como se gestó el Barrio Concha y Toro es necesario remontarse 60 años antes de su construcción, durante el auge económico vivido en Chile entre 1870 y 1876, producto de la explotación minera y el descubrimiento del Mineral de Caracoles, durante dicho auge surgieron muchas fortunas de diferentes mineros y exploradores como José Díaz Gana y Enrique Concha y Toro.

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A medida que los Concha Cazotte fueron perdiendo su patrimonio económico, fueron vendiendo sus antiguas posesiones hasta que en 1922, año en que muere don Enrique, su viuda, decidió urbanizar la quinta, para ello encargó su loteo a Arturo Besa Rodríguez, también industrial minero. Doña Teresa quiso reproducir en la antigua quinta un barrio europeo que había visitado en su juventud

y del que quedó encantada, de tal modo se construyó un barrio de calles cortas y curvas entre cruzadas entre sí con viviendas en fachada continua organizada en torno a la ex-plazoleta Du Pont (hoy de la Libertad de Prensa). Donde estaban los antiguos jardines se construyó el Teatro Carrera. Los primeros habitantes del barrio estaban íntimamente vinculados al


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círculo más cercano de los Concha Cazotte, muchos de los cuales asistentes del famoso Baile de Máscaras de 1912, entre estos encontramos a las familias Santa María, Lynch, Sánchez, Ossa, Cox, por nombrar algunas.. También se establecieron en el barrio Joaquín Edwards Bello y Vicente Huidobro. Así como muchas familias vinculadas a la minería. A la muerte de Doña Teresa en 1932, sus hijos rematan el Palacio (que había quedado tras el Teatro Carrera) y que fue demolido. En su lugar se construyeron nuevas casas, con una volumetría menor al resto de las existentes en el barrio, excepto por una edificación de línea Bau-

haus. Por Decreto Supremo n° 276 del 19 de mayo de 1989, el barrio fue declarado fue declarado Monumento Histórico Nacional y catalogado como Zona Típica, siendo el Consejo de Monumentos Nacionales la entidad que fiscaliza su preservación.


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Enrique Concha y Toro era el menor de los seis hermanos. Estudió ingeniería en la Universidad de Chile, donde se recibió en 1865 siendo discípulo de Ignacio Domeyko. Como ingeniero se dedicó a la exploración y explotación minera tanto en Chile como Bolivia, realizó y publicó diversos estudios geológicos de Chile, “Jeolojía: Memoria sobre las formaciones cuaternarias, terciarias i cretáceas superior de Chile, relativas principalmente a la parte meridional de este país”, en 1869; “Discurso de incorporación en la Facultad de matemáticas”, 1872; “Estudio sobre el carbón fósil de Chile”, 1876; (Encargado por

Ignacio Domeyko), “Mineral de Las Condes : minas del Grupo Isolina”, 1889. Entre otras. En 1897 Enrique Concha y Toro se asocia con Carlos Irarrázabal, dueño del mineral de El Teniente, para explotarlo, para ello realizan un completo levantamiento, llegando al convencimiento de que su explotación reclamaba grandes capitales que no poseían. Apelan a los conocimientos técnicos del ingeniero italiano de larga residencia en el país, Marco Chiapponi, para interesar a inversionistas extranjeros a que adquieran el yacimiento. Chiapponi logra que el ingeniero de minas William Braden, venga a Chile a comienzos de 1904 y lo


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compre a través de la Braden Copper Company. Desde el descubrimiento del Mineral de Caracoles fue uno de sus primeros explotadores, gracias a esto rápidamente se enriqueció al igual que José Díaz Gana, pero a diferencia de este último se dedicó a seguir haciendo más exploraciones y explotaciones creando junto a su hermano Melchor una sociedad minera en Oruro, Bolivia. Lo que impidió que al sobrevenir la crisis económica de 1876 perdiera sus inversiones y fortuna. Así que luego de perder su patrimonio José Díaz Gana, el nuevo dueño de la Quinta y el Palacio Díaz-Gana fue Don Enrique Concha

y Toro. Estaba casado con doña Teresa Cazotte Alcalde, hija de Henry Cazotte de la Tout, primer embajador de Francia en Chile y Maria Del Carmen Alcalde Velasco retratada por Raymond Monvoisin en 1843, óleo que se conserva en el Museo Nacional de Bellas Artes. Tuvo tres hijos del matrimonio, Teresa, Enrique y Luisa Concha Cazotte. De esta forma el Palacio Díaz Gana pasó a llamarse Palacio Concha-Cazotte, y por más de 40 años gran parte del acontecer de la vida social de la ciudad de Santiago se desarrolló en este palacio morisco de más de 3.500 m².


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Las sensaciones no son parte de ningĂşn conocimiento, bueno o malo, superior o inferior. Son, mĂĄs bien, provocaciones incitantes, ocasiones para un acto de indagaciĂłn que ha de terminar en conocimiento. (John Dewey)


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Colof贸n Santiago de Chile, 9 de Julio de 2013, en imprenta SA. 2.500 copias impresas. Tipograf铆as utilizadas Garamond y Ministry Script.


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