Baja renta y privación material de la población inmigrante en España.

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Presupuesto y Gasto Público 61/2010: 311-336 Secretaría General de Presupuestos y Gastos © 2010, Instituto de Estudios Fiscales

Baja renta y privación material de la población inmigrante en España * ROSA MARTÍNEZ LÓPEZ Universidad Rey Juan Carlos Recibido: Octubre 2010 Aceptado: Noviembre 2010

Resumen Este trabajo analiza las situaciones de baja renta y privación material de los inmigrantes en España en la segunda mi­ tad de los años 2000s, utilizando datos de las cinco primeras olas de la Encuesta de Condiciones de Vida. Los resul­ tados empíricos muestran que las familias inmigrantes presentan niveles de privación material y pobreza consistente muy superiores a los de la población autóctona, debido fundamentalmente a la posición subordinada que, como asa­ lariados extranjeros, ocupan en el mercado de trabajo, así como a la menor disponibilidad de fuentes de renta com­ plementarias, como el capital y la propiedad. Los datos de 2008 sugieren también un impacto muy acusado del inicio de la crisis sobre los índices de privación de los hogares inmigrantes afectados por el desempleo. Palabras clave: Inmigración, pobreza, desigualdad, privación, condiciones de vida. Clasificación JEL: D31, I31, I32, F22, J15, J61.

Abstract This paper analyzes the situation of immigrant households in terms of low income and deprivation in Spain during the second half of the 2000s. It uses data from the 1st-5th waves of the Living Conditions Survey. Results suggest that immigrants face higher levels of material deprivation and consistent poverty than natives. This is mainly due to the disadvantaged position that, as foreign workers, they have in the labour market, and also to their shortage of other re­ sources, like capital or property income. Moreover, the 2008 data suggest a strong effect of the beginning of the re­ cession on deprivation rates among immigrant household affected by unemployment. Key words: inmigration, poverty, inequality, privation, living conditions. JEL Classification: D31, I31, I32, F22, J15, J61.

1.

Introducción

La década que ahora termina ha sido excepcional en España por muchos motivos. Uno de los más destacados es, sin duda, la consolidación del país como destino importante de los * La investigación que sustenta este artículo se ha beneficiado de la financiación recibida en el marco del proyecto de investigación SEJ2007-67911-C03-03/ECON.


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movimientos migratorios hacia Europa, con flujos de entrada intensos y sostenidos que han multiplicado por cinco, en algo menos de diez años, el número de inmigrantes que residen dentro de nuestras fronteras. En el momento actual, finalizada abruptamente la fase expansi­ va, parece consolidarse la idea de que la inmigración está entrando en un período de estabili­ zación, rodeado aún de algunas incertidumbres. La recesión iniciada en 2008 está ralentizan­ do de hecho, según indican los datos recientes, el flujo inmigratorio, con un descenso del ritmo de entradas y un incremento de los retornos. Sin embargo, los expertos coinciden en señalar que difícilmente la actual coyuntura económica va a alterar de manera significativa el nuevo y más heterogéneo perfil sociodemográfico de España, un país en el que la población de origen extranjero alcanzó en 2010 un porcentaje comparable, cuando no superior, al exis­ tente en muchos viejos países de inmigración dentro de Europa. Por ello, tiene pleno sentido aprovechar esta nueva fase para revisar y, en su caso, reformular, las políticas de integración de los nuevos residentes que, de forma a veces un tanto desordenada, se han ido poniendo en marcha durante los últimos años. Políticas que, si son siempre necesarias, resultan impres­ cindibles en un país donde los cambios asociados a la inmigración se han producido de forma tan comprimida en el tiempo, y que se enfrenta, además, a un súbito descenso de las oportu­ nidades de empleo, más significativo aún en aquellos sectores económicos que funcionaron como foco de atracción de mano de obra inmigrante en la etapa de mayor crecimiento. Este artículo pretende contribuir al creciente volumen de investigación sobre el proceso de integración social y económica de los inmigrantes en la sociedad española, examinando su situación material y la posición que ocupan en la distribución de la renta, a partir de la in­ formación contenida en las Encuestas de Condiciones de Vida elaboradas por el INE desde el año 2004. Como es bien conocido, esta fuente de datos constituye la base para la obtención en España de estadísticas armonizadas sobre renta y condiciones de vida, en el marco del proyecto europeo para la construcción de indicadores comunes de cohesión social iniciado hace ya casi una década. El análisis se extenderá, en la medida en que lo permiten los datos disponibles, hasta el inicio de la crisis, dada la especial relevancia que la actual situación económica tiene para muchas familias inmigrantes. Si, como todo parece indicar, el colectivo inmigrante es uno de los más castigados por la caída del empleo, parece conveniente pregun­ tarse en qué medida ello está incidiendo en sus condiciones de vida y si los sistemas de pro­ tección social serán capaces de ejercer un papel compensador efectivo en el caso de este gru­ po social, particularmente vulnerable. El artículo se organiza en otras cinco secciones, además de esta introducción y las con­ clusiones. La segunda describe brevemente los datos utilizados y explica el concepto de «in­ migrante» utilizado en el trabajo. La tercera revisa algunos indicadores laborales básicos de los trabajadores inmigrantes e investiga la posición que ocupan en la distribución de las ren­ tas salariales. La cuarta incluye el análisis de las tasas de riesgo de pobreza de los hogares sustentados por inmigrantes, dedicando un apartado al efecto de la consideración del alquiler imputado y los gastos de la vivienda. La quinta ofrece resultados basados en indicadores di­ rectos de las condiciones de vida, aplicando el enfoque de la privación material. Por último, se utiliza la información de las dos últimas olas de la encuesta para efectuar una aproxima­ ción preliminar al impacto de la crisis económica sobre los niveles de pobreza y privación de los hogares inmigrantes.


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2. La población inmigrante según la Encuesta de Condiciones de Vida Se ha argumentado a veces, con razón, que el concepto de «inmigrante» es ante todo una categoría sociológica que no tiene una traducción precisa en términos de nacionalidad o lugar de nacimiento, pudiendo adquirir diferentes significados y alcance según la naturaleza de las preguntas a contestar. Desde el punto de vista jurídico, la condición de extranjería re­ presenta sin lugar a dudas el factor determinante, ya que la lógica del Estado asume la nacio­ nalidad como criterio básico de pertenencia y acceso a la ciudadanía plena. Desde el punto de vista sociológico, en cambio, la adquisición de la nacionalidad es un hito más en la trayec­ toria de una persona inmigrante, que debe ser analizada en su totalidad. Como señalan Cebo­ lla y Garrido, «desde la perspectiva del análisis social un nacido fuera naturalizado es un in­ migrante en tanto que —probablemente— sus perspectivas de progreso socioeconómico (y otros rasgos de su comportamiento individual) sigan afectados por su socialización temprana en un tercer país» 1. Es decir, la naturalización allana, sin duda, algunas dificultades, pero no borra necesariamente lo que Cachón ha denominado, parafraseando a Philip Roth, la «man­ cha inmigrante» 2. Esta concepción amplia, sociológica, del concepto de inmigrante, es la que da sentido al estudio, fecundo en muchos países, de las posibles desventajas de la llama­ da segunda generación, que en general no es ya «extranjera» ni por su país de nacimiento ni en términos de nacionalidad. En España, la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV, desde ahora) incluye información sobre la nacionalidad y el lugar de nacimiento de todos los mayores de quince años, agrupando los países en cuatro categorías (España, resto de países que formaban la UE-25, otros países europeos y resto del mundo). Un problema potencialmente importante es la imperfecta repre­ sentación de los inmigrantes en esta y otras encuestas que, como el propio INE reconoce, no han sido diseñadas para estudiar la situación de este grupo, lo que provoca un insuficiente ta­ maño muestral y un posible sesgo de la población encuestada hacia los extranjeros que presen­ tan mayores niveles de integración social (en situación legal, instalados en viviendas familia­ res, conocedores de la lengua, etc.) 3. Ello obliga a tomar con precaución los resultados que sugieren estas encuestas, cuya explotación es, en todo caso, necesaria, dado que ofrecen mu­ chos datos imposible de conocer (al menos a escala nacional) a partir de otras fuentes. En el caso de la Encuesta de Condiciones de Vida, la población adulta extranjera se ha­ lla, efectivamente, subestimada en comparación con los datos que se derivan del Padrón para el mismo grupo de edad. Aplicando los factores elevación proporcionados por el INE, la muestra de la ECV captura, en el mejor de los casos, a la mitad de los adultos extranjeros re­ sidentes en España (p.e. genera un porcentaje de adultos extranjeros del 5,6% en 2008, cuan­ do según el Padrón su peso real sería de un 11,2% del total de adultos). El pequeño tamaño muestral limita gravemente, además, la posibilidad de análisis desagregados en función de la edad, el género u otras características. Las cifras de nacidos en el extranjero resultan un poco más elevadas, ya que incluyen a los nacidos fuera de España que han obtenido la nacionalidad, proporcionando, además, un concepto algo más próximo a la definición sociológica de persona inmigrante comentada más arriba: ha­ bría, según la ECV, 1,7 millones de adultos nacidos en el extranjero en 2004, y unos 2,9 millones


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en 2008 (el 7,5% del total de adultos). De ellos, un 16% procede, en esta última fecha, de alguno de los 25 países que formaban la Unión Europea antes de la última ampliación, y el 84% restante de algún otro país europeo (principalmente Rumanía) o bien del resto del mundo. En este trabajo, se ha considerado «inmigrante» tan sólo a este último grupo, es decir, a aquellas personas que han nacido fuera de la UE-25, dado que los datos muestran que los oriundos de países no comunitarios tienen indicadores claramente diferenciados de los naci­ dos en España o en otros países comunitarios. Según esta definición, eran inmigrantes el 3,7% de los mayores de 15 años en la fecha inicial, 2004, y un 6,3% en 2008. Un perfil so­ cioeconómico básico de este grupo confirma, en línea con los datos derivados de otras fuen­ tes, la elevada proporción de adultos jóvenes, las altas tasas de actividad registradas y la su­ perior tasa de asalarización de los trabajadores de origen foráneo. Por su parte, los hogares inmigrantes (definidos como aquellos cuyo sustentador principal es inmigrante, indepen­ dientemente del estatus migratorio de los restantes miembros del hogar 4) tienen un tamaño medio superior y más niños dependientes que los sustentados por personas nacidas en Espa­ ña u otro país comunitario. Estas diferencias se mantienen, aunque la brecha es menor, cuan­ do se elimina de la muestra a los hogares encabezados por personas mayores, mucho menos frecuentes entre la población inmigrante que en la sociedad en su conjunto. Merece la pena comentar que, pese a la mencionada subestimación del número de extran­ jeros, el perfil de los inmigrantes en la Encuesta de Condiciones de Vida es, por lo general, consistente con el que se desprende de los datos de la Encuesta Nacional de Inmigrantes, reali­ zada en 2007 con una muestra de unos 15.000 adultos nacidos en el extranjero, al menos en re­ lación con las variables que se definen de modo comparable. Como se señala en un trabajo an­ terior, las dos fuentes muestran una notable coincidencia en elementos como la estructura educativa, la situación laboral, la estructura ocupacional o la distribución de los ingresos sala­ riales de los extranjeros no comunitarios, lo cual proporciona un cierto refrendo al uso de la ECV para el análisis del riesgo de pobreza y las condiciones de vida de los inmigrantes 5.

3.

Empleos y salarios de la población inmigrante

El nivel de renta de los inmigrantes está fuertemente condicionado por la posición labo­ ral y los salarios percibidos en el mercado de trabajo, que constituyen casi siempre la princi­ pal, y en muchos casos la única fuente de renta de unos hogares caracterizados por un perfil de edades más joven y tasas de actividad superiores a las de la población autóctona. Como muestra el Gráfico 1, los hogares inmigrantes obtienen del trabajo, por término medio, 88 de cada 100 euros de sus ingresos netos, mientras que los 12 restantes proceden de prestaciones sociales u otras fuentes de renta (como el capital y la propiedad). La dependencia de las ren­ tas del trabajo es muy superior a la de los hogares autóctonos, incluso si se elimina de la muestra a las familias con sustentadores que superan la edad de jubilación, para descontar el efecto de la distinta estructura de edades 6. Además de por su impacto en la renta familiar, la situación laboral de los trabajadores de origen extranjero juega un papel en sí mismo crucial en países cuya política migratoria otorga un papel central el empleo, al subordinar la entrada y permanencia de inmigrantes en el país a las ne­


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Gráfico 1.

Estructura de los ingresos familiares según el estatus migratorio del sustentador principal Hogares inmigrantes

5%

2%

10%

83%

Resto hogares 23%

4% 8%

Salarios

Autoempleo

65%

Capital, propiedad y otras rentas

Prestaciones sociales

Nota: La partida de capital, propiedad y otras rentas incluye las devoluciones fiscales derivadas de las declaraciones

anuales del IRPF. Los datos se refieren a los ingresos netos obtenidos en el año natural anterior al de realización de

la entrevista.

Fuente: ECV-2007 y elaboración propia.

cesidades y desajustes del mercado de trabajo interno. Ello explica el interés suscitado desde hace tiempo, en otros países, por los procesos de integración y movilidad laboral (y por ende, so­ cial) de los trabajadores foráneos, y los debates actuales sobre las razones de la persistencia en muchos países de grandes brechas de empleo y salarios entre trabajadores nativos e inmigrantes, incluso en las llamadas segundas generaciones, con importantes implicaciones en términos de desigualdad de las condiciones de vida, riesgo de pobreza y dependencia del sistema asistencial. En España, pese a su corta historia como país de inmigración, se han publicado ya exce­ lentes trabajos sobre la inserción laboral de los inmigrantes, utilizando datos procedentes de distintas fuentes (desde la tradicional Encuesta de Población Activa hasta la reciente Encues­ ta Nacional de Inmigrantes elaborada en 2007) 7. En general, estos estudios muestran un pa­ norama de luces y sombras, según el cual los trabajadores inmigrantes tienen niveles de edu­ cación similares y tasas de actividad superiores a los nativos, pero están concentrados de forma desproporcionada en puestos poco cualificados de unos pocos sectores productivos (como construcción, turismo, o servicios personales y domésticos), en los que trabajan con elevadas tasas de temporalidad y bajos salarios medios. Aunque los datos son todavía esca­ sos, algunos estudios sugieren también una movilidad limitada de los inmigrantes hacia tra­ bajos más cualificados y mejor pagados 8. Además, existe ya clara evidencia de que los tra­ bajadores procedentes de países no comunitarios están siendo más duramente afectados por el aumento del desempleo asociado a la crisis económica.


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Los datos de la ECV confirman, a grandes rasgos, la visión anterior a lo largo del período 2004-2008. Los indicadores contenidos en el panel superior de la Tabla 1 muestran un panorama coherente con la imagen que se desprende de otros estudios ya publicados, en la que destacan el elevado grado de asalarización (nueve de cada diez trabajadores), las mayores tasas de temporali­ dad (uno de cada dos asalariados) y rotación laboral (uno de cada cuatro trabajadores ha cambia­ do de empleo en el último año), la menor presencia en puestos de responsabilidad (sólo uno de cada diez ejerce tareas de supervisión de otros empleados) y la ya conocida sobre-representación en ocupaciones poco cualificadas dentro de determinados sectores productivos. El panel inferior permite, por su parte, constatar la existencia de una brecha salarial si­ tuada en torno al 25%, que supone una diferencia de unos 400 € brutos mensuales si se exa­ mina el salario medio de los que están actualmente trabajando, o unos 4.700 € en términos del salario total percibido en el año previo. Diversas investigaciones previas han mostrado que sólo una parte de esta brecha se explica por diferencias en el capital humano u otras ca­ racterísticas de los trabajadores, siendo el resto atribuible al menor «rendimiento» de tales atributos en los trabajadores inmigrantes, debido a factores como la segregación laboral, las barreras para la transferencia de los conocimientos adquiridos en el extranjero o un trato dis­ criminatorio por parte de los empleadores 9. Tabla 1

Características de los trabajos de los inmigrantes según la ECV-2008

Inmigrantes

Nivel de actividad % adultos (16 o más años) que son activos 75 % adultos (16 o más años) que trabajan 64 % adultos (16 o más años) que están desempleados 11 Tipo de trabajo % trabajadores que son asalariados 90 % trabajadores que ha cambiado de trabajo al menos una vez durante el último año 26 % asalariados que tiene contrato temporal 50 % asalariados que supervisan el trabajo de otros empleados 10 % trabajadores empleados en trabajos no cualificados 34 % trabajadores empleados en la construcción, la hostelería o en otros servicios per­ sonales y comunitarios 52 Salarios medios Salario bruto medio del mes actual 1.330 Renta salarial bruta media del año previo 13.978 Desigualdad salarial Coeficiente de Gini del salario mensual actual 0,264 Coeficiente de Gini de la renta salarial bruta del año previo 0,330 Salarios bajos (< 2/3 salario mediano) % Trabajadores con salarios bajos 25 — Varones 14 — Mujeres 39 % Trabajadores a tiempo completo con salarios bajos 16 — Varones 9 — Mujeres 27

Resto adultos

59 52 7 83 12 25 25 15 23 1.734 18.659 0,291 0,360 16 7 27 8 5 14

Nota: Los porcentajes de trabajadores con salarios bajos se han obtenido a partir de la distribución del salario men­ sual neto percibido por los trabajadores en el momento de la entrevista.

Fuente: Elaboración propia con datos de la ECV-2008.


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Un segundo rasgo, evidente a partir de la Tabla 1, es que los salarios de los inmigrantes son, en conjunto, más homogéneos que los que reciben los restantes trabajadores, como pue­ de apreciarse comparando los valores obtenidos al calcular el índice de Gini. Otros índices de desigualdad, como los de la familia de Theil de parámetros c=0 y c=1, proporcionan el mismo resultado: tanto en términos brutos como netos, y mensuales como anuales, las desi­ gualdades salariales entre los trabajadores inmigrantes son inferiores a las que se registran para el resto de asalariados 10. Es interesante subrayar que la distribución del salario mensual recibido por los trabajadores inmigrantes coincide de manera notable con la que se despren­ de de los datos de la Encuesta Nacional de Inmigrantes, tanto en los que se refiere a los valo­ res medios como a las principales medidas de desigualdad 11. Una consecuencia del anterior perfil es que los trabajadores inmigrantes tienden a con­ centrarse en mayor medida que los autóctonos en los niveles bajos de la escala retributiva. Este hecho es claramente visible si se analiza el reparto porcentual de los inmigrantes en la distribución salarial global, como muestra el Gráfico 2. Puede apreciarse que los trabajadores inmigrantes están sobre-representados en las primeras decilas de ingresos, e infra-represen­ tados en la mitad superior de la escala salarial. Un desglose por género desvela que la con­ centración en los niveles salariales más bajos es mucho mayor en el caso de las mujeres, el 70% de las cuales percibe salarios que les sitúan en las tres primeras decilas. Así, la estratifi­ cación por género ya existente entre los trabajadores nativos se reproduce, a niveles salariales inferiores, en el caso de la población inmigrante.

Gráfico 2. Distribución de los inmigrantes asalariados por decilas de salarios brutos, 2008 30 25 20 15 10 5 0 1

2

3

4

Varón inmigrante

5

6

Mujer inmigrante

7

8

9

10

Total inmigrantes

Nota: Decilas de trabajadores según el salario bruto mensual obtenido en el momento de la entrevista. Fuente: ECV-2008 y elaboración propia.

Esta distribución asimétrica implica una mayor incidencia de los salarios bajos entre los (y sobre todo las) inmigrantes y, por tanto, un mayor riesgo de pertenecer al grupo de los lla­ mados «trabajadores pobres» (working poor), cuya importancia ha crecido durante la etapa


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reciente en muchos países occidentales. Si tomamos como referencia el criterio adoptado por la OCDE para definir los salarios bajos, que sitúa el umbral en dos tercios del salario mediano nacional, un 25% de los trabajadores inmigrantes se situaba por debajo de ese nivel en 2008, frente a sólo un 16% de los trabajadores nacidos en España o algún otro país comunitario 12. Diferenciando por género, los porcentajes mayores corresponden a las mujeres inmigrantes (un 39%), seguido por las mujeres nativas (un 27%). Los varones inmigrantes (14%) y nativos (7%) se sitúan en niveles claramente inferiores. Si se restringe el cálculo a los asalariados a tiempo completo, para eliminar el efecto de la mayor incidencia femenina del trabajo a tiempo parcial, la frecuencia de los salarios bajos disminuye en todos los grupos, pero la estratificación por género y origen se mantiene: reciben salarios bajos un 5% de los varones nativos y un 9% de los varones inmigrantes, entre las mujeres los datos se elevan al 14% y al 27%, respectivamente (Tabla 1). La posición de desventaja en la situación ocupacional de los extranjeros se traduce también en una mayor vulnerabilidad ante la pérdida del empleo, aspecto de especial relevancia en la actual coyuntura recesiva. En España, la tasa de paro entre los extranjeros extracomunitarios pasó, según los datos de la EPA, del 12,6% en 2007 al 18,1% en 2008 y al 30,1% en 2009, un incremento de casi dieciocho puntos en sólo dos años. En el mismo período, la tasa de paro de los españoles aumentó hasta el 16% en 2009, desde un valor de 7,6% en 2007. La Tabla 2 muestra cómo los datos de la ECV reflejan ya algunos signos del empeoramiento global de la situación en 2008, con un incremento en la tasa de paro de los cabezas de familia, especialmente visible entre los inmigrantes. Destaca el notable aumento en el número de personas que viven en hogares foráneos «tocados» por el desempleo, de diez puntos en un solo año. Como consecuencia de esta evolución, un 28% de los niños de familias inmigrantes residen, en 2008, en hogares el los que algún adulto está en situación de desempleo, trece puntos por encima del valor del año anterior. El dato equivalente para los demás hogares es del 12%.

Tabla 2 La incidencia del desempleo sobre los inmigrantes, 2007-2008 Inmigrantes

Situación individual (adultos 16+años) % adultos activos desempleados 6+ meses año previo % adultos activos desempleados 1+ mes el año previo % adultos activos actualmente en paro % sustentadores activos actualmente en paro Situación familiar % Población en hogares con todos sus miembros desempleados % Población en hogares con algún miembro desempleado % Niños en hogares con algún miembro desempleado Prestaciones por desempleo (año previo a la entrevista) % adultos que ha percibido prestaciones por desempleo % hogares que ha percibido prestaciones por desempleo Fuente: ECV 2007-2008 y elaboración propia.

Resto población

2007

2008

2007

2008

7 14 12 6

8 16 15 13

+1 +2 +3 +7

6 10 11 5

6 10 11 7

= = = +2

3 16 15

5 26 28

+2 +10 +13

3 12 11

4 12 12

+1 = +1

6 11

7 14

+1 +3

5 11

5 11

= =


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A nivel internacional, los informes de la OCDE señalan que esta mayor sensibilidad cícli­ ca al desempleo de los trabajadores foráneos en una pauta común en otros países. En áreas con procesos migratorios recientes, la escasa antigüedad de muchos trabajadores inmigrantes hace que no reúnan los requisitos de cotización necesarios para acceder plenamente a las prestacio­ nes por desempleo, lo cual genera situaciones de especial vulnerabilidad frente a los efectos de la crisis. Un trabajo reciente de Moreno y Toharia indica que esta situación podría estar dándo­ se en el caso español 13. Los datos recogidos en la tabla muestran que, en 2007, la proporción de personas y de hogares que han cobrado a lo largo del año anterior alguna prestación por de­ sempleo es casi idéntica entre inmigrantes y no inmigrantes, pese a experimentar los primeros una tasa de desempleo más elevada, lo que sugiere, en efecto, una menor tasa de cobertura. Las estadísticas del Ministerio de Trabajo e Inmigración sobre perceptores de los diversos tipos de prestaciones y subsidios por desempleo confirman estas diferencias: los extranjeros representa­ ban en 2008 y 2009 aproximadamente un 25% de los desempleados, pero sólo un 15% de los perceptores de prestaciones por desempleo. Además, la proporción de los inmigrantes que co­ bra prestaciones asistenciales aumenta más rápidamente que entre los autóctonos en los años 2009 y 2010, debido en parte al mayor uso que los inmigrantes están haciendo del programa temporal de protección por desempleo e inserción (aun manteniéndose tasas de cobertura muy inferiores a las de los desempleados nacionales).

4.

Nivel de renta y riesgo de pobreza de los hogares inmigrantes

El número de estudios de ámbito nacional sobre los ingresos, riesgo de pobreza y con­ diciones de vida de los hogares inmigrantes es, en comparación con los que abordan su posi­ ción en el mercado de trabajo, todavía escaso, debido en parte a la imperfecta integración es­ tadística de la población inmigrante en las grandes encuestas generales a los hogares, ya comentada. Pese a las limitaciones existentes, trabajos como Angulo (2004, 2006) o, más re­ cientemente, Iriondo y Rahona (2009) han mostrado, con datos de algunas de estas encues­ tas, las importantes desigualdades materiales existentes entre las familias inmigrantes y las autóctonas. Muñoz de Bustillo y Antón (2009) han recurrido también a la ECV para analizar la relación entre inmigración y riesgo de pobreza en España, hallando una mayor incidencia de la pobreza entre los inmigrantes y un efecto protector más limitado de las prestaciones so­ ciales, en comparación con los autóctonos. Desde un punto de vista diferente, Tezanos y Te­ zanos (2006), Laparra (2008) y los trabajos contenidos en Izquierdo [coord.] (2009) estudian el riesgo de exclusión social de los inmigrantes en diversas dimensiones del nivel de vida. Otros trabajos recientes que explotan datos elaborados por el INE sugieren que los hogares encabezados por inmigrantes se hallan fuertemente sobre-representados dentro de la pobla­ ción de baja y muy baja renta, y también se ven más frecuentemente afectados por privación material, problemas en la vivienda e inseguridad financiara (Martínez, 2007, 2009; Martínez y Navarro, 2009). En este apartado se realiza un estudio actualizado del nivel de renta y ries­ go de pobreza de los hogares inmigrantes, utilizando tanto los indicadores disponibles desde 2004 como la información sobre alquiler imputado y otros datos relativos a la vivienda in­ cluidos sólo en los años más recientes.


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Riesgo de pobreza aplicando el enfoque convencional

Los datos sobre renta familiar contenidos en la Tabla 3 confirman plenamente la frágil situación económica de los hogares encabezados por inmigrantes. A lo largo de todo el pe­ ríodo, la tasa de riesgo de pobreza de los hogares inmigrantes se sitúa en niveles aproximada­ mente un 50% superiores a la media nacional, ampliándose la diferencia en el último año. Esta brecha es aún mayor si se rebaja el umbral a niveles inferiores al convencional del 60% de la mediana: así por ejemplo, con la línea del 30%, asociada en muchos estudios al riesgo de pobreza extrema, la tasa de los nativos está ligeramente por debajo del 4% a lo largo del período, mientras que la de los inmigrantes supera casi todos los años el 8%.

Tabla 3

Porcentaje de población en riesgo de pobreza, período 2004-2008

(Umbral = 60% renta mediana equivalente)

2004

2005

2006

2007

2008

Sustentador inmigrante Sustentador no inmigrante Menos de 65 años 65 o más años Total no inmigrante

31,3

31,8

30,7

28,9

32,0

16,3 33,9 19,5

15,5 36,7 19,1

15,8 37,0 19,3

16,1 34,6 19,2

16,0 31,8 18,8

Total

19,9

19,7

19,9

19,7

19,6

Notas: El umbral utilizado es el 60% de la renta mediana equivalente. Los datos de renta corresponden en todos los casos a los ingresos percibidos en el año anterior a la entrevista (2003-2007). Los valores extremos de la distribu­ ción se han recodificado en el 1% de la renta mediana equivalente y en 10 veces la renta mediana del hogar. La esca­ la de equivalencia aplicada es la escala de la OCDE modificada (ponderaciones = 1 para el primer adulto, 0,5 para los adultos adicionales, 0,3 para los menores de 14 años). Fuente: Elaboración propia con datos de las ECV 2004-2008.

Cabe resaltar que, dentro de la población no inmigrante, la tasa de pobreza de los resi­ dentes en hogares con sustentador en edad activa se mantiene constante en niveles próximos al 16%, mientras que la que afecta a los hogares sustentados por personas mayores (65 o más años) alcanza un máximo en 2006, para reducirse de forma marcada a partir de esta fecha. Como curiosidad, puede observase que en 2008 las tasas de riesgo de pobreza de la pobla­ ción en hogares sustentados por inmigrantes y por personas mayores alcanzan el mismo va­ lor: un 32%. En realidad, como se verá en el resto del trabajo, las condiciones de vida de las personas mayores son mejores de lo que sugieren los indicadores de la Tabla 3, mientras que lo contrario ocurre con la población de origen extranjero. b)

El impacto del alquiler imputado y los gastos de vivienda

La posición relativa de los hogares inmigrantes se agrava cuando se sustituye el indica­ dor de renta convencional por la variante que incluye el alquiler imputado, componente no monetario de la renta que el INE ha comenzado a utilizar en sus estadísticas, como parte de


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un proyecto comunitario de mejora de los indicadores de inclusión social. La Tabla 4 mues­ tra, en efecto, cómo la incorporación del alquiler imputado rebaja la tasa de riesgo de pobre­ za general desde el 19,6% inicial al 15,5%, debido sobre todo el fuerte descenso que regis­ tran los índices de baja renta de los hogares encabezados por personas mayores, pero incrementa la que afecta a la población en hogares inmigrantes hasta un 33,4%, con datos de 2008. Si, además de incluir el alquiler imputado, se restan de la renta los gastos de vivien­ da 14, la tasa general se reduce igualmente respecto al valor inicial, aunque de forma más mo­ derada, pero la de las familias inmigrantes se eleva hasta alcanzar el 48%. Ello representa un riesgo de pobreza tres veces superior al que enfrenta un hogar con sustentador nacido en España u otro país comunitario, un 16,1%.

Tabla 4

Efecto del alquiler imputado y los gastos de vivienda sobre el riesgo relativo de pobreza

de los hogares inmigrantes, 2008

Sustentador inmigrante Sustentador no inmigrante Menos de 65 años 65 o más años Total no inmigrante Total

Renta más alquiler imputado, menos gastos de vivienda

Renta monetaria disponible

Renta más alquiler imputado

%

IR

%

IR

%

IR

32,0

163

33,4

216

48,2

265

16,0 31,8 18,8 19,6

82 162 96 100

13,5 17,6 14,2 15,5

87 113 92 100

15,6 18,4 16,1 18,2

86 101 89 100

Notas: IR = Incidencia relativa. El alquiler imputado se aplica a los hogares que no pagan un alquiler completo por ser propietarios o por ocupar una vivienda alquilada a un precio inferior al de mercado o a título gratuito, y es el equiva­ lente al alquiler que se pagaría en el mercado por una vivienda similar a la ocupada, menos cualquier alquiler realmen­ te abonado. Los gastos de vivienda incluyen gastos de alquiler, comunidad, gas, etc. y, en su caso, intereses de présta­ mos hipotecarios para la compra de vivienda, pero no los pagos para la devolución del principal de dichos préstamos. Fuente: ECV-2008 y elaboración propia.

La gran brecha que sugiere la Tabla 4 refleja las disparidades entre viejos y nuevos resi­ dentes en el acceso a la propiedad inmobiliaria, así como en la calidad media de las viviendas ocupadas por unos y otros 15 y en la carga financiera que supone su alquiler o compra. Pese al creciente acceso a la vivienda en propiedad ligado a la consolidación de los proyectos migra­ torios 16, todavía en 2008 la mayoría de las familias de origen extranjero habita en viviendas alquiladas a precios de mercado, una opción que, en un país como España, es residual para el resto de los hogares. Además, como han evidenciado otros estudios, una parte importante de las personas inmigradas «residen en una habitación o parte de un piso o casa en régimen de subarriendo», arreglo relativamente frecuente durante la etapa inicial tras la llegada la país 17. La Tabla 5 contiene algunos indicadores útiles para ahondar en esta cuestión, restrin­ giendo el foco a los sustentadores en edad activa (16-64 años) para que la comparación no se vea afectada por la mejor situación en materia de vivienda de los pensionistas, abrumadoramente de origen español, dada la juventud del fenómeno inmigratorio en España. Como pue­


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Rosa Martínez López

de apreciarse, el 58% de los hogares inmigrantes paga en 2008 un alquiler a precios de mer­ cado, un porcentaje más de seis veces superior al del resto de familias. Además, la renta mensual que, por término medio, satisface un hogar inmigrante por dicho alquiler es unos 120 € más alta que la de una familia autóctona.

Tabla 5

Algunos indicadores de vivienda de los hogares con sustentador en edad activa (16-64 años),

según estatus migratorio del sustentador principal, 2008

Inmigrante

Régimen de tenencia % hogares que paga un alquiler % hogares que tiene hipoteca Gastos asociados a la vivienda Alquiler mensual medio pagado por los hogares en régimen de arrendamiento Hipoteca mensual media pagada por los hogares con vivienda en propiedad Gastos medios mensuales de la vivienda, excluida amortización hipoteca (*) Percepción subjetiva % hogares cuyos gastos de vivienda son una carga financiera pesada % hogares que llega a fin de mes con mucha dificultad Ingresos mínimos considerados necesarios para llegar a fin de mes Renta disponible Renta disponible total mensual del hogar

No inmigrante

59 31

9 40

522 822 602

406 597 316

60 23 2.268

49 12 2.202

2.020

2.449

Notas: (*) Incluyen gastos de alquiler, comunidad, gas y, en su caso, intereses de préstamos hipotecarios para la

compra de vivienda, pero no los pagos para la devolución del principal de dichos préstamos.

Fuente: ECV-2008 y elaboración propia.

Por otra parte, aproximadamente tres de cada diez hogares están devolviendo un présta­ mo hipotecario en el momento de la entrevista. Para estas familias, el pago mensual medio por la hipoteca (incluyendo devolución del principal e intereses) se sitúa en 822 €, unos 220 € más de lo que pagan, como media, los restantes hogares. Si computamos los gastos totales de la vivienda, por alquiler, intereses de préstamos hipotecarios, gastos de comunidad, gas, electrici­ dad y otros similares (excluyendo únicamente la parte de la cuota hipotecaria que corresponde a devolución del principal del préstamo 18), la diferencia entre los hogares inmigrantes y el res­ to se amplía hasta los 285 € al mes. En esta distancia influye también el hecho de que es mu­ cho menor, entre los inmigrantes, el porcentaje de hogares con la vivienda en propiedad total­ mente pagada (12% de las familias inmigrantes, frente al 55% del resto de la población). Los datos anteriores permiten confirmar la idea de que, en promedio, la vivienda supo­ ne una carga financiera mayor para las familias inmigrantes que para las autóctonas. De he­ cho, un 60% de estos hogares declaran que los gastos totales de la vivienda suponen una «carga pesada», once puntos por encima del dato para los hogares no inmigrantes. Además, y a diferencia de lo ocurrido entre las familias españolas, este porcentaje no ha disminuido, sino que ha ido en aumento incluso durante el período de bonanza económica que finaliza en 2007. Por otra parte, un 23% de los hogares inmigrantes declara llegar a fin de mes con mu­ cha dificultad en 2008, frente a un 12% de los no inmigrantes.


Baja renta y privación material de la población inmigrante en España

323

Estas diferencias permiten explicar, en gran medida, la ampliación de la brecha de bie­ nestar entre inmigrantes y población autóctona cuando se incluyen los datos sobre gastos de vivienda y alquiler imputado, revisados más arriba. La desigual situación se refleja también en las respuestas dadas a la pregunta sobre cuál es el nivel de ingresos que, como mínimo, necesitaría el hogar para llegar a fin de mes, que incorpora la ECV. La cantidad media señala­ da por los hogares inmigrantes en 2008 es de 2.268 € al mes, superior a la que indican los hogares no inmigrantes en edad activa (2.202 €), aun cuando sus ingresos medios reales son más de 400 € mensuales inferiores a los del resto de hogares.

5.

Condiciones de vida y privación material

Los niveles de renta monetaria conseguidos por los hogares constituyen un importante factor explicativo del nivel de vida alcanzado, y un condicionante clave de los procesos de in­ serción económica y social. Se ha visto más arriba que las familias inmigrantes se hallan so­ bre-representadas en los niveles bajos de ingresos y afrontan un riesgo de pobreza superior al promedio nacional, en términos de los indicadores habitualmente empleados para evaluar esta cuestión en el ámbito europeo. Además, se ha comprobado hasta qué punto las diferen­ cias en relación con la vivienda (que pueden ser parcialmente incorporadas al análisis me­ diante la consideración del alquiler imputado) contribuyen a empeorar la posición relativa de los inmigrantes. Con todo, la renta monetaria ofrece una aproximación imperfecta a la verda­ dera situación económica de los hogares, por diversas razones 19. A los problemas del indica­ dor se une la arbitrariedad de las líneas de pobreza tradicionalmente usadas en los países eu­ ropeos, calculadas sin referencia alguna a las necesidades o condiciones de vida de los ciudadanos. La toma de conciencia sobre estas limitaciones del enfoque convencional expli­ ca, probablemente, el cambio en la terminología usada por la propia oficina estadística co­ munitaria, que a partir de 2001 utiliza los umbrales relativos para calcular el número de per­ sonas «en riesgo de pobreza», en lugar de las cifras de personas «pobres». Afortunadamente, la Encuesta de Condiciones de Vida recoge, junto a las variables mo­ netarias, información directa sobre un amplio rango de aspectos relacionados con el nivel de vida. Ello permite complementar la aproximación monetaria con medidas inspiradas en el enfoque de la privación múltiple, desarrollado hace tres décadas por el sociólogo británico Peter Townsend y aplicado posteriormente, con diversas reinterpretaciones, en numerosos estudios realizados dentro y fuera del Reino Unido. La propia Unión Europea ha incorporado en 2009 al conjunto de indicadores europeos de inclusión social un índice de «privación ma­ terial» construido a partir de las respuestas dadas por las familias europeas a nueve cuestio­ nes relacionadas con el acceso a determinados bienes y actividades y con las dificultades fi­ nancieras de los hogares, ofreciendo así datos complementarios útiles en el análisis de las situaciones de vulnerabilidad económica en una Europa ampliada cada vez más heterogénea. La Tabla 6 muestra el porcentaje de personas que vive en hogares que no pueden permi­ tirse ciertos bienes o actividades, o que experimentan dificultades para cubrir el alquiler, la hipoteca u otros gastos corrientes relevantes, en el año 2008, así como la evolución de dichos indicadores en el período previo, diferenciando entre la etapa de expansión económica


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(2004-07) y la de inicio de la crisis (2007-08). Estos catorce indicadores coinciden con los utilizados en trabajos anteriores para representar las dificultades en el sostenimiento del nivel de vida corriente en nuestra sociedad, en una dimensión «básica» asociada al acceso a bienes de consumo y actividades relativamente frecuentes en la España actual 20. La lista incluye al­ gunos elementos de posesión casi universal hoy en día, como la televisión o el teléfono, pero también otros menos generalizados (como la posibilidad de unas vacaciones fuera de casa durante al menos una semana al año). Los datos de las cinco Encuestas de Condiciones de Vida publicadas hasta el momento muestran que, en todos los años, la proporción de personas que experimentan carencias es superior en los hogares inmigrantes que en el resto de hogares, con diferencias especialmente marcadas en aspectos como la posesión de ordenador o automóvil, las dificultades para lle­ gar a fin de mes y la frecuencia de retrasos en los principales pagos periódicos (recibos, al­ quiler o hipoteca y compras aplazadas). Por otra parte, aunque las familias inmigrantes mejoraron su situación general más inten­ samente que las autóctonas entre los años 2004 y 2007, sus indicadores de privación se deterio­ ran también con mayor rapidez desde el inicio de la crisis, llegando en ocasiones a revertir en un solo año la ganancia obtenida en los cuatro años previos (Tabla 6). Once de los catorce indi­ cadores de privación considerados aumentan en 2008 respecto a 2007 dentro de las familias in­ migrantes. En el caso del resto de hogares, sólo se incrementan los dos indicadores relaciona­ dos con el grado de dificultad para llegar a fin de mes y con los retrasos en el pago del alquiler o hipoteca. Con ello, la brecha entre familias inmigrantes y autóctonas se ve incrementada en 2008 en casi todas las variables. El Gráfico 3 muestra la situación comparada, en esta última fecha, para los diez indicadores cuya incidencia supera el 2% en el conjunto de la población.

Gráfico 3.

Algunos indicadores de privación material según estatus migratorio del sustentador principal, 2008

60 50 40 30 20 10 0 No puede Muy difícil Sin afrontar vacaciones llegar a fin gastos fuera de de mes imprevistos casa

Sin ordenador

No puede permitirse caldear la casa

Inmigrantes

Fuente: ECV-2008 y elaboración propia.

Sin dentista

Sin automóvil

Resto hogares

Retrasos recibos

Retrasos alquiler o hipoteca

Retrasos compras aplazadas


Fuente: ECV 2004-2008 y elaboración propia.

(1) No puede permitirse vacaciones pagadas fuera de casa, al menos una semana al año (2) El hogar no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos (3) Suele llegar a fin de mes con mucha dificultad (4) El hogar carece de ordenador, por no poder permitírselo (5) El hogar no puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura ade­ cuada en el invierno (6) Algún miembro del hogar ha dejado de ir al dentista en los últimos 12 meses por motivos económicos (7) El hogar carece de automóvil, por no poder permitírselo (8) Retrasos en el pago de recibos (electricidad, agua, gas...) en últimos 12 meses (9) Retrasos en el pago de la hipoteca o del alquiler del hogar en últimos 12 meses (10) Retrasos en el pago de compras aplazadas u otros préstamos (no de vivienda)

en últimos 12 meses (11) El hogar no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado (o sus equi­ valentes para los vegetarianos) al menos una vez cada dos días (12) El hogar carece de lavadora, por no poder permitírsela (13) El hogar carece de teléfono, por no poder permitírselo (14) El hogar carece de televisión en color, por no poder permitírselo –8 –9 –1 –6 –2 –4 –2 –1 0 0 0 0 –1 0

–5 –12 –14 –2 –5 0 +3 –2 –1 –1

Resto hogares

–8 –12 +2 –16

Hogares inmigrantes

Evolución 2004-07

–2 +1 –1 0

+3

+6 +6 +2 +4

+2

+6 +6 +5 +5

Hogares inmigrantes

0 0 0 0

0

0 0 0 +1

–3

–2 –3 +2 –1

Resto hogares

Evolución 2007-08

4 2 0 0

7

10 22 10 13

15

54 55 25 26

Hogares inmigrantes

2

0

0

0

2

5 3 3 3

4

33 25 12 6

Resto hogares

Situación en 2008

Tabla 6

Indicadores de privación básica de los hogares inmigrantes a lo largo del período 2004-2008: evolución del porcentaje de población residente

en hogares que sufren situaciones de privación, según el estatus migratorio del sustentador principal

Baja renta y privación material de la población inmigrante en España

325


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Rosa Martínez López

Hay que resaltar, a este respecto, que los datos provisionales publicados por el INE, a modo de avance, para el año 2009 muestran un empeoramiento marcado de varios indicado­ res en el conjunto de la población, con incrementos significativos en la incapacidad para afrontar gastos imprevistos y la imposibilidad de salir de vacaciones (en ambos casos de más de cinco puntos respecto a 2008), así como en el número de personas con dificultades para llegar a fin de mes y con retrasos en los pagos relacionados con la vivienda (alquiler, hipote­ ca, recibos, etc.). Esta evolución contrasta con la estabilidad de la tasa de riesgo de pobreza, que pasa del 19,6% en 2008 al 19,5% en 2009, según la nota de prensa publicada por el INE en marzo de 2010. Hay que tener en cuenta que, al margen de los problemas relacionados con la validez de la renta monetaria y de los umbrales relativos utilizados en esta estadística, la tasa de pobreza se calcula en la ECV siempre a partir de los ingresos percibidos en el año natural anterior al de la entrevista. Ello proporciona una nueva ventaja de los índices de pri­ vación: no sólo son más sensibles al ciclo económico que la tasa de pobreza convencional, sino que están, también, más actualizados. Los efectos negativos de la crisis sobre los indicadores de privación básica están fuerte­ mente asociados al incremento del desempleo, como la propia nota del INE se encarga de re­ saltar: más del 17% de los hogares con algún miembro en paro presenta retrasos en los pagos relacionados con la vivienda, frente al 6,3% de los hogares con todos los miembros activos ocupados, y el 2,4% de los constituidos por inactivos 21. Por ello, se presenta más abajo un análisis específico de la incidencia del desempleo sobre las condiciones de vida de las fami­ lias inmigrantes. Las anteriores diferencias en casi todos los indicadores entre la población inmigrante y la autóctona permiten anticipar una extensión muy desigual de las situaciones de privación múltiple, definida, siguiendo el enfoque propuesto en diversos trabajos previos, como la acu­ mulación de varias carencias en unos determinados hogares. La Tabla 7 muestra la evolución de la tasa de privación durante el período estudiado, en los hogares sustentados por inmigran­ tes y en el resto de hogares. Para construir este índice, se ha mantenido como umbral la exis­ tencia de tres o más indicadores de privación de la lista de catorce incluidos en la Tabla 6, si­ guiendo la metodología ya empleada en Navarro y Martínez (2009). Tanto al principio como al final del período, la proporción de personas en hogares que tienen tres o más carencias es más del doble en las familias inmigrantes: un 49% en 2004, frente al 22% para el resto de ho­ gares; en 2008 las cifras se sitúan en 45% y 15%, respectivamente, tras el fuerte repunte ex­ perimentado por la tasa de privación de las familias inmigrantes en el último año. Merece la pena notar que entre 2004 y 2007 se registró, como muestra el cuadro, una significativa disminución del número de inmigrantes con tres o más problemas, desde el 49% inicial hasta un 33% en 2007, debido fundamentalmente al descenso del porcentaje de fami­ lias incapaces de adquirir ordenador, automóvil y los restantes bienes duraderos incluidos en la lista. Los indicadores relacionados con las dificultades financieras tuvieron durante la eta­ pa expansiva, en cambio, una evolución menos favorable, con descensos más moderados e incluso algún incremento. Así pues, los datos sugieren una imagen según la cual los inmi­ grantes residen actualmente en hogares más equipados y han accedido a bienes como el orde­ nador o el automóvil (y la propia vivienda, ya mencionada más arriba) en una proporción mucho mayor que en 2004, pero tienen elevados niveles de endeudamiento y poco margen de


327

Baja renta y privación material de la población inmigrante en España

maniobra ante un eventual descenso de los ingresos, como por otra parte les ocurre a muchas (aunque comparativamente menos) familias autóctonas. Esa situación resulta, sin duda, preo­ cupante si se piensa en el rápido deterioro del empleo producido en la fase reciente, y expli­ ca, probablemente, la clara evolución negativa experimentada ya en 2008. La Tabla 7 muestra que se ha producido también un incremento muy significativo, a lo largo del último año, del porcentaje de inmigrantes afectados simultáneamente por baja renta y privación material. Utilizando a estos efectos como umbral de baja renta el definido por el 70% de la mediana, para construir un indicador análogo al empleado en el Reino Unido 22, se observa que la tasa de lo que en algunos estudios se ha denominado pobreza «consistente», o incluso «verdadera pobreza» 23 habría pasado, entre los inmigrantes, del 18% en 2007 al 26% en 2008, un incremento de ocho puntos en un solo año. En el mismo período, la tasa es­ timada para la población autóctona se rebaja ligeramente, del 8% al 7%. En otras palabras, las familias encabezadas por inmigrantes no sólo tienen mayores tasas de baja renta y de pri­ vación material que las de origen español o comunitario, sino que, además, ambos fenóme­ nos coinciden en los mismos hogares en mayor medida que entre los nativos. Además, la si­ tuación empeora más intensamente en el año 2008.

Tabla 7

Privación básica y pobreza «consistente» en el período 2004-2008

(% personas en hogares afectados por cada situación)

Sustentador inmigrante Privación básica Pobreza consistente Sustentador no inmigrante Privación básica Pobreza consistente Total Privación básica Pobreza consistente

2004

2005

2006

2007

2008

49 24

46 22

44 23

33 18

45 26

21 10

17 9

17 9

15 8

15 7

22 11

19 9

19 9

16 8

17 8

Notas: Existe privación básica si el hogar presenta tres o más indicadores de privación, de la lista de catorce inclui­ dos en la Tabla 6 anterior. Se considera que existe pobreza consistente si existe privación básica y, además, la renta

disponible ajustada del hogar está por debajo del 70% de la renta mediana nacional.

Fuente: ECV 2004-2008 y elaboración propia.

6.

El impacto de la crisis económica: un análisis preliminar

Como se ha visto en las secciones anteriores, la Encuesta de Condiciones de Vida realiza­ da en 2008, última publicada hasta el momento, recoge ya a través de algunas variables, aun­ que de forma todavía parcial, el efecto de la crisis económica sobre el nivel de vida de los ciu­ dadanos. En este último epígrafe se presentan algunos datos útiles para evaluar este primer impacto de la coyuntura de empleo sobre las familias inmigrantes, grupo cuya especial vulne­ rabilidad económica ha sido analizada desde distintas perspectivas a lo largo del trabajo.


328

Rosa Martínez López

La evolución negativa del mercado de trabajo en 2008, que tuvo su reflejo en el aumen­ to de las tasas de desempleo analizado más arriba, significó también una caída del nivel de renta para muchos hogares, particularmente entre los inmigrantes. Según los datos recogidos a través del módulo especial sobre endeudamiento y dificultades financieras incluido en la ECV-2008, un 43% de los hogares sustentados por inmigrantes declara haber sufrido un des­ censo notable de los ingresos en 2008, y la razón más frecuentemente señalada es la pérdida del empleo (4 de cada diez casos), seguida por los cambios en las horas trabajadas u otros as­ pectos relacionados con el empleo (un 15%). En el caso de los hogares nativos, sólo un 23% ha sufrido una caída similar, y entre ellos son, además, algo menos frecuentes las razones la­ borales. Estos descensos de renta pueden no hallarse todavía totalmente recogidos en los niveles de ingresos consignados en la encuesta, que se refieren a 2007, pero tienen ya un claro im­ pacto en los índices de privación material, como puede comprobarse a través de los datos volcados en la Tabla 8. Tanto en los hogares encabezados por españoles o extranjeros comu­ nitarios como por inmigrantes, los hogares que han sufrido un descenso notable de los ingre­ sos en 2008 muestran índices de privación muy superiores a los de las familias con ingresos estables. En el caso de los hogares inmigrantes, que parten de indicadores ya muy elevados, la tasa de privación material de los que han experimentado un shock negativo de renta alcan­ za el nivel del 59,9% (3,6 veces la media nacional). Además, un 33,2% de las personas que residen en estos hogares tienen situaciones de pobreza consistente, en términos de la defini­ ción dada más arriba, lo que representa un riesgo relativo más de cuatro veces superior al promedio nacional. Entre los hogares nativos en situación similar, un 25,4% sufre privación básica, y un 10,6% pobreza consistente, valores mucho más moderados, pero que resultan también muy significativos por el empeoramiento que reflejan respecto a las circunstancias de aquellas familias cuyos ingresos se han mantenido estables. Teniendo en cuenta que los datos de 2008 señalan únicamente el primer impacto de la crisis, es previsible que los indica­ dores de 2009 y 2010 muestren, cuando se publiquen, un deterioro bastante más marcado de la situación económica de muchos hogares.

Tabla 8

Baja renta y privación material de los hogares que han experimentado descensos de ingresos

en 2008, en comparación con los que declaran tener ingresos estables

% Población

Sustentador no inmigrante, ingresos estables Sustentador no inmigrante, caída de ingresos Sustentador inmigrante, ingresos estables Sustentador inmigrante, caída de ingresos Total Nota: IR = Incidencia relativa.

Fuente: ECV-2008 y elaboración propia.

69,7 23,7 3,7 2,9 100

Baja renta

Privación básica

Pobreza consistente

%

IR

%

IR

%

IR

17,2 23,4 26,7 38,9

88 119 136 198

10,8 25,4 32,9 59,9

65 154 199 363

5,5 10,6 19,9 33,2

68 131 246 410

19,6

100

16,5

100

8,1

100


329

Baja renta y privación material de la población inmigrante en España

Como se argumentó más arriba, la mayoría de estos descensos acusados de ingresos guardan relación con cambios laborales, principalmente con la pérdida del empleo, según las respuestas ofrecidas por los propios encuestados. Por ello tiene especial interés analizar de qué modo la situación laboral del sustentador principal de ingresos condiciona el riesgo de sufrir baja renta y privación material, atendiendo a la vez, en el caso de la población activa, a la condición de inmigrante del cabeza de familia. La Tabla 9 ofrece esta información para los años 2007 y 2008, según la situación actual corriente (en el mes de la entrevista) de las perso­ nas que aportan la mayor parte de los ingresos a sus respectivos hogares.

Tabla 9

% Población afectada por baja renta y/o privación material según la situación laboral actual y

el estatus migratorio del sustentador principal, años 2007 y 2008

Baja renta

Privación básica

Pobreza consistente

2007

2008

2007

2008

2007

2008

Sustentador ocupado No inmigrante Inmigrante Sustentador desempleado No inmigrante Inmigrante Sustentador inactivo

14,5 13,5 27,0 38,8 36,2 65,6 33,0

14,5 13,5 27,4 38,3 35,0 52,6 31,5

13,6 12,3 32,9 38,3 37,4 47,0 20,1

14,2 12,0 42,2 45,4 42,1 59,7 16,7

5,5 4,7 16,5 23,4 21,5 42,9 14,5

5,7 4,3 22,8 26,9 23,5 41,7 11,2

Total

19,8

19,7

16,1

16,5

8,3

8,1

Fuente: Elaboración propia con datos de las ECV 2007 y 2008.

La primera constatación importante que permite la Tabla se refiere al impacto negati­ vo del desempleo sobre el nivel de renta y las condiciones de vida de los hogares sustenta­ dos por una persona en paro, grupo cuyo peso demográfico aumenta ya en 2008, como se vio más arriba. La tasa de riesgo de pobreza se sitúa en niveles cercanos al 38%, aproxima­ damente el doble de la media para el conjunto de la población, mientras que las de priva­ ción material y pobreza consistente se elevan, especialmente en la segunda fecha, hasta ni­ veles que rozan o superan el triple del promedio nacional. Tanto en el caso de los hogares autóctonos como, especialmente, de los encabezados por inmigrantes, la tasa de riesgo de pobreza parece mejorar en 2008, pero ello es debido a un efecto composición relacionado con la incorporación de hogares cuyo sustentador trabajaba en 2007 (período de referencia de la renta) pero está desempleado en 2008. Merece la pena destacar que los hogares sus­ tentados por un inmigrante en paro tienen en 2008 índices de privación y pobreza consis­ tente casi veinte puntos por encima de los que experimentan las familias con un sustenta­ dor desempleado de origen español o comunitario. Y también que las familias cuyo sustentador es una persona inactiva (fundamentalmente, jubilados) presentan tasas de ries­ go de pobreza superiores al 30%; sin embargo, sus índices de privación básica y de pobreza consistente se hallan, sobre todo en la segunda fecha, en niveles no mucho más altos que la media nacional.


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Rosa Martínez López

El segundo hecho destacable es el aumento de las tasas de privación básica y pobreza consistente que experimentan los hogares inmigrantes cuyo sustentador principal está traba­ jando en el momento de la entrevista, reflejo claro de la mayor inestabilidad y peores pers­ pectivas del mercado de trabajo en 2008. Si bien la tasa de riesgo de pobreza de las familias inmigrantes se mantiene en torno al 27%, el doble que las familias trabajadores nativas, el porcentaje de población con tres o más carencias aumenta en diez puntos en un solo año, has­ ta alcanzar un nivel del 42,2%, más de tres veces superior al del resto de hogares. Por su par­ te, la tasa de pobreza consistente alcanza un 22,8% en la segunda fecha, un valor que quintu­ plica la de las familias autóctonas. Estos valores recogen la experiencia del grupo mayoritario (más del 80%) de las familias inmigrantes, que se vio afectada negativamente ya en 2008 por un aumento de los episodios de desempleo y/o el empeoramiento de las condi­ ciones de trabajo de algunos miembros del hogar, aún cuando siguieran contando con una persona ocupada al frente en el momento de la entrevista.

7.

Conclusiones

En el presente trabajo se ha analizado, utilizando diversos indicadores, la posición eco­ nómica de los hogares inmigrantes a lo largo del período reciente, a partir de la información contenida en las Encuestas de Condiciones de Vida realizadas por el INE desde el año 2004. Esta fuente tiene, frente a otras, el inconveniente de no constituir una operación destinada es­ pecíficamente a investigar la situación de las personas de origen extranjero, a diferencia de, por ejemplo, la Encuesta Nacional de Inmigrantes. Ello hace que el tamaño de la muestra re­ sulte insuficiente para abordar un análisis diferenciado por nacionalidades, grupos de edad u otras variables sin duda relevantes para caracterizar las condiciones de vida de las familias de origen extranjero. Paralelamente, y ello supone sin duda una grave falta de «integración esta­ dística», las cifras totales de población inmigrante están sensiblemente subestimadas (con volúmenes por debajo del 50% de los datos reales). Sería necesario corregir en el futuro esta deficiencia, que pone en cuestión no sólo la validez de la encuesta para analizar la situación de los inmigrantes, sino también para ofrecer una imagen fiable del conjunto de la sociedad. A pesar de las limitaciones mencionadas, la Encuesta de Condiciones de Vida contiene información de gran valor para evaluar en su conjunto el proceso de integración económica de los hogares inmigrantes. De hecho, ninguna otra fuente incluye simultáneamente datos sobre los ingresos, la situación laboral y las condiciones de vida de los miembros del hogar, con periodicidad anual y cobertura de todo el territorio nacional. En este trabajo se ha sacado partido de estas ventajas para ofrecer una visión general del proceso de integración económi­ ca de los inmigrantes, combinando indicadores clásicos basados en la renta con indicadores directos de privación material. El análisis de los datos laborales contenidos en las Encuestas de Condiciones de Vida (ECV) es coherente, a grandes rasgos, con el diagnóstico global que algunos estudios previos han dibujado a partir de otras fuentes, confirmando plenamente la imagen de «hogares labo­ riosos» que sugiere la EPA, así como la idea de que los trabajadores inmigrantes ocupan una posición subordinada y vulnerable en el mercado de trabajo, con una mayor tasa de asalariza­


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ción y una concentración muy marcada en un puñado de ocupaciones poco cualificadas de determinados sectores de actividad (como la construcción o la hostelería). En dichas ocupa­ ciones, los inmigrantes trabajan muy frecuentemente con contratos temporales, cambian de empleo más a menudo que los trabajadores autóctonos y ejercen menos veces tareas de res­ ponsabilidad que impliquen la coordinación o dirección de equipos de trabajadores. Además, ganan menos que los trabajadores autóctonos con similar nivel educativo. Los datos sobre salarios recogidos en la encuesta muestran que los trabajadores inmi­ grantes se hallan fuertemente sobre-representados en los tramos retributivos inferiores, espe­ cialmente en el caso de las mujeres, lo que se traduce en una brecha salarial media situada en torno al 25%. Por otra parte, los salarios que cobran los inmigrantes son más homogéneos (en sus niveles bajos) que los que reciben los restantes trabajadores, como lo demuestran los bajos índices de desigualdad interna computados para este colectivo. Todo ello implica un elevado riesgo de llegar a ser trabajadores (y sobre todo trabajadoras) «pobres». Dado que los hogares inmigrantes son muy dependientes de las rentas del trabajo, que aportan en promedio casi un 90% de sus ingresos netos, la elevada incidencia de los salarios bajos se traduce en una también alta proporción de familias con ingresos inferiores al umbral de riesgo de pobreza, situado convencionalmente en el 60% de la mediana. A lo largo de todo el período estudiado, la tasa de riesgo de pobreza de las familias sustentadas por inmigrantes ronda el 30%, más de 10 puntos por encima del promedio nacional. Además, el indicador empeora en 2008, pese a que el período de referencia de los ingresos (el año previo a la entre­ vista) no permite captar todavía más que de forma muy preliminar los efectos de la crisis. La posición económica relativa de los hogares sustentados por una persona inmigrante se agrava cuando se utilizan indicadores distintos de la tasa de pobreza convencional, basada en la renta disponible. La inclusión del alquiler imputado como un componente no monetario de la renta rebaja en unos cuatro puntos la tasa de riesgo de pobreza del conjunto de la pobla­ ción, pero eleva la de los hogares inmigrantes por encima del 33%. Si, además, se deducen de los ingresos los gastos relacionados con la vivienda (sin incluir la amortización de posibles préstamos hipotecarios), casi la mitad de las familias inmigrantes se situaría por debajo del umbral. Esta gran brecha refleja las disparidades entre viejos y nuevos residentes en el acce­ so a la propiedad inmobiliaria, así como en la calidad media de las viviendas y en la carga fi­ nanciera que supone su alquiler o compra. Los indicadores comparativos expuestos en el tra­ bajo confirman que los hogares inmigrantes tienen costes de vivienda más elevados, tanto si pagan alquiler (situación mucho más frecuente en su caso) como si están adquiriendo una vi­ vienda en propiedad. Ello supone un nuevo factor de vulnerabilidad ante posibles descensos repentinos del nivel de ingresos, como los asociados a la pérdida del empleo. La información directa sobre condiciones de vida que ofrece la encuesta ha permitido complementar y afinar la imagen que proporcionan los ingresos monetarios. Para ello, se uti­ liza una batería de indicadores que reflejan diversas formas de privación material, así como la existencia de dificultades financieras en los hogares, siguiendo el enfoque inaugurado por Peter Townsend hace más de treinta años. Pues bien, en prácticamente todos los indicadores, la proporción de personas que experimentan carencias y dificultades es superior entre las fa­ milias inmigrantes, con diferencias especialmente abultadas en aspectos como la posesión de ordenador o automóvil, las dificultades para llegar a fin de mes y la frecuencia de los retrasos


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en los principales pagos periódicos (recibos, alquiler o hipoteca, compras aplazadas). Por otra parte, aunque las familias inmigrantes han mejorado su situación general más rápida­ mente que las autóctonas en la fase expansiva 2004-2007, se mantiene un diferencial todavía importante en la segunda fecha. La brecha vuelve, además, a ampliarse en 2008, año en el cual once de los catorce indicadores de privación empeoran, por efecto de la crisis, en el caso de los hogares inmigrantes. En esta última fecha, casi la mitad de la población en hogares en­ cabezados por inmigrantes sufre privación material (es decir, presenta tres o más carencias simultáneamente), el triple que en los hogares nativos, y casi uno de cada cuatro sufre simul­ táneamente baja renta y privación material, lo que representa un riesgo cinco veces superior al que afrontan las demás familias. Pese a que la encuesta realizada en 2008 ofrece aún poca información para evaluar el impacto de la crisis económica sobre el nivel de vida de los hogares, existen algunos indicios de la especial gravedad que los cambios en el empleo están teniendo para la población inmi­ grante. Pese a que el país entró técnicamente en recesión sólo en el cuarto trimestre de 2008, un 43% de los hogares inmigrantes entrevistados ese mismo año declara haber sufrido ya un descenso acusado de los ingresos en los doce meses anteriores, y de ellos casi un 60% sufre privación material, con un aumento notable de las dificultades para llegar a fin de mes y afrontar gastos imprevistos, así como de los retrasos en los principales pagos periódicos. El desglose en función de la situación laboral muestra un claro empeoramiento, en 2008, de los índices de privación en los hogares afectados por el desempleo, especialmente entre los inmi­ grantes, así como una importante pérdida de bienestar de las familias inmigrantes encabeza­ das por una persona ocupada en el momento de la entrevista. Esta tendencia, que previsible­ mente habrá ido agudizándose en los años 2009 y 2010, pone de relieve la importancia de mantener y, en su caso, reforzar las políticas de sustitución de rentas y reinserción laboral du­ rante el período de crisis, para evitar el riesgo de exclusión social de las familias encabezadas por desempleados. En el caso de las familias inmigrantes, es necesario paliar la posible desprotección derivada de la insuficiente trayectoria contributiva de muchos trabajadores en paro, que puede resultar especialmente grave en hogares con niños que no cuentan con fuen­ tes de renta alternativas ni sólidas redes de apoyo social.

Notas 1. Cebolla y Garrido (2008), p. 21. 2. Cachón (2009), p. 161. 3. Angulo (2003), p. 99. 4. En todo caso, los datos de la ECV muestran una elevada concentración de la población inmigrante en hogares también sustentados por inmigrantes. Con los datos de la ECV correspondiente a 2007, el 83% de los adultos inmigrantes vivían en hogares encabezados por una persona inmigrante. El 17% restante residiría fuera de di­ chos hogares, fundamentalmente como parejas o cónyuges (algo más del 60%) e hijos (un 14%) de un susten­ tador principal no inmigrante. 5. Martínez (2009) contiene un análisis más amplio de esta cuestión.


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6. Restringiéndonos a los menores de 65 años, las diferencias persisten: de cada 100 euros que entran en un hogar inmigrante, 87 proceden de salarios, 6,5 de prestaciones sociales y otros 6,5 son rentas del autoempleo o del capital y la propiedad. En el caso de los hogares no inmigrantes las cifras correspondientes son 76 euros (sala­ rios), 13 (prestaciones sociales) y 11 (otras rentas). 7. Véase, entre otros, Cachón (2009, 2007, 2006), Dolado y Vázquez [eds.] (2008), Aja, Arango y Oliver [eds.] (2008), Silva y Vázquez (2009), Simón, Sanromá y Ramos (2008), Pérez Infante (2009, 2008), Moreno y Toharia (2008), Fernández y Ortega (2008), Oliver (2008), Calderón e Hidalgo (2007), Amuedo-Dorantes y De la Rica (2007), Pumares, García Coll y Asensio (2007), Arango (2004) o Garrido y Toharia (2004). 8. Véase Cachón (2009), p. 244. El trabajo realizado por Fernández y Ortega (2008) encuentra que los niveles de actividad y desempleo de los inmigrantes convergen con los de los españoles al cabo de cinco años de estan­ cia, pero se mantienen los niveles de sobreeducación y la mayor tasa de temporalidad (aunque con diferencias en función del origen de los inmigrantes). Amuedo-Dorantes y de la Rica (2007) y Silva y Vázquez (2009) ob­ tienen también resultados que sugieren una cierta convergencia en los comportamientos relacionados con el desempleo y la búsqueda de empleo. 9. Véase por ejemplo Sanromá, Ramos y Simón (2009) o Muñoz de Bustillo y Antón (2009). 10. Martínez (2009), p. 43. La combinación de los dos rasgos mencionados, menor salario medio, pero también menor desigualdad interna, hace prever un limitado impacto de los salarios de los inmigrantes sobre la desi­ gualdad salarial global. Desigualdad salarial que, por otra parte, ha permanecido relativamente estable (si aca­ so, con una ligera tendencia a la baja) durante el período 2004-2007, a tenor de los datos recogidos en la ECV. 11. El salario mensual neto medio de los adultos nacidos fuera de España u otro país de la UE-25 se sitúa según la ENI, en 1.046 €, frente a los 1.062 € que sugiere la ECV-2007. Los valores de los índices de Gini y Theil (c=0, c=1) se hallan también muy cercanos —como máximo, tres centésimas inferiores— a los obtenidos con la ECV. 12. Con datos de la ENI, la incidencia de los salarios bajos entre los inmigrantes se elevaría aproximadamente al 30%. Para llegar a este resultado, se han imputado valores numéricos en los casos en los que tan sólo se ofrece el intervalo de renta, extrapolando el dato a partir de la distribución definida por las observaciones que sí de­ claran la cifra exacta. 13. Moreno y Toharia (2008), p. 152. Como señalan Vázquez, Alloza, Vegas y Bertozzi (2009) este hecho explica que el impacto financiero del desempleo sobre el presupuesto público sea menor en los países de inmigración reciente, como España. 14. Siguiendo en el enfoque propuesto en Smeeding, Ward, Castles y Lee (2000). 15. Que influye en el alquiler imputado. Un estudio de esta cuestión, con datos de la ECV-2006, puede verse en Iriondo y Rahona (2009). En Martínez (2010) se incluye un análisis de los indicadores de vivienda que explota la información contenida en el módulo especial sobre condiciones de la vivienda incorporado por el INE a la ECV-2007. 16. Que se refleja en la propia ECV, con un aumento de unos 10 puntos en las viviendas en propiedad de los inmi­ grantes entre 2004 y 2008. 17. Colectivo Ioé (2005), p. 201. 18. Según el criterio aplicado por el INE en la definición de esta variable. 19. Que van desde la escasa o nula incorporación de aspectos relevantes para el nivel de vida (tiempo de ocio, ren­ tas en especie, niveles de riqueza, consumo de bienes públicos, diferencias territoriales en el coste de la vida, etc.) hasta la insuficiencia del período (generalmente anual) de cómputo de las rentas, o la aplicación de es­ calas de equivalencia simplistas que no tienen en cuenta adecuadamente las diferentes necesidades de los hogares.


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20. Véanse, en particular, Martínez (2007) y Martínez y Navarro (2009). 21. INE (2010), p. 4. 22. Department for Work and Pensions (2003). 23. Véase por ejemplo Halleröd (1995), o Layte, Maître, Nolan y Whelan (2001). Esta interpretación tiene, sin embargo, limitaciones: ha de contarse con los posibles errores de medición de los dos conceptos, así como con la reconocida arbitrariedad en la fijación de umbrales, tanto en el caso de la renta como de las condiciones de vida. Por otra parte, resulta necesaria una perspectiva dinámica para evaluar la situación real de los hogares y analizar los factores que condicionan la relación entre ingresos y nivel de vida.

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