Prólogo Reino Imperial "No hay señales de Ayleen, los mejores rastreadores la han buscado y no hemos dado con su paradero, aun no entiendo ¿Cómo es posible que los humanos hayan podido borrar su existencia?, aunque las alternativas son obvias, ya no esta en este reino o puede que ellos la hayan matado, de verdad lo siento he hecho todo lo posible para encontrar a la hija de mi hermana Joulio, vuestra hija, pero no muestra señales de vida ni un camino que podamos seguir. Te envió lo mejor de nuestra cosecha para que calmes tu tristeza, enfado y sacies tu sed" Esas fueron las palabras que Joulio acaba de leer del pergamino recién llegado desde el cardinal del este, lo dejo a una lado de su escritorio para posteriormente tomar la copa de vino que posaba a un costado del. La observo unos segundos mientras hacía girar acompasadamente el líquido que esta contenía en su interior. Se la llevo a su nariz y olfateo su contenido absorbiendo por completo su esencia. Sus ojos se tornaron del color de la bebida, rojos, en el instante en que este se la llevo a sus labios bebiéndola con éxtasis, no pudo ingerir más que un par de sorbos antes de detenerse agobiado, con esa misma energía, tan solo un instante más tarde lanzo la copa a toda velocidad contra la pared de enfrente, culminando con esta trisándose en mil pedazos como resultado del impacto. La baldosa de la gran sala quedo totalmente empapada con la sustancia carmesí que esta contenía y decorada por pequeñísimos fragmentos de cristal en toda su extensión, a Joulio la Ira le secaba la garganta pero aunque calmase su sed, nadie podría apaciguar su furia. Ante el estrépito, la guardia imperial llego a la brevedad a la sala preguntando si sucedía algo, “nada” contesto él rápida y fríamente, "tráiganla" añadió. Apenas pasaron unos minutos cuando los guardias regresaron escoltando a una hermosa joven, su cabello era largo y de un rubio ceniza, tenia piel clara y ojos azules pero no combinaban con su andrajosa vestimenta, además llevaba un par de cadenas en el cuello y los pies descalzos. La trajimos sin prepararla señor, pensamos que se negaría a recibirla_ dijeron los guardias excusándose ante tal presentación de tributo.
Que digno collar_ exclamo Joulio en el momento en que la muchacha se arrodillaba ante sus pies y agachaba la cabeza reverenciándolo, los guardias se retiraron de la sala, sin pronunciar palabra alguna y sin recibir respuesta ante su excusa. _ ¿quién eres?_ le pregunto. _ Soy Nº123_ respondió ella su piel comenzaba a sangrar, habiendo sido rasmillada por los cristales que se encontraban a sus pies, Joulio empuño sus manos y golpeo la pared dejando un pequeño hueco en ella, intentando contener sus instintos. _ ¿sabes por que estas aquí?_ pregunto pausadamente intentando reponer su compostura. _ Soy su cena señor_ dijo la muchacha temblando y entonces el se volteo dándole la espalda por segundos, odiaba tanto esa respuesta como deseaba oírla, especialmente de hermosos labios y dulce voz como los de la pobre criatura. "Katrin legitima heredera al trono y mi esposa lleva doce años dormida, los cuales he dedicado a la búsqueda de su, nuestra hija, doce años llevo desando ser el rey y no he podido conseguirlo porque nadie del linaje directo me lo ha cedido por indisposición. Mientras sigo trabajando en el caso de la desaparición de mi hermosa hija de tres años quien ahora ha de estar a punto de convertirse en toda una vampireza" monologo Joulio y rió disolutamente al terminar. _ que irónico número ciento veintitrés, ¿diste frutos?_ pregunto Joulio cambiando fugazmente de tema, antes de oír su respuesta respiro profundamente para calmarse. _ no señor, me sacaron del grupo antes para traerme_ respondió ella y entonces él pensó: mi querido cuñado, Vincent así que decidiste enviarme a una muchacha virgen. _ ¿Sabes quien soy? _ Joulio, el futuro rey de esta zona. _ y ¿sabes quién te mando? _ Vincent, el rey del cardinal del este. "Para ser un sacrificio estas bien informada" pensó Joulio añadiéndola a su listado de "curiosidades de la raza humana", y entonces comenzó a reflexionar ante la situación evocando distintos recuerdo. "Si Vincent no hubiese tenido la estúpida idea de criar humanos para alimentarnos tal vez el sería el nuevo rey imperial, lástima que gracias a su idea termino esposándose con la hija del rey del cardinal del este, Alice y siendo desheredado.
Aún más triste el hecho de que años más tarde ambos fallecieron por una misteriosa intoxicación, dicen que fueron los sangre azules, los mismos que se encargaron de matar al padre de Katrin, pero rumores dicen que fue alguien desde el interior del palacio, y quien más que Vincent deseaba con todas las fuerzas ser rey, si no hacia algo el heredero legal de ese reino cumpliría edad suficiente como para apartarlo del cargo. Pero debo reconocer que ha sido sensato. Tener dos reinos quebrantaría la paz entre nosotros, seguramente le entregara el reino a su sobrino una vez tenga asegurado el puesto de rey la ciudad imperial... ¡quien sabe que atrocidades hará con tanto poder!" _señor ¿por qué no me ha comido aun?_ _ ¿quieres que lo haga?_ _ Toda mi vida he esperado este momento para dejar de sufrir, y pues, mi ultima oportunidad de ser librada en la fecha de revisión se me ha sido arrebata trayéndome aquí, de verdad temo seguir esperando que sus colmillos penetren mi piel y me dejen si ni una gota de sangre La muchacha interrumpió los pensamientos de Joulio y como consecuencia consiguió una respuesta, una pregunta formulada sin escrúpulos, algo enojado ante enfermiza duda que lo había regresado a su estado de impaciencia. Pero sin pensar en la posición en la que ella se encontraba se volvió agresiva en su entonación, sin embargo su cuerpo e instintos sí reaccionaron con miedo haciéndola soltar un par de lágrimas mientras temblaba _ Él te ha mandado aquí para que yo le sea infiel a mi esposa, y dejar a este reino sin rey, además no es mi costumbre beber directamente de ustedes, y menos hasta matarlos, en nuestro reino la gente rinde tributos de sangre y logramos vivir en una paz relativa. _ eso significa que me dejara libre?_ Joulio se sobresalto ante la respuesta y actitud de la muchacha, la cual se volvía a cada segundo más arrogante y descarda viéndose a ella en posición de humana más que de sacrificio. Pero aquella última pregunta, fue la gota que rebalso el límite de la paciencia y tranquilidad contenida de Joulio. _ ¡Recuerda lo que eres, humana!, no me hables así, no te iras de aquí no eres como ellos_ dijo Joulio abofeteándola exaltado. Ella levanto su brazo para llevarse su mano al rostro y sobarce, pero él lo tomo y lo mordió en el antebrazo, bebiendo inmoralmente de él, pues su garganta ya no
podía estar más sedienta, y la sangre de la joven se había calentado debido a su reacción lo que la hacía aun más exquisita y deseable para cualquier vampiro. De todos modos la rabia de Joulio no se borraría solo por charlar con una humana, no después del rencor que les guardaba por haber sido ellos quienes mataron al rey e hicieron desaparecer a su hija. Ella gimió. Ahogaba sus gritos mordiéndose los labios y desviando la mirada para no ver como se alimentaban de su sangre, no opuso resistencia, ese era su castigo, mas aun mantenía la esperanza, se calmó y entonces dijo a modo de disculpa "tal vez tenga razón, una de mis instrucciones fue el intenta compensar los 12 años de ausencia de su esposa" Joulio soltó la muñeca de su brazo y ella lo dejó caer sobre su pantalón. _ Adelante_ dijo Joulio cerrando los ojos. La joven deslizo sus manos, mientras su brazo aun seguía desangrándose. Joulio abrió sus ojos de golpe y le dijo "¡Así no!" a la muchacha inexperta, "Con tus labios", entonces ella se acerco más, paso la cabeza por sus rodillas con pudor, mientras el joven vampiro gozaba. A la joven comenzó a afectarle la falta de oxigeno a causa de la pérdida de sangre, empezó a ver borroso hasta que dejo caer su cuerpo sobre él, Joulio que estaba acariciando sus cabellos ante este gesto lo jalo, y ella grito abriendo los ojos de inmediato. _Ya es suficiente_ La calló, acto seguido acerco su cabeza a su rostro y ella cerró los ojos por instinto esperando un beso de recompensa, sin embargo Joulio se inclino más de lo que ella esperaba y llevo sus colmillos directamente hasta su cuello y la mordió, bebiendo con más fuerza que antes, pensando en un "lo siento, ya acabo". La joven grito con fuerza, en su última y ahogada exhalación. Forcejeo para que se detuviera, esperando que la dejase ir después de haberse humillado, luchando sin sentido por su vida. Joulio detuvo sus arañazos con una mano y con la otra, aplicando de modo incontrolado su fuerza debido a su sed estrangulo a la criatura como si fuese un simple pollo para los humanos, nada más que comida. Dejo a la chica muerta tirada en el suelo mientras se arreglaba sus ropas y solo después llamo a su guardia para que se la llevasen. Estos la sacaron muy exaltados por el aroma a sangre que había en la sala, mantuvieron la compostura frente al futuro rey, pero una vez fuera de la sala la rasguñaron hasta desgarrar su piel intentando beber de la sangre que aún le pudiese quedar en los músculos haciendo trizas el hermoso cuerpo que ella tenía, posteriormente se deshicieron de las sobras del cadáver.
Joulio puso los codos sobre el escritorio y se tomo la cabeza en un gesto de arrepentimiento, exhalo agotado y agacho la mirada para observar nuevamente el mapa que estaba sobre la mesa. _ ÂżDonde estas Ayleen?_ se pregunto mientras una gota de sangre entre sus colmillos caĂa desde sus labios al papel dejando una mancha de color carmesĂ sobre las letras "Reino del este".
Capítulo I Reino del Este. Mientras que el reino Imperial era una zona de inconmensurables bosques, en cuyas áreas era agradable habitar, un lugar donde no faltaban las flores y donde los terrenos eran sombríos de modo que le permitían a los vampiros poder salir aún durante el día. Un lugar pacífico que mantenía un perfecto equilibrio entre los de su especie y los humanos, a pesar de la anarquía que parecían estar viviendo, el reino del Este era un lugar que padecía de un calor insoportable para los vampiros, el cual
se
manifestaba
durante
la
noche
con
plétoras
matanzas,
donde
un
prácticamente tirano Rey había impuesto una desenfrena idea de criar humanos como animales para saciar su inexorable sed. Convirtiendo el dorado aire del desierto en un rojo viento de plegarias, ya que era un lugar donde los humanos podían fingir poseer una vida apacible durante el día y sufrían un inquebrantable toque de queda durante la noche. El mensajero entro al comedor en el que se encontraban el rey Vincent y su sobrino Drew. El comedor era uno de los salones más grandes de todo el castillo había sido modificado para que los vampiros lo habitasen, modificando las características cisterciense con la que los humanos la habían construido antes de que los vampiros se tomaran el poder. Estaba sostenido por más de veintidós pilares, decorados al estilo románico y construido de enormes piedras. Se juntaban con arcos, dejando el techo como una especie de cúpula en la cual se encontraba un profuso mural que retrataba él desierto de carmín bajo un eclipse de luna completamente subyugado a los poderes de Caín. Mientras que la única iluminación que poseía eran pequeñas ventanas circulares cuyo ángulo se inclinaba en menos treinta grados anti horario de modo que la luz entraran hacia los techos, impidiendo así que lastimara algún vampiro. Era un lúgubre salón para cualquier criatura que viviese indispensablemente de luz. Estaba dispuesto por tres mesas que formaban una U alrededor de los escalones que conducían hacia el trono del Rey, dejando un amplio espacio usado para los bailes de salón. En la esquina de enfrente izquierda se encontraba un gigantesco piano de cola negro donde Drew estaba sentado tocando una pieza realmente asombrosa, cargada de enfado y pasión. En su trono se encontraba Vincent. El rey levanto su mano en señal de aprobación lo que permitió al mensajero proseguir a entregar el pergamino que traía, este notificaba como positiva la recepción del envió hecho a la ciudad imperial, luego de ello se marcho, al tiempo que Drew cesaba su melodía. Vincent dirigió la mirada hacia su sobrino.
_ Calma muchacho, has tocado la mayor parte de la pieza en Forte, cuando a excepción de las primeras notas hasta el duodécimo Do, debió haber sido tocada en mezzoforte y no me mires así dentro de unos años tu heredaras mi trono_ le dijo con una sonrisa pendenciera. _ No he venido a que me des lecciones de piano tío. Y no me hagas lamentarme. Si tan solo hubiese tenido mis poderes cuando falleció el abuelo… _ El joven Drew levanto el tono de voz, expresando claramente su desconformismo contra su tío. Tono que se pudo reconocer también en la entonación y la fuerza de la melodía de piano que Drew acababa de finalizar, por lo que Vincent le refuto su lamento. _ Niño el poder no lo es todo, necesitas experiencias, no somos como los humanos veintiún años no bastan, necesitas esperar. Yo no pedí este trono, tu abuelo me lo heredo por que confió en que estaría en buenas manos, son trescientos años de experiencia como príncipe, tu madre solo tiene una centena y tú te conformas con veintiuno. Hay tantas cosas que no entiendes, acaso ¿Sabes lo difícil que es para nosotros tener hijos?, aun con mis años no comprendo del todo nuestra magia, mira que tener que esperar a que suceda un eclipse lunar. Además gracias a nuestra buena cosecha es que se te dio la oportunidad de nacer, recuerda lo débil que es tu madre de salud, como mi hermana. Necesitas experiencia es por eso que debes esperar cien años_ _¡¿Pero criar humanos como animales tío?, son como nosotros eso es insólito! _ ¿Si?_ pregunto Vincent hipócritamente arqueando una ceja, en realidad el comentario no le había afectado en nada, luego añadió_ son criaturas inferiores, son nuestro alimento, solo pensar en que existen vampiros que los consideren nuestros iguales y en la existencia de híbridos es desagradable. Y aun así tú te empeñas en liberar a un par de esos cada año. _ Todos merecen una oportunidad de vivir. Repulsivo es como piensas tú, tío. Me alegro que ya no quede nada para esa fecha_ _ Si y como odio ese día, bueno como sea lo tuyo son solo palabras, sino dime de donde sale la sangre que está en tu copa en este momento._ Drew lleno sus expresiones faciales con un cierto aire de victoria, pero el Rey no era un sujeto sumiso, se rió de manera desquiciada, al percatarse que su sobrino tomaba la copa que reposaba en la mesilla al costado del piano. _ No es lo mismo y lo sabes
_ Como quieras Drew, ¿Te preguntas para que te llame, no?_ Dijo Vincent retomando su conversación con rectitud, el muchacho negó con la cabeza y el rey prosiguió con su discurso. "Hoy vendrá tu primo de visitas, el príncipe Alexander cumplirá los dieciséis años pronto, pero por el momento aun desconoce que es un vampiro, al igual que a ti se les ha mantenido alejado de nuestras vidas para protegerle de los sangre azul, el sabe que es un príncipe y ha aprendido ha vivir con los humanos, atiéndelo y mantelo alejado del criadero, no queremos que se entere antes de tiempo y se revele ¿no?"_ _ Tío los ¿sangre azul? ya son una historia extinta_ dijo Drew. _ Desaparecieron, es cierto, pero fueron ellos los que mataron a tu abuelo, a mi padre y a mi querida Alice, y fueron ellos los que seguramente secuestraron a Ayleen para poder utilizar su sangre y volver a surgir. _¿Mi pequeña prima?_ pregunto Drew molesto, "nuevamente este tema" murmuro. Luego de ello, ambos tomaron asiento en la mesa principal sentados muy separados el uno del otro. Siendo de todos modos una distancia relativamente pequeña para la velocidad con la que ellos se mueven. La cena prosiguió como un normal banquete humano, a excepción por las copas de sangre, las conversaciones variaron de la familia acompañada por un poco de nostalgia a diplomacia, hasta que finalmente el joven Drew se retiro a su despacho.
En un lugar no muy lejos del castillo se escucho un grito. "¡Annie! baja a desayunar", decía la voz correspondiente a su padre adoptivo, el cual obtuvo una amena respuesta. Annie era una joven de piel alvina, sus ojos, llevaba su cabello no muy largo un poco más debajo de sus hombros, lo tenía ondulado y de un color negro azulado, el cual acostumbraba a llevar amarrado a dos moños. Su rostro era fino, tenía labios pequeños y una nariz respingada. Bajo las escaleras y se dirigió a la cocina, allí se sirvió algo de leche de soja para desayunar. No solo tenía gustos extraños en la comida sino que también estaba pasando por una etapa en la que ni siquiera las que acostumbraba la satisfacían, pero debió conformase solo con ello ya que apareció su padre. _Hoy llega temprano a casa, necesito algo importante que decirte_ demando su padre en un tono de preocupación, ella asintió con su cabeza algo confusa, y luego
rectifico diciendo firmemente "Si", tras escuchadas estas palabras, su padre le señalo el reloj con la mirada, Annie siguió su vista y al ver la hora se sobresalto, trago lo que le quedaba de leche en su taza y salió corriendo hacia su cuarto escaleras arriba, bajo apenas unos segundos más tardes llevando un pequeño bolso al hombro. No pudo correr al colegio puesto que su presentación se vería deteriorada, camino rápida y acompasadamente por el sendero que la llevaría a su colegio, a pesar de ello termino desordenando un poco su uniforme, a pocas cuadras de llegar a la plaza principal frente al castillo decidió arreglarse sus ropas, un descuido imperdonable, puesto que de un segundo a otro aparecieron dos muchachos delante de ella. Terminaron estrellándose y tanto Annie como uno de ellos en el piso. _Lo-lo siento_ Dijo Annie tartamudeando apresurada y poniéndose de pie, estiro su brazo para ayudar a levantar al muchacho, pero el otro joven se interpuso con su brazo y cubrió con una sombrilla al crío en el piso. Annie retrocedió, mientras el otro muchacho ayudaba a levantarse al caído, este se sacudió y aparto al joven que le acababa de ayudar, dio un paso hacia adelante y se detuvo de pie frente a Annie. El muchacho era unos centímetros más bajo y físicamente similar a Annie, aunque la mayor similitud que tenían eran aquellos extraños ojos que en ambos destacaban azules apagado en gris. Vestía un elegante traje de color verde azulino el cual llevaba desabotonado en el cuello, como señal de que tenía calor. El muchacho le dedico una escalofriante mirada a Annie absorta de cualquier clase de cortesía. Ante tal expresión ella quedo muda e inclino la cabeza a modo de reiteración de su disculpa. _ es ¿que no sabes quien soy?_ le pregunto el joven a Annie pero se contesto de inmediatamente sin dejar a Annie pensar en alguna respuesta_ ¡Soy el príncipe Alexander del cardinal del Norte!_ exclamó arreglándose su negro cabello peinándoselo hacia el costado izquierdo tapándole medianamente aquel ojo. Annie atónita inspiro todo lo que pudo y pensó ¿Un príncipe? ¡Es un vampiro! quiso exclamar pero retomo su postura y pronuncio: eso quiere decir que usted es un... Príncipe_ acabo la frase de Annie el otro muchacho. Ella se asusto por unos instantes y le observo detenidamente, era bastante más alto que ambos, se mostraba sumiso sosteniendo una sombrilla sobre el príncipe como cualquier vasallo lo haría, pero su presencia le producía escalofríos. Entonces él añadió_ Así que muestra el debido respeto y guarda silencio ante su majestad y reveréncialo.
Annie inclino su cuerpo en un gesto de reverencia y volvió a pedir disculpas, el príncipe se dio media vuelta y no volvió a dirigirle la palabra ni la mirada a Annie, miro a su compañero sacudiéndose sus ropas y le ordeno averiguar quien era, entonces el joven príncipe pensó. "Tienes suerte de que no estas en mi reino" suspiro y subió al carruaje que estaba enfrente de ellos. _¿estas loca?_ le pregunto el otro joven a Annie, relajando de cierta manera su expresión al igual que ella puesto que ya no se encontraban en presencia del príncipe. Su piel era morena en comparación con la de Annie y su compañero. Llevaba anteojos que hacían resaltar sus extravagantes ojos que a ratos parecían tornarse de un violeta similar al de sus anchos labios. _tu eres..._ Vacilo Annie ante el regaño, sin poder realizar una pregunta decente. _Soy solo un vasallo del príncipe aunque un amigo muy cercano y ¿usted señorita? _ Soy Annie Cornald, nuevamente pido disculpas por lo sucedido, ¿usted tienes nombre?_ _ ¿Estudias?_ pregunto el vasallo sin contestar la pregunta de Annie, ella miro su reloj y comprendió lo atrasadísima que estaba, hizo una reverencia y se marcho corriendo a clases, también dejándole una interrogante al vasallo. _Insolente_ dijo el joven entre dientes y regreso a donde estaba el príncipe. Al parecer Annie no comprendió del todo el altanero comportamiento del príncipe y se confió de su sencilla disculpa ante su desafortunado encuentro. _¿Y bien?_ dijo el príncipe en espera de información. _Era solo una estudiante rezagada, Annie Cornald_ _ Esta bien, gracias Wladimir, con gente como ella este reino no saldrá adelante, ¿cuanto falta?_ _ Ya nada señor, ¿se siente mejor?_ El príncipe Alexander demandaba aún sin poder apaciguar su enojo. Mientras que Wladimir se mostraba calmado ya que el altanerísmo del príncipe era parte de su comportamiento normal y más bien preocupado por él, puesto que se habían bajado del carruaje para que el príncipe tomara aire, ya que minutos antes se había sentido algo mareado por el largo viaje. _ Si_ contesto él y entonces comento_ Debiste haberla pulverizado o hecho desaparecer, después de todo aunque no me lo hayas dicho te he visto utilizar magia, pensé que por ello mis padres te habían puesto como mi guarda espalda. Eres un sangre azul recuérdalo. Ellos son terroristas su existencia es un pecado,
pero tú eres mi amigo y la excepción, por lo que si puedes serme útil jamás pensare en ti como ello._ El príncipe hablo con una sonrisa, sin medir el significado que producían sus palabras. Él parecía agradecido pero sin duda se mantenía enfadado por aquella caída que le había humillado. Mientras que el joven acompañante no contesto nada, simplemente trago saliva y empuño las manos, “Jamás podría llegar hacer un asesino” pensó. Cuando Annie llegó al colegio, en el pasillo se encontró con una amiga, esta al verla exclamó con un tono alegre y alargando la última silaba en la O "¡Annie Feliz cumpleaños!". Annie sonrió amigablemente y acepto el cariñoso abrazo que esta le dio, fue escoltada por su compañera hasta el salón de clases donde fue recibida por el resto de sus compañeros y felicitada. _ ¿te ha pasado algo interesante?_ le preguntó su compañera a Annie pues la notaba algo distraída. Formuló su pregunta de manera discreta y esperaba una respuesta melancólica con los brazos abiertos y dispuesta a prestar un hombro para consolarla, ya que cada año se repetía que Annie corría con una pésima suerte en sus cumpleaños, habiendo sufrido un par de desgracias. Pero la respuesta de Annie la sorprendió positivamente y su amiga se exalto pensando en que la suerte de Annie estaba cambiando. _ Conocí al príncipe Alexander en persona_ _ ¿Qué? ¿Quién? y ¿era apuesto?_ _ Realmente no, de hecho era unos centímetros más pequeño que yo, aun era un niño, si era apuesto pero nada simpático y totalmente engreído _ Esta había sido la veloz impresión que había dejado el joven príncipe. _ ¿Qué?, pero tuviste cuidado, ¿no?, recuerda que el es un vampiro_ _ Claro que lo tuve_ dijo mintiendo al recordar que lo había botado,_ pero había algo extraño en él_ dijo Annie y su compañera la molesto diciéndole que al parecer la verdad era que ella había quedado encantada con el, cosa que a Annie le desagrado un poco al recordar su personalidad. _ Pero espera un momento, ¡me estas mintiendo Annie! si el es un vampiro ¿cómo es que lo viste? es de día_ le recordó. Annie estupefacta recién había caído en cuenta de ello, ¿le habían mentido? o era aquello lo que ocultaban. _ no seas torpe_ dijo ella riendo_ recuerda que el día está completamente nublado, además su vasallo le cubría con una sombrilla. _ se excuso sonriendo y entraron a clase cambiando de tema.
El día pasó normalmente al igual que cualquier otro, en la tarde salio el sol y el calor se hizo insoportable. Annie debió regresar rápido a casa tal como se lo dijo su padre y cubierta con su chaleco lo que más pudo para evitar el sol, ya que su tez alvina se irritara al exponerse mucho a este. Una vez en casa, llamo a su padre un par de veces pero él no contesto, subió a su habitación y la encontró hastiada de bellas rosas rojas. _ ¡Feliz Cumpleaños!_ exclamó su padre por su espalda como sorpresa, ella volteo rápidamente y le abrazo dándole las gracias, Annie tomo una de la rosas y se la llevo a su rostro para disfrutar de su aroma mientras tomaba asiento al borde de su cama. Su padre antes de imitar las acciones de Annie cerro la puerta de la habitación y le puso seguro. _ Que hermosa te vez entre rosas Annie, ¿te ha gustado tu obsequio?_ pregunto su padre acariciándole la mejilla. Ella se ruborizo un poco y volvió a darle las gracias como una positiva respuesta. _ Pero ese no es tu único regalo, hoy he de enseñarte algo muy especial_ Su padre le dedico una sonrisa, Annie le imitó sonrió algo nerviosa la curiosidad le intrigaba, se puso de pie dejando la rosa sobre la cama y se dirigió hacia la ventana para cerrar las cortinas puesto que el sol le comenzaba a molestar. _Que curioso, yo pensaba hacer lo mismo ¿Te ha pasado algo nuevamente hoy hija?, actúas extraño._ Su padre no era ignorante de lo sucedido en sus anteriores cumpleaños y al igual que su compañera debía consolarla en aquella fecha. En ocasiones se sentía culpable del sufrimiento de Annie arrepintiéndose de haberle contado el hecho de no saber cuando era realmente el día de su nacimiento. La niña llego a sus brazos a los tres años aproximados de edad y él la cuido bajo órdenes imperiales. Por su parte ella se lo agradecía, era un alivio saber que podía confiar en su padre adoptivo quien le había dicho la verdad de su procedencia sin inventar historias sobre su madre o su nacimiento. Se abrazaron cariñosamente y él le acaricio su cabello. _ Afortunadamente no_ contestó Annie dándole las gracias. _ Pero que hermosa te vez hoy, bueno siempre has tenido una belleza innata pero cada año que pasa te veo convertirte más en una mujer_ Annie le dio las gracias y de cierto modo volvió a ruborizarse, esperaba que su sorpresa no fuera una charla entre padre e hija acerca de la pubertad, así que se separo de él y volvió a tomar asiento en el borde de su cama.
Su habitación era angosta, la cama estaba perpendicular a la línea de la puerta y la ventana al fondo de la habitación, tenía colgado una par de cuadro de flores y un espejo en la muralla frente a la cama. En la muralla conjunta a esta tenía un escritorio con una repisa llena de libros. Su padre encendió las velas que se encontraban en el candelabro sobre el escritorio y volvió a tomar asiento junto a su hija. _ Que maravillosa se ve mi habitación llena de rosas_ _ Pero que bella te vez tu a su alrededor_ dijo su padre quien se lanzo sobre ella._ Es momento de que te de tu regalo_ añadió besándola en los labios. Annie se corrió empujándole con el brazo y comenzó a gritar. _ ¿Qué estas haciendo? ¿Por qué haces esto?_ pregunto Annie desesperada. _ Solo quiero enseñarte lo que es el placer, antes que alguien más lo haga, no quiero que vengan ha arrebatarme a mi hija por su suma belleza_ dijo el con sus ojos algo desorbitados. _ ¡Esto es morboso e incorrecto!_ Grito Annie pero no se pudo resistir la fuerza de su padre adoptivo, este rasgo parte de su camisa al jalarla del brazo quien prontamente comenzó a desabotonarla y a acariciar su pechos en contra de su voluntad besándolos y lamiéndolos, también su cuello y sus labios reiteradamente. Annie lo detuvo con un rodillazo fuerte cerca de sus costillas y este se hecho hacia atrás, se llevo las manos a su cinturón y se lo quito de un solo jalón con el cual amenazo a Annie. Ella corrió hacia la puerta pero al intentar abrirla se trabo debido al seguro que su padre le había puesto. Annie grito con una fuerza feroz y entonces calló abruptamente, se arrodillo y se llevo la mano al hombro acariciándose el lugar donde había recibido el impacto de la correa. Su padre se acerco y la abraso dándole un beso en la mejilla. _ Sera mejor que no te resistas, recuerda quien soy. Soy yo quien te ha dado amparo durante doce años, te di un nombre y comida. Te he cubierto para que no debas pagar el tributo de sangre consiguiéndolo de otras mujeres y te he dejado intacta para esta ocasión, nada jamás a penetrado o daño tu suave piel y mira lo que me has hecho hacer para controlarte. Acaso ¿no has conversado con tus compañeros de curso? Todos ellos han pagado con su sangre al imperio más de una vez en su vida, así que ahora calla y compláceme. Como te he dicho este será un regalo de cumpleaños que de verdad te encantara y si lo disfrutas más que las mujeres que han servido de tributo, prometo que no tendrás que pagar jamás con tu sangre al reino_ dijo el con una sonrisa desquiciada en el rostro, levantando a Annie y recostándola otra vez sobre su cama. Ella entro en estado de shock, se quedo muda con la vista fija hacia la luz de la vela sobre el escritorio viéndola a través del espejo de la muralla de enfrente. Aquel ambiente mágico que tanto había
apreciado hace unos segundos era ahora el retrato de su pesadilla. El le arrebato el resto de prendas que le quedaban puestas a Annie y comenzó a poner pétalos de rosa sobre su cuerpo como si adornara un pastel, mientras la acariciaba, besuqueaba y tocaba por todos lados. Annie no se movía y el único movimiento que realizaba era pestañar, aunque incluso aquel era escaso ya que su vista se había perdido en el vacío. Su corazón parecía haber dejado de latir y no se escucho ni un solo jaleo más de su parte. En su mente aquellos cálidos recuerdos de su infancia en los que se encontraba su padre parecían mancharse con una oscura sombra. Incluso su más preciado recuerdo de cuando aprendió a tocar el piano y cerrando los ojos pudo ver lejana la memoria de su verdadera madre, un rostro dulce y cariñoso; Aquel día en que su padre le dijo la verdad de su procedencia obsequiándole un ramo de rosas como hoy y explicándole que él no quería que ella se sintiera abandonada, ya que cuando ella llegó a sus brazos estaban en tiempos de guerra y lo más probable era que sus verdaderos padres estuviesen muertos, confesándoselo con una sonrisa, que ahora Annie confundía cada placida sonrisa con un gesto morboso y de desaprobación. Viéndose a ella misma como un objeto de deseo, o una manzana sin madurar. Siempre se había sentido orgullosa de sus éxitos y de su belleza y ahora sentía como cada uno de ellos habían sido parte de una cadena que poco a poco la iban aprisionando. Sintió los dedos de su padre tocándola por debajo, cerró los ojos evitando comprender las reacciones de su cuerpo. _Esta es la mejor parte_ dijo él con una sonrisa en su rostro mientras se desprendía también de sus ropas, sin alcanzar hacerlo. En aquel momento comenzaron a sonar fuertes golpes provenientes de la puerta de entrada de la casa los cuales parecieron revivir la sinapsis de Annie de un salto. El padre de Annie volvió a vestirse y decidió atender debido a lo reiterados y perturbadores que parecían ser los golpes desde el exterior. Bajo las escaleras de mal humor. Annie reacciono agarrando lo primero que encontró en los cajones de su cómoda para cubrirse y bajar para pedir auxilio. Lo hizo corriendo casi completamente desnuda llevando tan solo un camisón de seda rosa. Grito por ayuda hacia la puerta pero su padre la calló con una bofetada dejándola en el piso. Entonces
la
puerta
de
la
entrada
fue
derribada,
siete
personas
vestidas
completamente de negro y con el emblema de la guardia real entraron a la casa, tomaron a su padre quien no tuvo tiempo de gritar o dialogar con ellos y desgarraron y mordieron cada parte de él. Comenzó el más grande de ellos quien tomo a su padre por el cuello ahorcándolo y clavándole sus colmillos en su garganta. Annie pudo escuchar sus últimas palabras, a pesar de que no salieron de sus labios, en ellas decían “lo siento”. Su padre adoptivo esperaba que ella corriese
y que jamás nadie la encontrara, arrepintiéndose de sus últimas acciones. Recordó el día en que los guardias imperiales de capa roja y dorada tocaron a su puerta y le ordenaron cuidar a la niña, las condiciones eran que jamás enfermase, ni que se hiciera daño, ella estaría a cuidado del imperio pagándosele todos sus estudios, su padre jamás comprendió que clase de chica le estaban entregando pero de algo si estaba seguro, ella era la bebé más hermosa que había visto en su vida y estaba dispuesto hacer todo por verla crecer, la crio con cariño como si fuese suya propia sin poder borrarse de su mente la forma en que ella dormía y como la luna iluminaba su rostro aquella noche. Cerró los ojos y sonrió dispuesto a recibir su castigo por haber violado su propio juramento de cuidarla incondicionalmente. Posteriormente el resto de ellos mordieron sus extremidades, brazos y piernas, especialmente los dedos que es donde la sangre fluía y mantenía su mejor sabor después de la garganta; hasta que ya no le quedase ni una sola gota de sangre en él, su piel se torno de un color verdoso y pálido. Ver aquel cuerpo absorbido como pasa y destruido por sus desgarradores colmillos y uñas era una imagen atroz, Annie se acerco llorando al cadáver completamente destrozado y dio un pequeño susurro por ayuda. Pensando en cual de sus dos destinos podría haber sido el peor. _ Ya acabamos con el deudor, no pagaba hace meses_ dijo uno de los soldados. _ Pero eso no es suficiente, su sangre estaba añeja_ dijo otro. _ Entonces tomemos a la joven_ dijo el primero señalando a Annie quien retrocedió del susto y escondió cabizbaja. _¡No!_ exclamo el más alto de ellos que había acabado con su padre_ podemos ser juzgados por ello_ señalando hacia la puerta la gran cantidad de vecinos que se había acercado ha ver que sucedía, quienes servirían como testigos de un asesinato a una inocente. _ No puedo evitarlo huele delicioso _ Eso se debe a que has quedado con hambre tras beber de esta reliquia. _ De acuerdo, pero de todos modos nos la llevaremos al criadero, no es más que una prostituta_ dijo el segundo algo enfadado juzgando a Annie por su estado, quien se cubrió lo más que pudo, sus lagrimas se habían evaporado. Los guardias la tomaron y la escoltaron hasta el carruaje, Annie intento ocultar su rostro al ver a sus vecinos viéndola como se la llevaban los vampiros semidesnuda.
Capítulo II El pequeño príncipe Alexander respiro profundamente, abrió las cortinas y la ventanilla del carruaje para poder ver hacia el exterior, ya solo quedaba un tramo del recorrido por atravesar, la plaza principal del reino del este. Era tan desierta como el resto del lugar, no tenía árboles y sus principales decoraciones eran piedras gigantescas y extravagantes plantas xerofitas. El carruaje cruzó por el camino central, dio la vuelta a una estatua de mármol que se encontraba en el centro de todo territorio obligando a formar una rotonda en el camino. Aquella pertenecía al vivo retrato del primer y único emperador, de cierto modo padre de todos los vampiros, Caín. No mostraba sus colmillos pero plasmaba su magnate poder, con su rostro y mano izquierda alcanzando el cielo mientras que la otra posaba en el lugar donde supone tienen el corazón, sus ojos pulidos en la piedra roja de seyart y su expresión avalada por el aparente flameo de su larga capa, la cual estaba tan bien pulida que a veces parecía estar realmente en movimiento. Nuestro reino tiene una estatua más grande de nuestro más importante ancestro pensó Alexander, volviendo a cerrar la cortina desinteresado, además el sol comenzaba salir y al mismo tiempo a molestarle. Cerró los ojos para poder acostumbrarse a la oscuridad del interior del carruaje, la que últimamente le era grata e inundó su cabeza por efímeros recuerdos del sosegado paisaje del cardinal del norte, lugar del cual provenía. Tuvieron recepción en la entrada principal por un guardia completamente cubierto. Sus vestimentas eran de color rojo y dorado, representando la fortaleza del desierto del este. El joven príncipe descendió del carruaje acompañado de Wladimir e ingresaron al castillo por la gigantesca puerta de la entrada, debía medir unos once metros de altura. Cada vez que la atravesaba se preguntaba cuantos hombres se necesitaban para abrirla, sin sospechar que para uno solo de su especie basta un empujoncito para abrirla. Una vez dentro la oscuridad era aun mayor, pero poco a poco las antorchas de los pasillos se prendieron a su paso. Alexander no miro jamás hacia atrás, avanzo atreves del hall, subió las escaleras principales y en donde se dividían de lado a lado se reunió con su primo Drew quien le esperaba. Contemplo el gran telar con la imagen de su abuelo que pendía sobre ellos y solo entonces le saludo. Wladimir por su parte avanzo a ritmo lento. Poso su mano sobre uno de los pilares y escucho los afligidos sollozos de las victimas que habían padecido allí. Los muros también tienen recuerdos pensó y estos estaba hastiados de sangre y dolor humano. Intento evitar el sentir su aroma más de lo necesario, cada rincón de este
castillo olía del mismo modo. Fragancia de rosas que decoraban los salones, aroma a incienso debido a la innumerable cantidad de antorchas que le daban luz al castillo y oxido, el oxido impregnado de la sangre que ha sido derramada por cada uno de estos pasillos en calidad de tributos humanos completamente vivos. Ahogo sus lamentos sin poder evitar sus lágrimas. Agradeció la ignorancia del príncipe y por segundos su arrogancia que impidió que le vieran en aquel estado. Se recompuso y le alcanzo a paso lento. Pronto su querido amigo sería uno de ellos, y si aun como humano no le tenía respeto a aquella especie. Despotismo era lo único que se podía esperar de él al despertar como vampiro. Drew los escolto hasta la habitación que les había preparado. Una gran pieza con una enorme ventana cubierta en cortinas granate, a un costado una puerta que conducía a la habitación conjunta, la cual era la única entrada de la habitación anexa que correspondía a la del joven Wladimir. _Ya tendremos la oportunidad de hablar para el almuerzo, ahora descansen su viaje ha sido largo_ dijo Drew retirándose de la habitación, debía procurar que los guardias imperiales de turno fueran de lo más confiables pensaba excusándose, pero la verdad era que debió retirarse puesto que el aroma de su primo le había sido apetitoso, su sangre es del linaje real por lo que, hasta que sus poderes no despertasen seguiría siendo humano y oliendo de manera realmente sabrosa para cualquier vampiro. Mientras que su acompañante lo seguiría siendo por siempre. El solo estar cerca de ellos le excitaba así que avergonzado de sus propios instintos de vampiros se retiro, ¿sería posible que con los años su abstinencia a la sangre en presencia de los humanos sería nulo? Camino por el corredor hasta el comedor y una vez en el tomo asiento frente al piano, acerco su dedo índice al gran teclado, toco un Si bemol y entonces el resto de las notas fluyeron con naturaleza y fuerza atreves
de
sus
venas,
mientras
sus
manos
danzaban
sobre
el
teclado,
reproduciendo aquel sentimiento de frustración que le atacaba por dentro. El príncipe Alexander desabotono su traje para poder respirar con mayor facilidad y se recostó sobre la gran cama que se encontraba al fondo de la habitación, aquel gesto de correr y saltar sobre la cama fue tan infantil como él mismo. Wladimir suspiro riéndose, después de todo el pequeño príncipe solo tenía un ego alto pero seguía siendo un niño. Un niño al que pronto todos le temerían, sus acciones terminaran siendo insensatas y llevadas por sus impulsos, hasta que logre alcanzar la madurez necesaria para convertirse en el rey del cardinal del norte. Decidió darle
su espacio al príncipe y abandonar su habitación dirigiéndose a la contigua pero antes de poder abrir la puerta anexa el príncipe le detuvo. _ Has estado actuando extraño desde hace un rato Wladimir, ¿ha pasado algo más con aquella muchacha de lo que deba enterarme?_ _ No mi señor_ le respondió él manteniendo la formalidad y distancia. _ Entonces, ¿Qué es lo que te perturba? _ ¿desde cuándo sabe que soy sangre azul?_ preguntó el vasallo inquieto a modo de respuesta. _ Ha pasado un tiempo ya, fue cuando éramos pequeños yo estaba enfadado porque mi profesor de violín me había regañado y entonces accidentalmente rompí el jarrón de mi madre. Me frustre pensando en que me regañarían aun más y pensé incluso en echarte la culpa, tanto pensar que sucedería me hizo quedarme dormido fue entonces cuando te vi restaurar el jarrón en mi estado de semiinconsciencia. Cuando desperté pensé que todo había sido un sueño pero luego en historia nos hablaron sobre los sangre azules, peligrosos hechiceros y todo encajo. Siempre he pensado que mis padres te han criado al igual que a mí para no sentirme solo pero no dejo de creer que te tienen porque te ven como una potencial arma. Desearía tener poderes como los tuyos. Wladimir escucho atónito el relato del príncipe y no supo cómo responderle, se llevó su mano derecha a la frente e hizo una leve reverencia al príncipe, despegándola rápida pero elegantemente e inclinándose hacia adelante. En un solo giro de muñeca hizo aparecer un pañuelo de seda, se lo entrego para que este limpiara el sudor que comenzaba a surgir de su frente y finalmente respondió. _ Lamento habérselo ocultado, ahora descanse al parecer aun se encuentra algo mareado por el viaje._ le dijo con una sonrisa y entonces el príncipe Alexander cedió cayendo en un profundo sueño. Últimamente le costaba conciliarlo ya que constantes pesadillas le perturbaban, en estas siempre veía las paredes de su palacio cubiertas de carmesí, goteando por todas partes y al mirarse al espejo unos brillantes ojos rojos, intensos y hambrientos, luego de eso despertaba ofuscado sin sospechar que pronto despertarían sus poderes vampíricos. Mientras, Wladimir se dirigió a su habitación, recostándose en su cama al igual que el príncipe, boca arriba apreciando la estructura del techo intento descansar. Pero su cabeza se encontraba llena de los chillidos que los muros que aquel castillo le transmitían, desgarradores gritos de humanos siendo devorados vivos que lo dejaban intranquilo. Su raza humana había sido sometida a esta esclavitud ante el invencible poder de los vampiros durante siglos. Sin embargo a pesar de ello muchas relaciones surgieron entre ambos linajes. Vampiros que solo tomaban sangre de su persona indicada y que le permitían a ella beber de su sangre en un
pacto único. Todos sabían que ellos se alimentaban de sangre humana pero jamás esperaron que los humanos bebieran de la sangre vampírica. Como resultado a ello surgieron los sangre azul, humanos que atreves de la sangre vampírica absorbieron sus poderes convirtiéndose en hechiceros. Fueron ellos los que devolvieron la esperanza a esta raza inferior y traicionando a sus amores prohibidos comenzaron a formar clanes iniciando una revolución, la revelación de los humanos contra los monstruos. Descubrieron que no eran criaturas inmortales, solo que al beber de la sangre humana absorbían su vitalidad manteniéndose joven por la eternidad. Sin embargo a pesar de su esfuerzo e intento, los vampiros seguían siendo más poderosos y mayor en números. Terminaron exterminando casi por completo aquellos clanes y prohibiendo como ley absoluta las relaciones entre razas, dejando en claro a todos que los humanos no son más que comida para ellos. Wladimir sobrevivió a ello y ha debido soportar la represión de su estirpe, sirviendo a los vampiros como cualquier otro. Sin embargo termino por encariñarse con el joven príncipe que siempre ha sido para él un pequeño hermano. Viviendo en el pecado como traidor, por ello aunque el príncipe pensara que su existencia no era un pecado para él sí lo era. Y solo el hecho de tener un nombre, para él era ya demasiado. ¿Traicionar a su raza o traicionar su amistad? ¿Cuál era la verdadera realidad? Se tapo su rostro cubierto de lágrimas con una almohada y cerró los ojos intentando descansar. Annie fue llevada en la parte posterior del carruaje separada de los vampiros, cosa que agradeció porque de lo contrario podría no haber llegado a su nuevo hogar. Se encontraba asustada y aun sollozaba, pero ahogaba sus lágrimas así como se ahogaba a ella misma intentando retenerlas. Quiso ver por la ventanilla hacía afuera pero al correr un poco la ventana se encandilo, la diferencia de luces que existían entre el interior y el exterior del carruaje eran extremas. Aun así pudo reconocer el lugar, se encontraban ya en el territorio periférico de la ciudad, lejos del castillo y casi completamente desierto. Annie tras cerrar la cortina hizo lo mismo con sus ojos, respiro profundamente para calmarse y no tardo mucho en acostumbrarse a la oscuridad, esfuerzo que fue en vano puesto que la puerta no tardo en abrirse para comunicarle que ya habían llegado. A diferencia de lo románico y medieval que pareciera ser el castillo o la ciudad el criadero era un lugar completamente de otro mundo, como si se viajaran cientos de años en el tiempo y esto se debe a dos simples razones. Primero a los vampiros les gustan las tradiciones y las sociedades elitistas al estilo románico oscuro. Por el contrario para poder llevar una clasificación de la sangre de la gente, mantener el
laboratorio y todo el resto en un estado salubre se necesitaba de aquella avanzada tecnología; Sin contar que el criadero había sido construido siglos más tarde que aquel castillo, y era un lugar donde se apreciaba cada muro completamente de blanco con cámaras de seguridad y una limpieza inigualable. _Bienvenida al criadero del cardinal del Este, has sido seleccionada para servir a tu reino y has de estar orgullosa por ello, a partir de hoy tu nuevo nombre será número 21.536 por favor pasa a la siguiente sala para ser procesada_ dijo la mujer vampiro que le dio la bienvenida, tras hablar con los guardias que la habían traído le puso una tarjeta en el cuello y la llevo hasta la puerta que la trasladaría a la siguiente sala. Annie avanzo por la puerta anexa y recorriendo un corto pasillo similar a los de los hospitales llego a la siguiente habitación. Allí la recibió una mujer alta de cabello rizado y colorín, su piel era alvina y tenía unas cuantas pecas. _ pasa, bien ¿Qué tenemos aquí?_ dijo dando vueltas a su alrededor_ Soy la condesa Margaret del cardinal del este y encargada de la inspección de los humanos que ingresan al criadero desde el exterior. ¡Nombre!_ Demando intentando resistir el éxtasis que le producía el aroma que emanaba de Annie, se avergonzó del poco profesionalismo que manifestaba la situación, diciéndose a sí misma que jamás le había pasado anteriormente algo similar. ¿Cómo alguien podía oler tan apetitosa? y preguntándose ¿Cómo había logrado llegar sin ni un rasguño hasta allí? _ Annie_ contestó ella asustada. _ Estúpida humana, ¡tu nombre!_ repitió ella abofeteando a Annie, quien revisando la tarjeta que colgaba de su cuello y poniéndose firme dijo número veintiún mil quinientos treintaiseis_ ella nunca se había enfrentado a este tipo de situación pero intentaba mostrarse fuerte. _ ¿Qué tipo de sangre eres?_ pregunto la condesa pero Annie de manera involuntaria respondió rápidamente un “no lo sé” _ ¿Qué clase de respuesta es esa? _ Es que sucede que jamás me he enfermado, mi padre es un padre adoptivo que tampoco tenía idea de cuándo o dónde nací y no me entere hasta hoy que se debía pagar con impuestos al imperio. _ ¡Con razón estas aquí! Arpía insolente y sin vergüenza, pagaras con todo lo que tienes. Grito la condesa furiosa y abofeteando a Annie nuevamente, luego se rió congraciada mente, mientras que Annie recupero la postura rápidamente. Margaret la empujo hasta una maquina, le puso una venda en su brazo apretándolo con mucha fuerza y luego la pincharon para sacarle una muestra de sangre. Annie gritó
de dolor, un pequeño dolor que jamás había sentido antes, pero la condesa la calló rápidamente, mientras la máquina procesaba la muestra. Segundos más tarde arrojo los resultados en una pequeña impresión. La condesa tomo el papel y entonces leyó en voz alta. _ Aquí dice que eres tipo de sangre… ¿desconocida? Hizo una pausa mientras leía, nunca antes le habían arrojado ese tipo de resultados, se extraño mientras volvía a saborear su aroma. Pensó unos instantes para cerciorarse de que nunca antes había tenido esta clase de problemas con humanos, y entonces recordó que si había habido una vez, que fue cuando descubrieron el SIDA, extraña enfermedad que
contaminaba su sangre, aunque
claro estaba que la maquina ya sabía detectarla. Entonces se pregunto qué clase de rara enfermedad podría tener esta joven. Se acerco levemente a Annie, estiro su brazo y jalo con fuerza la tarjeta que ella llevaba al cuello, casi ahorcándola y leyó bajo su número de identificación la palabra “Prostituta”, volvió a empujar a Annie y casi escupiéndole en la cara le dijo. _ Tu sangre debe estar infectada ramera, y yo que pensé que servirías para la cena de esta noche. Annie trago saliva comprendiendo la extrema situación en que se encontraba, su vida pendía de un hilo demasiado delgado, y tan solo había corrido con un poco de suerte. Aún así se preguntaba ¿Qué podría ir mal con su sangre? La condesa la dirigió hasta otra sala, allí se encontraban tres mujeres vestidas también de blanco, le quitaron la única prenda que llevaba puesta y la sometieron a una serie de pruebas. Inspeccionaron cada parte de su cuerpo, y la conectaron a aparatos que jamás había visto. Se hablaban en códigos de números, mientras dos de ella le hacían las pruebas la tercera anotaba todos los resultados. Tras una hora de exámenes le pasaron a Annie un camisón blanco y luego la peinaron, este último gesto le sorprendió se sintió como si estuviese en una peluquería lo cual la hizo sonreír, pero su alegría no duro demasiado. Condujeron a Annie hasta una celda de vidrio y entonces volvió a aparecer la condesa. La miró con una mirada de desprecio y se retiro de allí conversando con las otras tres mujeres. Margaret tomo asiento en su escritorio, el cual estaba ubicado en la primera sala, en la que recibió a Annie y entonces leyó el informe que las mujeres le habían entregado. “No tiene ninguna perforación en el cuerpo, exceptuando la pequeña que se le dejó en la muestra de sangre. Flujo de Sangre normal, no presenta hipertensión, diabetes o taquicardia. No presenta rasgos de ninguna enfermedad, peste o herida. No tiene tatuajes en el cuerpo ni lunares, exceptuando uno único con forma de estrella en la espalda a la altura del hombro derecho, en ese mismo lugar tiene
marcas de haber sido agredida recientemente con la hebilla de un cinturón. Es Fértil y virgen” Cuando la condesa leyó estas últimas líneas se sobresalto pero siguió leyendo lo poco que le quedaba. “Según número veintiún mil quinientos treinta y seis su edad aproximada es de quince a dieciséis años por que desconoce el día de su nacimiento, dice haber sido adoptada. Su cuerpo está en desarrollo y con un buen estado físico, bajo su peso regular por un kilo” La condesa se puso de pie, se dirigió a la maquina y reitero la prueba de sangre. Los resultados arrojados fueron exactamente
los
mismos.
Pidió
que
se
le
trajera
una
jeringa
sellada
herméticamente para repetir la prueba de sangre. Sin embargo esta extraña situación la había dejado cansada y enfadada. Mando a llamar a un cobayo, vampiro de sangre mestiza, y le obligo a beber la muestra de sangre encerrándolo en una celda al lado de Annie para mantenerle en observación. Mientras la Condesa tomo una nueva muestra de Sangre de Annie y la introdujo a la maquina, la cual nuevamente arrojo como resultado “tipo de sangre desconocida”, Sin mostrar ningún indicio de similitud a enfermedades como el sida, cáncer o hepatitis o algún virus conocido. El vampiro que había sido encarcelado en una celda de vidrio al lado de Annie la miro con recelo. Su madre había sido humana mientras que su padre un vampiro, ambos castigados con la muerte por cometer semejante pecado, darle a luz y él había sido capturado por la guardia imperial para servir de cobayo en este laboratorio. Ya se había contagiado de sida, puesto que al ser mitad humano no era inmune a esta enfermedad y ahora al ver a Annie esperaba que ella le diese lo que él esperaba la muerte, la única forma de su liberación. Por ello la miraba sin dedicarle una mirada de odio o de agradecimiento.
Dentro del castillo se preparaba la cena para el príncipe Alexander, Wladimir se refregó sus ojos intentando borrar cualquier rastro de lágrima que pudiese quedar y se puso de pie. No había logrado conciliar el sueño, abrió la puerta que separaba su habitación de la del príncipe y entro diviso al príncipe durmiendo acurrucado como un crío indefenso, se pasó hacía su lavabo y se lavo el rostro. Volvió a entrar en la habitación y se sentó junto al príncipe observándole en silencio. _ ¡Oh! joven príncipe que indefenso yaces reposando sobre esta cama, poniendo en duda mi integridad y nuestra amistad. Aquí estoy a solas contigo, Yo Wladimir, él último heredero de los Sangre Azul del reino del Norte y único estúpido traidor sirviente de tu estirpe. Abominable raza nos oprime, ¿Por qué has de tenerme junto
a él a la hora su despertar y sangriento destino? ¿Qué esperas de mí? ¡Oh futuro te maldigo! Wladimir se puso de pie y se dirigió hacia la ventana, allí movió un poco las cortinas para poder apreciar el cielo, se encontró con un rojizo ocaso y entonces comprendió que era hora de despertar al principito. Lo sacudió con delicadeza intentando borrar de su mente su reciente monologó hasta que lo sintió estirarse, el príncipe abrió los ojos abruptamente y dio un leve grito. Wladimir lo tomo por los hombros y lo sacudió ligeramente. _ ¿Se encuentra usted bien excelencia? _ Ha sido solo otra pesadilla, una muy real. _ ¿Quiere usted, desahogarse con migo? _ No, solo necesitare tomar un baño. Wladimir observo al príncipe su tierna expresión había sido reemplazada por su alto ego nuevamente, y su sereno retrato reemplazado por uno algo afligido, entonces se preguntaba ¿en qué momento había ocurrido este cambio? Y ¿Cómo no se había percatado de que el príncipe estaba teniendo una pesadilla? Le ayudo a quitarse sus ropas y noto que el príncipe se encontraba sudando, lo cual lo alarmo un poco y acepto el hecho de que si necesitaba un baño. Al cabo de una hora el príncipe ya estaba listo y perfumado, se hacía los últimos arreglos en su ropa mientras se veía al espejo. Wladimir lo miraba con un poco de risa, siempre le entretenía ver lo pretencioso que era Alexander. Tuvieron que esperar solo unos minutos antes de que Drew les fuese a buscar. Mientras tanto se quedaron hablando de lo largo que había sido el viaje. _ Para la próxima vez pediremos prestado uno de los vehículos motorizados al reino del sur, ya me he cansado de lo tradicional y lento que son los carruajes, además estoy seguro que a la Princesa Carolina no le molestara en hacernos también compañía_ Dijo el príncipe Alexander, a lo cual Wladimir respondió con una sonrisa, pensó en molestarlo y que la princesa era su prometida, pero fue entonces cuando llamaron a la puerta decidiendo mantener la distancia. _ ¿Están listos? ¿Puedo pasar? _ Adelante _ ¿Descansaron? _ Si gracias, fue confortante tras el largo viaje, de hecho de eso hablábamos. Así comenzaron su conversación el príncipe Drew y su primo el príncipe Alexander quienes caminaron hacia el gran comedor, seguidos por detrás de Wladimir. Drew
opto por lo más seguro que fue escoltar el mismo a su primo hasta el comedor, dudando si en dejar a su suerte a su querido consorte. _ Y ¿Les ocurrió algo interesante? _ Bueno la verdad no algo interesante pero si algo desagradable. Antes de llegar tuvimos que detenernos y al descender del carruaje una joven tropezó con nosotros derribándome. _ Os ha pedido disculpa supongo. _ Pues claro pero aún así debería ser castigada, se llamaba Annie Cornald, así que dejo a tu criterio su castigo, se que como primo y príncipe de este reino le enseñaras una buena educación a esa joven maleducada. _ Intentare ser lo más severo posible con ella_ dijo Drew con una sonrisa. Él también se divertía con las inmaduras reacciones de su primo, y suponía que esto se debía a los mimos con la que sus padres le trataban, a diferencia de la rígida educación que su tío le había impuesto. Al llegar al Comedor Drew encargo a otro guardia escoltar a Wladimir al comedor secundario mientras ellos se sentaban a la mesa junto al Rey Vincent y las otras damas de la familia real, allí le recibieron con abrazos y le elogiaron diciéndole lo harto que había crecido. _ ¿No creen que está un poco oscuro aquí?_ Dijo el príncipe Alexander como broma mientras tomaba asiento y los demás se rieron cortésmente. En el comedor alterno se le sirvió a Wladimir un plato de comida y un vaso de sangre, este lo dejo de lado casi como un reflejo, guardándose las ganas de vomitar. El guardia que le hacía compañía se río. _ Así que… Tu eres el humano, me pregunto ¿Cómo lo soportas?, no mejor ¿Qué será de ti cuando el principito despierte? Tal vez te de cómo regalo para la cena de su prometida, ¿quién sabe?_ Comento riéndose sarcásticamente.