Suleima Cívico Rodríguez Alberto Granados Santana 2ºBCA
El gato con botas y Alibaba y los 40 ladrones
Había
una
vez
un
molinero que tenía tres hijos. A su muerte les dejó, de herencia, un molino, un asno y un gato. El reparto
se
hizo
enseguida, sin llamar al notario ni al procurador, pues probablemente se hubieran llevado todo el pobre patrimonio. Al hijo mayor le tocó el molino; al segundo, el asno, y al más pequeño sólo le correspondió el
gato.
consolar
de
Este
último
haberle
tocado
no
se
podía
tan
poca
cosa.
-Mis hermanos -se decía- podrán ganarse la vida honradamente
juntándose
los
dos;
en
cambio
yo, en cuanto me haya comido el gato y me haya hecho un
manguito
con
su
piel,
me
moriré
de
hambre. El gato, que estaba oyendo estas palabras, haciéndose el distraído, le dijo con aire serio y sosegado: -No te aflijas en absoluto, mi amo, no tienes más que darme un saco y hacerme un par
de
botas
para ir por los zarzales, y ya verás
que
tu herencia no es tan poca 2ºBCA
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cosa
como
tú
crees.
Aunque el amo del gato no hizo mucho caso al oírlo, lo había
visto
valerse
de
tantas
estratagemas para cazar ratas y ratones, como cuando se
colgaba
por
sus
patas
traseras
o
se
escondía en la harina haciéndose el muerto, que no perdió
la
esperanza
de
que
lo
socorriera
en
su miseria. Se
dirigió
había
hacia
un
sitio
de
caza
en
donde
muchos
conejos. Puso salvado y hierbas dentro del saco, se tendió en el suelo
como
si
estuviese muerto, y esperó que algún conejillo, que no tenía ni idea de que iba
a
así
caer
caer en
el
en saco
la para
trampa poder
y
atraparlo.
Apenas se hubo recostado, cuando tuvo la primera satisfacción;
un
distraído
conejillo
entró
en
el
saco. El gato tiró enseguida de los cordones para atraparlo, y lo consiguió.
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Muy orgulloso de su presa, se dirigió hacia el palacio del Rey y pidió que lo dejaran entrar para hablar con él. Le hicieron pasar a los aposentos de Su Majestad y, después de hacer una gran reverencia al Rey, le dijo: -Majestad, aquí tenéis un conejo de campo que el señor marqués de Carabás -que es el nombre que se le ocurrió dar a su amo- me ha encargado ofreceros de su parte. -Dile amo
a
tu -
contestó el Rey- que se lo agradezco, y que me halaga en gran medida, y a usted le voy a dar unas botas muy especiales para darle las gracias. Sin saber a qué se refería con que eran unas botas muy especiales se las puso para enseñárselas a su amo. Tras salir del palacio, por el pueblo se encontró con los niños que estaban leyendo unos cuento, al dirigirse hacia ellos se tropezó y cayó dentro del libro. 2ºBCA
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Al levantarse, estaba aturdido y desorientado, pues parecía que había pasado a otra dimensión. Se encontraba en un gran desierto y vio a lo lejos a unos bandidos alejándose. Rápidamente se escondió en una cueva donde encontró a un joven llamado Aladino: -Oh rayos, he perdido mi bolsa con el oro. Seguro que fueron esos bandidos. -Se quiénes son esos maleantes, son la banda de Alibaba y sus 40 ladrones. Pero no te preocupes joven amigo, se que tienen un enorme tesoro escondido en su escondite. Podemos recuperar lo que es nuestro.
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El gato y Aladino prepararon plan para entrar en el escondite de los ladrones y recuperar lo que le habían quitado. De camino hacia allí se encontraron con una lámpara la cual estaba sucia; para limpiarla, Aladino la froto con un paño de su bolsillo y salió un genio de ella: -¿Quién me ha despertado de mi largo sueño?-dijo el genio -Fui yo, honorable genio, pero no esperaba que de ahí saliera un alguien como tú. -Pues por eso, te concederé tres deseos, pero no puedo ofrecerte ni fortuna, ni amor ni matar a nadie. -De acuerdo, pero ahora mismo no los necesito. -Cuándo requieras de mi ayuda tan solo frota la lámpara y apareceré en seguida.
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Llegaron al escondite de los villanos, pero no podían entrar ya que no había entrada. El gato propuso llamar al genio para entrar en su guarida. -¿Alguien me llama? -Necesitamos entrar en la guarida-dijo el gato. -¡Ábrete Sésamo!-gritó el genio De repente una gran roca se movió hacia un lado, dejando una entrada en una cueva. Los
leales
compañeros
avanzaron a través de la cueva y contemplaron el deseado tesoro. Pero cuando menos se lo esperaban
fueron
rodeados por los 40 ladrones y su jefe, Alibaba. -¡Maldición! Estamos rodeados- gritó el gato -Genio, te pido mi segundo deseo: “Haz que todos los ladrones se queden dormidos” Rápidamente, el gato y Aladino recuperaron su oro y el de todo el pueblo y huyeron del escondite.
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Gracias gato, nos has hecho un gran favor-dijo Aladino- ¿Hay algo que pueda hacer por ti? -Me gustaría regresar a mi hogar con mi amo y poder darle el oro. Aladino pidió su tercer deseo y el gato volvió a su casa. El gato le entrego a su amo el oro y una pequeña parte del tesoro de Alibaba. Finalmente, el dueño se dio cuenta de que el gato era más útil que los demás regalos de su padre. El rey agradecido le propuso matrimonio con su hija, convirtiéndose el amo en príncipe.
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