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Llego el verano. 9 hábitos de belleza. Los hábitos nos facilitan la vida en todos los sentidos, en el trabajo, en la casa, en nuestra salud e incluso nuestro aspecto.
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ucir bien no es una cuestión superficial. Mucho de lo que comunicamos lo hacemos a través de cómo nos vemos. Es por eso que tener un buen cuidado de nuestro aspecto físico es importante. Pequeños cambios pueden mejorar nuestra vida; he aquí algunos hábitos que te ayudarán a verte y sentirte mejor. 1. Cada mañana echa un poco de agua fría en tu rostro, de preferencia refrigerada, para combatir la hinchazón propia de la mañana y sentirte más fresca. 2. Toma un vaso de agua en ayunas y procura mantenerte hidratada a lo largo del día. También hidrata tu cuerpo y rostro con cremas que vayan acorde a las necesidades de tu piel. 3. Asegúrate de que tu desayuno incluya proteínas. Te mantendrá satisfecha, lo que puede ayudarte a lograr y mantener tu peso ideal; además hará lucir tu piel más radiante. Los huevos pueden ser una buena opción. 4. Utiliza protector solar. A veces pensamos que el protector es sólo para cuando vamos a la playa, pero lo cierto es que nuestra piel es sensible y la exposición constante al sol puede generar daños. Podemos evitar el cáncer de piel y los signos de la edad aplicando diariamente un protector solar. 5. Quítate el maquillaje. Si bien este es un hábito básico, a veces el cansancio hace que lo pasemos por alto. Es importante que lo tengamos muy presente y se convierta en algo automático. Debemos quitarnos
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el maquillaje y limpiar todas las impurezas para tener una piel sana y radiante. 6. No olvides lavar tus brochas de maquillaje y cepillo para el cabello. Lavarlos por lo menos una vez al mes evitará que acumulen polvo y grasa. 7. Exfolia tu piel con cierta frecuencia. La piel está en constante renovación, generando nuevas células y eliminando la piel muerta, sin embargo, con el paso el tiempo resulta más difícil eliminar todas las células muertas, por lo que es importante ayudar a nuestro cuerpo y removerlas. Hay quienes recomiendan que la exfoliación se realice de forma semanal; sin embargo, esto dependerá del tipo de piel y es muy importante no excedernos en la frecuencia, ya que nuestra piel quedará expuesta a daños y le tomará más tiempo recuperarse. 8. Utiliza las blusas de algodón que ya no uses para secar tu cabello. Las toallas están diseñadas para absorber el agua, especialmente por su textura, por lo que pueden incluso secar la humedad natural del pelo haciéndolo lucir reseco y con frizz; en cambio, si cubres tu cabello con una blusa de algodón, absorberá sólo el exceso de agua y no dañarás tu cabello. Una toalla de microfibra también puede servir. 9. Cepilla tus dientes y no olvides sonreír.
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6 ¿Porqué cuesta decir “Gracias”?
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a gratitud es una de las cosas más benéficas que existen. Una sola palabra puede ser la llave para mejorar tu salud, tus relaciones y reducir el estrés. Decir “gracias”, siempre y cuando sea a conciencia, fomenta nuestras emociones positivas al tiempo que nos pone en una relación más cordial con el mundo y nos da una mejor visión de nuestras oportunidades. Agradecer es sin duda beneficioso, pero no siempre es fácil. ¿Por qué en ocasiones cuesta trabajo hacerlo? He aquí cuatro posibles explicaciones: 1. No encontrar las palabras adecuadas. En un intento por proteger sus emociones y sentirse menos vulnerables muchas personas han contenido sus emociones y llegado el momento de expresarlas, no encuentran las palabras precisas para decir lo que sienten de la mejor manera, pues les cuesta trabajo discernir lo que sienten.
4. Nada es suficiente. Las personas que siempre han tenido más de lo que necesitaban, niños consentidos que apenas pedían algo lo obtenían, pueden convertirse en personas con dificultad para expresar gratitud. Han aprendido que lo merecen todo y más, no sólo no están agradecidos por lo que obtienen, sino que están convencidos de que es obligación de los demás darles todo lo que desean. Consejo: Es necesario aprender a agradecer, probablemente sea útil hacer una lista de las cosas por las que deberías estar agradecido. Empezar a darte cuenta que todo conlleva un esfuerzo y es necesario darle valor a lo que se tiene. En algunos casos, probablemente sea necesaria la terapia psicológica.
Consejo: No es necesario buscar las mejores palabras, también se puede expresar agradecimiento a través del lenguaje no verbal. Una sonrisa o un apretón de manos sumado a un sencillo “gracias” pueden ser más efectivos que cualquier discurso. 2. Sentir vergüenza. Todos tenemos una visión de nosotros mismos y de lo que creemos o no merecer. Cuando llega algo que supera las expectativas de una persona, ésta puede sentirse avergonzada, pues no se considera digna de tal beneficio. Consejo: Comparte con los demás lo que estás sintiendo, esa sensación de que no mereces lo que te han dado o han hecho por ti, puede disminuir una vez que comunicas lo que sientes. 3. Sentirse en deuda. Para algunas personas, recibir un favor es recibir una carga, pues sienten que la relación se ha desestabilizado. Alguien le ha hecho un favor y piensa que un simple gracias no será suficiente para que la relación recupere su equilibro, por lo que debe encontrar la forma de recompensar a quien ha brindado su ayuda. Consejo: Es necesario dejar de ver los favores como una relación de poder, algo que te puede ayudar es expresar por qué te hizo tan feliz el favor, así podrás empezar a ver los favores como algo más que un intercambio.
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10 Lenguaje corporal, reflejo de tu personalidad A menudo, es posible saber cómo se sienten los demás sin que mencionen una sola palabra; no es necesario hablar para reflejar lo que sentimos, el lenguaje corporal nos delata.
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uestro llamado lenguaje no verbal influye en cómo nos ven los otros, pero también puede influir en como nos vemos a nosotros mismos y nuestra personalidad. De acuerdo con Amy Cuddy, profesora e investigadora de la Universidad de Harvard, nuestra postura puede afectar quienes somos: ponernos en una postura de confianza, aunque no nos sintamos confiadas, nos hará sentir confianza. Así lo señala la investigación que realizó en colaboración con Dana Carney, de la Universidad de Berkeley. Se ha visto que las personas que se perciben como asertivas y con dotes de líder, suelen tener altos niveles de testosterona y bajos niveles de cortisol; por un lado, la testosterona les hace sentir poderosos y por el otro, el bajo cortisol se relaciona a una mejor reacción ante el estrés. Pero más allá de los efectos de estas hormonas en nosotras; a lo que la investigación de Cuddy apunta es a que podemos, a través de nuestra postura, modificar nuestro cerebro y nuestra personalidad. Brazos extendidos arriba y piernas abiertas, los brazos firmes al frente y espalda recta, o quizá la famosa pose de la mujer maravilla con las manos en la cintura y cabeza al frente, en general se trata de posturas abiertas. Tan solo dos minutos en estas posiciones pueden ayudarnos a reducir el cortisol y brindarnos mayor seguridad ante las situaciones estresantes a las que nos enfrentemos.
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Por otro lado las posturas cerradas: brazos cruzados, encorvarnos o tocarnos el cuello como para protegernos, no solo hablan a los demás de nuestra poca confianza, sino que nos hacen sentir a nosotras mismas de esa manera. El efecto es inverso: aumenta el cortisol y reduce la testosterona, como resultado nos sentimos menos empoderadas. Nuestra postura influye en como nos sentimos, nuestro lenguaje no verbal no sólo comunica a los que nos ven, sino a nosotros mismos. De forma inconsciente, nuestro cuerpo indica a nuestra mente como hemos de actuar o de sentirnos. Es cierto aquello de que si nos sentimos tristes conviene sonreír, nuestro cuerpo dará a nuestro cerebro la señal para sentirnos mejor.
La comunicación no verbal se da en dos direcciones: hacia el entorno y hacia nosotras mismas. Comunicarnos a nosotras mismas mayor seguridad o felicidad, puede cambiar nuestra actitud y personalidad. Un cambio de postura transforma la mente.
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Nuestra familia y quienes somos
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urante años los psicólogos han señalado que nuestra forma de ser está determinada por rasgos del ambiente, así como una carga genética; ambas cuestiones relacionadas con nuestra familia. No cabe duda que la familia tiene gran impacto en quienes somos, pero quizás sea mayor de lo que pensábamos. El lugar que ocupa el niño en la familia, las personas con la que convive en el hogar, la salud física y emocional de los padres, la cantidad de atención que recibe, si fue o no un niño deseado, etcétera; estos factores han sido señalados y reafirmados, en conjunto con el temperamento –esa carga genética que nos predispone a responder de una forma u otra ante las circunstancias– como determinantes en el desarrollo de la personalidad; sin embargo, además de estos factores que parecen ser más directos, también se ha visto que hay patrones que parecen repetirse dentro de familias, incluso con generaciones de diferencia. Cada fase de nuestra vida tiene influencia en el desarrollo de la personalidad, cada experiencia nos ayudará a formar quienes somos. Pero ¿será posible que incluso antes de nuestro nacimiento existan raíces que afectarán nuestra forma de ver el mundo? ¿Las experiencias de nuestros antepasados pueden influir en quiénes somos?
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La terapia de constelaciones familiares asegura que los antecedentes familiares influyen en nuestra vida; a través de una especie de transmisión cultural, que pasa de padres a hijos; de esta forma prevalecen características en nuestra forma de ver el mundo, pero no solo eso, sino que algunos de nuestros problemas presentes podrían estar vinculados a conflictos no resueltos por nuestros antepasados. En ese inconsciente colectivo familiar quedan experiencias que marcan a la familia y, pese a no ser conscientes de estas, influyen en nuestra forma de actuar. Anne Shützenberger, psicoanalista francesa, afirma que estas repeticiones pueden ser una oportunidad de liberar a nuestro grupo familiar de esos conflictos no resueltos; romper con esos ciclos a través de la toma de conciencia. Aunque no existen pruebas científicas de la validez de este tipo de terapia, entender la vida de nuestros antepasados, podría brindar un poco de luz a la nuestra y permitirnos conocernos mejor.
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Test: ¿Qué emoción -negativa- te domina?
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entir es parte de la naturaleza humana, pero mientras que unos se ven abrumados y sobrepasados por lo que sienten, otros apenas si se permiten sentir; y unos más han aprendido a expresar de forma asertiva lo que sienten en el momento preciso. Pero más allá de cómo experimentemos las emociones, todos tenemos una predominante que permea nuestra visión del mundo y nuestra respuesta ante las cosas. ¿Cuál es tu emoción “negativa” dominante?. ¿Cómo te sientes por las mañanas?
a) Molesto por tener que levantarme temprano. b) Preocupado por no llegar tarde. c) Sin ganas de levantarme. ¿Cuáles de estas características crees que se relaciona más contigo?
a) Controlador e impaciente. b) Trabajador y perfeccionista. c) Apegado y muy entregado.
¿Cuál de estas frases es más probable que digas?
a) “Las cosas no deberían ser así”. b) “Pero qué tal si las cosas no salen bien”. c) “Las cosas han cambiado mucho”. ¿Cuál de estos es más importante para ti?
¿Cuál es tu mayor miedo?
a) Sentirme impotente. b) No ser suficientemente bueno. c) Perder a la gente que quiero.
a) Justicia. b) Tranquilidad. c) Constancia.
Mayoría de A: Enojo
Mayoría de B: Miedo
Mayoría de C: Tristeza
El enojo sirve para establecer límites y darnos cuenta cuando hay que cambiar algo. Sin embargo, para las personas que están dominadas por esta emoción, cualquier cosa puede hacer que se sientan atacados. Son personas que muestran un alto nivel de autoexigencia y pueden ser muy impacientes, críticos y controladores. Sin embargo, no todas las personas dominadas por el enojo se muestran explosivas, hay quienes no lo manifiestan e incluso pueden parecer muy complacientes; pero el enojo se internaliza y puede manifestarse de forma psicosomática. Estas personas necesitan cultivar mayor empatía y flexibilidad.
El miedo tiene la función de protegernos de los peligros, pero cuando es nuestra emoción dominante, pareciera que todo es una amenaza. Las personas dominadas por el miedo mantienen distancia con quienes les rodean y temen al rechazo o la traición. Con frecuencia se muestran como perfeccionistas y pueden tener síndrome del impostor, con el constante temor de que alguien descubra que no son suficientemente buenos. Para combatir ese temor latente, la persona debe desarrollar una confianza en sí misma, vincularse con su yo más profundo desde la aceptación y no desde la crítica.
La función de la tristeza es ayudarnos a cerrar ciclos y sanar las heridas. Llorar es sano y nos permite limpiarnos. Pero cuando no nos decidimos a soltar quedamos atrapados en la tristeza. Es posible que estas personas tengan miedo de olvidar –o ser olvidadas– y que piensen que dejar ir, es rendirse. Quienes están dominados por esta emoción tienden a sentirse solos y les cuesta mucho decir adiós. Pueden estar desganados y con frecuencia se trata de personas muy dependientes con un temor constante de perder a quienes les rodean. Lo que estas personas necesitan es cultivar la esperanza.
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