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Perfiles de mi Tierra “CHATOS” DEL CALLAO
El barrio Callao no se llama así en honor al puerto limeño. Según el etimologista Carlos Auza Arce, “callau” significa charcos, zanjas. Se llamó Callao, a ese sector, porque allí formaban charcos las aguas que bajaban de las acequias del pago Collana, cuyos terrenos de cultivo se ubicaban donde hoy están la plaza de armas y el paseo cívico.
El Callao es uno de los cinco tradicionales barrios tacneños. Era el camino a Arica. Empieza en la catedral y termina hogaño en la plaza Castilla. Antaño, en el Mirador.
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Allí se fundó el 9 de octubre de 1929, menos de mes y medio después, de la entrega de Tacna, el Club Deportivo Federico Fernandini, como homenaje al primer Prefecto. A partir de 1931, cambió su nombre por Alfonso Ugarte. Sus colores originales fueron amarillo y rojo. Los del Ugarte, celeste y blanco.
El club Alfonso Ugarte, en sus 85 años de vida, ha tenido como presidentes a tacneños ilustres como don Raúl Sagárnaga, que fuera alcalde; don Carlos Badoino, vecino notable del barrio cuya familia aún reside en él; el doctor Humberto Castro Rivas; los hermanos Zavala y el popular Eduardo Crisosto Pacheco, de mostacho abundante, a quien todos conocían por su apellido materno. Él fue tronco de una familia numerosa, casado con doña Judith Luque, dama que yo quería muchísimo pues acudía a ese hogar buscando a mi amigo Alberto, uno de los hijos, que me extendía un “salvoconducto” para poder ingresar al barrio a visitar a quien fuera mi primer amor y que, hoy que “las nieves del tiempo blanquearon mi sien” y que siento “que es un soplo la vida, que veinte años no es nada” , recuerdo con nostalgia.
Los viejos que conocen la historia del fútbol local saben que el Alfonso Ugarte ha sido el único club que campeonó cuatro veces consecutivas en el campeonato de fútbol local. Entre aquellas viejas glorias ugartinas, guapos y nobles jugadores, están el arque- ro Emilio “culebra” Navarrete; el gringo Mario Rossi; Carlos Girón; Gilberto y Augusto Santana; Norman Barahona; Manuel Albarracín; Demetrio Avilés; Héctor Becerra; Carlos Vildoso; Aldo Oviedo; Mario Jiménez; Alberto y Eduardo Fernández, Ricardo Hidalgo, Jorge Chiri y Carlos Rodríguez.
En el libro HISTORIA DEL FÚTBOL TACNEÑO, de nuestro ilustre paisano Norman Barahona Villalba que, hasta hoy, es imprescindible obra de consulta, veo una fotografía del Club Alfonso Ugarte, cuando campeonó el año 1945. Allí aparecen Jahuel, Jardiel y Joel Gutiérrez Soto; Esteban Cuadros; Samuel Ramos; Pedro Quiroga, Manuel Santana, Oscar Quelopana, Lucio Gonzáles y Jorge Bobadilla Zapata. Dirigentes eran Pedro Lema Miranda y Eduardo Crisosto.
En una fotografía más antigua, de 1941, el Ugarte lució una camiseta azul con franja roja y pantalón blanco que les valió el apelativo de “chilenos”. Bastó ese hecho para que abandonaran ese uniforme para siempre y volvieran a sus colores blanco y celeste. En aquel equipo jugaron Emilio “pichón” Bobadilla; Miguel “chalaco” Caycedo; Jorge “llamito” Arias; Enrique “chato” Donoso; Norman “flaco” Barahona y Jesús “turco” Cuadros.
Gran barrio el Callao. Cómo no recordar donde terminaba el carnaval con el entierro de Ño Carnavalón en el que lloraba desconsolada “la viuda”, el “colorao” Humberto Zavala, carpintero de oficio. En mi infancia vi leer desde un ventanal, del hoy desaparecido Mirador, el testamento de Ño Carnavalón, entre las risas y lágrimas de aquel pintarrajeado y colorido cortejo fúnebre.
Callao, barrio querido del sur de mi ciudad, de simples casas con techos de mojinete, como simple es su gente.
Acuden a mi mente los versos de Homero Manzi, que recito, levantando el pañuelo del adiós: “Ya nunca me verás como me vieras/ recostado en la vidriera/ y esperándote”