Miércoles 28.02.18
28F Andaluces por la Humanidad Cien personajes que han dejado huella más allá de Andalucía
ARTÍCULOS DE IGNACIO CAMACHO, AURORA LUQUE, JUAN JOSÉ TÉLLEZ Y LALIA GONZÁLEZ-SANTIAGO
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Andaluces por la Humanidad
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De Montijo, Eugenia De Burgos, Carmen De León, Rafael De Triana, Marifé De Molina, Miguel De Lucía, Paco
E ÍNDICE
Escobar, Manolo
A
Flores, Pepa Fernández de Córdoba Flores, Lola
F 20
Alcántara, Manuel Adriano Al Mutamid Averroes Al Hakam II Alcalá Zamora, Niceto Alborán, Pablo Alberti, Rafael Aleixandre, Vicente Ayala, Francisco Altolaguirre, Manuel Atencia, María Victoria
B
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28F Edita: Prensa Malagueña S.A. Director General José Luis Romero
Publicidad CMSUR S.L. Director Comercial Jorge Artero
Director de SUR MANUEL CASTILLO Subdirector Javier Recio Director de Publicaciones Pedro Luis Gómez
Jefe de Edición José Miguel Aguilar Coordinación Suplemento María Eugenia Merelo Jefe de Arte y Diseño Fran Ruano Textos María Dolores Tortosa, Antonio M. Romero, Sergio Cortés, Pedro Luis Alonso y Enrique Miranda
De Falla, Manuel De Gálvez, José De Gálvez, Bernardo De Gálvez, María Rosa De Guzmán, Leonor
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J 38 Jurado, Rocío Juanito Jiménez, Juan Ramón Jiménez, D. ‘Niña de la Puebla’ K
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Kent, Victoria
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O
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Rojas Marcos, Luis Raphael Reina, Juanita Roldana (La), Luisa Roldán Romero, Pedro Ríos, Miguel Rienda, María José Regino Hernández Romero de Torres, Julio
S
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Sevilla, Carmen Séneca, Lucio Anneo Salmerón, Nicolás Salamanca, Marqués de Segovia, Andrés Sabina, Joaquín
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Trajano, Marco Ulpio Turna, Joaquín
Molina, Rocío Maimónides Manolete, Manuel R. Machado, Antonio Murillo, Bartolomé E. Mairena, Antonio Moreno, José Manuel Muñoz Molina, Antonio Morente, Enrique
Ordóñez, Antonio Oyarzábal, Isabel
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Picasso, Pablo R. Pinzón, Hermanos Prados, Emilio Pavón, P. ‘Ñiña de los Peines’ Pineda, Mariana
R
Hierro, Fernando Herrera, Emilio Hoyos, Cristina
I
25 Camarón Cánovas del Castillo, Antonio Castelar, Emilio Castro, Juana Cernuda, Luis Castilla del Pino, Carlos Caballero Bonald, J. Manuel Cano, Carlos Castro Tirado, Alberto Chaves Nogales, Manuel Cano, Alonso
D
Orantes, Manuel
Imperio, Pastora
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García Lorca, Federico Góngora, Luis Gávez Ginachero, José González, Felipe Gala, Antonio García Baena, Pablo García Pineda, M. Dolores
Banderas, Antonio Baras, Sara Belmonte, Juan Blas Infante Bécquer, Gustavo Adolfo Bellido, María Boabdil
Ilustraciones del suplemento Felip Ariza
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U
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Uceda, Julia
V
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Velázquez, Diego Vega, Pasión 42
Z Zambrano, María Zabell, Theresa
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Los nuestros: andaluces para la historia IGNACIO CAMACHO
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N LA CÓRDOBA DEL CALIFATO, cuando la falta de higiene diezmaba a media Europa en epidemias de peste, existía una red de alcantarillas y un sistema de alumbrado, y los reyes nazaríes de Granada se hacían traer nieve de la sierra para fabricar con fruta dulces granizados. Mucho antes, en las casas acomodadas de la Roma imperial se aderezaban alimentos y hasta se encendían lámparas con aceite de la Bética, cuyas ánforas amontonadas por miles dieron lugar a la colina del Testaccio. En la Sevilla del puerto
de Indias, cada nave que partía al Nuevo Mundo dejaba en un archivo el minucioso registro de sus tripulantes y cargamentos, un detallista banco de datos que acabaría asombrando a los historiadores por la precisión meticulosa del inventario. Ese tráfico indiano convirtió después a Cádiz en una de las ciudades más dinámicas de España, cuajada de cafés y periódicos que expresaban el latido de una burguesía emprendedora, comercial, refinada en su esplendor cultural y urbano: el mismo espíritu de progreso liberal que empujó a Torrijos a desembarcar en las playas de Málaga con un sueño ilustrado que acabaría resultándole trágico. Antes de perder el tren del desarrollo industrial, el crisol andaluz fundió durante siglos enormes avances tecnológicos en el mar y en el campo. El recuerdo de ese esplendor, que no fue sólo cultural ni arquitectónico sino un compendio de saberes del mundo civilizado, no necesita la mitificación del pasado ni la fabricación artificial de un trazo identitario. Simplemente constata que eso ocurrió aquí, en este territorio con tanta frecuencia menospreciado, bajo este sol perenne que nos ilumina, sobre este suelo fértil que pisamos. Los hombres y mujeres que a lo largo de los siglos han acumulado en Andalucía sedimentos de cultura, tradiciones sociales o liderazgos políticos no tenían una conciencia de ser andaluces en la mayoría de los casos. Se sentían españoles, castellanos, musulmanes, romanos. Proyectaban su pujanza con la naturalidad de un impulso vívido y espontáneo, pero esa energía sumatoria fue acumulando en el tiempo el perfil cierto de una personalidad colectiva, de un carácter que hoy forma parte de un orgullo común anclado en la Historia como un sustrato. Pocas regiones como ésta han contribuido tanto a la definición de la españolidad –lo que quiera que eso signifique— desde sus propios rasgos. Y esa aportación fue más lejos, mucho más. El espa-
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ñol de América se forjó a partir de la norma hablada de Sevilla, de la prosodia del Valle del Guadalquivir. De Huelva era la mayoría de la tripulación colombina de las carabelas y de Triana la voz del hombre que avistó la costa antillana por vez primera. Trajano y Adriano vieron la luz de Itálica antes de dominar la Roma que muchos siglos después vería entrar triunfante al capitán Gonzalo Fernández… de Córdoba. En Macharaviaya nació Bernardo de Gálvez, factótum de la independencia de los Estados Unidos, virrey ilustrado de la Nueva España, general de las campañas del Río Grande, héroe de Pensacola. De Cádiz era Castelar, de Almería Salmerón y de Priego Alcalá Zamora, presidentes de las dos malogradas repúblicas espa-
ñolas. De Málaga, Cánovas, artífice de la estabilidad de la Restauración, y de Sevilla González, autor del mayor proceso de modernización de nuestra historia. El marqués de Salamanca transformó el urbanismo de la capital del Estado e impulsó sus incipientes líneas ferroviarias; Victoria Kent fue la primera mujer –¡¡del mundo!!– en ejercer ante un tribunal militar como abogada; la granadina Eugenia de Montijo llegaría a convertirse en emperatriz de Francia. Pioneros, líderes, precursores, gentes capaces de abrir caminos de gloria, de cambio, de esperanza. Nombres sobre cuyas huellas hemos transitado por los vericuetos del mapa sentimental, político, cultural y social de una nación hilvanada en un tejido misterioso, telúrico, de cruces y amalgamas; una nación con todo su equipaje de grandeza y de fracaso, de sacrificio y de sangre, de razón y de rabia, de honor y de vergüenza, de coraje y de abyección, de vértigo y de drama. Andaluces de, por y para España. Hoy los sentimos nuestros, parte de un patrimonio moral que nos pertenece porque fue alumbrado en este paisaje, en esta tierra que entendemos nuestra, bajo esta
luz que seguirá brillando cuando apenas seamos más que la cernudiana piedra olvidada entre ortigas o el eco lejano de los ladridos de un perro en lo alto de la loma de la Historia. Eso nos une, el hilo invisible de un pasado común, el recorrido intangible de los sentimientos, el relato que cose nuestra biografía a la corriente emocional de la memoria. El ADN impreso en los genes de una herencia remota. Porque esas palomas que revolotean en la remodelada plaza de la Merced quedaron plasmadas en los lienzos y las cerámicas de Picasso, grabadas en los ojos de aquel niño que quería ser pintor con la conciencia de un destino blindado al desengaño. Porque el azul de los mantos de las vírgenes de Murillo es el que cada mañana resplandece en el cielo sevillano. Porque los mendigos de Velázquez nos miran con los ojos hundidos de cualquier homeless empujado por la crisis a dormir en un portal entre los cartones del fracaso. Porque el mar de las soledades de Juan Ramón sigue yendo y viniendo en la espuma del Atlántico, junto a cuya claridad transparente y salada imaginó Alberti, perdido entre arboledas de añoranza, un desbocado galope de caballos. Porque en las cuevas del Sacromonte aún bailan gitanas que llevan en el semblante de color aceituna el sentir jondo de un romance lorquiano, cruz de navajas y perfiles de bisel inmortal bajo el cielo estrellado. Porque llamamos senequismo a la doctrina de la impasibilidad del ánimo. Porque nuestro pensamiento es tataranieto de la mixtificación filosófica de Averroes y nieto de la razón poética de María Zambrano. Porque las golondrinas de Bécquer se estrellan en primavera sobre el cristal de una soleá de Alcántara; porque en los compases afrancesados de Falla rebota el susurro de los cipreses de la Alhambra;
Nos une el hilo invisible del pasado, el relato que cose nuestra biografía a la corriente emocional de la memoria. El ADN impreso en los genes de una herencia remota porque las estremecidas, ardientes, angustiadas casidas de Federico con la voz clara y el decir pasional de Carlos Cano; porque las coplas de Rafael de León cobran en Pasión Vega la fuerza que consuela corazones solitarios, porque el quejío sublime de Mairena es un río de desgarro que se dobla en el quiebro de Morente como la curva de un meandro. Porque la fiesta de los toros se rige por la majestuosidad de Belmonte y el señorío im-
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El esplendor histórico de Andalucía no necesita la mitificación del pasado ni la fabricación artificial de un trazo identitario pasible de Ronda que Ordóñez supo convertir en un canon. Porque la ronquera noctívaga de Sabina impregna nuestras madrugadas de cinismo, aventura y descaro. Porque el autorretrato de nuestras vidas tiene esa dulce cosquilla de melancolía destartalada que Rosales veía reflejada en su caballito de cartón en el baño. Y sí, hemos perdido muchas oportunidades, hemos dejado pasar muchos trenes, nos hemos extraviado en muchas encrucijadas y nos hemos hundido en muchos barcos. El fulgor cultural andaluz encubre a menudo naufragios de desarrollo o surge de la dolorosa conciencia de la frustración o del descalabro. Muchas de esas voces que nos enorgullecen tuvieron que sonar en otros ámbitos y es larga la lista de pensadores, artistas o políticos emigrantes o exilados. Hemos sido para muchos de los nuestros un pueblo ingrato: Cernuda lo dejó escrito en versos duros, vindicativos, lacerantes, de un resentimiento descreído y amargo. Peripecias malditas, estigmas perdedores, destinos trágicos mal resueltos con reconocimientos póstumos, tardíos, extemporáneos. Picasso, convertido treinta años después de su muerte en el eje simbólico del despegue económico y social de Málaga, representa el epítome de ese desencuentro dramático. Un abrazo demorado durante demasiado tiempo de mutua ignorancia que el pintor consoló estableciendo su residencia en la Costa Azul para sentir en la piel la caricia del mar de su infancia, para llenar sus pulmones
con el aire familiar del Mediterráneo. Existe, sin embargo, una diferencia crucial entre el rechazo de la Andalucía madrastra, la que ejecuta a Mariana Pineda o repudia a Cernuda y a Miguel de Molina, y la Andalucía ‘exportadora’ de genio, pujanza o clarividencia. Entre la sociedad muchas veces desdeñosa, mediocre, oscurantista, hosca, que expulsa a sus mejores hijos en una especie de ‘fatwa’ contra su singularidad rompedora, y la que simplemente aporta al resto del país, o del mundo, un caudal de universalidad talentosa que viene a ser la espuma más brillante de su condición migratoria. Contra la primera existe un alegato definitivo: el poema cernudiano ‘A mis paisanos’, escrito en el destierro al final de su vida, representa una desolada requisitoria. Un áspero, doloroso lamento con tinte revanchista contra la cerrazón de sus contemporáneos, una denuncia elegíaca de su exclusión civil que contiene una acritud demoledora y que entronca con la idea de los ‘caínes sempiternos’ que el poeta sevillano veía en la esencia, no ya de su patria chica, sino de la grande, de la propia España envuelta en su espiral destructora. Pero si Cernuda escoge fugarse de la asfixiante atmósfera que aplasta su originalidad y lo considera un caprichoso narcisista, una extravagante rareza; si Molina simplemente escapa de la agresividad social contra su condición doblemente abominada de ho-
mosexual y republicano; si Falla morirá en Argentina con plena conciencia de su destino de expatriado, hay muchos otros andaluces de relieve que salen de la región para proyectarse a sí mismos con mayor ímpetu y fuerza. Un proceso lógico en la política, cuyos actores –desde Trajano a Felipe González, desde Cánovas del Castillo a Alcalá Zamora– necesitan desenvolverse en unos centros de poder alejados de la dimensión subsidiaria andaluza, y también en la creación literaria o artística, en el mundo de la investigación y del espectáculo. En estos casos no se trata tanto de desterrados como de andaluces que buscan dar lo mejor de sí mismos en horizontes amplios de repercusión integral, totalizadora. Emigrantes, sí, pero sin la índole dramática del término. Gente que se va para crecer en un mundo organizado desde parámetros centralizados, asumiendo con relativa naturalidad esa necesidad perentoria. Así, mientras Murillo permanece en la Sevilla asolada por la peste trabajando al servicio de las órdenes religiosas, el genio de Velázquez, incubado en el taller de Pacheco, explota tras el aprendizaje en Italia y su asentamiento en Madrid como pintor de Corte. Picasso siente desde pequeño la exigencia imperativa de salir de Málaga, rumbo a las vanguardias, para abrirle al huracán creativo que lleva dentro de sí mismo un nuevo horizonte. Zambrano sale con su familia con un año de edad y apenas volverá al Sur más que para ser enterrada en VélezMálaga. Machado se enamora en Castilla y dejará su corazón enterrado en el Alto del Espino de Soria antes de que su cuerpo se quede para siempre en la Francia que abre a los últimos republicanos senderos de derrota. Bécquer emigra a Madrid en busca de un empleo burocrático; Ayala se va a estudiar a los 16 y luego le arrastrará, como a tantos intelectuales de su generación –Alberti, Prados, Altolaguirre, etc.– el drama de la guerra. Juan Ramón va y viene, como la marea onubense que convertiría en metáfora existencial, hasta que sufre el acoso sucesivo de las dos Españas réprobas. Y los grandes del espectáculo contemporáneo, desde Lola Flores a Andrés Segovia, desde Camarón a Banderas, asumen la internacionalidad de una industria cuyas exigencias les obligan a abandonar el centro de gravedad de su tierra. Más que irse, se trasladan, en un inevitable tránsito de idas y vueltas siempre impregnado de nostalgias, de recorridos memoriales, de identidades fuertemente impresas. El sur, escribe Thomas S. Eliot, es todo aquel lugar al que siempre se sueña con el regreso; un espacio casi más sentimental que físico, un escenario de emociones donde anclar el sentido profundo de la existencia. De un modo u otro, las figuras pasadas o actuales que ennoblecen esta publicación comparten en su poliédrica heterogeneidad una común característica: fueron o son andaluces de raigambre ajenos al estereotipo convencional de Andalucía. Su proyección universal o nacional está exenta –salvo en el ámbito del flamenco, necesariamente vinculado a la expresión autóctona– del tó-
pico folklórico o regionalista; su contribución histórica representa una grandeza que se vale por sí misma. Un andaluz andalucista, escribió Machado por boca de Juan de Mairena, es un español de segunda y un andaluz de tercera. Españoles incompletos, insuficientes, de quienes nada grande puede esperarse, remachaba. No es desde luego el caso de estos andaluces –algunos muy anteriores a que Andalucía fuese en sí misma un concepto, un nombre o una idea– alejados del devastador modelo de la pandereta. Gentes de vocación integradora cuyo talento brilla sobre horizontes de líneas mucho más abiertas. Esa representación del ser andaluz como una identidad despejada, desanclada incluso del tiempo mismo, arroja una visión universalista, compleja y entera. Sin apropiaciones indebidas ni mitos diferenciales; Andalucía sólo como un origen, si acaso un sello de naturaleza, la impronta de un carácter necesariamente forjado en una tierra, pero nunca con el sentido disyuntivo de una excluyente pertenencia. Seres de luz que a los hombres alma de hombres les dieron: biografías refulgentes que cumplen el ideal de Blas Infante –Andalucía por sí, por España y la Humanidad– al pie de la letra. Así fuimos, así somos, así queremos ser: mestizos, acogedores, híbridos, expansivos, europeos asomados a África y América. En esa personalidad múltiple nos reflejamos con el orgullo de una tradición rica y diversa. Hijos de una Historia no siempre grata, contradictoria y a menudo perdedora, que asumimos como parte de nuestra propia esencia. Ese sedimento memorial del pasado nos cohesiona pero también nos interpela para que no nos baste con la autocomplacencia. Para que al entendernos a nosotros mismos seamos capaces de construir sobre ese legado un futuro que siga vivo cuando de los andaluces de este tiempo incierto y difícil no quede más que un vestigio distante y borroso como una leve pisada sobre la arena.
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¿Literatura andaluza? AURORA LUQUE
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UÉ ES LA LITERATURA ANDALUZA? Es una suma de conversaciones. La de, por ejemplo, María Zambrano, filósofa malagueña nómada y exiliada, con el viejo Séneca, filósofo romano cordobés que nunca regresó a su ciudad natal. Es la conversación entre don Luis de Góngora y los jóvenes poetas del 27. Es Rafael Alberti que habla con el pincel de Picasso que a su vez habla con el de Velázquez. Antonio Machado conversando con los limoneros de Sevilla y los olivos de Baeza. Es Al Mutamid que canta junto a Ramaiquiya y luego, desde el dolorido destierro, evoca la Sevilla que perdió. Es la almendra seca de Moguer que Juan Ramón Jiménez llevó en el bolsillo hasta su muerte en Puerto Rico. Y es, ante todo, una conversación casi infinita entre las voces de los artistas andaluces y sus millones de oyentes y lectores a lo largo de
continentes y épocas. Sólo cabe, pues, una definición fluida. Porque si hay algún rasgo notable de la cultura andaluza este no es otro que su capacidad de mantenerse al margen de las obsesiones lingüísticas, políticas, regionalistas, geográficas o genéticas. Por eso es rica la cultura andaluza: por acogedora y por libre. Ha sido, sí, más rica en unas épocas que en otras. La más luminosa brilla no muy lejana aún, la Edad de Plata, que germina a principios del XX y queda tronchada en el 36 por la guerra incivil. También es exuberante el legado arábigo-andaluz, con su constelación de filósofos, poetas, poetisas. En otros periodos abundan las estrellas semisolitarias. A Bécquer no le acompañó una pléyade tardorromántica andaluza de su calidad. Y Góngora el soberbio brilla también como estrella de fulgor inalcanzable. «Y es que tener cultura, estar en una cultura, es tener detrás de la vida individual de cada uno un tesoro a veces anónimo, a veces con nombre y figura. Es poder recordar, rememorar. Poder también, en un trance difícil, aclarar en su espejo nuestra angustia e incertidumbre. Pero no todos los antepasados están siempre patentes y actuales. Por el contrario, grandes nombres permanecen durante años, que pueden ser siglos, enterrados en el olvido para salir de él en un instante… Nos encontramos entonces con un saber no sabido, que se nos aparece cargado de significaciones». María Zambrano reflexiona así en su ensayo ‘El pensamiento vivo de Séneca’, de 1944. En Séneca se dan, a la vez, una cierta permanencia popular –el senequismo «español»– y una capacidad de «renacimiento» entre los cultos. Séneca, provinciano de la Bética, «ese antepasado que vivió por nosotros», es un mediador «entre la vida y el pensamiento, entre ese alto logos establecido por la filosofía griega y la vida humilde y menesterosa». Séneca, en sus días, encontró que tras la razón «venía el desmentido del poder imperante sin límite y sin
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medida». Por eso Zambrano lo rescata en el angustioso 1944 y por eso mismo, la filosofía de Séneca, en la que la razón se compadece de la condición desvalida del hombre, sigue siendo válida hoy, bajo un Imperio virtual y supranacional donde nada tiene «medida, número ni armonía». Destierros, entierros y exhumaciones Séneca tuvo que desterrarse drásticamente, a través del suicidio. La literatura andaluza, por desgracia, es demasiado pródiga en destierros. Altolaguirre, Prados, Alberti, Cernuda, Zambrano, Oyarzábal, Ayala, Machado, Juan Ramón Jiménez… sufrieron exilio político. A Lorca lo exilian cruelmente de la vida misma. La historia de los literatos de Al Andalus es otra co-
lección de exilios: Al Mutamid de Sevilla llora en Agmat, a Ibn Al Jatib de Loja lo ajustician, a Ibn Hazm de Córdoba lo persiguen y queman sus libros; el gran Averroes fue otro trasterrado, condenado por la ortodoxia islámica. Quizá quepa extraer alguna lección de esta triste recurrencia biográfica. Averroes es el gran pensador de Al Ándalus. Con sus comentarios a las obras de Aristóteles restaura la pureza de la filosofía y recupera la confianza en la capacidad racional del hombre, señalando los distintos modos de conocimiento, ambos legítimos, que atañen a la verdad revelada y al modo demostrativo de la filosofía y de la ciencia. Así lo evoca el poeta cordobés Carlos Clementson: «El alfabeto griego se reviste de cúfico. / La estricta geometría cobró forma de alfanje / cuando el Estagirita, tantos siglos después, / resonaba aljamiado por las calles de Córdoba./ La razón retornaba a alzar su limpia llama, /titubeante y pálida, bajo vientos contrarios/…/ Y de la mano ilustre de un árabe de Córdoba/ entró Grecia en Europa». El canon literario es una construcción endurecida: El collar de la paloma, de Ibn
Hazm de Córdoba, las elegías de Al Mutamid, los libres versos eróticos de Wallada de Córdoba no entraron jamás en la programación educativa. Se elude el acceso a la valiosa herencia intelectual de Al Ándalus, a pesar de que su conocimiento, además de procurarnos un inmenso placer, nos libraría de nocivos estereotipos. En el siglo XI, Wallada escribía versos como éstos: «Estoy hecha, por Dios, para la gloria / y camino, orgullosa, por mi propio camino» (Traducción de Teresa Garulo). Ejemplo lacerante de la ceguera del canon es el de Góngora que, siendo el mayor poeta barroco, será comprendido en sus honduras y esplendores sólo a partir de la rehabilitación de los poetas de la Generación del 27. Dejemos que hable de él otro grande cordobés, Pablo García Baena: «Góngora es la geometría exacta de los astros, la música inmutable de las esferas, el discurrir gradual de un dios sin precipitación y sin tregua, la medida técnica del huracán. Por eso asusta tanto el acercarse a su soledad… Góngora sigue siendo un enigma». Sí; la literatura, también la andaluza, abunda en tumbas selladas. Como apuntaba María Zambrano, grandes nombres permanecen enterrados en el olvido. Los sevillanos Blanco White y Manuel Chaves Nogales, fallecidos en sus respectivos exilios británicos e incómodos ambos para ese «Imperio» que ya hostigara a Séneca, han sido rehabilitados muy tardíamente. En el caso de las escritoras se diría que la losa de sus sepulturas pesa más aún, y que la desidia, los prejuicios y la hostilidad de quienes tendrían el deber de desenterrarlas –léase universidad, por ejemplo– han sido, hasta muy recientes fechas, aún mayores. El caso más lacerante es el que afecta a la dramaturga malagueña ilustrada María
La literatura andaluza, por desgracia, es demasiado pródiga en destierros
Rosa de Gálvez. Su vida la convirtió en un nombre incómodo. Nació en 1768. Fue adoptada por la familia de los Gálvez, se casó y se separó y marchó a Madrid para llevar una vida literaria. Frecuentó tertulias y círculos cortesanos y se dice que fue amante de Godoy. Tras 200 años de olvido, hoy la convierten en escritora imprescindible la calidad de su escritura y su dramaturgia empapada de los ideales de la Ilustración. En 1804 publicó sus obras dramáticas, con títulos tan sorprendentes como ‘El egoísta’ (en el que justifica el divorcio), ‘Los figurones literarios’ (en la que polemiza con Moratín) o ‘Zinda’ (en la que critica el colonialismo depredador y el tráfico de esclavos). Gálvez muestra una inventiva y un deseo de ex-
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Los dos Premios Nobel de Literatura otorgados a poetas en España han recaído sobre andaluces perimentación que la hace destacar frente a sus contemporáneos. Compuso un total de trece piezas originales, tradujo otras del francés y representó ocho en los teatros principales de Madrid. Las propuestas galvecianas resultaron demasiado audaces para su época: de ahí el malestar de los censores. Era demasiado temprano en España para la denuncia de una violencia estructural que puso en boca de sus heroínas, para la apropiación por parte de éstas de la razón universal ilustrada como patrimonio propio y para la exhibición de los peligros de la libertad. Otro caso penoso de rescate tardío e incompleto es el de la escritora, periodista, corresponsal, biógrafa y diplomática malagueña Isabel Oyarzábal. Fue la primera mujer embajadora de España; ejerció como tal en Suecia y Finlandia durante los años 1937-38. Sus memorias, Hambre de libertad, escritas y publicadas en inglés en 1940, han tardado setenta años en ser traducidas y son testimonio de la construcción de una vida propia y libre, de una conciencia política y de un compromiso con los ideales republicanos. Dos son las ideas motoras en el relato de su vida: una, la denuncia de la insolidaridad internacional. La otra idea, más íntima y difusa, es su peculiar idea del hambre, que es impulso vital, anhelo de lo nuevo, de lo distinto, de lo mejor, ansia de cambio, deseo de volar con la imaginación y de acometer algo heroico. La almeriense Carmen de Burgos ha sido víctima durante décadas de una visión escorada, la trasmitida por las memorias de Cansinos Assens, que la presentaban como la protectora y amante madura de Ramón Gómez de la Serna. Este filtro impedía su valoración correcta. Carmen de Burgos fue, como Oyarzábal, periodista (firmó sus textos con el seudónimo Colombine), traductora (tradujo del italiano a su admirado Leopardi, el gran romántico italiano) y narradora. La edad de plata Los dos premios Nobel de
Literatura otorgados a poetas en España han recaído sobre andaluces: el sevillano Vicente Aleixandre, que lo recibe como representante simbólico de los logros de su generación, y el onubense Juan Ramón Jiménez, que representa como pocos la arrolladora fuerza renovadora y creativa, exigente, abierta y cosmopolita del arte nuevo que cuaja al principio mismo del siglo XX. Sólo en el Siglo de Oro se dio una concentración tan alta de talentos irrepetibles, pero sólo en la Edad de Plata la mayoría de los talentos fue de andaluces y andaluzas. Como precursor de toda la época hay que citar a Gustavo Adolfo Bécquer, maestro indiscutible de la poesía moderna y lectura de generaciones de adolescentes españoles. Lo esencial de Bécquer está más allá de su imaginería de arpas polvorientas y de amadas etéreas. Le hace sobrevivir a todos los descréditos del romanticismo su profunda intuición del misterio expresada sin arrebatos retóricos; también su dibujo del espíritu solitario y su análisis del desconsuelo más íntimo, su manera sobria de decir la tristeza. Son absolutamente modernos el diseño limpio de sus poemas y el tono coloquial, descreído, de muchos de ellos. Antonio Machado, coetáneo de Juan Ramón, es uno de los poetas más amados por los lectores de lengua española por su hondísima humanidad, su palabra austera y cálida a la vez, y su compromiso lúcido y ejemplar. Su poesía, que entiende como palabra en el tiempo, acompaña íntimamente a todas las generaciones con su verdad desnuda, con su canto puro. La Generación del 27 ha merecido justa e ininterrumpidamente la atención de la crítica desde que se configura como tal, con la excepción de las figuras femeninas. La nómina andaluza es copiosísima y bien conocida: el gaditano Rafael Alberti (con su plasticidad, con su energía celebratoria de la vida, con su compromiso vigoroso); los malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre (unidos para siempre en sus fervores editoriales); el sevillano Luis Cernuda, quizá el poeta cuyo magisterio posterior ha sido más significativo y que definió –sobre todo en su excelso libro de poemas en prosa Ocnos– al otro andaluz, el hondo, el reflexivo, el andaluz sensual y no ruidoso). Y Lorca, el más universal, el poeta de infinita potencia creadora que traduce a Andalucía para el mundo, el creador de un lenguaje incandescente y único, el formulador trágico de una defensa del deseo libre como motor de la vida, como fuerza humana dignísima y poderosa. El granadino. El asesinado. Y una filósofa malacitana y universal: María Zambrano, estación imprescindible, faro que alumbra más radiante cada noche. Son admirables la cadencia envolvente y el adentramiento enigmático de su prosa; ese fulgor, ese extrañamiento de muchos de sus párrafos que producen el mismo efecto que los más altos poemas. Zambrano fascina por la hondura y por el resplandor, por la vertiginosa sugerencia intelectual y por la sugestión voluptuosa de sus palabras. Con Cernuda como faro arranca en Córdoba la aventura de Cántico, que enarbola una
poética apartada del compromiso inmediato con las desdichadas circunstancias políticas. Pablo García Baena es su voz más deslumbrante y magistral. Con él el lenguaje alcanza una altísima temperatura estética: la exigencia, la gracia y la belleza son indiscutibles en todos y cada uno de sus poemas. En sus poemas conviven mundos diversos: está, de un lado, la crónica de una Andalucía que se aleja, y de otro, la experiencia de un presente íntimo e inmediato: Pablo ha fijado con los broches de sus palabras la belleza y la intensidad de las primaveras antiguas y el esplendor de una liturgia católica. Pero otros poemas nos transportan a la Costa del Sol de los años setenta y a su dolce vita canalla y soleada. García Baena es maestro de lenguaje: enseña lealtad a la belleza del idioma e instruye sobre cómo elegir la vestidura más exquisita para los nombres y los verbos. María Victoria Atencia comparte en buena medida los principios de Cántico, que templa con serenidad marina. Hay que recordar aquí los nombres de dos malagueños, Alfonso Canales (vitalista y elegante, de poesía compleja y no gregaria, de voz romana y barroca que aúna culturalismo y hondura) y Rafael Pérez Estrada (imaginativo hasta el delirio, libérrimo, plástico y mágico. La tradición andaluza que de tan rica pudiera ser un lastre, no le afecta: Pérez Estrada ha escrito textos aéreos y felices como si procediera de un país sin santones literarios) y al cordobés Vicente Núñez, cuyos rilkeanos Himnos a los árboles están entre lo más excelso de la poesía del siglo.
Otro malagueño, felizmente vivo, ha sabido batir en sabio cóctel la poesía más humana, de corte machadiano y aroma mediterráneo, con la prosa viva y urgente del periodismo: Manuel Alcántara. La sevillana Julia Uceda es la primera poeta que ha obtenido el Premio Nacional de Poesía en España. Su poesía, honda y meditativa, participa de la estirpe de Cernuda por su sobriedad y temperatura ética y del linaje de María Zambrano por consistencia existencial y los destellos luminosos de su pensamiento. Uceda explora el revés de los sueños: «Poesía a la vez intelectual y onírica –dice José Luis García Martín-. Poesía áspera, nada confortable de ritmo e imaginería, que no desdeña la sátira ni el compromiso con la turbia historia presente, pero que prefiere adentrarse en otra realidad, la que sólo intuyen la metafísica y el sueño». En torno al 50 y fuera ya de las trampas que las etiquetas generacionales provocan, hallamos al gaditano José Manuel Caballero Bonald, potente autor barroco de inusitada fuerza mitogénica (le debemos la creación del territorio mítico de Argónida), exigente, crítico y felizmente fecundo en los últimos años, con el absolutamente deslumbrante libro de memorias– poema Entreguerras, entre otros. La literatura no se atreve a la inmediatez. Los juicios rápidos pueden ser erróneos. Por eso los últimos autores que recoge esta encuesta son ya mayores y consagrados, si comparamos con otras artes. Ambos abrieron caminos inéditos: el jiennense Antonio Muñoz Molina da cuerpo a la novela de la Transición, crea un estilo inconfundible y clásico en obras que reflejan una educación sentimental colectiva y una revisión aguda de nuestra historia reciente. La poeta cordobesa Juana Castro formula en su libro Narcisia una nueva genealogía femenina simbólica y mítica; en otros títulos hallamos una exploración descarnada y rulfiana del mundo rural, o de las enfermedades de la memoria o de las toxicidades del amor. ¿Literatura andaluza? Sí, gracias.
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Una banda blanquiverde JUAN JOSÉ TÉLLEZ
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NDALUCÍA resume en su historia la banda sonora del Mediterráneo, desde la bailarina Theletusa y las puellae gaditanae que hicieron sonar sus crótalos en la Roma de los césares a un aria de Carlos Álvarez. Esa banda blanquiverde, cargada de sonidos blancos y negros, tal vez conduzca hasta Abu l-Hasan Ali ibn Nafi, un nombre que en español podría traducirse como Pájaro Negro o Mirlo y que llegó de Bagdad a la corte califal de Cór-
doba y, a comienzos del siglo IX, trajo las refinadas costumbres de aquella corte, su música y un armónico concepto de elegancia. O, ¿por qué no?, hasta un paradero de Buenos Aires donde el exilio de Miguel de Molina, dormido entre rosas, echa de menos el mar de Málaga, mientras se hace pasar por el jardinero ante cualquier visita inoportuna. Desde ahí, zarpamos hacia un horizonte poblado de elementos sonoros, desde el taconeo al baile de los seises, desde la chirigota carnavalesca a la rondalla de navidad, desde los verdiales al piano de Federico García Lorca, rememorando canciones populares de la vega granadina. Ahí, sobre las olas, la música de Andalucía hizo las américas o se encerró en el corazón de las fraguas. A menudo llena polideportivos como Vanessa Martin pero tal vez suene para un puñado de lugareños en el temple ancestral de las gaitas de El Gastor. Aquí se cruzan los trovos de La Alpujarra con el punto cubano que acaba de ser reconocido por la Unesco y que interpreta como nadie Alexis Díaz Pimienta, un habanero de Almería o de Sevilla que rinde homenaje diario
a esa especie de rap basado en las décimas que creó el rondeño Vicente Espinel. Para raperos, lo que se dice raperos, más allá de los orígenes de La Mala Rodríguez, los legendarios Hablando en Plata, Triple X o Elphomega, hasta llegar a Nazión Sur, Toteking, SFDK, Juaninacka o Haze: Sergio –así se llama aunque su nombre es niebla– colgó durante un tiempo los cedés para estudiar filología hispánica y planear una tesis sobre los narcocorridos en la frontera entre México y Estados Unidos. Tampoco hay un muro de Trump entre Tomasito –el niño robot le llamaba Lola Flores– y Junior Miguez. Ni las verjas separan la música gibraltareña de Albert Hammond, Jade o Taxi, de las que al otro lado, entre dos aguas, construyeron Shalom, Santísima o Brisa Fenoy. Por encima, sin duda, esta es la patria del jondo, claro, el quejío que preside todo, desde la humildad de una peña a la plena calle donde un rumbero se acuerda de Bambino o de Manuel Lombo cantando por Bambino. El flamenco puede archivarse en el Centro de Documentación de Jerez de la Frontera, pero se le quedó chico desde hace un mundo el mapa de Andalucía y el de España. Y es que lo mismo orilla en las academias niponas de Yoko Kotmasubara o en el Somorrostro catalán de Carmen Amaya, no demasiado lejos de donde Miguel Poveda aprendió a cantarlo con cintas de cassette y viajes al sur. La globalización flamenca La música en Andalucía responde a dos criterios básicos, el de la progresiva globalización ya iniciada desde la antigüedad y elevada a la enésima potencia durante los años de la Carrera de Indias, y su sincretismo cultural, como pone especialmente de manifiesto el flamenco. Cante gitano-andaluz, en una definición ya preterida, denominaron Antonio Mairena y Ricardo Molina a esa prodigiosa tradición musical que viaja de la leyenda hacia la historia a finales del siglo XVIII y que, hoy por hoy, constituye un elemento principalísimo del imaginario andaluz. Su protección y divulgación está
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recogida en el actual estatuto de autonomía y ha sido incluida en la lista del patrimonio inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco: sorprendente si se tiene en cuenta que, desde sus balbuceos, no faltaron voceros que presagiaban su muerte, su mixtificación o su responsabilidad directa en los males que atribulaban a España. «La música de los pueblos con la nevera vacía siempre se parece», solía decir Francisco Sánchez Gómez –Paco de Lucía–, uno de los creadores flamencos que más puertas abrió a escala mundial, en una larga hornada de renovación creativa que iría desde Silverio Franconetti, que saca al jondo de las hogueras tribales o el cuarto de los cabales, para exhibirlo en los cafés; hasta don Antonio Chacón que lo sube a la tari-
ma teatral o Manuel de Falla y Federico García Lorca, entre muchos otros, que promueven el primero de los grandes concursos en la Granada de 1922. Entre el asesinato de El Canario y el de El Piki, cuánto rasgos aún del buen salvaje rousseauniano en artistas de la estirpe de Manuel Torre, Juan Breva, Manolo Caracol, Niña de los Peines, Agujetas, Paquera, Rancapino o Chano Lobato, entre muchos otros y a pesar de su intelectualización creciente que puede apreciarse en el baile –Antonio Gades con librero de José Manuel Caballero Bonald; Israel Galván bajo la batuta estética de Pedro G. Romero; Rocío Molina, Eva La Yerbabuena, Sara Baras, María Pagés, etc–; en el toque –Ramón Montoya, Sabicas, Niño Ricardo, Habichuela, Parrilla, Manolo Sanlúcar, Vicente Amigo, etc–, o desde luego en el cante –Camarón de la Isla cantando rubayatas de Omar Keiam o compartiendo estudio de grabación con la Royal Philarmonic; Enrique Morente dialogando con Leonard Cohen, entre una larga secuencia de poetas clásicos; José Menese a partir de las letras de Moreno Galván; Vicente Soto cantando a Pessoa, Rocío Márquez con el Niño de Elche; Calixto Sánchez o Juan Pi-
nilla, impartiendo clases en el aula…–. A juicio de Fernando Quiñones, «el flamenco es una ensaladilla rusa y los gitanos constituyen la mayonesa», aseguraba el escritor gaditano a propósito de la controversia recurrente sobre el origen de esta compleja relación entre la música y una muy concreta actitud ante la vida. Si hubiera sido fruto exclusivo del pueblo gitano, lo más probable es que hubiera surgido en Centroeuropa, en su largo éxodo. Compases de aluvión más bien: Blas Infante sostenía que la palabra flamenco provendría del árabe ‘felah menghu’, que podría traducirse como campesino huido o enfadado. Como los pueblos perseguidos por las pragmáticas de sus católicas majestades a partir de 1492: sefarditas y moriscos, maragatos, mercheros o castellanos forajidos, que quizá encontraron refugio en las tribus nómadas de los gitanos andarríos. ¿Y los negros? El monopolio con Indias de Sevilla y Cádiz convirtió a ambas ciudades en formidables lonjas de compraventa de esclavos. Y todo ello, como sostienen Jesús Cosano, Raúl Rodríguez o Santiago Auserón, entre otros, viene a coincidir con la geografía primitiva del jondo. ¿Qué mejor ejemplo de interculturalidad musical que los cantes de ida y vuelta al pairo de las flotas que cruzaban el Atlántico? Entre el folklore y la copla El árbol del flamenco es tan frondoso que a menudo impide que lo mismo alimenta a la música clásica –Manuel de Falla sobre todo, pero también en tiempos recientes a José María Sánchez Verdú, muy atento a las melodías étnicas– que oculta otras peripecias musicales de indudable valor, dentro del riquísimo ámbito del folklore que tanto atrajo, a partes iguales, a Demófilo, el padre de Antonio y Manuel Machado: en el rescate de dichas raíces que incluyen cientos de fandangos, mu-
La música en Andalucía responde a dos criterios básicos: la progresiva globalización y su sincretismo cultural danzas de toda suerte de bailes, romances o cantos de columpio. A los nombres históricos de Camino de Santiago, Alameda, Almadraba, Zejel, Oro Viejo, Batarró, Cañaveral, Nuestra tierra, La Cuadrilla, Santo Domingo o Jarcha, se sumará la persistencia de Andaraje, que dio su primer concierto en 1972 y que aún persiste en dicha labor a través de formaciones diversas. En una larga secuencia histórica que lleva desde Lombarda en Granada a Contradanza en Sevilla, el camino de la investigación folklórica igual aterriza en Rare Folk o en solistas de la talla de Aurora Moreno. Sabiduría popular vendría a significar la palabra folklore. ¿Y cómo encuadrar la copla, pariente próxima del flamenco o del resto del folklore? Desde el kilómetro cero
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es la patria profunda de El Kanka o de Antílopez, que suelen cantar con el compás de la inteligencia. El chiclanero Antonio García Gutiérrez escribió El Trovador, sin adivinar que Verdi iba a convertir dicho libreto en una de sus óperas de más fuste. Andrés Segovia seduce a la guitarra clásica, con un ojo puesto en la flamenca. Aunque en los conservatorios abunden todavía los cuadros sinópticos y los corchetes, en la calle, la música popular y la culta no son más que música.
de la tonadilla, la autoría determina, sin duda, su diferencia sustancial: frente al anonimato del cante, los nombres propios de los maestros, como Rafael de León, Quintero o Quiroga, pero también Manuel Alejandro, sirven como vehículo para el lucimiento de personalidades tan rotundas en el ámbito andaluz como Estrellita Castro, Marifé de Triana –a quien el mismísimo Paco de Lucía dedicará su canción andaluza–, Imperio Argentina, Isabel Pantoja o Rocío Jurado. Una cierta renovación del género alumbrará, a finales del siglo XX, con Martirio, Pasión Vega, Diana Navarro o Clara Montes, entre otras intérpretes de un género que como en el caso del tango de Susana Rinaldi o de Adriana Valera, coquetea con otras temperaturas musicales como demuestra Estrella Morente, que como le ocurriera a La Paquera no desdeña entreverar su cante con tonadillas y canciones, aunque desde una posición más canónica que la interesante apuesta de su hermana Soleá. El cine –espléndidos primeros planos de Carmen Sevilla con Lola Flores despidiéndose de la vida en Los Invitados– también propagó tonadillas y cantes ligeros, hasta que llegó Carlos Saura con la fotografía de Storaro y la producción de Juan Lebrón. Rock y canción Todas estas raíces se diversificarán a partir de la revolución pop de los años 60. De un lado, Andalucía asiste entonces a la eclosión de artistas mediáticos como Raphael, Miguel Gallardo, Emilio José o la malagueña Pepa Flores, anteriormente llamada Marisol, que logran conquistar el espacio escénico que iban dejando las viejas compañías de Pepe Marchena, Pepe Pinto, o Juanito Valderrama, cuyo hijo milita en la canción de autor cuya paternidad flamenca atribuye a su progenitor. De otro, el rock and roll, cuajado de influencias anglosajonas pero con indudable sello propio como demostrarán, andando el tiempo, Miguel Ríos, Los Angeles, Los Rocking Boys –que terminaron convirtiéndose en camerata barroca–,
Smash, Triana, Azahar, Medina Azahara, Cai, Imán, TNT, 091, Lagartija Nick, Los Planetas, La Guardia, Danza Invisible, Pata Negra, No me pises que llevo chanclas y su agropop, Los Reincidentes, Lori Meyers, An-Tonio, Kiko Veneno y muchas otras formaciones, con personalidades tan genuinas, influyentes e inclasificables como Joaquín Sabina. Antes del flamenco jipi de Lole y Manuel o de María Jiménez metiendo por rumbas a Amancio Prada y a Agustín García Calvo, las viejas coplas parieron una nueva copla andaluza, la que surgió del Manifiesto Canción del Sur, alumbrado por Juan de Loxa en la Granada de 1968 y en paralelo a su proyecto-programa Poesía 70, la cuna musical de Carlos Cano, pero también la de Antonio Mata, Raúl Alcover, Enrique Moratalla, Esteban Valdivieso y muchos otros. Esa otra copla que Cano asumiría junto con la condición de «periodista con guitarra» que se atribuye a la canción de autor, afloraría en otros creadores de la talla de Benito Moreno, Juan Antonio Muriel, el invencible Javier Ruibal y, en generaciones sucesivas, Joaquín y Chiqui Calderón, Elena Bugedo, Paco Cifuentes, José Antonio Delgado, Laura Granados, Fernando Lobo, Lucía Socam o Aurora Guirado, sin olvidar a Antonio Martínez Ares o Jesús Bienvenidos, recién llegados del mundo que existe al otro lado de las comparsas. El humor, en cambio,
La gramola de la historia Queda más: Andalucía tampoco es un compartimento estanco y su patrimonio musical se deja conllevar por melodías foráneas, como el blues –Caledonia, Algeciras Blues Band, los festivales de Antequera o de San Fernando– o, sobre todo, el jazz, con virtuosos del prestigio del pianista Chano Domínguez, insólitos crooners como Toni Zenet o grupos mestizos como La Canalla, que emparentan el bebop con la copla de una manera magistral y divertida. Esta tierra, más allá del tópico, hace suyo cualquier ritmo llegado de no importa dónde. Ahí están, en la gramola de la historia, Rita La Cantaora y el sombrero de El Barrio, la sonrisa franca de Manuel Carrasco y la brújula de Alejandro Sanz que siempre mira hacia el sur –Algeciras, Alcalá de los Gazules o aquel Cádiz que regaló a Niña Pastori–, mientras Manolo Escobar, mucho antes de Marta Sánchez, cantaba Viva España, aquella rara canción creada por un sueco. Más allá del espejo cóncavo de El Koala, las gafas fashion de Paco Clavel se cruzan con las lentes oscuras de La Niña de la Puebla, mientras Romero San Juan y Los Martires del Compás deconstruían las sevillanas que ya renovaron Chiquetete, Cantores de Hispalis, Gente del Pueblo o María del Monte, mientras esas viejas seguidillas manchegas se expandían por todos los feriales. Hubo quien dejó de cantar para cultivar la militancia u otra profesión como Paco Revuelta y tampoco faltó quien desapareció, con Gelu, dejando un buen sabor de boca en la juke-box de la memoria. Pablo Alborán y Pablo López teclean a Málaga sobre nuevas letras con sabor a siempre. El aire, con todo, sigue oliendo a Ketama con versiones de Djavan, mientras –en Granada También– el joven Jallal Chekara mantiene la herencia de su tío abuelo, el legendario músico marroquí del mismo nombre, que transitó de la Macama Jonda de José Heredia Maya a Juan Peña El Lebrijano. Ahora, los aires del flamenco y los moriscos se reencuentran felizmente con la voz de Segundo Falcón, aunque tampoco falten aires sefarditas. El almeriense David Bisbal pasó de las casetas de feria a los estadios por la varita mágica de un programa de televisión. Triunfitos con sentido común, como Rosa de España, Manu Tenorio, Miguel Nández o Nuria Fergó, lucharon por el éxito que todo lo encumbra y que todo lo devora. ¿Se acuerdan de Lucía, de Remedios Amaya, de Son de Sol, pisando las arenas movedizas de Eurovisión? Abraham Mateo inunda corazones adolescentes mientras ya nadie recuerda apenas qué cantaba Melody. También la música oscurece los recuerdos. Las playas siguen sonando a Los Caños o a Los Cucas, pero Chambao y Lamari dejaron hace mucho de ser un hilo musical de laboratorio para convertirse en un competente equipo que fabrica sonidos mestizos. Aquí ya sabemos que Antonio Molina no era minero, en realidad, pero su voz preside hoy una saga –Mónica, Angela–, con ventanas al sur. India Martínez pasea la belleza de su tesitura por el mismo rumbo que exploró José Mercé con letras de hoy gestadas por Isidro Sanlúcar. Andalucía habita las letras gaditanas de Merche. Rancheras imposibles de Bertín Osborne corren en paralelo a los ojos indies de Anni B
Sweet, tan parejos en cambio a los de Supersubmarina. Alameda y Navajita Plateá pisan el mismo suelo, el de las noches de bohemia que con tanta sabiduría como frescura recorrieron Los Delincuentes. Granada huele a tango y Sevilla a Swing. La violinista chilena Isabel Mellado escribe en Andalucía novelas sobre música de violines. Sirifo, Sidi Samb o Albert Mgaye llegaron hasta aquí en pateras con forma de kora o de guitarra. John Lennon es una estatua en una plaza de Almería, pero Chris Stewart, que fue batería de Géneris antes que Phil Collins, escribe entre limones desde un cortijo en La Alpujarra. Sigue los pasos de Gerald Brenan –don Gerardo le llamaban–, pero también los de Glimka, Miles Davis o Rimsky Korsakov, seducidos por la música sureña hasta llevarla a partituras remotas, con el mismo afán que nuestro Joaquín Turina. También la música andaluza es un paisaje, una foto progresivamente sepia donde el Beni de Cádiz canta junto al piano de Felipe Campuzano o, en un local de ensayos de Rota, el escritor Felipe Benítez Reyes es todavía un veinteañero que toca en un grupo de blues llamado Prim 14, no muy lejos donde ahora canta en la calle Alejo Martínez, uno de los mayores compositores de canciones de amor junto a su esposa Paloma Ramírez, que murió sin percibir nunca los derechos de su canción ‘Besos robados’ que Andrés Cepeda convirtió en un súper éxito colombiano. Manuel de Falla, ahora mismo, está asomado a la ventana de su quinta en Altagracia, en su destierro argentino. Espera a que Rafael Alberti venga a verle junto al cuarteto de música clásica Castilla. De repente, se alarma: esa pandilla de gamberros de Villa Pelegrini vuelve a saltar la tapia para robarle los duraznos. Sale al balcón y les increpa con su voz delgada. Los chavales huyen, aunque uno de ellos parece que tiene problemas al respirar. En realidad, el músico andaluz no sabrá nunca que algún día iban a llamarle Ernesto Che Guevara. Pero ese es otro cantar.
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Un orgullo por recuperar LALIA GONZÁLEZ-SANTIAGO
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EÍA EL OTRO DÍA a un articulista de referencia en el ‘procés’ que cierto conseller se había puesto ‘noucentista’ en medio de un conflicto. Me sorprendí pensando que aquí en la vida se nos hubiera ocurrido hacer semejante comparación entre un político andaluz y un episodio de nuestra cultura. No creo que sea tanto que nos falte ‘finezza’ en el manejo de los recursos estilísticos, sino que estamos lejos de hacer bandera de nuestro pasado y de nuestras señas de identidad. No hacemos gala de nuestra ‘diferencia’, sino que al contrario, tratamos de homologarnos con los estándares
nacionales que nos dicen, por ejemplo, que nuestra habla es inculta y que hay que pronunciar las eses. Y así todo. Con una persistencia que termina por calar. A Andalucía le hace falta ‘grandeur’, es decir orgullo de sí, confianza en las propias fuerzas y en el futuro, aunque sea, por seguir a Steiner, para mantener a raya la catástrofe. La catástrofe, o su amenaza, viene ahora de la mano de los populismos nacionalistas (Trump, Brexit) y en lo doméstico se encarnan en el independentismo catalán, que tambalea el diseño territorial que estableció la Constitución de 1978. Unido a ello llega el debate sobre la financiación autonómica, que es una batalla básicamente política de la que saldrá por la vía de los hechos, o sea del dinero, la fortaleza de las autonomías tal y como las conocemos o la recentralización que muchos ansían. En este escenario, la Junta de Andalucía ha puesto en marcha una maniobra política ambiciosa, crear un frente común para levantar una especie de barricada parlamentaria regional para defender sus posiciones en el diseño del futuro país. Está por ver cómo resulta. primero, si prevalece o no el corto placas o de las estrategias, por otra si de conseguirse este consenso de todos se podrá mantener la tensión en el vacío del quietismo del Gobierno de Mariano Rajoy, que puede matar por falta de oxígeno el impulso unitario que muchos de los representantes de los andaluces trabajan por acelerar. Todos los factores se alían para que vuelva la reclamación de la idea de Andalucía. Toca desempolvar las antiguas banderas, incluso rescatarlas de los balcones oficiales, y recordar con Carlos Cano aquello de que «si en vez de ser pajaritos fuéramos tigre bengala/a ver quién sería el guapito de meternos en una jaula».
Se trata, en todo caso, de un nacionalismo no nacionalista, universalista, «Andalucía por sí, por España y la Humanidad», que dice el himno, y que debe empezar por desprenderse de los prejuicios que hemos aceptado de manera inconsciente, y que está elaborado largamente, con premeditación y fruición, por cálculos muy interesados. Es el caso del mito de las balanzas fiscales, que han intentado colocar como dogma fundacional del Estado la idea de que tributan los territorios y no las personas y por tanto las comunidades más ricas han de recibir más. Es decir disfrutar de mejores servicios, a pesar de que un andaluz paga el IRPF exactamente igual que cualquier otro ciudadano español. No estaría mal ensayar un nuevo ‘Ideal andaluz’, como el que formulara Blas Infante en 1915. El libro fundacional de la consciencia de Andalucía planteaba precisamente, como resumía el profesor Fernando Arcas, «las líneas generales de la regeneración de Andalucía para el logro de su identidad política en torno a la conversión de la clase jornalera en propietaria, la recuperación de su historia y de su cultura y la llamada a los intelectuales a cumplir esa función». Aunque los momentos políticos y sociales sean tan diferentes, es posible detectar en este 2018 el mismo hálito del ansia regeneracionista que bullía entonces, como reacción general al desconsuelo por la podredumbre de la política y por hartazgo del tan injustificado como constante desprecio que los andaluces sufrimos por parte de otras comunidades, en especial las ricas. No es posible olvidar aquellas palabras de Jordi Pujol de 1958, que ahora podemos ver como evidente cemento intelectual del supremacismo del ‘procés’: «El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (…) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarrai-
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Andalucía ha protagonizado la historia de España, e incluso ha dado al país muchas de sus señas de identidad gado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad». El extremado desprecio que rezuma el pensamiento del ahora investigado ‘ex molt honorable’, y otros exabruptos que cíclicamente hemos de encajar de personajes políticos de Despeñaperros para arriba sería inconcebible si Andalucía hubiera conseguido que prevaleciera la imagen de su gran historia, del papel crucial que muchos de sus hombres tuvieron en el desarrollo del país, en sus conquistas y avances, también ahora, y no solo la idea de la comunidad del hambre y del subdesarrollo, que también existió, o la del tipismo romántico, del ideal de bandoleros y campesinos ignorantes. Por todo ello también parece claro que se ha acuñado en los últimos años una idea excesiva de la corrupción política en la comunidad, a la que se ha querido presentar como un trasunto de aquella Sierra Morena de ‘El Tempranillo’ cuando en comunidades de más ‘fuste’, Cataluña, Valencia, Madrid, el saqueo de las arcas públicas alcanza la mayor de las vergüenzas. Los datos del barómetro del CGPJ demuestran cada trimestre que esta comunidad no es la que tiene abiertos más procesos por corrupción política, aunque sea la de mayor tamaño. Aunque el primer intento de historia canónica de Andalucía, diferenciada del resto de España, se remite a Joaquín Guichot en 1870, y luego hubo empeños importantes, en especial el que dirigió Domínguez Ortiz, a pesar de los planes de estudio en las escuelas autonómicas, que acercan la enseñanza al territorio, la comunidad como sujeto histórico sigue por construir, y eso que a partir de los acontecimientos de 1978 ya
se puede considerar sin género de dudas a Andalucía como ente político diferenciado, dentro del Estado de las Autonomías. El surgimiento de la imagen de Andalucía como una tierra con identidad propia se atribuye al romanticismo, a la imagen que dan los viajeros románticos en ruta por el país, para responder al gusto por el ‘plebeyismo’ que la nobleza de entonces apreciaba. Coincide con el proceso de articulación de España como nación, en las Cortes de Cádiz de 1812 y tras la guerra de la independencia. Entonces los símbolos de Andalucía se extrapolan para constituir la identidad del conjunto del país. A partir de aquello Ortega y Gasset, en su controvertida ‘Teoría de Andalucía’ habla de la «influencia hegemónica» de la región en los siglo XIX, desde las Cortes de Cádiz hasta el asesinato de Cánovas del Castillo y la exaltación de Silvela, ambos malagueños, y que acaba con la industrialización de comienzos del siglo XX, cuando el poder bascula hacia el norte. El ensayo de Ortega, tan contestado, ha dejado se quiera o no asentado el tópico del andaluz perezoso, el ‘ideal vegetativo’, que aún ahora, entrado el siglo XXI, no alcanzamos a remover. Después de los viajeros románticos fueron los socialistas utópicos y los anarquistas los que dieron su particular visión de la ‘Andalucía trágica’, título que dio Azorín a un esclarecedor trabajo, recogido por Alberto González Toyano en su indispensable ‘Andalucía: cinco miradas críticas y una divagación’ (Fundación José Manuel Lara, 2003). La tierra de la que Víctor Hugo valoró su «armonía de tantas contradicciones» mostraba su cara «negra o roja», dice González Troyano, dura y terrible, una tierra de hambre y explotación, de caciques crueles y de peculiares luchas obreras y campesinas, que está en el sustrato de la toma de conciencia del andaluz también cuando llega la hora del cambio de régimen al final del franquismo y de luchar por la democracia y el autogobierno. Esta es otra de las caras de la poliédrica imagen de Andalucía: vista como tierra de atraso y reducto de un poder, simplificado en los señoritos, la tauromaquia, los majos, el flamenco, que suponía un freno a los intentos de europeización, de modernización, que emprendieron los ilustrados. Las Hespérides Pero antes de todo ello, del regeneracionismo, del casticismo, había una Andalucía señalada por un límite geográfico claro, el Estrecho de Gibraltar, una tierra matriz, mítica, que se sitúa en la puerta del paraíso. De ella habla Marguerite Yourcenar, que quizá seducida por el personaje de Adriano, uno de los primeros próceres andaluces de la Historia, tras el emperador Trajano, escribió ‘Andalucía y las Hespérides’. Ahí está el mito de la antigüedad que identificaba nuestra tierra con el jardín mágico, «el umbral de Poniente», antes de ser la Bética romana, Califato de Córdoba, Reino de Granada o la tierra de los Vándalos, Andalucía. En su ensayo, Yourcenar ofrece una imagen primera que abarca toda nuestra ‘PachaMama’: «En Granada, lo mismo que en Constanti-
seum de Mettmann (Alemania) sobre las sociedades prehistóricas (en la Cueva de Ardales y Sima de las Palomas de Teba (Málaga).
nopla, encontramos la adelantada punta del mundo de la tienda y del desierto instalado en el seno de los jardines de Europa. Cádiz, Ultima Gades, sirvió al mundo grecorromano de pórtico sobre el Atlántico, al igual que el antiguo Bizancio sobre el mar Negro y Asia. Y el aire leve y seco de Sevilla, su ritmo de existencia a un tiempo continental y marítimo, recuerdan irresistiblemente a Atenas». Porque para la magistral belga Andalucía, «mediterránea a medias, proyectada hacia el Atlántico», «excéntrica a modo de frontera occidental del mundo conocido» es también el lugar que influye en Roma a través de Séneca, Lucano o Marco Aurelio, aquella en que los gaditanos tenían lugar reservado en el Coliseo (‘gaditanorum’, han leído los arqueólogos en un segmento de su cavea) y el lugar desde el que «una imagen planetaria del mundo se impuso al hombre» en la aventura americana. Es curioso que la imagen idílica primera se repite en Chateaubriand: «Recorrí la antigua Bética, donde los poetas habían situado la felicidad», como recoge Luis Cernuda en su excelsa ‘Divagación’. Incluso está en Ortega: «Andalucía es el único pueblo de Occidente que permanece fiel a un ideal paradisíaco de la vida». Es más, acabamos de saber que en el corazón de Andalucía está el origen neandertal del arte rupestre en la Península Ibérica, lo que representa cerca de 20.000 años antes respecto a las dataciones actuales de pinturas rupestres en todo el mundo. La prestigiosa revista Scie ce avala la investigación de la Universidad de Cádiz y del Neanderthal Mu-
Los tiempos cambian Pero de esta revisión apresurada de la historia andaluza también se desprende una legítima satisfacción por cuanto hemos cambiado, una sonrisa que no podemos dejar de regalarnos. En una de sus notas a pie de página de la ‘Teoría de Andalucía’, Ortega se permite decir para explicar eso del ‘ideal vegetativo’ andaluz que «no se trata neciamente de censurar al andaluz suponiendo que no hace más que vegetar», sin que «su cultura –y por tanto su actividad ‘espiritual’– exalta y pule el plano vegetativo de la existencia». Divaga acerca de la «tierna amistad del andaluz con el vegetal, con el productivo y con el superfluo» para enmendar la plana a «la sensiblería socialista» que habría establecido que el campesino andaluz sólo se alimentaba de gazpacho. «La observación es falsa porque es incompleta. Sería más verídica si añadiese que en Andalucía come poco y mal todo el mundo, no solo el pobre. La cocina andaluza es la más tosca, primitiva y escasa de toda la Península. Un jornalero de Azpeitia come más y mejor que un ricacho de Córdoba o Jaén». Y concluye: «Hasta en esto imita el andaluz al vegetal, se alimenta sin comer, vive de la pura inmersión en tierra y cielo. Lo mismo que el chino». Ahora toca recordar que Andalucía acaba de recibir una ‘lluvia de estrellas’ Michelin. En la última entrega han sido 16 los restaurantes galardonados, y de entre ellos el ‘galáctico’ Ángel León, con tres rutilantes premios. Siempre me gusta recordar un pasaje del Gatopardo, aquel en que el príncipe Salina mira embobado a su sobrino Tancredi y piensa en cuántas fortunas se han tenido que dilapidar para dar en un ejemplar tan encantador de ser humano. En esplendores y bancarrotas a los andaluces difícilmente nos podrá ganar nadie.
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Alcántara
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Camino de los 30.000 artículos publicados en las páginas de los periódicos a lo largo de más de seis décadas de trayectoria profesional, a sus 90 años Manuel Alcántara se sienta cada día delante de su vieja Olivetti para teclear su análisis diario de la realidad que los lectores encuentran cada mañana en la contraportada de los diarios del grupo Vocento y donde pueden apreciar su estilo inconfundible, directo, ácido e impregnado de gotas de humor. A caballo entre el periodismo y la poesía ha galopado la vida de este malagueño nacido en 1928, curtido en los cafés literarios del Madrid de los años cincuenta y que elevó al olimpo del periodismo la crónica pugilística al filo del cierre de las ediciones de los diarios. Premio Nacional de Literatura en 1963 con su libro de poemas ‘Ciudad de entonces’, está en posesión de los tres premios más importantes del periodismo español, el Luca de Tena, el Mariano de Cavia y el González Ruano, además de otros importantes galardones y reconocimientos literarios, periodísticos y sociales. Entre las obras poéticas de este doctor honoris causa de la Universidad de Málaga destacan ‘Manera de silencio’, ‘El embarcadero’, ‘Plaza Mayor’, ‘Sur, paredón y después’ y ‘Este verano en Málaga’. Hijo predilecto de Málaga y su provincia, su nombre da título a un premio de periodismo y a otro de poesía. Desde 2007 la Fundación Manuel Alcántara de Málaga se encarga de difundir y reeditar la obra del decano de los articulistas españoles. El viejo mago del articulismo español entiende, como afirmó en una entrevista, el articulismo «como un servicio diario, como el panadero».
Publio Elio Adriano nació en Itálica (en la actual provincia de Sevilla) en el año 76 de nuestra era en el seno de una familia acomodada. Huérfano a los ocho años, recibió la protección del emperador Trajano, que era pariente lejano suyo, a quien acompañó en sus campañas militares. Esta relación y su casamiento con una sobrina del emperador fortalecieron sus vínculos hasta el punto de que a la muerte de Trajano, Adriano –de la dinastía Antonina– fue proclamado emperador en el año 117, ocupando el cargo hasta su fallecimiento en el 138. Su mandato estuvo marcado por los enfrentamientos con el Senado, sus viajes a Britania, Anatolia, Grecia, Egipto o Judea y encabezó algunas batallas militares –contra las tribus del norte de Britania y contra la rebelión de los judíos–. Su mandato fue en general un tiempo de paz donde Adriano introdujo reformas en la burocracia, el ejército y la hacienda, impulsó grandes construcciones como el anfiteatro de Nimes, el castillo de Sant’Angelo y los puente del Tíber en Roma y bajo su reinado se compiló el primer código razonado de jurisprudencia romana, el ‘Edictum perpetuum’, una parte del cual quedó incorporada al ‘Corpus Juris’ de Justiniano.
MUHAMMAD IBN ABBAD
Al Mutamid
El conocido como rey poeta de Sevilla y último de la dinastía de los abbasíes, nació en Beja en 1039 y se crió en Sevilla. Contemporáneo del Cid, reinó en uno de los periodos más conflictivos de la etapa musulmana tras la división del califato de Córdoba en pequeños reinos. La taifa de Sevilla llegó a dominar desde el Algarve a Murcia pasando por Córdoba. La ciudad fue con Al Mutamid un gran centro de cultura y en su corte floreció la poesía con figuras como Ibn Zaydun e Ibn Hazan. En constantes guerras con sus hermanos de fe y los cristianos del norte, pidió ayuda a los almorávides del norte de África. El destino hizo que estos le ayudaran alguna vez, pero acabaron por destronarle y desterrarle a Agmat, cerca de Marrakech, en el que vivió cuatro años hasta morir en 1095. Allí se conserva su tumba y la de su esposa favorita I’timad. En este exilio escribió los mejores poemas de dolor de la literatura universal, según el filólogo y arabista Emilio García Gómez.
Filósofo, matemático, astrónomo, jurista y médico árabe de la España musulmana, en Occidente se le considera uno de los filósofos más importantes del mundo árabe en la conexión con el pensamiento aristotélico. Su nombre era Abu l-Walid Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd. Nació en la Córdoba almohade de 1126 de familia de jueces y murió en Marrakech exiliado en 1198. Vivió también en Sevilla. Era conocido por Ibn Rushd. Según el profesor egipcio Mourab Wahba, Averroes defendió el derecho a utilizar la razón a la hora de entender los textos sagrados del Corán. Las acusaciones de paganismo provocaron su destierro. Sus textos en árabe fueron quemados y se marginalizó su estudio. Tuvo una gran influencia en los filósofos de la Edad Media y el Renacimiento.
CALIFA
Al Hakam II
Al-Hakam II (Córdoba, 915976) sucedió a los 47 años como califa de Córdoba a su padre: Abderramán III para los españoles, Al-Nasir, el vencedor, para los árabes, el primer califa, el que llevó al máximo esplendor político, cultural y comercial el territorio musulmán de Al-Andalus. Al Hakam II, el califa culto, heredó el reino omeya en todo su esplendor y logró mantenerlo intacto: Con capital en Córdoba, los dominios iban desde Lisboa, Toledo, Zaragoza, Valencia y Lérida. Su etapa fue más pacífica y mantuvo la prosperidad en Al-Andalus. Fue un erudito y bibliófilo, cultivándose tanto en ciencias como en letras. Continuó con las obras en Medina Azahara. A su reinado se debe la ampliación de la Mezquita, correspondiente al actual muro de la qibla en el que destaca el miharat, todo ello decorado con mosaicos por artistas procedentes de Bizancio. Era rubio rojizo con grandes ojos negros y nariz aquilina.
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NICETO
Alcalá Zamora
El que fue primer presidente de la II República Española, nació en Priego de Córdoba en 1877. Fue un reputado abogado y ministro de Fomento y de la Guerra bajo el reinado de Alfonso XIII. Opuesto a la dictadura de Primo de Rivera se vinculó a los movimientos republicanos. Tras la caída de la Monarquía fue presidente del Gobierno provisional y posteriormente elegido presidente de la Segunda República, cargo que ostentó durante cinco años. La victoria del Frente Popular le despojó de la Jefatura del Estado. El estallido de la Guerra Civil le cogió de viaje por Europa y ya no regresó a España. Primero se exilió en París y luego en Buenos Aires, donde falleció en 1949. Miembro de la RAE destacó como un orador fluido y por su vocación de integración en un periodo de grandes tensiones.
PABLO
RAFAEL
Alborán
Alberti
Nacido en Málaga el 31 de mayo de 1989, Pablo Moreno Alborán de Ferrándiz se apasionó desde niño por la música y la composición. En 2011 lanzó su primer disco, que llevaba por título su nombre artístico, convirtiéndose en un auténtico éxito y en un fenómeno de masas con la canción ‘Solamente tú’ como bandera. Desde ese momento, el malagueño, acompañado siempre de su inseparable guitarra, ha tenido una exitosa trayectoria con varios millones de discos vendidos en todo el mundo, giras por los más diversos rincones de la tierra y una legión de seguidores. El amor, la vida, los sueños o el pasado forman del hilo conductor de las letras de este cantautor.
El 28 de octubre de 1999 falleció en su Puerto de Santa María natal Rafael Alberti. Fue el final a 92 años de intensa vida artística del poeta gaditano, que fue Premio Príncipe de Asturias en 1983 y que durante la Transición participó en la política como diputado por el PCE. Tras dejar sus estudios se dedicó a la pintura, que ejerce una gran influencia en su vida. Sus primeras poesías las recoge en el libro ‘Marinero en tierra’, Premio Nacional de Literatura (1924-1925). A esta obra siguieron otras como ‘La Amante’ y ‘El alba del alhelí’. Libros en los que se percibe la influencia de Garcilaso, Lope, Bécquer, Juan Ramón Jiménez o Machado. Integrante de la Generación del 27, en el tramo final de los años veinte su poesía entra en la fase superrealista y su obra adquiere un tono político tras afiliarse al PCE. Tras la Guerra Civil se exilió; volvió en 1977.
VICENTE
Aleixandre
Nacido en Sevilla en 1898, pasa su infancia en Málaga –a la que denominó ‘Ciudad del Paraíso’– y Madrid. Ejerció como profesor de Derecho Mercantil antes de dedicarse a la poesía. Sus primeros versos son publicados en ‘La revista de Occidente’. Su entrada en el mundo de las letras le lleva a entablar amistad con los integrantes de la Generación del 27. En 1933 ganó el Premio Nacional de Literatura. En 1950 ingresó en la RAE con un discurso titulado ‘La vida del poeta: el amor y la poesía’. En 1977 Aleixandre fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura con el que se reconoció universalmente su obra y, en cierta manera, la de la Generación del 27. Su obra se caracteriza por el uso de la metáfora y se le reconoce como el principal poeta surrealista español. Murió en Madrid en 1984.
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FRANCISCO
Ayala
El escritor y ensayista nació en Granada en 1906. Ciudad que dejó a los 16 años para estudiar en Madrid Derecho y Filosofía y Letras, donde entró en contacto con los círculos de vanguardia de los años veinte y publicó sus primeros libros, ‘Tragicomedia de un hombre sin espíritu’, ‘Historia de un amanecer’, ‘El boxeador y un ángel’ y ‘Cazador en el alba’. En esa época colaboró habitualmente en ‘Revista de Occidente’ y ‘La Gaceta Literaria’. Durante la Segunda República fue letrado en las Cortes y en 1933 es nombrado catedrático universitario. Tras la Guerra Civil se exilia en Buenos Aires y posteriormente trabaja en la Universidad de Puerto Rico y en diversas universidades norteamericanas, donde imparte clases. Son años en los que sigue con su actividad literaria, en la que se encuentran obras como las novelas ‘El jardín de las delicias’ y ‘Muerte de un perro’ y los ensayos literarios ‘La estructura narrativa’ y ‘Novela española actual’. Situado por los expertos como un escritor próximo al realismo crítico y a novelistas como Thomas Mann, Aldoux Huxley o Ramón Pérez de Ayala, algunos de los rasgos de sus obras son el intelectualismo, la ironía y la deshumanización. En 1983 ingresó en la Real Academia Española de la Lengua y cinco años después obtuvo el Premio Nacional de las Letras Españolas. Fue galardonado con el Premio Cervantes en 1991 y con el Príncipe de Asturias de las Letras en 1998. Hasta muy avanzada edad este Hijo Predilecto de Andalucía continuó escribiendo con lucidez. Falleció en Madrid en 2009, a los 103 años, y dejó parte de su legado en depósito en el Instituto Cervantes.
MANUEL
Altolaguirre
Considerado como el más joven entre los integrantes de la Generación del 27, Manuel Altolaguirre nació en Málaga en 1905 y desde joven mostró un interés por la actividad editorial. El poeta, impresor y productor cinematográfico fue un artista artesano que escribió e imprimió sus propias obras. En 1923 fundó la revista poética ‘Ambos’ junto a los malagueños José María Hinojosa y José María Souvirón. Tres años después fundó la revista ‘Litoral’ –a día de hoy aún se publica–, de la que fue codirector. Tras la victoria franquista y pasar por un campo de concentración francés se trasladó a Cuba y después a México. En el país azteca fue guionista de la compañía Panamerican Film. En 1950 regresa a España y empieza a colaborar en la revista malagueña ‘Caracola’ y firma el guión de ‘Subida al cielo’ de Luis Buñuel. Murió en 1959.
MARÍA VICTORIA
Atencia
Nacida en Málaga en 1931, desde pequeña mostró una fuerte inclinación por la poesía, la pintura y la música. Su obra poética, en la que se dan la mano clasicismo y modernidad, está marcada por una gran personalidad y sentido estético; está considerada como una maestra del verso alejandrino. Casada con Rafael de León, que se convirtió en su guía y editor, sus primeras publicaciones aparecen en ediciones restringidas y cuidadísimas impresas en papel hecho en su propia casa. Su primera gran obra es ‘Arte y parte’. Enclavada en la llamada Generación de los cincuenta. Su actividad literaria sufrió un parón de quince años hasta que en 1976 ve la luz ‘Marta & María’, a la que siguió una importante cantidad de obras. En 1998 logró el Premio Nacional de la Crítica y en 2014 se convirtió en la primera española en obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Hija predilecta de Andalucía y doctora honoris causa de la Universidad de Málaga, fue autora del año en 2014 por el Centro Andaluz de las Letras.
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ANTONIO
Banderas
Con apenas 19 años, el bagaje de su participación en las compañías de teatro de su Málaga natal, en la que vio la luz en 1960, y 15.000 pesetas en el bolsillo, José Antonio Domínguez Bandera, hijo de un policía y una maestra, se subió a un tren camino de Madrid para iniciar su exitosa carrera de actor nacional e internacional. En la capital de España trabajó junto a Pedro Almodóvar en los años de la movida madrileña en películas como ‘Átame’, ‘Matador’ o ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. Fue el comienzo de una andadura que le ha llevado a ser el actor español que más renombre internacional ha conseguido. Responsable de ello fue su salto a la meca del cine, Hollywood, donde se curtió en la interpretación, con películas como ‘Filadelfia’ –donde compartió protagonismo junto a Tom Hanks–, ‘La máscara del zorro’ o ‘Evita’ y en la dirección, donde llevó a la pantalla ‘Crazy in Alabama’, en la que participó su entonces pareja, la actriz Melanie Griffith, con quien había protagonizado ‘Two much’. Banderas siempre mantuvo una estrecha relación con su ciudad natal participando en manifestaciones tradicionales como la Semana Santa y eligiendo a Málaga para rodar su película ‘El camino de los ingleses’. Antonio Banderas es un artista de una gran personalidad que ha llevado el nombre de su tierra por todo el mundo. Fue nombrado en 2013 por la Junta Hijo Predilecto de Andalucía, donde pronunció un emotivo y brillante discurso; en 2015 recibió el Goya de Honor de la Academia del Cine en reconocimiento a su carrera y en 2017 fue galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía.
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SARA
Baras
Bailaora y coreógrafa flamenca de prestigio internacional, Sara Pereira Baras nació en San Fernando en 1971. Su madre, también bailaora, fue su primera profesora, de la que aprendió la técnica, a lo que, con el tiempo se uniría, lo que asimiló de su contacto con la gitanería gaditana. Ya desde pequeña demostró sus dotes y actuó en festivales por toda Andalucía como integrante del grupo Los niños de la tertulia flamenca. Con diecisiete años comenzó su trayectoria profesional, en la que actuó junto a algunos de los grandes del flamenco como Camarón de la Isla, Tomatito, Manuela Carrasco o Pansequito. Completó su formación en Madrid y comenzó a pisar escenarios con asiduidad, rodeada de otros destacados bailaores como Joselito Fernández, Merche Esmeralda, Javier Barón o el Güito. La compañía de Paco Cepero, la de Rancapino y la de Antonio Canales vinieron después y precedieron a la formación de su propia compañía, que estrenó en 1998 con el espectáculo ‘Sensaciones’. Con sus montajes ha recorrido el mundo y está considerada como una de las grandes bailaoras actuales.
JUAN
BLAS
Belmonte
Infante
La historia moderna de la tauromaquia no se entiende sin la figura de Juan Belmonte, un revolucionario del toreo que junto a Joselito El Gallo protagonizó la llamada edad de oro del toreo durante la segunda década del siglo XX. Nacido en Sevilla el 14 de abril de 1892, se inició en el toreo con apenas 17 años. Tomó la alternativa en 1913 y con su concepto de la tauromaquia puso los cimientos del toreo moderno Hasta entonces, la tauromaquia se basaba en torear sobre las piernas, pero El Pasmo de Triana introduce un nuevo concepto, que es guiar al toro solamente con los brazos, dejando quietos los pies; es decir pisar terrenos que hasta entonces eran del toro. Es el parar, templar y mandar que forman la base de la actual fiesta de los toros. Tras cortarse definitivamente la coleta como matador de toros en 1936, después de la Guerra Civil actuó varias temporadas como rejoneador y fundó su propia ganadería. Fue amigo de Ernest Hemingway y del periodista Manuel Chaves Nogales, quien escribió ‘Juan Belmonte, matador de toros’, considerada como una de las mejores biografías escritas en español. Se suicidó en su finca de ‘Gómez Cardeña’, en Utrera, a punto de cumplir los 70 años cuando se vio incapaz de subirse a un caballo.
En abril de 1983 el Parlamento reconoce a Blas Infante como Padre de la Patria Andaluza, en un acto de justicia histórica por lo determinante que fue su papel en el proceso autonómico. Blas Infante Pérez nace en 1885 en Casares (Málaga). Como notario en Cantillana (Sevilla) toma contacto con la política y empieza ‘Ideal andaluz’, que presenta en 1914 y que supone la semilla del andalucismo autonomista. En la Asamblea de Ronda de 1918 se aprueba su propuesta de bandera y escudo. En 1919 redacta el Manifiesto de Córdoba. Tras el parón de la dictadura de Primo de Rivera, cuando viaja por Marruecos, resurge con la República el proyecto autonómico. El golpe de Estado franquista lo frena en seco e Infante lo paga con su vida. Fue fusilado el 11 de agosto de 1936.
GUSTAVO ADOLFO
Bécquer
El más alto representante del romanticismo español, Gustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla en 1836 en el seno de una familia de pintores. Aunque fue dibujante, encaminó sus pasos hacia el mundo de la poesía, donde sus versos están llenos de magníficas metáforas y bellas descripciones, y las letras y destacó por su estilo culto y refinado. Las ‘Rimas’ y ‘Las leyendas’ son sus obras más conocidas. El contenido de las ‘Rimas’ se divide en cuatro grupos: el primero es una reflexión sobre la poesía y la creación literaria; el segundo trata del amor y de sus efectos en el alma del poeta; en el tercero predominan el desamor y el desengaño; y el último aborda la muerte. Falleció en Madrid en 1870.
MARÍA
Bellido
La de María Bellido es la historia de una heroína. Nacida en Porcuna en 1755, el 18 de julio de 1808 participó, como todo Bailén, en la batalla que se libró en sus campos, trascendental en la guerra de la independencia que España libró contra Francia. Los hombres se unieron a las tropas, los ancianos colaboraron en tareas de avituallamiento y sanidad, y los niños y mujeres contribuyeron como aguadores en una jornada muy calurosa. En pleno ataque, Bellido ascendió con un cántaro de agua hasta el puesto de mando, donde se encontraba el general Reding dirigiendo las operaciones; cuando le ofreció la vasija para que bebiera, una bala francesa rompió el cántaro; la mujer no se inmutó, recogió el tiesto donde había quedado un poco de agua y se la ofreció al militar, quien alabó su gesto. Este hecho quedó fijado como símbolo de la resistencia popular y hoy día en el escudo de Bailén aparece un cántaro agujereado vertiendo agua en recuerdo de ‘La heroína del agua’.
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ABU ABDALA MUHAMMED XI
Boabdil
Muhammed XI, el sultán nazarí con cuya rendición ante los Reyes Católicos Isabel y Fernando se cierran ocho siglos de reinos árabigo-musulmanes en la Península, nació en Granada en 1460 y murió en Fez (Marruecos) en 1532. Antonio Soler, autor de la novela ‘Boabdil, un hombre contra el destino’, ha manifestado en alguna ocasión que el último rey de Granada padeció la historia más que la decidió. Forzado a guerrear contra su padre, Muley Hazen, alentado, quizás, por su madre, Aixa, sus sobrenombres dan una pista de su papel en la historia. Los cristianos le llamaban ‘el Chico’ y los árabes ‘el desventurado’. También le ha perseguido la leyenda de desdichado desde que un astrólogo predijo al nacer su desgracia de perder Granada, aunque se da por inventada la famosa frase atribuida a la madre: «Llora como una mujer lo que no has sabido defender como un hombre’. Aún así, su vida fue larga tras dejar la Alhambra en un frío día de enero de 1492. Aún permaneció un año no lejos, en la Alpujarra, pero al morir su mujer, la famosa Morayma, se embarcó hacia Marruecos, donde vivió 40 años más como huésped del sultán en Fez. Algunos estudiosos lo sitúan incluso guerreando a brazo partido con el rey anfitrión, lo que desmentiría su mala fama de pusilánime. Lo cierto es que Bobadil o Abu Abdala o Muhammad logró muerto la suerte que no tuvo en su vida en Granada. Su figura ha inspirado literatura, cine e incluso documentales de historia aún cinco siglos después.
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ANTONIO
Cánovas del Castillo
JOSÉ MONJE CRUZ
Camarón
José Monje Cruz es una figura capital para entender el flamenco. Considerado como uno de los mejores cantaores de todos los tiempos fue un revolucionario que transformó el flamenco. Nacido en San Fernando en 1950 en el seno de una humilde familia gitana, empezó a cantar desde muy niño y en la popular Venta de Vargas fue descubierto por los grandes de la época. En Madrid, en el tablao de Torre Bermejas inició su éxito actuando junto a guitarristas de la talla de Paco Cepero o Paco de Lucía. Con este último mantendría una estrecha relación profesional a lo largo de toda su vida, formando un dúo imprescindible para entender el flamenco y la internacionalización del mismo. Camarón de la Isla llevó su voz por todos los rincones del mundo y su disco ‘La leyenda del tiempo’ está considerado como uno de los más importantes de la historia del cante jondo. Su temprana muerte en 1992, provocó una gran conmoción social y contribuyó a engrandecer su leyenda.
Acercarse a la figura de Antonio Cánovas del Castillo es hacerlo a uno de los políticos más relevantes de la historia española. El estadista e historiador malagueño fue el artífice de la Restauración de la monarquía borbónica en el siglo XIX y del sistema de turnismo de partidos que la consolidó; fue presidente del Gobierno en seis ocasiones bajo el reinado de Alfonso XII y la regencia de María Cristina de Habsburgo, presidente del Ministerio de Regencia y antes de la Revolución de 1868 ocupó las carteras de Gobernación y Ultramar. De su prestigio nacional e internacional sirva como ejemplo la frase del canciller alemán Otto von Bismarck: «Jamás he inclinado la cabeza ante nadie, pero siempre lo hacía con respeto al oír el nombre de Cánovas». Nació en Málaga el 8 de noviembre de 1828 en el seno de una familia ilustrada aunque modesta. Trasladado a Madrid, su amistad con Carlos Manuel O´Donnell le abrió las puertas de la política. En 1870 Isabel II acudió al político malagueño para que asumiese los trabajos conducentes a una posible Restauración, que se produjo en 1874. El malagueño fue varias veces presidente de Gobierno y jugó un papel destacado en la consolidación de la monarquía. Murió asesinado en el balneario de Santa Águeda (Guipúzcoa) el 8 de agosto de 1897 por un anarquista italiano, Angiolillo.
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EMILIO
JOSÉ MANUEL
Castelar
Caballero Bonald
El que fuera último presidente de la Primera República Española y elocuente orador nació en Cádiz en 1832. Con 26 años obtuvo la cátedra de Historia Filosófica y Crítica de España en Madrid y se dedicó a la política a través del ejercicio del periodismo. Fue un defensor de un republicanismo democrático y liberal. Participó en los movimientos antimonárquicos, contribuyó a la caída de Isabel II en 1868 y a la proclamación, tres años después, de la República. En este régimen fue ministro de Estado y llegó a la presidencia cuando la República se descomponía. Tras un periodo fuera de España, regresó a España y la política defendiendo, durante la Restauración, un republicanismo posibilista. Fue considerado el tribuno español más ilustre del siglo XIX. Falleció en San Pedro del Pinatar (Murcia) en 1899.
Integrante de la Generación del 50, el poeta, ensayista y novelista español nació en Jerez de la Frontera en 1926. Estudió Filosofía y Letras en las universidades de Madrid y Sevilla para después trasladarse a Colombia donde enseñó literatura española. Su primera obra vio la luz en 1952, ‘Las adivinaciones’. El inicio de una prolífica producción literaria donde el cuidadoso uso del lenguaje y el barroquismo caracterizan su obra: poemas, ensayos, novelas, cartas (donde se incluyen epístolas con los principales escritores españoles y latinoamericanos del siglo XX) artículos, guiones para la serie documental ‘Andalucía de cine’ e incluso letras flamencas –es un reconocido flamencólogo–. En 2012 recibió el Premio Cervantes y una fundación con su nombre vela por el legado de este Hijo Predilecto de Andalucía.
JUANA
Castro
La obra y la vida de la poeta y escritora nacida en Villanueva de Córdoba en 1945 está marcada por la defensa de los derechos de la mujer. Su nacimiento en la comarca de los Pedroches ha marcado la trayectoria de esta maestra de profesión, perteneciente al grupo Zubia de poetas cordobeses participando en sus actividades, ediciones y lecturas y que mantuvo una fructífera relación con el grupo Cántico. En 1978 publicó su primera obra, ‘Cóncava mujer’, que supuso un revulsivo para aquellos años en los que el movimiento feminista iniciaba su andadura en Andalucía. Columnista, crítica literaria y traductora de italiano, ha publicado una quincena de obras en las que aparecen los temas eternos de la poesía (el amor, el tiempo o la memoria). Entre otras distinciones, es Medalla de Oro de Andalucía y ha ganado premios literarios como el San Juan de la Cruz, el Juan Ramón Jiménez o el Carmen Conde.
LUIS
Cernuda
La lectura, cuando era un niño, de las ‘Rimas’ de Gustavo Adolfo Bécquer despertó el prematuro interés de Luis Cernuda por la poesía. Una vocación a la que contribuyó Pedro Salinas cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Sevilla, ciudad en la que nació en 1902, al animarle a leer a los clásicos españoles del Siglo de Oro y a los poetas franceses contemporáneos. Tras obtener su licenciatura universitaria, Cernuda se traslada a Madrid, donde en 1927 publica el primero de sus libros, ‘Perfil del aire’, y entra a formar parte de la Generación del 27. Es el inicio de su etapa como poeta con una poesía en la que busca expresar su descontento con el mundo y su rebeldía y donde aborda asuntos como la soledad, el deseo de un mundo habitable y el amor. Tras la Guerra Civil ya no regresó a España, viviendo en el exilio en Inglaterra, Escocia y México, en cuya capital falleció en 1963. Entre su obras, traducidas a innumerables idiomas, se encuentran ‘Égloga, elegía y oda’, ‘Los placeres prohibidos’, ‘Las nubes’, ‘Ocnos’ y ‘Desolación de la quimera’, que sería su última obra publicada en vida. Después vieron la luz ‘Poesía y literatura (segunda parte)’, ‘La realidad y el deseo’, ‘Crítica, ensayos y evocaciones’ y ‘La familia interrumpida’.
CARLOS
Castilla del Pino
Referente de la psiquiatría española del siglo XX, nació en San Roque (Cádiz) en 1922, aunque su vida estuvo vinculada a Córdoba. Fue conocido durante años como ‘el psiquiatra rojo’ tanto por su oposición al franquismo –militó en el PCE, lo que le impidió acceder a las cátedras a las que se presentó durante la dictadura– como por encabezar un movimiento clínico e intelectual que luchó por la humanización del tratamiento del enfermo mental y la introducción de técnicas farmacológicas que aliviaran su sufrimiento. Nombrado Hijo Predilecto de Andalucía en 1985, también fue académico de la Lengua. Fue autor de numerosos ensayos e investigaciones relacionados con la neuropsiquiatría como ‘Un estudio sobre la depresión’, ‘Sexualidad y represión’, o ‘El delirio, un error necesario’. Falleció en 2009.
CARLOS
Cano
‘Verde, blanca y verde’, ‘María la portuguesa’, ‘La murga de los currelantes’ o ‘Habaneras de Cádiz’ son algunos de los títulos que forman parte del acervo musical andaluz y que fueron compuestas por Carlos Cano, quien vio la luz en Granada en 1946. El cantautor y poeta recuperó estilos tradicionales andaluces olvidados como el trovo y la copla andaluza, género cuyo valor reivindicó y contemporaneizó para liberarla de su apropiación por el franquismo. Fue un compositor muy versátil y prolífico capaz de escribir cuecas, tangos, boleros, rumbas, nanas, coplas o pasodobles carnavalescos todos ellos presididos por la calidad y la emotividad de unos textos que son parte de la banda sonora de Andalucía. Su música traspasó fronteras y se convirtió en un nexo e unión entre la cultura andaluza y la latinoamericana. Está considerado un referente democrático y andalucista durante la Transición. Falleció en 2000.
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ALBERTO
Castro Tirado
Malagueño de la cosecha de 1966, este científico es especialista en astrofísica espacial de altas energías y robótica. Está considerado como uno de los principales investigadores españoles en esta materia. Licenciado en Física por la Universidad de Granada y en Astrofísica por la de Copenhague, es investigador del CSIC y del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Autor de numerosas publicaciones en revistas especializadas de prestigio como ‘Science’ y ‘Nature’ y colaborador de programas internacionales como el satélite europeo ‘Integral’, el científico malagueño ha centrado sus estudios e investigaciones en los rayos gamma y en los agujeros negros en otras galaxias. Galardonado con el premio Descartes de la Unión Europea, sostiene que «es posible que no estemos solos en el universo».
MANUEL
Chaves Nogales
Nacido en 1897 en Sevilla, ciudad en la que aprendió el oficio de la mano de su padre, también periodista, en las redacciones de los periódicos hispalenses, vivió e informó de los grandes acontecimientos del primer tercio del siglo XX y entrevistó a reyes y mandatarios políticos y religiosos de proyección mundial. Fue un profundo conocedor la Europa de la época y de fenómenos como la revolución rusa y la irrupción del nazismo y el fascismo, fenómenos que el periodista vio, y así lo escribió en sus crónicas y reportajes, como la expresión de un mismo talante antidemocrático. Fue un periodista que siempre buscó la ecuanimidad sin dejarse arrastrar por los extremismos. Defensor de la República, aunque denunció sus excesos, al término de la Guerra Civil se exilió en Francia y después en Inglaterra, donde murió en 1944.
ALONSO
Cano
Alonso Cano nace en Granada en 1601 y fallece en su casa del Albaicín, pobre de solemnidad, el año 1667. Al igual que otros maestros del Renacimiento italiano, Alonso Cano fue arquitecto, pintor y escultor a lo largo de su dilatad vida como artista, estando considerado como uno de los grandes maestros del Barroco español. Siendo muy joven se traslada a Sevilla junto a su padre, el gran retablista Miguel Cano, y allí entra en contacto con artistas de la talla de Francisco Pacheco, el pintor Diego Velázquez (dos años mayor que Cano) y el gran escultor Juan Martínez Montañés. De este periodo su gran obra es la escultura de la ‘Virgen de la Oliva’ del retablo mayor de la parroquia de Lebrija, así como el lienzo ‘La Visión de San Juan Evangelista’, hoy en la Galería Wallace de Londres. En 1638 abandona Sevilla para instalarse en la Corte madrileña, al amparo del todopoderoso Conde-Duque de Olivares. A este periodo corresponde su mejor producción pictórica (’Milagro del Pozo’, hoy en el Museo del Prado) al tiempo que desarrolla una frenética actividad como diseñador de arquitecturas, hasta el punto de crear un ‘estilo canesco’. Ya en su madurez, a los 51 años, vuelve definitivamente a Granada al conseguir del rey una generosa prebenda para ser racionero de la catedral de su ciudad natal y allí desarrollará una ingente actividad como artista, al tiempo que creó toda una escuela granadina de arquitectos, escultores y pintores, que hasta un siglo después de su fallecimiento seguirían repitiendo las enseñanzas del maestro. De esta etapa final hay que destacar esculturas como la portentosa ‘Inmaculada’ de la sacristía de la catedral de Granada, a pesar de sus reducidas dimensiones, y los bustos monumentales de ‘Adán’ y ‘Eva’ también en el templo arzobispal. Al mismo edificio pertenece la serie de grandes lienzos de los ‘Gozos de la Virgen’, instalados en las zonas altas de la capilla mayor.
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MANUEL
De Falla
La historia de la música española no se entiende sin la aportación del gaditano Manuel de Falla, considerado junto a Isaac Albéniz y Enrique Granados, como la trilogía representante de la música nacionalista española. Fue el primero de los compositores que, cultivando un estilo tan inequívocamente español como alejado del tópico supo darse a conocer con éxito en Europa y América. Su estilo fue evolucionando desde las composiciones más folcloristas hasta piezas que buscaban su inspiración en la tradición musical del Siglo de Oro español. Nacido en Cádiz en 1876, recibió las primeras lecciones musicales de su madre, pianista, y cursó estudios musicales en su ciudad natal y en Madrid. En la capital fue alumno de Felip Pedrell, un músico que le marcó en su estilo. Integrante de la llamada Generación de los Maestros –el equivalente a la Generación del 98 en la literatura– su producción no fue muy prolífica pero sí de una alta calidad y grado de perfección. Entre ellas se encuentran composiciones como ‘El amor brujo’ o ‘El sombrero de tres picos’. Aunque Franco intentó que se quedara en España tras la Guerra Civil, el músico prefirió exiliarse en Argentina, donde murió en 1946 con 69 años. Los últimos veinte años de su vida, los pasó trabajando en la que consideraba había de ser la obra de su vida: la cantata escénica ‘La Atlántida’, sobre un poema del poeta en lengua catalana Jacinto Verdaguer, que le había obsesionado desde su infancia y en el cual veía reflejadas todas sus preocupaciones filosóficas, religiosas y humanísticas; una obra que dejó inconclusa y que finalizó uno de sus discípulos, Ernesto Halfftler.
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JOSÉ
De Gálvez
Integrante de una familia que prestó un significado servicio a la corona española a finales del siglo XVIII con especial relación en los asuntos vinculados a las colonias en las Indias, José de Gálvez nació en Macharaviaya en 1720 y a lo largo de su trayectoria ocupó los cargos de visitador general del virreinato de Nueva España, consejero de Indias, secretario de Estado y del Despacho de Indias y gobernador del Consejo de Indias. Este abogado y político malagueño implantó una de las reformas de mayor calado en la administración de las posesiones de ultramar: las intendencias. Además intentó hacer una nueva recopilación de las leyes de Indias y mejoró notablemente la normativa que regulaba las exportaciones mineras. Las reformas que introdujo tuvieron como objetivo el fortalecimiento económico y militar del imperio español mediante la racionalización de su sistema administrativo, además de permitir a España afrontar los momentos críticos sobre América del Norte con la presencia rusa y la sublevación de las colonias inglesas. A él se le debe la creación del Archivo General de Indias y el impulso a las expediciones científicas a ultramar. Murió en Aranjuez en 1786.
BERNARDO
LEONOR
De Gálvez
De Guzmán
«El que tenga honor y valor que me siga». Con esta arenga dirigida a sus tropas, Bernardo de Gálvez dirigió un desembarco audaz y osado en Pensacola durante la guerra de independencia de Estados Unidos y consiguió una victoria decisiva ante los ingleses. Por eso, el político y militar nacido en Macharaviaya en 1746, está considerado un héroe en Estados Unidos, donde un retrato suyo cuelga en el Capitolio y una ciudad lleva su nombre, Galvezton. Nacido en el seno de una familia malagueña pudiente, De Gálvez estuvo siempre ligado al ejército, donde participó en misiones en Europa, el norte de África y América, y a las colonias en Norteamérica, llegando a ser gobernador de Luisiana y virrey de Nueva España. Carlos III le concedió el título de conde de Gálvez, en cuyo escudo figuraba la leyenda ‘Yo sólo’ en recuerdo a su gesta militar. Falleció en 1786 y en los últimos años su figura se está poniendo en valor en su país natal, España, y su provincia, Málaga, donde hasta ahora era una figura prácticamente desconocida para la opinión pública. La Diputación Provincial le ha nombrado Hijo Predilecto a título póstumo y la institución creará un centro de estudios americanos que llevará el nombre de este héroe.
La historia monárquica española no se entendería sin la figura de Leonor de Guzmán y Ponce de León. Nacida en el seno de una familia noble sevillana en el año 1310, era una joven viuda cuando el rey Alfonso XI se enamoró de ella e inició una relación amorosa extramatrimonial que duró hasta la muerte del monarca. Durante ese tiempo, la sevillana fue una de las principales consejeras del rey, convirtiéndose en una de las mujeres más influyentes de la Europa de la época. Nunca fue reina pero sí madre de un rey ya que su hijo Enrique subió al trono tras una cruenta guerra civil castellana en la que derrotó a su hermano de padre Pedro I El Cruel, inaugurándose con ello la dinastía de los Trastámara, que duró hasta Isabel la Católica. Fue asesinada en Talavera de la Reina en 1351 cuando se encontraba bajo la tutela de la reina madre María de Portugal, con la que mantenía una enconada enemistad.
EUGENIA
De Montijo
María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick nació en una familia aristrocrática granadina en 1826. Estudió en París, donde su belleza no pasó desapercibida y conoció a Napoleón III, el futuro emperador francés, con quien se casó en 1853. Jugó un papel muy activo durante el segundo imperio francés participando en la política del país galo; llegó a ser regente del imperio en tres ocasiones. Además, respaldó investigaciones científicas como las realizadas por Louis Pasteur, que acabarían en la vacuna contra la rabia, y asistió a la inauguración del canal de Suez. Con la caída del imperio francés en 1870, se exilió en Inglaterra, aunque después volvió a Biarritz –fue una de las impulsoras del veraneo de las clases altas en esta localidad francesa– aunque ya alejada de la vida política. Desde allí visitó asiduamente España, especialmente a sus familiares de la Casa de Alba. Sufrió con la muerte de su único hijo a manos de los zulúes. Murió en Madrid a los 94 años y sus restos fueron trasladados a Francia y luego a Inglaterra, donde reposan junto a los de su esposo.
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CARMEN
De Burgos
Periodista, donde fue la primera corresponsal de guerra española y la primera mujer con una columna fija en un periódico; escritora con una extensa obra, donde cultivó géneros como la novela, la biografía o los libros de viaje; y defensora de los derechos de la mujer, la figura de Carmen de Burgos es fundamental para entender la lucha por los derechos de la mujer en España. Esta almeriense nacida en una familia acomodada almeriense fue una de las precursoras del movimiento feminista por su actitud vital y sus ideas en el país evolucionando desde posiciones más moderadas a otras más beligerantes en la defensa del divorcio, el sufragio universal, la supresión de leyes sexistas en la España de principios del siglo XX, y del fomento de la libertad de la mujer a través de la educación y el asociacionismo. ‘Colombine’, seudónimo que utilizó, falleció en 1932 a los 64 años.
RAFAEL
De León
Junto a Antonio Quintero y Manuel Quiroga, Rafael de León formó una trilogía fundamental como autores de unas 5.000 canciones del mundo de la copla. Nacido en Sevilla en el seno de una familia acomodada, fue autor de algunas de las letras más célebres de la canción popular española del siglo XX como ‘Tatuaje’, ‘Ojos verdes’, ‘¡Ay pena, penita pena!’ o ‘María de la O’ y poeta. Respecto a esta última faceta, algunos investigadores censuran que su nombre no aparezca en la nómina de integrantes de la Generación del 27 con algunos de cuyos autores, caso de García Lorca o Alberti, mantuvo una estrecha amistad. En su obra, inspirada en ambientes típicos de Andalucía, queda reflejada el gracejo popular andaluz y sus letras han sido de las más recitadas y cantadas. Falleció en 1982.
MARIFÉ
MARÍA ROSA
De Triana
De Gálvez
Aunque nacida en Burguillos en 1936 y bautizada como María Felisa Martínez López, se trasladó de niña con su familia al barrio sevillano de Triana, del que adoptó el nombre artístico con el que se consolidó como la máxima representante de la copla flamenca, melismática y aflamencada y referente de generaciones posteriores de cantantes. Comenzó a cantar muy joven, con apenas once años y tras dejar los estudios, y, poco a poco y no sin dificultades en unos inicios duros, se convirtió en un referente de la copla a partir de los años cincuenta del pasado siglo. Cosechó éxitos continuados con canciones como ‘Torre de arena’, ‘La loba’, ‘Romance de Zamarrilla’, ‘Quién dijo pena’ y, sobre todo, ‘María de la O’. Artista de singulares condiciones y temperamental, atesoró a lo largo de su dilatada trayectoria multitud de discos, giras nacionales e internacionales. Marifé también hizo cine, algunos estudiosos la denominan ‘La actriz de la copla’ y aportó al género un total e 540 coplas nuevas, en su mayoría creación del trío de ases Quintero, León y Quiroga, en el que Antonio Quintero y Manuel Quiroga ponían música a los versos del poeta andaluz Rafael de León. La artista, una gran revolucionaria y creadora del género de la copla, recibió en los años finales de su vida numerosos reconocimientos entre ellos la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. En febrero de 2013, en Benalmádena, falleció Marifé de Triana, que ha sido, junto a Concha Piquer y Juanita Reina, una de las grandes figuras que mejor ha dicho la canción española, que mejor ha teatralizado un género tan andaluz como es la copla.
Considerada como la escritora más destacada del siglo XVIII, nuestra protagonista nació en Macharaviaya en 1768 en el seno de una familia acomodada de militares y políticos. Tras casarse con un primo suyo se trasladó a vivir a Madrid, donde frecuentó los ambientes literarios. Su producción literaria abarca el teatro y la poesía y partiendo del canon neoclásico busca visibilizar la posición de la mujer en ese tránsito de finales del siglo dieciocho y principios del diecinueve. Su perfil de mujer avanzada y de vanguardia, independiente, feminista y con una conducta moral ajena a los valores de la época (mantuvo una relación sentimental con Manuel Godoy, valido del rey) le granjearon numerosos ataques que oscurecieron sus valores literarios; hoy la crítica ha puesto su obra en su justo y digno lugar. Se consideró la primera mujer española en dedicarse al teatro –fue seguidora de Leandro Fernández de Moratín–, género en el que compuso diecisiete obras: seis tragedias, tres comedias, cuatro obras breves, una zarzuela y tres traducciones. Piezas escritas desde un punto de vista femenino y feminista con la mujer, con sus sueños, deseos y frustraciones en un mundo dominado por el hombre, según destacan los investigadores. En cuanto a su poesía está caracterizada por un estilo claro y puro y de versificación fácil y fluida y en sus poemas aborda temáticas como las dedicadas a exaltar acontecimientos patrióticos, odas filosóficas impregnadas de sensualismo panteísta o composiciones en la línea del reformismo moral ilustrado. Falleció prematuramente a a los 38 años y fue enterrada en Madrid.
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MIGUEL
De Molina
Como algunas de las letras de las coplas que cantó, la historia de este cantante y actor esta marcada por el dolor, el amor, el exilio, su homosexualidad y su republicanismo. Nacido en 1908 en Málaga, se crió en una familia matriarcal con un padre enfermo. A muy temprana edad era mancebo de casa de lenocinio y empezó a cantar en tablaos y fiestas andaluzas hasta que se trasladó a Madrid, donde triunfó. Popularizó ‘Ojos verdes’ y durante la Guerra Civil cantó en la retaguardia republicana. Al final de la contienda se tuvo que adaptar a las circunstancias políticas y sociales de la época y siguió en el mundo de la farándula, aunque los empresarios, que conocían su pasado como republicano y su condición sexual, se aprovecharon de él rebajándole el caché. Una noche, tras una actuación, tres esbirros que se hicieron pasar por policías le propinaron una tremenda paliza. Fue la gota que colmó el vaso de su resistencia. Poco después cogió el camino del exilio. Sólo volvió brevemente a España en 1957 y ya no lo haría más. Falleció en Buenos Aires en 1993 con añoranza de su país natal. Un año antes, el Gobierno le nombró caballero de la Orden de Isabel la Católica en reconocimiento a su contribución al mundo del arte.
PACO
De Lucía
El genio de la guitarra española y del flamenco nació en el seno de una familia de artistas de Algeciras en 1947. Fue bautizado con el nombre de Francisco Sánchez Gómez, pero es internacionalmente conocido como Paco de Lucía –el nombre de su madre–. Su relación con la guitarra comenzó a muy temprana edad, recibiendo influencias de dos grandes como Niño Ricardo y Sabicas, y a los doce años inició una carrera musical que le ha llevado a ser considerado por los expertos como el mejor guitarrista de la historia. Formó una pareja histórica con Camarón de la Isla. Desde el más absoluto respeto a la pureza y las esencias flamencas, a cuya internacionalización contribuyó, con el tiempo fusionaría el flamenco con ritmo de otras músicas como el rock, el pop o el jazz e introdujo el cajón en el flamenco. Su popular rumba ‘Entre dos aguas’, incluida en su disco ‘Fuente y caudal’, contribuyó a acercar el flamenco al gran público. Medalla de Andalucía y premio Príncipe de Asturias de las Letras, falleció a los 66 años mientras veraneaba con su familia en Cancún.
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MANOLO
Escobar
Manuel García Escobar nació en Almería en 1931 en el seno de una familia numeroso. Desde pequeño demostró sus dotes para la canción y formó grupos musicales junto a sus hermanos. Trabajó en varios oficios en su tierra natal y en Barcelona hasta que después de hacer el servicio militar emprendió su carrera musical y cinematográfica. Casado con la alemana Anita Marx, a la que conoció en una sala de fiestas, a partir de los años sesenta se convierte en un cantante de éxito, que populariza éxitos imperecederos como ‘Mi carro’, ‘El porompompero’, ‘La minifalda’ o ‘Y viva España’ –himno oficioso del país–. De carácter simpático y voz potente, Manolo Escobar pisó los escenarios españoles e internacionales durante más de cinco décadas, siendo uno de los artistas más queridos y respetados por varias generaciones de españoles. Centenares de canciones y una veintena de película están protagonizadas por este Medalla de Andalucía en 2008 fallecido en 2013.
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Andaluces por la Humanidad
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GONZALO
Fernández de Córdoba
PEPA
Flores
Josefa Flores González fue una de aquellos niños prodigios del mundo de la música y el cine español durante la dictadura. Nació en un típico corralón malagueño en 1948. Como integrante de los Coros y Danzas de la Sección Femenina fue descubierta por un productor, Manuel José Goyanes, en una actuación en Madrid y de ahí lanzada al estrellato. En los años sesenta fue protagonista de exitosas películas como ‘Un rayo de luz’, ‘Ha llegado un ángel’, ‘Tómbola’, ‘Las cuatro bodas de Marisol’ o ‘Cabriola’ –esta última rodada en Estados Unidos –y fue elegida mejor actriz infantil en la Mostra de Valencia. En los años 70, diversificó sus trabajos y se puso a las órdenes de directores como Juan Antonio Bardem o Mario Camus. Se casó con el bailarín Antonio Gades y protagonizó un sonado posado desnuda en la revista ‘Interviú’. Militante del PCE, a principios de los ochenta protagonizó sus últimas películas. Después abandonó el mundo espectáculo y se retiró a Málaga.
Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515). El conocido como Gran Capitán, llamado así por su excelencia en la guerra, nació en Montilla y fue un político y militar que ostentó los títulos de duque de Santángelo, Terranova, Andría, Montalto y Sessa. Pariente de Fernando el Católico, perteneció a la nobleza andaluza de la casa de Aguilar. Se crió en Córdoba y siendo niño fue paje al servicio del príncipe Alfonso, hermano de la luego reina Isabel la Católica. A la muerte de aquel pasó al séquito de Isabel. Durante la guerra de sucesión castellana fue fiel y participó en la causa isabelina, interviniendo con posterioridad en la guerra de Granada. Participó en las conquistas de Íllora, Montefrío y Loja, haciendo prisionero en esta última plaza al sultán nazarí Boabdil, con quien tuvo una relación de cierta amistad pese a la rivalidad. Su nombre de Gran Capitán viene de sus campañas en Italia. Fue virrey de Nápoles, pero al morir la reina Isabel cayó en desgracia y se retiró a Granada, donde murió.
LOLA
Flores
Fuerza, temperamento y arte son las cualidades que definen como persona y artista a María Dolores Flores Ruiz, nacida en Jerez de la Frontera en 1923 y conocida popularmente como Lola Flores. A muy temprana edad comenzó en el mundo del espectáculo, donde permaneció hasta su muerte en 1995. Clave en su trayectoria profesional es su encuentro, en los años cuarenta del pasado siglo, con Manolo Caracol, que le lanzó al estrellato en el mundo de la copla, el flamenco, el baile y el cine (también hizo televisión). Esta artista temperamental, pasional y genuina popularizó canciones como ‘A tu vera’, ‘Torbellino de colores’, ‘Ay pena penita pena’ y, sobre todo, ‘La Zarzamora’, unida siempre a su voz. Casada con el guitarrista Antonio ‘El Pescaílla’ tuvo tres hijos, Lola, Rosario y Antonio, todos ellos dedicados al mundo de la música. Protagonista de episodios como sus problemas con Hacienda pidiendo una ayuda, a modo de ‘crowdfunding’, para pagar las deudas con el fisco o la famosa frase ‘Si me queréis, irse’ dirigida a la gente que abarrotaba la iglesia de Marbella en la que iba a casarse su hija Lola. Falleció en 1995.
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JOSÉ
Gálvez Ginachero
FEDERICO
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García Lorca
Góngora
Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898-camino de Víznar a Alfacar, Granada, 18 de agosto de 1936) Poeta, dramaturgo y prosista. Encuadrado en la llamada Generación del 27, fue el poeta español de mayor influencia y popularidad del siglo XX y una de las cimas en teatro. Su madre, Vicenta Lorca Romero, fue maestra de escuela, y su padre, Federico García Rodríguez, agricultor adinerado en la vega granadina. El ambiente rural deja honda huella en su obra – ‘La casa de Bernarda Alba’, ‘Yerma’, ‘Bodas de sangre’–. Uno de sus biógrafos, Cristopher Maurer dice de Lorca: «En sus poemas y en sus dramas se revela como agudo observador del habla, de la música y de las costumbres de la sociedad rural española». El deseo, el amor y la muerte, el misterio de la identidad y el milagro de la creación artística son algunas temáticas. En la ciudad de Granada conoció y entabló amistad con Fernando de los Ríos, luego su cuñado, quien le llevó a la Institución Libre de Enseñanza de Madrid en 1919. Allí conoció a los poetas del 27, a Luis Buñuel y Salvador Dalí, de gran atracción mutua (’Oda a Salvador Dalí’) y Juan Ramón Jiménez, que le influyó en su poesía. También en Granada en 1921 conoció a Manuel de Falla, con quien coincidió y trabajó en la afición y promoción del flamenco purista. ‘Poema del cante jondo’. Este y ‘Romancero gitano’ fueron sus poemarios más populares. Viajó mucho, cuyo mejor fruto fue ‘Poeta en Nueva York’, de publicación póstuma. Otras obras de culto son ‘Sonetos del amor oscuro’ (1936) y ‘Libro de poemas’ (1921). Murió fusilado en Granada por el bando franquista al comienzo de la guerra civil. Sus restos no han sido aún encontrados.
Luis de Góngora y Argote (Córdoba, 1561Córdoba,1627) está considerado como el poeta más original e influyente de todo el Siglo de Oro español. Su obra poética rompe moldes e inaugura un nuevo lenguaje cuya virtualidad sigue marcando rumbos en la poesía contemporánea, según refiere uno de sus estudiosos, Manuel Gahete. ‘El Polifemo’ y ‘Las Soledades’ se constituyen en las dos obras más imaginativas y complejas de la poesía universal, retando la inteligencia y la razón humanas, mostrándonos un camino que nadie como él supo vislumbrar, añade sobre el poemario de Góngora. Una obra extensa que el escritor nunca vio publicada en vida pese a los numerosos intentos, lo cual no le impidió una gran popularidad pues sus versos, tanto los cultos como los satíricos eran muy conocidos y circulaban en copias manuscritas. De familia noble venida a menos, estudió en Salamanca y su oficio fue el de clérigo racionero, lo que le permitió viajar por toda España y quedarse temporadas en Madrid. Su vida fue una pelea interna entre su condición de racionero y sus aspiraciones mundanas. También sufrió por fantasmas de limpieza de sangre familiares. Mantuvo con Quevedo una enconada relación de rivalidad, mientras Cervantes le tenía consideración.
PABLO
García Baena
Pablo García Baena (Córdoba, 1921- 14 enero de 2018), poeta y fundador de la revista ‘Cántico’, que daría nombre a un grupo de poetas, escritores y artistas cordobeses con luz propia: Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente, Mario López, Miguel de Moral y Ginés Liébana. En 1955 publicó un número de homenaje a Luis Cernuda, exiliado en México, que se convirtió en mítico por conectar la España exiliada con la del interior y un reconocimiento hacia el autor del 27 que más les influyó. ‘Antiguo muchacho’, ‘Junio’, ‘Óleo’ vieron la luz en aquellos 50. Luego hubo dos décadas de silencio. En 1965 se traslada a Torremolinos y Benalmádena. El reconocimiento le vino con el Premio Príncipe de Asturias en 1984. Su poemario continuó con ‘Antes que el tiempo acabe’ y ‘Los campos Elíseos’.
José Gálvez Ginachero (1866-1952) fue ginecólogo, un protector de la vida de las mujeres cuando estas morían de parto. Fue presidente del Colegio de Médicos de Málaga y alcalde de esta ciudad. En la actualidad está en proceso de beatificación. Durante la primera mitad del pasado siglo se decía que era el médico que había visto nacer a todos los malagueños. En vida explicó su vocación: «Conversando un día con mi madre sobre de qué forma ser más útil a mis semejantes, ella me hizo notar el enorme número de parturientas que entonces morían. Bastó esta observación para cambiar radicalmente y orientarme a la Obstetricia y la Ginecología». Su principal labor médica fue en el Hospital Civil, donde ingresó en 1893 y llegó a ejercer durante 58 años.
FELIPE
González
Nacido en Sevilla en 1942 y licenciado en Derecho y abogado laboralista en su juventud, es una de las figuras políticas clave de la historia de España en la segunda mitad del siglo XX. Protagonista destacado de la transición democrática, fue el tercer presidente del Gobierno de España desde la reinstauración de la misma a finales de los años setenta y ha sido el presidente que más tiempo ha permanecido en el cargo (cuatro legislaturas en trece años y medio, desde 1982 a 1996). Fue también secretario general del PSOE desde 1974 a 1997. La modernización de España y su completa integración en el concierto europeo tuvieron lugar en sus años de Gobierno. Pese a estar retirado de la política activa, participa en diversos focos de actualidad del ámbito europeo y latinoamericano. Es padre de tres hijos y abuelo de siete nietos. Estuvo casado de 1969 a 2008 con Carmen Romero López y desde 2012 con Mar García Vaquero.
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MARÍA DOLORES
García Pineda
Dolores García Pineda (Cádiz, 1916). Doctora en Farmacia y en Bioquímica e Investigadora de la Junta de Energía Nuclear forma parte de la primera generación de mujeres científicas de España. Trabajó sobre bioquímica analítica de lípidos del bacalao en el Instituto Oceanográfico y en la Torry Research Station en Aberdeen (Escocia), tema de su tesis escocesa. Realizó estudios sobre enzimología en la Universidad Hebrea de Jerusalén con Benjamin Shapiro. A su regreso en 1958, comenzó a trabajar en la Junta de Energía Nuclear. Con una beca de intercambio de este organismo trabajó junto a D. Noveli en síntesis de proteínas en el Oak Ridge Laboratory entre 1960 y 1961 y a continuación en el grupo de Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York entre 1962 y 1963. En una de las escasas entrevistas encontradas en Internet después de su jubilación, la científica lamenta las trabas y confiesa su ilusión por la ciencia: «He seguido trabajando otros veintidós años en la JEN con entusiasmo y tratando de aprovechar mi preparación y experiencia, aunque chocando con toda clase de obstáculos. Como llevo 16 años de jubilación, al recordar veo todo como una trayectoria ilusionante y llena de interés, tanto por los temas de trabajo como por las personas con las que he tenido relación».
ANTONIO
Gala
Poeta, dramaturgo, novelista, ensayista y articulista, nació el 2 de octubre de 1936 en Brazatortas (Ciudad Real), pero siempre ha considerado su patria chica Córdoba, que lo acogió de niño. Una ciudad en la que vive y que ha tenido una gran influencia en su obra. Con ‘Los verdes campos del edén’, Premio Nacional Teatro Calderón de la Barca, inició su fructífera carrera dramática que prosiguió con ‘Los buenos días perdidos’, por la que recibió el Premio Nacional de Literatura en 1992. También destacan en su producción dramática ‘Anillos para una dama’ (1973), ‘¿Por qué corres Ulises?’ (1975), ‘Petra Regalada’ (1980), ‘Samarkanda’ (1985), ‘Carmen, Carmen’ (1988) y ‘La truhana’ (1992). Publicó su primera novela en 1990, ‘El manuscrito carmesí’, que obtuvo el Premio Planeta, y a la que siguieron, entre otras, ‘Más allá del jardín’, ‘Las afueras de Dios’, ‘El pedestal de las estatuas’ y ‘La pasión turca’. Entre los libros de ensayo más emblemáticos del autor figuran ‘Charlas con Troylo’, ‘En propia mano’, ‘Cuaderno de la dama de Otoño’, ‘La soledad sonora’ y ‘Dedicado a Tobías’. Como poeta publicó ‘Enemigo íntimo’, ‘El águila bicéfala: textos de amor (1994)’, ‘Poemas de amor’ (1997) y ‘El poema de Tobías desangelado (2005)’.
H
Andaluces por la Humanidad
FERNANDO
Hierro
Triunfó primero en el terreno de los juegos y después en los despachos. Fernando Hierro ha sido repescado recientemente por la Federación Española de Fútbol para tratar de reeditar los éxitos vividos en la selección (en todas las categorías) cuando él ocupó la dirección deportiva y se tocó techo en muchos aspectos. El veleño siempre destacó en el campo por su profundo conocimiento del juego, lo que le permitió triunfar tanto como defensa como en la medular, y eso lo trasladó posteriormente a su faceta como ‘manager’. Su palmarés como futbolista incluye cinco títulos de Liga, tres de la Liga de Campeones y dos de la Copa Intercontinental en un Real Madrid en el que disputó 601 encuentros con un balance goleador muy alto para tratarse de un futbolista de corte defensivo (127 tantos). En el equipo blanco y también en la selección ostentó la capitanía, pero además con una indudable personalidad.
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EMILIO
CRISTINA
Herrera
Hoyos
Emilio Herrera Linare (Granada, 1879, Ginebra, 1967) fue un ingeniero militar español, destacado como aviador y científico. Fue presidente del Gobierno de la República española en el exilio. Fue padre del poeta y novelista José Herrera. El ingeniero granadino desarrolló en 1935 una escafandra astronáutica que posteriormente la NASA adaptó para los viajes espaciales Con solo 18 años ingresó en la Escuela de Ingenieros militares de Guadalajara y luego continuó en la Compañía de Aerostación, donde obtuvo su título de piloto de globo en 1905. En 1911 Herrera se gradúa en la primera promoción de pilotos de aeronaves en España y en 1914 pilota un avión que cubría la ruta Tetuán-Sevilla. La hazaña compartida con otro compañero es portada en los periódicos de la época. Realiza el diseño de la escafandra en 1935 en los talleres del Polígono de Aerostación de Guadalajara y en el Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos para subir en un gran globo aeroespacial. Contaba con micrófono, sistema de respiración antivapor, termómetros, barómetros o varias herramientas para medir y recoger muestras. Varias décadas después, la agencia estadounidense NASA se basaría en sus estudios para la elaboración de los trajes espaciales. Como reconocimiento el astronauta Neil Armstrong entregó una de las rocas lunares a uno de sus colaboradores, Manuel Casajust, solo que entonces, 1969, Herrera hacía dos años que había fallecido.
Bailarina, bailaora, coreógrafa y directora, Cristina Hoyos (Sevilla, 1946) es una de las figuras más destacadas del flamenco de las tres últimas décadas. Comenzó a los doce años en el espectáculo infantil Galas Musicales, y prácticamente desde aquel momento los escenarios han formado parte asidua de su vida. Con dieciséis años comenzó a especializarse en flamenco. Conocer a Antonio Gades dio lugar a privilegiadas y fructíferas colaboraciones. Fueron pareja de baile y cuando la compañía de Gades se disolvió en 1975, crearon una en común con la que ruedan la versión cinematográfica de ‘Bodas de sangre’ (1978) de Carlos Saura. También rodó ‘Carmen’ (1983) y ‘Amor brujo’ (1985), del mismo director. En 1988 crea su propia compañía de baile con la que debutó en junio de 1989 en el Teatro Rex, de París. Entre los galardones recibidos se encuentran el Premio Nacional de Danza y la Medalla de Andalucía.
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PASTORA
Imperio
Hija de la bailaora Rosario Monje ‘La Mejorana’ y del sastre de toreros Víctor Rojas, nació el Domingo de Ramos de 1894 en el sevillano barrio de la Alfalfa. Teniendo cuatro años se fue a vivir a Madrid con sus padres y en el Salón Japonés formó cartel con Fornarina, La Argentinita y La Escribano. Tras su actuación alguien exclamó: «Hoy ha nacido La Faraona». A lo que contestó Jacinto Benavente que allí se encontraba: «Esta Pastora vale un imperio». Y así quedó bautizada. En 1911 contrajo matrimonio con el torero más artista y más gitano que vieron los siglos: Rafael el Gallo. Un año escaso duró la unión. En 1914 fue por primera vez a París y luego a Buenos Aires, Nueva York, Bruselas, Londres, Lisboa y toda Hispanoamérica. En 1917 estrenó en el Teatro Lara, de Madrid, ‘El amor brujo’, que Manuel de Falla había escrito para ella. Retirada artísticamente en 1959, montó con su yerno Rafael Vega un tablao conocido por ‘El Duende’, con artistas de la talla de Alejandro, Maleni, Picoco o Beni. Estaba en posesión del Lazo de Damas de la Orden de Isabel la Católica y de la medalla de oro de la II Semana de Estudios Flamencos de Málaga. Una de las más grandes cantaoras de la historia falleció el 14 de septiembre de 1979 en Madrid.
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DOLORES
Jiménez ‘Niña de la Puebla’ ROCÍO
JUAN RAMÓN
Jurado
Jiménez
Considerada una de las voces femeninas más importantes en el mundo de la canción en el siglo XX, Rocío Jurado, conocida popularmente como ‘La más grande’, nació en Chipiona en 1946 y fue bautizada con el nombre de Rocío Mohedano Jurado. Curtida en las fiestas populares y en los programas de radio de la época, muy joven dio el salto a Madrid donde fue trascendental su encuentro con Pastora Imperio, quien la contrató para su tablao ‘El Duende’. Ahí empezó a curtirse y destacar llegando a ser una cantante de éxito internacional. ‘Como una ola’, ‘Señora’, ‘Como yo te amo’, ‘Se nos rompió el amor’ o ‘Muera el amor’ son algunos de sus grandes éxitos, salidos de la mano de Manuel Alejandro, que ella popularizó sobre los escenarios. Alternó la copla y el flamenco, con la balada romántica con una voz dúctil y potente al mismo tiempo que la hizo inconfundible. Llenó los más variados escenarios y llegó a cantar en la Casa Blanca para Ronald Reagan. También protagonizó varias películas, entre ellas ‘La Lola se va a los puertos’, donde canta magistralmente la letra del Himno de Andalucía. En 1992, Rocío Jurado fue una de las protagonistas del espectáculo ‘Azabache’, un musical de copla andaluza que junto a otras personalidades de este género musical como Nati Mistral, Juanita Reina o Imperio Argentina. Casada primero con el boxeador Pedro Carrasco y luego con el torero José Ortega Cano, falleció a los 61 años debido a un cáncer de páncreas del que fue tratada en Estados Unidos. El mausoleo que la recuerda en el cementerio de su Chipiona natal es lugar de peregrinación para los seguidores de ‘la Jurado’.
Juan Ramón Jiménez (1881-1958) nace en Moguer (Huelva) y muere en el exilio en San Juan de Puerto Rico. Ganó el premio Nobel de Literatura el año 1956 por el conjunto de su obra, mencionándose como el trabajo más destacado la prosa poética o narración lírica de ‘Platero y yo’. En 1896 se traslada a Sevilla para estudiar bellas artes, pero una visita al Ateneo le anima a escribir sus primeros versos. En 1900 reside ya en Madrid y publican sus primeros libros ‘Ninfeas’ y ‘Almas de violeta’. Una década después publica ‘Libro de amor’ con 104 poemas. En 1916 se casó con Zenobia Camprubí, lo que supuso su obra ‘Diario de un poeta recién casado’. A partir de 1918 encabeza movimientos de renovación poética que tendrá una gran influencia en la generación del 27. Cuando estalla la guerra civil en 1936 apoya decididamente a la República. Tiene que salir de Madrid, ayudado por Azaña, instalándose en Washington y posteriormente pasa a Cuba para dar una serie de conferencias. Su Moguer natal fue una referencia en toda su obra, fuente de inspiración y de nostalgia. En el poemario ‘Leyenda’, publicado una vez fallecido, recoge la obra poética íntegra tal como él quiso que se publicara.
JUAN GÓMEZ
Juanito
Antes de que el fútbol se convirtiera en un espectáculo mediático y de que llegaran los hitos de la selección española en las Eurocopas y el Mundial, pocos jugadores de fútbol han tenido una repercusión nacional o internacional como Juan Gómez ‘Juanito’. Incluso a día de hoy se apela al mito fuengiroleño cuando se requiere una remontada para superar una eliminatoria. El abrupto final de su vida, en un accidente automovilístico en las primeras horas de abril de 1992, contribuyó a que Juanito fuera aún más recordado. Se truncó entonces la figura de un prometedor entrenador después de haber deslumbrado en el fútbol, primero en el Burgos, después en el Real Madrid y finalmente en el Málaga, por sus genialidades con la pelota, su visión del juego y su incuestionable carisma.
Dolores Jiménez Alcántara, conocida artísticamente como la Niña de la Puebla, nació en la localidad sevillana de la Puebla de Cazalla en 1908. El mal uso de un colirio le hizo perder la vista a los pocos días de nacer. Una ceguera que no le impidió ser una de las figuras más señeras del cante durante el pasado siglo XX. Debutó en el mundo de la música en 1931 en Sevilla y entre sus primeras grabaciones discográficas figura su interpretación de ‘Los campanilleros’ –una canción que ella popularizó en una versión diferente a la que había cantado Manuel Torre– y que le propició un extraordinario éxito –cuando llegaba a los pueblos en los que iba a cantar, le recibía la banda de música–. Participó en la película ‘Madre alegría’ y presentó en público a Juanito Valderrama. Tras la Guerra Civil, participó en espectáculos flamencos, de gira continua por toda España, durante varias décadas como ‘El sentir de la copla’, ‘Guitarra y canela’, ‘Fantasía flamenca’ o ‘Romance flamenco’; en una buena parte de ellos figuraron como artistas su marido, Pepe Soto, y su hija, Adelfa. A decir de los expertos, fue una cantaora larga, de una gran sensibilidad y primera figura del flamenco con una imagen característica siempre tras sus gafas oscuras. A pesar de su ceguera fue una mujer extremadamente culta, que solía leer mucho. Fue una artista muy vinculada a Málaga, ciudad en la que falleció en 1999 apenas unos días antes de recibir la medalla de oro al Mérito de las Bellas Artes, que recogieron sus familiares a título póstumo. Hoy su nieta, Adelfa Calvo es una reconocida actriz.
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VICTORIA
Kent
Victoria Kent Siano (18891987) nació en Málaga en una familia de comerciantes con padre de origen inglés. Está considerada una de las pioneras del feminismo en España. Fue una de las primeras mujeres en ser colegiada como abogada, primera en participar como tal en un consejo de guerra y primera en ocupar un cargo político al asumir la Dirección General de Prisiones durante la segunda República. Curiosamente, a pesar de ser una mujer defensora de su género, rechazó apoyar el sufragio femenino cuando este se sometió a votación en el Congreso tras la proclamación de la República. Kent, diputada del Partido Radical Socialista, protagonizó con Clara Campoamor, del Partido Radical, un ya famoso debate. Clara defendió el sufragio femenino y Kent adujo que había que esperar porque la mayoría de mujeres aún no estaban preparadas para ejercer el voto al considerarlas bajo la influencia de la iglesia conservadora. Victoria estaba convencida de que si las mujeres votaban, el triunfo de la derecha estaba asegurado. Así fue, la derecha ganó en las primeras elecciones en las que participaron las mujeres en 1933, aunque puede que la razón no fuera tanto la inclusión del voto femenino como la división de la izquierda. Sea como fuere, ninguna de las dos mujeres salió elegida como diputada. Como directora de Prisiones antes durante tres años, humanizó estas además de mejorar las instalaciones y potenciar la reinserción. Un trabajo que le sirvió en el exilio en Estados Unidos, tras reclamarla Naciones Unidas por esta experiencia. Tras 40 años en el exilio, vivió para volver a ver la democracia en España y regresó por un tiempo, aunque murió en EE UU.
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ROCÍO
Molina
Rocío Molina Cruz (Vélez Málaga, 1984) es una bailaora y coreógrafa española con un lenguaje propio cimentado en la tradición de un flamenco que respeta sus esencias y se abraza a las vanguardias. En 2010, junto a Àngels Margarit, obtuvo el Premio Nacional de Danza que otorga el Ministerio de Cultura de España en la modalidad de interpretación. Según su web, Rocío empieza a bailar a los tres años, con siete esboza sus primeras coreografías, a los diecisiete se gradúa en el Real Conservatorio de Danza de Madrid con matrícula de honor y entra a formar parte del elenco de compañías profesionales con gira internacional. Cumple veintidós estrenando ‘Entre paredes’. Una primera pieza a la que siguen otras creaciones propias que tienen en común una mirada curiosa y transgresora sobre un arte flamenco que huye de los caminos ya transitados: ‘El eterno retorno’ (2006) ‘Turquesa como el limón’ (2006), ‘Almario’ (2007), ‘Por el decir de la gente’ (2007),‘Oro viejo’ (2008), ‘Cuando las piedras vuelen’ (2009), ‘Vinática’ (2010), ‘Danzaora y vinática’ (2011), ‘Afectos’ (2012) y ‘Bosque Ardora’ (2014). Tiene veintiséis años cuando el Ministerio de Cultura le otorga el Premio Nacional de Danza por «su aportación a la renovación del arte flamenco y su versatilidad y fuerza como intérprete capaz de manejar con libertad y valentía los más diversos registros». Y veintiocho cuando Mikhail Baryshnikov se arrodilla ante ella a las puertas de su camerino del New York City Center, tras la representación con atronador éxito de ‘Oro viejo’. Desde 2015, es artista asociada al Teatro Nacional de Chaillot en Paris.
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MANUEL RODRÍGUEZ
Manolete
MOSÉN IBN MAYMON
Maimónides
Mosen Ibn Maymon, llamado Maimónides por los cristianos y Rambam por los judíos, nació en Córdoba en 1135 y murió en El Cairo en 1204. Fue médico, rabino y teólogo judío de al-Ándalus cuyas teorías filosóficas tuvieron influencia en la época medieval, como en Santo Tomás de Aquino. Pertenecía a una familia judía cordobesa que decía proceder de David. Tuvo una buena formación en filosofía, teología, ciencias y medicina. Ante el avance de los almohades sobre Córdoba decidió salir y emigrar a Fez en 1158. Tras un viaje a Tierra Santa se instaló en Alejandría y después en El Cairo, donde se ganó la vida como médico del sultán Saladino. Escribió en árabe, salvo ‘Repetición de la ley’, que constituye una obra magna que recopila todas leyes hebreas entonces dispersas. Su obra más celebrada por los occidentales es ‘Guía de perplejos’, en la que intenta reconciliar la filosofía de Aristóteles con el Antiguo Testamento. Como su coetáneo Averroes, también fue mal visto por los ortodoxos por querer superar la contradicción de la fe con la razón. Otras obras: ‘Libro de los aforismos’, ‘Discurso sobre el régimen de la salud’ y ‘Venenos y antídotos’.
Considerado uno de los toreros con más personalidad de la historia, Manuel Rodríguez Sánchez nació en Córdoba en julio de 1917 en el seno de una familia de abundante ascendencia taurina, un hecho que predestinó su destino al mundo del toro a pesar de la oposición de su madre. Empezó en la parte seria de los espectáculos cómicos-taurinos en los años 30 y después dio el salto al escalafón de novilleros. Durante la Guerra Civil participó en festivales y a la conclusión de la contienda tomó la alternativa en Sevilla. Comenzó entonces una exitosa trayectoria en la que el torero cordobés, espigado y de gesto adusto, se convirtió en un mito en aquella España de la dura posguerra y cuya figura entró en la leyenda tras su trágica muerte a consecuencia de la cornada que el toro ‘Islero’, de Miura, le infligió la tarde del 28 de agosto de 1947 en Linares. Manolete fue un torero revolucionario que terminó de asentar las bases del toreo moderno que antes había sembrado Juan Belmonte. Su estilo se caracterizó por la elegancia y la verticalidad. Fue un diestro muy popular y querido por los públicos tanto en España como en México, donde gozó de gran predicamento. También marcó un estilo propio en la moda de la época.
ANTONIO
BARTOLOMÉ ESTEBAN
Machado
Murillo
Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 26 de julio de 1875Coillure, Francia, 22 de febrero de 1939). Poeta, dramaturgo y narrador español emblemático de la Generación del 98. Realiza estudios en la Institución Libre de Enseñanza y realiza varios viajes a París, donde conoce a Rubén Darío y trabaja unos meses para la editorial Garnier. En 1907 obtiene la cátedra de Francés en Soria. Tras un viaje a París con una beca para estudiar filosofía con Bergson y Bédier, fallece su mujer Leonor y este hecho le afecta profundamente. Pide el traslado a Baeza, donde continúa impartiendo francés entre 1912 y 1919, y posteriormente se traslada a Segovia buscando la cercanía de Madrid, destino al que llega en 1932. ‘Soledades’ (con diferentes ampliaciones), ‘Campos de Castilla’ en verso y ‘Juan de Mairena’ en prosa son algunas de sus obras célebres. En 1928 conoce a la poetisa Pilar de Valderrama, la «Guiomar» de sus poemas.
Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla 16171682), del que este año aún se celebra el IV centenario de su nacimiento, representa la corriente plenamente barroca de la pintura española y es, en cierta medida, un claro antecedente del estilo rococó en cuanto a la gracia, el colorido y el espíritu amable de sus composiciones. Este hecho hizo que su pintura fuera altamente valorada por las cortes europeas del siglo XVIII, aunque también se le criticó de manera injusta con posterioridad por su temperamento afable y sentimental. Hoy la crítica valora en su justa medida al pintor sevillano que supo reflejar el momento en el que vivió, pasando del sentido de la religiosidad austera (Zurbarán) a otra que quiere acercar la santidad al pueblo llano en un lenguaje casi familiar, pero creando atmósferas cálidas y doradas. El artista, que realizó importantes ciclos pictóricos narrativos para distintos conventos sevillanos (franciscanos, capuchinos, etc.), se le conoce por diferentes temas iconográficos de carácter religioso entre los que destacan sus varias versiones de la ‘Inmaculada’, la ‘Virgen sedente con el Niño’ o la ‘Magdalena Penitente’. También destacó por sus pinturas de tipo profano y costumbrista, como la serie de niños pobres de la calle en la que vemos distintos mozalbetes comiendo uvas o melón o siendo despiojados.
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Mairena
Antonio Cruz García nació en Mairena del Alcor (Sevilla) el 7 de septiembre de 1909 y falleció en Sevilla el 5 de septiembre de 1983. Desde pequeño se inició en la profesión familiar de herrero y fue en la fragua donde comenzó a escuchar a los grandes cantaores de entonces, Manuel Torre, Joaquín el de la Paula y Niño Gloria, en las fiestas a las acudía con su padre. Tras las Guerra Civil se instaló en Carmona y más tarde entró en la compañía de Juanita Reina y fue contratado por Pastora Imperio y Amaya en el Fuancarral y en 1950 hizo una gira por Europa con el ballet de Teresa y Luisillo. Mairena fue un gran estudioso del flamenco, tiene la III Llave de Oro del Cante, la Medalla al Mérito en el Trabajo la Medalla de Oro de Bellas Artes y es Hijo Predilecto de Andalucía, a título póstumo.
ENRIQUE
Morente
Enrique Morente (Granada 1942-2010). Nacido en el barrio del Albaicín, fue uno de los cantaores que más ha contribuido a la renovación del cante flamenco en la segunda mitad del siglo XX. Con 14 años se marcha a Madrid y allí se relaciona con un grupo de aficionados, muchos de ellos universitarios, que le ponen en contacto con Pepe el de la Matrona, cantaor octogenario que había conocido a todos los grandes maestros, incluido don Antonio Chacón. En 1967 graba su primer disco titulado ‘Cante flamenco’, acompañado por Félix de Utrera, que obtuvo mención especial de la Cátedra de Flamencología en 1968. A lo largo de su dilatada carrera Enrique Morente supo imprimir a su arte la sabia vieja del conocimiento de los grandes maestros con sus propias aportaciones renovadas, no siempre comprendidas por los ortodoxos.
JOSÉ MANUEL
Moreno
La localidad gaditana de Chiclana de la Frontera se convirtió en centro de atención el 27 de julio de 1992. Acababan de comenzar los Juegos Olímpicos de Barcelona –concretamente, se trataba el segundo día de competición– y llegó el primer éxito para el deporte español, el primero de lo que fue una prolífica lista en dos semanas mágicas. José Manuel Moreno acaparó titulares en los periódicos y muchos minutos en la radio y la televisión al conseguir la medalla de oro en la prueba de un kilómetro contrarreloj en pista. Moreno Periñán, nacido en Ámsterdam e hijo de emigrantes, ya había demostrado que podía alcanzar la gloria olímpica un año antes, cuando se había proclamado campeón amateur en la prueba referida. Una estricta dieta y muchas horas de entrenamiento hicieron que el chiclanero, entrenado por el soviético Alexandr Nietsigorostev, llegara a la cita de Barcelona en plenitud de forma y no tuviera rival en la final. El éxito del deportista andaluz fue celebrado como merecía, porque no sólo se trataba de la primera medalla para el equipo español en los Juegos de 1992, sino también del primer metal olímpico en ciclismo, deporte que él empezó a practicar no muy joven (con 14 años).
ANTONIO
Muñoz Molina
Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1957) es un escritor y académico de Real Academia de la Lengua Española. Premio Príncipe de Asturias en 2013, es uno de los narradores de mayor riqueza del lenguaje castellano y registros literarios del último cuarto de siglo. Ha recibido varios premios por sus novelas y ensayos, entre ellos el premio Nacional de Narrativa y de la Crítica por ‘El invierno en Lisboa’ y el Planeta por ‘El jinete polaco’. ‘Beatus Ille’, su primera novela, ‘Beltenebros’, ‘ Plenilunio’, ‘La noche de los tiempos’, ‘Sefarad’, ‘El viento de la luna’, ‘Como la sombra que se va’, son algunos otros títulos de su pluma. La última novela acaba de salir al papel: ‘Un andar solitario entre gente’. En todas sus últimas creaciones hay siempre algo autobiográfico, de ajuste de cuentas consigo mismo.
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ANTONIO
Ordóñez
Hijo del matador de toros Cayetano Ordóñez ‘Niño de la Palma’, Antonio Ordóñez Araújo nació en Ronda en 1932 en el seno de una familia taurina, donde sus hermanos Cayetano, Juan, Pepe y Alfonso también se dedicaron a la fiesta nacional. El rondeño aunó valor y arte a partes iguales y está considerado como uno de los grandes toreros de la historia con una tauromaquia basada en el dominio del toro, una lidia sobria, serena y clásica y destacó por ser un buen estoqueador. Debutó en 1948, en la ciudad de Haro (La Rioja) anunciado con el nombre de ‘Niño de la Palma IV’. Apelativo que abandonó posteriormente. Tomó la alternativa el 28 de junio de 1951 en Las Ventas, de manos de Julio Aparicio de padrino y Litri de testigo. Fue el pistoletazo de salida de una brillante trayectoria en la que fue número uno durante varios años y donde compartió cartel y rivalidad en los ruedos con lo más granado en ese inicio de la segunda mitad del siglo XX. Mantuvo en las plazas una gran rivalidad con Luis Miguel Dominguín, que Ernest Hemingway –amigo del rondeño, al igual que Orson Welles–, inmortalizó en la obra ‘Verano sangriento’. Estuvo en activo hasta 1971, aunque desde este año y hasta 1981 toreó en la Corrida Goyesca de Ronda, que él contribuyó a asentar e internacionalizar como uno de los referentes de la temporada taurina en su condición de empresario de Ronda. Tuvo dos hijas, Carmen y Belén (casadas y separadas de los toreros Paquirri y Juan Carlos Beca Belmonte) y dos nietos toreros, Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez. Fue hermano mayor de la Cofradía de la Esperanza de Triana de Sevilla. Poseedor de la medalla de oro de las Bellas Artes, falleció el 19 de diciembre de 1998; parte de sus cenizas reposan en la plaza de Ronda.
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ISABEL
Oyarzábal
Isabel Oyarzábal Smith (1878-1974) fue actriz, periodista, ensayista, dramaturga, novelista, activista política y social. Estuvo afiliada a la UGT, militó en el PSOE y fue la primera mujer Inspectora de Trabajo por oposición y primera diplomática como embajadora en Suecia. Como la también malagueña Victoria Kent –también con familia de origen de Reino Unido, su madre era escocesa–, Oyarzábal formó parte de la generación de feministas cuyas aspiraciones de cambiar las condiciones de la mujer en España se vio interrumpida por la guerra civil. Se casó con Ceferino Palencia, abogado, hijo del dramaturgo del mismo nombre y la actriz María Tubau. Se exilió tras la guerra y falleció en México. Escribió para numerosos periódicos, siendo su aportación más relevante la que realizó para ‘El sol’ antes de la guerra en las llamadas ‘Crónicas femeninas’, que firmaba con el seudónimo de Beatriz Galindo. ‘Hambre de libertad’ es el título de sus memorias.
MANUEL
Orantes
El tenista está considerado como la personalidad más destacada del deporte nacida en Granada. Su esplendor llegó en la década de los setenta y los ochenta, solapado en parte con Manolo Santana. Ganó 33 títulos individuales, el más importante el del Abierto de los Estados Unidos de 1975 (tras un 6-4, 6-3 y 6-3 ante Jimmy Connors), además del Masters de 1976 (primer español en adjudicárselo), un subcampeonato en Roland Garros en 1974 y la plata olímpica en México 1968 (siendo el tenis aún deporte de exhibición). Orantes jugó una final de Copa Davis y tiene un gran balance (60-27) en el torneo, al que está muy ligado, ya que durante muchos años ejerció de capitán.
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PABLO RUIZ
HERMANOS
Picasso
Pinzón
Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881-Mougins, Francia, 1973) es el más universal de los pintores españoles del siglo XX. Nace en la plaza de la Merced de Málaga y es bautizado en la cercana parroquia de Santiago. Sabemos que a los ocho años ya pintaba bajo la dirección de su padre, aunque será dos años más tarde cuando, al trasladarse la familia a La Coruña, realice sus primeras obras en las que ya mostraba la promesa de su fuerte personalidad como artista. Posteriormente la familia se traslada a Barcelona y el joven Picasso supera con facilidad el examen de ingreso en la Escuela de la Lonja. En la ciudad condal vivió nueve años y pronto dio el salto al París de las vanguardias donde entabló amistad con los más destacados artistas e intelectuales del momento. Su aportación al cubismo, en sus diferentes modalidades, y su frenética actividad pictórica lo convirtieron muy pronto en uno de los pintores más reconocidos y rompedores del panorama europeo. Picasso, que además de pintor y dibujante fue escultor y ceramista, está considerado en la actualidad como uno de los más grandes genios del arte del siglo XX. Su obra, excepcional en sus diferentes etapas, marcó toda una época con obras tan significativas como ‘Las señoritas de Aviñón’ de 1907, considerada el alba del cubismo, o el famoso ‘Guernica’ de 1937 tenido por uno de los mayores alegatos contra la guerra y a favor del pacifismo. La obra del pintor malagueño, de difícil clasificación al asimilar tantas corrientes de la modernidad, es ciertamente universal, abarca multitud de aspectos y no se ciñe a visiones locales o nacionales. Su genialidad inquieta le llevó a una constante búsqueda de nuevos senderos, pues nada le horrorizaba tanto como repetirse. Conocidas son sus dos etapas marcadas por un color: el azul, influido por la tristeza tras el suicidio de su gran amigo Carlos Casagemas en 1901; o el periodo rosa, con la bella Fernande como la primera de las muchas mujeres de su vida en el París de los años posteriores a 1904. Periodos fugaces entre Barcelona y París hasta sumergirse en el cubismo.
Los hermanos Pinzón –Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y Francisco Martín Pinzón– fueron unos marineros y exploradores de Palos de la Frontera de finales del siglo XV y comienzos del XVI, que han pasado a la historia por participar de forma activa en el viaje de Cristóbal Colón que supuso el descubrimiento de América en 1492. Pertenecían a una familia de economía holgada y tenían prestigio en la zona por sus viajes comerciales. El que la expedición de las tres carabelas saliera de Palos se debió en parte a sus gestiones para reunir marinos y contribuciones económicas. Martín Alonso y Vicente Yáñez, capitanes de las carabelas La Pinta y La Niña, son los hermanos más famosos. Especialmente lo fue Martín Alonso (14411493), cuya gestión en la travesía influyó de tal manera que los historiadores le atribuyen el mérito de codescubridor junto al almirante Colón. Si bien la vuelta fue tan tremenda para su embarcación que murió al poco tiempo. Vicente Yáñez, el menor de los tres, además de participar en el primer viaje de Colón, realizó otros por su cuenta y se le atribuye el descubrimiento del Brasil.
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PASTORA MARÍA
Pavón ‘Niña de los Peines’
EMILIO
Prados
Emilio Prados es uno de los poetas más representativos de la Generación del 27, y su labor de divulgación cultural a través de la revista malagueña ‘Litoral’ fue importantísima. Nació en Málaga el 4 de marzo de 1899. Tras pasar por la Institución Libre de Enseñanza y viajar por Europa, heredó de su padre la imprenta Sur que le permitiría fundar junto a su amigo Manuel Altolaguirre ‘Litoral’. La revista se convirtió en aglutinador de las vanguardias en todos los campos artísticos: poesía, música y pintura, y consiguieron la colaboración de artistas de la talla de Jorge Guillén, Moreno Villa, Manuel de Falla, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Ángeles Ortiz o Federico García Lorca entre otros. Fue acogido por Octavio Paz en su casa cuando fue al exilio en México. Murió en México en 1962.
Nombre artístico de Pastora María Pavón Cruz, originado por cantar la letra de un tango que comenzaba ‘Péinate tú con mis peines...’. Hermana de Tomás y Arturo Pavón y casada con Pepe Pinto, nació en Sevilla el 10 de febrero de 1890. Fue una genial cantaora que todo lo hizo bien. En el carmen granadino de Manuel de Falla conoció a García Lorca, con quien más tarde coincidió en Madrid en el domicilio de La Argentina y donde el poeta granadino solía acompañarla al piano, dando lugar a los cantes llamados lorqueñas. En 1923 actuó en el Palacio Carlos V de Granada junto a Manuel Torre, al año siguiente, con motivo de la visita de los Reyes de Italia, cantó en la embajada italiana, en 1928 realizó una gira por España con Antonio Chacón; dos años después fue contratada por Pastora Imperio para ‘Las calles de Cádiz’, más tarde en unión de Pepe Pinto estrenó el espectáculo ‘España y su cantaora’ y en 1968, el 19 de diciembre, se le inauguró un monumento en la sevillana Alameda de Hércules. La considerada como una de las voces más importantes del flamenco, falleció el 26 de noviembre de 1969 en su ciudad natal. El poeta Ricardo Molina dijo de ella: « Pastora es la encarnación viva del cante flamenco, como Bach lo fue de la música».
MARIANA
Pineda
La granadina Mariana Pineda ( 1804-1831) fue un personaje idolatrado por los movimientos liberales del siglo XIX y entró definitivamente en la leyenda gracias al poeta Federico García Lorca. Se casó con quince años y tres más tarde enviudó de don Manuel de Peralta y Valte, que le había transmitido sus ideas liberales. En la llamada década ominosa coincidente con la vuelta del rey Fernando VII se implantó un feroz absolutismo con despiadadas represalias contra el liberalismo. Mariana Pineda, desde la clandestinidad doméstica, ayudaba en lo que podía a los liberales perseguidos y pronto fue denunciada. El subdelegado principal de la policía, Ramón de Pedrosa, sería el verdadero verdugo de Mariana, quien consiguió para ella la pena de muerte, al parecer por despecho amoroso.
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LUISA ROLDÁN
La Roldana
LUIS
RAFAEL MARTOS
Rojas Marcos
Raphael
Luis Rojas Marcos nació en Sevilla en 1943, de madre cántabra y padre sevillano. Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Bilbao (1975) y en Ciencias Médicas por la Universidad del Estado de Nueva York (1977), se especializó en psiquiatría en el Hospital Bellevue y la Universidad de Nueva York (1969-1972). En 1972 fue premiado por el Instituto Nacional de Salud Mental estadounidense con una beca de tres años para investigar los efectos de la barrera del lenguaje en inmigrantes enfermos mentales que tenían dificultad en expresarse en inglés. Sus investigaciones lograron que el Municipio de la ciudad de Nueva York promulgara la Ley de Intérpretes en las Urgencias, por la que se obliga a todos los hospitales de la ciudad a disponer de intérpretes para que los médicos puedan comunicarse con los pacientes inmigrantes en su lengua materna. Desde 1981 hasta 2005 ha desempeñado diversos cargos directivos en Nueva York, desde estar al mando de los Servicios Psiquiátricos de los once hospitales generales, servicios de urgencias y ambulatorios hasta llegar a presidente del citado sistema de salud de la gran urbe. Desde estos puestos trabajó de forma intensa en la recuperación psicológica de los afectados en los atentados del 11S de Nueva York. En 2013, Rojas Marcos recibió el Premio Gabarrón Internacional de Ciencia e Investigación «por sus investigaciones durante cuatro décadas en el campo de la Psiquiatría y sus contribuciones a la ciencia y a la sociedad». En la actualidad compagina su labor académica como profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York on la gestión, como director ejecutivo, de Médicos Afiliados de Nueva York.
Nació el 5 de mayo de 1943 en Linares, Jaén. Su familia se trasladó a Madrid cuando tenía nueve meses de edad. Comenzó a cantar con sólo tres años; se unió al coro de niños del colegio San Antonio; los Escolapios le dieron de comer, durante años, a cambio de contar con su voz en el coro. Con nueve consigue su primer premio en Salzburgo, Austria, a la mejor voz infantil de Europa. Sus dos ídolos por entonces eran Elvis Presley y Edith Piaf. Comenzó su carrera profesional en el sello discográfico Philips. Para distinguirse adoptó la «ph» del nombre de la compañía y se renombró ‘Raphael’. En 1960 Francisco Gordillo, que tenía una editorial de música, se convertiría en su representante y lanza sus primeras canciones «Tú, Cupido», «Inmensidad», «Te voy a contar mi vida» y «Perdona Otelo». Raphael fue la primera estrella española global. Pronto fue conocido en Italia, Francia, Alemania, Japón o Australia. En 1967 canta en el Madison Square Garden de Nueva York de la mano de Brian Epstein (manager de Los Beatles). Ha actuado en los teatros más importantes, como el Carnegie. En 2003 recibió un trasplante de hígado. Se recuperó rápidamente y regresó a los escenarios con la gira ‘De Vuelta’. Casado con Natalia Figueroa, tiene tres hijos.
JUANITA
Reina
Juanita Reina (Sevilla 1925-1999). Nacida en la calle Parras del barrio sevillano de la Macarena, fue cantante y actriz española y una de las figuras destacadas de la copla andaluza. Aprendió a bailar con Enrique el Cojo y con 13 años actuaba en el teatro Cervantes donde se dio a conocer como cantante. Pronto monta espectáculos propios cantando con la colaboración de los famosos autores Quintero, León y Quiroga. En 1941 debuta en el cine con la película ‘La blanca paloma’, realizando después ‘La Lola se va a los puertos’, de los hermanos Machado, y ‘Lola la Piconera’ de José María Pemán. En 1992 participó en el espectáculo ‘Azabache’ junto a Rocío Jurado, Nati Mistral, María Vidal e Imperio Argentina. Recibió la Medalla de Andalucía ese año y dos después Sevilla le dedicó una glorieta.
Luisa Roldán ‘La Roldana’ (1654-1704). Se trata de una de las escasísimas artistas españolas cuya fama ha trascendido a través del tiempo. Hija del famoso escultor Pedro Roldán, nació en Sevilla mediado el siglo XVII y aprendió el oficio en el taller de su padre. Conoció a un oficial de taller (Luis Antonio de los Arcos) y pronto decidieron contraer matrimonio, lo que no tuvo la aprobación paterna. Así que después de casarse casi en secreto montaron taller propio en Sevilla y, después, en Cádiz. De este periodo son las esculturas del ‘Ecce-Homo’ y de ‘San Germán y San Servando’ de la catedral de Cádiz. Para probar fortuna viajaron a la Corte y allí la Roldana sería nombrada escultora de Cámara de los reyes Carlos II y Felipe V, aunque murió viuda y pobre en los primeros años del siglo XVII. Su obra hoy está en museos como el Metropolitan de Nueva York.
PEDRO
Romero
El considerado como precursor del toreo a pie nació en Ronda en 1754 en el seno de una familia taurina ya que su padre y su abuelo fueron matadores de toros. Pedro Romero comenzó su andadura en los ruedos en la cuadrilla de su progenitor como segundo espada, donde aprendió y dio el salto a la primera línea taurina. Se le considera el fundador de la escuela rondeña del toreo y sus preceptos taurinos marcaron el devenir de la tauromaquia con el capote, la muleta y el estoque –fue considerado un gran estoqueador, uno de los mejores de la historia–. A lo largo de su trayectoria, según las crónicas, mató unos 5.600 toros sin haber recibido ni una sola cogida y mantuvo una gran rivalidad en el ruedo con Pepe Hillo. Murió en 1839 a los 85 años.
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MIGUEL
Ríos
Nace en Granada en 1944 en el barrio obrero de La Cartuja y pronto se marcha a Madrid donde cambia su nombre por el de Mike Ríos, ya que desde el primer momento apuesta por un modelo de rock en español. Su primer gran éxito en 1969 tuvo repercusión mundial: ‘Himno de la alegría’ basado en un fragmento de la Novena Sinfonía de Beethoven. Vendió siete millones de copias. Su estilo ha variado a lo largo de los años, del rock and roll al rock sinfónico, e incluso al jazz con Big Band o blues. ‘Rock and Rios’ de 1982 es su álbum de mayor tirón. En 1996 realiza la gira ‘El gusto es nuestro’ con Ana Belén, Víctor Manuel y Joan Manuel Serrat, una de las más exitosas llevadas a cabo en España. En 2010 hizo una gira de despedida. En 2014 la Junta lo nombró hijo predilecto.
MARÍA JOSÉ
Rienda
La granadina María José Rienda es una de las mayores leyendas del esquí español gracias a una exitosa carrera que empezó cuando era sólo una niña. Sus padres trabajaban en un edificio en Sierra Nevada y ella tuvo el privilegio de formarse en el colegio de la estación. Era inevitable que su pasión por la nieve se desarrollada muy pronto. Con 14 años ya se marchó a Barcelona para compatibilizar los estudios con el deporte de élite y pronto llegaron los triunfos. Es la española con más victorias en la Copa del Mundo de esquí alpino (seis) y llegó a participar en cinco Juegos Olímpicos. En 2006 fue además la abanderada del equipo español en la edición de Turín. En 2011, dejó el esquí profesional tras dos décadas compitiendo. Ese año el CSD le otorgó la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo. En la actualidad es la directora general de Deportes de la Junta de Andalucía.
HERNÁNDEZ
Regino
A sus 26 años, este joven nacido en Ceuta pero criado en Mijas desde que tenía un año, ya sabe lo que es alcanzar la gloria olímpica. Este año, en sus terceros Juegos de Invierno, logró traerse de Pyeongchang el bronce en la modalidad de ‘boardercross’, en la que es especialista. El ‘rider’ forma parte de esa nueva hornada de deportistas de invierno que ha vuelto a pasear la bandera española por todo el mundo. Aunque de niño probó con el balonmano, pronto empezó a tener contacto con los deportes de nieve ya que sus padres, que regentaban una tienda de deportes extremos, eran muy aficionados. Con un talento innato sobre la tabla, al principio se inclinó por el ‘freestyle’, pero cuando probó el ‘boardercross’ o ‘snowboard cross’ (descensos por pistas con obstáculos y curvas) ya no hubo vuelta atrás. Con sólo 17 años, debutaba en sus primeros Juegos de Invierno, en Vancouver. Un años después, en 2011, logró su primer gran éxito internacioal, al convertirse en campeón mundial júnior. En 2017 se colgó la plata por equipos junto a Lucas Eguibar en Sierra Nevada, su estación de referencia. Muy aficionado a los videojuegos y al universo manga y la cultura nipona y a las Harley-Davidson, Regino espera competir en al menos dos Juegos Olímpicos más.
JULIO
Romero de Torres
Julio Romero de Torres (1874-1930) nació en Córdoba y es hijo del pintor Rafael Romero Barros. Desde niño recibe una sólida formación pictórica de su progenitor, que él después iría acrecentando con influencias recibidas: romanticismo, impresionismo, naturalismo social, modernismo simbolista, academicismo folclorista o realismo fotográfico. De todas Romero de Torres extrajo enseñanzas para crear su impronta artística y su estilo inconfundible, de tanto éxito en su época como cuestionado después de su muerte. A partir de los años setenta la crítica hace una relectura de su obra. Entre retratos, paisajes o figuras femeninas, destaca una visión muy personal del alma de la ciudad de Córdoba: sensual y mística y con una visión melancólica del flamenco y la tauromaquia.
S
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CARMEN
Sevilla
María del Carmen García Galisteo (Sevilla, 1930), actriz y cantante conocida como Carmen Sevilla. Empezó en el cante y baile siendo niña, y cuando cuenta doce años actuó por primera vez sobre un escenario formando parte de la compañía de Estrellita Castro, en el espectáculo ‘Rapsodia española’. Después se incorporó a las compañías del Príncipe Gitano y de Paco Reyes. Aunque se le ha encasillado muchas veces de folclórica en el cine, su trayectoria es mucho más amplia. Entre sus muchas películas en este ámbito con los famosos de la época se encuentran ’Jalisco canta a Sevilla’ con Jorge Negrete en 1947, ‘Cuentos de La Alhambra’ (1950), de Florián Rey, ‘La hermana San Sulpicio’ (1952), de Luis Lucia, y ‘Violetas imperiales’ (1952) de Richard Pottier. También fue la protagonista de ‘Pan, amor y Andalucía’ (1958) de Javier Setó o ‘El balcón de la luna’ (1962), junto a Lola Flores y Paquita Rico.. El director español Juan Antonio Bardem le dio un papel en ‘La venganza’ (1957), primera película española candidata al Premio Óscar a la mejor producción de habla no inglesa. Su fama como heroína de numerosos melodramas indigentes, además traspasó las fronteras y trabajó en producciones como ‘El deseo y el amor (H. Decoin), ‘La bella de Cádiz’ ( R. Bernard, 1953) y ‘El amor de Don Juan’ ( J. Berry, 1956) ‘Aventura para dos’ (D. Siegel, 1958), ‘Europa di notte’ (A. Blasetti, 1959), ‘Rey de reyes’ (Nicholas Ray, 1961, en el papel de María Magdalena), ‘Marco Antonio y Cleopatra’ (Chalton Heston, 1972, en el papel de Octavia). Ya en los últimos años hizo de presentadora en televisión recuperando la popularidad que tuvo en su juventud y madurez.
Andaluces por la Humanidad
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NICOLÁS
Salmerón
LUCIO ANNEO
Séneca
Lucio Anneo Séneca (4 a.c. y 65 d. c.) fue un filósofo, político, orador y escritor romano nacido en la Córdoba romana y conocido por sus obras de carácter moralista. Séneca pasó a la historia como el máximo representante del estoicismo y moralismo romano tras la total decadencia de la república de Roma. Fue cuestor, pretor y senador del Imperio romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de ministro, tutor y consejero del emperador Nerón. Por sus actividades políticas –llegó a ser el principal orador del Senado– recibió diversas condenas que le llevaron al exilio a Córcega durante ocho años. En un viaje posterior a Sicilia escribió sus ‘Cartas a Lucilo’, con sabios consejos y reflexiones, un ensayo. Condenado a muerte, él mismo se dio muerte.
Nicolás Salmerón Alonso (1838-1908) fue presidente de la primera República en el siglo XIX, aunque ocupó el cargo mes y medio al dimitir para no tener que firmar sentencias de muerte. Nació en la localidad almeriense de Alhama la Seca, fue hijo de un médico liberal que participó en el pronunciamiento de Almería conocido como ‘Los coloraos’. Comenzó sus estudios en Almería en 1846, pasando a Granada donde estudió Derecho y Filosofía y Letras, entablando entonces amistad con Giner de los Ríos y Julián Sanz del Río. En 1864 obtuvo la cátedra de Historia Universal de Oviedo, aunque permaneció en Madrid hasta obtener la de Metafísica. Desde joven conoció el krausismo, lo que le llevó a evolucionar hacia el positivismo. Se afilió al Partido Democrático, siendo detenido durante el reinado de Isabel II junto a Pi y Margall. Con la Revolución del 68 se traslada a Madrid, presentándose a diputado por Almería, pero no salió y luego sí por Badajoz. Con la llegada de la primera República fue ministro y presidente de las Cortes Generales. En 1873 fue elegido presidente del poder ejecutivo (lo que hoy sería primer ministro), cargo en el que solo estuvo mes y medio. Con la vuelta de la restauración borbónica, Salmerón se exilió en París y no volvió hasta la muerte de Sagasta en 1881.
MARQUÉS DE
Salamanca
José de Salamanca y Mayol, marqués de Salamanca, nació en Málaga en 1811 dentro de una familia aristocrática que también se dedicó a los negocios. Fue influyente estadista, impulsor del ferrocarril y un gran hombre de negocios durante el periodo de Isabel II, lo que le llevó a poseer en sus mejores momentos la mayor fortuna de España. Establecido en Madrid, desarrolló un gran talento para los negocios y fue un adelantado a su tiempo. Su paso por la política (llegó a ser ministro de Hacienda) también le llevó a vivir sinsabores y éxitos. Invirtió en ferrocarriles, en la Bolsa de Madrid e intentó crear sin éxito el Banco de Isabel II, precursor del Banco de España. A él debe su nombre el barrio madrileño de Salamanca, cuya construcción impulsó y le llevó a morir en la ruina en 1883.
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ANDRÉS
Segovia
Andrés Segovia Torres (Linares, 1893-Madrid, 1987) está considerado como el más grande guitarrista del siglo XX al elevar este instrumento a la cumbre de la música clásica. Estudió guitarra en Granada y pronto se hizo un hueco en Madrid y en el mundo. Autores como el británico Cyril Scott, el italiano Mario Castelnuovo-Tedesco, el brasileño Heitor Villa-Lobos y el español Federico Moreno Torroba compusieron piezas especialmente para él. El compositor mexicano Manuel Ponce realizó una copiosa producción de obras para la guitarra sola y orquesta dedicadas a este insigne guitarrista. Segovia transcribió también muchas piezas clásicas, incluido el repertorio vihuelístico del Renacimiento y el repertorio laudístico del Barroco. Impartió clases en numerosas universidades y realizó varias giras por Europa, América y Japón, donde era adorado. Recibió varios títulos honoris causa y el Rey Juan Carlos le concedió el de marqués de Salobreña.
JOAQUÍN
Sabina
Joaquín Sabina, nacido en Úbeda (Jaén) en 1949, es una de las principales figuras de la música contemporánea española, con 17 discos publicados y más de diez millones vendidos, además de componer para otros muchos artistas como Ana Belén, Andrés Calamaro o Miguel Ríos, entre otros. Su amplia discografía incluye álbumes en solitario o junto con otros artistas: La mandrágora (1981), junto a Javier Krahe y Alberto Pérez; ‘Dos pájaros de un tiro’ (2007) y ‘La orquesta del Titanic’ (2012), junto a Joan Manuel Serrat. En su faceta literaria Sabina ha publicado nueve libros con recopilaciones de letras de canciones o poemas publicados en el semanario Interviú.
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MARCO ULPIO
JOAQUÍN
Trajano
Turina
Marco Ulpio Trajano (53117) nació en Itálica, cerca de la actual Sevilla y una de las ciudades más pujantes del imperio romano en la península Hispania. Fue joven soldado en Siria y Germania con su padre, entre otros lugares del vasto imperio. Fue cuestor, pretor y legado. En el 96 se convirtió en gobernador de la Germania inferior y fue conocido como uno de los mejores generales del imperio. Su bravura como militar y afecto de sus soldados es lo que convence a Nerva para «adoptarle» como sucesor. Al morir este se convierte en emperador el 27 de enero del 98. Fue el primer emperador no itálico, lo que evidenció que la metrópolis estaba perdiendo su poder central. Trajano fue acogido con gran entusiasmo por el pueblo, que prefirió su buen gobierno sin el derramamiento de sangre de sus antecesores. Para la historia fue el gran emperador que llevó el imperio a su extensión más amplia tras vencer a los dacios (6,5 millones de kilómetros cuadrados), lo que le valió en Roma el título de ‘dácico’. La columna de Trajano, aún conservada, fue construida para celebrar sus victorias. No fue la única construcción. Su reinado se caracterizó por ser un periodo de grandes obras públicas, como caminos, infraestructuras y edificios civiles, tanto en Italia, las tierras conquistadas como en su Hispania natal. Era un guerrero pero lo que ganaba lo invertía en el territorio. Precisamente su atención con las necesidades de su pueblo hizo que su popularidad fuera grande y que el historiador Plinio el Joven le apodara ‘Optimus Princeps’, el mejor de los príncipes. «Trajano supo traer alegría a los romanos. Él nos ordenó ser felices, y lo seremos», escribió Plinio.
Joaquín Turina (Sevilla, 1882-1949). Célebre compositor, musicólogo destacado representante del nacionalismo musical en la primera mitad del siglo XX junto a Manuel de Falla e Isaac Albéniz. Sus obras más representativas responde al impresionismo musical español, como sus ‘Danzas fantásticas’, ‘La procesión del Rocío’ y ‘Sinfonía sevillana’. Turina fue pianista profesional, director de orquesta, profesor de composición, crítico musical, pedagogo, conferenciante, escritor y fotógrafo. Fue uno de los creadores del sinfonismo contemporáneo español, que partió de las bases sentadas por Isaac Albéniz. En 1905 Turina se instala en París y se inscribe en las clases de composición de Vincent D’Indy en la Schola Cantorum, y estudia piano con Moritz Moszkowski. En 1907 se presenta al público parisino en la Sala Aeolian, junto al Cuarteto Parent, y estrena su Quinteto en sol menor que desde ese momento clasifica como opus 1. Isaac Albéniz, presente en el concierto, facilita la edición del quinteto y recomienda a Turina que componga música de inspiración española. En 1913 culmina su periodo de formación en la Schola Cantorum y estrena con enorme éxito en el Teatro Real de Madrid ‘La procesión del Rocío’ por la Orquesta Sinfónica de Madrid bajo la dirección de Enrique Fernández Arbós. El estallido de la Primera Guerra Mundial fuerza la salida de París y el retorno definitivo de Turina a Madrid. Tuvo una intensa actividad como concertista de piano, director de orquesta, maestro concertador en el Teatro Real en las mismas fechas que, como compositor, estrenaba las ‘Danzas fantásticas’ (1919), la ‘Sinfonía sevillana’ (1920),‘Sanlúcar de Barrameda’ (1921), ‘La oración del torero’ (1925). Muere en Madrid.
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JULIA
Uceda
Julia Uceda Valiente (Sevilla, 22 de octubre de 1925), profesora y poeta. Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla, ha sido profesora en Estados Unidos e Irlanda. En 1976 regresa a España y se instala en Galicia. Es catedrática de Literatura Española de Institutos Nacionales de Enseñanza Media y de Escuelas Universitarias. Sus primeros libros, escritos antes de la década de los 60, muestran una poesía comprometida, escéptica frente a los planteamientos religiosos de la época. En los años 60 inicia una nueva etapa, con una poesía más reflexiva que los críticos han comparado con la de José Hierro. Publica su primer libro, ‘Mariposa en cenizas’, en 1959, pero el reconocimiento de su obra no llega hasta comienzos del siglo XXI gracias al volumen recopilatorio ‘En el viento, hacia el mar’, que le valió el Premio Nacional de Poesía en 2003. A partir de ese momento, se suceden los galardones (Premio Luis de Góngora de las Letras Andaluzas 2006, Premio de la Crítica de Poesía Castellana 2006 o el Premio Nacional de la Crítica 2007) y los reconocimientos oficiales (Hija Predilecta de Andalucía 2005, Hija Adoptiva de Ferrol 2009 o Medalla de Oro al mérito a las Bellas Artes 2016). Para Juana Castro la obra de Uceda posee una calidad y una vigencia que parece estar escrita ahora mismo por una autora joven. Otros libros de poesía suyos son: ‘Mariposa en cenizas’. 1959. ‘Extraña juventud’, 1962. Poesía.’Poemas de Cherry Lane’. ‘Viejas voces secretas de la noche’, 1982.
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DIEGO
Velázquez
Diego de Silva y Velázquez (1599-1660) nace en Sevilla y allí comienza su aprendizaje en el taller del pintor y tratadista Francisco Pacheco, que terminaría siendo su suegro. Desde muy pronto muestra una evidente genialidad en sus primeras obras, de gran naturalismo, y siendo aún joven se traslada a la Corte, donde el rey Felipe IV le nombra pintor y aposentador de Cámara. Allí desarrollará su actividad hasta su muerte, encargándose de las colecciones pictóricas reales, que se acrecentarían con sus viajes a Italia para adquirir obras de los grandes maestros, y de pintar los retratos de la familia real y otros personajes de la Corte. Velázquez comprendió que la luz no sólo ilumina los objetos, sino que permite ver el aire interpuesto entre ellos y que ese aire hace que las formas pierdan precisión, y los colores brillantez y limpieza, en palabras del profesor Diego Angulo. Los años sevillanos de Velázquez, sin embargo, aun serían de lucha con el natural y la luz. Época de bodegones y de composiciones sencillas pero de gran realismo, como la ‘Vieja friendo huevos’ hoy en la Galería Nacional de Londres o ‘El Aguador de Sevilla’ del Museo Wellintong de la misma ciudad. El conocimiento directo de las obras de Rubens en las colecciones reales de Palacio y su primer viaje a Italia influyeron de manera decisiva en la transformación del estilo velazqueño. De ello son ejemplos ‘La Fragua de Vulcano’ o ‘La Rendición de Breda’, ambos en el Museo del Prado. Pocos años antes de morir pintó una de las grandes creaciones artísticas de la Historia del Arte mundial: ‘Las Meninas’.
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PASIÓN
Vega
Ana María Alías Vega, conocida por Pasión Vega, una de las mejores voces de la música actual, nació en Madrid en 1976, pero creció en el barrio de Nueva Málaga de la capital malagueña de donde es originaria su familia. En 1992 y con 16 años se presenta a un concurso de radio, quedando en tercer lugar y ganando al año siguiente, en 1993. El premio consistió en la edición de su primer single en vinilo con el título ‘Estos detalles’. Después fue bautizada artísticamente como Pasión Vega por el creativo onubense Pedro Pérez Flores. En 1994 y también en Málaga se alza con el primer premio en el X Certamen de Malagueñas. Poco después gana el concurso televisivo Pasa la vida de TVE para jóvenes valores interpretando la copla ‘Romance de la otra’. Su primer éxito musical le llega a través de su brillante interpretación de ‘Ojos Verdes’. En escena, obtiene una extraordinaria acogida en su presentación en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Su confirmación fue en 2003 con ‘Banderas de nadie’. Versiona, siguiendo el estilo Carlos Cano, canciones y coplas de siempre e interpreta otras nuevas con una voz cálida, dulce y profunda que la hacen diferente y única en su género.
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MARÍA
THERESA
Zambrano
Zabell
La gran filósofa María Zambrano nació en Vélez Málaga en 1904. A los cuatro años se traslada a Madrid y a Segovia, donde transcurre su adolescencia.Volvió a Madrid en 1924 y cursó estudios de Filosofía y Letras, de la mano de Manuel Bartolomé Cossío o Xavier Zubiri. Este último marcaría sus inicios profesionales. En su haz de relaciones destaca José Ortega y Gasset, José Antonio Maravall, Julián Besteiro, Maruja Mallo, Valle-Inclán, Rafael Dieste, Antonio Machado, Luis Cernuda, Miguel Hernández... Su prestigio como ensayista crecía parejo a un compromiso social que le llevó a participar en las Misiones Pedagógicas y a sumarse al manifiesto de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura el mismo 18 de julio de 1936. Marchó al exilio al terminar la contienda civil para no regresar hasta 1984, ya con un sólido y profuso bagaje. Tras pasar por ciudades como París, Nueva York o La Habana se instala en México, donde conoce a Octavio Paz y León Felipe. En este año comienza un periodo de intensa actividad literaria marcada por el exilio y publica ‘Pensamiento y poesía en la vida española’ y ‘Filosofía y poesía’. Después de pasar por la Universidad de Puerto Rico viaja en 1946 a París, donde conoce a Albert Camus y a René Char. De 1948 a 1953 reside en La Habana y posteriormente en Roma, donde escribe algunas de sus obras más importantes, como ‘El hombre y lo divino’, ‘Los sueños y el tiempo’ y ‘Persona y democracia’, entre otras. En 1964 abandona Roma para instalarse en Francia y en este periodo de retiro su propuesta filosófica adquiere un tono místico que se refleja en obras como ‘Claros del bosque’ o ‘De la Aurora’. Murió en Madrid en 1991
La regatista fuengiroleña, aunque nacida en Ipswich (Inglaterra), es la deportista malagueña más laureada en unos Juegos Olímpicos, con dos dos oros, ambos en la categoría 470 de vela, tanto en Barcelona 1992 como en Atlanta 1996. En la primera ocasión su pareja fue Patricia Guerra, y cuatro años después, Begoña Vía Dufresne. La malagueña, que fue eurodiputada en el Parlamento entre 1999 y 2004, posee un palmarés cargado de triunfos como los demuestran sus cinco campeonatos del mundo (1985, 1992, 1994, 1995 y 1996), tres campeonatos de Europa (1991, 1992 y 1994), además de ser en tres ocasiones la número 1 del ‘ranking’ mundial. Asimismo, fue catorce veces campeona de Semanas Olímpicas Internacionales y doce veces campeona de España. Theresa Zabell cultivó la afición por la vela desde niña e inició su carrera deportiva en el verano de 1979. Su primer gran triunfo internacional fue en el año 1985, cuando se proclamó Campeona del Mundo de la Clase Europa, en La Rochelle (Francia). Fue ya en 1991 cuando consiguió por primera vez ser campeona de Europa de 470, la clase (olímpica) que más gloria le aportó. Su espléndido palmarés la permitió ser elegida en dos ocasiones Mejor Deportista Española y se le otorgó como distinción por su trayectoria y dedicación la Medalla de Oro al Mérito Deportivo y del Comité Olímpico Español. Asimismo, el 11 de noviembre de 1994 fue elegida mejor regatista femenina mundial por la Unión Internacional de Vela. Zabell ha trabajado para Arthur Andersen y TZ Sports, y actualmente es presidente ejecutiva de la Fundación Ecomar (que denota su compromiso con el medio marino). Como dirigente deportivo, ha sido vicepresidenta del COE, siendo la primera mujer en llegar a esta posición.
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