Miércoles, 18 de febrero de 2015 Nº 41 @aladar_cultura
El músico, que fundó la banda Malevaje hace 31 años, repasa la situación de España y de la cultura
EL TANGO Y LA VIDA SEGÚN
Antonio Bartrina ‘Spokon’ o cómo se vive el deporte en el ‘manga’
Última entrega del serial sobre el genio Billy Wilder
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Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Miércoles, 18 de febrero de 2015
Manga
La variedad y la interconexión de los géneros manga sólo se pueden comparar con el cine, pero los dibujos presentan además la excepcionalidad de dirigirse sin complejos a las grandes minorías; eso los enriquece y da mucha libertad a los creadores
SPOKON La superación mediante el deporte Augusto F. Prieto {Como todas las sociedades evolucionadas, los japoneses son muy aficionados a los deportes. Además de competiciones clásicas como el sumo, el kyudo, el kendo y otras artes marciales, el béisbol goza de gran popularidad –tras ser introducido por los americanos durante la Restauración Meiji–, lo mismo que el fútbol o el automovilismo. El país ha organizado destacados juegos de invierno y la capital está planeando su segunda olimpiada. Es el marco ideal para que el manga deportivo –conocido como spokon– florezca, y sea un sector fácilmente exportable a otras culturas con las que comparte intereses similares. Estos cómics deben entenderse siempre en una trama de superación personal, están protagonizados por jóvenes e intercalados de romances. Su ambientación en los medios urbanos más humildes, donde los logros se consiguen a través de la voluntad y el sacrificio, los arraigan entre las clases trabajadoras que se sienten cercanas a sus peripecias. Se da la curiosidad de que los ava-
tares de algunos deportistas han aparecido dibujados en la ficción. Es curioso y muy gratificante que los editores españoles estén licenciando gran variedad de disciplinas para intentar llegar a un amplio público, tanto masculino como femenino. Es de ley destacar en primer lugar Real, de Takehiko Inoue, editado por Ivrea, entre cuyos roles están dos jóvenes discapacitados que juegan al baloncesto en silla de ruedas y que se verán ayudados por otro muchacho en un intento de deshacerse del remordimiento por un accidente del que se siente responsable; una temática profundamente social, concienciada y solidaria. Dedicado al mismo deporte y del mismo autor, en Slam Dunk será Sakuragi, un adolescente pandillero, el que consiga la redención mediante el baloncesto, en búsqueda de la definitiva conquista amorosa. La liga intergaláctica se juega sólo entre extraterrestres en las postrimerías del siglo XXI, cuando un muchacho se ve obligado a formar un equipo de seres humanos para entrar en la competición; Buzzer Beater –tam-
Arriba, Akira, Ringo (siluetada) y Cosplay, dos fanáticos vestidos como los protagonistas de este ‘manga’. Entre medias, ‘Slam Dunk’, de Takehito Inoue. ‘Air Gear’ se centra en el mundo del patinaje extremo. A la derecha, Ikki, el protagonista.
bién de Inoue– sólo se puede encontrar de momento en inglés. Como no podía ser de otra manera, el fútbol ocupa un lugar destacado en el spokon traducido. Interesa en nuestro país, pero quizás el hecho de que no aparezcan en él las camisetas emblemáticas con las que los aficionados sufren y disfrutan cada semana en los campos lo aleja un poco de los circuitos de la hinchada. Inazuma Eleven –Once relámpagos– es más conocida a través de las consolas y de la televisión, está destinada a un público infantil –kodomo–; se centra en historias de competiciones y torneos, e incluye la aparición en su segunda serie de una incipiente estrella del balón; es una buena opción para iniciar en la lectura y los valores deportivos a los más jóvenes, porque está centrada en el mérito del liderazgo y el trabajo colectivo.
Como todas las sociedades evolucionadas, los japoneses son aficionados a los deportes
Los adolescentes se darán cuenta de que la pasión por el juego y los altibajos en la consecución de una meta, mezclados con una trama romántica, son los mimbres de Hungry Heart. La Asociación de Fútbol de Japón apoyó, por los ideales que defiende, a Captain Tsubasa, conocida en España como Campeones, que relata las aventuras del protagonista Oliver Atom y su equipo, desde la infancia hasta que llegan a formar parte de la selección nacional. De un grupo de perdedores surge Supergol (Gangbare! Kickers), un colectivo a la búsqueda de un líder que aparecerá providencialmente. Habrá quien prefiera acercarse a otros deportes a los que tenemos menos afición. El béisbol es el más popular en Japón y sus equipos han ganado en dos ocasiones el Clásico Mundial, un porcentaje de los jugadores es de origen extranjero. Es así uno de los escasos colectivos que ofrece el valor añadido de la diversidad en una sociedad homogénea como la nipona. Bateadores va de eso, e incluye un triángulo amoroso, con la inquietante duplicidad de personalidades de los gemelos Tatsuya. En Happy, una adolescente hará del tenis la meta de su vida para conseguir el dinero que precisa para salvar a su hermano mayor perseguido por unos chantajistas. El deporte se convierte así en una catarsis positiva frente a las adversidades de la vida. Su autor, Naoki Urasawa, es uno de los más célebres mangakas de Japón y nos muestra con realismo los claroscuros de una sociedad compleja.
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Manga
El bajo coste de los tebeos, con ediciones sencillas y baratas, y las tiras intercaladas en revistas de entretenimiento son bazas estratégicas en la promoción y la evolución del manga
De la aspiración del manga a reflejar las múltiples peculiaridades de la sociedad surge Air Gear, una historia de tribus urbanas articuladas por una pasión común, el patinaje extremo. De nuevo es un huérfano su protagonista, Baby Face Ikki, el que descubre el mundo mágico de los patines motorizados y con ellos intenta conseguir los sueños de todo adolescente: el liderazgo de grupo, la especialización en prácticas arriesgadas en competencia con las pandillas rivales, y la adquisición de conocimientos sobre un mundo hermético gobernado por senderos, vías de iniciación que subliman la batalla deportiva con reminiscencias de las enseñanzas de las religiones orientales. Es la búsqueda del misticismo en la dura realidad de las calles.
El atletismo está como trasfondo en Q & A, de la misma autora de Bateadores, Mitsuru Adachi. Es una de los grandes y sus trabajos superan los doscientos millones de ejemplares vendidos. Intenta huir de los tópicos en esta serie breve con una historia abierta, tensión romántica no resuelta y la presencia fantasmal de un hermano desaparecido. Es tan lógico que las artes marciales reinen en el dibujo –lo hacen en la afición de los nipones– como que ese no sea uno de los temas favoritos para la importación. Aun así podemos gozar de intensos episodios en Cinturón Negro, Yawara!, que sólo se ha traducido al catalán, quizás porque la meta de su protagonista, una chica que aborrece el judo y que sólo persiste en esa disciplina presionada
por su abuelo, es conseguir una medalla de oro en los Juegos de Barcelona’92. Battle Club presenta un diferencial que para algunos puede ser un valor añadido, sexo y erotismo en una historia de teenagers aficionados a la lucha libre y empeñados en la inevitable tarea de convertirse en adultos; este cómic da voz a una lesbiana y a un personaje travestido en capitana del equipo, en un manga de gran éxito y abundante fanservice, esos extras que buscan en cada lector un interés adicional por encima de la trama. Musculman es un superhéroe de la lucha libre venido de otro planeta que saca sus energías del gyudon (bol de ternera) en una comedia enloquecida cuya secuela en anime ha sido censurada en países como Francia por su violencia, aunque ha sido emitida en nuestro país por TV3 y Canal 9. Boxeo, natación, kendo, salto de altura, ciclismo o mountain-bike, ping-pong y hasta voleibol. Spokon es una contracción de supotsu konjo, que significa coraje deportivo. Además de cuantas disciplinas se puedan imaginar, hay mangas en los que aparecen algunas inventadas, pertenecientes al terreno de la ciencia ficción –como el BBF de Basquash! en el que participan mecha– mientras que otras surgen incidentalmente en géneros ajenos. Hay que destacar que muchos de los equipos deportivos de la ficción sean femeninos. La mecánica de algunos juegos de mesa, como el majong o el go, no los adscribe al género pues tienen el suyo propio. ~
Estos cómics incluyen siempre una trama de superación personal, además de romance Como no podía ser de otra manera, el fútbol tiene un gran reflejo en el ‘spokon’ traducido
Los autos locos Los deportes motorizados tienen la enjundia de una subcategoría, no han aterrizado aún en España, pero son muy populares entre los italianos, grandes aficionados a los coches de carreras. Destacan en este género el longevo Superauto Mach 5 –de 1966–, cuyo protagonista lucha contra las mafias de las carreras amañadas y pondrá su vida en peligro por ello. Supercar Gattinger es un vehículo de energía solar que emprende una carrera desenfrenada a través del mundo oponiéndose a los maléficos Diablos Negros. Es posterior en Italia la publicación de F–motor en la pista, Inicial D sobre carreras clandestinas; o de Capeta, centrado en el mundo de los karts. En Akira –que sí existe en castellano– son las motos las protagonistas de una historia apocalíptica que se desarrolla en Neo-Tokio, una megápolis postnuclear gobernada por una tiranía, en la que se enfrentan entre sí unas pandillas de niños con poderes psíquicos. La película basada en este manga fue decisiva para la expansión del anime en Occidente. El impacto de la ficción es tan importante en Japón que las autoridades llegaron a solicitar en 2014 el auxilio de las moteras virtuales de Bakuon!!! en una campaña de concienciación de la policía de Tokio para la seguridad vial; prototipos de esta serie, como también de Akira, han sido construidos en la realidad y destacadas compañías con Honda o Yamaha han participado o esponsorizado mangas, o colaborado con ellos en sus fantásticos diseños.
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Música
Hay algo de mágico y especial en las grandes voces del soul. Marvin Gaye u Otis Redding son chamanes de un cielo al que sólo unos pocos pueden llegar y que pronto se olvida de los que no tuvieron tiempo de firmar un pacto con la posteridad. Esta es
DONNY HATHAWAY La gran voz del soul que todos han olvidado Laura Villalba {«Gente blanca», le dijo al productor y compositor James Mtume. «Quieren apropiarse de mi música y mi sonido, hay demasiadas personas intentando matarme», le insistió. A sus 34 años y con toda la vida por delante, una esquizofrenia paranoide quiso que la madrugada de un domingo, después de una intensa jornada de grabación con Roberta Flack, se arrojase desde el piso 15 del Essex House Hotel, en Nueva York. Su muerte, sin embargo, continúa siendo una incógnita para muchos, y es que, según amigos como Quincy Jones, le faltaba nervio para dejar el mundo. Su adiós se produjo justo cuando resurgía después de una etapa de sombras. Ya en 1971, su mujer, Eululah, empezó a ver comportamientos erráticos en el artista. Hablaba solo, estaba demasiado irritable y pasaba largas épocas deprimido. Debido a la enfermedad, perdió a su familia y a casi toda su gente, entre ellos, cantantes como Aretha Franklin o la propia Roberta Flack, a la que conocía desde sus años en la Howard University de Washington. El pensar en aquella noche es pensar en el sufrimiento que tuvo que ser para él el sentirse incomprendido y quién sabe si alguna vez tuvo la mala suerte de ser consciente de su delirio. Pensar irremediablemente en su dolor, con la melodía de su maravillosa Giving Up (rendirse) resonando en la cabeza. Donny Hathaway era un soulman destinado a vivir para siempre, una de esas personas que nacen con estrella y que viven vidas abocadas a la fama eterna. Aun así, a veces la vida quiere quitárnoslo todo antes siquiera de empezar, y Hathaway casi no tuvo tiempo de tocar las mieles de la grandeza con la punta de los dedos. Natural de Chicago Donny nació en Chicago el 1 de octubre de 1945, tan sólo unos meses después del fin de la II Guerra Mundial. Su padre era soldado y nunca quiso hacerse cargo de él,
así que pronto se mudó con su madre a St. Louis, donde también vivían sus abuelos. Fue su abuela Martha, cantante de gospel profesional, quien le introdujo en el mundo de la música. Con ella viajaba por el país visitando iglesias y pronto se convirtió en una joven celebridad infantil de la música negra. De aquellos años cuentan que fue sometido a extenuantes clases de piano y que no solía salir a jugar con otros niños. Gracias a su virtuosismo consiguió una beca para ir a la Universidad y allí comenzó a tejer una prometedora red de contactos que pronto le llevó a lo más alto obligándole a abandonar los estudios. Poco a poco, empezó a colaborar con otros artistas como Curtis Mayfield o Aretha Franklin, y en 1969, con 24 años, grabó su primer single en solitario, The Ghetto Pt. 1, que llevó el glamour y la elegancia a los barrios negros, todo un regalo para dignificar y honrar a su raza. Su primer LP, Everything is Everything (1970), obtendría muy buenas críticas, entre ellas la de la revista Rolling Stone, que hablaba de él como «la mayor revelación en el soul» de por aquel entonces. Su segundo disco, titulado Donny Hathaway, alcanzó si cabe un éxito mayor. Era un álbum de versiones en el que aparecían, entre otras, canciones como la ya mencionada Giving Up, de Gladys Knight & The Pips, o A Song for You de Leon Russell, aunque también incluía dos bonus tracks escritos por él: Be There y This Christmas, que pronto se convirtió en un clásico de la época navideña y que ha sido versionado por cantantes como Diana Ross, The Temptations, Patti Labelle o Stevie Wonder y también por otros más actuales como Gloria Estefan, Christina Aguilera o Chris Brown. Donny Hathaway es quizás uno de los artistas más olvidados por el público y, sin embargo, más respetados por la comunidad musical. Grandes nombres como Alicia Keys, Justin Timberlake o Beyoncé han declarado en diversas ocasio-
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Música
la crónica de un destierro, la de un músico que abandonó a las puertas del Olimpo. Donny Hathaway creyó que alguien había conectado una máquina a su cerebro para robarle el talento y a los 34 años se arrojó desde el piso 15 de un hotel El piano fue un gran aliado en la música del ‘soulman’ Donny Hathaway, una de las voces más añoradas por algunos aunque desconocida por la mayoría.
nes que Hathaway ha sido una de sus mayores influencias. También lo ha sido para la malograda Amy Winehouse, que incluso le menciona en su canción más conocida, Rehab: «There’s nothing you can teach me that I can’t learn from Mr. Hathaway» («no hay nada que tú puedas enseñarme que no pueda aprender del señor Hathaway»). Con esto pretendo reivindicar que a veces la historia no es justa para algunos y que Donny Hathaway ha pasado a formar parte de un cajón de viejas glorias que para nada merecen el anonimato en la memoria colectiva. Después de ser diagnosticado todavía tuvo tiempo de grabar otros tres álbumes de estudio y uno de directos. En 1972 llegó a las tiendas el primer trabajo de duetos con Roberta Flack para Atlantic Records, Roberta Flack & Donny Hathaway, del que salieron temas como el ganador de un Grammy, Where is the Love, que llegó a ocupar el puesto número 5 en la lista de los 100 mejores álbumes de Hot Pop de ese año. También por esas fechas salía al mercado Live, su recopilatorio de directos, que fue calificado por la BBC como «uno de los mejores de la historia» y que incluía temas grabados en The Troubador, en Hollywood, y en The Bitter End de Greenwich Village, en Manhattan. 1973 fue otro año de éxitos. Se ponía a la venta The Extension of a Man, que dejó temas como I Love You More Than You’ll Ever Know, la voz de un hombre desgarrado por el amor de una mujer que no confía en él. Este fue su último álbum en vida, a partir de 1974 pasó una etapa de reclusión debido a su enfermedad, que estaba completamente descontrolada. No fue hasta 1978 cuando recibió la llamada de Mtume para volver al estudio, eran los últimos coletazos de su carrera y también de su vida. Últimos coletazos Roberta Flack estaba haciendo por entonces pruebas para un nuevo álbum, Blue Lights in the Basement. Durante un descanso para cenar, Mtume se quedó con los músicos para hacer los arreglos de un nuevo
Una esquizofrenia paranoide acabó con su vida tras un día de grabación con Roberta Flack Debido a la enfermedad, perdió a su familia y a amigos de la música como Aretha Franklin Alicia Keys, Justin Timberlake o Beyoncé admiten que ha sido una de sus mayores influencias
tema y cuando Flack entró en la sala le gustó tanto que quiso incluirlo en su álbum. Mtume pensó que por sí misma no conseguía aportar a la canción todos los matices que había imaginado y creyó que sería buena idea invitar a Hathaway a participar en el proyecto. Se trataba de The Closer I Get To You, y supuso una vuelta a la normalidad en la relación entre Flack y Hathaway. Con los dos artistas de nuevo hermanados, llegó el momento de hacer un segundo álbum de duetos, y fue durante la grabación de una de sus canciones, Back Together Again, cuando Flack vio por última vez a su mejor amigo. Era sábado, 12 de enero de 1979, Hathaway abandonó el estudio de forma precipitada después de confesar a Mtume que querían asesinarle y robarle su música. A las 5 de la mañana del domingo, el productor recibió una llamada de Roberta, estaba llorando: «Se ha tirado. Donny está muerto». La noticia de la muerte del músico corrió como la pólvora y dicen que el mundo del R&B se detuvo por un momento. Al entierro en St. Louis acudieron personalidades de la música como Stevie Wonder, Aretha Franklin o Nina Simone. Con todos ellos pudo colaborar a lo largo de su vida. La historia de Donny Hathaway es la historia de un hombre atormentado por la locura y sus demonios. Profundo y puro reflejo del legado de su raza, estaba destinado a ser inmortal, pero el destino quiso que hoy sólo unos pocos recuerden al gran pianista que susurraba en clave de blues. ~
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Entrevista
El tango no es el tipo de música que se escucha habitualmente en España. Sin embargo, Antonio Bartrina decidió, siendo un niño, que eso era lo suyo. Fundó el grupo Malevaje hace 31 años. A pesar de los recortes, del maltrato al que
ANTONIO BARTRINA
Hacer tango desde lo castizo Gabriel Ramírez Lozano {Antonio nos recibe en su domicilio. El día es especialmente desapacible. Llueve a ratos, hace frío sin pausa alguna. La casa de Antonio se convierte en un refugio de lujo. Cruasanes en la mesa que ha traído Carlota Montemayor. Café caliente que ha preparado Antonio Bartrina. Yo no puedo presumir de haber aportado nada de nada. Desayuno, una charla exquisita y buena música a ratos. Como la lluvia, pero esta vez para convertir el tiempo en algo entrañable y cómodo. Antonio Bartrina fundó el grupo Malevaje hace 31 años, en ese tiempo que se llamó movida madrileña. Sirve el café con el desparpajo propio de alguien acostumbrado a tratar con otros, como sólo lo puede hacer alguien nacido en el barrio madrileño de Carabanchel Alto. La movida. «La idea era convertir España en un país razonable. Conseguimos que fuera más libre, pero no más razonable. Los que siempre se dedican a acabar con las libertades no se enteraban bien de qué iba la cosa y se hicieron cosas muy interesantes. Pero aprendieron entonces y ya no olvidaron cómo contrarrestar cualquier actividad que les desagradase. El poderoso está acostumbrado al palo y a la pistola. Los demás también, pero recibiendo. Entonces, en aquel momento, nadie sabía cómo afrontar una situación como la que se vivía. Aunque la cultura fue muy importante. Pero, claro, los políticos han decidido (desde que lo son) que no aprendamos, que no seamos cultos porque un pueblo preparado es un pueblo muy difícil de manejar. Y el problema es que los que pudieron formarse se están escapando de España. Seguimos siendo unos gañanes y los que están realmente preparados, los que
podrían sacar este país adelante, se van a otro sitio. España es así desde los Reyes Católicos. Lo mejor siempre ha terminado siendo expulsado de una forma u otra». Antonio Bartrina es un hombre cercano. Es chocante lo castizo que parece porque uno tiene que hacer un ejercicio de fe para creer que es la misma persona la que se sube a un escenario y canta tangos. La gran movida. Eso que llamamos crisis. «En España, pelear no sabemos, pero en aguantar somos especialistas. Salvo que el enemigo venga de fuera (por ejemplo, los franceses), no sabemos pelear y si lo hacemos es un desastre. Los artistas estamos aguantando como podemos. No se programa nada, los dineros han desaparecido y hacemos lo poco que podemos. Hoy, se alquila un teatro y te buscas la vida. Si ganas algo bien, si pierdes es tu problema. Hoy, giras hacemos sólo los que no tenemos más remedio, los que no nos hicimos ricos en la buena época. Por otra parte, el problema de los músicos es que somos muchos y mal organizados. Demasiadas asociaciones. Y cada una a lo suyo. Los músicos deberían hacer música y no dedicar su tiempo a las
Antonio Bartrina, arriba con sus colegas de Malevaje, se transforma en cuanto pisa el escenario para convertirse en un maestro del tango.
«El poderoso está acostumbrado al palo y a la pistola. Los demás también, pero recibiendo» «En España, pelear no sabemos, pero en aguantar somos auténticos especialistas»
sociedades. Para eso existen profesionales de la gestión. Se les debería contratar, ejercer cierto control sobre su labor y los demás nos deberíamos dedicar a hacer música, a escribir o a hacer películas de cine». Antonio gesticula, le gusta ser vehemente. No pierde una sonrisa pícara diga lo que diga. El tango. «El tango fue la música de moda en los años 40 y 50. Viví en la casa de mis abuelos. En el barrio de Maravillas. Mi padre hacía televisores. Y siempre había uno conectado en casa. Además, teníamos una gramola. Se escuchaba tango, zarzuela y clásica a todas horas. Pero yo me quedé con el tango. Era muy pequeño; sabía las letras de memoria, pero no entendía lo que me estaban contando. Supe lo que querían decir esas letras con 15 o 16 años. Y fue cuando ya me enganché del todo. Me regalaron un disco de Carlos Acuña y me sirvió para recordar todo lo que sabía. Me contaban mi propia vida. Esa era la clave. Por eso la gente que va a mis conciertos se engancha: les cuento lo que les pasa. El tango es crudo y real. En el tango no se dan explicaciones ni puntos de vista. Te metí una puñalada. Así; seco, claro. Igual que el blues cuenta las penas de los negros, o el
rock and roll las tonterías de los jóvenes cuando tienen 16 años; el tango cuenta, tal cual, la vida entera de cualquiera de nosotros. Ni disfraz, ni análisis». Le cuento a Antonio que cuando le dije a mi madre que iba a charlar con él, sólo me dijo: el tango es pura golfería. Ríe. Crudeza y golfería. «El tango apareció en los burdeles. En las migraciones los primeros que se movían y llegaban al destino eran los hombres. A continuación las mujeres. En realidad, las primeras mujeres que llegaban eran las putas. En los puertos se juntaba todo tipo de hombres para bailar con ellas. Así que el nacimiento del tango tiene bastante de golfo. Aunque es crudo, golfo, pero también es entrañable». Carlota dice que se trata de tener el tango cerca, de tener la opción de escucharlo. Le explica parte de lo que le sucede. Ella es joven. Pero tengo la sensación de que los chavales no son muy aficionados a este tipo de música. ¿Por qué los jóvenes no se acuerdan del tango? «Los chavales jóvenes no se acuerdan hasta que se lo recuerdas o se lo das a conocer. A mis conciertos van muchos jovencitos. En di-
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se está sometiendo al mundo de la cultura, del dichoso IVA y de la falta de programación, Malevaje sigue adelante. Y Bartrina arremete contra la sociedad que nos ahoga, el penoso presente de la música y las dificultades del tango Tango sin nombre Letra: Antonio Bartrina Música: Ariel Hernández I Este es el mundo de farsantes moralistas Y de mandantes aferrados al poder Que nos despistan con discursos surrealistas Y que procuran impedirnos aprender. Debía Dios, ¡por dios!, mandarles un castigo Mas como amigos él los tiene al parecer Y mientras tanto, algunos de sus elegidos Busca en las páginas prohibidas de internet. II Y es que la vida es una absurda herida La que el malvado viene a regarnos con cal Puedes ganarte el paraíso o el averno Depende de hasta donde te puedas tragar. Y es que el señor, don dios, no está en lo que debiera A mi manera expongo aquí mi parecer Y mi opinión como ya dijo aquel poeta Es que la vida una absurda herida es. I bis Filibusteros, traficantes de miserias Con los colmillos afilados del poder Son como el gato cuando agarra alguna presa Que hasta matarla la está haciendo padecer. Fiera manada de chacales inhumanos Que no respetan ni el dolor ni la vejez Y que confunden, matan roban y desgarran Y con impune cobardía hacen su ley. ciembre, en Valencia, llenamos un garito de jóvenes. No había nadie mayor de 40 años. Si les pones tangos en casa a tus hijos terminarán enganchados por la cercanía y el código utilizado». Pregunto a Antonio Bartrina sobre la evolución del grupo. Más de treinta años dan para mucho. Malevaje tiene su propia historia. «Cuando comenzamos apenas había músicos que pudieran hacer tango. Todos eran músicos de rock y, además, era difícil encontrar a los buenos. Esos tocaban con Perales o cualquier otro famoso. Algunos acabaron aprovechando la oportunidad y terminaron siendo grandes músicos. Otros no, claro. Conté con músicos que venían del rock. Comenzamos haciendo música, la cosa se fue liando y terminamos haciendo tangos. Pero no sabíamos muy bien dónde íbamos a parar. Apareció por Madrid un gran bandoneonista, Oswaldo Larrea; le gustó lo que hacíamos (él te-
A la izquierda, Bartrina se desgañita en la interpretación de uno de los temas de su banda, Malevaje.
«El tango es crudo y real. No se dan explicaciones ni puntos de vista. Ni disfraz, ni análisis»
nía 65 o 66 años). En esa época, en Argentina, nadie quería saber nada de tangos porque lo veían muy arrimado al régimen militar, y encontrarnos, tan lejos de Argentina, le causó impresión. Grabó con nosotros un par de temas. Y se quedó en España ocho años. En ese momento se trabajaba muy bien. Con él aprendimos cómo se hacían las cosas. Llegamos a ser 13 músicos en el escenario. Cuando se fue Osvaldo volvimos a una formación básica de guitarra, bajo y bandoneón». El tiempo se va acabando. Le pido que me resuma el presente de Malevaje. Ahora. «Hay poco trabajo, pero me gusta tocar, de vez en cuando, en los bares. Te pega los pies al suelo, te recuerda que sigues en este mundo. Ahora, cada mes y medio, más o menos, nos dejamos caer por el Café Berlín de Madrid. Un lugar legendario y muy agradable. El próximo día de actuación es el 6 de marzo. 22.30 p.m. Hasta el verano seguiremos actuando cada mes». Me quejo amargamente por tener que escuchar música en directo sin humo. No es lo mismo. Nos han destrozado. «¿Y qué han hecho que no sea destrozarnos?», contesta. ~
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CINE. BILLY WILDER Después de alcanzar la cima creativa gracias a títulos como ‘Con faldas y a lo loco’ y ‘El apartamento’, era imposible que Billy Wilder se superara a sí mismo. Aun así, de las películas que realizó entre los años 1961 y 1981, hubo dos filmes excelentes: ‘Uno, dos, tres’ e ‘Irma la dulce’ María Eugenia Guzmán {Por lo demás, hubo de todo: tres buenas comedias (En bandeja de plata, Avanti! y Primera plana), dos obras fallidas pero con aspectos valiosos (Bésame, tonto y La vida privada de Sherlock Holmes) y dos historias de escaso interés (Fedora y Aquí un amigo). En varias ocasiones, algo impidió que el resultado fuera redondo. A veces fue cierta falta de ritmo, otras alguna interpretación disonante y otras la ausencia de equilibrio del conjunto. Aun así, siempre había atisbos de la mente genial del cineasta y algún que otro descacharrante personaje que robaba la función. Recordemos algunas películas de este periodo… Nos reímos a mandíbula batiente con Uno, dos y tres (One, two, three, 1961), una excelente farsa de ritmo trepidante ambientada en el Berlín inmediatamente anterior a que se levantara el Muro, que saca punta a los excesos del capitalismo y sobre todo del comunismo. James Cagney bordó su papel de hiperactivo ejecutivo agresivo y estuvo muy bien acompañado por un ramillete de personajes a cual más tronchante –su secretaria, su asistente y tres rusos corruptos–. Irma la dulce (Irma la douce, 1963) es una hilarante comedia con cadencia de musical en la que un gendarme parisino (Jack Lemmon) se enamora de la prostituta más atractiva del bulevar (Shirley MacLaine). Los protagonistas estuvieron sensacionales y hubo un secundario robaescenas, el dueño del bar, que en cada una de sus apariciones aludía a alguna imposible faceta de su pasado. Bésame, tonto (Kiss me, stupid, 1964) es una desigual farsa en la que un matrimonio se ve tentado por terceros tan seductores como Kim Novak y Dean Martin. Fracasó en taquilla y el pobre Billy fue acusado de animar cínicamente a las parejas a recurrir a la cornamenta como peculiar fórmula para recobrar la llama del amor conyugal. En La vida privada de Sherlock Holmes (The private life of Sherlock Holmes, 1970) el mítico detective tiene que resolver el misterio del no menos afamado monstruo del lago Ness. Pese al original punto de partida y a su belleza visual, Wilder se sintió frustrado por el algo descompensado resultado final, que obedeció a que no se pudo ocupar de supervisar el montaje. ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre? (Avanti!, 1972) es una comedia romántica, acre y humana al tiempo, sobre un rígido millonario norteamericano (de nuevo Jack Lemmon) y una inglesa acomplejada (Juliet Mills) que reproducen en una isla de Italia el romance secreto que vivieron antes sus progeni-
El crepúsculo del dios y balance final de su obra ricaturiza las tesis de su paisano Freud, que el director encontraba exageradas.
Billy Wilder durante el rodaje de ‘Bésame, tonto’.
tores. Sorprendentemente, el personaje de Lemmon apenas nos hace reír, pero el punto de genialidad lo proporciona el dueño del hotel (Clive Revill), que acapara con raro encanto todos los clichés del sur de Italia que se nos puedan venir a la cabeza. Primera plana (The front page, 1974) fue un remake de la superior comedia de Howard Hawks, Luna nueva (His girl Friday, 1940). La protagonista del original –la intrépida reportera Hildy a la que dio vida Rosalind Russell– fue susti-
Balance final
Siempre había atisbos de la mente genial del cineasta y algún personaje descacharrante tuida por un hombre (Lemmon) y Walter Matthau reemplazó a Cary como el editor de periódico. Pocas veces estuvo Wilder más ácido que en este jocoso retrato del periodismo más voraz. Debió divertirse especialmente con el personaje del graciosísimo psicoanalista que ca-
El tema recurrente de Wilder fue el retrato sarcástico de las mascaradas a las que recurrimos para conseguir nuestros propósitos. Como director ponía siempre todo al servicio de la historia, por lo que ni introducía elementos superfluos para exhibirse en la faceta técnica, ni seguía la corriente. Cuando todos recurrían al Cinemascope o similares formatos panorámicos a cual más horizontal, él los soslayó aduciendo que sólo servían para contar la historia de amor de dos perros salchicha…. Sus bazas eran un texto sólido sembrado de potentes diálogos, un casting acertado, una buena preparación de los actores, una dirección artística que realzara la historia, luces, cámara y acción. Además, era tan eficiente rodando que, tras hacer el montaje, apenas le sobraba celuloide. Si bien experimentó en vida la gloria, desmitificó el glamour de su oficio reconociendo sus sombras: las luchas, el desgaste y lo mucho que hay que tragar (tanto, que te hace sentir muy pequeño). En todo caso el balance final de su carrera es extraordinario. Fue nominado ocho veces como director y ganó dos Oscars. Fue nominado doce veces (¡doce!) como guionista y ganó tres. Se atrevió con casi todos los géneros, creando nada más y nada menos que dos de las mejores comedias de la historia del cine (El apartamento y Con faldas y a lo loco), una de las cumbres del cine negro (Perdición), otra gran obra del cine de juicios (Testigo de cargo) y una brillante e inclasificable historia que representó el incómodo espejo en el que Hollywood no quiso mirarse (El crepúsculo de los dioses). Trabajó siempre para los grandes estudios, pero sorteó sus dictados y logró expresar su personal forma de ver el mundo. Su mente original nos entretiene, nos mata de risa y nos da que pensar. Hay una anécdota de su vida que parece sacada de una de sus películas. Huyendo del nazismo, intentó entrar en EEUU por la frontera de México, fracasando varias veces en el intento. Cuando ya estaba a punto de tirar la toalla, un oficial le preguntó: «¿Profesión?»; él contestó: «Cineasta» y el funcionario le dejó pasar, diciéndole: «Haz buenas películas entonces». Y vaya si cumplió… ~
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Algunas de las obras que Wilder presentó a partir de 1960 se han considerado menores y una muestra de la decadencia del realizador. Una de ellas es ‘Avanti!’ que, sin embargo, resulta ser una comedia deliciosa en la que descarga toda su sabiduría como cineasta Jack Lemmon y Juliet Mills en una escena de la película.
AVANTI!
La muerte vista desde el amor Gabriel Ramírez Lozano {El amor es eso que puede cambiar la vida de cualquiera; es eso que no puede controlarse por más intentos que uno pueda hacer; eso que nos arrastra y debemos recibir sin hacer grandes ejercicios de resistencia porque es la mayor de las fuerzas con las que se enfrenta un ser humano. Si en lugar de amor escribimos la palabra muerte, estas afirmaciones funcionan del mismo modo. Este es el mensaje que envía Billy Wilder con su película Avanti! (1968). Un trabajo preciosista, lleno de romanticismo, que se calificó como menor en la filmografía de Wilder y fue recibido por la crítica con indiferencia. Sin embargo, encierra buen cine, la acidez en estado puro del director y aspectos narrativos que son magníficos. Wilder enfrenta dos mundos. Europa y Estados Unidos. Enfrenta dos formas de entender el amor y, por tanto, la vida. Y la muerte. Enfrenta dos universos con todas las armas que tiene a su alcance. Contrapone en la partitura las melodías más sensuales con tintes italianos (destaca el tema Senza Fine de Gino Paroli) con la música más rosada utilizada
en Hollywood; contrapone a un personaje frío, rígido, puritano, hermético (Wendell Armbruster encarnado por Jack Lemmon) con otro que intenta disfrutar de la vida, que maneja sus sentimientos más profundos y sinceros, que intenta escapar del yugo de lo material (Pamela Piggot interpretada por Juliet Mills). Wilder enfrenta lo enorme de unos Estados Unidos en plena fase intervencionista con una pequeña población de la isla de Ischia que enseña todas sus caras sin temores. El realizador coloca una cosa frente a otra para intentar demostrar que, a pesar de las diferencias, finalmente todo es amor y todo se mueve gracias a él. Todo es muerte y todo se mueve gracias a ella. Todo es y todo se repite (la escena en la que los protagonistas descansan sobre una piedra de cara al sol, como hicieron sus padres durante los últimos diez años, refleja muy bien esa idea de repetición, de aprendizaje de los padres). Arranca la película con un momento en el que la suplantación (recurrente en el cine de Wilder) toma toda la importancia. Y ya señala lo que va a suceder. El protagonista (un tipo que confunde Verona con
Venecia; un tipo que cree que el café espresso sabe a lodo; un tipo que cuida su apariencia hasta la extenuación) tiene que cambiar su traje con un compañero de viaje al que no conoce. Wilder no se anda con rodeos. El personaje cambia le guste o no. A partir de aquí, el universo se coloreará para que el protagonista vaya descubriéndolo, para que se vaya descubriendo a sí mismo. De tratar a todos con despotismo o con insultos (a la protagonista le llama gorda sin problema alguno), de no entender que el mundo es poliédrico, de creer que las relaciones personales se establecen desde la cercanía; se establece un tránsito en el que el personaje se descubre en un entorno acogedor y lleno de matices que le permiten crecer y creer. Para que todo esto pueda ocurrir, Wilder confía en la fotografía de Lui-
Argumento Wendell Armbruster Jr. viaja a Ischia para hacerse cargo del cadáver de su padre. Allí descubre que una mujer ha fallecido en el mismo accidente: su amante. Armbruster conoce a la hija de la mujer, Pamela Piggot, y comienzan a realizar las gestiones para acabar lo antes posible con la repatriación. Pero están en Italia y allí todo tiene un ritmo, una cadencia que irá contaminando lo que sucede. La pareja va conociéndose, poco a poco, y la percepción rígida del hombre va cediendo ante la de ella mucho más idealista y alejada de lo material. Todo se complica cuando los cadáveres desaparecen y van entrando en escena personajes de lo más pintoresco que complican la vida del protagonista y terminan modificándola.
gi Kuveiller. Brillante, nítida y en busca de encuadres que destaquen los tonos idílicos del escenario. Es una fotografía minuciosa con los detalles que iluminan a cada uno de los personajes. Y para que esto pueda ocurrir, Wilder utiliza el tono caricaturesco, añejo, extravagante y costumbrista de los italianos (el papel de Clive Revill es espectacular) que contrastan con un Wendell Armbruster retirado de una realidad que redujo desde siempre a su propio yo. Se criticó mucho la duración de la película. Es verdad que una comedia de más de 140 minutos puede parecer excesiva, una especie de inmolación. Pero es que Avanti! es algo más que una comedia de enredo. En esta película se habla, como tema principal, de la muerte y de lo que representa la ausencia, de lo que representa la continuidad de los que quedan y de lo que dejaron los que estuvieron. De forma amable se mezclan lo más clásico con lo que puede ser el futuro. Caronte en helicóptero (última escena de la película) no deja de ser Caronte. El amor no deja de ser el amor aunque se presente en distintas formas que podrán ser discutibles dependiendo de la mirada, pero amor al fin y al cabo. En Avanti!, sin ir más lejos, se apuesta por la infidelidad y sólo en época de vacaciones. Las cosas de Wilder, que hasta para ensalzar algo como esto gasta una dosis de mala leche importante. Wilder era un genio. Y cada una de sus películas (hasta la peor de ellas) es una demostración de lo que supone hacer cine de primera. Y es que el peor de sus trabajos es, comparado con otros muchos, importante. ~
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CINE. BILLY WILDER La peor de las películas de Billy Wilder es una excelente demostración de lo que debe ser la dirección en el cine, la interpretación o un enfoque aparentemente cínico de la realidad a través de la ficción que es, sin lugar a dudas, una forma de enfrentar el universo desde el escepticismo. Jack Lemmon y Walter Matthau en ‘En bandeja de plata’.
Robert Stephens y Colin Blakeli en ‘La vida privada de Sherlock Holmes’.
La espléndida decadencia de un genio Gabriel Ramírez Lozano {Cuando se habla del cine de Billy Wilder conviene refugiarse en la prudencia. Es verdad que en una comparación entre Bésame, tonto y El apartamento, la primera sale perjudicada. Ocurriría lo mismo si enfrentásemos Las Meninas y La Venus del espejo de Velázquez. Pero ¿alguien puede discutir que las obras de Diego Velázquez son obras de arte sin excepción? Pues lo mismo pasa si hablamos de las películas de Wilder. Al menos de casi todas ellas. En cualquier caso, el trabajo de este realizador va de lo bueno a lo exquisito. Irma la Dulce. No es de extrañar que el agente Patou, personaje encarnado por un espléndido Jack Lemmon, fuera el preferido de Wilder. Entre otras cosas, porque le persiguió con la cámara para mostrar las diferentes e innumerables caras del ingenuo policía. Metido a chulo, a impostor de personalidades, a trabajador incansable. Wilder logró un retrato enorme y perfecto. No es de extrañar que el personaje interpretado por Lou Jacobi –un
camarero corpulento, mentiroso, inquietante; del que conocemos distintos pasados improbables– fuera pensado para que Charles Laughton le diera vida. Porque el encargado del bar Moustache (en el que descansan las chicas de la calle Casanova y gastan su dinero –el de ellas– los chulos) es uno de los personajes más divertidos de la filmografía wilderiana. Y, seguramente, el álter ego del realizador. Le escuchamos decir cosas que sólo el director era capaz de decir en público sin problema alguno: «En este mundo que vivimos el amor es ilegal, pero el odio no». Cuando Wilder supo que Laughton no podría interpretar el papel puesto que el cáncer avanzado del actor impedía cualquier aventura, lo acortó considerablemente aunque dejó intacta su esencia. No es de extrañar que Irma –nunca una meretriz fue tan ingenua, tan mentirosa ni tan zalamera– sea uno de esos personajes inolvidables a los que cualquier aficionado al cine se enfrenta a lo largo de su vida. No sólo porque Shirley MacLean estuviera magnífica en su papel o porque la química entre Lemmon y ella fuese
evidente (como ya pasó en El apartamento). No sólo por eso. Wilder hace que esta puta de la calle Casanova sea fiel a lo que es para redimir de su idiotez al policía. No se trataba de contar las penas y las miserias de una chica de la calle sino de mostrar esas penas y esas miserias del resto de las personas. El agente Patou es uno de los personajes en los que más claramente observamos ese cinismo que tanto se le atribuye a Wilder y que no es tal. Porque Patou es, en realidad, un escéptico absoluto y usa el cinismo para encontrar un hueco en el mundo. Un hombre que necesita de la redención para encontrar su sitio. Los decorados de la películas son maravillosos, el ritmo narrativo es dinámico gracias a un montaje muy bien estructurado, la música es divertida y entrañable. Posiblemente, Irma la dulce es una de las mejores comedias de toda la historia. Bésame, tonto. Esta es la película de Billy Wilder que peor se ha entendido de todas las que firmó. Se trata de una comedia aparen-
Sobre estas líneas, a la izquierda, una de las escenas de ‘Kiss me, stupid’. A la derecha, los carteles de dos de las películas de Wilder: ‘La vida privada de Sherlock Holmes’ e ‘Irma la dulce’.
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A partir del año 1960, posiblemente, Billy Wilder no consiguió rodar ya ninguna obra maestra, pero la calidad de sus películas es ciertamente indiscutible. Y es que, en cualquiera de sus etapas, el trabajo de Wilder va sin duda de lo bueno a lo exquisito
temente superficial, con final feliz y poco más. Pero, sin embargo, habla de algo muy serio. Polly la Bomba (nunca Kim Novak estuvo tan bien dirigida y tan estupenda en la pantalla) es una chica de alterne. Zelda Spooner (una estupenda Felicia Farr) es una esposa maravillosa, recatada y obediente. Viven en Climax, un pueblo de Nevada que está situado en mitad de ninguna parte (como los personajes de la película). Polly y Zelda intercambiarán sus papeles para descubrir que lo que quieren es lo que es la otra, para saber quiénes son realmente. Esta vez la suplantación de personalidades, tan recurrente en el cine de Wilder, sirve para que sepamos que el autoengaño nos puede proporcionar éxito en la vida. El realizador nos lleva hasta ese estado en el que nos preguntamos qué es lo bueno y qué es lo malo sin que sepamos responder. Wilder recibió críticas terribles. Se le acusó de poner en duda el maravilloso papel de la esposa americana y, de paso, el sueño americano. Lo americano. Y es verdad que Wilder ponía en el filo de navaja todo eso. Pocos directores han sido tan valientes y tan mordaces como él. Como de costumbre, el hombre se convierte en una marioneta en manos de las mujeres. ¿No sería esto lo que molestó de verdad a los puritanos de la época? Orville J. Spooner y Barney Millsap (Ray Walston y Cliff Osmond, respectivamente) son dos paletos que sue-
ñan con ser famosos compositores. Dino Latino (Dean Martin) llega a Climax. Los dos primeros traman un plan en el que las mujeres son juguetes en sus manos. Y terminan haciendo el ridículo (ellos) aunque Wilder maquilla la cosa con final feliz. Merece la pena echar un vistazo a la película y no quedarse en la superficie, intentar comprender que el mensaje de Wilder es ácido, doloroso y profundo.
fantástica película. Posiblemente, es el mejor retrato del detective británico y de su compañero Watson. Wilder fue capaz de mezclar misterio, estética y amor, aportando las dosis justas de cada cosa para que la película terminase siendo un producto maravilloso. La puesta en escena es magnífica. Tanto los escenarios como las localizaciones exteriores nos trasladan a un momento histórico en el que nos sumergimos sin protestar. El papel de la mujer vuelve a ser primordial. Y se convierte en el eje de todo el entramado narrativo. La gran inteligencia del detective se desploma ante la astucia, la belleza y una rara manifestación del amor que llega del enemigo. El amor hace inevitable que un hombre o una mujer se descubran y no puedan hacer nada para evitar eso que tanto temen y que representa un cambio radical en sus vidas. El propio Watson no reprocha esta vez a Holmes que utilice su solución al 7% para olvidar la realidad. La película tiene momentos divertidísimos aunque, es posible, sea uno de los trabajos de Wilder que han envejecido algo peor. No obstante, resulta atractiva y atrapa al espectador desde el principio.
La vida privada de Sherlock Holmes. Aunque algo irregular debido a que el montaje no fue el más apropiado (Wilder no pudo estar pendiente y, más tarde, reconoció que no era de su agrado), La vida privada de Sherlock Holmes es una
En bandeja de plata. Billy Wilder decidió poner en entredicho todo y a todos. En esta película los abogados, el matrimonio, los médicos o el gran sueño american se meten en el mismo saco para que puedan ser mirados con lupa. Emparentada con
En la foto de arriba, una de las escenas de ‘Irma la dulce’. A la derecha, el cartel del filme.
El apartamento, En bandeja de plata trata el asunto de la soledad; una soledad que sólo puede desaparecer si el amor o la amistad están presentes. Lógicamente, lo que hace Billy Wilder es convertir ese amor y esa amistad en una caricatura para demostrar su tesis. En la película todos los personajes son pícaros, trileros con las emociones; todos buscan un beneficio personal al precio que sea. Willie Gringrich (abogado interpretado por un impecable Walter Matthau) trata de conseguir un dineral engañando; Harry Hinkle (el periodista encarnado por Jack Lemmon) se suma al engaño y, a la vez, es engañado por todos excepto por el deportista que le ha causado una pequeña lesión; Sandy (Judi West) es la avariciosa, infiel y fullera esposa de Harry. «Nadie puede engañar a todo el mundo todo el tiempo», es algo que dijo en su momento Abraham Lincoln. Y es el hilo conductor de esta película. Aunque al espectador le queda un sabor agridulce llegado el final. En realidad, el engaño es algo perpetuo en las sociedades actuales. Por eso, En bandeja de plata es, ni más ni menos, que una ácida crítica a la sociedad mercantilista, materialista e inhumana en la que vivimos. Estas son algunas de las películas que Wilder firmó en la última etapa de su carrera como director. Y ya ven que pueden interesar, gustar o entusiasmar; nunca dejar indiferentes. Wilder es Wilder. O lo que es lo mismo: Wilder es cine. ~
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CINE. BILLY WILDER Es prodigiosa la capacidad del celuloide para unirnos a los espectadores a través de algo tan importante en nuestras vidas como es la risa. A Billy Wilder tenemos que agradecerle la infinidad de carcajadas que nos ha hecho compartir con sus magníficas películas, como con la comedia ‘Un, dos, tres’
UNO, DOS, TRES
Al escondite berlinés María Eugenia Guzmán {Pocas películas cómicas son consideradas grandes obras por la crítica en el momento de su estreno y aún menos son reconocidas en cualquier festival de cine. Parece como si muchos expertos consideraran que sólo el drama es digno de retratar de forma profunda y certera la condición humana. Incluso joyas hoy tan evidentes como Ser o no ser o La fiera de mi niña no fueron apreciadas en su día. Suele ser el barniz del tiempo el que corrige estos errores de criterio, pero Wilder tuvo la fortuna de realizar algunas comedias que ya al estrenarse fueron debidamente apreciadas, logrando que este género ocupara en ocasiones el lugar que merece. Sin embargo, alguno de sus mejores divertimentos tampoco conoció el éxito en su momento. Echemos la vista atrás… Berlín, 1961. La capital alemana lleva años escindida entre el Oeste capitalista y el Este comunista. Wilder había vivido allí varios años de su juventud, antes de que el advenimiento del III Reich le obligara a marcharse para salvar la piel y volvió para rodar Un, dos, tres (One, two, three), sin saber que pocas semanas después se erigiría el Muro. El realizador era un experto en hacer uso de su sentido del humor para muchos fines, incluido quitarle hierro a la vida. Por eso, nada mejor para sacudirse cualquier vestigio de nostalgia que pudiera conservar sobre su pasado centroeuropeo, que reírse del absurdo ente polarizado en que la urbe alemana se había convertido, rodando una farsa que ponía al descubierto las flaquezas de capitalismo y comunismo. MacNamara (James Cagney) es el director de la filial berlinesa de una multinacional norteamericana. No es una corporación cualquiera, sino aquella que representa, junto a la Estatua de la Libertad o el Monte Rushmore, uno de los mayores símbolos de EEUU: ¡Coca-Cola! El ejecutivo está frustrado pues aspira a un destino más jugoso que la decadente Berlín. Para no aburrirse, está liado con su explosiva secretaria y para intentar agradar a sus superiores entra en negociaciones con una
‘Uno, dos, tres’, una comedia para reírse de lo absurdo.
delegación rusa para expandir la Coca-Cola por la URSS. Pero a su gran jefe lo que le interesa es que MacNamara y su mujer se ocupen un tiempo de su hija de diecisiete años (Pamela Tiffin). Ésta es una seductora sureña de Atlanta que inevitablemente se llama Scarlett y que tiene una pajarería por cabeza. No tarda en casarse en secreto con un alemán comunista con el rostro eternamente malhumorado de Horst Buchholz. El protagonista intentará de todo para salir del atolladero llegando al extremo de enmascarar al joven esposo como si fuera un capitalista noble de rancio abolengo. Wilder escribió este genial despropósito con su más leal colaborador, I.A.L. Diamond. La principal característica del resultado fue la
Pocas películas cómicas son reconocidas grandes obras por la crítica vertiginosa velocidad a la que se suceden acontecimientos y diálogos. Ambos solían espaciar los momentos cómicos de sus películas para permitir que los espectadores nos recuperáramos de las risas y no tapáramos con las mismas los diálogos, pero en esta obra decidieron obviar esta regla y enlazaron momentos graciosos sin solución de continuidad hasta dejarnos exhaustos. No sé cómo empezar a darles ejemplos de lo entretenida que resulta la combinación de elementos. Tal vez, comentándoles con qué ha-
bilidad el gran James Cagney dispara sus frases con una inusitada rapidez que casa de maravilla con el frenético ritmo de la historia. Al principio dice: «Algunos policías de Alemania del Este eran maleducados y desconfiados. Otros eran desconfiados y maleducados». Y a partir de ahí, no para de hilar un comentario agudo tras otro. O mejor les cuento el cuento de los uno, dos, tres rusos corruptos, que tanto recuerdan al loco trío soviético de Ninotcka. Cuando negocian con Cagney, le explican que acaban de rechazar una partida de producto de Suiza porque era inaceptable: «¡¡¡El queso estaba lleno de agujeros!!». O les puedo hablar del personaje de la secretaria, una rubia que es todo curvas, a excepción de su encefalograma, planísimo… Su escena bailando descocadamente sobre una mesa mientras que los tres rusos le jalean con los ojos saliéndose de sus órbitas es inolvidable. O casi mejor les comento las mentiras del asistente de Cagney, un exmiembro de la SS que pretende que no se enteró de nada de lo que ocurría durante el III Reich… porque trabajaba en el metro. El tonto de él pone en evidencia su siniestro pasado porque cada vez que se presenta ante MacNamara no puede evitar un tic: ¡cuadrarse ante él y pegar un taconazo! Aun así, persiste en negarlo todo y cuando su superior le pregunta con sorna: «Por supuesto, usted era antinazi y no le gustaba Adolf». Él responde: «¿Qué Adolf?». Wilder no fue benevolente ni con el capitalismo ni con el comunismo (aunque es obvio que simpatizaba más con aquel), pues lo que pretendió poner en evidencia es que, con independencia de los ismos, allá donde esté el ser humano, habrá lugar para las trampas, la corrupción y el abuso de poder. Por supuesto, las risas alivian el golpe, pero el mensaje es demoledor. Pese a la calidad de la película, la acogida por parte del público fue muy moderada en su momento. Como en pleno rodaje se levantó el Muro de Berlín, se tildó de muy mal gusto que Wilder se riera justo entonces de la dividida ciudad. Afortunadamente, la satisfacción la tuvo el director en la década de los 80. Cuando ya se atisbaba con optimismo el próximo abatimiento de la vergonzosa mole de hormigón, se repuso la película en Alemania y obtuvo el éxito que merecía. Ya saben, a veces reía el primero, a veces el último, pero Wilder ¡siempre reía mejor! ~
Coordinador: Gabriel Ramírez Lozano Colaboradores: Nirek Sabal, Augusto F. Prieto, Florencia del Campo, Beatriz Silva, Isabel Uribe Moya, Daniel González Irala, Suplemento cultural editado por
David Mayo, Claudia Ruiz Cívico, Ismael G. Cabral, Mara Sanz Gaite, María Eugenia Guzmán, Gracia Elena Miranda Balbuena, Paulo García Conde, Emma Camarero, Óscar Gómez, Carlota Montemayor, Carlos Serrato, Laura Villalba y Pablo Navarro.