Sábado, 11 de julio de 2015 Nº 58 @aladar_cultura
Especial dedicado a la filmografía sobre Bond. James Bond
Seis caras para el agente
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El Correo de Andalucía Sábado, 11 de julio de 2015
CINE. SEAN CONNERY Las primeras películas de la saga 007 resultan fascinantes. El cine de acción dejaría de ser lo que era para seguir los pasos de James Bond. Sean Connery protagonizó seis películas encarnando a este personaje mítico. Se convirtió en un icono al mismo tiempo {El personaje de Ian Fleming nace en
1920. Mide 1,83 y pesa alrededor de 75 kilos. Es viudo. Fuma de forma compulsiva. Sus armas preferidas son la Beretta 950 B y la Walter PPK. Y su coche predilecto es el Aston Martin Silver Birch DB5. Viste en Turnbull & Asser y le gusta comer lenguado a la parrilla, rosbif y ensalada con patatas. Ese es el personaje del autor. El que Sean Connery moldeó frente a la cámara antes que nadie. AGENTE 007 CONTRA EL DR. NO. Ian Fleming escribió su novela Dr. No en 1958 y Terence Young dirigió esta adaptación en 1962. Es el germen de lo que fue el cine de acción. Los espías ya nunca fueron lo mismo. Ni lo serán nunca. La película tiene un punto de inocencia, de candidez, que la hace encantadora. Casi todo es explícito para que la trama sea entendida y disfrutada. No hay grandes ingenios para que el agente 007 salga bien parado de los problemas, los efectos especiales son los de la época (muy limitados entonces), la sangre es poca cuando la muerte es violenta (la película se encuadra bien en el canon del momento). Pero, a cambio, encontramos a uno de los personajes mejor dibujados de todos los tiempos. Y al actor que mejor ha interpretado este personaje. Sean Connery será siempre James Bond, el mejor de todos ellos. Le encontramos, por primera vez, jugando y ganando. Elegante. En un gran casino. Antes de salir de allí corteja a la mujer que acaba de arruinar. El jefe del MI6 le reclama. Filtrea con Moneypenny y ella se rinde a sus pies. Ante su superior se muestra cínico hasta más no poder. Intenta evitar que le impongan nuevas armas o ingenios de espía. Y, luego, sagacidad, inteligencia, intuición, más cortejos. También, a cambio, nos encontramos con la primera chica Bond de la historia. Una arrebatadora, explosiva e inolvidable Ursulla Andress que
SEAN CONNERY
Llega 007 para quedarse Especial elaborado por Gabriel Ramírez Lozano
interpreta el personaje de la cándida Honey Ryder. 007 es autosuficiente, irónico, despiadado, capaz de hacer cualquier cosa ante una situación de peligro. Pero es el bueno de la película. Se le perdona, incluso que sea un gran misógino. Entre otras cosas porque los villanos a los que se enfrenta son casi demoniacos. En esta película es el Dr. No con el que tiene que jugarse el cobre. Joseph Wiseman es quien encarna este personaje. Su condición como integrante de la organización Spectre es lo que mejor define al Dr. No y hubiera sido un gran acierto explorar más en su consciencia. Al fin y al cabo, no todo el mundo quiere destruir el planeta. La banda sonora de la película incluye el archifamoso tema de Bond compuesto por Monty Norman y que ha acompañado al espía desde ese momento en toda la saga. DESDE RUSIA CON AMOR. Es posible que, a pesar de algunos problemas narrativos, la segunda entrega de la saga sea la mejor de todas. Sean Connery sigue moldeando al personaje para que se parezca a él mismo; los guionistas se pliegan a lo que Ian Fleming narra en sus novelas; Terence Young dirige con acierto e inteligencia. La película se estrenó
Connery y Moneypenny.
en 1963 y se convirtió, con rapidez, en un clásico. Este James Bond vive en plena guerra fría. Sus enemigos tienen relación con los rusos, con los chinos, con todo aquello que se acerque al comunismo. La organización criminal Spectre es la que sirve de nexo para que el mundo esté en peligro y sea Bond el que resuelva el problema. En esta ocasión, 007 debe conseguir una máquina cifradora llamada Lektor. Con ella, los mensajes secretos enviados por los rusos podrán ser descifrados. Ernst Stavro Blofeld, jefe de Spectre, encarga un plan que sea perfecto a uno de sus secuaces (un campeón de ajedrez para ser exactos). Desde Rusia con amor es una película en la que todo se enreda. Rusos, búlgaros, británicos, Spectre, gitanos, la máquina Lektor, el Orient Express. Todo ello se oscurece a través del guión (la fotografía es fiel a la idea y es, también, ciertamente oscura), todo tiende a la zona más gris y peligrosa del espionaje. Bond sigue siendo despiadado, cínico y ocurrente; un
Sean Connery será siempre James Bond, el mejor de todos ellos
galán misógino. Aunque esta vez es algo más vulnerable. Si cae al suelo se levanta con polvo en el traje, si pelea contra el malo se lleva algún golpe que otro. Incluso tiene algún punto de debilidad frente a las mujeres. La astucia del personaje, eso sí, se ve reforzada en esta película. Le acompaña esta vez Tatiana, agente rusa que forma parte de la doble trama desde una clara ignorancia. La que fue Miss Italia, Daniela Bianchi, encarna el papel. Sosa aunque no molesta. También acompaña a Connery un Pedro Armendariz estupendo en la que sería su última película. Defiende un papel muy importante en la trama y hace una extraordinaria pareja con el protagonista. El villano es Red Grant (interpretado por Robert Shaw), un loco que asesina todo lo que se le pone por delante. Para ver, hoy en día, Desde Rusia con amor, hay que hacer un ejercicio de generosidad. De no ser así, si nos situamos frente a la pantalla esperando ver una película de cine moderno, es posible que no podamos disfrutar de ella. Por ejemplo, la escena en la que la actriz Lotte Lenya se disfraza de camarera y se enfrenta con Bond, podría resultar completamente ridícula. Después de conocer una operación colosal en la que los servicios secretos de varios países se ven involucrados, después de conocer un plan maquiavélico de la organización Spectre, ella intenta robar la máquina Lektor como si fuera un secador de pelo o algo así y su enfrentamiento con 007 resulta pueril. También es cierto que ese personaje es miope y algo exagerado en todo lo que hace, por lo que una buena dosis de ironía le echó el guionista y hay que saber apreciarlo. Del mismo modo que los efectos especiales son muy limitados, el concepto de cine era otro distinto al actual. Y, también, conviene hacer un ejercicio de humildad si no se conoce la historia del cine. Al-
Connery y Shirley Eaton en Goldfinger.
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CINE. SEAN CONNERY que lo hacía el espía británico creado por Ian Fleming. Aunque toda la saga resulta fascinante, los tres primeros trabajos son verdaderas joyas del cine: ‘Agente 007 contra el Dr. No’, ‘Desde Rusia con amor’ y ‘James Bond contra Goldfinger’ guien dijo que la zona narrativa que tiene como escenario cenario el tren es una sucesión de paseos aseos sin sentido. Eso es un homenaje aje al cine de Alfred Hitchcock que sirve, de paso, como motor de la trama ama y marca un avance argumental exacto. El tiempo narrativo casa con n el histórico gracias a esa zona expositiva. ositiva. JAMES BOND CONTRA GOLDFINGER. Auric Goldfinger dfinger (villano de esta película interpretado terpretado por Gert Fröbe) es el personaje rsonaje más perverso de la serie. Para ra muchos, este es el mejor trabajo de todos hasta que llegó Casino Royale ale en 2006. Lo cierto es que fue la película elícula que desató las pasiones por el agente secreto. Los martinis se consumieron onsumieron más que nunca, los Aston on Martin se vendieron como churros, rros, y todos querían vestir un smoking ing blanco como el de Bond tras bucear ar y destruir el cuartel general de los narcotraficantes. Y lo cierto es que la película es fantástica. Un guión poderoso eroso y bien armado, unas interpretaciones aciones de primer orden, la fotografía fía exacta (repetía Ted Moore) y una dirección irección hábil y sin altibajos de Guy Hamilton. James Bond contra Goldfinger gerr acumula casi todo lo que serían las as películas de James Bond. La ironía a del agente, la confrontación directa ecta entre el bien y el mal (nunca puede uede vencer este último), la belleza femenina, el valor de los héroes, traiciones, ciones, engaños. Todo James Bond. O casi. Las mujeres tienen una importancia extraordinaria aria en la saga y dejan de ser objetos sexuales exuales para aparecer en la trama de forma activa e importante; con ellass llega la iluminación necesaria para a descubrir matices nuevos en el agente gente secreto (de Bond sabemos mucho ho cuando conocemos su relación con n las mujeres). Pero en Goldfinger es, todavía, mayor. La muerte por asfixia sfixia cutánea de Jill Masterson (una a explosiva Shirley Eaton que era el referente erótico de la
época) o el cambio en la tendencia sexual de Pussy Galone una vez que conoce a 007 (serenamente bella la actriz Honor Blackman), son algunos ejemplos. James Bond, no sólo corteja a toda mujer que se pone por delante, además, puede cambiar a cualquiera de ellas. Auric Goldfinger es el villano. Magnífico. Se trata de un hombre impotente, ludópata, obsesionado con el oro, malvado, incapaz de sentir compasión por nada ni nadie. Lo encarna Gert Fröbe de forma magistral. Fue una pena que el actor no pudiera aprender a hablar en inglés puesto que fue doblado en la versión original. Auric Goldfinger crece enormemente durante la película como personaje y termina dibujándose como el malvado de los malvados. Además, le acompaña de Oddjob (Harol Sakata), un secuaz tan terrible como el propio Goldfinger, que mata lanzando su sombrero metálico como si fuera un boomerang o a guantazo limpio. Los malos suman esfuerzos. Por primera vez, Bond dispone de gadgets (inge-
nios facilitados por la sección Q del MI6) que nunca retornarán en perfecto estado a su punto de origen. Por primera vez, vemos el mítico Aston Martin de Bond. Ametralladoras, cortinas de humo, chorros de aceite, asientos que saltan por los aires con el pasajero incluido. Entre vehículos y transmisores, Bond se convierte en todo un espectáculo. Aparte de escuchar el tema de la serie, en Goldfinger, Shirley Bassey interpreta el tema principal de la película; una canción compuesta por John Barry que desbancó del número uno de las listas a los mismísimos Beatles. Casi nada. Después llegarían Operación Trueno, Solo se vive dos vecess y Diamantes para la eternidad. Sean Connery fue desdibujándose poco a poco. Y James Bond con él. La esencia fue sustituida por la rentabilidad. Aunque toda la saga resulta fascinante, desde un punto de vista cinematográfico, lo mejor se encuentra en el principio. ~
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CINE. GEORGE LAZENBY Una de las películas más discutidas de la serie 007 es la protagonizada por Lazenby: ‘On her majesty’s secret service’. Superar el mito Connery era muy difícil. Las críticas fueron demasiado duras con un trabajo mucho mejor de lo que muchos han dicho que era
GEORGE LAZENBY
El objetivo es acabar con las maldades de Ernst Stavro Blofeld, líder de Spectre. Telly Savalas encarnaba este personaje y lo hizo más que bien. Le acompaña como villana su inseparable Irma (Ilse Steppat). En esta película, los villanos corren riesgos al participar de forma activa en las persecuciones y atentados. La trama de la película se desarrolla con buen ritmo. La fotografía es excelente y busca distintos planos para realzar las características de los personajes con acierto o generar sensaciones ajustadas al momento narrativo (sobre todo planos cenitales). La partitura de John Barry es espléndida e incluye la última canción que grabó Louis Armstrong (We have all the time in the world). Los efectos especiales y visuales son de gran nivel. Del mismo modo, los efectos de sonido convierten cada escena violenta en un momento de gran brutalidad. Moneypenny vuelve a ser Lois Maxwell (la mejor de la historia); Q fue Desmond Llewelyn; y M Bernard Lee. Peter R. Hunt, a pesar de su falta de experiencia en ese momento, hizo un excelente trabajo. Quizás, el único borrón importante es la escena en la que Bond comparte mesa con un grupo de chicas en la clínica de Blofeld. 007 Al servicio secreto de su majestad es una de las mejores películas de la saga. Un buen 007, una chica Bond extraordinaria, un villano malo malísimo, Moneypenny llorando, una trama bien tratada, una música exquisita, un final nada convencional. Una película que ha envejecido mucho mejor. ~
El 007 despistado
{Esta entrega de la serie Bond (es-
trenada en 1969 siendo la película número seis) es, posiblemente, la más amada por unos y de las más repudiadas por otros. Por primera vez, se producía un cambio de cara en el actor principal. Sean Connery dejaba su puesto a George Lazenby (la edad no perdona y el aspecto de cuarentón del primer actor que encarnaba al espía no casaba con el aspecto del agente británico). Lazenby no tenía experiencia delante de la cámara (era modelo) y esto es algo que se deja notar en algún episodio de la película. Eso sí, porte no le faltaba. Y, además, estupendo. Es difícil no hacer el ridículo cuando te pones un traje escocés y estás frente a la cámara rodando con bellas señoritas. Ese porte, también, ayudó mucho a que las coreografías de las escenas violentas luciesen verosímiles. Aunque a decir verdad, este 007 era algo sosito, algo despistado. En cualquier caso, Lazenby es más risueño que su antecesor y defiende un papel que se ajusta al personaje de Ian Fleming (la película es adaptación de la novela On her majesty’s secret service), lo que significa que aparece el personaje en plenitud. 007 siente tristeza, pena, se enamora, es irónico, valiente aunque temeroso cuando es necesario. Y, ni siquiera, utiliza gadgets. El resultado es, a pesar de las eternas discusiones, mucho más completo de lo que algunos dicen que es. Es verdad que la interpretación de George
Lazenby estuvo por debajo de la de Diana Rigg, pero, lejos de ser un problema, aporta un toque desconocido a la saga. Rigg es la chica Bond más valiente, intrépida y fascinante. Tal vez sea porque encarna a la hija de un criminal. Tal vez por ser capaz de enamorar locamente a James Bond. Su personaje, Tracy, es muy
completo. Igual que el trabajo de la actriz. La pareja Tracy-007 funciona a la perfección y, por suerte, la importancia de ambos queda a la par. 007 Al servicio secreto de su majestad, nos presenta a un Bond rechazado por M. Termina aliándose con un criminal (Marc Ange Draco, padre de Tracy, interpretado por Gabriele Ferzetti) para que le facilite el paradero del villano más buscado. A cambio, Draco le pedirá que salga con su hija porque incluso los mafiosos y criminales tienden a cuidar de sus hijos.
P primera vez, se producía Por u un cambio en la cara del actor principal d
Telly Savalas y George Lazenby.
Diana Rigg es la chica Bond.
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CINE. JAMES BOND Hasta el 30 de agosto, James Bond se ha instalado en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez de Madrid. Todo su glamour se celebra en la exposición ‘Diseñando 007: Cincuenta Años de Estilo Bond’. Una gran muestra de todo lo que ha influido en la creación de uno de los más importantes iconos del mundo del cine y la literatura
50 años de una esencia exclusiva {Los fans de James Bond están (estamos) de suerte. Hasta el 30 de agosto pueden disfrutar (podemos) de una exposición exquisita en la que se pueden ver gadgets originales con los que 007 era capaz de cualquier cosa imaginable; maquetas de esos aparatos tan imposibles en su época, de algunos escenarios; trajes y vestidos que utilizaron los artistas para interpretar sus papeles; bocetos y storyboards. La exposición traslada al visitante allá donde quiera. El buen aficionado al cine o a la literatura encontrará referencias a los mejores momentos del agente del MI6 británico. Los trajes espaciales de Moonraker, los coches preferidos de Bond, representaciones de escenas concretas de las películas. Tal vez, la más impresionante es la que encontramos al comenzar la visita. ¿Recuerdan esa mujer guapísima que es asesinada por asfixia cutánea en James Bond contra Goldfinger? Sí, Jill Masterson; el personaje encarnado por Shirley Eaton. Pues allí está para recibir al personal; sobre su cama giratoria. Cada cosa tiene su espacio. Los villanos y sus aparatos diabólicos; el casino en el que Bond jugó tantas partidas acompañado de hombres y mujeres a los que terminó arruinando; los dibujos que terminarían siendo un escenario colosal y las maquetas que se utilizaron
para dar vida a las ideas. James Bond es un icono, pero, también, un mito. Para entender lo que representa hay que acudir a la simbología de lo que soporta su mundo. Todo a su alrededor es sofisticado y, si algo está al otro lado, ya se encarga nuestro héroe de acercarse para dar una manita de glamour a lo que sea necesario. Toda la visita se ilustra a través
Boceto del palacio de hielo. / Cedida por ‘Diseñando 007: Cincuenta años de Estilo Bond’.
de pantallas de plasma en las que se proyectan fragmentos de películas en las que sucede algo relacionado con lo que el visitante está mirando entre entusiasmado y perplejo. Porque, eso que nos pareció algo fuera de lo normal en la pantalla, resulta ser algo muy pequeño, más que normal. Y es que en la expo el único que falta es el agente 007 en carne y hueso para
007: La literatura apasionada sobre los peligros que acechan el mundo {James Bond es uno de los persona-
jes mejor desarrollados de la literatura de todos los tiempos. Podrá gustar más o menos; los relatos en los que aparece podrán ser tachados de ligeros, de falta de profundidad literaria; será todo lo que se quiera. Pero lo cierto es que Fleming consiguió, gracias al cine, un éxito sin precedentes y un cambio en el género. Desde la publicación de Dr. No, nada sería como antes. El londinense Ian Fleming, no llegó a saber la dimensión que tomó 007 al morir de un infarto antes de que alcanzara la fama que tiene. Bond es duro, astuto, bien parecido, valiente. No duda un instante si tiene que apretar el gatillo, pero no abandona jamás a un amigo en peligro. Es el icono de una época en la que los rusos y los chinos eran los
Portadas de dos de las novelas de Ian Fleming.
convertir el escenario en un mundo fascinante. No pierdan la oportunidad de visitar Diseñando 007: Cincuenta Años de Estilo Bond. Los aficionados no encontraran nada parecido para poder disfrutar de su personaje favorito. Los que no conozcan a 007 tendrán una excusa perfecta para salir corriendo a comprar las películas y las novelas de Ian Fleming. ~
enemigos de todos los demás; la forma –tal vez, la única– de hacer frente a los malos. Fleming dejó que su experiencia vital se arrastrase hasta su obra literaria. Dicen que el parecido entre autor y personaje era inmenso. Lo que es seguro es que muchas cosas de las que cuenta Fleming ya las había vivido él durante su época de agente de los servicios secretos británicos. Debe ser por ello por lo que Fleming consigue relatos fáciles y fluidos en los que apenas se encuentran fisuras. La literatura de Fleming no es gran literatura aunque los amantes de la novela policiaca o de espías se divertirán desde la primera página de cualquiera de sus obras. Buen diseño de personajes, tramas sin trampas narrativas o información sesgada y que fluye con facilidad pasmosa, unos remates de la acción coherentes. El gran problema es que las novelas de Fleming se encuentran agotadas en su gran mayoría. Solo se encuentran con facilidad las versiones originales en inglés. ~
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CINE. ROGER MOORE Que Roger Moore ha sido el peor James Bond de todos es algo que pocos se atreverán a discutir. Y que las películas protagonizadas por él (las de la saga 007) son entre pésimas y lastimosas tampoco es algo que se aleje en exceso de la verdad. Coincide la llegada a la serie de Moore {Un
vistazo a un par de películas protagonizadas por Roger Moore. La cosa no da para más.
LA ESPÍA QUE ME AMÓ. Roger Moore es el actor que menos ha hecho por el bien de James Bond. Ni fue un buen 007, ni se pareció nuca a él. Quizás, La espía que me amó sea, de las películas que protagonizó, la única en la que Bond-Moore no parece tonto de remate. Bond en manos de Moore siempre fue una parodia. De todos modos y pase lo que pase, los amantes de James Bond lo son al precio que sea. De la excelencia de Connery, de la inseguridad de Lazbury, de la frivolidad estúpida de Moore, de la sobriedad de Dalton o de la profesionalidad de Brosnan o Craig, son capaces de sacar el máximo rendimiento. La espía que me amó fue dirigida por Lewis Gilbert en 1977. Con un presupuesto extraordinario, consiguió una película con grandes lagunas en todos los aspectos. Se trata de una película que, a diferencia de las de Connery, ha envejecido muy mal y, vista hoy, el sabor anejo no deja disfrutar de lo que se ve. Lo mejor de la película es el trabajo de Derek Meddings. Sus maquetas y efectos especiales fueron asombrosos en su momento y todavía hoy gustan al verlos. También la música de Marvin Hamlisch (por debajo de las partituras de John Barry) está a buen nivel. El tema principal de la película es extraordinario. Lo interpreta Carly Simon. En el apartado de cosas buenas de verdad entra el diseño de producción de Ken Adam. Francamente, notable. La espía que me amó es la décima entrega de la serie Bond. Y fue la tercera aparición de Moore como 007. Le acompaña una flojita Bárbara Bach. Guapa, pero sosa y forzada. Desde luego, no le ayuda un guión que presenta a su personaje (Mayor Anya Amosoja, alias xxx) como una mujer meticulosa, valiente, intuitiva y feroz, para dejar que se convierta
en una chica Bond más según avanza la trama. Su faceta de profesional del espionaje desaparece en favor de 007. A veces, parece un perrito asustado que depende del agente británico. Y, desde luego, la idea primitiva es otra. Los villanos son Curd Jürgens (un loco que quiere provocar una guerra nuclear con el fin de que el ser humano comience una nueva vida en los fondos oceánicos) y Richard Kiel (un secuaz del loco Stromberg que tiene una dentadura metálica, la fuerza de un gorila y la inteligencia de un mosquito; se le conoce como Tiburón). Son villanos, pero menos. La eficacia de Stromberg eliminando enemigos es relativa y la ferocidad de Tiburón es casi cómica (el guionista le utiliza en las fases de autoparodia características de la serie Bond). Y 007 en manos de Moore. Como en esta película se limita ese humor tan irritante de las anteriores entregas protagonizadas por este hombre,
Moore es el actor que menos ha hecho por el bien de James Bond la cosa se hace más llevadera. Pero vaya, que una pelea de este Bond es de risa si la comparamos con alguna de Connery (¿Recuerdan el enfrentamiento de Bond con el villano viajando en el tren en Desde Rusia con amor?), que una ironía en boca de este 007 suena a chistecito barato y facilón, que el galán es como de cartón piedra. Los amantes de los ingenios de la serie pueden disfrutar de varios aunque sobresale el Lotus acuático. Está muy logrado y resulta hasta creíble. La escena de inicio es espectacular a pesar de que el montaje deja mucho que desear. Es una persecución sobre la nieve en la que tan
Moore y Barbara Bach en ‘La espía que me amó’.
ROGER MOORE
Bond sepultado bajo la idiotez
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CINE. ROGER MOORE con un giro de producción y en los guiones que consistió en dar un aire más juvenil y otro aire más irónico. El resultado es una ventisca llena de mal cine, llena de estupideces que nada tienen de juvenil y llena de un humor casposo propio de cualquier personaje añejo y soso pronto los perseguidores están ene cima del perseguido o a dos kilómekilóm tros para dar algo de recorrido a la escena. Una última cosa. Forma parte del Naoequipo de los villanos una tal N mi. Encarnada por Carolina Munro. Mun una Siempre pensé que hubiera sido u agente xxx mucho más apropiada. apropiada La espía que me amó es una pe película entretenida con localizaciones localizacion espléndidas y es una excusa de prip mera para pasar una tarde cualquiecualqu ra frente al televisor. Y es que es de James Bond. Y eso es muy, pero que q muy importante. OCTOPUSSY. En 1983, cuando se estrena Octopussy, el nivel se eleva ele hasta límites asombrosos. Un 007 al que le falta un andador, una idiotez idio en el guión fuera de lo normal norma y unos diálogos lamentables. Alguien Algu dijo que la película es entretenida entretenid y se deja ver. Pues no. Es un tostón y no hay quien, siendo seguidor de mirar Bond y amante del cine, pueda mi la pantalla sin ruborizarse. Octopussy nace de la lectura de dos relatos breves firmados por FleF lady. ming. Octopussy y Property of a la De ahí sale la primera idea que, más m tarde, se mezcla con un guión que q nada tiene que ver. Un refrito espanespa toso. Esta es la 13ª entrega de la se serie y la sexta en la que aparece, por p desgracia, Roger Moore. Moo En ese momento, momen 1983, Indiana Jon Jones se mueve con fuerfu za por las pantal pantallas y se trata, con e esta película, de emuem lar las aventuras aventu del héroe. LógicaLógi mente, sin res resultado alguno. algun Para que usteus des se hagan hag una idea, James Bond apaap gritando rece gritan Tarzán y como Tarzá se lanza de
Roger Moore en ‘Octopussy’.
liana en liana. Pero, además, va de un lado a otro a caballo (¿recuerdan a Indiana?) tratando de parodiar las persecuciones propias de los westerms; y, si se trata de agua, se traslada dentro de un cocodrilo mecánico. Como remate, Bond se disfraza de payaso en un auténtico climax de patetismo (una excelente metáfora de la época Moore). Con estos mimbres, John Glen hace lo que puede. Sin resultado positivo, tampoco. Vemos una persecución en la jungla india que está mal rodada, mal montada y mal rematada. Una constante en la película. Y es que cuando no hay de donde sacar es mejor dejarlo estar. Por otra parte, la credibilidad narrativa es nula. El circo femenino de Octopussy es, no solamente poco creíble, es un desastre interpretativo. Los villanos, Louis Jordan y Kabir Bedi, no son más que secundarios planos que si los cambiasen por otros distintos, sería lo mismo. Y las chicas Bond, Maud Adams (la única que repitió durante la serie) y Kristina Wayborn, son como floreros en la trama. Por cierto, Bond vuelve a ser el de La espía que me amó, en cuanto a su relación con la protagonista que queda reducida a una especie de caniche desvalido y necesitado de un amo protector. Se salva del desastre la escena inicial en la que Bond escapa a bordo de un avión muy curioso y no está mal la escena final que se desarrolla en otro avión más convencional (esta vez es una pelea en el exterior de la nave y en pleno vuelo). Desmontar un personaje con el carisma de James Bond ya parece una herejía. Hacerlo para convertirlo en un fantoche debería ser un delito con posibilidad de grandes penas. Porque hacer una mala película de aventuras, no tener gracia o querer ganar dinero ofreciendo un pastiche, tiene cierta justificación y lo han hecho muchos y muchas veces; pero hacer esto con un personaje como el de Fleming no tiene perdón alguno. ~
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CINE. TIMOTHY DALTON Fue una pena que Timothy Dalton rodase solo dos películas interpretando el papel de James Bond. Con él, apareció el verdadero personaje que Ian Fleming retrató en sus novelas y se aleja del Bond de Connery. Al fin y al cabo, a pesar de su
TIMOTHY DALTON
El 007 de Ian Fleming
{Modificar un personaje no consiste
en cambiar su peinado, su forma de vestir o en hacerle hablar con un acento puramente cañí. Para conseguir un cambio sustancial hay que variar la forma de enfrentar el mundo que tiene, la forma de mirar las cosas y la relación que termina teniendo con todas ellas. Y un cambio en el personaje debe estar justificado con solvencia. Somos lo que somos. Y a los personajes les sucede lo mismo. De buenas a primeras, un tipo no puede pensar de forma distinta. Tiene que ocurrir algo que lo justifique. Ese es uno de los problemas de la serie protagonizada por James Bond. Es tan larga, lleva tantos años alargándose, que cualquier cambio suele rechinar a los fans. 007 Alta Tensión es la decimoquinta entrega de la serie protagonizada por James Bond. El actor que encarna, esta vez, al agente secreto del MI6 es Timothy Dalton. Es su primera aparición como Bond. La primera de dos. Y es una pena. Dalton rehusó por dos veces defender el papel en otras películas anteriores y cuando aceptó hacerlo en esta, a pesar de realizar un trabajo notable, no se le valoró tanto como hubiera sido justo. Porque es un excelente Bond. El problema es que el personaje se acerca mucho a lo que Ian Fleming retrató en sus novelas y se aleja del Bond de Connery o del que interpretaba con más guasa de lo normal Roger Moore. Esto hace que el agente secreto sea más un asalariado del crimen, alguien que no disfruta con su trabajo aunque lo realice con profesionalidad milimétrica; esto hace que los flirteos desaparezcan para que la relación con las mujeres sea más seria y profunda; esto hace que la ironía quede en segundo plano y todo sea más serio por grave. Algo desconcertante para el espectador. Es verdad que a Dalton se le ve algo rígido en su interpretación, no inseguro como estuvo George Lanzeby, pero desarrollando un registro algo frío. ALTA TENSIÓN. El guión está bien armado y, aunque el final se precipita algo, se desarrolla con buen ritmo. No tiene la chispa que otras veces, pero tampoco vendría a cuento un mayor número de frases ingeniosas. La trama no dejaba sitio para más. El problema llega con el dibujo de los personajes secundarios. Ni los villanos son los mejores (Jeroen
Krabbé y Joe Don Baker, defienden bien sus papeles como Gregori Koskov y como el traficante de armas Whitaker); ni la protagonista (Maryam d’Abo, sosita y muy forzada al interpretar) es la más apropiada. Los villanos quedan desdibujados apareciendo y desapareciendo en más de una ocasión y no se profundiza en absoluto con ellos. Todo resulta superficial. En el caso de ella, el intento de convertir a las mujeres de la serie en personas inteligentes y capaces de cualquier cosa (para huir del objeto sexual en el que se convirtieron desde el principio) es fallido. Ni la actriz ni la trama ayudan a que ocurra esto. Todo parece artificial y desprende un importante tufo a gomaespuma y petición de perdón al público femenino. A pesar de todo esto, la acción se desarrolla entre una justificación narrativa consistente. La gran noticia es que Bond se dedica al amor y no a ligar con todo lo que lleve faldas. Eso que es cosa más del Bond de Fleming que del Bond del cine, queda algo extraño aunque es verosímil. La película arranca con una de las mejores escenas de inicio de la saga Bond. Se produce en Gibraltar. La acción es trepidante, está muy bien
En ‘Licencia para matar’, Bond tiene los sentimientos que cualquier otro hombre podía sentir Una escena de ‘Alta tensión’.
rodada (el director John Glen, aunque con algún altibajo, firma un buen trabajo) y termina con el agente secreto aterrizando en la cubierta de un barco. Magnífica escena en la que ya se perfila lo que será este nuevo James Bond. Otra escena destacable es la que protagonizan 007 y Necros (uno de los secuaces de los dos villanos) en un avión cargado de droga. Muy emocionante. La peor de las escenas es la que nos muestra a los protagonistas escapando del ejército enemigo sobre la funda de un chelo. Muy pueril. Algo así cabía en las películas de Moore, pero aquí sobra. Eliminar esta escena hubiera sido estupendo; así el metraje sería el justo (el producto final es excesivo). El resto de la acción se desarrolla en diferentes escenarios aunque el más llamativo es Afganistan. Es curioso ver cómo los afganos luchaban contra los rusos y eran los más mejores amigos de los americanos. La banda sonora se compone de 19 cortes y tres canciones (A-aha, The Pretenders y The Prenders). Se alternan algunas piezas de música clásica. En conjunto es más que notable el trabajo de John Barry. Otra película. Otro Bond. Otra oportunidad de disfrutar con el agente secreto más famoso de todos los tiempos. LICENCIA PARA MATAR. Esta es la segunda película en la que aparece Timothy Dalton interpretando el papel de James Bond. Segunda y última. Con Dalton el personaje de Ian Fleming aparecía en plenitud y con Dalton se produjo un giro más que necesario en las películas de 007. Bond no es tan machista, es capaz de entender a una mujer y se para más ante una inteligencia que ante un pecho descomunal. El Bond de Dalton, en esta película, vuelve a ser un hombre serio, profesional, arisco, solitario. Y, por si fuera poco, en Licencia para matar es un hombre cegado por la sed de venganza. No se mueve buscando el bien de su país, ni del mundo entero; lo hace buscando solucionar sus propios problemas. Este Bond sufre, se mancha los zapatos de polvo, recibe golpes como el que más, tiene los sentimientos que cualquier otro hombre podría sentir. Es el Bond más genuino que se había rodado hasta esa fecha. Lo curioso es que el guión de la película no es adaptación de alguna de las novelas de Fleming. Ya estaban todas llevadas al cine (esta es la entrega decimosexta). Los guionistas, Michael G. Wilson y Robert Laudaum, inventaron la trama de principio a fin. Logran un guión sólido que mantiene la tensión y un ritmo estupendo. Abundan las muertes violentas, casi sádicas. Y se centran en una asunto que preocupaba es-
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CINE. TIMOTHY DALTON grado de sofisticación, el agente del MI6 era humano. Las películas ‘Alta tensión’ y ‘Licencia para matar’ son dos de las mejores películas de la serie aunque nunca fueron reconocidas como tal por el gran público pecialmente a nivel mundial allá por finales de los años 80: la droga. Las chica Bond, encarnada por Carey Lowell, además de ser una belleza, es atrevida, inteligente y cínica. Toma una importancia en el desarrollo de la trama muy notable. Talisa Soto (otra de las mujeres protagonistas) se queda más en el territorio de mujer florero. El arranque de la película vuelve a ser espectacular aunque, esta vez, es el final el que se lleva la palma. Acción trepidante, vehículos incendiados, helicópteros, fuego, disparos. Todo rodado muy bien y montado mejor. El villano es tremendo. Despiadado, astuto, calculador. El autor elegido fue Robert Davi. Y el personaje malísimo se llama Franz Sánchez. Le acompañan
Anthony (la Zerbe muerte de su personaje es escalofriante) y un jovencísimo Benicio del Toro (la muerte del suyo es peor todavía). Los inventos preparados para 007 siguen siendo sorprendentes y divertidos. En esta película, los amantes de estos chismes disfrutan de lo lindo. Más que nada porque Q (que es el personaje que los idea) aprovecha sus vacaciones para ayudar a Bond. La banda sonora es estupenda. Sobresale la canción Licence to killl a cargo de Gladys Knight. Una estupenda película de acción, más cercana al realismo que otras de la serie Bond, bien contada y bien escrita. Una lástima que fuera la última de Dalton. ~
En ‘Alta Tensión’ Bond se dedica al amor y a no a ligar.
Maryam d’Abo en ‘Licencia para matar’
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CINE. DANIEL CRAIG Con Daniel Craig llegó la esencia del personaje de Ian Fleming. Del mismo modo que las películas de Timothy Dalton rescataban al personaje de novela, con Craig asistimos al renacimiento de lo más profundo de Bond, pero, está vez, con {CASINO ROYALE. James Bond es un mito. Personaje de las novelas de Ian Fleming y encarnado por varios artistas en el cine, ha tenido distintas caras, distintas formas de pelear, distintas maneras de tratar a las mujeres, distintas… todo. Sin embargo, James Bond es James Bond, el de Ian Fleming. Cuando más se han distanciado en el cine del 007 de Fleming peor resultado han obtenido. Bebedor, implacable, irónico, misógino, mujeriego, siempre fuera o en el difuso límite de lo establecido. Si James Bond es un mito es, entre otras cosas, porque lo creó un escritor. Eso es fundamental. Por ello, es de agradecer que el del cine se parezca al de la literatura. En Casino Royale, 007 es él. Comete asesinatos sin que le tiemble el pulso, trata a las mujeres como objetos que puede rentabilizar, es un atleta completo; astuto y especialista en forzar las situaciones con los malos y con los buenos. Pero, también, se enamora, sangra, recibe golpes que le hacen tambalearse; es un hombre roto, un solitario que no puede ubicarse de ninguna de las maneras. Este 007 (junto con el que interpretó Timothy Dalton) es el más próximo al de Fleming. Lo interpreta un excelente Daniel Craig. Magnífico su trabajo. Sin
aspavientos, sin grandes alardes, sólo con lo que es necesario para que el personaje tome forma. Ni más ni menos. El espectador tiene la sensación de estar ante el verdadero Bond. Le acompaña una bellísima Eva Green, actriz que parece muy poco valorada para lo que hubiera podido ofrecer. No es tan explosiva como otras chicas Bond, pero su papel se ciñe a un tipo de mujer y a una relación con el agente secreto que no lo permite. El villano cumple bien como tal y el actor que lo encarna, Mads Mikkelsen, también. Judi Dench defiende un papel corto e intenso con mucha solvencia. El resto son secundarios y están a la altura. En Casino Royale se vuelve a la esencia de lo que es Bond. Esencia que nunca debió dejarse a un lado en etapas anteriores. Y se consigue retrocediendo en el tiempo, volviendo a los orígenes. Bond logra su ascenso a doble cero y, así, consigue licencia para matar. Cada persecución es excitante (la primera intentando dar caza a un tipo que se mueve como un felino es espectacular aunque, todo hay que decirlo, es la menos justificada de todas desde un punto de vista argumental); cada coreografía en las secuencias de acción está bien resuelta; el
Daniel Craig está magnífico os en su trabajo, sin aspavientos ni grandes alardes despliegue técnico es abrumador. Las escenas se presentan largas aunque la cámara se mueve con soltura para ofrecer distintas perspectivas y matices alternando planos con rapidez. La historia de amor entre Bond y Vesper Lynd se trata con delicadeza. La ironía se presenta con discreción sin deslizarse hasta el chiste facilón. Se alarga algo más de lo necesario sin hacerse pesada y el realizador, Martin Campbell, aprovecha para presentar a 007 en toda su dimensión. La banda sonora de David Arnold es magnífica. Bien acompasada con la trama y de una variedad extraordinaria. Casino Royal ocupa el puesto 21º de la serie y es la primera en la que aparece Daniel Craig. Una serie que se reinventa para regresar, que se rescata a sí misma, que protagoniza un mito. James Bond. El personaje de Ian Fleming.
ma venganza y el resultado es que tenemos un personaje que se desintegra. Porque Bond no puede ir haciendo el papel de héroe de acción o de vengador enloquecido. Toda la ironía, toda la elegancia, todo el glamour que rebosa en Casino Royale, aquí desaparece. Un borrón en la nueva etapa. Poco más se puede decir.
QUANTUM OF SOLACE. Esta la continuación de Casino Royal. 007 cla-
DANIEL CRAIG
La esencia de Bond Eva Green y Daniel Craig en ‘Casino Royal’.
La acción siempre acompaña a Bond.
Javier Bardem en ‘Skyfall’.
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CINE. DANIEL CRAIG un soporte técnico impresionante. 007 se renueva para ser lo que tiene que ser. Vuelta a los orígenes para disfrutar de uno de los personajes más apasionantes de la historia de la literatura y del cine SKYFALL. Las personas no pueden dejar de ser lo que son y eso quiere decir que no pueden renunciar a su pasado. Las proyecciones del ser humano en forma de personaje arrastran esa misma característica. Además, tal y como está organizado el mundo en la actualidad, el pasado es un refugio excelente para poder sobrevivir. Todo parece aproximarse a los orígenes, todo tiende a camuflarse en lo nuevo, en el progreso, aunque todo necesita conservar lo esencial, lo fundamental de cualquiera de las cosas conocidas. Sam Mendes es lo que cuenta en Skyfall; desde la confrontación entre lo esencial y lo cosmético, entre lo tradicional y la metamorfosis absoluta que provoca el avance tecnológico. Mendes nos presenta una trama
especialmente negra en la que qu James Bond se aferra a sí mismo para poder continuar. Daniel Craig es e un actor que se crece con el papel, papel que lo agarra con fuerza y lo vive intenin samente en la propuesta que qu le ofrecen de regresar al pasado para jugar con ventaja frente a la realir dad. El villano es un magnífico magnífic Javier Bardem que se divierte trabatr jando y que luce un rubio miedoso mie y sorprendente. M es Judi D Dench que aparece en la pantalla con naturalidad y oficio cuando el papel p se alarga y toma una importancia importa desconocida hasta ahora en la saga. s Todos los personajes procuran ser ellos mismos, todos los person personajes buscan en el armario con el fin fi de poder entender lo que son. MienM tras, el mundo parece avanzar a velocidad de locos; mientras, el MI6 es una organización desconocida descono incluso para 007. La trama es más que interesante interes cuando comienza a oler a precuela, prec cuando apesta a final de ciclo cic al mismo tiempo. Intensa, angustioangu
En ‘Skyfall’ el villano es un magnífico Javier Bardem que luce un rubio sorprendente
Escena de ‘Casino Royale’.
Eva Green.
sa, emotiva y –no pocas veces– profunda y repleta de sentido. Y con ese argumento los personajes crecen y van moviéndose haciendo relevante cada gesto. Técnicamente, la película es impecable. A pesar del gran alboroto que se produce con las persecuciones y una acción trepidante en algunas fases, Mendes mueve la cámara con elegancia y delicadeza; la fotografía se cuida notablemente, el maquillaje y la peluquería dibujan una ficción creíble y aportan la coherencia necesaria que la imagen está obligada a prestar; y la banda sonora se ajusta pulcramente a lo que reclama la película en su conjunto. De nuevo, Craig parece que es 007 y, esta vez, uno llega a pensar en Sean Connery. Por fin, 007 se renueva para ser lo que tiene que ser porque sabe que el pasado en un territorio en el que tiene ventaja. Y, por fin, alguien se atreve, sin complejos, a profundizar en lo que interesa dentro una narración que no es otra cosa que en el personaje que aporta sentido a lo que se ve. Eso sí, que nadie se asuste; no faltan inventos asombrosos, tiroteos, satélites, persecuciones y romances que protagoniza el agente secreto. Excelente película que sorprende por todo ello. ~
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CINE. PIERCE BROSNAN Pierce Brosnan fue un buen Bond. Algo más pijo de lo deseado. Alguien confundió eso de ser un dandi con ser un tipo presumido y ligón. 007 odiaría a los pijos. Las películas que protagonizó resultaron irregulares {La sofisticación de James Bond no
puede reducirse a que el personaje se coloque la corbata debajo del agua o a ser muy, muy, guapo. Bond es un personaje de una cultura apabullante, de una elegancia arrasadora que le hace parecer encantador cuando, en realidad, es arisco y mordaz. Y el mundo de Bond está alejado de los progresos tecnológicos que podrían resolver problemas por sí mismos. Esta es la gran pega de la era Brosnan. Sin ser un mal 007, las películas que interpretó abusan de algunas cosas impropias de la serie Bond. Los guiones van de lo correcto a lo increible. Y en ficción algo increible no funciona. Un tipo de viaje a otra galaxia puede resultar creíble y otro comiendo macarrones puede resultar inverosímil. A alguien se le pasó este detalle.
GOLDENEYE. Título nº 17 de la serie; primero de Pierce Brosnan. Dirigida por Martin Campbell con guión de Jeffrey Caine y Bruce Feirstein. El nombre de la película es el mismo de la residencia de Ian Fleming en Jamaica. Allí escribió los relatos sobre Bond. Es la mejor de las películas protagonizadas por el actor británico. Le acompañan tres villanos que no están nada mal: el General Ourumov (Gottfried John), el desertor y antiguo 006 Alec (Sean Bean) y Xenia Onatopp (Famke Janssen) que resulta ser, tal vez, la más mala de las malas de la serie. 007 resulta ser hombre de una sola mujer. Al menos, solo le vemos con una señorita a lo largo de la cinta. Y la marca de los objetos que utiliza son distintos. Rolex pasa a ser Omega; Lotus pasa a ser BMW. Cosas del mercado. M es una mujer. Esta es la primera aparición de Judi Dench. Todo hay que decirlo: aporta una frescura al relato estupenda. La película, sin ser una joya, es entretenida. Y lo mejor llega con la banda sonora original. The Experience Of Love; Goldeneye interpretada por Tina Turner y Stand By Your Man por Minni Driver. Este era un comienzo prometedor. EL MAÑANA NUNCA MUERE. El poder de los medios de comunicación es el enemigo. William Randolph Hearst (1863-1951) fue periodista e inventó lo que conocemos como prensa amarilla. Logró un enorme monopolio y su objetivo era vender más que nadie. El personaje de Jonathan Pryce (Elliot Carver) está relacionado con Hearst. Y, por supuesto, es el villano de la película. Ni mucho menos a la altura de muchos otros de la serie. Brosnan está correcto. Destaca la escena en la que 007, esposado a una mujer china del servicio secreto de ese país, conduce una motocicleta intentando escapar de una muerte segura. El resto, francamente, ni fu ni fa. EL MUNDO NUNCA ES SUFICIENTE. Esta es una película extraña. Segura-
Sean Bean y Pierce Brosnan en ‘Goldeneye’.
PIERCE BROSNAN
El 007 más pijo y digital mente poco comprendida por el gran público. Michael Apted trató de hacer algo distinto. Se alejaba de lo espectacular (esta película también lo es aunque no es lo fundamental) para adentrarse en el alma de sus personajes. La miseria humana, el amor y el fracaso con la pareja, la venganza, la ausencia y la zona más amarga del ser humano, se hacen un hueco y explotan con fuerza. 007 nos enseña su zona humana. Y los villanos la suya. Quizás esta es la gracia de esta película. Los malos aman locamente, odian locamente, quieren ser felices. Como los buenos. Y 007, que es el héroe de todo este lío, puede ser cruel, despiadado e injusto. Que se lo pregunten a Elektra (la bella villana interpretada por Sophie Marceau). El mundo nunca es suficiente resulta divertida; 007 se libra de los desastres anteriores con Moore; 007 se mantiene en la ruta precisa para que cuando llegue Craig la regeneración sea posible. MUERE OTRO DÍA. Cuarta y última aparición de Pierce Brosnan. Cine de evasión, de divertimento. 007 enredado en el mundo digital. Una chica Bond de quitar la respiración. Unos villanos que, como pasaba en la época de Sean Connery, quieren hacer maldades para poder controlar el mundo entero. Y que son malos de verdad. La momia de Madonna en pantalla. Un palacio de hielo. Un satélite mortífero. Un avión que nunca se cae al suelo. En fin, una película que lleva al extremo todo disparate posible y que, tal vez, funciona por esa misma razón. Si alguien necesita un par de horas de evasión, esta es la película.
Brosnan está mayorcito para el papel. Se le ve elegante y guaperas, pero con unos añitos de más como para andar corriendo esos peligros y ligarse a esas mujeres tan despanpanantes. Interpreta un Bond que roza (a veces) la frivolidad o tontería del Bond de Roger Moore y la oscuridad del Bond de Dalton en Licencia para matar. En esta película, la venganza mueve al agente secreto aunque, a mitad de la cinta, es la salvación del mundo la motivación principal. Los amantes de la serie pueden quedar algo decepcionados con esta película; quiere ser un homenaje a todos los trabajos anteriores y se convierte en un batiburrillo. Entonces ¿por qué
funciona, por qué alguien se la traga sin rechistar? Seguramente, porque el ritmo es frenético, no queda tiempo para pensar ante tanta escena de acción. Bond no es un personaje de ciencia ficción (en esta película se roza el género), pero el realizador Tamahori rapta al personaje y lo devuelve hecho unos zorros. Halle Berry pasa sin pena ni gloria por la pantalla. Salvo esa primera aparición (homenaje al que realizó la señora Andress) no desarrolla un papel que deje poso. Ni se la dan diálogos que hagan crecer al personaje ni la trama se soporta, mínimamente, sobre ella. Más blandita de lo que cabía esperar. Judi Dench estupenda. De los guionistas Neal Purvis y Robert Wade hay poco que decir. Toman ideas de otras películas de la saga, las agitan y sueltan lo que se les ocurre en forma de exceso. Eso sí, multiplicado por un millón. Deberían haber explicado a estos chicos que 007 es mortal y que el mundo es el mundo. El cine tiene un componente de espectáculo que nadie puede negar. Muere otro día es espectáculo puro. Nada más que acción, héroes, villanos y chicas explosivas (Rosamund Pike también está muy guapa). ~