2da intervención del Embajador Gustavo Iruegas Señoras y señores, el tiempo acordado para las ponencias no me ha permitido redondear mi exposición, por lo que lo hago ahora. Cuando se ha cometido un crimen a quien primero se investiga es a quien resulta beneficiado por los hechos, si además ese mismo sujeto a tenido oportunidad de cometerlo, él es el primer indiciado; si el sujeto además es conocido por sus antecedentes delictivos la presunción de culpabilidad se convierte en certidumbre. Aquí estamos tratando de la maquinación de un crimen de lesa patria, así que usaré este criterio para abundar en mi acusación al gobierno de facto. Se trata de un crimen, sí, pero no de un crimen aislado. Para sustentar mi afirmación de que la prisa de la administración espuria obedece a un malsano deseo de agradar, o como se ha dicho, de cumplir la promesa al presidente saliente de Estados Unidos de entregarle el petróleo mexicano antes de que termine su mandato, recurro a señalar otro asunto de grave importancia nacional en la que el propósito final es ceder grandes espacios de nuestra soberanía al gobierno de Estados Unidos. La oligarquía extranjerizante que padecemos ha sufrido ella misma el desaire del imperio que sucesivamente declinó la oferta de incorporar a México a Estados Unidos; desechó la idea de un tratado migratorio y terminó construyendo un muro en la frontera con México. Ese muro que en México se consideraba impensable se hizo posible para la derecha americana cuando el gobierno de Estados Unidos,
como consecuencia de los espeluznantes ataques de septiembre del 2001 no solamente desató su furia guerrera en el extranjero, sino que profundizó el carácter policiaco de su gobierno. En la colectiva historia antiterrorista resultó aceptable para la opinión pública norteamericana la construcción del muro y la frontera que impida la entrada de los mexicanos sin papeles. Simultáneamente el gobierno norteamericano restituyó aquel viejo concepto de sus estrategia militar que consiste en mantener a Estados Unidos seguro dentro de un perímetro conformado por los dos océanos que lo flanquean por el Este y el Oeste, el territorio de Canadá por el Norte y el mexicano por el Sur. El perímetro de seguridad nunca fue abandonado por completo, pero las capacidades intercontinentales de la Unión Soviética le restaban efectividad. Ahora que el enemigo tiene carácter artesanal el concepto vuelve a tener plena vigencia. Como se sabe, la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte tiene tres grandes ámbitos de aplicación para México. El primero es que el territorio mexicano forme parte del perímetro de seguridad de Estados Unidos. El segundo, es que Estados Unidos se encargue de proteger nuestras instalaciones estratégicas, vale decir petróleo y electricidad. El tercero, que nos auxilie en la lucha contra el narcotráfico. En el primero están imbuidos los dos siguientes, si dispusiéramos del tiempo podríamos explicar en detalle los tres aspectos de ASPAN.
La nueva vigencia del perímetro de seguridad ofrece también la gran oportunidad a la oligarquía extranjerizante para insistir en su afán de entregar al imperio un México sometido, que no integrado, esa oportunidad consiste en que ahora el perímetro de seguridad podrá ser adoptado por el gobierno de México y expresado como una aportación mexicana a la seguridad de Estados Unidos. Es más que evidente que cualquier gobierno mexicano, con el mínimo decoro que exige el gentilicio le respondería al gobierno de Estados Unidos que mientras él mantenga un muro en la frontera no puede pensar si quiera en conversar con el de México acerca de usar el territorio mexicano para protegerse de los enemigos que con tanto ahínco cultiva. Sin embargo, la oligarquía y el gobierno que le obedece ve en esto la oportunidad y la ha aprovechado, la oportunidad de elevar su oferta. Desairada la integración, rechazados los trabajadores, recibida la afrenta del muro ¿sería de considerar una nueva oferta en que van juntos el patrimonio y la seguridad de la nación mexicana? Todo eso a cambio de muy poco, ser socios, minoritarios, claro, en el desmantelamiento de México y los negocios que de ahí provengan. Nuestro indiciado es un criminal que está ofreciendo la seguridad y el patrimonio nacional para entregar sometida a la nación. Es un criminal extremadamente peligroso, aun así debo decir que, hoy por hoy, nuestro propósito no es castigar al criminal sino impedir el crimen, y para eso contamos con el poder popular
organizado en la resistencia pacífica que ya se moviliza para expresar e imponer la que es verdaderamente la voluntad nacional: salvar el patrimonio y la soberanía de México. Muchas gracias.