El Trabajo Social como complejo Social

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El trabajo social como complejo social Aproximación a los fundamentos de los procesos de intervención profesional Sergio D. Gianna1 Manuel W. Mallardi2 Resumen: Este trabajo retoma las discusiones sobre la relación entre el trabajo y el trabajo

social y las amplia a partir de incluir los estudios de Lukács sobre el trabajo como fundamento del ser social y los complejos sociales. Sobre esta base, se reflexiona sobre las particularidades de los procesos de intervención del Trabajo Social, donde teleología y causalidad son resignificadas a partir del lugar que la profesión ocupa en la división social del trabajo. Palabras-clave: Trabajo. Complejos Sociales. Trabajo Social. Intervención Profesional. SOCIAL WORK AS A SOCIAL COMPLEX Approaching the principles of professional intervention processes Abstract: This paper takes up the discussion on the relationship between work and social work and through the inclusion of extensive studies on labor Lukács as the foundation of social being and social complexes. On this basis, we reflect on the particularities of the processes of social work intervention, where tessituras teleology and causality from the profession took place in the social division of labor. Keywords: Work. Social Complexes. Social Work. Professional Intervention.

Introducción El presente trabajo expone distintas reflexiones en torno a los procesos de intervención del trabajo social como complejo social. Estas reflexiones surgen a partir de la lectura de las distintas posiciones que vinculan al trabajo social con el proceso de trabajo, posiciones que se sintetizan en los aportes de Iamamoto3 y Lessa4. Los debates en torno a la relación del trabajo social con el trabajo constituyen un avance de la perspectiva marxista dentro del campo profesional, lo cual evidencia el fructífero caudal teórico de la perspectiva para analizar las implicancias de la profesión en la actualidad. Negar este debate o considerarlo innecesario y superfluo nos llevarían a negar la posibilidad de aprehender mediante sucesivas aproximaciones los procesos de la realidad y dar por terminado un proceso de conocimiento y generalización. Licenciado en Trabajo Social (UNC). Maestrando en Trabajo Social (UNLP) – Becario CONICET/GIyAS. Docente adscripto de la materia “Epistemología de las Ciencias Sociales” en la Facultad de Trabajo Social (UNLP). 2 Licenciado y Magíster en Trabajo Social. Doctorando en Ciencias Sociales (UBA) – Becario CONICET. Docente y Director de la carrera de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, con sede en la ciudad de Tandil, Argentina. Miembro del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Problemáticas Internacionales y Locales (CEIPIL) radicado en la mencionada universidad. E-mail: manuelmallardi@yahoo.com.ar. 3 IAMAMOTO, Marilda. Servicio Social y División del Trabajo. San Pablo: Cortez Editora, 1997. IAMAMOTO, Marilda. El Servicio Social en la contemporaneidad. Trabajo y formación profesional. San Pablo: Cortez Editora, 2000. 4 LESSA, Sergio. Trabalho e proletariado no capitalismo contemporaneo. San Pablo: Cortez, 2007a. LESSA, Sergio. Servico social e trabalho: porque o servico social nao é Trabalho. Maceió: UFAL, 2007b. 1

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La postura aquí adoptada se nutre del debate realizado por autores fundamentales, tanto de la teoría social como de la profesión, y avanza en la comprensión de las particularidades del ejercicio profesional en la actualidad. Para ello, en un principio se sintetizan los principales aspectos que definen al trabajo como fundamento ontológico del ser social y las particularidades de los complejos sociales, para luego avanzar en la comprensión de los elementos que nos permiten pensar la práctica del Trabajo Social como complejo social. Lejos de acabar la reflexión, las páginas siguientes constituyen la síntesis del inicio de un proceso investigativo que, como todos los procesos de conocimiento, requiere de sucesivas aproximaciones. Trabajo, sociabilidad y complejos sociales El análisis del trabajo como ontología del ser social, supone reconocer que el trabajo es la actividad fundante a partir del cual el hombre organiza el proceso de producción y reproducción de la vida social. Este punto de partida, que ubica al hombre como resultado5 y creador de su propia historia, implica una ruptura directa con aquellas posiciones del “marxismo vulgar” que colocan en el “factor económico”6 una superioridad y sobredeterminación sobre otros factores o esferas de la vida social (como el Estado, el Derecho, etc.), donde dicho factor adquiere un carácter de “fuerza autónoma”, como un movimiento determinado por las cosas que dominan a los hombres7. Por el contrario, los planteos de Marx, como se intenta demostrar, colocan al trabajo como el fundamento de la praxis del ser social. De este modo, la vida humana es entendida como un proceso de metabolismo social8 en el cual el hombre mediante el trabajo realiza un gasto de energía corporal para conocer y apropiarse del medio y a partir de ello transformarlo, generando valores de uso para satisfacer sus necesidades. Es por eso, que el trabajo es el aspecto fundante del ser social, que lo diferencia de otros seres vivos, siendo el hombre un ser onto-creador, que a partir del trabajo genera los medios de vida que permiten la reproducción del hombre. Por lo tanto, la reproducción del hombre no se desarrolla de modo inmediato, sino por el contrario, se encuentra medida por el trabajo. En el, el hombre no sólo modifica y transforma la naturaleza, ahora objetivada en un valor de uso, sino que fundamentalmente, el hombre se transforma a sí mismo, ya que adquiere nuevas habilidades y conocimientos que antes no poseía9. El proceso de trabajo parte de una necesidad a la que el hombre se enfrenta y debe dar respuesta, y para ello inicia un camino de reconocimiento de la realidad, buscando comprenderla Hacemos referencia a resultando en el sentido de que el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo y los medios de producción es producto de la objetivación de trabajo pasado por las generaciones anteriores. MARX, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Borrador 1857-1858) (Grundrisse). Buenos Aires: Siglo Veintiún, 1971. 6 KOSIK, Karel. Dialéctica de lo concreto. México: Grijalbo, 1963. 7 Estos posicionamientos teóricos y políticos llevan consigo la estrategia política en la cual hay que esperar a que las “condiciones objetivas” estén lo suficientemente maduras para que estalle la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. 8 IÑIGO CARRERA, Juan. Conocer el capital hoy. Usar criticamente El Capital. Volumen 1. La mercancía, o la conciencia libre como forma de la conciencia enajenada. Buenos Aires: Imago Mundi, 2007. 9 MARX, Karl. El Capital. Crítica de la economía política. Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2002. 5

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y explicarla para transformarla. Esto implica un acto teleológico en el cual la conciencia del hombre desarrolla un proceso de reproducción ideal de la realidad, que le permite captar sus determinaciones y a partir de ello lograr la finalidad previamente ideada. En esa dirección, Lukács recalca que el acto teleológico implica un reconocimiento de la finalidad y de los medios para alcanzarla. Investigar los medios para realizar el fin debe contener un conocimiento objetivo acerca de la creación de aquellas objetividades y procesos cuya puesta en marcha está en condiciones de realizar el fin puesto. El autor, sostiene que la investigación tiene, en ello, una doble función: por un lado, revela lo que se halla presente en sí en los objetos en cuestión, independientemente de toda conciencia; por otro, descubre en los objetos nuevas combinaciones, nuevas posibilidades de función, a través de cuya puesta en movimiento puede únicamente ser realizado el fin teleológicamente puesto10.

Es decir, la teleología es un momento que antecede y dirige la acción. Mediante la misma, las consecuencias de la acción son anticipadas y evaluadas en la conciencia, idealizando el resultado. El momento de la previa ideación es abstracto, pero no por ello significa que no tenga existencia real. Justamente por ser abstracta, es que la previa ideación puede cumplir una función tan importante en la vida de los hombres. El conocimiento adquirido a partir del trabajo puede ser generalizado, de modo que puede ser utilizado para generar nuevos valores de uso. Es decir, el conocimiento de la realidad, que parte de un caso singular, se eleva y adquiere carácter genérico, y puede ser utilizado sobre nuevos procesos de trabajo. Esto es posible, ya que el conocimiento adquirido por el hombre es objetivado en múltiples expresiones, y por ende, trasmisibles a las generaciones subsiguientes. A partir del acto teleológico, el hombre realiza un conjunto de actos que transforman la previa ideación en un producto objetivo. Este acto de transformación de la naturaleza se materializa en un objeto, objetivándose y conformando un valor de uso. Este proceso es la objetivación11. De este modo, se vinculan dos determinaciones que en apariencia son opuestas: la teleología y la causalidad, donde la previa ideación es llevada a la práctica, abordando una dimensión causal (de causa y efecto), transformando la causalidad dada (por la naturaleza) por una causalidad puesta (por el hombre). El resultado del proceso de objetivación es siempre la transformación de la realidad. La objetivación produce una nueva situación, la realidad ya no es más la misma. 10 LUKÁCS, György. Ontología del ser social: el trabajo. Buenos Aires: Herramienta, 2004, p. 70. 11 En el prologo del año 1969 del libro “Historia y Conciencia de Clase” (talvez el libro más leído y conocido del autor) señala dos problemas centrales: El recorte en la concepción marxista, al entenderla como una doctrina de la sociedad desligada de la naturaleza, convirtiéndose en una categoría social, …afirmando que sólo el conocimiento de la sociedad y de los hombres que viven en ella tiene importancia filosófica. LUKÁCS Georg Historia y Conciencia de Clase. Estudios de dialéctica marxista. Buenos Aires: RyR, 2009, p. 53. Es decir, se recorta la base del trabajo, entendida como mediadora entre la sociedad y la naturaleza. Otro error señalado por el autor es la falsa identificación entre objetivación y extrañamiento. Pues la objetivación es efectivamente una forma insuperable de manifestación, de exteriorización, en la vida social de los hombres…sólo cuando las formas objetificadas de la sociedad cobran o asumen funciones que ponen la esencia del hombre en contraposición con su existencia, someten la esencia humana al ser social, lo deforman o desgarran, etc., se produce la relación objetivamente socia de extrañación y, como consecuencias necesarias, todas las características de la extrañación interna. Ibidem, p. 62.

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Esta transformación de la realidad objetiva, no deja al hombre en el mismo punto de partida en el que se encontraba, sino que, como se adelanto, por el contrario, transforma al propio hombre. Aquí aparece una doble transformación que ya Marx12 expresaba, el hombre al transformar la naturaleza transforma su propia naturaleza. Se produce la exteriorización, momento del acto del trabajo a partir del cual el hombre, con su subjetividad, conocimientos y habilidades se enfrenta con la objetividad externa, y por medio de ésta no sólo verifica la validez de sus conocimientos y habilidades, sino también desarrolla nuevos conocimientos y habilidades. Mediante el trabajo, el hombre no sólo modifica el mundo objetivo sino que también se construye a sí mismo como ser social. Mediante la transformación de la naturaleza, los hombres adquieren nuevos conocimientos y capacidades. Como recalcan Marx y Engels, “… la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instrumento necesario para ello conduce a nuevas necesidades…”13. Por lo tanto, mediante el trabajo, el hombre produce nuevas situaciones –tanto objetivas como subjetivas- de la cual surgen nuevas necesidades y posibilidades de resolución. Esta distinción entre objetivación y exteriorización14 se plantea a partir de la no identidad –pero si unidad de contrarios- entre sujeto y objeto, en el cual todas las acciones humanas (que parten de la previa ideación) poseen una historia propia, esto porque los actos del trabajo producen objetos que son distintos al sujeto. Estas son las determinaciones más simples del trabajo, y en sí se constituye en una situación abstracta porque los hombres no se encuentran aislados, sino insertos en un proceso de metabolismo social y bajo determinadas relaciones sociales. Esto implica asumir una perspectiva de totalidad en la mediación del ser social en la realidad, de modo de […] divisar con claridad un momento fundamental de la procesualidad del trabajo: al insertarse en la malla de relaciones y determinaciones pre-existentes, el objeto construido altera (mínimanente), desencadenando nexos causales (o sea, una secuencia de causa y efecto) que son, al mismo tiempo, 1) impregnados por momentos de causalidad y, 2) en su totalidad en el momento de la previa ideación, son imposibles de ser conocidos porque aún no acontecieron15.

12 MARX, Karl. El Capital. Crítica de la economía política. Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2002. 13 MARX, Carlos; ENGELS, Federico. La Ideología Alemana. Montevideo: Pueblos Unidos, 1959, p. 28. En referencia a ello, Guerra señala que al transformar la naturaleza, como su ambiente natural y social, el hombre adquiere conocimientos y habilidades, que hacen surgir nuevas necesidades, nuevas preguntas que responder. En otras palabras, a medida que los hombres satisfacen sus necesidades inmediatas, que responden a su ambiente, nuevas necesidades son creadas. Ellos transforman en preguntas sus necesidades y las posibilidades de satisfacerlas, y estas preguntas (mediaciones intelectivas o de carácter reflexivo) van a enriquecer los modos que los hombres responderán a sus nuevas necesidades. Dichos conocimientos y habilidades son útiles para los objetivos inmediatos de los hombres, pero también dan origen a los varios ámbitos del conocimiento: científico, artístico, filosófico, técnico. El trabajo engendra nuevos medios y modos…a través de los cuales los hombres responden a sus necesidades y adquieren conocimientos. GUERRA, Yolanda. La instrumentalizad del servicio social. Sus determinaciones socio-históricas y sus racionalidades. San Pablo: Cortez Editora, 2007a, p. 69-70. 14 Según Lessa, La exteriorización es fundada por la distinción concreta, real, ontológica (esto es, en el plano del ser) entre el sujeto y el objeto que viene a ser por la objetivación de una previa ideación. La exteriorización es el momento de transformación de la subjetividad siempre asociada al proceso de transformación de la causalidad, la objetividad. LESSA, Sergio. Para compreender a ontologia de Lukács. Ijuí: UNIJUI, 2007c, p. 39. 15 LESSA, Sergio. Op. cit., p. 44.

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Así, las condiciones de vida del hombre, van adquiriendo diversas formas a lo largo del tiempo, ya que involucra el modo en que los hombres desarrollan sus procesos de trabajo, las relaciones que establecen entre ellos y con la naturaleza para satisfacer sus necesidades y lograr la reproducción individual y social. Es por ello que Marx y Engels16 afirman que el hombre coincide con su producción (en su proceso de producción y los productos generados a partir de él) al tiempo que la trasciende, ya que la forma en que se organiza el trabajo también da cuenta del modo en que los hombres organizan su vida. Es decir, el reconocimiento del trabajo como acto fundante del ser social, adquiere un carácter histórico que sólo es posible de divisar inserto en un complejo de complejos17, donde la totalidad del ser social se presenta como una relación dialéctica entre los complejos que lo constituyen. En ese sentido, el ser social experimenta un continuo cambio desde su ser orgánico al ser social y en éste cada vez hacia una mayor complejidad. La reproducción del ser social presenta, para esta perspectiva, la polarización de dos complejos dinámicos: el individuo y la sociedad, en donde todas las interacciones posibles del hombre con la naturaleza pasan por la mediación de la sociedad. Sin embargo, vale aclarar, polarización no implica dicotomía ni exclusión de uno a otro, sino tensión de un mismo proceso histórico, en tanto como afirma el autor una posición teleológica provoca siempre otras posiciones teleológicas, tanto que de esto surgen totalidades complejas, las cuales hacen que la mediación entre el hombre y la naturaleza se procese cada vez más extensa, y cada vez más exclusivamente en términos sociales18.

Entonces, en este proceso polarizado entre individuo y sociedad las objetivaciones que se producen en los procesos de trabajo singulares pasan a constituir parte del mundo de los hombres, siendo el punto de partida para otros procesos de trabajo. Las barreras de la naturaleza ceden el paso a las teleologías y causalidades puestas por los seres sociales, fortaleciendo el polo sociedad como mediadora en la relación individuo-naturaleza19. Ahora bien, antes de comenzar a reflexionar sobre la categoría complejos sociales, se considera oportuno incluir brevemente una última reflexión acerca del trabajo, principalmente a las formas en la que se expresa el mismo en la actualidad. Esta discusión sobre el denominado trabajo abstracto, alienado y asalariado, si bien escapa a los fines del presente trabajo, implica pensar la manifestación histórica del trabajo en la sociabilidad capitalista, donde la mayoría de 16 MARX, Carlos; ENGELS, Federico La Ideología Alemana. Montevideo: Pueblos Unidos, 1959. 17 Lessa, recuperando los planteos de Lukács, señala que este complejo de complejos está conformado por el mundo orgánico (de los animales y las plantas), el mundo inorgánico (de los minerales) y el mundo del hombre (en cuanto ser social). Las tres A pesar de ser distintas…están indisolublemente articuladas: sin la esfera inorgánica no hay vida, y sin la vida no hay ser social. LESSA, Sergio. Op. cit., p. 25. 18 LUKÁCS, Georg Ontología del ser social. (La reproducción). Disponible en www.sergiolessa.com 1981 p. 139. 19 Al respecto Costa aclara que el proceso de reproducción social se efectiviza mediante el retiro de las barreras naturales; en este, los momentos sociales predominan cada vez más sobre los momentos naturales. Con eso la objetivación se va tornando más y más compleja. COSTA, Gilmaisa. Indivíduo e sociedade. Sobre a teoria de personalidade em Georg Lukács. Maceió: EDUFAL, 2007, p. 41. Por su parte Lessa afirma que es la capacidad esencial de, por el trabajo, los hombres construir un ambiente y una historia cada vez más determinada por los actos humanos y cada vez menos determinada por las leyes naturales, lo que constituye el fundamento ontológico de la génesis del ser social. Idem, p. 81.

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los sectores trabajadores deben vender su fuerza de trabajo para garantizar su reproducción cotidiana. Desde entonces el trabajo no se vincula directamente a la producción de valores de uso, sino a la de valores de cambio, pues como plantea Marx […] desde el momento en que el obrero pisa el taller del capitalista, el valor de uso de su fuera de trabajo, y por tanto su uso, el trabajo, pertenece al capitalista. Mediante la compra de la fuerza de trabajo, el capitalista ha incorporado la actividad laboral misma, como fermento vivo, a los elementos muertos que componen el producto, y que también le pertenecen.20

Estos procesos de mercantilización, y consecuente reificación de la fuerza de trabajo, implican el desarrollo de una nueva forma de relación social, que encuentra su fundamento ontológico en el trabajo, adquiriendo la forma de expresión histórica alienada: el trabajo abstracto21. Por lo tanto, el proceso de metabolismo social en el capitalismo supone una organización del trabajo cuya finalidad no es la producción de valores de uso social, sino la producción de plusvalía basada en la explotación de una de las personificaciones de la relación social general: la clase trabajadora. De este modo, la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía personificada por el obrero, que vende su fuerza de trabajo en cuanto “ciudadano libre del Estado”. Esto supone no sólo el encubrimiento de la explotación capitalista y la alienación y reificación del obrero en el capital, sino también el recorte de la capacidad teleológica del obrero, ya que la finalidad y los medios son mediados por otra personificación, el capitalista22. A partir de estos avances es posible introducir la categoría de complejos sociales, la cual aporta para explicar las relaciones sociales particulares que surgen para garantizar los procesos de producción y reproducción social, categoría que encuentra dentro del pensamiento lukacsiano en el propio trabajo su fundamento ontológico y fundante. En este sentido, se considera que la profundidad de los planteos de Lukács permite captar las mediaciones y las posibilidades explicativas del trabajo como modelo del resto de las prácticas sociales que realiza el hombre en sociedad. Para el autor las posiciones teleológicas mediante las cuales el hombre define la finalidad y la forma de transformar la naturaleza son la base de la estructura de las posiciones teleológicas que los hombres establecen para hacer que otros hombres realicen determinadas acciones. Así mientras que la relación hombrenaturaleza implica posiciones teleológicas primarias, la relación hombre-hombre involucra posiciones teleológicas secundarias. La diferencia substancial consiste en que en la relación hombre-hombre, las posiciones teleológicas secundarias determinan las causalidades puestas 20 MARX, Karl. El Capital. Crítica de la economía política. Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2002, p. 225. 21 NETTO J.P; BRAZ M. Economia política. Uma Introduçao crítica. San Pablo: Cortez Editora, 2006. ANTUNES, Ricardo ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo. Buenos Aires: Herramienta, 2003. IAMAMOTO, Marilda. Serviço social em tempo de capital fetiche. Capital financiero, trabalho e questão social. San Pablo: Cortez, 2007. LESSA, Sergio. Trabalho e proletariado no capitalismo contemporaneo. San Pablo: Cortez, 2007a. 22 Cabe recalcar que con la gran maquinaria, y a partir de la constitución del obrero colectivo, la burguesía se convierte en una clase parasitaria producto del recorte de sus funciones como clase, ya que deja de ejercer la coacción sobre la clase trabajadora en el ámbito de la producción y la organización del proceso de trabajo.

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ya no para modificar la naturaleza sino para establecer las posiciones teleológicas primarias de otros hombres. El objeto de estas nuevas posiciones teleológicas lo constituye la conciencia de un hombre o grupo de hombres que tienen que efectivizar el proceso de trabajo. En palabras del pensador húngaro se expresa de la siguiente manera el objeto de esta posición secundaria no es, pues, ya algo puramente natural, sino la conciencia de un grupo humano; la posición del fin ya no tiene por fin transformar un objeto natural, sino la ejecución de una posición teleológica que, por cierto, ya está orientada a objetos naturales23.

La ampliación y generalización del trabajo a las demás prácticas sociales en lugar de quitarle capacidad explicativa, posibilita dimensionar en sus determinaciones ontológicas las verdaderas capacidades del ser social en el desarrollo de la historia. Pues, así como a diferencia de los animales el ser social tiene la capacidad de desarrollar un proceso de trabajo, con teleología y causalidad puesta, en las relaciones sociales son los hombres los únicos con potencial para establecer teleologías secundarias. El trabajo y las demás prácticas sociales que desarrollen los hombres en sociedad constituyen los únicos y verdaderos momentos donde la teleología se establece con capacidad de transformar la realidad. Aquí, entonces, teleología y causalidad adquieren la misma importancia que en el proceso de trabajo, aunque resignificada, pues su coexistencia ontológica es interpelada, ya no sólo por tensiones entre lo correcto y lo incorrecto, sino por intereses sociales contradictorios. Al respecto señala el autor que a diferencia del trabajo donde la posición de series causales está relacionada con objetos y procesos que, al ser puestos, se muestran totalmente indiferentes hacia el fin teleológico; mientras que aquellas posiciones que tienen por objeto suscitar en los hombres determinadas decisiones entre alternativas, actúan en el material que, de por sí, espontáneamente, tiende a decidir entre alternativas. Este tipo de posición tiene, pues, como intención un cambio, una intensificación o una mitigación de tales tendencias en la conciencia de los hombres; no trabaja, en consecuencia, en un material en sí indiferente, sino en uno que es ya en sí favorable o desfavorable, y que se mueve tendencialmente hacia posiciones de fines24.

Sobre esta base la categoría de complejo social, entendida como el conjunto de relaciones sociales que tienen una particularidad y funcionalidad concreta para garantizar la reproducción social, principalmente en lo que respecta a la división social y técnica del trabajo, adquiere relevancia para el estudio del trabajo social. Esta perspectiva considera que los elementos constitutivos del trabajo se constituyen en la esencia de otras relaciones, donde necesidad, teleología, objetivación y exteriorización adquieren particularidades propias a partir 23 LUKÁCS, György. Ontología del ser social: el trabajo. Buenos Aires: Herramienta, 2004, p. 104. Por su parte en el capitulo sobre la reproducción de la misma ontología Lukács afirma que las posiciones teleológicas son, como vimos, de dos formas: aquellas que buscan transformar, con finalidades humanas, objetos naturales (en el sentido amplio del término, inclusive, por lo tanto, la fuerza de la naturaleza) y aquellas que tienen la intención de incidir sobre la conciencia de otros hombres para impulsarlos a ejecutar las posiciones deseadas. Cuanto más se desarrolla el trabajo, y con él la división del trabajo, tanto más autónomas se tornan las formas las formas de las posiciones teleológicas de segundo tipo, y tanto más se pueden desarrollar en un complejo propio de la división del trabajo. LUKÁCS, Georg Ontología del ser social. (La reproducción). Disponible en www. sergiolessa.com 1981, p. 18. 24 Ibidem, p. 112.

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de los actores y las relaciones sociales en las cuales se enmarcan. Surgen así nuevas formas de relaciones sociales que se denominan complejos sociales, cuya distinción unos de otros se da por la función social que ejercen en el proceso reproductivo25. En el capitulo sobre la reproducción de la ontología brinda elementos a este asunto, en tanto afirma que si la reproducción social, en última instancia, se realiza en las acciones de los individuos – en lo inmediato la realidad social se manifiesta en el individuo – sin embargo estas acciones, para que se realicen, se insertan, por fuerza de las cosas, en complejos relacionales entre hombres, los cuales, una vez alcanzados, poseen una determinada dinámica propia; esto es, no sólo existen, se reproducen, operan en la sociedad independiente de los individuos, sino también dan impulsos, directa o indirectamente, más o menos determinantes en la decisión de alternativas26.

En términos generales, en consonancia con el desarrollo de las fuerzas productivas, sostiene Lessa27, el proceso reproductivo de las sociedades se complejiza y en sociedades divididas en clases sociales antagónicas adquieren relevancia complejos como el Estado, la política, el Derecho, los medios de comunicación, etc. Dichos complejos sociales, siguiendo con el mismo autor, se diferencian del trabajo en que, mientras que éste implica la relación de los hombres con la naturaleza, los otros buscan garantizar una determinada organización de las relaciones sociales. Sin embargo, siempre hay que tener presente que el carácter de principio y modelo del trabajo se encuentra confirmado por la posibilidad que nos ofrece de explicar la génesis de dichos complejos28. El pasaje de la sociedad primitiva a la sociedad de clases introduce modificaciones cualitativas en todos los complejos sociales, especialmente en el trabajo, donde la teleología dejo de ser la expresión inmediata de las necesidades de quien trabaja para expresar las necesidades de reproducción de las sociedades de clases29. La mencionada distinción entre el trabajo y el resto de los complejos sociales que no operan en la transformación de la naturaleza, donde en el primero se desarrollan posiciones teleológicas primarias, y en los segundos posiciones teleológicas secundarias30, claramente establece la distinción entre los procesos de producción y reproducción. En tanto que estos complejos sociales participan en la esfera de la reproducción, no de la producción, como el trabajo, porque no efectúan ninguna transformación de la naturaleza, pero si participan para que la sociedad se organice de modo que posibilite la producción material contemporánea31. 25 LESSA, Sérgio. El processo de produção/reprodução social; trabalho e Sociabilidade. En: Capacitacao em serviço social e política social. San Pablo: CEAD, 1999. 26 LUKÁCS, Georg. Ontología del ser social. (La reproducción). Disponible en www.sergiolessa.com 1981, p. 18-19. 27 LESSA, Sérgio. El processo de produção/reprodução social; trabalho e Sociabilidade. En: Capacitacao em serviço social e política social. San Pablo: CEAD, 1999. 28 INFRANCA, Antonino. Trabajo, individuo e historia. El concepto de trabajo en Lukács. Buenos Aires: Herramienta, 2005. ANTUNES, Ricardo Los sentidos del Trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo. Buenos Aires: Taller de Estudios Laborales (TEL) – Herramientas, 2005. 29 LESSA, Sergio. História e Ontologia: a questão do trabalho. Disponible en www.sergiolessa.com, 2005. 30 LESSA, Sergio. Lukács e a Ontologia: uma introdução. Disponible en www.sergiolessa.com, 2001. 31 Al igual que en caso de las posiciones teleológicas primarias y secundarias mencionadas, la objetivación presenta la misma posible diferenciación, en tanto puede tratarse de la transformación de la naturaleza, siendo una objetivación primaria, o influyendo en la previa-ideación de otros hombres, lo cual constituye una objetivación

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Estos planteos nos llevan a problematizar la práctica profesional del trabajo social, su significado histórico, como así también las particularidades de los procesos de intervención. No se trata, como se ha intentado demostrar, en negar las relaciones establecidas entre el trabajo y el trabajo social, sino establecer la categoría complejo social como mediación entre ambos, lo cual aporta a enriquecer el análisis de sus determinaciones. El trabajo social como complejo social: teleología y estrategias de intervención Luego de esta breve explicitación de los aspectos centrales que constituyen el proceso de trabajo y el fundamento de los complejos sociales, cabe el intento de avanzar en la identificación de las mediaciones que particularizan la intervención profesión según esta perspectiva analítica. Esta postura exige que más allá de los procesos individuales del profesional, sean considerados los distintos elementos que coexisten en la realidad y que actúan como condicionantes y/o determinantes de sus acciones. Al respecto, surge la necesidad de articular las distintas dimensiones que permiten aprehender a la profesión como resultante de la historia, y al mismo tiempo, como producto teórico-práctico de los agentes que a ésta se dedican32. La categoría trabajo como fundamento ontológico y modelo de los complejos sociales permite reflexionar sobre los distintos momentos de la intervención profesional. En esta línea, y a partir de los planteos anteriores, se puede apreciar el importante papel atribuido a la conciencia en el proceso de trabajo. Como se ha planteado, le cabe a la misma la posibilidad de reconstruir la realidad y a partir de identificar un fin determinado seleccionar las cadenas causales para alcanzarlo. Sobre esta base, nos interrogamos sobre las particularidades que caracterizan la reconstrucción de la realidad en la intervención del trabajador social, siendo el momento inicial de la práctica profesional. Anteriormente se sintetizo la relación dialéctica que existe entre la teleología y la causalidad puesta, sobre la base de la reconstrucción de sucesivas aproximación que el ser social realiza de la realidad inmediata. Se considera que pensar la práctica del trabajador social como complejo social implica reconocer la existencia un continuum de momentos fundamentales, integrados, tanto ontológica como dialécticamente. No se trata de etapas ni de esquemas metodológicos, sino de una reconstrucción analítica que pretende visualizar los aspectos fundamentales. La intervención profesional se desarrolla en el marco de situaciones de la vida cotidiana de amplios segmentos de la población, situaciones cuya aprehensión adquiere relevancia desde la perspectiva adoptada. La reconstrucción analítica que realiza el profesional de esos procesos sociales que interpelan el cotidiano de la población usuaria debe permitir una aproximación a identificar y comprender los determinantes y mediaciones que le otorgan significado social e histórico a tales procesos; análisis que remite a reconstruir esas situaciones como expresiones de la “cuestión social”33. secundaria. LESSA, Sergio. Lukács: Trabalho, Objetivação, Alienação. Disponible en www.sergiolessa.com, 1992. 32 IAMAMOTO, Marilda. Servicio Social y División del Trabajo. San Pablo: Cortez, 1997. 33 NETTO, José Paulo. Reflexiones en torno a la cuestión social. En: VVAA Nuevos escenarios y práctica profesional. Una mirada crítica desde el Trabajo Social. Buenos Aires: Espacio, 2002.

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Esto supone una ruptura con las diversas tendencias teóricas del pensamiento burgués que oscilan entre un irracionalismo y un racionalismo formal34, cuyo sustrato común es el oscurecimiento entre la apariencia y esencia de los fenómenos sociales, así como la negación de una perspectiva de totalidad que permita reproducir en un plano ideal las múltiples determinaciones de los procesos sociales. Frente a ello, y en particular para la intervención profesional, es necesario superar aquellas visiones fragmentadas que quedan en un nivel de lo singular, reconociendo en las necesidades o demandas de los sujetos las tendencias sociales e históricas que le otorgan significado. Captar lo singular mediatizado por las tendencias históricas y sociales, requiere de un proceso de reconocimiento35, el cual mediante aproximaciones sucesivas rompe con el mundo de la pseudoconcrención36 y aprehende lo singular mediatizado por lo universal. Esto supone un proceso de aprehensión de lo real, en su movimiento de génesis y estructura, a partir de la mediación37 entre lo singular y lo universal, para captar lo particular, en cuanto campo entero de mediaciones. Lo singular –que en el caso de la intervención profesional aparece como las diversas situaciones que aborda el trabajo social- se presenta como un nivel de existencia inmediata, en cuanto expresión “en sí” de los hechos sociales. Es decir, lo singular se presenta como una totalidad caótica y fragmentada. Lo universal son aquellas leyes tendenciales (legalidad social) existentes en los complejos sociales38. De la dialéctica entre lo singular y lo universal surge la clave para conocer el modo de ser del ser social: lo particular. Lukács, refiere que lo particular: representa frente a lo singular una relativa universalidad, y una relativa singularidad respecto de lo universal…En la particularidad, en la determinación, en la especificación, se esconde, pues, un elemento de crítica, de ulterior y más concreta determinación crítica de un fenómeno o de una legalidad. Es una concretización crítica mediante el descubrimiento de las mediaciones reales hacia arriba y hacia abajo en las relaciones dialécticas de lo universal y singular39. 34 Estos aspectos fueron desarrollados en LUKÁCS, Georg. El asalto a la razón. La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler. México: Fondo de Cultura Económica, 1959. Y en COUTINHO, Carlos Nelson. O estructuralismo e a miseria da razao. Rio de Janeiro: Paz y terra, 1972. 35 Se habla de un proceso de reconocimiento en el caso de la intervención profesional, ya que su finalidad no es la producción de un conocimiento científico original, sino la utilización del mismo para comprender los fenómenos sociales y a partir de ellos construir estrategias de intervención. 36 La pseudoconcrención se desarrolla en su mayor esplendor en la vida cotidiana. La misma, se constituye en un ámbito insuprimible de todas las sociedades, desenvolviéndose en ella procesos de producción y reproducción de relaciones sociales y representaciones. En el cotidiano, se genera un tipo de saber, que podría denominarse práctico-mental, que es un conocimiento que permite al hombre moverse en el mundo, pero sin saber ni la génesis ni la estructura de las cosas. 37 Las mediaciones no son de carácter epistemológicas; sino ontológicas; ya que son expresiones históricas de las relaciones que el hombre edificó con la naturaleza y consecuentemente de las relaciones sociales de ahí derivadas, en las varias formaciones socio-históricas que la historia registró. PONTES, Reinaldo Nobre Mediaçao e serviço social. Um estudo preliminar sobre a categoria teórica e sua apropiaçao pelo Serviço Social. San Pablo: Cortez, 1995, p. 78. 38 Lukács señala, Marx contempla la universalidad como una abstracción realizada por la realidad misma, que sólo se convierte en pensamiento correcto cuando la ciencia reproduce adecuadamente la evolución viva de la realidad en su movimiento, en su complicación, en sus verdaderas proporciones. Pero si el reflejo debe responder a esos criterios, tiene que ser al mismo tiempo histórico y sistemático, es decir, tiene que llevar el concepto el movimiento concreto. LUKÁCS, Gÿorgy. Prolegómenos a una estética marxista. Madrid: Nacional, 2002, p. 83. 39 LUKÁCS, Gÿorgy. Prolegómenos a una estética marxista. Madrid: Nacional, 2002, p. 108.

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Las mediaciones contribuyen para que el accionar profesional del trabajador social adquiera un carácter situado, reconociendo cuales son los límites y condicionamientos en el espacio funcional-laboral particular, pero también permite proyectar acciones tácticas y estrategias para ampliar la faz interventiva, de modo de contribuir a incorporar institucionalmente demandas y reivindicaciones de las clases subalternas. Por lo tanto, esto requiere de un profesional capaz de profundizar su dimensión teleológica respecto a dos dimensiones: por un lado, aquella que le permite situarse institucionalmente en el espacio laboral, de modo de superar la igualación entre la demanda institucional y la respuesta profesional, por el otro, incorporar a la dimensión teleológica del accionar profesional la cuestión de los medios y fines profesionales, lo cual remite al proyecto ético-político profesional. Como expresión del trabajo abstracto en la sociabilidad capitalista, y en referencia a la primera dimensión, el ámbito cotidiano del trabajo profesional no se encuentra escindido del mundo de la pseudoconcrención. Como recalca Guerra40 en el cotidiano prevalece lo superficial y respuestas que priorizan una dimensión instrumental. Superar esta inmediaticidad, demanda un análisis de tres ejes fundamentales, ontológicamente vinculados: En un primer lugar, se identifica una dimensión socio-institucional, para dar cuenta de las tendencias societales que definen la posición del Estado frente a la “cuestión social”, lo cual adquiere visibilidad mediante las políticas públicas que se implementan, como así también las dinámicas organizacionales, con sus objetivos y recursos. Desconocer esta dimensión implica quitar el carácter socio-histórico al ejercicio profesional, desvincularlo de uno de los elementos que le atribuyen significado social. En segundo lugar, la dimensión subdeterminante popular hace referencia a la capacidad objetiva y concreta de interpelación de los distintos sectores de la clase trabajadora a las instancias hegemónicas que intervienen sobre la “cuestión social”. Se considera que el posicionamiento de estos sectores tiene una relación directa con las respuestas institucionales recibidas, tanto por los miembros de dichos sectores como por la población en general. La política social, como práctica que procura garantizar la hegemonía, articula intereses supraclasistas, es decir reivindicaciones de los sectores trabajadores son planteados como anticipaciones estratégicas de los sectores hegemónicos para sostener el consenso de su dominación41. Consecuentemente, se considera que la capacidad de presión que la población usuaria tenga para incidir en los procesos de intervención, se corresponderá con el posicionamiento que la clase trabajadora tenga en la correlación de fuerzas vigentes en el contexto en el cual se desarrollan dichos procesos42. 40 GUERRA, Yolanda. El proyecto profesional crítico: Estrategia de enfrentamiento de las condiciones contemporáneas de la práctica profesional. En: La profesionalización en trabajo social. Rupturas y continuidades, de la Reconceptualización a la construcción de proyectos ético-políticos. Rozas Pagaza M. (Coordinadora). Buenos Aires: Espacio, 2007b. 41 FLEURY, Sonia. Estado sin ciudadanos. Buenos Aires: Lugar, 1997. VASCONCELOS, Eduardo. Estado y políticas sociales en el capitalismo: un abordaje marxista. En: La Política Social Hoy. Borgianni E. y Montaño C. (Orgs.). San Pablo: Cortez, 2000. PASTORINI, Alejandra. ¿Quién mueve los hilos de la política social? Avances y límites en la categoría “concesión-conquista”. En: La Política Social Hoy. Borgianni E. y Montaño C. (Orgs.). San Pablo: Cortez, 2000. COUTINHO, Carlos Nelson. Representación de intereses, formulación de políticas y hegemonía. En: La Política Social Hoy. Borgianni E. y Montaño C. (Orgs.). San Pablo: Cortez, 2000. 42 MALLARDI, Manuel. La entrevista en Trabajo Social. Diálogos con la Filosofía Bajtiniana. Tandil: Tesis de Grado de la Carrera de Trabajo Social-FCH-UNCPBA, 2004, p. 44.

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Finalmente, la dimensión ético-política profesional43 introduce la relación entre los medios y los fines, buscando romper con aquellas necesidades y demandas inmediatas que exigen una intervención de corte instrumental. Por lo tanto, lo ético-político se presenta en la profesión en dos niveles interrelacionados entre si. El primero de ellos, refiere a un nivel colectivo, cuyo expresión es el proyecto ético-político profesional, que según Netto presentan la auto-imagen de una profesión, eligen valores que la legitiman socialmente, delimitan y dan prioridad a sus objetivos y funciones, formulan los requisitos (teóricos, institucionales, y prácticos) para su ejercicio, prescriben normas para el comportamiento de los profesionales y establecen las bases de su relación con los usuarios de sus servicios, con las otras profesiones y con las organizaciones e instituciones sociales privadas y públicas (entre éstas, también y destacadamente el Estado al que cabe históricamente el reconocimiento jurídico de los estatutos profesionales)44.

Esta imagen ideal de la profesión, en cuanto proyección teleológica del colectivo profesional, incluye aquellos fundamentos y valores que legitiman a la profesión, pero también aquellos valores y fundamentos que orientan el accionar profesional, junto a las competencias y funciones teóricas y práctica, así como la mediación con los proyectos societales en pugna, que en las sociedad contemporáneas adquieren el rasgo de ser de clases. Un segundo nivel, refiere a lo individual y a la práctica profesional concreta. En ella se juega no sólo la superación de las demandas institucionales y las lógicas inmediatistas, sino también la incorporación de una finalidad interventiva mediada por una orientación teleológica fundada en lo humano-genérico y que contribuya a la concreción y efectivización de los derechos sociales, y en pos de la emancipación humana. Como recalca Guerra en este ámbito se enfrentan las condiciones objetivas del contexto institucional y las condiciones subjetivas de los profesionales (sus valores, principios, posturas, referencial, experiencias), y cuanto más próxima sea su lectura de la realidad, cuanto más en claro tengas las finalidades/objetivos de las acciones y cuanto más pueda su elección llevarlo por encima de la cotidianeidad y vincularlo a la esfera humano-genérica, mayores serán sus posibilidades de elevarse de su particularidad para la generalidad. Para esto, la mediación privilegiada son las acciones éticas45.

En este sentido, estas dimensiones contribuyen no sólo a lograr una intervención situada, generando estrategias profesionales que incorpore una teleología en la que se investigue no sólo los medios y el límite de lo posible, sino que también incorpore además de una finalidad a corto plazo, otras finalidades más amplias y universales, cuestiones que implican estrategias de mediano y largo plazo, y la mediación entre lo individual y lo colectivo, así como entre lo profesional y societal. 43 En torno a esto ver: BARROCO, María Lúcia. Ética y servicio social: Fundamentos ontológicos. San Pablo: Cortez, 2004. NETTO, José Paulo. La construcción del proyecto ético-político del Servicio Social frente a la crisis contemporánea. En: Servicio Social Crítico. Hacia la construcción del nuevo proyecto ético-político profesional. Borgianni E.; Guerra Y.; Montaño C. (Orgs.). San Pablo: Cortez, 2003. 44 Ibidem, p. 274-275. 45 GUERRA, Yolanda. El proyecto profesional crítico: Estrategia de enfrentamiento de las condiciones contemporáneas de la práctica profesional. En: La profesionalización en trabajo social. Rupturas y continuidades, de la Reconceptualización a la construcción de proyectos ético-políticos. Rozas Pagaza M. (Coordinadora). Buenos Aires: Espacio Editorial, 2007b, p. 260.

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Estos aportes teórico-metodológicos, deben permitir al profesional avanzar en la reconstrucción de las expresiones de la “cuestión social” que se objetivan en la vida cotidiana de la población usuaria, identificando, además de los aspectos objetivos y subjetivos de dicha situación, las posibilidades concretas de intervención a corto plazo mediadas por finalidades genéricas. Se trata de la necesidad de aprehender los aspectos en sí que interpelan el cotidiano como así también las vivencias, posiciones e intereses que la persona tiene en relación a tal situación. Superar la inmediatez del discurso, identificando los grados de problematización o naturalización de ese cotidiano, comprenderlo en torno a las visiones o ideologías hegemónicas y contra-hegemónicas, vincularlo con las condiciones objetivas de vida y la ubicación del usuario en las relaciones sociales de producción, y conocer la trayectoria histórica propia y colectiva es la base para el desarrollo de estrategias de intervención viables, pues como sostiene Iamamoto46 no se debe negar la singularidad de los individuos, sino comprender esa individualidad como expresión y manifestación de su ser social, de su vida en sociedad. La finalidad de la intervención profesional, como así también la causalidad puesta que se traduce en las estrategias de intervención que el profesional se propone desarrollar adquieren sentido a partir de tales reconstrucciones que se efectúan y materialidad a partir de un proceso que se inserta en espacios institucionales y profesionales conflictivos, expresión de las contradicciones sociales en las cuales se inserta. La posición profesional frente a los procesos sociales sobre los que interviene altera esa realidad inmediata, en tanto su intervención es exterior al transcurso cotidiano. Es decir, el desarrollo histórico y social de las situaciones que afectan la vida cotidiana de las personas es alterado por el profesional, estableciendo prácticas, recursos y finalidades distintas a las previamente existentes. Esta causalidad teleológicamente puesta por el profesional exige un proceso de intercambio y negociación tanto con los usuarios de los servicios sociales como con los actores relevantes, sean de la organización en donde se desempeña como de otras organizaciones que tienen responsabilidad de intervención en esas situaciones particulares. Como se ha mencionado, en los procesos de intervención los distintos actores involucrados tienen visiones, posicionamientos, recursos, intereses, es decir, estrategias particulares, por lo cual es necesario poder identificar y comprender esas particularidades, pues el trabajador social debe decidir que tipo de relación es necesario establecer con cada uno de los actores. La finalidad que se plantea el profesional, por ejemplo, puede entrar en conflicto con la finalidad institucional en la que se inscribe su práctica, como así también con la finalidad inmediata del usuario que reclama una respuesta particular estandarizada a la necesidad planteada. El posicionamiento estratégico exige conocer esas finalidades, los recursos disponibles y las posibilidades concretas de negociación. Este conocimiento situacional47 debe permitir 46 IAMAMOTO, Marilda. Servicio Social y División del Trabajo. San Pablo: Cortez, 1997. 47 MONTAÑO, Carlos. El debate metodológico de los ´80/´90. El enfoque ontológico versus el abordaje epistemológico. En: Metodología y Servicio Social. Hoy en Debate. Borgianni E.; Montaño C. (Orgs.). San Pablo: Cortez, 2000. MALLARDI, Manuel. Conocimiento Situacional y Práctica del Trabajo Social. En: Aportes táctico-operativos a los procesos de intervención del Trabajo Social. Oliva, A.; Mallardi, M. (Comp.). Tandil: UNCPBA, 2009.

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el desarrollo de alternativas y prácticas que tengan en el interlocutor inmediato su base de sustentación, lo cual no significa la negación del conflicto, mediante una ficticia visión armónica de los procesos de intervención profesional, sino el conocimiento de los determinantes y condicionantes de la práctica, para el desarrollo, como se dijo, de intervenciones viables. Es importante mencionar, que más allá de las estrategias o las finalidades que se pretendan concretar, el pensamiento lukacsiano nos brinda una advertencia que es fundamental considerar en este momento. Cualquier fin o causalidad puesta que el ser social pretende establecer u objetivar nunca se expresa en la realidad en iguales condiciones a lo previamente idealizado. Sea la naturaleza, en el trabajo, o las relaciones sociales, para el caso de los complejos sociales, siempre la causalidad dada establece límites que hacen imposible una correspondencia entre la previa ideación y la causalidad puesta. Por ello, se sostiene que la capacidad de objetivación del profesional del Trabajo social siempre se encuentra mediada y condicionada por los determinantes arriba mencionados, como así también por cuestiones coyunturales que le exigen un reposicionamiento estratégico continuo. En este punto, es pertinente recuperar los aportes de Matus48, quien, si bien centra su análisis en la planificación social, brinda elementos a nuestro objeto de discusión. Para el autor las relaciones estratégicas que un actor puede mantener con otros pueden ser de cooperación, de cooptación o de conflicto. Mientras la primera supone acordar vías comunes de acción, es decir llegar a consensos de objetivos y acciones, la segunda implica que la visión, objetivos e intereses de un actor son asumidos por los otros, ya sea por una cuestión de poder o de convencimiento argumentativa. Finalmente, la tercera posibilidad de relación, la del conflicto, implica que no hay posibilidad de las dos primeras y se hace necesario dirimir las posiciones a partir de la correlación de fuerzas entre los actores sociales involucrados. Cabe señalar que estos tipos de vínculos estratégicos no son excluyentes unos de otros, pudiendo coexistir en distintos momentos con igual o distinta primacía. Estas posibilidades convergen con las funciones profesionales, caracterizadas como asistencia, gestión y educación49, pues el carácter que cada una de estas funciones adquiera en los procesos de intervención, su direccionalidad y su sentido político, estará dado por las determinaciones particulares, como así también por la relación del profesional con los proyectos profesionales existentes y la correlación de fuerza inmediata y mediata. Sobre esta base, las cuestiones tácticas50 adquieren un significado mediado por la previa ideación y la finalidad profesional. Es decir, a partir de la relación que se pretende establecer con el interlocutor, sea singular o plural, el desarrollo de entrevistas, informes sociales, visitas domiciliarias, entre otras tácticas, tendrá una finalidad que se inscribe en la lógica de un proceso y que adquiere el carácter de particularidad como síntesis de determinaciones51. 48 MATUS, Carlos. Política, planificación y gobierno. Caracas: Fundación Altadir, 1992. 49 OLIVA, Andrea. Análisis de la práctica profesional de los Trabajadores Sociales en el ámbito estatal. San Pablo: PUC/SP, 2001. 50 OLIVA, A. MALLARDI, M.; PÉREZ, C. Capítulo Introductorio: Procesos de Intervención y tácticas operativas en Trabajo Social. En: Aportes táctico-operativos a los procesos de intervención del Trabajo Social. Oliva, A.; Mallardi, M. (Comp.) Tandil: UNCPBA, 2009. 51 Al respecto puede consultarse el trabajo de Gallego que desde esta perspectiva analiza las finalidades de los informes sociales en los procesos de intervención en el trabajo social. GALLEGO, Daniela. Los ‘Informes

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Así los procesos de intervención profesional se insertan en las relaciones de producción y reproducción social, interviniendo en la vida cotidiana de los sectores trabajadores, polarizando su intervención por intereses contrapuestos de las clases sociales fundamentales52. Las estrategias de intervención que se implementen tienden a garantizar los procesos de reproducción social de dichos sectores, articulando la transferencia de recursos materiales con actividades de cuño educativo, que intervienen sobre los modos de pensar y actuar de las personas53. Al respecto Yazbek agrega que a través de la prestación de servicios socio-asistenciales el asistente social interfiere en las relaciones sociales que hacen parte del cotidiano de la población usuaria. Esta interferencia se realiza particularmente a través del ejercicio de la dimensión socioeducativa, que tanto puede asumir un carácter de encuadramiento disciplinador, destinado a moldear al cliente en su inserción institucional y en la vida social, como puede dirigirse hacia el fortalecimiento de los proyectos y luchas de clases en la sociedad54.

De este modo, las teleologías secundarias presente en la totalidad de los complejos sociales adquieren particularidad en los procesos de intervención del trabajo social a partir de su ubicación en la división social del trabajo, de sus funciones atribuidas y de la polarización de intereses existentes en el espacio profesional. Consideraciones finales Las reflexiones acerca de la relación del trabajo con la profesión del trabajo social presentan una amplia trayectoria en la disciplina, evidenciando la relevancia y actualidad de la teoría marxista en la actualidad. Haciéndonos eco de estos avances, hemos procurado exponer un conjunto de reflexiones sobre los procesos de intervención a partir de considerar a la profesión como un complejo social. Siguiendo la perspectiva inaugurada por Lukács, los elementos centrales del trabajo como fundamento ontológico del ser social se particularizan en cada complejo social que la sociedad capitalista genera de acuerdo a las necesidades de su reproducción, y la diferencia fundamental es que estos complejos sociales actúan, intervienen sobre los procesos de reproducción social. En esta línea consideramos relevante pensar al trabajo social en la actualidad, a fin de avanzar en la comprensión de su teleología y sus posibles causalidades a partir de su lugar en la división social del trabajo. En ese sentido, se ha intentado incorporar algunos de los ejes ontológicos fundamentales que hacen a la comprensión y aprehensión de las determinaciones presentes en la intervención profesional. Ello, con el fin de romper con aquellas intervenciones de carácter instrumental que quedan aprisionadas en un “hacer continuo”, instalando la necesidad de un momento teleológico Sociales’ en los Procesos de Intervención del Trabajo Social. En: Aportes táctico-operativos a los procesos de intervención del Trabajo Social. Oliva, A.; Mallardi, M. (Comps). Tandil: UNCPBA, 2009. 52 IAMAMOTO, Marilda. Servicio Social y División del Trabajo. San Pablo: Cortez, 1997. 53 Ibidem. 54 YAZBEK, María Carmelita. El servicio social como especialización del trabajo colectivo. En: Servicio Social Crítico. Hacia la construcción del nuevo proyecto ético-político profesional. Borgianni E.; Guerra Y.; Montaño C. (Orgs.). San Pablo: Cortez, 2003, p. 49.

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que permita aprehender el escenario institucional concreto, mediado por la dimensión socioinstitucional y la subdeterminante popular. Estas dimensiones, captadas en su movimiento contradictorio, permiten al profesional la construcción de estrategias de intervención que, por un lado, considere la correlación de fuerzas existentes dentro de la intervención profesional, y que, por el otro, permita la construcción de alianzas con los diversos actores sociales involucrados. De este modo, considerar estas dimensiones junto a la dimensión ético-política, le permite al profesional incluir la pregunta por los medios y los fines en la intervención profesional, otorgándoles igual significancia e importancia, y captando las mediaciones entre lo singular y lo universal, y entre la construcción del proyecto ético-político profesional y los proyectos societales en pugna. Por lo tanto, la intervención profesional del trabajador social se encuentra orientada hacia una finalidad concreta y pensada, que adquiere un carácter ético, político y teórico, y que se materializa en estrategias de intervención profesional. Estas reflexiones no acaban la discusión, sino que supone profundizarlas, como así también avanzar en las aproximaciones a las distintas dimensiones que coexisten y dan sentido particular a la práctica profesional, identificando como éstas entran en juego en la reconstrucción que el profesional realiza de la realidad sobre la cual interviene, como así también las finalidades y las estrategias de acción que pretende implementar. Esto debe contribuir a iluminar los procesos de intervención, posibilitar la ruptura con el pensamiento cotidiano y con la alienación presente en los distintos espacios profesionales. Referencias ANTUNES, Ricardo. ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo. Buenos Aires: Herramienta, 2003. ANTUNES, Ricardo. Los sentidos del Trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo. Buenos Aires: Taller de Estudios Laborales (TEL) – Herramientas, 2005. COSTA, Gilmaisa. Indivíduo e sociedade. Sobre a teoria de personalidade em Georg Lukács. Maceió: EDUFAL, 2007. BARROCO, María Lúcia. Ética y servicio social: Fundamentos ontológicos. San Pablo: Cortez, 2004. COUTINHO, Carlos Nelson. O estructuralismo e a miseria da razao. Rio de Janeiro: Paz y terra, 1972. COUTINHO, Carlos Nelson. Representación de intereses, formulación de políticas y hegemonía. En: La Política Social Hoy. Borgianni E.; Montaño C. (Orgs.). San Pablo: Cortez, 2000. FLEURY, Sonia. Estado sin ciudadanos. Buenos Aires: Lugar, 1997. GALLEGO, Daniela. Los ‘Informes Sociales’ en los Procesos de Intervención del Trabajo Social. En: Aportes táctico-operativos a los procesos de intervención del Trabajo Social. Oliva, A.; Mallardi, M. (Comps). Tandil: UNCPBA, 2009. GUERRA, Yolanda. La instrumentalizad del servicio social. Sus determinaciones socio-históricas y sus racionalidades. San Pablo: Cortez, 2007a.

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