Escrito en Andalucía

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Antonio Pérez Girón

2005 Andalucía, ¿todo está hecho?....................................................... 10 2010 Tópico y realidad del pueblo andaluz.......................................... 12 Una nueva oportunidad para el andalucismo............................... 14. Enrique Iniesta y la olvidada vanguardia intelectual andaluza.... 15 A propósito del caso Malaya. Enseñanzas y reminiscencias del GIL......................................................................................... 17 Andalucía, ¿comunidad subsidiada?............................................ 19 El flamenco, patrimonio de la Humanidad, seña de identidad de Andalucía................................................................................. 21 Más basura para Andalucía.......................................................... 23 2011 La Deuda Histórica y Andalucía como escenario del partidismo............................................................................... 25 Memoria histórica, un acto necesario de justicia......................... 28 28 de febrero, la autonomía conquistada por el pueblo andaluz.. 29 El Guadalquivir, un río andaluz................................................... 31 Andalucía ante la globalización................................................... 33 Energía nuclear y elecciones........................................................ 35 Morir en el Sur............................................................................. 37 Los “utópicos” del 15-M.............................................................. 41 El Partido Popular y el “problema de Andalucía”....................... 43 Dos formas de sentir Andalucía: José María Pemán contra Blas Infante....................................................................... 45 Francisco María Tubino: la burguesía decimonónica comprometida con Andalucía...................................................... 48 El descrédito de la política........................................................... 51 Las razones de Andalucía, contra los ataques de políticos de CiU.......................................................................................... 53 Malos tiempos para la cultura...................................................... 55 Adiós a ETA, costará tiempo olvidar tanto dolor......................... 57 El marqués subvencionado que quiso vivir en el Medievo.......... 59 –7–


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2012 Tijeretazos al pueblo mientras las grandes fortunas de rositas por la crisis................................................................................... 61 El déficit público, ¿culpable de la crisis?..................................... 63 Introducción a los actos del día de Andalucía celebrados en San Roque (Cádiz).................................................................. 65 Palomares, la vida hipotecada de un pueblo................................ 69 Adiós al sueño de la Gran Caja Andaluza.................................... 71 El andalucismo en la encrucijada de su supervivencia................ 72 El Acuerdo agrícola con Marruecos y el papel de Arias Cañete............................................................................ 74 Símbolo y religiosidad popular en Andalucía, el Nazareno de San Roque............................................................................... 75 El derecho de las minorías y el derecho negado a la información........................................................................... 79 El centro imposible de UPyD...................................................... 81 Las razones de la huelga general................................................. 83 El poder del dinero, el dinero en el poder.................................... 85 ¿Qué hacemos con Cataluña?...................................................... 87 El papel de Andalucía ante la crisis del sistema.......................... 89 La cuestión de Cataluña y la búsqueda de un nuevo consenso.... 92 Una nueva política para una crisis que pone al pueblo contra las cuerdas......................................................................... 94 2013 Cómo destruir a los sindicatos..................................................... 96 Las dos caras de la Iglesia católica.............................................. 98 La sangría del paro resucita el recurso de la emigración........... 100 Creerse Andalucía...................................................................... 102 Blas Infante como ejemplo y bandera........................................ 104 Rajoy en el País de las Maravillas y Susana en Cataluña.......... 106

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Contiene esta publicación una serie de artículos aparecidos en diferentes medios andaluces. Ocupa desde 2005, año del que se incluye un solo trabajo, que bien podría servir como introducción. Luego, en un salto hasta 2010, se retoma la escritura abarcando unos años en los que la crisis económica y política ha sido protagonista de la vida española. Una crisis que, a pesar de los cantos del Gobierno, continúa presente, y que ha barrido derechos conseguidos a lo largo de los últimos treinta años, dejando una sociedad empobrecida y sin horizonte. Escrito en Andalucía es un observatorio instalado en la calle y desde una tierra que motiva su existencia, entendiendo que sólo la concienciación y el compromiso pueden hacer que las cosas cambien. La defensa de los derechos sociales, de la identidad del pueblo andaluz y el rescate del papel de Andalucía en el contexto del Estado, tras años de desmovilización e inconformismo justifica, a juicio del autor, los escritos aquí recogidos. El autor

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2005 ANDALUCÍA, ¿TODO ESTÁ HECHO? Para obtener la autonomía, Andalucía hubo de sufrir un referéndum, del que ahora se cumple veinticinco años. El País Vasco, Cataluña y Galicia sólo tuvieron que celebrar el del estatuto, y el resto de regiones ni tan siquiera eso. Al mismo tiempo, el celebrado el 28 de febrero en nuestra comunidad, supuso que las autonomías no reconocidas como “históricas” pudieran contar con Parlamento, Gobierno y Tribunal Superior. El pueblo andaluz marcó el camino en una movilización de casa por casa y barrio por barrio. Después de aquello, nuestra comunidad perdió peso en el concierto del Estado, ¿se ha debido ello a qué obtenida la autonomía, se cubrieron todas las expectativas, y todo estaba hecho? En la consecución de la autonomía plena, vimos los andaluces una fórmula para salir del subdesarrollo, de participar activamente en las decisiones que afectaban a los ciudadanos, de recuperar una identidad sometida por el centralismo y el totalitarismo. Es cierto que Andalucía ha avanzado en esos sentidos, pero también es constatable que en gran medida el pueblo andaluz navega en la indolencia, ignorando que la autonomía es el arma para mayores cotas de bienestar y de autogobierno. Actualmente, Andalucía es una de las regiones con menor Producto Interior Bruto (PIB) per capita. En este sentido, la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía denunció que más de 350.000 personas viven en situación de pobreza “grave” en la comunidad, esto es, con unos ingresos inferiores al 35 por ciento de la media andaluza. De ellos, 200.000 andaluces viven en situación de “pobreza extrema”, según el mismo informe, puesto que sus ingresos no llegan al 25 por ciento de la renta media en Andalucía, que, a su vez, sólo alcanza el 57 por ciento de la renta media europea. Y a nivel del Estado, la comunidad andaluza, según un informe de la Fundación La Caixa se encuentra a la cola en cuanto a bienestar social, con un 18 por ciento inferior a la media nacional. En este sentido,

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señalaba que la renta disponible de las provincias andaluzas para ahorro es de 8.000 euros al año, lejos de los13.000 del País Vasco y Navarra. Del mismo modo crecen las diferencias en la propia comunidad, entre zonas más prósperas, situadas especialmente en las provincias del litoral, y la Andalucía interior, agraria y estancada, y con menos capacidad emprendedora. Es claro, que en buena medida el crecimiento andaluz, a partir de 1986, se ha debido a los fondos europeos, por lo que la ampliación de la Unión Europea mermará este crecimiento, a pesar de que Andalucía seguirá siendo región Objetivo 1, debido a su atraso, en el marco comunitario de apoyo 2007-2013. Otros datos señalan que la productividad se ha deteriorado, situándose como la cuarta menos productiva (medida en términos de Valor Añadido Bruto – VAB–), con 27.454 euros por trabajador, siendo una de las tres comunidades que han retrocedido desde 1995. A ello hay que unir otros datos objetivos como que ha disminuido el porcentaje de la economía gobernada por empresas andaluzas. Que el Campo de Gibraltar y buena parte de la provincia de Cádiz son en la actualidad dos de las áreas de España con mayor índice de mortalidad, o que el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (EPER) recoja que las empresas contaminantes de la comunidad se han triplicado en tan sólo dos años, o que el 44 por ciento de los residuos peligrosos almacenados en Nerva provienen de fuera de Andalucía. Y que, igualmente, como frontera sur de Europa, habrá de afrontarse un fenómeno nuevo: el de la inmigración. Desde esa perspectiva, aunque reconociendo, los avances producidos en estos veinticinco años, Andalucía tiene mucho camino por recorrer. Y que el 28 de febrero, es el mejor legado para afrontar los retos que se plantean. Europa Sur, 1 de marzo de 2005.

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2010 TÓPICO Y REALIDAD DEL PUEBLO ANDALUZ Los guionistas televisivos se afanan en introducir personajes subalternos andaluces, de acento exagerado y chiste fácil. Muy parecido al papel que se les asignaba a los norteamericanos de raza negra en las películas de Hollywood de la mayor parte del siglo XX, donde no pasaban de criados y mozos de ferrocarril. Y no es que estas profesiones sean dignas y respetables, es que se pretende mantener un tópico que no es nuevo, que corresponde a los arquetipos regionales asignados de hace ya mucho tiempo. El andaluz indolente, festivo, flamenco, ocioso –flojo- , como decimos por aquí. En cambio, el catalán, trabajador, intelectual y, también es verdad, ahorrador y más bien tacaño, si bien esto último ligado a su actividad de grandes emprendedores y productores. El estereotipo televisivo es la consecuencia de un juicio injusto que viene en buena medida del exterior, de viajeros románticos y de otros, como Daniel Defoe y Madame Aulnpy- que no llegaron jamás a pisar tierra andaluza, pero cuyos libros hicieron mucho daño a Andalucía durante más de un siglo. Hubo algunas excepciones como las de Richard Twiss o Mathilda Vetan-Edwards. La generalización aplicada a todo lo andaluz dibujaba un pueblo primitivo, fatalista, lujurioso y vago en muchos casos. Afirmaciones gratuitas que quedaban muy bien para cierta literatura extranjera, y que permanece, en muchos casos, en el subconsciente de los españoles, para aflorar en la televisión o en el teatro como hoy ocurre, a veces interpretado por andaluces, o por remedos exagerados de andaluces. En épocas que estuve fuera de Andalucía, me molestaba tanto el andaluz que desdeñaba de su tierra y pretendía adoptar una forma de hablar diferente, para no parecerlo, como el que quería ser excesivamente gracioso, excesivamente andaluz, para agradar o aparecer gracioso. El ser andaluz lleva consigo una gracia especial que no puede ocultarse, pero ello está muy lejos del estereotipo que ya se he mencionado.

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Existe un habla andaluza, indudablemente. Y ello es una riqueza de la cultura propia. Un habla muy variada, que Manuel Alvar, ex presidente de la Real Academia estudió pueblo a pueblo en la década de los cincuenta del siglo pasado. Alvar acabó asombrándose de la fonética, “la más progresista del mundo hispánico”, y la paradoja de convivir con unos de los léxicos, “más arcaizantes de España”. De manera especial destacaba la influencia del andaluz en el español de América (1). El pasado año, la Universidad de Granada recopiló una serie de sus artículos en el libro Estudios sobre las hablas meridionales. Área, 10 de febrero de 2010. (1) “Recuerdos de medio siglo andaluz”. El País Andalucía, 19-111996. Entrevista de Juan María Rodríguez.

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UNA NUEVA OPORTUNIDAD PARA EL ANDALUCISMO Los Barrios congregó hace unos días la fiesta del Día del Andalucismo. El Partido Andalucista y su parte separada, el Partido Socialista de Andalucía, se unieron en un acto que supone un paso más a la proyectada reunificación de ambos grupos y que resultó muy participativo. Y es que no están las cosas para disgregaciones en el cada vez más estrecho campo del andalucismo, relegado tras las últimas elecciones (generales y autonómicas) al extraparlamentarismo y a una repetida travesía en el desierto. Lejos de lo que significó en la Transición el primer PA (cinco diputados en el Congreso y dos en el Parlamento catalán), y el abortado proyecto de Unidad Andaluza de Clavero Arévalo, el andalucismo debe luchar por ocupar un espacio que sólo cubren en época electoral los dos grandes partidos. En ese sentido, la coherencia ideológica y el compromiso social deben suplir la falta de recursos económicos de una formación que, hasta ahora, parecía condenada a no aprender de sus errores, y que ni siquiera supo rentabilizar su modesta estancia durante dos legislaturas en el Gobierno andaluz, acompañando a un PSOE sin mayoría absoluta. Superar la rémora de una historia de luchas internas y divisiones, de paternalismos, de errores que tuvieron mucho de bisoñez política, es la tarea que parece afrontar una nueva generación de andalucistas liderados por Pilar González. Ganar representación y contribuir a romper la hegemonía del bipartidismo, agravada en Andalucía con la coincidencia interesada de las elecciones y las OPAs del PP y PSOE a militantes de un PA debilitado –casos del ex alcalde de San Fernando o el transfuguismo del primer edil de Ronda y sus ocho concejales andalucistas-, no será tarea fácil para quienes, a excepción del gobierno y representación en algunos municipios, parten de cero. No obstante, avanzar hacia esa meta debe ser un proyecto continuado de cualquier formación, en aras de enriquecer la vida democrática. Noticias de la Villa, 14 de abril de 2010. – 14 –


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ENRIQUE INIESTA Y LA OLVIDADA VANGUARDIA INTELECTUAL ANDALUZA Fue un madrileño enamorado de Andalucía. Un andaluz pleno, un cristiano comprometido. Enrique Iniesta Coullaut-Valera, escolapio identificado con una tierra por la que luchó desde el compromiso con los más pobres, la juventud y la cultura. Su contribución a la recuperación de la figura de Blas Infante ha sido fundamental, junto a la de Ortiz Lanzagorta o Juan Antonio Lacomba. La trilogía Toda su verdad ha marcado un antes y un después en el conocimiento del notario de Casares, tal como ha señalado el profesor Manuel Ruiz. Defensor de la religiosidad popular, promotor de la librería El Toro Suelto, cooperativa de promoción de autores andaluces y del Centro de Estudios Históricos Andaluces, director de la desaparecida y emblemática Andalucía Libre, profuso articulista, no ha visto cómo se plasmaba la petición que muchos respaldamos para que se le concediese la Medalla de Andalucía. Falleció lejos de la que siempre será su tierra. Al recordar a Enrique Iniesta, con el que coincidí tan sólo en colaboraciones en la desaparecida publicación Tierras del Sur, y dada la propensión al olvido que suele reinar por estos lares, quiero destacar que su figura quedará ligada al movimiento cultural producido en Andalucía en los años setenta, buscador de la recuperación de la identidad de un pueblo y su lucha por salir del subdesarrollo. Una labor en la que jugó un papel fundamental el escritor Manuel Ruiz Lagos, conectando con los supervivientes de las Juntas Liberalistas creadas por Blas Infante, aportando un trabajo hoy imprescindible. A religiosos andalucistas como José María de los Santos, Carlos Muñiz y José María Javierre. A Juan de Loxa con “Poesía 70” o “Manifiesto Canción del Sur”, donde Carlos Cano brillaría de forma especial. Y en el campo de la escena Salvador Távora con “La Cuadra”, que en 1971 había llevado a los escenarios independientes de Madrid la obra “Quejío”, y que continuaría con “Los Palos”, en busca de una conciencia histórica andaluza. A las letras de Moreno Galván cantadas por Meneses y Gerena.

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A ello se unía la irrupción en torno al mencionado escritor –también olvidado- José Luis Ortiz Lanzagorta, del movimiento de la Nueva Narrativa Andaluza (NNA), los “narraluces” como fueron conocidos novelistas como Alfonso Grosso, Manuel Ferrand, José María Requena, Manuel Barrios, Luis Berenguer, José Asenjo, López Pereira o Antonio Burgos. Un movimiento que hoy se pretende negar y que basó su obra en la ruptura con la sociedad caciquil de los pueblos, la lucha por la identidad y la consecución de una autonomía con la que muchos soñamos. Antonio Burgos que, en 1971, había publicado Andalucía,¿tercer mundo?, y que había iniciado un año antes con la novela El contador de sombras su camino por la NNA, escribiría hace unos años: “La gran calle de Alcalá de la novela relucía porque subían y bajaban los narraluces a recoger premios”. Era así, los narradores de este movimiento copaban los premios literarios de mayor prestigio. Y lo hacían con una literatura que entendía debía ser transformadora de las condiciones del pueblo andaluz. Merecen el reconocimiento y el respeto todos ellos. Fueron la llama de una Andalucía que no quería ser la de los tópicos y la de una cultura manipulada. Lo lastimoso es que ello ocurra cuando personajes de la talla de Enrique Iniesta se marchan definitivamente. Noticias de la Villa, 30 de agosto de 2010.

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A PROPÓSITO DEL CASO MALAYA ENSEÑANZAS Y REMINISCENCIAS DEL GIL Ha comenzado el juicio por el conocido caso Malaya (cerca de un centenar de implicados), o lo que es lo mismo por el saqueo de los bienes públicos del municipio malagueño de Marbella, uno de los destinos turísticos más apreciados internacionalmente. En este lugar de la Costa del Sol se estableció el empresario Jesús Gil, donde creó el Grupo Independiente Liberal, un partido a su imagen y semejanza, que desde 1991 arrasó en las elecciones municipales. Su lema: “Me presento para vender pisos”, dejaba bien clara su política Prometió más seguridad ciudadana y limpieza. Lo consiguió y volvió a arrasar en las siguientes elecciones, ampliando su hegemonía a la vecina Estepona de la mano de su hijo Jesús Gil Marín. En 1999, aparte de estas dos ciudades, se hizo con los ayuntamientos de Ronda, Manilva, Casares y La Línea. Y la que fue su mayor osadía, con las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, el mayor error del empresario, pues hizo sonar la alarma al propio gobierno de José María Aznar. Jesús Gil fue visto por muchos como una especie de mesías que venía regenerar la vida pública, anquilosada en los grandes partidos. Marbella era el escaparate, y para los campogibraltareños estaba cerca. Pero lo que muchos veían como una regeneración democrática, no dejaba de ser la degeneración de la democracia. El ciudadano prefería mirar para otro lado: “Qué roban, sí, pero hacen cosas”. José Cosín lo explica acertadamente en su libro Mafia y corrupción donde se refiere a la toma democrática del poder para el expolio de los recursos públicos. Gil fue inhabilitado en 2002, pero su compañero Julián Muñoz volvió arrasar en los comicios del año siguiente. A éste sólo consiguió echarle una moción de censura, apoyada por tránsfugas del gilismo, que elevó a la alcaldía a una de ellas, Marisol Yagüe. Pero ello no supuso la necesaria regeneración. Los principales nuevos mandatarios fueron implicados en actividades delictivas del mismo cuño. La normalidad política no llegó hasta las elecciones de 2007 con la victoria de Ángeles Muñoz, del Partido Popular.

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La herencia del GIL fue la bancarrota del ayuntamiento marbellí: una deuda de 500 millones de euros, el expolio del suelo público y más de 3.000 funcionarios, fruto de la compra de voluntades. Marbella ya no es el espejo y pocos son los que dicen que votaban al GIL. Sin embargo, la huella de este partido ha impregnado en algunos lugares donde presentó candidatura, e incluso en otros donde no lo hizo. Como ocurría en Marbella hoy es fácil ver en otros ayuntamientos, que todos los miembros de los equipos de gobierno, disfrutan de liberación, es decir de sueldos a costa del erario público, aunque en muchos casos, no se justifique esa liberación. La figura del asesor político y de la empresa asesora se ha impuesto para gravar aún más las escuálidas arcas municipales. Incluso en algunas localidades se sigue pintando los pasos de cebra con los colores de la ciudad, tal como ocurría en Marbella y Estepona. Lo ocurrido con el GIL debería hacer reflexionar a la clase política. Preguntarse por qué muchos ciudadanos dejaron de confiar en los partidos tradicionales, por qué un grupo de esos ciudadanos, de buena fe, participaron de un proyecto que les resultaba más ilusionante. La política no puede ser otra cosa que un instrumento para plasmar las ideas y que éstas se traduzcan en una mejora para los ciudadanos. El político debe entender que no ejerce una profesión, sino un compromiso con la sociedad donde se desenvuelve. En caso contrario, no se habrá aprendido de la costosa lección del GIL. Y otros mesías aparecerán por nuestras ciudades. Noticias de la Villa, 29 de septiembre de 2010.

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ANDALUCÍA, ¿COMUNIDAD SUBSIDIADA? Desde fuera de Andalucía se suele hablar de “comunidad subsidiada” en alusión al conocido como PER (Plan de Empleo Rural), actual PROFEA (Programa de Fomento de Empleo Agrario), que se aplica también a Extremadura. Cuando en 1984 se puso en marcha el primer plan, Andalucía era una comunidad rural con malas infraestructuras, bajísimo nivel de equipamientos colectivos, analfabetismo, no pertenencia a la Unión Europea y la agricultura mantenía un elevado peso en el PIB. En este sentido, el PER –lo llamaré así por ser más popular su denominación- viene actuando como un verdadero plan especial destinado a zonas castigadas por el paro. El dinero es asignado a los ayuntamientos al objeto de ejecutar obras públicas en sus respectivos pueblos y paliar el desempleo. Por tanto, el actual sistema cumple esas dos funciones importantes. Con este sistema los jornaleros deben obtener 35 peonadas anuales. Así contarían con el subsidio agrario al año siguiente (420 euros mensuales durante seis meses), siempre que se esté al corriente del pago del sello agrícola, que habrá de hacerse efectivo todos los meses del año. El PER ha mejorado considerablemente las infraestructuras y los servicios de nuestros pueblos. En el sector tecnológico agrario, en municipios de la provincia gaditana, por ejemplo, se han ido poniendo en marcha plantas de transformación de espárragos y fresa, que han diversificado la actividad y la han hecho más competitiva. De los 770 municipios andaluces, 197 depende en buena manera de esta renta básica, ya que el porcentaje de beneficiarios sobre la población activa total supera el 25 por ciento. O lo que es lo mismo, en esas 197 localidades, más de la cuarta parte de sus ciudadanos en edad de trabajar está acogida a dicha renta. Esta dependencia es sensiblemente mayor en las provincias de Córdoba, Jaén y Huelva y llega a sus extremos en la de Granada. Y en medio de ello, ocurren paradojas como que la mano de obra agrícola en determinadas épocas del año ha de ser cubierta por inmigrantes. En buena medida el boom económico de los invernaderos agrícolas de Almería o las recolecciones de la fresa en Huelva o la aceituna en Jaén no serían posible si no existieran miles de inmigrantes de otros países, aunque la dura crisis económica ha minimizado esa aportación de – 19 –


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trabajadores extranjeros. La vuelta a la vendimia francesa de jornaleros andaluces es una prueba de las dificultades por las que éstos atraviesan. Esta situación da cuenta de las dos Andalucía existentes: una próspera situada en algunas provincias del litoral, y otra anquilosada, la Andalucía del interior, que pierde población ostensiblemente. Y aunque los avances sociales y económicos han tenido lugar en todo el territorio andaluz, generalizándose la formación básica y diversificándose la actividad productiva, reduciéndose con ello la población activa agraria; resulta evidente que la comunidad continúa a la cola de España, como reflejan todos los estudios económicos. A mi entender, no debe existir complejo alguno en que la comunidad andaluza reciba las ayudas que combatan el desempleo en el campo y mejore las infraestructuras y los servicios de los pueblos. También se subvenciona la minería asturiana u otros sectores industriales reconvertidos de Valencia o el País Vasco. En el caso de Cataluña, en el presente año, la industria del automóvil ha recibido 225 millones de euros, 87 más que el PER. Pero no leemos o escuchamos que se trata de comunidades subsidiadas. No se puede rasgar las vestiduras y satanizar un plan rural que afecta a las clases más humildes, cuando paralelamente a ello, ejecutivos de grandes empresas se embolsan ingentes cantidades de euros, merced a las opciones dentro de los planes especiales de acciones. Cantidades moralmente inaceptables, pero que ocupan pocas líneas en los medios conservadores de fuera de Andalucía. Del mismo modo, esas informaciones no aluden a que del medio millón de jornaleros andaluces, sólo 120.000 percibe el subsidio agrario. Que el 63 por ciento de los beneficiarios son mujeres que en su mayoría superan los 45 años (el desempleo femenino andaluz es de los más elevados de Europa, según el Anuario Eurostat), o que el subsidio agrario supone el 1,83 del gasto total del desempleo en España. Con todo, la política del Estado y, por supuesto, de la Junta de Andalucía, debe estar orientada a superar esa situación, que muestra a las claras la existencia de esas dos Andalucía. Noticias de la Villa, 13 de octubre de 2010. – 20 –


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EL FLAMENCO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. SEÑA DE IDENTIDAD DE ANDALUCÍA La UNESCO acaba de designar en su reunión de Nairobi al flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La organización de Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura ha venido a refrendar la realidad de una expresión artística y cultural que hace tiempo rompió los límites de Andalucía y de España. Blas Infante sitúa el ámbito de su nacimiento en el período desde el segundo cuarto del siglo XVI hasta el último cuarto del XVIII. En opinión de Infante el encuentro de los gitanos errantes, que provenientes del norte de la India, llegaron por primera vez a los reinos de Castilla y Aragón en el siglo XV, con los moriscos perseguidos daría lugar a lo flamenco. “Hubo, pues, necesidad de acogerse a ellos. A bandadas ingresaban aquellos andaluces, los últimos descendientes de los hombres venidos de las culturas más bellas del mundo, ahora labradores huidos (en árabe, labrador huido o expulsado significa felahmengu) (...) Comienza entonces la elaboración de lo flamenco por los andaluces desterrados o huidos en los montes de África y de España”. En este sentido, Enrique Iniesta, biógrafo de Infante, señala que éste interpretaba “que el origen y secreto de nuestro cante no está ni en el carácter permanentemente individualista de un pueblo ni en fingimientos virtuosistas, sino en vivencias afectivas correspondientes a un periodo de la historia de un pueblo, estados históricos de soledad y tristeza...”. Basado en antiguas formas de romance fue un cante solitario, que luego se llamaría tonás, expresión de las persecuciones, de la injusticia y del dolor. Duquelas de la marginación, de arrebato que, pronto, adquirió una naturaleza indómita. Y esa áurea de pueblo perseguido traspasó los tiempos y diversificó sus cantes, incorporando la guitarra. El flamenco se alejó del folklore y prendió en el pueblo y recogió la desolación del jornalero, esclavizado por el terrateniente: Las lindes del olivar/ Ancha pa los don mucho/ Estrechas pa los don ná. Ese pueblo jornalero, huyendo de la hambruna, abocado muchas veces al levantamiento contra la opresión, buscó también horizontes en – 21 –


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la fronteriza Murcia. A la fiebre del plomo se desplazaron familias enteras, poblando las aldeas murcianas que, luego, en 1840, al agruparse constituirían el pueblo de La Unión. Allí nació la minera, el cante surgido en las entrañas de la tierra, donde se desenvolvía el más duro trabajo, el sufrimiento y hasta la muerte. El cante desprestigiado por la cultura dominante fue acogido como comparsa y borrachera en juergas de señoritos andaluces. Y comenzó a abandonar las ventas y tabernas para subir a los tablaos de los cafés-cantantes antes de emprender, a mediados de 1920, un recorrido amplio por teatros y plazas de toros, lo que vino a denominarse la ópera flamenca. Esa fuerza incontenible del flamenco fue utilizada durante la dictadura franquista. Como señala José María de los Santos: “En la división del trabajo a escala del Estado, a Andalucía se le asignó un papel secundario a favor del País Vasco y Cataluña. Y a esa condena se unió la utilización de lo andaluz como meramente folklorista, de una cultura en la dependencia propia de las zonas subdesarrolladas. Una cultura confundida con “lo español” -Andalucía considerada como la más España de las España- y simultáneamente subestimada, es decir, considerada como una prolongación de la cultura castellana”. Y en esa línea, “sirvió para combatir y desacreditar la presencia en el Estado español de un pluralismo cultural innegable”. Pero el cante siguió su imparable curso y junto a los movimientos del Nuevo Flamenco de los años ochenta del pasado siglo y las fusiones con las más diversas músicas de distintos puntos del orbe, permanece la esencia de una cultura netamente andaluza, que como el andaluz es universalista. Noticias de la Villa, 23 de noviembre de 2010.

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MÁS BASURA PARA ANDALUCÍA * ¿Andalucía basurero de Nápoles? Para muchos andaluces habrán pasado desapercibidas las declaraciones del asesor de Medio Ambiente para la provincia italiana, Giusepe Caliendo, quien anunció recientemente que se hallaba gestionando con una empresa andaluza el traslado por mar de toneladas de desechos urbanos generados en esta región de la Campania y que estas gestiones se encontraban “en un buen punto”. Sobre el asunto se mantiene cierto secretismo que no puede dejar de preocuparnos a los andaluces. La provincia de Nápoles tiene un grave problema que va camino de convertirse en endémico: la eliminación y tratamiento de los desechos urbanos. En su territorio sólo funciona un vertedero, pues el resto están clausurados al haber alcanzado los límites de vertido. Algunos estiman que las basuras acumuladas en toda la provincia alcanzan las 10.000 toneladas. El traslado de estos desechos a otros lugares de Italia ha encontrado una pronta contestación en las ciudades a la que le asignaban un cupo. Cerdeña aceptó recibir una parte y el primer envío de 600 toneladas se encontró con una manifestación de protesta, que trataba de evitar el desembarco de tan repudiado material. En su propio país no quieren ser basurero. Buscan solución y pueden encontrarla en Andalucía, hasta donde llegaría, en principio, si aceptamos la información ofrecida desde Italia, 2.800 toneladas. Aunque la operación no ha sido confirmada y, como corresponde, habrá de contar con la autorización de las autoridades de la Junta de Andalucía, no está de más que los ciudadanos permanezcamos alerta. Ya contamos en esta tierra con el basurero de El Cabril, en el municipio cordobés de Hornachuelos. Este cementerio radiactivo recibe los desechos de nueve centrales nucleares, de universidades y de hospitales. Más de tres mil bidones al año. El cementerio nuclear de El Cabril se instaló en 1961 durante el régimen franquista, cuando comenzaba a generarse los primeros residuos de este tipo en España. Se utilizó para ello las instalaciones de

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una antigua mina de uranio de la sierra de la Albarrana, perteneciente al macizo de Sierra Morena. El cementerio permaneció en secreto hasta que en 1976 el periodista Sebastián Cuevas Navarro lo dio a conocer en un reportaje en la publicación Tierras del Sur. Aquel trabajo, uno de los primeros del periodismo de investigación en España, me sorprendió especialmente. El estado en que se hallaban los depósitos radiactivos y la falta de seguridad era una constatación más de la falta de consideración que la dictadura había tenido con Andalucía. En 1986 la actividad fue paralizada por la Junta hasta su legalización. En 1992 entró en funcionamiento la nueva planta con contenedores soterrados en celdas de hormigón. La supuesta creación de riqueza no fue tal en la comarca afectada por el cementerio. Los puestos de trabajo se reducen a 120 y las poblaciones circundantes vienen sufriendo un progresivo despoblamiento de hasta un 25 por ciento desde 1989. Que no nos engañen más a los andaluces. Andalucía no es un vertedero. Radio Algeciras. Cadena SER, 30 de noviembre de 2010. *La Consejería de Medio Ambiente vetó el traslado previsto de 30.000 toneladas de basura.

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2011 LA DEUDA HISTÓRICA Y ANDALUCÍA COMO ESCENARIO DEL PARTIDISMO Cuando en marzo de 2010 la Junta de Andalucía y el Gobierno central cerraron el acuerdo para el pago de la Deuda Histórica algunas comunidades pusieron el grito en el cielo. Exigieron un tratamiento similar y la prensa más conservadora arremetió, una vez más, contra Andalucía, tildando el acuerdo de operación de compra de votos y reavivando el viejo discurso de la indolencia andaluza. Independientemente de que pueda discutirse el hecho de que el pago acordado se realizaría en solares y otras activos, en vez de en dinero “contante y sonante, lo cierto es que la única comunidad que había recogido la Deuda Histórica como reivindicación estatutaria había sido Andalucía. Lo hizo en el primer Estatuto, en 1981, y lo incluyó en el actual. Tras los primeros abonos de 1996 quedaban pendientes 784 millones de euros (la cuantía tras un tira y afloja entre ambos gobiernos se fijó en 1.204 millones, de los que la Junta había cobrado en metálico 420). La reivindicación de la Deuda Histórica surge en plena Transición y tiene su base en el sometimiento de la región al subdesarrollo en beneficio de otros territorios. Esa injusticia heredada trasciende al franquismo, si bien durante dicho régimen, al país andaluz se le asignó un papel subalterno y de periferia de las regiones desarrolladas. Anteriormente, al contrario que en otros territorios la burguesía agraria andaluza constituyó un pilar del centralismo, actuando como verdadera oligarquía que impediría la modernización económica. Frente a esa sociedad explotadora, verdadero germen del subdesarrollo andaluz, instalado por largo tiempo, surgiría más tarde la respuesta anarcosindicalista. Y con menor presencia el movimiento de una clase media ilustrada por una Andalucía autónoma, una Andalucía libre, en palabras de Blas Infante. Desde la ignorancia o la mala fe, las críticas esgrimidas contra la comunidad andaluza, tanto desde el conservadurismo como de los na– 25 –


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cionalismos del norte, tratan de obviar la lucha del pueblo andaluz en una etapa relativamente cercana como el tardofranquismo y la Transición. De esa lucha por la autonomía, derivó también la del resarcimiento por el maltrato sufrido por los andaluces, condenados a la emigración como única salida. Ahí surge la Deuda Histórica. En la España de las autonomías, el País Vasco ha conseguido niveles políticos y financieros privilegiados respecto del resto. Los gobiernos del PSOE y del PP, obligados a pactar cuando no contaban con mayoría absoluta, con los nacionalistas del PNV, o en su caso, con los catalanistas de CiU, aumentaron los beneficios de dichas comunidades. Todo ello sin olvidar el concierto vasco o el régimen especial de Navarra, que nadie pone en cuestión. Durante la estancia del Partido Popular en el poder central los enfrentamientos se multiplicaron con el Gobierno socialista andaluz –prefiero denominar así al ejecutivo de la Junta, pues la coalición con el Partido Andalucista en dos legislaturas, no supuso una presencia destacable por parte de los nacionalistas andaluces, que volvieron a perder nuevamente otra oportunidad histórica- el pago se fue atrasando, al igual que el reconocimiento del padrón real de andaluces al objeto de la financiación procedente del Estado. La Junta fue firme y el PSOE rentabilizó esa defensa de los derechos de la comunidad. No obstante, con el cambio producido en el Gobierno de Madrid, y el acceso de los socialistas a dicho poder, el discurso de los responsables andaluces del PSOE fue cambiando. El entonces secretario de Organización de este partido, Luis Pizarro cuestionó la “filosofía” de la deuda histórica, con el argumento de que Andalucía había superado muchos de sus atrasos seculares. Hasta el delegado del Gobierno José Antonio Viera, a su vez secretario general del PSOE de Sevilla, afirmó que la deuda podría sustanciarse mediante una financiación adicional para corregir las transferencias mal dotadas. El propio presidente, Manuel Chaves renunció a la negociación bilateral de la deuda histórica, postergándola hasta la discusión del nuevo sistema de financiación autonómica, a través de la Comisión Mixta Paritaria Estado-Comunidades Autónomas.

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Los socialistas andaluces comenzaron a rebajar las exigencias anteriores. En noviembre de 2003 el Pleno del Parlamento andaluz acordó (votos favor del PSOE, IU y PA; votos en contra del PP) cifrar la deuda financiera en 4.625 millones de euros. Siete meses después con Zapatero en la Moncloa en lugar de Aznar, la cifra varió hasta la mitad (2.550 millones de euros), para finalmente situarla en la cantidad citada de 1.204 millones. Los dos grandes partidos han venido utilizando la cuestión según la orientación de Madrid. Interesaba más el juego político estatal que el cerrar una reivindicación plasmada hacía treinta años. En cualquier caso, el capítulo de la Deuda Histórica quedó cerrado, pero Andalucía tiene mucho trecho por recorrer para poder salir de las posiciones de cola de las comunidades autónomas. Y para ello, los políticos andaluces de cualquier signo, habrán de pensar en ella antes que en los intereses partidistas. Estando también a la altura cuando se le ataca gratuitamente desde más allá de Despeñaperros. Área, 1 de enero de 2011.

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MEMORIA HISTÓRICA, UN ACTO NECESARIO DE JUSTICIA Siempre he afirmado que la recuperación de la Memoria Histórica de la última guerra civil forma parte de un acto de justicia y de humanidad. En ningún momento podrá investirse de un sentimiento de revancha, por otra parte, difícil de ejecutar, por apartado de la realidad. Otras son las generaciones las que protagonizan el día a día de España y lejos quedan los motivos, el choque ideológico, la coyuntura histórica de una época especialmente exaltada. Con esas premisas, y desde el conocimiento de todos los errores y el rechazo a todas las violencias, independientemente de la ideología que se esgrimiera para llevarlas a cabo, hay que afrontar el rescate de la memoria relegada. Todo ello, sin perder de vista que los caídos del bando vencedor tuvieron la consideración de “por Dios y por España”, mientras que los perdedores no tuvieron reconocimiento alguno. Ni una misa ni sus familiares una palabra de consuelo. Sepultados en anónimas fosas, condenados al más injusto de los olvidos, permanecieron sólo en el recuerdo de quienes en vida les amaron. Hay quienes defienden que estas iniciativas no sirven al olvido necesario de una página especialmente dramática de la historia española. Otros van más allá, y de alguna manera, tratan de justificar lo que pasó, imponer el discurso unitario que perduró durante casi cuarenta años de franquismo. Frente a ello, defiendo el derecho conculcado por un régimen totalitario a los familiares de las víctimas, de conocer lo ocurrido, de intentar recuperar los restos de sus seres queridos, si así lo desean. Es cierto que durante la transición política a la democracia, primó el silencio, la generosidad para superar una guerra que todavía golpeaba en forma de miedo y en el recuerdo triste de muchos. Tuvo que ser así. No quedaba otro camino. Y se aceptó por quienes apostaron decididamente por el camino de la paz en libertad. Sin embargo, superada aquella difícil etapa, y conseguido un país moderno y maduro, llega el momento de abordar serenamente la recuperación de la memoria de un pueblo. Radio Algeciras, Cadena SER, 22 de febrero de 2011.

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28 DE FEBRERO, LA AUTONOMÍA CONQUISTADA POR EL PUEBLO ANDALUZ De manera reiterada, cada vez que se habla de reforma constitucional, desde el nacionalismo catalán se advierte de que no puede volverse al “café para todos”. Alusión referida a cuando en los inicios de los ochenta, una vez aprobada la Constitución, se concedió la autonomía a todas las regiones españolas, y no sólo a las denominadas “históricas”, es decir las que ya tenían su estatuto plebiscitado en época de la II República (el levantamiento militar de julio de 1936 evitó que Andalucía lo obtuviese, a pesar de que el anteproyecto estaba redactado). A ello se une en los últimos tiempos el discurso de amplios sectores del conservadurismo de poner en tela de juicio el Estado autonómico, apostando, en todo caso y con escasa convicción, por el mantenimiento de esas nacionalidades históricas. La memoria es frágil e interesada. Cuando ahora se alcanzan los 31 años del histórico referéndum de 28 de febrero, hay que recordar que el pueblo andaluz rompió la asimetría que desde el Gobierno de la UCD, se quería imponer a las comunidades no reconocidas como históricas. Los andaluces no estaban dispuestos a seguir protagonizando el papel subalterno al que había sido relegada su tierra. Para Andalucía no estaba previsto el café fácil. Para alcanzar el mismo grado autonómico que Euskadi, Cataluña y Galicia: la autonomía plena –la del artículo 151 de la Constitución- debía ser solicitada por las tres cuartas partes de los ayuntamientos y todas las diputaciones provinciales. Superado con creces esta primera barrera. Esa aspiración institucional debía ser ratificada mediante un referéndum sin precedentes en la historia de España, y en el que habría de obtenerse el voto afirmativo de más del 50 por ciento del censo electoral de cada una de las ocho provincias. A ello se unía que el propio Gobierno de Madrid, controlando la televisión estatal, la única existente, y la mayoría de los medios de la región, solicitó con una fuerte campaña que los andaluces no fueran a votar o que lo hicieran en blanco. Para la campaña institucional la Junta recibió la mitad del dinero que se le había concedido a vascos y catalanes para el refrendo de sus respectivos estatutos. La indignación – 29 –


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andaluza fue tremenda y la UCD tuvo dificultades para encontrar en Andalucía interventores y apoderados suficientes, teniendo que recurrir a militantes de distintos puntos de España. El pueblo andaluz respondió al reto, pero Almería, donde también se ganó el referéndum, faltaron 20.000 votos para alcanzar la barrera del 50 por ciento del censo. Sin embargo, la victoria política que supuso aquella respuesta obligó a una salida asumida por todo el Congreso de los Diputados. A Andalucía se le reconocía (mediante dos proposiciones que modificaba la Ley de Referéndum), la autonomía por el artículo 151 en las siete provincias que habían superado las exigencias del 28 de febrero y, posteriormente, Almería se incorporaría a este acuerdo. El 11 de noviembre el Congreso aprobó estas medidas que desbloqueaban la autonomía andaluza, añadiéndosele una enmienda del ex ministro Manuel Clavero, en la que se pedía la retroactividad de la aplicación al 28 de febrero, una fecha que, posteriormente, sustituiría al 4 de diciembre como día de Andalucía. El antecedente más inmediato de esa determinación andaluza se hallaba en las grandes manifestaciones del 4 de diciembre de 1977. En esa ocasión más de dos millones de andaluces salieron a la calle demandando la autonomía. Aquella lucha pacífica se vio empañada con la muerte del joven militante de Comisiones Obreras, José Manuel García Caparrós, durante la manifestación que tuvo lugar en Málaga. Pero todavía quedaba superar un nuevo referéndum, el del Estatuto, y que el pueblo andaluz respaldó en octubre de 1981 con el 89,38 por ciento, aunque la participación se redujo en nueve puntos respecto del emblemático 28 de febrero. Fueron tiempos en los que la “cuestión andaluza” estuvo presente en el debate político. Y la victoria de una tierra relegada por el centralismo, supuso que el planteamiento autonómico previsto, saltara en pedazos: no habría autonomías de primera y de segunda. El pueblo andaluz lo logró, contra viento y marea, el 28 de febrero de 1980. Noticias de la Villa, 25 de febrero de 2011.

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EL GUADALQUIVIR, UN RÍO ANDALUZ Lo aprendimos desde niño: el Guadalquivir nace en la sierra de Cazorla y desemboca en el Atlántico por Sanlúcar de Barrameda. Un recorrido netamente andaluz a lo largo de sus más de 650 kilómetros. El Guadalquivir es navegable desde el mar hasta Sevilla y en otros tiempos lo fue hasta Córdoba. Los árabes lo llamaron al-Kabir (río Grande), los romanos río Betis. Su cuenca hidrográfica abarca a las ocho provincias andaluzas. Más del 90 por ciento de su caudal discurre por territorio andaluz. Más de cuatro millones de andaluces dependen del río y el 47, 5 % de sus aguas se destinan al principal recurso económico tras el turismo: el cultivo del olivo. Entre Sevilla y el estuario se encuentran las Marismas del Guadalquivir. Sin embargo. El Tribunal Constitucional, atendiendo el recurso del entonces presidente de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra contra el artículo 51 del reformado Estatuto Andaluz, que reconocía las competencias exclusivas de Andalucía sobre el río, ha declarado inconstitucional el referido artículo. Al objeto de salvaguardar una posible inconstitucionalidad en base a la unidad de cuenca, el Parlamento andaluz estableció que la competencia de la comunidad sólo sería sobre las aguas que discurren por su territorio, nunca sobre las del resto de comunidades (7,1 % Castilla-La Mancha; 2,4 Extremadura y 0,2 Murcia). Asimismo, de los 56 embalses, cuatro no fueron transferidos, a pesar de que dos de ellos El Pintado y Jándula están en territorio andaluz. El primero tiene la presa en Sevilla pero una parte importante del embalse se halla en tierras extremeñas, y el segundo porque una parte de sus aguas sirven de riego a Ciudad Real. La anulación del artículo 51 por el Constitucional se hace sobre una gestión ya transferida desde hace dos años. Ello supuso que el Parlamento andaluz aprobase la Ley de Aguas, llevándose a cabo la integración del personal de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en la Agencia Andaluza del Agua (849 trabajadores). La transferencia económica se fijó en 70 millones de euros, tras descontarse 52 millones de ingresos provenientes de la gestión del río. Por lo tanto, no se trata,

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como ocurrió con la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña, de competencias pendientes de ponerse en marcha. En este sentido, los presidentes Zapatero y Griñán se han comprometido a buscar una salida que garantice la seguridad jurídica hasta que se aplique la normativa que permita la gestión andaluza de la cuenca del Guadalquivir. Hay suficientes razones para que la Junta continúe con la gestión de los recursos del río en una España descentralizada. Sin menoscabo del principio de solidaridad con otras tierras y, sin olvidar, la significación histórica y cultural que el Guadalquivir tiene como parte consustancial de Andalucía. Noticias de la Villa, 23 de marzo de 2011.

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ANDALUCÍA ANTE LA GLOBALIZACIÓN La globalización, entendida a la manera mercantilista, puede convertirse en un totalitarismo que sacrifique la diversidad, donde incluso instituciones como el Banco Central Europeo, el Banco Mundial o el capitalismo monopolista de las multinacionales, escapen al control democrático. Los políticos se convertirán en meros peones del sistema y los ciudadanos en consumidores. La actual crisis económica es buena muestra de ello. La movilidad de capitales y el auge de los mercados financieros mundiales es uno de los grandes elementos impuestos por la globalización. Pero cuando estos inseguros mercados se derrumban las causas son de enorme gravedad. La quiebra de entidades financieras y las caídas en los tipos de cambio llevan directamente a un aumento de la pobreza y un elevado desempleo. La sociedad de la información y la comunicación es también la de la manipulación, donde se construye una realidad paralela e interesada a los poderes del dinero y de los intereses geoestratégicos de los poderosos. Y en ese sentido la pérdida de identidad y la desmovilización social van parejas a la dependencia de esos poderes. Ese superpoder, marginador de la política, está consiguiendo que ésta se convierta en un instrumento inútil para resolver los grandes problemas. A ello se une que muchos de estos problemas no se dirimen en el ámbito del Estado. Andalucía es víctima de esa globalización dirigida por el poder financiero, amparado en las políticas neoliberales. Un ejemplo de ello es que en nuestra comunidad las refinadoras de aceite están en manos de las multinacionales. Ha ocurrido con empresas cerveceras tradicionales, sin que por ello la economía andaluza deje de ser extractiva sobre la productiva. Ese papel de subordinación hace que la economía se planifique en beneficio de otros. La pérdida de control de los recursos propios y dependencia económica aleja del desarrollo. Lo local no tiene importancia para un capitalismo que no tiene reparos en cerrar fábricas para situar la producción en países del Tercer Mundo, donde la mano de obra es mucho más barata y donde la explotación del trabajador es consentida por los propios gobiernos. – 33 –


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El reto es situar al hombre por encima del Estado. La ética del Estado al servicio del hombre. Y en el caso de Andalucía, las nuevas realidades se habrán de adaptar a la realidad cultural andaluza. La propia idiosincrasia del pueblo andaluz es incompatible con los postulados de una globalización donde prima la competitividad y el individualismo. No me refiero a crear nuevas fronteras, sino a establecer espacios que protejan las identidades y culturas nacionales. Habrá, por tanto, que profundizar en los aspectos de la identidad andaluza, y anteponer la sociedad civil sobre la dinámica globalizadora dirigida por los ricos. La globalización de la tecnología, de la medicina, de aquellos aspectos que sean un beneficio extensible a todas las naciones serán bienvenidos, pero cuando la lógica del mercado es la que impone su criterio sobre la “aldea global”, la situación será la del dominio reiterado y fortalecido del Norte sobre el Sur, de los de siempre, del poder del dinero sobre los derechos de los ciudadanos. Decididamente el poder político debe actuar en beneficio del reparto de la riqueza, de la distribución justa de los servicios, del respeto a los derechos de los ciudadanos y el fortalecimiento de la identidad. Área, 26 de marzo de 2011.

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ENERGÍA NUCLEAR Y ELECCIONES Hablar de la energía nuclear resulta actualmente incómodo para muchos políticos. La triste actualidad del seísmo de Japón y los gravísimos efectos sobre la central de Fukushima ha enmudecido a los políticos valedores de una energía que no es tan segura como vienen propagando con inusitado entusiasmo. No se quieren correr riesgos electorales, sobre todo teniendo en cuenta los resultados de la canciller alemana Ángela Merkel en los comicios del estado federado de Baden-Württemberg, donde su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), que gobernaba este territorio desde la II Guerra Mundial, ha perdido en beneficio de los Verdes, que podrán gobernar en coalición con los socialdemócratas. Temiendo lo que se avecinaba Merkel mandó paralizar las siete plantas más antiguas de Alemania, y se apresuró a declarar que la energía atómica, “no está preparada para hacer frente a la violencia natural”. Los Verdes también hicieron perder la mayoría absoluta a los socialdemócratas en Renamia-Palatinado. El rechazo a las nucleares ha sido en ambos casos –y no serán los únicos- la causa de la subida de los ecologistas en Alemania. En España, enfriados los discursos pronucleares del Partido Popular y de destacados socialistas, se habla con más fuerza de las energías renovables. Según el Balance Energético de 2010 esta fuente de energía se convirtió en la principal de dicho ejercicio, aportando el 33,3 de la electricidad generada, siete puntos más que en el año anterior. Por detrás se situaron las restantes: ciclos combinados (gas natural) 22%, nuclear 20 %, carbón 8 %, y petróleo, 4 % Por su parte, el director general de la Agencia Andaluza de la Energía, Francisco Bas declaró recientemente en Algeciras, que aún reconociendo la importancia de la nuclear, las renovables son la apuesta del futuro. Y añadió: “Andalucía a través de esta fuente tiene un gran potencial y recursos suficientes para que con el paso del tiempo pueda autoabastecerse”. Buena prueba de ello es la reciente apertura por Iberdrola Renovables del mayor parque eólico de Europa en la comarca onubense del Andévalo.

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En Andalucía, donde se cuenta con el cementerio nuclear de El Cabril, que el año pasado recibió 1.653,78 metros cúbicos de residuos radiactivos, se ha abierto un debate donde, por fortuna, la Junta parece apostar por las renovales. El propio consejero de Medio Ambiente, Díaz Trillo advirtió del riesgo nuclear, recordando el maremoto que afectó a buena parte de Andalucía a mediados del siglo XVIII. Por su parte Izquierda Unida ha presentado una iniciativa parlamentaria para declarar a Andalucía “zona libre de instalaciones nucleares”. Es saludable que, mientras a nivel del Estado, los grandes partidos tratan de obviar la discusión, en Andalucía tenga lugar un vivo debate. Hay que tener presente que a pesar de la moratoria nuclear establecida por el entonces presidente Felipe González, son muchos los que opinan que con la liberación del sector eléctrico de 1997, se puso fin a dicha moratoria, pues la norma promulgada facilita que las empresas del sector puedan construir cualquier tipo de instalación para la producción energética. Ante ello, y los enormes riesgos de las centrales nucleares, puesto de manifiesto en Japón, cuyo alcance todavía desconocemos, es necesario que los partidos políticos se definan claramente sin actuar con un doble lenguaje. Que los ciudadanos sepamos qué vamos a votar en los diferentes comicios que se avecinan. Noticias de la Villa, 4 de abril de 2011.

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MORIR EN EL SUR Es un hecho comprobado científicamente: tres provincias andaluzas se sitúan a la cabeza en índice de mortalidad dentro de España. La comarca del Campo de Gibraltar y buena parte de la provincia de Cádiz constituyen en la actualidad dos de las zonas con menos expectativas de vida. Así lo prueba el Atlas de Mortalidad en Áreas Pequeñas de España, elaborado por un equipo de investigadores del departamento de Ciencias Experimentales de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, publicado en 2001. El Atlas, que divide España en más 2.200 áreas, refleja que en la mitad sur se vive menos que en la mitad norte, y que son las tres provincias occidentales de Andalucía: Huelva, Sevilla, y sobre todo, Cádiz, las que concentran el mayor riesgo de mortalidad. El riesgo de morir en estos municipios del Sur es un 20 por ciento mayor que en el resto del Estado. Joan Benach, profesor del citado centro universitario y miembro del equipo de investigadores del Atlas, declaró durante una conferencia en el Campo de Gibraltar que la Junta de Andalucía debía afrontar el problema, buscando los motivos reales. Motivos que pudieran ser medioambientales, socioeconómicos, laborales e históricos. En este sentido, consideró necesario la dedicación de los recursos necesarios, “para saber qué está ocurriendo”. Para ello, apostó por establecer un grupo científico de investigación multidisciplinar e independiente. A este respecto, señaló que dicho trabajo ocuparía varios años y que sospechaba que el medio ambiente, “está jugando un papel importante”, aunque insistió en el problema “puede ser una mezcla de causas”. Para el profesor, hacer frente a la situación no podía demorarse más tiempo. “Tenemos muy poca información”, aseveró. Si la mortalidad en estas zonas del noreste de Andalucía fuese igual a la del resto de España se evitarían cada año las muertes de 35.000 personas Este patrón geográfico permanece inalterable desde que se hiciera el primer estudio, publicado en 1995. El último de ellos, que alcanza hasta 2001, mantiene esta dinámica e incluso la aumenta.

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En esa línea, la mortalidad en los últimos 25 años en la zona, donde se concentra un importante polo petroquímico y una gran acería, es superior al resto de la provincia y de Andalucía, según los estudios de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Hecho que quedó patente en las III Jornadas de Salud celebradas en 2002 en la ciudad campogibraltareña de La Línea, donde se dio a conocer que todos los años más de 500 personas mueren de cáncer en la comarca y que la esperanza de vida en la ciudad de La Línea es la más baja de toda la provincia de Cádiz Ha sido el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el organismo que recomendó a la Junta de Andalucía la reducción de las emisiones de dióxido de azufre y de níquel en la comarca, tras el estudio realizado sobre contaminación atmosférica en la zona. Dichas emisiones estaban en el límite o superaban los propuestos por la Unión Europea. Estas conclusiones formaban parte de la investigación del Plan de Calidad Ambiental del Campo de Gibraltar, que titula la propia Junta de Andalucía. El ministerio de Medio Ambiente, en su Informe de Verificación de Emisiones de 2007, publicado en mayo del siguiente año, revelaba la desviación sobre el techo máximo de emisiones de dióxido de carbono de origen industrial, y que situaba en el 3,68 por ciento (330.329 toneladas más), por encima de los límites determinados por Kyoto para ese año. La comarca cuenta con catorce instalaciones industriales que se rigen por este acuerdo internacional. De ellas sólo cuatro (Cepsa, Acerinox, Torraspapel y Cerámica La Esperanza) fueron las únicas que cumplieron con esos objetivos. Por su parte, el Observatorio para la Sostenibilidad de España (OSE) en su informe sobre la calidad del aire en las ciudades, según publicaba el diario de Algeciras Europa Sur en su número del 20 de agosto de 2009, recogía que los habitantes de las poblaciones campogibraltareñas de San Roque y Los Barrios tienen una probabilidad más alta de sufrir cáncer como consecuencia de la presencia industrial en sus respectivos términos municipales. El estudia aludía a que la presencia de la industria química, energética y de metales pueden elevar la mortandad entre sus poblaciones en un 15 por ciento respecto a la media.

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Para colmo de males a finales de mayo de 1998 se produjo un accidente radiactivo en la empresa de acero Acerinox, situada en el término de Los Barrios. La acería fundió chatarra radiactiva, probablemente procedente de algún país del antiguo Este europeo. El escape fue de cesio 137, un isótopo muy volátil y con una vida media de 30 años. Los efectos fueron detectados en Francia e Italia. Sin embargo, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) señaló que los vientos reinantes habían desplazado la nube radiactiva sin afectar a España. La asociación ecologista Verdemar denunció que un accidente similar se había producido en octubre del año anterior, aunque la empresa lo negó. A todo ello se une la estancia de submarinos británicos de propulsión nuclear en la colonia de Gibraltar. La situación adquirió especial gravedad con el remolque del sumergible “Tireless”, que permaneció averiado en el Peñón, hasta que fue reparado, y que provocó la movilización de la sociedad campogibraltareña, a excepción de los miembros del Partido Popular, entonces gobernante. Aparte de que la cuestión mediambiental tendrá un protagonismo importante en este grave problema, el triángulo de la muerte de las citadas provincias permanece inalterable desde 1915, especialmente las de Cádiz y Sevilla. Indudablemente, la mezcla de factores que anticipaba el profesor Benach, estaría presente. A este respecto, en mayo de este año, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) difundió los resultados de varios estudios de salud pública entre sus profesionales. En ellos se concluía, contradiciendo los estudios antes citados, que no se hallaba relación entre la cercanía a un foco de contaminación y el mayor riesgo de muerte por tumor. Del mismo modo, se aludió a un estudio sin publicar, realizado por el epidemiólogo Antonio Escolar, dando cuenta que antes de la implantación industrial, ya existía una sobremortalidad, atribuible a la estructura socioeconómica de la zona y su relación con Gibraltar, en cuanto al consumo de tabaco. En cualquier caso, ambas combinaciones: contaminación industrial y el subdesarrollo e interdependencia a que fue sometida históricamente la comarca, ha llevado una realidad incuestionable: el Campo de Gibraltar forma parte del terrible triángulo de mayor mortalidad dentro de España. – 39 –


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Mientras tanto a Andalucía le correspondió el cementerio de desechos nucleares de El Cabril (Córdoba), que se encarga de almacenar todos los producidos en España, o el de Nerva, destinado a residuos tóxicos y peligrosos, que recibe una importante parte, casi la mitad, de fuera de la comunidad. Paralelo 36 Andalucía, 17 de mayo de 2011.

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LOS “UTÓPICOS” DEL 15-M Nos lamentábamos de la pasividad de la sociedad española ante los graves problemas que aquejan a la mayor parte de la población. También de la falta de respuestas de los jóvenes, precisamente uno de los sectores más golpeados por la crisis. Y en eso, se produce la gran protesta del 15 de mayo en demanda de una democracia real. Muchas plazas se llenaron solicitando un cambio de rumbo. Se les ha llamado los indignados, por la influencia del libro de Stéphane Hessel ¡Indignaos! en los jóvenes europeos. Ahora tras las elecciones que, con excepciones como en el País Vasco, ha supuesto una barrida de los conservadores, se tilda de utópicos y antisistemas a los participantes de esas protestas. Las elecciones pusieron a cada uno en su sitio y los indignados ya no cuentan ni preocupan. Son un problema de salubridad, en el sentido más estricto de la palabra, y se les desaloja a palos como ha ocurrido en Barcelona. Aún reconociendo que la utopía también está presente en la protesta -de la que toman parte también personas de todas las edades-, no se hace para situarse fuera del sistema sino para que este cambie y sea representativo de todos. Se solicita que caigan las barreras de la Ley Electoral que impiden que las formaciones pequeñas tengan representación en las instituciones, y que sólo fomenta el bipartidismo; se apuesta por la transparencia en la financiación de los partidos que conduce, en muchos casos, a la corrupción política; se muestra el rechazo a que los imputados judicialmente formen parte de las listas electorales; se denuncia la alta tasa de paro juvenil que alcanza el 40 por ciento y la reforma laboral aprobada el pasado año que permite a las empresas el despido con indemnizaciones de 20 días por año trabajado; la elevación de la edad de jubilación a los 67 años y la ampliación a 25 años del periodo de cálculo para la base reguladora, o el replanteamiento del sistema financiero, donde el Gobierno ha tenido que recapitalizar bancos y cajas, que habían campado en el mundo del ladrillo, y donde cuentan con cerca de 150.000 millones de euros en activo potencialmente problemáticos, lo que supone el 15 por ciento del Producto Interior Bruto. Estos plan-

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teamientos no son utopía alguna. Es la pura realidad que afecta a la ciudadanía de una manera implacable. Los bancos, a los que no se les ha pedido responsabilidades –en Islandia sí se ha hecho- no dan créditos y los ciudadanos no pueden hacer frente a las hipotecas. En este sentido, se actúa al dictado de los grandes poderes económicos y de potencias como Alemania, produciéndose una verdadera pérdida de soberanía. El empobrecimiento es general. Los funcionarios han visto disminuidos sus honorarios de una manera drástica y el desempleo puede alcanzar la barrera psicológica de los cinco millones de parados. En Andalucía, que desde la Junta se llamaba “imparable” en el sentido de su supuesto rápido crecimiento, se ha logrado otra triste marca: primera comunidad en tasa de paro, el 29,68 por ciento, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) referidos al pasado mes de abril. Y dentro de ello, cuatro provincias (Almería, Cádiz, Málaga y Huelva) superan ya el 30 por ciento. Hay muchas razones para la indignación. Y tras ella, como ha declarado Hessel, se tiene que dar el paso hacia el compromiso. Y así está ocurriendo con el traslado del movimiento a los barrios de las ciudades y a la universidad, con el funcionamiento de comisiones que trabajan para sensibilizar a la población y proponer soluciones. No sabemos si esta saludable respuesta ciudadana tendrá la necesaria continuidad, o se desvanecerá en los próximos meses. Lo cierto es que se necesita ese compromiso que, como ha quedado demostrado, en Andalucía es cada vez más necesario. Área, 2 de junio de 2011.

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EL PARTIDO POPULAR Y EL “PROBLEMA DE ANDALUCÍA” Todas las encuestas dan al Partido Popular como ganador en Andalucía después de casi treinta años de gobierno socialista. Sin embargo, desde fuera de la comunidad, dirigentes de dicho partido se empeñan en aguarle la fiesta al candidato de los populares Javier Arenas. El ex presidente Aznar desde la tribuna que preside, la FAES, y la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, han cuestionado el proceso autonómico andaluz, calificando de error la histórica conquista andaluza del 28 de febrero de 1980, como origen de los “males” del Estado de las autonomías. Ambos critican la consecución por Andalucía de la condición de nacionalidad histórica. En su desconocimiento o irresponsabilidad Aguirre califica el logro conseguido por 2,5 millones de andaluces en el referéndum trampa del entonces gobierno de UCD, de “maniobra enmarcada en la operación de acoso y derribo al presidente Suárez”. Despreciar la lucha del pueblo andaluz para conseguir su autonomía al mismo nivel que las calificadas como “históricas” en la Constitución Española, es intentar retroceder en la historia, preferir la Andalucía sometida al centralismo y secuestrada en su identidad. No es nada nuevo. En 2007 el eurodiputado del mismo partido Vidal-Quadras calificó a Blas Infante de “cretino integral”, y refiriéndose a la reforma del Estatuto, declaró: “yo no he acabado de entender cómo el preámbulo toma como referencia el manifiesto de Córdoba, que es Blas Infante y toda esta pandilla”. Su compañera, Ana Mato, también eurodiputada, manifestó en 2008, al referirse a las competencias en educación de las comunidades autónomas, que “los niños andaluces son prácticamente analfabetos”. Por su parte, la secretaria general de los conservadores María Dolores de Cospedal, ese mismo año, puso la guinda: “con un gobierno del PP en Andalucía, los andaluces ya no van a tener que irse fuera a buscar trabajo”. Probablemente, la actual presidenta de Castilla-La Mancha piensa que nos encontramos en los tiempos de la emigración de los años sesenta del siglo pasado, y no se ha enterado de que hoy ocurre todo lo contrario, son muchos los extranjeros que se

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establecieron en Andalucía, durante las décadas de los noventa y en los años anteriores a la crisis que hoy padecemos. Y lo último. Siguiendo la estela del PSOE, pretendiendo hurtar el debate de las cuestiones andaluzas y utilizar las elecciones autonómicas con miras netamente partidistas, la portavoz de los conservadores en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, ha solicitado que las elecciones generales adelantadas para el 20-N coincidan con las andaluzas. Ello en contraposición a lo defendido por Javier Arenas, candidato de su partido a la presidencia de la Junta. No me imagino que tal proposición se hiciera con las elecciones catalanas, vascas o gallegas. Tratar a Andalucía, por parte del PP de arriba de Despeñaperros, de manera peyorativa o con un alto grado de incomprensible desconocimiento, pone en mal lugar a sus compañeros del sur y, sobre todo, supone una afrenta a todos los andaluces independientemente de la ideología que profesen. Noticias de la Villa, 1 de agosto de 2011

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DOS FORMAS DE SENTIR ANDALUCÍA: JOSÉ MARIA PEMÁN CONTRA BLAS INFANTE “Sobre nuestro cielo bético, azul, luminoso, transparente, ilimitado, fue un verdadero pleonasmo la aparición de aquella avioneta, ingenuamente revolucionaria, que como quien anuncia una buena nueva, gritaba, con letras de pintura, desde sus alas de tela: ¡Andalucía libre!” Así iniciaba el escritor José María Pemán un extenso artículo publicado el 19 de septiembre de 1931 en la revista de Bogotá Mañana. Era una respuesta a la irrupción de los andalucistas de Blas Infante en la campaña a las Cortes Constituyentes republicanas de aquel mismo año, que emplearon una avioneta en su campaña electoral con el fin de llegar a todos los puntos del territorio andaluz. El artículo, desconocido para los estudiosos de ambos personajes, refleja la otra forma de entender Andalucía, lejos de la idea regeneracionista y liberadora de Infante, de compromiso con una tierra sumida en la miseria y sometida a los dictados de los terratenientes. “Venir –y nada menos que por los aires- a enseñar la libertad en Andalucía. Pero es como decía el viejo Antón Melero vender miel al colmenero. Andalucía es libre desde los tiempos del Rey de Plata, de las leyes en verso y de las ágiles bailarinas de Cádiz: Has llegado tarde con tu anuncio arcángel mecánico”, sostenía el poeta gaditano. En la línea de quienes querían hacer ver a una tierra sin necesidades en lo político, más allá de los círculos más conservadores, e incluso coincidiendo con quienes desde el Ministerio del Interior, quisieron involucrar a Blas Infante en un extraño complot para crear un Estado andaluz independiente, Pemán escribía: “nosotros los andaluces hemos llegado, por nuestra vieja práctica mucho más lejos en el camino de la libertad. No nos conmueve ya eso de Andalucía, cantón independiente (...) Todo eso ha sido superado por todos nosotros; ni es ya para nosotros un atractivo. Aquí cada andaluz, es por sí, un cantón independiente ¡Cómo va a emocionarnos a nosotros, que en el balcón del bello y barroco Ayuntamiento de Sevilla, se enarbole un día una bandera autónoma, de género catalán mal imitado, si cada uno de nosotros hace tiempo que hemos enarbolado ya en nuestro espíritu, una bandera de brava independencia! Cada campesino que marcha en su rocín, lenta y filosóficamente

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y campo atraviesa, violando líneas y sembrados, es un estado independiente, con su estatuto, con su Generalitat”. Con su innegable dominio de la pluma el autor de El divino impaciente estaba muy lejos de la libertad entendida por Infante, “Andalucía, es un imperio en cada alma, no nos vengan a nosotros anunciándonos, como un nuevo evangelio, la flamante autonomía ejemplar de Els Segadors. Aquí, hace tiempo, que se basta un hombre solo para cantar una copla o para matar a un toro. Y sin peligro, porque no hay cosa que tenga sentido más universal y más humano, que la libertad del espíritu, el alma que está segura de su libertad, es abandonada y dócil”. Contrario a las aspiraciones autonómicas, la única libertad que entendía era la espiritual, de la que los andaluces debían estar repletos, “esta es la honda e íntima autonomía andaluza: autonomía del espíritu. Andalucía libre, sí, pero sin problemas federales. Andalucía hermana y acogedora, a fuerza de sentirse inviolable (...) Por eso el Betis, el Darro y el Genil, entre sus márgenes floridas de ilustres sonetos, se sonreían compasivamente cuando apareció el arcángel de lona, entre sus nubes fragantes de aceite de ricino”. Era la reducción del pensamiento a la Andalucía como genio de España, (“ancha es Castilla por Andalucía”), conformista y olvidada por el centralismo. Y contra el regeneracionismo y la lucha por la identidad, impulsado al final de la primera década y siguiente del siglo XX por un grupo de la pequeña burguesía andaluza, esa otra burguesía aristocrática y de intelectuales conservadores. Como Pemán, posteriormente cantor de la dictadura franquista, también el que luego fuera primer presidente de la II República, Niceto Alcalá Zamora, se mostró contrario a ese primer intento regionalista. En 1914, en el discurso pronunciado en los Juegos Florales del Ateneo de Sevilla, afirmaría: “Esta es la región de mis ensueños, pero no quiero ver en las piedras de la sierra las divisiones de fronteras, sino flores alegres que nos hagan pensar en el ensueño de nuestro cariño (...) Andalucía es la más grande expresión de la unidad nacional, porque es el remate de la cúpula del esfuerzo de todas las regiones”. Defendían un regionalismo no político, poético de pandereta, de la gracia y de los toros. Andalucía no necesitaba nada porque lo tenía todo, y porque era en sí, la esencia de España. La imagen que luego pre-

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valecería durante el régimen de Franco, cuyo levantamiento cercenó la vía autonómica del pueblo andaluz y asesinó a Blas Infante, su máximo representante. Una imagen apartada de la realidad de una tierra subdesarrollada, donde la emigración era la única salida. Paralelo 36, 13 de agosto de 2011

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FRANCISCO MARÍA TUBINO: LA BURGUESÍA DECIMONÓMICA COMPROMETIDA CON ANDALUCÍA El pensamiento político de Francisco María Tubino Oliva fue abordado por los profesores Acosta Sánchez y Arias Castañón en la tercera edición del Congreso de Andalucismo Histórico. El primero hizo una interesante aportación en torno a los orígenes del andalucismo y la influencia krausista en dicho movimiento, donde destaca la figura de Tubino. La segunda intervención se fundamentó en el periódico La Andalucía, del que el escritor fue director y propietario. Posteriormente, en el celebrado en Ronda en 2001, tuve la oportunidad de abordar nuevamente la figura de este destacado sanroqueño, en relación con las ideas expresadas en el libro Patria y federalismo, que apareció en Madrid en 1873, año de la I República. Por las aportaciones citadas al principio, sobre todo por las de Acosta, conocemos a un Tubino representante de la burguesía más dinámica y comprometida con Andalucía, que desde el referido diario sevillano, defensor de la idea de la “Unión Andaluza” en el periodo 1858-1859, mantendría una lucha tenaz por un andalucismo federal. A partir de 1860 asumió la dirección del prestigioso periódico y de manera decidida apostaría por esta idea que extendería hacia la región de Extremadura. Esa pequeña burguesía progresista y las burguesías urbanas constituirían los grupos más dinámicos de la reivindicación regionalista, dentro de unas ideas regeneracionistas. Sin embargo, esa lucha por la modernización de Andalucía chocaría con la estructura rural y el enorme poder de la oligarquía agraria. La biografía de Tubino es intensísima. Nació en San Roque en 1833 y falleció a los 55 años en Sevilla en 1888. En la capital hispalense estudiaría Filosofía y Letras, sintiendo muy pronto la vocación periodística. Como periodista vivió la guerra de África de 1859-1860, y trabajó en Cádiz, Sevilla y Madrid, donde fundó la Revista de Bellas Artes y la Revista de Arqueología. Su labor como arqueólogo ha sido ampliamente destacada en numerosos estudios. Asimismo, rescató una serie de códices árabes que cedió a la Universidad de Sevilla. – 48 –


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Como escritor profundizó en el orden histórico: Un trono en México, La Corte de Sevilla, Historia de la monarquía castellana durante el reinado de Pedro I, Estudios prehistóricos o Los aborígenes ibéricos son algunos títulos de su extensa nómina. Como estudioso de la cultura y el arte escribió Murillo y su época, El arte y los artistas contemporáneos de la Península, Estudios sobre el Arte en España, La filosofía del arte en Andalucía, La reforma artística, La escultura contemporánea, Introducción al romanticismo en España, Pablo de Céspedes y su época y El Renacimiento literario contemporáneo en Cataluña, Baleares y Valencia, que fue reeditado en 2003, por la editorial navarra Urgoiti, con estudio del profesor Pere Anguera… En el campo de la política y la sociología: Estudios contemporáneos, Las ciencias del hombre según las más recientes e importantes publicaciones, Gibraltar ante la historia, la diplomacia y la política y Patria y federalismo. En el terreno de la filosofía escribió La crisis del pensamiento nacional y el positivismo. Fue un destacado cervantista dando a la imprenta los libros El Quijote y la estafeta de Urganda y Cervantes y el Quijote. Como reconocimiento a su trabajo fue nombrado académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando y de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, así como socio de sociedades de diferentes países europeos. El Gobierno de Alfonso XII le nombró comisario en exposiciones internacionales y sus gestiones llevaron a la recuperación, en 1882, de los restos del Cid y doña Jimena, que habían sido profanados y sacados de España por las tropas napoleónicas. Este servicio del sanroqueño le ocasionó numerosas envidias entre intelectuales y políticos de su tiempo. En el advenimiento de la I República, encontraría Tubino la oportunidad de un Gobierno que alcanzara la modernización del Estado, a través de las ideas federalistas. En este sentido, defendió la legitimidad de la sociedad como organismo político tendría, por tanto, su centro en el respeto de los derechos del hombre que jamás podrían ser conculcados. “No nació el hombre para la sociedad; por el contrario, ésta existe y se conserva en su exclusivo beneficio”.

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El Ayuntamiento de San Roque, que ya le había dedicado una calle al producirse su fallecimiento, y en cuyas oficinas generales había trabajado Tubino, le rindió un homenaje a su memoria en el centenario de su nacimiento, en 1933, y a instancias de la Asociación de Empleados Municipales, Desde esas fechas, una lápida colocada en las oficinas de la que fuera Casa Consistorial hasta 2009, recuerda dicha efeméride. Asimismo, en 1988, coincidiendo con el centenario de su muerte, el Consistorio organizó una exposición sobre su obra y reeditó Estudios contemporáneos. Del mismo modo descubrió una lápida en la casa donde había nacido, en la calle que lleva su nombre. Área, 17 de agosto de 2011.

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EL DESCRÉDITO DE LA POLÍTICA En enero de 2007 recibí en mi despacho de trabajo una sorprendente visita. Me llamó el conserje para decirme que unos señores de la televisión británica BBC, que habían llamado unos días antes, deseaban contactar conmigo para un reportaje. Hasta cierto punto ello no deja de ser extraño, pues por la cuestión de Gibraltar, y el origen de la ciudad de San Roque, de la que soy cronista oficial, no sería la primera vez que ello ocurriese. La sorpresa se produjo al saludar al periodista y entrevistador. Cuando me dijo su nombre: Michael Portillo, le pregunté “¿Michael Portillo, el ex ministro?”. En efecto, el político que había sido hombre de confianza de la primera ministra Margaret Thatcher, tres veces ministro durante once años, ocupando el departamento de Defensa en época de John Major, venía con su micrófono y acompañado de un cámara para hacerme una entrevista con destino al programa que presentaba en televisión. Quien había estado postulado para el liderazgo de los conservadores, y retirado de la política en 2005, había vuelto a su trabajo de periodista presentando programas de radio y televisión. Al año siguiente visité Ginebra formando parte de una delegación de la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar. Fuimos recibidos por Loly Bolay, diputada socialista y presidenta del Parlamento del Cantón ginebrino. Bolay es la primera emigrante que ha conseguido un puesto de tal relevancia dentro de la política suiza. De origen gallego y padre republicano viene a demostrar el triunfo de la integración de los emigrantes en todos los niveles de la sociedad helvética. Tras invitarnos a una sesión del Gran Consejo del Cantón, en la que tuvo la deferencia de trasladarnos un saludo, nos ofreció una copa en uno de los salones del Parlamento, donde explicó el carácter rotativo de su cargo y la preponderancia de la cultura del pacto entre los grupos políticos. Ambas cosas en España sonarían a chino. Supimos que los políticos suizos ejercen a tiempo parcial, es decir mantienen su puesto de trabajo, y los emolumentos que perciben por su actividad política –el de la propia presidenta era un ejemplo- son inferiores al de muchos concejales y alcaldes de pueblos de España. A pesar de la dificultad que entraña contar con ciudadanos dispuestos a la cosa – 51 –


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pública, algo tiene de positivo el sistema suizo: nadie entra en política para ganar dinero. En España, según el último barómetro del CIS, más de la mitad de los ciudadanos, el 52´2% confiesa tener poco o ningún interés por la política. Los insatisfechos con la democracia superan a los satisfechos, 31´4% contra 22´1%. El 70% tiene una imagen positiva del movimiento 15-M, que tiene entre sus banderas el rechazo a los grandes partidos y a la forma de hacer la política en el país. El 85% considera que el fenómeno de la corrupción está extendido por toda España, y el 86´6% está convencido de que el colectivo más salpicado por esta práctica es el de los políticos. Ello contrasta, por ejemplo, con la implicación política de la sociedad noruega, tristemente de actualidad por los atentados terroristas de la isla de Utoya y de Oslo. En el país escandinavo, donde los jóvenes se implican en la política desde el instituto, los ciudadanos tienen en alta estima a sus políticos, por encima de cualquiera otra institución. Ciertamente que todos los políticos no son iguales, los hay que, desde su visión ideológica, tratan de mejorar la vida de los ciudadanos a los que sirven y a los que se deben, pero no puede negarse que las instituciones se han convertido demasiadas veces en verdaderos cortijos donde muchos se han lucrado, han utilizado el dinero público para el más descarado enchufismo, han beneficiado a empresas de familiares y amigos, han “recolocado” a exalcaldes y exconcejales en el caso de los ayuntamientos, mancomunidades y diputaciones. Se han divorciado de la ciudadanía a la que sólo recurren en tiempo de elecciones. Ahora, cuando la crisis económica que padecemos deja a flote la penosa situación de las arcas públicas, cuando afrontar la nómina de los empleados supone una hazaña todos los días, sigue habiendo legiones innecesarias de “liberados” y de personal de confianza. Qué lejos de los políticos de otros países, que sin ser la panacea, jamás entendieron la política como una profesión, y menos aún como una manera de favorecer sus propios intereses y los de sus familiares, amigos y compañeros de viaje. Noticias de la Villa, 10 de octubre de 2011.

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LAS RAZONES DE ANDALUCÍA, CONTRA LOS ATAQUES DE POLÍTICOS DE CiU Los dirigentes nacionalistas catalanes Artur Mas y Durán Lleida, como decimos por aquí, se están luciendo. El primero declaró en el Parlament, a la hora de defender la inmersión del idioma catalán, que a los niños andaluces y gallegos no se les entendía al hablar castellano. El segundo habló de las comunidades subsidiadas en el campo. Para herir aún más, unos días después, durante un acto de CiU, se despachó claramente, diciendo que los campesinos andaluces son subvencionados mientras se pasan la jornada en el bar. Respondía, según afirmaba en sus discursos a las “chulerías” de la consejera andaluza de Bienestar Social quien, con poca fortuna y en clave electoralista, había manifestado que mientras en Cataluña se cierran residencias de mayores, en Andalucía se abrían otras nuevas. Aunque no es nada nuevo, este tipo de ataques a Andalucía arrecian ahora cuando la Generalitat mantiene un pulso con el Gobierno central para obtener un concierto económico especial. Es el discurso de la Cataluña esquilmada por el resto, obligada a todo tipo de recortes debido a que el dinero catalán va a otras regiones. Una forma de oponer al ciudadano de esta comunidad a las del resto de España. Y en el fondo es la idea mantenida desde el inicio de la Transición de un Estado y tres nacionalidades históricas, que Andalucía, contra viento y marea, rompió en el referéndum del 28 de febrero de 1980. Nunca he compartido el anticatalanismo de la derecha más conservadora, que como fruto no está teniendo otro que el aumento del sentimiento de separación de los catalanes. Jamás apoyaré el radicalismo de condenar lo catalán, esa ocurrencia de rechazar los productos que provienen de esa comunidad. Pero tampoco el efecto contrario: el que trata, insensatamente, de convertir a una tierra en víctima a costa de otra. No voy a repetir aquí argumentos como la marginación a que históricamente fue sometida Andalucía, que obligó a una emigración masiva a otras tierras, entre ellas a Cataluña, llamada entonces la “novena

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provincia andaluza”. Prefiero referirme a la actualidad más allá de las declaraciones de políticos en busca de titulares de prensa y aplausos fáciles. Mientras eso ocurre leo que nace en Málaga el primer centro en España de nanomedicina, una apuesta de investigación del sistema sanitario público andaluz para el estudio, control y manipulación de materiales, estructuras y dispositivos a escala manométrica. Ello permitirá el desarrollo de sistemas que transporten fármacos capaces de alcanzar el órgano, tejido o grupo celular utilizando manoestructuras. Y no es el único centro de investigación avanzado. En Granada funciona el Genyo, de genómica e investigación oncológica, y en Sevilla, el Gabimer, pionero en biología molecular y medicina regenerativa. También en Sevilla, el pasado mes de marzo, se abrió en el Parque Científico Tecnológico Cartuja, el Proyecto Genoma Médico, vanguardia en la investigación de enfermedades denominadas raras, y que no interesan comercialmente a los laboratorios privados. Prefiero referirme, por último, al recientemente inaugurado complejo eléctrico termosolar de Sevilla, la única central de torre termosolar del mundo, que se verá ampliada con otras dos del mismo tipo en el municipio de San José del Valle. A Andalucía le sobran razones para combatir los ataques de quienes tratan de utilizarla para sus fines políticos, para quienes mantienen el rancio discurso de la indolencia y del aprovechamiento a costa de otros pueblos. Noticias de la Villa, 26 de octubre de 2011.

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MALOS TIEMPOS PARA LA CULTURA La crisis económica que de manera severa padece España ha pasado una alta factura al mundo de la cultura. Artistas de todas las modalidades tienen muy difícil el trabajo. Los ayuntamientos que, con sus programaciones culturales eran una fuente importante donde bebía este sector, atraviesan un duro momento económico y ya no pueden contratar a quienes tiene en el arte su sustento. Grupos de teatro, cantantes, músicos...se ven obligados a actuar tan sólo por la taquilla, allí donde hay local para hacerlo, arriesgándose al fracaso del negocio o a una exigua ganancia. Entre los artistas más modestos la situación resulta especialmente dramática. La existencia en nuestra comunidad de los Circuitos de Espacios Escénicos Andaluces supone, desde la Junta de Andalucía, una apuesta clara, que no sólo sirve para facilitar el trabajo a este sector, sino para llevar un programa de gran calidad a distintos puntos de la geografía andaluza. Aunque la problemática económica de los ayuntamientos ha hecho que muchos municipios se descuelguen de este programa público que, a un costo inimaginable, aseguran una programación fija, en tiempos como los que vivimos es loable su más que justificada continuidad. De la misma manera, es también destacable que se procuren medidas adecuadas para paliar el problema. Por eso quiero destacar –la fiebre bipartidista que vivimos y la intencionada ignorancia hacia formaciones políticas menores hace que pasen desapercibidas- las propuestas que sobre esta cuestión hacía el candidato al Congreso por Córdoba del Partido Andalucista, el profesor universitario Antonio Manuel Rodríguez. Dado que una mayoría de estos trabajadores de la cultura tienen ingresos esporádicos, con bajas y altas en la Seguridad Social, el programa andalucista aboga por un régimen flexible, donde se figure siempre de alta, prorrateándose los ingresos a final de año. El apoyo a los emprendedores culturales se fija en una exención del IVA a todos los productos culturales hasta 60 euros, que afectaría a libros, discos, entradas de cine y teatro, dvds. Se plantea también una desgravación fiscal de hasta el 50 por ciento para las pequeñas y medianas

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empresas de productos culturales, con la obligación de su reversión en el propio negocio. La puesta en marcha de un régimen autónomo especial para artistas y artesanos completaría esta serie de iniciativas destinadas a coadyuvar a la mejora del mundo de la cultura en este difícil período. Contrasta estas propuestas con la escasez o ausencia en la mayoría de los programas de los partidos que concurren a los comicios del día 20. La cultura, por los avatares de los mercados y las primas de riesgo, ha pasado a ser la cenicienta de las cenicientas en la vida de este país. Con ello perdemos todos los ciudadanos, y pierde también la libertad. Paralelo 36, 15 de noviembre de 2011.

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ADIÓS A ETA, COSTARÁ TIEMPO OLVIDAR TANTO DOLOR Muchos recordaremos el día en que la organización terrorista ETA anunció el abandono de lo que llaman la “lucha armada”. El hecho de que tantas personas en el País Vasco, principalmente, puedan saber que no les estallará una bomba en su automóvil o que nadie esperará para darle un tiro en la nuca, ya es motivo de inmensa alegría, aunque no haya habido el más mínimo gesto hacia las víctimas y sus familiares por parte de los violentos. Aunque intenten vendernos desde la izquierda abertzale y de la propia ETA, que ellos han traído la paz y, consecuentemente, es el Gobierno español el que tiene que mover ficha, todos sabemos que la única organización terrorista activa de Europa había sido arrinconada gracias a la acción de la Policía y la Guardia Civil, la colaboración francesa, y la efectividad de la Ley de Partidos de 2002, que dejaba al margen del juego político legal a quienes no condenaran el terrorismo. A ello se unió la ruptura del alto el fuego en diciembre de 2006 -tras la negociación abierta por el Gobierno de Zapatero-, con el atentado de la T-4 del aeropuerto de Barajas, que provocó la muerte de dos ciudadanos y heridas a una veintena. ETA había sido arrastrada a un callejón si salida y su brazo político había quedado descolocado y sin argumentos. Esa es la realidad. Sí, será un día para recordar que muchas familias quedaron rotas, que la amenaza hizo que ciudadanos decentes abandonaran su tierra, que la cantera de niñatos y chulos de la banda sembró de violencia las calles de Euskadi. Que aquello que ETA denominó “socialización del dolor” vistió de luto a numerosas familias de agentes del orden, empresarios, políticos, periodistas, funcionarios o simples ciudadanos. Impuso el lenguaje de las bombas y el asesinato en otras regiones, buscando destruir la economía de las mismas, con atentados en lugares turísticos como Andalucía. Costará tiempo normalizar la vida de un pueblo sin libertad. Que los ciudadanos vascos puedan hablar sin temor, que Euskadi sea una excepción dentro de las democracias. No será fácil, porque tantos años

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de “cultura” del miedo no se borran al día siguiente del anuncio de ETA del cese de la violencia. Acostumbrar a ese mundo que ha alentado a los terroristas, que adopten formas democráticas no será fácil. Hay un largo camino por recorrer, pero ahora sin el crimen como arma política. Noticias de la Villa, 15 de noviembre de 2011

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EL MARQUÉS SUBVENCIONADO QUE QUISO VIVIR EN EL MEDIEVO Andalucía es un tema recurrente para algunos políticos como se ha venido demostrando con declaraciones de miembros del Partido Popular de arriba de Despeñaperros y de Convergencia i Unió. También se sube al carro de la demagogia gente de aquí como Cayetano Martínez de Irujo, conde de Salvatierra. Digo de aquí con cierta duda, pues en este caso se le podría aplicar aquellos versos de Pablo Neruda, “Siempre los ricos fueron extranjeros”. El hijo de la duquesa de Alba se despachó a gusto en el programa televisivo de Jordi Évole, “Salvados”. El aristócrata declaró que, “cuando ves a gente joven que no tiene el menor ánimo de progresar es grave. Eso sólo lo he visto en Andalucía. En el norte no pasa, tampoco en el centro y ni siquiera en Extremadura”. Y como colofón el vestigio del señoritismo andaluz, arroja flores a Durán Lleida, el político catalán que tiene siempre en el punto de mira a los jornaleros andaluces, sobre todo en período electoral. Quien habla de la falta de iniciativa y de la subvención del trabajo andaluz, es alguien que jamás ha dado un palo al agua, y que como él mismo reconoció en la entrevista, la casa a la que pertenece, recibe tres millones de euros anuales de subvenciones de la Unión Europea. A Martínez de Irujo le hubiese gustado vivir en la época medieval, afirmaba en la entrevista. Yo le creo, es un período que encaja mejor en lo que él representa: el vasallaje consustancial al feudalismo. Comprendo que en esta Andalucía está fuera de lugar, a pesar de las 25.000 hectáreas de la Casa de Alba. La clase social que representa el conde de Salvatierra añora otros tiempos, algunos no tan remotos, en los que en alianza con la clase burguesa más conservadora del Estado español, tuvo mando en plaza, relegando a su propia tierra. La falta de iniciativa con la que acusa a los jóvenes andaluces, es la que la alta burguesía andaluza tuvo con su territorio natural, siendo la menos dinámica de todas las que se han dado cita a lo largo de la historia española. La que dio la espalda a Andalucía y propició los tópicos más innobles sobre sus gentes.

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Presionado por el rechazo que sus palabras ha causado y por los más de quinientos jornaleros que invadieron una de sus fincas al grito de “No somos marqueses, tampoco banqueros, somos andaluces, somos jornaleros”, el marqués ha rectificado. Tras una entrevista con dirigentes del Sindicato Andaluz de Trabajadores ha admitido haber “aprendido mucho del campo andaluz” y que el PER, “es un mal menor”. Que sus declaraciones se referían a un grupo reducido de andaluces. Con la boca pequeña, hace un gesto de arrepentimiento por su mala conciencia, obligado por los vientos, sabiendo que, como lo siente, volverá a tropezar en la misma piedra. Porque que un marqués rectificara no ocurría en el medievo. Radio Algeciras, Cadena SER, 27 de diciembre de 2011. *El autor confundió en algunos momentos el título nobiliario de Cayetano Martínez, aunque para los efectos marqués y duque tienen mucho en común, como sabe el lector.

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2012 TIJERETAZOS AL PUEBLO MIENTRAS LAS GRANDES FORTUNAS DE ROSITAS POR LA CRISIS Pasadas las elecciones generales en las que el PP, gracias al hundimiento de lo socialistas de Zapatero, obtuvo la mayoría absoluta (550.000 votos le separa a los conservadores de las que perdieron en 2008), el nuevo presidente Mariano Rajoy, sigue sin explicar el giro copernicano respecto de sus promesas electorales en materia económica y de las medidas que prepara, probablemente para después de las elecciones autonómicas andaluzas de marzo próximo. Antes que el Congreso de los Diputados las conocerá el presidente francés Sarkozy con el que se reunirá próximamente. Lo que conocemos hasta ahora es “el inicio del inicio” de la política de ajustes, tal como anunciara la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. Ese inicio recoge un recorte presupuestario de 8.900 millones de euros y una subida de impuestos dirigida a recaudar 6.200 millones. El incumplimiento temprano de la promesa de Rajoy de que no subiría impuesto alguno, se basa, según el Gobierno en el desvío del déficit previsto de un 6 a un 8 por ciento, y la necesidad de cumplimiento de los compromisos con Europa. El recargo del IRPF y la subida del IBI pretenden ingresar 4.200 millones de los 6.200. La medida está en la línea de políticas que antes el PP criticó al PSOE. En este caso se grava a las rentas salariales y se castiga a las clases medias. Los funcionarios vuelven a ver congelados sus salarios por segundo año consecutivo (en 2010, además, se le redujo un 5 por ciento), y se le amplia el horario laboral. A ello se une la congelación del salario mínimo, que golpea directamente a los sectores más débiles, aunque se prorrogue por seis meses la ayuda de 400 euros a los parados de larga duración que la agotaron en agosto pasado. Las pensiones experimentan una subida del 1 por ciento, pero si no se aplican medidas correctoras, quedará en nada, pues la inflación – 61 –


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prevista será del 2 por ciento para el presente año. El histórico recorte también incluye la paralización de parte de la Ley de Dependencia y la supresión de ayudas a los jóvenes para alquiler. Sin embargo, conviene recordar que dicha variación en las previsiones de déficit se basa en el alto endeudamiento de las comunidades autónomas. De ellas, al borde de la quiebra, se encuentra la Comunidad Valenciana, gobernada por el PP, y a la que el Tesoro ha tenido que avalar verbalmente (de otra manera no está regulado) para hacer frente al impago de una deuda de 123 millones de euros con el Dustsche Bank A ello se une el adelanto de 420 millones de euros facilitados por el Gobierno central para que Valencia pueda pagar a proveedores. Una cuestión sangrante si recordamos la ligereza con que se ha gastado el dinero público en esa región, donde se construyó un aeropuerto fantasma por valor de 150 millones de euros, o se gastó 1,5 millones en la maqueta de unas torres jamás construidas. Sin hablar del costo para la Fórmula 1 o los pagos al entramado empresarial de Urdangarín. Y en ese escenario llegan los recortes. Medidas duras y sin una distribución equitativa. Se corre el riesgo de perder la sensibilidad hacia las cuestiones sociales y que siempre sean los mismos sectores los castigados. En este sentido, una medida justa sería aplicar un impuesto sobre las grandes fortunas, máxime cuando, como publicaba el diario Público, en el pasado año los millonarios españoles, a pesar de la crisis, lograron un 6 por ciento más de ganancias (2.148 millones de euros). Una decena de ricos españoles acumulan un patrimonio de 37.700 millones a través de las participaciones en las empresas de las que son grandes accionistas. El anterior gobierno socialista no afrontó esta cuestión, tampoco ahora el del Partido Popular muestra disposición a ello. Las grandes fortunas pasan de rositas por el duro camino de la crisis. Y los recortes para los de siempre. Radio Algeciras, Cadena SER, 24 de enero de 2012

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EL DÉFICIT PÚBLICO, ¿CULPABLE DE LA CRISIS? El discurso neoliberal imperante se sostiene en que la causa de la crisis radica en el gasto público. Por tanto, no cabe más medida que el recorte o la supresión de servicios, invadiendo los logros de décadas de lucha y haciendo caer el peso de la crisis sobre quienes no la han provocado: recortes de salarios, congelación de pensiones, copago sanitario, recortes en sanidad y educación, despido libre. En definitiva, imposición de un cambio en el sistema social que mutila la distribución de los recursos equitativamente. Que ha habido derroche a todos los niveles nadie lo niega. Sin embargo, está demostrado que cuando se inicia la crisis en 2007, España contaba con superávit en sus cuentas. Ingresaba el 2, 23 % del PIB más de lo que gastaba y la deuda pública se situaba en un 36, 2 % del PIB, una de las más bajas de la Unión Europea. El déficit crecería en los años posteriores por la bajada de ingresos del Estado debido a la recesión y la elevada tasa de paro. Los ingresos principales de España provienen de las rentas del trabajo y no del capital, y el Estado dejó de ingresar de manera alarmante. El déficit aumentó considerablemente y se vio agudizado con la subida de la prima de riesgo. Para colmo, el rescate financiero, que puede alcanzar los 100.000 millones de euros, aún siendo dirigido a los bancos y cajas, vendrá a engrosar la deuda soberana. Ello equivaldrá a más recortes. No hay otra solución, dice el Gobierno para conseguir ver la luz de este largo túnel. La falta de ingresos se ha visto agravada con políticas económicas como las ejecutadas tanto por el Gobierno anterior como por el actual: se suprimió el impuesto de patrimonio y se bajó el de transmisiones, dejándose de ingresar, según algunos cálculos, más de 5.500 millones de euros. Se bajó los impuestos a quienes percibían más de 150.000 euros anuales y se redujo a las empresas que facturaban más de 150 millones de euros al año. A las grandes fortunas, que han seguido creciendo a pesar de la crisis, se les perdonaba el fraude fiscal. Con todo este dinero, el Estado podría poner en marcha un plan de empleo que redujese drás-

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ticamente el paro y alentase la economía del país. He aquí una posible solución, unido a otras medidas que no graven directamente a la mayoría de los ciudadanos. Pero el Gobierno ha optado por la vía que le marcan los poderes financieros. El tijeretazo ha empobrecido al país. Ha hundido en la miseria a los más necesitados, ha quebrado a la clase media, y quienes tienen un empleo fijo, como son los funcionarios, se han convertido en el recurso fácil y continuado para el recorte de salarios. La sanidad, ejemplo para muchos países, ha sufrido un importante retroceso, apostándose por la privatización de sus servicios. Y ahora, la subida prevista del IVA en los tipos de artículos de primera necesidad, ahondará aún más al país en el pozo sin fondo al antojo de los especuladores del mercado. La teoría neoliberal ha sentado plaza en Europa. Países como España, Grecia, Portugal, Irlanda o Chipre la están sufriendo de manera especial. El recorte continuado para satisfacer a los insaciables mercados y la política marcada por Alemania, no puede continuar. Incluso el Gobierno ya ha encendido la luz de alarma, para que se produzca un cambio en la línea que defiende el nuevo presidente socialista francés Hollande. Mientras esto se produce, los gobernantes españoles no son capaces de unirse en un gran pacto nacional, que lleve a un cambio a la política del recorte, que, de manera inmisericorde, está conduciendo al país a niveles cada vez más altos de pobreza. Radio Algeciras, Cadena Ser, 10 de febrero de 2012.

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INTRODUCCIÓN A LOS ACTOS DEL DÍA DE ANDALUCÍA CELEBRADOS EN SAN ROQUE (Cádiz) El 27 de mayo de 1978 quedó constituida en Cádiz la Junta de Andalucía, siendo elegido como presidente el magistrado y senador socialista Plácido Fernández Viagas frente al centrista Jaime García Añoveros. Fue el año en que los Carnavales de Cádiz recuperaron su tradicional denominación y en la mezquita de Córdoba se celebraba el Congreso de Cultura Andaluza, que abriría el escritor Antonio Gala, con el grito “Viva Andalucía viva”. Andalucía estaba viva y apostaba por su autonomía sin ningún tipo de complejo. En octubre fue aprobada la Constitución y en diciembre los parlamentarios andaluces firmaron el Pacto de Antequera para caminar hacia el Estatuto. En marzo del siguiente año tuvieron lugar las elecciones generales donde se produjo nuevamente la victoria de Unión de Centro Democrático. En estos comicios el PSA, el partido que había rescatado el legado andalucista de Blas Infante, obtuvo cinco diputados, formando grupo parlamentario propio. Asimismo lograría otros dos representantes en el Parlamento catalán. El 2 de junio el socialista Rafael Escuredo fue elegido presidente de la Junta Preautonómica, iniciando su combate para lograr la autonomía plena que desembocaría en el referéndum del 28 de febrero de 1980. Con anterioridad, el 4 de diciembre de 1977, dos millones de andaluces salieron a la calle demandando la autonomía. En una de esas manifestaciones, la que tuvo lugar en Málaga, fue asesinado el joven militante de Comisiones Obreras, García Caparrós. Como antes ocurriera con Blas Infante, en esta nueva etapa de reivindicación de esta tierra, Andalucía contaba con otro mártir. La Unión de Centro Democrático (UCD), el partido en el Gobierno, había decidido que Andalucía tenía que ir hacia la autonomía a través del artículo 143 de la Constitución, y no por el del 151, de más rápido desarrollo, y que habían seguido las comunidades llamadas históricas de

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Cataluña, País Vasco y Galicia. Los ayuntamientos y las diputaciones andaluces habían solicitado esta vía. Igual acuerdo tomó la Junta preautonómica. Por su parte, la actitud del Gobierno de Suárez, empeñado en establecer diferentes categorías de comunidades, provocó la dimisión del ministro andaluz Clavero Arévalo, responsable de la cuestión autonómica, que uniría sus fuerzas a la de Escuredo en pro de la autonomía plena. En realidad, el ex ministro, que se ganó el cariño de los andaluces, corroboraba su compromiso claro, que le llevó un año antes a compartir con el presidente andaluz la presidencia del homenaje a Blas Infante en Casares. Al poco fundó Unidad Andaluza, que no tardaría en desaparecer, al no recibir los apoyos económicos necesarios, y la acentuada tendencia de izquierda de la sociedad andaluza. La consulta para alcanzar la autonomía por el 151 presentaba serias dificultades, ya que era necesario el voto favorable de la mitad del censo de cada una de las provincias. La mayoría de los medios existentes, la única televisión y la antigua cadena de prensa del Movimiento, favorecían la llamada a la abstención que se hacía desde el Gobierno. Para la campaña institucional la Junta recibió la mitad del dinero que se le había concedido a vascos y catalanes para las de sus respectivos estatutos. Escuredo y muchos alcaldes realizaron una huelga de hambre de tres días, que sirvió para obtener publicidad gratuita. Sin embargo, la oposición, que, merced al pacto de socialistas, comunistas y andalucistas copaban ayuntamientos y diputaciones provinciales, supo movilizar y entusiasmar a los ciudadanos. A pesar de ello, el camino estaba lleno de obstáculos. El censo que servía de base era el de 1975 con la última rectificación de 1978, y los errores del mismo se habían puesto de manifiesto en anteriores consultas. Obtener más del 50 por ciento de los votos afirmativos del censo electoral no era tarea fácil. Al igual que ocurriera el 4 de diciembre de 1977, el agravio comparativo movió a miles de andaluces en todos los pueblos, dispuestos a votar por Andalucía por encima de una pregunta enrevesada. La UCD tuvo dificultades para encontrar en Andalucía interventores y apoderados suficientes, teniendo que recurrir a militantes de Ávila, León, Valladolid o Segovia. – 66 –


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El pueblo andaluz respondió al reto, pero Almería, donde también se ganó el referéndum, faltaron 20.000 votos para alcanzar la barrera del 50 por ciento del censo, un censo completamente viciado que hizo declarar a Manuel Clavero, que “se habría ganado si no hubiesen votado los muertos”. Fue una victoria política, pero una derrota legal. Los andaluces no olvidarían el comportamiento de un Gobierno que había intentado discriminar a su tierra, y la UCD, que tan buenos servicios había hecho a la democracia, comenzó a cavar su tumba debajo de Despeñaperros. La victoria por mayoría absoluta del PSOE en las primeras elecciones autonómicas, en mayo de 1982, fue el resultado más inmediato de aquel enorme error del gobierno. Gobierno y oposición hubieron de buscar un acuerdo en el Congreso. No se le podía negar la autonomía que el pueblo andaluz había manifestado querer. De esta forma, a Andalucía se le reconocía (mediante dos proposiciones que modificaba la Ley de Referéndum), la autonomía por el artículo 151 en las siete provincias que habían superado las exigencias del 28 de febrero y, posteriormente, Almería se incorporaría a este acuerdo. El 11 de noviembre el Congreso aprobó estas medidas que desbloqueaba la autonomía andaluza, añadiéndosele una enmienda de Clavero, en la que se pedía la retroactividad de la aplicación al 28 de febrero, una fecha histórica para el pueblo andaluz, que sustituiría al 4 de diciembre como día de Andalucía. La Asamblea de Parlamentarios andaluces comenzó a redactar el Estatuto de Carmona, así llamado por ser en esta localidad sevillana donde se cerró definitivamente. Sus autores fueron los socialistas José Rodríguez de la Borbolla (que luego sustituiría a Escuredo en la presidencia), Miguel Ángel Pino y Ángel López, los centristas, Carlos Rosado Pedro Luis Serrera, el miembro del PCA, Javier Pérez Royo, y el andalucista, Juan Carlos Aguilar. El 20 de octubre, ocho meses después del intento de golpe de Estado, el pueblo andaluz respaldó masivamente el Estatuto de Autonomía. La cercanía de la intentona militar limitó las aspiraciones más andalucistas del texto, que ni tan siquiera recogió en su preámbulo, tal como

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estaba previsto, la figura de Blas Infante, y que se incluiría unos años después. En 2007 un nuevo referéndum, con una escasa participación (36,28 por ciento), aprobaba el nuevo Estatuto de Autonomía.

*Texto leído el 28 de febrero de 2012 en la apertura de los actos organizados por el Ayuntamiento de San Roque (Cádiz).

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PALOMARES, LA VIDA HIPOTECADA DE UN PUEBLO En enero de 1966, en plena Guerra Fría, dos aviones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos chocaron en vuelo, cayendo las cuatro bombas nucleares que portaba uno de ellos, un B-52, que en ese momento era repostado por un avión nodriza de la base norteamericana de Morón de la Frontera. Hubo cuatro muertos en el accidente y los artefactos se precipitaron sobre la pedanía almeriense de Palomares, perteneciente al municipio de Cuevas de Almanzora. Tres de las bombas impactaron contra el suelo, detonando el explosivo convencional y liberando plutonio. La cuarta cayó al mar. Las primeras fueron localizadas a los pocos días, mientras que la otra fue rescatada ochenta días más tarde por un submarino norteamericano, evitando una catástrofe de grandes dimensiones. Para restar importancia se ocultó la gravedad del caso, incluso el ministro de Información y Turismo Manuel Fraga se bañó en las aguas de Palomares, acompañado del embajador de los Estados Unidos. Aunque la catástrofe podía haber sido de una magnitud enorme de haberse producido la explosión de los artefactos, la nube radiactiva afectó a una zona de 226 hectáreas, incluyendo sectores urbanos, campos de cultivo y monte bajo. En principio el Ejército norteamericano trasladó a su país 1.700 toneladas de tierra contaminada y pasó a desentenderse del problema. Las únicas voces discordantes fueron las de los campesinos afectados, dirigidos por Luisa Isabel Álvarez de Toledo, duquesa de Medina Sidonia, que solicitaron indemnizaciones. Estas protestas costaron a la conocida como la duquesa Roja, un procesamiento y ocho meses de cárcel. El régimen franquista jamás pidió responsabilidades a los Estados Unidos y quiso tapar la gravedad del accidente en una Andalucía sometida a la emigración y a la colonización interior. Avanzada la democracia, los seguimientos realizados por el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) indicaron en 1996 que la contaminación radiactiva en el aire

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y los cultivos era muy alta. En 2001 este organismo estatal realizó nuevas muestras de suelo, comprobando que el nivel de radiación era 20 veces superior al considerado como aceptable para zonas habitadas. Un estudio sobre la radiación enterrada, culminado en 2008, dio cuenta de que 50.000 metros cúbicos de tierra se hallaban afectados con medio kilo de plutonio. El entonces ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, solicitó a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que Estados Unidos pagase parte de la limpieza de plutonio y se llevase la tierra contaminada, pero ésta respondió dando largas al asunto. En esa actitud se ha reafirmado recientemente el Departamento de Estado, que hizo pública una nota afirmando que no se había tomado ninguna decisión al respecto. A estas alturas son ganas de molestar, dirán en el gobierno de esa superpotencia, para la que Palomares no es más que un episodio pasado en un país lejano. Mientras que ese pequeño pueblo andaluz, desgraciadamente conocido por la caída de bombas atómicas, sigue con su vida hipotecada. Área, 9 de abril de 2012

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ADIÓS AL SUEÑO DE LA GRAN CAJA ANDALUZA La idea de la Gran Caja Andaluza impulsada por el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, se difumina definitivamente. La integración de Banca Cívica, de la que forma parte la andaluza Cajasol, en Caixabank (La Caixa), sitúa a Andalucía sin peso financiero, a excepción de Unicaja. La reestructuración del sistema financiero español obliga a fusiones a lo largo de todo el Estado, lo que fomenta la creación de mayores centros bancarios. Sin embargo, Andalucía está perdiendo la partida y se queda sin referentes, absorbida por la banca vasca y catalana. Cajasol apostó por un proyecto más allá de Andalucía, confluyendo en Banca Cívica con Caja Navarra, Caja Canarias y Caja de Burgos. Poco ha durado esa iniciativa donde la entidad andaluza mantenía un peso específico. Los intentos anteriores de crear esa Gran Caja Andaluza son la crónica de un fracaso. Ello ocurrió con la fallida fusión de Unicaja con la cordobesa Cajasur, que finalmente fue intervenida por el Fondo de Reestructuración Bancaria, y tras la subasta pasó a manos de la vasca Bizcaia Kutxa. También fracasó el intento de acuerdo entre Unicaja y Cajasol, extensible a Caja Granada. Las cajas andaluzas se distinguieron por su labor social dentro de su ámbito de actuación y han formado parte importante del desarrollo económico andaluz. La crisis les ha afectado especialmente y es lógico que surjan entidades solventes. Pero deslocalizar las cajas, perdiendo la capacidad de decisión, no beneficiará a esta tierra, que tanto necesita de entidades propias y con peso suficiente. Noticias de la Villa, 12 de abril de 2012.

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EL ANDALUCISMO ANTE LA ENCRUCIJADA DE SU SUPERVIVENCIA En abril de 2010 publicaba bajo el título “Una nueva oportunidad para el andalucismo” un artículo reflejando que tras los errores cometidos en el pasado, una nueva generación de andalucistas con Pilar González a la cabeza, habían iniciado el largo camino de conseguir levantar la presencia política del único partido netamente andaluz. Que ese nuevo proyecto debía estar acompañado de coherencia ideológica y de compromiso social, aprendiendo de los errores. Desde que en 2008 fuera elegida secretaria general del partido, Pilar González, con escasos medios y con mucha ilusión, ha realizado una intensa labor de acercamiento al ciudadano, dentro de un nacionalismo de izquierdas y ecologista, tal como quedó establecido en el XV Congreso del Partido Andalucista. Por ello, y porque no se puede condenar eternamente a una formación política por sus errores del pasado -todos los partidos los han cometido- el PA merecía una nueva oportunidad. Sin embargo, los reveses electorales sufridos, especialmente en las últimas elecciones andaluzas, han dejado al Partido Andalucista al borde de su desaparición. Ahora, Pilar González ha anunciado que no optará a la reelección en el próximo Congreso previsto para el mes de julio. Alega para ello la tutela que el histórico líder y fundador del partido Alejandro Rojas-Marcos quiere imponer a la dirección hasta la celebración de dicho Congreso, mediante una terna de la que formaría parte la propia González. Ésta considera que el partido corre el riesgo de girar a posiciones conservadoras. Nuevamente, parece que vuelven a la familia andalucista los fantasmas de la autodestrucción, que han presidido la vida de una formación que rescató el legado de Blas Infante y que, en los inicios de la democracia, llegó a tener grupo propio en el Congreso de los Diputados y dos representantes en el Parlamento catalán. El propio Julio Anguita reconocía en una reciente entrevista que el resto de partidos debían su andalucismo al que entonces se denominaba Partido Socialista de Andalucía. – 72 –


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Ante ese peligroso derrotero, el Partido Andalucista debe abrir un debate sosegado sobre las causas de su debacle electoral, reafirmando una ideología progresista en consonancia con la raíz que representó el andalucismo histórico, diferente a los nacionalismos conservadores, y preguntarse por las causas que impiden que ese discurso llegue a los andaluces. Incluso cuando como ahora era la única formación que, al mismo tiempo de proponer un programa progresista, resaltaba su postura de defensa de la autonomía andaluza como una parte esencial del mismo. De la misma forma, Pilar González tendría que optar a la reelección y que sean las bases las que decidan. Es verdad que los resultados electorales están ahí y que después de ello, y de tanto esfuerzo desplegado, González tiene derecho –para otros el deber- de dar un paso atrás. Pero, por otro lado, la actual secretaria general, a pesar de las dificultades para acceder a los medios, ha puesto rostro al andalucismo y, sobre todo, coherencia en el discurso. En cualquier caso, no es buena noticia para Andalucía que el PA haya quedado relegado del Parlamento andaluz. En nada sería un perjuicio para esta comunidad, que se ganó la autonomía gracias a la movilización de su pueblo, contar con un partido andalucista fuerte, con presencia en la sociedad y en las instituciones, ya sea el PA, u otra formación renacida de sus cenizas, que mantenga viva la llama que encendiera Blas Infante en 1915 con su Ideal Andaluz. Máxime ahora, cuando desde diferentes instancias se pone en tela de juicio el Estado de las Autonomías, y el nacionalista catalán Durán Lleida, considera que las únicas que deberían mantenerse son las de Cataluña, Euskadi, Galicia y Navarra. El andalucismo afronta la más difícil de sus encrucijadas y en el peor de los momentos. Acertar no será fácil, pero tiene que intentarlo por encima de personalismos que a nada bueno conducen. Ojalá acierte en su camino, sin claudicar de sus principios, de su razón de ser. Área, 19 de abril de 2012.

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EL ACUERDO AGRÍCOLA CON MARRUECOS Y EL PAPEL DE ARIAS CAÑETE Al rechazo por el Parlamento Europeo a la prórroga del acuerdo pesquero con Marruecos, que perjudica fundamentalmente a Andalucía y Canarias, las dos comunidades con mayor paro de España, se unió recientemente el acuerdo de asociación con el mismo país magrebí sobre agricultura, que vuelve a perjudicar especialmente a andaluces y canarios. La liberalización casi total de la mayoría de las mercancías marroquíes es un mazazo para la economía andaluza. Las asociaciones agrarias ya han anunciado lo que se viene encima. Es imposible competir con los productos del campo de ese socio privilegiado de la Unión Europea que se llama Marruecos. Allí el coste medio de producción es la mitad que en Andalucía y el de puesta en el mercado inferior en un 23 por ciento. Las pérdidas por comercialización supondrán un millón de euros y por cada agricultor entre 8.000 y 12.000 euros, según han recalcado las sociedades agrarias. Si bien, la totalidad de los eurodiputados españoles votaron en contra de este acuerdo, el ministro de Agricultura Arias Cañete, tras mantener una reunión en Rabat con su homólogo marroquí, ha declarado que rechaza los pronósticos “catastrofistas” de las organizaciones agrarias y que antes de pedir compensaciones a la Unión Europea, hay que valorar los efectos negativos para el sector en este lado del Estrecho. Uno de los motivos de la UE para la firma de este acuerdo es el apoyo a la consecución de la democracia en el reino alauí. Una democracia que no acaba de llegar, pero que es un buen argumento tanto para los dirigentes económicos europeos como para la clase gobernante marroquí. Con estos mimbres difícil lo tienen los agricultores andaluces y los de otras comunidades afectadas. Y para colmo de males va el señor Arias Cañete y lo borda. Noticias de la Villa, 4 de marzo de 2012

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SÍMBOLO Y RELIGIOSIDAD POPULAR EN ANDALUCÍA, EL NAZARENO DE SAN ROQUE En mayo de 1955, numerosos sanroqueños se echaron a la calle para impedir que la imagen de Jesús Nazareno fuese trasladada a Madrid para una exposición relacionada con Gibraltar. La muestra “Gibraltar español” fue organizada por la Sociedad Española de Estudios Internacionales en el edificio de la Biblioteca Nacional y fue inaugurada el 10 de junio. Se enmarcaba en las acciones del Gobierno español de cara a la reivindicación de la colonia británica. Parte de la muestra estaba constituida por reliquias procedentes del Peñón, que fueron rescatadas por sus habitantes tras la ocupación en agosto de 1704, en plena guerra de Sucesión. Estas reliquias se hallaban en San Roque, la ciudad fundada por los gibraltareños desplazados, y heredera histórica de la misma, tal como indica la leyenda que titula la ciudad: “Muy Noble y Más Leal Ciudad de San Roque, donde reside la de Gibraltar”. Aquella insólita protesta, producida en plena dictadura franquista, merece ser destacada y tiene que ver con el sentir de la religiosidad popular andaluza, que señala a una imagen como un símbolo de identificación colectiva, que es asumido, incluso por personas no creyentes. Ese símbolo centrado en el Nazareno de San Roque tiene su raíz en la propia historia de la población. Fue la última de las imágenes en ser rescatada del Gibraltar ocupado. Ocurrió en 1722 cuando los marinos genoveses, a cuyo cargo estaba la imagen en la plaza británica, obtuvieron permiso del obispo de Cádiz Armengual de Mota para que fuese llevada en andas fuera de la misma. Los gibraltareños que abandonaron la ciudad vieron la oportunidad de hacerse con la venerada imagen, que había contado con su propia cofradía, al menos desde el siglo XVII. Y así ocurrió, apoyados por las fuerzas españolas mandadas por el conde de Montemar, los genoveses se fueron de vacío. La imagen del Nazareno engrosó el conjunto de las que ya se hallaban en San Roque, donde las cofradías habían reiniciado su actividad. En este sentido, en marzo de 1720, las del Santísimo, la Soledad y Santo Entierro, Cristo de la Columna, y Vera Cruz solicitaban de las – 75 –


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autoridades eclesiásticas la entrega de alhajas y otras pertenencias de las referidas hermandades, de cara a llevar a cabo la reorganización de las mismas fuera de la plaza gibraltareña. Cinco años antes, en 1715, había tenido lugar la primera procesión en la nueva ciudad, con las imágenes de la Virgen de los Remedios (la actual patrona sanroqueña Santa María la Coronada) y San Sebastián. A este respecto, las cofradías que existían en Gibraltar sirvieron para la organización de la sociedad civil exiliada, jugando un importante papel. Conociendo estos hechos históricos puede entenderse mejor el carácter de símbolo aglutinante del Nazareno, unido al propio antropocentrismo andaluz que, como señala Isidoro Moreno, “hace que no gocen de una gran devoción, más allá de los integrantes de una cofradía y del círculo más cercano a ésta, las imágenes de Cristos muertos, y menos aún de Cristos yacentes dentro de urnas de cristal que representan el sepulcro. Y esto, independientemente de su belleza y calidad artística, al contrario de lo que sucede en la mayor parte del mundo católico”. La fuerte humanización de las relaciones personales en Andalucía, explica la dificultad en la comunicación con la imagen de un Cristo muerto, como sostiene Moreno. Como decíamos al principio no estamos sólo ante un icono religioso, sino ante un símbolo con una fuerte dimensión humanizada. Aunque las imágenes representan a la Virgen María o a Jesús cada una guarda un sentido especial, siendo individualizada por la propia comunidad que la hace suya. Y en un momento dado se les llama con nombres populares, el Cachorro, el Moreno, la Blanca Paloma. Incluso existe competencia entre las distintas hermandades en las salidas procesionales. En el caso del Nazareno de San Roque, aquella oposición popular resultó triunfadora. Dirigida, por un republicano y masón represaliado por el franquismo, José Pérez Delgado, conocido por el nombre simbólico de Demófilo, impidió que la imagen saliera camino de Madrid, en contra de la opinión oficial del propio Ayuntamiento. Incluso se montaron improvisados mítines, seguidos por la mayor parte del pueblo. En este sentido, viví un hecho parecido en los últimos años de la dictadura. En la conocida como procesión del Silencio con la imagen – 76 –


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de la Soledad, también procedente de Gibraltar. Tradicionalmente en esta salida de madrugada el paso era portado por costaleros voluntarios, ajenos a la cofradía, siendo su recorrido a través del casco antiguo de San Roque. En un momento dado, los cargadores decidieron que el paso tenía que llegar a la populosa barriada de la Paz, situada entonces en el extrarradio de la ciudad. Le negativa de la junta de hermandades hizo que los cargadores abandonaran el paso en plena calle, teniendo que incorporarse voluntarios para continuar con el itinerario habitual. Los cargadores, en su mayoría de la citada barriada, entendían que la imagen pertenecía al conjunto de la ciudad, y por tanto, debía llegar hasta su barrio. La religiosidad popular engloba estos comportamientos, distanciado de la devocional. Como señala Pedro Castón, “son manifestaciones religiosas que han llegado a configurar la vida social del grupo, llegando a formar parte esencial de esa vida social”. Por su parte, la religiosidad devocional no suele formar parte de la cultura de un pueblo, pues se fundamenta en las devociones de los creyentes plasmadas de forma individual, aunque a veces tenga carácter colectivo. El mismo autor afirma que en Andalucía esta religiosidad es menor que la tradicional o popular, “quizá porque las clases medias han sido siempre más reducidas que en otras zonas españolas”. Ni que decir tiene que la Iglesia no vio con buenos ojos esta heterodoxia, que se fomentaba en las cofradías. En los principios de estos colectivos se actuó para corregir estos “desmanes”, temiendo también que al amparo de las hermandades se acogiesen judíos conversos y moriscos. Aún hoy, en su intento de institucionalizar la religiosidad popular, los obispos han limitado la creación de nuevas cofradías. Sin embargo, la Iglesia sí favorecía la participación del estamento oficial en las procesiones, como un elemento más del nacional-catolicismo imperante durante el franquismo. Por ello, cuando se produjo la transición política hacia la democracia, se creyó que este tipo de manifestaciones religiosas desaparecería, por formar parte de ese entramado exterior de la dictadura. Si bien, aunque se atravesó una profunda crisis en estas celebraciones populares al final del régimen, éstas retornaron con mayor fuerza, alejadas de quienes las habían secuestrado y utilizado. – 77 –


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En los años ochenta del pasado siglo las cofradías se democratizaron, los jóvenes asumieron el protagonismo, e incluso se comenzó a dar paso a la mujer. San Roque fue una de las primeras poblaciones que contó con una mujer al frente de la Junta Local de Hermandades y Cofradías, y por primera vez en España, un paso, la Virgen de la Merced, comenzó a ser portado por muchachas. Se crearon cofradías en los barrios y se adquirieron nuevas imágenes. La existencia de ese elevado número de celebraciones religiosas populares, contrasta con el hecho de que Andalucía es la comunidad con el nivel más bajo de práctica religiosa de todo el Estado, sobre todo con el precepto de misa dominical. No puede entenderse esta actitud sin considerar la importancia simbólica y antropocéntrica de la cultura andaluza, y cómo se conforma la vida social de la colectividad y sus dimensiones simbólicas. Área, 5 de marzo de 2012.

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EL DERECHO DE LAS MINORÍAS Y EL DERECHO NEGADO A LA INFORMACIÓN No es de recibo la actitud de medios públicos negando la participación a formaciones políticas pequeñas, tan sólo en base a su no presencia en el Parlamento andaluz. Si se quiere realmente facilitar al ciudadano el conocimiento de programas, promoviendo el debate, evitando, por otro lado el gasto enorme en campañas publicitarias -la cansina cartelería-, cada vez más inútiles y difíciles de sostener, hay que dar la oportunidad a estos partidos a expresarse en los medios que pagan todos los ciudadanos, y a éstos el derecho a confrontar los planteamientos expuestos por los distintos aspirantes. Los grandes partidos no sólo confeccionan una Ley Electoral que les beneficia respecto del resto a la hora de obtener más representantes. Encima cuentan con los medios públicos, que como un verdadero muro mediático anulan a otras formaciones que tienen menos posibilidades y medios económicos para hacer llegar su voz. No sólo ocurre en período electoral, pues es práctica habitual ignorar o, en el mejor de los casos, relegar a los adversarios políticos aunque sean modestos. Lo que no sale en los medios no existe, se ha dicho en este tiempo de plena revolución de las comunicaciones. Esa barrera infranqueable se trata de superar en la calle, pero en el espacio de una campaña electoral es prácticamente imposible. Esa exasperación ha llevado a militantes del Partido Andalucista a manifestarse a las puertas de Canal Sur Córdoba donde iba a tener lugar un debate televisivo entre candidatos del PSOE y de Izquierda Unida. Recordaba el indignado aspirante a la alcaldía cordobesa, Antonio Manuel Rodríguez, que su partido cuenta con cerca de quinientos concejales y 230.000 votos en las elecciones municipales, por lo que forma parte de la realidad política de Andalucía. En vano procuró la solidaridad de los contendientes de los dos partidos citados. Queremos parecernos a Europa, donde en los países más avanzados prima el debate en los medios, tanto de los primeros candidatos como de tipo sectorial. Sin embargo, se está lejos de ello. Aquí un candidato que

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todas las encuestas dan como el próximo presidente de la Junta, se niega a debatir por motivos meramente electoralistas. Prima más el no “resbalar” cuando parece que se tienen las elecciones ganadas, que debatir de cara al ciudadano. La consagración del bipartidismo requiere de esa pantalla mediática, que no es exclusiva de Andalucía, y que empobrece la democracia. Con estas actuaciones se resquebraja la pluralidad y la igualdad de oportunidades, negándosele a los ciudadanos la posibilidad y el derecho a conocer otras opciones que, aunque minoritarias, son tan democráticas como las demás. Noticias de la Villa, 20 de marzo de 2112.

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EL CENTRO IMPOSIBLE DE UPyD Ocurre que lo que nos quieren vender algunos partidos, sus bazas públicas fundamentales, como el discurso “apolítico”, que pretende ser inmaculado (el partido diferente), no es más que una vieja fórmula para hacerse hueco en las situaciones de crisis en las que cíclicamente se ven abocadas las sociedades a lo largo de la historia. Un claro ejemplo, a mi entender, es la formación que lidera Rosa Díez, Unión Progreso y Democracia (UPyD). Nacida con su frontal oposición a toda negociación con ETA -discurso difícil ya de sostener- y con su canto al centralismo de tiempos pasados ha obtenido un importante éxito electoral en las pasadas elecciones generales. Gracias a la colaboración del diputado del Foro por Asturias ha conseguido formar grupo propio en el Congreso. Siempre he defendido la evolución política de las personas. Sin embargo, el caso de Rosa Díez es especialmente significativo. Irrumpe en el escenario con UPyD tras ser derrotada en sus aspiraciones de hacerse con la secretaría general del PSOE en el congreso socialista donde fue elegido Zapatero. En el Partido Socialista de Euskadi había realizado una carrera política que inició allá en los albores de la democracia. Con este partido fue concejala, diputada foral, parlamentaria vasca, consejera en el gobierno de coalición de PNV-PSOE y eurodiputada. Fue una entusiasta del pacto con los nacionalistas, a los que ahora aborrece. Con un partido a su imagen y semejanza se ha hecho con un buen número de votos de sectores de centro-izquierda, desencantados con el PSOE, pero su política va en dirección contraria. En Andalucía se ha situado como cuarta fuerza política a merced de ese voto, si tenemos en cuenta la fuerte subida que en la comunidad ha tenido el PP, formación que ve con buenos ojos ese crecimiento que no afecta a su electorado. En un reciente artículo Francisco Garrido comparó la trayectoria de Rosa Díez con Alejandro Lerroux, el anticlerical republicano, revolucionario que pactó con la CEDA y acabó alabando el golpe de Estado del general Franco. Salvando las distancias, no puede obviarse, que el travestismo político de la otrora socialista, conlleva una ambigüedad ideológica, basada en un acusado populismo, de rechazo a los nacio-

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nalismos que considera excluyentes, pero practicando un centralismo exclusivo. Lo que critica lo práctica. Si alguien pudo ilusionarse con el renacimiento de un partido de centro, creo que no es el caso de UPyD, una formación para la que el ultraderechista Inestrillas pidió el voto, comparándolo con la auténtica Falange. Ahí están también las declaraciones a la revista chilena The Clinic de uno de sus dirigentes, el escritor Álvaro Pombo: “Sí me hago esa pregunta, de si tendríamos, por ejemplo en España, que pasar a una fase suprapolítica, suprapartidista, de gestores firmes ¡Si tenemos cinco millones de parados! Un dictador con mano fuerte”. No sé si UPyD ha perdido el norte, pero desde luego no ha encontrado el centro. Radio Algeciras, Cadena SER, 21 de marzo de 2012

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LAS RAZONES DE LA HUELGA GENERAL Las razones que justifican la huelga general prevista para mañana han sido suficientemente expuestas desde que el Gobierno aprobara la reforma laboral. Basta sólo con recordar las palabras captadas por un micrófono en las que el propio presidente Mariano Rajoy afirmaba que, tras las medidas que llevaría a cabo, se produciría la convocatoria de paro. Otro micrófono “indiscreto” recogió la frase del ministro de Economía Luis de Guindos al comisario europeo Olli Rehn, indicando que la reforma planteada, “será extremadamente agresiva”. En boca del Gobierno, por tanto, se reconocía el fundamento de la repuesta sindical. Dando satisfacción a los mercados, que ya reclaman otra reforma más profunda, y a la CEOE, las medidas aprobadas suponen en buena medida el entierro de una serie de derechos conquistados desde el inicio de la democracia. Sin negociación previa, a rodillo de mayoría absoluta, se ha impuesto esta reforma que, en opinión de muchos, justifica más que ninguna la huelga del 29 de marzo. En este período previo se ha insistido desde los medios conservadores en una orquestada campaña de descrédito sindical, incluida la búsqueda del enfrentamiento entre trabajadores activos y desempleados. Se habla incluso de regularizar el derecho a la huelga, una cuestión que ya está normalizada. En el fondo, a algunos columnistas de la caverna les gustaría que no existiesen ni sindicatos ni derecho a la huelga. También cuando se critican a los piquetes sindicales se olvida a los sutiles piquetes empresariales, que en forma de amenaza impiden que muchos trabajadores puedan ir a la huelga, a riesgo de que no se les renueve el contrato o ser las víctimas propicias de la nueva reforma. Es cierto que el sindicalismo, en otro tiempo muy valorado, no está en su mejor momento. Que parte de esa pérdida de credibilidad es achacable a sus propios errores, a su servidumbre con los poderes. Pero los sindicatos no son peores que los partidos políticos o instituciones tan desacreditadas como la propia justicia, el Senado o la monarquía. Forman parte del entramado social con sus errores y sus virtudes. Deben mejorar y ganar credibilidad con un trabajo continuado y honesto, pero eso no justifica que en esta ocasión no estén cargados de razones. – 83 –


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Pero yo iría algo más. Esa crítica a las centrales sindicales son muchas veces la excusa para no secundar un paro, cuando realmente el trasfondo no es otro que el de no perder los honorarios de ese día de huelga. En cualquier caso, desde el respeto hacia las decisiones de cada cual, el conformismo jamás ha servido para variar los caminos trazados en perjuicio de la mayoría. Área, 29 de marzo de 2012.

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EL PODER DEL DINERO, EL DINERO EN EL PODER La prioridad de la política ha pasado de ser la lucha contra el paro en el caso de la socialdemocracia y la inflación en el campo de los conservadores al más puro gobierno de la tecnocracia económica. Fue el Tratado de Maastricht de 1992, vendido como la Europa de los ciudadanos, la base de la Europa del poder financiero y la pérdida de derechos sociales. La creación de una nueva moneda europea y los criterios para acceder a ella, fue la razón de ser de Maastricht, y para ello habría de pasarse por encima de los logros consolidados por el Estado del Bienestar. Si hay desempleo es culpa de los sindicatos que no aceptan los ajustes necesarios. El Pacto de Estabilidad de Dublín de 1996 vendría a endurecer las medidas y a agravar la situación de los países con déficit. Como consecuencia de ello la Banca Internacional impone sus criterios e invade la soberanía de los estados, a través de las propias instituciones europeas. Técnicos de ese gran poder del dinero son impuestos a gobiernos elegidos por el pueblo, siendo depuestos sus legítimos gobernantes (Berlusconi en Italia y Papandreu en Grecia). En otros países la intervención ha sido atemperada porque los gobiernos se han plegado a los dictados de ese poder. Así, en España, cumpliendo el mandato del Pacto de Estabilidad, la Constitución fue reformada el pasado verano, de manera urgente y sin el consenso que pedían las fuerzas políticas. Por su parte, los Economistas Europeos por una Política Económica Alternativa en Europa (Grupo EuroMemo) en su último informe han dejado claro que las medidas adoptadas han afectado gravemente a la demanda y han estancado la economía, principalmente, de los países más deficitarios. Resaltan que la crisis no fue creada por el déficit público, sino por las medidas tomadas para rescatar a los bancos, las políticas expansivas para contrarrestar la crisis y una caída de los ingresos fiscales. Ejemplo, el Banco Central Europeo presta a la banca privada al 1 % unos fondos que luego son recolocados en bonos o deuda del Estado, según países del 3 al 15 %, en el caso de las economías más débiles, como Grecia, cuyos principales acreedores son bancos alemanes y franceses. El retorno a las fórmulas más crudas del capitalismo ha llevado a una menor protección social, la bajada de salarios, aumento de la edad – 85 –


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de jubilación, drásticos recortes en los sistemas de salud, pensiones y educación. En definitiva a una falta de justicia distributiva, que si en los países del norte supone una merma del Estado del Bienestar, en los del sur, amenaza con su desaparición Por tanto, la crisis no es sólo económica, sino política. Y ante esa crisis de valores, ante esa invasión de la representación democrática, al pueblo no le queda más remedio que responder con la protesta pacífica en las calles. Esa es la filosofía que movió al Movimiento 15M, verdadera conciencia de la política que hoy se practica. Y en este mar de aguas turbulentas no podemos olvidarnos de Andalucía, la comunidad con más paro de España. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) el desempleo alcanzó en el primer trimestre del presente año el 33,17 % sobre una tasa a nivel del Estado del 24,44 %, lo que supone que 1.329.600 andaluces se hallen sin trabajo. Las elecciones autonómicas de marzo llevaron a un gobierno del Partido Socialista e Izquierda Unida, que habrá de lidiar los mandatos del Gobierno central en cuanto a la reducción del déficit, con la apuesta por la creación de empleo. A tal efecto, el ejecutivo de Griñán ha destinado 200 millones de euros para combatir el paro. No cabe otro camino en una tierra donde el drama del desempleo se ha convertido en una plaga incesante. Andalucía puede demostrar que puede hacerse una política distinta, abandonando derroches y centrándose en sacar adelante a una comunidad que acumula muchos atrasos. Al mismo tiempo, la reciente victoria del socialista Hollande -aunque pendiente de las legislativas de junio- en las presidenciales francesas abre nuevas esperanzas a un pacto por el crecimiento en Europa, y ello favorece los planteamientos de Andalucía. Del mismo modo, el nuevo gobierno deberá poner un acento especial en la defensa de la autonomía, un acento sincero y convencido, por encima de estrategias y de coyunturales andalucismos, que quedan a un lado cuando el que gobierna en Madrid es del mismo signo que el de Sevilla. Andalucía necesita reafirmar su identidad y, a través de ella, afrontar su difícil presente. Anteponer el poder de la mayoría al poder del dinero. Área, 14 de mayo de 2012. – 86 –


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¿QUÉ HACEMOS CON CATALUÑA? Vaya por delante que todas las banderas y todos los himnos merecen el respeto que se deriva de lo que supone para los ciudadanos que se identifican con esos símbolos y los sienten especialmente. Por tanto, no comparto la famosa pintada al himno español en la pasada final de la Copa del Rey de fútbol, especialmente calentada por la locuaz presidenta de la comunidad madrileña Esperanza Aguirre, cuando declaró que de producirse un hecho de ese tipo, habría que celebrar el partido a puerta cerrada. Al hilo de ello me gustaría hacer una reflexión en torno a la escalada soberanista producida en la comunidad de Cataluña, y de la que en buena medida tiene mucha culpa la derecha española más retrógrada. El constante ataque al nacionalismo por parte de ese sector en los numerosos medios de que disponen y en tertulias machaconas de una sola voz, ha llevado a que las inclinaciones independentistas crezcan considerablemente en la comunidad catalana. El acento de la derecha mediática en las críticas a todo nacionalismo, por muy moderado que este sea, está haciendo que el talante de consenso que siempre han tenido formaciones como Convergencia i Unió vaya alejándose del actual marco constitucional. Aparte de las cuestiones que enfrentan los espacios ideológicos y que son asumidos y respetados en un régimen democrático, esa campaña permanente de acoso, ejecutada en definitiva por el nacionalismo español más acérrimo, está abriendo una brecha que puede tener una difícil marcha atrás. La reacción es lógica. Si en la Andalucía de 1980, cuando el centralismo agravió abiertamente al pueblo andaluz, en vez de plantearse en el histórico referéndum del 28 de febrero la posibilidad de conseguir la autonomía en igualdad de condiciones que vascos, catalanes y gallegos, se hubiese planteado la independencia, no me cabe la menor duda que hoy Andalucía sería un estado independiente. Acción, reacción. Cuántas veces oímos hablar con menosprecio de los catalanes en general, y hasta extremos de querer, poco menos, “levantarles un muro”, como he oído en muchas ocasiones a meros ciudadanos con los papeles

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perdidos, a los que se les inocula ese discurso insensato de rechazo. A esas gentes sectarias les digo, “bueno, si no queremos a esa comunidad, démosle la independencia”. Entonces sube de tono la conversación: “de eso nada”. A la crítica desmesurada de los voceros del nacionalismo español se unió, oportuna y electoralmente, el Partido Popular con su denuncia del reformado Estatuto de Autonomía de Cataluña y congelando durante cuatro años la renovación parcial del Tribunal Constitucional para mantener la mayoría contraria a dicho texto -muy similar al andaluz que nadie denunció- y que ha acentuado más las diferencias entre el Estado y Cataluña. Por otro lado, jamás justificaré el radicalismo de sectores nacionalistas excluyentes, o a los dirigentes catalanistas que han atacado a Andalucía y a los andaluces. Ahí están mis artículos como respuesta a esas manifestaciones. Esas actitudes políticas, y no todo un pueblo, se merecen el rechazo democrático. Por eso, en mi opinión, no se trata de dilucidar qué hacemos con Cataluña, sino qué hacemos con quienes envenenan la convivencia enfrentando a los pueblos sin medir las consecuencias. Paralelo 36, 17 de junio de 2012.

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EL PAPEL DE ANDALUCÍA ANTE LA CRISIS DEL SISTEMA Las marchas y acciones del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) han puesto de actualidad a Andalucía, incluso más allá de las fronteras del Estado español. Las opiniones se han dividido y las actitudes del alcalde de Marinaleda y líder del SAT, Sánchez Gordillo, han tenido una gran proyección mediática. Podrán censurarse las acciones de los jornaleros, que unos entienden como abusos, y otros como protesta pacífica ante la grave situación por la que atraviesan muchas familias andaluzas. Pero la certeza de esa situación, extrema para muchos, obliga a que la ciudadanía de una respuesta democrática. Andalucía registra el desempleo más elevado de España, el 34, 8 %, por encima de Extremadura y Canarias (400.000 familias tienen a todos sus miembros en paro). Del mismo modo, el reciente estudio de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (AGETT) sitúa a la comunidad andaluza con el mayor índice de miseria de todo el Estado. El estudio, que contrasta las tasas de paro y la inflación, permite conocer el deterioro del nivel de vida de los ciudadanos que, en el caso andaluz, ha incrementado su tasa en un 15 % en los últimos cinco años. Los desmesurados recortes impuestos por el Gobierno central al andaluz (3.000 millones de euros adicionales a los ya recortados), empobrecerá aún más a la comunidad y perjudicará enormemente a los servicios públicos esenciales. Asimismo, Rajoy ha reducido las políticas activas de empleo destinadas a Andalucía en 430 millones de euros respecto de 2011, por lo que el Gobierno autónomo tiene poco margen de actuación en una cuestión que sangra especialmente al pueblo andaluz. Evitar la asfixia financiera de Andalucía es un reto difícil de salvar para la coalición gobernante en Sevilla. Se produce ello ante una sociedad cada vez más apartada de la clase política y donde se echa de menos una verdadera plataforma, un vehículo político que “reanime” la postergada política andaluza, que conteste con fórmulas diferentes a las políticas neoliberales. Que se construya a partir de la defensa de la autonomía, tan duramente conseguida por el

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pueblo andaluz, y que, de manera interesada, se trata de denostar a toda costa. Y, junto a ello, la defensa del servicio público articulado como derecho y método de redistribución de la riqueza. Un movimiento que reivindique el papel de Andalucía en el contexto del Estado, rompiendo los tópicos de siempre y el papel subalterno al que históricamente se le ha relegado, tal como ocurrió con las grandes movilizaciones de 1977 y del referéndum del 28 de febrero de 1980, que situaron al país andaluz en primera línea de la conciencia como pueblo, en un sentir que rescataba la lucha de Blas Infante, hoy olvidada. Ello tiene que proyectarse desde la realidad política. Si partimos de la encuesta publicada en junio pasado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el 70, 4 % de los encuestados se sienten “tan españoles como andaluces”, un 15 % se sienten más andaluces que españoles y un 2,7 únicamente andaluces. Un 57,9 % defiende la autonomía, al que hay que sumar un 8 % que demanda más competencias. Partiendo de esta realidad constatada electoralmente y en las encuestas, una realidad apartada de posiciones independentistas, pero con un porcentaje significativo de identificación con la tierra andaluza, se impone el encuentro de sensibilidades ecologistas, movimiento ciudadano, asociaciones de mujeres, andalucistas e intelectuales. Y que, partiendo de la propia identidad como pueblo, defienda un derecho basado en la vecindad, por encima de discursos étnicos. En definitiva, una fuerza autóctona que pueda superar fracasos anteriores de la reciente historia andaluza. En otro momento esa fuerza estuvo representada por el PSOE de Escuredo, desplazado por el aparato del partido cuando dejó de interesar electoralmente; el Partido Andalucista en distintos momentos de su cainita travesía, e Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía, antes de que Julio Anguita eligiera “salvar” al PCE, en vez de consolidar un proyecto netamente andaluz. Junto al déficit económico del que tanto se habla existe otro igual de profundo: el de la pérdida de valores democráticos que ha agudizado el desinterés ciudadano por la política. Al lado de ese rechazo ciudadano, figura un elemento que se ha venido fraguando en Andalucía desde

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hace ya muchos años, como es la desmovilización ciudadana, la pérdida de la identidad y, consecuentemente, la ausencia de compromiso con una tierra que, habiendo avanzado desde la consecución de la autonomía, continúa a la cola de las comunidades de España. Todo ello se da cita en medio de un deterioro agudo del Estado del Bienestar, de la pérdida de soberanía nacional en beneficio de los poderes económicos multinacionales, del ataque a las autonomías desde el neoliberalismo y el conservadurismo más extremo, y de una crisis del régimen político surgido de la Transición política, que incluye a la propia Monarquía. Si Andalucía no es protagonista del momento que acaece en España, en base a los pilares citados, volverá nuevamente a perder el tren de la historia. Noticias de la Villa, 31 de agosto de 2012.

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LA CUESTIÓN DE CATALUÑA Y LA BÚSQUEDA DE UN NUEVO CONSENSO Aunque al presidente del Gobierno le parezca una algarabía, la multitudinaria manifestación a favor de la independencia de Cataluña, que tuvo lugar durante la reciente Diada, supone un punto de no retorno. Tratar la cuestión banalizando el estado de opinión de una parte importante de la ciudadanía de Cataluña, sería un error de enorme calibre. El giro soberanista de CiU puede, en parte, estar dirigido a “entretener” a la ciudadanía de la política de duros recortes establecidos por el gobierno de Artur Mas. Cataluña se empobrece porque aporta más de lo que recibe. Es un buen discurso para movilizar los sentimientos catalanistas. Pero, aún reconociendo esta posibilidad, es evidente que el actual estado de cosas va más allá de un hecho coyuntural y se engloba en la crisis que sufre el sistema político surgido de la Transición. No puede obviarse en todo este asunto la frustración de Cataluña tras la sentencia del Tribunal Constitucional contra un Estatuto que, aunque recortado en el Congreso de los Diputado, fue aprobado en referéndum por el pueblo catalán en junio de 2006. Una insensatez política del Partido Popular que denunció el texto y, amparado en la red mediática de la derecha española, fomentó una catalanofobia, que tan buenos resultados electorales le ha dado en el resto de España. Pues bien, el problema para Rajoy, ya no es un Estatuto que iba a romper España, como continuamente predicaba desde la oposición, ahora es clara y llanamente la demanda de un Estado independiente. Aparte de esta visión partidista de la política española, en la que participan palmeros como los presidentes de comunidades autónomas de Extremadura o Madrid, está claro que el sentimiento independentista ha crecido vertiginosamente en los últimos años. Muchos jóvenes catalanes no se sienten identificados ni obligados por el pacto político que supuso la Transición española. Y esa ola ha llevado a Convergencia i Unió -el partido moderado que, en diferentes momentos, ha pactado con conservadores y socialistas y que, incluso, participó en la redacción de la Constitución-, a posicionarse claramente y sin la ambigüedad de otras veces. Si hasta hace poco el Pacto Fiscal era el objetivo del Gobierno catalán, hoy ya no es más que un paso en la consecución de la inde– 92 –


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pendencia. Ni tan siquiera el federalismo, alternativa de los socialistas catalanes, parece satisfacer la reivindicación de un Estado propio. Pero el Estado federal puede ser la solución. Para ello hay que propiciar la reforma de la Constitución que de sentido al Senado, y decida qué tipo de federalismo habría que desarrollar. En ese compromiso debería de producirse un diálogo franco entre todos los partidos, en la búsqueda de un gran acuerdo. En este sentido, en el seno del Partido Popular, al menos, una parte significativa de sus dirigentes, debería de abandonar el ataque al Estado autonómico, y entender que aferrarse al nacionalismo españolista más retrógrado, puede hacer que se llegue tarde a una solución compartida. A las demandas de Cataluña se unirá la próxima cita electoral en Euskadi, donde se dibuja una amplia mayoría nacionalista. Y qué papel le corresponde a Andalucía en este nuevo escenario. No se debe permitir que nuestra comunidad sea utilizada como ariete del centralismo contra las reivindicaciones de otras comunidades. Tampoco a que un rediseño de las comunidades autónomas lleve a relegar a Andalucía a la segunda división del Estado. Clara defensa de la identidad andaluza y de su peculiaridad en el concierto del Estado, apostando por un irrenunciable principio de solidaridad recíproca. El Gobierno andaluz, aunque acuciado por la crisis económica y abocado al rescate de la comunidad, debe esgrimir las cartas del federalismo progresista y procurar la movilización de la adormecida sociedad andaluza. Andalucía tuvo su propia Diada el 4 de diciembre de 1977 y el 28 de febrero de 1980. Desde entonces, en buena medida por el aburrimiento político provocado por el bipartidismo y la indiferencia de un gran sector de la población, se vive una desmovilización ciudadana general, tan sólo rota este verano por las acciones del Sindicato Andaluz de Trabajadores. Esa acción del gobierno de la Junta es un compromiso histórico con todos los andaluces, y debe ir más allá del mero enfrentamiento con un Gobierno central de distinto signo político, que convierta en pura demagogia electoralista la defensa indeclinable de Andalucía. Noticias de la Villa, 16 de septiembre de 2012. – 93 –


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UNA NUEVA POLÍTICA PARA UNA CRISIS QUE PONE AL PUEBLO CONTRA LAS CUERDAS Su casa y el pequeño establecimiento del que vivía su familia, el fruto de toda una vida de esfuerzo estaba a punto de esfumarse, borrado por ese mal viento de una crisis que pagan quienes no la han provocado. Cuando la Policía llegó a su casa para ejecutar la orden judicial de desahucio se encontró el cuerpo sin vida de Miguel Ángel Domingo, un granadino del barrio de la Chana, que decidió suicidarse ante la terrible realidad que se le imponía. Este dramático suceso es un episodio más de las consecuencias de una situación cada vez más insostenible para una parte importante de los ciudadanos. Tan sólo unos días antes la prensa daba cuenta del informe elaborado por siete magistrados especialistas, denunciando el abuso de los bancos. Los jueces recalcan la indefensión de los deudores en el marco de una crisis que no han provocado, añadiendo que, “cada procedimiento encierra un auténtico drama que lleva casi inexorablemente a la exclusión social de las familias”. En conexión con la realidad, en este informe encargado por el Consejo General del Poder Judicial, que no lo considera vinculante, los magistrados proponen transferir a los hipotecados las ayudas a la banca. En los últimos cuatro años se han llevado a cabo 350.000 ejecuciones de desahucios, un procedimiento legal muy flexible y que no tiene en cuenta que son esas mismas entidades financieras las que, tras formar parte de la llamada burbuja inmobiliaria, han llevado a la ruina a miles de ciudadanos. Los mismos bancos que reciben ayudas millonarias de un Estado, que ha visto incrementado su déficit precisamente por esas inyecciones de dinero público. Ocurre ello en un país cada vez más empobrecido, donde, según la última Encuesta de Población Activa, más de 1, 7 millones de hogares españoles tiene a todos sus miembros en paro. Y donde sólo el 67 % de los registrados en las oficinas de empleo recibe algún tipo de prestación. Datos que son confirmados por la oficina europea Eurostat, que sitúa

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a España como el país de la eurozona con mayor nivel de desigualdad social. La brecha entre ricos y pobres ha aumentado considerablemente. La destrucción de empleo, la supresión de prestaciones, las rebajas de sueldos, la reducción de los servicios sociales no han detenido el deterioro que a marchas forzadas sufre el país, principalmente las clases baja y media. Sin embargo, con estos resultados, no se produce un cambio de rumbo y se insiste en una política que ha demostrado su fracaso. Al menos en Andalucía, donde según la última información de la Encuesta de Población Activa, la tasa de paro supera el 35 %, diez puntos por encima de la media del Estado, la Junta ha incluido en los presupuestos para el próximo año un plan global de fomento del empleo de 370 millones de euros. Del mismo modo aumentará las dotaciones de becas en un 7 % y las pensiones no contributivas en un 2 %. Una iniciativa que intenta paliar una situación alarmante como señala en su reciente informe la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN), que indica que el 40 % de los andaluces se halla en riesgo de pobreza y más de la mitad de la población tiene dificultades para llegar a fin de mes. Los recortes sin límites y la destrucción de empleo caminan parejos. Una nueva política se impone, mientras que muchos ciudadanos resisten a duras penas los embates del temporal. Desgraciadamente Miguel Ángel Domingo no pudo. Ojalá se tomara nota de este hecho luctuoso y que su muerte no fuese baldía. Noticias de la Villa, 2 de noviembre de 2012.

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2013 CÓMO DESTRUIR A LOS SINDICATOS Aparte de la imposición de la política económica que está llevando a unos índices de paro desorbitados, a la merma de los servicios públicos y al empobrecimiento del país a marchas forzadas, la ideología neoliberal procura por todos los medios la división de las clases trabajadoras. No sólo se trata de hacer culpables a quienes no lo son: ustedes tienen la culpa de la crisis por vivir por encima de sus posibilidades, y ahora tienen que pagarla. También se ha procurado, y en muchos aspectos se está consiguiendo, que los propios trabajadores se enfrenten entre sí. Ya lo ha puesto de manifiesto el Gobierno con respecto de los funcionarios, a los que ha utilizado como carnaza frente a los parados. Y ocurre con esa campaña orquestada para destruir a los sindicatos. En otros comentarios he dejado claro que los sindicatos tienen que asumir errores y reformarse profundamente, pero también he insistido en que el mundo sindical no es ajeno a la crisis que afecta a toda la sociedad. Una crisis de credibilidad que alcanza también a los partidos políticos, a la judicatura, a la Corona o a los medios informativos. En definitiva, no son una excepción. Por supuesto, que como organizaciones vivas de una sociedad democrática son criticables. Pero otra cosa es la campaña continuada que desde la mayoría de los medios de la derecha se lleva a cabo. La reciente huelga general es buena muestra de ello. Se asocia a los sindicatos con las acciones violentas de unos pocos, ajenos, en la mayoría de los casos, a las centrales sindicales. Es igual, para esos medios, la huelga es sinónimo de violencia, y la culpa es de los sindicatos. Esa fórmula, infame multitud de veces, no se para ante nada. Los mismos medios que critican las subvenciones a las centrales, ocultan las que reciben la patronal, y defienden las que percibe la Iglesia católica. Ese discurso orquestado desde el conservadurismo ha calado en amplios sectores de la población, que ven en los sindicatos al ogro que

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todo lo destruye. También entre los trabajadores que no van a la huelga “por que la convocan los sindicatos”. En ello, no sólo se aprecia el convencimiento honesto de mucha gente, también late el recurso fácil de no perder un día de salario, aunque realmente se comparta la razón de la protesta. Es mejor culpar a unas organizaciones, que con todos sus errores y pérdida de credibilidad son las únicas que se oponen claramente a la política económica neoliberal. Las únicas, junto con los estudiantes, que tratan de movilizar a una sociedad cada vez más adocenada. Los sindicatos tienen que cambiar, ser críticos con sus propios errores y luchar decididamente contra los sectores más reaccionarios que pretenden arrinconarlos. Contra unos poderes económicos que han conseguido acabar con derechos conseguidos tras décadas de lucha, que han anulado con reformas laborales la negociación colectiva, que tratan de destruir o hacer que el sindicalismo no pase de una mera presencia simbólica, despojándolo de su auténtica razón de ser. Noticias de la Villa, 19 de enero de 2013.

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LAS DOS CARAS DE LA IGLESIA CATÓLICA “La Iglesia ha cometido un gran pecado social e histórico en los últimos dos siglos. La aceptación acrítica y la colaboración respecto al sistema capitalista moderno, que responde a una concepción anticristiana del hombre y de la sociedad, y que ha creado una sociedad demasiado injusta, frente a la que la Iglesia ha sido y es demasiado conservadora”. Estas palabras pronunciadas en una conferencia impartida en 1970 por el desaparecido teólogo católico José María Díez-Alegría, y recogidas en su libro Yo creo en la esperanza publicado dos años más tarde, podrían pertenecer al acontecer de nuestros días. En una crisis que ha removido los pilares del Estado del Bienestar, castigando a quienes no la han provocado, el neoliberalismo ha mostrado su rostro más inhumano. Quienes pretendieron ganar más dinero con mayor rapidez y a cualquier precio, quienes engañaron y se pusieron sueldos meteóricos, hoy no tienen que rendir cuenta alguna. Quienes, como buenos “patriotas” guardaron su dinero en paraísos fiscales, gobiernan bancos y muchas de las grandes corporaciones empresariales. Manda el dinero, los mercados y, sobre todo la banca alemana, que a través de su gobierno dicta la política a los países que padecen la crisis, como es el caso de España. En este escenario, tan poco cristiano pero muy a propósito para que afloren los grandes sentimientos de solidaridad, la Iglesia que, como dijo Díez Alegría hace 42 años, ha actuado como fiel colaboradora de las diferencias sociales, sigue manteniendo una estado de privilegio, muy poco edificante con la terrible realidad de muchos ciudadanos. Como antes lo dijeran valientemente religiosos como Díez Alegría, también hoy las comunidades cristianas de base solicitan el giro necesario, que permita una identificación evangélica de la dirección de la Iglesia católica con la realidad social. En este sentido, Gloria Encinas, presidenta del colectivo de Cristianos de Base de Madrid, que agrupa a cientos de comunidades y parroquias, se ha dirigido al presidente del Gobierno, pidiendo la supresión de los acuerdos firmados entre la Santa

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Sede y el Estado español de 1979, que consagran numerosos privilegios para la Iglesia católica. Dicen los católicos de base de Madrid, que “los ajustes y recortes recaen especialmente sobre los más débiles, mientras la Iglesia católica es la única instancia, además del sector financiero y las grandes empresas, que se mantiene inmune ante la crisis: ningún recorte en subvenciones, las mismas exenciones fiscales que décadas atrás”. No son sólo privilegios de orden económico, como se ilustra con uno de los ejemplos de la misiva: “nos parece totalmente irregular que sea el Estado el que pague a los profesores de religión y sean los obispos los que los elijan y los puedan expulsar a su conveniencia, al margen de la normativa que rige para el resto del profesorado”. El gran valor es que son los propios católicos de base los que denuncian este blindaje, los que trabajan en mantener comedores sociales, en asistir a los más necesitados en albergues, los que dedican buena parte de su tiempo a recoger y repartir alimentos. Sería muy injusto no reconocer a esa otra parte de la Iglesia, formada también por teólogos como Díez Alegría. Y para finalizar también recordemos sus palabras: “en la Iglesia debe haber una función de servicio pastoral, pero en sentido mucho más fraterno que paterno y nunca autoritaria”. Noticias de la Villa, 30 de enero de 2013.

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LA SANGRÍA DEL PARO RESUCITA EL RECURSO DE LA EMIGRACIÓN Cada mes los datos oficiales del paro son demoledores. Detrás de esa cifra, que en España camina velozmente hacia cantidades que nos parecían inalcanzables hace algún tiempo, hay hombres y mujeres, familias abocadas, en muchos casos a malvivir o vivir de la solidaridad de otros ciudadanos y asociaciones. Más de 1.700.000 hogares sobreviven sin ningún ingreso, situando la tasa de pobreza infantil a la cabeza de Europa. Según Cáritas Diocesana la renta familiar ha caído a los niveles de 2001, alertando que el 6,4 % de españoles –tres millones- viven en la extrema pobreza. Con razón habla de una “década perdida”. Por otro lado, la destrucción de empleo en el sector público y los duros recortes sólo ha provocado un deterioro de servicios fundamentales como la sanidad y la educación. La reforma laboral ha hecho que España sea uno de los países europeos con los costes laborales más bajos, sin embargo, ello no ha paliado el paro, ni mucho menos, creado empleo. Un ejemplo, Noruega tiene el coste laboral más alto de Europa, pero tiene la tasa de paro más baja. El panorama es especialmente grave para la juventud. La tasa de paro juvenil es del 55, 5 % en el Estado, y en Andalucía, donde el porcentaje general es diez puntos mayor que en el resto de España, supera el 65 %. La generación más preparada se ve obligada a emigrar, en otros tiempos eran los ciudadanos de menos formación. En numerosos casos nuestros jóvenes ocupan trabajos muy apartados de las carreras universitarias que han cursado. Una generación que vende pizzas en Berlín o sirve de camarero en Londres, con todo el respeto que merecen esas profesiones. O investigadores que buscan un laboratorio más allá de nuestras fronteras porque aquí ya no tienen posibilidad alguna, al haberse retirado buena parte del dinero destinado a ello. Desde 2009 el número de españoles que salieron al extranjero a probar fortuna ha crecido en medio millón y en el pasado año las remesas de dinero procedentes de la emigración rozaron los 6.000 millones de euros. – 100 –


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Si España se ve desplazada a la cola de Europa, Andalucía no levanta cabeza de ninguna de las maneras. El recuerdo de esa emigración late en muchos andaluces que hubieron de dejar sus pueblos y ciudades en busca de un futuro que aquí se les negaba a cada paso. En los años 60 del siglo pasado el régimen franquista ya había consolidado la división territorial del trabajo dentro del Estado español, tocándole a Andalucía la explotación de su patrimonio natural. Con esta especialización, basada en la producción agraria, la minería, la pesca y ciertas actividades industriales agroalimentarias, la economía andaluza se encargaba del suministro de energía y materiales para las áreas industrializadas, las regiones desarrolladas del Norte, a las que se proveía también de un factor productivo, el trabajo, produciéndose esa emigración interior, que unida a la exterior acentuó el subdesarrollo andaluz. La grave situación que vive la totalidad del Estado deja pocas posibilidades de salida, cruzar los Pirineos es una posibilidad, mientras que un derecho como el trabajo se ha convertido en un privilegio, cuando miles de empleos se destruyen diariamente. Radio Algeciras, Cadena SER, 18 de marzo de 2013.

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CREERSE ANDALUCÍA El pasado año, con motivo de la concesión de la bandera andaluza a la Semana Internacional del Cortometraje de San Roque, asistí al acto oficial que tuvo lugar en el Museo de Cádiz. Como celebración del Día de Andalucía la Junta reconocía a personas y colectivos de la provincia que habían destacado en distintas facetas de la vida ciudadana Y el veterano festival sanroqueño había sido reconocido, recogiendo el galardón su director Esteban Gallego. Bien hasta ahí. Sin embargo, lo que vino a continuación, una vez efectuada las intervenciones de los responsables institucionales, fue sencillamente deplorable. En más de una ocasión lo he comentado entre amigos y compañeros y hoy, cuando más necesitados estamos de reafirmarnos como pueblo tras la apatía que invade a buena parte de la ciudadanía, lo recuerdo con tristeza y vergüenza ajena. Como cierre del acto estaba prevista la interpretación del himno andaluz a cargo de una cantaora, de la que no recuerdo el nombre. La interpretación, más allá de la afonía que padecía la artista, y que ya hubiese servido de justificación a la organización para que desistiese de ello, constituyó un lamentable espectáculo. Antes de que se iniciara la intervención y una vez anunciado el cierre con el cante del himno, se marcharon dos de las autoridades asistentes que se hallaban entre el público, Jorge Ramos Aznar, delegado especial del Estado en el Consorcio de la Zona Franca y el diputado Alejandro Sánchez, ex alcalde de La Línea del Partido Popular. Con ello mostraron una falta de consideración hacia el himno que iba a ser escuchado de manera inmediata. Pero como decía, lo que vino a continuación fue realmente lamentable. La cantaora no sólo no sabía la letra, sino que lo interpretó como si se tratase de una canción cualquiera, con comentarios incluidos, y pidiendo la “ayuda” de otra señora que se hallaba entre el público. Todo resultó un espectáculo de mal gusto, que empañó por completo el acto que había tenido lugar. En una crisis como la actual, que no sólo abarca al campo económi-

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co sino también a las instituciones, a la credibilidad de las mismas, y que de manera interesada los sectores más conservadores tratan de articular para desacreditar la descentralización política, proponiendo antiguos esquemas, urge resaltar la personalidad de Andalucía. Pero para que eso sea posible, se lo tienen que “creer” muchos de los dirigentes andaluces. Aquellos que se sirven de sus símbolos en tiempos de elecciones. Y también los propios andaluces, pues si no es así iremos perdiendo la conciencia de nuestra propia cultura para quedar relegados dentro del Estado español y difuminado en la Europa de los pueblos. Por eso, cabe recordar una pequeña parte de la intervención de Blas Infante, padre de la patria andaluza, unos días antes de su asesinato, con motivo de la primera izada de la blanca y verde en el balcón del Ayuntamiento de Cádiz: “la bandera andaluza, símbolo de esperanza y de paz que aquí hemos izado esta tarde, no nos traerá ni la paz ni la esperanza ni la libertad que anhelamos, si cada uno de nosotros no la lleva ya plenamente izada en su corazón”. Noticias de la Villa, 27 de mayo de 2013.

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Escrito en Andalucía

BLAS INFANTE COMO EJEMPLO Y BANDERA Es sorprendente, y lamentable a un mismo tiempo, que ante la falta de credibilidad de la clase política, manifestada de manera continua en las encuestas de opinión pública, los andaluces no tengamos la oportunidad de tener en la figura de Blas Infante, el más claro referente de la honestidad política. Intelectual de enorme talla y de principios insobornables, cuando se le menciona desde fuera de Andalucía ha sido para atacar su memoria y su legado de manera gratuita. Pero lo penoso ya no es que quienes actúan así desconozcan su pensamiento, sino que ese mismo pensamiento sea desconocido por la gran mayoría de los andaluces, a los que dedicó su actuación pública, y su propia vida. En esta nueva efeméride del 4 de diciembre, que movilizó al pueblo andaluz por su autonomía, conviene resaltar aún más a Infante y a aquellos miembros de la Junta Liberalista de Andalucía, para los que el anarcosindicalista doctor Vallina pidió el voto a las Constituyentes de 1931, afirmando: “Yo predico para que votéis a estos hombres, porque estos hombres no son políticos de oficio, sino hombres de vergüenza”. Diferencia que recalcaba el propio líder andalucista con respecto a los políticos profesionales: “para ellos, las realidades de un país son los intereses creados; para nosotros, las realidades de un país son los dolores creados por esos intereses”. Hombre adelantado, sus escritos, apenas divulgados desde las instituciones, son verdaderas premoniciones de lo acaecido en Europa en las últimas décadas. Su visión internacionalista universalista esgrimió el Principio de las Culturas al Principio Europeo de las Nacionalidades, a pesar de que, como reconocía, Andalucía podía fundamentarse en ambos principios. Su ideario no exclusivista le hizo declarar que en el Estatuto andaluz habría de escribirse, “en Andalucía no hay extranjeros”. Al nacionalismo localista y excluyente contrapuso la base cultural como existencia de los pueblos, “la existencia de un grupo humano, asentado en un territorio, que haya sido, o sea, foco originario de un distinto desarrollo cultural”, y la voluntad de ser, “sea o no continuación de una expresa voluntad pretérita, que quiere erigir a ese grupo

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Antonio Pérez Girón

en pueblo libre, para poder dirigir, particular o independientemente, su distinto desarrollo cultural”. Nación política y nación cultural. Articular un territorio desde el propio territorio. Apenas divulgadas sus obras fundamentales La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía y Fundamentos de Andalucía, su pensamiento progresista y de compromiso con su pueblo ha quedado reducido a menciones a su libro de juventud Ideal andaluz y recuerdos más o menos folclóricos cada 28 de febrero. “El gran déficit de Andalucía es el andalucismo” declaró el año pasado el prestigioso dramaturgo Salvador Távora. El olvido, a veces, la utilización partidista cuando interesa electoralmente de la figura del declarado Padre de la Patria Andaluza forma parte de esa desmovilización del pueblo andaluz, de esa dejación de un compromiso inequívoco con una tierra, de ese déficit acumulado a que se refería Távora. Por eso, reivindicar su pensamiento en estos momentos no sólo tiene plena justificación, sino que supone un revulsivo necesario para entender que existe otra manera de hacer política. Y una llamada a los corazones de todos los andaluces. Europa Sur, 4 de diciembre de 2013.

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Escrito en Andalucía

RAJOY EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS Y SUSANA EN CATALUÑA Dice el presidente del Gobierno que el año que está presto a entrar será el de la recuperación económica. Que ello será así tras haber hecho el país lo que tenía que hacer, los deberes que habían impuesto los potentados europeos. No dice el presidente que España es una nación mucho más pobre que hace unos años y con enormes desigualdades sociales. Con una merma importante de los servicios públicos y con una emigración cada vez mayor ante la desesperanza de obtener trabajo dentro. En definitiva, una caída del Estado del Bienestar. No dice Rajoy qué iniciativa va a tomar para afrontar los cambios necesarios de adaptación de la Constitución a la nueva realidad autonómica, principalmente tras la convocatoria del referéndum por la independencia catalana. El Rey se mostró partidario de esos cambios en su mensaje de Nochebuena, pero el presidente, como tantas veces, parece mirar hacia otro lado. El partido del gobierno hará un flaco favor al conjunto de la sociedad si no apuesta por una salida de consenso, olvidando que buena parte de la culpa por la situación creada la tiene el PP al denunciar ante un Tribunal Constitucional politizado el Estatut que había aprobado el Parlament y el pueblo catalán en referéndum. Tampoco dice nada el presidente del gravísimo caso de financiación ilegal de su partido. Corrupción a la que no son ajenas otras formaciones y que forma parte del deterioro general de la política española, que alcanza a sindicatos y a la propia Casa Real, y que provoca una desafección cada vez más generalizada hacia la política y las instituciones. El panorama de hoy mismo y del año que comienza necesita de un nuevo consenso, un pacto generoso y aceptado por la gran mayoría. Y en ese pacto de partidos y comunidades, Andalucía tiene que jugar un papel primordial. No puede erigirse el gobierno andaluz de izquierda en “garante” de la unidad del Estado. Su terreno de juego es la comunidad con más paro de España y de la Unión Europea. Continuar con programas que palien la grave situación de muchas

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Antonio Pérez Girón

familias y avanzar en una verdadera transformación social del país andaluz, profundizar en el autogobierno, combatir la corrupción de manera decidida y defender la singularidad andaluza en el concierto autonómico con una clara apuesta por los cambios a los que me refería con anterioridad, debe ser, y no es poco, la acción política de servicio al ciudadano andaluz. Por eso, la visita anunciada de Susana Díaz a Cataluña para reafirmar una política que corresponde al Gobierno central, está fuera de lugar. El presidente Rajoy prefiere habitar el País de las Maravillas y la presidenta andaluza perderse en Cataluña. Radio Algeciras. Cadena SER, 30 de diciembre de 2013

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