Entre pergaminos

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Tamarys Rodríguez González / Entre Pergaminos / 1 Entre pergaminos Antigua Biblioteca de Alejandría, año 48 a.C La vio sumergida entre pergaminos. Se veía tan hermosa que pensó que cometería una grave falta si la perturbaba. Permaneció allí en silencio observándola trabajar en su lectura, observando con atención cada uno de sus movimientos. Cuando al fin sus miradas se encontraron sintió que podría perderse en sus ojos por siempre. Helena no podía creer lo que veía, pensó que su mente le gastaba una broma pesada. Parpadeo muchas veces pero él seguía allí. No podía ser una visión, tenía que ser real. Deseaba que lo fuera. Hacía ya tres años que le había visto por última vez. Fue cuando se marchó a Egipto a proteger al emperador, en su aventura con esa ramera egipcia. De repente, la emoción que había sentido al verle se convirtió en furia. ¡Tres años! ¡Tres largo años! Quería pegarle. Quería borrar aquella estúpida sonrisa de su rostro. Dolor sordo se instalo en su pecho al recordar su realidad. Y todo había sido culpa suya. Estaba petrificada, millones de pensamientos y sentimientos le vinieron de sopetón. Intento permanecer en completo estado de cólera, cosa que no logró. El se acercaba lentamente hacia ella como si tuviera miedo de su rechazo. De pronto la imperiosa necesidad de abrazarlo fue más fuerte que su negativa a demostrar cuanto le había extrañado. Se odio por aquello. —Te extrañe tanto  le susurro al oído. Ella también lo había extrañado. Lo había extrañado tanto que llego a pensar que moriría si no volvía a verle. Fabio tenía la cabeza sumergida entre los cabellos que caían en cascada por su espalda. Con un hilo de desesperación y anhelo, inhalo su aroma a violeta y lirios. Antes de que ella pudiera recordar su enfado, él la beso. Fue un beso posesivo, de esos que dicen “mía”.


Tamarys Rodríguez González / Entre Pergaminos / 2 El tiempo pareció detenerse para ambos. Estaban solos en la enorme biblioteca, solos en un mundo donde nadie más existía. Ese pensamiento la hiso reaccionar. Estaban en un lugar público. La alarma la invadió. Se separaron. — ¿Qué haces? —Lo siento. Tenía que hacerlo… —Estoy casada—la revelación le atravesó el alma. No, se dijo. No. Ella no podía ser de nadie más. No podría sopórtalo. \ — ¿Qué? —su voz se llenó de dolor. —Mi padre… te esperé, pero él no me dej… yo…yo—los sollozos no la dejaron continuar. Le habría esperado toda la vida de haber sido necesario, pero su padre la obligo a casarse. ¿Qué otra opción tenia? —No. No puedes…—un dolor desgarrador le atravesaba. Sabía que nunca lo dejaría. — ¿Hace cuanto? —Seis meses—Dioses no quería hablar de esto. Era como hurgar más y más en la herida. —Seis mese. —repitió, como si intentara probar su sabor. Le pareció amargo, doloroso. Pero más que nada, estaba furioso. Colérico. —Lo matare. Después me casare contigo. —dijo con la mirada perdida. — Fabio, no digas tonterías. No lo harás. Tu… Hubo un destello de luz, un parpadeo y… se apagaron las luces.


Tamarys Rodríguez González / Entre Pergaminos / 3 — ¡Corten! — Grito el director furioso. Era un hombre de baja estatura y la barriga inflada. Tenía un aire como el de Don Barriga. No se lo digan pero así suelen llamarle alguno, en el estudio. —El corte de luz dañó la grabación. Habrá que grabar nuevamente—le informó su asistente.


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