MUJER EN LA PREHISTORIA Introducción
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A lo largo de la historia de la humanidad, el arte se ha desarrollado en simbiosis con la cultura, por lo cual es inevitable que todos alguna vez hayamos estado en contacto con éste de una manera u otra. La fuerza de las emociones que el arte genera a nivel social ha resonado a través del tiempo e inmortalizado nombres como Leonardo Da Vinci, Miguel Angel, Picasso o incluso Fídeas. Entre los muchos nombres que sobresalen en la historia del arte existe una disparidad, puesto que las mujeres artistas que sobresalieron años atrás no son mencionadas de manera tan frecuente; es difícil ubicar a las mujeres artistas de siglos
lejanos, debido a razones vinculadas con la idiosincrasia de las épocas en que se desempeñaron como creadoras en diversos ámbitos. Joanna Russ, por ejemplo, reflexiona acerca de la importancia del contexto y el papel que desempeñó en la invisibilización de las mujeres escritoras. En su obra Cómo acabar con la escritura de las mujeres (1983), dice:
(...) es cierto que aunque la gente es responsable de sus acciones, no es responsable del contexto social en el que tiene que actuar ni de los recursos sociales que tiene a su disposición. No nos queda más remedio que aceptar que gran parte de nuestra cultura nos viene dada; no disponemos de la energía ni del tiempo
suficientes para hacer otra cosa. (...) el contexto social es todo menos neutro. Para comportarse de forma al mismo tiempo sexista y racista y además mantener el privilegio de clase que se posee, solo hace falta actuar como requieren las costumbres, la normalidad, el día a día, incluso la buena educación. (pág. 35) Tal como Russ lo plantea, las artistas mujeres se enfrentaron a obstáculos cuyos fundamentos yacían en su cotidianidad de un modo tan fuerte que no les permitían una trascendencia igual a la de sus pares varones; es importante revisar y comprender los motivos de este suceso, que bien podría considerarse una invisibilización, para idear mecanismos mediante los cuales sea posible transformar el panorama desde el cual conceptualizamos a la mujer en el arte como creadora.
A continuación, presentamos un análisis de la representación de la mujer en el ámbito artístico, su rol en este espacio y un enfoque que nos permita ubicarla en la historia del
arte, desde sus inicios prehistóricos, de acuerdo con la investigación realizada para elaborar este texto.
Desarrollo
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Para conocer el papel de la mujer en la Prehistoria, así como en el arte de este período, es necesario situarnos primero en contexto. El Diccionario Oxford define como Prehistoria al “período de tiempo en la historia que precede a la aparición de la escritura de información” (2021). El historiador Sergio Ripoll López dice: “(...) en este sentido la Prehistoria supone el 99% del transcurso de la historia del Hombre sobre la Tierra” (2014, pág. 14). Con base en esto, podemos inferir dos características de la Prehistoria; es la etapa más larga de la historia de la humanidad y abarca sus inicios como especie. Al tratarse de un período histórico tan extenso, la información que se posee sobre él no
es tan detallada o abundante si la comparamos con otras etapas. En el libro Historias de la Prehistoria (2017), David Benito del Olmo argumenta:
La Prehistoria es la gran desconocida dentro de la Historia, no solo para el gran público, sino en cierto modo también para los expertos. Los investigadores se ven obligados a lanzar hipótesis y plantear soluciones con la obtención de los datos fragmentarios que nos aporta la Arqueología. A menudo nos vamos a encontrar con teorías contrapuestas y no excluyentes para un mismo asunto. En ocasiones los argumentos esgrimidos serán acertados y en otras no tanto. Interpretar y reconstruir el día a día de una cultura a través de sus enterramientos, viviendas, útiles y poco más, no resulta nada fácil (pág. 17). Respecto a la historia del arte, tampoco ha sido fácil para los investigadores construir un conocimiento sobre ella; lo que se sabe de ésta en la Prehistoria abarca los periodos paleolítico, mesolítico y neolítico. Debido a una de las etapas de cambio climático que sufrió la Tierra, mucho de este arte fue cubierto por el magma hasta el año 10,000 antes de nuestra era. Posteriormente, pasó a la Edad de Piedra, propia del Homo sapiens sapiens, quien tallaba en piedras creando esculturas e incluso sus propias herramientas, hasta llegar a la edad de los metales (hierro, cobre, bronce, entre otros), abriendo lugar al periodo Proto historia, de acuerdo con el documental de Mega Arte (2016).
Tomando en cuenta las dificultades anteriores, no es de extrañar que, hasta hace unos años y tras haber realizado investigaciones específicamente encaminadas al tema, las mujeres
prehistóricas no figuran en el imaginario colectivo como activas e involucradas en el arte de este periodo. Tenemos además como factor el contexto en que el conocimiento se produce; la historia que todos aceptamos como universal está contada desde múltiples sesgos que se relacionan con el contexto sociocultural desde el cual dicha historia es analizada y presentada. Nada escapa a la subjetividad humana y la figura de las mujeres como sujeto histórico es un buen ejemplo de ello. El libro The Invisible Sex: Uncovering the True Roles of Women in Prehistory, J.M Adovasio et al, se acercan al tema de la mujer desde una perspectiva que revaloriza y reivindica su
participación tanto social como en el arte, partiendo de la problemática siguiente:
Cuando te das cuenta que, hasta recientemente, el campo llamado arqueología (junto con la geología, paleontología y todas las demás especialidades involucradas
en
nuestra
historia)
han
sido
practicadas casi exclusivamente por hombres, no será ninguna sorpresa que la historia de la historia que han contado ha estado ampliamente libre de mujeres (2009, pp. 13-14). Ejemplificar y evidenciar lo anterior es posible al examinar dos facetas de los grupos humanos en la Prehistoria (gracias al surgimiento de estudios y descubrimientos sobre las mujeres en dicho período): la caza y, por supuesto, el arte, ambos ligados como se describe a continuación. Asimismo, esto permite replantearnos la manera en que concebimos a la mujer en aquellas sociedades primigenias. La caza era un aspecto fundamental y de supervivencia para los humanos prehistóricos, sin embargo, la concepción colectiva que tenemos de esta actividad difícilmente incluirá a las
mujeres; tal como lo menciona la obra de J.M. Adovasio, En escenas de caza (...) hay una
sensación inexistente de la presencia de las mujeres, excepto como consumidoras pasivas” (pág. 15).
En noviembre de 2020, la revista científica Science Advances publicó un artículo llamado “Female hunters of the early Americas”, cuyo contenido habla sobre el hallazgo de los
restos de una mujer encontrada en Wilamaya con una edad aproximada de 17 a 19 años (enterrada hace aproximadamente 9000 años con sus herramientas de caza y procesamiento animal), pretende desafiar la idea de que las mujeres no cazaban. El equipo del descubrimiento explicó que “Los objetos que acompañan a las personas en la muerte tienden a ser los que los acompañaron en vida”. Gracias a otro estudio realizado por Tammy Buonasera y Glendon Parker en la Universidad de California en Davis, se pudo confirmar el sexo de los restos por medio de un análisis de proteínas dentales.
Otro de los análisis fue estadístico, subsecuente de entierros arqueológicos en América del Sur (los Andes, Perú); dicho análisis fue dirigido por la Universidad de California en Davis: el artículo demuestra que las mujeres participaban en la caza de grandes presas en un porcentaje aproximado de un tercio del total. Estos resultados contradicen nuestra previa visión histórica de la mujer como sujeto excluido de las actividades de cacería (tradicionalmente atribuidas a los varones) desde el inicio de las sociedades humanas y las posicionan como sujetos activos en roles anteriormente asignados solamente al hombre dentro de las sociedades primigenias. ¿Cómo relacionar la participación de las mujeres prehistóricas en la caza con su participación en el arte? El arte rupestre, surgido en este período, es un tema con el que solemos estar familiarizados, ya sea de manera superficial (usualmente) o detallada. Usualmente, lo comprendemos como de autoría masculina, ya que este está ligado íntimamente a la caza y, si eran los hombres exclusivamente quienes llevaban a cabo las actividades retratadas en las pinturas rupestres (por ejemplo, la conquista de grandes presas), ¿no serían también ellos únicamente los que retrataron sus experiencias en las paredes de las cuevas? Adovasio et al, dicen al respecto:
Durante décadas, el logro artístico fue visto como un mundo de hombres, al igual que la caza: la obtención de carne. La presunción
ha sido que las extraordinarias cuevas como Lascaux y ésta no lejos de la ciudad de Les Eyzies, que algunos toman como la “capital” de la prehistoria europea, eran un mundo de hombres. La implicación fue
(y
todavía
lo
es
en
muchos
relatos
e
ilustraciones) que las mujeres de la época bien podrían nunca haber puesto un pie en tales lugares y, si lo hicieron, ciertamente no participaron activamente en su creación. Sin embargo, no hay
absolutamente ninguna evidencia de que las mujeres y las niñas no fueran participantes (2009, pág. 12). La posibilidad de la participación activa de las mujeres en el arte rupestre se afianza mediante los resultados dados a conocer en 2013 por Dean Snow, de la Universidad del Estado de Pensilvania (Estados Unidos), quien realizó un estudio gracias a la investigación previa del biólogo John Manning (2008) que analiza los sexos por medio del tamaño de las manos y dedos. De acuerdo a sus conclusiones, las mujeres tienen el dedo índice y anular aproximadamente de la misma longitud, mientras que en los hombres el anular es más largo
que el dedo índice. Snow ocupó el estudio de Manning para analizar las huellas de manos plasmadas en ocho cuevas de España y Francia: mediante la medición y comparación de la longitud de los dedos índice y anular, Snow determinó que tres cuartas partes de las huellas de manos pertenecieron a mujeres. Dean recibió mucho apoyo por parte del Comité para la Investigación y la Exploración de National Geographic Society, quienes argumentaron que muchas de las suposiciones sobre muchos autores han sido injustificadas. Gracias a los descubrimientos enunciados anteriormente que permiten vislumbrar tanto la
participación de la mujer en la caza, como en el arte rupestre, podemos reubicar en nuestros imaginarios a las mujeres de la prehistoria. Se trataba de miembros de una sociedad primigenia que estaban involucradas en diversas esferas de la vida cotidiana, incluso en aquellas tan notorias como la artística. La invisibilización de esto no se encuentra anclada en el período prehistórico mismo, sino en épocas posteriores, causada por factores de contexto
tanto
académico
(dificultad
para
obtener
información
del
período),
sociocultural (sesgos y prejuicios). Adovasio et al, lo resumen así:
Ahora podemos vislumbrar, mirando hacia atrás durante miles e incluso millones de
años, que las mujeres no fueron de ninguna manera invisibles. Simplemente, nosotros hemos estado ciegos durante mucho tiempo. Otra percepción indiscutible
como
que ahora hemos aprendido es que las mujeres han sido tan importantes como los hombres, si no mucho más, como motores de nuestro surgimiento como especie y de
nuestro éxito en colonizar y vivir en este planeta (2009, pág. 278)
Conclusión
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Para concebir a la mujer en el arte, es fundamental hacerlo desde sus inicios: hay que cuestionar lo que aprendemos en las aulas y fuera de las mismas, indagar más allá de lo que se nos presenta. La Prehistoria es un buen punto de partida. Ya hemos visto a lo largo de este documento que la participación de las mujeres en el ámbito artístico está demostrada y, sin embargo, habría que reflexionar sobre por qué este hecho no forma parte del conocimiento popular todavía. Desafortunadamente, la invisibilización de esta información contribuye a la de las mujeres como artistas e incluso como parte fundamental de los orígenes socioculturales de la humanidad. Como se expuso previamente, no es que no hubiera mujeres artistas prehistóricas, es que desconocemos su existencia; esta laguna contribuye a nuestra manera de pensar y representar el mundo tanto en lo académico como en lo cotidiano. Las consecuencias de esto dan pie a un círculo vicioso: nuestras concepciones del papel histórico de la mujer son distorsionadas y nos impiden reconocer sus aportes, lo cual al mismo tiempo afecta el concepto que algunas personas podrían tener sobre la mujer actual y su impacto en el mundo. Es decir, es posible caer en una mentira peligrosa: la mujer, incluso desde la Prehistoria, no se le da el reconocimiento en el ámbito artístico, su representación es nula o mínima. Existen pruebas que deberían permitirnos empezar a romper el ciclo, repensar las estructuras bajo las cuales concebimos tanto el pasado como el presente y darles una forma que vaya más allá de lo que, falsamente, asumimos son la norma y funcionamiento predeterminados de la sociedad.
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Créditos
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Idea y Proyecto Tanit Guadalupe Serrano Arias Investigación
Tanit Guadalupe Serrano Arias Dulce Ixchel Pájaro Munive Brenda Cano Aburto Redacción Dulce Ixchel Pájaro Munive Brenda Cano Aburto
Revisión
Tanit Guadalupe Serrano Arias Edición Dulce Ixchel Pájaro Munive Brenda D. Cano Aburto Ilustraciones Sketches y Color Frida Obregón Ponce Lineart Sergio Núñez Martínez Diseño Editorial Frida Obregón Ponce Programa de Servicio Social "Acervo Documental y Registro de Memoria" ARPA-BUAP Diciembre 2021