25 a単os de Teatro en el Aula
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© 2012, Intendencia de Montevideo
Gestión editorial: Joaquina Guidobono, Antonio Salgueiro En el marco de la práctica de la Licenciatura en Gestión Cultural-FC-CLAEH.
Edición de textos: María Eugenia Martínez
Corrección: Maqui Dutto
Diseño y armado: manosanta desarrollo editorial www.manosanta.com.uy
Impreso en Uruguay ISBN: 978–9974–8371–0–2 Depósito legal: 359–028 – 2012
Esta primera edición se terminó de imprimir bajo el cuidado de Manuel Carballa, en la ciudad de Montevideo, en el mes de diciembre de 2012.
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25 a帽os de Teatro en el Aula Entre la emoci贸n y el pizarr贸n
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Intendenta de Montevideo Ana Olivera Secretario General Ricardo Pratto Director del Departamento de Cultura H茅ctor Guido Director de la Divisi贸n Promoci贸n Cultural Gonzalo Halty Direcci贸n del Programa Teatro en el Aula Ariel Caldarelli, Bettina Mondino Equipo administrativo del Programa Teatro en el Aula Ruben Casanova, Fernando Galdino
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CONTENIDO
Prólogos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Teatro en el Aula cumple 25 años Ana Olivera, intendenta de Montevideo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 El teatro en el aula existe Mario Delgado Aparaín. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Capítulo I Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 ¿Qué pasa cuando todo es al revés? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 ¿Por dónde empezar? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 En dos meses, 120 funciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 El programa en números . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 ¿Qué obras? ¿Qué autores?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Capítulo II Un poco de historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 El proceso en primaria: 1986-1998 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 Teatro volante, 1990 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 La experiencia en sala, 1998-2002 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 Hamlet
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
Basta de verso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 Cuando se juntan teatro y aula . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 Un paso más. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
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Lo que no se ensaya: el foro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 Espacio de intercambio (una modalidad complementaria) . . . . . . . . . . . . . . 65 Capítulo III El después, en cada uno… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 Los talleres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 Un antes y un después de Teatro en el Aula. Los actores y su experiencia . . . . . . 80 Tiene la palabra… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 ¿Y qué dicen los profesores? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 Capítulo IV Experiencias que nos alientan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 El trabajo con docentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Talleres en la Cátedra Alicia Goyena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Jornadas donde ponemos a prueba las conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Dinámicas teatrales como herramienta de debate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Campamento de Salinas, 2 y 3 de diciembre de 2010. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Otros alientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 Capítulo V El futuro: viejos sueños, posibles realidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Proyectar el Programa y tener alcance nacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Sistematizar la lectura de los emergentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Incluir directores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 Poner nuestra sede a disposición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
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TEATRO EN EL AULA CUMPLE 25 AÑOS Ana Olivera, intendenta de Montevideo
Haciendo de lo artístico un disparador de ejercicios emocionales e intelectuales, hablando en primera persona de sus intereses y sus necesidades, conjugando la razón y la emoción frente al pizarrón, casi 900.000 jóvenes y adolescentes han protagonizado su desarrollo, durante todos estos años, convirtiendo los salones de clase en mágicos escenarios de debates, encuentros e intercambios, madurando así su capacidad de expresión y su juicio crítico, y haciendo escuela de ciudadanía. En coordinación con el Consejo de Educación Secundaria, con esta propuesta hemos recorrido todos los barrios de Montevideo, contando siempre con el compromiso de un plantel de actores y técnicos de gran solvencia, que ha sabido responder a la exigencia artística y humana que una tarea tan delicada como esta requiere. Me siento orgullosa por haber sido, de alguna manera, parte del fructífero camino recorrido. Me pone más contenta aún poder comprometer la continuidad del proyecto hacia el futuro. Porque la ciudad es muchas cosas y, entre ellas, eso que deja vibrando en el aire la tarea de Teatro en el Aula: la certeza de que una ciudad mucho mejor es posible —aun mucho mejor que esta tan bonita que tenemos—, una ciudad mucho más justa, mucho más solidaria, mucho más inteligente, mucho más creativa y mucho más democrática, y que construirla está en nuestras manos.
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EL TEATRO EN EL AULA EXISTE Mario Delgado Aparaín
Cuando caí en la cuenta de que el Programa Teatro en el Aula, creado en 1986 por el Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, estaba a punto de cumplir 25 años de existencia, no pude menos que emocionarme. Sobre todo porque me siento de algún modo partícipe y testigo de su historia, de los avatares que debió sufrir ese equipo entrañable, dirigido por Ariel Caldarelli y Bettina Mondino, a la hora de sobrevivir en una sociedad donde los proyectos artísticos y culturales están continuamente expuestos a los fi nales imprevistos y a las muertes súbitas. Pero, también, por fortuna, no puedo evitar sentirme testigo de primera fi la, tanto de sus logros memorables como de la probada necesidad e importancia de su existencia. Me atrevo a asegurar, sin temor a equivocarme, que en todo el continente no son muchos los programas educativos que pueden vanagloriarse de completar un cuarto de siglo cumpliendo con el objetivo planteado desde su origen, de procurar la construcción de la capacidad de apreciación estética y del espíritu crítico y creativo en la población juvenil de los centros educativos, a través de una aproximación profunda, fresca, lúdica, programada y sistemática al arte dramático. Pensar que millares de jóvenes tomaron contacto por primera vez con las mil y una formas de expresión del arte dramático a través de este programa conmueve e impresiona. Conmueve porque estoy convencido de que una de las patologías más dolorosas de la juventud contemporánea es la crisis de autoestima. Ese fenómeno cruel y deficiente de la
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relación humana que hace que un muchacho se quiera poco y nada a sí mismo, por suponer que en su mundo interior hay poco y nada digno de ser querido y valorado como para estimar la vida. Sin embargo, tener la fortuna imprevista de encontrarse con un grupo de artistas y docentes que de pronto abre una ventana amplia y fresca a la capacidad ilimitada de imaginar un mundo, de emocionarse y sentirse aunque sea por unas horas absolutamente en libertad… lograr eso no es otra cosa que una verdadera proeza. Tal vez sea una ingenuidad afirmar que esa necesidad de sentirse libre sea la más imperecedera de las necesidades y que durará tanto como lo que haya de durar el hombre, y esa y no otra es la causa de la eternidad del teatro. A lo largo de estas últimas décadas he tenido numerosas oportunidades de comentar lo que ha hecho y lo que ha logrado Teatro en el Aula, una vez que el equipo de docentes y actores deja caer el costoso telón de terciopelo imaginario y se baja cantando bajito de escenarios tan dispares e inverosímiles como un salón de clase, un galpón comunal o el patio de un asilo de adolescentes, sin otra escenografía que la que puede proporcionar un cajón de frutas, una mesa de patas rebeldes, cuatro sillas viejas y la mágica iluminación ambiental de las palabras. Porque es algo de ese estilo lo que suelen encontrarse los muchachos, aquellos que por primera vez tienen una noción frontal e integradora de los valores morales, artísticos y sociales que solo el teatro permite vislumbrar en todas sus dimensiones. ¿O acaso alguien duda de que el valor moral y social del teatro permite a los seres humanos más doloridos volver a encontrar esa parte de libertad que se suele sacrificar desde las edades más tempranas a las exigencias de la vida colectiva, a la lucha cotidiana por el sustento y a la superación de la pobreza en todas sus manifestaciones? Pocas experiencias pueden resultar tan revulsivas como la que vive un joven o una joven a la hora de descubrir que puede, y por qué no, compartir y participar del mundo de un genio. Descubrir el valor de la imaginación y el valor de la capacidad de imaginar no es otra cosa que poner en funcionamiento los mecanismos de la inteligencia y la afectividad para amar la vida, empezando por la propia y siguiendo por la del prójimo.
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¿Quién puede negar entonces que el arte dramático ha ocupado un lugar incomparable en la historia de la humanidad? ¿Que los grandes genios del teatro son tan célebres como los más grandes poetas y que la mayoría de los habitantes del planeta deben al teatro sus más intensas emociones artísticas? No hay un solo espectador, un solo estudiante que haya participado de Teatro en el Aula que no haya quedado agradecido al director, al elenco, a Eurípides, a Cervantes, a Molière, a Pirandello, a Florencio Sánchez o a Ionesco, por haberlo ayudado a conocerse y a valorarse un poco más a sí mismo. En síntesis, bajo ningún concepto podemos renunciar a seguir asegurando a las generaciones del porvenir la transmisión de semejante legado universal. Precisamente, a fi nes de febrero de 1993, en el Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, se nos ocurrió la feliz idea de homenajear a Ionesco invitándolo a él y a la Comedia Francesa a participar de la puesta en escena de Rinocerontes, aquel alegato tremendo contra la patética uniformidad de una sociedad aburguesada, aquel acto de resistencia a la sumisión del ciudadano a cualquier tipo de poder totalitario. Si bien participaron actores franceses en aquella puesta en escena que se realizó en la Sala Verdi con la dirección de Nelly Goitiño, Ionesco tuvo la deferencia de escribirme una carta comunicando su imposibilidad de venir debido a la severa artrosis que le impedía trasladarse. Para mi asombro, a los pocos días, su secretaria personal quiso asegurarse de que había recibido la carta y en buen español mantuvimos un diálogo telefónico asombroso, en el que lo sustancial fue más o menos así: «Monsieur, el maestro le envía su saludo fraterno y dice que si tuviese una silla de ruedas voladora saldría ya mismo para Montevideo». Entre risas compartidas, le dije que sería maravilloso verlo llegar de esa manera. A continuación, la señora me comunicó que el maestro estaba realmente emocionado de que se lo recordara en Montevideo y que le constaba que en Uruguay no solo teníamos un gran público aficionado al teatro, sino que sabía que teníamos una «educación para el teatro». Entonces, entre otros temas hablamos de la emad, de Margarita Xirgu y del Programa Teatro en el Aula… «Ténganos al tanto de
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cómo fue todo, por favor. ¡Ah! El maestro les ruega que no dejen morir el teatro», dijo la señora al momento de despedirse. Hoy, a casi veinte años de aquella conversación, pienso que si alguna vez, por esos azares de la magia, me encontrara en algún sitio con Ionesco, le diría: «Don Eugène, en nuestro país aún se lucha por la sobrevivencia del teatro y, además, Teatro en el Aula todavía existe».
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CAPÍTULO I
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CAPÍTULO 1 INTRODUCCIÓN
«La civilización democrática se salvará únicamente si se hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión y no una invitación a la hipnosis». Umberto Eco1
El lenguaje visual es materia teatral por excelencia. Y entendemos el teatro como una herramienta formidable para combatir la hipnosis y como una invitación inmejorable para ejercitar el juicio crítico. Lejos de visualizar al estudiante como un depositario de material culturoso o un futuro espectador a ser adiestrado en comportamientos adecuados, Teatro en el Aula interpela a los jóvenes desde el espíritu de la provocación. Grandes temas en palabras de grandes autores de la literatura universal y nacional; palabras que confluyen en la multiplicidad de lenguajes que conjuga el arte escénico con el fin de provocar emoción, reflexión, opinión. Es el teatro como lugar de reunión, donde el yo y el nosotros están en juego en cada pulso de la historia contada por los actores y de la historia resonada por los espectadores. Es el teatro como oportunidad de recuperar lo presencial como único, y como motivador de intercambio. Es el teatro
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Umberto Eco, Apocalípticos e integrados, Barcelona, Lumen, 1965.
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como espacio de comunidad activa, que introspecta y discute, que se conmueve y cuestiona. Como sostiene Roberto Vega,2 el teatro ayuda a la formación de sujetos colectivos que, a través de sus instancias de participación (en grupos, comunidades, organizaciones) se movilicen, busquen alternativas de solución a sus problemas y transformen el entorno sociocultural al que pertenecen. Al entender el teatro como un instrumento o herramienta, creo que debe estar al servicio y en profunda vinculación con todos aquellos que trabajan en el campo de la educación popular. Recibido por estudiantes y docentes, el Programa Teatro en el Aula comparte con las autoridades y los profesores el privilegio de renovar año a año el encuentro con los más jóvenes, así como de conocer de primera mano sus interrogantes, intereses, ilusiones y puntos de vista. Porque, antes y después del aplauso, es una invitación a sentir, pensar, compartir y escuchar.
¿Qué pasa cuando todo es al revés? No hay escenario ni luces ni escenografía. El público no viene al teatro a ver a los actores. No hay platea apagada y silenciosa. El espacio escénico cambia todos los días, se conversa con los espectadores, hay tres funciones en un mismo día, se trabaja de lunes a viernes. Hay actores en movimiento, yendo al encuentro de un público que nada sabe de protocolos ni de formalismos; un público que no está interesado a priori y que responderá espontáneamente ante un grupo de gente que se disfraza frente al pizarrón y ocupa un rato de sus vidas. Son actores que son escenógrafos, sonidistas, vestuaristas, músicos… Todo está en la actuación, todo está en la comunicación.
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Roberto Vega, El teatro en la comunidad: instrumento de descolonización cultural. De la acción a la reflexión, Buenos Aires, Ediciones Paulinas, 1986.
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CAPÍTULO I INTRODUCCIÓN
Se trata de poder convocar la imaginación a plena luz del día y de, en un rato, ser capaces de abrir las puertas a los mundos de Molière, Pirandello, Shakespeare, Brecht, Lope de Vega, Williams, Ionesco, Sánchez…
EL ESPECTÁCULO DE LA IMAGINACIÓN Lucio Hernández, actor, docente, director
Peter Brook dice que, si hay un espacio vacío, entra un actor y espera. Alcanza con que unos segundos más tarde entre un segundo actor que le pregunte al primero: «¿Pasó el tren?» para que ya estemos en una1estación.* Exactamente esto sucedía en las funciones de Teatro en el Aula. Recuerdo especialmente las de Mano santa (Florencio Sánchez), donde los alumnos decían ver el conventillo, los niños corriendo y hasta enredaderas. Esta experiencia fue para mí la confi rmación de la teoría de Brook. Y es, sin duda, uno de los principales secretos del oficio teatral. El verdadero espectáculo se desarrolla en la imaginación del espectador. Es allí donde se libra la batalla más importante. Esa enseñanza me acompaña siempre como actor y estuvo muy presente en mi primer montaje como director.
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Peter Brook nació en Londres en 1925. Reconocido director de teatro, películas y ópera.
Al comienzo las funciones en salones de clase diminutos, o en gimnasios, o en patios, me desconcentraban. Después lo fui disfrutando cada vez más. Es una gimnasia actoral más que interesante. En definitiva, el teatro es el arte del presente y para vivir ese presente no hay preparación posible. Ese era el desafío. […] El teatro no va a cambiar el mundo. Ningún espectáculo en el mundo derrocó a un dictador o le hizo ganar una elección a un líder humanista. Pero todos alguna vez nos conmovimos en el teatro, porque algo nos tocó, porque algo rozó nuestra historia. Mi propia historia cambió cuando una profesora de Literatura me arrastró al teatro. Yo tenía 21 años y nunca había ido. No sabía que existía esa posibilidad. Después de saberlo, la quise para mí. Cuando alguno de los alumnos en la charla nos preguntaba cómo se hace para ser actor, yo me sonreía internamente. Porque si hacer lo que nos apasiona nos da felicidad, compartir esa felicidad formaba parte de mi política personal. ■
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¿Por dónde empezar? La génesis de la propuesta está ahí: los gurises y su mundo, las clases, los timbres, los recreos, la cantina. Es a partir de ellos que se elabora la propuesta artística y estética. Y no de solo eso. También de recibir los comentarios y opiniones después de la representación, siempre desde la apertura, conectando con lo que el público efectivamente recibe, no con lo que los artistas creemos plasmar.
Franklin Rodríguez, actor, director, docente
—¿Qué significó para tu carrera haber transitado por Teatro en el Aula? —Un contacto directo con los jóvenes, que son el futuro espectador de teatro, el acercamiento de textos en medio de la nada, sin luces, sin mentiras… El actor y la gente. —Como actor, ¿cuáles fueron los desafíos que te planteó el Programa? —Adaptarme al escenario, siempre diferente, desestructurado, instantáneo. […] Conjugar el placer de ver teatro en vivo con propuestas directas, que atraparan. —¿Cuáles son los temas que, según lo que has observado, motivan más a los estudiantes adolescentes? —La verdad del conflicto. —¿Qué cambios fuiste notando en el alumno? —Avidez por vernos, las ganas y la recepción con que esperaban una nueva propuesta. —¿Hay alguna anécdota que recuerdes de tu participación en el Programa y que quieras compartir? —Una chica en una obra de Lorca que, emocionada por Mariana Pineda, lloraba y decía por lo bajo: «Pobrecita, pobrecita». ■
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CAPÍTULO I INTRODUCCIÓN
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Este viaje es de ida y vuelta. Los aplausos solo son el comienzo de otra instancia del encuentro: el foro, una charla con los espectadores. No vamos a dar clase de teatro ni de cómo debe comportarse un espectador. Más bien, nuestro trabajo apunta a generar la atención que el hecho teatral requiere y a despertar el interés del público valiéndonos de nuestras herramientas: el actor y sus recursos. Y a la hora de escuchar, buscamos ser nosotros los atentos y primeros interesados en saber lo que nuestro trabajo motivó.
En dos meses, 120 funciones Tres funciones por día, trasladándose de liceo; espacios enormes y espacios diminutos; funciones para tercer año, funciones para sexto; liceos céntricos, liceos de la periferia… Muchas veces la camioneta que traslada al elenco nos hace acordar al carromato que imaginamos con los cómicos de la legua, yendo por los pueblos con su teatro a cuestas. Cada función es un reto. Es distinto todo: el público, el lugar para representar, la hora… Todas grandes oportunidades para que el actor pase lista de sus herramientas expresivas e incremente sus posibilidades.
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El programa en números Educación secundaria, desde 1986 • • • • • • • • •
870.000 son los adolescentes a los que ha llegado el Programa 30.000 son los docentes que han participado 200 son los actores que han sido convocados 50 es el total de talleristas, animadores y técnicos con los que hemos trabajado en talleres 87 han sido los títulos puestos en escena 5 han sido los años con presencia de obras en sala 130 es la cantidad de grupos de teatro que se han formado en nuestros talleres de iniciación 410 funciones son las que actualmente se realizan a lo largo del año en las aulas 100 son las instituciones educativas a las que actualmente llegamos cada año (liceos públicos, privados, utu, Aulas Comunitarias, Centros de Jóvenes y Adultos, Aulas Pedagógicas, diversas ONG y centros carcelarios).
En nuestro pasaje por primaria (1986 y1998) • • • • •
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27.000 alumnos por año 180 escuelas por año 180 docentes de primaria por año 30 titiriteros y talleristas 180 historias creadas y representadas por niños cada año.
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CAPÍTULO I INTRODUCCIÓN
¡LARGA VIDA! Sara López, cofundadora del Programa
Les corresponderá a otras personas describir (mejor que yo) con precisión el desarrollo del proceso de este programa que ha llegado no solo a subsistir, también a crecer y consolidarse durante 25 años. Quiero enfocar mis comentarios desde otro ángulo. Pretendo abordar el tema desde la perspectiva de su incidencia en la formación integral del individuo, a través de una orientación que agregue valores de calidad humanista. En 1985 el Uruguay volvía a transitar los caminos de la democracia, luego de los largos y oscuros años de la dictadura que sufriera. Es así que las primeras elecciones que el pueblo uruguayo llegó a celebrar dieron como ganador para ocupar la Presidencia de la República al doctor Julio María Sanguinetti, y como intendente de la ciudad de Montevideo al doctor Aquiles Lanza. Lamentablemente este último, «batllista de mente abierta», falleció al año y poco de haber asumido el gobierno de la capital del país. Pero, aun en el poco tiempo que ejerció como intendente municipal, habilitó la creación del Departamento de Cultura de la Intendencia Municipal de Montevideo, jerarquizando de esa manera las acciones en esa área de la actividad artística y cultural. Eso colaboró, a nuestro entender, a avivar el fuego de aquella llamita que, fundamentalmente el teatro, el llamado canto popular y el carnaval habían mantenido encendida. No sin esfuerzos y con la ayuda mágica de la metáfora y los códigos de palabras polisémicas que habilitaban distintos significados y que eran los que el pueblo ansiaba oír. Así también sucedía con las representaciones teatrales a través, sobre todo, de los clásicos, donde
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se ponía de manifiesto la naturaleza determinada del hombre en cuanto a sus ansias de poder, el odio hacia el otro, la brutalidad y, por otro lado, el amor y el ansia de libertad. Decíamos que Lanza dio el puntapié inicial al aprobar la creación del Departamento de Cultura y poner al frente de este emprendimiento a dos personas que efectivamente sustentaban una profunda sensibilidad y conocimiento de la gestión cultural. Ellos eran Alejandro Bluth y Thomas Lowy. Este último permaneció todo el período al frente de ese sector. En el caso de Bluth, renunció por serias desavenencias con el «recordado» Jorge Elizalde, quien suplantó a Lanza. Podemos afirmar con total seguridad la inexistencia de similitud alguna entre el intendente que lo suplantó y el titular desaparecido, sobre todo en la temática que estamos tratando. La dirección ejercida por Lowy demostraba explícitamente su rechazo a toda discriminación sobre política partidaria, ya que los colaboradores más cercanos que seleccionó eran en su mayoría reconocidos militantes y simpatizantes de sectores y partidos de izquierda. En esos tiempos existía en Montevideo un grupo de jóvenes artistas —muchos de ellos egresados de la Escuela Municipal de Arte Dramático— que hacían teatro callejero. Ese grupo se identificaba como el Teatro Sin Cueva y sus referentes más notorios eran Bettina Mondino y Ariel Caldarelli. Fue a ellos a quienes Bluth y Lowy convocaron, con el propósito de que trasladaran, si era posible, esa experiencia a las aulas de enseñanza primaria y secundaria. Pergeñaban así el proyecto Teatro en el Aula, que tenía
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como sustento fundamental, a través de la actividad teatral, contribuir a desarrollar en los niños y adolescentes las habilidades del pensamiento artístico y también crítico, la sensibilidad, la percepción y la creatividad. Esto se pensaba lograr a través del conocimiento de los diferentes procesos de creación de un montaje escénico, de la necesidad del ser humano por interpretar la realidad a través de historias y personajes diversos, a lo que se sumaba la capacidad de transformar un espacio vacío o un salón de clase en un paisaje ficticio.
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Los alumnos, tanto niños como adolescentes, dan rienda suelta a la imaginación y se adentran en la magia de la creación dramática. Así, a través del juego escénico, se ofrece al joven un espacio donde exponer. El foro que se realiza luego de la representación resulta la herramienta facilitadora para la exposición de ideas y sentimientos que no acostumbra a expresar muy fácil ni frecuentemente. También este proyecto que se convirtió en programa permite que el alumno valore las distintas expresiones artísticas que descubre en su contexto social.
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CAPÍTULO I INTRODUCCIÓN
Sin lugar a dudas no hubo error en la elección de la herramienta, ya que el teatro es un motor de la imaginación y del trabajo colectivo, y el alumno, así como el público, se convierte en cómplice de la función. Esto lleva a construir un montaje teatral que desafía a la realidad y que permite caminar hacia ese maravilloso universo paralelo que es el teatro. Esa constatación se pudo ver en otro programa que «parió» el Teatro en el Aula y que fue Teatro Joven, que integra en la actualidad una amplia cantidad de grupos. Recuerdo a aquellos alumnos del Liceo n.º 10 de Malvín, que ya en el período en que Tabaré Vázquez era intendente vinieron a solicitar —junto al querido y recordado Luis Cerminara, que se desempeñaba como asesor en el área teatral— nuestro apoyo para llevar a el escenario de un teatro su creación joven, y era teatro joven de verdad, hecho por jóvenes, actuado y dirigido por jóvenes y con temáticas propias de su experiencia de vida o de sus sueños. Y después… vino el contagio: Murga Joven y por ende, necesariamente, talleres de música y percusión. Todos son hoy realidades reconocidas y respetadas. Nacieron del vientre de la experiencia de Teatro en el Aula. Claro que hubo y persisten inconvenientes, distintas lógicas, diferentes intereses, pero lo importante es que con la colaboración del Consejo de Enseñanza Secundaria y de diferentes organizaciones sociales, el programa siguió creciendo y dando frutos. El fundamental: acercar al joven al conocimiento nacional, regional y universal a través de las prácticas culturales. […] Escribía Luisa Luisi: «El arte es una forma de conocimiento tan precioso para el hombre como el mundo de la filosofía o de la ciencia. Desde luego, solo cuando reconocemos claramente que el arte es una forma de
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conocimiento paralela a otras, pero distinta de ellas, por medio de las cuales el hombre llega a comprender su ambiente, solo entonces podemos empezar a apreciar su importancia en la historia de la humanidad».* Resulta muy bueno y reconfortante saber que Teatro en el Aula sigue resistiendo y luchando para que, realmente, cuando se habla de un sistema educativo con función integral, se interprete como un método que no solamente trabaje con los contenidos tradicionales y utilitarios, sino que agregue el trabajo en la formación social, la adquisición de valores emocionales y afectivos de los niños y los adolescentes. Pienso, modestamente, que puede ser más efectivo este método para que en determinados contextos se pueda superar la delincuencia juvenil que optar por la rebaja de la edad de imputabilidad. ¡Larga vida a Teatro en el Aula! ■
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Luisa Luisi Janicki nació en Paysandú en 1883. Fue poetisa, pedagoga y crítica literaria del modernismo.
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¿Qué obras? ¿Qué autores? La selección de títulos se hace considerando los autores comprendidos en los programas curriculares de la asignatura Literatura (de tercero a sexto) de Educación Secundaria. Hay pocos ejemplos de autores de textos dramáticos breves (Pirandello, Tennessee Williams, Chéjov, Ionesco, Cervantes, Lope de Rueda, Florencio Sánchez), y la gran mayoría provee de obras muy extensas, desde Lope de Vega hasta Arthur Miller. La propuesta de Teatro en el Aula toma 25 minutos del módulo de clase (que es de 45 minutos) para la presentación del espectáculo en el salón. El resto del tiempo se destina al foro. Desde el primer momento se desechó la opción de presentar escenas aisladas e inconexas de una obra o autor. Consecuentemente, el trabajo se centró en versionar cada obra seleccionada para ser propuesta a la Inspección de Literatura. El criterio de versionado fue y sigue siendo que la historia central sea contada en el tiempo preestablecido, apelando a extractar los nudos esenciales de la anécdota y contemplando asimismo la estructura principal de la obra. Es así que contamos con una pequeña biblioteca de versiones de grandes clásicos como: • • • • • • •
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La dama boba, de Lope de Vega La gringa, Los muertos, Los derechos de la salud y En familia, de Florencio Sánchez Ópera de dos centavos, de Bertolt Brecht Mucho ruido y pocas nueces, de William Shakespeare La cantante calva, de Eugène Ionesco El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina Mariana Pineda, de Federico García Lorca
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CAPÍTULO I INTRODUCCIÓN
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A medida que nuevos autores se han incorporado a los programas de Literatura, han sido incluidos en la propuesta de Teatro en el Aula: • • • • • •
Tres tristes tangos y El poder nuestro de cada día, de Alberto Paredes Combate en el establo, de Mauricio Rosencof Médico a palos y Tartufo, de Molière Stefano y El organito, de Armando Discépolo Gris de ausencia, de Roberto Cossa Paternoster, de Jacobo Langsner
ANTE TODO, COMUNICACIÓN Lucía Sommer, actriz, docente, directora
Teatro en el Aula es para mí el maestro o maestra, es decir, el lugar donde me he formado como actriz, como persona de teatro, como ciudadana. Por un lado, todas las herramientas que poseo como actriz, como docente y como directora que está dando sus primeros pasos las aprendí del trabajo profundo y constante de Ariel y Bettina. Por otra parte, como persona de teatro (reúno en estas palabras todas mis actividades), descubrí y aprendí que el teatro es una herramienta poderosa para generar reflexión, para dialogar con el público sobre temas que nos tocan hoy, para generar pensamiento crítico. Como ciudadana estuve en contacto permanente y estrecho con los gurises, con sus problemáticas. Eso me enseñó a plantearme constantemente que lo que hago no es para mi autosatisfacción, que el teatro es ante todo comunicación y que debo conocer al otro para dialogar con él, no puedo ignorarlo. El desafío principal es no olvidar nunca que los chiquilines son los protagonistas. La actividad existe por ellos y para ellos. ■
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¿QUÉ OBRAS PRESENTAMOS ESTE AÑO? La marquesa del desinfectante, de Tennessee Williams. En una pensión de mala muerte se produce el encuentro de tres seres necesitados. La encargada de la pensión necesita cobrar, la inquilina no puede pagar, otro inquilino se interpone. Se contrastan tres maneras muy diferentes de digerir la realidad, de sobrellevar la vida en las condiciones en que a cada uno le toca vivir. ¿Defender la fantasía? ¿Sí? ¿No?
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El certificado, de Luigi Pirandello. ¿Qué facciones nos tocaron en suerte para representar nuestro papel en la vida? A lo mejor… ¿una nariz fea? ¡Qué pena tener que pasear nuestra fea nariz a lo largo de la vida! Menos mal que, con el tiempo, ya no nos daremos cuenta de esa fealdad. Pero de ella se dan cuenta los demás, incluso cuando nosotros ya llegamos a creer que nuestra nariz es hermosa. Y entonces no nos explicamos por qué los demás se ríen de nosotros. ¡Es que hay gente tan estúpida! Consolémonos, pues, mirando las orejas de aquel, los labios de este otro. Ni aquel ni este advierten sus defectos, y hasta tienen la osadía de reírse al mirarnos. Máscaras, máscaras… Cada cual se recompone la máscara como puede… La máscara exterior, se entiende.
La prostituta respetuosa, de JeanPaul Sartre. ¿Lo más hermoso del ser humano? Su libertad para decidir. Todos decidimos constantemente, somos libres. Sartre nos dice que tenemos libertad para hacer lo que deseemos, menos para dejar de ser libres. Al decidir estamos solos. No podemos culpar a nadie de nuestra decisión. No podemos decir que nos forzaron. La decisión se da en la más absoluta soledad y por eso puede provocar angustia. Por eso pesa tanto la libertad. Pero, lo aceptemos o no, somos libres. Estamos condenados a ser libres.
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CAPÍTULO II
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CAPÍTULO II UN POCO DE HISTORIA
Se creó a partir de la iniciativa de la Dirección de Cultura de la Intendencia Municipal de Montevideo. En 1986 Thomas Lowy, siendo director de Cultura, vio a un grupo de jóvenes haciendo teatro en el callejón de Tristán Narvaja y pensó que tal vez los grandes títulos de la literatura universal podrían ser tratados con ese mismo despojo estético, responsabilidad ética y seriedad artística. Así nació Teatro en el Aula, tomando forma de proyecto piloto. Se iniciaron las gestiones con el Consejo de Educación Primaria y el Consejo de Educación Secundaria. Como resultado, se llevó a cabo la experiencia en cuatro liceos de la capital. En 1987 se constituyó en programa, con una propuesta de agenda anual, para lo cual se dispuso la contratación de actores profesionales con experiencia, interesados en un trabajo que los convocaba a una experiencia bien diferente, así como de artistas vinculados con el público infantil. En su propuesta inicial, para liceales, la actividad ofrecía tres títulos a lo largo del año. El primero estaba concebido para un público que quizás no hubiera visto nunca una representación teatral, por lo que el ingrediente humorístico estaba siempre presente y todo se jugaba a capturar la atención y conquistar a la platea. Así nos aseguramos el éxito del primer contacto con la ayuda de Lope de Vega (La dama boba), Florencio (Mano santa), Chéjov (El oso), Shakespeare (sus cómicos de Sueño de una noche de verano).
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El segundo título no apelaba necesariamente a la risa, pero los contenidos debían ser de interés inmediato: la traición y el engaño (El burlador de Sevilla), el absurdo juego de la comunicación sin propósito (La cantante calva), la mezcla de las etnias que formaron nuestra nación, a través del amor, dejando de lado la discriminación (La gringa). El último proponía otro nivel de exigencia, ya que el entretenimiento se sustentaba en otros aspectos, como el perfil psicológico de los personajes, la estructura de la trama, el tema, las situaciones límite, las encrucijadas en la vida de los personajes, etcétera. Y así fue que nos aventuramos a transitar los hermosos laberintos del terror, la miseria, los muertos en vida, los prisioneros y condenados a muerte por amor a una causa o a la vida (Terrores y miserias del Tercer Reich, Los muertos, El combate del establo, Mariana Pineda). Esto habilitaba un recorrido por diferentes autores, épocas y estilos. Acompañando los cambios en las nuevas generaciones, esta propuesta cíclica fue cediendo paso a la propuesta actual, en la que se hacen tres obras a lo largo del año. La primera atiende a los turnos nocturnos; las otras dos, a los turnos matutino y vespertino. Ya no fue necesario elaborar una propuesta en tres etapas. En estos tiempos, aquellos estudiantes que suspiraban un ufa, seguros de que no iban a encontrar interés alguno en la experiencia que se les proponía, hoy han cedido sus bancos a espectadores ávidos de pasar un buen momento, entre la emoción y la reflexión.
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CAPÍTULO II UN POCO DE HISTORIA
UN PROYECTO CONTINUADO, CRECIDO Y ENSANCHADO Thomas Lowy
El hecho de que Teatro en el Aula naciera como un proyecto cultural, que se convirtiera en un programa vigente desde hace 25 años (cinco gobiernos con signos políticos diferentes, posibilidades y prioridades distintas según el saber y entender de los encargados de turno), debe animar a desentrañar sus razones a quienes se interesan por observar políticas culturales. Es insoslayable puntualizar algún dato básico que hace al contexto en que surgió. Primer año posdictadura: creación del Departamento de Cultura en la Intendencia Municipal de Montevideo; la incipiente vocación por construir políticas culturales desde lo oficial; un movilizado medio artístico anhelante no solo de expresarse con libertad, sino, además, ávido por encontrar nuevas formas de acercarse a los espectadores y construir públicos más amplios. Era forzoso atender al teatro, en particular, dentro del plan de trabajo, en tanto la Intendencia de Montevideo tenía entre sus servicios al Teatro Solís, a la Sala Verdi, al Florencio Sánchez, varios teatros de barrio, a la Comedia Nacional y nada menos que a la emad, que sigue siendo el centro de formación mayor, y lo era más aún entonces. En las deliberaciones iniciales, en que lo cultural se concibió con una saludable amplitud de miras, la cuestión era, entre otras, buscar medios para generar y fidelizar una demanda real y proactiva. Así como el circuito cultural visitaba semanalmente todos los barrios con variados espectáculos a fin de conquistar nuevos públicos, Teatro en el Aula apuntó a los centros de enseñanza. Ya con el foco en ese objetivo, era apreciable en aquel entonces que, si bien la enseñanza había logrado
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que casi todos los miembros de las nuevas generaciones terminaran la escuela y que una cantidad importante concluyera los tres años obligatorios del segundo ciclo, no se había conseguido en igual medida hacer seductoras las horas que los alumnos pasaban en los centros de estudio. No había entusiasmo ni una motivación sostenida. Esto tenía ya en aquel entonces consecuencias directas sobre las tasas de deserción, sobre el rendimiento, sobre el clima de funcionamiento, sobre la disciplina y la relación con los docentes. En lo que nos concernía específicamente era bastante aceptado el fracaso en la formación y sensibilización artística. Desde hacía muchos años los planes y programas habían sido erráticos en este punto; oscilaban entre exponer a los alumnos a las grandes tradiciones artísticas y tímidos intentos de transmitir algunas destrezas (por ejemplo, breves clases de solfeo y dibujo), pasando por algunas experiencias muy puntuales de puesta en contacto con hechos que dan lugar a la expresión de los alumnos. El resultado no era solo que se aprendía poco, sino que en las aulas se generaban muchos prejuicios: la música clásica es aburrida, las artes plásticas son incomprensibles (o, a lo más, solo son interesantes desde el punto de vista de las habilidades técnicas que requieren), la literatura no va más allá de la anécdota, los museos son lugares sin ningún interés, el cine que no apunta al puro entretenimiento no es bueno y el teatro es irremediablemente tedioso.
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Que estos problemas tendieran a ser considerados por separado en muchos sistemas educativos es cuestión no superada, pues tiene que ver con el lugar que la educación y la actividad cultural suelen ocupar en la vida de las sociedades. A través de la educación se busca la estructuración sistemática de conocimientos y la asimilación de las nuevas generaciones a la comunidad. Se presta mucha atención a los valores tradicionales y a la transmisión de lo acumulado. La actividad cultural, en cambio, habla el lenguaje de la innovación y de la expresión. Apunta a caminos que no están previamente trazados y busca flexibilizar lo establecido. Los profesionales de la educación y los protagonistas de la cultura parecerían a priori no tener muchos puntos en común. Sin embargo, sin que se dejara de reconocer la especificidad de cada una de estas actividades, nada indicaba que ambos mundos estuvieran condenados a la incomunicación. Más aun, la idea central de la experiencia se proponía ponerlos en contacto como vía para superar las dificultades mencionadas. Se trataba de lograr una mayor eficacia en el esfuerzo de sensibilización y educación artística. Que la experiencia pusiera al estudiante en contacto más estrecho con el arte sería bueno en sí mismo, pero mejor aún si además contribuyera a generar el clima necesario para una acción educativa globalmente más eficaz. El proyecto se entendía dentro de la teoría de la educación desde el arte y no educación para el arte. Muchos especialistas han indicado como parte del fracaso educativo contemporáneo el choque entre dos culturas: la cultura discursiva y analítica del sistema y la cultura asociativa y visual de los alumnos. Tan cierto como eso era y sigue siendo el que resulta muy difícil su-
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perar las dificultades de comunicación con las nuevas generaciones si se prescinde totalmente de los códigos culturales que ellos manejan y del imaginario que habitan. Se trataba entonces de colocar las artes precisamente como un punto de encuentro entre ambas culturas. Es dable observar que, por una parte, el lenguaje visual y auditivo, es decir, el lenguaje en el que los jóvenes hoy se reconocen en primera instancia y al cual están acostumbrados, permite a través de su mayor entendimiento e interés por el arte dotar al alumno de lo que hoy más que nunca necesita: capacidad de vivir dentro de los cambios permanentes a los que está expuesto. El arte le acerca un instrumental asociativo desde lo abstracto que le permite reconocerse a sí mismo en su singularidad, establecer vínculos de interés con los demás, excluyendo dogmatismos y miedos, fertilizando el terreno del aprendizaje y la creatividad. Puestas a trabajar las habilidades escénicas y ya que estas ingresaban desde la literatura, se aspiraba también a incorporar en los siguientes pasos otros que proporcionaran conocimientos técnicos (¿cómo se ilumina?, ¿cómo se amplifica?) y hasta conocimientos de gestión (¿cómo se organiza?, ¿cómo se financia?). La estrategia básica del proyecto consistió en partir de la experiencia artística para establecer luego conexiones con cada una de estas áreas del conocimiento. Esto debería conducir a mejoras generales en los procesos de aprendizaje y apropiación de estos conocimientos, sin perder de vista que hay además un objetivo específico referido a la propia educación expresiva. En ese sentido, era de esperar que se generara en los estudiantes una mayor apertura a la diversidad en general y a las manifestaciones artísticas en particular, un mayor
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interés en explorar sus orígenes y tradiciones, junto con una mayor inclinación a un consumo cultural más selectivo. Y por ende, una convivencia armónica con las realidades más pragmáticas. El proyecto tuvo que enfrentar tres desafíos fundamentales: a) desarrollar una metodología de aproximación al hecho teatral/artístico capaz de involucrar e interesar a los alumnos, pasible de ser evaluada permanentemente y que lo que de allí surgiera fuera ya parte de su accionar regular; b) reclutar y preparar un plantel de artistas escénicos capaces de poner en práctica esa metodología; c) lograr el trabajo coordinado entre los mencionados y los docentes con sus respectivas materias curriculares. Fundamento vital de su éxito es una característica —que en principio debería ser obvia, pero sin lugar a dudas la hace singular—: su continuidad. Sus activos se fueron acumulando y sus costos iniciales están por demás amortizados. Cabe celebrar la iniciativa de exhibir la experiencia acumulada del programa hoy robustamente instalado entre las actividades del Departamento de Cultura de la IM a través de las voces activas y entusiastas de los docentes de varias generaciones y de la formidable cantidad de personalidades del medio escénico que hicieron su aporte. Todas ellas manifiestan, sin excepción, que su pasaje por Teatro en el Aula fue un período entrañable de su propia formación y de toma de conciencia sobre los más íntimos secretos de su oficio. Por encima de todo, el saldo más trascendente es la hoy importante y siempre creciente atención que recibe la oferta escénica por parte de una nueva generación de públicos. Se agrega, en el terreno de los logros que desencadenara la experiencia, una explosiva vocación, en
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muchos jóvenes, por afiliarse activamente al quehacer de las artes escénicas. Por último, un plan en esta materia, que además de sus propias complejidades debe ceñirse a todas las peripecias que irremediablemente impone la gestión pública, no hubiera podido comenzar a caminar y sobrevivir sin una conducción audaz, una tozuda paciencia y la entusiasta creatividad dispuesta a ser constantemente afinada. El proyecto se cruzó hace 25 años con Ariel Caldarelli y Bettina Mondino, y desde entonces solo se ha ensanchado y crecido. Salud. ■
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SOMOS UNA OBRA Bruno Pereira, actor
Mi primer encuentro con Teatro en el Aula fue en la entrevista. Fui sin tener mucha idea de lo que Teatro en el Aula iba a significar luego para mí. Había terminado la carrera de actuación y, como todo egresado, no quería dejar de hacer teatro y, a la vez, quería tener algún ingreso de ello. Así fue que me acerqué a Taula. Después de ingresado en la cuestión, Taula se convirtió en una filosofía teatral a la que apuesto para el encuentro con estudiantes y el teatro. Esta experiencia cambia las concepciones más formales del teatro que tiene uno como actor. Siempre digo que es una revolución como programa, una revolución para los estudiantes y una revolución para el actor. ¿Por qué como actor? Luego de que con el grupo supimos lo que queríamos decir, lo que queríamos trasmitir o lo que queremos generar, el trabajo (la obra) comienza a ir más allá de uno como actor. Somos una obra y no somos actores que interpretan una obra. Con esa concepción, tu trabajo como actor, tu ego, tu individualidad pasan a estar en un segundo plano y la obra empieza a cobrar la vida para generar el encuentro con los estudiantes. Actuar todos los días la misma obra, en espacios totalmente diferentes (grandes, chicos, fríos, calurosos, con olor, sin olor) y teniendo enfrente a un público verdadero, donde las devoluciones se sienten inmediatamente después de que trascurre la obra (o se cautivan o no les gusta y se distraen, o comentan, o atentan contra ella), te hace cada vez más fuerte como actor. No porque
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digas «¿Ah, no me escuchan? ¿Se creen que no puedo cautivarlos?» y entonces te transformes en un superactor y dejes toda la energía, sino porque defendés a muerte lo que estás transmitiendo. Lo que querés lograr no es que te aplaudan ni que te elogien; lo que más querés es que se genere el encuentro. Cada vez que salimos de los liceos los comentarios parten del foro, y todo estuvo bueno si el encuentro con los estudiantes se da. Con Taula siento la verdadera reflexión en el teatro, la devolución sincera del público. Porque se ve en el trabajo, pero principalmente porque todo eso me transcurrió a mí como actor. […] Siempre decíamos con Vicky [compañera de elenco] que Taula era como seguir estudiando, no porque siguiéramos haciendo lo mismo que hacíamos en la escuela, sino porque todos los días aprendíamos y aprendíamos y aprendíamos. El estudio de la obra (para saber qué es lo que quiere transmitir y por ende cómo hacerla), el trabajo en la actuación con Ariel, que fue un aprendizaje tras otro… Poner adelante a la obra, antes que todo lo que vos como actor y tus clichés te pedían. Sin duda en Teatro en el Aula es donde yo más he visto una contribución del teatro para el público y del público para los que hacemos teatro. No sé si es porque luego de la obra compartís e intercambiás cosas que pasaron o sentís cómo el público empieza a colgarse a medida que pasa la obra. Al principio muchos adolescentes están hablando y lentamente todo ese barullo wqzxwqwhudbnvitygnuidhm… se apaga porque algo les interesa, les gusta, se quedan ahí, en ese mundo. Me parece que para que el teatro genere movimientos tiene que existir un estudio intenso del movimien-
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to que quieras generar. Cambio de conciencia, generar sensaciones, algún tipo de movimiento, cualquiera sea. Cuando esas cosas se logran, la felicidad y el goce de uno como actor es impagable y como público también (por experiencias propias). Generar mundos nuevos en los que se puedan refugiar para pensar sus cuestiones humanas o vivencias de cada día o, por qué no, reflejarse a uno mismo, me parece increíble. Y encontrar un lugar para el refugio de uno mismo o, por lo menos, para buscar en nosotros imágenes y sensaciones que nos ayuden a cuestionarnos cualquier aspecto de nuestras vidas es una gran contribución. […] Te voy a contar una devolución de un adolescente sobre una escena que hacíamos al final de la obra La marquesa del desinfectante de Tennessee Williams, en la cual los personajes miraban al horizonte e imaginaban juntos los lugares en los que querían estar. Él nos dijo una vez que cuando mirábamos el cañón del Colorado, él veía el cañón en nuestros ojos. Nos decía que estaba ahí, que se sentía libre. Ahí alguien preguntó de qué otras maneras podrían sentir esa libertad. Algunos dijeron pintando, otros rompiendo todo, etcétera. Pero con esto quiero cerrar lo que dije de la revolución para todos. Esa escena era una escena que a nosotros como actores nos daba una gran, gran, gran felicidad hacer. Porque entendimos y nos cuestionamos lo mismo que ellos a la hora de interpretar. Sin duda con un distanciamiento natural que se necesita para el trabajo. Pero lo que pasó fue que entendimos y aprendimos lo que quisimos decir y hacer y transmitir, porque supimos perfectamente lo que la obra pedía. Sin duda la revolución pasó por nosotros antes de pasar por ellos, quizás para poderlo transmitir, no lo sé. Lo bueno es que pasó. ■
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El proceso en primaria: 1986-1998 En 1986 Teatro en el Aula se inició como programa piloto en primaria y secundaria. Hacia 1987, la actividad en primaria se concentró en la presentación de obras de títeres. A partir de 1988, luego de dos años de trabajo del equipo de Teatro en el Aula, se incorporaron paulatinamente talleres para niños y maestros que se sumaron a la presentación de la obra. La inclusión de los talleres dio respuesta a la necesidad de involucrar a los niños y niñas en el proceso, evitando que se quedaran en el rol de espectadores. Así, se buscaba que los chicos construyeran —desde la obra de títeres que habían visto— sus propios personajes y obras para luego presentarlas ante sus compañeros de clase, e incluso ante otros cursos. Los primeros talleres tuvieron que ver con la construcción de títeres con materiales de desecho. Posteriormente, en años sucesivos, se incorporaron talleres de guion, de dramaturgia y de música, todos confluyendo en un proceso integral de creación y puesta en escena de lo propuesto por los niños. Esencialmente, el planteo daba la posibilidad de trascender el ámbito de los espectadores para convertirse en creadores, organizarse y trabajar en conjunto. Era el paso hacia el poder hacer. Esto era posible puesto que el primer acercamiento desde el espectáculo no era fastuoso ni sofisticado, sino sencillo y simple y mágico. Eso los animaba a considerarse capaces de hacerlo solos. Se les proponía otra dinámica y otra forma de participar. La presencia y la participación de los maestros era fundamental, ya que se apostaba a ofrecer estrategias pedagógicas fácilmente apropiables y que dinamizaran procesos de aprendizaje en el aula. En virtud de la experiencia de más de tres años de trabajo con el niño como agente de creación, se continuó trabajando: • • • •
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Presentación de obra de títeres Taller de confección de títeres, a partir de materiales de desecho Taller de guion Taller de sonorización (guion musical) y muestra a otras clases
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Cada grupo de quinto año escolar era visitado por un grupo de Teatro en el Aula y completaba la experiencia de muestra del trabajo en un período de diez días. En este período se visitaron 24 escuelas por mes, en los turnos matutino y vespertino. Así, unos 150.000 niños por año participaron del programa. Ellos fueron beneficiarios directos de los espectáculos ofrecidos por Teatro en el Aula. Además hubo un número incalculable de beneficiarios indirectos: aquellos que recibieron las propuestas creadas por los grupos de quinto año, que —culminados los talleres— ofrecían su espectáculo a la comunidad escolar y, muchas veces, también a la barrial. Hacia 1998, último año de actividades con primaria, atentos al cambio percibido en las nuevas generaciones de escolares (que ya no ofrecían resistencia a exponerse al juego escénico), se modificó la estrategia utilizada como disparador para el proceso de creación. Ya no se propuso una obra de títeres, sino actores que narraban cuentos musicalizados. • Presentación de cuentos musicalizados • Taller de dramaturgia, trabajo en escena y comisiones de trabajo en rubros técnicos • Taller de sonorización (guion musical) • Muestra a otras clases El programa en primaria se discontinuó porque no fue posible concretar la propuesta de talleres para maestros que diera continuidad a las actividades y garantizara su efecto multiplicador.
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UNA AYUDA PARA ORDENAR EL PENSAMIENTO EdgardoMuscarelli, músico, compositor y docente
El poder de transformación que tiene el método de Teatro en el Aula va mucho más allá de formar realizadores artísticos. Creo que permite —a quien paticipa como público— tener una visión crítica frente a un hecho cultural y elaborar un juicio de valor, apoyado en elementos básicos de la estructura dramática. La estructura dramática es una herramienta que ayuda a ordenar el pensamiento y las acciones. Por otra parte, asigna roles y permite visualizar de qué manera interactúan, y las estrategias que se deben tomar. […] El gran aporte de Teatro en el Aula es otorgar a quien participa de esta experiencia el elemento analítico, que permite tener una visión crítica del hecho artístico en su conjunto. ■
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LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA LLEGÓ PARA QUEDARSE Fernando Rodríguez Compare, actor, director, coordinador de Bachillerato Artístico
Hay un antiguo proverbio turco que dice que el verdadero huérfano es aquel que no ha recibido educación. Yo agregaría que un huérfano desdichado es aquel que no ha tenido la fortuna de recibir una educación artística. Montevideo ha sido históricamente una ciudad que respira arte, en su arquitectura, en sus museos, en sus teatros, en sus manifestaciones populares. No hay más que recorrer los diferentes barrios montevideanos para ver la efervescencia cultural y artística que se percibe en clubes, centros educativos y en cuanto sótano o altillo se pueda reunir un grupo de artistas a componer un tema musical o un cuplé de murga, a ensayar a Sánchez, Molière o Esquilo, a improvisar movimientos corporales a partir de una consigna o una música predeterminada. La existencia de programas educativos que incentivan la actividad artística habla a las claras de que hay un público ávido de estos insumos, y le permite a ese público acercarse y desarrollar aún más sus necesidades de creación y expresión. El teatro es la herramienta que enfrenta al hombre consigo mismo. Por lo tanto, un programa como Teatro en el Aula resulta, en los hechos, un mecanismo concreto, pensado y eficiente para permitir a los jóvenes estudiantes verse en ese espejo y pensarse desde otro lugar. […] La educación artística dentro de la educación secundaria en nuestro país llegó para quedarse, está firmemente instalada y ha generado un fuerte sacudón a las estructuras educativas más clásicas. Teatro en el Aula, al estar integrado y pensado por hombres y mujeres de teatro, que aman lo que hacen y que tienen la generosidad suficiente para compartir ese amor con los jóvenes de esta ciudad, está llamado a seguir siendo un importante puntal en la alfabetización cultural de nuestros estudiantes. ■
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Teatro volante, 1990 En 1990 el proyecto Teatro Volante fue adelantado como piloto alternativo. Buscaba operar como estrategia para la continuidad de Teatro en el Aula en dos espacios paralelos: el aula y la calle. Se definió como una reconversión del trabajo que se venía realizando hasta el momento. La puesta en marcha de las actividades se organizó en distintos barrios de Montevideo:
• Cibils y La Boyada
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Secco Illa e Ibirapitá Callejón de la Universidad Estación Goes Puente Giró y Juan R. Gómez Pajas Blancas Yegros y Andrés Camino Carrasco Santa Catalina Barrio Sur 8 de Octubre y Asilo
• Chimborazo y Rosas • Viviendas de Coronel Bolognesi • Estación Manga • 8 de Octubre y Larrañaga • Feria de Larravide • Holanda y Gibraltar • Plaza 25 de Agosto, Sayago • Complejo Habitacional Euskal Erría 71 • Barrio Sarandí
Las opiniones del público eran recogidas por los actores en unas libretas que circulaban desde el momento en que finalizaba la representación. Esto responde al interés de testear el impacto de cada espectáculo, de generar la participación de la gente y de propiciar el diálogo posterior, no solo de los actores con el público sino, sobre todo, entre los espectadores. Las obras fueron elaboradas precisamente para operar como disparadoras del diálogo entre vecinos.
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EL ESPACIO DEL QUE CREA Marisa Bentancur, actriz, docente directora
Fue una oportunidad de aprender, de resignificar la escucha. […] Cada devolución era precisa, apuntando a afinar la técnica para apropiarse del formato del taller. ¿Desafíos? La velocidad en la toma de decisiones y asumir ese riesgo como parte estructural del trabajo. […] En general, el alumno que se anotaba para formar parte del taller tenía la aspiración de ubicarse en el espacio del que crea. En un número acotado de clases, el primer encuentro representaba para mí la pieza clave del proceso. Los primeros cuatro ejercicios tendían a desestructurar el espacio, la palabra, el cuerpo y el vínculo con el otro. Con un componente sorpresa, les daba parte de las pautas de los ejercicios, los dejaba intercambiar de a dos y, en el momento de mostrar el trabajo, sumaba una o dos pautas que, por un lado, desconcertaban al estudiante (porque aquello preestablecido con el compañero servía a medias a los efectos de mostrar el trabajo), pero, por otro lado, estimulaba a aventurarse. En general, era el humor inesperado el primer activador. Explicitar la intimidad del trabajo y la honestidad del intercambio resultaba otro mecanismo habilitador, y la conciencia de que cada uno dependía del otro para construir y construirse sumaba al entendimiento de responsabilidades compartidas y de la elaboración de ese rol transmisor desde la protección del grupo.
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Los tópicos que ellos traían tenían una tendencia a lo autorreferencial, y eso con todos los temas: la sexualidad, los vínculos amistosos, la defensa de términos que representaban una identidad, el barrio, la estigmatización o valoración de algún profesor, los temas que circulaban en los medios de comunicación masivos, desde los más bizarros a los más comprometidos (según el liceo y las edades), el fútbol, las drogas. Estoy absolutamente convencida de que la educación teatral construye ciudadanos más integrados. Ningún arte por sí solo ofrece todas las garantías. Somos los equipos los que, escuchando la esencia del arte al que representamos, marcamos pauta. En uno de los liceos en los que me tocó trabajar había una chica muy silenciosa, pero que a la hora de aportar en el hacer en equipo y en escena era riquísima. Pregunté a la directora por la situación de la joven (que me pareció particular) y me dijo que era la primera vez que la veían intercambiar con sus compañeros, que vivía en un cantegril y que, por lo general, se mantenía alejada del resto. Que se le complicaba el tema del aseo y que la falta de recursos en general la dejaba fuera de la socialización que ofrece el liceo (o ella se dejaba afuera). No sé qué habrá pasado con la joven después, pero en el taller estuvo, formó parte, intercambió, aportó y construyó. ■
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La experiencia en sala, 1998-2002 La experiencia de sala se desarrolló a lo largo de cinco años. Trabajamos las obras en sala de la misma manera que las del aula, concibiéndolas para el público adolescente. Para ello nuestra búsqueda empezó y terminó en las raíces del texto, en la esencia de la obra. Optamos por una puesta en escena que no pretendiera impactar con efectos visuales ni deseara facilitar engañosamente la digestión de autores que «hace tiempo que están muertos», como nos dice la gente joven. El desafío fue, pues, no modificar la materia prima, sino usarla, y que el resultado fuera el acercamiento, no la distancia del espectador, sin caer en burdos
SERIO, PROFUNDO Y DIVERTIDO Mario Ferreira, actor, director, docente
Mi participación como actor en el programa Teatro en el Aula fue bastante particular, ya que formé parte de elenco de Hamlet, espectáculo que se presentó primero en la sala de la Alianza Francesa y luego en Sala Verdi. Es decir: no tuve la posibilidad de participar del trabajo en los liceos. No pude experimentar el contacto directo con los estudiantes en su ámbito. De todos modos, debo decir que mi pasaje por Teatro en el Aula significó una experiencia altamente gratificante. […] Fue un trabajo serio, profundo y, si bien se trataba de una versión un tanto reducida en su duración, no perdía la dimensión humana y filosófica en la que el texto nos sumerge. La propuesta del trabajo incluía que en un determinado momento algunos de los actores debía-
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mos bajar a la platea a plantear nuestros dilemas (de los personajes, claro) y compartirlos con los espectadores. Es decir, manifestábamos nuestras dudas cara a cara y les pedíamos consejos de cómo continuar con nuestra peripecia. Sin dudas, este fue el gran desafío. Debíamos estar preparados para responder sin perder el sentido del personaje que estábamos interpretando y tratando de mantener el control, que a veces se perdía ante la excitación de los estudiantes y sus ganas de intervenir. Fue extraordinario recibir consejos que iban desde la candidez más absoluta hasta declarados estímulos para que el personaje se decidiera a continuar matando gente (mi personaje fue el rey Claudio). No solo fue extraordinario, también fue muy divertido. ■
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recursos de anacronismos como vías de acercamiento ni acudir a metáforas actualizadoras. El teatro en esencia (actor-obra-espectador) funciona en los espacios más diversos y en las condiciones más variadas: los liceos. Pero el teatro edificio, el teatro luces, el teatro escenografía, el teatro platea a oscuras, el teatro una hora y media también fueron una propuesta de Teatro en el Aula. Muchas veces los gurises reconocían de inmediato a los actores, ya que los habían visto actuando en su aula. Y si bien estaban en un teatro, nuestra propuesta fue que se viviera el mismo fluir que cuando la representación se había hecho entre el pizarrón y el banco.
Hamlet, Sala Verdi, 1999.
Hamlet Hamlet dialoga con entidades que le responden o lo acusan o lo entienden… Es el personaje dialogando con el público; un público que a sus ojos es de la misma materia que su padre muerto. Los espectadores son interpelados y dan voz a posturas y puntos de vista que discuten con los personajes. En momentos de dudas y cuestionamientos, tanto el personaje de Hamlet como el de Claudio abren un espacio de exótica interlocución, ya que es el personaje y no el actor quien pregunta, escucha y es aconsejado por el auditorio. Y los interpelados plantean alternativas, se ofuscan, apoyan incondicionalmente o plantean un tajante desacuerdo con la línea de acción.
Así invitamos a Hamlet… En un país de guerra, detrás de las espadas y puñales, se teje otra guerra; empieza… en el más allá. Muere el rey y su hermano toma su lugar en el trono… y en su cama, casándose con la reina.
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Todos dicen: «Es natural la muerte de los padres». Dice el rey: «¿Por qué Hamlet no puede verme como un padre?». Dice Hamlet: «¿Cómo puede sonreír así y ser un malvado?». Dice la reina: «¿Cuál es la acción que yo cometí?». Es un príncipe como cualquiera de nosotros. Y vos podés dialogar con él, con el rey, con la reina. Porque ahora Hamlet da la cara.
Basta de verso Este espectáculo tomaba obras cortas del repertorio de teatro español medieval y renacentista. Reunía dramatizaciones de algunos romances (del Romancero español) junto a pasos de Lope de Rueda e incluso partes de La celestina de Fernando de Rojas. Incluía muchas canciones a cuatro voces, tal como fueron recopiladas por Alfonso X en su Cancionero de palacio. Este material, riquísimo, popular y variopinto, dio oportunidad de hacer funcionar el humor y de demostrar que la risa opera hoy con los mismos mecanismos que hace 500 años. Todo el equipo (actores y técnicos) se dispuso a ir al hueso de una propuesta que remonta a los cómicos de la legua, actores callejeros que instalaban una comunicación fluida y permanente con su público. Y esos mismos textos (sin ninguna intervención que los hiciera digeribles para la gurisada de estos tiempos) capturaban la atención de un público que por aquellos años profesaba un escepticismo a priori, producto de prejuicios culturalmente heredados.
Así invitamos a Basta de verso… A la gente siempre le gustó reunirse a escuchar historias en cualquier plaza o feria. Los griegos lo hacían, hasta llegaron a inventar un lugar para eso: el teatro (‘lugar donde se mira’). La tradición pasó a los romanos y luego los cristianos se reunían fuera de las iglesias a mirar autos sacramentales, que representaban episodios de la Biblia (algo así como pesebres vivientes).
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Pero también en las plazas y ferias los transeúntes seguían reuniéndose para escuchar historias contadas por juglares. Tal es el caso de los romances, versos de ocho sílabas que relatan historias populares, picarescas. Algunos cuentan episodios de la vida del Cid, un gran guerrero español. Con el tiempo surgieron grupos que, en vez de cantar, representaban. Los romances quedaron en la memoria de los pueblos y hubo que esperar mucho para verlos recopilados en papel. Pero con la imprenta surgió la opción de publicar poesía, novela y teatro. Fernando de Rojas (1470-1541) publicó una especie de novela dialogada o pieza teatral de excesiva extensión: La celestina. Al parecer en un principio era una obra pornográfica que termina trágicamente, como aleccionando a los infractores de la moral. Las historias que representaban los cómicos callejeros eran divertidas. No se cuidaban de palabrotas y groserías (esto lo cuentan las crónicas de la Iglesia, que era la que regía la vida de los cristianos de España en la Edad Media). Era todo tan espontáneo e improvisado que ni siquiera escribían sus textos. Al avanzar la tecnología de la imprenta, hubo un hombre, don Juan de Timoneda, que se dedicó a recopilar las piezas del teatro popular. Editó en general obras atribuidas al gran cómico don Lope de Rueda (1510-1566). A este tipo de obra corta, de humor y con pocos personajes se le llamó paso. Cuando se construyeron los primeros edificios para hacer teatro, ya había una larga tradición de cómicos ambulantes. Entonces este tipo de comedia breve (o sketch, como lo llamaríamos ahora) se metió en los teatros. Entre los actos de una larga obra de crímenes y pasiones salían cómicos a distender y divertir al auditorio. Entonces, estos pasos de comedia entremetidos entre las largas obras se llamaban entremeses. Cervantes (15471616), autor del Quijote, gustaba mucho del teatro. Hay referencias de que fue cómico ambulante también. Y también escribió algunos entremeses.
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Silvia Viroga, inspectora de Literatura de Secundaria
—¿Por qué le parece importante la existencia de un programa artístico educativo de alcance en la ciudad? —Porque no todos los estudiantes tienen acceso a las salas teatrales. La entrada es cara para muchos de ellos. No conocen su existencia, no tienen idea de lo que pueden ver. Este programa les acerca a muchos algo nuevo, diferente, y eso los motiva a comenzar a ver teatro y a interesarse. —¿Qué importancia se le puede atribuir al programa Teatro en el Aula como herramienta educativa en la formación de individuos? —Es muy importante porque es un primer acercamiento a un género que los estudiantes conocen poco o no conocen. A partir de la representación de las obras seleccionadas por Teatro en el Aula, además, el docente obtiene insumos para trabajar con un género tan específico y particular como el dramático. El estudiante comprende sin dificultad la diferencia que hay entre un texto dramático y un texto espectacular. —¿Cómo ve el panorama luego de cinco años de instaurados los bachilleratos artísticos? ¿Qué cree que pueda aportar Teatro en el Aula? —Los bachilleratos artísticos son, en general, muy bien evaluados por directores, docentes y estudiantes. La salida laboral, que es lo que generalmente preocupa a las familias, es cada vez más amplia. Teatro en el Aula muestra un aspecto de lo que puede hacerse, y el hecho de que se puede vivir siendo artista. ■
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ATENCIÓN Y COMPROMISO Walter Rey, actor
He vivido la experiencia en dos oportunidades. Una fue hace cinco o seis años, con un texto clásico, El burlador de Sevilla. Y después esta con el texto de Sartre La prostituta respetuosa. La primera, divertida, disfrutable: me significó una verdadera sorpresa comprobar la recepción que tenían los jóvenes frente a un texto difícil de digerir, sin los artificios a los que se acude cuando se representa el mismo texto en escenarios más o menos tradicionales. La recepción se manifestó en una atención permanente, en un compromiso de los muchachos con la obra. Tal vez nos ayudaba que las chicas veían en don Juan un sujeto de atracción poderosa, y los chiquilines se entusiasmaban con las escenas de esgrima, el juego del amor y la muerte. La prostituta respetuosa significó para mi carrera —que ya lleva más de 50 años— una maravillosa vivencia. Me atraía el texto y tenía ansias de ver la reacción de los muchachos. Nunca he vivido, con muchachos de esas edades, algo tan fuerte. En todas partes (liceos públicos, privados, aulas comunitarias, liceos de adultos) la obra impactaba en los jóvenes y el impacto regresaba desde el aula hacia nosotros. Sentimos como pocas veces que el teatro podía ser útil —es más: necesario en el aula— y que, como nunca, habíamos elegido el texto justo, el elenco perfecto y un equipo de trabajo formidable.
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Seguramente en 25 años, sus directores, todos quienes han colaborado, habrán tenido experiencias riquísimas con jóvenes de estas edades, con públicos tan dispares. Nunca viví algo semejante. En buena parte he sido formado, desde muchacho, por el teatro, y creo que todos los seres humanos deberían hacer teatro en algún momento de su vida. La experiencia que he tenido como alumno, como docente o en cualquier puesto que ocupé en este camino, siempre reafirma esta opinión. El teatro nos descubre, redescubre el ser que somos. Nos ayuda a conocer nuestro cuerpo, nos permite adentrarnos en zonas desconocidas del alma, nos permite comprender al semejante, ayuda a entender el universo, la sociedad en que vivimos. Y puede expandir nuestros conocimientos y las potencialidades de cada individuo hasta el infinito. Y genera, como Teatro en el Aula, momentos de reflexión, de diálogo verdadero, de intercambio entre los muchachos que, según lo que estamos acostumbrados a oír en todos lados, pareciera imposible encontrar en los centros de enseñanza. Posiblemente muchas actividades proporcionen aportes valiosos a la formación, sin duda. Pero los muchachos, casi diría que todos, nos han demostrado que el teatro es materia que les sería fácil y agradable introducir en su vida. El gran tema, tal vez, sea encontrar las obras, los equipos creativos, los docentes, capaces de no errar mucho en tan bella tarea. ■
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Cuando se juntan teatro y aula El nombre resume dos arterias por donde circula el Programa: teatro (aborda ineludiblemente lo artístico) y aula (refiere al ámbito educativo). Es lo artístico en el ámbito educativo. En este caso, es el teatro tomando parte de la vida diaria de los estudiantes de liceos. Esta combinación resulta de un desafiante equilibrio entre habilitar la exhibición pura de un arte y acercar una herramienta de comunicación. Adolescentes de nuestra capital asisten, en su lugar de estudio, a una representación de teatro que se instala entre el pizarrón y los bancos, en el mismo lugar que apenas un rato antes ocupó un profesor de Matemática, Historia o Física. Desde el punto de vista artístico, es evidente que el muchacho se pone en contacto con temáticas diversas, expuestas por los grandes autores universales y nacionales. Los grandes y pequeños temas toman cuerpo ante los estudiantes que en su salón de clase presencian una historia que sucede allí, a pocos centímetros, a plena luz y con pocos elementos de utilería o vestuario. Son actores recreando situaciones, personajes, conflictos de antes y de ahora, contando con la secreta complicidad de sus destinatarios. Los estudiantes, en este acto de agrupación en torno a un hecho artístico, sin darse cuenta siquiera, ponen de su cosecha los rubros técnicos. Con su imaginación hacen que ese espacio de aula se transforme y que a sus ojos aparezcan escenografía, luces, peinados y maquillajes. Son los espectadores quienes completan la experiencia vivencial que acontece. Pero si aguzamos la mirada, observamos aspectos de esta instancia de encuentro que no resultan para nada menores. Durante la representación asistimos a una respuesta del público que es individual y a la vez colectiva, es íntima y a la vez explícita, es reservada y a la vez contagiosa; es una respuesta desde las emociones, las vivencias, las resonancias.
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Beatriz Fernández, coordinadora de Bachillerato Artístico
—¿Por qué le parece importante la existencia de un programa artístico educativo de alcance en la ciudad? —El programa ha demostrado su rol de multiplicador en una doble vía: vivir un texto y poner en práctica un oficio/arte. Facilita, por tanto, la acción educativa de la institución escolar en general. […] Los bachilleratos de arte y expresión están cumpliendo en todo el país un rol imprescindible y lo están logrando con el aporte de docentes, estudiantes y la comunidad toda. Ya se están incorporando al quehacer artístico los primeros egresados. Teatro en el Aula, por su parte, puede continuar contribuyendo si logra proyectarse al ciclo básico de la enseñanza media en sus primeros años. Puede complicar la selección del repertorio, pero tiene la profesionalidad requerida para cumplir muy bien con ese cometido. ■
Abordado por multiplicidad de canales, cada adolescente resume en sí una reacción particular que, a la vez, forma un colectivo en el que influye y por el que es influido. Una vez concluida la representación, los actores proponen un diálogo con los muchachos y, mejor aún, entre los muchachos. A este momento lo llamamos el foro. Desde la escucha atenta y respetuosa de lo que se ha generado, los actores dejan sus personajes y proponen un lugar de intercambio de ideas y opiniones. La propuesta del foro es, a partir de lo que acaban de presenciar, poner en palabras lo que se piensa o se siente, tomar una posición y sostenerla, escuchar otras perspectivas e incluirlas, para revisar o afirmar el punto de vista expuesto. Se trata de calibrar las diferencias, de confrontar honestamente. Convengamos, pues, en no calificar esta actividad como puramente artística.
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UNA HERRAMIENTA PARA COMPLEJIZAR LO COTIDIANO Mariana Lobo, actriz
Mi paso por Teatro en el Aula significó para mí un punto de inflexión no solo en mi carrera, sino en mi vida. En mi carrera me mostró la hondura del hecho teatral despojado de artificios. Significó para mi vida el atravesar barreras en mi relación con el otro; viví en la práctica la maravilla del intercambio con el diferente, visto desde mi punto de mi vista, con ese que no soy yo y sin embargo aprendí que tanto me espeja, me remueve y me hace aprender acerca de mí. Me vi obligada a trascender limitaciones autoimpuestas tales como la sensación de no ser capaz de comunicarme más allá del hecho teatral en sí mismo, en particular en el caso de los foros. Creo que la educación teatral contribuye de forma decisiva a la formación integral del individuo, en particular en aspectos que es necesario trabajar en estos tiempos. Creo que es una experiencia que ofrece la posibilidad de complejizar hechos cotidianos y situaciones de la vida, y aporta a la capacidad de empatía y de indagación en el propio mundo interior. En el año 2006, haciendo En familia en un liceo de contexto crítico, un alumno dijo en el foro: «Yo tengo dieciocho años y estoy haciendo tercero, yo ya quedé para barrendero». Y en sus palabras y en sus ojos había dolor y resignación. No pude evitar contarle mi historia y decirle que yo había empezado a hacer teatro a los treinta años. Al escuchar la edad abrió grandes los ojos y se rió (¡tan abultada le pareció la cifra!). Al ver su risa, aproveché y le dije: «¿Viste? Nunca digas que no podés. Esforzate y vas a lograr lo que quieras, por muy difícil que parezca». Y con los ojos de golpe rojitos por algo que pareció emoción me dijo «gracias». Nuestros ojos se quedaron viendo un instante más y yo sentí que él, en ese momento, creyó que podía. Cargué al hombro mi bulto de vestuario y utilería y salí, con mis compañeros, hacia la camioneta, rumbo a otro liceo. ■
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LOGRAR LA COMUNIÓN Y LUEGO LA CALIDEZ Gabriela Iribarren, actriz, directora, docente
Fue una experiencia muy rica desde lo artístico y desde lo social. Fue un gran entrenamiento y desarrollo de la actuación desde su punto esencial, donde solo hace falta un espacio, actores y público. También [destaco] haber podido abordar textos clásicos y modernos, de diversos estilos, muy bien adaptados para los módulos de trabajo (tanto la tragedia como la comedia). Y la posibilidad de demostrar que la calidad de un texto llega a todas las franjas de edad y a todas las clases sociales. [El método] proporciona una perspectiva desde la vivencia, y pone sobre la mesa los temas del que el arte teatral se ha nutrido: la humanidad. Poder reflejarse, poner en juego emociones, pensamientos y luego reflexionar sobre ellos, tal cual lo propone el programa en los foros, enriquece y opera sobre el público de manera integral. Y, según el individuo, puede también convertirse en una experiencia vital. La vivencia de hacer teatro en un aula, donde los estudiantes están en otro universo que nada tiene que ver con el arte […], y lograr la comunión y luego la calidez y el intercambio en los foros es algo que solo el teatro, que es grande, antiguo y potente, puede lograr. ■
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Un paso más Algunos estudiantes también se interesan por nuestra propuesta de integrar un grupo de teatro en su liceo, donde ejercitan una forma particular de comunicarse. Es un modo de poner en juego sus intereses, opiniones y gustos, ahora con el lenguaje teatral. La actividad propone el pasaje desde el espectador (receptor pasivo) a ser convocante y comunicador a través del hecho teatral, a ser activo, actuar en el sentido de hacer, y hacer con otros. A partir de las planteos que surgen de los participantes en temas que sean de interés para ellos, guiados por el tallerista en la técnica teatral de contar sus historias, se logra un compromiso personal que demanda de quien participa que se involucre intelectual, emocional y físicamente. Se ponen en juego cabeza y corazón para el ejercicio de crear y recrear. Y los muchachos pasan por la experiencia de crear una obra de teatro corta y presentarla a sus amigos, familia y profesores, siendo ellos los convocantes, esta vez, de una representación teatral en un aula de su liceo.
DE LA INDIFERENCIA A LA EFUSIVIDAD Ricardo Couto, actor
Fue una experiencia increíble, enriquecedora, estimulante y con un desafío realmente difícil. El público adolescente es, sin lugar a dudas, el más difícil de conquistar, el que más concentración requiere del actor y también el más efusivo a la hora de agradecer… y de criticar. […] El teatro es sin duda una herramienta brillante a la hora de incorporar conocimientos en el individuo. ¿El mayor desafío? Creo que lo más complicado fue incorporar el diálogo con el alumnado de una forma sistemática y profesional. ¿Una anécdota? No tengo una anécdota en particular. Lo que me llamó poderosamente la atención fue la capacidad de transformar un medio indiferente a una propuesta artística en un medio de aceptación unánime y de demostración muy efusiva. ■
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Agucemos nuevamente la mirada y hagamos foco en el difícil y enriquecedor proceso de llevar a cabo una tarea colectiva. Implica poner en circulación el entusiasmo y las ideas propios, y hacer lugar también a las ideas y el entusiasmo de los otros. Se trata de crear un discurso espectacular colectivo. Implica evaluar las posibilidades, habilidades y limitaciones de cada quien y llegar a un consenso que asegure concretar una tarea común. Implica ser solidarios, tolerantes, operativos. Convengamos, una vez más, en no calificar nuestra propuesta como puramente artística. Son instancias germinales desde el punto de vista socializador, ya que en todo encuentro de muchos aparecen demandas, pretensiones y exigencias hacia el otro y desde el otro. Esto lleva a revisar puntos de vista, actitudes y procederes, y sin duda resulta en una maduración de aspectos vinculares de cada participante. Ya sea como espectador o como hacedor del hecho artístico, el estudiante aborda tangencialmente un área que se acerca más a una experiencia de ejercicio social. Si volvemos a acercar la mirada veremos muchachos participando activamente con sus congéneres, conviviendo en la diversidad, compartiendo coincidencias y diferencias. En el documento «Del pizarrón a la emoción. Una aproximación a los efectos socioeducativos de los talleres de Teatro en el Aula», estudio encargado al Área Comunitaria del Centro Interdisciplinario Signo, se lee: [Se trató de] la extraordinaria experiencia de apropiarse de un escenario y poner en él su particular modo de ver el mundo. Ante la mirada a menudo sorprendida y siempre admirada de sus padres, profesores y compañeros, utilizaron sus voces y cuerpos para expresar sentimientos, ideas y miradas críticas sobre la realidad de la que forman parte. Por un día, al menos, fueron protagonistas mucho más que del arte dramático: fueron reflexivos portavoces jóvenes del aquí y ahora, mucho más que «proyectos» de ciudadanía.
Habla una espectadora que se conmovió, que se dio la posibilidad de pensarse, imaginar, criticar y reconocerse en lo igual y lo distinto, de encontrarse con ella misma. Presenciando un espectáculo teatral observó,
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escuchó, lloró, se rió, se asombró, compartió un paréntesis espacial y temporal. Y a esta experiencia la incluye como un aspecto de su educación, educación que ella se encarga de definir como el «proceso por el cual uno se conduce delicadamente de regreso a sí mismo». El arte sin duda abre un abanico perceptivo que en todo caso complementa, no reta a duelo, al soberano rey de la razón. Y por tanto es la herramienta habilitadora de encuentros desde la integralidad, no desde la peligrosa escisión dicotómica. El arte teatral nos conecta con la médula de situaciones de vida que mágicamente toman forma y también ofrecen material de reflexión. Teatro en el Aula hace énfasis en su aspecto comunicacional: es el teatro como herramienta. ¿Por qué herramienta? Reconocemos al teatro su cualidad de festivo. Lo festivo convoca y moviliza. El teatro es un arte que nos coloca en la postura antagónica del individualismo, que nos lla-
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ma a reunirnos y pronunciarnos en colectivo, aun silenciosamente, como espectadores. Propicia vincularnos con el ahora de los actores que representan y el ahora de los espectadores que están presentes y conectados. Nos recupera zonas dormidas aguijoneando lo intuitivo y potencial. Esta herramienta y sus múltiples lenguajes hacen que el muchacho, en la etapa adolescente, tome contacto consigo mismo y con su entorno inmediato y mediato, que se adueñe de un juego colectivo que convoca y moviliza, que conozca su potencialidad y la exhiba ante compañeros, profesores y familia. Constituye una puerta a la creatividad con objetivos, al diálogo con fundamentos, a la experiencia de autogestión proyectando el trabajo grupal hacia su comunidad. Son espacios de intercambio, espacios de valoración individual y colectiva, espacios de investigación, de formas alternativas de llegar al otro, espacios de mostrarse en una actividad que expone y compromete. Emerge el cuerpo como protagonista, en un momento adolescente de explosión de primitivas necesidades de movimiento. Des-sujetar el cuerpo y descubrirlo como vehículo de contenidos escondidos y ponerlo a jugar en la cancha de la comunicación. ¿Opera el taller como catarsis? ¿Por qué suponer que esta momentánea des-sujeción del cuerpo aportará algo más que una escena tan pasajera como la representada? Porque esta movilización se produce en un entorno que la contiene: el entorno del liceo, como institución y como estructura humana de continencia de los aprendizajes, capaz de instituirse en espacio de reelaboración de lo social.3
Desde este punto de mira, proponer una actividad artística tendría ahora otras implicaciones. El arte ya no aparece como un fin en sí mismo, sino como disparador de procesos grupales de riquísimo contenido social. Ya no se tratará entonces de formar espectadores o futuros actores de teatro.
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Néstor Ganduglia, psicólogo y psicólogo social del Centro Interdisciplinario Signo.
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¿Se debe enseñar arte como una disciplina en sí misma o por el conjunto de competencias y valores que este campo implica? Esa es una de las cuestiones que se plantean en el «Informe de la Conferencia Mundial sobre Educación Artística» que se expuso en Lisboa.4 Desde la propuesta de Teatro en el Aula la educación artística cobra una significación diferencial en tanto podamos generar espacios de integración, espacios de abordaje a descubrimientos y caminos de aprendizaje, espacios de inclusión del otro lado del intelecto, espacios de sentirnos completos, no escindidos, capaces de establecer canales de comunicar. El mismo documento de Lisboa plantea: «La educación artística comprende más que el mero estudio de artes y producciones artísticas, produce también en los alumnos la estimulación de sus intereses intelectuales y personales, y su desempeño social». Muchos ya han comenzado a transitar caminos tentativos. Hemos conversado con muchos profesores de Literatura que generalmente se sienten inhabilitados para instar al juego dramático. Ciertamente su asignatura los vincula directamente con el género dramático; sin embargo, ellos mismos traen como dificultad el apego excesivo al análisis literario, que sin duda dominan, pero que resulta quizás el único punto de partida hacia una experiencia de teatro. Nos han planteado su desconocimiento de los múltiples lenguajes que operan en la confluencia de un texto espectacular. Por otra parte, sabemos que prestigiosos profesionales de nuestro medio muchas veces pueden sentirse tentados a orientarse según la formación artística pura: el buen decir y articular, aprender un texto de memoria, manejo de la gestualidad y presencia escénica. De todo este generoso y dedicado esfuerzo nos aventuramos a predecir como resultado una prolija exhibición de textos vacíos, recitados por jóvenes muy cuidadosos de cómo se debe uno mover, hablar, articular y decir un gran
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«Informe de la Conferencia Mundial sobre Educación Artística», Lisboa (Portugal), del 6 al 9 de marzo de 2006.
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texto de un gran autor en escena. En esta modalidad la creatividad es una audacia imperdonable y, más aún, una irreverencia hacia los grandes dramaturgos inmortales. Si transitamos hacia ellos por el camino del miedo a hacerlo mal, seguramente los transformaremos en mortales. Del documento de Lisboa: La educación artística ofrece un marco y una práctica únicos, que permiten un activo compromiso de los alumnos en el proceso creativo. Por otra parte, dota a los alumnos de una variedad de herramientas de comunicación permitiéndoles expresarse, desarrollar su sentido crítico en el mundo que los rodea y contribuye activamente en su existencia favoreciendo al mismo tiempo una mejor integración social.
Invitamos, pues, a docentes y artistas a reflexionar sobre los objetivos y la razón de ser de una educación artística en el marco de la educación formal. Proponemos fijar la mirada sobre lo que a nuestro entender es una herramienta fabulosa para conectar y conectarse, un facilitador de encuentros, un posibilitador de desestructuración y ejercitación de cambio de roles. Hablamos de apropiación de la herramienta. En la obra Stefano de Armando Discépolo, su protagonista, un músico egresado con las mejores calificaciones en conservatorios europeos, había aprendido tanto sobre lo que se debe y no se debe hacer en música que el miedo lo paralizó, al punto de que no pudo jamás componer ni la primera nota de su gran sinfonía. El programa Teatro en el Aula sostiene enfáticamente la inmensa potencialidad que el teatro nos ofrece de reunir dos partes engañosamente separadas, de despertar el lado dormido, de sabernos integrados, de sabernos cerebro y vísceras, conciencia e intuición. Y a partir de esta integralidad, constituirnos en partícipes de nuestra diaria construcción de ciudadanía.
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Lo que no se ensaya: el foro No hay manera de reproducir lo que se activa una vez terminada la función. No obstante, creemos altamente necesario asesorar y entrenar a quienes participan acerca de los criterios básicos que Teatro en el Aula desea manejar. Con ese fin se trabaja con psicólogos sociales, tanto en el período de ensayos (talleres) como en el aula (seguimiento). La dinámica de foro probó ser un disparador efectivo. Potencia la participación del estudiantado y posibilita reflexiones sobre situaciones o temas de la obra traídos a la cotidianidad del adolescente. Esta metodología resulta útil para la detección de problemas emergentes, que luego puedan ser retomados en otros espacios.
La primera vez que tuve que moderar un foro me parecía que iba a ser imposible […]. Pero de a poco, y a medida que fui haciendo más foros, tomando confianza, aprendiendo de los compañeros, le fui agarrando la mano y creo que hasta me sale bastante bien. Porque en realidad fui entendiendo que justamente yo tenía que salirme del centro y dejar en el centro a los adolescentes. Ellos son los protagonistas, para ellos está destinado y ellos son los que hacen que la actividad funcione. De a poco pude ir comprometiéndome con esto. Empecé a interesarme realmente en lo que tenían para decir y esto fue haciendo que el foro se convirtiera simplemente en un diálogo frontal, de ida y vuelta y sin trabas con los gurises. Sin juzgar ni aprobar o desaprobar comentarios, simplemente escucharlos. Y tratar de hacerlos razonar, de que se comprometan con sus propias ideas y pensamientos. Gracias a esto mi vínculo con las personas, no solo en Teatro en el Aula, se fue haciendo más rico e interesante, más espontáneo y sincero. Mariano Prince
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¿Cómo es el foro? • •
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Apertura y presentación Representación de una obra de autor incluido en los programas curriculares. Esta versión estará adaptada para representarse en el aula y con una duración aproximada de 25 minutos. Después de la representación (estímulo), se abre una instancia de diálogo, de intercambio a través de la pregunta. Esto permite ir visualizando los puntos de conflicto que plantea el autor, aquellos con los que los alumnos se identifican, con los que tienen mayores resonancias. A partir de que surgen puntos de identificación, se problematizan las situaciones y se reflexiona sobre ellas.
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AL CIEN POR CIEN Mariano Prince, actor
Creo que, más que para mi carrera, para mi vida ha significado mucho la experiencia de trabajar en Teatro en el Aula. Tuve la suerte de que, siendo recién egresado de la emad, me invitaran a participar. Y el hecho de tener en Teatro en el Aula un contacto tan fresco, espontáneo y directo con el público, que además es un público especial («los gigantes de la montaña», como les dice Ariel), me hizo ver y valorar la experiencia teatral desde un lugar diferente al que venía teniendo. En Teatro en el Aula aprendí a salirme del centro. Empecé a entender que el hecho teatral sucede a pesar de uno mismo e incluso más allá de lo que uno pueda pensar, querer o pretender. Pude ver y comprobar lo valioso que es el teatro como herramienta para llegar al otro, para movilizar cosas, para comunicarse, para compartir ideas, pensamientos. […] Lo maravilloso de la experiencia es justamente ese contacto posterior al hecho artístico, a la representación, que genera en los adolescentes un espacio de participación muy diferente al que están acostumbrados en los liceos. Los estimula a la reflexión, la crítica, la discusión, a defender una postura, una forma de pensar, a valorarse. Y siempre sucede desde el respeto, la escucha, el intercambio. Todo esto se da porque el objetivo final no es llevarles un mensaje ni transmitir un conocimiento, sino, precisamente, generarles ese espacio de participación. El público al que vamos no es el público acostumbrado a ir al teatro; es más, ni siquiera fue al teatro. Somos nosotros los que vamos y les invadimos su mundo, casi que los obligamos a que nos vean. […] Por esta ra-
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zón hay que estar muy comprometidos y confiados en lo que hacemos y en el momento de actuar estar al cien por cien. Porque además, parte de la propuesta de Teatro en el Aula es que no haya escenografía, luces ni ningún tipo de efectos, solo los actores. Por eso, la total responsabilidad de que la actividad funcione está puesta en las actuaciones, en nuestro compromiso y, por supuesto, en la complicidad con el público. Anécdotas hay muchas. No soy muy bueno para acordarme y contarlas, pero hay dos en particular que las tengo grabadas. Una fue en el liceo 38. Se estaba probando una nueva modalidad donde, después de la función, no solo se hacía un foro, sino que los muchachos podían intervenir la obra, o sea, ellos planteaban una situación nueva de cómo les gustaría que hubiesen sucedido las cosas. Estábamos haciendo El zoológico de cristal de Tennessee Williams y plantearon que el hijo y la madre se amigaran, que no pelearan, que se pidieran perdón mutuamente y que se apoyaran. Eran alumnos de tercer año. Hicimos la improvisación que pidieron y al instante empezaron a llorar, a abrazarse entre ellos y a contarnos cosas muy personales. Comenzaron a reflexionar sobre las razones por las que estaban en esas situaciones, cuál era la manera de revertir eso, qué cosas que estaban a su alcance podían hacer. Sentí que a partir de esa experiencia esos gurises, ese grupo, había hecho un clic. Estaban más unidos. No sé… fue muy loco y muy lindo el hecho de comprobar que lo que uno hace, en particular esta actividad, realmente es un arma poderosa para intentar mejorar las cosas, un disparador para que sucedan cosas lindas.
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La otra anécdota fue en el comcar. Habíamos ido con Los muertos de Florencio Sánchez a hacer un par de funciones para los reclusos que estaban estudiando. Todo el clima, desde la entrada, que te revisan todo, hasta la llegada al pabellón (donde se iba a realizar la función) fue muy tenso, incómodo, particular. La actividad debía durar una hora porque teníamos que hacer otra función en otro lugar. Pero lo que se generó con esa gente fue tan fuerte que estuvimos más de dos horas. Apenas terminó la función empezaron a llover una cantidad de opiniones, de dudas, de razonamientos. Terminó el foro y no nos podíamos ir. Se acercaban a nosotros, nos abrazaban, nos agradecían, nos pedían conse-
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jos (a los personajes), nos contaban sus historias entre lágrimas. Esas personas […], si no hubiera sido por este marco de sinceramiento y diálogo que se generó, seguramente y en cualquier otra situación hubieran sido mal vistas y hasta prejuzgadas por nosotros. Estaban armando una murga entre algunos de ellos, y fue tan fuerte lo que pasó y estábamos tan entusiasmados que terminamos cantando murga todos. Fue una experiencia realmente increíble que me dejó bien claro lo que se puede llegar a generar en la gente y lo bien que puede hacer el teatro cuando está hecho con honestidad, responsabilidad y compromiso, como se hace en Teatro en el Aula. ■
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EL SENTIDO DE TODO Jimena Pérez, actriz
En el año 2000, recién egresada de la emad, me convocan de Teatro en el Aula. Por supuesto que yo no tenía ni idea de la modalidad de ese programa… El primer título fue La dama boba de Lope de Vega. ¡Quedé absolutamente fascinada con la experiencia! No preparábamos solo la obra, sino que la obra era una excusa para llegar al objetivo, para crear un puente, un vínculo… El rol de actor social, me enamoró y ese es (creo yo) el sentido del teatro. El esfuerzo y las ganas de conquistar a ese público eran enormes. Ellos no pagaban una entrada ni se trasladaban para ver un espectáculo, sino que nosotros, invadiendo, de alguna manera, su tiempo y espacio, llegábamos sin protocolos ni artificios a contarles una historia. ¿Alquimia? Sí, creo que me sentía una alquimista. Terminado el módulo de clase en el cual tenía que caber la historia, venía el intercambio, la charla, el foro… La comunión se concretaba. Algunos se sorprendían y agradecían nuestro interés por sus opiniones. Se creaban debates muy interesantes, donde salían a la luz problemáticas vigentes y difíciles de tratar para ellos. Nosotros intentábamos estar lo más abiertos posible, no para aconsejar ni «encaminar», sino para democratizar el tema entre toda la clase, profundizar, ver causas y consecuencias. Para el actor, para mí particularmente, era uno de los momentos más difíciles porque en esas instancias soy bastante tímida, pero muy pronto comprendí que no estaba expuesta como la actriz, sino que era yo, simplemente, tratando de charlar con los chiquilines, de igual a igual. Este miedito me duró muy poco. Después el foro pasó a ser de los momentos más esperados y jugosos.
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Los gurises son muy críticos y eso me encanta. Si realmente la historia no les agrada, ¡te lo hacen saber! Pero la adhesión terminaba siendo completa (casi siempre). Se trabajaba al detalle sobre la historia que se iba a contar. Obviamente había un estudio de la obra completa, de sus personajes, de sus conflictos. No en todos los proyectos que me ha tocado encarar fuera de Teatro en el Aula se abordaron las obras con la profundidad con que lo hacíamos allí. Es cierto que se ponía mucho énfasis en el cómo, pero estaba como norte el por qué, el para qué y para quién; preguntas que me sigo planteando frente a cada trabajo y que marcan mi camino. El sentido, el sentido, el sentido… Fue una escuela para mí. Peleo todo el tiempo contra el maldito ego del actor, y Teatro en el Aula lava, purifica, porque te obliga a ponerte inevitablemente de igual a igual, a la par del que tenés enfrente. Terminada la función sos uno más. No todos los actores entienden eso en su vida profesional. Ponerte en el lugar del otro, transitar vivencias controvertidas, experimentar el dolor, la alegría, las ausencias, fracasos, rutinas tediosas, locuras extremas, ternuras, abandonos…, generar la empatía… Se me vienen un montón de conceptos a la cabeza que podrían servir para hablar de los beneficios de la educación actoral en los individuos, pero elijo decir que yo me siento mejor persona desde que aprendo a ponerme en el lugar del otro y a vivir pensando más en mi próximo que en mí. Gracias por hacerme transitar con la memoria esos ocho años en Teatro en el Aula. De allí me llevo cimientos muy firmes que sostienen mi sentido. ■
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Espacio de intercambio (una modalidad complementaria) Esta experiencia, propuesta al Consejo de Secundaria en el año 2007, apuesta a un trabajo de profundización, en el sentido de motivar la reflexión activa y el debate constructivo a partir de elementos disparadores pautados en el momento del foro o charla posterior a la representación. Esta iniciativa fue recogida con interés y entusiasmo por el Consejo, que sugirió el trabajo conjunto con la coordinadora de Equipos Multidisciplinarios de Secundaria. En las reuniones que se concretaron a partir de ese momento, se pautó un modo de operar, coordinado con los integrantes de cada equipo multidisciplinario, recogiendo solicitudes y atendiendo la demanda que esta unidad estaba en condiciones de atender. La propuesta, con carácter de piloto, se llevó a cabo en 16 centros de estudio, con un total de 21 funciones de la obra El zoológico de cristal de Tennessee Williams. Los integrantes de los equipos con los que conectamos mostraron interés personal y personalizado por la población estudiantil, tomando los temas que los espectáculos promovían en los estudiantes con compromiso personal y responsabilidad profesional.
¿Cómo es el espacio de intercambio? Se inicia de idéntica manera que el foro y se suman otros pasos: • •
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Apertura y presentación Representación de una obra de autor incluido en los programas curriculares. Esta versión estará adaptada para representarse en el aula y con una duración aproximada de 25 minutos. Después de la representación (estímulo), se abre una instancia de diálogo, de intercambio a través de la pregunta. Esto permite ir visualizando los puntos de conflicto que plantea el autor, aquellos con los que los alumnos se identifican, con los que
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tienen mayores resonancias. A partir de que surgen puntos de identificación, se problematizan las situaciones y se reflexiona sobre ellas. En este momento se les plantea a los alumnos la posibilidad de proponer cambios, alternativas, en las escenas donde identificaron los conflictos planteados en la obra. Los actores improvisarán la escena con los cambios propuestos. Se retoma el diálogo para reflexionar sobre lo sucedido y sobre las actitudes puestas en juego a través de sus propuestas. A partir de la posibilidad de transformar una situación recogiendo sugerencias de los estudiantes, nace una propuesta para la improvisación.
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Se promueve, pues, una actitud crítica frente a lo visto en cada situación. Para instalar este encuadre es necesario tener en cuenta algunas condiciones que propicien la concentración del grupo en la propuesta: • tiempo (60 minutos) • espacio (un lugar resguardo de ruidos externos que puedan dispersar la tarea) • cantidad de participantes (no más de 50 estudiantes)
La conciencia crítica es una forma de vinculación con lo real que implica superación de ilusiones acerca de la propia situación como sujeto, grupo, como pueblo. Esta conciencia crítica se logra en un proceso de transformación, en una praxis que modifica aquellas situaciones que necesitan de la ilusión o de la ficción para ser toleradas.5
Entendemos la actividad como un todo que, desde la apertura hasta el cierre, promueve la participación. Se trata de tomar parte activa en algo, dejando de ser espectador para ser protagonista. Es una propuesta de compartir comprometidamente la responsabilidad y la capacidad de decidir y hacer algo. Creemos que ser partícipes convoca a investigar, cuestionar, promueve la capacidad crítica, la búsqueda de alternativas para elegir responsablemente. Participando se aprende a expresar, a escuchar, a defender las ideas propias y también a modificarlas, a aceptar o integrar ideas ajenas y también a buscar espacios.
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Enrique Pichon-Rivière.
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Como dice Winnicott en su libro Juego y realidad,6 apelamos a que los jóvenes puedan reconfigurar la realidad externa, porque creemos que este acto reconfigura también la interna, ya que hacer afuera compromete también, de alguna manera, el hacer adentro.
Desde la centralidad en la persona y su realidad, los procesos se realizan desde las experiencias, virtudes y dificultades, intereses y necesidades, historia personal y familiar, creencias, aprendizajes afectivos e intelectuales, contexto sociocultural y económico en el que viven los sujetos. Más allá de la efectividad concreta en cada joven, el hecho de facilitar el pensamiento, el debate, de hacer reír, indignarse, provocar reflexiones o cualquier emoción es suficiente. Esta herramienta demostró que es efectiva en hacer pensar variables a las acciones resueltas por los personajes de la obra, en tanto promovió que los estudiantes pensaran en alternativas para las acciones que estos llevan a cabo. Las opciones que planteaban tenían relación directa con su historia personal, su mundo y su entorno. Los estudiantes se sumaron con facilidad y entusiasmo a una modalidad que demandaba de ellos una actitud activa y comprometida con su
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Donald Winnicott, Juego y realidad, Barcelona, Gedisa, 1994.
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propia palabra y pensamiento, en cuanto guionistas de la improvisación que los actores realizarían. El impacto de ver actuada una alternativa propuesta por un estudiante genera en el colectivo una diferencia cualitativa, una mejor disposición para explicitar las resonancias que les provoca la acción alternativa que toman los personajes.
Los talleres Los talleres emergieron como una necesidad, a partir de la experiencia de varios años presentando funciones de teatro y de títeres en las escuelas de primaria. El equipo percibía desde allí una potencialidad de transformar al alumno: de receptor en emisor, de espectador en protagonista. Las primeras instancias de este tipo se realizaron con alumnos de primaria en 1988. Similares inquietudes emergieron en las actividades en
Me gustó mucho lo que se logró, también el proceso por el que pasamos. Fue una experiencia totalmente nueva. Me divertí mucho. Antes de que comenzara el taller, cuando me anoté, me anoté para ver qué onda, para probar algo nuevo. No me arrepiento. El teatro es algo muy lindo, sirve para expresarse, para divertirse. Valentina
Creo que está fue una experiencia relinda. En la que aprendí un montón de cosas, conocí a un grupo de personas relindas. Me encanta que se haga esto en los liceos, ojalá que se siga haciendo. Y a lo largo de los años podamos hacer algo más. Muchas gracias por permitirnos vivir esa experiencia. Giovana
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secundaria, que datan de los inicios del programa. Finalmente, pese a los recortes presupuestales, en el año 1999 se iniciaron los talleres con jóvenes estudiantes de secundaria. Se captó de inmediato un interés que rebasó ampliamente las posibilidades del programa y se confirmó la necesidad a la que se procuraba responder: más de 600 alumnos se inscribieron en los 21 liceos capitalinos a los que se hizo llegar la propuesta. Ese año se sumó también, por solicitud expresa, una escuela de niños y jóvenes con capacidades diferentes. Un total de 30 talleres debieron ser realizados en un año para satisfacer esa demanda.
¿Cómo se llega? Los liceos que reciben intervenciones de taller por parte de Teatro en el Aula son aquellos que los solicitan o que responden afirmativamente a la propuesta del programa, que a su vez procura una distribución de sus esfuerzos que no resulte excluyente ni aun para los más lejanos liceos del departamento.
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VENCER MIEDOS, RECONOCER FORTALEZAS Álvaro Pozzolo, actor, docente, director
Transité por las dos modalidades: como actor en 1992 y como tallerista entre 2000 y 2007. En ambos casos fueron experiencias maravillosas y siempre muy enriquecedoras. El contacto constante, en un ámbito particular y privado como es cada grupo, con adolescentes que van cambiando cada año, acompañando los cambios y costumbres sociales, me permitió conocerlos, admirarme, asustarme, acompañarlos en descubrimientos y en vuelos artísticos y, sobre todo, respetarlos e intentar motivarlos. El mayor desafío era el tiempo en que se debía trabajar. Contábamos con ocho encuentros de dos horas reloj cada uno. En los primeros seis debíamos lograr un resultado de creación colectiva, según el interés y las propuestas de los alumnos, los cuales muchas veces no se conocían porque pertenecían a distintos grupos. En el séptimo encuentro se realizaba la muestra. Antes, ellos, divididos en comisiones, se organizaban para solucionar los rubros escenografía, vestuario, utilería, música y realización de programas de mano y promoción de la presentación. Y en el último encuentro se evaluaba el proceso, el resultado y se compartía una merienda como despedida. Otro desafío era abrirles un panorama artístico mayor que aquel al que ellos generalmente tendían por la referencia (a veces única) de los programas televisivos. En general quieren hablar de la familia, de problemas sociales y de distintas formas que ellos sienten de discriminación. En la gran mayoría se nota rápidamente un conocimiento más profundo de ellos mismos y un crecimiento en su seguridad personal. Chicos que al
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principio se muestran muy tímidos van animándose a arriesgarse y a exponerse ante los otros sin esfuerzo. Algunos descubren capacidades de liderazgo que antes ni imaginaban que tenían latentes. Otros cambian su imagen dentro del liceo, se les acercan compañeros a felicitarlos o les hacen comentarios al pasar que influyen en su autoestima y en la mirada que los otros tienen de ellos. El teatro lleva a investigar sobre uno mismo, a ser crítico con la realidad que nos rodea y a reconocer nuestra postura y actitudes ante ella. Nos enfrenta a nuestras zonas oscuras, aquellas que intentamos ocultar y que forman parte de nosotros, a los miedos y a la íntima satisfacción de poder vencerlos y reconocer muchas fortalezas que ni imaginábamos que poseíamos. Recuerdo particularmente un grupo del Liceo 61, en el Cerro, que quiso hablar de la familia y las discriminaciones de género que tanto esta como la sociedad ejercen en los individuos y que tenemos tan integradas que prácticamente no las registramos. El desafío que se propusieron fue mostrar una familia al revés, donde el género femenino poseía las características del masculino y viceversa. Con lo acotado del tiempo de creación, fue toda una experiencia lograr mantener la propuesta y desarrollar la coherencia de las situaciones, ya que muchas veces nosotros mismos caíamos en los paradigmas instalados en la sociedad. Finalmente logramos un resultado magnífico y eficaz que, por su originalidad, la dirección de Teatro en el Aula seleccionó para mostrar en una jornada que se realizó en la imm. ■
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El taller se realiza especialmente con jóvenes de tercero a sexto año, en convocatoria abierta del liceo a los interesados en participar. Para no interferir con la dinámica, las convocatorias se efectúan por turno y los talleres se organizan en turnos diferentes a los de las clases. En un total de ocho reuniones coordinadas por un docente de Teatro en el Aula, los jóvenes participantes se introducen —mediante ejercicios, improvisaciones y juegos escénicos— en el universo de la expresión teatral. Eligen temas e improvisan sobre ellos, piensan una estructura dramática, ensayan la puesta en escena, desarrollan el vestuario y la escenografía y organizan una muestra para el conjunto del liceo. Después de la muestra se realiza un foro en el que dialogan con los espectadores sobre el trabajo realizado. Finalmente, evalúan en conjunto la experiencia vivida.
Me gustó mucho porque conocí y me integré con gente nueva que me pareció rebién. Es más, son rebién y me encantó el grupo que se armó. Yo ya había hecho teatro antes y nunca había estado con un grupo tan bueno. Profe, sos rebueno y nos enseñaste cosas que están de más, me encantó esto y ojalá estuviera o se diera la oportunidad de que se armara de nuevo. Me encantó. Sofía
Gracias a esto me reintegré con mis compañeros y en parte conmigo misma. La verdad que es muy lindo poder expresarse libremente. Paula
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¿Qué representan los adolescentes? Todo. Todo lo que quieran. Quienes deseen participar de los talleres se embarcarán en la experiencia de apropiarse de lenguajes escénicos y ejercitar el trabajo grupal con un objetivo común. Guiados por un tallerista de Teatro en el Aula, el grupo parte de los intereses temáticos de sus integrantes y desarrolla el trabajo en ocho encuentros de dos horas cada uno. En un mes completan el ciclo y ofrecen una muestra del trabajo en el propio liceo. Ese es un encuentro con el público (padres, compañeros, amigos y profesores) sin el cual creemos que no se concretaría el objetivo de la experiencia. Es una apuesta al compromiso, la escucha, la creatividad, la entrega y el hacer en común.
El teatro es lo de menos Es asombroso el potencial creativo que toma forma cuando logran integrar un grupo y un espacio propios. Generan espectáculos maravillosos. Sin embargo, la necesidad de trabajo en equipo, con un fin común, garantiza el tránsito por caminos muy enriquecedores como individuos. La actividad no se centra en la formación de actores, sino en el encuentro de jóvenes que muchas veces no se conocen, haciendo uso del ejercicio de la libertad y creatividad que inevitablemente activa una herramienta, nueva para ellos, de comunicación.
Propiciando la autogestión Si bien el espíritu que animó la propuesta de trabajo de taller fue que el resultado fuera solo un comienzo, no siempre sucedía que el grupo siguiera trabajando una vez que el tallerista de Teatro en el Aula finalizaba la actividad en el octavo encuentro (la instancia de evaluación grupal de la experiencia). Es así que, en pos de brindar herramientas para que la actividad se percibiera con proyección en el tiempo y en la tarea, Teatro en el Aula propone destinar un tiempo del taller para ofrecer mínimas herramientas de organización en comisiones:
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Comisión de escenografía Comisión de vestuario y maquillaje Comisión de ambientación sonora Comisión de difusión (programas y comunicación interna de la actividad)
Los adolescentes diseñan los programas de las obras que crean.
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Ante esta modificación de la propuesta se constató que los grupos (en varias presentaciones de la obra que habían creado) coordinaban con las autoridades del centro de estudio, y en algunos casos ofrecían hasta cuatro funciones para cada turno. En otras oportunidades los grupos creaban sus propios vínculos con otras instituciones (escuelas, bibliotecas, etcétera) y ofrecían su espectáculo a partir de gestiones que ellos mismos habían generado. En la misma línea de trabajo, la dirección de Teatro en el Aula siguió estudiando la posibilidad de profundizar y surgió la propuesta de incluir a animadores y recreadores para aportar herramientas específicas que propiciaran el fortalecimiento de la autonomía y respaldaran la grupalidad, a la hora de valerse por sí mismos. La presencia de animadores y recreadores se alternaba con la del tallerista, con quien se compartían los tiempos de trabajo. Una vez que se realizaba la muestra, eran los recreadores quienes abrían una nueva instancia de proyección como grupo, no solo para actividades artísticas, sino para cualquier tarea que el colectivo acordara.
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HE VISTO Y VEO CAMBIOS Walkiria Varela, psicóloga social
Fue mi primera experiencia laboral como operadora en Psicología Social. Comencé cuando aún estaba estudiando. Fue el primer lugar donde pude poner en práctica conocimientos adquiridos, donde ratifiqué y rectifiqué creencias y sentires con relación al rol. Actualmente sigo en el proyecto, y después de trece años sigo conectada con el placer de la tarea en cuanto a los elencos, talleristas y jóvenes. Considero que el fenómeno comunicacional que se genera entre los actores y el público es eficaz y produce efecto. He visto y veo cambios de formas de pensar y sentir en los jóvenes y en los actores a partir de un conflicto o de una problemática equis desarrollada en la obra que se representa, en relación con personajes o con ellos mismos. En estos efectos generados en el teatro como herramienta educativa es que vislumbro los cambios. Como dicen por allí, la esperanza se planifica, y en esto los jóvenes han demostrado y demuestran respuestas creativas y adaptativas en situaciones en las que la obra los moviliza. En todos estos años he visto que aquellos conflictos que se plantean en las obras en torno a las elecciones de vida de los personajes, las crisis, la discriminación, la problemática de poder y el amor son los temas convocantes para ellos. Desde ahí, de alguna manera, juegan al juez de lo que los personajes plantean, en cuanto a si está bien o mal lo que hizo. También se ponen en el lugar de los personajes […]. ■
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Un antes y un después de Teatro en el Aula Los actores y su experiencia El actor que inicia su participación en Teatro en el Aula ha aceptado integrar una propuesta que demanda de él gran profesionalismo y criterio. Si bien conoce la obra para la que fue convocado, solo sabrá el reparto una vez que se comience a ensayar. Y este proceso es bien interesante, ya que se maneja una fecha inamovible de estreno. Por eso se requiere una disposición frente al trabajo que necesariamente apela a la concentración y a un rápido proceso del actor. Resulta fundamental contar con actores que aporten no solamente desde su formación, experiencia y talento, sino que estén decididos a formar parte de una propuesta que tiene como eje el interés social, tomando como herramienta la propuesta artística; actores que trabajarán el marco actitudinal y específicamente la dinámica de foro en talleres expresamente diseñados. El compromiso asumido será con la actividad en su totalidad, con la responsabilidad de presentarse ante un público adolescente en su propio espacio, de proponer un diálogo con los jóvenes desde la escucha y el respeto.
COMO COMEDIANTES DE LA LEGUA Juan Fernando Toja, actor, docente, director
Fue un muy rico aporte para mi oficio de actor representar tres funciones por día, en espacios diferentes, con un público joven que en su mayoría nunca había visto teatro, y representar autores de gran valía, que espejan la misteriosa conducta de la condición humana. Eso, sumado al servicio que cumplía y cumple llevar teatro al aula, le daba un propósito y un sentido a mi acción como artista. ¿El gran desafío? Ejercitar la ductilidad como actor para adaptarse a diferentes espacios y poblaciones de estudiantes con distintas características sociales y culturales. También, la síntesis y claridad ejercitadas en la comunicación con los estudiantes en los foros posteriores a las representaciones. […] Fueron momentos muy felices, pues éramos como comediantes de la legua cuya carreta era una camioneta, y las plazas y pueblos se transformaban en liceos. Convivir con colegas, risas y compinchería deja gratos y cálidos recuerdos. ■
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Tiene la palabra… 7
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El elenco de Teatro en el Aula se hizo presente en nuestra institución para brindarnos su maravillosa interpretación de La marquesa de Larkspur Lotion, obra de Tennessee Williams. Concretamente, el motivo por el cual decidí redactar este e-mail es porque ciertos aspectos de mi personalidad me impidieron manifestar mi opinión públicamente. Pero en cierta forma, y más allá de las opiniones e interpretaciones del resto de mis compañeros, en lo personal no quería dejar de agradecer el gesto, ya sea del elenco como de los organizadores y todas aquellas personas que estén detrás de este magnífico proyecto. Con respecto a la obra en particular, creo que fue una muy buena elección. Si bien su argumento se aplicaba a la época en la que fue escrita, el mismo sigue vigente incluso en la sociedad de estos días, y creo que
a su vez nos obliga a hacer una pausa y plantearnos la verdadera temática de la obra, el mensaje que quiere transmitir y, más que nada, el trasfondo social en el que se encuentra inmersa. Es decir, más allá de las adicciones de sus personajes, que parecen ser lo más significativo para el público, vemos la problemática social que conduce a los individuos a dichas conductas, la importancia de las apariencias en contraste con el verdadero estado psicoemocional de los personajes, que reflejan la situación de muchísima gente. A modo de despedida, agradezco nuevamente el gesto y la dedicación. Realmente espero que jamás abandonen esta iniciativa, sigan dando a conocer obras interesantes, y así ampliando nuestros horizontes.
Hola! ¿Cómo están? Soy Gabriela, una alumna de 4o del liceo de Santa Rosa. Escribía para felicitarlos por la obra, la verdad es que está buenísimo el trabajo que hacen! ¡Son unos genios! :) ¡Un gusto haberla visto, de verdad! ¡Espero que tengan muchísima suerte en lo que se propongan!
¡Un beso grande para todos! P.D. Me olvidé de comentarles que después de ver su obra estuvimos hablando sobre ella en clase de Filosofía y la estuvimos relacionando con algunos temas q tratamos este año, la profe quedó muy satisfecha también! Bueno… Ahora sí me despido! jeje! Q pasen muy bien!
Laura
Estos son algunos de los muchísimos testimonios que recibimos por correo electrónico.
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Buenas! Soy alumno de 5o humanístico del liceo Bauzá, permanezco en el turno nocturno y en mi horario de Italiano fui parte de una obra de Florencio Sánchez: Los Muertos. Muy buena interpretación. Hace mucho no leo un libro por interés propio pero despertaron mi ansiedad por la lectura y disfruté mucho lo que hicieron. Me sentí reflejado en la inocencia del protagonista por compartir a su hijo… Claro que no tomo ni soy violento… como los actores… No sé si serán violentos pero se chuparon todo… jeje. Gracias y espero que se repita, Elber
¡Hola! Era para felicitarlos por la breve obra que realizaron el miércoles 24 en el iava. Sinceramente, como alumna, mi humilde opinión es que la obra estuvo espectacular. Ya que no es lo que un alumno se espera. Al decirnos «van a ver una obra», uno espera algo aburrido, o de poco interés. Sinceramente, los breves minutos que estuvieron, tanto mis compañeros como yo disfrutamos mucho la obra, el desarrollo del conflicto, los personajes, y fue impresionante la manera en la que nos iba atrapando poco a poco. Espero que sea posible en otro momento poder presenciar otra de estas obras. ¡Continúen! Ángela
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CAPÍTULO III EL DESPUÉS, EN CADA UNO…
Hola, ¿cómo andan? Soy Camila del liceo Iava y hoy en el turno matutino tuvimos su visita. El año pasado me acuerdo que también fueron y, bueno, primero que nada quería felicitarlos porque realmente admiro cómo de un momento a otro pasan a recrear una situación y transmiten esa interpretación de su personaje al público, que hace que uno se meta en la obra. Y después quería compartir un poquito lo que yo pude entender o interpretar de la obra, aparte de las intervenciones que se hicieron hoy que coincidí con varias. Para mí en cuanto al personaje de Chiárchiaro se trataba de una persona a la cual habían difamado, y tanto así que llegó al punto de ser acusado por todo el mundo y ser conocido por esa acusación. Con la sociedad y «el mundo» en contra por su mala fama, él es muy consciente de todo y, viendo en dónde está parado, ve que no le queda otra que meterse en ese juego y sacar provecho de la persona que la sociedad había creído que era. Entonces pide que lo reconozcan como lo que creen que es, así puede conseguir dinero para sobrevivir y mantener a su familia. Él y sus hijas saben cómo es, y la hija justifica su comportamiento con otras situaciones que sucedieron, pero él sabe quién es, lo que pasa que con eso no gana nada más que algo personal y está desesperado, necesita una identidad frente a la sociedad que según sus juegos y reglas puedan hacerle obtener algo, y la única posibilidad que ve es aprovechar lo de «yeta» y entonces lo acepta, o al menos juega con ese papel frente a los demás sin importar si es positivo o negativo, que es el que le pusieron. Y tenemos a los jueces también que uno es totalmente supersticioso, sigue a la mayoría y cumple su papel, y al otro que es más neutro en el sentido de que cumple con su rol pero también es más consciente de la realidad y
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más que en rumores, prejuicios, suposiciones, cree en que hay que conocer a las personas primero para tener un concepto y ver qué se puede hacer, si se puede ayudar o comprender, pero también sabe que hay fuerzas mayores y por más que tenga su perspectiva no puede hacer siempre «lo correcto» porque la definición de correcto en la sociedad la ponen otros y no se puede discutir. Creo que lo que se trata de mostrar en general es un poco la falsedad, y cómo estamos constantemente poniendo etiquetas porque aunque no nos guste lo tenemos tan incorporado por la tele, etc., que muchas veces nos sale sin pensarlo, y clasificamos, ponemos nombres y damos características cuando la mayoría de las veces no conocemos a las personas y no sabemos cómo son realmente, ni su historia, ni nada. Eso también viene de la mano con la superficialidad que existe hoy en día de tomar a una persona como una apariencia cuando eso es solo un detalle de la infinidad de cosas que la conforman. Y bueno, como consecuencia muestra también cómo podemos influir en su vida y hasta qué punto hacerla llegar. Básicamente es algo así como que los demás construyen tu imagen o influyen mucho en ella y se toma tanto así que todos lo creen y lo expanden y en realidad se habla cuando realmente no saben cómo es la persona, nadie se interesa por saberlo porque es más fácil creer lo que se dice y estar del lado «bueno» con la mayoría. Es como una limitación a tu forma de ser y una manera de tener el control sobre vos. Esta fue más o menos mi opinión y punto de vista y nada, muy buena la obra, y me gusta mucho que traten cosas reales que podemos ver a diario como estas. Muchas gracias y saludos. Camila
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Debo confesarles que siempre me quedé con muchas cosas para decir, un poco por vergüenza, porque enseguida sonaba el timbre o porque cuando terminaba la obra me encontraba muy conmovida. Esto último está muy bueno, pero a veces viene acompañado por alguna lágrima, que no deja mucho lugar para la palabra. Pero aquí estoy al fin escribiéndoles, ya que aunque el jueves pasado algo opiné, me quedaron cosas por decir y como estoy en sexto y pienso salvar todos los exámenes de una (la esperanza es lo último que se pierde), el año que viene entonces ya no me encontraré con ustedes y no gozaré de ese privilegio, el de verlos, y no me llevaré la sorpresa, esa tan linda que se siente cuando el adscripto entra a la clase y dice «hay teatro en el aula». Mi idea hoy es agradecerles profundamente, y señalarles que su trabajo es increíble… La idea es excelente. Nos acercan a clásicos que quizás algunos no leeríamos, en parte porque en este mundo posmoderno la palabra ha quedado relegada por la imagen, así como los libros por las nuevas tecnologías… Además de que en lo concreto determinadas orientaciones (ingeniería, arquitectura) no poseen la materia literatura. También porque, y es mi parecer, hay una falsa creencia de que lo viejo, lo antiguo, lo de otros siglos hay que desecharlo… sin importar su vigencia. Pero sobre todo, y es lo que yo creo, porque en estos tiempos
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la educación que está tan destrozada, lo menos que nos da a veces es justamente la posibilidad de pensarnos, de imaginar, de criticar, de reconocernos en lo igual y lo distinto de otros de otras épocas, y justamente lo que nos perdemos, producto en parte de estas reflexiones, es de encontrarnos con nosotros mismos. Además acercan el teatro (según mi punto de vista, dentro del arte, de las expresiones más bellas) y sutilmente son una invitación, una motivación para acercarse a él, más allá de un aula. El jueves pasado estuve ahí frente a ustedes y con ustedes, observándolos, escuchándolos, llorando, riéndome, asombrándome… compartiendo un paréntesis espacial y temporal que no reconocía timbres ni paredes, pero que, sin embargo, también nos enriquecía, nos aportaba, nos educaba… así que por ese jueves, GRACIAS!, pero no solo por ese día, sino también por todo el trabajo y la dedicación que está detrás de «Stefano» y de las otras tres obras que tuve el honor de ser espectadora: «Mucho ruido y pocas nueces» (2003), «El oso» y «Tres tristes tangos», por todas ellas entonces y por la continuidad del trabajo, ¡GRACIAS! ¡Gracias y fuerza! Que lo que hacen sinceramente vale la pena. Inés
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¿Y qué dicen los profesores?
[…] Por sobre todas las cosas, es admirable cómo tres personas, sin escenografía, sin efectos sonoros o lumínicos ni gran vestuario, pudieron mantener al grupo de chicos (aproximadamente 50 o 60), adolescentes inquietos y desmotivados en general, atrapados, inmersos, siguiendo en todo momento las escenas. Es la magia del teatro. Ustedes hoy lo lograron. Felicitaciones. Silvia
Los jóvenes participan de una de las formas de expresión de arte, pero además la comparten con sus pares y docentes. Reciben valores a través del trabajo que ustedes desarrollan y los difunden. Muchos de ellos no tienen otro modo de acceder, de presenciar una obra, de concebir otra forma de aprender. Además, en muchos casos, es una de las experiencias que seguramente comparten con los adultos con los que viven, generándose así una apertura al diálogo con la familia, un intercambio, hoy más que nunca tan necesario. Gracias. Graciela
La imagen que nos devuelve el camino andado nos muestra que hemos acompañado a varias generaciones de estudiantes, niños y adolescentes. Hemos sido testigos privilegiados, recibidos en sus casas de estudio, tomando nota de quiénes son y qué piensan y sienten y cómo se pronuncian. De educación primaria nos quedamos con imágenes de niños que ya no necesitaban refugiarse detrás de un títere, niños que incluían el cuerpo como materia expresiva; imágenes de niños comprometidos con la creación
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de sus historias y comunicándolas a su entorno; imágenes de maestras tomando una herramienta y siendo agentes multiplicadores de la experiencia. En educación media conocimos en los primeros años la cara de sorpresa de los estudiantes que se prestaban con recelo a participar de una actividad (¡¿teatro?!) porque pensaban que era «aburrido, para viejos y para gente rica». Luego fuimos nosotros los sorprendidos al constatar el entusiasmo por participar de los talleres, una vez que habían recibido el teatro en su aula. La llegada de los actores a los centros de estudio transitó desde el mayor anonimato a ser esperados y recibidos con alegría por los propios estudiantes aun antes de entrar al liceo. Las opiniones y los comentarios de los primeros foros fueron desplazando las timideces iniciales hacia intervenciones comprometidas y ju-
Nos dirigimos a ustedes, Teatro en el Aula, con el fin de transmitir no solo nuestro agradecimiento, sino también nuestro deseo de que esta propuesta sea recompensada, tanto en lo artístico, como en lo humano. Nos gustaría compartir con ustedes el impacto provocado por Teatro en el Aula en Escuela Técnica Malvín Norte. Nuestros alumnos nos manifiestan, en primer lugar, la satisfacción de participar, y consecuentemente la siguiente pregunta: ¿cuándo regresan? El cuerpo técnico docente de la Escuela les explicó a los estudiantes la modalidad de trabajo del Teatro en el Aula y su cronograma de actividades. Estamos convencidos de que esta experiencia ha logrado instalar disparadores en la comunidad educativa, provocando instancias integradoras diferentes a lo habitual en esta institución. Algunos docentes discuten todavía si Justino y Susana actuaron de tal o cual manera, y algunos alumnos participan […] y acotan: «Profe, usted no entiende, ahora es así». Sería muy extenso y quizás no sea el medio adecuado para extenderse, pero sin ninguna duda, tanto el momento de la obra como lo que logra provocar son valores casi esenciales en estos tiempos, y nos otorgan un abanico de opciones pedagógicas por los cuales comenzar a tratar los temas contemporáneos que constituyen nuestros pilares más firmes para el desarrollo humano. En lo personal, un profundo agradecimiento a todos los integrantes por su profesionalismo, fusionado con esa particular calidez que seduce a todos y nos obliga a pedirles que regresen pronto. Fernando
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gadas. Las propuestas de obras, que en un primer momento consideraban la necesidad de un aprestamiento humorístico, pusieron cada vez más énfasis en temáticas que tuvieran anclaje en la actualidad. El entretenimiento no se centra ya en el humor, sino en la propuesta de hurgar en arquetipos humanos, actitudes de personajes en situaciones que ponen a prueba sus convicciones o exponen sus contradicciones y conflictos… El camino que nos queda por andar se está gestando desde algunas certezas y, ciertamente, a partir de la capitalización de la experiencia; capitalización que viene a partir de acciones puntuales como las consultas diarias a los docentes involucrados, el abrir las puertas a instituciones como el Centro Interdisciplinario Signo y profesionales que puedan aportar visiones especializadas en áreas sociales y comunicacionales. Pero no solo a partir de acciones puntuales sino, y fundamentalmente, del adiestramiento a todos nuestros agentes intervinientes en una actitud; actitud que no debe perder el encuadre ni olvidar el objetivo último, y mucho menos nuestro destinatario directo: gente con el corazón a flor de piel y la cabeza con una receptividad asombrosa, propia y única de la adolescencia y juventud. Esta actitud de la que hablamos se gesta en un entrenamiento especializado y deriva en un natural respeto y una imperiosa responsabilidad. Certeza de que es bueno crear espacios de escucha y debate entre los adolescentes. Certeza de que en nuestro país se está gestando una fuerte tendencia a escuchar a los jóvenes, rendidos ante la evidencia de que, si no lo hacemos, ellos prescinden de nosotros, los adultos, refugiados en sus círculos de pertenencia. Certeza de que llegaremos adonde lleguemos contando con los aportes de muchos. Certeza de la potencialidad del Programa. Certeza de que, a partir de su inauguración, nuestra sede será un espacio de encuentro para estudiantes y docentes de todas las áreas, para compartir experiencias, charlas, talleres, debates…
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Gabriel Chirico, psicólogo social
1. ¿Qué significó para tu carrera haber transitado por el programa educativo Teatro en el Aula? Haber participado del proyecto Teatro en el Aula fue una experiencia que me permitió contactarme con el teatro como una herramienta socioeducativa. El dispositivo que articula la propuesta, vinculando la representación como estímulo y una instancia de foro que habilita la reflexión sobre temas que plantean las obras, es un recurso para trabajar diversos temas con los jóvenes de una forma que enriquece a todos los participantes. Debo destacar que el trabajo en equipo que plantea la metodología con la integración de los actores como elemento fundamental en esta propuesta (no solo en la representación, también en la instancia de foro) me permitió explorar el impacto de las diferentes formas de comunicación que se ponían en juego en la interacción con los grupos de estudiantes. 2. ¿Cuáles fueron los desafíos que te planteó la modalidad de foro propuesta por el programa? Uno de los desafíos que me planteaba esta modalidad era instrumentar a los actores de los diferentes elencos en que apenas terminada la representación debían dejar el personaje en el que estaban, propuesto por la obra, y pasar a ser moderadores de un foro donde los protagonistas eran los estudiantes. En esta instancia era fundamental favorecer la escucha del actor para descodificar no solo «lo que se entendió de la obra» sino, y fundamentalmente, qué sintieron. Fue muy gratificante compartir lo que generaban las devoluciones de los gurises en los actores y cómo se comprometían con la instancia de foro tanto como con la actuación. 3. ¿Cuáles son los temas que motivan más a los estudiantes adolescentes? A lo largo de las recorridas por distintos centros de estudios, por diferentes barrios, se planteaban algunos temas comunes, enfocados desde diferentes miradas. En general, de acuerdo a la obra planteada, los temas que surgían y que tenían mayor resonancia eran los vinculados a violencia intrafamiliar, los conflictos en los vínculos, discriminación y las adicciones. Es interesante destacar cómo en todos
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los encuentros los adolescentes valoraban la propuesta como un ámbito en el cual «escuchaban y eran escuchados», elemento no menor que muchas veces sorprendía a los propios docentes y que generaba en los estudiantes un clima que les permitía expresar lo que pensaban y sentían sobre diferentes temas. 4. ¿Creés que la educación teatral puede aportar a la formación de cualquier individuo? Sin lugar a dudas, me parece que el aporte de las técnicas teatrales permitiría enriquecer recursos de expresión y de comunicación que impactan en cualquier sujeto en la posibilidad de relación con los otros, el trabajo corporal en la integralidad y potenciar capacidades, desinhibiciones y autorregistro, que entre otras técnicas el teatro tiene mucho para desarrollar. 5. ¿Hay alguna anécdota que recuerdes de tu participación en el Programa y que quieras compartir? Anécdotas habría para compartir en un capítulo aparte con todos los compañeros que pasaron por esta experiencia. Sin embargo, me gustaría destacar aquellas instancias que no precisamente fueron en un aula y que nos pusieron a prueba en la sensibilidad y la emoción. Fueron las instancias en que el proyecto llegó a lugares como Cabildo [cárcel de mujeres], el centro penitenciario comcar, la Colonia Berro [menores infractores en privación de libertad]. En todos los ámbitos recorridos se recogía afecto, respeto y emoción, que era compartida. Lágrimas y risas daban cuenta de lo que en cada espacio se ponía en juego. ■
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El trabajo con docentes En actividades pensadas para docentes, donde se vinculan con sus pares en un encuadre muy diferente, hemos constatado que el trabajo desestructurado y grupal propicia miradas nuevas sobre temas y situaciones manidas. A modo de ejemplo, a la hora de explicitar sus dificultades en el aula, los docentes coincidían en lo árido que resultaba lidiar con ciertas actitudes de sus adolescentes, las enunciaban. Puestos en situación, aparecieron en ellos las mismas actitudes de dispersión, no atención a la pauta y nerviosismo que traían como lugares comunes respecto a su alumnado. Ni bien se disponían a trabajar, no ya como docentes sino como parte de un grupo, mostraban comportamientos idénticos al que relataban de sus propios alumnos. La reflexión que sobrevino fue tan sorprendente como provechosa, según nos contaron.
Talleres en la Cátedra Alicia Goyena En los años en que desarrollamos estos talleres teórico-prácticos, las devoluciones que hemos recibido dan cuenta de que resultaron útiles en dos sentidos: hubo docentes que, a partir del estímulo del material trabajado, pudieron aplicarlo en sus aulas, y hubo quienes, al menos, se dejaron impregnar de una actitud positiva ante la investigación de recursos didácticos.
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Jornadas donde ponemos a prueba las conclusiones Es posible dramatizar cualquier tema, incluso un teorema, y eso deriva en que los actores se apropian del concepto con alegría y avidez, y los espectadores se interesan por lo que sus pares han contado. Esta propuesta la hemos llamado la acción dramática como recurso didáctico y no solo ha resultado útil, sino que ha oficiado de estímulo, tanto para los docentes como para los estudiantes, quienes, a partir de la consigna de dramatizar, transitan por el tema y se apropian de los contenidos por la vía vivencial a la vez que intelectual (es necesario entender para luego representar).
Dinámicas teatrales como herramienta de debate Se nos abre una puerta de enormes posibilidades para trabajar la participación, la inclusión y el intercambio. Los planteos que toman forma escénica parten de la necesidad de recrear situaciones que requieren poner el cuerpo, y no solo la cabeza, para ejemplificar una idea o tema. Implica también la interacción con el otro en lo que refiere a postergaciones personales, y gran escucha para integrar no solo las ideas, sino las acciones de los demás. Este material vivencial da luego paso al retrabajo en plenario de estos temas que han impactado por varias vías (no solo la intelectual) en actores y espectadores. Fuimos invitados por la Comisión de Participación del Consejo de Educación Secundaria a exponer en las jornadas de docentes y estudiantes sobre el tema espacio curricular abierto.
Campamento de Salinas, 2 y 3 de diciembre de 2010 La participación del Programa Teatro en el Aula en el campamento se organizó a partir de cinco talleristas que operarían con aproximadamente 50 docentes y 50 estudiantes. Ambos colectivos se daban un espacio para debatir un tema específico, que ya había sido discutido con sus pares. Esta nueva instancia abría espacio al intercambio de posturas y a las propuestas.
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La intervención de Teatro en el Aula generó dinámicas de improvisación con el propósito de traer al nivel de registro vivencial todos los aspectos intervinientes en los temas a discutir. Se trabajó en subgrupos diferenciados (estudiantes / docentes) que —luego de discutir la pauta— presentaron cada trabajo escénico en plenario. Terminada cada presentación se abrió un espacio de reflexiones por parte del «público», a partir de las resonancias que hubiera generado la situación representada. Aspectos que no habían sido incluidos en un planteo desde lo puramente intelectual afloraron con mucha facilidad. Eso hizo que los temas tratados tuvieran un registro más próximo al quehacer diario y también a la mirada crítica y constructiva de las posibilidades de cambio.
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Sergio Fernández Cabrera, músico, compositor, guitarrista, director
—¿Qué desafíos se te plantearon como compositor y músico con la propuesta teatral de Teatro en el Aula? —Personalmente aquellos años significaban momentos fundamentales de desarrollo como compositor, momentos de búsqueda fermental, que nunca se abandona, pero tiene diferentes estadios en el desarrollo posible de la madurez artística. En cuanto a mi actividad como intérprete de guitarra clásica, ya había recorrido algunos años elaborando una emocionante relación con el escenario, con el decir, con el espacio escénico, etcétera. La posibilidad de participar en el proyecto de Teatro en el Aula desafiaba mi interés en explorar lo escénico musical en un contexto teatral. Fue en 1987 que participé en La ópera de tres centavos y Terror y miserias del Tercer Reich de Bertolt Brecht, interpretando (en adaptaciones para guitarra realizadas especialmente para la ocasión) parte de la música compuesta por Kurt Weill. Ese enriquecimiento vivencial con respecto a lo escénico fue propiciado, sin dudas, por los cuidados técnicos y humanos con que contó el proyecto. El rigor de sus directores y la calidad y el compromiso de los actores generaron en mí un terreno fértil para tomar contacto con algo que estaba más allá de la interpretación musical. La necesidad de la puesta en escena en lugares reducidos y las obras favorecían, en mi caso, una toma de contacto directa con el espacio actoral, no una relación a distancia. En cuanto al lenguaje, las rupturas del teatro brechtiano permitían una constante recuperación para
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tomar conciencia del espacio escénico y experimentar como músico el estar tocando y el estar no tocando en el escenario. Creo que el mayor desafío o, mejor dicho, el mayor interés que el proyecto despertaba en mi persona, más allá de buscar la precisión en la sincronización, en el acompañar, en la expresión o en la ejecución en los momentos justos, fue armonizar mi sentir escénico de intérprete músico con el sentir ampliamente escénico y dramático de los actores en escena. —¿De qué manera creés que la educación artística puede contribuir a la formación del individuo? —La educación artística (no necesariamente la educación del artista) es un complejo y rico proceso que puede tener tantas variantes como contextos socioculturales haya. La emoción o el estímulo a la reflexión que sobreviene al presenciar o vivenciar una obra teatral, musical o plástica, o de la toma de contacto con un texto literario es un pequeño gran hito para la memoria emocional de la mayoría de las personas, sin importar la edad. Esas necesidades internas que provoca la educación artística no deben reducirse solamente a la contemplación de lo estético, sino al estímulo y enriquecimiento del discurso del pensamiento. Las verdaderas experiencias que propone la educación artística son las que provocan momentos o estados de alta sensibilidad, de reflexión, de convicción y hasta de sana duda. Ayudan a fijar anclajes a nuestro intelecto, a nuestras convicciones, a nuestros principios, a nuestra madurez emocional.
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Hace 32 años ejerzo la docencia musical sin sentir que pueda ser algo separado de mi actividad de compositor e instrumentista. En ese lapso he aprendido que, además de lo técnico, lo estilístico o cualquier otro dominio requerido para la formación como músico, existe algo más que es fundamental en dicha búsqueda. Ese algo más es la búsqueda constante de la toma de conciencia de sí mismo, es el constante intento de comprendernos a nosotros mismos con respecto al medio que nos rodea. La educación artística debe interpelar a la realidad más previsible para poder generar intersticios por donde mirar, sentir y pensar de diferentes maneras. No es necesario que el individuo esté consagrado al arte para tener un pensamiento creativo. Y aunque no se esté consagrado al arte, creemos que la educación artística puede facilitar y descubrir caminos estimulantes y originales para el enriquecimiento de la personalidad. Como consecuencia, un pensamiento creativo seguramente tenderá a ser más constructivo y desarrollado en su capacidad vincular. Estoy convencido de que la experiencia de Teatro en el Aula propició en muchísimos estudiantes infinidad de momentos y estados de alta sensibilidad, de reflexión, de convicción y de sanas dudas a partir de la reflexión, dudas que son las que fundamentalmente nos construyen como personas. La potencia expresiva que tomaban las obras de Brecht en un pequeño salón de liceo, la transformación mágica de la realidad de cada lugar visitado, las diferentes emociones que se despertaban en los estudiantes y
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nos colmaban de energía para la próxima actuación y hasta los recorridos del elenco en camioneta (recorridos que siempre tenían carácter de celebración) constituyeron experiencias privilegiadas en mi vida artística. Desde el año 1999 escribo música para teatro casi ininterrumpidamente, en ese territorio fascinante donde la música dice otras cosas y donde se transforma en causa y consecuencia de ideas y emociones. He podido comprender y aprender de las relaciones profundas entre la interpretación actoral y la interpretación musical; relaciones que han determinado sustancialmente mi vivencia como músico en el escenario, parte de mi postura como docente y, de alguna manera, teñido mi imaginario como compositor. Celebro que Teatro en el Aula haya sido la puerta por la cual ese mundo mágico me permitió entrar. ■
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CAPÍTULO V EL FUTURO: VIEJOS SUEÑOS, POSIBLES REALIDADES
Proyectar el Programa y tener alcance nacional Las solicitudes recibidas de instituciones educativas del interior del país no siempre pudieron atenderse. El programa visitó algunos departamentos, pero siempre en forma ocasional, dado que la implementación de un plan de visitas excedía las posibilidades presupuestales, de coordinación y de organización. En 2011, a raíz de un convenio con el Ministerio de Educación y Cultura, se implementó una gira por liceos del interior. En 2012, a partir de un nuevo convenio con el mec, otra obra de Teatro en el Aula llegó a estudiantes de Artigas, Rivera, Tacuarembó, Colonia, Soriano, Lavalleja, Treinta y Tres, Rocha y Flores. Esta confluencia de esfuerzos nos anima a retomar la intención de que el Programa pueda funcionar en otros departamentos, ya sea aumentando el número de visitas o generando con actores sociales de las localidades una propuesta que colme las necesidades.
Sistematizar la lectura de los emergentes Somos conscientes de la riqueza de comentarios, opiniones y sentires que el momento del foro propicia. Una vez finalizada la función, parte de la tarea del equipo es tomar nota del pronunciamiento de los adolescentes en
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cada uno de los foros. Sin embargo, estamos convencidos de que todo este material se aprovecharía realmente si contáramos con profesionales capacitados para trabajar sobre los emergentes que aparecen en cada foro. En las más de 400 funciones que se hacen al año, ¿qué se dice?, ¿quiénes?, ¿sobre qué temas?, ¿qué intereses diferentes hay según la franja etaria, el sexo, el lugar geográfico? Aspiramos a contar con investigadores de la Universidad de la República, quienes, con rigor científico, puedan elaborar estudios y aportar miradas calificadas sobre la respuesta de la población estudiantil a los temas que plantean las obras que vieron representadas.
Incluir directores Elaborar espectáculos teniendo en cuenta el destinatario adolescente impone la tarea de, antes que nada, conocer ese público y, sobre todo, respetarlo. Es un público que no pidió asistir a una obra de teatro, que no tiene por qué estar interesado, que recibe en su salón a un grupo de adultos que no conoce, quienes, disfrazados, lo invitan a compartir y dialogar. Hablamos de un público de una franqueza apabullante, dispuesto a abrirse a una comunicación real, no ficticia ni maquillada con reglas del manual del buen espectador. Entonces, francos debemos ser nosotros al ir en busca de esas orejas, ojos y corazones. Los actores de Teatro en el Aula se aprestan a colocarse en ese canal de comunicación que hará posible el diálogo posterior. Esta ubicación que se trabaja con los actores es fundamental como punto de partida. Se trata de convocar la atención de los espectadores y lograr el silencio, ganarse la mirada y la escucha sin valerse de facilismos o adornos formales que hagan fáciles a los grandes clásicos. Se trata de apostar al autor, a la obra, al tema, y a que funcione. Ha quedado muy postergada, por razones de presupuesto, la posibilidad de incluir a directores que trabajen desde este encuadre y que puedan conocer la especificidad de la actividad, sus objetivos y funcionamiento.
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Creemos que es indispensable contar con quienes puedan adentrarse en la propuesta artístico-social de Teatro en el Aula, en el ejercicio de aportes que sumen a la misión del programa.
Poner nuestra sede a disposición Queremos generar un espacio donde los docentes puedan trabajar y compartir con sus pares sus desalientos y esperanzas, un espacio donde podamos aportar de nuestra cosecha todo lo que hemos aprendido y en lo que nos hemos especializado. También aspiramos a generar charlas, talleres y encuentros para trabajar sobre dispositivos y dinámicas que toman el teatro como herramienta, para integrar conceptos no solo por vía intelectual sino también por la vivencial. Estos dispositivos pueden tener como objetivo incluir técnicas para aplicar con los educandos, dinámicas para ahondar en la comprensión de la situación de clase que viven los alumnos y transitarla a modo de juego teatral. Hablamos de talleres que indagan en aspectos técnicos de lo comunicacional, referidos a técnicas dramáticas, que pueden ser de gran utilidad para los docentes, o de técnicas aplicables a efectos de que el estudiante se apropie de conocimientos curriculares de cualquier asignatura por la vía lúdica. Queremos convocar a estudiantes a actividades varias y, asimismo, ofrecer el espacio para las propuestas que ellos nos hagan llegar.
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AGRADECIMIENTOS
Al Servicio de Locomoción de la Intendencia de Montevideo, a todo su equipo, por aportar su trabajo con gran compromiso y responsabilidad; trabajo fundamental para que la actividad se sustente. Al Servicio de Imprenta de la Intendencia de Montevideo, a su equipo, por su constante apoyo. A la Oficina de Infraestructura Teatral, a todo su equipo, por su permanente colaboración. A la Comedia Nacional, que comparte su vestuario para la producción de los espectáculos de Teatro en el Aula. A Jorge Navratil, director de Producción de la Comedia Nacional. A Álvaro Echaider, asesor de la intendenta de Montevideo. Al claeh, especialmente a Gonzalo Carámbula, Andrea Fantoni y Elder Silva. A Gustavo Castagnello por las fotografías de la obra El zoológico de cristal de Tennessee Williams y de Hamlet de William Shakespeare. A Alfredo Polanszky por el diseño gráfico de afiches y programas. A todos los que dejaron su huella en este camino siempre renovado. A cada uno de los que participaron, formando parte de Teatro en el Aula o haciendo posible que el programa se sostuviera y desarrollara. A cada servicio de la Intendencia, a cada equipo de dirección de las instituciones educativas, a la gente de teatro, a la gente de administración. Comprometidos con la propuesta, todos han sido sustento y nutriente de cada paso dado en estos 25 años. Un agradecimiento especial a Marcela González y a Amparo Zunín, por su entrega y compromiso con la tarea en este año tan particular.
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