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TRIBUNA

PDi: Producto Disruptivo-innovador en Educación

A Joaquín P. Martín Dr. en filología inglesa, coordinador TIC, y director de diferentes cursos

“La PDI y las TIC contribuyen a disminuir el fracaso escolar”

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unque el uso del término "disruptivo" pueda parecer poco apropiado para referirse a la PDi de forma positiva, no lo es tanto. Como bien destaca Curtis Johnson, consultor educativo estadounidense, la industria se ha cimentado siempre en la introducción de nuevos inventos, auténticos revulsivos que rediseñan y redimensionan el mercado, permitiendo así evolucionar a la sociedad. El apelativo de disruptivo va asociado tradicionalmente a la imprenta, debido principalmente al cambio radical que supuso en la concepción de las ideas y del aprendizaje, en la ruptura definitiva del monopolio del conocimiento y la democratización en el acceso a la información. Estas innovaciones tecnológicas no difieren mucho de lo que ocurre hoy con las TIC ya que, gracias a ellas, los usuarios se han transformado en verdaderos creadores de contenidos basados en la comunicación, en la interacción social y en el libre pensamiento. Como en el caso de la imprenta, las ya no tan nuevas tecnologías catalizan el acceso al conocimiento, a la investigación, a la comunicación efectiva y automática de ideas, su análisis, su discriminación, su ampliación, su adquisición y su reutilización de una forma universal y motivadora, modificando y actualizando facetas tan dispares como la económica, la social, la política, etc. A pesar de que estos resultados son fácilmente rastreables, es en la Educación donde observamos que se trata de un proceso imparable y sin embargo, a diferencia de las demás, se demuestra que los modelos anteriores siguen y van a seguir presentes. Ahí reside la importancia actual de la PDi ya que, aunque el ámbito educativo está sometido a los entresijos políticos, sociales y económicos, se encuentra aún anquilosado y desvinculado del mundo real. La PDi es, por tanto, el perfecto elemento disruptivo que necesita el aula capaz de actualizar los procesos de enseñanza/aprendizaje, convirtiéndose en una ventana abierta de par en par a la realidad de los ciudadanos del siglo XXI. Gracias a ella, la información y el conocimiento ya no se encuentran focalizados en el profesor y su clase magistral, sino en los contenidos mostrados en la PDi y en la consecución y desarrollo de las destrezas y capacidades necesarias para analizar y procesar dicha información, consiguiendo así su adquisición, reutilización y producción posterior. Aunque todo esto sea así, la integración curricular de la PDi no significa de ninguna manera relegar al profesorado, sino que lo transforma en una pieza vital en este gran puzzle ya que se convierte en el director encargado de orquestar todos los instrumentos, tecnológicos o no, para que dichos procesos de enseñanza/aprendizaje puedan llevarse a buen puerto. La PDi, por tanto, rompe con la inflexibilidad del modelo educativo predominante centrado en que todos los alumnos aprendan lo mismo, de la misma forma, al mismo tiempo y en el mismo lugar. Adaptando la idea del modelo educativo actual de Johnson como un autobús escolar en el que todos los alumnos deben seguir la misma ruta sin capacidad de decisión, la PDi sería la ventanilla desde la que cada alumno puede observar la realidad que le rodea, así como el botón que al pulsar puede indicar al conductor, al profesor, que desea apearse para ampliar sus conocimientos. Con una sola pulsación personalizamos de forma radical, práctica y real nuestra respuesta docente de acuerdo a los intereses de los alumnos, sus necesidades y su experiencia educativa. Para ello, compagina lo tradicional y lo innovador, la comunicación síncrona y asíncrona, los materiales impresos con los multimedia, el aprendizaje presencial con el e-learning como libro digital en el aula, el trabajo individual con el colaborativo, la obligación con la motivación, lo real con lo virtual, eliminando además las barreras tanto físicas como temporales. Con todo y por todo ello, la PDi integrada curricularmente junto al resto de TIC en la ya denominada Educación 3.0 forma a los alumnos para defenderse en sociedad, poseedores de una alfabetización digital que ya se ha convertido en básica y que adquieren inconscientemente. Por añadidura, la PDI y las TIC contribuyen a disminuir el fracaso escolar, que en España ronda el 28,4% en el 2011, así como erradicar la e-exclusión que dificulta la adaptación de nuestros jóvenes a los requerimientos laborales actuales, especialmente en épocas de profunda crisis económica como en la que estamos inmersos y que requieren la reformulación de los parámetros establecidos tradicionalmente.




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