Escucha activa. Es la herramienta fundamental dentro del marco de la relación de ayuda. Si queremos ayudar y acompañar a una persona en su recorrido hay que saber escuchar, esto pasa de igual manera en las relaciones informales de cada día. Es necesario prestarnos tiempo para la conversación tranquila, serena y sosegada en todos los contextos, sin embargo, y debido al ritmo que ha adquirido esta sociedad, cada vez estamos más rodeados de gente y de recursos para la comunicación y sin embargo cada vez nos encontramos más incomunicados y solos y con menos paciencia para concedernos tiempo para preocuparnos del otro/a.
Es activa, ya que es un proceso psicológico que partiendo de la audición, implica otras variables de la persona: atención, interés, motivación, etc. Es un proceso mucho más complejo que la simple pasividad ( oír por oír): Cuando se escucha, se muestra interés hacia la otra persona, para esto hace falta hacer callar a los voces que nos murmuran dentro, y que se llaman recuerdos, remordimientos, alegrías, preocupaciones, sentimientos diferentes…
· Escuchar significa, por lo tanto mucho más que oír. Significa poner atención para oír. Significa, querer comprender, tener en cuenta que existe un mundo más grande detrás de las palabras, y por lo tanto es querer penetrar en su opacidad. · Escuchar es centrarse en el otro. Pero centrarse en el otro es difícil en el diálogo. Se consigue haciendo un esfuerzo y mostrando interés por estar y acompañar a través del diálogo a la otra persona. · La escucha activa se manifiesta en muchas ocasiones mediante monosílabos o interjecciones ( ah, sí, hum,etc…), que nos hacen estar presentes en el diálogo. Sin interrumpir la exposición del otro, sino respetándole y dejándole hablar, respetando incluso el silencio, que nos puede hablar de la profundidad de cuanto está diciendo el otro, de sus dudas, de sus inseguridades, de su malestar, de su miedo…
El que escucha con el corazón se convierte en instrumento de curación, porque da espacio a los otros para abrirse con creciente confianza y libertad y les permite sentirse
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comprendidos y afirmados. La escucha sana. Todos los sentimientos, conflictos, malestares…, cuando son compartidos con personas que les saben escuchar, son mejor analizados, y hace que la persona quede más tranquila; se dice que la escucha sana y es reparadora.
“Nos han sido dadas dos orejas, pero sólo una sola boca, para que podamos oír más y hablar menos”. Zenón de Elea.
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