19 feb > 19 abr 15
Sobre las acuarelas de las islas de Günther Uecker Günther Uecker nació en 1930 en Mecklenburg, Alemania, y se cuenta entre los artistas alemanes más importantes e internacionales del presente. Hace cincuenta años estuvo en las primeras filas de la renovación artística occidental, como miembro del famoso grupo vanguardista ZERO. Se hizo famoso al comienzo de los años sesenta con el giro que llevó a cabo desde sus pinturas sobre tablas a los objetos con clavos, con los que encontró una herramienta ajustada a sus intenciones artísticas y que, desde entonces, quizás injustamente, se ha interpretado como su rúbrica personal. Sin embargo, su obra es mucho más rica en medios de expresión, y abarca desde textiles y objetos pintados, además de fotografía, vídeo y escenografía, hasta instalaciones de gran tamaño y acciones artísticas. Los trabajos de Uecker sobre papel poseen una significación especial si tenemos en cuenta su dedicación continua durante décadas en
este terreno, y las diferentes técnicas que ha empleado. Un capítulo muy significativo son sus acuarelas, quizás la parte más íntima y menos conocida de su obra, y que acompaña a los demás trabajos artísticos desde hace unos cuarenta años. La mayoría de las acuarelas insulares exhibidas por Uecker en TEA fueron pintadas en La Graciosa, donde el artista conserva una casa y donde suele retirarse para trabajar, relajarse o simplemente descansar. Estas pinturas transmiten el dinamismo de formas y colores, de la luz y de la atmósfera de la isla, así como de los fenómenos naturales como si fueran observados por un virtuoso. La técnica de la acuarela se ajusta especialmente al deseo de Uecker de registrar los procesos naturales en forma de una secuencia rítmica. Con una pincelada suelta y un color riquísimo en matices, se enfrenta a los paisajes en sus múltiples apariencias, y reacciona con sensibilidad e impulso de juego, pero sin representarlos de forma realista. Aunque los dibujos y motivos de estas series poseen orígenes muy diversos se caracterizan principalmente por su capacidad de expresar el movimiento y la plenitud de la luz. En la serie “Nubes”, por ejemplo, el cielo está cubierto por grandes masas de color, y en otro extremo, por infinidad de pequeñas y diminutas formas. Según la hora del día o el tiempo, el cielo se manifiesta en matizaciones de azules diferentes en un amplio espectro. Las nubes, unas sobre otras, son blancas y esponjosas, teñidas de rojo y naranja, o esconden sombras grises y negras. Por la proximidad del artista con el paisaje, estas acuarelas son a menudo llamadas “cartas de amor a la Naturaleza” –esenciales “instrumentos sismográficos”–, que Uecker considera esencial en su conocimiento del mundo y de sí mismo. En esta forma de diarios “no-alfabéticos” establece un diálogo muy personal con la Naturaleza, la belleza y amplitud de figuras que ya le habían conmovido en su niñez, profundamente, en las islas Wustrow. “Cuando era niño estuve sentado en la orilla del Mar Báltico, y allí vi el cielo y el agua, la tierra y el fuego”, cuenta Uecker en una conversación sobre el estado de “estar-en-la-Naturaleza”, a la que está arraiga
da su manera de pensar, tan ligada a la Naturaleza desde entonces. Así, en las últimas décadas, las acuarelas han creado un mundo artístico paralelo que revela otro lado, no menos característico, de la sensibilidad de Uecker por la belleza de lo natural. De este fondo tan rico esta exposición en Tenerife muestra una destacada selección con ejemplos de ocho ciclos de acuarelas. Alexander Tolnay
The Island Watercolours by Günther Uecker Born in 1930 in Mecklenburg, Germany, Günther Uecker is one of the most important and most internationally renowned contemporary German artists. Fifty years ago, he was at the forefront of Western artistic innovation, including as a member of the legendary avant-garde group ZERO. He became famous in the early 1960s with his radical transformation from painted panels to nail objects, in which he found a contemporary tool ideally suited to his artistic intentions, and which, perhaps unjustly, have stuck as something of a personal trademark. His work is, however, much richer in expression, ranging from painted textiles and objects, through photography, film and scenery painting, to large-scale installations and artistic action. Uecker´s works on paper achieve a special significance when one considers the continuity and decades of his work in this area, taking account of the many different techniques he has used. One significant chapter concentrates on watercolours, forming the most intimate and least known part of his oeuvre, and accompanying his other artistic work for almost forty years. The majority of the Island Watercolours exhibited by Uecker at TEA were painted in La Graciosa, where the artist keeps a home and where he often withdraws to work, or to either rest or simply relax. These paintings transmit the dynamics of form and colour, light and atmosphere
Due to the immediacy of encounter with landscape, watercolours are often referred to as ‘love letters to nature’ - essential ‘seismographic instruments’, that Uecker deems essential in his experience of the world and for himself. In the form of these ‘non-alphabetical’ diaries, he conducts a very personal dialogue with nature; the beauty and variety of structures already deeply touched him as a child on the island of Wustrow. ‘I sat as a child beside the Baltic, and there I saw the sky and water, the earth and fire,’ Uecker said in an interview on the state of ‘being-in-nature’ in which his way of thinking is still rooted, so linked to nature, even to the present day. Thus, in recent decades, the watercolours have created a parallel artistic world that reveals another, no less characteristic, side of Uecker’s sensitivity to the beauty of nature. From this rich collection, the exhibition in Tenerife shows an outstanding overview of examples from eight watercolour series. Alexander Tolnay
Obra de Günther Uecker (fragmento)
of the Island and its natural phenomena as observed by a virtuoso. The technique of watercolour is particularly suited to Uecker’s intentions to record natural processes with a sequential rhythm. With loose brushwork and nuanced colours, he meets the landscape in the diversity of its manifestation and responds playfully and with fine tuning, without depicting the realistic. Although the shape and form of the motifs in the series of images are indeed from very different origins, almost all have as a primary characteristic the ability to exercise movement and express the mindfulness of light. In the ‘Cloud’ series for example, the sky is covered by huge agglomerates, and then at the other extreme it is covered by myriad small and even miniscule shapes. According to the weather and the time of day, the sky is detailed by a whole spectrum of different hues of blue. The clouds, one above the other, are white and billowing, tinged red and orange, or hiding grey and black shadows.
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