Modelo para Armar

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MODELO PARA ARMAR Nuevos desafĂ­os de las masculinidades juveniles


Tufró, Lucila Modelo para armar: nuevos desafíos de las masculinidades juveniles / Lucila Tufró; Luciana Ruiz; Hugo Huberman. - 1a ed. - Buenos Aires: Trama - Lazos para el Desarrollo, 2012. 44 p.: il.; 20,5x26 cm. ISBN 978-987-27845-0-8 1. Estudios de Género. 2. Juventud. I. Ruiz, Luciana II. Huberman, Hugo III. Título CDD 305 Fecha de catalogación: 16/02/2012

Coordinación de la edición: Lucila Tufró Hugo Huberman Desarrollo de contendidos: Luciana Ruiz Lucila Tufró Diseño Gráfico e Ilustración: María Cecilia Cambas Este material se ha realizado gracias al apoyo de ONU Mujeres Argentina, en el marco de la campaña «Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres» impulsada por el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon.


Indice

PRESENTACIÓN

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1. Este Cuadernillo

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2. El género

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3. UNA CUESTIÓN DE DOS

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El hombre como aliado

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La juventud como momento clave

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Algunos desafíos

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4. Masculinidades

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5. Proceso de socialización de los jovenes

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Espacios de hombres

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Ritos de iniciación

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6. ESTEREOTIPOS DE GÉNERO

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Consecuencias del modelo de masculinidad hegemónica

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7. ¿La violencia es natural en los hombres?

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Violencia de género contra las mujeres

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El hombre contra el hombre

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Nocturnidad y masculinidades jóvenes

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Señales de transformación

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8. Promoción de la convivencia

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Promover para prevenir

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Trabajar para el cambio

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Cómo motivar a los chicos

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9. Actividades para pensar y aprender

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10. BIBLIOGRAFÍA

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11. RECURSOS Y SITIOS web disponibles

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PRESENTACIÓN

ONU Mujeres1 ha sido creada en el año 2010 en el marco de la reforma de la ONU con el fin de acelerar los objetivos de la Organización en materia de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres fusionando y dando continuidad al importante trabajo de cuatro componentes del Sistema de Naciones Unidas: la División para el Adelanto de la Mujer (DAW), el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW), la Oficina del Asesor Especial para cuestiones de Género (OSAGI) y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM). ONU Mujeres tiene como misión acelerar el progreso de las mujeres y las niñas a nivel global, regional y local, bregar por la eliminación de la discriminación en contra de las mujeres y las niñas en todas sus formas y lograr la igualdad de género. La violencia contra las mujeres es la forma más extrema de discriminación y la violación más frecuente, invisible e impune de los derechos humanos no solo en Argentina sino a nivel mundial. Se estima que una de cada tres mujeres ha sufrido alguna forma de violencia durante su vida. La violencia contra las mujeres constituye además un serio obstáculo para la igualdad, el desarrollo y la paz de todas y todos. Desde ONU Mujeres estamos convencidas de que para evitar cualquier forma de violencia contra de las mujeres es fundamental comenzar a trabajar con los hombres, adultos y jóvenes, para actuar conjuntamente hacia la construcción de nuevos modelos de masculinidades, que trasciendan las relaciones desiguales que existen entre hombres y mujeres, y que ofrezcan alternativas de resolución pacífica de conflictos para que las mujeres puedan así ejercer su derecho a una vida libre de violencia. En los últimos años, el trabajo de organizaciones feministas que empezaron a trabajar el tema de masculinidades, y diversos estudios en este sentido, instalaron la necesidad de incluir a los hombres en la lucha por la igualdad de género. Las mujeres de todo el mundo han realizado enormes esfuerzos para prevenir y terminar con la violencia, y actualmente cada vez más hombres prestan su apoyo al movimiento que encabezan las mujeres. Es importante seguir avanzando en este camino con especial énfasis en el trabajo con las y los jóvenes como protagonistas del cambio. La eliminación de la violencia es una acción prioritaria para la ONU y ha sido abordada en diversas conferencias regionales y tratados internacionales en los últimos 30 años. La actual Campaña «ÚNETE para poner Fin a la Violencia contra las Mujeres» del Secretario General de la ONU hace un llamado especial a los gobiernos, sociedad civil, jóvenes, sector privado, medios de comunicación y a todo el Sistema de las Naciones Unidas para unir fuerzas con el fin de atender la pandemia mundial de violencia contra mujeres y niñas. Como parte de los continuos esfuerzos para que los hombres sean parte en la solución y poner fin a la violencia contra las mujeres, Ban ki-Moon puso en marcha la Red de Hombres Líderes que apoya la labor de las mujeres que en todo el mundo se oponen a los estereotipos destructivos, abrazan el ideal de igualdad e inspiran a los hombres y a los niños en todas partes a pronunciarse contra la violencia. En el marco de la Campaña ÚNETE desde ONU Mujeres apoyamos la Campaña Lazo Blanco como iniciativa pionera en Argentina en cuanto a la participación de hombres, jóvenes y niños en acciones de formación, sensibilización y prevención de la violencia hacia las mujeres. En este sentido, el presente cuadernillo constituye una herramienta clave que contribuirá a que jóvenes, niños y adultos reflexionen sobre la violencia de género para poder empezar a construir conjuntamente modelos íntegros de masculinidad y trabajar la prevención de las violencias a través de la promoción de la convivencia a nivel local. Luz Aquilante Coordinadora ONU MUJERES Argentina 5

1. Para más información sobre ONU Mujeres en el mundo visita el sitio www.unwomen.org


TRAMA Lazos para el desarrollo Somos una organización sin fines de lucro que trabaja en la construcción de conocimientos, capacidades y acciones de comunicación para el desarrollo, recuperando las sensibilidades y los sentidos de los grupos, organizaciones y comunidades con las que trabajamos. A partir de la experiencia hemos comprobado que los procesos de comunicación educativa y política (pensada como un lugar en donde hacer real y palpable la participación), contribuyen al diálogo y la concertación entre los y las ciudadanos/as, las organizaciones sociales y el Estado, promoviendo particularmente las voces de las mujeres y los/as jóvenes, generalmente marginadas. Por eso trabajamos con organizaciones, grupos y comunidades, y diseñamos, implementamos y evaluamos estrategias de comunicación, incidencia y movilización social para la promoción de políticas públicas que fortalezcan los derechos de las mujeres y jóvenes. Además, promovemos y desarrollamos estudios e investigaciones en el campo de la comunicación, en general de carácter participativo, que orienten el diseño de iniciativas y estrategias de intervención en el campo de los derechos humanos. En ese camino hemos integrado, participado activamente o colaborado con organizaciones, grupos o redes vinculadas a los/as jóvenes y las mujeres: la Red CEDAW; AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina); UNFPA (Fondo de Población de Naciones Unidas); la Red de Mujeres Solidarias; FEIM (Fundación Para Estudio e Investigación de la Mujer), UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) y la Dirección de la Mujer del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre otras. Los aprendizajes y desafíos que recogimos a nuestro paso por aquellos espacios de trabajo nos inspiraron y alentaron para la creación de Trama.

Campaña del Lazo Blanco La Campaña del Lazo Blanco rompe los silencios históricos de los hombres frente a la violencia contra las mujeres, que poco a poco nos animamos a mostrarnos como parte de la solución más allá del problema. La violencia de género es parte de lo que no queremos en nuestro presente ni futuro. Somos andando decía el poeta, aquí estamos, ligados con organizaciones sociales, organizaciones de mujeres, jóvenes y adultos haciendo camino. Somos la voluntad de decir basta ya de violencia, explícita o implícita, hacia mujeres jóvenes, niños y niñas, no somos convidados de piedra frente a este suceder. No estamos buscando lugares centrales sino participar junto a otros y otras de procesos sociales hacia la equidad, la aceptación y el respeto mutuo. No hay fórmulas. Sí algunos indicios: no callar, ser activos en la sensibilización hacia nuevas configuraciones y conductas, reconocer que debemos estar atentos de cómo la violencia ha sido parte de nuestros itinerarios vitales, de nuestro hacernos hombres. El objetivo de la Campaña, emplazado en el largo plazo, exige sensibilizar al conjunto de la sociedad sobre la necesidad de un “cambio en el modelo de relación social” entre hombres y mujeres, fundamentalmente en el ámbito afectivo, para avanzar en la consolidación del derecho de ciudadanía de las mujeres. En un primer momento, buscamos contribuir a generar una nueva actitud frente a la violencia de género. El trabajo, la empresa, el aula, las instituciones, las fuerzas de seguridad, el deporte son ámbitos cotidianos donde estaremos presentes con nuestros lazos blancos, registrando, visibilizando que otra vida más saludable y equitativa es la que deseamos para nosotros, nuestras compañeras, mujeres, hijas e hijos. Lazo Blanco de Argentina y Uruguay es una realidad. La campaña está en marcha, continua perseverante.

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Este Cuadernillo Este cuadernillo tiene como objetivo animar y fortalecer el desarrollo de proyectos y propuestas de trabajo con jóvenes varones para la prevención de las violencias a través de la promoción de la convivencia. Está destinado a todos/as aquellos/as que se dedican al trabajo con jóvenes y que están interesados/as en comprender diversos aspectos de las relaciones de género y sobre todo con inquietudes por modificarlas, en vistas de una mejor calidad de vida. A través de esta publicación buscamos ubicarnos a cierta distancia de nuestros comportamientos que creemos naturales, con el objetivo de comprender cómo responden a un sistema cultural determinado. El objetivo es poner en evidencia los modos en que se construye la “masculinidad hegemónica”2 y hacer partícipe a los hombres en la construcción o visualización de modelos que apunten y defiendan la igualdad en las relaciones de género. Creemos que la socialización3 tradicional de género en la juventud es una de las causas profundas de las violencias cotidianas que sufren las y los jóvenes. En los estudios sobre este tema frecuentemente se deja de lado el aspecto de género que está asociado a la violencia; de hecho, muchas veces se invisibiliza la violencia hacia la mujer en edades tempranas y/o durante el noviazgo. En el mismo sentido, en los hombres, sobre todo los jóvenes, no se hace hincapié en que son más propensos a usar la violencia que cualquier otro grupo y a morir o a sufrir graves consecuencias por este motivo. Es importante destacar que los varones pueden jugar un doble rol, tanto ejerciendo violencia sobre otros (generalmente sobre otras en femenino) como sufriendo sus efectos. Es necesario visibilizar a los hombres no solo como victimarios, sino también como víctimas de la violencia. Si nos detenemos en el discurso de las políticas y de los medios de comunicación masivos, vemos que los hombres han sido ubicados sólo en el lugar de los perpetradores de violencia, usualmente con un abordaje desde la seguridad, la delincuencia, la drogadicción, la pobreza y/o la psicopatología, nunca como víctimas de la misma o potenciales agentes de cambio. A lo largo del texto recorreremos cuestiones conceptuales para comprender las razones y las consecuencias de las identidades masculinas hegemónicas y nocivas tanto para mujeres como para varones y brindaremos algunas herramientas para trabajo con grupos de jóvenes para promover relaciones más sanas y equitativas. Nuestra propuesta es que la reflexión sobre las relaciones de género y, en especial, sobre la socialización de los varones (la forma en que constituyen sus identidades), sea un paso necesario para el abordaje de la violencia entre los y las jóvenes desde una perspectiva de derechos humanos. La incorporación de esta mirada por parte de quienes trabajan con jóvenes es fundamental para el desarrollo de programas y proyectos que promuevan la convivencia y prevengan las violencias.

La desigualdad de género no permite que las mujeres gocen de derechos a bienes materiales y simbólicos en la misma medida que los hombres. De esta manera vemos que ciertos derechos humanos son vulnerados, ya que se estaría violando el principio de que como der cho humano debería ser para todos los seres humanos sin distinción. 7

2. Masculinidad hegemónica o machismo: “conjunto de prácticas, actitudes, leyes, usos y costumbres que justifican la desvalorización de niñas, jóvenes y mujeres, siendo sus expresiones más extremas la violencia física y/o psicológica ejercida contra ellas” (Irene Castillo y Claudio Azia, Manual de género para niñas, niños y adolescentes: mayores de 12 años, Centro Cultural España en Bs. As., pag. 213. 3. Socialización: Es el proceso mediante el cual las personas que pertenecemos a una sociedad o cultura aprendemos e interiorizamos un repertorio de normas, valores y formas de percibir la realidad a través de la convivencia familiar, la educación, los medios de comunicación,


El género Para abordar el tema de las masculinidades en los jóvenes, es preciso comprender a qué nos referimos cuándo hablamos de género. Sobre la naturaleza biológica que dota a mujeres y hombres de órganos sexuales y reproductivos distintos, se construyen social y culturalmente determinadas características que son atribuibles a lo masculino y a lo femenino. Desde nuestra infancia nos enseñan que las mujeres deben ser débiles, pasivas, asustadizas, sensibles, maternales, cuidadoras, dependientes, tiernas, emocionales, sentimentales; mientras los hombres deben ser fuertes, competitivos, seguros de sí, valientes, inquietos, independientes, activos, conquistadores y poderosos, racionales, proveedores, equilibrados, fríos, entre otras características. De este modo, niños y niñas aprenden qué implica ser un varón y una mujer para la sociedad a la cuál pertenecen, a partir de estereotipos4 que determinan cómo deben ser, sin admitir rasgos de otro tipo. Este aprendizaje se da a través del modo en que niños y niñas son criados/as en su forma de pensar, sentir, comportarse y relacionarse con el entorno. Se trata de modelos avalados y reproducidos no solo en la familia, sino también por las Iglesias, la escuela, el Estado, los medios de comunicación, entre otras. Instituciones que influyen en los jóvenes, en su proceso de formación y en la constitución de su propia identidad. Entonces el género es una condición social y cultural construida históricamente. Es el conjunto de características, actitudes, roles, valores, comportamientos que determinan lo que debe ser un varón y una mujer, impuestos a cada sexo mediante un proceso de aprendizaje y socialización. Por ser una construcción social y cultural, es inherentemente dinámico: las definiciones de género cambian según la generación, la cultura, los diferentes grupos socioeconómicos, étnicos y religiosos. El género atraviesa las relaciones sociales, determinando la distribución de responsabilidades, exigencias y obligaciones entre hombres y mujeres. Estas relaciones configuran identidades masculinas y femeninas, en tanto determinan qué es ser hombre y qué ser mujer para cada sociedad. Modelos que interactúan a su vez con las definiciones que cada familia tiene. Es decir que los modelos son “adaptados” por cada joven en relación a sus características familiares y personales (clase social, la etnia, el nivel educativo, la edad, la religión y el tipo de trabajo que se tenga). Analizar los vínculos entre hombres y mujeres, desde un enfoque de género5, nos permite, además de explicar los diferentes lugares que ocupan ambos en la sociedad, entender cómo en algunos casos a las diferencias biológicas se les otorga un sentido de desigualdad social, naturalizando esas diferencias y negando toda posibilidad de cuestionamiento.

4. Estereotipos de género: ideas simplificadas, descripciones parciales y distorsionadas sobre las características de los varones y las mujeres.

En este sentido, el concepto de género nos permite visibilizar determinadas discriminaciones y desigualdades entre hombres y mujeres. Y es preciso comprender a qué responden, cómo se construyen esas desigualdades, cómo las incorporan las personas y cómo se transmiten de una generación a otra. Pero también es clave identificar deseos y potencialidades para desarrollar una real equidad entre hombres y mujeres (entendida como igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades).

5. Perspectiva o enfoque de género: permite analizar la realidad, cuestionando las relaciones de poder desigual entre varones y mujeres. 8


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UNA CUESTIÓN DE DOS En América Latina, las investigaciones y publicaciones que abordan la cuestión de género con foco en los varones se iniciaron a fines de los ‘80, hasta entonces solo se vinculaba y analizaba desde el rol de la mujer en la sociedad. Esta es una de las razones por las que la categoría de género se asocia en muchos casos exclusivamente con las mujeres. Al comprender que el género es una categoría que se define por pautas culturales de lo masculino y lo femenino, fue necesario incorporar estudios sobre los roles de los hombres, que quedaban ocultos cuando la categoría de género se entendía como exclusiva para las mujeres o por lo menos con el protagonismo de un enfoque de mujeres. De esta manera se comenzó a incorporar a hombres y mujeres por igual en la luchas contra el sistema patriarcal6 de género, en un trabajo en el que busca encontrar otras formas de relación más equitativas e igualitarias.

El hombre como aliado Frecuentemente, los hombres son vistos como violentos contra otros hombres, contra sí mismos y contra las mujeres. Sin embargo nuevas perspectivas han incorporado estudios sobre el modo en cómo los chicos son educados y socializados, las exigencias culturales que recaen sobre ellos para que sean aceptados como “varones” y ha habido en este sentido, un reconocimiento de los costos que implica para ellos responder a ciertos aspectos y mandatos tradicionales de la masculinidad. Desde este enfoque la construcción de relaciones basadas en el respeto, la tolerancia, la no discriminación y la resolución pacífica de los conflictos interpersonales es tarea de hombres y mujeres; ambos estamos obligados a pensar nuevos modos de ser y estar en el mundo. En este sentido se plantea la necesidad de que los jóvenes en masculino sean considerados protagonistas y no obstáculos para el cambio. Investigaciones sobre el comportamiento de jóvenes demuestran que responden según las expectativas que se tiene de ellos, es decir que cuanto más sean tildados de violentos, y por ende aislados de su entorno de contención, más se reforzarán esos aspectos negativos en ellos.

La juventud como momento clave Es importante tener en cuenta que las conductas machistas o no igualitarias que pueden mostrar algunos hombres suelen ser pruebas para encontrar su lugar y encajar dentro de lo que se entiende como masculinidad tradicional. Suelen responder a expectativas que se tienen de ellos, según lo que han tomado de otras figuras masculinas o de mensajes que reciben por distintas vías.

6. Sistema Patriarcal (Gobierno de los padres): organización social en la cual las relaciones se basan en el dominio de los hombres sobre las mujeres, tanto en el ámbito individual y familiar, como en el sistema cultural, político y económico.

La juventud es un momento clave en la formación de la propia identidad: el joven puede imaginar muchas maneras de ser y tomar distancia de su padre y madre, al tiempo que está más abierto a adoptar formas de masculinidad más igualitarias. Se vuelve entonces urgente percibir lo que los hombres jóvenes hacen de positivo para potenciar sus aspectos creativos y humanos. Es tiempo de pensar nuevos caminos, nuevas maneras de vincularse, inventar formas y valorar aquellas que conducen a otros lugares, solo así podremos obtener resultados distintos.

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En positivo Hace seis años, Juan Yánes, que entonces tenía 17, buscó esa oportunidad y formó un grupo de contención y expresión para niños y jóvenes de algunos de los barrios más pobres de la zona oeste de la ciudad de Neuquén con el objetivo de brindarle a otros chicos la posibilidad de ser protagonistas de talleres de murga, teatro y malabarismo y capacitarlos para que, a su vez, ellos mismos fueran agentes multiplicadores de la experiencia con otros niños. Así nació el GOE, Grupo Organizador de Eventos Infantiles, que hoy está integrado por jóvenes que tienen entre 13 y 23 años y que a través de actividades artísticas buscan construir opciones para expresar lo que sienten y enfrentar sus problemas de otra manera. Los chicos participan de murgas, funciones de malabarismo y obras de teatro en las que abordan, entre otras cosas, “la falta de respeto de los adultos hacia los chicos”. Jorge (15) está terminando séptimo grado y entre los trabajos de albañilería, carpintería o “lo que aparezca” se hace tiempo para ir tres veces por semana al GOE. Se acercó al grupo cuando tenía 6 años, aprendió murga y teatro y desde hace un año es el primer Coordinador – así se define – y le enseña a otros chicos que tienen entre 6 y 12 todo lo que aprendió en el GOE. “Empecé con una murga y me fui integrando, me interesaba ayudar a otros chicos, por la situación de riesgo en la que estaban, tomaban drogas, tenían problemas familiares y económicos”, cuenta. Extraído de http://www.periodismosocial.org.ar

Algunos desafíos El camino no es fácil, existen algunas complejidades que es preciso vislumbrar. Por un lado los varones no están habituados a analizar sus propios comportamientos y a cuestionarlos, dada la naturalización y justificación de los mismos. En segunda instancia el trabajo de género implica un trabajo personal que moviliza formas de pensar y actuar que han sido adquiridos desde muy chicos y que atraviesan hasta el modo de expresarse. Revisar sentimientos, acciones, pensamientos, tiene consecuencias a su vez en las relaciones con su entorno y consigo mismos. Frente a este desafío para el joven se alza un escenario poco claro, en el que sus padres o referentes adultos, en muchos casos refuerzan el modelo masculino tradicional, aún a expensas de su felicidad, sin intentar siquiera otros caminos posibles. Un modelo masculino que en muchos casos es cuestionado, pero que sigue siendo asumido por gran parte de los hombres por otorgarles cierta seguridad y algunos privilegios, pues se trata del modelo legitimado y conocido donde ellos ejercen la fuerza, el poder y el control sobre otros y otras. Es difícil la tarea para los jóvenes de desechar los modelos de identidad masculinos y femeninos tradicionales sin vislumbrar otros que tengan cierto reconocimiento social, que les brinden seguridad. Queda claro que este proceso implica un compromiso que supone cambios personales pero también políticos. No alcanza con que los hombres modifiquen su manera de pensar y actuar, si esos cambios no se ven reflejados en políticas sociales, en un adecuado acompañamiento del sistema educativo, en un sistema de medios que resguarde relaciones igualitarias de género y en la forma como socializamos a las nuevas generaciones entre otros. Para comenzar a transitar un camino junto a los jóvenes en busca de nuevos modelos más equitativos de masculinidad, es necesario entender cómo se establecen las relaciones entre hombres y mujeres, y sus consecuencias en la vida cotidiana. 11


Masculinidades Si bien existen muchas formas de masculinidades, entendidas estas como “los modos como los hombres son socializados, y a los discursos y prácticas que se asocian con las diferentes formas de ser hombre” (Cultura Salud, 2010), los hombres son criados y educados, bajo un mismo modelo de varón que se denomina “masculinidad hegemónica” (o machismo). Se trata de una construcción cultural que define cómo debe ser el “varón” para que sea considerado como tal y cómo debe relacionarse con su entorno. Esta masculinidad hegemónica –entendida como forma de organización social- dice a hombres y mujeres cómo comportarse y determina sus lugares de acción y es la que implica consecuencias relacionadas con la violencia y pone en riesgo la salud. Se trata de un sistema de ideas y prácticas que no es exclusiva de los varones, sino que también las mujeres incorporan y reproducen en sus vidas. Hábitos y costumbres que responden a un sistema ideológico (el patriarcado) que organiza la sociedad definiendo modelos rígidos de masculinidad y de femineidad, basándose en una desigual distribución del poder en la que los hombres ejercen la dominación sobre las mujeres. Se otorga un lugar a los hombres y a las mujeres en la familia, en la sociedad, en el mundo de la economía y de la política, legitimando y naturalizando la desigualdad en la distribución de los espacios de decisión y el acceso a los bienes materiales y simbólicos, de los que generalmente se benefician a los hombres. La construcción de la identidad masculina hegemónica se da en oposición a lo femenino, a la niñez y a la homosexualidad: el hombre tiene que vivir negando todos los sentimientos y actitudes que evoquen debilidad. Sin embargo, la masculinidad no se construye únicamente a partir de discursos de negación, sino que también existen fuertes mandatos de lo que un hombre sí debe ser. Michael Kimmel (1997) considera que una de las características más importantes de la masculinidad hegemónica es la necesidad de ejercer poder y control sobre otros/as. Así, en el proceso de construcción de su masculinidad, los jóvenes tienden a demostrar el poder utilizando la violencia entre sí o sobre otros (mujeres, niños, animales, la naturaleza) para probar que son “hombres de verdad”. Esas actitudes los llevan en ocasiones a exponerse a sí mismos y a otros/ as a conductas violentas como por Así nos habla el diccionario ejemplo participar en peleas, consu“¿De qué estamos hablando cuando decimos ‘masculinidad’? Según el diccionario mir alcohol o drogas en exceso, fumar de la lengua, ‘masculinidad’ es el ’conjunto de las características consideradas tabaco (se cree que otorga madurez), propias del hombre’. Pero ¿cuáles son estas características? ¿Está tan claro a tener sexo sin protección, etc. Otras qué nos referimos cuando decimos ‘hombre’? De hecho en el uso cotidiano del formas de demostrar ese poder puede idioma nos movemos (y nos confundimos) constantemente con dos significados ser quizás alardear con sus conquistas del sustantivo ‘hombre’. para competir en distintos terrenos El otro significado, el que resulta ser más relevante, aparece cuando nos vamos a (sexual, económico, laboral, social). los sinónimos y los antónimos. ‘Masculinidad’ es sinónimo de ‘virilidad, hombría’, ‘masculino’ equivale a ‘varonil, viril’. Estos dos últimos adjetivos por su parte son sinónimos de ‘valeroso, valiente, enérgico, vigoroso, fuerte, recio, brioso, decidido, firme, resuelto’. ‘Hombría’ a su vez no sólo equivale a las calidades ya mencionadas de un ser varonil y viril, sino también a ‘integridad, honradez, decencia y honorabilidad’. Todo esto contrapuesto al antónimo ‘feminidad’, que no sólo equivale a “suavidad, delicadeza, finura, ternura, gracilidad y timidez”, sino también a ser “cobarde, pusilánime y débil”. Péter Szil, psicoterapeuta. Extraído de http://vocesdehombres.wordpress.com/

Si bien podría creerse que la masculinidad es una adquisición que se eterniza una vez ganada, esto no es así, la misma supone un proceso de continua afirmación, que se refuerza a lo largo de la vida a través de la socialización de los jóvenes en su lugar de pertenencia, a partir de los vínculos que establece y el lugar que busca ocupar en la sociedad.


Proceso de socialización de los jóvenes El proceso de socialización implica encontrar un lugar dentro de la sociedad, respondiendo a las expectativas que son muy distintas dependiendo se trate de un hombre o una mujer. En ese camino en que la personalidad se va constituyendo, los jóvenes copian a referentes mientras toman distancia de otros. Este paso es especialmente importante en el estudio de las masculinidades, pues estas se construyen de manera permanente bajo la mirada de los otros hombres y son ellos quienes evalúan su “desempeño” como “verdaderos varones”. Es decir de qué manera responde al rol, a lo que se espera de él. Durante la juventud, la mirada del grupo de pares condiciona en gran medida el accionar de cada joven. Muchas veces sienten la exigencia de ser líderes en sus grupos o llamar la atención del resto con distintas actitudes; ser quienes tienen más llegada con las mujeres, ser los más “cancheros”, tomar alcohol si el resto lo hace. Hacer todo lo que sea necesario para “encajar” en el grupo. Ser tímido, no alardear de conquistas amorosas, no prestarse a peleas callejeras; vestirse, hablar o desarrollar actividades distintas a las del grupo es para los jóvenes sinónimo de debilidad, de poca hombría, de homosexualidad (entendida por ellos como negativa) y por lo tanto motivo para recibir todo tipo de discriminaciones o exclusiones por parte de sus pares. Así mismo la mirada condenatoria o aprobatoria del grupo, puede determinar muchas veces que el joven continúe o no con una pareja amorosa. Si el grupo de amigos considera que la mujer con la que un joven está saliendo, es “linda” (según el modelo de belleza que manejen) para él será más fácil desarrollar el vínculo. Por el contrario, si su novia no encaja con el modelo deseado se sentirá condicionado para sostenerlo. La belleza física juega en los jóvenes un papel clave. Una de las primeras preocupaciones o preguntas que suelen hacer los jóvenes, al enterarse que un amigo está en pareja, es si ella es “está buena”.

Espacios de hombres Los jóvenes suelen defender ciertos espacios y actividades en los que las mujeres están excluidas (salidas, ciertos juegos o deportes). Es difícil que generen actividades compartidas con sus parejas y amigos, quienes pueden decir que si un amigo deja de salir con su grupo por estar de novio, o invita a su novia a compartir espacios del grupo, está gobernado por su pareja y no es quien “lleva los pantalones” en el vínculo. Es común en los grupos de amigos varones compartir encuentros para jugar al fútbol, espacio que debe ser respetado como exclusivamente masculino. De hecho muchos jóvenes consideran que el fútbol es un deporte de hombres, y que si se practica en equipos mixtos es para socializar y conocer chicas pero nunca el juego sería serio. La fuerza física y la competencia son claves en estos espacios exclusivamente de hombres. Es evidente que los juegos que niños y niñas comparten, suelen darse hasta temprana edad. Al crecer y ya en la pubertad, la competencia es desarrollada por los varones al punto de no concebir compartir espacios de juego o deportivos con las mujeres, por considerarlas más débiles. Hay un elemento a resaltar, que si bien no es determinante en las aptitudes físicas al menos es influyente. Desde la infancia a los chicos se los impulsa a practicar todo tipo de deportes y juegos de fuerza, a diferencia de las nenas, lo que va fomentando en ellos una mayor agilidad y fuerza física que luego se pone de manifiesto en la juventud.

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Ritos de iniciación Cabe remarcar que el pasaje de la infancia a la adultez en los hombres, es muy distinto al proceso vivido por las niñas en su paso a convertirse en mujeres. En el caso de los varones no hay un giro biológico (como es la menstruación en las mujeres) que determine dicho pasaje. El hombre demuestra su hombría a través de rasgos exteriores: debe hacer cosas, debe mostrar logros, debe actuar de determinada manera, siempre en compañía de pares u otros hombres. Existen ritos de iniciación masculina, que marcan momentos importantes en la vida de los jóvenes hombres. El objetivo que tienen es descartar todo rasgo entendido como femenino como por ejemplo la expresión de afectos o de vulnerabilidad. Cada cultura marca a los varones los modos de iniciación, pero en líneas generales los jovenes perciben que se “hacen hombres” cuando logran las primeras conquistas sexuales, la autonomía en el mundo público a través del primer trabajo, al demostrar su fuerza física o su valentía con peleas e incluso cuando se emborrachan junto a los amigos. En la vida adulta, la masculinidad se ve reafirmada a través de ciertos ritos como la fecundación, la provisión y la protección de su familia. Frente a esta situación, que presenta grandes riesgos para los varones y su entorno, cabría la pregunta ¿por qué los hombres continúan siendo parte de este modelo? Aparentemente no existe una única razón. Por un lado estos rituales generan en los hombres auto-confianza, pero sobre todo respeto de sus pares, en un sistema de relaciones que tiende a reafirmar la hegemonía masculina. Y para aquellos que intentan alejarse de estas pautas socialmente estipuladas sobre lo que es ser hombre, caen las condenas y la discriminación social. Entonces, aunque hay un margen de elección individual en el modo de asimilar los mandatos, esta libertad no es completa. Se genera constantemente una tensión entre las voluntades individuales y los modelos más o menos tradicionales en cada contexto.

Sin lugar para los frágiles “Carlos Agüero trabajaba en el campo, estudiaba de noche y visitaba las redes sociales como cualquier otro chico de 17 años. Pero ese ejercicio lúdico de encontrarse con otros y otras se fue convirtiendo en una pesadilla a partir de que un grupo de compañeros de colegio empezaron a agredirlo porque no parecía lo suficientemente macho, porque no había tenido novia, porque sus anteojos eran demasiado grandes. Lo tildaban de puto, con todo el menosprecio que puede cargar esa palabra cuando en lugar de decirla se la escupe. Él nunca pudo hablar con nadie acerca de su sexualidad, la vergüenza y la sensación de encierro lo llevaron a colgarse de una soga cerca del lugar donde trabajaba. Murió solo, tan solo como se había sentido en al escuela que no quiso o no pudo contenerlo, que solo exige que sobre su caso no se hable más”. Florencia Monfort Extraído de http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-1969-2011-05-13.html

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ESTEREOTIPOS DE GÉNERO La “masculinidad hegemónica” se expresa fundamentalmente en los “estereotipos de género”, los cuales consisten en ideas simplificadas, descripciones parciales y distorsionadas sobre las características de los hombres y las mujeres. Nos referimos a las formas enseñadas y aprendidas de socializarnos, de vincularnos entre hombres y mujeres y que nos limitan como modelos a seguir. Estos mitos o estereotipos reproducen inequidades, situaciones desiguales, ya que hacen que los roles atribuidos a hombres y mujeres parezcan naturales y de esta manera se convierten en moldes rígidos que impiden la igualdad de oportunidades entre los géneros. Los estereotipos de género asignan roles y delimitan territorios, que refuerzan el ámbito público como masculino y el privado como femenino. Todo lo que ocurre y se desarrolla fuera del hogar, reconocido, de interés general, que otorga prestigio, éxito y lugar donde se distribuye el poder, que tiene importancia productiva será el ámbito de la masculinidad, donde los hombres deben ser responsables, productivos, asumir riesgos, conquistadores, competir, demostrar autoridad y en algunos casos ser “agresivos”. Mientras se espera que las mujeres manejen de manera apropiada el espacio privado, reproductivo y doméstico, carente de poder, sin prestigio social y mal o no remunerado. Las mujeres serán las encargadas de desarrollar actividades en el hogar que incluye tareas de cuidado, de crianza y tareas domésticas, siendo buenas madres, cariñosas, generosas, sumisas, serviciales, sensibles, fieles y pacifistas, entre otras características. Cabe aclarar, que si bien se trata de modelos ideales, que permiten estudiar el tema, no se dan en estado puro en la realidad. Sin embargo debe remarcarse que moldean y marcan conductas tanto de varones como de mujeres. Dado que el presente cuadernillo trata sobre las masculinidades prestaremos especial atención a las características y consecuencias que los modelos imperantes tienen para los hombres. Cuando el joven responde a este modelo de masculinidad logrará que digan de él que se ha convertido en todo un hombre, incluso cuando ello implique limitar y empobrecer sus posibilidades, ocultando sus verdaderos sentimientos y su personalidad. Mientras que si no obedece a estos mandatos, generalmente implica recibir sanciones sociales con su consecuente discriminación. Ningún hombre tiene la posibilidad a priori de plantearse como quiere ejercer y desarrollar su masculinidad, por ello es fundamental explicitar los mecanismos por los cuales estos mandatos se construyen, aprenden y reproducen, al tiempo que es preciso reivindicar y explicitar otros tipos de masculinidades que permitan a los hombres expresar sus sentimientos, en lugar de ser la violencia, la fuerza física y la agresión la única manera de expresar su identidad.

Consecuencias del modelo de masculinidad hegemónica Este tipo de socialización -que predomina en el mundo- da como resultado relaciones entre hombres y mujeres caracterizadas por la desigualdad: lo que significa menores oportunidades, menos valoración y reconocimiento para las mujeres y un acceso distinto a recursos materiales, educativos, espacios deportivos, laborales, recreativos, entre otros. Llegados a este punto parece necesario reflexionar sobre los costos que tienen para los jóvenes varones estos estereotipos de género -aunque también tengan consecuencias negativas para las mujeres.

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Un número importante de investigaciones muestran que la forma en que muchos hombres son socializados y las formas marcadas culturalmente en que definen su identidad pueden tener consecuencias negativas para su salud y la de su entorno. A continuación enumeramos una serie de consecuencias de esta forma de vivir la masculinidad que hemos encontrado remarcadas en varios estudios sobre el tema y que se pueden identificar también en el trabajo con jóvenes:

Hombres “proveedores” vs. Hombres “perdedores” El hecho de asumir que deben ser los principales proveedores de sostener a la familia económicamente hablando, lleva a muchos hombres a refugiarse en el trabajo, para poder obtener los ingresos que les permitan ser un buen proveedor; descuidando de este modo áreas importantes de la vida, como los vínculos afectivos. Desde este mandato de ser proveedores, se genera una sobreexigencia sobre el hombre, quien está obligado a dedicar poco tiempo al disfrute y a la recreación y a dedicarse a sus afectos, sin reflexionar las consecuencias que esto conlleva sobre su salud física y psíquica (estrés, trastornos en el sueño, mala alimentación, sobre ocupación, carencia afectiva en el hogar). Al tiempo que los hombres pueden vivir como un fracaso el estar desempleados o que las mujeres también sean proveedoras en el hogar. Un hombre sin éxito económico es señalado, desde este modelo, como perdedor. En particular en los escenarios donde existe desempleo, migraciones y crisis económicas el rol de proveedor puede verse afectado. Cuando el hombre siente que no cumple con esos mandatos puede entrar en crisis su masculinidad, su identidad como hombre, sintiéndose “perdedores” o “fracasados” por no cumplir con el mandato social asignado y expresarse en trastornos emocionales como las depresiones o en conductas violentas dentro de la familia. En los varones este mandato también cala hondo. Los jóvenes suelen sentir la responsabilidad de ser quienes deben “mantener” o “invitar” a las mujeres en sus salidas o espacios de diversión. El dinero es entendido por ellos como un recurso de poder, autonomía e independencia y como un símbolo de masculinidad del que deben hacer uso, sobre todo, en la conquista amorosa. Frente a la falta de recursos económicos, que viven como imposibilidad o impotencia, suelen anteponer el orgullo y probablemente desistan de salir con amigos o con parejas por no poder ser quienes costeen sus gastos.

Hombres “valientes y protectores” vs. Hombres “cobardes” El rol de protector de las demás personas y en especial con las mujeres, suele traducirse en control, procurando que sean dependientes y les hagan sentir que los necesitan. Otra consecuencia puede ser que los hombres, frente a la necesidad de demostrar su capacidad para proteger, ostenten fuerza física, enfrenten peligros y realicen actos para mostrar su valentía, aunque ello conlleve a conductas abusivas hacia los demás, hacia ellos mismos y al descuido de su salud (física o emocional). En la formación de hombres protectores, se incentiva a los niños a ser agresivos y competitivos, lo que lleva a su vez a las niñas a aceptar la dominación masculina (“Los hombres deben defender a la más débil: las mujeres”). Los hombres reciben el mandato de probarse a sí mismos y a los demás su hombría a través de la pelea. Los niños son criados para responder a códigos de honra que los obligan a competir y a usar la violencia entre sí para probar que son “hombres de verdad”. Si no están dispuestos a pelear, no serán valientes y pasarán por cobardes o miedosos (“Los hombres solucionan sus problemas a los golpes”, “Un hombre siempre debe destacar”, “Un hombre debe competir con los demás hombres por ser el mejor “). El sentido de honor exagerado puede facilitar situaciones violentas: muchos de los casos de homicidios entre hombres comienzan con peleas, generalmente provocadas por un insulto, que pueden tener resultados fatales.

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Los motivos que pueden llevarlos a pelear son muchos y variados: • • • • • •

jugar un partido de fútbol con muchas trabas y golpes; traiciones, engaños o mentiras entre amigos; defender a novias o amigas de otros hombres que “las molestan”; empujones o roces que son mal interpretados; por comentarios o rumores considerados ofensivos; o simplemente por “diversión”.

Lo que ellos dicen... — ¿Por qué se pelean los pibes? — Lo hacen para quedar mejor plantados, como hablan todos acá. — ¿Qué quiere decir mejor plantado? — Y que si vos le pegás a otro para hacerte respetar, los demás te tienen más respeto que al otro que le pegaste. — ¿Y eso es importante? — En los boliches eso es lo principal. Es quedar bien plantado, son los demás y te van a tener miedo porque le pegaste a uno y le pegaste mal, y lo lastimaste muy mal, y te tienen miedo por eso. Testimonio recogido por Malbina Silba (2011)

Cuando los enfrentamientos se dan entre grupos, o uno de sus integrantes está siendo acosado o molestado por otros, suele darse entre los jóvenes un fuerte sentido de pertenencia y “dignidad”. Sin importar las causas de la pelea, el grupo “salta” en defensa de quien está en la riña y lo que se pone en juego es un fuerte sentimiento de demostrar la propia fuerza y valentía frente al resto. Quienes no intervienen en la pelea para defender a su grupo o quienes frente a una provocación, no responden, son catalogados como débiles y miedosos. Existe el imaginario instalado de que las armas posibilitan mayor seguridad para tener y dar protección. En ciertos casos las armas son exhibidas como instrumentos que dan fortaleza y permiten obtener mayor respeto de otros hombres. Esta idea oculta que en realidad las armas exponen a los varones a innumerables situaciones de muerte violenta.

Hombres “autosuficientes” vs. Hombres “dependientes” Otro elemento o característica que se espera de los hombres es que no demuestren necesidades, ni miedos y sean autosuficientes. Es decir que pueden hacer todo solos sin ningún tipo de ayuda, a su manera y sin depender de nadie más. Por ello precisan demostrar que todo lo saben y todo lo pueden, hecho que conduce a problemas en el autocuidado. En la mayor parte de los contextos, los niños son criados para ser autosuficientes y omnipotentes, para no preocuparse por su salud ni procurar ayuda cuando enfrentan situaciones difíciles. Esto provoca que el hombre genere pocas redes de apoyo y viva muchas veces en una soledad no reconocida. Es común que los jóvenes no busquen ayuda ante los problemas, sintiendo que primero deben intentarlo solos para no ser tildados de “fracasados”. Según investigaciones, los jóvenes que responden a patrones tradicionales de masculinidad suelen ser más propensos al uso de drogas y alcohol, participar de la violencia y a comportamientos sexuales de riesgo.

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Es común escuchar entre los jóvenes: “me gusta sinfo y lo hago así”7 como una manera de demostrar que en los vínculos sexuales ellos tienen el poder de decidir el modo de cuidado. Los chicos que ejercen este tipo de poder sobre su pareja, acuden a manipulaciones psicológicas argumentando que si ella no accede, él la dejará o ella será una egoísta, o bien explicando que a él le hace mal o mintiendo sobre la falta de riesgos de no usar preservativo.

Hombres “fuertes” vs. hombres “débiles” Lo más importante para la masculinidad hegemónica es el poder y la fuerza, esperando que el hombre sea frío, valiente y agresivo. Desde este modelo se enseña a los varones a no expresar sentimientos como temor, vergüenza, indignación, frustración, tristeza, angustia, dolor, inseguridad, ternura, cariño y amor. Se les exige “controlar” esas emociones, desarrollando una “coraza” para esconder sus sentimientos (“Los hombres son fuertes, no muestran sus debilidades”). Esta situación genera en ellos rigidez; dificultad para manejar y expresar emociones dolorosas (“Los hombres no lloran”), para que registren sus propios malestares y se hagan cargo de sus sentimientos, por lo general negándolos (“No me pasa nada”, “Eso no me duele”) o evadiendo las conversaciones en las que se les invita a hablar de lo que sienten y dificultad para demostrar sus sentimientos hacia otra persona, sobre todo si son de su mismo sexo. Según Sergio Sinay los hombres aprendieron a no reconocer sus sentimientos, porque “eso” los hace vulnerables y por ende los muestra débiles frente a otros, escondiendo parte importante de su personalidad. En cambio emociones como el enojo, la ira, la cólera, pueden ser expresados a través de situaciones de violencia, lo que en muchas ocasiones tiende a traerles muchos problemas y suele ser perjudicial para otros y ellos mismos. Por otro lado quienes usan la violencia para expresarse tienden a leer las actitudes de los otros como hostiles, aunque no lo sean, y a justificar su agresión responsabilizando a los demás. Entre los jóvenes, también hay actitudes de censura o represión en cuestiones que generan impotencia, que no pueden modificarse, que dan sufrimiento o tristeza. Sin embargo los mismos chicos que con sus pares ocultan emociones, pueden llegar a expresarlos con una pareja mujer, pues, respondiendo a un estereotipo de género, consideran que ella es más receptiva a lo emocional y debe contenerlos.

Hombre “conquistador” vs. hombre “raro” Vinculado al punto anterior, se destaca otra consecuencia referida a la sexualidad de los hombres, sin un compromiso emocional. Suele reivindicarse la conquista masculina, teniendo varias parejas simultáneas, lo que puede traer problemas en el autocuidado al tener prácticas sexuales riesgosas. Se exige del hombre una seducción permanente, quizás a pesar de su interés, para demostrar su valentía y capacidad de conquista. En muchos casos, entre los jóvenes, la masculinidad es medida por las mujeres que tiene a su lado, cuanto más linda sea ella (según modelos de belleza culturales y grupales), más hombre será él. Por el contrario, al mostrarse poco mujeriego, pasará por raro (“Un hombre siempre debe estar dispuesto a seducir”). Desde el modelo de la masculinidad hegemónica, ser hombre se convierte en sinónimo de fecundador y se destaca su capacidad reproductiva. De aquí surge el mito de que un verdadero hombre debe tener hijos, especialmente hijos varones que sigan su descendencia. Respecto de la sexualidad, se espera que los hombres sean activos, exigencia que implica: • que debe estar preparado siempre para cualquier aventura “amorosa”, aún en contra de su deseo, • que cuantas más relaciones tenga más hombre será, • que debe enseñarle a las mujeres a descubrir su sexualidad. Todo ello conlleva consecuencias negativas para él y sus vínculos como tener relaciones sexuales sin protección, con el consiguiente riesgo de infecciones de transmisión sexual; formas inapropiadas de manifestar su atracción aprovechándose de los roles 19

7. Jerga juvenil / Significa “me gusta sin forro”, es decir sin preservativo.


de poder; dificultades para construir relaciones de amistad con las mujeres (salvo que la mujer sea vista como un varón más, sin tener en cuenta su sexo); una mayor frecuencia de delitos sexuales ejecutados por hombres o, con el fin de ostentar poder, mantener relaciones sexuales remuneradas. Los adolescentes suelen catalogar a las mujeres en distintas categorías (variarán los nombres según el grupo): “arranque”, “transa” o novia, rótulos que determinan hasta donde pueden comprometerse con ellas. Cuando el adolescente considera que en con la “transa” tendrá con ella un vínculo ocasional, se habilita más fácilmente el maltrato o el engaño hacia ella. En este tipo de vínculos, es común que los jóvenes cuenten parte de su intimidad sexual a sus amigos. En cambio cuando la mujer es sentida como novia, se deposita en ella un rol maternal (en la fantasía de que será la madre o puede ser la madre de tus hijos) y se resguarda toda información sobre la intimidad de la pareja con el grupo de pares. Otro tipo de actitud, es leída por el entorno como falta de código o de cuidado. Existe una actitud de posesión del varones sobre las mujeres que puede leerse en algunos chistes que suelen hacerse entre adolescentes: “me voy a buscar una novia fea para que mis amigos no la miren”, o bien bajo la idea de que “tus amigos nunca pueden decirte nada de tu novia, a lo sumo podés aceptar un comentario de que uno robó”8.

Hombre “poderoso” vs. hombre “inferior” Otra consecuencia, una de las más importantes, es la violencia de género contra las mujeres. Esta necesidad de diferenciarse hace que muchos hombres consideren a las mujeres como personas inferiores y con menos derechos, es decir sean misóginos. De acuerdo con esta línea de pensamiento la necesidad de demostrar esta superioridad, este control y este poder hace que algunos hombres utilicen la agresividad y violencia hacia las mujeres, hacia los niños o hacia otros hombres para imponerse (“Los celos son una prueba de amor, los hombres deben ser posesivos con sus mujeres”, “Los hombres son los que llevan los pantalones en el sexo”). Frecuentemente, la violencia de los hombres contra las mujeres está justificada cuando ellas rompen las “reglas” del juego, ya sea por tener relaciones con otros hombres o por no cumplir con sus “obligaciones domésticas” (como cuidar de la casa, de los hijos, tener relaciones sexuales con ellos aún cuando ellas no quieren, etc.). Como lo dice la investigadora francesa Elizabeth Badinter (1993): “La masculinidad se mide a través del éxito, del poder y de la admiración que uno es capaz de despertar en los demás”, hecho que lleva a los hombres a demostrarse a sí mismos y a los otros que tienen el poder, muchas veces a través del maltrato. Por otro lado, el silencio de los otros hombres o incluso el apoyo que dan, también contribuye a mantener y reproducir la violencia de género contra las mujeres. Dentro del riesgo que los hombres violentos representan hacia otros hombres se encuentran las muertes violentas, las lesiones, las disputas entre hombres y los homicidios, entre otros. Dentro de las consecuencias y riesgo para si mismo: las adicciones, el tabaquismo, el alcoholismo, el suicidio masculino, la falta de autocuidado y los problemas de autoestima que alimentan los riesgos en el plano emocional y psicológico. En este sentido, es necesario visibilizar a los hombres no solo como victimarios, sino también como víctimas de la violencia, enfoque poco usual en las políticas públicas y en los discursos mediáticos, en donde, se abordan las situaciones de violencia desde la seguridad, la delincuencia, la drogadicción, la pobreza y/o la psicopatología.

8. Jerga juvenil / Que refiere a que uno en la pareja es más “atractivo” que el otro. En este caso significaría que la mujer es más atractiva físicamente que el varón.

En definitiva y como venimos sosteniendo, no sólo las mujeres pagan el precio por vivir en una sociedad dominada por hombres, ellos también pagan un precio muy alto por el poder y los privilegios que tienen en una sociedad patriarcal: su autoestima se ve afectada cuando no logran adecuar su vida a lo esperable para un varón exitoso, o bien se enfrentan a situaciones de exclusión al no responder a lo socialmente esperado.

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¿La violencia es natural en los hombres? Lejos de pensar que se trata de una condición natural del hombre, consideramos que los mandatos sociales y el proceso de socialización que transitan los hombres desde niños, van construyendo conductas vinculadas con la demostración de poder a través de la fuerza y la violencia. Entonces no es que los niños y jóvenes sean natural o biológicamente más violentos que las niñas (que también pueden demostrar agresividad y violencia), sino que son socializados en la violencia y viven en una cultura que la legitima. Sus causas son múltiples: se entrecruzan aspectos sociales y culturales y contextuales vividos durante la infancia y la pubertad como responsables del comportamiento violento de algunos jóvenes. Existen varios modos y situaciones a través de los cuales los hombres jóvenes son socializados en el ejercicio de la violencia: al observar e imitar a sus padres y hermanos con comportamientos violentos; al ser incentivados a jugar con armas y a pelear; a aprender que para ser un verdadero hombre es necesario pelear con quien lo insulte; al ser tratados de forma violenta por sus compañeros y familiares; al ser incentivados por su grupo de amigos o familiares a tomar actitudes violentas y a ser ridiculizados cuando no lo hacen. A los hombres se les enseña que es correcto expresar rabia y agredir a los otros, pero no se les educa para expresar su tristeza, miedo y remordimiento, entre otras causas posibles. El haber presenciado y/o participado de actos violentos dentro o fuera de su casa puede tender a que los hombres jóvenes crean que esa es una forma natural de resolver los problemas. La calle, como espacio de sociabilización, presenta riesgos para los hombres. Los jóvenes generalmente pasan la mayor parte del tiempo en espacios donde se encuentran con sus pares y cuya relación muchas veces se fundamenta en la competencia y en la disputa de poder. Por el contrario las niñas generalmente son socializadas para estar en la casa, estando más protegidas de las violencias callejeras. Esta socialización segregada obedece a las creencias sobre los papeles que hombres y mujeres deben cumplir en la sociedad. El fácil acceso a las armas por parte de hombres jóvenes también forma parte del problema. Si bien el tener acceso a armas no es la causa de la violencia, contribuye para que una situación se torne más peligrosa. En algunos contextos incluso aprender a usar armas es parte de la socialización de los niños. También suele referirse a la pobreza como un elemento desencadenante de situaciones de violencia. En realidad la pobreza es una forma de violencia social que genera tensión frente a la falta de satisfacción de las necesidades básicas para vivir, pero la pobreza por sí sola no es la causa de la violencia interpersonal. Lo que sí sucede es que algunos actos que podrían ser considerados como violentos en comunidades de clase media, ni siquiera son registrados en grupos de bajos recursos y que además los jóvenes de bajos recursos están más expuestos a recibir punición legal o represión policial. Otro elemento que suele mencionarse como factor que propicia la violencia en los jóvenes es el contenido televisivo, de juegos o de películas, que si bien no tienen una causa directa contribuyen a que los jóvenes varones crean que la violencia de los hombres es normal. Innumerables estudios señalan que el bajo desempeño escolar y la deserción escolar están asociados a comportamientos violentos. Sin embargo, estar en la escuela no es suficiente. Por un lado porque se trata de un espacio para encontrar e interactuar con otros jóvenes que utilizan la violencia, pero también un lugar donde el joven al ser etiquetado por los profesores de “violento”, “agresivo” o “problemático”, esas conductas pueden profundizarse. O simplemente porque se los excluye de tareas que podrían ser otros espacios de sociabilización más positivos para ellos, pero además porque generalmente cuando se cree que un muchacho es o será violento se lo suele tratar de forma violenta, reproduciendo un círculo vicioso.

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Existen factores asociados a la violencia –ya sean condiciones familiares y económicas, ser víctima o testigos de violencia, o no estar estudiando, fácil acceso a las armas, el mensaje de los medios de comunicación- pero es importante reconocer que ninguno de ellos indica que necesariamente estos jóvenes serán violentos, pues muchos de ellos enfrentan estos factores de riesgo y no desarrollan ese tipo de conductas. Muchos de ellos, aún en situaciones extremas, buscan formas alternativas y solidarias de sobrevivir y superar la violencia. Y a veces encuentran organizaciones y personas que los acompañan en esa búsqueda

De la calle a las tablas La Asociación Amanecer empezó en 1998 como un proyecto de un grupo de actores independientes que montaron la obra de teatro Amanecer Bajo los Puentes, una obra de integración social con chicos en situación de calle. Al principio, Emanuel era uno de los encargados de las luces y el sonido de la obra. “Al principio, después de hacer la obra de teatro, nos íbamos de nuevo a la calle a dormir -recuerda el chico-. Un día le pedimos a Franco un lugar donde bañarnos, donde comer”. Conseguida la casa, se levantó la ranchada de Once compuesta por 16 chicos que, gradualmente, rompieron su vinculación con la calle y pasaron a un sistema de convivencia. Emanuel volvió a la escuela, ahora vive con su madre, continúa actuando en las obras de Amanecer mientras hace castings para películas. “Quiero estudiar canto, que la gente me conozca y que conozca mi laburo. Además, me encantaría dar clases de teatro en las escuelas y, por supuesto, a los pibes en la calle”. Extraído de http://www.periodismosocial.org.ar www.amanecer.org.ar

Violencia de género contra las mujeres La violencia de género es aquella que se ejerce sobre una persona, sea hombre o mujer y que se justifica u ocurre cuando no cumple con los mandatos o expectativas impuestas por la socialización y los modelos de masculinidad y femineidad hegemónicos en una sociedad dada, en un momento histórico específico. En las sociedades occidentales se observa que los hombres suelen sufrir en mayor medida la violencia de género en el espacio público y las mujeres en sus relaciones íntimas y privadas. En Argentina se ha consensuado una definición en la que se considera violencia contra las mujeres “toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes (Ley Nº 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales)9.

9. Texto completo disponible en http://www.cnm.gov.ar/LegNacional/Ley_26485.pdf

Se recalca que tiene sus orígenes en la desigualdad existente entre hombres y mujeres, es decir, en cómo se construyen los modelos de masculinidad y feminidad y las relaciones sociales y de poder entre hombres y mujeres, que implican la subordinación de estas últimas. Se constituye como un fenómeno histórico y dinámico a partir y dentro de relaciones sociales dadas.

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Tipos de violencia a. Violencia psicológica: es aquella que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación o aislamiento de su entorno afectivo. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia o sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación. En la juventud, los varones suelen ejercer este tipo de violencia a través de agresiones verbales con aquellas mujeres que no responden a los modelos de belleza que ellos manejan (“la gorda”, “la petisa”, la narigona, etc.), los celos excesivos, el control y el progresivo aislamiento de las chicas de sus redes sociales (amistades, familia). Se trata de una forma de maltrato que es más difícil de percibir o detectar que la violencia física.

b. Violencia física: es aquella que se emplea contra el cuerpo de una persona produciendo muerte, dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato o agresión que afecte su integridad física. Son todas aquellas agresiones que suelen dejar huellas externas en la persona agredida. Pueden considerarse actos de agresión física: cachetadas, puños, patadas, empujones, sofocaciones, ataques con un arma y su expresión extrema: el homicidio. En el caso de los jóvenes, es común ver que realizan juegos de mano con mujeres, violencia que a veces es ejercida como un modo de llamar la atención o de intentar un acercamiento con el otro sexo, acercamiento que por dificultad de expresión o miedo a demostrar emociones, suplen con la fuerza física. Cuando esta forma de relación se torna habitual y crece en intensidad puede transformarse en un vínculo de maltrato en el que los hombres comienzan a tener el poder de controlar las conductas, deseos y opiniones de sus parejas por miedo a recibir castigos físicos.

c. Violencia sexual: es cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la persona a de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual, hostigamiento, mutilaciones y trata. Es esencialmente una cuestión de ejercicio de poder en un contexto de relaciones no equitativas de género, pues es un “privilegio” ejercido por los hombres. La inculpación de las víctimas y la impunidad de los victimarios son dos importantes mecanismos que sostienen la violencia sexual, que a la vez es sostenida mediante la violencia institucional ejercida por fuerzas de seguridad, la justicia, etc.

d. Violencia simbólica: es aquella que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de cualquier persona en la sociedad.

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Se pueden identificar tres procesos que dificultan identificar la violencia de género contra las mujeres: • la invisibilización • la justificación • la naturalización social Para evitar cualquier tipo de violencia de género contra las mujeres es preciso concientizar y trabajar con las mujeres, pero es fundamental trabajar sobre modelos de masculinidad que condenen este tipo de vínculo y que ofrezcan alternativas para la resolución de conflictos.

El hombre contra el hombre La violencia cobra muchas víctimas cada año entre los jóvenes varones de Argentina, convirtiéndose en un tema que debe ser especialmente abordado. La tasa de mortalidad por causas violentas es más alta para los varones (en cualquier edad) que para las mujeres, convirtiéndose en un problema de gran magnitud para la Salud Pública. Según estudios, se ha observado que la franja de 15 a 24 años, si bien no se enferma con frecuencia, son más vulnerables a las causas de mortalidad vinculada a la violencia: accidentes, suicidios y homicidios. Es preocupante señalar que ciertos patrones de virilidad tienen altos costos para los jóvenes como es el caso de muertes por peleas callejeras, asaltos, asesinatos acompañados de suicidio o suicidios únicamente, alcoholismo, adicciones o tabaquismo en todos los estratos sociales. Además en todo el mundo, los hombres participan mayoritariamente en las organizaciones militares y son quienes detentan armas en mayor medida.

Consecuencias de la masculinidad hegemónica en cifras En el período 2005-2009, más de 3000 muertes correspondientes a la población masculina de entre 15 y 24 años de nuestro país fue por causas externas (accidente de tráfico o de otro tipo, homicidios, suicidios), según datos la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación. De esas muertes, un 15,5 % fue por agresiones y un 19,9 % por suicidios.

CAUSAS EXTERNAS

Cantidad expresada en nro.

Accidentes de tráfico de vehículo de motor

769

Agresiones

484

Demás causas externas

35

Eventos de intención no determinada y secuelas

588

Otras causas externas de traumatismos accidentales

593

Otros accidentes de transporte

46

Suicidios

623 TOTAL

3138

MUERTES POR CAUSAS EXTERNAS Hombres de 15 a 24 años Período 2005-2009 Fuente: Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación

En cuanto a los suicidios, muerte producida por uno mismo con intencionalidad, si bien el número de intentos es mayor en las mujeres, la concreción es mayor en los hombres, quienes buscan métodos considerados más violentos y dan menos señales previas, por lo que se desprende que las determinaciones parecieran ser más abruptas.

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SEXO

Total de defunciones (100%)

Accidentes (%)

Suicidios (%)

Homicidios (%)

Otras violencias (No especificadas) (%)

Varones

4.379

35,4

14,5

10,5

13.4

Mujeres

1.611

24,1

11,3

4,3

5,3

Mortalidad infanto-juvenil. Total de defunciones de 15 a 24 años por causas externas y distribución relativa por grupo de edad y sexo, según causa detallada. Total del país. Año 2008 Fuente: Ministerio de Salud de la Nación. Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS).

40,0 35,0 30,0 25,0 20,0 15,0 10,0 5,0 0,0

Mujeres

Accidentes

Suicidios

Homicidios

Otras violencias (no especificadas)

varones

Los motivos de los suicidios suelen ser profundas depresiones que provienen de no cumplir con el modelo del hombre ganador, potente, proveedor y protector, entre otras razones: la incapacidad de resolver situaciones, deudas económicas, angustias emocionales no manifestadas, episodios de infidelidad, fracasos laborales, entre otros. Esta situación da cuenta de los costos y de los efectos negativos que el modelo de masculinidad hegemónica tiene para los hombres y para la sociedad toda, y sugiere la necesidad de pensar modos alternativos que permitan a hombres y mujeres tomen acciones concretas para mejorar sus condiciones de vida, tanto para sí mismos como en su relación con otros. Tal como quedó demostrado, la violencia en hombres jóvenes es un comportamiento aprendido y repetido que puede modificarse promoviendo una cultura del cuidado y de convivencia pacífica, involucrándolos en la temática.

Nocturnidad y masculinidades jóvenes Entre los conceptos y afirmaciones que hemos repasado a lo largo de este cuadernillo, que contribuyen en la construcción de las masculinidades jóvenes, no podemos dejar de mencionar la importancia de la nocturnidad. La nocturnidad implica un ámbito de diversión pero también de restricciones. Un territorio donde la presión grupal, ya presente en el desarrollo de jóvenes, se potencia y agudiza. La percepción de que la noche es un escenario probatorio de destrezas viriles y de riesgo continuo está ya instalado en el pensamiento colectivo de jóvenes de ambos sexos y también de las personas adultas. La nocturnidad hoy implica altos riesgos personales y colectivos, pone de manifiesto la falta o carencia de otros modos de transitar ese momento de esparcimiento y diversión. Para los jóvenes, descubrir la noche es dar los primeros pasos de libertad, de rebeldía, de independencia, de encuentro y “encare”, de ponerse a prueba, de desafíos. La noche permite excesos, está ligada al alcohol y a experimentar cosas nuevas: “hay que tomar lo que venga”. Es un momento de complicidad entre pares, donde está todo permitido y será parte del momento, al día siguiente será una anécdota. La noche está armada para que los jóvenes entren en otro estado, que puedan ser otros por un rato. Entonces todo está permitido, porque como no son ellos mismos, no hay culpa. Los jóvenes “varones” se permiten estar más sueltos, más eufóricos, todo a partir de la expectativa de lo que puede suceder, todo es impulso, nada se piensa. El punto es dejarse llevar por el momento: si el grupo dice que hay que tomar se toma, si hay que pelearse se pelea. El grupo es quien marca el rumbo, de no seguirlo el joven puede quedar excluído. 25


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Lo que ellos dicen… — Che, ¿y vos dejaste de ir a bailar porque te pusiste de novio? — No, antes ya había dejado. — ¿Por qué? — Porque me cansé de las peleas… La última vez que fui a bailar fue cuando atropellaron a Pablito (…) Casi lo matan, ¡bah! Estuvo en terapia intensiva. (…) Ellos eran un montón, eran todos pibitos casi, y el pendejo [Pablito] se ve que se cagó [tuvo miedo] y entró a correr (…) y cuando quiere cruzar lo chocó el coche. ¡Lo mató! Y bueno, quedó tirado ahí. Testimonio recogido por Malbina Silba (2011)

Por otro lado, el rol de los adultos va desde la total permisividad (por parte de madres y padres y empresarios de la noche) hasta la represión y la discriminación (por parte de las fuerzas de seguridad y los “patovicas”). Es interesante el aporte que hace Malbina Silba (2011) relatando sus experiencias en las noches de baile acompañando a un grupo de jóvenes en el Conurbano Bonaerense: “Lejos de persuadir a los jóvenes para que no se peleen, guardias de seguridad y policías parecieran alentarlos a que lo hagan una y otra vez, como una forma de probar también su propia valentía y coraje en las peleas. De este modo, patovicas y agentes policiales parecieran compartir la lógica de ´el aguante´ (…) Todo eso termina produciendo, entre otras cosas que, con el paso del tiempo, las relación se defina por la búsqueda casi incesante de revanchas y eso redunda en nuevos enfrentamientos”. Es por ello que este cuadernillo promueve otras formas de hacerse masculinos y la participación en espacios más amplios de derechos y oportunidades para nuestros jóvenes, mostrando que es posible otro tipo de relaciones que generen otras formas de nocturnidad. Y también comprometiendo a los adultos a cuestionar sus actitudes para enfrentar las situaciones problemáticas que esos espacios generan.

Señales de transformación Aun reconociendo que vivimos una época de grandes cambios en las relaciones de género, el ritmo de cambio no es parejo ni se extiende al conjunto de cada sociedad del mismo modo. En el ámbito doméstico, aún la organización no es pareja: según un estudio realizado en Francia las mujeres dedican el doble de tiempo que los hombres a sus hijos (Barrere-Maurisson, 2000) y en ese tiempo de dedicación los varones se ocupan de algunas de las actividades de socialización (como ir al parque o llevarlos a un museo), mientras que las mujeres se dedican mayormente a las actividades ligadas a la preparación de comidas, la salud y la higiene. Estas responsabilidades domésticas se han continuado pese a que las mujeres han ganado terreno en el ámbito laboral fuera del hogar. Otro punto es el mundo laboral, donde se conserva fuerte predominancia masculina en sus niveles más altos, que también requieren de alternativas a los modelos hegemónicos de masculinidad. Sin embargo no puede negarse que a pesar de la predominancia del modelo de masculinidad hegemónica podemos ver en la vida cotidiana la existencia de diversas masculinidades que también varían según etnia, clase social y opción sexual. Existen diversas percepciones de la paternidad; la necesidad tanto de los hombres como de las mujeres de conciliar el trabajo y la vida familiar, la ampliación de derechos civiles y políticos de las mujeres, su participación creciente en la economía del hogar, los nuevos vínculos sexuales y emocionales debido a la creciente regulación de la fecundidad, la liberalización de las costumbres sexuales y la proliferación de identidades sexuales diversas, son indicios de que nuevos enfoques propician que el hombre se involucre en los procesos de construcción de la equidad de género. 27


Promoción de la convivencia Llegamos al tramo final de este cuadernillo y es clave que abordemos algunos aspectos a tener en cuenta para el trabajo con los jóvenes y rescatemos la importancia de hacerlos protagonistas de este proceso de cambio. Como hemos visto a lo largo de los capítulos anteriores, el modelo de masculinidad hegemónica, a pesar de dar muchos privilegios, también logra coartar la libertad masculina en la libre expresión de la personalidad de cada uno. Por lo tanto entendemos, como ya lo hemos manifestado, que el hombre no solo es victimario de situaciones de violencia, sino también víctima de un sistema que lo condiciona. Los estereotipos de masculinidad hegemónica no hacen más que subordinar al hombre a un modelo que se interpone entre él y su deseo de ser. Y partimos de una premisa clave: si la masculinidad es un proceso aprendido, puede ser reconstruida, ya no desde un modelo que limite, como el patriarcado, sino a través de modelos alternativos que permitan un mejor vínculo con las personas que los rodean. Por ello en esta tarea es importante evitar culpabilizar a los jóvenes, quienes actúan para poder “encajar”, aunque ello no quite que hagan uso de ciertos privilegios debido a pertenecer a sociedades dominantemente masculinas. El miedo al rechazo y a la discriminación es determinante para que tanto hombres como mujeres se sometan al modelo hegemónico. El objetivo de esta publicación es que los hombres reflexionen sobre la violencia que ejercen y que es ejercida sobre ellos, que cuestionen las definiciones que a sí mismos se dan de lo que significa ser hombre y que comiencen a identificar modelos alternativos a la masculinidad hegemónica. En este sentido, el género, como categoría social nos permite poner en tela de juicio lo que se considera como “naturalmente” dado e inmodificable. Se trata de desarmar los modelos de masculinidad en los que los hombres concretos se socializan, para apuntar a la visualización de otras masculinidades posibles. Es preciso aclarar que el proceso no es sencillo; los cambios no alcanzan a todos los hombres al mismo tiempo, como un “volver a nacer colectivo”. Es más bien un proceso lento y a largo plazo.

Promover para prevenir Desde este enfoque resulta inútil tratar de prevenir la violencia entre los jóvenes si no hablamos de cambiar las reglas de juego para promover convivencias pacíficas basadas en la equidad de género. Podemos ver en nuestra vida cotidiana una gran cantidad de situaciones en las que se combate y castiga violentamente, a quien ha sido violento. En todas las sociedades se ha demostrado que el castigo sin la construcción de alternativas y nuevos modelos no soluciona las situaciones de violencia, en el mejor de los casos, las posterga. Por eso hablamos de que es fundamental imaginar y crear con los hombres estrategias, programas y acciones de promoción de la convivencia. Muchas veces se cree que los jóvenes no están dispuestos a hablar de estos temas, pero si logramos trascender las barreras “del hombre duro” también ellos pueden expresar sus miedos y preocupaciones con libertad. Es una tarea ardua y a largo plazo, pero la única posible si realmente buscamos un cambio en pos de relaciones de género más equitativas.

Trabajar para el cambio Se evidencia entonces como necesaria la construcción de una masculinidad individual y grupal que conlleve también una modalidad de convivencia social para mejorar la calidad de vida con objetivos de equidad de género, respeto y solidaridad, como respuesta ante el modelo de la sociedad patriarcal que impera actualmente. 28


Muchas propuestas giran en torno a la construcción de formas masculinas de vida que plantean una relación diferente de los hombres con el plano de los sentimientos y los afectos. Desde estas propuestas se busca que el hombre aprenda a reconocer los derechos que la cultura patriarcal le negó: a sentir y pensar diferente a lo que la mayoría de los hombres piensan y sienten sin ser excluidos; a expresar los sentimientos, a admitir propias limitaciones; a manejar las diferencias de manera pacífica, a expresar su enojo sin llegar a la violencia, a vivir la sexualidad de una manera responsable y afectiva, a luchar contra todas las formas de discriminación contra las mujeres, niños, niñas, y otros hombres, entre otras cuestiones. En este sentido la construcción de un camino hacia la equidad de género apunta tanto a cuestionar aquellos mandatos sociales como las consecuencias que esos mandatos tienen en el ejercicio de los derechos de todas las personas.

Cómo motivar a los chicos Según Antonio Martínez Cáceres (2011) es preciso tener en cuenta que los nuevos modelos que se proponen conllevan una serie de actitudes y responsabilidades que poco tienen que ver con el proceso evolutivo de la primera juventud en general. Por ello el autor propone trabajar con modelos que impliquen conductas igualitarias pero que puedan ser aceptados por los y las jóvenes. Presentar al hombre igualitario como una persona responsable, que mide los riesgos, dispuesta a renunciar a determinados privilegios, es exigir a los chicos un nivel de madurez quizás ajeno a ellos. Por eso Cáceres plantea que el trabajo con jóvenes, sería flexibilizar los roles de género de tal manera que se permitan distintas formas de ser hombre sin tener que limitarse a la hegemónica. Se trata de que logren preguntarse si verdaderamente pueden ser como ellos desean dentro de un modelo tan cerrado como el de la masculinidad hegemónica, y no decirles como deben ser. En este proceso del trabajo con los jóvenes es preciso comprender que el cambio será escalonado y que no se puede esperar de ellos lo que los propios adultos aún no logran. El autor de “La nueva masculinidad adolescente”, recomienda trabajar cuestionando ideas naturalizadas (“¿y si eso no fuera ser un hombre de verdad?, o lo que es lo mismo, ¿y si se pudiera ser hombre de verdad sin ser de esa manera?”) sin cuestionar directamente las actitudes personales para evitar rechazos. En el próximo capítulo propondremos algunas actividades para pensar y reflexionar con grupos de jóvenes basadas en una estrategia a seguir: incidir en las zonas sensibles que cada modelo de masculinidad tiene y cuestionar los mensajes que los chicos reciben del entorno, sin por ello olvidar que existe una necesidad de encontrar un modelo que les permita desarrollar una identidad masculina.

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Actividades para pensar y aprender Preparándonos para la acción10 En este capítulo ofrecemos una serie de actividades para el trabajo con grupos de hombres jóvenes. Lo ideal es que estas actividades se desarrollen con grupos de entre 10 a 15 participantes, aun cuando pueden ejecutarse en grupos más grandes o más pequeños. Muchas de las actividades que están incluidas en este cuadernillo tratan de temas biográficos y experienciales, por lo cual recomendamos que sean facilitadas por personas que se sientan seguras al trabajar con estas temáticas, que tengan experiencia en el trabajo con jóvenes, y que cuenten con el apoyo de sus organizaciones y/o de otros adultos. Reconocemos que la realización de estas actividades no siempre es fácil. Los temas son complejos y sensibles, por ende, puede haber jóvenes que se abran y se expresen profundamente durante el proceso, así como también otros que no quieran participar o hablar. Las actividades deben ser entendidas como parte de un proceso grupal de reflexión y educación participativa. En este sentido, se espera que el/la facilitador/a propicie dinámicas y reflexiones grupales, más que hacerse cargo de casos particulares. Si se detectaran casos que requieren de atención especializada de profesionales de la salud, la recomendación es la de derivarlos a dicha atención. Como facilitador/a, sos coprotagonista de este proceso junto al grupo. Tu estilo personal, tus habilidades para escuchar al grupo, para construir un clima seguro y respetuoso, y para mantener la motivación serán aspectos clave a lo largo de los ejercicios grupales. Las actividades incluidas en este manual surgieron de la experiencia colectiva del trabajo con hombres jóvenes en los temas de equidad de género y salud. Muchas de las actividades fueron desarrolladas y probadas en el trabajo con hombres jóvenes. Otras fueron adaptadas de materiales ya existentes. Esperamos que la ejecución de las actividades incluidas en este manual favorezca la reflexión y cambios en el comportamiento de hombres jóvenes, y así se promueva una cultura de paz que involucre no sólo a los jóvenes, sino a la sociedad en su conjunto.

¿Es mejor trabajar con grupos de hombres o mixtos? Nuestra respuesta es: de las dos formas. Diversas organizaciones que cuentan con una vasta experiencia en el trabajo con grupos de hombres, jóvenes y adultos, así como con grupos de mujeres y grupos mixtos, sugieren que algunas veces es útil trabajar con grupos separados de hombres o mujeres. Algunos hombres jóvenes se sienten más seguros para discutir temas como sexualidad y violencia, o exponer sus emociones sin la presencia de mujeres. Por otro lado, se ha visto que algunos hombres jóvenes se muestran poco interesados si no hay mujeres. En este sentido, si bien la presencia de mujeres dentro del grupo puede hacerlo más enriquecedor, en muchas ocasiones vemos que la presencia de ellas hace que los hombres se expresen menos sobre asuntos íntimos. En algunos grupos ellas llegan a ser las “embajadoras” emocionales de los hombres, o sea, los hombres no expresan sus emociones, delegando ese papel a las mujeres.

10. Este capítulo es una adaptación de las propuestas desarrolladas por Cultura Salud. (2010)

La ejecución de programas en diversos países ha constatado que muchos de los participantes nunca antes habían interactuado en grupos exclusivamente de hombres. Si bien algunos manifestaron que su participación en estos grupos de hombres había sido difícil al inicio, la mayoría consideró que se trató de una experiencia enriquecedora e importante. Si bien se puede trabajar en todas las sesiones sólo con hombres, este modelo puede flexibilizarse y dedicar alguna/s sesión/es a trabajar con jóvenes hombres y mujeres en conjunto.

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Hombres y mujeres viven juntos, trabajan juntos; algunos forman parejas y familias con diversas estructuras y acuerdos. Como educadores/as, profesores/as y profesionales que trabajamos con jóvenes, debemos promover interacciones que propicien respeto e igualdad, ya sea en grupos sólo de hombres o en grupos mixtos. Resumiendo, la evidencia nos muestra que tanto los grupos mixtos, como los grupos que solamente están constituidos por hombres, tienen impacto positivo. Finalmente el modelo que se privilegie será una decisión de los/as facilitadores/as.

¿Es recomendable que los/as facilitadores/as sean hombres? La experiencia de las organizaciones que trabajan con jóvenes es que, en algunos contextos, los hombres jóvenes prefieren trabajar e interactuar con un hombre como facilitador, quien podrá escucharlos y, al mismo tiempo, servir de modelo para pensar en el significado de ser hombre. Sin embargo, otras experiencias sugieren que la calidad del/a facilitador/a -la habilidad de movilizar el grupo, de escucharlos y de motivarlos– es un factor más importante que su sexo. Una opción recomendable es contar con facilitadores/as hombres y mujeres que trabajen en pareja, para mostrar a los jóvenes que es posible trabajar juntos en pro de la construcción de la equidad y el respeto. No obstante lo anterior, estamos conscientes de que no siempre se puede contar con más de un/a facilitador/a, o de que trabajen en equipos mixtos, por lo que, en dichos casos, se recomienda adaptar el trabajo para que pueda ser llevado adelante por las personas dispuestas y capacitadas para hacerlo. Cuando la coordinación esté a cargo de un hombre, es importante que haya podido revisar su masculinidad y esté comprometido con la equidad entre hombres y mujeres, y la eliminación de la violencia de género. Les sugerimos que el equipo que vaya a desarrollar las actividades con hombres discuta grupalmente los contenidos de este cuadernillo y pueda profundizar los temas abordados y la metodología de trabajo con la lectura del cuadernillo “Hombres trabajando con hombres” que está disponible en: http://es.scribd.com/doc/60450706/Hombres-Trabajando-Con-Hombres Para quienes tienen la posibilidad de utilizar Internet, sugerimos que realicen el minicurso sobre masculinidades diseñado por CONEVYT, una organización mexicana especializada en la temática. Para acceder al minicurso deben ingresar en la página web http://www.conevyt.org.mx/cursos/minicursos/masculinidades/index.htm

Esta actividad fue pensada preferentemente para realizar con grupos de hombres jóvenes Esta actividad puede hacerse en grupos de hombres jóvenes o mixtos

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ACTIVIDAD Nº 1 Pasaporte de vida11 Objetivos Que los jóvenes participantes comprendan la distinción entre sexo y género junto al impacto que las demandas de la masculinidad y la femineidad tienen en sus vidas actuales

Materiales necesarios Pasaporte en hoja A4 Biromes o marcadores Cinta Papel afiche

Tiempo recomendado una hora y cuarto

Diseño de la hoja Pasaporte Mi nombre: ¿Alguien más de la familia lo lleva? ¿Por qué me lo pusieron? Sexo: ¿Cuáles creo que eran las expectativas de mis padres antes de que naciera? ¿Cuáles son las palabras, los gestos las acciones que me acuerdo de mis primeros años vinculadas a ser hombre o mujer? Escribilas ¿Cuáles son las palabras, los gestos, las acciones que me acuerdo de mi jardín y primaria vinculadas a ser hombre o mujer. Escribilas ¿Qué es ser un hombre joven? ¿Qué es ser una mujer joven? Respondé las dos preguntas ¿Cómo me veo hoy? Escribí una breve descripción

11. Esta actividad está inspirada en las propuestas del manual “De la Violencia para la convivencia” Instituto Promundo Brasil y colaboradores 2006.

Se dan 15 minutos para que cada uno/a escriba su pasaporte; una vez terminado ese tiempo cada participante debe pegarse el pasaporte en el pecho con la cinta adhesiva, se arma una ronda y se da un tiempo para que cada uno/a vaya leyendo los pasaportes de otros y otras y deje leer el suyo.

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Preguntas para la reflexión ¿Por qué creen que a algunos/as de ustedes les pusieron nombres de otros miembros de la familia? ¿Creen cuando nacieron las expectativas que sus papás fueron iguales por ser mujer o por ser varón? ¿Qué nos diferencia? ¿Cuáles son las palabras, gestos y acciones registradas? ¿Hay jerarquías detrás de las mismas? ¿Cuáles? En grupo hagamos una síntesis de que es ser masculino o mujer joven ¿Cómo me ven los otros y otras después de leer “mi pasaporte”?

ACTIVIDAD Nº 2 Trapitos al sol12 Objetivos Identificar las formas de violencia que practicamos o que practican hacia nosotros.

Materiales necesarios Cuerda o soga o lanas Cinta adhesiva papel Tres pedazos de papel (tamaño A4 o equivalente) para cada uno de los participantes. Broches de ropa.

Tiempo recomendado Una hora y media.

1. Explica que la intención es hablar tanto sobre la violencia que practicamos como aquella que es practicada contra nosotros, y conversar sobre nuestros sentimientos con relación a esto. 2. Explica que colocaremos cuatro hilos o sogas y que todos los participantes deberán escribir algunas palabras en las hojas de papel para después colgarlas con los broches. 2. Dale a cada participante cuatro hojas de papel (tamaño A4 o equivalente). 4. Coloca en cada una de las sogas o hilos para tender los siguientes títulos: Violencias practicadas contra mí. Violencias que yo practico. ¿Cómo me siento cuando practico violencia? ¿Cómo me siento cuando la violencia es practicada contra mí? 5. Pedir a cada participante que piense un poco y escriba con pocas palabras una 12. respuesta para cada ítem. Cada uno debe escribir por lo menos una respuesta para Esta actividad está inspirada en las procada soga (o cada categoría). Dales aproximadamente 10 minutos para cada tarea. puestas del manual “De la Violencia para la convivencia” Instituto Promundo Brasil y colaboradores 2006. 33


Explicar que no deben escribir mucho; que es preferible que usen pocas palabras o una frase y que la coloquen en la soga hilo correspondiente. 6. Pedir a los participantes, uno a uno, que coloquen sus repuestas en la soga correspondiente, leyendo la respuesta para los otros/otras. Ellos pueden dar otras explicaciones que sean necesarias y los participantes podrán hacer preguntas. 7. Después que cada uno haya colocado sus respuestas en las sogas e hilos, se propone discutir a partir de las preguntas para la reflexión.

Preguntas para la reflexión ¿Cuál es el tipo de violencia más común practicada contra nosotros? ¿Cómo se siente cada uno cuando es víctima de este tipo de violencia? ¿Qué tipo de violencia es mayormente cometida contra los otros? ¿Cómo sabemos si estamos cometiendo violencia contra alguien? ¿Existe alguna conexión entre la violencia que nosotros practicamos y la violencia de la cual somos víctimas? ¿Cómo nos sentimos cuando practicamos alguna violencia? ¿Existe algún tipo de violencia que sea peor que otra? ¿Cambia según sea diurna o nocturna? ¿Generalmente, cuando somos violentos o cuando sufrimos violencia, hablamos sobre esto? ¿Denunciamos? ¿Decimos cómo nos sentimos? Si la respuesta es no, ¿por qué? Algunos investigadores dicen que la violencia es como un ciclo, o sea, quien es víctima de violencia es más probable que cometa actos violentos después. Si esto es cierto, ¿cómo podemos interrumpir este ciclo de violencia?

ACTIVIDAD Nº 3 La ronda de los derechos13 Objetivos Motivar la empatía con las personas de diversas realidades y discutir el origen de la violencia asociada a personas de diferentes grupos étnicos y/o de diversas orientaciones sexuales.

Materiales necesarios Hojas de papel A4. Marcadores. Cinta adhesiva.

Tiempo recomendado Una hora y media.

13. Esta actividad está inspirada en las propuestas del manual “De la Violencia para la convivencia” Instituto Promundo Brasil y colaboradores 2006.

1. Antes de que el grupo comience sus actividades, seleccione frases que crea que son las más apropiadas de acuerdo con la relación propuesta abajo. Escriba estas frases en una hoja de papel, seleccione un número suficiente de ellas que alcance para cada uno de los participantes. Si quiere, cree otras frases, otros ejemplos o repita algunos (si piensa que es necesario).

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2. Pedí a los participantes que se sienten en círculo y cierren los ojos. Explicar que colocarás una hoja de papel en sus manos, donde estará escrita una palabra o una frase. Después de recibir el papel, los participantes deberán leer lo que está escrito sin hacer comentarios y reflexionar sobre lo que ellos harían si estuvieran en esa situación. 3. Pedí a cada uno que tome un pedazo de cinta papel y que peguen el papel en el pecho. 4. Pedí que todos se levanten y caminen despacio por la sala con el papel pegado, leyendo las frases que los otros participantes tienen escritas, saludándolos con gestos pero sin hablar. 5. Ahora pedí a los participantes que se queden en círculo mirándose uno a los otros. Explicar que cada uno va ser un personaje y que inventará una historia que tenga que ver con la frase que está en su papel –una historia que hable sobre su condición o realidad. Dales un tiempo para que puedan reflexionar sobre su historia, introduciendo la variable día o noche en su relato, y los cambios si los hay frente a esas modificaciones. 6. Pregunta si hay algún voluntario para comenzar. Entonces, cada uno, aleatoriamente, o en el orden del círculo, hablará sobre su historia hasta llegar al último de los participantes. 7. Una vez que todos hayan relatado su historia, invitar a regresar a sus lugares, permaneciendo con el papel pegado en sus pechos. 8. Pedí a los participantes que, a partir de sus personajes, se hagan preguntas unos a otros, sobre sus vidas, acerca de su sentir en aquel momento, de sus problemas y sobre sus realidades. Dales entre 20 a 30 minutos para discutir. 9. Proponer una reflexión a partir de las preguntas para la reflexión.

Frases para los papeles sugeridas Soy seropositivo. Tengo VIH/sida Soy un delincuente (miembro de una pandilla o traficante de drogas) Soy bisexual Mi padre está en la cárcel Mi novia me traicionó Soy heterosexual Mi madre es una trabajadora sexual No sé leer Soy un ejecutivo Tuve relaciones sexuales con otro hombre, pero no soy gay Tengo SIDA Soy descendiente de pueblos originarios Soy practicante religioso de…………………… Soy descendiente de europeos (o soy blanco) Soy gay Soy de descendencia africana Golpeé a mi novia Ya traté de suicidarme Soy adicto a la cocaína Soy sordo Soy un niño de la calle (sin casa) Soy millonario Perdí mi brazo en un accidente Mi novia me golpea Soy padre y cuido a mis hijos Soy alcohólico Estoy desempleado 35


Preguntas para la reflexión ¿Conoces algún joven que enfrentó situaciones similares a las aparecidas en las fichas? ¿Cómo fue para vos vivir este personaje? ¿Cómo te sentiste? En muchos lugares, un joven que es “diferente” o que representa una minoría es objeto de discriminación y de violencia. Por ejemplo, en Brasil y en los EUA existen grupos de llamados cabezas rapadas (skinheads) que golpean a los gays y a los negros. ¿De dónde crees que viene este odio? ¿De qué forma alguien que es “diferente” a nosotros, puede provocarnos violencia?

ACTIVIDAD Nº 4 De “corajes”, riesgos y violencias14. Objetivos Reflexionar sobre las “pruebas de coraje” y la exposición a riesgos como una forma de ser aceptado por el grupo (de amigos) así como de demostrar, virilidad y masculinidad, siendo en realidad una violencia contra sí mismo.

Materiales necesarios Espacio para trabajar y creatividad. Hojas de papel con inicio de historias

Tiempo recomendado Una hora y media.

1. Explica que esta técnica se propone hablar sobre las pruebas de coraje y la exposición a las situaciones de riesgo y de peligro. 2. Pedí al grupo que se divida en subgrupos de cuatro a cinco participantes. Dos subgrupos recibirán una hoja de papel con el inicio de una historia para que la completen de la forma que deseen y después la presenten al grupo en general. De preferencia sugerí que monten una dramatización a partir de la historia. 3. Dales un tiempo aproximado de 20 minutos para completar la tarea. 4. Cada grupo presenta la escena de su historia y posteriormente se abre la discusión teniendo como base la guía que incluimos al final del ejercicio.

Casos para entregar a los subgrupos 14. Esta actividad está inspirada en las propuestas del manual “De la Violencia para la convivencia” Instituto Promundo Brasil y colaboradores 2006.

1. Gabriel iba todos los fines de semana a bailar con sus amigos. Algunos de ellos no pagaban su boleto de colectivo. Vivian diciendo que Gabriel era un cobarde porque pagaba el boleto cada vez que salían. Un día regresando del baile Gabriel decidió que...

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2. Alex iba todos los días en tren, del barrio donde vivía hasta el centro de la ciudad. Le gustaba ir colgado de los estribos de subida esquivando todo. Hubo un día en que Alex estaba distraído y... 3. Víctor era nuevo en la escuela. Tenía una cicatriz grande en la cabeza y todo el mundo le preguntaba qué le había sucedido. Víctor se sentía orgulloso de su cicatriz argumentando que había tenido una aventura increíble. Entonces contó que... 4. Lucho es un loco de las motos. Después que compró la suya, no quería nada más en la vida. Fue invitado por compañeros de la escuela para correr una carrera en un barrio cercano al suyo. Ese día, Lucho fue desafiado a hacer maniobras que no le gustaban para ver quién era el mejor. Lucho se negó y entonces... 5. Mauro ya era un antiguo personaje en su escuela. Con el inicio de las clases, él y su grupo estaban preparando una “broma pesada” para el grupo de los nuevos que estaba ingresando en la escuela. Resolvieron que harían...

Preguntas para la reflexión ¿Qué pruebas de coraje ya hice? ¿Qué quería probar y para quién? ¿Cómo es vivir el peligro? ¿Cuáles son los peligros del día? ¿Y de la noche? ¿Cómo me sentí? ¿Ya pensé que pudo haber pasado si algo salía mal? ¿Y si me queda una marca en el cuerpo? (una cicatriz, o algo parecido). ¿Y si me rehúso a hacer una de esas pruebas, cómo quedo ante mi grupo de amigos? ¿Alguien conoce algún caso que haya terminado mal?

ACTIVIDAD Nº 5 Ojos que no ven corazón que no siente Objetivos Que los participantes vivencien las relaciones, complicidades y rechazos que se dan en un grupo de masculinos.

Materiales necesarios Trapos de tela para usarlos de vendas para ojos, Sogas Tres botellitas de yogurt bebibles vacías Tres pelotas hechas con medias Tres bolsas de algodón del mismo tamaño Tres cajitas de cartón del mismo tamaño, Tres bolas hechas con papel diario encintado Hojas A4 Marcadores o biromes

Tiempo recomendado dos horas

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1. Explica que esta técnica se propone que vivencien con los ojos cerrados, dentro de un grupo de pares, como se resuelven las presiones, intenciones y acciones. 2. Dividir el grupo en subgrupos de no más de 5 o 6 participantes. Venda sus ojos, y que se coloquen en una ronda apretada. El coordinador con la soga los ata, de tal manera que queden las manos adentro. 3. El coordinador distribuye por todo el salón los elementos mencionados (botellitas, pelotas, bolsas de algodón, cajitas, bolas). A cada grupo se le designa un tipo elemento (aclarando que hay 3 de cada uno en el salón) se les dice que debe encontrarlos lo más rápido posible. La búsqueda puede demandar no más de quince o veinte minutos. 4. Luego de consumido este tiempo, se sacan las vendas, y en ronda surgen los comentarios sobre la actividad y como se sintió cada uno de ellos.

Preguntas para la reflexión Puede ser en voz alta o pedirle a cada participante que las responda por escrito. ¿Cómo creen que influyo en la tarea tener los ojos vendados y como se sintieron con esa situación? ¿Cuáles fueron las actitudes que más les molestaron, propias y ajenas? ¿Cuáles fueron los sentimientos que les despertaron? ¿Qué recuerdos les trajeron esas actitudes y emociones?

ACTIVIDAD Nº 6 La ronda de la convivencia15 Objetivos Incentivar a los participantes a pensar en un proyecto conjunto que puedan hacer para llamar la atención o reducir la violencia en su comunidad.

Materiales necesarios Papeles afiche Copias de los estudios de casos para todos los participantes.

Tiempo recomendado Una hora y media para iniciar. En grupo, decidir por cuanto tiempo la campaña de convivencia se mantiene.

15. Esta actividad está inspirada en las propuestas del manual “De la Violencia para la convivencia” Instituto Promundo Brasil y colaboradores 2006.

1. Explicar a los participantes que el propósito es incentivarlos a discutir en grupos lo que ellos podrían hacer en sus comunidades para llamar la atención hacia la violencia o trabajando con otros grupos para reducirla. 2. Explicar al grupo que en varios países de América, los propios jóvenes han puesto en práctica sus ideas para llamar la atención sobre la cuestión de la violencia, reducir sus niveles de violencia o proponer soluciones. 38


3. Explicar que ellos pueden discutir e inspirarse en algunos estudios de caso de proyectos que ya fueron utilizados por jóvenes en otras comunidades. 4. Dividir el grupo en subgrupos y entregarles copias de uno o más estudios de casos. Se les pide a los participantes que los expongan al grupo. (Dependiendo del nivel de lectura de los participantes, el coordinador puede leerles en voz alta los estudios de caso). 5. Al finalizar la lectura, proponer una breve discusión preguntando por ejemplo: ¿Qué creen, piensan u opinan de los casos presentados? ¿Ustedes podrían hacerlo? ¿Qué creen, piensan u opinan que los jóvenes pueden hacer sobre el asunto de la violencia? ¿Quién más podría ser llamado además de los jóvenes, si se quisiera hacer algo acerca de la violencia? 6. Dividir a los participantes en grupos de cinco a seis personas y pedirles que piensen lo que podrían hacer como un grupo para frenar la violencia (entre ellos, con otros jóvenes de su comunidad o en la escuela y que escriban en un papel afiche sus ideas y que no es necesario que estén completamente desarrolladas, pero que mencionen algunas de ellas. Esa tarea puede demandar alrededor de 30 minutos. 7. Una vez finalizado ese tiempo que cada grupo presente sus ideas en plenario. Los participantes deben ayudar a identificar y dividir las ideas en categorías, por ejemplo: 1) acción política / reclamo a las autoridades (“advocacy”); 2) campañas de concientización en la comunidad; 3) desarrollo de materiales educativos y de información; 4) implementación de un plan local o en sus escuelas y comunidades, etc. 8. El próximo paso es establecer una prioridad para las ideas. 9. ¿Cuál o cuáles de ellas parecen ser más fáciles de aplicar por el momento? ¿Cuál o cuáles son las que creen que serían más exitosas? El coordinador trabaja con el grupo para concentrarse y priorizar una de las ideas a partir de la Hoja de Recursos, pero dejando que la decisión sea de ellos.

Hoja de Recursos “Planificando una actividad de prevención de la violencia 1. Descripción (en dos o tres frases, describir el plan) 2. Colaboración ¿De quién más se necesita colaboración para volver este plan realidad? ¿Cómo se puede asegurar este apoyo o colaboración? 3. Materiales / Recursos ¿De qué recursos necesitamos para ejecutar el plan? ¿Dónde y cómo conseguir tales recursos? 4. Cronograma ¿Cuánto tiempo necesitamos para ejecutar el plan? ¿Pasos: Hagan una lista sobre los pasos necesarios para que la planificación se cumpla? 5. Evaluación ¿Qué nos gustaría lograr con el plan? 6. Riesgo: ¿Qué cosas pueden no salir bien? ¿Con qué problemas nos podemos encontrar? ¿Quiénes podrían estar en contra de nuestro plan? ¿Qué podríamos hacer para solucionar estos problemas?

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Estudio de Caso Aquí les proponemos algunos ejemplos. Cada coordinador puede crear o buscar ejemplos en los que jóvenes son protagonistas.

1- Proyecto “De Joven a Joven”. Un grupo de jóvenes que viven en comunidades bastantes violentas y donde el tráfico de drogas está bien organizado. Jóvenes involucrados en este proyecto escribieron una pieza de teatro sobre la violencia y también un Rap sobre el tema de las drogas. Ellos están presentando esta pieza en las escuelas, en seminarios sobre juventud, para políticos ligados a la cuestión de la violencia y para profesionales de la salud en la ciudad de Rio de Janeiro. 2- Proyecto “Campaña por la no violencia” Un grupo de jóvenes participantes en un taller sobre no violencia organizó una campaña con mensajes. Pegaron fiches en escuelas, centros de salud, centros deportivos y en la calle. Un día del fin de semana marcharon en una plaza entregando volantes con mensajes que ellos mismos armaron volantes que ellos mismos prepararon. 3- Promotores de la Paz. En algunas escuelas de países de América Latina, los jóvenes se capacitan para ser agentes multiplicadores para la solución de conflictos y la promoción de la paz. En otras escuelas, los propios alumnos/as eligen a los promotores. ¿Podrá algo parecido funcionar en tu escuela?

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BIBLIOGRAFÍA

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RECURSOS Y SITIOS WEB DISPONIBLES

Masculinidades y Equidad de Género Sección de Masculinidades- Área de Práctica de Género para América Latina (PNUD) http://www.americalatinagenera.org/es/index.php?option=com_content&view=article&id=1154&Itemid=322 Área temática de Género (PNUD Argentina) http://www.undp.org.ar/programa/Proyectos/genero.html Centro de Estudios sobre Género y Masculinidades http://www.masculinidadesygenero.org/index.html EME – Masculinidades y Equidad de Género http://www.eme.cl/ Alianza MenEngage http://www.engagingmen.net Escuela Equinoccio. Programa de Masculinidades http://www.escuelaequinoccio.org Hombres por la Equidad http://www.hombresporlaequidad.org.mx Varones por la Equidad - Argentina http://varonesporlaequidad.blogspot.com/ CulturaSalud http://www.culturasalud.cl/ Colectivo Varones Antipatriarcales http://colectivovaronesantipatriarcales.blogspot.com/ Masculinidades Bolivia www.masculinidadesbolivia.info

Paternidades / Sexualidad Promundo http://www.promundo.org.br 42


Instituto PAPAI http://www.papai.org.br

Violencia de género Nuevas Tramas http://www.nuevastramas.com.ar Campaña del Secretario General de las Naciones Unidas “Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres” http://www.un.org/es/women/endviolence/ Campaña del Lazo Blanco http://www.lazoblanco.org Observatorio Nacional de Violencia contra las Mujeres Consejo Nacional de las Mujeres http://www.cnm.gov.ar/ovcm/

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